AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
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Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
-¡¿Y cuando va a llegar?! – exclamó el proxeneta nervioso mientras se mordía la mano cerrada en un puño.
-Debería estar a punto de llegar señor.- contestó otro hombre que apretujaba su sombrero con las dos manos nervioso porque el citado llegaba tarde.
-Espero que valga la pena Umanue.-
-Se lo aseguro, es de los mejores que se pueden encontrar en París, me han dado muy buenas referencias de él. – Se apresuró en contestar.
Mientras, en el palacio, la fiesta de disfraces seguía su curso. Los invitados vestían atuendos caros de calidad y llevaban mascaras de variados motivos que les cubrían el rostro. Un gran baile se acontecía en la sala principal entre risas y exquisitos aperitivos. Las chicas jóvenes esperaban inquietas a que algún apuesto y rico aspirante les sacara a bailar a la vez que los hombres hablaban de negocios y fardaban de sus bienes u logros mientras sus mujeres chismorreaban sobre la aburrida vida de los demás o del vestido que llevaba esta o esta otra. A medida que avanzaba la noche la fiesta se iba desfasando copa tras copa, los comensales mas animados perdían poco a poco sus modales.
Pasada la media noche, cuando la fiesta había sido iniciada llegó un carruaje negro. De él bajó un hombre corpulento vestido de negro con una camisa de cuello alto bajo un chaleco gris y un largo gabán. Llevaba también un sombrero de copa alto y una mascara blanca cadavérica le cubría medio rostro. Con la ayuda de un bastón subió las escaleras, sin prisa y a paso constante, con una leve cojera en la pierna derecha hasta llegar a la puerta principal.
-Su nombre señor – pidió muy educadamente el joven que se encontraba a la puerta con dos guardias y una larga lista de invitados.
-Aymé Blairet.- mintió el hombre con una voz grabe y profunda. El chico al escuchar su nombre no miró la lista, hizo una señal con la cabeza a la que en seguida apareció un compañero suyo.
-Por favor señor Landman acompáñeme, le están esperando.
Salió del despacho satisfecho con el trato y la gran suma de dinero que estaba dispuesto a pagar. Molinie era un rico proxeneta, furioso porque la reciente aparición de un asesino había producido un par de bajas en su plantilla, y las demás chicas, asustadas, ahora se negaban a hacer la calle. Por los detalles que le habían facilitado sobre los cadáveres (las inconfundibles mordeduras) sospechó rápidamente de que se trataba de un vampiro. En ningún momento se quitó la mascara, era fundamental mantener su verdadera identidad como empresario alejada de la de cazador nocturno. Aunque Till Landman también estaba invitado a la fiesta aprovechó la temática de disfraces para presentarse como Blairet.
Bajó hacía el piso de abajo donde había el baile, fastidiado por parecer un cojo y por el dolor de su rodilla. Se habría paso entre la multitud desbocada, entre empujones y golpes iba perdiendo la paciencia. No le gustaba la gente, no le gustaba que lo tocaran y menos aun que lo tocaran muchos a la vez apretándole y empujándole. Aunque estaba invitado por doble a quedarse, decidió irse antes de acabar agobiándose o peor aún de que alguien lo reconociera. No sin antes pero probar el exquisito manjar que se estaba sirviendo. Pasó un camarero con una plata de champán, cogió una copa y se la bebió de un trago como si se tratara de un chupito y la dejó en la azafata antes de que el camarero se marchara. Lo mismo hizo con las dos siguientes copas mientras el camarero esperaba molesto. Finalmente cogió una última e izo un gesto al chico con la mano indicándole que ya se podía largar. Sin perder el tiempo levantó la cabeza para ver si encontraba los canapés, donde vio una azafata que se desplazaba unos metros mas lejos. Sin prisa con la ayuda de su fiel bastón se habría paso para alcanzarla pero se detuvo al topar con una chica que hizo que la copa le cayera al suelo rompiéndose y derramando el champán encima sus zapatos.
