¿Y si le damos una chance al corazón? (Jason)

por Sweet Von Teese* Dom Jul 28, 2013 11:02 pm

Era de noche, no muy tarde aun como para poder apreciar la luna a lo lejos, pero si lo suficiente como para poder contemplar a simple vista el magnifico cielo que los congregaba esta noche bajo su manto. La gente caminaba tranquila como cualquier noche de viernes, todos felices y complacidos de tener el fin de semana libre para disfrutar sin compromisos.

Ellos dos, reían risueños, algún comentario había llevado a tener una conversación amena durante la cena, el vino se había servido en sus copas y los platos que habían degustado eran complacientes. Estaban saliendo del lugar, felices de haber disfrutado de un buen momento. Y ahora que venia? se pregunto Sweet, posiblemente él pediría un coche para acercarla a su casa... o a la de él. Dependiendo de la situación. En cambio el tomó su mano y emprendieron camino por la calle del restaurante rumbo norte.

Todo había empezado el día jueves cuando en la casa de acogidas donde vivía había llegado una amiga muy feliz con una carta en su mano, saltado hasta ella se la entregó y Sweet sin entender mucho que pasaba se sorprendió sintiendo miedo que esa carta fuera con malas noticias desde su casa. Temía a las cartas, generalmente era para comentar cosas malas. Esta por el contrario venia a cambiarle su percepción.

La carta provenía de un estudio de abogados del centro de París, la dirección era la correcta y se sorprendió al notar su verdadero nombre en ella "Heather Von Teese".- Que rayos...- su boca se cerro al abrir la carta y notar que al final de la misma aparecía "Jason" con una solemne caligrafía, casi parecía reflejarlo a él en la misma.
Era una invitación formal para una cena juntos. Su corazón no dejó de palpitar por al menos unos 10 minutos de forma feroz. Abrazó a su amiga y ambas saltaron de la emoción, cosas buenas estaban pasando. Parecía una adolescente, estaba muy emocionada y se puso a fantasear su vestimenta para esa noche, solo faltaba la confirmación de ella y presentarse esa noche a las 21 horas en el restaurante que le sonó como el Palacio Royal.

Su amiga la ayudo a buscar un bello atuendo para la ocasión, algo que no la hiciera parecer desesperada y que a la vez mostrara parte de su figura, para monjas estaba la Iglesia y desde ya que no pertenecía a esa gente. Muy lejos estaba de la realidad. Optó por un vestido sutil, negro, con corset que marcaba la cintura y disimuladamente hacia resaltar sus pechos bajo el encaje del cuello. Era un vestido prestado porque ella no poseía ninguno como para poder asistir a un restaurante, en su vida había comprado estos atuendos y solo gastaba dinero en ropa interior nueva o algún saco largo con polleras que era lo único en lo que se animaba a gastar su sueldo.

Cuando lo vio sentado en el restaurante, en una mesa solo para ellos dos se sintió eufórica, no podía creerlo y a pesar de todo el nerviosismo acumulado optó por ser lo mas tranquila posible y disimularlo al máximo.

Ahora, después de caminar unas pocas cuadras, estaban ante el bello umbral del jardín botánico. Siempre pasaba por allí y nunca le había prestado atención como esta noche, que bello se veía, unas pocas farolas iluminaban su interior, plantas por doquier adornaban el bello paisaje que este presentaba a pesar de estar en épocas otoñales. Parecía que las hojas amarillentas, marrones y algunas verde oscuro brindaban un sinfín de colores que amenizaban y combinaban uno con otro.

Lo miro a sus verdes ojos mientras estos estaban tomados de la mano frente a la entrada.

por **Jason Schwaitzen** Vie Ago 16, 2013 1:48 pm

Los gruesos libros de leyes y los papeles con solicitudes habían sido dejados de lado en el escritorio, formando un par de torres en las esquinas más alejadas del mueble hecho con madera de roble que había comprado hace ya una buena cantidad de años cuando no era más que un joven ilusionado con triunfar. Y lo había conseguido. Tenía una residencia muy bien ubicada, con todo lo que siempre soñó tener, y todo eso lo había obtenido haciendo lo que le gustaba más. ¿Qué más se podía pedir? ¿Qué más podía pedir un hombre así de exitoso, con un futuro laboral más esplendoroso aún?

