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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Galatea Giacometto Dom Jul 14, 2013 5:33 pm

Poco a poco me internaba a la sociedad Parisina de nuevo, pero desde un punto mas sordido y oscuro. Habia llegado a traves de mi representante- por llamar de alguna manera al judio, pequeño y miope que manejaba mis intereses financieros- la suma de tres mil francos y solo era la mitad para asistir como atraccion principal del un baile de mascaras en el Royal. Me quede petrificada pues no tenia ni idea quien podia ser la persona que podria hacer una contratacion asi. Me estremecia al pensarme descubierta y fuese una trampa. Pero la avaricia del pequeño judio me persuadio de aceptar, tanto a el como a mi nos hacia falta el dinero.

Me prepare como suelo hacerlo antes de una presentacion: Repase la partituras propias y de otros autores como Bach o Mozart de los mas populares. Ordene a la joven doncella sacar mis mejores vestidos y encargue perfumar unos pañuelos con escencia de rosas y el cuero donde van las partituras con algo de azucenas. Debia estar a la altura de mis nuevas circunstancias.

Aun asi estaba sumamente inquieta por el monto y por el que me contrataba, no tenia señas de el. Un temblor me hizo titubear ¿ y si descubrieron que no mori esa noche? ¿ si siguieron mis huellas hasta Rumania y esperaron que volviera a Paris?... invoque a mis ancestros y ellos no notaron nada sospechoso en la energia de aquel acuerdo. Aun asi no me fiaba.

Cuando la doncella termino de vestirme y perfumarme corrio presurosa a constatar si el coche que habia alquilado habia llegado, aproveche ese instante para esconder en mis faldas, atado a mi muslo mi infaltable puñal de plata. En ese momento la doncella subia agitada, tratando de decir algo que no podia articular.

- Madame, no se imagina...
- No puedo imaginarmelo- le dije en un gesto de fastidio- diemlo.
- Le han enviado ...
- extendio un cofre pintado de rojo con unas lindas iniciales en dorado que no eran otras que don "G" entrelazadas, que no eran otras que sus iniciales.

¿Que significaba aquello? La doncella impaciente esperaba que yo abriera el hermoso cofre. Le hize una seña con la mano para que saliera, la doncella salio con su rostro de profunda desilucion. Al abrirlo un olor a canela invadio mi olfato y un pequeño papel fino resaltaba. Lo abri parsimoniosa...


Paris, 1.800

Querida Madame Giacometto:

Lo que le envio es de un valor sentimental para mi muy grande. Mi deseo es que en esta noche usted lleve este hermoso collar, con los mas extraños rubies del mundo conocido. En el baile hay personas interesadas en comprarlo y su avaluo es incalculable.

Le parecera extraño lo se, pero como usted sera el centro del baile con su adorable musica, prefiero que lo lleve puesto en publico, por que lo han intentado robar  en varias ocasiones.

Gracias por el favor.

Ni una inicial quede despavorida. Asi que esa era la razon del monto tan elevado. Ahora tambien soy guardiana de joyas. La letra hermosamente manuscrita, no daba señas si era un hombre o una mujer, pero yo no queria tanta responsabilidad. Suspire, ya habia aceptado el dinero por lo tanto el trato. Judio asqueroso, estaba segura que lo sabia de antemano.

En el fondo del cofre un hermoso collar de rubies  y destellos de diamantes- suguramente- se abria ante mis ojos. La pieza era unica y hermosa pero me dio algo de temor.


El collar
Spoiler:

Con cautela la doncella se asomo en la habitacion. Me habia puesto el collar y ante el espejo combinaba perfectamente con el atuendo,mi  oscuro vestido de satin brillaba el negro con su densidad,  con su estrecho corse que desembocaba  en la amplia falda de seda y muselina, de detalles plata y la infantable mascara escarlata. Total por eso me apodaban asi.

el vestido
Spoiler:

la mascara
Spoiler:

Mire a la doncella quien me dijo que habia llegado el coche. Baje algo preocupada por la inmensa responsabilidad que ahora colgaba de mi cuello. Cuando el carruaje empezo la marcha me pregunte si habia tomado la decision correcta.

O como siempre me habia metido en tremendo lio.


Última edición por Galatea Giacometto el Jue Jul 18, 2013 5:58 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Ophelia M. Haborym Miér Jul 17, 2013 6:48 pm

Frustración. Esa sensación incómoda, fastidiosa y cansina que tanto la atenazaba últimamente. Demasiado humana para alguien no-humano. Y eso era lo que más le fastidiaba. Se llevó las manos a las sienes con cierta desesperación. Se notaba alterada, demasiado alterada y eso la disgustada. De haber tenido a alguien desconocido por delante, que no le cayese especialmente bien, se lo habría cargado en menos que dura un parpadeo, sin ningún tipo de contemplaciones. Habría hecho arder toda la ciudad de no ser porque ella también se quemaría. Bufó en voz baja para luego pegar un grito que probablemente se hubiese escuchado en todos los continentes existentes y por existir. Estaba muy enfadada, demasiado furiosa para atender a razones, y aunque aquella pobre mujer no tuviera la culpa de aquel momento de repentina indecisión que había asaltado a la no-muerta (o no-viva, según se mire), era quien iba a pagar todos los platos rotos. Le repetía que no se preocupase, que encontrarían algo decente... pero eso a Ophelia le daba igual. Aquellas palabras simplemente le entraban por un oído y le salían por el otro. Porque sí. Ella era demasiado arrogante, demasiado orgullosa y demasiado altiva para asumir que toda la culpa era suya y solamente suya. Nunca había dado su brazo a torcer y aquella no iba a ser la primera vez, y menos por una estupidez de tal magnitud.

¿Pero por qué aquella casa, normalmente sumida en el silencio y las tinieblas, ahora era el centro mismo del caos? La historia era que hacía apenas dos días, había llegado una carta, escrita con letra impecable sobre un pesado y costoso pergamino, que la invitaba cordialmente a asistir a una fiesta en el Royal Palace junto a un acompañante, ya que iba a haber un espectáculo que según el anónimo que enviaba la invitación, daría mucho que hablar. No había abierto la carta hasta hacía apenas unas horas, cuando se hubo levantado tras dormir las horas de Sol, sólo para darse cuenta de que no sabía qué narices iba a ponerse. Le echaba la culpa a los criados de no haberle dicho quién enviaba la carta -aunque eso no iba a solucionar mucho, por aquello de que era anónima- o de haberle dicho que era importante. Claro que eso no podían saberlo porque tenían prohibido abrir su correo. En definitiva: buscaba echarle la culpa a alguien, y le había tocado a Sirenia, una vampiresa neófita, cargar con ello.

- Pero mi Señora, vuestro armario está repleto de hermosos vestidos que nunca ha utilizado... A estas alturas de la tarde no os dará tiempo ir a ninguna tienda a comprar otro... -Murmuraba con voz titubeante, consciente de que una simple palabra más alta que la otra sería suficiente para que la cólera de Ophelia se volviese contra ella en forma de golpes, o puede que incluso la muerte. Después de todo, ella estaba sustituyendo a una mujer vampira que había matado hacía seis años... No tardaría nada en reemplazarla, todo el mundo parecía deseoso de trabajar para ella, por su belleza y fuerza... Incluso ella misma, en su vida mortal, la admiraba... Ahora la admiración se veía camuflada por el miedo.

- ¡¡Ya lo sé!! ¡¡Maldita sea!! Estoy cansada de estar rodeada de inútiles, Sirenia... Creí que iras diferente... -Frunció el ceño, como si estuviese realmente afectada, aunque una repentina y misteriosa sonrisa volvió a iluminar su pálido semblante. -¡Lo tengo! ¡Tengo el vestido perfecto! -Exclamó de repente y, como un rayo, atravesó el vestidor, su habitación y el largo pasillo hasta el ala este del palacete, seguida por la joven neófita, que no sabía cómo alguien podía correr tanto. Cuando entró a la habitación, allí estaba. El vestido perfecto del que hablaba... Y realmente lo era. Era de color morado intenso, con detalles en color negro en la parte superior, con brillantes engarzados. Todo en él parecía brillar. Su corte medieval aseguraba que sería el centro de atención de la fiesta, probablemente adornada de vestidos de la época en que se encontraban, y no tan antiguos. Toda la falda estaba arrugada de forma cuidadosa, para acabar en una cola de color negro y tul en su parte más inferior, la que tocaba el suelo. Rápidamente se lo colocó sobre su perfecto cuerpo, y... La neófita recordaba por qué la había llegado a admirar tanto. Estaba simplemente preciosa. Terminó el conjunto con un antifaz de color negro con plumas en forma de flor, y una gargantilla de color negro con brillantes.

