Argeminie Svetlaine ID [ Alias: La Reina de Hielo ]

por **Argeminie Svetlaine** Sáb Mayo 25, 2013 10:24 am

x Argeminie Svetlaine x 22 Apr./600 Rea. x Italia / Venecia x Pansexual x Vampira x C. Alta x

Argeminie es una persona terca, orgullosa, malvada, siempre se aprovecha de la situación a su favor a la vez que se reía del mas débil haciendo así evidente su vanidad sobre los más desfavorecidos. Alguien tan cruel como ella maneja una espada mágica que cuando era hora de luchar contra el enemigo, la espada se convertía en un extenso látigo que llevaba a sus víctimas hasta el aullido más doloroso. Gente de mundo al verla, cree que te encandilará con palabras dulces, suaves y melodiosas, llevan razón, pero lo que hay dentro de Argeminie es puro veneno, palabras que son susurradas con delicadeza, elegancia pero con toque de picardía y veneno en sus sílabas.

Algunos la toman como una mujer de hielo, sin sentimientos algunos ¿Por qué habría de tenerlos? Hazle sentir algo, lo más mínimo que ella misma lo remediará inmediatamente. ¿Alguien ha sentido el halito de la muerte cerca de su sistema nervioso? No...Al parecer nadie llega a salir vivo de sus garras de femme fatale, su poder es inmensamente grande y cada vez quiere más poder, ansia el poder y estar por encima de todos. Ella es la que manda, ella es la que dice y la que manda, la que dice la última palabra, la que camina con elegancia ¿Ha dado ella algún donativo a alguien alguna vez? ¡Jamás!

Tiene más cualidades de lo que hacen notoria su vanidad más que imposible de que pase desapercibida. Una dama de la alta clase, coqueta, siempre hecha un pincel. Puede perder la paciencia fácilmente, mirara a otro lado si no le agradas, anhelará y querrá cambiar de tema enseguida por el mero hecho de estar a punto de llegar a su límite y posiblemente si tienes suerte. De su rostro angelical, redondo y de pómulos siempre empolvados de rosa, es muy posible que te mire descaradamente tan solo si le agradas, pero esconderá su rostro o sus sentimientos bajo la máscara de un rostro serio, sin emoción alguna.

Con un firme pensamiento sobre que la mujer debería ser tratada mejor que el animal del que está constituido el hombre. Alguien solitaria que prefiere las noches en una mínima compañía algunas veces, pero que la mayoría del tiempo la pasa en fiestas, eventos, unas risas en un sitio apartado de miradas curiosas. Es simple a su manera de ser, nada del otro mundo, desea no destacar entre la gente, aunque le sea imposible no hacerlo.

Es muy fácil caer en sus redes de cristal, frías y sin ánimo de mostrarte la calidez de su cuerpo contra uno distinto. En el amor ella juega, ella se divierte, primero los seduce, los atrapa entre sus redes para después usarlos a su favor como simples marionetas, dominándolos. Hay leyendas que la relacionan con la Viuda Negra, hay personas que simplemente no confían en ella. Ella no se deja influir por los rumores que diga la gente sobre ella. Ella es como es, una reina, soberbia, inteligente, maliciosa, astuta, hermosa, sensual en todos los sentidos. Ella es...Argemenie Svetlaine.

▬ 17 de marzo, Al saber que cae en un color verde, en san patricio, empezó a gustarle las tradiciones, los mitos y cosas asi.
▬ Le gusta los zafíros, las esmeraldas, el ambar, el rubí es su favoríto.
▬ Los perfumes caros y de aromas exóticos, son su perdición.
▬ Tiene dos gatos, uno negro y uno blanco. También tiene un carlino de piel oscura el que se llama Zeus.
▬ En Halloween le gusta estar sola, desnuda y con las luces apagadas por la casa. Manías, supone.
▬ Sabe Francés, Español, Inglés, Italiano, Latín, Rumano, los seis idiomas los habla con fluidez pero también le gustaría aprender Ruso
▬ Aún guarda la muñeca de porcelana que compró a su hija desaparecida.
▬ No sabe que su hija esta muerta.

