AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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I find all my pleasure in your misery {Privado}
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I find all my pleasure in your misery {Privado}
-Marinero! ¿ Por qué carajo no tengo ron en la bodega? - inquirió la morena con un eje de enfado, aunque a decir verdad era el único tema que la sacaba de sus casillas . Deseosa de hundirse en su bebida favorita, saborear de ella y saciarse hasta quedar dormida por completo, comenzó a investigar porque no quedaba ron en la bodega del barco. El desafortunado fue un joven de apenas unos 20 años, con la conciencia bien limpia y un buen muchacho, claramente eso no le servía a la capitana - Yo..yo..yo.. - mientras el joven intentaba explicar, Van le interrumpió – No acepto en mi barco ningún canalla. ¿Vos sois una mujerzuela? - preguntó haciendo pequeños pasos alrededor del sujeto - No..no..mi cap.. - la terrible pirata puso los ojos en blanco haciendo una expresión de aburrimiento - No te preocupes, marinero. Donde embarcaremos, allí te dejaremos – tras aquellas palabras sus labios se deformaron formando una sonrisa reluciente y a la vez un tanto tétrica.
-Avíseme cuando llegamos a tierra. Mirar alrededor me provocan mas nauseas que los pulpos – musitó con frialdad pero sin borrar aquella sonrisa que solía hacerla mas desquiciada de lo que ya era. Llegada a su camarote, el cual estaba todo desordenado en especial el escritorio, pensó en que el barco no iba a resistir demasiado debido a los múltiples daños causados . No deseaba alarmar a lo que quedaba de tripulación, por lo tanto, despreocupadamente, se sentó sobre la silla . En la mesa había un gran mapa que ocupaba todo el espacio y unas botellas ,vacías, de ron. Sus ojos verdes se movían con rapidez sobre aquellos dibujos del mapa, deseando encontrar el lugar exacto donde ellos se ubicaban en aquel instante. Arqueó una ceja, levantando la barbilla y entreabriendo sus labios o mas bien quedándose con la boca entreabierta debido a que su concentración debía ser completa . Según ella , de aquella manera se podía concentrar mejor – Veamos.. - musitó apenas moviendo los labios. Movía los dedos de un lado a otro, calculando mentalmente y de vez en cuando hablando consigo misma .
Se encontraban lejos de tierra, no podían viajar mas de un día porque el barco junto con la tripulación se hundiría o quién sabe que podía pasar con ellos. La única tierra cercana era Francia. Oh si, una bonita ciudad pero el viento le había susurrado que era un país maldito ,acechado por seres peligrosos. No importaba. Ella debía reparar su barco y buscar hombres dispuestos a navegar con ella hasta el fin del mundo – LAFITTE!! - gritó ella a todo pulmón . En el silencio de la tarde y entre el ajetreo del barco, su voz fue llevada por la correa ante los oídos del francés Lafitte. En dos minutos hizo acto de presencia en el camarote del capitán – Amore, me a solicitado? - preguntó haciendo una leve inclinación. Observaba con sus ojos grandes y marrones la figura de la mujer, curioso por ser llamado ante ella. Normalmente no solía llamarlo, a no ser de haber echo algo malo - Idiota.¿Que opinas de Francia? - ante la pregunta formulada , el hombre se dio cuenta y sonriendo contestó – Mi capitana, Francia,París ..mi hoghar, vuestrogh hoghar...- volviendo a inclinar la cabeza y con aquel acento típico francés, esperó paciente – Dile a Altaf que cambie el rumbo a Francia, esta noche cenaremos como Dios manda, beberemos y...si la ocasión lo requiere, nos divertiremos.. - se escuchó unos ruidos provenientes de sus botas en el momento que la mujer colocó los pies sobre la mesa. Cerrando sus ojos y sonriendo de medio lado, escondió su rostro detrás del sombrero para poder descansar.
