AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
2 participantes
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Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Funny how it rained all day
I didn't think much of it then
But it's starting to all make sense...
I didn't think much of it then
But it's starting to all make sense...
La lluvía caía con violencia sobre el cristal empañado por el vaho que salía de entre sus labios. Y con igual violencia, las lágrimas caían de sus ojos cristalinos, normalmente llenos de vida y alegría, y ahora yacían nublados, borrosos, apagados... Llevaba lloviendo desde hacía horas, desde que el alba se había desperezado, y ya eran más de las seis de la tarde. Del día marcado en color negro en su calendario. El día más triste de su vida, y el que siempre recordaría con dolor. Desde el día en que perdió a sus padres y toda su existencia se vería truncada para siempre. Llevaba sentada en el alféizar de la ventana cerrada desde muy temprano en la mañana, o puede que antes. Su cuerpo temblaba, sus manos reposaban, lánguidas, sobre su regazo, y sus ojos permanecían fijos en aquel horizonte nublado. No había comido nada ni había hablado con nadie más que para rogarles que la dejaran sola. Quería estar sola. Aquel día era para ellos y únicamente para ellos... Y no podría visitarles. No salía nunca bajo aquel clima, no se fiaba de lo que pudiese ocurrir y, después de todo, daba las gracias por estar viva. Pero... aquel día era de ellos y no podría hablarles como siempre hacía. Y aquel sentimiento de desesperanza, de tristeza, se había apoderado de todo su ser y no la dejaba pensar en nada más que en el hecho de que aquel año tampoco volverían.
Aquella era la verdad. La única verdad que guardaba con recelo en lo más hondo de su corazón inocente, de su corazón débil y necesitado de su presencia... verdad que sólo había compartido con su abuela, motivo por el que quizá aquella tarde estaba tan callada, tumbada junto a ella, mirando también por la ventana. Ainariell soñaba con verles entrar por aquella puerta, con los brazos extendidos para fundirse en un abrazo que no se acabara nunca. Fantaseaba con que la muerte no se los había llevado, al menos no por completo, y pronto vendrían, en aquella misma fecha, a decirle lo mucho que la habían echado de menos. Soñaba con eso desde que era niña, y nunca se lo había dicho a nadie más que aquel gato que parecía que sabía lo que estaba pensando... Y realmente lo sabía. Acariciaba rítmicamente el cuerpo del peluche, abstraída, con su alma corriendo a kilómetros de allí, buscando la esencia perdida de aquellos a los que nunca tuvo oportunidad de llamar padres... Los encontraría. Quería creerlo, quería que fuese verdad... Y aunque no siempre querer es poder, ella esperaba que en aquella ocasión sí lo fuera.
Oh, I can see now
That all of these clouds are following me
In my desperate endeavor
To find my whoever, wherever she may be...
That all of these clouds are following me
In my desperate endeavor
To find my whoever, wherever she may be...
Y fue en aquel momento de fuerza cuando se levantó, dejando a un lado a Myth por primera vez en su vida, y abriendo la ventana de un tirón, se deslizó al exterior de un salto, sintiendo al momento el frío de la tarde y la furia de la tormenta. Miró a los cielos con enfado, echando a correr en dirección al cementerio, y gritó bien alto para que la escucharan. Y la tormenta le escuchó, y arreció, haciendo de su figura una simple silueta borrosa imposible de ver desde la distancia que ya había entre el palacio y su persona. Sonrió con tristeza, consciente de los gritos de Myth desde la ventana, y sabiendo que no saldría a perseguirla. Que nadie saldría a perseguirla. No con aquella tormenta que ella misma había creado. Estaba cansada de acatar órdenes, de seguir protocolos, de comportarse como debía. Estaba harta. Aquel no era el día. Ese día no estaba pintado de negro para que fuese igual que los otros. No lo era, no lo sería. Las nubes parecían seguirla, obedecer a su mandato de buen grado, deseosas de derramar toda su furia sobre los soberbios humanos. El corazón le latía a mil por hora mientras corría con los pies descalzos por las calles vacías, y los parques desiertos. En su mente sólo había lugar para una cosa: escapar. Aunque fuese por unas horas, escaparía de aquella cárcel de mármol y cristal.
Corrió y corrió durante minutos, puede que horas, hasta que se topó con el gran portón de entrada al cementerio. Una neblina densa se había apoderado del lugar, siendo casi imposible ver más allá de su nariz. La lluvia seguía cayendo con fuerza sobre su cuerpo ya totalmente empapado. Tiritaba de frío, aunque no era consciente de ello. Empujó la puerta hecha de metal oxidado, y para su sorpresa o su enfado, no cedió. Gritó con enfado, tirando de ella con más fuerza, siendo todos sus esfuerzos totalmente infructuosos. Lágrimas furiosas volvieron a escapar de sus ojos, mezclándose con la lluvia que comenzó a azotar la tierra con más fuerza incluso. Casi le dolía respirar.
And out of my mind, keeping an eye on the world
So many thousands of feet off the ground
I'm over you now, I'm at home in the clouds
Towering over your head...
So many thousands of feet off the ground
I'm over you now, I'm at home in the clouds
Towering over your head...
Echó a andar sin rumbo fijo, con el semblante descompuesto y la cabeza gacha, totalmente empapada y con el ánimo arrastrando tras ella, como si fuera su sombra. Sus brazos yacían a ambos lados de su cuerpo, lacios, sin fuerzas. Su alma, su mente, estaba perdida, sin rumbo, muy muy lejos de allí. Fuera de París, de Francia, del mundo mismo. Fantaseando con una sorpresa al llegar a casa, con una sonrisa por parte de aquellos padres que aquel día, sentía más muertos que nunca. Estaba tan absorta en sus pensamientos, que tropezó sin querer y cayó sobre un charco, lastimándose las rodillas y quedando medio cubierta por el barro. Sin poderse mover, más por el desánimo que por el dolor, se sentó sobre el duro suelo y miró al frente por primera vez en horas. Se acercaba la noche, y estaba sentada ante la entrada del jardín botánico. Un lugar al que su también difunta abuela una vez la había llevado, tras decirle que fue uno de los lugares favoritos de su madre. El aire incluso olía diferente.
Se deslizó al interior con el ánimo parcialmente renovado. Era cierto que se trataba de un lugar mágico. Incluso bajo esa tormenta, las flores se alzaban altivas contra la lluvia, emitiendo una luz espectral que nadie excepto ella parecía apreciar, dado lo desierto del paraje. Caminó a paso lento, por entre aquellas plantas exóticas, rozando con la punta de los dedos las más cercanas. Se sentía libre, a gusto, como si la esencia misma de la naturaleza pareciera querer animarla. Sonrió levemente y miró a los cielos con calma. Y la lluvia pareció tranquilizarse un poco.
Última edición por Ainariell K. Ivánov el Dom Ago 18, 2013 6:37 pm, editado 1 vez
Ainariell K. Ivánov- Hechicero Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Me costaba asimilarlo todavía. Las cosas habían cambiado radicalmente de nuevo, como si el hecho de dejar de ser humana y convertirme en una hija de la noche no fuera suficiente. Hace unos meses me ganaba el pan abriéndole las piernas a quien pusiera dinero sobre mi velador para poder darle algo de dignidad a mi hermana y ahora estaba sola en una mansión con los lujos más impensados, mirando por la ventana de mi habitación la fluida y poderosa lluvia que caía desde hace un par de horas en la ciudad, sin más preocupación que mi propia existencia eterna. ¿Qué había sido de Laisha? No era algo que me tuviera preocupada, y no porque supuestamente estuviera bien al lado de aquel desgraciado que me la quitó, sino que porque realmente había llegado al punto de que me daba igual lo que pudiera suceder con su existencia. Mi Madre tenía toda la razón, y por ello agradecía en silencio y a la distancia por mi presente.
Sin embargo, la soledad me tenía inquieta. No quería vivir cada día de mi inmortalidad sin alguna compañía, aunque a algunos extrañamente les gustase. Me había acostumbrado a estar siempre con alguna persona fuera familiar o no, y decidí y reconfirmé ante aquel reflejo empañado e invisible que así iba a continuar mi “vida”. Cogí un paraguas, y tras alimentarme unos segundos de una de mis criadas, las grandes puertas y rejas se abrieron ante mí, dejándome la vía libre para moverme donde yo quisiera, tal y como era mi voluntad desde que aquellos colmillos se clavaron en mi cuello penetrando mi realidad para darme otra completamente diferente.
Así fue como visité diversos lugares a paso lento y pausado, tal y como las manecillas del reloj majestuoso del tiempo del inmortal lo hacían. ¿Para qué tener prisa? Iba a tener suficientes paseos para conocer ladrillo por ladrillo de cada edificio de la ciudad, de toda Francia y de todo el mundo. Sonreí para mis adentros por eso y aproveché de practicar esas extrañas habilidades que habían despertado en mí, observando con detención a quienes veía pasar, reconociendo en algunos individuos auras de distintos colores. No eran humanos, pero no eran mis enemigos. ¿Para qué arruinar una noche de lluvia con una lluvia de sangre, cuando era mejor tener una lluvia de fluidos sobre tu cuerpo?