PODERES

· Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
· Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas (en algunos casos), piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.
· Manipulación de la memoria: Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales", pero solo temporalmente. Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.
· Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
· Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.
· Telepatía: Habilidad para sondear los pensamientos superficiales de cualquier sujeto cercano y escucharlos como escucharía hablar a esa persona. Con el tiempo suficiente, puede enterarse casi de cualquier cosa sobre el sujeto.
· Inflingir dolor por medio de la mente: Capacidad que consiste en infringir dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.

Hace 600 años, en una época no muy lejana, por allá en el 1200 d.c., nace Argeminie en una familia de perfumistas no muy conocidos, aficionados dirían otra gente, pero que para el júbilo de estos, le agradaba lo que hacían. Disfrutaban con la elaboración de perfumes caros y exóticos que poco a poco fueron expandiéndose por todo el mundo, dándose a conocer. Dicho monarca Francés, se interesó por la elaboración tan famosa de los Svetlaine, estos lograron enseguida un estatus alto en la realeza, que llegaron a convertirse en los favoritos de los monarcas, Argeminie en cambio, en lugar de tener todo la atención como la tenían sus padres, se sentía demasiado sola, no tenía amigas, ni amigos ni si quiera los animales se les acercaba a ella. Había murmuros de ella, murmuros que hablaban que se parecía a una de las concubinas del diablo pero en tamaño portátil, tan solo con seis años tenía que soportar rumores de personas que apenas conocía, pero además de que sus padres, estando tan ocupados con la realeza y las ventas, ella se crio con la enseñanza de sus institutrices que la enseñaron lo justo y por su lado aprendió muchos idiomas aparte de muchas habilidades musicales, pero le aburría, prefería la pintura. Aquello le relajaba, los trabajos artesanales y hacer jarrones que después eran tirados al suelo porque ninguno le gustaba como quedaba.

Una noche en la que sus padres se iban a dormir en una de sus lujosas camas, ella comenzó a llorar. Sus padres se dieron cuenta de que aquella niña que habían desatendido, era su querida hija que lloraba. Su madre, había estado tan ocupada haciendo amistad con condesas y duquesas que se olvidó de su niña, pero por algún motivo, su padre no dijo nada ni hizo nada. Se quedó como tal. Su mujer lo miro extrañado, no podía pensar en que el también pensara lo que la gente decía por la calle. Aquel momento, no por Argeminie, sino por el bien de esa familia y por el de Argeminie, su madre decidió separarse de su marido por darse cuenta de que estaba con un estúpido. Esta se fue a vivir con la abuela y su madre en Italia, y a partir de ese momento, la vida de Argeminie comenzó a cambiar.

Obtuvo atención completa de su madre, de su abuela, su madre encontró un marido que se encariño con la dulzura de Argeminie y el amor de su madre. Todos estaban felices, pero con ello, su madre enfermo de cáncer. Parecía que era alguna maldición, escucho de un caballero de Paris que había venido para llevar de vuelta a su madre a Paris con su antiguo padre, aquel que no la quiso nada. Su madre negó ante tal petición del caballero parisino, pero que con las mismas, su madre, al tener un cáncer secreto, no por Argeminie que fue quien lo descubrió a hurtadillas, sino por no alarmar a todos, esta suspiro y sin tener más opciones se fue a Paris dejándola sola con su abuela y aquel padre adoptivo que se quedó con Argeminie.