Aquel papel que hace nada había terminado de firmar con su pluma de tinta negra y elegante manuscrita. Su corazón y su mente aún debatían de forma encarnecida en su interior por la decisión que había tomado, y seguramente el enfrentamiento continuaría por largo rato hasta encontrar algún tipo de respuesta. ¿Cómo mediar entre dos motivos tan fuertes? ¿Arriesgarse a amar con una bestia sanguinaria en sus recuerdos? Se proyectaba tanto que el sólo hecho de imaginar aquel cuerpo ensangrentado y sin vida no le dejaba dormir. Y por eso estaba allí, sentado en el sofá de cuero que era su única compañía en esas noches frías. Pero no quería que fuera la única compañía.

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Se colocó la corbata frente al espejo de su habitación, y se dio cuenta que estaba contento, ilusionado. Como un niño que despierta en el día de su cumpleaños o en la Navidad. Aquella expresión sonriente no se iba de su cara, y el haber intentado ponerse más serio sólo le produjo una carcajada mayor. Aquella felicidad contagiaba toda la residencia, y los criados parecían trabajar con fuerzas renovadas. Era increíble cómo una sonrisa de labios pintados podía causar tanto efecto en un hombre, y eso era lo que se preguntaba estando frente al jardín botánico, con un pétalo de rosa abrazado por su mano derecha y mirando aquellos ojos que le tenían prendido como una bola de estambre a su forma felina más pequeña. Finalmente, la corbata quedó encima de su cama. Se sentía más libre con el traje que había escogido para la ocasión.

La habían pasado de maravilla, aprovechando de conocerse un poco más con palabras más que con movimientos de sus bocas y sus cuerpos, lejos de una cama. El restaurante escogido era de los tres mejores de la ciudad, y no defraudó. Una brillantez culinaria sin igual que incrementaba la felicidad del corazón de los dos, que no se molestaron en caminar en vez de recurrir a los servicios de una carroza sin rumbo fijo, hasta que se dieron cuenta que estaban cerca del jardín. El tiempo volaba para Jason junto con ella, y con eso su corazón tomaba ventaja. Pero aún estaba ese maldito problema…

- Esta noche jamás hubiera sido tan maravillosa con otra persona, Madame Sweet. – Había decidido esconder el nombre de ella como respeto al secreto que la aludida tenía con éste, desconociendo los motivos del por qué, pero no indagó más en ello. Era curioso, pero no era del tipo de gente insistente y molesta. O al menos eso creía él. – Usted es una estrella que ha descendido del cielo a juntarse con este mortal. – Le dijo sonriendo, animándole a caminar hacia el interior, para que ambos se deleitasen con el hermoso paisaje que les esperaba. Llegaron hasta una laguna, y como si fuera algo planeado mágicamente, estaba tan limpia que las estrellas se reflejaban en el agua. El abogado observó el cielo, y se quedó en silencio, inmerso en aquel dilema tan fuerte que tenía a la dama al lado suyo como protagonista.

Siento haberme tardado tanto, espero te guste.

por Sweet Von Teese* Mar Sep 10, 2013 10:57 pm

Off Rol: No me mates Jason, me tarde muchisimo, discúlpame tu u.u

Los brazos del galante hombre la habían conducido al interior del Jardín Botánico, un bello territorio que podía coronar a la bella París. Digno totalmente de su belleza que ahora se entremezclaba con la belleza de los ojos del hombre que caminaba junto a ella. Podía ser un hombre tan cortes? De pronto notó que si bien había estado con muchos hombres en su vida, no había tenido la necesidad de volver a ver a ninguno de ellos, y mucho menos para mantener una charla como si de amigos de toda la vida se tratara. Ella no solía salir a comer por ahí con nadie ni se vestía o maquillaba mas que para el trabajo o por gusto alguna que otra vez.

