There's always time for pleasure,right? [Viktor]

La entrada de aquel hotel estaba bañada de luz por una única lámpara adornada con miles de cristales que provocaban la dispersión de los rayos de luz en todas las direcciones.Le daba un estilo totalmente elegante a aquel hotel que era de los más lujosos de todo París.Adornado con múltiples telas rojas y diversos objetos de todo tipo como candelabros dorados y plateados así como de flores escogidas con un gusto exquisito.
¿Qué hacía una joven rica como Dianna en un hotel pudiendo hacer uso de cualquiera de sus propiedades inmobiliarias? Pues bien,la joven morena tenía la costumbre de pasar dos noches en distintos hoteles para recibir las comodidades de un hotel y de sus servicios así como una cama tan blanda y apetecible como la que tenía ella misma en cada una de sus casas o mansiones.
Pero es que no había comparación a la tranquilidad de saber que tus empleados no irrumpirán en tu habitación para realizar alguna cuestión impertinente.
Allí sabía que lo más importante para el hotel era el relax y la comodidad de sus clientes y por tanto,era un pequeño gusto que se daba ella cada cierto tiempo.
Así pues,se dirigió en uno de sus transportes al hotel con una de sus criadas sin querer ni siquiera conversar con ella debido al incidente del último día con su corsé,y por ello,atendía más al camino que realizaba el medio de transporte que a la conversación de la mujer que le resultaba realmente impertinente,pero justo entonces la escuchó:

-Señora,mis más sentidas disculpas de nuevo,sabeis que no era mi intención nada de lo ocurrido con el corsé. 

Nada más escucharla la morena elevó las cejas girando rápidamente su cabeza hacia la mujer bajando una de las cejas manteniendo la otra elevada respirando hondo evitando así no contestarle de la peor manera posible para la joven Gallöway.

-Tienes suerte de que te tenga aprecio querida,si no,desde ese incidente si por mi fuera estarías despedida,pero reconozco todo lo que hiciste por mis padres y por mi y por ello te tengo aprecio,pero este tiempo en el hotel me vendrá bien para poder perdonarte esa inoportuna y desafortunada mala colocación de mi corsé.


Cada una de las palabras de la morena sonaban totamente a reproche hacia la mujer y con un simple giro de cabeza le dejó claro a la mujer que no quería seguir hablando de ese tema ni de ningún otro con ella.
Y por fin,llegaron al inmenso hotel y al entrar y realizar el papeleo pertinente cogió su pequeño equipaje con sus propias manos despachando a la mujer llendo ella misma hacia su habitación correspondiente encontrándose con una inmensa estancia acorde con su posición social viendo una gran cama de un rojo muy intenso que curiosamente,era la primera vez que le daba realmente pena usarla sola.También cabía destacar que estaba perfectamente hecha con dos cojines blancos con pequeños bordados muy sofisticados colocados con una asombrosa pulcritud y un apabullante cuidado.
Quizás hubiera alguien a quién llevar allí...quién sabía.
Así pues sin preocuparse por colocar su equipaje se retocó un poco,cerciorándose de que el corsé no le daría de nuevo el susto del siglo.Por tanto,se dirigió a las gigantescas escaleras decidiéndose a dar un paseo por el establecimiento cogiéndose suavemente el vestido elevándolo bajando escalón a escalón con la elegancia propia que la joven poseía notando como muchos de los presentes se quedaban admirados al ver la semejante destreza y envidiable elegancia que poseía la morena.

Viktor había estado en mejores hoteles que aquel, había tenido tiempo en todos aquellos años para hospedarse en lujosos hoteles de diversos paises, pero aquel no estaba nada mal. Nada más bajar de su carruaje, mandó a dos de sus sirvientes subir todas sus cosas a una habitación en la que pasaría los proximos días. Cada poco tiempo solía ir al Norte de París para ir de caza, como el solía decir. El joven consideraba la zona Norte una zona para gente de una clase social respetable y en cambio la Sur para la gente menos...¿Respetable? Sí, podría decirse así.

Antes de entrar se quedó charlando en la entrada con uno de los empleados, que al ver su elegancia al vestir y su lujoso carruaje, solo le deseaba que su estancia en aquel hotel fuese la mejor. En París todo se decía por una razon, por lo que sacó de su bolsillo un par de monedas y se las tendió al joven, que tendría unos veinte años, en señal de que su conversación habia terminado. Agradecía el buen trato, pero tanta formalidad le parecía agobiante.

