||Memorias Apuñaladas|| [Privado]

por **Denisse d'Auxerre** Jue Mar 13, 2014 10:13 am

Era momento de salir, después de la conversación que tuve con Adriel sobre la llegaba de los de Bordeaux de nuevo a París había quedado inquieta, con sed de venganza y claro sed de sangre pero antes de poner por encima mis deseos carnales debía priorizar y buscar por mi cuenta información que me hiciese llegar hasta el misterioso ‘’Lorian’’ que de recordar su nombre me hacía querer arrancarle la cabeza a alguien. Pasaron varias noches en las que estuve meditando la mejor forma de encontrar lo que quería, no movería mis piezas sin antes estar segura del camino que tomaría, esto no era un juego, tendría que moverme con agilidad y precaución, las cosas eran un tanto complicadas y yo sólo deseaba ayudarle un poco a mi hermano mayor, la cabeza de esta familia. Entonces se me cruzó por la cabeza un no tan ingenioso plan, ¿qué mejor lugar para obtener información de lo que sea que los bajos mundos de París? Esos sitios donde una dama de mi clase jamás pondría un pie por nada del mundo pero necesitaba aquello con gran fijación que estaba dispuesta a sacrificarme, la sola idea me causo náuseas mentirosas pero debía de llegar al fondo de este asunto.

La noche de la ejecución maestra llegó. Busqué en mi armario ropa con la que pudiera pasar desapercibida ¿Era eso posible? Me reí con la idea pero intentaría hacer algo, mis gustos eran casi exclusivos y bien llamativos pero a la taberna de mala muerte a la que me dirigiría no necesitaba usar tales atributos, los encantos era para después. Había decidido comenzar por ese sitio porque en ese mundo es donde nace el deseo y el rencor, la información en su máximo esplendor y con unos cuantos sobornos seguramente encontraría lo que quería. Rápidamente terminé de vestirme y a paso aligerado salí de la mansión sin darle explicación a nadie hacia donde me dirigía, total parecía aquello un desierto, todos estaban ausentes.

Llegué en menos de la mitad del tiempo que a alguien normal podría haber costado desde la distancia que recorrí. Adoraba mi condición de vampiresa. Acomodé mi cabello y una mueca de asco se dibujó en mi rostro, desde afuera podía percibir el olor a hombre mojado en sudor, alcohol barato y unas cuantas prostitutas. Rodé los ojos y repasé en mi cabeza el por qué estaba aquí, realmente me estaba sacrificando. Me habían comentado de un hombre de sombrero negro, aspecto misterioso, que jamás dejaba ver su rostro talmente al descubierto, era un sicario bien pagado –cazador- que sabía la vida de cada uno de la alta alcurnia de París. No me importaba el hecho de ser un asesino, total, él y yo no éramos diferentes.

Entré al sitio y aguanté las arcadas de asco y me abrí paso entre la multitud. La vista de los curiosos de posaron en mí. Maldita sea. Lo menos que quería por un día en mi longeva existencia era atención y eso era lo que obtenía. Mi paso se hizo más fino y logré tocar el hombro del ‘’misterioso’’ él se giró y supo de inmediato que no era una humana común y corriente. Expliqué con un solo gesto que ocupada privacidad con él y éste me señaló la puerta trasera salimos y entonces murmuré bajo —No vengo a entablar una amistad contigo, ni mucho menos a hacer vida social a este sitio de porquería, necesito información sobre algo que sé que sabes y tengo suficiente dinero con qué pagarte- el hombre torció su cara y me hizo una mueca —¿Qué sabes sobre los de Bordeaux?- el tipo se rió y yo me sentí más irritada que nunca, de no ser porque de verdad tenía asco de darle mi sangre para que fuese mi sirviente me calaría esto —¡HABLA que no tengo tu tiempo!- él hombre se negó y cuando menos esperé había enterrado una daga de plata en mi cuello. Oh no, no había hecho eso. Mis manos le apresaron por el cuello y con las uñas rasguñé su piel logrando aventarlo hacia un lado, aunque ardían mis dedos saqué aquel artefacto y con rabia me fui contra él sacando parte de su garganta en mis manos. Aventando su carne a un lado tensé mis labios y me giré tropezando con alguien. Maldición, ¿cómo no me había percatado de su presencia? Mis ojos buscaron su rostro y entonces lo vi, era Dorian riendo como cínico tras mío. ¿Qué hacía aquí? Mis ojos lo fulminaron. —¿Qué haces aquí?- murmuré molesta esperando que no me hubiese escuchado cuando hablé con el cazador, realmente aquello quería mantenerlo en secreto.

por **Lukian d'Auxerre** Sáb Mar 22, 2014 10:39 pm

Aun no estaba del todo seguro en que el Lorian que se decía ser parte de los Bordeaux fuera mi hermano, existía claro algo que gritaba que aquella que alguna vez fue mi sangre era ahora nada más que mi enemigo y de ser de esa manera, claro que no dudaría en darle fin. Él había dado muerte a mi creador y provoco un dolor en Adriel que de recordarlo hacía que la sangre de mi muerto cuerpo ardiera de la ira, lo cual era obviamente imposible debido a mi estado de inmortal. Me había mantenido todo lo que pude al margen de la situación ya que sabía que lo primero de todo era encontrar y descubrir las debilidades de nuestros enemigos, así como quienes eran todos ellos pero eso de tomar las cosas con calma sería sumamente complicado si es que pensaba en Denisse. Esa mujer estaba demasiado deseosa de lograr ver la venganza de Adriel y de todos los del clan completada pero eso le volvía tonta ya que seguramente trataría de actuar por su cuenta y formar un alboroto en la búsqueda de la información necesaria.
En muchas ocasiones se volvía completamente complicado para mi no terminar asesinando a mi propia hermana; era la mujer más exasperante del mundo o al menos de las que conocí en todos mis años y aún así no podía hacerlo, no sin haber conocido los placeres ocultos en ella.

Opte por espiar los movimientos de mi hermana, nadie más que ella y yo sabríamos que era lo que tramaba y por supuesto que si comenzaba a cometer sus estupideces, le detendría. No iba a permitir que su desesperación echara abajo toda la búsqueda de años atrás o peor aun que de manera astuta los Bordeaux planearan la manera de llevarla hasta ellos y deshacerse de uno más de nuestro clan. De todas las posibilidades esa era la que más quería evitar.

No fue realmente complicado notar cuando estaba por llevar a cabo su plan, fuera cual fuera. Desde la ventana de la habitación en la cual permanecía durante el día y muy poco tiempo durante la noche, le vi abandonar la mansión con ropas nada parecidas a las que ella estaba asombrada a usar. Iba a paso normal para nosotros los vampiros y como no pensaba perderla de vista, abrí la ventana de aquella habitación y de un salto llegue al suelo.
– ¿A dónde iras hermanita? – pregunte para mi mismo y aspire el aroma de Denisse en el aire antes de andar tras ella. No pensaba intervenir o al menos no hasta que fuera completamente conveniente que lo hiciera.

El aroma de aquella vampiresa me guió hasta una taberna lo cual explico la ausencia de un vestido realmente ostentoso que llamara la atención de cualquiera que le viera. Si algo había aprendido en todos aquellos años es que Denisse poseía una presencia que era muy complicado que se no fuera notada por cuanto hombre o mujer posaba sus ojos en ella.
Permanecí oculto fuera de la taberna aquella, esos lugares me llevaban aún malos recuerdos y los evitaba tanto como me eran posible, aunque solía seguir cayendo en los viejos hábitos y pasándome de vez en cuando por esos sitios.

No debí esperar mucho tiempo antes de que saliera ella acompañada por un hombre que no daba nada de buena pinta para hacer tratos sin salir uno con alguna herida. Por su andar parecía ser de aquellos hombres que preferían morir antes que hablar, igual que cualquier miembro de nuestro clan que en determinada situación se viese preso.
Sin llamar aun la atención me acerque hasta ellos, escuchando todo lo que Denisse decía pero cuando el aroma a sangre llego a mis fosas nasales, salí de las sombras. Mi hermana fue herida y por la manera en que no se dio cuenta de mi presencia note que estaba realmente enojada, tanto que aquel hombre termino muerto antes de que hubiese podido defenderse de manera real contra ella. Ya que su ira fue descargada contra aquel imbécil, nuestro cuerpos chocaron de lleno, o mejor dicho, ella contra mi y no pude evitar reír.
– ¿Qué hago aquí? Vine a vigilar que no cometieras alguna estupidez – con brusquedad le tome del mentón e hice que se girara para ver aquella herida en el cuello – pero veo que no has podido impedir que te hirieran y con plata – negué burlesco – para que veas que no puedes hacer y lograr todo lo que te propones tu sola – sin decir nada más abrí mi muñeca – anda bebe para que te cures mucho más rápido y dime ¿Qué es lo que planeas investigar tu sola, morir? – tonta y descuidada, eso era lo que era Denisse.

por **Denisse d'Auxerre** Dom Mar 23, 2014 1:09 am

Encandilaba por el momento sentía toda mi piel pegajosa, entre la sangre ajena y la mía todo mi atuendo había quedado hecho un desastre y no es que me importe esa ropa desfasada pero yo no podría verme echa un asco así como así. Miré el cuerpo de aquel hombre tirado a un lado donde solo sus ropas negras eran visibles y mordí mi labio, no mucho después fue que choqué con alguien. Mi cabeza daba vueltas, no podía ser que no me diese cuenta que había alguien tras mío. Maldición. Gruñí molesta porque nada había salido como quería, no era costumbre fallar quizás si el método de obtener la información hubiese sido diferente me hubiese ido mucho mejor pero realmente ese cazador me daba asco, podía oler desde tres metros a la redonda su asqueroso aliento y dientes podridos.

