AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Memorias agridulces [PRIVADO]
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Memorias agridulces [PRIVADO]
El trote cesó y el sonido de las cadenas llenó el espacio vacío con su eco. La brisa se filtraba por las rendijas de los muros de piedras y éstas proferían unos escalofriantes gritos que estremecieron mi piel. Y es que aun podía sentir en mis pulmones el húmedo aroma de Néliam impregnando aquellos pestilentes muros subterráneos.
ESCOCIA. Unos meses antes...
Hacía años que no veía a lo que restaba de mi familia, a mis hermanos, sus mujeres y mis sobrinos. De hecho, ellos ni siquiera conocían la existencia de mi esposa o de mis hijos, y si bien era cierto que algunos asuntos laborales me habían traído de nuevo a mi hogar, también cabía admitir que me encantaba la idea de presentarles mi familia. Me sentía orgulloso de mi familia, de mi presente lleno de éxito y bonanza... sólo anhelaba compartir mi próspero momento con mi familia. ¿Quién iba a profetizar semejante desastre?
Mi hermano Finn fue el primero en salir a recibirnos con los brazos abiertos y cubierto de cenizas. En su abrazo, el hedor de su piel me hizo fruncir la nariz disimuladamente, palmeando luego su tosca espalda de leñador mientras, tras él un par de niños llevando entre ambos el hacha de su padre, se acercaban curiosos y un tanto asustados ante mí. Me acuclillé y les indiqué que se acercaran a su tío Erlend, dedicándoles un par de azotes cariñosos en el culo cuando lo hicieron.
- ¿A quiénes tengo el placer de conocer, caballeros?
- Estos son los benjamines de la familia, Frank y Edwyn.- se adelantó el flamante padre, llevándose a los hombros a Iver, que parecía encantado desde las alturas.- Dentro está Megan. Más te vale que finjas que te gusta su cocido o para cenar te pondrá la comida de los cerdos.- rió entre dientes, conduciéndonos hacia el interior de su cabaña de madera y, uno a uno, nos iba presentando a sus hijos.- Bruce es ya todo un hombre, como puedes comprobar... tengo la intención de enseñarle pronto mi oficio para que continúe el legado familiar. El revoltoso es Kendrik, aquél que trepa por el techo es Logan... Y en la cocina, junto a Megan, tenéis a Annabel y Kirsty.
- Veo que no perdéis el tiempo.- bromeé entre codazos y carcajadas sonoras que retumbaron en aquella pequeña choza dónde se respiraba un ambiente hogareño y acogedor que de pronto me recordó a mi infancia junto a mis padres y el resto de mis hermanos.- ¿Y los demás? ¿No vienen a la cena de mi bienvenida, a caso?- pedí de buen humor, sentándome junto al fuego con Néliam, quién de reojo se aseguraba de mantener vigilados a los niños que ya correteaban por la casa con sus primos.
El crepitar del fuego y el instante de silencio que transcurrió entre mi petición y su respuesta me incomodó, removiéndome en el sillón con mi esposa sentada sobre mis piernas. De pronto, un nudo se me hizo en la garganta y Finn desvió la mirada, carraspeando antes de vociferar a su mujer que nos trajera de una maldita vez la jarra de cerveza, lo que ella respondió con otro de sus ladridos que mi hermano fue a contestar a la cocina. Me llevé las manos a la sien, negando con la cabeza.
- Lamento este espectáculo... Debí advertirte del fuerte temperamento escocés.- musité al oído de Néliam, depositando un efímero beso a la altura de su clavícula justo antes de que Finn regresara con una jarra y varios vasos de cerámica descascarillada.
- Duncan murió el pasado invierno, hermano. Ya sabes... una pulmonía. Su mujer Nerys acudirá con los niños, no creo que tarde. Tendrías que verla... la muy ramera parece otra, desde la ausencia de Duncan. En la aldea murmuran de sus romances esporádicos.
En aquél instante, alguien aporreó la puerta y Finn, aunque con dificultades debido a su gran tamaño, se alzó de la vieja butaca dónde se había sentado y abrió la puerta para dejar pasar a nuestro último hermano, Heilin. Era el menor de los tres, el más joven, atractivo y cuerdo de los hermanos. Sólo con verle pude comprobar que seguía siendo el mismo mocoso enfermizo y débil de siempre, al que ni mis padres creían que llegaría a edad adulta. Junto a él, Leslie le sostenía de un brazo mientras ella hacía pasar adentro a sus pequeños retoños, Mervin, Archibald, Yvaine, y los gemelos Agnes e Irvin. Al ver a Leslie tuve que socorrerla, pues por el avanzado estado de gestación y la debilidad que mostraba, temía que en cualquier momento fuera a caer al suelo. La llevé hasta el sillón dónde instantes antes me había situado junto a Néliam y charlé un rato con ella, interesándome por sus vidas que tan poco sabía.
La última en llegar fue Nerys, por supuesto. La acompañaban su primogénita, Meribeth, Johnson, Isobel, Hamish, Alistair, Maela, Isla, Sheena, Rae, Sloan y finalmente, Lily, con la que mis hijos más tiempo jugaron.
La cena fue una delicia, a excepción de los pies de cerdo que Megan nos sirvió y que realmente, sabían a pies. Tuve que compincharme con Vika para que mi cuñada no descubriera lo que hacíamos con su comida y las servilletas. Me pregunto a veces, si nos culpará por la muerte de Laine, el perro. ¡Pero si aquello le mató al animal, ¿qué nos podría haber ocurrido a nosotros?! La velada fue llegando a su fin cuando Finn cayó fulminado por la embriaguez y pronto, las mujeres se dispusieron a desmantelar la mesa para empezar la sobremesa mientras los críos se entretenían por ahí.
- En realidad, fue precioso nuestro enlace. ¿Verdad, querida?- añadí, mirando con ternura a Néliam antes de volver mis ojos a Heilin, Megan y Leslie, quién me escuchaban con gran atención e interés.- Seguro que mi esposa se muere de ganas de contaros los detalles.- reí, recostando mi espalda contra el respaldo del asiento, esperando que ahora ella hiciera los honores, muriéndome de ganas de saber qué palabras elegiría para contar cada estampa de nuestra boda...
ESCOCIA. Unos meses antes...
