Manzanas a un Franco las Manzanas [Libre]

por **Amy Defoe** Dom Dic 29, 2013 9:29 pm

Me había pasado la mañana en la zonas residenciales más específicamente en la residencial de los Thompson, recolectando manzanas par verde, claro todo de manera ilícita hacia más de un mes que había descubierto el patio de aquella mansión una gran extensión de arboles y la mayoría frutales lo que normalmente iba a saquear para llevarles las frutas a Jeanne en la corte de los milagros, a los niños les gustaba esas frutas así que yo hacia mi buena obra del día, pero ahora tenia otras cosas en mente, mi pequeño puesto de manzanas necesitaba de más variedad no solo las típicas rojas, así que había recorrido todo el patio hasta encontrar un árbol de manzanas amarillas y otras verde, para vender un día juntaba más o menos siete cajones de manzanas los que me cuidaban unos amigos del mercado, ya que yo no los podía acarrear sola y ellos se habían ofrecido a guardármelos por las tardes noches, mire el rejal de bolsillo que me había robado hacía varios años faltaba poco para las once de la mañana ya tenía que irme al mercado, tome el saco con manzanas y lo lance al otro lado de la gran muralla hecha con arbustos, no era tan alta así que me era fácil escalarla. Luego de estar del otro lado coloque el saco en mi espalda con unas treinta manzanas y me fui caminando hasta el mercado.

Media hora más tarde y con el cansancio detrás de mi ya llegaba al puesto del mercado, Antonio y Perla ya habían traído mis cajones con Manzanas, las mantenía llenas para que siempre pudiera vender, y ahora más que nunca porque necesitaba un nuevo vestido me habían invitado al teatro y solo tenía pantaloncillos que ponerme y eso no era nada femenino según todo el mundo, como siempre andaba vestida con pantaloncillos una taya más grande que la mía, una blusa blanca que la afirmaba un pequeño corsé que tenía desde hacía mucho tiempo, mi figura era demasiado delgada e insana pero, de alguna forma me mantenía sana y viva, mi cabellera larga y castaña caía por mi espalda todo estaba ordenado para comenzar las ventas, mientras tanto llenaba otro cajón con las nuevas manzanas y empezaba así una de mis pocas rutinas en los días. - ¡Manzanas ricas recién cortadas del árbol! – ese siempre era mi lema, a los de la clase acomodada le gustaban las cosas frescas así que era una manera de llamar su atención.

Había pasado mas menos una hora y el sol estaba en todo su esplendor sobre nuestras cabezas con una pita me hice una coleta y seguí ofreciendo mis ricas manzanas, ya había vendido varias y eso me ponía feliz, cada franco me serbia y los tenía todos guardados en el morral que nunca se separaba de mi, en un compartimiento que me había cocido Jeanne especial para mis ganancias. – ¡Matías! – pegue un grito cuando vi a uno de los niños de la corte de los milagros, tenía tan solo diez años, el corrió hacia mí y me abrazo – Ten comete una manzana y vuelve a la corte ya pronto les darán el almuerzo y no querrás perdértelo – le dije animada, si andaba por el mercado de seguro había sido por encargo de Gamella o tal vez Jeanne, como fuera el caso tenía que regresar.

¡Las ricas manzanas de Emily! - me puse a gritar para llamar la atención, varias sirvientas se acercaron, tenía unas que siempre me compraban me hacía de amigos fácilmente así que siempre me daban buena paga por las manzanas, los minutos comenzaron a detenerse era la hora de almuerzo a esa hora siempre había pocas personas rondando por el mercado y muchos compraban comida a la Vieja Esther, ella cocinaba delicioso, pero yo hoy no gastaría mis francos en alimentarme, esperaría a la hora de la cena para ir a la corte de los milagros y probar algún delicioso plato hecho por Jeanne. Se acerco una sirvienta la de la casa de los De Lesseps, ella era sin duda la mejor clienta que tenia, siempre me daba de mas, conocía a las dos damas de esa casa y ambas era muy dulce, al menos siempre me ayudaban cuando me veían por las calles… - Ahí Tienes Darla, y dile a señorita Viola que le conseguí Manzanas Amarillas – le dije con una enorme sonrisa, la Señorita Viola era perfumista y me había encargado ese tipo de manzanas para sacarle no se qué cosa. En fin luego de que se fue Darla me quede sola, Antonio había ido a comprar comida para Perla así que me relaje un momento, en pocos minutos se volvería a llenar, la rutina, pensé.

por **Chloé Christensen** Jue Ene 02, 2014 12:04 am

Había pasado toda la noche pensando en que escribir. Mi padre me había regalado un libro de poemas y me había aconsejado que comenzara a escribir propios. No sabía de donde se suponía que sacara la inspiración, pero nunca había tenido un amor, ni había sentido tanto amor por alguien que me inspirara a escribir cualquier cosa sobre ellos. Busqué en los libros de la biblioteca de mi padre por consejos, pero no encontré ninguno. Me pasé casi toda la noche buscando consuelo mientras miraba la luna y mi mente se llenaba de ideas extrañas.

Al día siguiente amanecí aun en mi escritorio, vestida y peinada igual que el día anterior. Miré confundida a mi alrededor esbozando una media sonrisa. me había quedado dormida. Hice lo usual después de despertarme. Darme un baño, peinarme y vestirme. Tomé una manzana del frutero y saludé a mi familia antes de salir por la puerta principal aún en pijamas. Sabía que me matarían por esto, por eso mismo debía valer la pena. Nunca antes había salido tan desarreglada, y de acuerdo a las mujeres de mi casa, eso no era de una dama. Pero estaba cansada y solo buscaba un poco de entretenimiento.

