AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No soy como las demás… [Maurice Morgan]
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No soy como las demás… [Maurice Morgan]
¡Me he escapado de mis lecciones de nuevo! ¡Ya puedo imaginarme los sermones por parte de mi institutriz y las carcajadas de mi padrino en este momento! Río eufórica al pensarlo mientras sigo corriendo para empezar a adentrarme al bosque.
¿Cómo he llegado tan rápido desde la mansión, mi magnífico hogar, hasta aquí en tan solo unas horas? Ni idea, pero no me importa en lo más mínimo. Solo deseo sentir la hierba bajo mis pies y las melodías de los animales salvajes revoloteando en mi cabeza.
Pese a ser otoño, mi vestimenta es lo más primaveral posible. Un sencillo vestido blanco, nada muy extravagante, una vieja chaqueta de cuero marrón de mi tío y unas zapatillas tono nieve, semejantes a las utilizadas por las bailarinas de ballet. La única diferencia es que estas no poseen lazos ni son para bailar.
Mi cabello se encuentra suelto, donde se mecen mis sutiles ondas a causa del viento otoñal, y no llevo ningún tipo de maquillaje en el rostro. Amo lucir mi semblante natural, sin refinados vestidos ni sofisticados accesorios. Lo único que podría identificarme como alguien de alta casta son la cadena y el dije de oro que adornan mi cuello; siempre serán mi más preciada posesión, jamás los he retirado desde que se me fueron obsequiados.
Si eliminamos ese minúsculo detalle alrededor de mi garganta, pasaría desapercibida como otra chica más de una clase social de menor rango.
Al llegar al límite que da inicio al bosque, me detengo y una sincera sonrisa de dicha se dibuja en mi rostro. He llegado a mi objetivo. Me quito las zapatillas a pesar de lo helado de la estación y reanudo mi carrera, adentrándome a las profundidades de esas zonas boscosas que tanto amo explorar.
No me interesa estar descalzas, eso es lo que más adoro. Sentir la tierra fresca y húmeda, el crujir de las hojas resecas, la escasas plantas y hierbas verdes que tratan de sobrevivir en esta época... Impagable, así de simple. Corro entre medio de los árboles; salto longevos troncos caídos; escalo inmensas rocas; descubro nuevas cuevas, madrigueras, nidos… Ya no recuerdo la infinidad de cosas que he hecho en el bosque a lo largo de los años.
Me subo a la más imponente roca que hallo, extiendo los brazos hacia el cielo y grito con toda la potencia que me permiten la voz y mis pulmones: – ¡SOY LIBRE! – Así me he sentido toda mi vida. Nunca con alguna atadura que me controlara, soy un alma tan distinta a esta época. Poco convencional, de mente abierta, sin pudor ni prejuicios. Rompo todos los cánones y protocolos establecidos, me encanta.
Me adentro hacia lo más profundo del bosque. Río y sonrío en mi infinita soledad. Solo somos la naturaleza y yo, eso me hace enormemente feliz. Giro, bailo y canto para mí y las zonas boscosas en todo el trayecto. Solo me importa deleitarlas a ellas en este instante, a nadie más.
Llego a la majestuosa cascada que tanto conozco, la cual se irgue con su belleza única frente a mí, y no lo pienso 2 veces. Me quito la chaqueta, dejo las zapatillas sobre esta, me subo a la piedra más alta que encuentro y me zambullo en las congeladas aguas. Río y nado tal cual sirena; estoy aproximadamente 2 horas ahí.
Salgo con mi vestido estilando, aunque eso no me preocupa. Agarro la chaqueta y las zapatillas con mi brazo derecho y comienzo a correr nuevamente. Tengo otra parada planeada antes de regresar a casa, mi favorita.
Soy muy ágil y veloz en el bosque, a pesar de que el vestido que llevo puesto es largo y se encuentra mojado por completo. Se ha ensuciado un poco en los bordes inferiores, pero eso es lo que menos me interesa.
