Mathilde Didica Höffer Poly

HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS

HABILIDADES: SIGILO, SENTIDOS AUMENTADOS, BUENOS REFLEJOS, AGILIDAD, FLEXIBILIDAD, VELOCIDAD Y FUERZA SOBREHUMANA.

ATRIBUTOS: LONGEVIDAD. SUS DEMÁS ATRIBUTOS DEPENDEN DE LOS ANIMALES EN QUE SE TRANSFORMA. LOS CAMBIAFORMAS PUEDEN TRANSFORMARSE HASTA EN TRES ANIMALES DISTINTOS SIEMPRE Y CUANDO PERTENEZCAN A LA MISMA FAMILIA DE ANIMALES.

FELINOS


PODERES INNATOS

TRANSFORMACIÓN: HABILIDAD DE CAMBIAR DE FORMA HUMANA A ANIMAL Y VICEVERSA. CUANDO EL CAMBIAFORMAS ESTÁ EN SU FORMA TRANSFORMADA AUMENTA UN 50% SU POTENCIA FÍSICA.

SANACIÓN ACELERADA: HABILIDAD PARA SANAR RÁPIDAMENTE HERIDAS Y CONTUSIONES NO TAN GRAVES (ESTO NO APLICA AL DESMEMBRAMIENTO, SI LES ARRANCAN UN BRAZO, EL BRAZO NO VOLVERÁ A CRECER). EL TIEMPO DE RECUPERACIÓN VARÍA SEGÚN EL PERSONAJE Y LA GRAVEDAD DE LA HERIDA O LESIÓN. CUANDO SE TRATA DE BALAS DE PLATA O FUEGO PUEDEN MORIR SI LAS HERIDAS SON MUY GRAVES.

PERCEPCIÓN DEL AURA: HABILIDAD PARA VER LAS AURAS DE OTROS SERES, CUYOS COLORES INDICAN SU HUMOR, IDENTIDAD Y NIVEL DE HOSTILIDAD, DE ESTE MODO SABEN SI ESTÁN BAJO AMENAZA. ESTE PODER TAMBIÉN LES PERMITE RECONOCER A OTROS CAMBIAFORMAS O LICÁNTROPOS CUANDO NO ESTÁN TRANSFORMADOS E IDENTIFICAR A LOS VAMPIROS GRACIAS A SU AURA PÁLIDA Y SU CARACTERÍSTICO OLOR.


PODERES A ELEGIR

VISIÓN COMPARTIDA Y VISIÓN REMOTA: HABILIDAD DE PODER VER A TRAVÉS DE LOS OJOS DE LOS DEMÁS O EN OTROS CASOS, HACER QUE LOS DEMÁS PUEDAN VER LO QUE ESTAMOS VIENDO EN ESE MOMENTO. ESTA HABILIDAD FUNCIONA ÚNICAMENTE CUANDO SE TOCA A LA PERSONA.

TELEPATÍA Y COMUNICACIÓN CON LOS ANIMALES: HABILIDAD PARA COMUNICARSE CON OTROS CAMBIAFORMAS POR MEDIO DE LA MENTE (CUANDO ESTÁN TRANSFORMADOS) Y CON OTROS ANIMALES QUE NO SEAN PARTE DE SU RAZA (INCLUIDOS LOS LICÁNTROPOS). FUNCIONA ÚNICAMENTE A CORTAS DISTANCIAS.

OJO SUPERIOR: HABILIDAD PARA TENER VISIÓN AÚN CON LOS OJOS CERRADOS O EN LA OSCURIDAD. EL CAMBIAFORMAS POSEE NATURALMENTE UNA VISIÓN MÁS AGUDA, PERO NO SE COMPARA CON ESTA HABILIDAD QUE SE PUEDE IGUALAR A LA VISIÓN DE UN HALCÓN.

Mathilde, ante todo, es obsesiva. Cualquier situación puede ser un detonante para que su mente haga cavilaciones de carácter imposible, que convierten su existencia en un verdadero calvario. Todo le genera preocupación, pero, la crianza que recibió le hizo desarrollar una veta en especial. La mujer que la adoptó, desde el primer momento que recibió a la pequeña, se esmeró en inculcarle el hábito de la limpieza y la salud, llevándolo a un extremo. Básicamente, Mathilde cree, de manera infundada, que sufre enfermedades. En su psiquis se insertan pensamientos que la llevan a imaginarse que está padeciendo un malestar, que en ocasiones llega a tal punto que termina enfermándose. Constantemente siente dolores, nauseas, mareos, malestares estomacales, palpitaciones aceleradas, cegueras, mutismos. Piensa en su cuerpo como una fuente de enfermedades, que un simple corte puede generarle una hemorragia, que un resfrío puede llevarla a la muerte. No han sido pocas las ocasiones en que intentó quitarse la vida para darle fin a tanta desdicha.  La interpretación catastrófica de los signos corporales más ínfimos, es el mecanismo que desencadena la hipocondría. Mathilde desmenuza los síntomas que expresa su cuerpo, se devana la cabeza razonando y asociando lo que le pasa, y exagera o inventa sus dolencias. Puede describir su cuadro clínico con una sutileza impresionante, aclarando repetidas veces el alcance de cada uno de sus síntomas físicos. Su hipocondría la llevó a la introspección total, pues considera que el contacto con otras personas puede generarle alguna enfermedad. Limpia con recelo todo lo que va a utilizar, y evita que sus manos desnudas tengan contacto con objetos o seres de cualquier tipo, motivo por el cual, siempre usa guantes. Esto, también la llevó a desarrollar una melancolía constante y una angustia que la golpea a cada segundo.