Las posibilidades de no ser capaz de percibir otro ser en el ambiente se reducían a dos. La primera era que había sido demasiado eufórica y esto no me había permitido centrarme en todo el panorama y sólo en la víctima o el otro ser que estaba rondándome era un inmortal con muchísima experiencia capaz de disimular su presencia en el viento. Imposible. Ninguna de las dos nunca antes me había sucedido pero no por eso les descartaba completamente. Cuando por fin dilucidé la figura masculina que estaba frente mío todo rastro de preocupación fue borrado y la ira se apoderó de mis entrañas tras la burlesca sonrisa de Dorian, mi molesto hermano. Mis ojos se tornaron carmesí encendido casi como el de un rubí y di dos pasos hacia tras pero ya él me tenía acorralada. —No seas idiota- dije rápidamente a su crítica ‘’constructiva’’ hacia mis acciones —¿Desde cuándo necesito supervisión?- alcé la ceja y confronté su mirada. Su estatura no ayudaba a mi postura pero no por ello me iba a quedar con la palabra en la boca, siempre había sabido llevarle la contraria y sacarle de sus casillas, era divertido verle irritado. —No soy una niña, hace más cuatrocientos años que sé cuidarme sola- exageré mis palabras con las manos levantadas enseñándole cuatro de mis dedos y rodando los ojos. Cerré los ojos al sentir su mano bajo mi mentón, mostrando la herida que seguía sangrando sin dar tregua alguna, era plata, no cicatrizaría así de sencillo. Por un momento me sentí avergonzada pues toda esta escena había sido innecesaria y tenerlo a él ahí molesto como siempre me daba dolor como si esa daga me hubiese atravesado completamente hasta salir al otro extremo. —Ese era parte del acto ¿Qué no te das cuenta?- murmuré sarcástica —Es solo un pequeño rasguño que sanará, nada de lo que deba preocuparme- sonreí con altivez y extendí mi cuello dejando mi ego y orgullo a la vista, como siempre había sido así con él.

Miré nuestro alrededor y todo parecía callado aunque dentro de la cantina de mala muerte era toda una fiesta con música y el sonido de las jarras de cerveza tocar. El olor a sangre, una más fina y transparente se deslizó en el aire penetrando cada espacio en mi nariz y observé de manera tranquila la muñeca ensangrentada de Dorian lo que me hizo enfadar. ¿Qué me creía? ¿Su vástago recién nacido? Esto era inaudito, me quería alimentar. La herida ardía y un leve dolor recorría la abertura. —No quiero tu sangre, Dorian- me solté de su agarre y caminé hacia enfrente dándole la espalda, peinando mi cabello —No es de tu incumbencia lo que sucedía aquí- escupí tan rápido como pude esperando ignorar el hecho de su conocimiento sobre lo que había hablado con el difunto cazador —Todos tienen asuntos que atender ¿no? Ese hombre tenía algo que quería pero fue un estúpido y murió sin darme la información que necesitaba- rasgué parte de abajo de la tela del vestido dejándolo más corto de cómo estaba y lo usé como pañuelo para cubrirme el agujero y limpiarme la piel, una improvisada pañoleta en plena primavera. Un hombre salió del bar y mi vista se fue directa al cadáver, no podía estarse complicando más las cosas pero al parecer éste ignoró el bulto de ropa y yo me fui hasta él. Un humano esbelto, alto, de tez blanca, ojos color verde, una barba sin rasurar y hombros anchos, un buen prospecto, lastimosamente un gato, pobre, una rata. Le sonreí amablemente, utilizando mi cara de niña buena que siempre funcionaba y aquel hizo lo mismo, alcé mi ceja ignorando a Dorian un rato, sabía su debilidad por verme alimentarme, la manera en que lo hacía le irritaba mucho. — Con tu permiso- fingí educación y saludé al hombre que pareció agradado ante mi presencia, era más que obvio, no tarde ni un minuto cuando ya le estaba besando recostado sobre las paredes de concreto de la taberna el hombre descendió sus manos hasta mi muslo y tocó levemente un glúteo. Touché. —No tan rápido, amigo- susurré en su oído y miré a Dorian con los ojos entrecerrados con una sonrisa mientras le mordía la oreja al infortunado como si hablara para él. Mordiendo el cuello del ajeno , su sangre de inmediato comenzó a llenarme y solté un leve gemido, relamiéndome los labios arremetí con más fuerza aferrándome a sus cabellos, segundos más tarde lo que necesitaba para sanarme había sido suficiente e inconsciente boté el recipiente de abasto limpiándome la boca con dos dedos. —¿Ves que hay cosas que sí puedo lograr yo sola?- susurré divertida alzando una ceja pero no logré ver en dónde se había metido ¿se había ido? No. Aun sentía su presencia en el aire, detestaba sus jugarretas.

por **Lukian d'Auxerre** Miér Abr 09, 2014 8:00 pm

Tan terca y tan única, esa es Denisse; que apenas capto por completo que era yo quien le detuvo antes de salir de aquel callejón maloliente, dio dos pasos en retroceso, evitando que el contacto más cercano continuara entre nosotros. Sus ojos se tornaron rojos y no evite reír más, adoraba hacerle rabiar pues aunque no estaba completamente seguro de que ella me odiase, lo sospechaba. Ser odiado también es prácticamente como ser amado y no negare que eso es algo que deseo de ella, que tenga esa clase de intensos sentimientos por mi, no importa hacía que lado de la balanza vayan si amor u odio.
– Aparentemente la única idiota en este lugar eres tu, cualquiera pudo haber notado mucho antes de ser herido de esa manera tan ridícula que ese sujeto tenía ya un plan bajo la manga y que no hablaría de manera tan sencilla – cruce los brazos, sin separar la mirada de ella – lo mejor hubiera sido llevarlo a la mansión, ahí pudiste haberle persuadido de alguna manera de hablar y desde cuando necesitas supervisión – di un paso al frente, uno que casi cubría sus pasos hacía atrás para quedar a una distancia de nuevo más corta de ella – la necesitaste desde el segundo en que saliste de la mansión para venir a este lugar y te dejaste hacer esa herida tan ridícula.

Suspire para que notara que no me interesaba lo que decía y mucho menos que me tragaba esos aires de grandeza que se daba de una manera tan infantil. Decir que no era una niña y después mostrar los dedos era después de todo un acto que solo corroboraba mi punto sobre su infantilismo.
– Disculpe usted adulta que sabe cuidarse sola, pero nada de eso se nota ahora – le mire las ropas de arriba a abajo y de manera descarada pare en sus atributos, regresando al final a sus ojos – igual que los infantes tus ropas están hechas un asco, igual que tu – había mirado su herida porque ella lo permitió. Una vez que sintió que aquello era suficiente de nuevo hizo gala de su orgullo y alejo de mi exploración visual aquella herida – si te sientes mejor diciendo que fue parte del acto – dirigí una mirada fugaz al cadáver del hombre que demostraba que sus palabras eran una completa mentira – fingiré que te creo. No vaya a provocar la molestia de la niña.

Mi ofrecimiento de sangre fue rechazado por ella de manera burda. Era obvio que Denisse no se permitiría a si misma alimentarse un poco de mi ni aunque estuviese al borde de la muerte, no puedo decir lo mismo de mi. Al igual que el ofrecimiento, mi interrogatorio fue negado a una respuesta verdadera, todo porque ella trataba de mantener aun oculto lo que ya no lo era.
Aquella estúpida hermana rasgo su vestido para cubrir la herida de su cuello, lo que no ayudaría para nada a que se detuviese el flujo de sangre. Lamí mi propia sangre, aguardando a que la herida se cerrara mientras que de aquella entretenida taberna salía un hombre. No era necesario ser un genio para saber que ella iría tras él; sus pasos y sus palabras me aseguraron eso.
– Espectáculos callejeros – no era que me desagradara la manera en la que Denisse le alimentaba, por el contrario me parecía bastante excitante esa manera suya de hacerlo. Mi problema radicaba en el hecho de que otros podían besarle, tocarle y para mi todo eso estaba prohibido.