Tras tintar de un rojo intenso sus gruesos labios, se calzó unos bonitos tacones de color negro con encajes, y salió corriendo escaleras abajo para montarse en el carruaje que habría de llevarla a la fiesta. Su acompañante fue la joven Sirenia, quien iba vestida para la ocasión con un bonito y sencillo vestido de color negro y azul y una máscara también negra. Llegaron un poco tarde, puesto que ya iban entrando los últimos invitados: pero eso no le importaba. Ella quería ser el centro de atención, y así lo conseguiría. El joven que tomó su invitación, la anunció en voz alta, con una sonrisa bobalicona, y muchos de los presentes se giraron, a lo que ella contestó con un grácil reverencia y la sonrisa más hermosa que pudo dibujar.

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Mensaje por Adda Dubrinsky Jue Jul 18, 2013 12:37 pm

Esta vez iba yo a sorprender a Akseli. Tras aquel baile tan extraño en el que bailé rodeada de vampiros y luego hubo un “espectáculo” de magia también muy extraño, que terminó sacando de lugar a Akseli, quien en algunos momentos sintió un ambiente amenazante hacia mí. Tras recibir unas invitaciones que un contacto me entregó, hice enviarle una de ellas rápidamente a Akseli, presentándome una mañana en su mansión, entregándosela en mano a Lanna, rogándole que en cuando se levantara se la entregara.  No había podido entregársela yo personalmente, ya que llevaba toda aquella semana tras una importante misión y búsqueda, que ocupaba todas mis noches y tampoco quería importunarle todas las noches con mi presencia. Le echaba de menos y no lo iba a negar, por el momento le sorprendería, ya que era una baile de mascaras, donde nadie reconocería a nadie, era perfecto para nosotros, pensé sonriendo.

-María, maría!- llamé a mi amiga, con la que estos días me alojaba, avisándole para que subiera y viera como me quedaba el vestido que había escogido para la ocasión. Había conseguido un vestido plateado de gala, no estaba acostumbrada a ellos, pero este me había maravillado solo verlo y al ponérmelo parecía que hubiera sido creado especialmente para mí. A simple vista Akseli no podría reconocerme, no con aquel vestido, pensé sonriendo dando vueltas sobre mí misma, mirándome en un espejo.

-Shunshine ¿Cómo te queda?- la voz de María se fue acercando hasta que abrió la puerta y se quedó parada - ¡Shunshine! ¡Estas preciosa!- murmuró asombrada, acercándose hacia mi- entiéndeme, eres bella de por sí... pero con ese vestido! Parece ser que tengas una quinta piel!- murmuro sonriente. Sonreí ante su comparación, mis felinos eran bellos y preciosos…todas mis pieles lo eran, pero aquel vestido, me quedaba como una quinta piel y me agradaba. El vestido era azul eléctrico, quedando a conjunto con mis azules verdosos ojos, ceñido se me pegaba como una segunda piel.

Tardé una hora más hasta estar lista, finalmente decidimos dejarme el cabello recogido en un moño elegante, dejando así mi fino cuello luciendo el collar que desde aquella fiesta me había dejado Akseli. Hoy se lo devolvería, pero por el momento aprovecharía para lucir mi bello cuello con aquella gargantilla tan fina. María me maquillo con un leve toque de polvos y resaltó mis ojos. Me contemplé una última vez en el espejo, tras ponerme la máscara que ocultaba mi rostro. Sonreí y deseando que Akseli apareciera en algún momento en la fiesta, tras despedirme de María, subí al carruaje que me llevaría directamente a la fiesta.


Vestido de Shunshi:
Spoiler:

Mascara plateada:
Spoiler:

Carta a Akseli:
Spoiler:

Tras unos minutos de viaje, el carruaje paró, bajándome de él – Gracias Messier- agradecí al cochero su ayuda para bajar. Me volví hacia él – Puede volver con María, ya tengo como volver- Seguramente si Akseli finalmente acudía, ya me llevaría él, si no, como pantera no me importaría desplazarme hasta la vivienda. El señor asintió y se fue de nuevo, dejándome sola, enfrente de donde se hacia el lujoso baile. Suspiré y con el pensamiento de que Akseli estaría en ella, me encaminé hacia la puerta, recordándome de mimetizarme en humana, ocultando mi olor a cambiaformas.
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Mensaje por Melanie De Latour Jue Jul 18, 2013 3:45 pm

La servidumbre femenina frente a mi estaba expectante, no obstante el nerviosismo de una de las mas nuevas me hizo dar una sonrisa previamente ensayada. La carta de una invitación a un baile descansaba vagamente en las finas telas de mi cama extendida perfectamente.  Hace mucho no presenciaba un baile y este seria el perfecto regreso a ellos. Levante mi mano con una seña de que se quedase la doncella que temblaba entre sus prendas, era joven y llena de vida por lo cual me ayudaría en la elección de mi atuendo.
-Necesito un vestido para la ocasión. También una mascara.-me senté en medio del borde de mi cama, esperando a que se moviese.
Sus pasos eran rápidos, se sumergió entre mis prendas y lo primero que vi fue un escandaloso vestido negro de noche, sin duda alguna era hermoso, estaba lleno de encajes, buena costura y una tela fina que te hacia sentir en medio de las nubes, pero ya lo había usado en el baile anterior. Ladee mi rostro y arrugue mi nariz en forma de desagrado. La próxima prenda era de azul en tono pastel, también traía en manos unas hermosas zapatillas en combinación con aquel vestido, eran sencillas, pero después de todo no se verían en medio de las telas de aquel vestido.
Termino por aprisionar mi cuerpo contra el corsé crema y tomo el vestido en manos. Lo deslicé por mi cuerpo fácilmente y ella termino con dar aquellos detalles menores en el. Esta vez tomo una de las joyas que anteriormente estaba en mi cofre personal, deslizo sus manos por mis clavículas y luego abrocho el collar en mi cuello delgado.
Tome mi cabello en un sencillo pero lindo peinado, dejando algunos mechones rubios sueltos y di algunos retoques de maquillaje en mi rostro. Ella dio la vuelta y desapareció por la puerta de mi habitación, tal vez había entendido la mirada que le había dado a través del espejo mientras la almohadilla del polvo chocaba contra mi rostro. Admire mi apariencia frente al espejo de cuerpo completo que se encontraba en la esquina de mi habitación, el vestido encajaba perfectamente con mi figura y tan solo faltaba algo mas para completar mi atuendo. Tome la mascara plateada en manos y en cuanto la doncella apareció por la puerta informando acerca de que el carruaje estaba listo baje lentamente por las escaleras, en el final de ellas estaba mi madre con una sonrisa y un enorme brillo en sus ojos.
-Te vez hermosa, Mel. -acaricio mi rostro aun libre de la mascara.
Le di una mirada de agradecimiento y una leve sonrisa, luego desaparecí en medio de las puertas principales de mi casa, donde el carruaje esperaba por mi presencia en el.
Los minutos de viaje me concentre en el sonido del carruaje contra el suelo, sin darme cuenta de que minutos después ya nos encontrábamos en la entrada del evento, baje con cautela con ayuda de un hombre amable que por allí pasaba, di un suspiro, tome la mascara y le di vueltas a las cintas detrás de mi cabeza para dejarla firme contra mi, antes dar pasos lentos a la entrada de aquel baile.


Vestido:
Mascara:
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Mensaje por Galatea Giacometto Jue Jul 18, 2013 6:15 pm

Cuando entre me senti perdida entre la multitud, en su mayoria damas, elegantes y a pesar de las mascaras, de rostros graciosos y seductores. Cruce a traves de la gente cuando un mozo joven me  pidio mis partituras y señalo a un piano- no a cualquier piano si no a un hermoso piano de cola negro que alumbraba gracias al estar cerca de una pequeña chimenea que calentaba aquella fria noche de otoño- me incline dandole las gracias y quede alli perdida. Algunos ojos giraron hacia mi, era la atraccion de la noche, no solo por mi musica, tal vez -muy seguramente- por el collar que colgaba de mi cuello. Alguno de esos ojos venian a comprarlo otros a robarlo, tendria que valerme de mi desarrollada intuicion para saber cual es cual.

Me dirigi al piano por inercia, dejando a algunos caballeros admirar al menos la mitad de mi espalda en la traslucida tela negra, permitido por mi cabello recogido alto como era la moda heredada de la Austriaca desafortunada. No me coloque ningun cintillo o adorno con las plumas de la mascara, altas y erguidas era mas que suficiente. Pero el joven mozo que me atendio a la entrada, me extendio otra nota que olia a canela igual que la nota del cofre.

Madame Giacometto:

Se que la he importunado con mis favores que deben parecerle el colmo de extraños, pero por predileccion de algunos invitados y la mia propia, le rogaria que su fabuloso acto se presentase a la media noche. Disculpe las molestias y diviertase por favor.

Gracias.

Otra vez sin inicial ni nada que me indicara quien podria ser el anonimo anfitrion. Me senti tensa y un mesero, vestido elegantemente me ofrecio una copa de vino tinto. la tome ¿que mas podia hacer si no esperar? Tenia que estar atenta, pues con aquel tesoro colgado mejor estar con los ojos abiertos.