O, por lo menos así la llamó “él”. En la vida adolescente de Mathilde hubo una sola persona a la cual se atrevió a mostrarle sus sentimientos, sin embargo, éste hombre le mutiló el autoestima. Directamente relacionado a su hipocondría y a la enseñanza religiosa ortodoxa y estricta, el día que decidió que quería convertirse en la mujer de ese joven del cual se enamoró, se encontró con que debía estar desnuda para él, una verdadera aberración, sin embargo, venció ciertas barreras, pero no logró penetrarla. Los músculos vaginales de Mathilde se contrajeron de tal manera que no hubo manera de consumar la unión. La voz constante de su madre adoptiva y los relatos sobre enfermedades y maldiciones que se contraían en un acto sexual fueron el factor fundamental para que no pudiera realizar el coito. A pesar de las explicaciones que ella le dio, dando a conocer sus miedos y pruritos, algo para lo cual es sumamente reservada, él no tuvo compasión, y la humilló y maltrató, tanto física como verbalmente. Mathilde no se recuperó, y decidió cerrar por completo su corazón y su cuerpo. Se siente incapaz de un acto sexual, como también incapaz de salir de sus pozos depresivos, incapaz para superarse e incapaz para cualquier tarea que no sea pintar. Ella es un mal para sí misma, puesto que a diario se recuerda su inutilidad, sus enfermedades, y todo lo negativo que rodeó su vida desde su nefasto nacimiento. La pregunta que se realiza cada mañana es, ¿para que nací? Y cuando la respuesta es un inminente “no lo sé”, cualquier objeto que esté a mano es un arma para acabar con su existencia.

Lúgubre Transilvania, fría y oscura. La noche gélida y lluviosa de ese frío Enero de 1775, nació Mathilde, en un prostíbulo de mala muerte. Su madre abrió las piernas y la escupió como si se tratase de un simple bicho. Su madre era puta, claro, y una muy desinteresada por el destino de sus hijas. A la recién nacida, la limpiaron con una sábana, la envolvieron con una colcha, y la dejaron a cargo de su hermana mayor. Sus primeros recuerdos se remontaban a los gemidos ahogados en las habitaciones linderas, a la oscuridad, y la sonrisa de Rouge, que fue su primera palabra y su único ser amado. Las hermanas pasaban hambre, y cuando la mayor no estaba, a Mathilde, algunos clientes, la hacían pasearse desnuda frente a ellos. Su madre nunca puso objeción, todo lo contrario. A veces, hasta la peinaba y maquillaba.

Una tarde, cuando el flujo de clientes del burdel era escaso, se presentaron en un carruaje muy elegante un señor regordete, acompañado de su esposa espigada. Eran un matrimonio parisino, que no podía tener hijos. Los Poly observaron a Mathilde de arriba abajo, y sellaron el pacto con una suma importante de dinero que su madre miró con efervescente avaricia. No se despidió de su pequeña, ni se tomó el trabajo de explicarle que esa era su nueva familia. Simplemente, le dio un empujoncito y le dijo que se portara bien. Luego, la puerta se cerró tras ella. Math, antes de subirse al móvil, buscó a Rouge con la mirada, pero ésta no apareció jamás.

El viaje lo hizo sentada entre medio de sus nuevos padres. Él era muy simpático y ella muy seria, aunque no se los notaba hostiles. La niña jamás fue de hablar demasiado, pero comprendía que su vida acababa de dar un salto radical. No supo cuándo llegó a un hotel lujoso, ni cuánto duró el trayecto, pues terminó durmiéndose, con su cabecita rubia apoyada en el hombro del señor. Le gustaba como olía él, a lavanda, su aroma favorito. En cambio, la señora, olía a alcanfor, y le generaba rechazo.