Suspirando entre fantaseos llegué al jardín botánico, ingresando sin mayores problemas por lo desierto de la entrada y por lo copiosa de la lluvia. Pensé que estaba sola, pero una a su vez solitaria presencia fue percibida por mis sentidos a unos cuantos metros de allí. Y gracias a mi visión incrementada pude verla aún a esa distancia: cabello rubio, ropas maltratadas por la acción del clima, y una extraña sensación de angustia. ¿No era una humana común, tal vez? Aún así, aquel sentido de la preocupación resurgió de sus sutiles telarañas y me acerqué más sólo para poder ver su rostro. Una extraña calma que coincidió con el aligeramiento de la lluvia. Coincidencia, supuse.
- La lluvia saca a flote los sentimientos más tristes…para después llevárselos. ¿No lo cree así, mademoiselle? – Reflexioné en voz alta mirando al cielo también, para luego extenderle mi paraguas para que pudiera protegerse. Después de todo, los vampiros somos inmunes a la neumonía.
Sin embargo, la soledad me tenía inquieta. No quería vivir cada día de mi inmortalidad sin alguna compañía, aunque a algunos extrañamente les gustase. Me había acostumbrado a estar siempre con alguna persona fuera familiar o no, y decidí y reconfirmé ante aquel reflejo empañado e invisible que así iba a continuar mi “vida”. Cogí un paraguas, y tras alimentarme unos segundos de una de mis criadas, las grandes puertas y rejas se abrieron ante mí, dejándome la vía libre para moverme donde yo quisiera, tal y como era mi voluntad desde que aquellos colmillos se clavaron en mi cuello penetrando mi realidad para darme otra completamente diferente.
Así fue como visité diversos lugares a paso lento y pausado, tal y como las manecillas del reloj majestuoso del tiempo del inmortal lo hacían. ¿Para qué tener prisa? Iba a tener suficientes paseos para conocer ladrillo por ladrillo de cada edificio de la ciudad, de toda Francia y de todo el mundo. Sonreí para mis adentros por eso y aproveché de practicar esas extrañas habilidades que habían despertado en mí, observando con detención a quienes veía pasar, reconociendo en algunos individuos auras de distintos colores. No eran humanos, pero no eran mis enemigos. ¿Para qué arruinar una noche de lluvia con una lluvia de sangre, cuando era mejor tener una lluvia de fluidos sobre tu cuerpo?
Suspirando entre fantaseos llegué al jardín botánico, ingresando sin mayores problemas por lo desierto de la entrada y por lo copiosa de la lluvia. Pensé que estaba sola, pero una a su vez solitaria presencia fue percibida por mis sentidos a unos cuantos metros de allí. Y gracias a mi visión incrementada pude verla aún a esa distancia: cabello rubio, ropas maltratadas por la acción del clima, y una extraña sensación de angustia. ¿No era una humana común, tal vez? Aún así, aquel sentido de la preocupación resurgió de sus sutiles telarañas y me acerqué más sólo para poder ver su rostro. Una extraña calma que coincidió con el aligeramiento de la lluvia. Coincidencia, supuse.
- La lluvia saca a flote los sentimientos más tristes…para después llevárselos. ¿No lo cree así, mademoiselle? – Reflexioné en voz alta mirando al cielo también, para luego extenderle mi paraguas para que pudiera protegerse. Después de todo, los vampiros somos inmunes a la neumonía.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Las últimas semanas habían sido un poco caóticas. Para la vida tranquila que llevaba, Ainariell había sentido el cambio de golpe. Le gustaba lo inesperado, sí, pero no sentirse incapaz de afrontar lo que le llega. Todo empezó cuando le comunicaron que por el bien de su familia, del negocio y de su fortuna, había de contraer matrimonio. Prometió intentar hacer todo por ella misma, pero las fuerzas la habían abandonado. Necesitaba a su madre, necesitaba una figura cercana, familiar, que la aconsejara en un momento como aquel, en la que sería una de las decisiones más importantes de su vida. Pero no había nadie en quien confiar aquellos pensamientos que se perdían en la atmósfera en forma de suspiros. Ni siquiera su abuela, criada en unos valores diferentes a los suyos podía apoyarla en una situación como aquella. Le estaba resultando complicado asumir que estaba creciendo. Que había dejado de ser una niña sin haber aprendido lo que significa ser mayor. No se trataba de inmadurez, sino de inocencia. Desconocía más acerca del mundo que la rodeaba que acerca de la magia que era capaz de controlar. Ella había desatado aquel caos en forma de tormenta. No era tan niña, después de todo.
Tormenta. Cúmulo de poder poseedor de energía incalculable. Impredecible. Incontrolable. Peligrosa. Arrecia poco a poco, tan imponente y sigilosa a la vez que resulta contradictoria. Aparece de manera inesperada, cuando ya no hay nada que hacer en su contra, cuando ya no existe lugar donde resguardarse. Una tempestad que arremete con cólera, un viento poderoso como un huracán. No puedes huir: te busca, te persigue, te consume y te cala hasta lo más hondo. Esa era la naturaleza de las tormentas... y su propia naturaleza, también turbulenta: quizá por eso se llevasen tan bien. Se dejaban domar por ella, y ella se dejaba llevar por las otras. Unidas por un lazo invisible. Majestuoso. Sublime, como su propia abuela le hubiera dicho de estar presente. Era una con el viento, la lluvia y el caos. Formaba parte de él, juntos formaban un todo perfecto, completo, sublime. El viento danzaba a su alrededor con gracilidad, con sutileza. Le acariciaba las mejillas como queriendo consolarla. Y parecían haberlo conseguido. Se sentía mejor, no feliz, no bien, pero sí más tranquila, más calmada. Tal y como la lluvia que llevaba años haciéndole caso. Realizó un círculo con sus manos y el aire a su alrededor pareció iluminarse tenuemente. Su alma estaba firmemente conectada a la naturaleza, y a su incontrolabilidad característica. Por eso le gustaba su don: porque ambos elementos, ella misma y la naturaleza de lo real, eran inamovibles, pero se hacían caso la una a la otra. ¿Por qué sería?
Poco a poco, una quietud inquebrantable fue dando paso al anterior caos provocado por la tormenta. Y Ainariell sonrió, agradeciendo a los cielos por su compañía. Sonrío con intensidad, con fuerza, porque pese a su muerte, sentía tan cerca a sus padres como siempre, y un rayo de Sol, atravesando las nubes con sutileza, quiso darle la razón. Ellos estarían allí, en algún lugar, cerca, siempre cerca de su corazón. Y mientras existiera esperanza, mientras les recordara, seguirían vivos, aunque no volviera a verles. Tenía que rendirse a la evidencia, lo sabía, pero siempre era complicado... olvidar, aceptar, era difícil cuando todo lo que existe en tu vida, todo a lo que concedes importancia obviando lo demás, se sustenta con fantasías. No estaba siendo realista en sus decisiones, ni en sus criterios o elecciones. Tenía que aceptar su legado, su destino, tenía que aceptar quien era, darse cuenta de las muchas cosas que podría llegar a hacer pese a las limitaciones formuladas por la sociedad... Tenía que aceptarlo, tomar aquella vida y acatarla con una sonrisa, llevarla a cabo por ellos, para ellos, que sacrificaron todo cuanto tenían para darle algo mejor. Su sonrisa se difuminó paulatinamente, mientras se veía a sí misma como una chica egoísta y malcriada, como la mujer que nunca quiso ser, comportándose como una niña inmadura. Incapaz de aceptar los hechos, de acatar las pocas órdenes que debía cumplir por su propio bien. Se sentía tan diminuta que casi se perdió entre las largas hileras de flores dormidas.
Supo entonces lo tonta que había sido. Debería haber esperado en casa a que la tormenta que ella misma había empeorado amainara para ir hasta el cementerio y pedir consejo a sus padres. Ahora se sentía dolida, molesta consigo misma y con su reprochable actitud. Todos estarían preocupados por su huida, y también ella debería preocuparse por si le ocurriera algo. Sus padres no hubieran querido que le pasara nada siendo tan joven. Suspiró con fuerza, provocando que una nube de vaho se alzara frente a ella. Se había puesto demasiado histérica por una nimiedad, y aún no adivinaba el motivo de aquel repentino despliegue emocional. ¿Se debía tal vez a la falta de vitaminas? Quizá estaba enfermando. Como si su cuerpo la hubiese escuchado, un repentino escalofrío le recorrió la espalda. Estaba calada hasta los huesos, y notaba una extraña pesadez en la cabeza. Se sentía enferma. Estupendo... Pensó, reprochándose a sí misma. Era culpa suya. Fue entonces cuando notó la presencia. Inhumana. Acercándose. Entornó los ojos para ver mejor entre las niebla que había dejado la tormenta tras su paso errático por la ciudad de París. Al ver que la mujer se aproximó a ella de forma cordial y no ofensiva, se relajó, aunque sin dejar de estar alerta en ningún momento. Sabía que no era una humana normal y corriente. Y eso no solía significar nada bueno.
