AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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De negocios y algo más (Alessa Straus)
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De negocios y algo más (Alessa Straus)
Los negocios familiares son algo a lo que me dedico con frecuencia a pesar que la economía de los dos únicos Nygard -mi hermano y yo- es más que estable. La misma, aumenta considerablemente porque encuentro en ello un pasatiempo que se mezcla con mi habilidad con los números y me permite tener relaciones más cercanas con personas que se mueven en el medio y que se ocultan en el mismo. Mis intereses cada tanto tiempo varían entre unos y otros.
La llegada a Francia por parte nuestra, nos crea la necesidad de frecuentar a los mejores falsificadores de documentos. Estos, son hombres que conocen todo el bajo mundo Francés y obtienen lo que desean en todo sentido, desde compras fáciles de propiedades, pasando por documentos corrientes, títulos o licencias profesionales, pasaportes y visas, entre otros. Dentro de ellos, hay una facción especial que permanece a través de las generaciones porque heredan el “arte” de arreglar documentos e historiales a la perfección y que además se dedican exclusivamente a sus usuarios vampiros, lo cual, nos es bastante cómodo a la hora de obtener agilidad en todos los trámites, sin mencionar las pocas preguntas que realizan.
Hace unas semanas solicité todo lo necesario y hoy el paquete me sería entregado. A cambio, una gran suma de dinero sería puesta en manos del encargado del trámite. La cita fue acordada en un lugar alejado del público, pero por su seguridad tampoco era del todo solitario. Estos hombres nos adulaban por la cantidad de dinero que poseíamos, pero su miedo era muchas veces mayor. Se movían con inteligencia y los más ancianos acordaban todo de acuerdo a su experiencia. Debo admitir que me resultan interesantes, son ambiciosos y débiles en comparación con nosotros; pero de una mente mucho más ágil que la de cualquier humano común y corriente y con una exquisita habilidad para los negocios.
Caminé a eso de las 9:00 pm hacia el lugar de encuentro, era casi a las afueras de la ciudad pero sin llegar a tal punto. La noche estaba bastante fría e incluso el aspecto del cielo daba cuenta de la lluvia que se avecinaba; aún así, no tomé precauciones con respecto a mi atuendo y llegué puntual vistiendo un abrigo largo y negro como única protección significativa.
Al llegar al lugar no había nadie aún. Me estacioné recargando la espalda en la pared de una casa abandonada que había en el lugar, cerca a una taberna a unas cuantas cuadras. Esperé como si nada y con las manos en los bolsillos. Adentro del abrigo, en un grueso sobre, llevaba la cantidad de dinero solicitada por los documentos de mi hermano y míos. Dudo que alguien pudiera arrebatármelos de llevarlos en la mano, pero prefiero mantener las apariencias sin sospechas por el sencillo hecho que tengo planeado pasar varios años en París, hasta que las sospechas típicas de la edad empiecen a levantarse.
Medité en tanto llegaba mi proveedor acerca de los viajes que tiene que emprender un vampiro, siempre de un lugar a otro para que nadie se detenga lo suficiente a notar que no envejecemos o que tal vez somos demasiado jóvenes para mantener tal fortuna sin ningún otro familiar vivo, sin ningún linaje conocido en la actualidad al cuál atribuirlo. Nuestras jugadas son claras y se basan en los viajes y en el convencerlos que somos como ellos, sólo que más afortunados y eso es algo que no puede evitarse ni negarse.
Pasados apenas unos minutos, sentí los pasos claramente femeninos de alguien por la zona. La mujer se acercaba en mi dirección, según percibieron mis sentidos. Intenté leer su mente pero la muy ágil apenas tenía la zona a la que se dirigía como única imagen. Extraño, yo esperaba a un hombre. De todas formas, mantuve la mirada baja, hacia el piso, como quien trata de pasar por completo desapercibido. Sin embargo, la mujer caminó con seguridad y se paró en frente de mí. Desconozco el motivo, la desconozco a ella.
Por supuesto necesitaba que se fuera, yo tenía una cita que no iba a perder, así que debía ahuyentarla.-Se le ofrece algo, Señorita?- Levanté la mirada luego de la pregunta y noté que claramente no pediría dinero. -Si no es así le pido que se aleje ahora mismo- sentencié con tono frío y muy probablemente, amenazador.
La llegada a Francia por parte nuestra, nos crea la necesidad de frecuentar a los mejores falsificadores de documentos. Estos, son hombres que conocen todo el bajo mundo Francés y obtienen lo que desean en todo sentido, desde compras fáciles de propiedades, pasando por documentos corrientes, títulos o licencias profesionales, pasaportes y visas, entre otros. Dentro de ellos, hay una facción especial que permanece a través de las generaciones porque heredan el “arte” de arreglar documentos e historiales a la perfección y que además se dedican exclusivamente a sus usuarios vampiros, lo cual, nos es bastante cómodo a la hora de obtener agilidad en todos los trámites, sin mencionar las pocas preguntas que realizan.
Hace unas semanas solicité todo lo necesario y hoy el paquete me sería entregado. A cambio, una gran suma de dinero sería puesta en manos del encargado del trámite. La cita fue acordada en un lugar alejado del público, pero por su seguridad tampoco era del todo solitario. Estos hombres nos adulaban por la cantidad de dinero que poseíamos, pero su miedo era muchas veces mayor. Se movían con inteligencia y los más ancianos acordaban todo de acuerdo a su experiencia. Debo admitir que me resultan interesantes, son ambiciosos y débiles en comparación con nosotros; pero de una mente mucho más ágil que la de cualquier humano común y corriente y con una exquisita habilidad para los negocios.
Caminé a eso de las 9:00 pm hacia el lugar de encuentro, era casi a las afueras de la ciudad pero sin llegar a tal punto. La noche estaba bastante fría e incluso el aspecto del cielo daba cuenta de la lluvia que se avecinaba; aún así, no tomé precauciones con respecto a mi atuendo y llegué puntual vistiendo un abrigo largo y negro como única protección significativa.
Al llegar al lugar no había nadie aún. Me estacioné recargando la espalda en la pared de una casa abandonada que había en el lugar, cerca a una taberna a unas cuantas cuadras. Esperé como si nada y con las manos en los bolsillos. Adentro del abrigo, en un grueso sobre, llevaba la cantidad de dinero solicitada por los documentos de mi hermano y míos. Dudo que alguien pudiera arrebatármelos de llevarlos en la mano, pero prefiero mantener las apariencias sin sospechas por el sencillo hecho que tengo planeado pasar varios años en París, hasta que las sospechas típicas de la edad empiecen a levantarse.
Medité en tanto llegaba mi proveedor acerca de los viajes que tiene que emprender un vampiro, siempre de un lugar a otro para que nadie se detenga lo suficiente a notar que no envejecemos o que tal vez somos demasiado jóvenes para mantener tal fortuna sin ningún otro familiar vivo, sin ningún linaje conocido en la actualidad al cuál atribuirlo. Nuestras jugadas son claras y se basan en los viajes y en el convencerlos que somos como ellos, sólo que más afortunados y eso es algo que no puede evitarse ni negarse.
Pasados apenas unos minutos, sentí los pasos claramente femeninos de alguien por la zona. La mujer se acercaba en mi dirección, según percibieron mis sentidos. Intenté leer su mente pero la muy ágil apenas tenía la zona a la que se dirigía como única imagen. Extraño, yo esperaba a un hombre. De todas formas, mantuve la mirada baja, hacia el piso, como quien trata de pasar por completo desapercibido. Sin embargo, la mujer caminó con seguridad y se paró en frente de mí. Desconozco el motivo, la desconozco a ella.
Por supuesto necesitaba que se fuera, yo tenía una cita que no iba a perder, así que debía ahuyentarla.-Se le ofrece algo, Señorita?- Levanté la mirada luego de la pregunta y noté que claramente no pediría dinero. -Si no es así le pido que se aleje ahora mismo- sentencié con tono frío y muy probablemente, amenazador.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 07/01/2013
Localización : Helsinki, Finland
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Entregar documentos falsificados junto a un hombre, ese era parte de uno de los pedidos que le llegó de un cliente regular pues al parecer existía un par de personas interesadas en tener una identidad falsa en aquel sitio. Cumpliría con tal requerimiento solo por el hecho de aceptar la parte del dinero que le correspondería pero en ningún momento había esperado recibir la indicación de entregar ella sola los documentos, después de todo iba como mera cubierta a las intenciones y un poco también como protección al individuo que entregaría el paquete.
Amenazó y refunfuño tanto como pudo en su momento, pero al final cuando se le ofreció más parte de la paga acepto a regañadientes; en parte porque ya tenía el encargo y era una perdida de esfuerzo y tiempo no entregarlos.
Al menos para realizar dicho cometido llevaba la ropa perfecta, un vestido azul oscuro que mostraba todos sus atributos y una que otra cosa escondida entre las telas por seguridad; claro que para sus gustos esa ropa le impediría moverse a su entera disposición si algo llegaba a pasar, a pesar de eso se sentía segura y no esperaba tener que defenderse de nada, después de todo era simplemente una transacción sencilla, nada más que eso.
Caminó en la oscuridad de la noche, por callejones solitarios y zonas de mal vivientes. Estaba acostumbrada a eso pues sus zonas de movimiento eran generalmente esos lugares, en realidad se movía por todo aquel sitio que requiriera su presencia.
El encargo permanecía en su mano, nadie se atrevería a robarlo si sabían lo que les convenía por l que no encontraba la necesidad de llevarlo oculto. A ratos se perdía pensando en el contenido de ese sobre y en quienes serian aquellos que necesitaban de identidades falsas; sonrío para si misma, la respuesta en esos casos era más que obvia… sobrenaturales. La duda que ahora permanecía era a que clase de sobrenaturales debía entregar aquello… cambiaformas, lobos, vampiros o simples brujos; se perdía con suma facilidad cuando se trataba de pensar esa clase de cosas fue por eso que no se percato cuando comenzaba a llegar a las zonas alejadas hasta que estaba entrando en ellas.
Sacudió su cabeza de un lado a otro, estaba entrando en el lugar donde la precaución era la mejor opción y camino con calma y cuidado por la oscuridad devanado sus pensamientos solo a la imagen mental del lugar del encuentro, solo el sonido de sus pasos era lo que alcanzaba a percibir pero no por eso desistió de su labor y continuo con decisión por aquel lugar, sin ser capaz de notar donde se encontraba el receptor del paquete hasta que avanzo un poco más y entonces noto la imagen de un hombre de largos cabellos. Una vez que se hubo acercado más noto la tez más palida de lo normal en humanos y como se mantenía perfectamente inmóvil en aquel sitio… no cabía duda, ese era el sujeto a quien iba a ver.
Sonrió al estar frente a él, como lo hacía cuando estaba intentando dar su mejor cara ante algún cliente o alguien a quien deseara engañar.
- Mmmm… que grosero de su parte decirle a una señorita que se aleje sin ofrecerle compañía - mantenía aquella sonrisa falsa y su tono de voz era más dulce del habitual, su mente estaba centrada simplemente en los detalles del exterior y del hombre pues si era justamente un vampiro como sospechaba lo mejor era mantener la mente llena de estímulos inútiles - supongo que en ese caso - suspiro - será que deberé marcharme sola y llevarme lo que he traído tan amablemente para usted - desvío su mirada mientras hablaba con pesar - es una lastima… ¿no lo cree? pero cuando a una le hablan de esa manera - finalmente dejo de sonreír y le miro con expresión fría y burlona - es porque son tan estúpidos que no creen que una mujer pueda traer lo que tanto esperan o ¿me equivoco?
Hombres, siempre creyendo que podían subestimarle por ser una mujer; mala idea, pues esa incorrecta forma de pensar había llevado a muchos a terminar en la tumba. Alessa era mucho más eficiente que muchos hombres y lo mejor de todo es que no se dejaba intimidar ni siquiera por sobrenaturales como aquel.
Amenazó y refunfuño tanto como pudo en su momento, pero al final cuando se le ofreció más parte de la paga acepto a regañadientes; en parte porque ya tenía el encargo y era una perdida de esfuerzo y tiempo no entregarlos.
Al menos para realizar dicho cometido llevaba la ropa perfecta, un vestido azul oscuro que mostraba todos sus atributos y una que otra cosa escondida entre las telas por seguridad; claro que para sus gustos esa ropa le impediría moverse a su entera disposición si algo llegaba a pasar, a pesar de eso se sentía segura y no esperaba tener que defenderse de nada, después de todo era simplemente una transacción sencilla, nada más que eso.
Caminó en la oscuridad de la noche, por callejones solitarios y zonas de mal vivientes. Estaba acostumbrada a eso pues sus zonas de movimiento eran generalmente esos lugares, en realidad se movía por todo aquel sitio que requiriera su presencia.
El encargo permanecía en su mano, nadie se atrevería a robarlo si sabían lo que les convenía por l que no encontraba la necesidad de llevarlo oculto. A ratos se perdía pensando en el contenido de ese sobre y en quienes serian aquellos que necesitaban de identidades falsas; sonrío para si misma, la respuesta en esos casos era más que obvia… sobrenaturales. La duda que ahora permanecía era a que clase de sobrenaturales debía entregar aquello… cambiaformas, lobos, vampiros o simples brujos; se perdía con suma facilidad cuando se trataba de pensar esa clase de cosas fue por eso que no se percato cuando comenzaba a llegar a las zonas alejadas hasta que estaba entrando en ellas.
Sacudió su cabeza de un lado a otro, estaba entrando en el lugar donde la precaución era la mejor opción y camino con calma y cuidado por la oscuridad devanado sus pensamientos solo a la imagen mental del lugar del encuentro, solo el sonido de sus pasos era lo que alcanzaba a percibir pero no por eso desistió de su labor y continuo con decisión por aquel lugar, sin ser capaz de notar donde se encontraba el receptor del paquete hasta que avanzo un poco más y entonces noto la imagen de un hombre de largos cabellos. Una vez que se hubo acercado más noto la tez más palida de lo normal en humanos y como se mantenía perfectamente inmóvil en aquel sitio… no cabía duda, ese era el sujeto a quien iba a ver.
Sonrió al estar frente a él, como lo hacía cuando estaba intentando dar su mejor cara ante algún cliente o alguien a quien deseara engañar.
- Mmmm… que grosero de su parte decirle a una señorita que se aleje sin ofrecerle compañía - mantenía aquella sonrisa falsa y su tono de voz era más dulce del habitual, su mente estaba centrada simplemente en los detalles del exterior y del hombre pues si era justamente un vampiro como sospechaba lo mejor era mantener la mente llena de estímulos inútiles - supongo que en ese caso - suspiro - será que deberé marcharme sola y llevarme lo que he traído tan amablemente para usted - desvío su mirada mientras hablaba con pesar - es una lastima… ¿no lo cree? pero cuando a una le hablan de esa manera - finalmente dejo de sonreír y le miro con expresión fría y burlona - es porque son tan estúpidos que no creen que una mujer pueda traer lo que tanto esperan o ¿me equivoco?
Hombres, siempre creyendo que podían subestimarle por ser una mujer; mala idea, pues esa incorrecta forma de pensar había llevado a muchos a terminar en la tumba. Alessa era mucho más eficiente que muchos hombres y lo mejor de todo es que no se dejaba intimidar ni siquiera por sobrenaturales como aquel.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 20/03/2013
Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Yo siempre digo que las mujeres no son de fiar. No digo tal cosa porque las catalogue de una u otra forma, sino que más bien discrepo del dicho que reza que todas son iguales. En lo que a mí concierne, sé bien que todas son un mundo aparte y que mientras que unas logran otorgar una enorme paz que se torna dependiente, otras son como el peor y más adictivo veneno que alguien pueda beber. He de admitir que me gustan las mujeres con carácter, esas que logran desestabilizar mi apariencia de calma permanente y de dominio propio.
Frente a mí, reconozco a una mujer fuerte e inteligente que finge ser débil pero que no le sale con naturalidad. El sólo observarla me hace creer que es fría y calculadora y su falsa sonrisa acompañada de ese tono socarrón me lo confirma. -Usted no es una dama cualquiera. No necesitó compañía para llegar hasta aquí y no la necesitará para irse. No es mi asunto.- Respondí manteniéndole la mirada pero aún con gesto serio y postura de brazos cruzados.
No obstante, lo que dijo después me dio a entender que el hombre al que yo esperaba no llegaría porque a cambio me habían enviado a una hermosa pero maquiavélica mujer para concretar nuestro asunto. Una sonrisa se dibujó en mis labios porque ella creía manejar la situación por más que yo fuera un vampiro. Ella lo sabía, claro, pero no le importaba y pude notar que no me tenía ni respeto, ni temor, ni nada. Me hacía ver que el juego se basaba en sus reglas y que no cedía ante nadie por más sobrenatural que fuera. No sé como juzgar tal cosa, no sé si decir que es osada o estúpida por querer manejar de esta manera la situación. Dudo que ella lleve mucho tiempo en este negocio, pues, los más viejos, jamás se atreverían a chistar con cosas como esas a la hora de cumplir con lo pactado con uno de nosotros. ¿De verdad creía que yo iba a rogar por mis documentos? de ninguna manera. Los papeles que databan de una edad humana para mi hermano y para mí eran apenas una forma de movernos por Francia de modo legal, no era necesario para vivir, pero sí para poder entrometerme en ámbitos legales más amplios con los cuales yo me entretenía.
-Haga lo que le plazca, Señorita. Supongo que en ese caso la enorme suma de dinero que llevo conmigo permanecerá ahí o irá a parar a otro destino, eso es lo de menos.- Mi tono de voz parecía cínico y acompañé mis palabras con un relajado y breve encogimiento de hombros. Me plació hablar desinteresado porque la forma de actuar de la joven no me enojaba en absoluto sino que se me antojaba interesante. Si ella quería jugar conmigo, pues yo estaba dispuesto a jugar con ella, lo ansiaba desde que noté su entereza.