Tristeza, penurias, todo llegaba sin previo aviso, Argeminie se abrazaba a Marius, su padre adoptivo y quien la acogió en su seno, la trataba como tal, iban a visitar a su abuela de vez en cuando y ya a la edad de 18 años, Argeminie, era una mujer hecha y derecha, aun sin conocer nada del amor, el amor, aquello que desequilibraba a todo el mundo en un segundo. Siempre suspiraba cuando le hablaban de casarse, pero antes querría tener la venganza que siempre había querido tener hacia su padre. No sabía si su madre aun vivía, pero con el cáncer con el que se fue, suspiraba aún más, preocupándose por algo que no sabía a ciencia cierta.
Venganza, Venganza, Venganza, Venganza, Venganza.......Esa palabra se repetía en la mente de una muchacha de rostro inocente pero con viles intenciones de hacérselas pasar putas a su padre biológico. Para él solo tenía palabras obscenas que cuando lo viera, esta se iba a enterar de lo que valía un peine, una vida que seguramente, que después de que se llevara a su madre consigo de nuevo, seguro que la mato a golpes. Eso lo vería, pero ¿Porque el amor se interpuso entremedias?

Él, un maldito Italiano de ojos azules, no, no era italiano, era inglés, descendía de la baja realeza, pero aun con sangre podrida en sus venas, este cautivo tanto a Argeminie que cuando la propuso matrimonio ella no dijo no, se lo pensó pero dijo si al instante, entonces se casaron....y ¿porque comenzó a tener una sensación de dejaba? Su vida al lado de esa persona que se había convertido en su esposo, la había dejado encinta dando así luz a una hermosa niña. Al menos la cosa había salido bien, una niña, es lo que quizás hubiera querido si se lo hubiera pensado, pero con quien se casó, le fue retrasando el momento de la venganza que tantas ansias tenia de vengarse con su padre, pero aquel joven, su esposo, la fue distrayendo, haciendo que se olvidara de la venganza y que prestara más atención en la niña, Isabel la llamaron, sonreía cada vez que veía a la niña, esta tenía seis años ya y todos estaban felices.

Argeminie tenía 21 años para cumplir los 22, pero en una noche que había una fiesta de carnavales, Argeminie iba de la mano de Isabell, pero en un empujón de dos personas, esta hizo perder la mano de su pequeña Isabel, intento buscarla sin cesar, pero lo único que hizo fue volver a los brazos de su esposo, este la ayudo a buscar a su pequeña hasta las altas horas de la madrugada, su esposo la llevo a casa, pero Argeminie se fue por toda Venecia en busca de su pequeña. Comió algo de la panadería, pero después siguió con la búsqueda de su pequeña. Torció una esquina y encontró la muñeca de porcelana que la había comprado días atrás, la recogió, intento captar algo, pero le era inútil, abrazo la muñeca contra su pecho, esta seguía buscándola, estaba cansada, pero aun tenia fuerzas para seguir buscando.
En el mediodía era cuando el esposo de Argeminie la vio sentada en el borde de la fuente. Este la miro con tristeza y se acercó a ella para consolarla.

Esta lloraba sobre su pecho sin parar pero con notaciones silenciosas, sin decir ni nada. Solo lloraba, solo caían lágrimas de sus ojos recorriéndole las mejillas. Era tan pequeña, como pudo no volver al lugar, como no pudo quedarse quieta, como pudo no agarrarla más fuerte de entre tanta gente. Argeminie se culpaba por ello, su esposo la forzó a meterla en el carruaje y llevarla a la mansión para así poder que se diera un baño y que descansara. Él la consoló con palabras de que la búsqueda seguiría, que nada cesaría. Argeminie se calmó pero aun así estaba inquieta. Sujetaba la muñeca con todas sus fuerzas, comenzó a ser un cuerpo sin vida. Su esposo se ocupaba de dividir sus tareas del trabajo para después cuidarla con esmero.

Más no tarde después de varios meses de angustia, escuchó esperando un carruaje que salía de la iglesia, que habían encontrado a una persona que encontraba lo que fuera, hasta personas. Argeminie no miro, ni hizo ningún movimiento de cabeza parar mirar y escuchar con mas atención, solo siguió su rumbo, se metió en el carruaje para después decirle al cochero la nueva dirección.