¿Te sorprende que no le tome casi ningún peso a las cosas que suceden entorno a mí? Bueno, así es mi personalidad. No soy como las demás chicas de mi clase o de esta época. Creo que nací en la equivocaba, aunque no me arrepiento de aquello. Me fascina hacer mil pedazos las reglas y normas convencionales de la sociedad.
Empiezo a subir una empinada colina con destreza y contemplo la panorámica al alcanzar la cima. Es una hermosa pradera silvestre floreada, rodeada de árboles en su contorno, todavía verde y con algunas flores para esa estación del año, lo cual me deslumbra un poco.
Ruedo por la hierba hasta quedar acostada boca arriba en el centro de esta, observando los matices del atardecer. Me siento con lentitud para contemplarlo mejor mientras juego con un diente de león, soplándolo y mirando cómo el viento se lleva parte de él. En un momento, cierro mis ojos y percibo mejor lo que sucede gracias a mis sentidos aumentados.
El viento mover incesantemente mi cabello, los sonidos de los gorriones canturreando en las copas de los árboles, el aroma a naturaleza embriagándome los pulmones. Maravilloso, así de sencillo.
Pese al frío que siento en mi cuerpo, no me coloco la chaqueta ni las zapatillas; los dejo a mi lado izquierdo. Me vuelvo a recostar con los ojos cerrados y los brazos hacia los costados sobre el césped, dejando que la paz; tranquilidad; calma y armonía del ambiente me invadan por completo, desconectándome de todo lo que acontece a mi alrededor.
Última edición por Katrina Underwood el Lun Jul 01, 2013 9:40 pm, editado 4 veces
Katrina Underwood- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/06/2013
Re: No soy como las demás… [Maurice Morgan]
Siempre que salía de la casa de mi amo iba un poco más lejos, al inicio fueron sólo los jardines que rodeaban la mansión, luego me colaba en mi forma felina en las casas vecinas y más tarde me aventure a la ciudad, ahora había llegado hasta los bosques en las afueras mismas de Paris ya que los compromisos de mi señor lo mantenían lejos del hogar haciendo que me sintiera claustrofóbico si permanecía esperando su retorno con paciencia dentro de la mansión.
Me estire antes de dejarme caer de espaldas sobre la alta hierba, cerrando los ojos para disfrutar de la caricia del sol. Allí el aire era muy distinto, no estaba saturado por las cloacas, el humo de las chimeneas, los vapores del cementerio o el aroma pútrido de las mercaderías que eran desechadas en plena calle en el mercado. Todo era demasiado tranquilo, algo que apreciaba en este momento pero que me causaría tedio a la larga, era un gato de ciudad, acostumbrado al ruido incesante del trajinar humano, quizás en algunas décadas, cuando fuese un anciano me retiraría a vivir aisladamente en el bosque, pero por ahora era sólo un respiro de la rutina, otra forma de desafiar los limites que mi condición imponía.
Pero por mucho que me alejara, sin importar a donde fuera o quien conociera, al final del día siempre extrañaba la caricia de mi dueño en mi pelaje, dormir en sus muslos mientras el se concentraba en alguna lectura. Extrañaba incluso la manera burlona en que sonreía cuando sabía que me hacia enfadar.
Sacudí mi cabeza tratando de desechar esos pensamientos, tenía que aprovechar esos instantes de libertad en lugar de agobiarme añorando la rutina. Me desprendí de mi forma humana, dejando junto a mis prendas abandonadas los pensamientos referentes a mi hogar, y deje que el gato tomase control de mi.
Casi enseguida todo lo demás se me olvido y me entretenía acechando entre la hierba, cazando grillos y mariposas que ocasionalmente lograba atrapar para tragármelas casi enteras. Fui así dando saltos de aquí para allá, hasta que aterrice en algo más blando y húmedo que resulto ser el estomago de alguien, casi enseguida di un salto a un lado, pero al ver que se trataba de una mujer no vi necesidad de huir. Me agradaban las mujeres, por lo general me llenaban de mimos y caricias, cosa que me hacia feliz… por un rato.
