I'm just a man, I'm not a hero ll Viktor Becker's diary

por **Viktor Becker** Miér Jun 12, 2013 4:37 pm

12 de Junio de 1800

Querido diario:

Hoy ha vuelto ese recuerdo a mi cabeza. Después de matar a una inocente muchacha, mis pensamientos de han centrado una vez más en aquella mañana de hace más de trescientos años. ¿Porqué será? ¿Desea mi mente atormentarme? Si es así, ¿porqué después de tanto tiempo?

Aquella mañana todo cambió. La señora Lerman había salido, como de costumbre, a por un poco de agua para su enfermo marido. Quien iba a pensar que aquella mañana perdería la vida a manos del pequeño Viktor, al que tanto había cuidado y querido. La maté, delante de la puerta de su pequeña cabaña, sin pensarmelo dos veces. Necesitaba saciar ese hambre como fuese y ella se cruzó en mi camino en el momento menos oportuno.

Lo peor de todo fue ver a mi madre, mirandome perpleja sin saber que hacer. Su hijo era un asesino. Su pequeño, al que tanto había defendido ante los comentarios de las vecinas respecto a su maleducada conducta, acababa de asesinar a una mujer ante ella. Pude ver en su mirada el miedo que sentía ahora hacia mi. Sentía como el dolor de verme así recorría todo su interior. Por un momento pensé en explicarle lo ocurrido, incluso en matar a mi propia madre, pero lo único que pude hacer fue huir como un cobarde.

Corrí con una rapidez inpropia de un ser humano. ¿Qué me estaba ocurriendo? El dolor era más intenso, llegó a dolerme el corazón. Aquel sentimiento era insoportable, no existía persona capaz de soportarlo. Pero yo ya no era una persona. Era un monstruo, una abominación, y para cuando quise darme cuenta, ese dolor ya no existía, había eliminado todo rastro de humanidad en mi interior.

Mi nueva vida había comenzado. Aunque, ¿acaso se le puede llamar vida a esto? Soy un asesino, un depredador. Mato para sobrevivir, robo la vida de gente inocente. Estoy condenado a escuchar sus gritos de dolor cada noche antes de cerrar los ojos y soñar con la mirada de mi madre, la cual me atormenta con cada nueva víctima. A veces la eternidad no es suficiente. Todos necesitamos alguien con quien compartir nuestra vida, pero yo estoy condenado. Condenado a vivir en esta soledad en la que vivo, solo. Tengo 419 años y jamás he sabido lo que es el amor de una bella dama, ni lo sabré. Cada vez que me miro en uno de los grandes espejos de la mansión, lo único que veo es el rostro de un asesino eternamente joven, lleno de culpa y tristeza, condenado a vivir en soledad eternamente.