Mire a la multitud y me senti pequeña y sola en medio de las animadas conversaciones.Despues de todo integrarme a la sociedad Parisina no seria tan facil como yo pensaba.

el piano
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Mensaje por Löwe Von Meer Jue Jul 18, 2013 10:33 pm


Caminó con lentitud hacia el lugar al que debía acudir esa noche. Como siempre, su cargo le exigía ciertas responsabilidades. Ya había sido reprendido por Napoleóne, según su esposa " había estado escondiéndose de las damas más exquisitas", y, por supuesto, esta noche no iba a librarse. Debía acudir a la fiesta, sonreír a las damas parisinas, tomarlas gentilmente de la mano y pedirles un pecaminoso vals. Sería encantador, dulce y embriagador..... Sólo de pensar cuánto debería fingir, le daban ganas de salir huyendo.

Su mano se cerró y abrió, una y otra vez, sobre la empuñadura de su espada. Había ido vestido como le correspondía al alto cargo de la marina, pero por valhalla  que él deseaba hundirla en su pecho. Todo menos entrar a esa fiesta, llena de mujercitas correteando, con sonrisas en sus rostros sonrosados y juveniles, dispuestas a encontrar un marido. Por fortuna, uno de sus informadores le había advertido que tendría lugar un evento interesante. No era otro, que la venta de un famoso colgante. Era el deseo de muchas mujeres, por lo que sus esposos, amantes y pretendientes, estarían al acecho. ¿Cuán estúpido puede volverse un hombre por la ardiente carne de una mujer?, pensó con amargura.

Suspiró, y sin más, entró en la habitación. El sonido de un pianoforte, tocado por manos inexpertas, llegó a sus oídos en primer lugar. Después, el mágico sonido se apagó, bajo una ola de susurros y grititos. Un lacayo, cuya peluca se balanceaba sobre su cabeza, se acercó presuroso hacia él. Sin duda, intentaba averiguar el nombre del hombre que había llegado tarde, interrumpiendo la velada. Mantuvo una sonrisa educada y esperó, afortunadamente para él, el hombre era rápido.

- Señor... la fiesta ha comenzado hace...- El tono irritado del lacayo era más que evidente, sus mejillas estaban enrojecidas por la furia, y él intentaba recordar que debía mantener la calma. Fingió escuchar sus palabras, mientras su mirada evaluaba la habitación con la mirada.- ...¿entiende?.-

La pregunta del hombre le hizo volver a mirarlo y sonreír.- Por supuesto, monsieur. El capitán de la marina francesa, presenta sus más sinceras....dis...- La maldita palabra se atascó entre sus labios mientras hacía una reverencia elegante. Pero afortunadamente para él, cuando volvió a erguirse, el hombre tenía una sonrisa avergonzada en su rostro y comenzaba a disculparse.

¡Había tenido bastante!, se dijo en un gruñido mental. Sin esperar más, se inclinó y lo dejó atrás, intentando fundirse entre la gente, mientras escuchaba la voz chirriante del lacayo anunciarlo ante los organizadores del evento. Caminó entre los suaves  frú frús, que hacían los vestidos contra el suelo, deslizándose como una sombra entre miradas curiosas y ansiosas. Había venido a este evento, obligado, pero eso no decía que actuase como una marioneta, siguiendo las órdenes que dictaban los labios perniciosos de algunas damas. No quería un matrimonio, así que evitaría a las hijas y se centraría en conversar con las abuelas. Las madres eran demasiado peligrosas.

A medio camino, el aroma tentador del licor, lo llamó. Siguió su olor, caminando hacia el único salvavidas que conservaba. Suspiró con la copa de champán en su mano y sonrió lentamente con los ojos cerrados.- Quizás esta noche no sea tan mala....-


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Mensaje por Danna Dianceht Jue Jul 18, 2013 11:07 pm

- Un baile de mascaras, mi señora- La voz de Víctor interrumpió mis pensamientos de los papeles que entre manos sujetaba, mientras repasaba los nuevos datos de los comercios de Escocia y misivas de mi ama de llaves, donde me confirmaba que en mi ausencia todo salía perfectamente. - ¿Qué dijiste?- volví mi mirada hacia él, para ver cómo me entregaba una carta con un sobre. Lo abrí para encontrarme con una tarjeta con un dibujo de una máscara.
 – Os invitan a un baile de mascaras esta noche mi señora…¿Preparo los caballos?- me preguntó. Sonreí, me conocía demasiado bien y bien sabía que los bailes y más cuando se trataban de mascaradas, eran mi perdición. Asentí, guardando los papeles, y levantarme de la silla, era por la tarde, no tenía mucho tiempo para prepararme y no contaría con ayuda de ninguna dama, más de la que muy amablemente se ofreciera a ayudarme. 
Que estén listos para la noche Víctor y gracias por traerme la invitación, solo tú sabes que es lo que quiero en cada instante del día y lo que necesito- le sonreí agradecida de tenerlo a mi lado. Desde la muerte de mis padres, fue mi mentor y como un padre para mí 
Sabes que no es ninguna molestia para mi, mi señora- resoplé dirigiéndome hacia la puerta- Llámame Danna, aquí no nos hacen falta tantos formalidades-Víctor asintió sonriendo – Si danna, tendrá todo listo cuando sea menester-
 
Subí rápidamente a mis aposentos- a los que ocupaba en el grande hotel de París- y rápidamente me puse  a buscar el vestido que ponerme y la máscara a conjunto, por suerte hacia poco me había comprado un nuevo vestido, que estaba segura me podría servir para la ocasión con una buena mascara. – ¡Te encontré!- susurré alegre descolgándolo de su percha. El vestido era largo de muchos detalles, blanco y un bonito color crema, ceñido a mi cintura, con un hombro al aire. Sonreí y empecé  a buscar la máscara a conjunto, encontrándola, imaginándome ya entrando con ellos puestos en la fiesta. Al fin una fiesta donde nadie sabría quien soy, que era... si no en que lo único que importara será el vestido y que nadie te reconozca, en sitios así es cuando realmente se conocen las personas.
 
Víctor finalmente consiguió que una doncella del hotel subiera a ayudarme, gesto que agradecí a los dos con creces. Me puse el vestido y acordamos dejarme el liso y largo cabello suelto a mi espalda. Una vez me alisté y terminé, mandé a Víctor a avisar que necesitaba el carruaje, y en menos de unos pocos minutos, iba de camino a la grande fiesta de mascaras. La mascarada esperada.
 
Vestido Danna:



Mascara:



Tras un rato de camino, donde no dejé de observar los paisajes de la noche por la ventanilla, paramos y bajé alegre del carruaje, ayudada por uno de los mozos – Gracias- sonreí y tras hacer una señal para que el carruaje se quedara a esperarme a la salida, con una sonrisa en mi rostro y mimetizando mi aroma de licantropa, me adentré en el salón a la expectativa. 

Mis verdes ojos relucían de la emoción, aunque estuviera y hubiera venido sola, eso no importaba, ya encontraría con quien pasar la noche y compartir bailes. Al entrar al salón, los que se encontraban a la entrada, se giraron a contemplar mi vestido, sonreí sintiéndome por unos segundos el centro de atención, estaba acostumbrada a ser el centro de atención de todos los eventos, pero por una vez me alegraba que fuera por mi vestido o mi belleza y no por mi título real. Di un recorrido con la mirada al lugar, lleno ya de bailarines y un sinfín de bonitos vestidos y mascaras inolvidables. Sin dejar de sonreír me interné entre ellos, buscando para empezar, el bar en donde servían las copas. A lo lejos lo divisé y me dirigí hacia allí, sorteando a las parejas que me encontraba por el camino, sin dejar de lucir mi más bella sonrisa.

Que mas, que empezar la velada con un buen vino o champan del más fino sabor.
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EL BAILE DE LAS MASCARAS ( Libre) Empty Re: EL BAILE DE LAS MASCARAS ( Libre)

Mensaje por Ophelia M. Haborym Vie Jul 19, 2013 9:33 am

Tras su presentación, caminó grácilmente por entre las parejas que danzaban al son de la música, sin prestar atención a nadie, a la vez que miraba a todo el mundo. Sonriendo de vez en cuando ante los despistes de las muchachas que esperaban a alguien que las sacase a bailar. Una señorita, muy bien vestida, parecía de lo más entretenida balanceándose en la silla cuando de repente se cayó hacia atrás causando gran estruendo. Otra se hurgaba la nariz como si no hubiese un mañana, sin dar cuenta de otra cosa, mientras que los caballeros la esquivaban, acercándose al resto de damiselas que yacían sentadas aguardando a sus acompañantes. La música era sutil, preciosa, perfecta para la ocasión, invitando a que más bailarines se acercaran a la pista a disfrutar del espectáculo. Lo cierto es que no se arrepentía de haber acudido, después de todo, aunque ninguno de los presentes hubiese logrado llamar su atención. Todos parecían humanos, excepto algún que otro inmortal que había acudido con su compañero. Recordó de repente a Elena, no sin cierta nostalgia, aunque rápidamente sacudió la cabeza para deshacerse de aquel pensamiento. Ella nunca la había convertido con ese fin, aunque tras conocer a la joven como un vampiro, lo había deseado con todas sus fuerzas. En su caso, era evidente que Sirenia, algo tensa por la cercanía de tanto humano, no era su pareja, ni de baile ni sentimental. El lazo que las unía era un simple "contrato" de sangre. Ella le serviría hasta que dejara de serle útil.