Hacía años que no veía a lo que restaba de mi familia, a mis hermanos, sus mujeres y mis sobrinos. De hecho, ellos ni siquiera conocían la existencia de mi esposa o de mis hijos, y si bien era cierto que algunos asuntos laborales me habían traído de nuevo a mi hogar, también cabía admitir que me encantaba la idea de presentarles mi familia. Me sentía orgulloso de mi familia, de mi presente lleno de éxito y bonanza... sólo anhelaba compartir mi próspero momento con mi familia. ¿Quién iba a profetizar semejante desastre?
Mi hermano Finn fue el primero en salir a recibirnos con los brazos abiertos y cubierto de cenizas. En su abrazo, el hedor de su piel me hizo fruncir la nariz disimuladamente, palmeando luego su tosca espalda de leñador mientras, tras él un par de niños llevando entre ambos el hacha de su padre, se acercaban curiosos y un tanto asustados ante mí. Me acuclillé y les indiqué que se acercaran a su tío Erlend, dedicándoles un par de azotes cariñosos en el culo cuando lo hicieron.
- ¿A quiénes tengo el placer de conocer, caballeros?
- Estos son los benjamines de la familia, Frank y Edwyn.- se adelantó el flamante padre, llevándose a los hombros a Iver, que parecía encantado desde las alturas.- Dentro está Megan. Más te vale que finjas que te gusta su cocido o para cenar te pondrá la comida de los cerdos.- rió entre dientes, conduciéndonos hacia el interior de su cabaña de madera y, uno a uno, nos iba presentando a sus hijos.- Bruce es ya todo un hombre, como puedes comprobar... tengo la intención de enseñarle pronto mi oficio para que continúe el legado familiar. El revoltoso es Kendrik, aquél que trepa por el techo es Logan... Y en la cocina, junto a Megan, tenéis a Annabel y Kirsty.
- Veo que no perdéis el tiempo.- bromeé entre codazos y carcajadas sonoras que retumbaron en aquella pequeña choza dónde se respiraba un ambiente hogareño y acogedor que de pronto me recordó a mi infancia junto a mis padres y el resto de mis hermanos.- ¿Y los demás? ¿No vienen a la cena de mi bienvenida, a caso?- pedí de buen humor, sentándome junto al fuego con Néliam, quién de reojo se aseguraba de mantener vigilados a los niños que ya correteaban por la casa con sus primos.
El crepitar del fuego y el instante de silencio que transcurrió entre mi petición y su respuesta me incomodó, removiéndome en el sillón con mi esposa sentada sobre mis piernas. De pronto, un nudo se me hizo en la garganta y Finn desvió la mirada, carraspeando antes de vociferar a su mujer que nos trajera de una maldita vez la jarra de cerveza, lo que ella respondió con otro de sus ladridos que mi hermano fue a contestar a la cocina. Me llevé las manos a la sien, negando con la cabeza.
- Lamento este espectáculo... Debí advertirte del fuerte temperamento escocés.- musité al oído de Néliam, depositando un efímero beso a la altura de su clavícula justo antes de que Finn regresara con una jarra y varios vasos de cerámica descascarillada.
- Duncan murió el pasado invierno, hermano. Ya sabes... una pulmonía. Su mujer Nerys acudirá con los niños, no creo que tarde. Tendrías que verla... la muy ramera parece otra, desde la ausencia de Duncan. En la aldea murmuran de sus romances esporádicos.
En aquél instante, alguien aporreó la puerta y Finn, aunque con dificultades debido a su gran tamaño, se alzó de la vieja butaca dónde se había sentado y abrió la puerta para dejar pasar a nuestro último hermano, Heilin. Era el menor de los tres, el más joven, atractivo y cuerdo de los hermanos. Sólo con verle pude comprobar que seguía siendo el mismo mocoso enfermizo y débil de siempre, al que ni mis padres creían que llegaría a edad adulta. Junto a él, Leslie le sostenía de un brazo mientras ella hacía pasar adentro a sus pequeños retoños, Mervin, Archibald, Yvaine, y los gemelos Agnes e Irvin. Al ver a Leslie tuve que socorrerla, pues por el avanzado estado de gestación y la debilidad que mostraba, temía que en cualquier momento fuera a caer al suelo. La llevé hasta el sillón dónde instantes antes me había situado junto a Néliam y charlé un rato con ella, interesándome por sus vidas que tan poco sabía.
La última en llegar fue Nerys, por supuesto. La acompañaban su primogénita, Meribeth, Johnson, Isobel, Hamish, Alistair, Maela, Isla, Sheena, Rae, Sloan y finalmente, Lily, con la que mis hijos más tiempo jugaron.
La cena fue una delicia, a excepción de los pies de cerdo que Megan nos sirvió y que realmente, sabían a pies. Tuve que compincharme con Vika para que mi cuñada no descubriera lo que hacíamos con su comida y las servilletas. Me pregunto a veces, si nos culpará por la muerte de Laine, el perro. ¡Pero si aquello le mató al animal, ¿qué nos podría haber ocurrido a nosotros?! La velada fue llegando a su fin cuando Finn cayó fulminado por la embriaguez y pronto, las mujeres se dispusieron a desmantelar la mesa para empezar la sobremesa mientras los críos se entretenían por ahí.
- En realidad, fue precioso nuestro enlace. ¿Verdad, querida?- añadí, mirando con ternura a Néliam antes de volver mis ojos a Heilin, Megan y Leslie, quién me escuchaban con gran atención e interés.- Seguro que mi esposa se muere de ganas de contaros los detalles.- reí, recostando mi espalda contra el respaldo del asiento, esperando que ahora ella hiciera los honores, muriéndome de ganas de saber qué palabras elegiría para contar cada estampa de nuestra boda...
Erlend Hedinson- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 28/11/2011
Edad : 51
Localización : Rumbo al abismo
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Memorias agridulces [PRIVADO]
Palpe el muslo de Erlend, acariciando el dorso de su mano situada sobre su rodilla, hasta que él entrelazo sus dedos con los míos, envolviéndome con su piel cálida.
Fue realmente hermoso comente asintiendo ante las palabras de mi marido.
“Mi-Marido”…Aun no me cansaba de llamarle así en mi cabeza.
Fue en invierno, cuando ya estaba acabando. Lo realizamos en el jardín de nuestra villa una hermosa mañana nevada.