- La lluvia es como el mecanismo de defensa de los débiles, de quienes se sienten demasiado cobardes para llorar en compañía... -Susurró agradeciendo con una gentil reverencia el gesto de cubrirla con el paraguas. Aunque no tenía ya demasiado sentido tratar de resguardarse dado la cantidad de agua que su ropa había absorbido. - Aunque... hay que reconocer que la lluvia, además de servir como escolta a los corazones que huyen de algo... es tan hermosa que atrae a cualquiera. ¿No lo cree? ¿Por qué si no iba alguien como vos a salir en tan húmeda noche? -Lo dijo por lo hermoso de su rostro y lo perdido de su mirada. Pero no la veía triste, no obstante, parecida sumida en sus pensamientos. - Por cierto, gracias por el paraguas.
Tormenta. Cúmulo de poder poseedor de energía incalculable. Impredecible. Incontrolable. Peligrosa. Arrecia poco a poco, tan imponente y sigilosa a la vez que resulta contradictoria. Aparece de manera inesperada, cuando ya no hay nada que hacer en su contra, cuando ya no existe lugar donde resguardarse. Una tempestad que arremete con cólera, un viento poderoso como un huracán. No puedes huir: te busca, te persigue, te consume y te cala hasta lo más hondo. Esa era la naturaleza de las tormentas... y su propia naturaleza, también turbulenta: quizá por eso se llevasen tan bien. Se dejaban domar por ella, y ella se dejaba llevar por las otras. Unidas por un lazo invisible. Majestuoso. Sublime, como su propia abuela le hubiera dicho de estar presente. Era una con el viento, la lluvia y el caos. Formaba parte de él, juntos formaban un todo perfecto, completo, sublime. El viento danzaba a su alrededor con gracilidad, con sutileza. Le acariciaba las mejillas como queriendo consolarla. Y parecían haberlo conseguido. Se sentía mejor, no feliz, no bien, pero sí más tranquila, más calmada. Tal y como la lluvia que llevaba años haciéndole caso. Realizó un círculo con sus manos y el aire a su alrededor pareció iluminarse tenuemente. Su alma estaba firmemente conectada a la naturaleza, y a su incontrolabilidad característica. Por eso le gustaba su don: porque ambos elementos, ella misma y la naturaleza de lo real, eran inamovibles, pero se hacían caso la una a la otra. ¿Por qué sería?
Poco a poco, una quietud inquebrantable fue dando paso al anterior caos provocado por la tormenta. Y Ainariell sonrió, agradeciendo a los cielos por su compañía. Sonrío con intensidad, con fuerza, porque pese a su muerte, sentía tan cerca a sus padres como siempre, y un rayo de Sol, atravesando las nubes con sutileza, quiso darle la razón. Ellos estarían allí, en algún lugar, cerca, siempre cerca de su corazón. Y mientras existiera esperanza, mientras les recordara, seguirían vivos, aunque no volviera a verles. Tenía que rendirse a la evidencia, lo sabía, pero siempre era complicado... olvidar, aceptar, era difícil cuando todo lo que existe en tu vida, todo a lo que concedes importancia obviando lo demás, se sustenta con fantasías. No estaba siendo realista en sus decisiones, ni en sus criterios o elecciones. Tenía que aceptar su legado, su destino, tenía que aceptar quien era, darse cuenta de las muchas cosas que podría llegar a hacer pese a las limitaciones formuladas por la sociedad... Tenía que aceptarlo, tomar aquella vida y acatarla con una sonrisa, llevarla a cabo por ellos, para ellos, que sacrificaron todo cuanto tenían para darle algo mejor. Su sonrisa se difuminó paulatinamente, mientras se veía a sí misma como una chica egoísta y malcriada, como la mujer que nunca quiso ser, comportándose como una niña inmadura. Incapaz de aceptar los hechos, de acatar las pocas órdenes que debía cumplir por su propio bien. Se sentía tan diminuta que casi se perdió entre las largas hileras de flores dormidas.
Supo entonces lo tonta que había sido. Debería haber esperado en casa a que la tormenta que ella misma había empeorado amainara para ir hasta el cementerio y pedir consejo a sus padres. Ahora se sentía dolida, molesta consigo misma y con su reprochable actitud. Todos estarían preocupados por su huida, y también ella debería preocuparse por si le ocurriera algo. Sus padres no hubieran querido que le pasara nada siendo tan joven. Suspiró con fuerza, provocando que una nube de vaho se alzara frente a ella. Se había puesto demasiado histérica por una nimiedad, y aún no adivinaba el motivo de aquel repentino despliegue emocional. ¿Se debía tal vez a la falta de vitaminas? Quizá estaba enfermando. Como si su cuerpo la hubiese escuchado, un repentino escalofrío le recorrió la espalda. Estaba calada hasta los huesos, y notaba una extraña pesadez en la cabeza. Se sentía enferma. Estupendo... Pensó, reprochándose a sí misma. Era culpa suya. Fue entonces cuando notó la presencia. Inhumana. Acercándose. Entornó los ojos para ver mejor entre las niebla que había dejado la tormenta tras su paso errático por la ciudad de París. Al ver que la mujer se aproximó a ella de forma cordial y no ofensiva, se relajó, aunque sin dejar de estar alerta en ningún momento. Sabía que no era una humana normal y corriente. Y eso no solía significar nada bueno.
- La lluvia es como el mecanismo de defensa de los débiles, de quienes se sienten demasiado cobardes para llorar en compañía... -Susurró agradeciendo con una gentil reverencia el gesto de cubrirla con el paraguas. Aunque no tenía ya demasiado sentido tratar de resguardarse dado la cantidad de agua que su ropa había absorbido. - Aunque... hay que reconocer que la lluvia, además de servir como escolta a los corazones que huyen de algo... es tan hermosa que atrae a cualquiera. ¿No lo cree? ¿Por qué si no iba alguien como vos a salir en tan húmeda noche? -Lo dijo por lo hermoso de su rostro y lo perdido de su mirada. Pero no la veía triste, no obstante, parecida sumida en sus pensamientos. - Por cierto, gracias por el paraguas.
Ainariell K. Ivánov- Hechicero Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
No dejaba de ser extraño y a la vez fascinante el “vivir” –por muy muerta que estuviera- constantemente mi nueva condición. Percibir cosas que ya sabía con la sorpresa y el disfrute de la primera vez, y reflexionar sobre asuntos cuyas conclusiones ya había encontrado como si recién me hubiera dado cuenta de ellos. Una de esas situaciones era el hecho de que la única forma de sentirme mal físicamente era con heridas con ciertos materiales y exponerme al sol, lo que para mi desgracia significaría mi verdadero final. Y aunque técnicamente ya estaba muerta, no quería dejar de “sentir”, por mucho que fuera negativismo, remordimiento o soledad.
Estaba empapada, y podía estar toda la noche a merced de esa tormenta que poco a poco amainaba sin que nada le pasase a mi cuerpo por su causa. Si hubiera sido más pequeña aún en mi conversión quizás hubiera disfrutado de mejor manera el correr por la lluvia, dándome una sensación de libertad y seguridad que siendo humana no hubiera sido posible de producirse. Sin embargo, no había mucho que hacer más que imaginar el “qué hubiera sucedido si”, jugando con las respuestas en mi mente. Necesitaba un pasatiempo.
Me reverencié también ante aquella joven que sí comenzaba a experimentar las incomodidades del clima y de tener un cuerpo vivo y sonreí ligeramente, sin poder ampliar la mueca de mi rostro por culpa de mi ánimo nostálgico, que parecía mantener amarrados mis músculos con una cuerda. Negué con la cabeza de forma inconsciente ante su agradecimiento, y me decidí a hablar con voz serena – Usted necesita ese paraguas más que yo, a pesar de que aparentemente no sirva de mucho – regalándole una sonrisa que daba a entender un ligero sentido de culpabilidad por no haber llegado antes, un tanto idiota, por cierto.- Aunque si es para percibir cómo la lluvia se lleva los malos pensamientos, bien vale la pena no tener protección alguna ante ésta. – Terminé diciendo y suspiré, arreglándome un par de mechones que osaban obstruir mi vista. – No quiero parecer impertinente pero... ¿Qué hace alguien como vos con un clima así a estas horas de la noche? Esta área no es muy segura que digamos…- Dije ocultando el hecho de mi condición que podía ser descubierto en una contrapregunta, aunque por alguna razón tenía la idea de que ella sí lo sabía.