Se desplazó rápidamente hacia la mesa donde aguardaban las copas de Champán y demás bebidas espirituosas, tomando una para sí y ofreciendo otra a la chica, que lo agradeció en un gruñido, sin apartar la vista ni un ápice de la pista de baile, donde los mortales danzaban despreocupadamente. Estaba visiblemente nerviosa, y eso comenzaba a inquietarla. No le gustaría que las echasen del recinto por armar un escándalo. Con el ceño levemente fruncido, posó la mano derecha en el hombro izquierdo de ella, y presionó levemente, tratando tal vez de transmitirle confianza. Aquello pareció funcionar puesto que la neófita sonrió ligeramente y desvió la mirada hacia ella, con los ojos aún brillantes. Ophelia se relajó y le tendió otra copa.

Instantes después, comenzó lo que parecía ser el espectáculo en sí. Una muchacha humana era guiada hacia un extremo de la sala, donde un piano aguardaba su llegada. Frunció el ceño y se mordió el labio inferior. Jamás había visto a aquella mujer, y como amante de la música en casi todas sus vertientes, le extrañaba que aquella pianista, si fuese buena, escapara a su conocimiento. Si no lo fuera, entonces no comprendía por qué motivo la habían traído a tocar a una fiesta como esa. La examinó de arriba abajo con mirada analítica. Le gustaba su vestido y era indudable que poseía una belleza peculiar... De pronto la perdió de vista, ya que sus oídos captaron una nueva entrada en la sala. El capitán de no sé qué. Ni lo había oído ni le interesaba demasiado. Puso una mueca de aburrimiento y se sentó sobre la mesa donde reposaban las copas, dedicando una mirada que decía claramente "lárgate" al joven camarero que iba a decirle que no podía hacer eso. ¿Cuándo se suponía que iba a empezar el maravilloso espectáculo? Se empezaba a aburrir.

Y fue entonces cuando, tras bufar en voz baja, tuvo que agarrar con fuerza, y casi estampar contra la pared contigua a Sirenia, al detectar ella también el aroma a sangre de un humano que yacía tendido en el suelo no muy lejos de ellas. Las parejas más cercanas a las dos mujeres, se las quedaron mirando con sorpresa. A la neófita que estaba aprisionada de cara a la pared, y a la mayor que hubo de sostenerla con semblante afligido. Era en momentos como aquel, en aquella hermosa y pomposa ceremonia, cuando se daba cuenta de lo fastidioso que resultaba ir a un baile, por muy de gala que fuese, en el que la gran mayoría de los invitados eran humanos. Aquel hombre se había acercado a una de las mesas de las bebidas a trompicones, visiblemente borracho, a coger otra copa más -quizá con la intención de alcanzar el nivel de alcohol en sangre necesario para entrar en coma etílico-, con tal torpeza que tropezó con sus propios pies, cayendo sobre la mesa, destrozando las finas copas de cristal y cubriendo su cuerpo de heridas, algunas bastante profundas, para después caer redondo al suelo, aunque no estaba muy segura de si dormía o se había desmayado.

Sostuvo con fuerza a la joven vampiresa sin dejar de observarla por un momento. Su cuerpo temblaba y luchaba contra la mayor para soltarse y acudir a aquella tentadora llamada. No sería el mejor bocado que pudiera tener, desde luego, pero sí era el más sencillo de obtener. La sangre mezclada con alcohol, poco a poco fue manchando el bonito suelo de mármol, y aproximándose a ellas, que apenas si estaban a diez metros de distancia. Ophelia hubo sostener a la neófita con gran fuerza contra la pared, a fin de que su cuerpo dejara de convulsionarse, haciendo que la joven se retorciera con desesperación. Su inicial preocupación se vio sustituida por un gran enfado, a medida que la gente regresaba a sus conversaciones sin conceder mayor importancia al hecho, que un simple berrinche o tal vez un mareo. La hermosa y tranquilizadora sonrisa que había dibujado Ophelia, había servido para calmarlos. La música había seguido sonando durante todo aquel tiempo, por lo que la mayoría de la sala ni siquiera se había enterado del incidente. Al final no había ocurrido nada... Pero de haber sido más lenta, habría tenido que marcharse de la ciudad nuevamente.

- Vete de aquí. Ahora. O te mato aquí mismo sin contemplaciones. -Gruñó en voz tan baja que sólo ella podría haberlo oído, mientras que algunos invitados ayudaban al hombre a levantarse, y tres camareros se disponían a limpiar el estropicio.

- Yo... Lo siento mi Señora... De verdad... -Gimió mientras se sacudía los ropajes y fingía que no podía sostenerse en pie, apoyándose en la mesa, siguiendo la excusa de que se había mareado. - No sé qué ha pasado... -Trató de disculparse con el miedo brillando en sus ojos, ante la grave mirada de la mayor, que la tenía agarrada por el hombro con tal fuerza, que con la más mínima presión. probablemente le habría arrancado el brazo del cuerpo.

- He dicho que te vayas... -Se limitó a decir, y la neófita salió disparada hacia la puerta. -Y que traigan de vuelta el carruaje. -Añadió finalmente, resoplando por lo bajo y cogiendo otra copa de champán, que se bebió de un simple trago. Aquella noche iba a ser muy larga.
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Mensaje por Summer J. Abadie Vie Jul 19, 2013 5:34 pm

-Señorita Summer, le ha llegado una carta. No está firmada. ¿Desea leerla?-la chica nueva del servicio le caía bien. Era joven, inocente y no creía en leyendas. O al menos eso esperaba de una joven pobre, huérfana y analfabeta que rara vez salía a la calle y desde hacía años trabajaba a tiempo completo como sirvienta. Sin embargo, esta vez la rubia vampiresa se cuestionó que tan bien de la cabeza estaba la castaña con rostro de niña. A ella no le llegaban cartas, nunca. Quizás algún amante viajero se había acordado de ella y le enviaba algo. Si no recordaba mal sus últimos amantes estaban muertos o demasiado resentidos. Curioso. -Traela-ordenó desde el escritorio donde se había sentado a dibujar. En el dorso del sobre se leía con letra pulcra y clara “Summer Abadie”. No traía remitente.

-¿Quién la entregó?

-No lo sé, señorita. Apareció en la puerta. Nadie vino a entregarla-ante esto la vampira resopló y se levantó de su silla, exasperada. –Evidentemente alguien tiene que haberla traído-sentenció. Estuvo a punto de decir “no puede haber aparecido por obra de magia”, pero le tenía respeto a la magia y solo estaría derrumbando su propio argumento. Así que sin más vueltas abrió la carta y la leyó.

No era ni más ni menos que una invitación a un baile. Sin firmar. No se trataba tampoco de un baile clásico de la alta sociedad; era un baile en él se ofrecía a la venta una joya de muy alto valor. El baile no servía más que de cortina y quizás algo de entretenimiento para los postores y seguridad para quien vendiera la joya. ¿Quién se atrevería a robar semejante joya frente a lo más influyente de la sociedad francesa? Junto a la carta llegaba un dibujo y una pequeña descripción. Le interesaba esa joya, luciría bien en su cuello. Aunque a decir verdad, le daba lo mismo usar esa a cualquier otra gargantilla de diamantes, rubíes o zafiros que poseía. No le hacía falta, pero la quería. Y si no la obtenía al final de la noche no pelearía por ella, no la quería con tanto ímpetu. Pero al menos habría salido de su casa para algo más que ir buscar alimento a los peores lugares de París. Podía decir que se divertiría, y eso era mucho más de lo que obtenía normalmente. –Prepárame un bonito vestido y una máscara a tono. Tengo un evento al que acudir –sonrió, agitando la carta en el aire.

Tres horas y varios vestidos después la joven vampiresa llegaba en su carruaje al Palacio Royal. La fiesta ya tendría que haber empezado. “Lo bueno se hace esperar” pensó. Cubrió su rostro con la máscara de tonos dorados y del brazo de su cochero fue hasta el salón del baile, donde lo despidió, buscando alguna cara familiar entre la multitud. ¿Y si se encontraba con alguien indeseado? “Menos es más”, en eso se basaba cada vez que quería verse elegante. Con ese pretexto llevaba pocas pero costosas joyas encima, ninguna con detalles en rojo por si tenía algún malentendido, aunque el rojo era su color favorito por excelencia. De todos modos se aseguró de ponerse un brillante anillo de diamantes en el dedo anular que le sirviera de pretexto para aquellos admiradores indeseados y de lujosa decoración para quienes resultaran interesantes. El pretexto de estar comprometida para no tener que bailar y charlar con hombres aburridos nunca le había fallado hasta ahora.