Aun recordaba aquel día como si hubiera sido ayer, pues aquella mañana cuando recién me disponía a abrir los ojos, me encontré con su dulce mirada posada en mi.
Yo aun seguía entre sus brazos y no dude en arrimarme aun mas a él para besar aquella sonrisa que tanto me derretía.
Hoy es el gran día… Sonreí ilusionada y en cuanto el abrió los labios para decirme algo, la puerta de nuestra habitación se abrió de par en par y los niños aun pequeños y revoltosos corrieron hacia la cama, subiéndose para saltar sobre nosotros mientras, nosotros agarrábamos con mas que prisas los albornoces para enfundarnos en ellos mientras aun mirábamos a los niños como diciendo… “¿Quién os ha dejado pasar?” Pero la pregunta no duro mucho pues en cuanto nos pusimos en pie se asomaron al marco de la puerta Iris, Arion y Kaél Quienes por un momento me hicieron entrecerrar los ojos.
¿Por qué destruían los momentos dulces con mi hombre?
Pero no logre ni quejarme ni un instante, porque en cuanto quise hacerlo ya era tarde. Iris me llevaba de una mano y la pequeña Vika de la otra. Mientras que Kaél me despedía con los dedos y una sonrisa un tanto maquiavélica, a la vez que sostenía una percha con una bolsa que envolvía el que debía de ser el traje de Erlend. Mientras que Árion me hacia la señal de la veña antes de adentrarse con unas tijeras y una navaja en nuestra habitación.
¡Hey! No hagáis de las vuestras con mi hoombreeeee grite antes de desaparecer por las escaleras donde las chicas me conducían para llevarme al baño de la planta inferior, donde me ayudarían a acomodarme.
Sonreí cuando hice memoria y entonces mire a Heilin, Megan y Leslie los más interesados en cada palabra.
Aunque si os soy sincera. Creo que nunca en la vida había tenido tan mala suerte. Pues mi corsé se rasgó. Los niños tiraron la tarta antes de que se pudiera sacar al jardín, mi hermana se equivoco con el peinado que quería hacerme y casi me dejo media calva mientras intentaba peinar y desenredar mi pelo y Vika vomito su zumo de manzana sobre la cola de mi vestido.
Las risas inundaron la mesa mientras yo apoyaba el codo sobre la misma y la barbilla sobre mi mano, a la vez que miraba a Erlend con una sonrisa, negándole con el rostro por tal accidentado día.
Sin embargo… nada de eso importo cuando le vi a lo largo de aquel pasillo nevado.
Habían amigos, familiares y parte de los oficiales de la marina entre nuestros invitados, ellos nos rodearon a cada lado, sin embargo mientras mi tío Magnus me llevaba consigo por la nieve… nada mas importó; ni la mala suerte, ni las cosas que habían salido mal. Él estaba allí, impecablemente vestido, con su uniforme, sus condecoraciones, sus ojos brillantes, su espada al cinto, así como su tranquilidad. Una que me infundio cuando le vi allí…esperándome.
Las hojas caían a su espalda, pausadas, como si fuera una imagen creada por algo sagrado solo para mí. Y es que entonces, en cuanto vi sus ojos, supe que aunque nos pasaran muchos infortunios aquel día. ¡Nada podría estropearlo! El amor de mi vida me esperaba, y yo solo quería encontrarme con él…
Un gran “oooooooooooooooooooh” resonó en la mesa cuando acabe de charlar, y es que el resto de mujeres nos miraban enternecidas. Mientras Megan nos acercaba unas tazas de café, aun sin llevarse la bandeja con el gran cerdo que habíamos comido y que aun seguía en la mesa, como si hiciera la sobremesa con nosotros.
Fue un momento muy dulce y bonito. Me habría hecho ilusión que hubieseis estado con nosotros también. Siempre he querido tener una gran familia.
Pues dalo por hecho que ahora eres una más de las nuestras querida. ¡Y la familia es la familia! Aunque estas un poco flacucha a mi parecer. ¡La carne es importante! Comento enérgica y con una sonrisa victoriosa, subiéndose el delantal y arremangando sus mangas, alegrándose de sus mas que generosas curvas, mientras agitaba un machete traído desde la cocina, dando ahora golpetazos al cerdo una y otra y otra vez, intentando rebanarlo para llevarlo quizás por trozos a la cocina, salpicándonos a todos con los trozos de carne que saltaban una y otra vez con sus “machetazos”.
Lo cierto es que en aquel momento nos miramos de reojo y es que tanto Erlend como yo reímos a carcajadas ante su comentario, mientras el resto también reía y se quitaba los trozos de carne de la ropa, y el rostro. Yo reía porque…si, parecía flacucha, pero era mi contextura por más que comiese. Y mi hombre, seguramente reiría porque me conocía y sabría que en cuanto a fuerza podría dar más de una sorpresa.
Espera Megan. Deja que te ayude. Indique levantándome para acercarme a ella, quien aun intentaba trocear el enorme cerdo con poco éxito. Las mujeres del lugar me miraron como quien mira a un esqueleto sin fuerza mientras yo disimulaba una sonrisa picara y me acercaba para tomar el gran machete.
Volviendo a nuestra boda…Si, el momento fue precioso, fue una boda muy intima a pesar de los oficiales, y bueno, aun recuerdo cada detalle como si fuera ayer. Tengo mucha suerte de haber conocido a este hombre indique con el filo del cuchillo a Erlend, mientras el negaba con la cabeza con una de aquellas sonrisas torcidas suyas, mientras yo bajaba la mirada para contemplar al gran cerdo.
¿Veis esto de aquí? Señale tocando suavemente con las yemas de mis dedos la superficie del cerdo. Son las vertebras cuatro y cinco, la carne por aquí es un poco más blanda y hay un espacio que os permitirá hacer esto. Alce el machete más arriba de mi cabeza y deje caer el filo con fuerza sobre la Columna del animal, haciendo que todos los presentes dieran un respingo de sus asientos, alzando una vez más el machete para dejar caer de otro rápido golpe seco con mi “mortal arma” para terminar de cortar al gran animal en dos enormes mitades que se desparramaron cada una hacia un lado.
Si les dais un golpe seco aquí partiréis la columna por la mitad, así como la carne de las costillas con limpieza y facilidad.
Las mujeres me miraron con los ojos desorbitados y luego carcajearon asintiendo.