Pero tuvo un cambio brusco que me hizo notar cierto dejo de histeria en ella, dejó de sonreír y habló con algo que sólo fue producto de su imaginación y, como respuesta, yo emití una carcajada que no pude contener y negué viéndola a los ojos con aire burlón. -¿De donde saca esas historias, Señorita? sus ideologías feministas no me interesan. Me importa sólo una cosa, los documentos que usted va a entregarme. Si es usted hombre, mujer o incluso un duende me tienen sin cuidado.- Solté mis brazos y me erguí para acercarme a ella. Sentí la curiosidad recorrerme el cerebro y no podía esperar a ver que más tenía oculto o como más podía reaccionar. Era una mujer tan extraña que podía sorprenderme, era hermosa pero manipuladora, inteligente pero histerica, osada pero imprudente... no me pudieron enviar a nadie mejor para "cerrar" aquél negocio y he de agradecer la diversión que sé que me han enviado para la noche.
Frente a mí, reconozco a una mujer fuerte e inteligente que finge ser débil pero que no le sale con naturalidad. El sólo observarla me hace creer que es fría y calculadora y su falsa sonrisa acompañada de ese tono socarrón me lo confirma. -Usted no es una dama cualquiera. No necesitó compañía para llegar hasta aquí y no la necesitará para irse. No es mi asunto.- Respondí manteniéndole la mirada pero aún con gesto serio y postura de brazos cruzados.
No obstante, lo que dijo después me dio a entender que el hombre al que yo esperaba no llegaría porque a cambio me habían enviado a una hermosa pero maquiavélica mujer para concretar nuestro asunto. Una sonrisa se dibujó en mis labios porque ella creía manejar la situación por más que yo fuera un vampiro. Ella lo sabía, claro, pero no le importaba y pude notar que no me tenía ni respeto, ni temor, ni nada. Me hacía ver que el juego se basaba en sus reglas y que no cedía ante nadie por más sobrenatural que fuera. No sé como juzgar tal cosa, no sé si decir que es osada o estúpida por querer manejar de esta manera la situación. Dudo que ella lleve mucho tiempo en este negocio, pues, los más viejos, jamás se atreverían a chistar con cosas como esas a la hora de cumplir con lo pactado con uno de nosotros. ¿De verdad creía que yo iba a rogar por mis documentos? de ninguna manera. Los papeles que databan de una edad humana para mi hermano y para mí eran apenas una forma de movernos por Francia de modo legal, no era necesario para vivir, pero sí para poder entrometerme en ámbitos legales más amplios con los cuales yo me entretenía.
-Haga lo que le plazca, Señorita. Supongo que en ese caso la enorme suma de dinero que llevo conmigo permanecerá ahí o irá a parar a otro destino, eso es lo de menos.- Mi tono de voz parecía cínico y acompañé mis palabras con un relajado y breve encogimiento de hombros. Me plació hablar desinteresado porque la forma de actuar de la joven no me enojaba en absoluto sino que se me antojaba interesante. Si ella quería jugar conmigo, pues yo estaba dispuesto a jugar con ella, lo ansiaba desde que noté su entereza.
Pero tuvo un cambio brusco que me hizo notar cierto dejo de histeria en ella, dejó de sonreír y habló con algo que sólo fue producto de su imaginación y, como respuesta, yo emití una carcajada que no pude contener y negué viéndola a los ojos con aire burlón. -¿De donde saca esas historias, Señorita? sus ideologías feministas no me interesan. Me importa sólo una cosa, los documentos que usted va a entregarme. Si es usted hombre, mujer o incluso un duende me tienen sin cuidado.- Solté mis brazos y me erguí para acercarme a ella. Sentí la curiosidad recorrerme el cerebro y no podía esperar a ver que más tenía oculto o como más podía reaccionar. Era una mujer tan extraña que podía sorprenderme, era hermosa pero manipuladora, inteligente pero histerica, osada pero imprudente... no me pudieron enviar a nadie mejor para "cerrar" aquél negocio y he de agradecer la diversión que sé que me han enviado para la noche.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2013
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Vampiros, fascinantes pero a la vez algunos como el que tenía enfrente eran tan… molestos. No era porque realmente lo fueran si no porque podían captar la verdadera naturaleza de Alessa y eso era algo que no siempre era muy bueno que se supiera tan pronto; aquel vampiro frente a ella desde un principio que dirigió sus palabras a ella le hizo ver que sería complicado tratarle pero no le importaba lo difíciles que se volvieran las cosas, estaba segura de poder manejarse debidamente.
- Auch! que cosas tan groseras dice. Mire que decir que no soy una mujer cualquiera - suspiro con pesar - que soy yo en comparación a un poderoso inmortal - su mirada había viajado a otro sitio mientras mencionaba aquello. Si bien era cierto que no era la gran cosa comparada con inmortales, había aprendido bastantes cosas de su familia y por eso jamás temía; en ocasiones anteriores a ese encuentro que era un mero negocio sencillo, se había visto envuelta en asesinatos de todo tipo… incluyendo sobrenaturales. La familia Strauss estaba repleta de asesinos suicidas al parecer, pues todos eran bastante parecidos en carácter ya que su crianza era estricta con respecto a la forma en que hacían las cosas; no existía temor a algo tan natural como la muerte y por esa misma carencia de temor ante algo así les llevaba a que en momentos parecidos al que en esos instantes vivía Alessa dijeran cosas tan atrevidas.
Comenzó a reír cubriendo levemente sus labios. Dinero… estaba bien que trabajara en eso por el dinero, pero en ocasiones como esa le resultaba incluso más entretenido ver la clase de reacciones que podía provocar en otros, además, no era que el dinero le faltara realmente solo que ya era parte de ella hacer esa clase de trabajos y bueno… algo de riqueza extra jamás estaba de más.
- El dinero es lo de menos - saco los papeles de donde los guardaba y los movió de un lado a otros frente a la vista del vampiro - vera… puede llevar su dinero a otro sitio pero le aseguro que el trabajo no será tan bueno y tan confidencial - conocía de lo que hablaba, pues en otras ocasiones había visto a humanos vender las localizaciones de sobrenaturales a la iglesia, todo por una "salvación" que a ella no le interesaba obtener… de hecho, la realidad era que le estaba negada tal cosa ya - no creo que desee arriesgarse a las cosas que pueda pasarle a usted o a su acompañante ¿o si? - no estaba segura de para quien eran los otros papeles, pero si los pedían juntos algo debían tener entre ellos.
Su expresión se torno sería y fría. ¿Ideas feministas?… como no tenerlas si él había sido el primero en decirle que se alejara de ahí si no tenia nada que hacer.
- Mis ideas o mis historias podrán ser equivocadas caballero, al igual que su forma de expresar las cosas quizás… o podría ser también que la manera de interpretar por parte de ambos sea una forma inadecuada - sus ojos miraron el perfecto rostro del vampiro cuando se acerco un poco más; tal vez era parte de sus creencias pero casi podía jurar que aunque no se notara expresión alguna en sus facciones, sus ojos parecían estar sonriendo.
Los documentos a entregar habían cesado su movimiento y ahora se encontraban de nuevo cerca del cuerpo femenino y su sonrisa llena de seguridad y confianza apareció en su rostro; no tenía caso intentar ser de otra manera ante alguien que notaba la verdad de ella.
- En ese caso permita que me presente - hizo una leve inclinación sin perderle de vista en ningún instante - mi nombre es Alessa Strauss y soy la encargada de cerrar el trato de los papeles que requirió caballero; así que… - sin esperar reacción de parte de él comenzó a caminar, alejandose un poco más de los lugares con gente - iniciemos con lo que nos interesa realmente - no se detuvo hasta llegar a una casa completamente abandonada.
La puerta de aquella casa estaba completamente rota, razón por la cual no fue nada complicado ingresar en ella. Aún había sillas y algunos muebles, demasiado feos o maltratados como para que alguien deseara llevarlos lejos de ese deplorable lugar; por lo que sin pensarlo mucho, la asesina tomo asiento en una silla, aguardando que el hombre se acercara para recibir los documentos que tanto deseaba.
- Auch! que cosas tan groseras dice. Mire que decir que no soy una mujer cualquiera - suspiro con pesar - que soy yo en comparación a un poderoso inmortal - su mirada había viajado a otro sitio mientras mencionaba aquello. Si bien era cierto que no era la gran cosa comparada con inmortales, había aprendido bastantes cosas de su familia y por eso jamás temía; en ocasiones anteriores a ese encuentro que era un mero negocio sencillo, se había visto envuelta en asesinatos de todo tipo… incluyendo sobrenaturales. La familia Strauss estaba repleta de asesinos suicidas al parecer, pues todos eran bastante parecidos en carácter ya que su crianza era estricta con respecto a la forma en que hacían las cosas; no existía temor a algo tan natural como la muerte y por esa misma carencia de temor ante algo así les llevaba a que en momentos parecidos al que en esos instantes vivía Alessa dijeran cosas tan atrevidas.
Comenzó a reír cubriendo levemente sus labios. Dinero… estaba bien que trabajara en eso por el dinero, pero en ocasiones como esa le resultaba incluso más entretenido ver la clase de reacciones que podía provocar en otros, además, no era que el dinero le faltara realmente solo que ya era parte de ella hacer esa clase de trabajos y bueno… algo de riqueza extra jamás estaba de más.
- El dinero es lo de menos - saco los papeles de donde los guardaba y los movió de un lado a otros frente a la vista del vampiro - vera… puede llevar su dinero a otro sitio pero le aseguro que el trabajo no será tan bueno y tan confidencial - conocía de lo que hablaba, pues en otras ocasiones había visto a humanos vender las localizaciones de sobrenaturales a la iglesia, todo por una "salvación" que a ella no le interesaba obtener… de hecho, la realidad era que le estaba negada tal cosa ya - no creo que desee arriesgarse a las cosas que pueda pasarle a usted o a su acompañante ¿o si? - no estaba segura de para quien eran los otros papeles, pero si los pedían juntos algo debían tener entre ellos.
Su expresión se torno sería y fría. ¿Ideas feministas?… como no tenerlas si él había sido el primero en decirle que se alejara de ahí si no tenia nada que hacer.
- Mis ideas o mis historias podrán ser equivocadas caballero, al igual que su forma de expresar las cosas quizás… o podría ser también que la manera de interpretar por parte de ambos sea una forma inadecuada - sus ojos miraron el perfecto rostro del vampiro cuando se acerco un poco más; tal vez era parte de sus creencias pero casi podía jurar que aunque no se notara expresión alguna en sus facciones, sus ojos parecían estar sonriendo.
Los documentos a entregar habían cesado su movimiento y ahora se encontraban de nuevo cerca del cuerpo femenino y su sonrisa llena de seguridad y confianza apareció en su rostro; no tenía caso intentar ser de otra manera ante alguien que notaba la verdad de ella.
- En ese caso permita que me presente - hizo una leve inclinación sin perderle de vista en ningún instante - mi nombre es Alessa Strauss y soy la encargada de cerrar el trato de los papeles que requirió caballero; así que… - sin esperar reacción de parte de él comenzó a caminar, alejandose un poco más de los lugares con gente - iniciemos con lo que nos interesa realmente - no se detuvo hasta llegar a una casa completamente abandonada.
La puerta de aquella casa estaba completamente rota, razón por la cual no fue nada complicado ingresar en ella. Aún había sillas y algunos muebles, demasiado feos o maltratados como para que alguien deseara llevarlos lejos de ese deplorable lugar; por lo que sin pensarlo mucho, la asesina tomo asiento en una silla, aguardando que el hombre se acercara para recibir los documentos que tanto deseaba.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 20/03/2013
Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Sospecho que esta mujer en otra circunstancia podría volverme loco, es como si su ciclotimia pudiera ser por completo destructiva y como si su temperamento cambiante lograra sacar lo peor de mí. En todo caso, agradezco que esto sea una mera cuestión de negocios, aunque sé que mi curiosidad se permitirá verla de vez en cuando por París.
-Peor sería que le dijera que es como cualquiera o una cualquiera- Negué con la cabeza en sentido de reproche y fruncí los labios como si estuviera decepcionado -A las mujeres no las entiende nadie, pero en fin, lo de menos es quién es usted o qué soy yo, estamos aquí por negocios y no para una cita a ciegas como quien busca pareja.- el sarcasmo hacía parte de mí la mayor parte del tiempo, usaba analogías con dobles sentidos y en esa medida me era más fácil mantener, practicamente, a todos alejados de mí.
¿Quién era ella realmente? Una dama de clasa alta mantenida por su familia seguro que no. Tampoco la veía como esas que buscan marido para asegurar su fortuna, pero ¿Quién sabe? bien que podría serlo con ese carácter manipulador que le asomaba con cada palabra.
-¿De verdad lo cree? Se equivoca si piensa que es la primera vez que hago esto. Puede que ustedes sean buenos en París, pero tengo mis modos de lograr lo que quiero. Así que no se equivoque, Señorita, pues tampoco voy a ceder por lo que ahora afirma.- Por supuesto que no cedería a nada, sentía que cada afirmación buscaba intimidarme y la sola mención de "mi acompañante" me lo confirmaba. Bien podría matarla, pero no valía la pena por unos papeles, sé que voy a obtenerlos y es todo lo que me basta, no se trata de un juego y nosotros tampoco somos niños.
Sin embargo, ahí estaba de nuevo, logrando que mi risa fuera algo inevitable. -Ni historias, ni ideas, más bien puedo decir que usted imagina demás.- Fui mermando mi poca risa y ella casi al tiempo pareció detener el sobre que hacía las veces de abanico aún sin haber calor. Me provocaba, lo sabía, pero lo que no sabía eran las cosas que pasaban por su cabeza a una velocidad perturbante.
-Alessa Strauss, incluso su nombre supone un carácter fuerte. Me agrada que se presente. Supongo que no hace falta que lo haga yo, pues parece que usted ya sabe quién soy ¿O me equivoco?- Me preguntaba si podía enojarse por hablarle de tal forma; yo a propósito sonaba altanero, egocéntrico o incluso soberbio pero, era culpa de ella, ella me antojó a provocarla y un poco de diversión de vez en cuando no me viene nada mal.
La seguí con las manos en los bolsillos esperando que se quejara de cualquier cosa. Avancé sin retirar esa leve sonrisa de mi rostro y observé con detalle su forma segura y firme de caminar. ¡Vaya mujer! seguro ha de ser una fiera en muchos aspectos, seguro que si fuera inmortal ya habría intentado arrancarme hasta la cabeza.
-Buena elección, ya sabía yo que quería traerme a un lugar más privado.- Bromeé intentando provocarla de nuevo y sin más tomé lugar en uno de los sillones de la estancia una vez estuvimos adentro. Era sorprendente que aún estuvieran allí, pero se sentía el olor a cigarrillo en el aire y pude suponer que alguien "vivía" allí e incluso me atrevo a decir que no debe ser nadie agradable a los ojos humanos, alguien como un asesino, ladrón, abusador... alguien a quienes otros no son capaces de acercarse ni de tocar sus pertenencias. ¿Qué nos deparará la noche, Alessa Strauss?
-Digame algo, Alessa ¿Porqué la han enviado a usted sin avisarme?- Espeté serio y con la espalda reclinada en el sillón. ¿La habían enviado para algo más? de nuevo me bailaba en la cabeza la pregunta ¿Quién es ella?
-Peor sería que le dijera que es como cualquiera o una cualquiera- Negué con la cabeza en sentido de reproche y fruncí los labios como si estuviera decepcionado -A las mujeres no las entiende nadie, pero en fin, lo de menos es quién es usted o qué soy yo, estamos aquí por negocios y no para una cita a ciegas como quien busca pareja.- el sarcasmo hacía parte de mí la mayor parte del tiempo, usaba analogías con dobles sentidos y en esa medida me era más fácil mantener, practicamente, a todos alejados de mí.
¿Quién era ella realmente? Una dama de clasa alta mantenida por su familia seguro que no. Tampoco la veía como esas que buscan marido para asegurar su fortuna, pero ¿Quién sabe? bien que podría serlo con ese carácter manipulador que le asomaba con cada palabra.
-¿De verdad lo cree? Se equivoca si piensa que es la primera vez que hago esto. Puede que ustedes sean buenos en París, pero tengo mis modos de lograr lo que quiero. Así que no se equivoque, Señorita, pues tampoco voy a ceder por lo que ahora afirma.- Por supuesto que no cedería a nada, sentía que cada afirmación buscaba intimidarme y la sola mención de "mi acompañante" me lo confirmaba. Bien podría matarla, pero no valía la pena por unos papeles, sé que voy a obtenerlos y es todo lo que me basta, no se trata de un juego y nosotros tampoco somos niños.
Sin embargo, ahí estaba de nuevo, logrando que mi risa fuera algo inevitable. -Ni historias, ni ideas, más bien puedo decir que usted imagina demás.- Fui mermando mi poca risa y ella casi al tiempo pareció detener el sobre que hacía las veces de abanico aún sin haber calor. Me provocaba, lo sabía, pero lo que no sabía eran las cosas que pasaban por su cabeza a una velocidad perturbante.
-Alessa Strauss, incluso su nombre supone un carácter fuerte. Me agrada que se presente. Supongo que no hace falta que lo haga yo, pues parece que usted ya sabe quién soy ¿O me equivoco?- Me preguntaba si podía enojarse por hablarle de tal forma; yo a propósito sonaba altanero, egocéntrico o incluso soberbio pero, era culpa de ella, ella me antojó a provocarla y un poco de diversión de vez en cuando no me viene nada mal.
La seguí con las manos en los bolsillos esperando que se quejara de cualquier cosa. Avancé sin retirar esa leve sonrisa de mi rostro y observé con detalle su forma segura y firme de caminar. ¡Vaya mujer! seguro ha de ser una fiera en muchos aspectos, seguro que si fuera inmortal ya habría intentado arrancarme hasta la cabeza.
-Buena elección, ya sabía yo que quería traerme a un lugar más privado.- Bromeé intentando provocarla de nuevo y sin más tomé lugar en uno de los sillones de la estancia una vez estuvimos adentro. Era sorprendente que aún estuvieran allí, pero se sentía el olor a cigarrillo en el aire y pude suponer que alguien "vivía" allí e incluso me atrevo a decir que no debe ser nadie agradable a los ojos humanos, alguien como un asesino, ladrón, abusador... alguien a quienes otros no son capaces de acercarse ni de tocar sus pertenencias. ¿Qué nos deparará la noche, Alessa Strauss?
-Digame algo, Alessa ¿Porqué la han enviado a usted sin avisarme?- Espeté serio y con la espalda reclinada en el sillón. ¿La habían enviado para algo más? de nuevo me bailaba en la cabeza la pregunta ¿Quién es ella?
