AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El diablo y su infierno.
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Stiva Záitsev- Hechicero/Realeza
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Re: El diablo y su infierno.
Inglaterra año 1780
Hoy el tiempo está pasando y en su transcurso la cenizas de nuestros padres se adhieren a nuestras zuelas como excremento ¿no podría ser más incomodo?
Los sueños de Valentina se incrementan a medida que nos acercamos a nuestro objetivo, pronto la luna llegará a su cúspide para poner sobre nuestras cabezas la corona más anhelada por muchas otras. Los ojos de los extraños se postraran sobre nosotros dedicando sus ponzoñosos pensamientos envueltos en el rencor y el deseo de destrucción hacia la estirpe que yo y ella moldearemos. Cuanto más me acercó a la boca del lobo me siento más seducido ante la posibilidad de poder domesticarlo, serán ellos los que rogaran por mi pleitesia, volcarán sus decisiones entorno a lo que yo deseo para ellos. Nunca tendrán más que el rey.
Las piezas en el ajedrez se mueven con cautela, cada paso que he dado se mantiene firme sobre el suelo, mi dulce hermana muchas veces peca de ingenua al acentuar su fervor por mi ¿qué no vé que sólo le utilizo para lograr mis propios meritos? posiblemente algún día lo descubra y pueda así hacerme arder en el infierno. Pero cual es mi agrado si sé que ambos lo haremos juntos en las mismas llamas, esas nos consumiran una y otra vez, quizá para purificar nuestros pecados. No me interesa -en lo absoluto- recibir el castigo que me atañe, le he perdido el miedo a la muerte, le he perdido el miedo a la vida ¿qué más tengo que perder si lo he perdido todo?
Gobernaré una potencia con mano de acero, con el mismo frío de la tierra de dónde provengo, seré la entrada y la salida de todas las mentes inglesas, sus cabezas se postrarán bajo la mía. Me han mencionado que me creen allegado al propio Diablo, no los juzgo cualquiera que estuviera en el mismo camino en dónde me encuentro sabría que lo más cerca que he estado de él es a dos milimetros. Quizá haya vendido mi alma a este demonio del cual sólo he aprendido calamidades, pero entre toda destrucción ¿siempre hay un rayo de esperanza?.
Hoy el tiempo está pasando y en su transcurso la cenizas de nuestros padres se adhieren a nuestras zuelas como excremento ¿no podría ser más incomodo?
Los sueños de Valentina se incrementan a medida que nos acercamos a nuestro objetivo, pronto la luna llegará a su cúspide para poner sobre nuestras cabezas la corona más anhelada por muchas otras. Los ojos de los extraños se postraran sobre nosotros dedicando sus ponzoñosos pensamientos envueltos en el rencor y el deseo de destrucción hacia la estirpe que yo y ella moldearemos. Cuanto más me acercó a la boca del lobo me siento más seducido ante la posibilidad de poder domesticarlo, serán ellos los que rogaran por mi pleitesia, volcarán sus decisiones entorno a lo que yo deseo para ellos. Nunca tendrán más que el rey.
Las piezas en el ajedrez se mueven con cautela, cada paso que he dado se mantiene firme sobre el suelo, mi dulce hermana muchas veces peca de ingenua al acentuar su fervor por mi ¿qué no vé que sólo le utilizo para lograr mis propios meritos? posiblemente algún día lo descubra y pueda así hacerme arder en el infierno. Pero cual es mi agrado si sé que ambos lo haremos juntos en las mismas llamas, esas nos consumiran una y otra vez, quizá para purificar nuestros pecados. No me interesa -en lo absoluto- recibir el castigo que me atañe, le he perdido el miedo a la muerte, le he perdido el miedo a la vida ¿qué más tengo que perder si lo he perdido todo?
Gobernaré una potencia con mano de acero, con el mismo frío de la tierra de dónde provengo, seré la entrada y la salida de todas las mentes inglesas, sus cabezas se postrarán bajo la mía. Me han mencionado que me creen allegado al propio Diablo, no los juzgo cualquiera que estuviera en el mismo camino en dónde me encuentro sabría que lo más cerca que he estado de él es a dos milimetros. Quizá haya vendido mi alma a este demonio del cual sólo he aprendido calamidades, pero entre toda destrucción ¿siempre hay un rayo de esperanza?.
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Re: El diablo y su infierno.
Inglaterra, Julio 1781
Las primeras pesadillas me despertaron del letargo, todas ellas como advertencias de lo que estaría por venir, mientras tanto, las siluetas en la habitación formaban imágenes amorfas que simulaban la vida de ambos en cuadros intencionales: ella se rodeaba con aquellas hebras que se disimulaban bajo la oscuridad del manto de la tormenta y los riachuelos de la lluvia que caían sobre los vitrales figuraban su cuerpo como si éste fuese un evento más apropiado.