Como si un disparo la hubiera atravesado, dentro de ella se desató un shock al darse cuenta de estas cosas que parecerían nimias y sin sentido pero que para ella eran algo notable, un cambio personal que la dejaba anonadada. Pronto notó que hace mucho tiempo no se daba el permiso de abrir su corazón así como ahora. De sentir las vibraciones internas cuando Jason tocaba su mano conduciéndola hacia el interior del Jardín, mas allá de todo sueño este era muy real. El paisaje nocturno, algo que no conocía, se había vuelto un profundo lago que se mostraba ante ellos reluciente como un espejo y reflejando la belleza de la noche en el mismo.

Él observaba el cielo inmenso sobre el, y una estela se posicionó en sus ojos cuyas pupilas parecían deliberadamente dilatarse en forma vertical dándole una bella apariencia felina, y no pude mas que reírme de mi misma al entender que mi imaginación ya no tenia mas limites, estaba colapsada por mis sentimientos, o requería de anteojos porque era muy extraño lo que había creído ver en ese momento. Al verlo en tal ensoñadora posición acaricié sus mejillas con el dorso de la mano, delicadamente. Era enternecedor hacerlo, verlo tan entero y seguro de si mismo daba la impresión de inalcanzable en un primer momento y luego de una noche de pasión esta idea seguía latente de alguna forma.

-Me encanta este lugar Jason - di un espacio mientras se asentaba esta afirmación y después volviendo a mis conjeturas que venia haciendo desde la tarde concluí -La verdad que no me esperaba tu invitación, estaba realmente sorprendida cuando la recibí, me... me gustó - aventuré mientras observaba como su mirada volvía al mundo terrenal una vez mas y le sonreí.

por **Jason Schwaitzen** Dom Sep 22, 2013 9:41 pm

La abogacía es conocida por una de las profesiones más desgastantes producto del nivel de concentración y dedicación que tiene. Devorarse libros y leyes, preparar y ejecutar defensas, acusaciones e investigaciones; movilización constante entre tribunales y entre otros sitios como la policía y el tan lamentable “sitio del suceso”, y una serie interminable de otros trámites hacían el actuar del abogado mucho más complejo de lo que debía; pero las recompensas eran enormes, y al menos para Jason, valían la pena el esfuerzo que en sí ya era menor debido a su “particularidad”. Por eso podía darse gustos como los que se daba: ir a beber un trago a un bar sin preocuparse de lo que tenía que hacer al día siguiente, conocer a una bella mujer de forma bastante candente, y ahora estar junto con ella frente a la oscuridad de la noche en una auténtica cita. Lástima que no podía darse todos los gustos que quería, por motivos tan fuertes que continuaban golpeándole el pecho a pesar de su semblante tranquilo en aquel momento.

Sintió su garganta vibrar con esa caricia, empezando a luchar contra sus impulsos felinos para que ese ronroneo no se hiciera más fuerte y llegase a preocupar –o peor aún, ahuyentar- a aquella damisela a su lado. Hace tiempo que no ronroneaba por acción de otra persona en su forma humana – y es que en su forma felina menor era tan irresistible que pasaba de regazo en regazo -, por lo que la contienda fue difícil, mas no imposible. Después de que le habló ya se había relajado lo suficiente como para voltearse y devolverle aquella hermosa sonrisa con una propia, incluso pudiendo responderle con su mirada ya estabilizada – Este jardín es muy frecuentado por parisinos y extranjeros, sobretodo por parejas. –Intentó que ese detalle pasara desapercibido- Me alegra que le haya gustado, creo que una persona como usted se merece cosas así. De hecho me extraña que no haya tenido alguna relación antes, con lo hermosa y fantástica que es. – Le cortejó infaltable y eficiente, ampliando ligeramente su sonrisa.- ¿Qué desea hacer ahora? Permítale a este humilde servidor complacerle dentro de sus posibilidades. – Y si no las tenía, él las construiría. Eso hasta que su animal interviniera.

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