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
– ¿Peor? lo dudo sinceramente porque soy como cualquiera y algunas veces, puedo ser una cualquiera pero solo por asuntos de negocios – No podía negar la realidad de como era ella, hacía cualquier cosa que se necesitara incluso quizás lo que otros consideraran rebajarse a cosas que jamás harían, pero para ella no era más que un simple trabajo, algo que debía cumplirse y hacerse de la mejor manera posible. Río ante las expresiones de las citas y las búsquedas de pareja, ¿Parecía ella de esas? Lo dudaba demasiado pero si eso creía él, estaba equivocado – No, por supuesto que no venimos a citas a ciegas o a buscar pareja. Esa clase de cosas deben dejarse a los ingenuos y a los que aún creen que en este mundo solo existe la belleza y las cosas buenas, nosotros por el contrario sabemos la oscuridad que existe en todos lados y no somos tan estúpidos como para caer en sentimentalismos.
El vampiro le afirmaba que no era la primera vez que hacía algo como aquello, pero no debía equivocarse pues ella tampoco era una principiante en esa clase de negocios, solo que le había parecido divertido ver las reacciones de aquel inmortal y la manera en la que este reacciono hizo que se diera cuenta de que estaban junto con el otro bastante concentrados en atraer la menor atención posible hacía ellos.
– Nadie le ha dicho que ceda, me gustan más las cosas cuando suponen un reto y vera… existen pocos de esos así que me siento halaga de que usted sea uno – Imaginaba cosas si, pero debía mantener la mente en movimiento, saltar de un pensamiento a otro y generar una hipótesis tras eso, en su trabajo no existía tiempo para analizar las cosas con demasiado detalle, debía ser capaz de deducir de manera veloz, un segundo de más o de menos podía ser la diferencia entre la vida y la muerte.
– Se quien es usted, claro. No puede una ir por ahí sin saber acerca de sus clientes y más cuando son de su estilo, señor Nygard – Acaricio el apellido, cada palabra que salió de sus labios fue pronunciada con sumo cuidado – y tiene usted razón, mi nombre supone fortaleza, una que afortunadamente jamás me ha faltado sin importar con que o quien deba enfrentarme – Le daba igual fuera la criatura que fuera, finalmente todos poseían debilidades al final y las cosas nunca podían darse por seguras para aquel que fuera aparentemente más fuerte.
Una vez que estuvieron dentro de la casilla y ambos tomaron asiento, el vampiro nuevamente soltó un poco de aquel veneno que traía dentro, estaba buscando fastidiarla pero por el contrario ella estaba bastante divertida, quizás ambos estaban demasiado divertidos con todo ese asunto.
– Me gustan esta clase de lugares, son perfectos para cerrar cualquier tipo de trato ¿no lo cree usted? – Estaba por darle los documentos cuando el le cuestiono, una pregunta bastante valida tomando en cuenta que quien debía entregar todo aquello era otra persona y no ella – Es exactamente lo mismo que yo pregunte, ¿Por qué yo? Después de todo ya tenían planeado quien vendría a entregarle sus documentos, pero al parecer hubo un cambio de planes y decidieron mandarme a mi – se miro las uñas como si estuviera frente a alguien que no simbolizaba ningún peligro – ¿Usted que es lo que piensa?… Yo opino que ha sido porque al final nadie se ha atrevido a entregar el paquete a un vampiro, pero bueno, son toda una bola de exagerados – la asesina cruzo entonces la pierna y miro a Jarko paciente, esperando que la respuesta le dejara cómodo y pudieran continuar con el trato.
El vampiro le afirmaba que no era la primera vez que hacía algo como aquello, pero no debía equivocarse pues ella tampoco era una principiante en esa clase de negocios, solo que le había parecido divertido ver las reacciones de aquel inmortal y la manera en la que este reacciono hizo que se diera cuenta de que estaban junto con el otro bastante concentrados en atraer la menor atención posible hacía ellos.
– Nadie le ha dicho que ceda, me gustan más las cosas cuando suponen un reto y vera… existen pocos de esos así que me siento halaga de que usted sea uno – Imaginaba cosas si, pero debía mantener la mente en movimiento, saltar de un pensamiento a otro y generar una hipótesis tras eso, en su trabajo no existía tiempo para analizar las cosas con demasiado detalle, debía ser capaz de deducir de manera veloz, un segundo de más o de menos podía ser la diferencia entre la vida y la muerte.
– Se quien es usted, claro. No puede una ir por ahí sin saber acerca de sus clientes y más cuando son de su estilo, señor Nygard – Acaricio el apellido, cada palabra que salió de sus labios fue pronunciada con sumo cuidado – y tiene usted razón, mi nombre supone fortaleza, una que afortunadamente jamás me ha faltado sin importar con que o quien deba enfrentarme – Le daba igual fuera la criatura que fuera, finalmente todos poseían debilidades al final y las cosas nunca podían darse por seguras para aquel que fuera aparentemente más fuerte.
Una vez que estuvieron dentro de la casilla y ambos tomaron asiento, el vampiro nuevamente soltó un poco de aquel veneno que traía dentro, estaba buscando fastidiarla pero por el contrario ella estaba bastante divertida, quizás ambos estaban demasiado divertidos con todo ese asunto.
– Me gustan esta clase de lugares, son perfectos para cerrar cualquier tipo de trato ¿no lo cree usted? – Estaba por darle los documentos cuando el le cuestiono, una pregunta bastante valida tomando en cuenta que quien debía entregar todo aquello era otra persona y no ella – Es exactamente lo mismo que yo pregunte, ¿Por qué yo? Después de todo ya tenían planeado quien vendría a entregarle sus documentos, pero al parecer hubo un cambio de planes y decidieron mandarme a mi – se miro las uñas como si estuviera frente a alguien que no simbolizaba ningún peligro – ¿Usted que es lo que piensa?… Yo opino que ha sido porque al final nadie se ha atrevido a entregar el paquete a un vampiro, pero bueno, son toda una bola de exagerados – la asesina cruzo entonces la pierna y miro a Jarko paciente, esperando que la respuesta le dejara cómodo y pudieran continuar con el trato.
Última edición por Alessa Strauss el Dom Oct 20, 2013 11:47 pm, editado 1 vez
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
-Si usted lo dice...- mencioné desviando la mirada y conteniendo una gran sonrisa burlona que me había provocado ella con su frase; si era capaz de llamarse así misma "una cualquiera" no me cabía la menor duda que no tenía escrúpulos para obtener lo que quisiera. Pronto volví la mirada a ella y me pregunté si me hacía reír a propósito para ver como reaccionaba o si realmente era así siempre. No sé lo que le pudieron decir quienes la enviaron pues para nadie era un secreto que la mayor parte del tiempo yo permanecía serio, era como si nada me causara gracia y como si prejuzgara absolutamente todo. Puedo decir que lo hacía a propósito pero mi reacción con las mujeres era completamente diferente, las humanas me llamaban lo suficiente la atención como para no juzgar nada antes de tiempo sino más bien prestar estricta atención a cada movimiento que hacían y cada cosa que decían. En cuanto a sus pensamientos, los mantenía distantes, no hacía lo posible por leerlos porque creía que si lo hacía, develaría los misterios que ocultan y que me suelen resultar tan interesantes.
-Nadie habla de sentimentalismos, las citas a ciegas pueden resultar letales...- mencioné pensando en voz alta y le retomé la mirada sin ya ninguna sonrisa en mi rostro. Elevé el brazo y lo puse sobre la parte alta de aquél sillón que habíamos encontrado en cuanto a ingresamos a la instancia. -Cada vez que habla me da a entender que le gusta el peligro. Realmente no sé como tomarlo, aunque seguramente tiene usted sus secretos para comportarse de manera tan segura. O tal vez es que esté preparada para lo que sea. En fin, quiero mis documentos, usted el dinero... no sé porque quiere darle tantas vueltas a esto, si quiere le daré una cita para que me vea de nuevo, si es lo que le preocupa.- Bromeé de nueva cuenta y le sonreí con la misma soberbia o egocentrismo de antes.
Sentí deseos de ponerme de pie pero me resistí a hacerlo. Me limité a observarla y a escucharla más de lo que yo mismo estaba dispuesto a hablar. -Habla como si supiera más de mí de lo que imagino. Me pregunto qué es lo que sabe...- mencioné bajando el tono de voz al final y estiré levemente las piernas sin dejar de observarla. La forma en la que mencionó mi apellido me confirmó las impresiones que tuve previamente y me generó aún más curiosidad, la prisa por tener mis papeles había desaparecido y estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario, había decidido conocer más a la mujer que tenía frente a mí, fuera quién fuera. Había confirmado también lo que dije sobre su nombre sin temor alguno, me dejaba claro a su manera que se me enfrentaría si decidía atacarla, pero ¿Me atacaría ella a mí aún sin que yo hiciera nada? podía ser una cazadora, pero la verdad lo dudaba porque de serlo, quizás se hubiera esforzado en parecer dulce y despistarme por completo, sin embargo Alessa era altanera desde el momento en que apareció, hasta ahora; pero, ¿Quién sabe? como he dicho antes las mujeres son tan raras que me resulta difícil predecirlas.
-Le gustan los lugares alejados, solitarios y en compañía del peligro, mmm, vaya, al final no importa porque la mandaron, ya veo que lo disfruta.- Dije extendiendo apenas la mano con la palma abierta. -Quiero ver si esos papeles están bien. Supongo que si están mal la enviaron a usted a propósito, así que bueno, quiero chequearlos, sino le importa.- elevé las cejas y con el tono que usé, le permití saber que mis reacciones no serían violentas, le reconfirmé que jugaría a sus tiempos por puro gusto. Sin embargo, ella jamás debería confiarse...
-Nadie habla de sentimentalismos, las citas a ciegas pueden resultar letales...- mencioné pensando en voz alta y le retomé la mirada sin ya ninguna sonrisa en mi rostro. Elevé el brazo y lo puse sobre la parte alta de aquél sillón que habíamos encontrado en cuanto a ingresamos a la instancia. -Cada vez que habla me da a entender que le gusta el peligro. Realmente no sé como tomarlo, aunque seguramente tiene usted sus secretos para comportarse de manera tan segura. O tal vez es que esté preparada para lo que sea. En fin, quiero mis documentos, usted el dinero... no sé porque quiere darle tantas vueltas a esto, si quiere le daré una cita para que me vea de nuevo, si es lo que le preocupa.- Bromeé de nueva cuenta y le sonreí con la misma soberbia o egocentrismo de antes.
Sentí deseos de ponerme de pie pero me resistí a hacerlo. Me limité a observarla y a escucharla más de lo que yo mismo estaba dispuesto a hablar. -Habla como si supiera más de mí de lo que imagino. Me pregunto qué es lo que sabe...- mencioné bajando el tono de voz al final y estiré levemente las piernas sin dejar de observarla. La forma en la que mencionó mi apellido me confirmó las impresiones que tuve previamente y me generó aún más curiosidad, la prisa por tener mis papeles había desaparecido y estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario, había decidido conocer más a la mujer que tenía frente a mí, fuera quién fuera. Había confirmado también lo que dije sobre su nombre sin temor alguno, me dejaba claro a su manera que se me enfrentaría si decidía atacarla, pero ¿Me atacaría ella a mí aún sin que yo hiciera nada? podía ser una cazadora, pero la verdad lo dudaba porque de serlo, quizás se hubiera esforzado en parecer dulce y despistarme por completo, sin embargo Alessa era altanera desde el momento en que apareció, hasta ahora; pero, ¿Quién sabe? como he dicho antes las mujeres son tan raras que me resulta difícil predecirlas.
-Le gustan los lugares alejados, solitarios y en compañía del peligro, mmm, vaya, al final no importa porque la mandaron, ya veo que lo disfruta.- Dije extendiendo apenas la mano con la palma abierta. -Quiero ver si esos papeles están bien. Supongo que si están mal la enviaron a usted a propósito, así que bueno, quiero chequearlos, sino le importa.- elevé las cejas y con el tono que usé, le permití saber que mis reacciones no serían violentas, le reconfirmé que jugaría a sus tiempos por puro gusto. Sin embargo, ella jamás debería confiarse...
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
¿Citas letales? Quizás alguien normal habría temido a sus palabras pero la muerte estaba tan cerca a ella siempre que no le alteraba que resultara en algo mortal y tampoco era algo que ocultara por lo que cuando él vampiro menciono de su gusto al peligro no pudo más que reír.
– No es que me guste el peligro, simplemente me encanta – menciono con un brillo peculiar en los ojos, cosa que permitía que se notara que en realidad amaba su trabajo y su manera de vivir – Me comporto de esta manera porque actuar insegura no tiene sentido alguno, solo provocaría errores en mi trabajo y eso es sencillamente inaceptable para mi y si… estoy preparada para lo sea – mostró una mueca de desagrado exagerado – menos claro para aceptar citas con clientes a los que desearía no ver tanto – debía sentirse irresistible, como todos los vampiros y aunque en parte lo eran la germana ya estaba acostumbrada a tratar con esos seres y en su mente solo existía uno que tenía todo su respeto y algo similar al temor.
Sus pensamientos viajaron apenas un segundo a ese vampiro y después a Löwe. Entonces fue que comprendió el por qué ese vampiro le parecía también interesante, tenía algo de aquellos vampiros a los que verdaderamente respetaba, solo que a este se le antojaba retarle y hacerle fastidiar con sus conocimientos sobre él.
Sonrió al ver que cambiaba la pose de seguridad que antes poseía por una más curiosa, le gustaba saber que algo en ella le llamaba la atención a ese vampiro, incluso aunque fuera la información que poseía sobre él.
– Pues para poder saber que es lo que sé de usted necesitaríamos llegar a varios acuerdos porque vera, me ha costado bastante descubrir sobre ustedes… al parecer se ocultan de manera extraordinaria solo que no fue lo suficientemente bueno para ocultar todo de mi – había descubierto algunas cosas, no tanto como espero en un principio pero no tenía de que quejarse. Además de que le había sido bastante entretenido obtener información que parecía tan al azar pero que estaban atadas por un ligero hilo de misterio que llegaba hasta ellos.
–Siempre disfruto de las circunstancias y más si la compañía que recibo en ellas es tan peculiar como la que tengo ahora – Sabía que las dudas que él expresaba eran meramente asuntos de negocios y no le importaba tener que asegurar los trabajos, así que lentamente estiro los papeles necesarios para aquel par de vampiros – Vera que todo esta en orden, yo misma revise los documentos antes de venir porque si no hubiese sido una perdida de tiempo para ambos haber venido hasta este sitio… aunque ahora que lo pienso bien no habría perdido tiempo de saber que sería tan entretenido esto – aguardo a que él terminara de ver todo aquello y se cerciorara por si mismo de que todo estaba en orden.
Se levanto de donde se encontraba mirando de reojo al vampiro en lo que comenzaba a caminar por aquella casilla maltrecha, suspiro terminando por recargar su cuerpo en una pared y cruzo los brazos frente a si.
– ¿Tienen planeado ocultarse mucho tiempo aquí? – pregunto, aunque no esperaba que le respondiera pues parte de lo que había investigado le decía que permanecerían ahí algún tiempo, antes de encontrar a donde irse de nuevo.
– No es que me guste el peligro, simplemente me encanta – menciono con un brillo peculiar en los ojos, cosa que permitía que se notara que en realidad amaba su trabajo y su manera de vivir – Me comporto de esta manera porque actuar insegura no tiene sentido alguno, solo provocaría errores en mi trabajo y eso es sencillamente inaceptable para mi y si… estoy preparada para lo sea – mostró una mueca de desagrado exagerado – menos claro para aceptar citas con clientes a los que desearía no ver tanto – debía sentirse irresistible, como todos los vampiros y aunque en parte lo eran la germana ya estaba acostumbrada a tratar con esos seres y en su mente solo existía uno que tenía todo su respeto y algo similar al temor.
Sus pensamientos viajaron apenas un segundo a ese vampiro y después a Löwe. Entonces fue que comprendió el por qué ese vampiro le parecía también interesante, tenía algo de aquellos vampiros a los que verdaderamente respetaba, solo que a este se le antojaba retarle y hacerle fastidiar con sus conocimientos sobre él.
Sonrió al ver que cambiaba la pose de seguridad que antes poseía por una más curiosa, le gustaba saber que algo en ella le llamaba la atención a ese vampiro, incluso aunque fuera la información que poseía sobre él.
– Pues para poder saber que es lo que sé de usted necesitaríamos llegar a varios acuerdos porque vera, me ha costado bastante descubrir sobre ustedes… al parecer se ocultan de manera extraordinaria solo que no fue lo suficientemente bueno para ocultar todo de mi – había descubierto algunas cosas, no tanto como espero en un principio pero no tenía de que quejarse. Además de que le había sido bastante entretenido obtener información que parecía tan al azar pero que estaban atadas por un ligero hilo de misterio que llegaba hasta ellos.
–Siempre disfruto de las circunstancias y más si la compañía que recibo en ellas es tan peculiar como la que tengo ahora – Sabía que las dudas que él expresaba eran meramente asuntos de negocios y no le importaba tener que asegurar los trabajos, así que lentamente estiro los papeles necesarios para aquel par de vampiros – Vera que todo esta en orden, yo misma revise los documentos antes de venir porque si no hubiese sido una perdida de tiempo para ambos haber venido hasta este sitio… aunque ahora que lo pienso bien no habría perdido tiempo de saber que sería tan entretenido esto – aguardo a que él terminara de ver todo aquello y se cerciorara por si mismo de que todo estaba en orden.
Se levanto de donde se encontraba mirando de reojo al vampiro en lo que comenzaba a caminar por aquella casilla maltrecha, suspiro terminando por recargar su cuerpo en una pared y cruzo los brazos frente a si.
– ¿Tienen planeado ocultarse mucho tiempo aquí? – pregunto, aunque no esperaba que le respondiera pues parte de lo que había investigado le decía que permanecerían ahí algún tiempo, antes de encontrar a donde irse de nuevo.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
¿Estaría loca? esa idea empezaba a flotar en mi mente y buscaba argumentos con cada cosa que la veía hacer o más que nada, decir. Es increíble mi suerte, creo que jamás voy a cruzarme con alguna mujer común y corriente; es como si yo tuviera una especie de imán para las locas: Agresivas, preguntonas, arriesgadas y más que nada provocadoras porque era como si quisieran sacar lo peor de mí y al final terminara siendo otra cosa.