La noche acogía los corazones negros de los piratas. Mediante se acercaban, las luces de Paris les daba la bienvenida con aquella niebla indispensable que provocaba dificultades al querer embarcar. Van fue despertada por Altaf, el cual mantenía el timón. Con cierta patosidad en sus gestos y ciertos balances inapropiados en una mujer, salió afuera de su camarote . Se acercaban cada vez mas , algo le daba mala espina. El ambiente estaba tenso y el mar demasiad calmado. Entrecerró sus ojos para observar entre la niebla el puerto , un tanto vacío . Solo el aleteo de la bandera negra era la que marcaba la llegada de los piratas – Por todos los demonios, apestosas cucarachas! - gritó ella con cierto asco en su tono de voz – Bajad la bandera! - aun así estaba inquieta . Al parecer no era la única – Me huele a muerte... - susurró Altaf con ambas manos sobre el timón - Mantén la compostura – le dio unas palmadas en la espalda y bajó las escaleras una vez que echaron el ancla. Todos bajaron y dirigieron sus pasos hacía la izquierda, saliendo del Puerto . La única que no daba un paso era la capitana, que observaba el mar tranquilo. Demasiado calmado. La sensación extraña no había desaparecido y ante las llamadas de su tripulación, Van no dio un paso. Esperaba la llegada de alguien , el aleteo de una bandera reclamaban atención por su parte y una bienvenida como Dios mandaba. Apoyó sus codos sobre el borde del barco, esperando paciente mientras el viento jugaba una vez mas con el cabello sedoso de la mujer.
-Avíseme cuando llegamos a tierra. Mirar alrededor me provocan mas nauseas que los pulpos – musitó con frialdad pero sin borrar aquella sonrisa que solía hacerla mas desquiciada de lo que ya era. Llegada a su camarote, el cual estaba todo desordenado en especial el escritorio, pensó en que el barco no iba a resistir demasiado debido a los múltiples daños causados . No deseaba alarmar a lo que quedaba de tripulación, por lo tanto, despreocupadamente, se sentó sobre la silla . En la mesa había un gran mapa que ocupaba todo el espacio y unas botellas ,vacías, de ron. Sus ojos verdes se movían con rapidez sobre aquellos dibujos del mapa, deseando encontrar el lugar exacto donde ellos se ubicaban en aquel instante. Arqueó una ceja, levantando la barbilla y entreabriendo sus labios o mas bien quedándose con la boca entreabierta debido a que su concentración debía ser completa . Según ella , de aquella manera se podía concentrar mejor – Veamos.. - musitó apenas moviendo los labios. Movía los dedos de un lado a otro, calculando mentalmente y de vez en cuando hablando consigo misma .
Se encontraban lejos de tierra, no podían viajar mas de un día porque el barco junto con la tripulación se hundiría o quién sabe que podía pasar con ellos. La única tierra cercana era Francia. Oh si, una bonita ciudad pero el viento le había susurrado que era un país maldito ,acechado por seres peligrosos. No importaba. Ella debía reparar su barco y buscar hombres dispuestos a navegar con ella hasta el fin del mundo – LAFITTE!! - gritó ella a todo pulmón . En el silencio de la tarde y entre el ajetreo del barco, su voz fue llevada por la correa ante los oídos del francés Lafitte. En dos minutos hizo acto de presencia en el camarote del capitán – Amore, me a solicitado? - preguntó haciendo una leve inclinación. Observaba con sus ojos grandes y marrones la figura de la mujer, curioso por ser llamado ante ella. Normalmente no solía llamarlo, a no ser de haber echo algo malo - Idiota.¿Que opinas de Francia? - ante la pregunta formulada , el hombre se dio cuenta y sonriendo contestó – Mi capitana, Francia,París ..mi hoghar, vuestrogh hoghar...- volviendo a inclinar la cabeza y con aquel acento típico francés, esperó paciente – Dile a Altaf que cambie el rumbo a Francia, esta noche cenaremos como Dios manda, beberemos y...si la ocasión lo requiere, nos divertiremos.. - se escuchó unos ruidos provenientes de sus botas en el momento que la mujer colocó los pies sobre la mesa. Cerrando sus ojos y sonriendo de medio lado, escondió su rostro detrás del sombrero para poder descansar.
