¿No es la vida cien veces demasiado breve para aburrirnos? | Eslatan.

por **Sabine Scheftel** Mar Jul 23, 2013 7:40 pm

Aunque tiene al frente una taza de café y un libro a medio leer, la luz del sol se cuela y parece llamarla a que deje aquel sofá en el que lleva varias horas. No ha escrito más de dos líneas, no ha leído ni tres páginas y no ha, tampoco, bebido ni la mitad de aquel líquido que suele ser el único acompañante en los fines de semana. Los gritos de su tía hacen eco en toda la casa, maldice a sus padres, maldice su vida y maldice en voz alta al destino por llevarla a terminar encerrada en ese lugar. Malditos todos que se ríen de ella y de su locura, porque lo tiene claro, está loca o va a estarlo pronto gracias a la mujer que ahora tiene al frente y que vuelve a alzar la voz y a gritarle incoherencias.

Cuando se levanta, la mesa y todo lo que sobre ella estaba es arrojada tan lejos que el sonido que produce logra el silencio que tanto estaba deseando. Aquella anciana la mira con ojos desorbitados, como si no pueda reconocerla o como si fuera justo aquello lo que ha esperado que suceda. Antes de que las palabras comiencen a salir desde esa boca que más se asemeja a las fauces de un animal, toma su abrigo y camina hasta salir de la casa. El frío le golpea en el rostro y es extraño, hasta ese entonces no había notado que el atardecer ya estaba ahí y que el color anaranjado del cielo se debía a que el sol ya planea abandonarla.

Sabine jamás sonríe pero hoy lo hace. Cierra los ojos y toma una respiración profunda antes de dar un paso más. Cada paso no es tan sólo un modo de alejarse de todo, es también una señal de que avanza, aún cuando aquello verdaderamente le importe muy poco. Sus zapatos golpean las piedras de esa calle, comienza a caminar más rápido y mira hacia atrás temiendo que su tía hubiese enviado a alguien por ella. Cuando por fin llega a una esquina su respiración está agitada y las manos le tiemblan, sabe de inmediato que no está sola pero no es su mayor preocupación por ahora. Muchas sombras la rodean, es cierto, pero una en particular llama su atención.

¿Qué sigue entonces? Hablarle y quizás encontrar algo que la distraiga un poco. Pero eso sería lo que alguien más haría. Sabine se cruza de brazos y mira al suelo, tiene el pelo trenzado que cae a un lado y el vestido que se arrastra llenándose del polvo de ese oscuro callejón. Nada en ella es atractivo, nada llama la atención, podría pasar por una pordiosera más para aquellos que no tienen los ojos entrenados para notar la diferencia. Un susurro se escucha desde sus labios y aunque al comienzo es apenas audible luego toma fuerza. — Siete, ocho, nueve, diez… — los números continúan y también la duda de por qué o más bien, qué es lo que cuenta.

por **Eslatan Pilligram** Mar Jul 23, 2013 8:13 pm

Hacia tiempo que el chico estaba encerrado en la mansion. Esa tarde habia juntado valor para escaparse y estirar las piernas, hacer algo para cortar con la monotonia de la rutina. Habia pasado una agradable tarde caminando sin destino, por la calles paricinas, pero las horas de sol se acababan y con ellas, su tiempo de libertad. Devia volver y pronto, pero culpa de caminar sin destino, descubrio que estaba perdido.
Justo vio caminar a una joven, que parecia alterada mirando repetidamente hacia atras, como si alguien la persiguiera. Le parecio extraño que esa pordiocera se preocupara por algo, ¿acaso tenia algo mas para perder? Entonces su cerebro, lo ilumino con una respuesta. Esa muchacha claramente no era lo que aparentaba. Decio acercarse a ella y conseguir algunas indicaciones.

Escucho que estaba contando. Se aclaro la voz, para anunciar su presencia y esclamo,

-Disculpe, señorita...

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