-Maldita sea!. – estalló furioso llamando la atención de algunos comensales. – Hazme el favor de mirar por donde anda ¿quiere?.-
-Debería estar a punto de llegar señor.- contestó otro hombre que apretujaba su sombrero con las dos manos nervioso porque el citado llegaba tarde.
-Espero que valga la pena Umanue.-
-Se lo aseguro, es de los mejores que se pueden encontrar en París, me han dado muy buenas referencias de él. – Se apresuró en contestar.
Mientras, en el palacio, la fiesta de disfraces seguía su curso. Los invitados vestían atuendos caros de calidad y llevaban mascaras de variados motivos que les cubrían el rostro. Un gran baile se acontecía en la sala principal entre risas y exquisitos aperitivos. Las chicas jóvenes esperaban inquietas a que algún apuesto y rico aspirante les sacara a bailar a la vez que los hombres hablaban de negocios y fardaban de sus bienes u logros mientras sus mujeres chismorreaban sobre la aburrida vida de los demás o del vestido que llevaba esta o esta otra. A medida que avanzaba la noche la fiesta se iba desfasando copa tras copa, los comensales mas animados perdían poco a poco sus modales.
Pasada la media noche, cuando la fiesta había sido iniciada llegó un carruaje negro. De él bajó un hombre corpulento vestido de negro con una camisa de cuello alto bajo un chaleco gris y un largo gabán. Llevaba también un sombrero de copa alto y una mascara blanca cadavérica le cubría medio rostro. Con la ayuda de un bastón subió las escaleras, sin prisa y a paso constante, con una leve cojera en la pierna derecha hasta llegar a la puerta principal.
-Su nombre señor – pidió muy educadamente el joven que se encontraba a la puerta con dos guardias y una larga lista de invitados.
-Aymé Blairet.- mintió el hombre con una voz grabe y profunda. El chico al escuchar su nombre no miró la lista, hizo una señal con la cabeza a la que en seguida apareció un compañero suyo.
-Por favor señor Landman acompáñeme, le están esperando.
Salió del despacho satisfecho con el trato y la gran suma de dinero que estaba dispuesto a pagar. Molinie era un rico proxeneta, furioso porque la reciente aparición de un asesino había producido un par de bajas en su plantilla, y las demás chicas, asustadas, ahora se negaban a hacer la calle. Por los detalles que le habían facilitado sobre los cadáveres (las inconfundibles mordeduras) sospechó rápidamente de que se trataba de un vampiro. En ningún momento se quitó la mascara, era fundamental mantener su verdadera identidad como empresario alejada de la de cazador nocturno. Aunque Till Landman también estaba invitado a la fiesta aprovechó la temática de disfraces para presentarse como Blairet.
Bajó hacía el piso de abajo donde había el baile, fastidiado por parecer un cojo y por el dolor de su rodilla. Se habría paso entre la multitud desbocada, entre empujones y golpes iba perdiendo la paciencia. No le gustaba la gente, no le gustaba que lo tocaran y menos aun que lo tocaran muchos a la vez apretándole y empujándole. Aunque estaba invitado por doble a quedarse, decidió irse antes de acabar agobiándose o peor aún de que alguien lo reconociera. No sin antes pero probar el exquisito manjar que se estaba sirviendo. Pasó un camarero con una plata de champán, cogió una copa y se la bebió de un trago como si se tratara de un chupito y la dejó en la azafata antes de que el camarero se marchara. Lo mismo hizo con las dos siguientes copas mientras el camarero esperaba molesto. Finalmente cogió una última e izo un gesto al chico con la mano indicándole que ya se podía largar. Sin perder el tiempo levantó la cabeza para ver si encontraba los canapés, donde vio una azafata que se desplazaba unos metros mas lejos. Sin prisa con la ayuda de su fiel bastón se habría paso para alcanzarla pero se detuvo al topar con una chica que hizo que la copa le cayera al suelo rompiéndose y derramando el champán encima sus zapatos.