-Ya veo- dije frunciendo el ceño y mirándola con extrañeza. Ya había decidido seguirle la corriente por un rato, como a los locos, e incluso era probable que ella notara que la miraba de esa manera. La sola idea me resultó tentadora. -La seguridad no siempre hace que uno acierte, Señorita. Al fin y al cabo la muerte puede ser la misma aunque diga las cosas de la manera que sea.- Suspiré e hice un gesto de desinterés. -Menos mal que aquí nadie le está proponiendo nada- respondí sonriendo para mí mismo, porque de la manera en que ella lo decía sonaba a que yo le había propuesto vernos de nuevo y no era para nada así, era más bien que yo la había inducido a decir aquella cuestión, como si ella misma lo deseara. Curiosa mujer es esta, pero me sigue resultando divertida.
-¿Ah no? ¿No será más bien que yo permito dejar cosas por ahí, como disponibles?- La mire con una seguridad soberbia. -Soy cuidoso con lo necesario, con lo demás les dejo diversión- Era cierto. Yo cuidaba ciertos asuntos demasiado delicados, como la cuestión de los cuerpos sin vida de los desafortunados a los que le bebía la sangre. Por obvias razones no iba a dejarlos expuestos y con la marca de los colmillos en sus cuellos. No dejaba nada en esos lugares y de hecho tenía un lugar especial en el que descansaban la mayoría de los difuntos; un lugar donde nadie los podría encontrar y donde algunos otros los terminaban de devorar por mí en cuanto los dejaba. Por otra parte, las cosas triviales me tenían sin cuidado, no temía ni a la inquisición, ni a los cazadores, ni a otros vampiros. Supongo que todo esto se debe a mi edad, esa que nos da a los vampiros fuerza y vitalidad conforme pasan los años.
-Sí, ya lo noté. Aunque créame, no soy tan buena compañía- Creo que hasta ahora no la había mirado tan fija y fuertemente. Pese a que ella me entretenía con sus palabras, lo cierto es que yo podía enojarme en cualquier momento por algo que se saliera de lugar, lo pensé porque esta mujer me podría salir con cualquier cosa y era mejor que supiera como era el asunto. -Aunque si averiguó tanto de mí, supongo que lo sabe ¿O no?- La seriedad no me duraba mucho, de nuevo parecía querer provocarla y buscar que siguiera hablando.
Tomé mientras tanto los documentos y los deslicé desde dentro del sobre hacia mí. Según ella estaban bien, era cuidadosa, incluso pensé que luego de entregados ella no podría abrir el sobre, pero la muy astuta se cuidaba en salud. -A ver qué tan bien están. Yo le decía que si estaban mal la habían enviado a usted por algo. No sé porque se me ocurrió que podrían querer liberarse de usted o algo así.- Contuve la risa mirando los papeles. Los primeros, a nombre de Akseli Nygard parecían perfectos, a excepción de la fotografía, pero aún las cámaras no hacen milagros. -Bien, el primero está perfecto- Mencioné pasando a la segunda parte donde estaban los míos. Los observé con cuidado, intentando buscarle algún defecto por pequeño que fuera, pero estos sujetos trabajaban bien, cada dato era puesto con absoluto cuidado. Levanté entonces la mirada tras haber guardado los papeles en el sobre. -Pues bueno, está todo como lo esperaba.- entonces le vi caminar por el lugar y recostarse en un pared. Me puse de pie, guardé en un bolsillo interno del abrigo los papeles y saqué otro sobre de adentro el cual contenía el dinero. Caminé hacia ella y me paré en frente. -El trato está hecho, aquí tiene el dinero.- afirmé con seriedad y me acerqué más a ella para responderle la pregunta en un tono tan bajo que casi parecía un susurro. -¿Qué le hace pensar que me estoy ocultando?-
¿Hasta que punto estaba ella dispuesta a jugar con fuego? eso iba a comprobarlo.
-Ya veo- dije frunciendo el ceño y mirándola con extrañeza. Ya había decidido seguirle la corriente por un rato, como a los locos, e incluso era probable que ella notara que la miraba de esa manera. La sola idea me resultó tentadora. -La seguridad no siempre hace que uno acierte, Señorita. Al fin y al cabo la muerte puede ser la misma aunque diga las cosas de la manera que sea.- Suspiré e hice un gesto de desinterés. -Menos mal que aquí nadie le está proponiendo nada- respondí sonriendo para mí mismo, porque de la manera en que ella lo decía sonaba a que yo le había propuesto vernos de nuevo y no era para nada así, era más bien que yo la había inducido a decir aquella cuestión, como si ella misma lo deseara. Curiosa mujer es esta, pero me sigue resultando divertida.
-¿Ah no? ¿No será más bien que yo permito dejar cosas por ahí, como disponibles?- La mire con una seguridad soberbia. -Soy cuidoso con lo necesario, con lo demás les dejo diversión- Era cierto. Yo cuidaba ciertos asuntos demasiado delicados, como la cuestión de los cuerpos sin vida de los desafortunados a los que le bebía la sangre. Por obvias razones no iba a dejarlos expuestos y con la marca de los colmillos en sus cuellos. No dejaba nada en esos lugares y de hecho tenía un lugar especial en el que descansaban la mayoría de los difuntos; un lugar donde nadie los podría encontrar y donde algunos otros los terminaban de devorar por mí en cuanto los dejaba. Por otra parte, las cosas triviales me tenían sin cuidado, no temía ni a la inquisición, ni a los cazadores, ni a otros vampiros. Supongo que todo esto se debe a mi edad, esa que nos da a los vampiros fuerza y vitalidad conforme pasan los años.
-Sí, ya lo noté. Aunque créame, no soy tan buena compañía- Creo que hasta ahora no la había mirado tan fija y fuertemente. Pese a que ella me entretenía con sus palabras, lo cierto es que yo podía enojarme en cualquier momento por algo que se saliera de lugar, lo pensé porque esta mujer me podría salir con cualquier cosa y era mejor que supiera como era el asunto. -Aunque si averiguó tanto de mí, supongo que lo sabe ¿O no?- La seriedad no me duraba mucho, de nuevo parecía querer provocarla y buscar que siguiera hablando.
Tomé mientras tanto los documentos y los deslicé desde dentro del sobre hacia mí. Según ella estaban bien, era cuidadosa, incluso pensé que luego de entregados ella no podría abrir el sobre, pero la muy astuta se cuidaba en salud. -A ver qué tan bien están. Yo le decía que si estaban mal la habían enviado a usted por algo. No sé porque se me ocurrió que podrían querer liberarse de usted o algo así.- Contuve la risa mirando los papeles. Los primeros, a nombre de Akseli Nygard parecían perfectos, a excepción de la fotografía, pero aún las cámaras no hacen milagros. -Bien, el primero está perfecto- Mencioné pasando a la segunda parte donde estaban los míos. Los observé con cuidado, intentando buscarle algún defecto por pequeño que fuera, pero estos sujetos trabajaban bien, cada dato era puesto con absoluto cuidado. Levanté entonces la mirada tras haber guardado los papeles en el sobre. -Pues bueno, está todo como lo esperaba.- entonces le vi caminar por el lugar y recostarse en un pared. Me puse de pie, guardé en un bolsillo interno del abrigo los papeles y saqué otro sobre de adentro el cual contenía el dinero. Caminé hacia ella y me paré en frente. -El trato está hecho, aquí tiene el dinero.- afirmé con seriedad y me acerqué más a ella para responderle la pregunta en un tono tan bajo que casi parecía un susurro. -¿Qué le hace pensar que me estoy ocultando?-
¿Hasta que punto estaba ella dispuesta a jugar con fuego? eso iba a comprobarlo.
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
– Tiene usted razón, nadie esta proponiendo nada – Las palabras de ambos eran en momentos especie de afirmación y luego completa evasiva, ninguno estaba dispuesto a decir que lo que decían era 100% verdad y eso era lo que estaba divirtiendo a la germana. Que no dejaba de preguntarse porque no todos los estúpidos con quienes debía tratar eran por lo menos algo como él.
Sé encontraba bastante consciente de que en cualquier momento le podía salir el tiro por la culata, pero no existía nada que le divirtiera más que jugar en ese limite, danzar entre la seguridad del suelo y el vació que guiaba a la muerte. De hecho las palabras del vampiro le parecían curiosas, ella había dicho estar segura no que pensara acertar siempre, por eso se mantenía consciente de que podía morir en cualquier instante.
Sonrió ante su seguridad.
– Es probable, aunque también puede ser que diga eso solo por el hecho de que pensó que se ocultaba de manera perfecta, pero resulta que no es así y no pueda tolerar que alguien aproveche esos deslices – se encogió de hombros restando importancia – total, no sabemos si que descubrí cosas nuevas o solo lo que deseo que quedara… esas cosas solo se al ser compartidas – No se podía estar seguro de nada después de todo, creía que ni incluso siendo un vampiro como lo era aquel hombre pero bueno, simplemente le dejo con eso, hablar de esos temas sería entrar en una discusión sin fin y no era que le molestara hablar sino que necesitaba que revisara los documentos y le dijera si existía algo que fuera necesario cambiar de ellos o estaban perfectos.
Río, pues de nuevo parecía querer retarle como si fuera necesario que mostrara algo ante ella.
– Pues para si mismo quizás no sea tan buena compañía y tiene razón, parte de eso fue de lo que obtuve de información aunque fue de personas… comunes… – suspiro – yo creo que soy un poco más abierta a disfrutar de las cosas no tan usuales de la vida, he ahí el por qué disfruto de su compañía – eso era lo que de manera sincera podía decir al respecto, si creía o no era problema de él mientras ella misma supiera que eso era la realidad que portaba en si misma.
– No es tan sencillo deshacerse de mi, creame, ya lo han intentado – en más de una ocasión se había topado con situaciones de ese estilo, pero como al parecer no era su hora salía bien librada de todo aquello, así que simplemente no debía temer. Cuando tocaba no existía poder que evitara que cayera alguien en las garras frías de la muerte –Así que no creo que fueran tan estúpidos como para intentar algo de esa naturaleza.
Ignoro su risa, contemplando de vez en cuando desde las lejanías. Sonrió al escuchar que el primero estaba perfecto, justo como ella le había visto al revisarle. Permanecía dando espació para que él revisara las cosas con calma lo que al parecer había hecho.
– Se lo dije, ya les había revisado antes después de todo – Le miro de reojo mientras se acercaba hasta la ubicación que ella mantenía y no se movió ni un centímetro cuando se paro frente a ella y solo tomo el sobre con él dinero – Espero no le moleste pero debo revisarlo – y mirando el sobre saco el contenido, contando el contenido hasta cerciorarse de que era el correcto – Bien, todo en orden – Le miro entonces, notando como se acercaba más a ella y enarco la ceja, escuchando lo que tenía pasa decirle.
Suspiro ante su pregunta y se acercó más al vampiro, respirando de manera lenta y tranquila, como si hablara con cualquier otra persona.
– El hecho de que pidiera documentos falsos – le susurró lento cerca del oído y al alejarse le rozo el mentón con sus labios – Además, no puede dar su nombre real en algunos lugares, y… esta ciudad esta repleta de inquisidores lo mejor es ocultarse si se quiere vivir tanto como hasta ahora lo ha hecho – no se necesitaba ser un genio, al menos ella lo veía de esa manera para saber que eran viejos.
Después de haber dicho aquello se mantuvo inmóvil frente a él, esperando a ver si tenia algún otro movimiento que mostrarle o era ya el momento de partir de ese lugar.
Sé encontraba bastante consciente de que en cualquier momento le podía salir el tiro por la culata, pero no existía nada que le divirtiera más que jugar en ese limite, danzar entre la seguridad del suelo y el vació que guiaba a la muerte. De hecho las palabras del vampiro le parecían curiosas, ella había dicho estar segura no que pensara acertar siempre, por eso se mantenía consciente de que podía morir en cualquier instante.
Sonrió ante su seguridad.
– Es probable, aunque también puede ser que diga eso solo por el hecho de que pensó que se ocultaba de manera perfecta, pero resulta que no es así y no pueda tolerar que alguien aproveche esos deslices – se encogió de hombros restando importancia – total, no sabemos si que descubrí cosas nuevas o solo lo que deseo que quedara… esas cosas solo se al ser compartidas – No se podía estar seguro de nada después de todo, creía que ni incluso siendo un vampiro como lo era aquel hombre pero bueno, simplemente le dejo con eso, hablar de esos temas sería entrar en una discusión sin fin y no era que le molestara hablar sino que necesitaba que revisara los documentos y le dijera si existía algo que fuera necesario cambiar de ellos o estaban perfectos.
Río, pues de nuevo parecía querer retarle como si fuera necesario que mostrara algo ante ella.
– Pues para si mismo quizás no sea tan buena compañía y tiene razón, parte de eso fue de lo que obtuve de información aunque fue de personas… comunes… – suspiro – yo creo que soy un poco más abierta a disfrutar de las cosas no tan usuales de la vida, he ahí el por qué disfruto de su compañía – eso era lo que de manera sincera podía decir al respecto, si creía o no era problema de él mientras ella misma supiera que eso era la realidad que portaba en si misma.
– No es tan sencillo deshacerse de mi, creame, ya lo han intentado – en más de una ocasión se había topado con situaciones de ese estilo, pero como al parecer no era su hora salía bien librada de todo aquello, así que simplemente no debía temer. Cuando tocaba no existía poder que evitara que cayera alguien en las garras frías de la muerte –Así que no creo que fueran tan estúpidos como para intentar algo de esa naturaleza.
Ignoro su risa, contemplando de vez en cuando desde las lejanías. Sonrió al escuchar que el primero estaba perfecto, justo como ella le había visto al revisarle. Permanecía dando espació para que él revisara las cosas con calma lo que al parecer había hecho.
– Se lo dije, ya les había revisado antes después de todo – Le miro de reojo mientras se acercaba hasta la ubicación que ella mantenía y no se movió ni un centímetro cuando se paro frente a ella y solo tomo el sobre con él dinero – Espero no le moleste pero debo revisarlo – y mirando el sobre saco el contenido, contando el contenido hasta cerciorarse de que era el correcto – Bien, todo en orden – Le miro entonces, notando como se acercaba más a ella y enarco la ceja, escuchando lo que tenía pasa decirle.
Suspiro ante su pregunta y se acercó más al vampiro, respirando de manera lenta y tranquila, como si hablara con cualquier otra persona.
– El hecho de que pidiera documentos falsos – le susurró lento cerca del oído y al alejarse le rozo el mentón con sus labios – Además, no puede dar su nombre real en algunos lugares, y… esta ciudad esta repleta de inquisidores lo mejor es ocultarse si se quiere vivir tanto como hasta ahora lo ha hecho – no se necesitaba ser un genio, al menos ella lo veía de esa manera para saber que eran viejos.
Después de haber dicho aquello se mantuvo inmóvil frente a él, esperando a ver si tenia algún otro movimiento que mostrarle o era ya el momento de partir de ese lugar.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/03/2013
Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Negué y enarqué las cejas con un gesto que sólo daba a entender una cosa: "Eres más que terca!". -Pues si eso le hace sentir mejor, entonces sí- afirmé de modo consecuente. Mi reacción sólo fue eso, fue darle gusto porque yo estaba seguro de como actuaba y como vigilaba mis cosas. Soy receloso, detallista al punto de la molestia y la obsesión y, por encima de todo, soy consciente de mis capacidades porque no tengo 10 años sino cinco siglos que avalan mi modo de cuidadarme. En efecto, hace mucho no existían espías con métodos tan buenos como los de ahora y la inquisición aún no se había pensado. Sin embargo, los cazadores han estado desde que recuerdo y siempre han hecho lo posible por mantenernos al margen sin lograr extinguirnos. Por supuesto, es la hora en que sus investigaciones conmigo no llegan a tener el valor necesario para hacerme partir de una ciudad o hacer lo que sea para mantener su silencio. Es por todo esto que sé bien que es lo que puedo y quiero ocultar. -Pero hasta ahora lo suyo son sólo palabras de adorno porque no me ha dicho nada complejo- repetí su alzada de hombros pero de forma aún más despreocupada. ¿Había logrado averiguar realmente algo? lo dudo porque le da demasiadas vueltas al asunto. Puede ser su estrategia, tal vez sea de los que prefieren tener el az bajo la manga y usarlo cuando sea necesario o tal vez no, tal vez sólo intente mostrar tal seguridad que logre, en teoría, mantenerme al márgen.
-Soy mejor compañía para mí mismo que ninguna otra.- Afirmé -Ja, y ya me imagino lo que pudo llegar a saber, pero es un tema de dominio público, por llamarle de alguna forma.- Para nadie que me había siquiera visto era un secreto que las relaciones sociales no eran algo que me importara. Los mantenía a todos a distancia porque detestaba que cuestionaran la más mínima cosa acerca de mí e incluso dejaba las reglas claras con los que permitía que se me acercasen. A esos los cuento con los dedos de la mano. No sé porqué pero estuve seguro que la información de Alexa se trataba de eso, no se me vino nada más a la mente por la forma en que lo mencionó. -¿Disfruta de mi compañía? como se nota que lleva poco tiempo conversando conmigo.- espeté con una clarísima duda en el aire. Se notaba realmente que no me conocía.
-¿Tan insoportable les resulta que incluso la han querido eliminar con quienes trabaja? vaya, esto sí que es interesante- mencioné con cierta sorpresa; más que nada, por el hecho de pensar que no era, después de todo, tan mala defendiendose. No sé si llevaba armas consigo, pero empezaba a resultarme obvio a pesar que no se veían por ningún lado. ¿Qué otra cosa podía hacer un humano contra uno de nosotros? llevar armas y echar a correr a tiempo.
-Al menos no se pueden quejar que trabaja bien- dije como sin ganas y le eché una mirada al dinero mientras ella lo contaba con la rapidez de un experto. -Si me cumplen, cumplo.- Mi tono de voz parecía cambiar al tiempo que mis gestos. Me ponía frío, firme como si hasta ahora empezara el negocio. Serio como si empezara un juego en el que no conocía al otro más que por leves sospechas y tal vez presentaciones falsas.
Aún así, ella seguía demostrandome que no me temía en absoluto, que no la intimidaba y que eso continuaría así. Era una mujer más firme que la mayoría e incluso más osada, pero ¿estos no eran también las señales de la imprudencia? era como quien juega con los colmillos de un lobo hambriento creyendo que jamás cerrará las fauces y se tragará la mano o, mejor dicho, era como si acariciara con sus labios el mentón de un depredador dormido que puede despertar en cualquier momento.