Hacía ya más de dos años desde que sus caricias habían desaparecido de mi piel curtida, sus labios se difuminaban con los recuerdos a través del tiempo que se colaba entre la memoria, sin embargo, el susurro de sus primeras palabras sobre mis oídos se gastaban las verdaderas que en otrora fuese una simple predicción, ahora, formaba parte de una de las potencias más importantes de la historia y sus visiones nos atraían como dos hojas en el río más caudaloso.
Éramos supervivientes. Entonces un relámpago surcó el cielo a travesándolo como una espada atraviesa a su víctima, finamente el cielo cedía ante su majestuosidad y finalmente la luz que éste emanaba iluminó todo el lecho resaltando entre mis sabanas al presente hecho mujer. Sus rostro celebraba su logro en silencio ¿o seria suerte la de ella? Su piel canela se mezclaba con las finas pieles que le cubrían haciéndola lucir como una amazona exótica, la apátrida jugaba un papel que me descompensaba desde su aparición, su mudez lo vanagloriaba con creces pues aquello es para mí trascendía.
De pronto, sus ojos se cruzaron de forma inesperada con los míos, eran suaves y a la vez consternados ¿Qué idea pasaría por su cabeza? Sus reflejos inmediatamente le hicieron levantarse con la disciplina de su causa; la satisfacción de un cliente, pero no era a otro a quién veía. Con dulzura de un encuentro perturbador entre ángel y demonio dimitió su proximidad devolviéndose para encontrarse nuevamente en mi regazo, su cuerpo cálido liberaba un aroma a cítricos tan embelesante como la propia Psyche, ahí, entre la oscuridad ambos nos encontrábamos como dos extraños que siempre se han buscado entre la ínfima posibilidad.
No…no me desconcierta su entrega cuando las he tenido a todas, pues ellas se han desvivido por satisfacer el más instintivo de los deseos en el hombre. Sí, me desconcierta su avidez por verme no como un mortal lleno de desaciertos, con esos ojos discretos, con sus expresiones lascivas cuando he de adoptarla como mi concubina, con esa necesidad violenta de saberse cerca y no lejos de su benefactor. Con ese carácter que la alza ahora entre mi cama.
Las primeras pesadillas me despertaron del letargo, todas ellas como advertencias de lo que estaría por venir, mientras tanto, las siluetas en la habitación formaban imágenes amorfas que simulaban la vida de ambos en cuadros intencionales: ella se rodeaba con aquellas hebras que se disimulaban bajo la oscuridad del manto de la tormenta y los riachuelos de la lluvia que caían sobre los vitrales figuraban su cuerpo como si éste fuese un evento más apropiado.
Hacía ya más de dos años desde que sus caricias habían desaparecido de mi piel curtida, sus labios se difuminaban con los recuerdos a través del tiempo que se colaba entre la memoria, sin embargo, el susurro de sus primeras palabras sobre mis oídos se gastaban las verdaderas que en otrora fuese una simple predicción, ahora, formaba parte de una de las potencias más importantes de la historia y sus visiones nos atraían como dos hojas en el río más caudaloso.
Éramos supervivientes. Entonces un relámpago surcó el cielo a travesándolo como una espada atraviesa a su víctima, finamente el cielo cedía ante su majestuosidad y finalmente la luz que éste emanaba iluminó todo el lecho resaltando entre mis sabanas al presente hecho mujer. Sus rostro celebraba su logro en silencio ¿o seria suerte la de ella? Su piel canela se mezclaba con las finas pieles que le cubrían haciéndola lucir como una amazona exótica, la apátrida jugaba un papel que me descompensaba desde su aparición, su mudez lo vanagloriaba con creces pues aquello es para mí trascendía.
De pronto, sus ojos se cruzaron de forma inesperada con los míos, eran suaves y a la vez consternados ¿Qué idea pasaría por su cabeza? Sus reflejos inmediatamente le hicieron levantarse con la disciplina de su causa; la satisfacción de un cliente, pero no era a otro a quién veía. Con dulzura de un encuentro perturbador entre ángel y demonio dimitió su proximidad devolviéndose para encontrarse nuevamente en mi regazo, su cuerpo cálido liberaba un aroma a cítricos tan embelesante como la propia Psyche, ahí, entre la oscuridad ambos nos encontrábamos como dos extraños que siempre se han buscado entre la ínfima posibilidad.
No…no me desconcierta su entrega cuando las he tenido a todas, pues ellas se han desvivido por satisfacer el más instintivo de los deseos en el hombre. Sí, me desconcierta su avidez por verme no como un mortal lleno de desaciertos, con esos ojos discretos, con sus expresiones lascivas cuando he de adoptarla como mi concubina, con esa necesidad violenta de saberse cerca y no lejos de su benefactor. Con ese carácter que la alza ahora entre mi cama.