-Maldita sea!. – estalló furioso llamando la atención de algunos comensales. – Hazme el favor de mirar por donde anda ¿quiere?.-
Última edición por Till Landman el Jue Nov 26, 2015 3:09 pm, editado 1 vez
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
Aquella voz le sonó tremendamente familiar, pero no supo porqué.
- Lo siento, señor. Discúlpeme -. Clara también se dirigía a la salida cuando topó con aquél inmenso hombre. Aunque dada su propia altura cualquiera parecía enorme a su lado. Sacó su pañuelo del bolsito que llevaba y, arremangándose un poco el faldón de su vestido de gala se agachó para limpiarlo.
No pertenecía a la clase alta, así que no esperaba que nadie limpiara aquél estropicio por ella, pero sí apareció un muchacho, uno de los camareros. Clara se excusó con él también, por alguna extraña razón o su sentido del deber, y le dijo que podía marcharse. Bastante tenían los camareros con aguantar a aquella panda de pomposos como para arreglar lo que ella había hecho.
Volvió a ponerse en pie, manteniendo sujetos el bolso y el pañuelo que ya no volvería a usar.
El antifaz que había elegido se mantenía sujeto a su rostro por unas suaves cintas negras atadas con cuidado a la parte trasera de su cabeza. La música seguía sonando, y los que prestaban atención al grito del hombre habían vuelto a sus conversaciones y a su baile. A Clara le encantaba el waltz y se le daba bastante bien. Cuando era más joven y todavía vivía en su amada Inglaterra practicaba sola en su habitación. Alguna vez había sido descubierta por su madre, ésta se quedaba mirando por la puerta entreabierta sin decir nada, pero en cambio, su hermano Haskell, entraba formando alboroto y mofándose de ella.
Cuando la joven miró a aquél hombre no pudo reconocerlo, pero le resultaba familiar de alguna manera.
- De nuevo, me disculpo -. En realidad s carácter la empujaba a reprenderlo por aquellos gritos de ira tan poco educados, pero se contuvo.
- Lo siento, señor. Discúlpeme -. Clara también se dirigía a la salida cuando topó con aquél inmenso hombre. Aunque dada su propia altura cualquiera parecía enorme a su lado. Sacó su pañuelo del bolsito que llevaba y, arremangándose un poco el faldón de su vestido de gala se agachó para limpiarlo.
No pertenecía a la clase alta, así que no esperaba que nadie limpiara aquél estropicio por ella, pero sí apareció un muchacho, uno de los camareros. Clara se excusó con él también, por alguna extraña razón o su sentido del deber, y le dijo que podía marcharse. Bastante tenían los camareros con aguantar a aquella panda de pomposos como para arreglar lo que ella había hecho.
Volvió a ponerse en pie, manteniendo sujetos el bolso y el pañuelo que ya no volvería a usar.
El antifaz que había elegido se mantenía sujeto a su rostro por unas suaves cintas negras atadas con cuidado a la parte trasera de su cabeza. La música seguía sonando, y los que prestaban atención al grito del hombre habían vuelto a sus conversaciones y a su baile. A Clara le encantaba el waltz y se le daba bastante bien. Cuando era más joven y todavía vivía en su amada Inglaterra practicaba sola en su habitación. Alguna vez había sido descubierta por su madre, ésta se quedaba mirando por la puerta entreabierta sin decir nada, pero en cambio, su hermano Haskell, entraba formando alboroto y mofándose de ella.
Cuando la joven miró a aquél hombre no pudo reconocerlo, pero le resultaba familiar de alguna manera.
- De nuevo, me disculpo -. En realidad s carácter la empujaba a reprenderlo por aquellos gritos de ira tan poco educados, pero se contuvo.
Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
Intentó calmarse ya que estaba en público y no quería llamar la atención. Se irguió poniéndose bien el gabán y asintió con la cabeza en señal de que aceptaba sus disculpas. En aquellos momentos la azafata de comida pasó por detrás de la señorita e tubo que contenerse para no alargar el brazo invadiendo su espacio personal. Cosa que le fastidió, y mucho.