La noche acogía los corazones negros de los piratas. Mediante se acercaban, las luces de Paris les daba la bienvenida con aquella niebla indispensable que provocaba dificultades al querer embarcar. Van fue despertada por Altaf, el cual mantenía el timón. Con cierta patosidad en sus gestos y ciertos balances inapropiados en una mujer, salió afuera de su camarote . Se acercaban cada vez mas , algo le daba mala espina. El ambiente estaba tenso y el mar demasiad calmado. Entrecerró sus ojos para observar entre la niebla el puerto , un tanto vacío . Solo el aleteo de la bandera negra era la que marcaba la llegada de los piratas – Por todos los demonios, apestosas cucarachas! - gritó ella con cierto asco en su tono de voz – Bajad la bandera! - aun así estaba inquieta . Al parecer no era la única – Me huele a muerte... - susurró Altaf con ambas manos sobre el timón - Mantén la compostura – le dio unas palmadas en la espalda y bajó las escaleras una vez que echaron el ancla. Todos bajaron y dirigieron sus pasos hacía la izquierda, saliendo del Puerto . La única que no daba un paso era la capitana, que observaba el mar tranquilo. Demasiado calmado. La sensación extraña no había desaparecido y ante las llamadas de su tripulación, Van no dio un paso. Esperaba la llegada de alguien , el aleteo de una bandera reclamaban atención por su parte y una bienvenida como Dios mandaba. Apoyó sus codos sobre el borde del barco, esperando paciente mientras el viento jugaba una vez mas con el cabello sedoso de la mujer.
Vanisha- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/12/2011
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Re: I find all my pleasure in your misery {Privado}
Y por el gesto de arrinconarle contra la esquina de aquella sucia y reducida bodega, mi sombrero negro cayó al suelo con sutileza y elegancia, algo que su dueño no tenía y orgulloso estaba de ello. Aprisioné el cuello del hombre con mis manos hasta hacerle jadear y patalear en un infructífero intento de recuperar el aliento que le estaba robando a cada segundo que transcurría.
- ¡Maldito! ¡¿Osas sublevarte a mí?! ¡¿Tú, pedazo de carne sin sesos?! –grité, sin importarme si le escupía tras cada palabra pronunciada con repugnancia.
El hombre negaba frenéticamente con la cabeza, suplicándome clemencia o algo así, pues sus balbuceos me impedían entender lo que decía. Resoplé y puse los ojos en blanco antes de atestarle un rodillazo contra su vientre, haciéndole doblegar. Enredé mis dedos en sus cabellos negros y tiré de ellos con ferocidad para que sus ojos temerosos se clavaran en los míos, ahora centelleantes de ira y rabia. Despegué los labios para volver a hablar, pero Giles tosió tan fuerte para volver a respirar, que algunas gotas de sangre mancharon mi zapato.
- Cuer… Cuervo.. yo no… puedo compensarle… yo puedo… ¡soy útil!
Aquellas fueron sus últimas palabras. Y no porque no me parecieran bien –que en realidad, simplemente ya me aburría el simple hecho de escucharle- sino por ensuciarme el zapato. Así, desenvainé una daga situada en mi cinturón, y se la clavé en la garganta, dejando que así se tragase las palabras y su maldita sangre… hasta que se ahogó y cayó inerte a mis pies. Lamí el filo del arma y torcí una sonrisa antes de acuclillarme junto a él y rebuscar en su atuendo algo de valor que me hubiera legado, encontrando un mísero reloj de bolsillo que podría intercambiar por unos cuantos francos, dinero suelto, una caja de cigarrillos que no dudaría en consumir en breve y unas llaves. Guardé todo aquél material en distintos bolsillos de mi atuendo y tras patear el cadáver hasta amontonarlo junto a unas cajas de madera que contenían alcohol –y que robé un par de botellas-, tomé la caja de cerillas que siempre me acompañaba para casos como aquél y encendí una de ellas para lanzarla al cuerpo ahora bañado en alcohol puro. Pronto, las llamas llegaron hasta el techo de la sala y tras una carcajada sonora, rompí el cristal de la ventana trasera para evitar que alguien pudiese verme salir de allí. Salté y caí agazapado sobre el frío asfalto de la calle invernal. Di un par de pasos al frente y me giré hacia el edificio en llamas que, en un momento, había congregado a muchos vecinos alarmados que achicaban agua proveniente del puerto, muy próximo a aquella casa.