La habitación era el sitio más bonito y más brillante que había visto en toda su vida. En cuanto puso un pie adentro, dos doncellas la tomaron de las manos y la guiaron al cuarto de baño. Anette, como se enteró que se llamaba su nueva mamá, supervisó apoyada en la puerta. La metieron en una tina caliente y le refregaron el cuerpo con una esponja, y el cabello con las yemas de los dedos. La piel blanquísima le quedó roja, debían satisfacer los deseos de su señora. La envolvieron en una bata, la sentaron y le cortaron el larguísimo cabello unos diez centímetros de puntas resecas. Le colocaron un camisón grueso en color azul y la acostaron.

Viajaron por tierra largos días, haciendo paradas para dormir o para comer. Descubrió que iban rodeados de muchos custodios y que había otro carruaje puramente dedicado al equipaje. Había quedado fascinada con la cantidad de vestidos que le regalaron la mañana antes de emprender el camino. Sus pensamientos estuvieron fijos en la hermana que nunca volvería a ver. No se atrevía a preguntar hacia donde la llevaban, y notó que entre ese matrimonio el diálogo era escaso, rozando lo nulo.

Se instalaron en París, la ciudad natal de los Poly. El cambio para Mathilde fue extremo, ya que pasó a tener un ejército de doncellas a su disposición, dos institutrices y maestros. Además, todos los vestidos, zapatos, accesorios y muñecas que quisiera. Pero lo que más la sorprendía, era su habitación, ¡para ella sola! Cuando vivía en Transilvania, compartía el minúsculo y poco higiénico cuarto con Rouge. Deseaba hacerla partícipe de todo lo que estaba viviendo, se sentía muy feliz, pero la felicidad duró poco…

Anette resultó ser una mujer muy especial. Constantemente se encontraba enferma, obsesionada con la limpieza y la pulcritud. No tardó en abocar todas sus preocupaciones en su pequeña hija adoptiva. Se volvieron muy unidas para desgracia de Amadeo, su padre, que intentó por todos los medios de que Math no absorbiera todos los conflictos de su esposa, pero fue en vano. La necesidad de Mathilde, el carácter incontenible de Anette y el trabajo de Amadeo, se confabularon para que las dos féminas formaran un escudo que se volvió infranqueable para el hombre.

A los diez años, fue la primera vez que intentó suicidarse. Se cortó las muñecas y, si no hubiera sido por su condición sobrenatural, el sangrado hubiera sido peor. La salvó un milagro. La llevaron a especialistas, pero jamás abría sus sentimientos, y la única persona a la cual escuchaba y con la cual hablaba, resultaba estar muy perturbada. La segunda tentativa, ocurrió tres años después. Mathilde ató una soga a un árbol del patio trasero, se rodeó el cuello con ella y pateó la silla; un empleado que la siguió –pues todos debían estar pendientes de sus actos- llegó a tiempo.

Cuando tenía quince años la prometieron con un joven muy guapo y seductor, con el objetivo de que eso frenara los intentos de quitarse la vida (ya había ocurrido el tercero pocos meses antes). A pesar de que las normas sociales dictaban que siempre debían encontrarse en la presencia de un tercero, en un par de ocasiones lograron escabullirse y besarse en la oscuridad. Una mañana, en un paseo clandestino por los jardines de la casa del muchacho, él le pidió que se entregara. Mathilde dudó y le pidió tiempo. Una semana después, lo intentaron, pero ella no lubricaba, tenía sus músculos comprimidos. El joven se enojó demasiado, la insultó, la zamarreó y hasta le dio algunos golpes en zonas no visibles del cuerpo. El compromiso se dio por finalizado por petición de ella.

Desde ese día, Mathilde juró que nadie merecía su confianza más que Anette, su querida madre, que murió poco tiempo después de la ruptura. Ese acontecimiento provocó que la joven se cerrara aún más. Comenzó a pasar horas y días encerrada en su atelier, donde dejaba que su imaginación volara creando y jugando con los colores, el único talento que cree poseer. Lo único que desea en la vida es encontrar a su hermana y que juntas maten a su madre biológica, pues la cree culpable de su personalidad. Luego de eso, podrá morir en paz.

■ Padece hipocondría y vaginismo
■ Ha intentado suicidarse siete veces. Y va a seguir haciéndolo hasta conseguirlo…
■ Conserva el apellido de su madre biológica. Sus padres adoptivos agregaron su patronímico.
■ Tiene un sueño recurrente en el que su hermana la encuentra y la mata, ayudándole a darle fin a su triste vida
■ Lo único que disfruta es pintar
■ Tiene aprehensión por los animales, los insectos y cualquier ser vivo
■ Los muertos le dan nauseas, lo mismo que la sangre
■ Reniega de su condición como cambiaformas
■ Su padre adoptivo es un hombre amoroso, pero ella le cerró sus sentimientos, como a todos, pues le teme a lo verdadero y puro
■ Odia a su madre biológica
■ Convertida en gato, tiene heterocromía, es decir, que uno de sus ojos es celeste y el otro verde