La vista de Denisse alimentandose y aquel gemido fueron suficientes para alterarme y desaparecí de su vista, pero solo por el tiempo en que ella se alimentaba; había dado la vuelta a aquel callejón, estando cerca pero no lo suficiente como para verla más. Hasta mi solo llegaban aquellos latidos que lentamente se extinguían y después aquellas orgullosas palabras suyas que solo me provocaron una sonrisa. Me moví con velocidad, acercándome a ella por detrás para de un movimiento veloz sacar aquella tela a modo de pañuelo que cubría su cuello y pasar al tiempo la lengua por la herida que ya comenzaba a cerrarse.
– No lo he visto pero tampoco es como que alimentarse sea complicado, de hecho es lo más sencillo que existe hermanita – dije burlón, estando unos pasos retirado de ella y mostrando su pañuelo que llevaba en la mano – en fin, ya que te has alimentado debidamente, nuestros compañeros de hoy están muertos y solo quedamos tu y yo es momento de que hables. – mi mirada se torno sería y la enfoque en ella, el tiempo de los juegos y de las mentiras sobre lo que buscaba se había terminado – ¿Qué demonios te piensas que haces? Quieres que no te trate como una niña pero te comportas como una Denisse. Somos un clan, no estas sola en nada de lo que haces y cualquier estúpido movimiento mal planeado que cometas trae consecuencias para todos. ¿Quieres información de los Bordeaux? – me acerque a ella con paso firme – Todos la queremos, pero no es para que vayamos solos por ahí… ahora habla ¿Qué más sabes que no has contado al clan? – no era tiempo de juegos, era momento de acciones y de venganzas pero para eso era necesario que estuviésemos unidos por más complicado que nos resultara, al menos a mi y a esa vampira que me miraba fijamente.

por **Denisse d'Auxerre** Sáb Abr 19, 2014 2:56 am

Realmente estaba fastidiada, la presencia de Dorian me hacía irritar con facilidad y casi podían jurar que él lo disfrutaba. Miré sus ojos que tanteaban el asunto que recién había sucedido, él no era ningún estúpido, de eso estaba casi segura, no se iba a quedar tranquilo hasta sacarme hasta el último detalle de qué era lo que yo quería. –Estúpido hermano-. Pensé en mis adentros que no podía sincerarme del todo con él, sí, acepto que no me llevaba de maravilla con el vampiro que tenía al frente pero quería por mis medios conseguir información. Yo lo miraba casi con el infierno detrás de mí sino dejaba de hablar pero éste seguía parloteando, molestándome, acorralándome en un callejón sin salida. Mis sentimientos para con él eran complicados era por eso que de todos mis hermanos era con él que tenía problemas no podía permitir que se burlara de mí, en mi cara y para mi sorpresa era lo que hacía. –Oh no Dorian, no lo hagas- fruncí el ceño ya que sus palabras me hicieron estallar. —Deja de hablar estupideces, Dorian, que esto no es de tu incumbencia, nada mío tiene por qué importarte, es más, ni siquiera sé qué haces aquí, deberías estar en alguna de tus faenas, esas donde te pierdes por días - moví la cabeza de un lado hacia el otro sonriendo —No te vengas a hacer el hermano preocupado que eso no te queda bien- entonces vi la luz, mi salida a su maldita sonrisa.

Si hubiese estado unos segundos más viéndole la cara seguro aquello hubiera terminado mal y cuando digo mal me refiero a mi puño en su carota de idiota. Los labios del humano eran habilidosos y de una manera u otra disfrutaba ver el aura de mi hermano que era un espectáculo a mis ojos, una oda cambiante, sonreía divertido mientras hacía de las mías con el cuerpo del saco de sangre. Oí la voz de Dorian tan fastidiado como siempre, así como cuando me alimentaba delante de él. Después de mi cometido, una buena cena para lograr reparar el daño que la plata había causado en mi cuello aun sentía como la herida no había terminado de sanarse. Era plata. No iba a ser tan fácil como si me hubiese despellejado o cortado con algo por suerte no iba a quedarme marcas odiaría que mi piel se arruinara por un cazador que ni siquiera supo defenderse. Terminé de hablar y estaba sola pero sabía que él seguía por aquí, podía sentirlo.

Más tardé el voltear disimuladamente para encontrarle cuando su cuerpo de nuevo chocó contra el mío y yo fruncí el ceño al ver arrancada mi improvisada pañoleta de mi cuello y levanté mi puño para darle pero justo me quedé quieta para clavar mis ojos en su cuello justo cuando su lengua me pasó por la herida e hice una mueca de asco —¡Qué cortés!- dije con aquello cargado de sarcasmo y le dediqué una sonrisa —Eres todo un caballero- rodé los ojos y le escuché, no estaba feliz aunque no me lo diera a demostrar lo que me hizo soltar una sonrisa pícara porque adoraba verlo molesto —Tampoco es que requiera de ciencia alimentarse, más cuando la presa está excitada por poseer tu cuerpo, ¿sabes lo bien que sabe la sangre de un humano lleno de placer? Deberías haberlo probado, el idiota murió feliz creyendo que íbamos a terminar esto con sexo en el callejón- hice una cara triste a lo que solté una carcajada y miré como se alejaba de mi con el pedazo de tela a lo que fruncí el ceño y con velocidad me fui justo frente a él —Dámelo que quiero cubrir este horror- señalé pero justo había terminado de curarse —Pensándolo bien te lo regalo- me crucé de brazos y fruncí el ceño negándome. No se había distraído, él no había olvidado el por qué estaba aquí lo que me hizo sentirme molesta.

Sus ojos se enterraban en mí justo como los míos en los suyos, sin miedo a nada pues lo conocía bien, quería la verdad, así que no tenía de otra —Primero que nada Dorian, no soy una niña- le señalé —No me trates como una, soy una vampiresa ¿se te olvida?- rodé los ojos y levanté la ceja —Y sí, estaba aquí porque necesito saber si hay algún rastro de esas escorias- desenfoqué la mirada —Adriel me lo dijo Dorian, ellos han regresado a París y no creo que haya sido para darse una visita social con té incluido.- solté irritada —¿Sabes desde cuándo he estado esperando este momento?- mi voz se hizo todavía más fuerte —La venganza tarda pero no se olvida y ellos tienen que pagar- cerré los ojos recordando a mi sire, cosa que me amargaba. —Adriel está ocupado con otros asuntos y tú jamás estas en la mansión, ¿Qué querías? ¿Qué me quedara cruzada de brazos mientras ellos ganan terreno?- mis ojos se abrieron de golpe al sentir su cercanía y el rojo estaba inundando toda mi iris —Deberías ser más comprometido si hablas de un ‘’clan’’- fulminé su cuerpo con la mirada y mordí mi labio dando un paso hasta él para acortar distancias quedando frente a frente hasta que sentí que la sangre corría por una de las esquinas y besé su boca sin pensarlo dos veces compartiendo la línea del líquido carmesí con su lengua a lo que me despegué de inmediato y golpeé su cara con la palma de la mano dándole la espalda —La familia d’ Auxerre no va a dar su brazo a torcer tan fácilmente- sentencie cerrando los ojos recordando cada una de las palabras de Adriel esperando que el vampiro también entendiera que la época de juegos había terminado.

por **Lukian d'Auxerre** Vie Mayo 02, 2014 12:41 am

– ¿Hermano preocupado? Pues no lo estoy tanto por ti que eres una maldita imprudente. Siempre buscas traer problemas a todos y si estoy aquí ya te dije que es precisamente para evitar que cometieras una estupidez como las que sueles cometer – Tan molesta. Siempre creyendo ser capaz de comerse al mundo cuando apenas es capaz de mantener sus sentimientos de la manera en que debe. Comportandose como una niña mimada a la que no le han mostrado como es que debe ser ante la sociedad, solo luciendo su perfecto rostro y aquella figura de diosa capaz de mantener a cualquiera a sus pies. Ese era otro punto que detestaba de ella, la manera de mantener a todos a sus pies, hacer que veneraran el suelo que ella pisaba cuando a mi no hacía más que decirme sus tonterías – En realidad no me interesa completamente lo que hagas, solo no quiero que las consecuencias de tus actos sean algo que termine por dañar toda la estructura que tenemos hasta estos momentos y – enarque la ceja y volví a sonreír denotando superioridad – ¿Qué te interesa si voy o no a mis faenas de días? He terminado con lo que debía si te sirve de consuelo, por lo que ahora, estaré muy cerca de ti – acerque el rostro más a ella, situándolo unos centímetros de sus labios, todo eso antes de que terminara por dejarme e irse tras un ridículo mortal que no tenía nada de sorprendente que ofrecerle.