Al menos ahora veía que no era una trampa, el baile si se daba. Todavía quedaba por resolver el asunto del vendedor misterioso que casualmente la conocía. Suspiró, bajando las escaleras principales, y se paró a un costado de la pista a ver a la gente pasar. Tanto tiempo había desperdiciado en su mansión encerrada, sin socializar con nadie, que estar entre esa mediana acumulación de personas le hacía sentir incómoda. Si no encontraba a nadie conocido tendría, de seguro, una larga velada por delante. Lo que la mantenía con ilusionada era que podía reconocer a varios seres sobrenaturales en el baile y que, con suerte, si no se llevaba la joya, se llevaría a cambio un muy interesante espectáculo.



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Mensaje por Galatea Giacometto Dom Jul 21, 2013 4:41 pm

( off- rol: como no podemos medir si todos responden rapido se considera que las personas contesten cadas dos post para no perder el hilo del rol. Gracias)

Las parejas danzaban sin parar en giros veloces, como pajaros, solo se veia el reflejo de los colores desbordados por la mitad del salon. Aun inquieta atraviezo la aglomeracion de los pequeños grupos que se forman en animadas conversaciones, aprovechando el anonimato momentaneo que dan las mascaras: Tal vez yo soy la unica que no soy anonima pues esta mascara siempre hace parte de mi. Algunos que han ido a mis presentaciones se acercan, me saludan y me presentan al resto del grupo. Las mujeres hacen comentarios sobre el collar, yo solo sonrio lo mas sociable que puedo.

Llega un momento que la mezcla de voces, musica, perfumes, risas, cuchicheos llegan a marearme y debo buscar en el fondo un divan donde descansar. Mi mirada se dirige a una joven lozana y atractiva, su aura se explaya como su sed y su sensualidad, blanca como el marmol supe que era vampiro, pero me extraño que la neofita- se le notaba por el nerviosismo de su cuerpo- no estuviera. Escuche a una pareja junto a mi sobre el extraño ataque a un hombre, y supe que la neofita no habia resistido tanta humanidad, era por eso que yo notaba el aura de la vampira alterado aunque su apariencia no lo demostrase. la tension se hacia peor a no saber que parte me correspondia en este juego- por que estaba segura que era una especie de macabro juego- y sobre todo no sabia quien movia los hilos.

Pronto un lacayo se acerco presuroso. Me cuidaban en la distancia a mi o al collar que en este momento era lo mismo. Mi copa de vino se habia acabado y puso en su lugar en una mesa labrada al lado del divan, una espumosa champagne rosada, y una cigarrera dorada y algunas varitas para encenderlo: me quede pasmada.

Cuando tuve que huir de Paris hacia Bucarest, despues de la recuperacion que me dejo una larga cicatriz en mi costado, decidi crear a Galatea. Habian arruinado mi vida, y debia aprovechar el hecho que creyense mi muerte. Aurora Montobello habia muerto pero Galatea Giacometto, La escarlata, nacia. Cree un personaje atrevido, misterioso y hasta ligero, debia distar de la que era antes asi que aprendi a fumar. De todo lo que fume, solo unos cigarrillos delgados y negros, pudieron darme placer asi que se convirtieron en mis predilectos.

Abri la cigarrera dorada y casi lanzo un grito. El olor denso a canela me embargo y supe que era de mi anfitrion. Ahora tengo miedo, me siento espiada y descubierta. Algo no andaba bien, pero no sabia que era. Tome el cigarrillo y lo puse en la pitillera y al encerderlo en denso olor del tabaco llego a mi olfato. Tenia que tranquilizarme y  mantener mis nervios de acero, y encontrar al anfitrion seria mi mision. me incline en el divan como una reina antigua, que vi en un grabado, mostrando una actitud relajada, de repente un lacayo anuncio...

" Señoras y señores es un placer que esten todos en este dia tan especial, espero que todo este a su gusto. Todos saben que hoy estan reunidos para apreciar y hasta comprar el legendario collar de rubies " Lagrimas de Sangre" que pertenecio a la legendaria condesa Erzebeth Bathory. Suerte con eso... pero como evento central tenemos el recital de la prestigiosa musico desde Bucarest La escarlata, la señorita Galatea Giacometto..."

Las miradas giraron hacia mi y los invitados de manera inconsiente abrieron un camino hasta donde yo me encontraba. Me aturdi un segundo, pero enseguida volvi a ser dueña de mi. Me levante dejando el cigarro en el cenicero y levante mi copa de manera de saludo. Por dentro estaba a mil. Cuando me volvia a sentar uno de los espiritus de mis ancentros estaba junto al divan. Era un joven rubio y blanco que cortaron su vida muy pronto para disfrutar de esto, asi que me siguio portando su propia version de vestido elegante y mascara, eso solo indicaba que mis espiritus pudieron detectar algo de peligro, sintiendome peor.

Me sente en divan con algo de desasosiego sintiendo un extraño nudo en el pecho. La joya tenia un nombre tan lugubre como lo fue alguna vez su dueña. Conocia la historia de la mujer que sin piedad asesino a tantas jovencitas por permanecer joven. Un vampiro humano de los peores escuchados. El collar que yo portaba le pertenecio y toco su cuello como lo hacia con el mio.

Temi lo peor.


- Donde esta el encendedor? Maravillosos, cigarro sin fuego.
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Mensaje por Ackley Hinault Lun Jul 22, 2013 11:51 pm

Lanna se había encargado de entregarme muy atenta una invitación. La sonrisa en su rostro me daba una pista de quien podía tratarse y ya casi podía sentir la oleada de preguntas llegar a mi de su parte. Eso era lo divertido de Lanna, que con ella en casa no existía el silencio y siempre había algo interesante de que hablar, solo que no me agradaba que fuera de mi. De Jarko podíamos burlarnos tanto como quisiéramos pero de mi… era otra cosa.
- Gracias Lanna - sonreí al tiempo que comenzaba a leer la carta y ella me miraba curiosa. Al terminar sonreí más que antes y simplemente mencione a la curiosa mujer - Parece que nuestra querida amiga quiere jugar un poco - y me aleje de ella veloz. Era bueno que ya hubiera podido contarle a Lanna lo que éramos nosotros y no debiera ocultarlo más.

Había aguardado impaciente la hora de aquel baile de mascaras, todo porque la pantera era malvada y me privaba de su magnifica presencia. Era perfectamente capaz también de ir a buscarle yo, pero no sabía que tan correcto sería eso después de lo que nos había pasado la ultima vez que le invite a una fiesta. No estaba dispuesto a correr más riesgos innecesarios como ese. Observe el medallón que de nuevo estaba en mi poder al tiempo que suspiraba por mero fastidio, guardando esa preciada joya en la bolsa del traje que lucía y cuando termine de eso, me dirigí al lugar de la fiesta con la mascara en mano.

Sería interesante ver como estaba planeado todo por la pantera, y la manera en la que debería encontrarle. Ella no me pondría las cosas sencillas pero se olvidaba que yo reconocía ya partes de ella. Su aroma animal, el olor de su sangre, cuando pasaba por humana… aún así desconocía lo que me esperaba y por eso fue tan sencillo que me sumiera en mis pensamientos sobre los probables escenarios. Fue de esa manera hasta que me encontré cerca del lugar indicado y con una sonrisa me coloque la mascara.
- Que comience el juego belleza… - apenas iba entrando al lugar de la fiesta, que estaba repleto de toda clase de aromas, mascaras, vestidos, trajes y personas. Mi entrada bien paso por desapercibida gracias a que justo en esos instantes una voz se enfocaba en presentar a una mujer que al parecer era de suma importancia en aquel lugar.


"… pero como evento central tenemos el recital de la prestigiosa musico desde Bucarest La escarlata, la señorita Galatea Giacometto..."


Dejando eso de lado, me adentre rápido entre la gente buscando alguno de los aromas que me habían llevado a aceptar ir a esa fiesta en primer lugar. Deseaba encontrar a Shunshi lo más pronto posible, quería saber que estaba bien y que incluso me prometiera que iría a visitarme y no solamente a llevar invitaciones.
- Vamos mi pantera, sal de tu escondite - y me sumí entonces más entre los invitados, detectando el olor de varios vampiros pero no prestando importancia a ninguno, ellos no me interesaban.