¿Le encontraría a su pequeña? Pero no todo era gratis. Al llegar a aquel lugar, un lugar en el que estaba oscuro, sombrío y sin vida. Argeminie se lo pensó de nuevo, en si de verdad debería de ir a aquel lugar, pero ella quería encontrar a su pequeña que estaba perdida por doquier y solo esperaba que no estuviera mal... Solo de pensarlo, se estremeció de pies a cabeza. Suspiro, estaba preparada para adentrarse en la casa de aquel desconocido. Quería encontrar a su pequeña, pero pensó en su marido....en aquel que la había levantado el ánimo un poco conforme el paso del tiempo paso un poco.

Se lo pensó un poco y entonces decidió subirse al carruaje, volver a su casa y entonces pensárselo un poco...mejor. Al llegar a su hogar vacío sin su pequeña, fue directa a besar a su esposo, pero descubrió que las puertas del estudio estaban cerradas, eso era raro, normalmente las tenía abiertas o entornadas. Lo había cogido por costumbre. Entonces se asustó, se iba acercando a la puerta, pero entonces escucho una voz familiar, escucho la voz de aquel caballero que una vez se llevó a su madre, hablaba con su esposo de que había hecho un buen trabajo en haber engañado a Argeminie durante tanto tiempo, y después de haberla dado una hija, este seguía jugando a las mascaradas. Todo se quedó destruido para Argeminie, no sabía que pensar entonces. Volvió por sus pasos, salió por la puerta, dolida, a punto de llorar de nuevo, suspirando intentar calmarse, su calidez había desaparecido e iría a ver a aquella persona que podría ayudarla con su hija, y después poder vengarse de todos, uno por uno, sin dejarse ninguno vivo.... ¿Acaso era un aviso? ¿Acaso si Isabel se había perdido era para que no hiciera venganza?

¿Cómo era aquello? Tan solo un poco más, sabía que se sentía muy agusto con su esposo, haciéndola de todo, haciéndola olvidar de su venganza hacia su padre, claro, todo era para que se olvidara del pasado, pero el pasado era presente y futuro, siempre iban de la mano. Y una vez frente a la mansión de nuevo, Argeminie entro con paso decidido a resolver el misterio del lugar de su pequeña. Las puertas se abrieron, dando vista a un Hall principal bastante lujoso comparado con el aspecto derruido del exterior. Todo estaba adornado con adornos góticos, bastantes elaborados y de gran brillo, varios hombres, mayordomos y unas doncellas a los lados y en medio, un tipo rubio, de ojos rojos y aspecto de mucha aristocracia que a Argeminie le hizo estremecer tan solo verlo. Llevaba el pelo largo, liso y bien peinado. Argeminie pensó en volver y echarle la bronca a su marido, pero quería mover su cuerpo pero los ojos de aquel hombre comenzaban a atraerla.

-¿Argeminie Svetlaine? -Pregunto el hombre en un susurro suave. Argeminie lo escucho sin reparos, asintió brevemente y este sonreía victoriosamente, bajaba las escaleras lentamente hasta encontrarse con la figura de esta, la tomo de la mano y le beso el dorso siguiendo un protocolo educado y sensual. Argeminie tenía la mirada azul perdida en el aire, sin emoción alguna que el ser que tenía delante la miró y pudo sentir un estremecimiento en su ser que casi pudo llevarlo a la excitación, pero simplemente comenzó a acariciarle la mejilla lentamente con una de sus pálidas manos sobre una de las cálidas mejillas de Argeminie, esta lo miro sin muchas ganas y lo siguiente que estaba haciendo, era ser persuadida por aquel extraño, su cuerpo parecía que no lo controlaba ella misma, sus propias manos habían desanudado el lazo de la capa que cubría su cuerpo, dejándolo caer al suelo, estaba comenzando a ser hipnotizada, su cuerpo pesaba y su intimidad de entre sus piernas deseaba ser tomada por el hombre que tenía delante de ella.