Mientras permanecía oculto en las sombras, mi ceño dentaba la molestia que no podía expresar frente a ella. Denisse debía ser mía, iba a ser mía costara lo que costara. Cuando ese momento llegara no le permitiría hacer las cosas que ahora estaba haciendo, a menos claro que después de eso se quedara atada a mi cama varios días y varias noches.
Mi querida hermana se había metido en mi mente y desde esos momentos había tratado de contenerme pero últimamente me sabía llegando al limite, estaba consciente de que el día menos esperado terminaría por acorrale en cualquier sitio y hacerla mía. El lugar y las personas presentes darían lo mismo, por eso había “escapado” de aquel callejón, lo hice antes de terminar acorralando su cuerpo entre la pared y el mío.

Cuando volví a aparecer cerca de ella, esa evidente molestia ante mi presencia fue el motivo que me llevara a pasar mi lengua por su cuello, y mantenerme muy cerca de ella. Ante sus palabras no pude más que reír.
– Y tu eres toda una cualquiera – solo le sonreí – ya sabes lo que eres, aunque trates de lucir como toda una mujer de clase – Una mujer que no podía tener, eso era la realidad – Pobre idiota, estafado por ti, al menos recibió algo más útil que el cazador – sonreía mientras me alejaba de ella y solo cuando me encontré lejos de ella por varios pasos es que me volví a mirarla – Claro que se, la delicia que implica la sangre de alguien cuando el éxtasis esta subiendo por su cuerpo, la manera en que suelen implorar porque les hagas sentir bien, esa manera tan única que tienen las presas de gemir cuando tus colmillos se clavan en su piel – hablaba mientras mi mano se paseaba por aquella pañoleta, como si fuese el cuerpo de alguien pero me detuve cuando le mire nuevamente cerca de mi – Que amable eres al regalarme tu porquería – suspire antes de soltar aquel trozo de tela manchado de sangre en el mugriento callejón en que nos encontrábamos, no quería solo un pedazo de tela con su aroma, la quería a ella entera.

La discusión entre ambos parecía que no terminaría nunca. Siempre era así entre nosotros, al menos desde que ella había llegado a formar parte del clan.
– Eres una vampiresa que no se comporta como tal y por eso es que voy a tratarte como te lo mereces – cruce los brazos y le mire. Adriel debería de aprender a decirle las cosas a las personas indicadas y no siempre a cada tonta que se lo pide – Bravo, has descubierto algo que todos sabiamos pero como siempre has decidido actuar sola. ¿Sabes que todos lo hemos estado esperando? No te creas tan única y especial Denisse, no eres la única que esta buscando la muerte de todos ellos – mi mirada comenzaba a volverse mucho más firme – Estoy comprometido, también he estado buscando por mi cuenta ya que contigo obviamente todo sería una perdida de tiempo. He encontrado más información que la que tu esperarías tener así que no necesito que me hables de los compromisos que tenemos con este clan.

Pareció haber leído mis deseos de aquellos labios al ver correr la sangre por ellos, pues antes de ser capaz de hacer algo ya nos estábamos besando en aquel sitio y posterior a eso, a mi cara fue a dar uno de sus golpes. Estúpida hermana que tenia.
– Dar nuestro brazo a torcer, Denisse, nosotros vamos a terminar con todos los Bordeaux que existan en este mundo – era definitivo, la temporada de juegos había terminado, no solo entre los clanes, sino también entre nosotros. Con velocidad sujete su muñeca y tire con violencia de su cuerpo para que terminara chocando nuevamente contra el mío. Parte de mis brazos rodearon sus caderas, dejando que las palmas de mis manos descansaran sobre aquel trasero que seguiría igual de firme a pesar de los años que transcurrieran y en esa ocasión quien busco los labios ajenos fui yo. El beso que ahora le daba era más salvaje, devoraba sus labios como bebería la sangre de cualquiera cuando me encontrara necesitado hasta que finalice al morder su labio inferior y tirar un poco de el – Si vuelves a golpearme, no será solo un beso lo que termine por darte, hermanita – No le aparte de mi porque así la quería, cerca de mi.

por **Denisse d'Auxerre** Jue Mayo 08, 2014 8:03 pm

Miré nuestro alrededor sintiéndome un poco enferma, el lugar realmente era molesto, los olores, el alcohol, el cuerpo del cazador comenzando a pudrirse. ¿Por qué seguía parada aquí? Debería estar haciendo algo divertido entonces mis ojos se cruzaron con los de Dorian. Miré su cara molesta y traté de ignorar el hecho que se miraba malditamente hermoso cuando se molestaba conmigo esas eran una de las pocas razones por las que adoraba con recelo sacarlo de quicio. De manera bizarra me imaginaba su piel azotándome por ser tan mal portada. Solté una risita cargada con picardía, si tan solo él supiera lo que me imaginaba cuando me reprendía, ninguna idea llevaba ropa. Entreabrí mis labios y cerré los ojos tratando de callarle en mis pensamientos y enfocarme en mis pensamientos, sólo eso necesitaba, imaginar espacios abiertos, él y yo y la eternidad bañando los sonidos vivificados amontonados de represión y deseo, liberados por primera vez después de siglos de abstinencia forzosa. Todo era tan perfecto hasta que la voz de Dorian me hizo volver en sí. Maldito que nunca sabe respetar mi privacidad. Le fulminé con la mirada —Y tú el idiota que siempre cree tener la razón. Nada gira entorno a ti, Dorian, mira cómo la noche bailó mí son- murmuré sin verle a los ojos diciendo ironías pero con él no podía ser irracional —Sabes que jamás haría nada para perjudicar a la familia. No me trates tan infantilmente que sé cuidarme sola, sé cómo debo comportarme y sé cuándo o no debo de abrir mi boca…- alcé la ceja —Uhm ¿Debería estar feliz? Va a ser un dolor de cabeza, prefiero saber que andas regalando gemidos por las noches a soportarte cerca- musité con suavidad enfrentándome a su mirada imaginándome de nuevo lo de hace un rato.

—Jamás he pretendido fingir ser lo que no soy, hermanito- me miré desde los pies hasta la cabeza y luego le di una vista a él —Admítelo.- alcé la ceja —Me lleno del placer de otros, vivo de su voz pidiéndome que les haga explotar, algo que no estoy muy segura contigo- sonreí victoriosa —Eso que acabas de ver no es nada en comparación con lo que sé hacer… Seguro te convertirías en mi seguidor- solté muy segura, amaba sus expresiones. ¿Qué sabia él de éxtasis? No podía creer el valor que tenía al darme una cátedra de qué se sentía. Los hombres saben de gritos, caricias insípidas y todo lo que tenga que ver con introducir su virilidad en cualquier agujero pero ¿deseo? No estaba muy convencida a lo que respondí de inmediato —Un simplón como tú apenas se deja guiar por una falda, no me engañas- confronté su mirada y aunque nuestros cuerpos estaban tan separados sabía que pronto dejaría de ser un impedimento —No necesito un padre, ni un hermano que juegue a enseñarme cómo debo comportarme en ese caso para eso está Adriel y no te acercas ni un poquito a él - rodé los ojos mirando la puerta de la taberna que parecía abrirse de nuevo, rogaba porque saliera otro de los mismos humanos justo como el que había asesinado antes pero no, tenía que pasar la rabieta sin dejar que Dorian sospechara.

—Todos tenemos un fin común en esta lucha pero objetivos individuales y en lo personal no creo que ninguno de ustedes pueda erradicar esta sensación de fuego que me ha quedado desde que la información de ellos llegó hasta nuestros oídos. Con todo respeto, tengo mis medios y si no te parecen no sé por qué sigues de pie aquí, pudiste haberte ido desde hace mucho, la excusa de ‘’eres idiota y no puedes’’ no viene al caso ¿Qué más buscas hermano? - dije despacio la pregunta casi susurrado cuidando en hacer énfasis en el ‘’hermano’’ pensar en el doble sentido de mis palabras y la aberración social de incesto sin serlo me hacía caer en la locura.