Así pues, decidió entrar al hotel tras ver como sus empleados salían y se iban en el carruaje. Observó todo con atención y curiosidad. Elegancia por todas partes. Mujeres bellas y hombres ricos a los que matar y robar. Tal vez fuese divertida su estancia alli. El simple hecho de escuchar bombear sangre a los corazones de la gente le provocaba un inmenso hambre que deseaba calmar. A veces, a pesar de llevar mas de doscientos años siendo vampiro, le costaba contenerse, pero era fuerte y supo manejar sus instintos depredadores. Se acercó hasta la recepción, en la que se encontraba un hombre de aspecto elegante pero del que no se fiaba.

-Bienvenido a nuestro hotel señor. Usted debe de ser el señor Becker si no me equivoco. Su habitación es la 206, si desea pueden...-Viktor le cortó antes de que acabase cogiendo la llave de su habitación con una sonrisa que se mirase por donde se mirase decía que se callase y le dejase en paz. Se giró de nuevo para repasar el hall del hotel,observar a sus futuras víctimas y para por fin, poder subir a su habitación.

Pero entonces, notó que todas las miradas de aquella estancia se centraban en la inmensa escalera que había en el centro y la que conducía a las habitaciones. Al no saber que ocurría, opto por mirar el también, con algo de indiferencia. Pero al ver aquello su mirada cambió por completo. Ante él pudo ver a la chica más hermosa y bella que jamás habían contemplado sus ojos. Era la elegancia y la belleza en persona, jamás en sus 419 años de vida había visto nada semejante a aquella joven. No la había visto por ningún lado, pero gracias a Dios o a quien fuese, se había podido topar con ella en aquel hotel.

Por primera vez en su vida no supo que hacer. ¿Debía acercarse a ella o debía dejarla marchar? No, eso jamás. Él no era así, debía acercarse e intentar cortejarla, pero algo le decía que aquella muchacha no era como el resto, por lo que debía jugar bien sus cartas. Con paso firme y decisión caminó hasta el final de las escaleras, donde esperó a que la joven bajase. Parecía estar hipnotizado por su elegante porte y su figura, y con ella alli le costaba más contener sus ganas de sangre. ¿Qué le estaba ocurriendo? Por fin la chica bajó las escaleras y el se acercó a ella.-Buenas noches señorita. Mi nombre es Viktor Becker y es un honor para mi haber podido ver esta noche a una mujer con tan bellos ojos por aqui.-dijo mientras con una de sus manos agarraba suavemente y con delicadeza la de la chica para besarla. Tras soltarla se quedó mirandola con una amable sonrisa, esperando su respuesta.

Se sentía como si fuese una reina,o la dueña del lugar a la que todos admiraban con la boca abierta por la gran belleza que poseía.Esa era una de las razones por las que a Dianna le encantaba acudir a bailes o cualquier tipo de festividad en la que pudiese destacar sobre el resto de mujeres,pero en realidad ella sabía valerse y hacerse notar sobre cualquiera.
Con un último movimiento de pies logró alcanzar el suelo por fin sonriendo al ver que las miradas de todos aquellos que se postraban en el lugar estaban sobre ella y sobre su magnífica elegancia.
No podía ignorar que poseía un don natural para bajar escaleras ni que tenía un encanto natural prácticamente imposible de resistir muchas veces por su misterio y tantas otras por su amabilidad y dulzura que contadas veces dejaba mostrar.
Así pues,antes de que se diese cuenta,alguien se acercó a ella tomando su mano sin haber tenido apenas tiempo de observar y estudiar de quién se trataba,pero al alzar la vista,cual fue su sorpresa al observar a un joven totalmente distinto al resto que allí se encontraba.
Poseía una tez un tanto pálida perfecta,así como unos rasgos perfectamente definidos y administrados creando un rostro prácticamente angelical acompañado de un pelo que parecía como la seda misma así como de un cuerpo escultural a simple vista.
Los ojos de la morena no pudieron evitar fijarse en los ojos hipnotizantes del joven,que parecían darle un toque de misterio al muchacho que aumentó en cuanto comenzó a hablar.
Tenía una voz totalmente melodiosa,que hacía que extrañamente,todo lo que había a su alrededor desapareciese...pero debía dejar de fantasear y de estudiarle de arriba a abajo y de intentar escudriñar cada rincón del chico.
Así pues,decidió recomponerse y mantener su compostura de mujer elegante;había hecho una entrada triunfal y era momento de aprovecharlo.Además,era un auténtico caballero y un galán,cosa que aumentaba puntos a favor.