Me estire antes de dejarme caer de espaldas sobre la alta hierba, cerrando los ojos para disfrutar de la caricia del sol. Allí el aire era muy distinto, no estaba saturado por las cloacas, el humo de las chimeneas, los vapores del cementerio o el aroma pútrido de las mercaderías que eran desechadas en plena calle en el mercado. Todo era demasiado tranquilo, algo que apreciaba en este momento pero que me causaría tedio a la larga, era un gato de ciudad, acostumbrado al ruido incesante del trajinar humano, quizás en algunas décadas, cuando fuese un anciano me retiraría a vivir aisladamente en el bosque, pero por ahora era sólo un respiro de la rutina, otra forma de desafiar los limites que mi condición imponía.
Pero por mucho que me alejara, sin importar a donde fuera o quien conociera, al final del día siempre extrañaba la caricia de mi dueño en mi pelaje, dormir en sus muslos mientras el se concentraba en alguna lectura. Extrañaba incluso la manera burlona en que sonreía cuando sabía que me hacia enfadar.
Sacudí mi cabeza tratando de desechar esos pensamientos, tenía que aprovechar esos instantes de libertad en lugar de agobiarme añorando la rutina. Me desprendí de mi forma humana, dejando junto a mis prendas abandonadas los pensamientos referentes a mi hogar, y deje que el gato tomase control de mi.
Casi enseguida todo lo demás se me olvido y me entretenía acechando entre la hierba, cazando grillos y mariposas que ocasionalmente lograba atrapar para tragármelas casi enteras. Fui así dando saltos de aquí para allá, hasta que aterrice en algo más blando y húmedo que resulto ser el estomago de alguien, casi enseguida di un salto a un lado, pero al ver que se trataba de una mujer no vi necesidad de huir. Me agradaban las mujeres, por lo general me llenaban de mimos y caricias, cosa que me hacia feliz… por un rato.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: No soy como las demás… [Maurice Morgan]
Siento un ligero peso sobre mi estómago durante algunos segundos, por lo que abro mis orbes con lentitud, percatándome de que me he quedado dormida en aquella posición.
¿Cuánto tiempo ha pasado ya? No debe haber sido demasiado, puesto que aún percibo las distintas tonalidades del atardecer en el cielo a pesar de que el sol se ha ocultado en el horizonte.
Me incorporo con pereza, estirando los brazos hacia los costados y bostezando de manera holgazana. Ya sentada, examino a mi alrededor serenamente y noto que alguien me observa desde mi lado derecho.
Volteo hacia esa dirección y descubro a un lindo minino anaranjado con unos penetrantes e intensos ojos verde esmeralda. No, él no es un gatito común y corriente; me di cuenta de inmediato. Sé cuál es su verdadera naturaleza, soy capaz de percibir su aura sin problemas, pero prefiero ignorarlo y continuar como si nada hubiera cambiado entre este desconocido cambiaformas y yo.
– Hola, pequeño – Le digo con una gentil sonrisa reflejada en mi rostro. – ¿Vienes a hacerme un poco de compañía? – Pregunto dulcemente. Sin pedirle permiso ni proporcionarle tiempo suficiente para reaccionar, lo tomo con delicadeza entre mis brazos y lo acurruco en mi regazo, acariciándolo con ambas manos desde su cabeza hasta el final de su lomo.
Me detengo durante unos minutos mientras confecciono una modesta corona de blancas margaritas y la poso sobre la cabeza de mi acompañante. Luego de aquello, continuo mimándolo entre suaves y tersos roces.
– ¿Te había dicho en algún momento que eres el minino más tierno y precioso que he visto en mucho tiempo? – Le pregunto amable. Sonrío y río suavemente, tratando de no espantarlo y brindarle seguridad; confianza de que no voy a hacerle daño.
Sin embargo, en un instante, un repentino impulso se apodera de mí y mi razón no puede contener las palabras que se emiten por mis labios. – Si ya eres toda una delicia en esta apariencia, supongo que en tu aspecto humano debes ser todavía más apuesto, ¿o acaso me equivoco? – Susurro afectuosa, no siendo realmente consciente de lo que he mencionado o si él ha sido capaz de comprenderme.