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Re: El diablo y su infierno.
Invierno 1782
Eran imperceptibles las lineas de su rostro, por la oscuridad parecia que aquel lienzo dibujado por los dioses era una blasfemia para los mortales, los cuales, jamás alcanzarian la perfección que la mujer lucia bajo mis sabanas. Sus cabellos danzaban al compás de una melodia que sólo sonaba en mi mente; tétrica, dispersa y podrida en la maldad que únicamente nacia en mis entrañas.
Ella no estaba dispuesta a fingir, por el contrario, la muda me ensordecia con sus gritos ahogados entre la penumbra que se alzaba en mi lecho, parecia que entonaba las canción celestial de los angeles, aunque sus labios solo se abrieran para expresar su admiración inexplicable, su devoción incondicional. Como si en su proceso por buscar la redención de su alma, se hubiese encontrado con lo contrario al cielo, mi rostro era la del propio demonio que sin piedad buscaba esa alma inocente que se desprendia del cuerpo de la prostituta.
Por otro lado, sus ojos se abrian como dos telones en un pequeño teatro que representaba la creación más insólita admirada por mis ojos -que aunque distintos- veian en su interior como un profundo oceáno que abria paso a sus misterios más buscados. Y aunque ellos no parecian tener nada espectacular, para mi eran dos ventanas que se escurrian hasta mis visceras envolviendolas en una sensación inexplicable, la cual, contenia la rabia indispuesta de ojos acusadores en la corte, de objetivos incuestionables, de muertes que cargaban sobre mis hombros, solo ellos aminoraban su carga, despejaban las dudas envueltas en sabanas, dónde el calor de dos cuerpos se impregnaban de sabores citricos, de olores dulces que se desprendian de su piel joven y su alma añeja...
Psyche ¿acaso tus labios pueden formar estruendosas palabras...?
Sus palabras no eran escuchadas, los sonidos de su garganta se acababan en el mismo sitio en dónde comenzaban, ninguno de ellos tendría la trascendencia para esos que no conocian su verdadera historia, sus labios no acallaria las bocas más ponsoñozas de las corte, pero su silencio calmaba el corazón encendido y envuelto por las llamas de un Rey con la corona arraigada por la sangre. De un corazón despiadado que no buscaba el perdón del cielo, ni el castigo de un infierno.
Eran imperceptibles las lineas de su rostro, por la oscuridad parecia que aquel lienzo dibujado por los dioses era una blasfemia para los mortales, los cuales, jamás alcanzarian la perfección que la mujer lucia bajo mis sabanas. Sus cabellos danzaban al compás de una melodia que sólo sonaba en mi mente; tétrica, dispersa y podrida en la maldad que únicamente nacia en mis entrañas.
Ella no estaba dispuesta a fingir, por el contrario, la muda me ensordecia con sus gritos ahogados entre la penumbra que se alzaba en mi lecho, parecia que entonaba las canción celestial de los angeles, aunque sus labios solo se abrieran para expresar su admiración inexplicable, su devoción incondicional. Como si en su proceso por buscar la redención de su alma, se hubiese encontrado con lo contrario al cielo, mi rostro era la del propio demonio que sin piedad buscaba esa alma inocente que se desprendia del cuerpo de la prostituta.
Por otro lado, sus ojos se abrian como dos telones en un pequeño teatro que representaba la creación más insólita admirada por mis ojos -que aunque distintos- veian en su interior como un profundo oceáno que abria paso a sus misterios más buscados. Y aunque ellos no parecian tener nada espectacular, para mi eran dos ventanas que se escurrian hasta mis visceras envolviendolas en una sensación inexplicable, la cual, contenia la rabia indispuesta de ojos acusadores en la corte, de objetivos incuestionables, de muertes que cargaban sobre mis hombros, solo ellos aminoraban su carga, despejaban las dudas envueltas en sabanas, dónde el calor de dos cuerpos se impregnaban de sabores citricos, de olores dulces que se desprendian de su piel joven y su alma añeja...
Psyche ¿acaso tus labios pueden formar estruendosas palabras...?
Sus palabras no eran escuchadas, los sonidos de su garganta se acababan en el mismo sitio en dónde comenzaban, ninguno de ellos tendría la trascendencia para esos que no conocian su verdadera historia, sus labios no acallaria las bocas más ponsoñozas de las corte, pero su silencio calmaba el corazón encendido y envuelto por las llamas de un Rey con la corona arraigada por la sangre. De un corazón despiadado que no buscaba el perdón del cielo, ni el castigo de un infierno.
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Re: El diablo y su infierno.