-Dianna Gallöway,un placer.-dijo con una sonrisa de autosuficiencia intentando mostrarse lo más interesante posible-Pero me temo que el honor es mío de encontrar un caballero de tal porte como presentais.-dijo de nuevo con una leve sonrisa mostrando su dentadura perfecta deslizando su mano suavemente para soltarse de la del joven colocándose después suavemente su pelo que esa noche estaba de lo más rebelde.

Aún así,le extrañaba qué haría un joven cómo aquel en un hotel de tal calibre por lo que se aventuró a preguntarle un poco más sobre él:
-¿Qué haceis aquí pues Viktor? Jamás me hubiera imaginado encontrarme a alguien así por aquí-dijo sonriendo de una forma bastante más amplia colocando después sus manos sobre su vestido reparando sin darse cuenta en el ambiente tan especial que daban realmente la gran cantidad de rosas y demás tipos de flores del hotel.Se notaba que los empresarios de la época,estaban en todo y cuidaban los detalles por encima de todo.

Se mirase por donde se mirase, aquella joven llamada Dianna desprendía elegancia y belleza por todas partes. Por mucho que intentase desviar la mirada hacia alguno de los bonitos cuadros que decoraban la estancia no podía. Sus ojos estaban centrados en los de ella completamente, no podía apartar la mirada. Algo le obligaba a perderse en aquellas dos pequeñas Lunas, algo le decía que las conquistase y las hiciera solo suyas.

Parecía una chica distinta al resto por lo que debía jugar sus cartas de la mejor manera posible. No quería hacerla daño y mucho menos jugar con ella. Aún así, el sonido de su corazón bombeando sangre era insoportable, sus ganas de morder su vena carótida y beber toda su sangre aumentaban a cada movimiento que la chica hacía. Con sus manos en los bolsillos del pantalón intentaba no lanzarse sobre ella. Tan solo quería una noche tranquila, intentaría relajarse, pero esas provocaciones de la chica eran demasiado. Ella no se enteraba, pero en su interior ardía en deseos de beber su sangre y de, por supuesto, hacerla suya.

Para poder alejar esos pensamientos, se centró en las ropas de la dama. Su vestido desprendía elegancia se mirase por donde se mirase, y hacía que su piel fuese cada vez más perfecta y delicada. Su cabello, que no paraba de tocarse, era fino y largo, de un color tan bello como el de sus ojos. Su perfume, oh su perfume...Su perfume le llevaba a otro mundo, le hacía soñar despierto. Su perfume provocaba esas inmensas ganas de besarla sin saber exactamente porque. Podía sentir las miradas de las mujeres y los hombres alli presentes que se clavaban sobre ellos dos, pero poco le importaba. Por alguna extraña razón solo le importaba causarle buena impresión a la hermosa muchacha que tenía ante el, por lo que dijo:-Por favor, insisto, el honor es mío señorita Gallöway. No todos los días puede un hombre encontrarse con tan bella dama. Y disculpe el atrevimiento, pero repito que sus ojos son los más bellos que he podido contemplar en mis veinticuatro años de vida.

Tras pronunciar estas palabras dió un paso hacia la joven, quedando mas cerca de ella de ésta forma. Se quedó unos instantes en silencio, observando su bello rostro. Se percató entonces de que tenía un mechón de pelo fuera del recogido, por lo que optó por colocarselo bien de nuevo con su mano, rozando con cuidado su mejilla, sintiendo el suave tacto de su piel en silencio. De nuevo baja su mano sin separarse esta vez de ella. Se la veía una chica observadora por como le había examinado anteriormente y por como examinaba el hall del hotel. Para intentar romper ese incómodo silencio intentó proponer algo que hacer.-¿Iba usted a algún lugar señorita? Si es así, sería todo un honor para mi acompañarla o poder ser acompañado por usted, pues es la primera vez que me hospedo en este hotel y algo me dice que usted lo conoce perféctamente. Mi habitación en la 206, ¿sabría indicarme la planta por favor?