Katrina Underwood- Cambiante Clase Alta
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Re: No soy como las demás… [Maurice Morgan]
Una buena dosis de caricias era exactamente lo que necesitaba, sus cumplidos tampoco fueron mal recibidos, pero sus últimas palabras eran demasiado tentadoras para ignorarlas. Ya me había percatado también de que ella era como yo, una cambiaformas, tanto por su aura como por el aroma que desprendía, lo cual significaba que no tenía razones para ocultar mi verdadera identidad, aun así lo más prudente seguía siendo seguir mi camino, lo cual debería pero no podía hacer, me sentía desafiado por sus palabras.
Cambie nuevamente, esta vez a mi apariencia humana atrapándola bajo el peso de mi cuerpo desnudo. Mis ojos de gato brillaron mientras se enfocaban en su rostro enmarcado por sus cabellos rubios y la hierba, aunque era más delgado que la mayoría de los muchachos seguía siendo de mayor complexión que aquella delicada joven.
- Entonces… Te parezco apuesto? – le interrogue inclinándome hacia ella como si fuese a besarla pero desviando mi boca en el ultimo momento para mordisquearle la barbilla – hueles como algo que podría comer - estaba siendo un completo desgraciado, lo sabía, seguramente ella estaría aterrorizada ahora, a mitad de la nada con un desconocido completamente desnudo sobre ella, sin embargo no podía evitar disfrutar de la expectativa de darle un susto, sólo una travesura inofensiva que por pudor ella jamás contaría y yo por conservar mis pelotas solo saborearía secretamente en mis pensamientos – cuando te veo me siento como un lobo malo – dije presionando mis caderas contra ella – no esta un poco lejos la casa de la abuelita?
Cambie nuevamente, esta vez a mi apariencia humana atrapándola bajo el peso de mi cuerpo desnudo. Mis ojos de gato brillaron mientras se enfocaban en su rostro enmarcado por sus cabellos rubios y la hierba, aunque era más delgado que la mayoría de los muchachos seguía siendo de mayor complexión que aquella delicada joven.
- Entonces… Te parezco apuesto? – le interrogue inclinándome hacia ella como si fuese a besarla pero desviando mi boca en el ultimo momento para mordisquearle la barbilla – hueles como algo que podría comer - estaba siendo un completo desgraciado, lo sabía, seguramente ella estaría aterrorizada ahora, a mitad de la nada con un desconocido completamente desnudo sobre ella, sin embargo no podía evitar disfrutar de la expectativa de darle un susto, sólo una travesura inofensiva que por pudor ella jamás contaría y yo por conservar mis pelotas solo saborearía secretamente en mis pensamientos – cuando te veo me siento como un lobo malo – dije presionando mis caderas contra ella – no esta un poco lejos la casa de la abuelita?
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: No soy como las demás… [Maurice Morgan]
Me percato por un minuto, resultando en una reacción algo tardía de mi parte, que mi acompañante se ha transformado y ha apresado mi cuerpo contra el suyo, tumbándome dócilmente sobre la hierba. Siento cierta impresión debido a lo sucedido hace unos instantes, pero no emito ningún sonido el cual manifieste sorpresa. Solo reflejo aquella admiración, ese asombro a través de mis pardos orbes durante algunos segundos.
– Por supuesto, jamás se debe negar la belleza ajena si somos capaces de presenciarla en toda su plenitud y esplendor. – Respondo con sinceridad, observando esos sublimes y profundos ojos verde esmeralda que posee. Percibo sus sutiles coqueteos mientras esbozo una pequeña sonrisa en el rostro. Es divertido contemplar cómo intenta provocarme con sus acciones, tratando inútilmente de intimidarme. Pero se equivoca.
– Tal vez sea la esencia del perfume... Aquel aroma a fresas, menta y chocolate oscuro que rocié por mi cuerpo antes de salir de mi hogar esta mañana. – Contesto respecto a su atrevido comentario, ronroneando tiernamente las palabras.