Reencuentro
1783, Otoño
En aquella tarde se desprendía en el ambiente una sensación distinta, no era miedo, tampoco congoja, la naturalidad de Yulianna se envolvía en las sabanas de su habitación en el palacio en dónde ambos cuerpos retosaban en sus propias nimiedades. Sus manos no perdían la cualidad cuando repasaban entre mis cabellos con una caricia impersonal, pues nuestro encuentro en aquella distante noche se alejaba ansiosa de mostrar cuan vinculados estaban nuestros lazos, hermanos, amantes ¿que más daba si se trataba de contemplar nuestros propios objetivos? Cada vez nuestros verdaderos planes se convertían en importantes realidades, en dónde tanto ella como yo palpábamos con nuestras manos.
Pero ahí, debajo de todas nuestras intensiones y verdaderos objetivos nuestros propios deseos nos mantenían cercanos y distantes, el veneno que recorría nuestras veas en vez de sangre eran capaces de sobrevivir el uno sin el otro o juntos. Tanto ella era para mi la cura como yo de ella era su extinción, juntos habíamos creado la objetividad, la ambición de concedernos un lugar entre el mundo lo suficientemente relevante para ser contemplados en la historia. Trascenderíamos como importantes personajes con el poder suficiente para modificar al mundo que gobernaríamos NUNCA juntos.
No obstante, nuestras almas habían estado destinadas a emprender el juego de azar más temido por nuestros enemigos. Su piel nívea se mantenía de pie a lado de el vitral más exquisito en la habitación principal, el cual, reflejaba el emblema real de la familia a la que ahora los dos representábamos celosamente a causas de muertes necesarias, cabezas pisoteadas, empalados reticentes de envidia y familias enteras desaparecidas. Nuestras manos se manchaban de sangre aún sabiendo las consecuencias -si es que las había- para dos hermanos inmortales -Pues pronto lo seriamos- El fin justificaba los medios.
Sus manos finalmente se detuvieron en el principio de mi sien dónde la corona pendía con firmeza inquebrantable, finalmente mis pensamientos se rodearon de su aroma que me transportaba a los urales rusos, nuestro hogar. Es así que, rozando delicadamente cada una de las joyas que adornaban y daban detalle autentico a quién la portaba se acercó hasta mi oído izquierdo en dónde susurró las primeras palabras que marcarían definitivamente mi existencia, siendo aquello finalmente lo que permitiría su desaparición TOTAL de la fas de la tierra.
-"Muerto el Rey, gobernará el caós"-
1783, Otoño
En aquella tarde se desprendía en el ambiente una sensación distinta, no era miedo, tampoco congoja, la naturalidad de Yulianna se envolvía en las sabanas de su habitación en el palacio en dónde ambos cuerpos retosaban en sus propias nimiedades. Sus manos no perdían la cualidad cuando repasaban entre mis cabellos con una caricia impersonal, pues nuestro encuentro en aquella distante noche se alejaba ansiosa de mostrar cuan vinculados estaban nuestros lazos, hermanos, amantes ¿que más daba si se trataba de contemplar nuestros propios objetivos? Cada vez nuestros verdaderos planes se convertían en importantes realidades, en dónde tanto ella como yo palpábamos con nuestras manos.
Pero ahí, debajo de todas nuestras intensiones y verdaderos objetivos nuestros propios deseos nos mantenían cercanos y distantes, el veneno que recorría nuestras veas en vez de sangre eran capaces de sobrevivir el uno sin el otro o juntos. Tanto ella era para mi la cura como yo de ella era su extinción, juntos habíamos creado la objetividad, la ambición de concedernos un lugar entre el mundo lo suficientemente relevante para ser contemplados en la historia. Trascenderíamos como importantes personajes con el poder suficiente para modificar al mundo que gobernaríamos NUNCA juntos.
No obstante, nuestras almas habían estado destinadas a emprender el juego de azar más temido por nuestros enemigos. Su piel nívea se mantenía de pie a lado de el vitral más exquisito en la habitación principal, el cual, reflejaba el emblema real de la familia a la que ahora los dos representábamos celosamente a causas de muertes necesarias, cabezas pisoteadas, empalados reticentes de envidia y familias enteras desaparecidas. Nuestras manos se manchaban de sangre aún sabiendo las consecuencias -si es que las había- para dos hermanos inmortales -Pues pronto lo seriamos- El fin justificaba los medios.
Sus manos finalmente se detuvieron en el principio de mi sien dónde la corona pendía con firmeza inquebrantable, finalmente mis pensamientos se rodearon de su aroma que me transportaba a los urales rusos, nuestro hogar. Es así que, rozando delicadamente cada una de las joyas que adornaban y daban detalle autentico a quién la portaba se acercó hasta mi oído izquierdo en dónde susurró las primeras palabras que marcarían definitivamente mi existencia, siendo aquello finalmente lo que permitiría su desaparición TOTAL de la fas de la tierra.
-"Muerto el Rey, gobernará el caós"-
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