Había algo en aquel joven que le ponía la carne de gallina,y es que en cuanto se acercó más a ella,pudo sentir su respiración sobre ella cosa que no le disgustaba.
Cuanto más de cerca tenía al joven,más le gustaba verle,y es que algo especial había en su mirada,algo que le obligaba a estar colgando en sus manos de modo que pidiese lo que le pidiese ella lo haría tan sólo con tener la certeza de que estaría junto a él.
Pero debía mantener la compostura y que el joven no se enterase de esto que la joven sentía y pensaba.
-Cuan halagadoras son vuestras palabras Viktor,debeis decirle eso a muchas jóvenes como yo,¿no es así?-dijo la morena intentando mantener su compostura intentando ver hasta donde estaba dispuesto a llegar el muchacho con una leve sonrisa divertida.

Lo cierto era que no sabía qué le estaba pasando,pero se sentía especial y parecía que en aquella estancia no había nadie más y se había transformado en el lugar más mágico del mundo.Y no precisamente por su presencia,si no por la de aquel joven.Aunque se muriese de ganas,no podía permitir que el joven se diese cuenta de las infinitas ganas que tenía la joven de probar esos labios que ya ocupaban sus pensamientos y de conocer cada rincón de Viktor además de saberlo todo sobre él.Quizás fuese ese joven del que sus padres le habían hablado...
Miles y miles de noches habían sido las que la joven Gallöway se había pasado llorando en su cuarto mientras era consolada por su madre,lamentándose de que no tenía un príncipe azul solo para ella,alguien que le quisiese tan solo por como era ella,y tantas veces habían sido las que,tanto su madre como su padre,le habían dicho que algún día,aparecería un joven que tan solo con una mirada,le hiciese sentirse única como si nada más importase y como si lo que debía hacer era no dejarle escapar nunca,y algo le decía que podía ser ese chico y ese momento.Claro que podía equivocarse,obviamente.

-Tan solo iba a dar una vuelta por las instalaciones,para no pasarme la noche tumbada en mi habitación pensando,pero si gustais,sería un honor para mi que me acompañaseis en ese paseo...pero puedo indicaros que vuestra habitación se encuentra en la segunda planta,ya que mi habitación es la 219 y se encuentra poco más lejos de la vuestra.Así que como gusteis,para mi sería un placer estar contigo esta noche.
Mierda,se le había escapado.La cortesía se había ido de su modo de hablar repentinamente dejando ver la emoción que le producía poder estar con el joven aunque tan solo fuese una noche.Debía mantener la compostura,era lo que tenía que hacer a toda costa,por lo que sin separarse de él,le dirigió una sonrisa confidente aprovechando su descuido haciéndole ver al muchacho que aquella era su oportunidad si quería estar con ella.
Aunque nadie sabría si lo aprovecharía o no,tan solo el destino.

Podía sentir como las miradas de la gente se clavaban en ellos dos. A el apenas le conocían por aquella zona, y mucho mejor, pero parecía que a ella debían conocerla. Aún así, había que decir que poco le importaba a él si le conocían o no. No hacía más que mirar aquellos preciosos ojos que la chica poseía. Estaba dispuesto a dejarse perder en ellos, navegando por su mar hasta encontrar el corazón de la chica.

Pero por el comentario que le acababa de hacer pensó que, como era normal, la chica creía que aquellos alagos se los decía a cualquier chica. Y en parte aquello era cierto, pero la única diferencia era que a ella se los decía en serio. El tenerla tan cerca le ponía incluso nervioso, cosa que nunca le había sucedido con una chica.-Lo cierto es que sí, muchas chicas son las que caen en mis redes gracias a estos comentarios, pero a ninguna se lo había dicho tan en serio como a usted.-dijo sin borrar la sonrisa de su cara.

Las ansias de sangre iban calmandose poco a poco. Era cierto que al verla su único pensamiento era su sangre, morderla por todo el cuerpo , disfrutar del sabor de aquel líquido rojo que circulaba por sus venas. Pero ahora lo único que pensaba era en cómo podía impresionarla sin tener que utilizar el control mental que tantas veces había usado para matar. Al ver que aquel cabello que anteriormente había colocado bien se volvía a caer, cogió una rosa de un florero de la entrada y se la puso de forma que sujetase aquel odioso mechón que no hacía más que estorbarle la vista de su delicada y preciosa cara.