Al parecer acababa de ganarme cierto respeto entre las esposas, y es que para ser la flacucha que era, - y más entre sus fornidos cuerpos- tenia mas fuerza de la que aparentaba. Y es que lo cierto es que después de tener a los dos gemelos en aquellas condiciones de altamar…me sentía una súper mujer…-Una súper mujer flacucha, pero fuerte.-
Aunque seguro que me dejo muchos detalles en el tintero, mi marido seguro que recuerda mucho mejor lo que sucedió después, y sobretodo el baile…¿A que si, cielo? Indique con una risilla que hizo que los allí presentes se giraran casi al unísono a él para saber qué demonios habría pasado durante el baile o el banquete.
Mire por la ventana un instante, percatándome de que Vika, Iver y Lily jugaban en el jardín, saltando con los troncos y riendo mientras correteaban. Sonreí al ver lo mucho que se divertían, la tarde estaba siendo francamente agradable y hogareña.
Nada me hacía pensar que podría dejar de ser así…
Fue realmente hermoso comente asintiendo ante las palabras de mi marido.
“Mi-Marido”…Aun no me cansaba de llamarle así en mi cabeza.
Fue en invierno, cuando ya estaba acabando. Lo realizamos en el jardín de nuestra villa una hermosa mañana nevada.
Aun recordaba aquel día como si hubiera sido ayer, pues aquella mañana cuando recién me disponía a abrir los ojos, me encontré con su dulce mirada posada en mi.
Yo aun seguía entre sus brazos y no dude en arrimarme aun mas a él para besar aquella sonrisa que tanto me derretía.
…
Buenos días cariño… Me mordí los labios con cierto nerviosismo. Hoy es el gran día… Sonreí ilusionada y en cuanto el abrió los labios para decirme algo, la puerta de nuestra habitación se abrió de par en par y los niños aun pequeños y revoltosos corrieron hacia la cama, subiéndose para saltar sobre nosotros mientras, nosotros agarrábamos con mas que prisas los albornoces para enfundarnos en ellos mientras aun mirábamos a los niños como diciendo… “¿Quién os ha dejado pasar?” Pero la pregunta no duro mucho pues en cuanto nos pusimos en pie se asomaron al marco de la puerta Iris, Arion y Kaél Quienes por un momento me hicieron entrecerrar los ojos.
¿Por qué destruían los momentos dulces con mi hombre?
Pero no logre ni quejarme ni un instante, porque en cuanto quise hacerlo ya era tarde. Iris me llevaba de una mano y la pequeña Vika de la otra. Mientras que Kaél me despedía con los dedos y una sonrisa un tanto maquiavélica, a la vez que sostenía una percha con una bolsa que envolvía el que debía de ser el traje de Erlend. Mientras que Árion me hacia la señal de la veña antes de adentrarse con unas tijeras y una navaja en nuestra habitación.
¡Hey! No hagáis de las vuestras con mi hoombreeeee grite antes de desaparecer por las escaleras donde las chicas me conducían para llevarme al baño de la planta inferior, donde me ayudarían a acomodarme.
Sonreí cuando hice memoria y entonces mire a Heilin, Megan y Leslie los más interesados en cada palabra.
Aunque si os soy sincera. Creo que nunca en la vida había tenido tan mala suerte. Pues mi corsé se rasgó. Los niños tiraron la tarta antes de que se pudiera sacar al jardín, mi hermana se equivoco con el peinado que quería hacerme y casi me dejo media calva mientras intentaba peinar y desenredar mi pelo y Vika vomito su zumo de manzana sobre la cola de mi vestido.
Las risas inundaron la mesa mientras yo apoyaba el codo sobre la misma y la barbilla sobre mi mano, a la vez que miraba a Erlend con una sonrisa, negándole con el rostro por tal accidentado día.
Sin embargo… nada de eso importo cuando le vi a lo largo de aquel pasillo nevado.
Habían amigos, familiares y parte de los oficiales de la marina entre nuestros invitados, ellos nos rodearon a cada lado, sin embargo mientras mi tío Magnus me llevaba consigo por la nieve… nada mas importó; ni la mala suerte, ni las cosas que habían salido mal. Él estaba allí, impecablemente vestido, con su uniforme, sus condecoraciones, sus ojos brillantes, su espada al cinto, así como su tranquilidad. Una que me infundio cuando le vi allí…esperándome.
Las hojas caían a su espalda, pausadas, como si fuera una imagen creada por algo sagrado solo para mí. Y es que entonces, en cuanto vi sus ojos, supe que aunque nos pasaran muchos infortunios aquel día. ¡Nada podría estropearlo! El amor de mi vida me esperaba, y yo solo quería encontrarme con él…
Un gran “oooooooooooooooooooh” resonó en la mesa cuando acabe de charlar, y es que el resto de mujeres nos miraban enternecidas. Mientras Megan nos acercaba unas tazas de café, aun sin llevarse la bandeja con el gran cerdo que habíamos comido y que aun seguía en la mesa, como si hiciera la sobremesa con nosotros.
Fue un momento muy dulce y bonito. Me habría hecho ilusión que hubieseis estado con nosotros también. Siempre he querido tener una gran familia.
Pues dalo por hecho que ahora eres una más de las nuestras querida. ¡Y la familia es la familia! Aunque estas un poco flacucha a mi parecer. ¡La carne es importante! Comento enérgica y con una sonrisa victoriosa, subiéndose el delantal y arremangando sus mangas, alegrándose de sus mas que generosas curvas, mientras agitaba un machete traído desde la cocina, dando ahora golpetazos al cerdo una y otra y otra vez, intentando rebanarlo para llevarlo quizás por trozos a la cocina, salpicándonos a todos con los trozos de carne que saltaban una y otra vez con sus “machetazos”.
Lo cierto es que en aquel momento nos miramos de reojo y es que tanto Erlend como yo reímos a carcajadas ante su comentario, mientras el resto también reía y se quitaba los trozos de carne de la ropa, y el rostro. Yo reía porque…si, parecía flacucha, pero era mi contextura por más que comiese. Y mi hombre, seguramente reiría porque me conocía y sabría que en cuanto a fuerza podría dar más de una sorpresa.
Espera Megan. Deja que te ayude. Indique levantándome para acercarme a ella, quien aun intentaba trocear el enorme cerdo con poco éxito. Las mujeres del lugar me miraron como quien mira a un esqueleto sin fuerza mientras yo disimulaba una sonrisa picara y me acercaba para tomar el gran machete.