Le sonreí de nuevo, esa tibieza humana siempre lograba ese efecto y me era casi imposible no hacerlo. -Deduce mal, no tiene remedio.- Pronuncié sin retirarme ni un sólo centimetro y, poniendo una mano en su cintura la atraje hacia mí con cierta brusquedad pero sin lastimarla. -¿No cree que si eso fuera cierto usted tendría que morir ahora?- Le fijé con firmeza la mirada esperando respuesta, esperando que siguiera especulando porque en realidad había fallado. Yo no había pedido documentos falsos para crear otros nombres distintos a los reales, sencillamente los necesitaba para pasar por un ciudadano cualquiera y ejercer un par de acciones legales como la compra de propiedades. Evidentemente podía tener más métodos, pero jamás dejaba que en cosas de negocios se interpusiera la muerte. Yo era un asesino, claro, pero separaba la cena de mis movimientos financieros porque así funcionaba yo, no había otra explicación porque más allá de todo, era de esos que cumplían su palabra y gustaban lo suficiente de las maravillas de la economía como para buscar disfrutarlas con naturalidad. -Un nombre jamás sería obstáculo para un buen inquisidor ¿No le parece? lo que buscan no es mi nombre y ni siquiera oculto mi lugar de residencia. Obviamente, tengo mis razones.- sonreí de nuevo pero dejando entrever mis colmillos.
¿Reaccionaría ahora? nada sobra cuando se trata de provocar a un humano que cree que se las sabe todas y, más aún, cuando ese humano es una mujer con su entereza.
-Soy mejor compañía para mí mismo que ninguna otra.- Afirmé -Ja, y ya me imagino lo que pudo llegar a saber, pero es un tema de dominio público, por llamarle de alguna forma.- Para nadie que me había siquiera visto era un secreto que las relaciones sociales no eran algo que me importara. Los mantenía a todos a distancia porque detestaba que cuestionaran la más mínima cosa acerca de mí e incluso dejaba las reglas claras con los que permitía que se me acercasen. A esos los cuento con los dedos de la mano. No sé porqué pero estuve seguro que la información de Alexa se trataba de eso, no se me vino nada más a la mente por la forma en que lo mencionó. -¿Disfruta de mi compañía? como se nota que lleva poco tiempo conversando conmigo.- espeté con una clarísima duda en el aire. Se notaba realmente que no me conocía.
-¿Tan insoportable les resulta que incluso la han querido eliminar con quienes trabaja? vaya, esto sí que es interesante- mencioné con cierta sorpresa; más que nada, por el hecho de pensar que no era, después de todo, tan mala defendiendose. No sé si llevaba armas consigo, pero empezaba a resultarme obvio a pesar que no se veían por ningún lado. ¿Qué otra cosa podía hacer un humano contra uno de nosotros? llevar armas y echar a correr a tiempo.
-Al menos no se pueden quejar que trabaja bien- dije como sin ganas y le eché una mirada al dinero mientras ella lo contaba con la rapidez de un experto. -Si me cumplen, cumplo.- Mi tono de voz parecía cambiar al tiempo que mis gestos. Me ponía frío, firme como si hasta ahora empezara el negocio. Serio como si empezara un juego en el que no conocía al otro más que por leves sospechas y tal vez presentaciones falsas.
Aún así, ella seguía demostrandome que no me temía en absoluto, que no la intimidaba y que eso continuaría así. Era una mujer más firme que la mayoría e incluso más osada, pero ¿estos no eran también las señales de la imprudencia? era como quien juega con los colmillos de un lobo hambriento creyendo que jamás cerrará las fauces y se tragará la mano o, mejor dicho, era como si acariciara con sus labios el mentón de un depredador dormido que puede despertar en cualquier momento.
Le sonreí de nuevo, esa tibieza humana siempre lograba ese efecto y me era casi imposible no hacerlo. -Deduce mal, no tiene remedio.- Pronuncié sin retirarme ni un sólo centimetro y, poniendo una mano en su cintura la atraje hacia mí con cierta brusquedad pero sin lastimarla. -¿No cree que si eso fuera cierto usted tendría que morir ahora?- Le fijé con firmeza la mirada esperando respuesta, esperando que siguiera especulando porque en realidad había fallado. Yo no había pedido documentos falsos para crear otros nombres distintos a los reales, sencillamente los necesitaba para pasar por un ciudadano cualquiera y ejercer un par de acciones legales como la compra de propiedades. Evidentemente podía tener más métodos, pero jamás dejaba que en cosas de negocios se interpusiera la muerte. Yo era un asesino, claro, pero separaba la cena de mis movimientos financieros porque así funcionaba yo, no había otra explicación porque más allá de todo, era de esos que cumplían su palabra y gustaban lo suficiente de las maravillas de la economía como para buscar disfrutarlas con naturalidad. -Un nombre jamás sería obstáculo para un buen inquisidor ¿No le parece? lo que buscan no es mi nombre y ni siquiera oculto mi lugar de residencia. Obviamente, tengo mis razones.- sonreí de nuevo pero dejando entrever mis colmillos.
¿Reaccionaría ahora? nada sobra cuando se trata de provocar a un humano que cree que se las sabe todas y, más aún, cuando ese humano es una mujer con su entereza.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Aquel vampiro creía que realmente la asesina no poseía nada en contra de él, pero quien sabía la realidad era solamente ella y nadie más que ella. ¿Por qué había de decirle que sabía? Lo que conocía se aseguraba de mantenerlo en secreto después de todo nadie había pedido detalles de los vampiros a quienes estaba llevando aquello papeles, Alessa únicamente se sentía curiosa y ese había sido el motivo de la investigación, nada más o nada menos que eso así que aquel inmortal no habría de temer pues era sumamente complicado que de ella saliera algo. El vampiro debía de darse cuenta de eso si es que poseía la interesante habilidad de leer mentes, pues la mente de la germana nunca estaba enfocada en las cosas importantes, saltaba de algo a otro para que nada fuera predecible.
– Prefiero mantener lo que conozco en la duda, lo que yo sé usted ya lo sabe así que no le sirve… aunque a otros quizás lo haría – sonrío – solo que no creo que alguien este buscándoles personalmente a ustedes así que no hay problema con que sepa una que otra cosilla – No diría nada y esa era la verdad, estaba pensando en que incluso si alguien estuviese buscando a aquel par tampoco diría nada. Ese sujeto le era divertido y era bastante complicado ya encontrar a gente divertida.
– Disfrutar de la compañía no es precisamente necesario que hable para eso, bien podría sentirlo igual si no dice palabra alguna. Y aunque lleve poco tiempo conversando con usted créame que es mejor que algunos otros conversadores que no tienen… tal grado de misterio – Se preguntaba más cosas de las que sabía ya del vampiro, pero siempre entrar en aquellos terrenos era sumamente peligroso y no era que le importara realmente acabar entre la espada y la pared por aquel inmortal sino que era más bien que no tenían tanto tiempo como para que se diera a la misión de indagar de él.
Termino pos soltar una risotada. Era algo que ya conocía el que no siempre era la mejor opción que le dejasen viva después de un trabajo y por eso es que estaba acostumbrada a esos intentos de asesinato por las personas que ayudaba pero eso era algo en lo que su familia siempre le hizo hincapié, no podía fiarse de nadie, aunque recientemente hubiese encontrado a Löwe que era al parecer uno de los únicos hombres e inmortales que tendrían su entera confianza.
– Cuando se trabaja tanto tiempo en esto y se viene de una familia como la mía siempre somos un punto clave a eliminar si las cosas quieren mantenerse en secreto, el punto esta en que ya estamos acostumbrados… yo lo estoy así que terminar con esos asuntos no es difícil. No es un trabajo interesante si quien te contrata no intenta asesinarte. – decía aquello como lo que era, una de las cosas más normales que estaba acostumbrada a vivir día con día.
No había motivo mejor que deslizar sus labios como si aquel vampiro se tratara de un humano normal, para demostrar lo acostumbrada que estaba a esa clase de situaciones como para hacer las cosas que a otros les parecían estúpidas e irresponsables; el detalle estaba en que muchos otros no eran ella y no sabían lo que ella o vivido de la manera en la que la germana lo hacía día con día. Estaba bastante cerca del vampiro, entregada prácticamente al depredador que en cualquier momento podía atacarle pero del cual estaba segura que no lo haría.
– Quizás lo que pasa es que ya estoy prácticamente muerta y solo me das más tiempo para descubrir algo que te causa curiosidad sobre mi – sonrío, cerca del cuerpo frío del vampiro que de manera brusca le había acercado a él – además ya le dije, soy complicada de eliminar así que suerte… – menciono en un susurro, al tiempo que una de sus manos se movía y uno de sus dedos pasaba por la mejilla y hasta el mentón del inmortal.
– Tiene razón con que un nombre no sería obstáculo pero, serviría de un poco de distracción. ¿Qué tiene sus razones? Eso es obvio, todos tenemos nuestras razones para hacer las cosas de la manera en la que las realizamos. ¿Cuántos años tiene para ser tan seguro? – Dijo sin mirar aquel par de colmillos sino los ojos de aquel hombre – Porque esa seguridad no es de un vampiro joven, los jóvenes que son tan confiados terminan muertos pero creo que eso es algo que ya debes saber –suspiro y desvió su mirada – además cualquier otro ya hubiera estado muerto por acercarse de esa manera a alguien que no sabe con que le puede atacar… buena suerte que no pienso atacarte ¿verdad? – y mirándole de reojo le mostró su sonrisa una vez más. Las cosas para ella se ponían cada vez más y más interesantes.
– Prefiero mantener lo que conozco en la duda, lo que yo sé usted ya lo sabe así que no le sirve… aunque a otros quizás lo haría – sonrío – solo que no creo que alguien este buscándoles personalmente a ustedes así que no hay problema con que sepa una que otra cosilla – No diría nada y esa era la verdad, estaba pensando en que incluso si alguien estuviese buscando a aquel par tampoco diría nada. Ese sujeto le era divertido y era bastante complicado ya encontrar a gente divertida.
– Disfrutar de la compañía no es precisamente necesario que hable para eso, bien podría sentirlo igual si no dice palabra alguna. Y aunque lleve poco tiempo conversando con usted créame que es mejor que algunos otros conversadores que no tienen… tal grado de misterio – Se preguntaba más cosas de las que sabía ya del vampiro, pero siempre entrar en aquellos terrenos era sumamente peligroso y no era que le importara realmente acabar entre la espada y la pared por aquel inmortal sino que era más bien que no tenían tanto tiempo como para que se diera a la misión de indagar de él.
Termino pos soltar una risotada. Era algo que ya conocía el que no siempre era la mejor opción que le dejasen viva después de un trabajo y por eso es que estaba acostumbrada a esos intentos de asesinato por las personas que ayudaba pero eso era algo en lo que su familia siempre le hizo hincapié, no podía fiarse de nadie, aunque recientemente hubiese encontrado a Löwe que era al parecer uno de los únicos hombres e inmortales que tendrían su entera confianza.
– Cuando se trabaja tanto tiempo en esto y se viene de una familia como la mía siempre somos un punto clave a eliminar si las cosas quieren mantenerse en secreto, el punto esta en que ya estamos acostumbrados… yo lo estoy así que terminar con esos asuntos no es difícil. No es un trabajo interesante si quien te contrata no intenta asesinarte. – decía aquello como lo que era, una de las cosas más normales que estaba acostumbrada a vivir día con día.
No había motivo mejor que deslizar sus labios como si aquel vampiro se tratara de un humano normal, para demostrar lo acostumbrada que estaba a esa clase de situaciones como para hacer las cosas que a otros les parecían estúpidas e irresponsables; el detalle estaba en que muchos otros no eran ella y no sabían lo que ella o vivido de la manera en la que la germana lo hacía día con día. Estaba bastante cerca del vampiro, entregada prácticamente al depredador que en cualquier momento podía atacarle pero del cual estaba segura que no lo haría.
– Quizás lo que pasa es que ya estoy prácticamente muerta y solo me das más tiempo para descubrir algo que te causa curiosidad sobre mi – sonrío, cerca del cuerpo frío del vampiro que de manera brusca le había acercado a él – además ya le dije, soy complicada de eliminar así que suerte… – menciono en un susurro, al tiempo que una de sus manos se movía y uno de sus dedos pasaba por la mejilla y hasta el mentón del inmortal.
– Tiene razón con que un nombre no sería obstáculo pero, serviría de un poco de distracción. ¿Qué tiene sus razones? Eso es obvio, todos tenemos nuestras razones para hacer las cosas de la manera en la que las realizamos. ¿Cuántos años tiene para ser tan seguro? – Dijo sin mirar aquel par de colmillos sino los ojos de aquel hombre – Porque esa seguridad no es de un vampiro joven, los jóvenes que son tan confiados terminan muertos pero creo que eso es algo que ya debes saber –suspiro y desvió su mirada – además cualquier otro ya hubiera estado muerto por acercarse de esa manera a alguien que no sabe con que le puede atacar… buena suerte que no pienso atacarte ¿verdad? – y mirándole de reojo le mostró su sonrisa una vez más. Las cosas para ella se ponían cada vez más y más interesantes.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
-Finalmente siempre sucede lo que imagino. De todos modos, no importa- respondí jactándome de aquella seguridad que me daba el creer que ella no sabía nada, por lo menos no con certeza.-Aunque se equivoca en eso de las búsquedas personales. Algunos se obsesionan con nosotros de manera particular ¿Sabe? Y no es algo para sorprenderse, pasa más veces de las que recuerdo y más veces de las que me gusta.- Lamentablemente era cierto y no lo decía en un sentido plenamente egocéntrico por más que así sonara. En realidad, en muchas ocasiones nos convertimos en la diana a la que apuntan sus dardos sin voltear a ver otra mira posible; parecen cegados por la obsesión y sus pasos y disparos no tienen otro objetivo que la "presa" que eligen... debo decir que jamás lamenté ninguna de sus muertes.
-Disfruto de mi compañía y modifico mis ideas conforme se me antoja.- Aclaré sin darle más vueltas al asunto y sin prestar mayor atención a aquello de lo buen conversador que por lo general no era. Si debía tomar sus palabras como un halago, me estaba desviando del asunto porque me resultaba un tanto extraño que alguien dijera palabras como esas con respecto a mí. ¿Acaso planeaba algo aquella mujer? de nuevo me sentí tentado a buscar en su mente la respuesta pero preferí que mis deducciones fueran un poco más esforzadas y que la sorpresa tomara su lugar en aquella extraña situación que, a decir verdad, no consideraba en lo más mínimo riesgosa.
La mención de su familia me dio a entender que había sido entrenada desde muy joven en asuntos de importante turbulencia de la que no le sería fácil librarse, incluso, algo me hacía pensar que ella tampoco pensaba hacerlo y que aquello ya estaba demasiado impregnado en su vida como para considerarlo fuera de ella. -¿Confía en alguien? quizás... ¿alguno de los nuestros, de los mios?- pregunté indagando en su nivel de confianza aunque bien deducía que era poco. No obstante una ligera muestra de confianza me daría un panorama más amplio acerca de la persona que trataba.
-Me pregunto cuantas amenazas se ciernen sobre su persona y de cuantas más se ha librado. Me pregunto el cómo, pero por mero capricho- susurré con un gesto despreocupado que se reflejó en un gesto de mis labios y una ligera negación con la cabeza. -¿Suerte? ¿Es en serio? No creo en eso, Señorita Strauss y usted tampoco debería, créame.- respondí con una sonrisa dibujada al sentir el recorrido tibio de sus dedos por mi rostro. Ella se daba el gusto de saciar su curiosidad sin pensarlo dos veces, la muy imprudente tenía más de osada que de irreverente y no pude retirarle la mirada. Sin embargo, ella misma se metía en aquél juego, ella lo empezaba y lo movía de tal forma que era más que obvio que disfrutaba de la sensación de peligro que pudiera recorrerle. De nuevo me pregunté hasta donde sería capaz de llegar.
Una ligera risa se escapó de mi como aire desde la nariz. -Creí que lo sabía todo- dije con sarcasmo y alcé una de las manos apoyándola apenas sobre su hombro, dirigiendo también la mirada para retirar luego con ambas manos el abrigo que llevaba, dejándolo deslizar con evidente cinismo y sin preguntar nada al respecto. -No me preocupa que me ataque. Por cierto, hace calor aquí ¿No lo cree?- No tengo la menor idea de la temperatura que podía sentir un humano en aquél momento. Tal vez ella empezaría a tiritar pronto, era probable que se opusiera o que sencillamente me dejara hacer lo que a mí se me diera la gana. Bien había dicho ella que cada quien tiene sus razones para hacer lo que hace y, a mí, se me empezaba a antojar saber a qué sabía exactamente su sangre, aunque fuera un poco, aunque tuviera que seducirla para obtenerlo con el gusto que sólo produce que se entreguen a un vampiro con total voluntad; claramente aquello no me molestaba, no me preocupaba nada en absoluto y por eso iba respondiendo lo que quería e ignoraba otro tanto con el mismo criterio. Finalmente, ella era la única culpable, su calidez buscó mi punto débil y se acercó demasiado a mi garganta, sus dedos estuvieron tan cerca de mis labios que se provocó buscar algo más de aquella parca calidez.
-Disfruto de mi compañía y modifico mis ideas conforme se me antoja.- Aclaré sin darle más vueltas al asunto y sin prestar mayor atención a aquello de lo buen conversador que por lo general no era. Si debía tomar sus palabras como un halago, me estaba desviando del asunto porque me resultaba un tanto extraño que alguien dijera palabras como esas con respecto a mí. ¿Acaso planeaba algo aquella mujer? de nuevo me sentí tentado a buscar en su mente la respuesta pero preferí que mis deducciones fueran un poco más esforzadas y que la sorpresa tomara su lugar en aquella extraña situación que, a decir verdad, no consideraba en lo más mínimo riesgosa.
La mención de su familia me dio a entender que había sido entrenada desde muy joven en asuntos de importante turbulencia de la que no le sería fácil librarse, incluso, algo me hacía pensar que ella tampoco pensaba hacerlo y que aquello ya estaba demasiado impregnado en su vida como para considerarlo fuera de ella. -¿Confía en alguien? quizás... ¿alguno de los nuestros, de los mios?- pregunté indagando en su nivel de confianza aunque bien deducía que era poco. No obstante una ligera muestra de confianza me daría un panorama más amplio acerca de la persona que trataba.