Su plan no está funcionando, no me ha provocado nada. Ni miedo ni vergüenza en lo absoluto. Entonces, noto el choque de sus caderas contra las mías y el tentador mensaje que ha emitido a través de sus carnosos labios. Trata de incitarme, sin embargo, ha fallado de nuevo.
Me acerco a su oído con lentitud y le susurro sensualmente. – Lástima que tus insinuaciones no me estimulan en lo más mínimo… Ni siquiera me excitan. – Guardo silencio unos segundos y continúo. – Eres muy guapo. De eso no cabe duda, debo admitirlo… No obstante, te confesaré mi secreto: Me gustan las chicas, lamento desilusionarte.
Me separo de él, empujando suavemente su pecho hacia atrás, y me incorporo erguida otra vez. Agarro la chaqueta de mi tío que se halla a mi costado y se la coloco sobre los hombros. – Ten, cúbrete con ella. No queremos que nadie te encuentre en estas condiciones, ¿no es así? – Comento con una dulce expresión en el rostro, percatándome que la prenda le llega casi a la mitad del muslo.
Hago una diminuta pausa y prosigo. – De verdad ha sido una experiencia… interesante, quizás se la relate a mi padrino cuando regrese a la mansión. – Río en voz baja, dibujando una inocente sonrisa.
– Katrina Underwood, un verdadero placer conocerte. – Me presento educadamente mientras extiendo mi mano hacia él con gentileza, esperando que la estreche y me salude.
– Por supuesto, jamás se debe negar la belleza ajena si somos capaces de presenciarla en toda su plenitud y esplendor. – Respondo con sinceridad, observando esos sublimes y profundos ojos verde esmeralda que posee. Percibo sus sutiles coqueteos mientras esbozo una pequeña sonrisa en el rostro. Es divertido contemplar cómo intenta provocarme con sus acciones, tratando inútilmente de intimidarme. Pero se equivoca.
– Tal vez sea la esencia del perfume... Aquel aroma a fresas, menta y chocolate oscuro que rocié por mi cuerpo antes de salir de mi hogar esta mañana. – Contesto respecto a su atrevido comentario, ronroneando tiernamente las palabras.
Su plan no está funcionando, no me ha provocado nada. Ni miedo ni vergüenza en lo absoluto. Entonces, noto el choque de sus caderas contra las mías y el tentador mensaje que ha emitido a través de sus carnosos labios. Trata de incitarme, sin embargo, ha fallado de nuevo.
Me acerco a su oído con lentitud y le susurro sensualmente. – Lástima que tus insinuaciones no me estimulan en lo más mínimo… Ni siquiera me excitan. – Guardo silencio unos segundos y continúo. – Eres muy guapo. De eso no cabe duda, debo admitirlo… No obstante, te confesaré mi secreto: Me gustan las chicas, lamento desilusionarte.
Me separo de él, empujando suavemente su pecho hacia atrás, y me incorporo erguida otra vez. Agarro la chaqueta de mi tío que se halla a mi costado y se la coloco sobre los hombros. – Ten, cúbrete con ella. No queremos que nadie te encuentre en estas condiciones, ¿no es así? – Comento con una dulce expresión en el rostro, percatándome que la prenda le llega casi a la mitad del muslo.
Hago una diminuta pausa y prosigo. – De verdad ha sido una experiencia… interesante, quizás se la relate a mi padrino cuando regrese a la mansión. – Río en voz baja, dibujando una inocente sonrisa.
– Katrina Underwood, un verdadero placer conocerte. – Me presento educadamente mientras extiendo mi mano hacia él con gentileza, esperando que la estreche y me salude.
Última edición por Katrina Underwood el Lun Jul 01, 2013 6:11 pm, editado 1 vez
Katrina Underwood- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/06/2013
Re: No soy como las demás… [Maurice Morgan]
- Maurice Morgan – me presento también – confieso que también me gustan las chicas, entre otras cosas – tomando su delicada mano pero para besar sus nudillos en lugar de estrecharla – tenemos bastante en común – dije moviendo mis cejas de arriba abajo juguetonamente.