Volviendo a nuestra boda…Si, el momento fue precioso, fue una boda muy intima a pesar de los oficiales, y bueno, aun recuerdo cada detalle como si fuera ayer. Tengo mucha suerte de haber conocido a este hombre indique con el filo del cuchillo a Erlend, mientras el negaba con la cabeza con una de aquellas sonrisas torcidas suyas, mientras yo bajaba la mirada para contemplar al gran cerdo.
¿Veis esto de aquí? Señale tocando suavemente con las yemas de mis dedos la superficie del cerdo. Son las vertebras cuatro y cinco, la carne por aquí es un poco más blanda y hay un espacio que os permitirá hacer esto. Alce el machete más arriba de mi cabeza y deje caer el filo con fuerza sobre la Columna del animal, haciendo que todos los presentes dieran un respingo de sus asientos, alzando una vez más el machete para dejar caer de otro rápido golpe seco con mi “mortal arma” para terminar de cortar al gran animal en dos enormes mitades que se desparramaron cada una hacia un lado.
Si les dais un golpe seco aquí partiréis la columna por la mitad, así como la carne de las costillas con limpieza y facilidad.
Las mujeres me miraron con los ojos desorbitados y luego carcajearon asintiendo.
Al parecer acababa de ganarme cierto respeto entre las esposas, y es que para ser la flacucha que era, - y más entre sus fornidos cuerpos- tenia mas fuerza de la que aparentaba. Y es que lo cierto es que después de tener a los dos gemelos en aquellas condiciones de altamar…me sentía una súper mujer…-Una súper mujer flacucha, pero fuerte.-
Aunque seguro que me dejo muchos detalles en el tintero, mi marido seguro que recuerda mucho mejor lo que sucedió después, y sobretodo el baile…¿A que si, cielo? Indique con una risilla que hizo que los allí presentes se giraran casi al unísono a él para saber qué demonios habría pasado durante el baile o el banquete.
Mire por la ventana un instante, percatándome de que Vika, Iver y Lily jugaban en el jardín, saltando con los troncos y riendo mientras correteaban. Sonreí al ver lo mucho que se divertían, la tarde estaba siendo francamente agradable y hogareña.
Nada me hacía pensar que podría dejar de ser así…
Néliam de Hedinson- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 28/04/2012
Localización : Camino a la locura
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Memorias agridulces [PRIVADO]
Llevé teatralmente las manos a mi cabeza, desorbitando mis ojos y abriendo mi boca como si fingiera sorpresa, como si me hubieran asaltado con un golpe bajo. Bajé una mano y señalé directamente -y groseramente- a mi esposa, escapándoseme las carcajadas a las que pronto se les unieron las risas varoniles del lugar.
- ¡Es una trampa! ¡Quiere que cuente su versión de los hechos porque los míos siempre dice que son exagerados! ¡Mujeres...!
Néliam, aunque sonriente, se cruzó de brazos bajo su pecho y me fulminó, siguiendo el dramatismo dado por mi espléndida actuación. Tras guiñarle el ojo, me espatarré en el asiento y encendí un cigarrillo mientras me dispuse a contar lo que verdaderamente sucedió en nuestro inolvidable enlace.
- Querida, olvidaste mencionar a Kaél, cuando, a mitad de leer unos versos en nuestro honor, se le fue de las manos y terminó volcando sobre un sargento naval, su desayuno. Ese día iba gafado... ¡si incluso perdió los pantalones mientras firmaba como testigo!- carcajeé, serenándome un poco para proseguir mi relato ante la atenta y sonrojada mirada de mi mujer.- Al salir de casa, quise tomar en volandas a mi esposa pare recibir juntos el arroz... con tan mala suerte que me desequilibré y ambos caímos a unos arbustos tras golpear a mi mujer en la cabeza con la campana ceremonial de la entrada... normal que después de eso nunca fuera la misma.- bromeé, atrapando entre mis dedos el firme trasero de Néliam que apretujé sin disimulo alguno ante mi risueña familia.- Cuando Néliam lanzó el ramo de novia, Iris, Vika, Aya, Brigette, la estúpida de Bárbara e incluso Daél se lanzaron a por él con tanta mala suerte que todas sus cabezas terminaron en una colisión de la que brotaron más de un chichón y varias mesas destrozadas.
Néliam meneaba la cabeza, intentando restar crédito a mis historias sin lograrlo realmente, pues todos los sentidos de la sala estaban puestos en mí y en mis entrañables narraciones, así que carraspeé y tras una calada honda, proseguí.
- Al querer cortar la tarta nupcial con la espada oficial de mi servicio militar, rasgué el vestido de Néliam por la parte del escote, sin poder evitar que uno de sus pechos viera la luz. A cambio -y según ella, como acto reflejo-, me estampó el rostro contra el pastel, así que me quedó cubierta de nata y bizcocho. Para los comensales, fue lo mejor de la fiesta.
- ¡Sólo por ver eso habría pagado cualquier cosa por estar allí, hermano!- vociferó de pronto mi hermano Finn, alzando su copa en alto y salpicándome con su contenido, lo que me hizo soltar una sonora carcajada tras la que me dolió el costado, casi como si fueran agujetas. No recordaba una noche con tantas risas como aquella. Desvié de nuevo la mirada hacia la dueña de aquél trasero que aun estrujaba con alevosía, sonriendo con picardía ante ella.
- ¿Y recuerdas a Iris bailando con unas copas de más? Quiso hacer un espectáculo de striptease y terminó rompiendo una de las columnas que sostenían la carpa de baile... Árion corrió a ayudarla pero se rompió un diente al tropezar con tu cola del vestido.... Está bien, está bien.. dejaré de meterme con tu familia.- reí alzando las manos como en son de paz.- Yo tampoco me libré de la catastrófica manteada que mis antiguos compañeros del ejército me hicieron, dejándome luego caer al suelo. Aun me duelen los glúteos cada vez que recuerdo semejante batacazo. Aunque para batacazo, el que se llevó Gerard cuando bailando como un condenado acabó remojándose en la fuente, llevándose de recuerdo el sapo del estanque...