Mis traicioneros labios junto a los de Dorian jugaban a besarse una y otra vez de una manera un tanto pudorosa cosa que me hastiaba pues yo quería más, no quería un gato para jugar deseaba ver el animal que escondía. Mi sangre mezclarse con su lengua traspasándose a mi boca más la pesadez de su cuerpo contra el mío era una sensación indescriptible. Solté un leve quejido traducido en molesta por tener que detener aquello —Adriel mencionó que ellos no eran cualquiera, que debíamos tener cuidado…- fruncí el ceño —Bueno, que yo debía tener cuidado pero lo estoy siendo…- murmuré viéndole la mano que me sujetaba tan posesivamente que la idea se esfumó de mi cabeza, no pude pensar. —Dori…- recorté su nombre como mala costumbre —Vas a hacerme moles[…]- ni siquiera pude terminar de hablar cuando sus palmas me recorrían sin prejuicio alguno y yo sin oponer ni un ápice de resistencia cruzaba mis manos por encima de sus hombros juntándolas en su cuello tirando su cuerpo hacia el mío para lograr alcanzar sus labios con mayor precisión. Me sentía en un oasis en medio del desierto, desesperada de él. Mi pierna se cruzó alrededor de una de las suyas y con la diestra bajaba hasta una de las manos suyas que sostenían mi trasero. Agarrándola la deslicé desde ahí hasta mi muslo que estaba enrollado en su cuerpo y fruncí levemente el ceño por su mordida viéndole limpiando con mi mano la parte inferior de mi labio y solté una sonrisa —Que quisquilloso resultaste ser- mordí mi sonrisa —Pero conmigo las cosas no funcionan así- con la pierna que aún conservaba aquella posición le tiré más hasta mí para ajustar mi cuerpo al suyo —Eres un niño todavía- rocé con un dedo su mejilla y moví las caderas contra las suyas soltándole, separándome de él, deshaciendo el hilo de fuego entre los dos.

Tiré mis manos contra su pecho en una especie de empujón y me acomodé el vestido. Peiné mi cabello y miré la puerta de entrada a la taberna. Los ojos se me iluminaron, tomé su mano y le jalé de ella sin esperar que me acompañase o no. Mi hermano iba a aprender de las peores maneras con una muy mala institutriz, una malévola amante de la carne. —Vamos a divertirnos un rato- dije divertida como si nada de lo anterior pasase, sabía que me carcomía el deseo pero un cuerpo perfecto y actitud de estúpido no bastaría para hacerme caer.

por **Lukian d'Auxerre** Vie Jul 18, 2014 10:11 pm

Un juego sin ningún ganador inminente era lo que se desarrollaba en aquel oscuro y hediondo callejón. Una hermandad que no era más que la mascara detrás de la cual se ocultaba una gran pasión que peligraba con desbordarse a cada paso que dábamos uno cerca del otro; de poder compararlo con algo, diría que era una especie de juego que los humanos llamaban, tentar a la muerte. En nuestro caso, la muerte era percibida de una manera diferente pero no dejaba de ser existente y por eso sentía que estando al lado de Denisse bailaba en un limite nunca antes encontrado por mi. Generalmente, cuando mi hermana se mantenía en silencio, deseaba contar con aquella habilidad que permitía a los nuestros inmiscuirnos en los pensamientos ajenos para encontrar los secretos más oscuros de los demás; en mi caso, únicamente era para descubrir en que pensaba ella cuando reía de una manera tan seductora que solo me hacía imaginarla más y más, atada a la cama que inútil que mantenía en la mansión y para la cual no encontraba otro motivo que no fuera para tener a Denisse en ella. Mire en su dirección de manera despreocupada, pues aunque aseguraba ser la dueña y señora de la noche, yo llegue a arruinarle gran parte de su jueguito ridículo que no le estaba llevando realmente a obtener información importante sobre la ubicación del clan contrario.
– Dices eso, pero tus planes se han venido abajo con mi presencia y eso es algo que no puedes negar por más que quieras – desvíe la mirada al cuerpo que se encontraba tirado en aquel callejón, era tan normal para nosotros hablar entre muertos que algunas veces olvidaba que una visión de esa especie aterrorizaría a cualquier humano – Perdona por tratar a quien es menor que yo de una manera tan infantil. Ya te he dicho además que si quieres ser tratada como alguien mayor, deberías comportarte como tal – sus siguientes palabras las ignore, puesto que únicamente planeaba regalarle gemidos a ella, aunque eso, no lo dije.

Rodé los ojos aburrido ante esos aires de grandeza que se daba. Me encontraba consciente de que no le era difícil que los hombres siguieran sus pasos cual corderos que son guiados al matadero pero no podía evitar que la siguieran, ni que ella dejara de ser de esa forma tan naturalmente seductora. Parte de mi la celaba con una furia que era complicado controlar pero que mantenía bien oculta, o al menos eso era lo que creía; mientras que otra parte de mi, se encantaba más con esa manera de comportarse tan suya. La verdad era que si ella cambiaba, seguramente dejaría de atraerme de la manera tan enferma en que lo hacía.
– ¿Convertirme en tu seguidor? Por favor no te des tantos cumplidos a ti misma, he visto mujeres inexpertas que puedes lograr más que tu así que deberías ser más consiente de que las carencias que existen en ti – una sonrisa fue lo que le dedique, sus palabras lejos de molestarme ahora estaban divirtiendome. Mientras ella estuviese a mi lado todo lo demás desaparecía, hasta el hecho de que había disfrutado de otro en lugar de mi – ¿No necesitas a nadie? Entonces quizás deba dejarte ir con los Bordeaux si es que sabes donde se encuentran, ahí veremos si es que Adriel te ha enseñado como comportarte realmente y si es que no necesitas ayuda – Adriel era alguien a quien yo apreciaba y respetaba como a nadie en nuestro casa, pero existían tiempos en los que se volvía tan inútil que creía que lo mejor era actuar por nuestra cuenta, ignorando todo cuanto él pensara.

Nuevamente entrábamos en el tema que nos llevo a aquella situación en primer lugar. La llegada del clan que tanto planeábamos aniquilar era lo que había despertado en Denisse una inconsciencia como nunca antes vi en ella. Parecía ser que en la mente de mi hermana únicamente estaba la idea de librarnos de aquellos que estábamos destinados a enfrentar. Denisse sabía que no estaba solo para evitar que cometiera estupideces o para cuidarle. Una sonrisa apareció en mis labios y deje entrever mi perfecta dentadura únicamente para ella.
– Lo que busque o deje de buscar no debe interesarte, solo enfoca tus pensamientos en que estoy aquí y que esta noche tus planes cambiaran gracias a mi. No piensen en nada más que en eso – Buscaba llenar la mente de ella solo de pensamientos sobre mi, que dejara de pensar en todo lo demás que no nos involucrara solo a nosotros.

Nuestros labios se encontraron y nada más tuvo sentido. Los Bordeaux dejaban de importarme, únicamente me enfocaba en la figura de Denisse, perfecta y deseable tan cerca de mi cuerpo. Las palabras que dijo carecieron de sentido lógico, en mi mente solo corría el único pensamiento de besarle más. Saborear aquellos labios que durante tanto tiempo se encontraron prohibidos para mi y que en esa gloriosa noche estaban solo para mi deleite. Mi mano fue guiada por la femenina mientras que su pierna nos acercaba más. Después de habernos dejado llevar por el beso sonreí triunfante al tiempo que sus caderas se movían contra mi.
– Quien habla de niños es apenas una chiquilla, así que bueno ¿Cómo funcionan las cosas contigo, niña? – decirle de esa forma me gustaba, era divertido. Igual presentía que pronto tendría que dejar de llamarle de esa manera – Que delicada que eres – reí mientras que empujaba ligeramente de mi y de arreglaba tanto el vestido como el peinado – No deberías esforzarte tanto en lucir bella, que no quiero que nadie más te mire esta noche – esas ultimas palabras, salieron con más seriedad de la que planeé en un inicio y agradecí que terminara tirando de mi mano, esperando que no hubiera puesto atención a lo que dije.

