''No te encierres en ti mismo'' [Czeslaw Woodruff]

Había sido una fría y húmeda noche, la lluvia no parecía cesar nunca y el bosque apenas le había dado el cobijo que necesitaba para mantenerse seco. Obviamente apenas fue capaz de dormir y tuvo que mantenerse durante horas hecho un ovillo al pie de un árbol esperando que el agua le diera un respiro y pudiera marcharse de allí sin acabar empapado. Espero y espero, hasta que por agotamiento cayo de cansancio, abrazado a sus cosas mientras poco a poco su cuerpo se iba empapando más y más.

El cómo acabo en esa situación es bastante simple, debido a que es buscado por la ley y por la inquisición debe de cambiar de lugar a diario. En ocasiones ha tenido que buscar refugio varias veces durante el mismo dia. El dia anterior había ido al bosque a recoger sus cosas para dirigirse a otro lugar más seguro ya que amenazaba con llover. Sin embargo, y como es evidente no fue capaz de irse del bosque por la intensa lluvia que cayó repentinamente, viéndose obligado a permanecer ahí para no acabar cogiendo un resfriado.

Ya ni sabía qué hora era, sentía el frio calar sus huesos y toda su piel mojada debido al agua que penetro sus finas ropas ahora empapadas. Tiritaba y se mantenía abrazado a si mismo intentando mantener el calor, sabiendo que a este paso o moría congelado o de un resfriado al día siguiente. Alzo el rostro viendo la incesante lluvia caer, las oscuras nubes le impedían saber si eran las 5 de la mañana o las 6, o quien sabe quizá eran las 11 ya. Odiaba la lluvia, sobretodo cuando no podía verla a través de una ventana.

- porque siempre llueve cuando no tengo donde esconderme… - se quejó, mirando al cielo aun a sabiendas de que nadie le respondería.

Fue entonces cuando el sonido de un violín le hizo reaccionar, dirigiendo su mirada hacia la fuente de tan magnifica melodía. Se trataba de una mujer de alta cuna, o eso indicaba sus vestimentas y apariencia. Czeslaw tenía dos opciones, levantarse y robarle o aprovecharse de ella para conseguir un techo donde cobijarse, cambiarse, calentarse y librarse del inminente resfriado o muerte que tendría de seguir ahí tirado.

Se quedó pensando unos segundos antes de decidirse por algo, hasta que finalmente intento ponerse de pie para acercarse a ella. Pero llevaba toda la noche en esa misma posición y a causa del frio tenía todo el cuerpo agarrotado, siéndole bastante doloroso el mover siquiera el brazo. Entonces se le cayó el saco al suelo, generando algo de ruido al caer sobre un sucio charco, comenzando a mojarse sus pertenecías - ¡no! – exclamó, percatándose segundos después de que la chica le había oído y se acercaba lentamente a él. No dijo nada, sólo le miro entre temblores a la espera de ver que tenía intención de hacer.