Las carcajadas, las risas y el albedrío eran ensordecedores, el buen ambiente era palpable en el ambiente y por un momento, todos olvidamos nuestros problemas, los dolores, las preocupaciones... Olvidamos demasiadas cosas, por lo que cuando la puerta se abrió y apareció la pequeña Lily llorando a moco tendido, el silencio reinó en aquella casa y un nudo se formó en mi garganta cuando señaló entre sollozos el patio cubierto de nieve dónde ni Iver ni Vika jugaban ya en él.
- ¡Es una trampa! ¡Quiere que cuente su versión de los hechos porque los míos siempre dice que son exagerados! ¡Mujeres...!
Néliam, aunque sonriente, se cruzó de brazos bajo su pecho y me fulminó, siguiendo el dramatismo dado por mi espléndida actuación. Tras guiñarle el ojo, me espatarré en el asiento y encendí un cigarrillo mientras me dispuse a contar lo que verdaderamente sucedió en nuestro inolvidable enlace.
- Querida, olvidaste mencionar a Kaél, cuando, a mitad de leer unos versos en nuestro honor, se le fue de las manos y terminó volcando sobre un sargento naval, su desayuno. Ese día iba gafado... ¡si incluso perdió los pantalones mientras firmaba como testigo!- carcajeé, serenándome un poco para proseguir mi relato ante la atenta y sonrojada mirada de mi mujer.- Al salir de casa, quise tomar en volandas a mi esposa pare recibir juntos el arroz... con tan mala suerte que me desequilibré y ambos caímos a unos arbustos tras golpear a mi mujer en la cabeza con la campana ceremonial de la entrada... normal que después de eso nunca fuera la misma.- bromeé, atrapando entre mis dedos el firme trasero de Néliam que apretujé sin disimulo alguno ante mi risueña familia.- Cuando Néliam lanzó el ramo de novia, Iris, Vika, Aya, Brigette, la estúpida de Bárbara e incluso Daél se lanzaron a por él con tanta mala suerte que todas sus cabezas terminaron en una colisión de la que brotaron más de un chichón y varias mesas destrozadas.
Néliam meneaba la cabeza, intentando restar crédito a mis historias sin lograrlo realmente, pues todos los sentidos de la sala estaban puestos en mí y en mis entrañables narraciones, así que carraspeé y tras una calada honda, proseguí.
- Al querer cortar la tarta nupcial con la espada oficial de mi servicio militar, rasgué el vestido de Néliam por la parte del escote, sin poder evitar que uno de sus pechos viera la luz. A cambio -y según ella, como acto reflejo-, me estampó el rostro contra el pastel, así que me quedó cubierta de nata y bizcocho. Para los comensales, fue lo mejor de la fiesta.
- ¡Sólo por ver eso habría pagado cualquier cosa por estar allí, hermano!- vociferó de pronto mi hermano Finn, alzando su copa en alto y salpicándome con su contenido, lo que me hizo soltar una sonora carcajada tras la que me dolió el costado, casi como si fueran agujetas. No recordaba una noche con tantas risas como aquella. Desvié de nuevo la mirada hacia la dueña de aquél trasero que aun estrujaba con alevosía, sonriendo con picardía ante ella.
- ¿Y recuerdas a Iris bailando con unas copas de más? Quiso hacer un espectáculo de striptease y terminó rompiendo una de las columnas que sostenían la carpa de baile... Árion corrió a ayudarla pero se rompió un diente al tropezar con tu cola del vestido.... Está bien, está bien.. dejaré de meterme con tu familia.- reí alzando las manos como en son de paz.- Yo tampoco me libré de la catastrófica manteada que mis antiguos compañeros del ejército me hicieron, dejándome luego caer al suelo. Aun me duelen los glúteos cada vez que recuerdo semejante batacazo. Aunque para batacazo, el que se llevó Gerard cuando bailando como un condenado acabó remojándose en la fuente, llevándose de recuerdo el sapo del estanque...
Las carcajadas, las risas y el albedrío eran ensordecedores, el buen ambiente era palpable en el ambiente y por un momento, todos olvidamos nuestros problemas, los dolores, las preocupaciones... Olvidamos demasiadas cosas, por lo que cuando la puerta se abrió y apareció la pequeña Lily llorando a moco tendido, el silencio reinó en aquella casa y un nudo se formó en mi garganta cuando señaló entre sollozos el patio cubierto de nieve dónde ni Iver ni Vika jugaban ya en él.
Erlend Hedinson- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/11/2011
Edad : 51
Localización : Rumbo al abismo
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Memorias agridulces [PRIVADO]
Te estás pasando.
Advertí son poder contener las lagrimas de la risa al escuchar su historia, una a la que por cierto ¿Cómo darle credibilidad? Todo estaba exagerado y sacado de contexto, pero por eso mismo siempre me encantaba que él relatara su versión de los hechos. Erlend me hacia reír con sus historias, como hacia ahora, mientras yo le miraba aun embobada, escuchando como continuaba, siendo yo quien a veces me perdia de su narración por el simple hecho de mirar su mirada, o su sonrisa traviesa o aquellos labios cuando el gesticulaba…
Definitivamente no podía amar tanto a una persona como le amaba a él.
¡Pero bueno! ¡Se habrá visto! A Diétrich no se le cayeron los pantalones, fue Vika que agarrándose de él para que le sostuviera en brazos le tiro hacia abajo un lado del mismo…Ais…Mi pobre hermano, que estaba con cuarenta de fiebre ese día… Comente negando mientras contemplaba hacia un lado como las manos de mi marido parecían “des-estresarse” con mi trasero, como si fuera un objeto relajante…
Podía rebatir toda la historia con argumentos, pero definitivamente me encantaba su versión, por lo que le dejaba continuar.
Me senté sobre una de sus pierna, acomodando con mis dedos sus cabellos, recolocándolos hacia atrás para que no molestaran en su rostro. El desvió un instante la mirada hacia mí para guiñarme el ojo sutilmente ante otra de nuestras tragicomedias en el enlace.
Mire a mi alrededor, las risas lo inundaban todo y pese a mi nerviosismo al principio ahora todo era distinto, había buen ambiente, buen humor, me sentía como en casa, acogida en aquel lugar, pues todos ellos eran ahora mi familia y eso me gustaba.