¿Cómo era eso? Aquel extraño al que ella fue en busca de ayuda, fue acercándose a Argeminie para tomar los hombros del sencillo vestido para ir desnudando sus hombros lentamente, pero a causa del corsé que llevaba impedía el sensual movimiento. La tomo por la cintura, la acerco a su fornido cuerpo e hizo que Argeminie se inclinara hacia atrás lentamente, alejando sus oscuros cabellos de su pálido y curvilíneo cuello y en el que fue besando lentamente, con una mano la iba levantando el bajo de la falda, la iba subiendo y le agarro de uno de los muslos acercándola bien a sus caderas, La sujeto bien, la escucho gemir a lo que noto que Argeminie se sujetó alrededor de su cuello para no caer y lo siguiente que hizo fue hincar los dientes en el precioso cuello de Argeminie, llevándola al suelo entre los gritos de dolor de la mujer que sostenía con fuerza, manchando las perlas y joyas que adornaban el cuello de Argeminie, bebía de ella como un cosaco y no paro hasta saciarse al completo, casi dejándola al límite de la muerte. Esta no había parecido tener opción de elegir, se había negado a beber de la sangre del otro en ese instante, el entonces, antes de seguir insistiendo, la tomo como suya pese a las protestas y forcejeos de una persona al borde de la muerte, ahí mismo, en la entrada de aquel castillo la tomo y la hizo como suya, de su propiedad y de cualquier modo el la obligó a beber de su sangre.

El día estaría al llegar, la llevo con el hacia las mazmorras donde tenía su gran y bello dormitorio y en cuanto el cambio finalizo tras varias horas de espera, este se acercó a ella para volver a tomarla como suya, haciéndole el más brutal de los ritos sexuales, marcándola sin pensárselo mucho hasta acabar haciendo de Argeminie su esclava sexual personal. Su belleza le había parecido tal que no podría haber dejado que se fuera de su hogar. Escucho que estaba casada, lo sintió un poquito, solo una mínima pizca de compasión hubo en su corazón, escucho que el marido estuvo buscándola sin cesar, arrepentido de lo que hizo con ella pero que en realidad la amaba, pero por última esperanza, el marido de Argeminie apareció ante las puertas del nuevo amo de Argeminie, esta estaba escondida y quien era su nuevo amo, negaba, mentía diciendo que no sabía del paradero de Argeminie, pero este fue delatado por la prisa que se dio Argeminie en subir las escaleras de las mazmorras, apareció, pálida, en ropas de esclava y con cadenas en pies y manos.

-Fabrizzio!!-Grito esperanzada Argeminie al verlo en la puerta, Fabrizzio solamente salió corriendo a abrazarla, a aplastarla no literalmente pero aplastarla en un caluroso abrazo, pero entonces el comenzó a notar la gelidez del cuerpo de su esposa, la miro a los ojos y vio que había habido algún cambio.

-¿Qué te ha hecho? –Dijo su desconsolado marido al verla con esas ropas menores, ese pelo alisado y enmarañado ni peinado como solía conocer de la vanidosa Argeminie. Esta finalmente vio en Fabrizzio que en su corazón había bondad y que la quería, se acogió en el pecho de Fabrizzio y solamente se arrepintió de haber ido a casa de quien ahora era su amo y quien la tenía encerrada en vez de haber esperado en casa, que era en donde habría estado sana y salva.