-Me pregunto cuantas amenazas se ciernen sobre su persona y de cuantas más se ha librado. Me pregunto el cómo, pero por mero capricho- susurré con un gesto despreocupado que se reflejó en un gesto de mis labios y una ligera negación con la cabeza. -¿Suerte? ¿Es en serio? No creo en eso, Señorita Strauss y usted tampoco debería, créame.- respondí con una sonrisa dibujada al sentir el recorrido tibio de sus dedos por mi rostro. Ella se daba el gusto de saciar su curiosidad sin pensarlo dos veces, la muy imprudente tenía más de osada que de irreverente y no pude retirarle la mirada. Sin embargo, ella misma se metía en aquél juego, ella lo empezaba y lo movía de tal forma que era más que obvio que disfrutaba de la sensación de peligro que pudiera recorrerle. De nuevo me pregunté hasta donde sería capaz de llegar.
Una ligera risa se escapó de mi como aire desde la nariz. -Creí que lo sabía todo- dije con sarcasmo y alcé una de las manos apoyándola apenas sobre su hombro, dirigiendo también la mirada para retirar luego con ambas manos el abrigo que llevaba, dejándolo deslizar con evidente cinismo y sin preguntar nada al respecto. -No me preocupa que me ataque. Por cierto, hace calor aquí ¿No lo cree?- No tengo la menor idea de la temperatura que podía sentir un humano en aquél momento. Tal vez ella empezaría a tiritar pronto, era probable que se opusiera o que sencillamente me dejara hacer lo que a mí se me diera la gana. Bien había dicho ella que cada quien tiene sus razones para hacer lo que hace y, a mí, se me empezaba a antojar saber a qué sabía exactamente su sangre, aunque fuera un poco, aunque tuviera que seducirla para obtenerlo con el gusto que sólo produce que se entreguen a un vampiro con total voluntad; claramente aquello no me molestaba, no me preocupaba nada en absoluto y por eso iba respondiendo lo que quería e ignoraba otro tanto con el mismo criterio. Finalmente, ella era la única culpable, su calidez buscó mi punto débil y se acercó demasiado a mi garganta, sus dedos estuvieron tan cerca de mis labios que se provocó buscar algo más de aquella parca calidez.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Le miro y oculto una risilla ante la confesión de las desafortunadas ocasiones en que alguien se había obsesionado con ellos.
– Obsesionarse es una completa idiotez, ¿no lo cree? Porque el hecho de querer algo, seguirlo y caer en un grado de enfermedad solo termina por llevar a esas personas a la muerte, ya sea en manos de las obsesiones o simplemente por su propia obsesión que les guía lentamente a la locura – suspiro de manera tranquila – pero esa clase de cosas son algo de lo que no podían librarse nunca, así que seguirá pasando muchas más veces para su desfortuna aunque vea lo positivo, no todos adquieren esas peculiares obsesiones por los inmortales.
Hablar de confianza no era algo sencillo para alguien que toda su vida había sido llevada a desconfiar de lo más mínimo, a no creer jamás en nada ni en nadie. Pero entonces era bastante extraño cuando una noche simplemente aparecía alguien que llevaba a que cambiaras tu manera de pensar o al menos así lo había sido con aquel vampiro que se topo en el cementerio; apenas los ojos de la germana se encontraron con los del inmortal, lo supo, confiaría en él y le daría lo que el necesitara y cuando lo necesitara, de la misma manera en la que aquel inmortal pareció confiar en ella y ofrecerle siempre su ayuda y protección. Löwe era la excepción a la regla de cero confianza y ella no lo lamentaba para nada.
– Claro que confío en alguien… en mi misma… – miró al vampiro con algo de burla implícita en los ojos, más una vez que pregunto sobre el inmortal su mirada se suavizo. Le resultaba sencillamente imposible no pensar en Löwe y que esa mirada de calma, confianza y cierto grado de afecto se notaran – si, confió en uno de los suyos pero únicamente porque mostró lo que otros jamás se atreverían – si le hubiesen preguntado que era eso que le había mostrado no hubiese sabido exactamente que responder, pero dentro de ella lo sabía.
– Deje que las ideas sobre el cómo crucen su mente, le aseguro que muchas de las formas que piense han sido utilizadas por mi. Con respecto a cuantas, la verdad es que han sido ya tantas que no las cuento y sé que en el futuro vendrán más – el vampiro negaba en la creencia en la suerte y ella no pudo más que reír – Debería creer en eso, siempre me he dicho que es bueno creer en todo al menos un poco; no le vendría nada mal – sonrío y le guiño un ojo, dando a entender que estaba en cierto grado bastante segura de lo que decía, aunque en realidad no lo estuviese del todo.
No opuso resistencia alguna cuando las frías manos del vampiro le despojaron del abrigo, al contrario, podía decirse que incluso le ayudaba a que aquel abrigo cediera; si bien la temperatura no era precisamente alta tampoco le molestaba estar sin algo que le cubriera.
– Pues yo diría que la temperatura esta bien, pero bueno para usteda es muy diferente ya que no sentimos de la misma manera, por no decir que no siente la temperatura fría de la noche – le sonrío simplemente, demostrando más que no le temía y que de verdad no le importaba lo que fuera a pasar porque las cosas eran sencillas en su mente, pero aun así no podía perder la oportunidad de pensar en molestar a aquel vampiro que se le acercaba – ¿Qué pasa? – susurro acercando más su rostro a él – no me diga que ahora resulta que deseas probar algo de mi – se río de manera descarada – es de los que ceden fácil al parecer, tan solo un poco de cercanía, algunos roces adecuados y ahora resulta que esta… ¿sediento quizá?… pero descuide, que por esta vez creo que dejare que haga lo que desea solo que es probable que la siguiente vez que nos encontremos – lo decía porque estaba casi segura de que se encontrarían nuevamente – cobrare cada gota de sangre con algún favor… – era seguro que se negaría a algo así, o quien sabía igual aceptara y la siguiente vez que se toparan fueran las cosas mucho más divertidas.
– Obsesionarse es una completa idiotez, ¿no lo cree? Porque el hecho de querer algo, seguirlo y caer en un grado de enfermedad solo termina por llevar a esas personas a la muerte, ya sea en manos de las obsesiones o simplemente por su propia obsesión que les guía lentamente a la locura – suspiro de manera tranquila – pero esa clase de cosas son algo de lo que no podían librarse nunca, así que seguirá pasando muchas más veces para su desfortuna aunque vea lo positivo, no todos adquieren esas peculiares obsesiones por los inmortales.
Hablar de confianza no era algo sencillo para alguien que toda su vida había sido llevada a desconfiar de lo más mínimo, a no creer jamás en nada ni en nadie. Pero entonces era bastante extraño cuando una noche simplemente aparecía alguien que llevaba a que cambiaras tu manera de pensar o al menos así lo había sido con aquel vampiro que se topo en el cementerio; apenas los ojos de la germana se encontraron con los del inmortal, lo supo, confiaría en él y le daría lo que el necesitara y cuando lo necesitara, de la misma manera en la que aquel inmortal pareció confiar en ella y ofrecerle siempre su ayuda y protección. Löwe era la excepción a la regla de cero confianza y ella no lo lamentaba para nada.
– Claro que confío en alguien… en mi misma… – miró al vampiro con algo de burla implícita en los ojos, más una vez que pregunto sobre el inmortal su mirada se suavizo. Le resultaba sencillamente imposible no pensar en Löwe y que esa mirada de calma, confianza y cierto grado de afecto se notaran – si, confió en uno de los suyos pero únicamente porque mostró lo que otros jamás se atreverían – si le hubiesen preguntado que era eso que le había mostrado no hubiese sabido exactamente que responder, pero dentro de ella lo sabía.
– Deje que las ideas sobre el cómo crucen su mente, le aseguro que muchas de las formas que piense han sido utilizadas por mi. Con respecto a cuantas, la verdad es que han sido ya tantas que no las cuento y sé que en el futuro vendrán más – el vampiro negaba en la creencia en la suerte y ella no pudo más que reír – Debería creer en eso, siempre me he dicho que es bueno creer en todo al menos un poco; no le vendría nada mal – sonrío y le guiño un ojo, dando a entender que estaba en cierto grado bastante segura de lo que decía, aunque en realidad no lo estuviese del todo.
No opuso resistencia alguna cuando las frías manos del vampiro le despojaron del abrigo, al contrario, podía decirse que incluso le ayudaba a que aquel abrigo cediera; si bien la temperatura no era precisamente alta tampoco le molestaba estar sin algo que le cubriera.
– Pues yo diría que la temperatura esta bien, pero bueno para usteda es muy diferente ya que no sentimos de la misma manera, por no decir que no siente la temperatura fría de la noche – le sonrío simplemente, demostrando más que no le temía y que de verdad no le importaba lo que fuera a pasar porque las cosas eran sencillas en su mente, pero aun así no podía perder la oportunidad de pensar en molestar a aquel vampiro que se le acercaba – ¿Qué pasa? – susurro acercando más su rostro a él – no me diga que ahora resulta que deseas probar algo de mi – se río de manera descarada – es de los que ceden fácil al parecer, tan solo un poco de cercanía, algunos roces adecuados y ahora resulta que esta… ¿sediento quizá?… pero descuide, que por esta vez creo que dejare que haga lo que desea solo que es probable que la siguiente vez que nos encontremos – lo decía porque estaba casi segura de que se encontrarían nuevamente – cobrare cada gota de sangre con algún favor… – era seguro que se negaría a algo así, o quien sabía igual aceptara y la siguiente vez que se toparan fueran las cosas mucho más divertidas.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
-No me importan sus obsesiones. Si debo solucionarlas, lo haré, si debo ignorarlas, también.- Le respondí con cierto desgano. Esta mujer tenía convicciones firmes, a tal punto que se notaba a leguas que no creía equivocarse y, en eso se parecía a mí, pero con la diferencia que yo tenía menos que perder que ella, o más bien, tenía más cosas a mi favor.
-Eso no lo pongo por duda, se nota que confía en usted misma hasta en los excesos- la escruté con la mirada y el cambio que tuvo en la suya, fue a mi parecer brusco e incluso me dio la pauta para saber lo que iba a decir. No pude evitar sonreír de costado cuando habló de ese inmortal en quien confiaba. No sé con exactitud a que se refería con actuar como otros no se atreverían, no se me cruzaba ni la más remota idea por la mente, ni una sola sospecha que me diera respuesta . Se dice que todos los vampiros somos iguales pero basta una noche al menos con dos para saber que nada de lo escrito sobre nosotros nos hace justicia. La sed nos une, bebemos lo mismo, pero no de las mismas formas, no con los mismos pensamientos. ¿Cómo reaccionaría la mujer si el que hubiera venido por los papeles hubiera sido Akseli y no yo? algo me hizo creer que mi hermano estaría jactándose de la actitud de la mujer o de la suya propia; de cualquier manera me lo imaginé desencajado de la risa. Nada más evidente para comprobar lo distintos que somos todos. Mi antítesis vive conmigo en casa. -Lástima, pensé que era más inteligente y desconfiada- me burlé de aquella confesión que yo mismo provoqué. Claramente sé que de cierta forma se puede confiar en nosotros si eso es lo que nos proponemos, pero también es cierto que la mentira es un arma fuerte al momento de obtener beneficios y sobre todo cuando se convence a alguien de la manera en que la humana estaba convencida. Su tono de voz fue tan seguro que me pregunté que carajos había hecho aquél vampiro para tenerla tan comprada y para lograr que hablara con esa fe que parecía tenerle. Aquél ser tiene mis respetos, pero la situación tiene toda mi risa.
-Seguramente que vendrán más. Sólo espero que nadie se atreva a hacerla inmortal, sería una verdadera pesadilla- hablé lento, haciendo énfasis de nuevo en que ella podía llegar a resultar muy molesta y sobre todo considerando que muchas de las cualidades y defectos que tenemos como humanos son potenciados una vez atravesamos el umbral de la inmortalidad. No indagué más sobre su modo de sobrevivir, era obvio que no se le daba la gana hablar y a mi tampoco me importaba mucho como para insistir en ello. -Es usted muy crédula. Pensé que me seguiría sorprendiendo pero la verdad es que es mejor cuando habla menos. Supongo que me dice que crea de la misma forma en que usted le cree a un vampiro.- Negué con la cabeza en modo de desaprobación. -Yo paso, gracias.- Ella guiñó y yo ni me inmuté, me mantuve como si apenas la mirara e ignorara la mitad de lo que decía. La sonrisa se me había borrado hace rato, mi mente estaba dividida entre lo curiosa que era la mujer y lo molesta que podía llegar a ser ¿Pero hasta donde más podía llegar? no creo que muy lejos. Supongo que su arma más poderosa esta noche y con respecto a mí, no es otra más que su lengua.
-En eso está en lo cierto- afirmé como si se hubiera equivocado en todo lo demás hablado hasta ahora. Ella se acercó y yo incliné el rostro para verla más de frente. Supo mis intensiones y me lo manifestó. Se rio en mi cara y eso me molestó profundamente. Si bien hasta ahora había sido curioso, mi carácter siempre tenía esa facilidad para alterarse. Yo era un colérico sin lugar a dudas, ese temperamento me había acompañado por toda mi vida y no era algo de lo que me pudiera librar por más que pudiera disimularlo. Aún así, le sonreí, levanté la mano y le acaricie la mejilla, luego proseguí por el mentón y finalmente sujete ambas mejillas con mis dedos, mi mano apretó un poco a cada costado y acerqué su rostro a mí de esa forma. -¿Porqué está tan segura que va a sobrevivir? No sé que le hace pensar que no quiero desaparecerla. Dudo que la extrañen, dudo que no culpen a uno de esos tantos enemigos que tiene. Míreme bien, Alessa Strauss, recuerde con claridad que yo no soy uno de esos vampiros en los que debe confiar- ahora el que reía era yo, aunque lo hice muy poco y le solté el rostro para luego enderezarme y cruzarme de brazos frente a ella ¿La estaba amenazando? sí, tal vez, quizás un poco. -Y no, no estoy aquí para favores. Hago negocios y los nuestros ya fueron hechos. Usted no tiene nada que realmente me interese ahora.- culminé con frialdad y ocultando todo rastro de curiosidad acerca de lo que ella haría ahora. Si ella me provocaba, seguramente yo jugaría a lo mismo, esa parte aún me resultaba entretenida.
-Eso no lo pongo por duda, se nota que confía en usted misma hasta en los excesos- la escruté con la mirada y el cambio que tuvo en la suya, fue a mi parecer brusco e incluso me dio la pauta para saber lo que iba a decir. No pude evitar sonreír de costado cuando habló de ese inmortal en quien confiaba. No sé con exactitud a que se refería con actuar como otros no se atreverían, no se me cruzaba ni la más remota idea por la mente, ni una sola sospecha que me diera respuesta . Se dice que todos los vampiros somos iguales pero basta una noche al menos con dos para saber que nada de lo escrito sobre nosotros nos hace justicia. La sed nos une, bebemos lo mismo, pero no de las mismas formas, no con los mismos pensamientos. ¿Cómo reaccionaría la mujer si el que hubiera venido por los papeles hubiera sido Akseli y no yo? algo me hizo creer que mi hermano estaría jactándose de la actitud de la mujer o de la suya propia; de cualquier manera me lo imaginé desencajado de la risa. Nada más evidente para comprobar lo distintos que somos todos. Mi antítesis vive conmigo en casa. -Lástima, pensé que era más inteligente y desconfiada- me burlé de aquella confesión que yo mismo provoqué. Claramente sé que de cierta forma se puede confiar en nosotros si eso es lo que nos proponemos, pero también es cierto que la mentira es un arma fuerte al momento de obtener beneficios y sobre todo cuando se convence a alguien de la manera en que la humana estaba convencida. Su tono de voz fue tan seguro que me pregunté que carajos había hecho aquél vampiro para tenerla tan comprada y para lograr que hablara con esa fe que parecía tenerle. Aquél ser tiene mis respetos, pero la situación tiene toda mi risa.
-Seguramente que vendrán más. Sólo espero que nadie se atreva a hacerla inmortal, sería una verdadera pesadilla- hablé lento, haciendo énfasis de nuevo en que ella podía llegar a resultar muy molesta y sobre todo considerando que muchas de las cualidades y defectos que tenemos como humanos son potenciados una vez atravesamos el umbral de la inmortalidad. No indagué más sobre su modo de sobrevivir, era obvio que no se le daba la gana hablar y a mi tampoco me importaba mucho como para insistir en ello. -Es usted muy crédula. Pensé que me seguiría sorprendiendo pero la verdad es que es mejor cuando habla menos. Supongo que me dice que crea de la misma forma en que usted le cree a un vampiro.- Negué con la cabeza en modo de desaprobación. -Yo paso, gracias.- Ella guiñó y yo ni me inmuté, me mantuve como si apenas la mirara e ignorara la mitad de lo que decía. La sonrisa se me había borrado hace rato, mi mente estaba dividida entre lo curiosa que era la mujer y lo molesta que podía llegar a ser ¿Pero hasta donde más podía llegar? no creo que muy lejos. Supongo que su arma más poderosa esta noche y con respecto a mí, no es otra más que su lengua.
