Escritor subversivo (Selene Ladomie)

por **Edward Rochester** Dom Jun 23, 2013 9:30 am

Desde que salí de la cárcel no me he vuelto a meter en problemas. En primer lugar no quiero meter en problemas a mi primo y a su esposa. Me dedico solamente a escribir mis novelas policiacas. Con esto es que me gano el dinero y la verdad tengo montones de fans. Digo, no soy yo el que tiene fans si no don McMullan. He decidido firmar bajo anonimato. Publicando con mi verdadero nombre sería un completo suicidio. En el país de ahora y con la gobernación que hay no me atrevo a hacerlo y no es por ser un cobarde, pero es mejor mantenerme al margen con el Partido.

Caminando por los callejones a mitad de la noche no fue prudente, pero tengo que llegar a la pensión en donde me estoy hospedando. Mi prima Cristina me ha ofrecido su casa, pero tampoco puedo abusar de ella además desconozco si a mi primo le moleste que me quede en su casa. Y hablando de mi prima, hay algo que no alcanzo a comprender. Me pasa algo cuando estoy cerca de ella. Es imposible que me enamore de ella. Desconozco lo que es el amor. No puedo hacerle algo así a mi primo.

No me doy cuenta de que hay una sombra que me sigue. De hecho me están siguiendo desde hace días, pero he ignorado este detalle. Tengo que estar más alerta a estas cosas. Un hombre un poco mayor que yo se detiene enfrente de mí. Saca su insignia de policía. Me detengo en seco sosteniendo mi servilleta. Lo miro de frente escuchando sus palabras.

Hombre: ¡Vaya, vaya, pero miren a quien tenemos aquí! El mismo señor Rochester. Un mismo subversivo en persona. ¿O prefiere que le diga don McMullan?

No entiendo cómo es que este hombre sabe de don McMullan. De hecho no me extraña que sepa de él, sino que sepa que don McMullan soy yo. Lo mejor es hacer que no sé de lo que me está hablando. Ademas tampoco estoy haciendo nada malo, sino que solamente me gano la vida escribiendo. —No entiendo lo que me está diciendo. Yo solamente me estoy ganando la vida de manera honrada.— Parece que esto ha alterado demasiado al representante de la brigada.

Hombre: ¿Ganarte la vida de manera honrada? —Suelta una carcajada— Unos malditos subversivos como tú jamás se ganaran la vida de manera honesta. Solo son unos imbéciles que salen de la cárcel y a la menor oportunidad hacen algo en contra del Estado. Te estaré checando, plumilla. Mira que al Estado y a nuestro Franco no le gusta mucho lo que tú escribes. Ya sabes… se puede leer entre líneas.

Escucho con detenimiento lo que este hombre me dice. Es mejor que no le responda porque quien sabe cómo pueda llegar a reaccionar. Solamente escribo novelas policiacas, lo que al público le guste. No veo nada subversivo en ellas. Seguramente debe ser un invento de este hombre para hacerme intimidar o también puede que sea verdad y lo han mandado a darme un susto. —Lamento si piensa estas cosas, pero solamente escribo novelas policiacas. Lo que a mi público le guste.— La réplica del hombre no tardó en llegar.

Hombre: La gente de hoy en día es muy estúpida. Le gusta cualquier baratija. Ya no hay historias buenas. Todas las plumillas se encargan de escribir mierdas. Así… como tú