Echó un vistazo a su alrededor para ver si había llamado demasiado la atención. En principio parecía que todos habían vuelto a sus aburridas conversaciones, excepto a un par de hombres uno de los cuales le señalaba con un dedo desde el piso de arriba. Los conocía, se trataba de Marius el empresario que le subministraba la materia prima y el otro un socio suyo también podrido de dinero a costa del trabajo de otros. Seguramente se estarían preguntado si aquel tipo grande se trataría de su amigo e cliente Till Landman, y de ser así se sorprenderían de que asistiera a un acto como aquel e irían a saludarlo para posteriormente contárselo a sus mujeres que propagarían el rumor como una plaga de langostas. Para desaparecer de su ángulo de visión y para que descartarán la opción de que se trataba de él se le ocurrió hacer algo que nunca haría Till Landman.
- ¿Me haría el favor de salir a bailar conmigo? – preguntó, o mas bien pidió a la chica enmascarada sin estar muy convencido. Hacía tiempo que no bailaba y además la cojera no le ayudaría mucho. Nunca había sido un gran bailador pero sabía manejárselas para quedar bien. Pasó una azafata de champán, esta vez por detrás suyo y cogió dos copas ofreciéndole una a la doncella. – Aymé.- Se presento con la mejor de sus sonrisas esforzándose para parecer encantador.
Echó un vistazo a su alrededor para ver si había llamado demasiado la atención. En principio parecía que todos habían vuelto a sus aburridas conversaciones, excepto a un par de hombres uno de los cuales le señalaba con un dedo desde el piso de arriba. Los conocía, se trataba de Marius el empresario que le subministraba la materia prima y el otro un socio suyo también podrido de dinero a costa del trabajo de otros. Seguramente se estarían preguntado si aquel tipo grande se trataría de su amigo e cliente Till Landman, y de ser así se sorprenderían de que asistiera a un acto como aquel e irían a saludarlo para posteriormente contárselo a sus mujeres que propagarían el rumor como una plaga de langostas. Para desaparecer de su ángulo de visión y para que descartarán la opción de que se trataba de él se le ocurrió hacer algo que nunca haría Till Landman.
- ¿Me haría el favor de salir a bailar conmigo? – preguntó, o mas bien pidió a la chica enmascarada sin estar muy convencido. Hacía tiempo que no bailaba y además la cojera no le ayudaría mucho. Nunca había sido un gran bailador pero sabía manejárselas para quedar bien. Pasó una azafata de champán, esta vez por detrás suyo y cogió dos copas ofreciéndole una a la doncella. – Aymé.- Se presento con la mejor de sus sonrisas esforzándose para parecer encantador.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
- Clara -. Respondió sonriente. Pese a que ya se marchaba un último baile nunca venía mal, y qué más podía hacer con tal de disculparse-. Gracias. -. Tomó la copa con la mano libre y asintió con la cabeza para darle a entender que sí, bailaría con él.
No podía dejar de pensar en que lo conocía, pero no llegaba a su cabeza ningún recuerdo de él, ni de nadie con aquél nombre.
Bebió un sorbo y después dejó la copa en una de las bandejas de los camareros que por ahí circulaban, raudos, veloces y diligentes. Después le dio su bolso a uno de los caballeros junto a la puerta para que se lo sujetara.
A pesar del primer grito, Aymé había resultado un caballero después de todo, y siempre estaba bien conocer a gente en aquella grandísima ciudad como lo era París. La hacía sentirse un poco menos sola alejaba los pensamientos de volver a su país.
Ofreció su mano al caballero para que la sacara a bailar y aguardó con impaciencia.
No podía dejar de pensar en que lo conocía, pero no llegaba a su cabeza ningún recuerdo de él, ni de nadie con aquél nombre.
Bebió un sorbo y después dejó la copa en una de las bandejas de los camareros que por ahí circulaban, raudos, veloces y diligentes. Después le dio su bolso a uno de los caballeros junto a la puerta para que se lo sujetara.
A pesar del primer grito, Aymé había resultado un caballero después de todo, y siempre estaba bien conocer a gente en aquella grandísima ciudad como lo era París. La hacía sentirse un poco menos sola alejaba los pensamientos de volver a su país.