Estaba empapada, y podía estar toda la noche a merced de esa tormenta que poco a poco amainaba sin que nada le pasase a mi cuerpo por su causa. Si hubiera sido más pequeña aún en mi conversión quizás hubiera disfrutado de mejor manera el correr por la lluvia, dándome una sensación de libertad y seguridad que siendo humana no hubiera sido posible de producirse. Sin embargo, no había mucho que hacer más que imaginar el “qué hubiera sucedido si”, jugando con las respuestas en mi mente. Necesitaba un pasatiempo.
Me reverencié también ante aquella joven que sí comenzaba a experimentar las incomodidades del clima y de tener un cuerpo vivo y sonreí ligeramente, sin poder ampliar la mueca de mi rostro por culpa de mi ánimo nostálgico, que parecía mantener amarrados mis músculos con una cuerda. Negué con la cabeza de forma inconsciente ante su agradecimiento, y me decidí a hablar con voz serena – Usted necesita ese paraguas más que yo, a pesar de que aparentemente no sirva de mucho – regalándole una sonrisa que daba a entender un ligero sentido de culpabilidad por no haber llegado antes, un tanto idiota, por cierto.- Aunque si es para percibir cómo la lluvia se lleva los malos pensamientos, bien vale la pena no tener protección alguna ante ésta. – Terminé diciendo y suspiré, arreglándome un par de mechones que osaban obstruir mi vista. – No quiero parecer impertinente pero... ¿Qué hace alguien como vos con un clima así a estas horas de la noche? Esta área no es muy segura que digamos…- Dije ocultando el hecho de mi condición que podía ser descubierto en una contrapregunta, aunque por alguna razón tenía la idea de que ella sí lo sabía.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Desde sus inicios, ella siempre había sido igual de impulsiva. Aunque a veces tratase de mantenerse quietecita y en su sitio, dando y haciendo lo que otros esperaban de ella dada su condición de duquesa -y bruja-, las responsabilidades que aquellos dos títulos le conferían, nunca habían logrado sacarle de la cabeza aquella cantidad de "pájaros" que la rellenaban. Siempre hacían referencia a su falta de madurez al respecto de aquellas cuestiones, y aunque ella lo comprendía perfectamente, nunca llegó a abandonar aquella actitud indisciplinada. Simplemente, no podía. Se sentía totalmente incapaz de poner orden en sus pensamientos y emociones, tal era la dificultad que ello entrañaba en su persona. Le costaba más mantener aquel relativo autocontrol sobre sus impulsos, que controlar sus poderes cuando se hallaba aún en un estado de alteración. Y si esto último ya era difícil, nadie podía imaginarse cuanto lo era lo primero. Pero nadie parecía comprenderlo. Nadie parecía entender que haber crecido sin ningún referente paterno la había convertido en un ser difícil de controlar. Ansiaba una libertad que jamás podría obtener, y esa imposibilidad, esa reprensión a la que era sometida continuamente, la hacía ser aún más caótica en sus decisiones de lo que ya de por sí era. El murmullo de su conciencia, reprochándole su comportamiento, se hizo aún más evidente ante esos pensamientos. ¿Si sabía en qué fallaba, en qué se equivocaba, por qué no simplemente no trataba de cambiarlo? Era más sencillo que aceptar todas las consecuencias que acarreaban sus erróneas decisiones. No podía cambiar, se sentía incapaz de modificar esos elementos de sí misma que la perjudicaban continuamente. Absurdo pero cierto.
Sólo entonces, tras mencionar aquellas palabras ciertas como el hecho de que ambos seres estaban allí, se dio cuenta de que no las había aplicado correctamente en su caso. Ella era una cobarde por no ser capaz de llorar en compañía, exactamente como había dicho. Y no se había dado cuenta hasta aquel preciso instante, estando tan alejada de los suyos, de aquellos que la querían y únicamente deseaban lo mejor para ella. La certeza renovada de que estaba siendo una egoísta la abofeteó de forma repentina. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso creía de veras que sus padres estarían orgullosos de sus rabietas carentes de sentido? Por supuesto que no. Seguramente pensarían que el simple hecho de pensar en ellos ya les honraba más que salir corriendo de casa en mitad de la noche, enfurecida por algo que no podía remediar. Estaban muertos, y aunque le doliera y le fastidiara reconocerlo, era bastante poco probable que regresaran a su lado. Miró a la vampiresa con decisión y una amplia sonrisa. Nunca había sentido especial temor por los seres como ella, simplemente, porque nunca le habían hecho nada. Después de todo, quienes mataron a sus padres fueron humanos, y no vampiros. ¿Quién era más cruel, después de todo? -Vos no notáis el frío, es cierto, pero vuestras ropas sí parecen notar la lluvia... y aunque no creo a nadie tan idiota como para tratar de haceros nada, siempre es mejor prevenir que remediar. Aunque sea para ellos. -Sonrió con amabilidad.
Había reconocido su esencia casi al instante, y lejos de ponerse a la defensiva, se mostraba abiertamente receptiva para con el ser de la noche. Puede que muchos consideraran su actitud como un simple acto de temeridad, pero el hecho era que el hermoso rostro de la vampiresa le confería más confianza y cordialidad que miedo. Y tenía bastante confianza en sí misma y en su propio criterio. Su abuela le enseñó que una de las cosas que poseen las mujeres, y los brujos, era un poderoso sexto sentido y una buena intuición que pocas veces fallaba. Conocía los peligros que podría correr junto a una criatura como aquella, pero era incapaz de endurecer su gesto ante la nostálgica expresión de la mujer. Parecía casi tan perdida como ella. Eran compañeras en aquella noche fría, alejadas del resto de personas. ¿Buscándose a sí mismas o algo en particular? Sólo el tiempo lo diría. -Creo que a mi, personalmente, me gusta precisamente porque me ayuda a pensar, no a llevarse aquello que pienso. Estoy aquí, calada hasta los huesos, y he llegado a mayores y mejores conclusiones que estando en casa. -Alzó la palma de la mano dejando que las gotitas que ahora caían con menor frecuencia, la mojaran lentamente. Era una sensación encantadora. -No es ninguna indiscreción, mi señora. Es una pregunta lógica. No muchos pasean bajo la tormenta sin paraguas. La verdad es que... vine hasta aquí persiguiendo un mal sueño. Que ahora, gracias a la lluvia, no parece tan malo. Se celebra el aniversario de la muerte de mis padres... Y enfurecí al no poder ir a verles debido a la lluvia. Escapé de casa, por tanto... ¿Podría preguntaros vuestro nombre, mademoiselle? El mío es Ainariell... -Su voz sonaba suave, amistosa, pausada.
Sólo entonces, tras mencionar aquellas palabras ciertas como el hecho de que ambos seres estaban allí, se dio cuenta de que no las había aplicado correctamente en su caso. Ella era una cobarde por no ser capaz de llorar en compañía, exactamente como había dicho. Y no se había dado cuenta hasta aquel preciso instante, estando tan alejada de los suyos, de aquellos que la querían y únicamente deseaban lo mejor para ella. La certeza renovada de que estaba siendo una egoísta la abofeteó de forma repentina. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso creía de veras que sus padres estarían orgullosos de sus rabietas carentes de sentido? Por supuesto que no. Seguramente pensarían que el simple hecho de pensar en ellos ya les honraba más que salir corriendo de casa en mitad de la noche, enfurecida por algo que no podía remediar. Estaban muertos, y aunque le doliera y le fastidiara reconocerlo, era bastante poco probable que regresaran a su lado. Miró a la vampiresa con decisión y una amplia sonrisa. Nunca había sentido especial temor por los seres como ella, simplemente, porque nunca le habían hecho nada. Después de todo, quienes mataron a sus padres fueron humanos, y no vampiros. ¿Quién era más cruel, después de todo? -Vos no notáis el frío, es cierto, pero vuestras ropas sí parecen notar la lluvia... y aunque no creo a nadie tan idiota como para tratar de haceros nada, siempre es mejor prevenir que remediar. Aunque sea para ellos. -Sonrió con amabilidad.
Había reconocido su esencia casi al instante, y lejos de ponerse a la defensiva, se mostraba abiertamente receptiva para con el ser de la noche. Puede que muchos consideraran su actitud como un simple acto de temeridad, pero el hecho era que el hermoso rostro de la vampiresa le confería más confianza y cordialidad que miedo. Y tenía bastante confianza en sí misma y en su propio criterio. Su abuela le enseñó que una de las cosas que poseen las mujeres, y los brujos, era un poderoso sexto sentido y una buena intuición que pocas veces fallaba. Conocía los peligros que podría correr junto a una criatura como aquella, pero era incapaz de endurecer su gesto ante la nostálgica expresión de la mujer. Parecía casi tan perdida como ella. Eran compañeras en aquella noche fría, alejadas del resto de personas. ¿Buscándose a sí mismas o algo en particular? Sólo el tiempo lo diría. -Creo que a mi, personalmente, me gusta precisamente porque me ayuda a pensar, no a llevarse aquello que pienso. Estoy aquí, calada hasta los huesos, y he llegado a mayores y mejores conclusiones que estando en casa. -Alzó la palma de la mano dejando que las gotitas que ahora caían con menor frecuencia, la mojaran lentamente. Era una sensación encantadora. -No es ninguna indiscreción, mi señora. Es una pregunta lógica. No muchos pasean bajo la tormenta sin paraguas. La verdad es que... vine hasta aquí persiguiendo un mal sueño. Que ahora, gracias a la lluvia, no parece tan malo. Se celebra el aniversario de la muerte de mis padres... Y enfurecí al no poder ir a verles debido a la lluvia. Escapé de casa, por tanto... ¿Podría preguntaros vuestro nombre, mademoiselle? El mío es Ainariell... -Su voz sonaba suave, amistosa, pausada.