-So...solo fui en busca de Isabella…-Gimió entre sollozos y en donde vio que lloraba lagrimas carmesí. Su marido pareció asustarse por sus lágrimas, pero mismamente se las limpio sin pudor alguno con un rincón de su camisa. Él, Fabrizzio, trabajaba como inquisidor en busca de este tipo de criaturas, había escondido su oficio a su esposa diciéndole lo que le habían dicho que hiciera, que era un agente inmobiliario, su marido era un agente secreto, tenía doble personalidad, y en cuestión de segundos con mucha fuerza quito los oxidados grilletes de las manos y pies de su esposa, la llevaría en una caja hasta de vuelta al hogar, pensó así ocultarla del día, pero aquella persona que había estado observando y que era amo de Argeminie, la tomo de los cabellos, tirando hacia él, la rodeo la cintura haciendo que Argeminie terminara de espaldas contra el cuerpo de su amo, esta intentaba igual deshacerse del roce de quien aún no se había acostumbrado a sus roces, este le había subido la falda, había inmovilizado a Fabrizzio y este seguía tocando el cuerpo de Argeminie frente a Fabrizzio.

Seguía y seguía acariciándole el muslo perfecto de Argeminie, tomo su ropa interior y fue lentamente bajándoselas, tiro de ellas, rompiéndolas, una mano se metió dentro del escote para tomar uno de sus senos, comenzar a acariciarlo lentamente, escuchando las quejas de su esclava, y finalmente, se bajó los pantalones, la ropa interior, puso a Argeminie contra la pared y comenzó a embestirla nuevamente y todo a ojos de su marido Fabrizzio. Argeminie no lo miraba, pero Fabrizzio, al estar inmovilizado, miraba la escena aun sin querer hacerlo, sentía en su interior las ganas de matar a ese cabrón que estaba forzando a quien aún era su esposa, moriría de la manera más cruel que pudo haber imaginado.

Una vez que fue liberado de su inmóvil posición, Fabrizzio pudo finalmente acabar con el vampiro. Este había empleado sus hazañas y habilidades de la Orden Escarlata que al poco tiempo de haber estado en esa Orden, había aprendido lo suficiente como para ser lo que era ahora, una persona con beneficios, rico, y con derecho de trabajar en lo que quería y con quien quería. Había empleado la técnica de la oscuridad, dejando la mansión a oscuras. El vampiro y Argeminie veían perfectamente, veía brillos de alguna tenue luz pero nada más. Entonces Fabrizzio, pensó en ponerse al nivel de su enemigo, tenía agilidad y en cuanto estuvo cerca del vampiro, le corto la cabeza y lo echo a una chimenea en llama viva que había cerca de la entrada. El ambiente era ahora oscuro, afuera estaba el día asomándose, era tarde para Argeminie y Fabrizzio no sabía qué hacer.

Argeminie se acercó a su marido con miedo de que hiciera lo mismo con ella, Fabrizzio se acercó a ella tomándola entre sus brazos y solamente se sentó en el suelo, acunando a una asustada Argeminie. Comenzó a mecerla, se apoyó en la pared para tener mejor apoyo. Esperaron hasta que la noche llego a Venecia y en calma, después de tantos meses de búsqueda, se la llevo a casa consigo. Pero ahora todo era diferente.

Ella ahora era inmortal y el un inquisidor condenado a sufrir las noches de luna llena. De ahí a su agilidad y su fuerza sobrenatural. Él estuvo cuidándola y ella de él hasta que la muerte, finalmente llego a la puerta para llevarse el alma y la vida de Fabrizzio, dejando a Argeminie sola y sin esperanza alguna de querer seguir viviendo. Había visto que por muy poco que había sido la línea de tiempo junto con Fabrizzio, ya habían pasado varios años sin que ella se diera cuenta de ello. No tenía nada ahora en Venecia, y pensó en ir en busca de Isabel. Era estúpida esa idea, pero sentía que estaba cerca, que lo iba a conseguir esta vez, pero la llegada de una carta, de su padre la hizo pensar que algo oscuro había en Paris. Habían pasado años desde que había sido el medievo. Ahora era la época de la revolución industrial, los nuevos diseños de moda y belleza, nuevos inventos, nuevos medicamentos, había visto evolucionarla vida para mejor, pero entonces ¿Qué podría perder? En menos de una semana estaba ya en la capital francesa, en una de las mansiones que había comprado nada más llegar allí.