Mis pasos la siguieron a la entrada de la taberna. Aquel lugar que apestaba a humanos ebrios y mujerzuelas pero que sin duda traería diversión para nosotros. Con más seguridad sujete su mano, llegando a su lado y cruzando la entrada antes que ella.
– ¿Qué planeas hacer? – pregunte mientras que tiraba suavemente de ella al interior del establecimiento de mala muerte. Acercándola a mi cuerpo, como si de esa manera fuera a evitar el montón de miradas que se plantaron sobre su cuerpo y ante lo cual, mostré una mueca de molestia – Sabía que llamarías demasiado la atención – le mire en reproche, pero ya no estábamos allá para pelear, sino para divertirnos.

por **Denisse d'Auxerre** Dom Ago 03, 2014 12:33 am

Tan arrogante, tan pesado, tan idiota, tosco, autosuficiente y un sinfín de adjetivos calificativos que hubiese seguido enumerando y creo que la noche no sería pasadera para terminar de describir a Dorian cuando su sonrisa se me venía a la mente. Con mis ojos inyectados en un carmesí leve sonreí por sus palabras, ninguno de los dos daría su brazo a torcer por más que estuviéramos equivocados, no nos gustaba perder y eso me gustaba de él, que por ratos creyese que me estaba dominando. Sonreí como un acto espontáneo, en mi cabeza oía una especie de ‘’bla, bla, bla’’ y me decía a mí misma –¿En qué momento vas a callarte y me vas a arrancar la ropa?- pero no pasó. Ni él lo hizo ni yo se lo dije, creo haber entristecido mis facciones al mirarle a él de manera inquisidora todo el cuerpo, como si buscara algo más que en su oscuro atuendo. Puede que sea una caprichosa pero las cosas que realmente me gustan las disfruto y no rápido, eso es como pecar de imprudente y, aunque claramente mi podrido ser no lo era con él siempre había algo más que me decía que esperara y eso me hacía desearlo más, me llamaba tanto la atención.

No pretendía alargar la plática absurda unos minutos más, o él era ciego o de verdad tenía que jugar mis propio juego diabólico para hacerlo caer y así como avanzaban las cosas la posibilidad de que la segunda se diera era casi inequívoca, tendría que aprender que el diablo sabe más por viejo que por diablo y claramente no hablaba de edad. Cerré los ojos fastidiada y me acerqué con malicia a su ser. Su tela se coló entre mis dedos al tocar uno de sus hombros —¿Te das cuenta?- mordí uno de mis labios y tomé ventaja que mi cara era inexistente a su vista pues me encontrada de espaldas a él en un santiamén, aunque claro, no duré mucho, me gustaba confrontarle a los ojos. —No vas a llegar lejos tratando de decirme que no, cuando tú me trates de frenar, yo estaré empujándote hacia mí para hacerte caer junto conmigo, hermanito- adoraba ese sobrenombre que nuestro apellido nos confería. La maldad del asunto y la crítica social. —Puede que una virgen sea un jugoso premio para cualquiera pero…- me atreví a susúrrale al oído —Ninguna como yo- me separé tan lento de su cercanía que su frío me quemó, de verdad lo deseaba.

Mis ojos azules se fijaron a los suyos como si tratara de hipnotizarlo y hacerle caer en una red, nunca había mantenido una conversación tan larga con él, siempre eran roces y peleas que llevaban a ningún lado, después de todo, sus aires de maldad me fascinaban aunque claro, no parecía ser tan malo pero no era suficiente para mí. Fruncí el ceño rápidamente y rodé los ojos fastidiada, entre él y yo todo era un misterio curioso que sólo me invitaba a avanzar. —Piérdete entonces- dije casi exhausta susurrante porque su frase completa me hizo soltar un leve jadeo ‘’Solo enfoca tus pensamientos en que estoy aquí y que esta noche tus planes cambiarán gracias a mí’’ ¿Finalmente había visto la luz con este vampiro? Traté de guardar la emoción sólo para í y de pronto quería acabar con todo lo más pronto que pudiese sin darle tanta larga al asunto, la conversación, las palabras, su sonrisa, mi cuerpo, el suyo, aquí, donde sea. Apreté los ojos negándome y por primera vez me quedé callada, que lo tomara como un punto para él, por fin había dicho algo sabio y mi punto de confirmación fueron sus labios.

Después de sus roces y su lengua fisgona, enfrentándose a la mía abrí los ojos de manera rápida y sus palabras eran manjar a mis pensamientos —Una niña no se comporta de esta manera, Dorian, no soy una niña y hay muchas formas de demostrarlo- sentencie contra sus labios y finalmente logré separarme de ellos, me gustaba lo suficiente como saborearlos de manera indecente pero no, todavía no. Comencé el ritual que cualquier mujer haría después de desarreglarse como una cualquiera con su hermano detrás de una taberna de mala muerte, bizarro pero cierto y terminé con su mano envuelta en la mía tirando de ella —El punto es que todos me vean y deseen lo que no pueden tener- le di la espaldas en un momento pero fue más rápido y su papel protector iba más en serio de lo que me esperé, se me adelantó y miré su cuerpo lascivamente cuando preguntó qué planeaba hacer y su tirón solo hizo que mis manos se colaran hasta el chaqué negro y le despojaran para que no se viera tan desentonado dejando expuesta su fina camisa, él tenía estilo para lucir bien en lo que sea y mordí uno de mis labios mientras mis dedos tocaron sus músculos —Así no- murmuré divertida lanzando la tela a un lado y continué a su paso sin notar como su mano se mantenía unida a la mía en todo momento.

La música era algo peculiar, no era de lo que usualmente frecuentaba y como una avalancha de miradas y pensamientos se dibujaron al vernos a ambos. Iban dirigidas a él o a mí, como sea no me importaba. Abracé su espalda y choqué la nariz con su nuca y aspiré su aroma —Desean algo que solo tú tienes- besé con los labios aquel lugar y me separé de él soltando y desordenando el cabello de una manera que otros me hubiesen creído como loca y noté como unas prostitutas se acercaban a él lo que me hizo sonreír, mi vista jamás dejó de ver sus ojos y relamí mis labios en un acto rápido caminando hacia atrás chocando con la barra de tragos y deslicé una mano por la misma caminando hacia un lado moviendo un poco el cuerpo al son de esa música lenta y algo sensual, jamás había dado esa clase de sesiones, por lo general eran el contrario. Para mí solo éramos él y yo. Mirando de reojo su cuerpo me abracé a mí misma y los movimientos fueron algo más pronunciados en el centro de una pista mal delineada y una mano gruesa se coló por mi cintura, no era la de él sino la de un humano, miré de reojo su cara y no estaba tan mal pero no era quien quería en este momento, de espaldas seguí los movimientos cerrando los ojos con la maldad dibujada en una sonrisa, esperando que fuese Dorian quien tomara pronto su lugar.

por **Lukian d'Auxerre** Mar Ago 05, 2014 12:08 pm

Que ciertas eran sus palabras, que certero su veneno y su roce sin duda alguna letal para muchos; menos para mi, que solo terminaba mas hundido en el deseo por ella. La odiaba con la misma intensidad con la que parecía desear hacerla mía en cada lugar donde nuestros cuerpos se encontraran, pero ambos éramos algo complicado y gracias a eso era que nuestra atracción parecía ser mayor. De no ser ella de esa manera, sin duda alguna es que la detestaría sin amarla o sin desearla, Denisse era perfecta para mi y eso era todo lo que interesaba por aquellos momentos, eso y que más temprano que tarde sería únicamente mía para recorrerle el cuerpo tanto como deseara y dejar mi marca en ella.

Sabía que decirle que no solo aumentaba sus ansias de llevar la contraria y hacer todo aquello que me molestara, pero no podía simplemente dejarle hacer su santa voluntad y ser un observador, no cuando algo que consideraba ya mío estaba en juego. Una risa sonoro fue lo que recibió a cambio de sus palabras, era ingeniosa como siempre, logrando de esa manera que se me olvidaran las molestias solo para buscar que no dijera más cosas de esas, sino que me lo demostrara. Ahí estábamos ambos, con la posibilidad de seguir el asunto y llegar a la perdición que tanto perseguíamos y de la cual parecíamos escapar en el ultimo momento, aumentando así las ansias. Tenía en claro que en el momento en que algo llegara a suceder entre nosotros, no terminaría pronto, al menos por parte mía, tenía demasiado tiempo esperándola como para ceder ante los primeros roces o besos, la quería toda y la querría para siempre.

Su silencio me fascino tanto, como creía que lo harían sus gemidos en el momento que tuviera el deleite de escucharlos gracias a mi. Mi hermana sabía a la perfección que no me iris a ningún sitio por esa noche, estaba decidído a estar a su lado todo el tiempo y arrastramos a ambos a un punto de no retorno en la relación de “hermandad” que llevábamos.
– Entonces, ¿Me pierdo? o ¿Nos perdemos juntos? – Mi pregunta estaba de más, lo supe cuando nuestros besos fundieron mis pensamientos y no tuve lugar para nada ni nadie más que no fuera Denisse – Para mi sigues siendo una niña, pero puedo cambiar mi manera de pensar si es que vas a demostrarme como es que te comportas tu y que no se considera como la forma de actuar de una infante – mis manos iban por su pierna y parte de su cuerpo, hasta que me vi obligado a separarme de ella.