Saqué la caja de cigarrillos y llevé uno a mis labios antes de encenderlo con otra cerilla y guardar ambas cajas en mi bolsillo izquierdo. Paladeé el sabor del tabaco en mi boca y cómo el humo dibujaba una forma extraña, asombrosamente parecida a un león. Desvié la vista hacia el brazalete que adornaba mi muñeca derecha y sonreí triunfante.
- Hay que ser un loco para enfrentarse a mí.- murmuré para mí mismo antes de emprender camino hacia el puerto, lugar en el que descansaba a aquellas horas nocturnas, mi adorado Perkele, mi particular drakkar.
Pese a la intensa niebla no me costó adivinar el contorno de mi barco, sumergiéndome en la calma de la noche hasta embarcar en él. Dejé los tesoros que aquella noche había recaptado dentro de uno de los cofres que guardaba recelosamente en mi camerino. Cerré con el pesado y oxidado candado y guardé la llave a la altura de mi esternón, pues estaba dispuesta en forma de colgante. Aún con el cigarrillo entre mis dedos, trepé por el mástil mayor ayudándome por los obenques que incorporé posteriormente, llegando así a la cola del vigía, dónde me senté dejando que mis piernas colgaran sin temor a caer.
Alcé la vista hacia el horizonte, dónde el mar se unía con el cielo nocturno y la niebla intentaba disimular la línea divisoria. El humo del tabaco seguía arañando el firmamento a cada profunda calada que exhalaba hasta que de pronto, un barco se abrió paso entre la neblina y la noche y atracó a unos barcos más allá del mío. Sin intención de esconderme, invertí el tiempo en examinar el barco de velas negras, algo que arrancó una carcajada y un siseo. ¿Qué pandilla de idiotas navegaba con las velas piratas izadas? Pobres condenados… no sabían que aquella tierra ya me pertenecía a mí y ya se sabía que dos piratas de distinta tripulación no podían convivir en un mismo espacio geográfico más de unas horas, que es el tiempo que yo tardaba en aniquilar al otro. Odiaba compartir el mismo espacio vital con otros piratas –que nunca estaban a mi altura-, la misma jarra de alcohol, las mismas mujeres... no, realmente era insoportable, lo odiaba. Así que mientras contemplaba cómo una reducida tripulación bajaba del barquichuelo y caminaban dirección sin rumbo, en mi mente empezaron a esbozarse mil y una forma de librarme de todos esos estúpidos que osaban llamarse “piratas” cuando ni tan siquiera podían ser nombrados “hombres”. Escupí hacia la mar calmada y arrojé el cigarrillo al agua, dejándome las manos libres para usarlas a la hora de bajar hasta el valle del barco. Me apoyé con los codos y miré hacia ese dichoso barco, que ya había escondido la bandera pirata. Llevé mi mano hacia el interior de mi camisa y extraje una botella de vodka, descorchándola antes de beber a morro de ella, caminando luego hacia tierra firme, pues cuando bebía y estaba sobre Perkele solía marearme luego. Fue entonces, cuando vislumbré la figura femenina recostada sobre aquél barco extranjero. Torcí una sonrisa burlona y me acerqué hacia ella mostrando mi perfecta hilera de dientes marfileños. Cuando estuve a su altura, tras ella, silbé de forma juguetona.
- ¿Qué me trae el mar esta noche?- inquirí riendo roncamente, cambiando el peso de un pie a otro, sorbiendo de la botella en mano.- ¿Has perdido a tu papi, nena? Porque aquí estoy yo.
Terminé el contenido alcohólico de la botella y la lancé hacia el barco en el que ella se mostraba apoyada, pensativa o quizás esperando a alguien. Se escuchó unas maderas quebrarse y el sonido del agua recibiendo unos pedazos de cristal y madera. Ups…
- ¡Maldito! ¡¿Osas sublevarte a mí?! ¡¿Tú, pedazo de carne sin sesos?! –grité, sin importarme si le escupía tras cada palabra pronunciada con repugnancia.