Ainariell K. Ivánov- Hechicero Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Su mirada me sorprendió más de lo que quizás debía. Aquella jovencita me contemplaba con una atención y una disposición tales que me desencajaron por dentro, ya que por fuera continuaba con la máscara de tranquilidad que ocultaba mis reflexiones. No me tardé mucho más en descubrir que mi acompañante sabía de mi condición, y no se sorprendió por ello. De hecho, lo mencionó con toda naturalidad, como si el ser vampiresa fuera algo relativamente común; y en realidad, si se pensaba detenidamente, así era. Cuando era humana interactué con varios seres denominados sobrenaturales, y cuando contacté con el primero de ellos lo tomé como una excepción. Ahora, que era uno de ellos, reconfirmaba lo equivocada que había estado. París estaba atestado de ellos, entre vampiros, licántropos y cambiaformas. Y me adelantaba al decir que esa realidad se repetía no sólo en esta ciudad, sino que en toda Francia, e incluso fuera de los límites de ella.
- Me llamo Reika, madame Ainariell. –respondí con cortesía, pensando en cómo seguir hablando con ella. Aquel tema era muy delicado, y aunque ella parecía mencionarlo con serenidad, no me daba mucha confianza el hablar así como así. No quería hacerla sentir mal a causa de mi costumbre. – Lo siento mucho. Debe de ser difícil – Comenté en primer lugar como dictaba mi improvisado manual, tratando de darle un apoyo que tal vez necesitase o no. Eso lo sabría a medida que la conversación se hiciera más y más profunda.- A los míos los perdí cuando era muy pequeña. – Dije mirando al cielo nuevamente, suspirando por ese vacío que ya no dolía, pero que incomodaba.- Supongo que entiendo cómo se siente, aunque no de forma exacta. Creo que si hubiera estado en su lugar hubiera ido igualmente a verlos, pero es cuestión de escoger. – Me encogí de hombros, omitiendo el hecho de que yo tenía que mantener mi cuerpo lo más sano posible para ser usado en el burdel; habiendo sido una responsabilidad salir en un día de lluvia tan copiosa como este, teniendo a Laisha a mi cargo. Ahora ya no era un problema por mis altas defensas, pero tenía otras preocupaciones más iluminadas y cálidas a cambio.
- Pero bueno, - continué, encogiéndome de hombros a la vez que llenaba mis pulmones muertos de aire, dejándolo escapar en un suspiro que aparentemente me daría calma.- son cosas ante las que no se puede hacer mucho más que asumir y seguir. – Reflexioné, mirándole curiosa.- ¿Tiene familiares vivos aún? Porque el duelo es más doloroso cuando se está solo. – Le sonreí con comprensión, volviendo la vista al frente para cerrar los ojos, intentando despejar las imágenes aún nítidas de mi hermana llorando en mis brazos en más de una noche. Me fue imposible hacerlo.
- Me llamo Reika, madame Ainariell. –respondí con cortesía, pensando en cómo seguir hablando con ella. Aquel tema era muy delicado, y aunque ella parecía mencionarlo con serenidad, no me daba mucha confianza el hablar así como así. No quería hacerla sentir mal a causa de mi costumbre. – Lo siento mucho. Debe de ser difícil – Comenté en primer lugar como dictaba mi improvisado manual, tratando de darle un apoyo que tal vez necesitase o no. Eso lo sabría a medida que la conversación se hiciera más y más profunda.- A los míos los perdí cuando era muy pequeña. – Dije mirando al cielo nuevamente, suspirando por ese vacío que ya no dolía, pero que incomodaba.- Supongo que entiendo cómo se siente, aunque no de forma exacta. Creo que si hubiera estado en su lugar hubiera ido igualmente a verlos, pero es cuestión de escoger. – Me encogí de hombros, omitiendo el hecho de que yo tenía que mantener mi cuerpo lo más sano posible para ser usado en el burdel; habiendo sido una responsabilidad salir en un día de lluvia tan copiosa como este, teniendo a Laisha a mi cargo. Ahora ya no era un problema por mis altas defensas, pero tenía otras preocupaciones más iluminadas y cálidas a cambio.
- Pero bueno, - continué, encogiéndome de hombros a la vez que llenaba mis pulmones muertos de aire, dejándolo escapar en un suspiro que aparentemente me daría calma.- son cosas ante las que no se puede hacer mucho más que asumir y seguir. – Reflexioné, mirándole curiosa.- ¿Tiene familiares vivos aún? Porque el duelo es más doloroso cuando se está solo. – Le sonreí con comprensión, volviendo la vista al frente para cerrar los ojos, intentando despejar las imágenes aún nítidas de mi hermana llorando en mis brazos en más de una noche. Me fue imposible hacerlo.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
La vampiresa pareció sorprendida ante la mirada curiosa de la bruja, que parecía más interesada en saber cómo se sentía un vampiro que en huir de ellos, por muy peligrosos que pudieran llegar a resultar, tanto para ella como para cualquiera. Pero Ainariell siempre había sido así, poseía una curiosidad despierta y brillante, que siempre la conducía a querer descubrir más y más acerca de las muchas criaturas que habitaban en la Tierra. Su abuela siempre la había animado a hacerse preguntas, a intentar descubrir cosas nuevas, investigar activamente. Ella le enseñó todo cuanto sabía acerca de sus poderes, y de cómo reconocer al resto de seres sobrenaturales. Siempre dio gracias por ese don tan especial que le habían otorgado... y que la había sacado indemne de muchas situaciones complicadas. No le costó demasiado discernir su esencia de la de cualquier otra criatura que conociera. Los vampiros tenían un aura y un aroma peculiar. Diferente a la de cualquier brujo humano, que eran los seres de los que más constancia tenía. El mundo entero, y la ciudad de París en particular, se estaba llenando cada vez más de una gran cantidad de seres "poderosos". No parecía tener una explicación lógica, pero a ella le resultaba curioso, cuanto menos. ¿Qué harían todos allí? ¿Qué estarían tramando?
Lo que no era capaz de distinguir con tanta facilidad -más bien, con ninguna-, era la edad que tenían esos seres, más concretamente, los vampiros. Por eso cuando le dijo que sus familiares murieron cuando era muy pequeña, se quedó un tanto bloqueada. Normalmente, cuando se imaginaba una conversación con un vampiro, suponía que se toparía con una criatura fría y sin demasiados sentimientos... Con alguien que no guardaba recuerdos acerca de su vida humana, y mucho menos de sus padres. Aquello la hizo plantearse que realmente estaba hablando con una vampiresa joven, una neófita... aunque su concepto de neófita la hacía dudar. No parecía tan sanguinaria como en los relatos de terror, desde luego. Sonrió amigablemente ante sus palabras y agitó la mano derecha, como para restarle importancia al asunto. - Encantada de conoceros, Reika... Y gracias por vuestras palabras. Es duro, ciertamente, pero algún día lo superaré... Después de todo, apenas los conocí. También murieron cuando era un bebé... ¿Aún los recuerdas? -Aquella pregunta casi podría decirse que se le escapó. Le estaba preguntando la edad vampírica de forma sutil. La real parecía evidente... Pero le picaba la curiosidad. ¿Cómo era eso de vivir miles de años? ¿Cuántas cosas maravillosas podría ver un vampiro?
No sabía bien como contestar a su siguiente pregunta. ¿Debería considerar que su abuela estaba viva o no? Su cuerpo había muerto hacía mucho, pero podía seguir hablando con ella diariamente, aún así, viva, lo que se dice viva, no estaba. Se encogió de hombros y negó con la cabeza. - Más o menos. Técnicamente estoy sola. Toda mi familia cercana ha muerto... Pero bueno, digamos que aún tengo muy presente a uno de mis familiares cercanos... Casi podría decirse que hablo con ella todos los días... -Soltó una carcajada. Desconocía si la vampiresa sabía o no acerca de su condición sobrenatural, pero no sería ella quien se delataría a sí misma. Podía ser confiada y algo temeraria, pero no era estúpida. - Mis sirvientes son, en cierto modo, mi familia. Cuidan de mi, me ayudan a continuar y me dan buenos consejos que no suelo seguir... Lo que hacen las chicas de mi edad, supongo. -Dibujó una cálida sonrisa, mordiéndose la lengua ante la siguiente pregunta que quería lanzar. ¿Y ella? ¿Tenía ella familiares aún? Había tantas posibilidades que no sabía por cuál decidirse.