Normalmente tenía que reaccionar, pero considero prudente quedarme callado. El hombre sigue delante de mí amenazándome. Hay algo raro en él. No sé si realmente actúa bajo el amparo de la ley o que está cometiendo un abuso en mi contra. Tampoco puedo meter a mi primo y a su esposa en esto. Es mejor arreglármelas yo solo. —Lamento que piense algo así, pero no se preocupe, que solamente me dedico a escribir novelas policiacas nada más. Y ahora si me disculpa es que tengo que ir a la pensión. Me están esperando. Tendré cuidado con lo que me dijo, no se preocupe.— Sigo mi camino cuando siento que algo me coge y me empuja fuertemente contra la pared. Siento una patada de este hombre directamente en mi estómago. Instintivamente llevo mi mano hacia mi estómago. Comienzo a toser. —Ahhhh— Todavía no alcanzo a procesar lo que está pasando aquí y que le hice yo a este hombre para que me trate de esta manera. Sigue golpeándome con fuerza solamente en zonas donde no deja marcas. Cuando se cansa de golpearme, me deja tirado en el callejón.

Ya comienza a llover fuertemente. El asfalto del callejón comienza a mojarse al igual que mi ropa también. Mi servilleta queda tirada en mitad de la calle. Me duelen todos los huesos por el golpe que me acaba de dar. Me quejo respirando con dificultad. Ese hombre que pretende ser de la brigada ya se había ido. La lluvia moja mi ropa. Me quejo apoyado en la fría pared del callejón.

por **Selene Ladomie** Dom Jun 23, 2013 1:05 pm

La noche oculta muchos secretos;
uno de ellos es la culpabilidad

Caminar en mitad de la noche por los callejones de París tiene su gracia. Siempre la había tenido, sobre todo cuando estás persiguiendo a quién te mandan seguir. Cabe decir que últimamente Selene tiene más trabajo que nunca. Desde la última vez, no la dejan tranquila con gente a la que tiene que atrapar, y la mayor parte de las veces incluso le dicen que si puede matarlos, mejor que mejor. Y Selene lo hace. Cumple con todo lo que le dicen a pesar de que se siente culpable con ello. Pero ya está acostumbrada. Matar o descubrir a quiénes no debe es algo que a éstas alturas hace casi de forma mecánica.

Y aquella noche tenía que perseguir a un vampiro. Y debía meterlo en problemas. No iba a ser demasiado difícil. Lo perseguía mientras éste buscaba algo con lo que alimentarse, por lo que no fue demasiado difícil encontrarlo. ¿Y qué era lo que tenía que hacer a continuación? Matarlo. Y eso hizo. El fuego le consumió antes de que pudiera defenderse. Bueno, sí que logró defenderse. Se lanzó sobre Selene antes de que ésta pudiera convocar el fuego que lograría convertirle en cenizas. Y la mordió en el hombro, pero la bruja sacó su daga y le apartó a tiempo para conseguir terminar de convocar esa hoguera y arrojarle a ella. Fue una pelea cómo otras tantas que tenía a lo largo de la noche. Que no duró mucho.

Selene se quedó mirando cómo le consumía durante un buen rato, hasta que la lluvia apagó el fuego. La lluvia...¡tenía que volver cuánto antes a casa! O se iba a empapar...la pelirroja echó a correr por los callejones, un poco desorientada por la oscuridad de la noche, tan apresurada que se tropezó con un hombre que se ofreció a ayudarla, un hombre que dijo ser de la policía...pero Selene rechazó su ayuda y salió corriendo, lo cuál quizás le trajera consecuencias más tarde. Tanto daba. Selene lo único que quería era regresar cuánto antes. Pero iba a tardar un poco más de lo esperado en hacerlo...

¿Qué por qué? Porque se encontró a alguien tirado en mitad de la calle. Un hombre de cabellos rubios que estaba claramente herido, apoyado en la pared del callejón. Selene soltó una exclamación de sorpresa y se agachó junto al hombre. Intentando levantarle con mucho cuidado.-¡Monsieur! ¿Qué le ha pasado, está usted bien? ¿Puede levantarse? ¡Déjeme que lo ayude! Debe de haberle ocurrido algo espantoso...no hay casi nadie en éstos callejones a éstas horas, aparte de otras dos...personas-una de ellas el vampiro que había sido calcinado hace poco, ese otro trabajo que había cumplido en mitad de la noche.

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