El hombre negaba frenéticamente con la cabeza, suplicándome clemencia o algo así, pues sus balbuceos me impedían entender lo que decía. Resoplé y puse los ojos en blanco antes de atestarle un rodillazo contra su vientre, haciéndole doblegar. Enredé mis dedos en sus cabellos negros y tiré de ellos con ferocidad para que sus ojos temerosos se clavaran en los míos, ahora centelleantes de ira y rabia. Despegué los labios para volver a hablar, pero Giles tosió tan fuerte para volver a respirar, que algunas gotas de sangre mancharon mi zapato.
- Cuer… Cuervo.. yo no… puedo compensarle… yo puedo… ¡soy útil!
Aquellas fueron sus últimas palabras. Y no porque no me parecieran bien –que en realidad, simplemente ya me aburría el simple hecho de escucharle- sino por ensuciarme el zapato. Así, desenvainé una daga situada en mi cinturón, y se la clavé en la garganta, dejando que así se tragase las palabras y su maldita sangre… hasta que se ahogó y cayó inerte a mis pies. Lamí el filo del arma y torcí una sonrisa antes de acuclillarme junto a él y rebuscar en su atuendo algo de valor que me hubiera legado, encontrando un mísero reloj de bolsillo que podría intercambiar por unos cuantos francos, dinero suelto, una caja de cigarrillos que no dudaría en consumir en breve y unas llaves. Guardé todo aquél material en distintos bolsillos de mi atuendo y tras patear el cadáver hasta amontonarlo junto a unas cajas de madera que contenían alcohol –y que robé un par de botellas-, tomé la caja de cerillas que siempre me acompañaba para casos como aquél y encendí una de ellas para lanzarla al cuerpo ahora bañado en alcohol puro. Pronto, las llamas llegaron hasta el techo de la sala y tras una carcajada sonora, rompí el cristal de la ventana trasera para evitar que alguien pudiese verme salir de allí. Salté y caí agazapado sobre el frío asfalto de la calle invernal. Di un par de pasos al frente y me giré hacia el edificio en llamas que, en un momento, había congregado a muchos vecinos alarmados que achicaban agua proveniente del puerto, muy próximo a aquella casa.
Saqué la caja de cigarrillos y llevé uno a mis labios antes de encenderlo con otra cerilla y guardar ambas cajas en mi bolsillo izquierdo. Paladeé el sabor del tabaco en mi boca y cómo el humo dibujaba una forma extraña, asombrosamente parecida a un león. Desvié la vista hacia el brazalete que adornaba mi muñeca derecha y sonreí triunfante.
- Hay que ser un loco para enfrentarse a mí.- murmuré para mí mismo antes de emprender camino hacia el puerto, lugar en el que descansaba a aquellas horas nocturnas, mi adorado Perkele, mi particular drakkar.
Pese a la intensa niebla no me costó adivinar el contorno de mi barco, sumergiéndome en la calma de la noche hasta embarcar en él. Dejé los tesoros que aquella noche había recaptado dentro de uno de los cofres que guardaba recelosamente en mi camerino. Cerré con el pesado y oxidado candado y guardé la llave a la altura de mi esternón, pues estaba dispuesta en forma de colgante. Aún con el cigarrillo entre mis dedos, trepé por el mástil mayor ayudándome por los obenques que incorporé posteriormente, llegando así a la cola del vigía, dónde me senté dejando que mis piernas colgaran sin temor a caer.