Lo que no era capaz de distinguir con tanta facilidad -más bien, con ninguna-, era la edad que tenían esos seres, más concretamente, los vampiros. Por eso cuando le dijo que sus familiares murieron cuando era muy pequeña, se quedó un tanto bloqueada. Normalmente, cuando se imaginaba una conversación con un vampiro, suponía que se toparía con una criatura fría y sin demasiados sentimientos... Con alguien que no guardaba recuerdos acerca de su vida humana, y mucho menos de sus padres. Aquello la hizo plantearse que realmente estaba hablando con una vampiresa joven, una neófita... aunque su concepto de neófita la hacía dudar. No parecía tan sanguinaria como en los relatos de terror, desde luego. Sonrió amigablemente ante sus palabras y agitó la mano derecha, como para restarle importancia al asunto. - Encantada de conoceros, Reika... Y gracias por vuestras palabras. Es duro, ciertamente, pero algún día lo superaré... Después de todo, apenas los conocí. También murieron cuando era un bebé... ¿Aún los recuerdas? -Aquella pregunta casi podría decirse que se le escapó. Le estaba preguntando la edad vampírica de forma sutil. La real parecía evidente... Pero le picaba la curiosidad. ¿Cómo era eso de vivir miles de años? ¿Cuántas cosas maravillosas podría ver un vampiro?
No sabía bien como contestar a su siguiente pregunta. ¿Debería considerar que su abuela estaba viva o no? Su cuerpo había muerto hacía mucho, pero podía seguir hablando con ella diariamente, aún así, viva, lo que se dice viva, no estaba. Se encogió de hombros y negó con la cabeza. - Más o menos. Técnicamente estoy sola. Toda mi familia cercana ha muerto... Pero bueno, digamos que aún tengo muy presente a uno de mis familiares cercanos... Casi podría decirse que hablo con ella todos los días... -Soltó una carcajada. Desconocía si la vampiresa sabía o no acerca de su condición sobrenatural, pero no sería ella quien se delataría a sí misma. Podía ser confiada y algo temeraria, pero no era estúpida. - Mis sirvientes son, en cierto modo, mi familia. Cuidan de mi, me ayudan a continuar y me dan buenos consejos que no suelo seguir... Lo que hacen las chicas de mi edad, supongo. -Dibujó una cálida sonrisa, mordiéndose la lengua ante la siguiente pregunta que quería lanzar. ¿Y ella? ¿Tenía ella familiares aún? Había tantas posibilidades que no sabía por cuál decidirse.
Ainariell K. Ivánov- Hechicero Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Noté cierta ambigüedad en su respuesta. Una persona no tan atenta hubiera creído en eso como su verdad, y su forma de hablar ayudaba notablemente a conseguir ese efecto, pero por alguna razón no me pareció algo completamente cierto. Aparentemente no era una mentira, pero sentí una mínima dificultad en su expresión. Eran detalles que mi ocio vampírico me había permitido notar a medida que pasaba mi eterno tiempo de vida, y que de cuando en cuando agradecía por los descubrimientos que me permitían hacer.
Sin embargo, no se lo hice notar. ¿Quién lo habría hecho, de todas maneras? ¿Ganarse un enemigo gratis? ¿Para qué? ¿Qué necesidad había considerando el ambiente? Sonreí levemente aprovechando que no me miraba y retomé la calma progresivamente, disipando aquellos recuerdos que sólo eran eso y nada más para mí ahora. Suspiré aunque no necesitaba aire y volví a sonreír pendiente de lo que la joven me había contado, dispuesta a expresarme también.
- Sí, los recuerdo, aunque vagamente. Era muy pequeña cuando murieron. – Comenté, viniendo a mi mente algunas imágenes un tanto borrosas de ambas figuras, pero que igual eran descriptibles e identificables para mí al ser la mayor de las dos hermanas. Me moví un poco para poder contemplarle mejor, y dar la impresión de que mi atención estaba centrada en ella para realzar lo que iba a decirle después – Me alegra que cuente con el apoyo de otros, así todo se hace más llevadero y da la impresión de que la vida puede ser mejor. – Alcé mi cabeza un poco y mi cuello tronó – Yo viví el luto en soledad, teniendo que salir adelante por mí y por mi hermana. Pero pasaron tantas cosas…- me interrumpí sola porque una carcajada se me escapó. Aparentemente no había por qué reírse de que tus padres murieran en un incendio, que tuvieras que vivir en un orfanato hasta que te adoptó un repugnante viejo que te violó por casi diez años; pero me sentía extrañamente feliz. Y eso me daba un poco de miedo. Y más risa.
Siento la demora y el tamaño u.u
Sin embargo, no se lo hice notar. ¿Quién lo habría hecho, de todas maneras? ¿Ganarse un enemigo gratis? ¿Para qué? ¿Qué necesidad había considerando el ambiente? Sonreí levemente aprovechando que no me miraba y retomé la calma progresivamente, disipando aquellos recuerdos que sólo eran eso y nada más para mí ahora. Suspiré aunque no necesitaba aire y volví a sonreír pendiente de lo que la joven me había contado, dispuesta a expresarme también.
- Sí, los recuerdo, aunque vagamente. Era muy pequeña cuando murieron. – Comenté, viniendo a mi mente algunas imágenes un tanto borrosas de ambas figuras, pero que igual eran descriptibles e identificables para mí al ser la mayor de las dos hermanas. Me moví un poco para poder contemplarle mejor, y dar la impresión de que mi atención estaba centrada en ella para realzar lo que iba a decirle después – Me alegra que cuente con el apoyo de otros, así todo se hace más llevadero y da la impresión de que la vida puede ser mejor. – Alcé mi cabeza un poco y mi cuello tronó – Yo viví el luto en soledad, teniendo que salir adelante por mí y por mi hermana. Pero pasaron tantas cosas…- me interrumpí sola porque una carcajada se me escapó. Aparentemente no había por qué reírse de que tus padres murieran en un incendio, que tuvieras que vivir en un orfanato hasta que te adoptó un repugnante viejo que te violó por casi diez años; pero me sentía extrañamente feliz. Y eso me daba un poco de miedo. Y más risa.
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Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Siempre que le preguntaban acerca de su familia, sentía el impulso de decir la verdad. Decir que ella podía encontrar a los fantasmas de su pasado, de sus familiares ya fallecidos, y traerlos de vuelta al presente. Al menos, a algunos. Nunca había podido dar con sus padres, y suponía que el principal motivo de este hecho, es que apenas si recordaba sus rostros. No les reconocería ni aun queriendo. ¿Sería por eso que no podía recuperarlos? Eran a los seres que más extrañaba del mundo, y a los que más necesitaba... Aunque tener a su abuela la ayudaba enormemente a afrontar el día a día. ¿Que por qué dudaba si decirle a los demás acerca de su capacidad para reencontrarlos con sus seres queridos? Porque pensaba que si usaba esa habilidad para ayudar a los demás, ese vacío que siempre había estado instalado en su pecho, comenzaría a disiparse. Hacer felices a otros siempre le ayudaba a acallar las voces de su conciencia, que hablaban de la posibilidad de que sus padres murieran por proteger su "pequeño secreto". Sabía que la brujería era tan buscada por la Inquisición como a los vampiros. No se diferenciaban tanto, después de todo.
No dudaba que la vampiresa, como todos aquellos seres de la noche, sería perfectamente capaz de guardar un secreto como el suyo al tener ella misma uno incluso más grave. Pero ese no era el caso. ¿Qué necesidad había de mencionar que no era tan humana como aparentaba? Su corazón palpitaba, después de todo. Siempre era bueno tener un as en la manga, aun confiando tanto en aquella mujer de rostro afable y vida eterna. Por el bien de ambas, a ninguna de las dos le convenía mencionar muy seguido en sus conversaciones lo que era. No dudaba que sus conocidos, igual que los de ella misma, sabían de su condición perfectamente. Pero las paredes tienen ojos. Y los jardines, más. Ambas guardarían aquel pequeño secreto, como confidentes que la noche atrajo hacia un mismo punto, sin que antes supiesen nada la una de la otra. ¡Que grandiosas son las casualidades! Acercan almas tan dispares y similares entre sí, que casi resulta una ironía maravillosa. Ella se limitaba a disfrutar de esos momentos, porque, ¿qué sentido tendría tratarlos de controlar? Nunca había estado tan cerca de un vampiro como aquella noche, y se sentía harto satisfecha por el rumbo de su conversación. Parecía mucho más humana de lo que era.