Mascara:

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Mensaje por Adda Dubrinsky Mar Jul 23, 2013 6:26 am

Parece no haber venido…pensé desilusionada. Me encontraba en un rincón del baile observando y rastreándole, sin aparecer en ningún momento ni su olor ni su magnífica presencia. Suspiré tristemente, jugando con los bordes de mi vestido sentada, observando los adorables y bonitos bailes en pareja y sin dejar pasar cada escena de la fiesta en balde. Habían mas de tres vampiros, y una joven que parecía humana pero algo me decía que no lo era ¿Mimetismo quizás? Cambiaformas o licantropa…esperaba que no se produjeran accidentes que lamentar más tarde.
Un joven se me acercó y le sonreí - ¿Me cede este baile bella dama?- me preguntó alzándome su mano para que se la aceptara. Negué con lastima la cabeza, yo solo quería bailar con mi vampiro, jugar con él, robarle un beso quizás…- Lo siento pero estoy esperando a mi pareja- el joven me miró y me sonrío- Entonces tiene suerte de teneros…es toda una lástima que no esté ya con vosotros, cualquier loco hombre podría secuestraros de la fiesta...- le sonreí- Él es mi único secuestrador-
-Ya veo...-dijo y me miró sonriente- Entonces espero que llegue pronto su amado-
-Y usted que encuentre su ideal pareja de baile- le contesté. El joven hizo una reverencia y se alejó. Suspiré angustiada… ¿Y si le hubiera pasado algo? Mejor me iría a visitarle a su casa. Sí, eso haría.

Me levanté y me encaminé hacia la salida, cuando al fin el tan ansiado aroma que buscaba apareció en la fiesta. – Akseli- Murmuré feliz. Lo busqué con la mirada y lo encontré, parecía estar buscándome también. No parecía él, con ese antifaz, me relamí los labios de repente resecos y empecé el juego sumiéndome entre los invitados, jugando con él al gato y al ratón. Demasiado pronto para mí, sus ojos escrudiñaron mis ojos ocultos en ese antifaz, me miraron de arriba abajo, sus labios esbozaron una sonrisa, que decía “Te encontré, ya eres mía pantera…”  Negué con la cabeza, aún no era suya, faltaba un poco para eso.

Él tenía que pasarse por un humano…la mayoría de los asistentes a la fiesta lo eran y debía pasar desapercibido, pero yo contaba con la agilidad de mi cuerpo humano, con el que tras verle desde la lejanía y coincidir nuestras miradas me giré y empecé a perderme por entre los asistentes de nuevo. Nada me importaba más que él y nuestro juego, lo demás carecía de importancia. Sonriendo debajo el antifaz, seguí perdiéndome, alejándome de él, acercándome…parecía un baile secreto entre los dos.
Hubo un momento en que lo perdí, en ese instante decidí subir las escaleras del mármol que daban al segundo piso y desde allí darle la pista de mi ubicación, para volver a perderme por aquel piso que estaba abierto a los visitantes. Subí con gracia las escaleras, con lentitud, sintiendo el aroma del vampiro rodeándome ¿Me habría divisado ya?. Al llegar arriba me giré y contemplé a las personas que bailaban en el piso inferior del salón, lo busqué, sentía su olor pero entre tanta gente era difícil lograr verlo. Finalmente di con él dirigiéndose directamente a las escaleras. Lo tenía más cerca de lo que esperaba… Le sonreí en cuando miró hacia mí. Estaba irresistible, un ser totalmente misterioso…me mordí el labio inferior nerviosa de repente al pensar en él, solo él lograba ponerme en ese estado. Nerviosa me corté sin querer con los dientes una pequeña herida en el labio, provocándole con el olor de mi sangre. Apenas era más que unas pequeñas gotas, los demás vampiros no se darían cuenta, para tal pequeña cantidad se tenía que estar concentrado en el olor de la presa, y en esos momentos el  único concentrado que sentiría el dulce olor de mi sangre, no era otro que mi Akseli.

Me puse de nuevo en marcha, esta vez recorriendo el segundo piso seguida de un Akseli arrebatador. Pensando en él, mis animales me recordaron el tacto de sus frías manos contra sus pelajes, acariciándome tiernamente, dejando que una gran pantera negra y una pantera de las nieves, le lamieran las manos y hasta la cara, alguna vez. Reí suavemente ante aquellas dulces imágenes. Ya hacía mucho que no le veía, una semana para ser exactos y echaba mucho de menos su presencia, estar con él...hablar y desvariar y que cada dia me sorprendiera con algo de su pasado. Con sus historias me sentía pequeña, yo apenas era una jovencita que no había vivido mucho y él en cambio su vida podría ser resumida en veinte o más tomos de libros. ¿Qué haría alguien como él, jugando conmigo?
Muchas de las habitaciones estaban abiertas a rebosar de gente pero yo buscaba una que ya la tenía localizada de antaño. Me giré viendo a Akseli unos cuerpos detrás mío, le sonreí descarada – Cógeme…- Musite con mis labios mirándole fijamente desde debajo el antifaz.

Seguí deslizándome por el segundo piso, localizando otro pasillo en el que me interné a tiempo de perderme tras una esquina, entrando en una habitación antes de que él me viera. Era la sala de los espejos, una gran sala llena de espejos colocados de diversos tamaños y formas repartidos por doquier. Me adentré en aquella sala oscura, escondiéndome en las sombras de un rincón donde los espejos no me reflejaran y le dieran aviso de mi posición a Akseli. Sentía su olor cerca…sonreí. La gran sala se encontraba aromatizada con el olor de mi sangre, era cuestión de que Akseli entrara buscándome y me encontraría, estaba segura y el juego terminaría o quizás empezaría…

Por el momento era Akseli, quien estaba a punto de cruzar las puertas que le llevarían más que nunca a la boca de la pantera negra.
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Mensaje por Löwe Von Meer Vie Jul 26, 2013 3:45 pm

"El refugio no evita las tormentas"

Durante unos segundos, disfrutó de la soledad que le otorgaba su posición. Entre sorbos lentos de champán y miradas curiosas de algunas damas, vio como una muchacha se acercaba a la mesa de bebidas. Su caminar era elegante y decidido, sus pies mecían el vuelo de su falda con un  sonido que le era más excitante que irritante. Para alguien como él, cuyo oído estaba más desarrollado de lo normal, era decir mucho sobre la perfecta sincronización de la dama. Todos sus músculos parecían trabajar con armonía, haciéndole sentir cierta envidia. Había invertido mucho tiempo en aprender a comedir la  fuerza y extravagancia con la que caminaba normalmente, más que nada, por que no podía permitirse llamar la atención sobre su persona cuando no estaba de caza. Aún así, siempre quedaba un rasgo en él, que estropeaba ese caminar lento y calculado que normalmente interpretaba frente la alta sociedad.

Cuando estuvo a escasos pasos de él, se limitó a ofrecerle una perfecta reverencia. Sabía que su movimiento era más autoritario de lo que debía ser, todo ello debido a los pensamientos que llenaban su mente. No obstante, no había perdido la elegancia del movimiento. Era casi, como un movimiento felino. Grácil y rápido, pero salvaje, al fin y al cabo. - Fräulein...- Le susurró a la mujer con los ojos verdes más claros que había visto. Éstos destacaban sobre la máscara que ocultaba parcialmente su rostro, casi como si hubiesen sido pintados sobre un perfecto lienzo blanquecino. Sin poderlo evitar, su mente acudió, rauda en sus comparaciones, ante la imagen de Maurice. Los ojos del hombre eran esmeraldas brillantes, llamativas y salvajes. Los de la mujer, en cambio, eran como dos pozos de bella tranquilidad. Debía tener muchos hombres deseosos de conquistar esas gemas, pensó con un amago de sonrisa en sus labios.

Sin darle más concesiones a su mente, se obligó a actuar como un hombre debía hacerlo en estos casos. Llamó a un lacayo, para que se ocupara de servir a la dama. Lo más adecuado sería que fuera él quién le sirviera a ella un refrigerio, pero no quería llamar la atención de ninguna fémina. Algo le decía que si alguna descubriera quién era, acudirían raudas a conocer al hombre que había evitado cualquier fiesta parisina. Si pudiera ser sincero, diría que entre sus  cazas nocturnas para alimentarse, su trabajo en el puerto y su esclavo, no tenía tiempo que malestar entre mujeres estúpidas y vacías de sesera. Pero claro, se le había prohibido esta noche. Nada de amedrentar a jovencitas o morderlas. Sólo le estaba permitido la seducción, y dudaba que alguna de esas mujeres que lo miraban de reojo, pudieran llamar su atención.

Como por arte de magia, varios hombres y mujeres, comenzaron a llegar. Dos jovencitas se colocaron frente a él, meneando sus extravagantes abanicos, presas de una oleada de calor fingida. Como un perfecto caballero, se inclinó para dedicarles un vago saludo y llamó de nuevo al lacayo para que les ofreciera una copa. Sin embargo, en algún momento, entre el instante en que las había saludado y girado para llamar al lacayo, su escote había descendido varios centímetros, dejando demasiada carne expuesta ante sus ojos. Frunció los labios, intentando no mostrar una mueca de desagrado y retrocedió dos pasos, intentando crear una distancia mayor entre las mujeres y él. Lo que ocasionó que chocara contra la mujer de los ojos verdes. Al lado de ella, habían dos hombres que se habían acercado a conversar con ella.- Lo lamento, muchacha. Sólo intentaba....- Se giró para mirar a las mujeres que seguían acercándose a él con ojos brillantes. Sin poderlo evitar... retrocedió de nuevo, pegando su costado contra el cuerpo de la otra mujer. ¡Santo Dios, que un vikingo estuviera retrocediendo ante el avance de unas niñas....!. Vergonzoso.