Vi que mi tía Sophie se subía a un pequeño carruaje desde mi patio trasero. Había olvidado que aquel día partiría. Corrí hacia ella y me abalancé a darle un abrazo. -Tía, te extrañaré demasiado. ¿No querrás quedarte una semana más? ¿O tal vez un mes? ¿O vivir aquí? -Solté una risita mientras ella me miraba intrigada pero aun con ojos de amor. -Niña, ¿Que haces tan desarreglada a estas horas? Con esa actitud nunca conseguirás un esposo. -Soltó una carcajada contenta y me acomodó el cabello. -Lamentablemente me es imposible. Debo ir a ver que tal esta el negocio. Una mujer como yo no puede dejar el dinero en manos ajenas. -Suspiró y se subió en el medio de transporte estacionado frente a nosotras. -Eh... ¿Sophie? ¿Te molestaría llevarme al mercado? Hay algunas cosas que quisiera comprar.- Después de algunas súplicas sucumbió a mi mirada de perro golpeado. Le di las gracias y me dejó exactamente donde le pedí.

Lamentablemente, tía Sophie consideraba que estar en el mercado sola era sumamente peligroso. Le pidió a uno de sus acompañantes que me cuidara. El muchacho se limitó a seguirme a donde yo fuera a distancia. No podía siquiera notarlo. Esperaba poder platicar con el, pero no me lo permitió. Me dijo que era una persona de servicio y que su trabajo era cuidarme y nada más. me alcé de hombros y continué caminando, mirando cuidadosamente todos los puestos, buscando algo que se me antojara o que me gustara. Un puesto me llamó la atención. Esta mañana había tomado la última manzana en el frutero. Quizá debería de comprar unas cuantas para que mis padres y mi hermano pudieran comer algunas si es que tenían algún antojo. En el puesto había una chica que se veía muy agradable. Sonreí -¿Me podrías dar un kilo de manzanas rojas porfavor?

por **Amy Defoe** Dom Ene 05, 2014 10:27 pm

Tome una manzana y me la introduje en la boca normalmente no solía comer manzanas pero esa mañana se veían demasiado deliciosas, con la primera mascada se escucho aquel típico crujir de una manzana fresca mi boca se hizo agua y el mismo jugo de la manzana se corrió por mi labio, con la manga me limpie y sonreí ante lo que había ocurrido en eso escuche que una joven me hablaba. Abrí mis ojos muy grandes e intente tragar ligeramente lo que quedaba de manzana en mi boca; para mi mala suerte me atore con aquel trozo y comencé a toser muy feo, la garganta pareció desgarrarse en ese instante y escupí todo lo que quedaba en mi boca. Y me afirme de uno de los cajones que estaba repleto de manzanas. Tome aire mirando el cielo mientras mis brazos se estiraban por los aires – Por Dios Santo!! – exclame de manera fuerte y aun con un poco de tos, me toque la cara la sentía roja y masajee mi cuello de manera bruta. – Estas manzanas me quieren matar – mire feo uno de los canastos repletos de ellos y luego con una amplia sonrisa mire a la joven.

¿Un kilo? – exclame – No sé cuanto sea un kilo en manzanas – fruncí el ceño, en realidad no me alcanzaban los francos para comprar una bascula, tome una manzana y se la ofrecí – Las vendo por unidad, Una manzana un franco y a veces según si están medias feas dos por un franco – tome una bolsa de papel y la extendí a la señorita – Tienes la opción de escogerlas que desees – dije con el tono carismático que me caracterizaba, eso claramente solo lo ponía cuando estaba en el mercado y había gen te que me caía bien a buenas y primeras.

Tome entre mis manos uno de los cajones llenos de manzanas para ofrecerle a la joven cuando sin ver mi pie piso una manzana a medio comer (la mía claramente) y sentí como mi cuerpo se tambaleo por todos lados, no sabía si soltar el cajón o afirmarme como pudiera del, mas mi elección fue la incorrecta y mi cuerpo se fue de espalda el cajón nunca lo solté pero las manzanas salieron volando por todos lados – ¡¡¡¡AAAAAAYYYYYY!!!!- grite mirando las frutas volar. Mi cuerpo quedo mirando al cielo sobre mi cabeza callo el cajón vacio, sin lastimarme por que alcance a cubrirme con las manos, y las frutas… - MIS MANZANAS – exclame algo preocupada, adolorida y con unas ganas de largarme a reír inmensas. Tome aire llenando mis pulmones y me senté mirando a la joven – Creo que tú me traes mala suerte – solté una carcajada intentando ponerme en pie y esperando claramente que la joven no se sintiera mal por mi bromita. Me apoye con fuerzas en el suelo e intente levantarme… en vano fue porque mi pie volvió a pisar aquel corazón de la manzana y volví a caer esta vez mi trasero soporto todo mi cuerpo. Continué riéndome a carcajadas – Listo te atenderé de aquí del suelo – dije con simpatía - ¿Cuántas manzanas llevarás al final? – Dije mientras intentaba juntar algunas manzanas que estaban esparcidas por mi alrededor.

Lo sabia estaba algo loca, intente contener nuevamente mi sonrisa y quede mirando a la joven, ya no tenía mucho que hacer más que esperar si me compraba o si se iba a algún otro puesto de manzanas no habían mucho pero eran mi firme competencia. Yo luchaba día a día para conseguir los francos necesarios para llevárselos a Gia y así poder comprar comida para los niños del refugio, una pequeña cantidad si muy poca me dejaba para mi, en realidad no necesitaba mucho para vivir, como una vez me dijo una gran amiga, “Quien se acostumbra a vivir con poco, cuando tiene más lo gasta innecesariamente” por eso siempre me dejaba lo justo para comer.

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