- Entiendo... Supongo que en ese punto somos iguales, mi buena Señora. Venga, acompañadme... Siempre resulta extraño que dos mujeres se queden paradas mucho tiempo en el mismo sitio. No es bueno hacer desconfiar a los demás. Y menos si tenemos algo que esconder, ¿no creéis? - Pasó su brazo alrededor del de la muchacha, evidenciando que no sólo no tenía miedo de ella, sino que abría el camino a una confianza que, por su parte, podía seguir creciendo. - Yo también me alegro de tener cerca a personas en las que confiar... Pero no os creáis, sigue sin ser sencillo. Tus sirvientes siempre serán solo eso. Y es difícil conseguir que te traten como a una más, cuando por su protocolo siempre te hablan de usted... En fin. -Escuchó con atención las palabras de la inmortal, entre contrariada y conmovida. Si bien sonreír ante un hecho tan traumático podía significar que, o bien le daba lo mismo, o que aún le dolía la herida. Cautelosa como siempre, supuso que lo segundo era lo más obvio. - Bueno, pero ahora estáis aquí, al frente de un mundo que se postrará a vuestros pies. Vivir para siempre debe ser una gran carga... pero sumamente divertido. ¿Sería muy atrevido por mi parte si os pregunto cómo es ser inmortal? -Quitó peso al asunto de la familia, cuestionándola por algo que supuso le resultaría más fácil de responder que el hablar de sus familiares fallecidos.
No dudaba que la vampiresa, como todos aquellos seres de la noche, sería perfectamente capaz de guardar un secreto como el suyo al tener ella misma uno incluso más grave. Pero ese no era el caso. ¿Qué necesidad había de mencionar que no era tan humana como aparentaba? Su corazón palpitaba, después de todo. Siempre era bueno tener un as en la manga, aun confiando tanto en aquella mujer de rostro afable y vida eterna. Por el bien de ambas, a ninguna de las dos le convenía mencionar muy seguido en sus conversaciones lo que era. No dudaba que sus conocidos, igual que los de ella misma, sabían de su condición perfectamente. Pero las paredes tienen ojos. Y los jardines, más. Ambas guardarían aquel pequeño secreto, como confidentes que la noche atrajo hacia un mismo punto, sin que antes supiesen nada la una de la otra. ¡Que grandiosas son las casualidades! Acercan almas tan dispares y similares entre sí, que casi resulta una ironía maravillosa. Ella se limitaba a disfrutar de esos momentos, porque, ¿qué sentido tendría tratarlos de controlar? Nunca había estado tan cerca de un vampiro como aquella noche, y se sentía harto satisfecha por el rumbo de su conversación. Parecía mucho más humana de lo que era.
- Entiendo... Supongo que en ese punto somos iguales, mi buena Señora. Venga, acompañadme... Siempre resulta extraño que dos mujeres se queden paradas mucho tiempo en el mismo sitio. No es bueno hacer desconfiar a los demás. Y menos si tenemos algo que esconder, ¿no creéis? - Pasó su brazo alrededor del de la muchacha, evidenciando que no sólo no tenía miedo de ella, sino que abría el camino a una confianza que, por su parte, podía seguir creciendo. - Yo también me alegro de tener cerca a personas en las que confiar... Pero no os creáis, sigue sin ser sencillo. Tus sirvientes siempre serán solo eso. Y es difícil conseguir que te traten como a una más, cuando por su protocolo siempre te hablan de usted... En fin. -Escuchó con atención las palabras de la inmortal, entre contrariada y conmovida. Si bien sonreír ante un hecho tan traumático podía significar que, o bien le daba lo mismo, o que aún le dolía la herida. Cautelosa como siempre, supuso que lo segundo era lo más obvio. - Bueno, pero ahora estáis aquí, al frente de un mundo que se postrará a vuestros pies. Vivir para siempre debe ser una gran carga... pero sumamente divertido. ¿Sería muy atrevido por mi parte si os pregunto cómo es ser inmortal? -Quitó peso al asunto de la familia, cuestionándola por algo que supuso le resultaría más fácil de responder que el hablar de sus familiares fallecidos.
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
No pude no mirarla con algo de reticencia, pero aquello quedó en mis ojos entrecerrados por unos segundos antes de sonreír correspondiendo su iniciativa, aunque la verdad no le encontraba una razón. A mí no me resultaba extraño, no me importaba la aparente desconfianza del resto –no tenía nada que perder, de todas formas-, y yo al menos no tenía nada que esconder aparte del vampirismo. Con esa actitud, la que estaba realmente preocupada de estar allí era ella. El por qué era un misterio, aunque tenía una idea que no era quizás prudente expresar ahora que recién nos estábamos “conociendo”. Aun así respondí con naturalidad, quedándome en silencio para ver, u oír más bien, lo que tenía que decir.
Me encogí de hombros, restándole importancia al tema que venía a continuación; no porque no quisiera responder, sino que porque era algo ya asumido para mí como “natural”, aunque no fuera así en ningún caso.- No, no hay problema en que lo pregunte. Ya llevo un tiempo en esta condición y no me es difícil ni complejo hablar de ello. ¿Cómo es? – Me detuve tras caminar un poco con ella, mirando el cielo.- No sabría cómo explicarlo. Tiene sus ventajas y sus desventajas. – Le comenté tomando una leve pausa antes de continuar – Es genial sentirse más poderoso que el resto, no necesitar respirar, no poder enfermarse…tener habilidades a las que se les puede sacar provecho, pero al mismo tiempo es una carga terrible. – Entrecerré los ojos, más seria que antes – Puedo soportar el no poder salir de día, pero si hay algo que no puedo tolerar es el tener que alimentarme de sangre. Intento beber vino, o suplementos…incluso alimentarme de delincuentes como para no sentirme tan mal al hacerlo, pero suelo aguantar mi sed para no hacer nada de eso. Los efectos son devastadores, y termino sintiéndome peor por las vidas que termino apagando…-cerré los ojos y negué con la cabeza, espabilándome y mirándole luego con un poco de lástima que no era por mí, sino por ella. – Lo siento, no debería hablar temas tan fuertes con tanto detalle. Pero supongo que quedó claro – Sonreí de manera más grata, despejando esas emociones tan incómodas de mi cabeza. - ¿A dónde le gustaría ir? Puedo invitarla a mi mansión para que tome una ducha caliente y así darle ropas nuevas. – Le ofrecí.
Me encogí de hombros, restándole importancia al tema que venía a continuación; no porque no quisiera responder, sino que porque era algo ya asumido para mí como “natural”, aunque no fuera así en ningún caso.- No, no hay problema en que lo pregunte. Ya llevo un tiempo en esta condición y no me es difícil ni complejo hablar de ello. ¿Cómo es? – Me detuve tras caminar un poco con ella, mirando el cielo.- No sabría cómo explicarlo. Tiene sus ventajas y sus desventajas. – Le comenté tomando una leve pausa antes de continuar – Es genial sentirse más poderoso que el resto, no necesitar respirar, no poder enfermarse…tener habilidades a las que se les puede sacar provecho, pero al mismo tiempo es una carga terrible. – Entrecerré los ojos, más seria que antes – Puedo soportar el no poder salir de día, pero si hay algo que no puedo tolerar es el tener que alimentarme de sangre. Intento beber vino, o suplementos…incluso alimentarme de delincuentes como para no sentirme tan mal al hacerlo, pero suelo aguantar mi sed para no hacer nada de eso. Los efectos son devastadores, y termino sintiéndome peor por las vidas que termino apagando…-cerré los ojos y negué con la cabeza, espabilándome y mirándole luego con un poco de lástima que no era por mí, sino por ella. – Lo siento, no debería hablar temas tan fuertes con tanto detalle. Pero supongo que quedó claro – Sonreí de manera más grata, despejando esas emociones tan incómodas de mi cabeza. - ¿A dónde le gustaría ir? Puedo invitarla a mi mansión para que tome una ducha caliente y así darle ropas nuevas. – Le ofrecí.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Sonrió como sonríen aquellos que, pese a guardar un gran secreto que podría cambiar sus vidas para siempre en caso de ser descubierto, no albergaba temor alguno acerca de lo que pudiera, o no, pasarle. No porque le diera lo mismo correr peligro debido a su condición, sino porque era perfectamente consciente de que en algún momento se descubriría y no había nada que ella pudiera hacer para impedirlo. Tarde o temprano a alguien se le escaparía, alguien la vería haciendo algo extraño, o escucharían hablar al peluche que contenía en su interior el alma de su difunta abuela. Sus cuidadores siempre la habían instando a preocuparse por los problemas cuando ya han llegado, porque no tenía sentido pensar en algo que aún no ha ocurrido, y que no sabes si va a pasar o no con certeza. Ella lo aprendió, y siempre lo ponía en práctica. Cuando llegara el momento idearía algún plan que pudiera librarla de la cárcel o de la hoguera. Pero hasta entonces, practicaría su magia sin miedo, segura de que no hacía nada malo y de que podía ayudar a los demás con ella. Al menos, mientras fuese capaz de controlarla. Una vez se prometió que si algún día ponía a alguien en peligro o le causaba daño a un ser querido, sería ella misma quien se entregase a las autoridades pertinentes. Y no dudaría ni un segundo. Pero siempre era mejor no adelantar acontecimientos, ¿no? De momento era inocente, y no había motivos para que nadie pensara lo contrario. Y podría ser confiada, pero no era estúpida. Sabía que la vampiresa no diría nada, pero tal vez a ella sí la encontrasen. Y las personas en peligro hacen lo que sea para salvarse.