-En eso está en lo cierto- afirmé como si se hubiera equivocado en todo lo demás hablado hasta ahora. Ella se acercó y yo incliné el rostro para verla más de frente. Supo mis intensiones y me lo manifestó. Se rio en mi cara y eso me molestó profundamente. Si bien hasta ahora había sido curioso, mi carácter siempre tenía esa facilidad para alterarse. Yo era un colérico sin lugar a dudas, ese temperamento me había acompañado por toda mi vida y no era algo de lo que me pudiera librar por más que pudiera disimularlo. Aún así, le sonreí, levanté la mano y le acaricie la mejilla, luego proseguí por el mentón y finalmente sujete ambas mejillas con mis dedos, mi mano apretó un poco a cada costado y acerqué su rostro a mí de esa forma. -¿Porqué está tan segura que va a sobrevivir? No sé que le hace pensar que no quiero desaparecerla. Dudo que la extrañen, dudo que no culpen a uno de esos tantos enemigos que tiene. Míreme bien, Alessa Strauss, recuerde con claridad que yo no soy uno de esos vampiros en los que debe confiar- ahora el que reía era yo, aunque lo hice muy poco y le solté el rostro para luego enderezarme y cruzarme de brazos frente a ella ¿La estaba amenazando? sí, tal vez, quizás un poco. -Y no, no estoy aquí para favores. Hago negocios y los nuestros ya fueron hechos. Usted no tiene nada que realmente me interese ahora.- culminé con frialdad y ocultando todo rastro de curiosidad acerca de lo que ella haría ahora. Si ella me provocaba, seguramente yo jugaría a lo mismo, esa parte aún me resultaba entretenida.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
– No tengo nadie más que confíe en mi realmente, aquello que me contratan tampoco lo hacen así que solo me tengo a mi misma – le sonrío entonces antes de que sus pensamiento viajaran a Lowë. La verdad es que no le interesaba en lo más mínimo si aquel vampiro quería creerla más o menos desconfiada porque el vampiro a quien le había entregado su confianza era alguien de quien nunca se arrepentiría de haberlo hecho. La germana estaba dispuesta incluso a que Löwe acabara con su vida si es que eso deseaba él, total no iba a vivir por siempre y años más, años menos no eran realmente importantes – ¿Eso crees? Que triste debe ser su existencia entonces… no es claro que la mía sea la mejor del mundo pero al menos tengo en quien confiar o algo parecido – No tenía realmente las ganas de dar una explicación sobre porque confiaba en Löwe y porque era diferente a los demás vampiros así que no dijo nada más y la anterior expresión de alegría desapareció igual que el recuerdo de aquel peculiar inmortal para centrarse nuevamente en el que estaba frente a ella y muy cerca.
Le miro con una mueca de burla en la cara, aquel vampiro pensaba que ella se permitiría a si misma ser inmortal.
– Nadie me hada inmortal, descuide. Eso no esta en mis planes y de suceder bueno… viviría lo que dura una vida humana normal y después creo que me suicidaría, una vida eterna es demasiado aburrida cuando del otro lado existe un infierno aguardando por mi –Realmente había pensado en que llegaría a pasar si ella se convitiera en una inmortal pero sinceramente no estaba interesada en eso y por tanto todo lo que le decía a aquel incrédulo vampiro era nada más que la verdad, le creyera o no – Bueno que le crea a un vampiro no quiere decir que crea en todos, por ejemplo… usted solo me parece… entretenido – le sonrió – de ahí a que le crea… bueno quizás solo en uno que otro detalle y todo lo demás sepa o crea que es una sarta de mentiras aunque – cruzo los brazos – tampoco puede saber si esto que digo es verdad o no, así que todo lo que se dice y se hace esta en duda, porque no se sabe si es la verdad ¿no?.
Era sumamente delicioso para Alessa poder saber que lograba molestarle, hacerle pensar y preguntarse cosas por ella. Si bien quizás terminaría por odiarle eso era bueno. Amor, odio, simple desprecio… todo aquello significaba estar en la mente de otro y tanto las cosas buenas como negativas tenían su punto interesante cuando se veían de esa perspectiva.
No se inmuto ante el tacto del vampiro y cuando sus mejillas fueron presionadas por aquellos finos y fríos dedos un rateo de victoria destello en sus ojos. Su mente le decía que aquel hombre era sencillamente magnifico, esa manera de que pareciera no inmutarse aunque al parecer realmente estaba llegando a los limites de su paciencia. ¿Qué tanto le faltaría para sobrepasar ese limite?
Cuando el vampiro soltó su rostro ella termino por reír nuevamente y dio unos pasos, terminando por rodear al hombre mientras hablaba.
– ¿Por qué esta seguro de que me interesa sobrevivir? Ya le dije que si me toca morir abrazare mi destino con orgullo y dignidad – se sitúo frente a él y termino por rodear cuello frío con sus brazos, sin despegar la mirada de él – Anda, hazme desaparecer. Mi familia comprenderá perfectamente la situación así que todo estaría en orden siempre – acercó más su rostro al de él – y yo siempre… recuerdo todo con claridad pero también le he dicho yo… – termino por el mentón del inmortal – no soy de esas humanas fáciles de eliminar – y sin más le soltó.
Camino entonces alejandose cada vez más de él, hasta que terminó por girarse a él y le mostró una sonrisa mucho más grande que las anteriores.
– Entonces creo que no tenemos nada más de que hablar… Supongo que nos veremos Jarko Nygard – pronunció aquel nombre como si acariciara cada una de las letras del nombre y después soltó una leve carcajada – por cierto… diga a su hermano Akseli y a su empleada Lanna que espero visitarlos pronto… – Alessa había hecho su trabajo bien, como siempre y deseaba ver como es que podía tomar aquellas palabras el vampiro… ¿una amenaza también de ella? quizás lo fuera, pero ¿no era eso lo que volvía interesante el juego entre ambos?
Le miro con una mueca de burla en la cara, aquel vampiro pensaba que ella se permitiría a si misma ser inmortal.
– Nadie me hada inmortal, descuide. Eso no esta en mis planes y de suceder bueno… viviría lo que dura una vida humana normal y después creo que me suicidaría, una vida eterna es demasiado aburrida cuando del otro lado existe un infierno aguardando por mi –Realmente había pensado en que llegaría a pasar si ella se convitiera en una inmortal pero sinceramente no estaba interesada en eso y por tanto todo lo que le decía a aquel incrédulo vampiro era nada más que la verdad, le creyera o no – Bueno que le crea a un vampiro no quiere decir que crea en todos, por ejemplo… usted solo me parece… entretenido – le sonrió – de ahí a que le crea… bueno quizás solo en uno que otro detalle y todo lo demás sepa o crea que es una sarta de mentiras aunque – cruzo los brazos – tampoco puede saber si esto que digo es verdad o no, así que todo lo que se dice y se hace esta en duda, porque no se sabe si es la verdad ¿no?.
Era sumamente delicioso para Alessa poder saber que lograba molestarle, hacerle pensar y preguntarse cosas por ella. Si bien quizás terminaría por odiarle eso era bueno. Amor, odio, simple desprecio… todo aquello significaba estar en la mente de otro y tanto las cosas buenas como negativas tenían su punto interesante cuando se veían de esa perspectiva.
No se inmuto ante el tacto del vampiro y cuando sus mejillas fueron presionadas por aquellos finos y fríos dedos un rateo de victoria destello en sus ojos. Su mente le decía que aquel hombre era sencillamente magnifico, esa manera de que pareciera no inmutarse aunque al parecer realmente estaba llegando a los limites de su paciencia. ¿Qué tanto le faltaría para sobrepasar ese limite?
Cuando el vampiro soltó su rostro ella termino por reír nuevamente y dio unos pasos, terminando por rodear al hombre mientras hablaba.
– ¿Por qué esta seguro de que me interesa sobrevivir? Ya le dije que si me toca morir abrazare mi destino con orgullo y dignidad – se sitúo frente a él y termino por rodear cuello frío con sus brazos, sin despegar la mirada de él – Anda, hazme desaparecer. Mi familia comprenderá perfectamente la situación así que todo estaría en orden siempre – acercó más su rostro al de él – y yo siempre… recuerdo todo con claridad pero también le he dicho yo… – termino por el mentón del inmortal – no soy de esas humanas fáciles de eliminar – y sin más le soltó.
Camino entonces alejandose cada vez más de él, hasta que terminó por girarse a él y le mostró una sonrisa mucho más grande que las anteriores.
– Entonces creo que no tenemos nada más de que hablar… Supongo que nos veremos Jarko Nygard – pronunció aquel nombre como si acariciara cada una de las letras del nombre y después soltó una leve carcajada – por cierto… diga a su hermano Akseli y a su empleada Lanna que espero visitarlos pronto… – Alessa había hecho su trabajo bien, como siempre y deseaba ver como es que podía tomar aquellas palabras el vampiro… ¿una amenaza también de ella? quizás lo fuera, pero ¿no era eso lo que volvía interesante el juego entre ambos?
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
-Ya veo. Que historia tan triste- Las palabras que salieron de mi boca carecían de tal emoción que parecía una burla, un completo sarcasmo de aquella pequeña confesión. Pero no puedo ser hipócrita, si mis palabras no delatan lo que pienso lo harán mis gestos, mi tono de voz, mi cuerpo, lo que sea... Sin embargo no confíar en ella es lo más inteligente que alguien puede hacer, de eso no me cabe duda y no me importa si estoy o no en lo cierto.
-Sí, tristísima también- dije de nuevo con sarcasmo como si no pudiera evitarlo -Y yo no dije que no confiara en nadie. Me parece que usted siempre deduce cosas de no sé donde. Debería escribir un libro, con tanta imaginación seguro le sale bien. Incluso quizás le compre alguno para cuando esté aburrido y necesite reírme- respondí enarcando la ceja y tratándola como a una niña que no entiende ni entenderá nada. No necesitaba decir que sí confiaba en alguien y que ese era mi hermano menor con el que había convivido tantos años, por no decir que todos. Yo tenía motivos de sobra para depositar mi confianza ciegamente en Akseli, pero ella parecía movida por una emoción que le restaba gracia a la astucia que creí tenía al principio.
-Espero que sean inteligentes y mantengan la inmortalidad tan lejos de usted como sea posible. Sin embargo es bueno que planee desaparecer en cierto tiempo si no lo hacen, aunque no entiendo la prisa por ir al infierno. Es absurdo- No la entendía, para nada. Era extraña por completo y parecía que en ocasiones valoraba su vida y en otras no ¿Qué pasaba por su mente? ¿Acaso no planeaba buscar la felicidad como hace todo el mundo aunque se trate siempre de la misma utopía? no era de mi incumbencia, la pregunta no iba a salir de mis labios. -No soy un buscador de la verdad, hago mis deducciones, creo en ellas y ya. No quiero confesiones de pecados, lo mío es buscar lo de siempre que, claro, no le compete a usted como para decirselo.- y en efecto así era. Yo buscaba sencillamente que no se metieran en mi vida, les permitía rozar lo necesario para saber que no debían acercarse más ni mucho menos esforzarse por caerme en gracia o entablar amistad. La gente me gustaba, pero lejos, o al menos la mayoría.
-Oh sí, pobre martir...- susurré recordando a Shakespeare, sobre todo esa frase que dice que la mujer es un manjar digno de dioses, cuando no lo cocina el diablo... y esta mujer ya estaba bastante sazonada. Casi sentí ganas de reír pero el sentimiento fue apenas una mueca en mis labios. Sus movimientos eran como los de un felino, se acercaba, se alejaba, casi mostraba los dientes cuando quería parecer peligrosa pero de nuevo cambiaba. Era compleja, a un punto molesto. -En el teatro hay un aviso para una obra de Shakespeare, creo que le quedaría bien todo ese drama que hace. No sólo sería buena escritora sino quizás buena actriz. Podría ir, tal vez le venga bien a su mente un poco de aire, de diversión- Me mofaba de ella con rostro trémulo aunque no lo planeara, me resultaba molesta y luego cómica y no sabía identificar si la del problema era ella o yo, o quizás ambos. Su cercanía no me generaba molestia, no tenía sed, no me sentía como un loco con ganas de hincarle el diente a cualquiera, sin embargo seguía notando como se esforzaba en provocarme, casi creía que lo que buscaba era que la mordiera o no sé qué. -Ya le habría quebrado el cuello de haber querido...- negué y caminé al sillón donde había estado sentado al principio y me acomodé con tranquilidad. Ella también caminó y sonrió triunfal. Yo la observé como si estuviera loca pero sin mediar palabra por aquello.
Mencionó mi nombre y si quería que me sorprendiera, se equivocaba; bien sabía yo que con quienes negociaba lo conocían y ella había sido enviada por aquellos. Conocía también el de mi hermano y eso no me sorprendió, sus papeles, su fotografía, todo había estado en sus manos y era evidente el paréntesco, pero ¿Lanna? Me sentí molesto por su atrevimiento pero me mantuve tal cuál como estaba, no pensaba demostrarle mi molestia y en el fondo sabía que ella sería quien perdería. -Está bien, le encantará mi hermano, él tal vez le de un pase preferencial al infierno que busca. Y, en cuanto a Lanna, espero que la encuentre si es que no la desaparezco primero- le sonreí, como si planeara ya matar a Lanna aunque no fuera del todo cierto. Ella buscaba jugar conmigo, pero no iba a ceder a sus caprichos ni a suplicar como una nena que no se acercara a ellos, mis únicos seres cercanos. Sabía bien que Akseli podía encargarse de ella con muchísima facilidad y tenía claro también que un día Lanna moriría ¿Qué más daba la hora? sería una pena que fuera joven, pero no soy de los que se ligan a alguien más allá de mi propia sangre, más allá del único que me ha importado toda la vida.
-Sí, tristísima también- dije de nuevo con sarcasmo como si no pudiera evitarlo -Y yo no dije que no confiara en nadie. Me parece que usted siempre deduce cosas de no sé donde. Debería escribir un libro, con tanta imaginación seguro le sale bien. Incluso quizás le compre alguno para cuando esté aburrido y necesite reírme- respondí enarcando la ceja y tratándola como a una niña que no entiende ni entenderá nada. No necesitaba decir que sí confiaba en alguien y que ese era mi hermano menor con el que había convivido tantos años, por no decir que todos. Yo tenía motivos de sobra para depositar mi confianza ciegamente en Akseli, pero ella parecía movida por una emoción que le restaba gracia a la astucia que creí tenía al principio.
-Espero que sean inteligentes y mantengan la inmortalidad tan lejos de usted como sea posible. Sin embargo es bueno que planee desaparecer en cierto tiempo si no lo hacen, aunque no entiendo la prisa por ir al infierno. Es absurdo- No la entendía, para nada. Era extraña por completo y parecía que en ocasiones valoraba su vida y en otras no ¿Qué pasaba por su mente? ¿Acaso no planeaba buscar la felicidad como hace todo el mundo aunque se trate siempre de la misma utopía? no era de mi incumbencia, la pregunta no iba a salir de mis labios. -No soy un buscador de la verdad, hago mis deducciones, creo en ellas y ya. No quiero confesiones de pecados, lo mío es buscar lo de siempre que, claro, no le compete a usted como para decirselo.- y en efecto así era. Yo buscaba sencillamente que no se metieran en mi vida, les permitía rozar lo necesario para saber que no debían acercarse más ni mucho menos esforzarse por caerme en gracia o entablar amistad. La gente me gustaba, pero lejos, o al menos la mayoría.
-Oh sí, pobre martir...- susurré recordando a Shakespeare, sobre todo esa frase que dice que la mujer es un manjar digno de dioses, cuando no lo cocina el diablo... y esta mujer ya estaba bastante sazonada. Casi sentí ganas de reír pero el sentimiento fue apenas una mueca en mis labios. Sus movimientos eran como los de un felino, se acercaba, se alejaba, casi mostraba los dientes cuando quería parecer peligrosa pero de nuevo cambiaba. Era compleja, a un punto molesto. -En el teatro hay un aviso para una obra de Shakespeare, creo que le quedaría bien todo ese drama que hace. No sólo sería buena escritora sino quizás buena actriz. Podría ir, tal vez le venga bien a su mente un poco de aire, de diversión- Me mofaba de ella con rostro trémulo aunque no lo planeara, me resultaba molesta y luego cómica y no sabía identificar si la del problema era ella o yo, o quizás ambos. Su cercanía no me generaba molestia, no tenía sed, no me sentía como un loco con ganas de hincarle el diente a cualquiera, sin embargo seguía notando como se esforzaba en provocarme, casi creía que lo que buscaba era que la mordiera o no sé qué. -Ya le habría quebrado el cuello de haber querido...- negué y caminé al sillón donde había estado sentado al principio y me acomodé con tranquilidad. Ella también caminó y sonrió triunfal. Yo la observé como si estuviera loca pero sin mediar palabra por aquello.
Mencionó mi nombre y si quería que me sorprendiera, se equivocaba; bien sabía yo que con quienes negociaba lo conocían y ella había sido enviada por aquellos. Conocía también el de mi hermano y eso no me sorprendió, sus papeles, su fotografía, todo había estado en sus manos y era evidente el paréntesco, pero ¿Lanna? Me sentí molesto por su atrevimiento pero me mantuve tal cuál como estaba, no pensaba demostrarle mi molestia y en el fondo sabía que ella sería quien perdería. -Está bien, le encantará mi hermano, él tal vez le de un pase preferencial al infierno que busca. Y, en cuanto a Lanna, espero que la encuentre si es que no la desaparezco primero- le sonreí, como si planeara ya matar a Lanna aunque no fuera del todo cierto. Ella buscaba jugar conmigo, pero no iba a ceder a sus caprichos ni a suplicar como una nena que no se acercara a ellos, mis únicos seres cercanos. Sabía bien que Akseli podía encargarse de ella con muchísima facilidad y tenía claro también que un día Lanna moriría ¿Qué más daba la hora? sería una pena que fuera joven, pero no soy de los que se ligan a alguien más allá de mi propia sangre, más allá del único que me ha importado toda la vida.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Se estaba cansando de aquel juego, no le gustaba a manera en la que aquel inmortal estaba tomando las cosas pues parecía haber descubierto que darle por su lado o decir algunas cosas ofensivas sobre determinados temas era lo que hacía que la germana se molestara y en algunos momentos pensó seriamente en irse del lugar ya que no tenia nada más que hacer y no estaba pasa soportar a aquel hombre, si es que podía llamarlo de aquella manera. Sin embargo cuando los deseos de irse de aquel sitio se volvían más intensos la curiosidad y la necesidad de descubrir un poco más sobre Jarko le mantenían en el sitio a pesar de todo lo que salía de la boca de aquel inmortal.
Si bien la mayoría de lo que decía le tenia sin cuidado, lo poco que decía y que le hacía rabiar no lo respondía porque sabía que terminaría por delatar sus debilidades mucho más ante aquel ser y contrario a lo que hubiesen hecho otros de contradecir a esas cosas, comenzó a encogerse de hombros y reír de lo que él le decía. Intentaba que aquellos gestos le parecieran al inmortal bastante confusos y peculiares como para desviar su atención de los temas que ella no estaba dispuesta a mencionar.