Sin embargo, el hecho de haber conseguido una nueva familia, y la felicidad…Poco duro. Y es que las sonrisas de todos se esfumaron cuando la pequeña Lily comenzó a acercarse al marco de la puerta. Su madre se acerco hacia ella, preocupada, preguntándole que qué ocurría. Pero la nena solo negaba con la cabeza una y otra vez señalando entre los arboles entre sollozos. Me puse en pie y conmigo todos los presentes. La niña no nos decía nada, pero por algún extraño motivo puedo decir que a todos los presentes nos inquieto el desasosiego de la nena. Por lo que no tardamos en salir hacia el jardín nevado.
Me acerque hacia la nena y me acuclille con una sonrisa amistosa hacia ella, limpiando sus mejillas con mis pulgares.
Oh preciosa, no llores. Dime…¿Donde están Iver y Vika? Estaban jugando contigo, ¿verdad cielo?
La dulce niña de rubios cabellos asintió y me señalo una vez más entre los árboles.
Les dije que no fueran…Que era peligroso jugar por ahí. Mamá y Papá nos advirtieron…y…y… Acaricie los cabellos de la niña mientras me ponía en pie mirando a Erlend, no lo dudamos mucho, comenzamos a adelantarnos pero el silbido de Finn nos hizo frenar.
Esperad
Finn saco algunas de sus escopetas y comenzó a repartirla al resto de hermanos con gran rapides mientras el mismo sujetaba un de ellas y una antorcha. Adelantándose.
Pero no habia tiempo que perder, nos adelantamos del grupo pese a la oscuridad del espeso bosque. Lo cierto es que mientras me adentraba en el, sentí un enorme escalofrio, un mal augurio comenzaba a asentarse en mi corazón mientras los copos de nieve volvían a caer perdiéndose en la oscuridad.
Pero afortunadamente la espesura paso pronto para dar paso al congelado lago. La estampa habría sido preciosa y mágica de no haber sido por ver a Victoria arrodillada en la orilla del mismo, mirando al vacio, mientras los copos caian sobre ella ante sus ojos llorosos.
VICTORIA…Grite mientras corría hacia ella junto a los demás, arrodillándome a su lado para sujetar su rostro, extendiendo rápidamente sus cabellos hacia atrás, moviéndola, palpando sus brazos un tanto rápidamente, mirándola con atención en busca de heridas o de algo que la dañara.
Su cuerpo estaba frio y sus ropajes mojados, con claros signos de hipotermia. Por lo que no tarde en sacar su abrigo mojado, posando mi mantón sobre sus hombros, los cuales frote enérgicamente.
Victoria…Victoria hija, cielo mírame, mírame. Indique alzando su rostro hacia mi mientras lo sujetaba. ¿Qué te ha ocurrido? ¿Dónde esta Iver? Sus ojos se llenaron de lagrimas y comenzó a balbucear algo de que solo estaban jugando cuando desvió la mirada y señalo temblorosa hacia un lado, mirando el suelo.
Contemple donde sus ojos miraban, observando la fina trizadura que adornaba el hielo, siguiendo su camino hasta que ésta trizadura se alejó agrandándose por el camino, mostrandonos a lo lejos como las oscuras aguas del lago formaban ondas en aquel espacio roto, donde se notaba con claridad como algo habia caído rompiendo la superficie.
Mis ojos se desorbitaron y sentí que perdía el aliento cuando de pronto algo broto del hielo, mostrando el contorno de algo oscuro. Mi corazón se disparo y de pronto el tiempo se detuvo cuando la figura inmóvil del pequeño cuerpo emergió, mostrando el contorno sosegado de Iver, como si estuviera dormido entre las frias aguas.
Me alce sintiendo como si mil puñaladas se clavaran en mi corazón ante lo que estaba contemplando, mi rostro se desencajo, y el infierno se desato ante mi.
Busque a Erlend entre su familia, pero todos parecían negarle, también sujetándole para que no se lanzara ni se adelantara aunque el forcejeara y gritara con el rostro desencajado en el horror, mientras que con uso de la magia algunos de ellos se dispusieron a mover las aguas trayéndonos consigo lo que yo no quería ver, lo que yo no podía ver…
Espanto, horror, dolor…Son palabras vacias y carentes de sentido al lado de lo que sentí.
Su cuerpo ya estaba inmóvil, quieto, congelado…
Era demasiado tarde.
Y entonces…después de eso, ya nunca mas nada fue igual que antes.
Algo se rompió en nuestra familia, algo enfermó, infectándonos a todos con la nostalgia, con la tristeza…sumiéndonos en la oscuridad de esa misma noche….
Fue asi, de ese modo, entre tinieblas, como pasaría el tiempo. Siendo éste el peor enemigo que jamás pudimos imaginar. Pues dicen que el tiempo lo cura todo y eso no es verdad…El tiempo simplemente se encargó de mantenernos vivos mientras la soledad y el vacio se apoderaba de nuestros corazones…
Y pasaron los días, las semanas, los meses…Y finalmente…
Los años.
Advertí son poder contener las lagrimas de la risa al escuchar su historia, una a la que por cierto ¿Cómo darle credibilidad? Todo estaba exagerado y sacado de contexto, pero por eso mismo siempre me encantaba que él relatara su versión de los hechos. Erlend me hacia reír con sus historias, como hacia ahora, mientras yo le miraba aun embobada, escuchando como continuaba, siendo yo quien a veces me perdia de su narración por el simple hecho de mirar su mirada, o su sonrisa traviesa o aquellos labios cuando el gesticulaba…
Definitivamente no podía amar tanto a una persona como le amaba a él.
¡Pero bueno! ¡Se habrá visto! A Diétrich no se le cayeron los pantalones, fue Vika que agarrándose de él para que le sostuviera en brazos le tiro hacia abajo un lado del mismo…Ais…Mi pobre hermano, que estaba con cuarenta de fiebre ese día… Comente negando mientras contemplaba hacia un lado como las manos de mi marido parecían “des-estresarse” con mi trasero, como si fuera un objeto relajante…
Podía rebatir toda la historia con argumentos, pero definitivamente me encantaba su versión, por lo que le dejaba continuar.
Me senté sobre una de sus pierna, acomodando con mis dedos sus cabellos, recolocándolos hacia atrás para que no molestaran en su rostro. El desvió un instante la mirada hacia mí para guiñarme el ojo sutilmente ante otra de nuestras tragicomedias en el enlace.
Mire a mi alrededor, las risas lo inundaban todo y pese a mi nerviosismo al principio ahora todo era distinto, había buen ambiente, buen humor, me sentía como en casa, acogida en aquel lugar, pues todos ellos eran ahora mi familia y eso me gustaba.
