Fleur de Bohême [Clara Oswald]

por **Haskell Oswald** Mar Nov 24, 2015 7:00 am

La Plaza du Tertre, cuna de la bohemia parisina, rebosaba de vida durante las horas del día en las que el sol aún era visible; la calle rezumaba olor a óleos sobre lienzos batallando para dar con aquello que llamaban el arte. Los curiosos caminaban con la mirada elevada hacia la cima de Monmartre, aunque aún habrían de pasar muchos años para que se viera coronado por la Basílica del Sagrado Corazón de París. Sin embargo aquello no le quitaba encanto al barrio; era empinado y pintoresco y estaba lleno de viandantes.

Haskell sonrió para sí con el bombín algo calado sobre los ojos, se había cambiado de ropa por algo que cualquier otro artista llevaría y había conseguido camuflar los efluvios de la perfumería gracias al intenso olor que desprendía aquel preciso punto de la ciudad; era la cobertura perfecta para sus dos actividades preferidas del sábado: echar a volar carteras y cortejar a las señoritas que, soñadoras, suspiraban palabras de amor por los pintores que les prometían el cielo con tal de poder pintarlas.- Crédulas...- Murmuró para sí golpeando una piedrecita con la punta del zapato.

- ¡Buenos días nos de Dios amable señor! Cuán bella dama os acompaña en su paseo -. Dijo el muchacho esbozando la mejor de sus sonrisas.- Mi nombre no importa más, se lo ruego, acérquense y contemplen las pequeñas obras de arte que este humilde pintor les ofrece...- El juego había comenzado, y como era habitual comenzó a sentir cómo una sonrisa luchaba por aflorar y demostrar su superioridad ante sus ~~víctimas~~ clientes. Se había acercado a un puesto apartado que, por supuesto, no era el suyo y mientras aquellos pretenciosos ciudadanos admiraban descaradamente los lienzos, sus dedos se deslizaron en los bolsillos de la chaqueta y el bolso de aquella pareja a la vez que, dando vueltas, continuaba hablando.- ¿Qué le parece este hermoso paisaje? ¡Las mejores vistas de todo París listas para que usted las disfrute en su propia casa! Oh señor, ¡piense en las visitas, en sus caras de admiración ante tan distinguida adquisición!- Todo esto no era más que palabrería barata y para cuando hubo terminado de decir aquello, se había deslizado y desaparecido entre la gente, dejando tras de sí nada más que silencio. Haskell no era un mal chico pero había aprendido a valerse por si mismo y hacía tiempo que no tenía reparos en realizar incursiones como aquella.

Se disponía a emprender el camino a casa cuando algo llamó su atención por el rabillo del ojo, no se trataba de ninguna fuerza del orden y ante cualquier otro par de ojos, nada hubiera saltado las alarmas; sin embargo él no pudo dejarlo pasar. Repasó la figura que había llamado su atención con sigilo: la altura concordaba, el pelo era más largo de lo que recordaba, y la postura desde luego era mucho más correcta. No parecía ella, ¿sería verdad? Sacudió la cabeza para autoconvencerse, no. Ella estaba en Inglaterra, muy lejos de allí, no había nada en París que pudiese haberla llamado. Probablemente estaría casada y con hijos, viviendo la vida feliz y tranquila que siempre parecía habérsele predispuesto. Se acercó un paso más, si al final resultaba no ser ella, siempre podría conocer alguien con quien compartir la cama aquella noche. Otro paso, y si lo era, todavía tendría tiempo de correr. Acercó a ver lo que sostenía la muchacha entre las manos,- Ásteres...-.

por **Clara Oswald** Vie Nov 27, 2015 4:50 pm

- Mi madre solía... -. No pudo terminar la frase, había contestado sin darse cuenta al oír cómo alguien nombraba las flores que ella llevaba en las manos en ese preciso momento. Cuando se giró hacia el transeúnte se encontró unos ojos que no había visto en años. Unas gruesas cejas los coronaban, y en una de ellas, la izquierda para ser exactos, tenía una senda cicatriz. Una cicatriz fruto de un golpe de vara de su padre, el padre de ella, y el padre de él.

No lo podía creer, ¿qué demonios hacía su hermano allí? ¿Cuánto hacía que no lo veía? Ni se acordaba. Incluso cuando se marchó de Inglaterra ya no sabía nada de él desde hacía mucho. Le había salido barba, una tan pelirroja como la que había tenido su padre alguna vez.
En ocasiones, sobre todo por Navidad, encendía una vela por él y rezaba, rezaba durante horas, hasta caer dormida, para que la vida se hubiera portado mejor con su hermano fuera de casa, para que estuviera sano, salvo y feliz muy lejos de allí. Aunque a decir verdad siempre había guardado cierto rencor en ella, se sintió abandonada, y para más inri, el año siguiente lo hizo Frederick.

Parpadeó unas cuantas veces, incrédula, y luego no tuvo otra reacción que atizar a Haskell con las flores, haciendo que estas quedaran destrozadas-. ¿¡Se puede saber…!? ¡Pero tú…! ¿¡Padre y madre saben…!?-. El mundo le estaba dando vueltas.

por **Haskell Oswald** Sáb Nov 28, 2015 4:38 am

Tardó un momento en cerrar la boca cuando la chica se giró, ante sus ojos estaba Clara, la misma chica que había dejado en Inglaterra hacía años solo que ahora parecía más mayor, más madura. A su cabeza vinieron un millar de recuerdos casi todos buenos, había sido medianamente feliz en su infancia y la culpa era de Clara. Se llevó la mano a la ceja como excusándose; durante todo el tiempo que había estado fuera, aquella cicatriz había ido cambiando de historia, todo con tal de ocultar su verdadera procedencia; pero con ella era imposible, y se sentía avergonzado de que tuviera que mirarla, era un recuerdo permanente de por qué se había ido.- No me equivocaba, sí que eras tú.- Murmuró antes de recibir los golpes de las flores.- ¡EH, EH! ¿PERO TÚ CREES QUE ESTA ES FORMA DE RECIBIR A ALGUIEN? ¡Policía, policía me atacan! - Gritó sin demasiadas ganas y se echó a reír rebosando de contento. La había echado de menos, durante los primeros meses había considerado mil veces darse la vuelta y volver a su lado pero no podía volver junto a su padre; demasiadas palizas había soportado ya.

Había rezado por ella, claro que lo había hecho. Había rezado porque estuviera bien, porque hubiera conseguido todo aquello que se propusiese, por que Fred no la abandonase también, por que no se sintiera sola. No pudo evitar sonreír al verla allí de nuevo, estaba tan guapa y tan señorita. Realmente parecía haber crecido bien.

- Oye... ¿Te encuentras bien? No tienes muy buena cara - Murmuró sujetándola en un abrazo con tal de que dejase de darle golpes- Estoy aquí Clara, ya puedes dejar de atacarme o no tendré manera de explicar los moretones.- Dijo con una sonrisa dejando un beso en su cabeza.- Te he echado de menos.

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