Atrapó a la mujer de ojos verdes y la arrastró consigo, llegando a tiempo a la línea de bailarines que iban a comenzar a bailar la nueva canción. Tomó sus manos con una sonrisa, y giró para ver si las mujeres seguían frente al lugar donde las había dejado. No podía permitirse el ataque de jóvenes casaderas. No cuando habían informadores de su líder en la fiesta, quizás su jefe decidiese que su unión con una muchacha podría beneficiar sus planes para gobernar el Estado Francés. - Siento haberla arrastrado conmigo, pero no podía dejarme atrapar.- Le ofreció una sonrisa angelical, antes de tomarla de la cintura y comenzar a bailar.
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EL BAILE DE LAS MASCARAS ( Libre) Empty Re: EL BAILE DE LAS MASCARAS ( Libre)

Mensaje por Danna Dianceht Sáb Jul 27, 2013 7:27 am


”Las tormentas son solo el choque de intensas pasiones…”

Lentamente fui acercándome hacia las bebidas, encontrándome ante la presencia de un apuesto joven, de quien sentí su mirada. Sonreí ligeramente acercándome hasta que cuando me encontré a pocos pasos de él, me ofreció una perfecta reverencia, con su porte elegante, la que fue contestada inmediatamente con una reverencia de mi parte. Me saludó en Alemán, no lo conocía muy bien así que esperé no meter la pata – Herr…- le saludé en su idioma mirándole a los ojos tras aquella mascara que llevaba, tan característica e impactante como los ojos que ocultos se adivinaban. Le sonreí dulcemente agradeciendo que llamara a un lacayo para que me sirviera, algo extraño en estas fiestas en los que los jóvenes te servían ellos mismos. El lacayo me llamó y tras una leve sonrisa pasando por su lado me despedí quedando a sus espaldas, eligiendo que vino beber esa noche.

Con una copa en la mano, mojé mis labios en el exquisito vino, mientras mi mente pensaba en el olor de aquel joven, un aroma atrayente seductor, pero a la vez oscuro…seria un vampiro? Podría ser ya que en la fiesta había olido a vampiresas escondidas entre el gentío. Mi esencia se encontraba oculta lo máximo que podía permitirme, siendo irreconocida la loba de mi interior con mi aroma dulce de humana, el aroma que tenia de pequeña y tengo, sin el leve toque salvaje, a naturaleza. Al rato dos caballeros se presentaron ante mí, solo tuve tiempo para las presentaciones, en que di un nombre falso antes de que el joven al que creía y tenia la certeza de que se trataba de un vampiro chocara contra mí, disculpándose por ese hecho.

-No ocurre nada messier…¿Le importuna alguien? Puedo...- mis palabras quedaron a medio salir de mis labios, encontrándome siendo arrastrada con aquel joven a la pista de baile. Dirigí una mirada disculpándome a los dos jóvenes, con los que apenas había tenido posibilidad de hablar, y me dejé llevar por aquel vampiro, que parecía asustado hacia la pista de baile. Tomó mis manos con delicadeza, chocando nuestras diferentes pieles, la de él algo mas fría y la mías caliente de lo normal, esperé que no se diera cuenta, el calor corporal así como ellos, era algo costoso de controlar. Me sonrío y ante sus palabras, conseguí hacerme la idea de por que huya y de qué…¡Un vampiro huyendo de casamenteras! Increíble de ver. Me giré lentamente yo también hasta lograr tenerlas en mi visión.

Reí observando de reojo por un momento la cara de las jóvenes, que se quedaron estáticas y lentamente mal mirándome las que se alejaron tras unos segundos, en busca de otro joven. – Pareciera que se les escapará la boda del año con usted messier- sonreí mirándole, volviendo mi atención hacia el joven que me tenia tomada de la cintura. – Quizás se metió con alguien peor a ellas…-susurré cuando nuestros cuerpos se juntaron para empezar con el baile. Ante su cara sonreí y negué con la cabeza- Descuide… esas cosas no son de mi interés se encuentra a salvo su señoría- Me mordí el labio ante la belleza de aquellos ojos ajenos, que no dejaban los míos. Danzando sincronizados, no dejé mi sonrisa por un momento se desvaneciera de mis labios. La música a ratos lenta a ratos más acelerada, hacia que el baile fuera impredecible y tanto pudiéramos estar meciéndonos uno contra el otro o alejados sin dejar de buscarnos.

En uno de los momentos en que volvimos a encontrarnos, tras una efímera separación, me encontré sonriendo contra su hombro, tras observar como una de las parejas que bailaban no era nadie mas que un conocido de la realeza bailando con una conocida mía de la ciudad. – Que bellos son los bailes de mascaras- mormuré a su oído- ¡Nunca sabrán quien eres o que eres¡… solo conocerás sus ojos, su porte, su presencia...- recité al tiempo que una pequeña sonrisa esbozaba mis labios- Podría estar bailando ahora mismo en brazos de un ilustrísimo joven duque o general quizás- añadí, ya que el porte de aquel vampiro parecía ser esa, el de alguien dominante, valeroso y seguro de sí mismo. Quien daba ordenes – Y usted podría estar bailando en brazos de una reina o princesa y no saberlo- reí contra su hombro, dejando por aquel momento que él llevara el mando, el ritmo en el baile – Bailar con quien quieras, sin que nadie te juzgue por ser quien eres, esconderte bajo una mascara y hacer lo que le plazca…Tener a ciertas cuenta, que este momento será único que lo mas seguro sea que no volvamos nunca mas a coincidir… o quizás mañana y nos reconozcamos o no, depende de la habilidad de uno de recordar rostros o miradas arrebatadoras. Eso es lo mágico de estas mascaras… ¿No cree?
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EL BAILE DE LAS MASCARAS ( Libre) Empty Re: EL BAILE DE LAS MASCARAS ( Libre)

Mensaje por Ackley Hinault Dom Ago 11, 2013 1:44 am

La esencia tan única y especial de aquella hermosa pantera floto en el ambiente. Me llamaba, clamaba mi nombre ansiosa a que le encontrara… los aromas son una forma muy poderosa de que los demás se den cuenta de la verdad en las almas, de aquello que no queremos decir o mantener oculto. Era una verdadera lastima que los humanos normales no se dieran a si mismos la oportunidad para aprender a detectar esa clase de aspectos, que estaba seguro solo requerían un poco de practica para ser perfeccionados y poder lograr grandes cosas.

Gire sobre mi mismo, buscando el lugar del cual provenía aquel enervante aroma y en un punto; mirando en mi dirección con aquel hermoso y reconocible par de ojos estaba la pantera; lucía hermosa, aquel vestido resaltaba todo lo glorioso que poseía y le volvían una de las mujeres más bellas de aquella fiesta. Esa felina escurridiza que intentaba por todos los medios escapar de mi alcance.
Creí que en ese punto, ya que nos habíamos visto nos encontraríamos para hablar, ver las cosas de esa fiesta y bailar como las parejas pero al verla darme la espalda y emprender el camino de nuevo, mirando antes en mi dirección con esos seductores ojos, supe enseguida que el juego apenas estaba comenzando y que ella estaba usando sus cartas de una manera excelente.

En otra circunstancia no me habría costado atraparla, pero en esta ocasión la fiesta era estaba repleta de humanos, además de algunas otras razas, motivo por el cual no era conveniente que me apresurara. Con la velocidad de cualquier humano común esquivaba a las parejas, sin perder de vista aquel hermoso cuerpo que más que caminar parecía estar danzando para seducirme entre los asistentes al baile. Yo como un acompañante fiel seguía sus pasos, buscando el contacto final con ella pero contrario a eso llegó un momento en el que su aroma se encontraba por todo mi alrededor pero en ningún sitio se encontraba ella. Volví a girar para buscarla y entonces la vi, subiendo de manera grácil y felina las escaleras.

Permanecí estático en mi lugar mientras ella continuaba subiendo las escaleras y una vez que desde las alturas su mirada me buscaba me acerque a las escaleras; pasando cerca de otras parejas que danzaban en la pista y que eran bastante peculiares, vampiros, licántropos… parecía ser un festín de razas diversas pero todo aquello no tenía sentido para mi. Deseaba que me notara, que supiera que no importaba a donde fuera, que tanto se perdiera su aroma o su cuerpo de mis sentidos; en el momento menos esperado le encontraría y le seguiría, no descansaría hasta poder tenerla entre mis brazos una vez más.
Si bien puse mi pie en el primer escalón y sin haber apartado la mirada de ella, el olor de su sangre inundo mi olfato. Esa felina no descansaría hasta enloquecerme por completo con sus actitudes, sus miradas y sus aromas.