Sin embargo, el hecho de haber conseguido una nueva familia, y la felicidad…Poco duro. Y es que las sonrisas de todos se esfumaron cuando la pequeña Lily comenzó a acercarse al marco de la puerta. Su madre se acerco hacia ella, preocupada, preguntándole que qué ocurría. Pero la nena solo negaba con la cabeza una y otra vez señalando entre los arboles entre sollozos. Me puse en pie y conmigo todos los presentes. La niña no nos decía nada, pero por algún extraño motivo puedo decir que a todos los presentes nos inquieto el desasosiego de la nena. Por lo que no tardamos en salir hacia el jardín nevado.
Me acerque hacia la nena y me acuclille con una sonrisa amistosa hacia ella, limpiando sus mejillas con mis pulgares.
Oh preciosa, no llores. Dime…¿Donde están Iver y Vika? Estaban jugando contigo, ¿verdad cielo?
La dulce niña de rubios cabellos asintió y me señalo una vez más entre los árboles.
Les dije que no fueran…Que era peligroso jugar por ahí. Mamá y Papá nos advirtieron…y…y… Acaricie los cabellos de la niña mientras me ponía en pie mirando a Erlend, no lo dudamos mucho, comenzamos a adelantarnos pero el silbido de Finn nos hizo frenar.
Esperad
Finn saco algunas de sus escopetas y comenzó a repartirla al resto de hermanos con gran rapides mientras el mismo sujetaba un de ellas y una antorcha. Adelantándose.
Pero no habia tiempo que perder, nos adelantamos del grupo pese a la oscuridad del espeso bosque. Lo cierto es que mientras me adentraba en el, sentí un enorme escalofrio, un mal augurio comenzaba a asentarse en mi corazón mientras los copos de nieve volvían a caer perdiéndose en la oscuridad.
Pero afortunadamente la espesura paso pronto para dar paso al congelado lago. La estampa habría sido preciosa y mágica de no haber sido por ver a Victoria arrodillada en la orilla del mismo, mirando al vacio, mientras los copos caian sobre ella ante sus ojos llorosos.
VICTORIA…Grite mientras corría hacia ella junto a los demás, arrodillándome a su lado para sujetar su rostro, extendiendo rápidamente sus cabellos hacia atrás, moviéndola, palpando sus brazos un tanto rápidamente, mirándola con atención en busca de heridas o de algo que la dañara.
Su cuerpo estaba frio y sus ropajes mojados, con claros signos de hipotermia. Por lo que no tarde en sacar su abrigo mojado, posando mi mantón sobre sus hombros, los cuales frote enérgicamente.
Victoria…Victoria hija, cielo mírame, mírame. Indique alzando su rostro hacia mi mientras lo sujetaba. ¿Qué te ha ocurrido? ¿Dónde esta Iver? Sus ojos se llenaron de lagrimas y comenzó a balbucear algo de que solo estaban jugando cuando desvió la mirada y señalo temblorosa hacia un lado, mirando el suelo.
Contemple donde sus ojos miraban, observando la fina trizadura que adornaba el hielo, siguiendo su camino hasta que ésta trizadura se alejó agrandándose por el camino, mostrandonos a lo lejos como las oscuras aguas del lago formaban ondas en aquel espacio roto, donde se notaba con claridad como algo habia caído rompiendo la superficie.
Mis ojos se desorbitaron y sentí que perdía el aliento cuando de pronto algo broto del hielo, mostrando el contorno de algo oscuro. Mi corazón se disparo y de pronto el tiempo se detuvo cuando la figura inmóvil del pequeño cuerpo emergió, mostrando el contorno sosegado de Iver, como si estuviera dormido entre las frias aguas.
Me alce sintiendo como si mil puñaladas se clavaran en mi corazón ante lo que estaba contemplando, mi rostro se desencajo, y el infierno se desato ante mi.
Iver… ¿Iver?
….
No…
Noo…
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Mi boca se abrió y mi grito de horror inundo el frio lugar a la vez que corria por el hielo, sintiendo como unos brazos me sujetaban por cada uno de los mios cuando el hielo comenzó a trizarse aun mas ante mi peso. Pero yo no podía entender de palabras ni de estirones, mis ojos no podían ver nada mas que el hielo, y el cuerpo de Iver flotando en la frialdad de las aguas. Las lágrimas enturbiaban mi visión calentando mi rostro al caer sin cesar una y otra vez. A la vez que a mi lado, como si fuera un ruido lejano, las voces de los hombres gritaban cosas mientras se organizaban. Pero por mas que intentábamos adelantarnos en el hielo, este mas se trizaba. Comenzaron a arrastrarme por la nieve y de pronto el gran crujido del lago se expandió rompiéndolo en su entera totalidad….….
No…
Noo…
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Busque a Erlend entre su familia, pero todos parecían negarle, también sujetándole para que no se lanzara ni se adelantara aunque el forcejeara y gritara con el rostro desencajado en el horror, mientras que con uso de la magia algunos de ellos se dispusieron a mover las aguas trayéndonos consigo lo que yo no quería ver, lo que yo no podía ver…
Espanto, horror, dolor…Son palabras vacias y carentes de sentido al lado de lo que sentí.
Su cuerpo ya estaba inmóvil, quieto, congelado…
Era demasiado tarde.
…
Pocas cosas recuerdo con claridad después de aquel momento, pues el mundo se torno negro para mi. Siendo la frialdad de la nieve lo que recibió mi acalorada y febril mejilla cuando todo se puso a girar a mi alrededor. Y entonces…después de eso, ya nunca mas nada fue igual que antes.
Algo se rompió en nuestra familia, algo enfermó, infectándonos a todos con la nostalgia, con la tristeza…sumiéndonos en la oscuridad de esa misma noche….
Fue asi, de ese modo, entre tinieblas, como pasaría el tiempo. Siendo éste el peor enemigo que jamás pudimos imaginar. Pues dicen que el tiempo lo cura todo y eso no es verdad…El tiempo simplemente se encargó de mantenernos vivos mientras la soledad y el vacio se apoderaba de nuestros corazones…
Y pasaron los días, las semanas, los meses…Y finalmente…
Los años.
Néliam de Hedinson- Hechicero Clase Alta
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