Mi molestia al verla arreglarse radicaba únicamente en que detestaba las miradas lujuriosas sobre ella, eran entretenidas siempre pero en aquellos momentos se me antojaba a reventar la cara de todo aquel que osara si quiera poner sus ojos de manera accidental en ella.
– Igual no me gusta, deberías exhibirte únicamente para mi y nadie más – sonreí ante mis propias palabras – pero dejare que vayas de esa manera – le di alcance mientras avanzaba en dirección a la puerta – si es que después puedo tenerte solo para mi – dije aquello en un susurro, acariciando con mis palabras cerca del oído de Denisse.

Ante nuestra nueva cercanía, me despojo de parte de las ropas que llevaba.
– Ahora me debes prendas nuevas – le mire con la intención de jugar con ella según se fuera dando la noche y ambos entramos entonces en aquel lugar pestilente. Todo lo tendría que soportar por ella, incluso las miradas y las palabras lujuriosas que los mortales pensaban que no podía escuchar – Como si eso fuera a consolarme de todo lo que escucho – sonreí por su manera de actuar y sus palabras, las cuales, pese a que dijera que no me consolaban eran lo que más me gustaban en esos momentos.

Nuestra momentánea separación dio pie a que las mujerzuelas se acercaran a mi. La sonrisa no desaparecía de mis labios y estaba dedicada a ella, a mi hermana que no dejaba de mirar en mi dirección y lucir de una manera tan tentadora que temía en algún momento lanzarme a ella y hacerla mía ahí frente a todos. Las manos de las prostitutas rodeaban mi cuerpo y sus palabras solo eran zumbidos para mi, algo demasiado molesto pero que permití debido a que me interesaba mucho más la visión de Denisse y esos movimientos. Su cuerpo parecía llamarme, al igual que sus miradas y todo cuanto hacía. Me moleste al ver a un humano acercarse a ella, así que pese a mis deseos de matarlo lo que opte por hacer fue tomar la mano de una de las mujeres que me recorría al cuerpo, una castaña de cuerpo bonito y ojos verdes. Mis manos sujetaron la cadera de aquella mujer, guiándole hacía la pista donde estaba Denisse. Los movimientos que llevaba a efectuar a la prostituta eran exactamente los mismos que hacía mi hermana, y una vez que estuve lo suficientemente cerca del humano y ella, sonreí con diversión.
– Cambio de parejas – y sin más tire de la mano de Denisse en mi dirección al tiempo que dejaba a la castaña con el hombre aquel. No supe si decían algo o si se molestaron por eso, pero yo estaba ahí por mi deseable hermana y nadie más.

Le acerque a mi cuerpo, sin perder el ritmo de los movimientos que antes llevaba ella.
– Hueles a ese pestilente humano – susurre cerca de su oído y le bese el cuello – tendré que hacer que huelas a mi ahora – y dicho eso la pegue tanto como era posible a mi, tratando de que nuestros cuerpos fueran uno solo, incluso en esa horrible pista de la taberna.

por **Denisse d'Auxerre** Sáb Ago 16, 2014 9:52 pm

Mis movimientos eran cada vez más precisos, no recordaba la necesidad que al fin parecía llegar a su final, su boca contra la mía sabía bien, ¿qué más sería? Pensé con inocencia un momento y negué la idea, quizás ya habíamos esperado demasiado y era hora de ser sinceros, ambos deseábamos con enfermedad la maldad del otro. El precio de la lujuria entre ambos era cara y dolorosa pero cuando se pasara factura grata seria la recompensa. Costó que volviera de nuevo a unir las piezas de la cordura, con él se me escapaba para variar lo carnal pero de una manera diferente a como se hacía con los demás, era una efímera atracción con una vuelta más allá en el tiempo que sería lo suficientemente corta y persistente para descubrir en cualquier momento. Mantuve su tacto conmigo unos minutos más guardando la cordura o quizás rasgaría su fino traje allí mismo tal cual él había hecho con el trozo de tela del vestido haciéndolo un poco más corto. Mis palabras fueron claras y él saco provecho de ellas, comenzaba a decir cosas que no entendía o no quería entender —Eso de perdernos, suena- alcé la ceja —Banal y cursi- arrugué la cara —¿Qué tienes?¿Estás enfermo?- simulé preocupación y posé el dorso de mi mano en su frente para sentir su temperatura pero era claro, solo su frío se dejó sentir.

Sonreí ampliamente saboreando mis labios, su sabor aún permanecía latente en ellos y quería conservarlo un poco más así que me concentré en sus ojos que inquisitivamente miraban mi cuerpo y dejé salir un poco de aire entrecerrando los mismos como si fuese a evadir cualquier barrera que estuviera colocando entre ambos. —Si te muestro que ya no soy la neófita inocente que conociste cuando llegué a la familia seguro no vas a poder salir de mi cama y serás muy molesto, Dorian- murmuré divertida sabiendo perfectamente cómo deslizar esas palabras al momento de hablar con él. Sin apartar mi cercanía de él acomodé el cuello de su camisa y un dedo rozó su mejilla y luego sus labios, limpiando un poco de labial que había quedado allí como testigo de nuestro arrebatado comportamiento. Necesitaba ser paciente, había sembrado en él una semilla que pronto comenzaría a dar cosechas y sería aquella tan jugosa que la eternidad no sería suficiente para degustarla poco a poco.

—Eres lento muchas veces, Hermanito. ¿Será que por eso muchos se te adelantan?- sonreí con cinismo mientras entrabamos como dueños y señores en aquella taberna de mala muerte. Fruncí el ceño levemente hablando a su par —Pero tienes suerte, hoy me siento- pasé una mano por su hombro —dadivosa- mentí, realmente solo quería que él me tocara, que fueran sus manos el fuego en el cual fundirme poco a poco para consumirme. —Después podría reponer esa ropa Dorian, quizás sin ropa. Deja de preocuparte por eso - alcé la ceja llevando mis labios hasta su bíceps el cual mordí levemente mirando el lugar con la vista completamente hundida en todos los presentes solo para notar algo que posiblemente fuera divertido y mis ojos notaron la pista.

Mientras mis ojos seguían fundidos con el vampiro que tenía de hermano, la música y las luces eran propicias para otras cosas más. Mis pies con agilidad hacían de mis caderas un solo movimiento para hacerlas caer en un solo eje. Una mano delineó desde mi cintura hasta caer las caderas mi figura. Cerré los ojos un momento justo cuando el humano aprovecho mi soledad para hacer de las suyas pero no duró mucho, unos cuantos jaloneos y empujones en lo que juntaba su piel contra la mía cuando Dorian se acercó a mí con una prostituta y le miré con la ceja alzada negando. Ella jamás sería yo y qué perfecta excusa. En un santiamén estábamos los dos de nuevo fundidos y sus labios tocaron mi cuello a lo que cerré los ojos y llevé una mano por detrás del suyo para acercarlo más a mí deslizándome por sus mejillas a su oído —Y tú hueles a esa puta- susurré suave —Vamos a tener que trabajar para borrar esos olores que no nos pertenecen- tiré del lóbulo de su oreja con la punta de mis labios —No creo eso represente un problema- me giré rápidamente en un son lento y abracé sus manos en mi cintura juntando mis caderas contra las de él y cerré los ojos abrazando su nuca dejando el libre tránsito de sus manos por todo mi cuerpo y bajé lentamente por su perfecto abdomen ladeando el rostro para encontrarme con su boca y así besarle despacio en un beso que duraría un poco más de lo esperado. Quería estar de frente a él por lo que me giré de nueva cuenta y metí mis dedos en su cabello chocando mi frente contra la de él sin bajar ni un segundo mi vista de la suya. Realmente lo deseaba y no estaría dispuesta a dejarlo pasar. Mis labios entreabiertos esperaban por él —Quiero estar en otro sitio contigo y no es una propuesta, es una demanda- susurré contra su boca rozando su carnosidad tanto así que molestaba.

por **Lukian d'Auxerre** Miér Sep 10, 2014 6:03 pm

Era ridícula su manera de desviar los asuntos de lo que estaba sucediendo entre nosotros. Toda la novedad creía que a momentos asustaba a mi querida hermana y por eso deducía que era su manera tan infantil y mortal de desviar la atención hacía algo mucho menos importante; la salud de un vampiro no era perfecta en todo momento así que sencillamente me eche a reír cuando el dorso de su mano descanso unos instantes sobre mi frente y cual humano con alguna enfermedad tosí un par de veces.
– Estoy terriblemente enfermo, pero todo es tu culpa así que deberías hacerte responsable y entonces curarme – sonreí con la diversión de mis propios pensamientos – dicen que es bueno para los enfermos el contacto directo con otro cuerpo, así que ya sabes la manera de mantenerme saludable Denisse – mi mano se desviaba por su cintura y cadera antes de que avanzáramos en otra dirección, buscando entonces no solo pretextos mortales, sino también las diversiones de ellos.