Finalmente libero su mano y me acomodo mejor la chaqueta cerrándola para no dejar más mi cuerpo expuesto a sus ojos.
- Gracias por la chaqueta aunque no era necesaria, mi ropa esta por allí – señalo hacia la dirección de la que había venido, pero sólo se alcanza a ver un extenso tramo de hierba alta – en alguna parte – encontrarla me tomaría algún tiempo, sin embargo no podía regresar desnudo a la ciudad e incluso si aquella joven me cedía el abrigo de su tío acabaría en alguna mazmorra por comportamiento impúdico si me paseaba así por ahí – la encontrare – agregue despreocupadamente, no era como si alguien fuese a robarla, sólo se trataba de una simple camisa y unos pantalones ceñidos, lo único que quizás valía la pena robarme eran las botas, mismas que a pesar de que estaban relucientes cuando deje la casa de mi amo ahora se encontraban encharcadas y cubiertas de lodo.
Regreso mi mirada sobre ella, me agrada, aunque es un poco más sincera de lo que estoy acostumbrado e igualmente parece carecer de cualquier pudor propio de una “señorita” me recuerda incluso un poco a Anette, sólo un poco, nadie puede ser tan salvaje como ella pues Anette era una cambiaforma que eligió vivir según su animal interior, abandonando todo rastro de civilización, algo que admiraba.
- Te ofrecería acompañarte hasta tu hogar ahora que la noche empieza a caer pero no pareces el tipo de chica que necesita la compañía de nadie para sentirse segura, asique en cambio te preguntare si no te molestaría ayudarme a encontrar mi ropa, no debe estar muy lejos y quizás podamos charlar mientras, siento curiosidad por saber que clase de mujer no le teme a un hombre desnudo, podría ser un pervertido ¿sabes? Incluso un asesino.
Finalmente libero su mano y me acomodo mejor la chaqueta cerrándola para no dejar más mi cuerpo expuesto a sus ojos.
- Gracias por la chaqueta aunque no era necesaria, mi ropa esta por allí – señalo hacia la dirección de la que había venido, pero sólo se alcanza a ver un extenso tramo de hierba alta – en alguna parte – encontrarla me tomaría algún tiempo, sin embargo no podía regresar desnudo a la ciudad e incluso si aquella joven me cedía el abrigo de su tío acabaría en alguna mazmorra por comportamiento impúdico si me paseaba así por ahí – la encontrare – agregue despreocupadamente, no era como si alguien fuese a robarla, sólo se trataba de una simple camisa y unos pantalones ceñidos, lo único que quizás valía la pena robarme eran las botas, mismas que a pesar de que estaban relucientes cuando deje la casa de mi amo ahora se encontraban encharcadas y cubiertas de lodo.
Regreso mi mirada sobre ella, me agrada, aunque es un poco más sincera de lo que estoy acostumbrado e igualmente parece carecer de cualquier pudor propio de una “señorita” me recuerda incluso un poco a Anette, sólo un poco, nadie puede ser tan salvaje como ella pues Anette era una cambiaforma que eligió vivir según su animal interior, abandonando todo rastro de civilización, algo que admiraba.
- Te ofrecería acompañarte hasta tu hogar ahora que la noche empieza a caer pero no pareces el tipo de chica que necesita la compañía de nadie para sentirse segura, asique en cambio te preguntare si no te molestaría ayudarme a encontrar mi ropa, no debe estar muy lejos y quizás podamos charlar mientras, siento curiosidad por saber que clase de mujer no le teme a un hombre desnudo, podría ser un pervertido ¿sabes? Incluso un asesino.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/04/2013
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Re: No soy como las demás… [Maurice Morgan]
– ¡Jajaja! – Río ingenuamente respecto a su comentario y sus gestos. Además de eso, mis mejillas se sonrojan suavemente y esbozo una tímida sonrisa al sentir sus labios besar mi mano.
