Eu quero festa, eu quero samba

Plumas, luces, adornos, papel en el aire, lentejuelas, pinturas, brillos, espejos.  La noche era una fiesta y la fiesta en si era porque al fin era de noche.
Y es que aquella no era una noche cualquiera. Era “La noche”, la gran noche de la ciudad. Aquella en que sus gentes sin distinción de género, edad o riqueza salía a bailar a las calles, pero también era mi gran noche. Noche de carnaval en Rio…¿Había acaso una noche mejor en el año?
Cuerpos que se retorcían al compás de los bailes sensuales, bailes que ahora se mostraban en donde se posara la mirada.
La noche pertenecía a los noctámbulos y no había mas que empezado. Era como un sueño hecho realidad.

Moví las caderas como bien sabia, mientras  dos mujeres esculpidas por manos divinas adornadas solo con trajes de plumas bailaban a mi alrededor ante la risa de mi espectadora quien disfrutaba en primera fila aun sin acercarse al desmadre.
Me acerque aun bailando a ella para tomarla de la cintura y animarla a bailar conmigo, viendo de pronto su deslumbrante melena agitarse ante el compás de sus golpes de cadera. Tome una de sus manos haciéndola girar y empezamos a carcajear cuando nos dimos cuenta de que hacíamos sombra a los propios nativos del lugar. Era algo normal, nosotros teníamos el “sabor latino” en la sangre. Nuestro origen en tierras heladas era otra historia.

Me alegra que decidieras venirte conmigo a pasar estos días a Brasil. Ya verás que será inolvidable. Algunos de los siervos acercaron una bandeja con refrescantes mojitos de los cuales nos servimos encantados de la vida. Apoyándonos ambos en una barandilla con espectaculares vistas a toda la ciudad. Una que nos dejaba apreciar las vistas de las hermosas playas por un lado, las calles inundadas de gente por otro y el resto del exquisito rincón donde yo mantenía una fiesta privada con unos cuantos amigos cercanos que se divertían y bailaban ajenos en su mundo. Adoraba aquel palacio, era una de mis residencias habituales en Rio, que bien podía describirse como mi hogar.

Introduje la mano en el bolsillo trasero de mi pantalón para sacar el puro que no tarde en cortar y encender con un fuego que me acercó otro de mis siervos. Di una profunda calada y  expulse el humo del puro haciendo anillas que Eyra atrapo por su dedo índice.
¿Recuerdas cuando nos encontramos aquí, ahí abajo en aquella calle en aquella fuente? Estabas tan triste que pensé que estabas bebida. No me mires así pequeña, tu sabes que yo no te miento. Indique con una sonrisa mientras ella me daba codazos para impedir que tomara otra calada.
¿Quién me diría que una noche de verano me traería a mi hermanita?
Hummm Estou feliz como um pássaro...
Siempre quise saber que pensaste cuando me miraste la primera vez… Nunca me lo dijiste.

¿Por cierto, te gustan los fuegos artificiales? Mire un instante mi reloj de bolsillo y acto seguido eleve la mirada entrecerrando los ojos, mientras contemplaba una a una las cinco montañas que se hallaban enfrente de nosotros, unas que una a una comenzaron a explotar, haciendo saltar fuegos artificiales de diversos colores en un espectáculo que ilumino el cielo nocturno por un momento, llenándolo de vida y color mientras la gente lo celebraba, gritaba, aplaudía y seguía bailando y yo ladeaba la cabeza y miraba a Eyra con ternura.

¿A que han sido bonitos? Han sido preciosos…No quisiera perderme sus caras mañana.
Eyra bebió otro sorbo y yo brinde por mi pequeño atentado disfrazado de pirotecnia contra cinco de mis enemigos en  la ciudad. Ya les tacharía mañana de la lista negra.
Sin embargo no lo pude evitar, volví a mirar la calle y la fuente aquella donde había visto a Eyra por primera vez.

Yo pensé que eras una espía. Pero después entendí que una espía tan hermosa y tan triste tendría que tener otra misión que seguir a un degenerado como yo aquella noche… Ella sonrió y yo di otro sorbo.
La noche acababa de comenzar.