Logre llegar hasta el segundo piso cuando ella ya había emprendido la marcha de nueva cuenta, aunque para mi fortuna en ese piso lo más lleno de personas eran los cuartos y los pasillos se encontraban más solitarios, razón para que me acercara más a ella. Necesitaba sostenerla entre mis brazos, saber que todo lo que paso la noche que había sido mi invitada a la fiesta de la muerte no había cambiado nada entre nosotros; esperaba poder escuchar sus latidos tranquilos cuando estaba en mis brazos y sentir su calor muy cerca de mi. De manera descarada fui retado por Shunshine cuando me encontraba a escaso cuerpos de alcanzarla; tan cerca se encontraba que cuando estire mi mano para atraparla fui capaz de rozar sus dedos por al menos un segundo y ese sencillo momento en el que sentí su calor compenso aquel juego, ya me sentía el ganador.

- Te tengo… - hable para mi con una sonrisa victoriosa al verla entrar en un cuarto… el cuarto de los espejos. Reí un poco antes de adentrarme en ese laberinto de espejos siguiendo el olor a sangre que me guiaba de un lado a otro por toda esa sala, estaba cerca de ella y lo sabía porque el olor se intensificaba cada vez más. Estaba saboreando la victoria, o debería decir, ¿una hermosa pantera?
- Ya se donde te encuentras Shunshine, ya veras cuando te nos veamos - y continúe mi camino con pasos silenciosos, no quería delatarme a ella hasta que estuviera cerca, muy cerca pero entonces, le vi. Se encontraba oculta en un rincón, justo donde le deseaba.

Me acerque sin importarme ya si es que se había dado cuenta antes de mi presencia o no, pero termine por ponerme de frente a ella y le sonreí.
- Parece que el juego acabo mi hermosa pantera y creo que me merezco un premio, ¿no? - y con una sonrisa seductora y mirada juguetona me acerque tanto como pude a ella - Te extrañaba Shunshine, no sabes cuanto. - y una de mis manos paso por su mejilla.

Estábamos aislados de todo lo que ocurría en el exterior pero con todo y eso, éramos perfectamente capaces de darnos cuenta de gran parte de lo que estaba aconteciendo.
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Mensaje por Adda Dubrinsky Dom Ago 11, 2013 9:57 am

El juego parecía haber solo empezado, todo y que su fin estaba cerca. Confiaba en mi vampiro y sus sentidos sobrenaturales. En cuanto entró me quede estática a un lado, en un rincón, tras haber hecho un recorrido, esparciendo mi aroma por toda la sala, en un intento de confundirlo. Con mi vista de felina, pronto me adapté a la oscuridad y al verle entrar, se me paró la respiración. Su presencia, su seductor y fuerte aroma, su cuerpo, todo él escondido en aquella mascara solo hacia darle un aire aún más misterioso del que por sí ya poseía. En otros tiempos debió de ser un dios de mortales, adorado por las multitudes. Sonreí ante aquel pensamiento, aquel ex dios que ahora era mío. Mis panteras ante aquello rugieron satisfechas, no íbamos a dejarlo escapar por más superior que fuera a nosotras.

Fingí no verlo, en cuando tras dar algunas vueltas, finalmente me localizó y se me acercó sin importarle si ya le había descubierto o me tomaba por sorpresa. Sonreí feliz en su cercanía, mirándolo a través de la máscara. Llevaba en su rostro una sonrisa seductora y una mirada juguetona, se acercó hasta que nuestros cuerpos se encontraban a un suspiro de rozarse, de tocarse. Nuestras siluetas se reflejaban por cada uno de los espejos; mi fina figura realzada por el hermoso vestido y Aksely, mas bello y misterioso que nunca, con aquel porte de dios griego que tanto me hacia enloquecer.

Sonreí divertida, ante su primera frase, hoy mi vampiro venia juguetón y yo no me amedrentaba ante los juegos y menos, si eran con él. - Quieres un premio? Aquí va uno de los tantos de esta noche  – Susurré  acercándome hasta posar mis labios sobre su mejilla y besarle dulcemente. Sonreí para mí misma, ya que para nada aquella era mi intención, el casto beso solo era una maquinación, una distracción. El premio seria otro, uno inesperado…si él me dejaba.

Me encontraba ante él, a punto de abrazarnos como los dos anhelábamos, yo especialmente. Desde aquella fiesta había pensado mucho en él, él también era un vampiro, aún así me era imposible odiarlo, no cuando había conseguido que todas mis pieles lo adorásemos por igual, hasta hacer de sus caricias una obsesión en los eternos días en que no nos veíamos.

Besé su rostro, su fría piel, intentando calentarla con mis cálidos  labios. Nada me agradaría más que poder ser yo algún día la que calentara su piel, ofreciéndole la calidez que solo yo podía darle, o en su amplitud cualquier mortal. No obstante, en imaginármelo con otra me revolvía las entrañas, quería ser yo quien fuera su rayo de luz, de esperanza. Él se la merecía, mi bello y misterioso vampiro…Si pudiera entregarle el sol sin que le dañara lo haría. La oscuridad era mala compañera, y la eternidad mucho tiempo, demasiado para permanecer junto a la soledad. Pensar que podría vivir cinco mil años mas sin ver la luz, me mataba por dentro, pero la opción de que pereciera bajo ella, me era imposible de concebir. En estos momentos era cuando deseaba ser solo una humana. Quizás así también se habría fijado en mí y le hubiera podido rogar por qué me volviera como él. Su chica eterna, para siempre suya, sin que la muerte me arrebatara de sus brazos.

Le dejé un beso en la nariz y le sonreí. – Yo también te he echado de menos… No podía dejar de pensar en ti – Confesé mirándolo intensamente con una sonrisa picara. Viéndole, me perdía en sus ojos, como la primera vez que lo vi, por más que pasaran los días aún tenía aquel efecto en mí. Me mordí el labio repentinamente nerviosa al acordarme de mi plan inicial…esta noche no pasaría sin probar su gusto, sin besar sus labios. Él seguía con su mano en mi mejilla, su tacto era tan reconfortante y gracias a su fría piel, mis mejillas no se sonrojaban, no tanto como deberían.

-  Y dime - Ladeé la cabeza y le miré coqueta –  Que premio has pensado para ti? - Sonreí pasándole los brazos por su cuello, rodeándolo, acercando así nuestros cuerpos. Era la hora… - Yo pensé algo pero quizás no te guste o te guste demasiado – Me encogí de hombros fingiendo inocencia, pero mis brillantes ojos me delataban. Al final sonreí ante su mirada – Sólo déjame comprobarlo - murmuré contra él. Me relamí los labios resecos consciente de la picara mirada que vería en mí y el sonrojo de mis mejillas, como el canto de mi corazón que solo cantaba para él. Y sin que se lo esperara me alce de puntillas, llegando hacia su boca para rozar mis labios con los de él y le besé. Nuestros labios se unieron, tiernamente, despacio, acariciándose de forma suave, lenta... sin prisa. Debieron pasar unos minutos o un instante, en que mis labios saborearon los ajenos con dulzura. Mordisqueándole ligeramente  pasando tímidamente tras aquello mi lengua calmando aquellos masculinos labios. Su olor me envolvía, adueñándose de todo pensamiento que pudiera tener, hasta que solo existía él y aquellos labios, su presencia.

Despacio me aparté tras aquel primer beso, rozando apenas en una leve caricia mis labios hinchados y palpitantes de anhelo contra los ajenos. En aquel momento había tomado a Aksely por sorpresa, sin darle tiempo a decidir si aquello era lo que quería o no, si me rechazaba o profundizaba aquel beso. Le miré y sonreí como una gata traviesa, era una felina y como gata me gustaba jugar, aún fuera con el fuego. Mis labios ya anhelaban aquel divino sabor que había probado de su boca – Bésame…Bésame Aksely – Rogué con voz rota, deseosa y con cierto punto de miedo, de inquietud y desconfianza. Si me rechazaba, ¿que iba a ser de mí?

No me rechaces…, pensé para mí, esperando por su próximo movimiento. En ningún momento iba a dejar de clavar mis ojos en los suyos, quería ver el brillo de sus ojos cuando me besara, cuando sus labios tomaran los míos, apresándolos. - ¿Me besaras Mon Amour? - Mis brazos seguían rodeando su cuello, me moría de ganas por acercarlo hacia mí. Me contuve, el siguiente paso solo era únicamente de él, y de él seria.

Desde el exterior nos llegaba el ruido de la fiesta, las voces del gentío. En este momento por eso solo tenía en mi mente y sentidos a Aksely por completo. Solo él embargaba mi alma y mi piel entera. Y en la sala de los espejos, solo ellos eran los únicos espectadores de aquel reencuentro mágico.
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