Ofreció su mano al caballero para que la sacara a bailar y aguardó con impaciencia.
Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
Un waltz empezó a sonar en la amplia sala. Till le cogió la mano e acompañó a Clara hacía la sala principal. En un principio no tenía intención de iniciar ningún tema de conversación con ella, ni siquiera estaba interesado, pero aquellos ojos que se escondían detrás de la mascara le resultaron familiares como si ya los hubiera visto alguna vez. Entrecerró los ojos intentando encajarla en algún momento de su vida en el que se hubiera relacionado con una mujer que no fuera prostituta o por negocios, pero no recordaba de que podía conocerla. Hizo la típica reverencia antes de comenzar el baile y extendió una mano preparándose para iniciar la mecánica coreografía sin sentido.
-¿De dónde es señorita Clara?. – Preguntó intrigado.
-¿De dónde es señorita Clara?. – Preguntó intrigado.
Última edición por Till Landman el Jue Nov 26, 2015 2:53 pm, editado 2 veces
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
Tomó su mano con cuidado, como si con su contacto fuera a darle una descarga eléctrica.
- De Inglaterra -. Se sentía ligera como una pluma al bailar, a pesar de que los zapatos y el corsé la estaban matando.
Era como flotar en el aire, aunque los movimientos de su acompañante fueran algo toscos-. ¿No se me nota el acento al hablar francés?
Sabía que apenas podía notarse su procedencia por su forma de hablar, pero era muy coqueta. Estaba bien formada, su madre se había ocupado de ello dado a que ella era francesa. Solía leerle libros y poemas de toda clase, y lo que a Clara menos le gustaba, la caligrafía. Fue por su madre por lo que siempre había soñado con ir a París, no a vivir en un principio, esa decisión vino más tarde, con las cosas con su padre se volvieron demasiado crudas.
Aunque una vez hubo llegado a la ciudad de las luces se sintió un poco sola. Ahora ya conocía a unas cuantas personas, también le estaba agradecida a Dios -o más bien a su propio esfuerzo- de poder trabajar dando clases. El sueldo no era muy cuantioso, pero le daba para vivir y para permitirse algún que otro capricho.
Volviendo al tema, le encantaba acudir a bailes, no por el evento social, sino por la música que en ellos sonaban. Cuando no estaba bailando se sentaba sola, cerca de la orquesta para prestarles toda la atención posible.
- De Inglaterra -. Se sentía ligera como una pluma al bailar, a pesar de que los zapatos y el corsé la estaban matando.
Era como flotar en el aire, aunque los movimientos de su acompañante fueran algo toscos-. ¿No se me nota el acento al hablar francés?
Sabía que apenas podía notarse su procedencia por su forma de hablar, pero era muy coqueta. Estaba bien formada, su madre se había ocupado de ello dado a que ella era francesa. Solía leerle libros y poemas de toda clase, y lo que a Clara menos le gustaba, la caligrafía. Fue por su madre por lo que siempre había soñado con ir a París, no a vivir en un principio, esa decisión vino más tarde, con las cosas con su padre se volvieron demasiado crudas.
Aunque una vez hubo llegado a la ciudad de las luces se sintió un poco sola. Ahora ya conocía a unas cuantas personas, también le estaba agradecida a Dios -o más bien a su propio esfuerzo- de poder trabajar dando clases. El sueldo no era muy cuantioso, pero le daba para vivir y para permitirse algún que otro capricho.
Volviendo al tema, le encantaba acudir a bailes, no por el evento social, sino por la música que en ellos sonaban. Cuando no estaba bailando se sentaba sola, cerca de la orquesta para prestarles toda la atención posible.
Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
-No, no lo había notado.- Respondió en inglés. Till siempre había pertenecido a las clases altas, y pudo tener una buena educación de joven a la vez que viajó mucho junto a su madre, es por eso que sabía hablar barios idiomas entre ellos el inglés. Sin embargo, al contrario que ella, su acento alemán era muy marcado a pesar de llevar años en París. Quizá por su falta de practica conversando o simplemente de interés.