– Escribir obras, ser actriz e incluso inmortal… que más da… – le miro y sonrió – soy buena solo en lo que hago actualmente y me gusta así que aunque sus sugerencias son sumamente amables – hablaba con sarcasmo – no creo poder llevar a acabo esa clase de “trabajos” así que se los dejare a usted que al parecer dos de esas cosas le salen bastante bien – le guiño el ojo – ahora solo le falta escribir una historia de su trágica vida, porque seguramente ha sido trágica – se quedo pensativa unos instantes, o al menos fingió estarlo – Quizás la historia de su conversión sea una obra excelente para el Theatre Des Vampires – le sonrío burlona – y respecto a quebrarme el cuello de querer… anda que te reto a llevarlo vampiro, estaré esperando por ese momento si es que eres lo suficientemente hombre como para intentarlo – se burló aun más. Aquella seguridad tan característica de ella volvía a relucir en momentos como aquel, cuando precisamente pensaba ya abandonar el lugar, quizás para tentarle o para dejar aquello como una espina que se clava más y más profundo en la piel.
¿Qué pasaría cuando sus caminos se separaran? ¿Volvería a verle? Sonrío para si. Estaba segura de que si, porque si él no se encargaba de buscarle que seguramente no lo haría. Alessa no permitiría que se escapara tan sencillo; una vez que tenía el ojo sobre alguien entonces no le dejaba hasta que o supiera todo de ellos o hasta que les matara… ya vería cual era la resolución que surgía después con aquel inmortal.
Se río desde el lugar en el que se encontraba, ya algo retirada de Jarko.
– Bueno pues si me da ese pase al infierno ten por seguro que les estaré esperando allá y en aquel lugar no podrás escapar – no se tragaba la idea de que estuviera tan tranquilo respecto al par que mencionaba, pero fingía bastante bien, así que solo faltaba ver si era capaz de quebrarle tendría que buscar más opciones para fracturar aquella coraza que tenía el inmortal sobre él y su forma de ser – ¿Piensa matarla? – negó suavemente y después le miro – sabe tan bien como yo que de haber querido hacerlo, ella ya no estaría viva, la verdad es que le aprecia o algo parecido porque aún le mantiene viva… no parece de aquellos que no desaparezcan lo que les molesta inmediatamente que lo descubren – le sonrío – ¿Tan deliciosa es su sangre que le necesitas? – suspiro – en fin… quizás te mande un poco de su sangre en un frasco… o su cabeza… o algo – le miro – pero espere noticias de mi señor Nygard – y le lanzó una ultima mirada antes de hacer una elegante reverencia y dandole la espalda, encaminarse a un lugar lejos de él.
Si bien la mayoría de lo que decía le tenia sin cuidado, lo poco que decía y que le hacía rabiar no lo respondía porque sabía que terminaría por delatar sus debilidades mucho más ante aquel ser y contrario a lo que hubiesen hecho otros de contradecir a esas cosas, comenzó a encogerse de hombros y reír de lo que él le decía. Intentaba que aquellos gestos le parecieran al inmortal bastante confusos y peculiares como para desviar su atención de los temas que ella no estaba dispuesta a mencionar.
– Escribir obras, ser actriz e incluso inmortal… que más da… – le miro y sonrió – soy buena solo en lo que hago actualmente y me gusta así que aunque sus sugerencias son sumamente amables – hablaba con sarcasmo – no creo poder llevar a acabo esa clase de “trabajos” así que se los dejare a usted que al parecer dos de esas cosas le salen bastante bien – le guiño el ojo – ahora solo le falta escribir una historia de su trágica vida, porque seguramente ha sido trágica – se quedo pensativa unos instantes, o al menos fingió estarlo – Quizás la historia de su conversión sea una obra excelente para el Theatre Des Vampires – le sonrío burlona – y respecto a quebrarme el cuello de querer… anda que te reto a llevarlo vampiro, estaré esperando por ese momento si es que eres lo suficientemente hombre como para intentarlo – se burló aun más. Aquella seguridad tan característica de ella volvía a relucir en momentos como aquel, cuando precisamente pensaba ya abandonar el lugar, quizás para tentarle o para dejar aquello como una espina que se clava más y más profundo en la piel.
¿Qué pasaría cuando sus caminos se separaran? ¿Volvería a verle? Sonrío para si. Estaba segura de que si, porque si él no se encargaba de buscarle que seguramente no lo haría. Alessa no permitiría que se escapara tan sencillo; una vez que tenía el ojo sobre alguien entonces no le dejaba hasta que o supiera todo de ellos o hasta que les matara… ya vería cual era la resolución que surgía después con aquel inmortal.
Se río desde el lugar en el que se encontraba, ya algo retirada de Jarko.
– Bueno pues si me da ese pase al infierno ten por seguro que les estaré esperando allá y en aquel lugar no podrás escapar – no se tragaba la idea de que estuviera tan tranquilo respecto al par que mencionaba, pero fingía bastante bien, así que solo faltaba ver si era capaz de quebrarle tendría que buscar más opciones para fracturar aquella coraza que tenía el inmortal sobre él y su forma de ser – ¿Piensa matarla? – negó suavemente y después le miro – sabe tan bien como yo que de haber querido hacerlo, ella ya no estaría viva, la verdad es que le aprecia o algo parecido porque aún le mantiene viva… no parece de aquellos que no desaparezcan lo que les molesta inmediatamente que lo descubren – le sonrío – ¿Tan deliciosa es su sangre que le necesitas? – suspiro – en fin… quizás te mande un poco de su sangre en un frasco… o su cabeza… o algo – le miro – pero espere noticias de mi señor Nygard – y le lanzó una ultima mirada antes de hacer una elegante reverencia y dandole la espalda, encaminarse a un lugar lejos de él.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 20/03/2013
Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Su risa constante me causaba curiosidad y me hacía pensar que lo hacía a todo contrariamente, como si eso significara la pérdida de todo armamento y como si no quisiera admitir que acertaba en ciertas cosas que ella por supuesto no iba a reconocer.
-¿Cree que el ser buena como asesina le da también otras habilidades?- chasqueé los labios al compás de una negación -¿Siempre es tan orgullosa, Strauss?- había abandonado el sarcasmo y lanzaba mis ideas sin sonrisas ni tintas medias, ya no me interesaba, no cuando ella insistía en querer sacarme de mis casillas y hacer amenazas disimuladas con respecto a quienes yo tenía cerca. De haber sido un hombre lo habría matado hace mucho sin haberle dado tantas largas al asunto, aunque, creo que si hubiera negociado con un hombre nos hubieramos ahorrado toda la histeria y el veneno que lanzaba la muchachita como quien tiene la manía de escupir al tiempo que habla. -No voy a quejarme de mi vida, he tenido lo que se me ha dado la gana y he dejado ir lo que tenía que dejar así. Por lo que me dice deduzco que sólo ha conocido a vampiros quejicas o como siempre usted distorsiona absolutamente todo ¿No?- ¿Empezaba a perder mi rara sutileza? quizás, ya me sorprendía que me durara tanto. -Ser lo suficientemente hombre...- repetí sus palabras como si las meditara y quisiera encontrarles un significado más fuerte. -Vaya que es rara, Alessa Strauss. La hombría no se define por la cantidad de muertos que llevo encima- "Aunque se sorprendería si le dijera cuantos son" -Sin embargo no voy a contrariarla porque no tiene caso, usted tiene la mente cerrada y su muerte física ya no tiene sentido cuando ha perdido tantas otras cosas- lo cual era una pena. Ella me resultaba hermosa, su anatomía denotaba fuerza, firmeza, belleza. Sin embargo no encontré nada más que me hiciera desearla. Yo, soy de ese tipo de idiotas que efectivamente se derrite por las humanas, pero por esas que tienen todo lo que yo no tengo: vida, carisma, emociones fuertes pero delicadas... Tal vez si la hubiera conocido en otras circunstancias pensara diferente. Supongo que no la puedo juzgar porque es probable que se sienta amenazada y reaccione como toda la asesina que es. La muerte de seguro la ha hecho fría y en esa medida, es una humana con mera actitud de vampiro. Nada que deba tocar, nada que pueda dañar porque ya lo considero quebrado.
-Pues que así sea. Si nos vemos en mi infierno o en el suyo, tenga la plena seguridad que no planeo escapar. Finalmente el que está parado más cerca de la puerta no soy yo- sonreí. En efecto, yo estaba sentado, plácido hasta donde aquél sillón viejo me lo permitía. Y ella, estaba de pie, alejada de mí como quien tira la piedra, esconde la mano y se prepara para salir tan rápido como pueda. -No voy a decirle lo que hago con mi servidumbre ¿No que lo sabe todo?- la sonrisa permaneció en mi rostro con aquella respuesta que creí que le molestaría, era una especie de cucharada de su propia medicina o para este caso, argumentos. -No necesito mantenerla viva porque la aprecie. ¿Sabe lo difícil que es encontrar alguien eficiente por estas épocas? la mujersita es honesta y obsesiva con su trabajo ¿Qué más puedo pedir? me mantiene la casa en orden, la ropa limpia... y así- en parte era cierto, aunque la manera en la que hablé de ella sonaba tan superficial que no me gustó para nada. La verdad es que la mantenía viva porque merecía vivir y si en algo podíamos mejorarle sus años pasados, tanto Akseli como yo lo haríamos. Hay algunos que sufren cuando deberían reír y otros que ostentan riquezas cuando deberían mendigar. Pero así es la vida, cruel, injusta y todas esas otras cosas a las que ya me hice idea. -No se moleste. La sangre de muerto no me gusta y no pienso poner su cabeza en alguna pared ni nada de ese estilo tan burdo del que me habla. Bastante desagradable para una señorita, pero en fin, ya nada me sorprende. Tenga la bondad de darle sepultura si la asesina o enviarnos el paquete completo para hacerlo nosotros- le guiñé como si me diera igual. Era inútil su amenaza, en tantos años he querido a humanas que han muerto y yo mismo he enterrado. Las muertes de "cercanos" en 5000 años, son demasiadas como para no ver a la muerte como algo que siempre va a rodearme hasta que se le de la gana de darme el golpe certero a mí. -Como usted quiera...- le desvié la mirada para buscar un puro entre mis bolsillos y fumarlo mientras ella hacía lo que le viniera en gana.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 07/01/2013
Localización : Helsinki, Finland
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Re: De negocios y algo más (Alessa Straus)
Alessa siempre era orgullosa y le causo gracia que el vampiro apenas tratara de hacérselo notar cuando ella misma lo descubro muchos años atrás, apenas cuando estaba siendo entrenada para ser lo que ahora era. Y respecto a que tenía otras habilidades, pues más que tener otras sabía como llevar a cabo cosas que seguramente otras mujeres eran incapaces de lograr.
– Sí y sí – sonrió pues no existían razones para negar las cosas obvias con respecto a ella misma y su manera de ser, estaba contenta con eso y no veía el motivo por el cual ocultarlo frente aquel vampiro que le sacaba de quicio y deseaba hacer rabiar tanto como pudiera aunque pareciera que nada de lo que hacía era suficiente – las cosas son así y no tengo porque negarlas, además, me gusta mucho como soy ya que siempre me ha dado frutos.
Vampiros quejicaes, no es que aquello fuera verdad pero si encontró en sus andares uno que otro capaz de entrar en esa categoría.
– No sé que sea para usted ser quejica, así que no diré que si o que no ya que tenemos diferente perpectiva al respecto así que, mejor ahorremonos eso – se encogió de hombros restando importancia al asunto, mientras no se mencionara directamente Löwe no tenía motivos para ponerse en contra de aquel vampiro para quien estaba trabajando o lo estuvo ya que ahora solamente se estaba divirtiendo un poco – No cambio las cosas, solo las digo como yo las tomo. El hecho de que parezca que la manera en la que las tomo no le agradan no es mucho mi problema.
Cuando hablo de la muerte una enorme sonrisa se dibujo en los labios de la germana. Más de una ocasión llego a escuchar esa clase de cosas y de hecho, ella no se consideraba muerta sino más viva que cualquier otro, sobre todo que aquel inmortal que obviamente se encontraba más muerto que nada en el mundo.
– Esta muerte es mi forma de vivir y de hecho, me siento más viva que muchas otras personas, solo que mi manera de vivir es muy diferente a las de ellos. Sin embargo soy feliz y vivo bien, nada me falta – mucha de la manera de ser de Alessa estaba fundamentada en ver la muerte tan de cerca durante tanto tiempo, desde su más inocente infancia hasta aquellos momentos, para ella era simplemente normal el estar de esa manera, ser parte de aquel mundo que estaba más muerto que vivo, pero no le importaba pues de esa manera estaba bien.
– Estoy aquí porque creí que ya nos estábamos despidiendo señor Nygard, pero si tanto desea que me acerque a usted solo necesita decirlo – movió a un lado sus cabellos, sin apartar un segundo su mirada de aquel inmortal tan peculiar para ella.
Después de haber hablado de la servidumbre y de su hermano solo sonrió; dijo parte de lo que sabía pero como siempre, no todo, no quería agotar la información de ese vampiro o al menos, no en ese encuentro que planeaba verle en un futuro cercano.
– Se muchas cosas, pero no lo sé todo; aunque comprendo que no la mate si es que es tan eficiente – en eso decía la verdad pues ella misma debió buscar bastante para que toda su servidumbre se acostumbrara a su manera de ser y sobre todo al estilo de vida que llevaba – pero igual, tal vez vaya a visitarla – miro en otra dirección, restando importancia al hombre en aquel lugar. No hizo más que reír cuando podio que de matarla les enviara el paquete – lo siento, yo solo asesino no me doy el tiempo de enterrar a nadie después de todo quien les encuentre lo hará – suspiro pues había pasado más tiempo del esperando al lado de ese hombre y si bien lo recordaba aún tenia algunos otros asuntos de los cuales ocuparse – Bien señor Nygard, aunque me divierte bastante estar aquí con usted – le miro finalmente – creo que es hora de que me retire aunque espero tener la oportunidad de verle en otro momento, en otro lugar… – se giro para dar más pasos en dirección a la puerta aquella – por cierto, si en algún momento me necesita estoy segura que sabrá donde puede encontrarme o con quien mandarme llamar – hizo una ligera reverencia, mientras en su rostro se mostraba una sonrisa divertida – buena noche, nos veremos algún día – y sin más salió de ese lugar, dejando al vampiro en la soledad de la oscuridad mientras que ella avanzaba por aquella oscuridad dirigiendo sus pasos hacía la siguiente misión de esa noche pero teniendo presente que en algún momento, volvería a encontrarse con aquel vampiro.
– Sí y sí – sonrió pues no existían razones para negar las cosas obvias con respecto a ella misma y su manera de ser, estaba contenta con eso y no veía el motivo por el cual ocultarlo frente aquel vampiro que le sacaba de quicio y deseaba hacer rabiar tanto como pudiera aunque pareciera que nada de lo que hacía era suficiente – las cosas son así y no tengo porque negarlas, además, me gusta mucho como soy ya que siempre me ha dado frutos.
Vampiros quejicaes, no es que aquello fuera verdad pero si encontró en sus andares uno que otro capaz de entrar en esa categoría.
– No sé que sea para usted ser quejica, así que no diré que si o que no ya que tenemos diferente perpectiva al respecto así que, mejor ahorremonos eso – se encogió de hombros restando importancia al asunto, mientras no se mencionara directamente Löwe no tenía motivos para ponerse en contra de aquel vampiro para quien estaba trabajando o lo estuvo ya que ahora solamente se estaba divirtiendo un poco – No cambio las cosas, solo las digo como yo las tomo. El hecho de que parezca que la manera en la que las tomo no le agradan no es mucho mi problema.
Cuando hablo de la muerte una enorme sonrisa se dibujo en los labios de la germana. Más de una ocasión llego a escuchar esa clase de cosas y de hecho, ella no se consideraba muerta sino más viva que cualquier otro, sobre todo que aquel inmortal que obviamente se encontraba más muerto que nada en el mundo.
– Esta muerte es mi forma de vivir y de hecho, me siento más viva que muchas otras personas, solo que mi manera de vivir es muy diferente a las de ellos. Sin embargo soy feliz y vivo bien, nada me falta – mucha de la manera de ser de Alessa estaba fundamentada en ver la muerte tan de cerca durante tanto tiempo, desde su más inocente infancia hasta aquellos momentos, para ella era simplemente normal el estar de esa manera, ser parte de aquel mundo que estaba más muerto que vivo, pero no le importaba pues de esa manera estaba bien.
– Estoy aquí porque creí que ya nos estábamos despidiendo señor Nygard, pero si tanto desea que me acerque a usted solo necesita decirlo – movió a un lado sus cabellos, sin apartar un segundo su mirada de aquel inmortal tan peculiar para ella.
Después de haber hablado de la servidumbre y de su hermano solo sonrió; dijo parte de lo que sabía pero como siempre, no todo, no quería agotar la información de ese vampiro o al menos, no en ese encuentro que planeaba verle en un futuro cercano.
– Se muchas cosas, pero no lo sé todo; aunque comprendo que no la mate si es que es tan eficiente – en eso decía la verdad pues ella misma debió buscar bastante para que toda su servidumbre se acostumbrara a su manera de ser y sobre todo al estilo de vida que llevaba – pero igual, tal vez vaya a visitarla – miro en otra dirección, restando importancia al hombre en aquel lugar. No hizo más que reír cuando podio que de matarla les enviara el paquete – lo siento, yo solo asesino no me doy el tiempo de enterrar a nadie después de todo quien les encuentre lo hará – suspiro pues había pasado más tiempo del esperando al lado de ese hombre y si bien lo recordaba aún tenia algunos otros asuntos de los cuales ocuparse – Bien señor Nygard, aunque me divierte bastante estar aquí con usted – le miro finalmente – creo que es hora de que me retire aunque espero tener la oportunidad de verle en otro momento, en otro lugar… – se giro para dar más pasos en dirección a la puerta aquella – por cierto, si en algún momento me necesita estoy segura que sabrá donde puede encontrarme o con quien mandarme llamar – hizo una ligera reverencia, mientras en su rostro se mostraba una sonrisa divertida – buena noche, nos veremos algún día – y sin más salió de ese lugar, dejando al vampiro en la soledad de la oscuridad mientras que ella avanzaba por aquella oscuridad dirigiendo sus pasos hacía la siguiente misión de esa noche pero teniendo presente que en algún momento, volvería a encontrarse con aquel vampiro.
TERMINADO
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/03/2013
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