Observo pacientemente cómo se acomoda la chaqueta de mi padrino y una compresiva sonrisa se plasma en mi rostro. – Descuida, no es ningún problema. Puedes utilizarla el tiempo que necesites. – Le respondo con cortesía. Entonces, dirijo mi mirada hacia la dirección que me indica cuando menciona la posible ubicación de su ropa.
Río en voz baja al percatarme de su actitud despreocupada ante la situación, me agrada su personalidad atrevida y juguetona. Tal vez… podríamos llegar a ser amigos con el tiempo.
Sus orbes esmeralda regresan hacia mí y me limito a regalarle una de mis más sinceras e inocentes sonrisas, sin saber qué estará pensado exactamente en esos momentos; solo deseo ser amable con él.
Luego, sacudo la tierra y algunos trozos de hierba que se me han adherido a los pies, me calzo las zapatillas blancas y me levanto grácilmente.
– Puedes acompañarme de vuelta a casa si tú quieres. Aunque, tienes razón. Soy bastante independiente y capaz de defenderme sola a la perfección, eso no es un inconveniente si te refieres a mi seguridad. – Contesto con honestidad.
– ¡Por supuesto! – Exclamo risueña; prosigo. – No es ninguna molestia ayudarte. – Respondo con una de mis típicas y dulces sonrisas. Empiezo a caminar a través de la pradera en busca de la ropa de mi acompañante hasta que su último comentario hace que me detenga, asombrándome de cierto modo.
Pienso durante unos minutos, me volteo hacia él y una nostálgica sonrisa se dibuja en mi rostro. – Una mujer que jamás juzga un libro por su portada. Mi madre me enseñó eso cuando era niña... – Guardo silencio, su fugaz recuerdo me provoca una extraña presión y sensación en el pecho, semejante a una punzada de angustia. Sin embargo, prefiero ignorarlo. Respiro profundo y continúo.
– Nunca he juzgado a los demás por su apariencia, sino por sus sentimientos. – Coloco ambas manos sobre mi pecho. – Por lo que existe dentro de su corazón… Sé que es un acto muy inconsciente e irresponsable por mi parte, pero mi instinto no me ha fallado hasta ahora.
Contemplo de nuevo sus intensos ojos verde esmeralda y le sonrío afable. – Me inspiraste confianza desde el primer instante en que percibí tu aura, sabía que no ibas a dañarme. Por eso no pretendí protegerme de ti desde un comienzo, presentí que no intentarías lastimarme. Si fuera lo contrario, no hubiese dudado en atacarte si hallaba la oportunidad.
Hago una breve pausa, dudando un poco de la situación en la cual me encuentro inmersa. – Pero esta no es la ocasión, ¿cierto? – Pregunto mientras que un pequeño y repentino recelo se apodera de mi interior.
Katrina Underwood- Cambiante Clase Alta
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Re: No soy como las demás… [Maurice Morgan]
Me reí cuando escuche el titubeo en su voz, resultaba un poco tarde para preocuparse, luego de que incluso tuviese la amabilidad de prestarme aquel abrigo.
- ¿Si fuese un psicópata asesino crees que te lo dirigía?… igual soy un gato que es algo parecido – dije para dejarle con la duda, pero no estaba muy lejos de la verdad, como gato me gustaba cazar cualquier cosa que se moviera incluso si no iba a comérmelo y esas costumbres se extendían a mi parte humana, sólo que mis presas eran mucho más grandes y la caza era el coqueteo, sin embargo más allá de la conquista no tenía por costumbres el meterles en mi lecho, no desde que mi amo me había aceptado en el suyo al menos.
Me gustaba la atención por supuesto, sentirme deseado, admirado, envidiado, despertar la pasión así como el odio para conseguir siempre ser el centro de todas las atenciones, porque a veces, cuando no había nadie alrededor me sentía pequeño e insignificante, me percataba de que si un día desaparecía al poco tiempo seria completamente olvidado, un chico sin familia, sin amigos, el único que quizás notaria mi ausencia sería mi amo, pero incluso él al final me olvidaría o me reemplazaría por alguien que causase menos destrozos en su hogar.