La respuesta que le dio la chica no le sirvió de mucha ayuda, había estado en Inglaterra pero no recordaba conocer a ninguna chica ahí. Si quería averiguar de qué le sonaba su rostro tendría que profundizar más. Se quedó pensativo unos segundos buscando la pregunta indicada. Las relaciones sociales no eran su fuerte así que tenía que ser breve y acertar en cuestión para no alargar demasiado la conversación o confundirla en que pensara que quizás estaba interesado en ella.
- Háblame sobre usted – dijo con una expresión seria, sin perder de vista la parte visible de su rostro.
Se perdieron entre el barullo de gente mascaras y música. Aunque seguía correctamente los pasos, Till se movía menos que un tronco muerto. En cambio ella parecía estar en su hábitat. En uno de los giros se acordó de su rodilla y de la yegua que parió a su caballo. Se cayó una noche cuando su corcel se asustó por algo aun desconocido. Se atascó unos segundos interrumpiendo el baile y seguidamente prosiguió con un:
- Perdona.-
La respuesta que le dio la chica no le sirvió de mucha ayuda, había estado en Inglaterra pero no recordaba conocer a ninguna chica ahí. Si quería averiguar de qué le sonaba su rostro tendría que profundizar más. Se quedó pensativo unos segundos buscando la pregunta indicada. Las relaciones sociales no eran su fuerte así que tenía que ser breve y acertar en cuestión para no alargar demasiado la conversación o confundirla en que pensara que quizás estaba interesado en ella.
- Háblame sobre usted – dijo con una expresión seria, sin perder de vista la parte visible de su rostro.
Se perdieron entre el barullo de gente mascaras y música. Aunque seguía correctamente los pasos, Till se movía menos que un tronco muerto. En cambio ella parecía estar en su hábitat. En uno de los giros se acordó de su rodilla y de la yegua que parió a su caballo. Se cayó una noche cuando su corcel se asustó por algo aun desconocido. Se atascó unos segundos interrumpiendo el baile y seguidamente prosiguió con un:
- Perdona.-
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
Iba a responder justo antes de que Till tropezara. - No se preocupe -. Le hacía sentir un poco mal tenerlo allí bailando si l costaba, y claramente cojeaba de vez en cuando, no quería que él forzase la pierna-. Puede usted seguir mi ritmo y paso, si lo prefiere -. Sabía que a los hombres, y más aún tratándose de uno de alta cuna, no les gustaba que los dejasen en ridículo, por no hablar de que lo estaría haciendo una mujer.
- Me dedico a la enseñanza -. Con aquella información era suficiente, de momento. Su voz y movimientos continuaban en su cabeza, ya los conocía, pero Clara no conseguía recordar dónde los había visto antes-. ¿Y usted, caballero?
Eterna la curiosidad de la señorita Oswald. Él tenía un aspecto algo tosco para dedicarse, qué sé yo, al comercio. Sus manos estaban un poco ásperas y Clara se preguntó si no sería un militar, un soldado de los que lucharon durante la revolución, parecía estar en la edad por entonces, y por ahora, y la institutriz se moría por saber muchas cosas de las que pasaron y cómo pasaron aquellos años de guerra, de lucha y de liberación.
Tal vez, quizás, él había sido uno de los revolucionarios que lucharon por su país, rifle en mano, tomando la Bastilla.
En realidad Clara ni tan siquiera podía estar segura de si su nuevo amigo era francés, se veía que dominaba el idioma, pero Aymé podía ser un nombre de otro lugar.
- Me dedico a la enseñanza -. Con aquella información era suficiente, de momento. Su voz y movimientos continuaban en su cabeza, ya los conocía, pero Clara no conseguía recordar dónde los había visto antes-. ¿Y usted, caballero?
Eterna la curiosidad de la señorita Oswald. Él tenía un aspecto algo tosco para dedicarse, qué sé yo, al comercio. Sus manos estaban un poco ásperas y Clara se preguntó si no sería un militar, un soldado de los que lucharon durante la revolución, parecía estar en la edad por entonces, y por ahora, y la institutriz se moría por saber muchas cosas de las que pasaron y cómo pasaron aquellos años de guerra, de lucha y de liberación.