Alcé la vista hacia el horizonte, dónde el mar se unía con el cielo nocturno y la niebla intentaba disimular la línea divisoria. El humo del tabaco seguía arañando el firmamento a cada profunda calada que exhalaba hasta que de pronto, un barco se abrió paso entre la neblina y la noche y atracó a unos barcos más allá del mío. Sin intención de esconderme, invertí el tiempo en examinar el barco de velas negras, algo que arrancó una carcajada y un siseo. ¿Qué pandilla de idiotas navegaba con las velas piratas izadas? Pobres condenados… no sabían que aquella tierra ya me pertenecía a mí y ya se sabía que dos piratas de distinta tripulación no podían convivir en un mismo espacio geográfico más de unas horas, que es el tiempo que yo tardaba en aniquilar al otro. Odiaba compartir el mismo espacio vital con otros piratas –que nunca estaban a mi altura-, la misma jarra de alcohol, las mismas mujeres... no, realmente era insoportable, lo odiaba. Así que mientras contemplaba cómo una reducida tripulación bajaba del barquichuelo y caminaban dirección sin rumbo, en mi mente empezaron a esbozarse mil y una forma de librarme de todos esos estúpidos que osaban llamarse “piratas” cuando ni tan siquiera podían ser nombrados “hombres”. Escupí hacia la mar calmada y arrojé el cigarrillo al agua, dejándome las manos libres para usarlas a la hora de bajar hasta el valle del barco. Me apoyé con los codos y miré hacia ese dichoso barco, que ya había escondido la bandera pirata. Llevé mi mano hacia el interior de mi camisa y extraje una botella de vodka, descorchándola antes de beber a morro de ella, caminando luego hacia tierra firme, pues cuando bebía y estaba sobre Perkele solía marearme luego. Fue entonces, cuando vislumbré la figura femenina recostada sobre aquél barco extranjero. Torcí una sonrisa burlona y me acerqué hacia ella mostrando mi perfecta hilera de dientes marfileños. Cuando estuve a su altura, tras ella, silbé de forma juguetona.
- ¿Qué me trae el mar esta noche?- inquirí riendo roncamente, cambiando el peso de un pie a otro, sorbiendo de la botella en mano.- ¿Has perdido a tu papi, nena? Porque aquí estoy yo.
Terminé el contenido alcohólico de la botella y la lancé hacia el barco en el que ella se mostraba apoyada, pensativa o quizás esperando a alguien. Se escuchó unas maderas quebrarse y el sonido del agua recibiendo unos pedazos de cristal y madera. Ups…
Erlend Hedinson- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 28/11/2011
Edad : 51
Localización : Rumbo al abismo
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Re: I find all my pleasure in your misery {Privado}
Prisionera en la mar de preguntas hacía su nuevo destino, el olor de un hombre esfumó cualquier pensamiento de la morena . No mostró interés y tampoco se giró para observar de quién se trataba. Nunca prestaba atención a los hombres , ya fuesen de clase alta, media o baja. Sus principios no estaban basados en un par de huevos y brazos robustos si no en como enriquecerse hasta enterarse completamente en el color amarillento y brillante del oro. Aquel silbido obligó a Vanisha dibujar una mueca de asco y repugnancia. El típico hombre con las hormonas revolucionadas que intentaba buscar victimas. ¿Violador?. Sonrió tétrica ante sus propios pensamientos, nada adecuados para una dama. Espera..¿ella?¿una dama?. Vestía como un hombre, se comportaba como uno... y sinceramente, de dama no tenía nada.
En un final se dio la vuelta para observar su rostro. Hizo caso omiso a sus palabras pues sus ojos ligeramente marrones inspeccionaban todo su físico ,comenzando por su rostro. Era tenebroso, de seguro muchos le temían debido a su aspecto. Intrigante, no cabía duda. Y ese tipo, era el que mas le gustaba pero a la misma vez le desagradaba . Vestía como un..¿pirata? ¿ladrón?¿violador?. Frunció sus cejas con disimulo sin saber como catalogar a dicho hombre. Lo único que le servía en aquel momento era la incertidumbre de haberle visto en algún lugar. Tal vez le había amenazado en algún tiempo ...
Dedujo,por sus palabras, de que estaba mas borracho que ella. Bueno, ella no lo estaba pero siempre aparentaba estarlo. Sonrió lasciva ante su primer comentario - No se lo que te trae a ti el mar pero a mi parece traerme solo ...- hizo una pausa fulminándole con la mirada - borrachos - para no decir idiotas. Dio unos cuantos pasos aun subida al barco , sin dejar de observar al hombre que estaba en el muelle. No deseaba tener compañía como aquella cuando su mente estaba preocupada con otros asuntos. De un salto, bajó del barco con el intento de darle una buena lección al hombre pero al parecer si lo hacía, el no se quedaría con los brazos cruzados ni un momento.