Escuchó con atención las palabras de la joven vampiresa. Siempre había mostrado mucho interés por los seres como ella. Le inquietaban cosas de ellos tales como, ¿de qué manera funcionaban sus cuerpos, si su corazón no latía?, ¿realmente no necesitaban respirar?, ¿cómo funcionaba su cerebro si estaban realmente muertos? Y lo que más le interesaba: ¿nunca habían tratado de idear una manera de poder volver a salir a la luz del Sol? Eran muchos, y suponía que todos echaban de menos el calor de los rayos de Sol incidir sobre sus cuerpos. Sin duda, si a ella en algún momento la convirtieran, lo echaría muchísimo de menos. Las tardes de lectura tumbada en el césped bajo un cielo azul eran de sus favoritas. Sin embargo, apreció en el semblante y el tono de voz de la mujer, que ser vampiro era mucho más doloroso de lo que parecía en primera instancia. Nunca se le había ocurrido que albergasen remordimientos por sus "víctimas"; quizá porque conservaba aquella idea romántica de que podían beber un poco, sin acabar del todo con ellos. Acarició el brazo de la mujer con dulzura, a fin de transmitirle un poco de... ¿comprensión? Podía comprender el dolor, el remordimiento, aunque ni de lejos podía entender lo que era ser vampiro. Ambas lo sabían, aunque esperaba que el gesto sirviese para algo.
- Oh, no os disculpéis... fui yo quien preguntó, después de todo. Disculpadme por preguntar cosas indebidas... Aunque si os sirve de algo, yo creo que acabar con seres como violadores o asesinos es más noble que otra cosa. Además de que no me parece un crimen sin motivo beber sangre... No sé, es vuestro alimento. No podríais sobrevivir de otra forma. Los humanos comemos animales. Tampoco es demasiado diferente. No sé. Supongo. -Sacudió la cabeza y sonrió de forma afable. - Ya, paro. Soy demasiado pesada. No tenía planeado ir a ningún sitio así que... ¡Claro! Sería un placer poder acompañaros si no es molestia. Así me dará tiempo a pensar una disculpa formal para mañana. Muchas gracias, mademoiselle. Realmente sois muy amable. -Y volviendo a agarrar su brazo, comenzó a caminar, aun sin tener ni idea de hacia dónde se dirigían.
Escuchó con atención las palabras de la joven vampiresa. Siempre había mostrado mucho interés por los seres como ella. Le inquietaban cosas de ellos tales como, ¿de qué manera funcionaban sus cuerpos, si su corazón no latía?, ¿realmente no necesitaban respirar?, ¿cómo funcionaba su cerebro si estaban realmente muertos? Y lo que más le interesaba: ¿nunca habían tratado de idear una manera de poder volver a salir a la luz del Sol? Eran muchos, y suponía que todos echaban de menos el calor de los rayos de Sol incidir sobre sus cuerpos. Sin duda, si a ella en algún momento la convirtieran, lo echaría muchísimo de menos. Las tardes de lectura tumbada en el césped bajo un cielo azul eran de sus favoritas. Sin embargo, apreció en el semblante y el tono de voz de la mujer, que ser vampiro era mucho más doloroso de lo que parecía en primera instancia. Nunca se le había ocurrido que albergasen remordimientos por sus "víctimas"; quizá porque conservaba aquella idea romántica de que podían beber un poco, sin acabar del todo con ellos. Acarició el brazo de la mujer con dulzura, a fin de transmitirle un poco de... ¿comprensión? Podía comprender el dolor, el remordimiento, aunque ni de lejos podía entender lo que era ser vampiro. Ambas lo sabían, aunque esperaba que el gesto sirviese para algo.
- Oh, no os disculpéis... fui yo quien preguntó, después de todo. Disculpadme por preguntar cosas indebidas... Aunque si os sirve de algo, yo creo que acabar con seres como violadores o asesinos es más noble que otra cosa. Además de que no me parece un crimen sin motivo beber sangre... No sé, es vuestro alimento. No podríais sobrevivir de otra forma. Los humanos comemos animales. Tampoco es demasiado diferente. No sé. Supongo. -Sacudió la cabeza y sonrió de forma afable. - Ya, paro. Soy demasiado pesada. No tenía planeado ir a ningún sitio así que... ¡Claro! Sería un placer poder acompañaros si no es molestia. Así me dará tiempo a pensar una disculpa formal para mañana. Muchas gracias, mademoiselle. Realmente sois muy amable. -Y volviendo a agarrar su brazo, comenzó a caminar, aun sin tener ni idea de hacia dónde se dirigían.
Ainariell K. Ivánov- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2013
Edad : 29
Localización : Escondida en mi burbuja
Re: Under the rain everything looks better. | Priv. Reika
Volví a negar con la cabeza ante su disculpa, agradeciendo con la mirada aquel ligero roce que intentaba y lograba actuar como una señal de apoyo a mi situación. Amplié mi sonrisa aunque se viera ésta más lastimera que antes, sabiendo la buena intención de sus declaraciones y pensando en lo que me decía, y que no dejaba de tener razón. A veces se necesitaba un punto de vista completamente distinto para poder ver las cosas desde otro ángulo que podía cambiar la impresión de las cosas.- No, está bien…yo también tenía las mismas dudas al conocer a los vampiros. – Comenté – Y sé que la sangre es nuestro alimento…pero duele mucho el privar a alguien de su vida para ese objetivo. Sé que no se compara tampoco, pero es similar a lo que ustedes hacen con los animales, sí…supongo que ese sería un buen consuelo. – Me encogí de hombros algo más sonriente, dejando que cogiera mi brazo para seguir caminando por las calles parisinas – No es una molestia, por algo se lo estoy ofreciendo. Y si desea, yo puedo acompañarla a su residencia y aceptarán cualquier excusa que diga, por muy tonta que sea – La idea de persuadirlos con una mera mirada para que no se preocuparan por ella pasó por mi mente y se quedó allí con una sonrisa traviesa, eso hasta que vi un carruaje en una esquina, con su chofer esperando en posición vigilante. Iba a mostrarle a Ainariell las ventajas de ser lo que era.
- Iremos en ese carruaje. Sígame la corriente. – Le dije y me acerqué al chofer con el porte de clase alta que imitaba de forma burlesca en el burdel pero que había terminado por aprender, buscando su mirada. – Vamos a casa. – Dije con tono firme, empleando mi Seducción para desconcentrarlo y mi Persuasión para dar la orden, cediendo el hombre de mediana edad sin problemas.- “Como usted ordene, Madame Reika” – Dijo éste abriéndonos la puerta y ayudándonos a ingresar, sonriendo triunfante y acomodándome en el cómodo terciopelo antes de que los caballos iniciasen su marcha. – En unos veinte minutos estaremos en casa – le dije mirándole, cruzando mis piernas.
Pasaron un par de minutos en que comentamos cosas intrascendentes relacionadas con el carruaje y la ubicación de mi mansión, hasta que cierta circunstancia volvió a pasar por mi mente con la intranquilidad y la necesidad de ser satisfecha.- Madame Ainariell…tomándome la libertad de ser impertinente…me gustaría preguntarle algo por mera curiosidad. – Esperé a que me diera la venia y actué – Usted estaba controlando la lluvia, ¿no es así?
- Iremos en ese carruaje. Sígame la corriente. – Le dije y me acerqué al chofer con el porte de clase alta que imitaba de forma burlesca en el burdel pero que había terminado por aprender, buscando su mirada. – Vamos a casa. – Dije con tono firme, empleando mi Seducción para desconcentrarlo y mi Persuasión para dar la orden, cediendo el hombre de mediana edad sin problemas.- “Como usted ordene, Madame Reika” – Dijo éste abriéndonos la puerta y ayudándonos a ingresar, sonriendo triunfante y acomodándome en el cómodo terciopelo antes de que los caballos iniciasen su marcha. – En unos veinte minutos estaremos en casa – le dije mirándole, cruzando mis piernas.
Pasaron un par de minutos en que comentamos cosas intrascendentes relacionadas con el carruaje y la ubicación de mi mansión, hasta que cierta circunstancia volvió a pasar por mi mente con la intranquilidad y la necesidad de ser satisfecha.- Madame Ainariell…tomándome la libertad de ser impertinente…me gustaría preguntarle algo por mera curiosidad. – Esperé a que me diera la venia y actué – Usted estaba controlando la lluvia, ¿no es así?
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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