Tal vez, quizás, él había sido uno de los revolucionarios que lucharon por su país, rifle en mano, tomando la Bastilla.
En realidad Clara ni tan siquiera podía estar segura de si su nuevo amigo era francés, se veía que dominaba el idioma, pero Aymé podía ser un nombre de otro lugar.
Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
Apenas habían empezado a conocerse que ya estaba arto de hacer el capullo bailando entre tanta patulea. La rodilla era una razón de más para dejar de hacer el ridículo, además no le gustaba parecer débil. La última pregunta lanzada por la joven fue el fundamento final para abortar.
“Me dedico a cazar muertos en vida agujereándoles el pecho con algo plateado hasta poder ver a trabes de él, pero de vez en cuando me gusta acicalarme e asistir a bailes y beber champán.”
No era una buena repuesta. Tampoco podía decirle que era dueño de una empresa armamentista, pues ese era Till Landman, y la imaginación de Till escaseaba igual que el amor en el beso de una fulana.
Disimuladamente, o eso intentó, echó una mirada rápida hacía donde estaba el pesado de Marius que por cierto ya no lo estaba observando. Sin decir nada más que un rápido – Me tengo que ir.- soltó a Clara. Pues él era así, ser caballeroso era demasiado esfuerzo para aquella noche. Claro que seguía interesado por la identidad de la chica pero se dijo a él mismo que quizá se habría confundido.
“Me dedico a cazar muertos en vida agujereándoles el pecho con algo plateado hasta poder ver a trabes de él, pero de vez en cuando me gusta acicalarme e asistir a bailes y beber champán.”
No era una buena repuesta. Tampoco podía decirle que era dueño de una empresa armamentista, pues ese era Till Landman, y la imaginación de Till escaseaba igual que el amor en el beso de una fulana.
Disimuladamente, o eso intentó, echó una mirada rápida hacía donde estaba el pesado de Marius que por cierto ya no lo estaba observando. Sin decir nada más que un rápido – Me tengo que ir.- soltó a Clara. Pues él era así, ser caballeroso era demasiado esfuerzo para aquella noche. Claro que seguía interesado por la identidad de la chica pero se dijo a él mismo que quizá se habría confundido.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
Lo sabía, le he ofendido. No tengo que hablar más de la cuenta, maldita sea, Clara. ¿Qué hago ahora? Debo disculparme.
- Espere -. Musitó clara sosteniendo al hombre por la muñeca-. No era mi intención ofenderle, lo lamento. Si lo prefiere podemos sentarnos y tomar otra copa-. Atrevida…
De verdad no pretendía hacerlo sentir mal, es sólo que Clara es bastante entusiasta en cuanto a lo de bailar –y a hablar en general- se refiere. Pocas oportunidades tenía de acudir a aquellos bailes, y aunque antes de coincidir con él se iba a marchar por puro aburrimiento, ahora se negaba a hacerlo.
Antes de su llegada estuvo todo el baile conversando con los amigos de uno de sus jefes, y lo único que hicieron es poner a la institutriz de mal humor con sus comentarios sobre lo bien que iba todo antes de aquella asquerosa revolución, de la cual, ellos sin ninguna duda, se habían escondido es sus haciendas de fuera de París y ahora pretendían no haber tenido ningún favoritismo hacia su ya difunto rey.
A Clara todo aquél comportamiento le parecía repugnante, y eso que ella era muy dual, quiero decir, ella era una persona bastante religiosa, pero era también, en mayor medida, una libertaria, que no libertina.Creía fervientemente que religión y rey debían estar separados, y que nadie podía obligar a nadie a creer en Dios –como hizo su padre con ellos y consiguió con Clara-, pero todo aquella gente habían traicionado a su rey y a Dios, a los cuales juraron lealtad y a la hora de defenderlos salieron corriendo.
Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
¿Le pareció haber escuchado mal o es que tenía un tapón de cera en lo oídos? Se detuvo y se medio giró al escuchar “Espera” y al notar que lo sostenían por la muñeca. Cualquier jovencita con dos dedos de frente no pretendería tomar unas copas con alguien como él. Claro que no lo conocía y además llevaba antifaz. No es que no fuera un hombre atractivo, sino que su mal carácter y brusquedad sumado a la grave falta de modales actuaban como el polo opuesto sobre cualquier tipo de aproximación de cualquier dama hacia él. No era algo que le atormentara en absoluto, de hecho le gustaba la soledad, tan solo le extrañó que alguien se interesara por él sin llevar el fajo de billetes en mano. Till no quería perder aquella oportunidad que se le presentaba como un arcoíris en un día gris. Pero tampoco quería arriesgarse a ser descubierto.
-Me encantaría. - mintió en un tono irónico.- Pero mucho me temo que no podré aguantar mucho más aquí.- Miró a su alrededor y se acercó a la joven para susurrarle algo al oído. -No soporto a esta gente.- Se irguió y se colocó bien el antifaz de calavera. - Si conoce otro lugar donde le apetecería ir... tengo el carruaje fuera... yo...humm... podría llevarla.- Dijo poco convencido. Los lugares que él solía frecuentar a aquellas horas eran todo tabernas de mala muerte poco apropiadas para una dama. Así que prefirió dejarle la elección a ella, cruzando los dedos para que eligiera un lugar tranquilo y sombrío donde se sirviera cerveza y quizá poder meterle mano.
En general la situación le resultaba forzosa y extraña para él, no estaba acostumbrado a invitar a nadie a ningún sitio y menos a una dama. Se esforzaba para ser un galán, aunque aquellos que lo conocían, rápidamente se hubieran percatado de su sobreactuación. Sólo era cuestión de tiempo.
-Me encantaría. - mintió en un tono irónico.- Pero mucho me temo que no podré aguantar mucho más aquí.- Miró a su alrededor y se acercó a la joven para susurrarle algo al oído. -No soporto a esta gente.- Se irguió y se colocó bien el antifaz de calavera. - Si conoce otro lugar donde le apetecería ir... tengo el carruaje fuera... yo...humm... podría llevarla.- Dijo poco convencido. Los lugares que él solía frecuentar a aquellas horas eran todo tabernas de mala muerte poco apropiadas para una dama. Así que prefirió dejarle la elección a ella, cruzando los dedos para que eligiera un lugar tranquilo y sombrío donde se sirviera cerveza y quizá poder meterle mano.
En general la situación le resultaba forzosa y extraña para él, no estaba acostumbrado a invitar a nadie a ningún sitio y menos a una dama. Se esforzaba para ser un galán, aunque aquellos que lo conocían, rápidamente se hubieran percatado de su sobreactuación. Sólo era cuestión de tiempo.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/12/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Baile de mascaras, cruce de nombres. (Clara Oswald)
Contuvo la risa al oír su opinión hacia la multitud que allí se reunía, así que se mordió el labio. Ella siempre había sido una muchacha respetuosa, clases sociales a parte, pero bien era cierto que las actitudes pomposas de algunos de los personajes ahí presentes hacía que quisiera pisarlos "sin querer" al pasar.
Le agradezco la oferta, -. Musitó-. pero mañana me espera un largo día de trabajo y debería volver pronto a casa. Si le parece bien acepto su invitación para mañana por la noche.
Casi era nueva en la ciudad y la grata compañía nunca estaba de más. Si bien Aymé le había parecido rudo al principio, ahora le llamaba la atención, y la curiosidad era algo de lo que ella no carecía.
Le agradezco la oferta, -. Musitó-. pero mañana me espera un largo día de trabajo y debería volver pronto a casa. Si le parece bien acepto su invitación para mañana por la noche.
Casi era nueva en la ciudad y la grata compañía nunca estaba de más. Si bien Aymé le había parecido rudo al principio, ahora le llamaba la atención, y la curiosidad era algo de lo que ella no carecía.
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