-¿A si? - preguntó ella con un tono divertido - ¡Mira por donde! Si necesitaré un papito para calentarme te lo haré saber pero en este mismo instante no lo necesito. Así que...ve a un burdel ,busca una puta barata y deja de darme la lata... - le guiñó el ojo irónicamente observando unos momentos su rostro. Deseaba grabar su sonrisa demente e imaginarlo con la misma cuando sus manos lo ahorcaran en un futuro cercano. Ante su gesto ella no mostró molestia pero tampoco alegría al saber que su barco estaría peor que antes. Bufó con cierto aburrimiento girándose hacía su barco - Aham, lo tomaré como un "adiós nos veremos en otro tiempo" - dio unos cuantos pasos hacía el hombre, acercándose e invadiendo su espacio sin dificultad alguna. Le tomó de la camisa con fuerza acercando su rostro al de el y clavando el color marrón en los suyos con brutalidad - ¿Acaso me crees una estúpida? Tienes suerte de que mi barco a sufrido mucho mas y un simple rasguño no es nada..así que deja de joder mis momentos de soledad y esfúmate en tu mundo de vodka ! - todas sus palabras la caracterizaban como una mujer fuerte y de armas tomar . Lo soltó al instante con un gesto de repugnancia ,preparada en cualquier momento por si el hombre intentaba atacarla.
En un final se dio la vuelta para observar su rostro. Hizo caso omiso a sus palabras pues sus ojos ligeramente marrones inspeccionaban todo su físico ,comenzando por su rostro. Era tenebroso, de seguro muchos le temían debido a su aspecto. Intrigante, no cabía duda. Y ese tipo, era el que mas le gustaba pero a la misma vez le desagradaba . Vestía como un..¿pirata? ¿ladrón?¿violador?. Frunció sus cejas con disimulo sin saber como catalogar a dicho hombre. Lo único que le servía en aquel momento era la incertidumbre de haberle visto en algún lugar. Tal vez le había amenazado en algún tiempo ...
Dedujo,por sus palabras, de que estaba mas borracho que ella. Bueno, ella no lo estaba pero siempre aparentaba estarlo. Sonrió lasciva ante su primer comentario - No se lo que te trae a ti el mar pero a mi parece traerme solo ...- hizo una pausa fulminándole con la mirada - borrachos - para no decir idiotas. Dio unos cuantos pasos aun subida al barco , sin dejar de observar al hombre que estaba en el muelle. No deseaba tener compañía como aquella cuando su mente estaba preocupada con otros asuntos. De un salto, bajó del barco con el intento de darle una buena lección al hombre pero al parecer si lo hacía, el no se quedaría con los brazos cruzados ni un momento.
-¿A si? - preguntó ella con un tono divertido - ¡Mira por donde! Si necesitaré un papito para calentarme te lo haré saber pero en este mismo instante no lo necesito. Así que...ve a un burdel ,busca una puta barata y deja de darme la lata... - le guiñó el ojo irónicamente observando unos momentos su rostro. Deseaba grabar su sonrisa demente e imaginarlo con la misma cuando sus manos lo ahorcaran en un futuro cercano. Ante su gesto ella no mostró molestia pero tampoco alegría al saber que su barco estaría peor que antes. Bufó con cierto aburrimiento girándose hacía su barco - Aham, lo tomaré como un "adiós nos veremos en otro tiempo" - dio unos cuantos pasos hacía el hombre, acercándose e invadiendo su espacio sin dificultad alguna. Le tomó de la camisa con fuerza acercando su rostro al de el y clavando el color marrón en los suyos con brutalidad - ¿Acaso me crees una estúpida? Tienes suerte de que mi barco a sufrido mucho mas y un simple rasguño no es nada..así que deja de joder mis momentos de soledad y esfúmate en tu mundo de vodka ! - todas sus palabras la caracterizaban como una mujer fuerte y de armas tomar . Lo soltó al instante con un gesto de repugnancia ,preparada en cualquier momento por si el hombre intentaba atacarla.
Vanisha- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/12/2011
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