- Pero si estas aquí es que eres perfectamente capaz de defenderte, ¿no dijiste eso? – seguí parloteando distraídamente mientras apartaba la hierba y rastreaba el terreno con mi ojo superior, notando incluso los pequeños insectos deslizándose entre las raíces, pero de momento ningún rastro de mi ropa – ¿Exactamente que harías si yo te atacara? ¿Vas a rasguñarme la cara? Eso sería desagradable, pero sano rápido, imagino que lo sabes, la mayoría de nosotros lo hace ¿o tienes un arma oculta bajo ese vestido tuyo? Lo más efectivo sería una pistola, disparar directamente a mi rubia cabeza – sonreí de forma amplia con sólo imaginarlo – seria un completo desastre sin duda, tu vestido acabaría repleto de motitas rojas, pero nunca he sanado de una herida similar, es probable que no sea posible – me detuve enderezándome y fijando mis brillantes ojos en ella sabiendo lo extraños que lucirían en la obscuridad - pero no va a ser necesario que riegues mi sesos por todo el lugar, no tengo intención de asesinar a nadie esta noche – ni ninguna noche, no tenía la sed de sangre necesaria para que me resultase placentero abrirles las entrañas a una persona, no sería capaz de matar a nadie a menos que fuese en legítima defensa, e incluso en caso de peligro siempre me decantaría primero por huir que por un enfrentamiento. [/color]
- ¿Si fuese un psicópata asesino crees que te lo dirigía?… igual soy un gato que es algo parecido – dije para dejarle con la duda, pero no estaba muy lejos de la verdad, como gato me gustaba cazar cualquier cosa que se moviera incluso si no iba a comérmelo y esas costumbres se extendían a mi parte humana, sólo que mis presas eran mucho más grandes y la caza era el coqueteo, sin embargo más allá de la conquista no tenía por costumbres el meterles en mi lecho, no desde que mi amo me había aceptado en el suyo al menos.
Me gustaba la atención por supuesto, sentirme deseado, admirado, envidiado, despertar la pasión así como el odio para conseguir siempre ser el centro de todas las atenciones, porque a veces, cuando no había nadie alrededor me sentía pequeño e insignificante, me percataba de que si un día desaparecía al poco tiempo seria completamente olvidado, un chico sin familia, sin amigos, el único que quizás notaria mi ausencia sería mi amo, pero incluso él al final me olvidaría o me reemplazaría por alguien que causase menos destrozos en su hogar.
- Pero si estas aquí es que eres perfectamente capaz de defenderte, ¿no dijiste eso? – seguí parloteando distraídamente mientras apartaba la hierba y rastreaba el terreno con mi ojo superior, notando incluso los pequeños insectos deslizándose entre las raíces, pero de momento ningún rastro de mi ropa – ¿Exactamente que harías si yo te atacara? ¿Vas a rasguñarme la cara? Eso sería desagradable, pero sano rápido, imagino que lo sabes, la mayoría de nosotros lo hace ¿o tienes un arma oculta bajo ese vestido tuyo? Lo más efectivo sería una pistola, disparar directamente a mi rubia cabeza – sonreí de forma amplia con sólo imaginarlo – seria un completo desastre sin duda, tu vestido acabaría repleto de motitas rojas, pero nunca he sanado de una herida similar, es probable que no sea posible – me detuve enderezándome y fijando mis brillantes ojos en ella sabiendo lo extraños que lucirían en la obscuridad - pero no va a ser necesario que riegues mi sesos por todo el lugar, no tengo intención de asesinar a nadie esta noche – ni ninguna noche, no tenía la sed de sangre necesaria para que me resultase placentero abrirles las entrañas a una persona, no sería capaz de matar a nadie a menos que fuese en legítima defensa, e incluso en caso de peligro siempre me decantaría primero por huir que por un enfrentamiento. [/color]
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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