Al escuchar sus palabras la sonrisa de Viktor se amplió. Claro que quería su compañía aquella noche. Había estado esperando a alguien como ella más de cien años y ahora que por fin la había encontrado no pensaba perderla. Haría lo que hiciese falta. Renunciaría a la inmortalidad por ella, renunciaría incluso a la sangre por su amor. Al fin y al cabo, ¿qué era la eternidad? Nada, no es nada si no puedes compartirla con alguien. Viktor siempre había estado solo, todas sus amistades fallecían o acababan en traición, así fue como dejó de creer en que alguien podía quererle tanto como para permanecer a su lado. ¿Acaso él no era bueno? ¿No se merecía ser querido?

Antes de que ella notase que estaba un tanto ausente, agarró su mano y comenzó a subir las escaleras del centro de la estancia que los llevarían hacia las habitaciones. Al llegar al segundo piso, buscó junto a ella su habitación.-Prefiero que me ayude a encontrar la habitación, así podre asearme y marchar con usted a ver las instalaciones, si es lo que usted quiere señorita.-Le mostró una amable sonrisa tras pronunciar estas palabras y continuó caminando hasta encontras la habitación 206. Del bolsillo del pantalón sacó la llave y abrió la puerta, pasando dentro y dejándola abierta para que ella pasase. Justo entonces se deshizo de la chaqueta del traje, dejandola sobre una amplia cama de matrimonio que tal vez compartiese aquella noche. Entonces, mirandola mientras se aflojaba el nudo de la corbata, le dijo mirandola con una sonrisa.-Y disculpa el atrevimiento, pero a mi también me gustaría estar contigo esta noche.

En cuanto el joven tomó su mano para llevarla a sus aposentos,no pudo evitar que un escalofrío recorriese todo su cuerpo notando el suave tacto de su mano que parecía amoldarse a la perfección con la suya.Se dejó llevar sin darse cuenta demasiado de nada de lo que ocurría absorta en sus pensamientos sobre lo perfecto que parecía ser el joven comenzando a subir las escaleras sin apartar la vista de sus manos recomponiéndose poco después cogiendo su vestido con la mano libre subiendo las escaleras con una elegancia similar a la que había utilizado al bajarlas.

Así pues llegó al gran pasillo que conducía a las habitaciones sin darse ni siquiera cuenta de que el joven le había dicho algo hasta llegar a la habitación 206.Tal vez esa habitación se convirtiese en su paraíso particular,quién sabía.Dejó adentrarse a Viktor solo en la habitación pero al ver que dejaba la puerta abierta de par en par,algo le dijo que debía seguirle al interior de la estancia de modo que se adentró allí observando minuciosamente el cuarto que había escogido viendo que su cama era prácticamente igual a la de la joven.

De este modo,comenzó a pasearse por la estancia con sus manos en su espalda hasta llegar a un gran espejo observándose a si misma en él reparando en la flor que Viktor había colocado en su pelo.Había sido un detalle que sencillamente la había encandilado,puesto que la flor era muy bella,y en su cabello no quedaba nada mal a parte del hecho de que notar sus manos tan cerca de su rostro había sido una completa delicia.

Quizás había conquistado a muchas mujeres con esas tácticas pero es que tal y cómo se encontraba,apenas le importaba eso puesto que podía avecinarse una noche perfecta junto a él y no se arriesgaría a estropearla por el simple hecho de mantenerse firme sobre ese aspecto de que ella era mucho más especial que el resto.

Pero justo entonces,Viktor le dijo algo que la dejó helada.¿Él también deseaba pasar la noche junto a ella? ¿Qué hacía entonces ella contemplándose aún en el espejo en vez de lanzarse a sus brazos? No,todavía era muy pronto.
Con una sonrisa,le miró a través del espejo observando cada uno de sus suaves,melodiosos y perfectos movimientos que producía al aflojarse la corbata elevando sus manos suavemente colocándose la parte superior del vestido con suavidad dejando sus hombros descubiertos girándose de nuevo hacia él sujetando un poco mejor la rosa que tenía en su cabello:

-Me alegro de escuchar eso,de verdad,por lo que me tienes a tu completa disposición Viktor,y por cierto,mejor dejémonos de tratamientos formales,si vamos a disfrutar de una velada juntos creo que eso sobra.-dijo con una amplia sonrisa observando nerviosa la reacción que pudiese tener el joven y aquello que le fuese a proponer,aunque se le ocurría la opción de poder contemplarle toda la noche bajo la tenue luz de una vela observando cada uno de sus rasgos perfectos y sintiéndose así,la mujer más afortunada del mundo.