Las Ricas Manzanas [Libre]

Los hermanos se despertaron tarde, dormían juntos en la misma cama. Siempre con pantaloncillo de franela y el torso desnudo. Ésta vez Karim abrazaba a su hermano por el torso o al menos así fue como lo encontró Kerêm que fue el primero en despertar. Para cualquier persona que los viera en esa situación le sería escandaloso mas ellos no mantenían ningún contacto incestuoso, era su forma de demostrarse el afecto que se tenía, era como cuando eran niños, cuando no eran huérfanos.

Una vez levantados se fueron a duchar uno a uno para después vestirse con ropa sencilla y un poco vieja. Sin que lo hubieran comentado ya sabían lo que harían esa mañana, era como una telepatía entre gemelos. Habían pasado apenas un par de días desde su encuentro con Lolita en la pobre casa que habitaban, para Karim todo hubo terminado esa noche, la niña perversa se convirtió en un recuerdo más; sin embargo, Kerêm aún la mantenía en su mente. Ella provocó en él algo más, algo que no reveló a Karim y que misteriosamente éste aún no se percataba.

Ambos salieron a hacer lo que más les gustaba y en donde eran espléndidamente habilidosos, estafar... Habían pasado ya tiempo que no lo hacían así que no perdieron más el tiempo y pasado el medio día ya estaban en el mercado. Atentos a cada uno de los transeúntes y clientes del cada local o mejor dicho puesto ambulante. Esas eran las víctimas de los Fourniers, ellos no eran tan estúpidos para robarles a los mercantes, sabían que existía una fraternidad y entre ellos se cuidaban de los ladrones y problemáticos, sin embargo, si algo representaba un reto caprichoso para Kerêm se atrevían a cruzar esa linea.

De pronto una voz llamó la atención de los hermanos, en su característica sincronía giraron a contemplar a la autora... Se trataba de una joven vendiendo manzanas, con una voz tan llena de energía que parecía un contraste con su delgado y frágil cuerpecillo. —¡Huuummmm!— se expresaron con interés, con esa malvada complicidad.

Ambos se separaron como dos depredadores que encuentran a su presa, uno de ellos se mezcló entre la gente hasta desaparecer mientras el otro se plantó frente al improvisado puesto, cogió una manzana amarilla, grande y jugosa. Jugó con ella entre sus manos sin mirar a la joven, sin siquiera percatarse de como lo miraría; no se preocupó en lo más mínimo, siguió jugando hasta que la arrojó al aire, la manzana cayó sobre la contra palma del gemelo, debido a que tenía su brazo alzado la manzana se deslizó por el brazo, cruzó el cuello para salir del otro lado cuando llegó al hombro golpeó la manzana a manera que cayera en la otra mano, después y al recibir con la palma la fruta giró su mano haciéndola desaparecer pero creando el efecto de haberla depositado de nuevo en el lugar.

Era claro que era una provocación, si se trataba de una ladrona se percataría que él nunca depositó la manzana en su lugar, sino...

—Todas tus manzanas lucen exquisitas señorita Emily debe de tener muchos clientes— dijo en un tono divertido y sonrió de forma juguetona sin ser coqueta. —¿Qué tal el precio... es rico para ti o para el cliente?— continuó y tomó otra manzana, volvió a jugar con ella pero esta vez la arrojó justo al otro lado, como si fuera para ella mas la dirección era distinta. La manzana pasó a un costado de la joven y fue capturada por su hermano que rápidamente le dio un mordisco de tal manera que la hizo crujir y derramar el jugo que baño los largos dedos del brujo. —¡Exquisita!— exclamó con la boca llena haciendo que sus palabras se escucharan distorsionadas y ligeramente graciosa.