La seguía como si ella fuera la fuente de la sangre con la que me alimentaria, pero su cuerpo y su voz tenían un efecto parecido a ese liquido vital en mi. Enarque la ceja mirándole directamente a los ojos, con la seriedad de quien ha dejado de jugar y esta por decir algo verdaderamente importante, porque lo que diría era comprometedor para mi.
– ¿Quién te ha dicho que quiero salir de tu cama? – pero nuevamente lo que parecía ser hablar entre bromas regreso a nosotros y le sonreí – tampoco es como si fuera a molestarte siempre, con pasar las mañanas en tu cama me bastaría, las noches seguirían siendo exclusivas de cada uno – le guiñe de manera divertida, como si con eso estuviera dando a entender parte de los parámetros de una relación que no era nada más que un juego por ahora. Solté un mordisco al aire cuando su mano limpio los restos de labial en mi – Ese labial me pertenece, me ha costado trabajo conseguirlo y además – me acerque hasta su oído – Aún tiene ese sabor a ti – susurre y pase el dedo por mis labios, evocando en mi memoria el beso de antes.

– Yo soy lento y tu no puedes pasar ni un segundo sin recibir las atenciones de un hombre, por eso es que estamos tan mal – mi mirada recorría el lugar y su manera de tocarme me disgusto, me parecía como si fuéramos simples conocidos que iban a divertirse y pese a que era de esa manera, quería que luciera diferente, que todos vieran que la mujer de los cabellos rubios que estaba a mi lado era únicamente mía y que ninguno debía intentar tocarla. Los pensamientos que tenía eran desgraciadamente, simples pensamientos pues de un segundo a otro, Denisse ya estaba avanzando a otro lado, tentando a todos los hombres del lugar y a mi con sus movimientos.

No perdí oportunidad alguna de acercarme a ella usando a una humana de notable belleza, pero nunca comparable con la de la hermana que poseía y que se movía de una manera capaz de dejar sin aliento a cualquiera, claro que, yo ya no tenía aliento alguno. Ignore la mirada de reproche que me daba Denisse, porque si creía que mi intención era estar bailando con la humana, estaba sumamente equivocada y eso se lo demostré al hacer mi brillante jugada, todo para terminar cerca de ella yo.
– Estoy dispuesto a trabajar con tal de que el aroma que permanezca sobre ti sea el mío – mis ojos le perdieron la vista cuando quedamos en una pose diferente y aproveche que mis manos estaban en sus caderas para llevarlas por su cintura y todo lo que me estuviera a disposición. No creía que fuera a decir nada, mucho menos considerando en la clase de lugar que nos encontrábamos. De otro movimiento quedo de frente a mi y sitúe mis manos en su perfecto trasero, ese que desde hacía tanto había nublado parte de mis ideas. Lo siguiente que dijo me pareció lo más brillante que alguna vez escuchara de los labios de Denisse y sin nada más que perder sino mucho que ganar, devore sus labios de manera posesiva, mordiendo ligeramente su labio inferior e ignorado por completo a todos los humanos, sus palabras y hasta sus aromas.

Me separe de sus labios cuando creía que ya era demasiado tiempo y le mire con seriedad.
– Tus deseos so ordenes entonces – era todo lo que necesitaba decirle, pues rápidamente le tome la mano y avance en dirección a la puerta de salida de aquel asqueroso lugar, no quería estar más ahí, buscaría ahora otro sitio en donde precisamente la tuviera enteramente para mi, sin ninguna mirada curiosa sobre nosotros. Apenas cruzábamos la puerta de la taberna hacía el exterior cuando pegue su cuerpo al costado derecho de la entrada, con el mío tan cerca de ella que le impedía moverse y que no me diera cuenta de ello – Ahora si que no voy a dejarte ir a ningún sitio que no plazca, esta noche Denisse, eres únicamente mía – susurre cerca de su oído y le bese el cuello, llenando mis sentidos de ella para darme el valor suficiente de llegar a algún sitio más privado antes de terminar arrancándole aquel remendó de vestido que llevaba puesto.

por **Denisse d'Auxerre** Vie Oct 31, 2014 12:31 pm

Las verdades eran dolorosas pero mentirle a él realmente generaba un placer. Es que eso de hacerme una rubia sin cabeza era cosas sencilla prefería que mi hermano creyese que entre él y yo jamás habría nada más que esto. Una jugarreta. Causaba en mí tal diversión que sentía que iba a enloquecer en cualquier momento. Dorian tenía una facilidad para encender a cualquiera, quizás era su semblante serio y maldito, no lo sé. El caso es que ambos éramos una especie de pareja extraña jugando a ser nada. Ninguno de los dos nunca nos tomaríamos nada en serio por lo que a mí no me pareció triste o deprimente por el contrario, sentí que como buena hermana que era iba a responder a sus órdenes de vez en cuando solo para hacerlo creer que tenía el control. En mi cabeza pensaba tantas cosas que comenzaba a dolerme. Recuerdo que prefería hacerme la que no tenía ni idea de lo que hablaba o lo que hacía, que actuaba más con un impulso visceral que otra cosa así que aquella ‘’habilidad’’ u otro nombre que quisiera ponerle me colocaba en ventaja con los demás porque jamás se esperaban algún comentario o idea brillante de mi parte.

El sabor de sus labios era agridulce tal como esperé que supiera su piel. Necesitaba descubrirlo con prontitud o quizás terminaría huyendo de sus garras a las de otro, para mí solo era cuestión de tiempo. La cosa era que yo lo necesitaba y él como siempre actuaba como tortuga. Unos empujoncitos era lo que necesitaba. ¿Qué pasaba con los hombres de mi familia? Hallar consuelos bajo sus sábanas terminaba siendo más un teatro que un acto de placer. Eran complicados pero no fáciles lo que les confería un punto. Oyendo sus palabras le dediqué una sonrisa más de cansancio que de satisfacción pronto le mostraría que conmigo las cosas podían ser fáciles o difíciles todo dependía de mi estado de humor y su comentario de no querer salir de mi cama me hizo guiñar un ojo. — Qué considerado— sonreí a su propuesta — Suena maquiavélico, me gusta la idea— asentí pensándome en cómo iría ese plan. En mi vida solo había tenido una relación seria y no estaba dispuesta a repetir aquello, me consideraba una divina providencia que debía de compartir sus ‘’cualidades’’. Sonreí. Sí que era caritativa.

Casi se me sale una carcajada que simplemente mostré mis dientes blancos mientras iba a la pista de esa taberna de mala muerte. Las manos del humano nunca se compararon cuando él tomó control de mi cuerpo. La diferencia abismal era casi dolorosa y gustosa a la vez, una especie de masoquismo del que no quería que acabase nunca. —Lo haces bien — alabé sus movimientos alrededor de mi cuerpo como quien reclama lo que toca como suyo ¿Hasta cuándo aprendería? Quise hacerle la pregunta pero eso entraría en la típica discusión de siempre y sinceramente ya estaba cansada, mi carne gritaba por más y mi demonio era un malvado haciéndome querer desnudar al vampiro en pleno público. Quizás lo que necesitaba era un castigo y esperaba que él fuera consciente de su rol sino debería de mostrárselo también.

Sus besos y caricias se hicieron más fogosas en tanto que el ambiente desapareció a nuestro alrededor. Si él hubiese querido hubiéramos llenado ese lugar de gemidos como dos desquiciados pero preferí tenerlo para mí. Por una noche quería que fuera mi nombre el que saliera de sus labios mientras borraba de su memoria y piel el recuerdo de las otras mujeres con las que compartía sus noches en ausencia mía en su cama. — Será una noche larga— aspiré el aroma de su cabello justo cuando sacaba mi cuerpo del lugar huyendo como dos bandidos quienes irían a gozar del motín.

Las ansias del uno con el otro eran un camino pecaminoso sin derecho a perdón por lo que nuestros labios juntos eran estallidos para cualquiera que estuviera cerca. Mi lengua luchó con la suya en una batalla por ver quién era la ganadora. Mis manos se colaron por debajo de su camisa y separé en un movimiento brusco su boca de la mía y miré sus ojos con semejante sonrisa plasmada en la cara — Ni yo que pienso huir— susurré de la misma manera que él lo había hecho conmigo y tiré un poco de su cabello para acercarlo. — Puede ser donde desees. No estoy de gustos— sonreí enganchándome en su torso como quien es rescatada de una temible bestia y mordí su pecho sin clavar sus colmillos señalándole el lugar más cercano era un desolado prado cubierto de árboles. Y ese sería el escenario del demonio donde se cumpliría su deseo jugando mis reglas.

TEMA FINALIZADO

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