Cuando la leche es amarga... [Alicia Alarcón]

- Eztoz zapatoz no zon de mi talla.
- ¡Pero si son comodísimos! Deje que se los pruebe con mis expertas manos, verá como cabe.
- ¡Zi digo que no, ez que no, eztafador!
- "Le dijo el niño al maestro".
- ¡¿Cómo...?! ¡Zerá al revéz!
- ¿Estás seguro, Rata?
- ... ¡Zurcoz! ¡Di algo!
- Grrmmm...
- Tsk, qué va a dezir un mudo.
- Le cortaron la lengua, Rata. No es mudo. ¡Pero decídete! ¿Te los llevas o no?
- ¡Arg! ¡Eztá bien! Pero con el 50% del prezio.
- 80.
- 60.
- 85.
- 90.
- ¡Hecho!
- ¿...? ¡MALDIZIÓN!

Las estafas en el mercado de los gitanos eran tan comunes como las capas viejas y los calcetines harapientos. Si uno no quería ser estafado no tenía que dejar hablar a su vendedor: de lo contrario... bueno, Rata era un buen ejemplo, y Grey se divertía viéndolo fracasar a la hora de regatear con un gitano el cual parecía conocerle. Sentado sobre un grupo de cajas de madera y con una manzana en la mano, observaba desde las alturas el mercado, tan vivo y ajetreado como siempre. Las tiendas eran pequeñas y poco llamativas, pero los aparejos, ropa y demás mercancías que mostraban sobre sus telas eran maravillas que tuvieron mejores tiempos, eso sin duda.
Le dio un mordisco a la manzana y saboreó el zumo que desprendió por su barbilla. El por qué de su presencia en aquel mercado no era vender, ni siquiera comprar. Sus intenciones eran claras tanto para él como para sus "compañeros", Rata y Surcos, que se afanaron en volver junto a su jefe.

- Eztaz botaz me van pequeñaz.
- No haberlas comprado - se mofó Grey con su eterna sonrisa.
- Ya ya... en fin... ¿a qué ezperamoz?
- A eso - señaló el licántropo con la mano de la manzana, levantando un poco la capa que llevaba.

De una casucha cercana una mujer cubierta de polvo, hollín y con los cabellos más grasientos que jamás se hayan visto despedía con una sonrisa torcida y una mano mohosa a un hombre que se escondía entre las sombras. Su cara no quedó al descubierto a causa de las sombras de su capucha, pero por encima de la rancia sudor y el olor de las hierbas al quemarse, Grey pudo captar el aroma de su objetivo. Su sonrisa se torció levemente, satisfecho por la espera.

- Seguidle. Yo me encargo de la mujer.

Sus secuaces no respondieron: tenían claro su objetivo y no lo dejarían escapar. Se metieron entre las tiendas y la gente, perdiéndose de vista. Grey por su parte bajó de un salto del montón de cajas, dio otro mordisco a la manzana y se acercó a la puerta de la mujer. Tras llamar tres veces seguidas y dos cortas, la mujer abrió y extendió una mano. Grey depositó una bolsa con francos en su palma y la mujer no le sonrió, pero sí que le pasó otra bolsa. No pesaba como el dinero, pero era igual de importante.

Hechas las transacciones, Grey tan solo tenía que esperar, así que se metió de nuevo entre las tiendas, buscando algo que le fuera útil.

Hacía ya varias horas que Alicia esperaba oculta en las sombras de aquel pequeño callejón. Observaba una casa que apenas se mantenía en pie. Iba cubierta de pies a cabeza por una capa y la capucha de esta, que ocultaba su rostro dejando solo al aire un pequeño mechón rubio que dejó tras su oreja con un ligero movimiento de dedos, aunque estaba segura que en apenas unos minutos  volvería rebelde a caer por su rostro. Pero ¿Qué hacia Alicia exactamente en un lugar de gitanos? ¿Qué le había traido allí? Era sencillo. Aquella misma mañana cuando Alicia se encontraba en su despacho del hotel con el papeleo típico de todas las mañanas, facturas, pedidos, contratos, ganancias; una paloma mensajera se posó en su ventana esperando que recogiesen el pequeño mensaje que llevaba en su pata. Alicia con solo ver la paloma se puso en pie y recogió el pequeño papel que llevaba en la pata dejando que el animal emprendiese de nuevo el vuelo.  El mensaje pertenecía a la inquisición, le pedían que fuese a los dominios de los gitanos y se dirigiese a una dirección. Una vez allí debería cumplir con el pedido. En mensaje ponía también algunas explicaciones más.

Y aquí se encontraba. Había venido temprano al lugar acordado y no le había costado encontrar el lugar sin embargo no había encontrado aún el momento oportuno para conseguir lo que buscaba. Quizás esto le hubiese complicado un poco las cosas. Pero no le gustaba llamar la atención más de lo necesario, además de que buscaba guardar el anonimato lo más posible.

Ahora al fin alguien se acercó a la puerta. Alicia alzó la mirada y se centró en captar cada detalle y leerle los labios a ambos tanto como les era posible.  Cuando el hombre se alejo Alicia se planteaba irrumpir en el lugar pero otro hombre más se acercó. Alicia memorizó la consigna de la llamada y volvió a esperar paciente observando. Aquel hombre, después de tantos años y podría asegurar que aquel hombre no era humano. Aún no estaba completamente segura de que ser concreto era…pero se decantaba por seres animales o un licántropo…Era parte de su intuición y esta no solía equivocarla.
Arrugó ligeramente el rostro al ver como le entregaba un paquete…pero no se movió hasta que el hombre no desapareció en la calle Alicia no salió de su escondite. No se acercó al lugar y no llamó a la puerta con la misma consigna que había usado el hombre. La mujer abrió la puerta murmurando algunas inconjeturas. Alicia sin dar tiempo a pensar a nada ni nadie entró en la casa empujando a la mujer mientras sacaba la pistola del fajín y se pegó a la mujer lo suficiente para disparar al corazón de esta pegando el arma al cuerpo de la mujer tanto como para acallar y servir de silenciador al disparo. Dejó caer el cuerpo sin vida de la mujer y comenzó a rebuscar en aquel lugar al que siquiera se podría llamar hogar. Encontró varios papeles útiles para inquisición, objetos igual de importantes y antes de salir recogió con sus manos enguantadas el dinero que le había entregado el hombre momentos antes.

Con paso tranquilo como si nada hubiese ocurrido salió de aquel pqueño edificio y cerró la puerta a sus espaldas. El barullo del mercado era tal que nadie se había percatado de lo que allí dentro había ocurrido. Con paso tranquilo volvió al callejón de donde había salido y depositó las cosas que había conseguido en el caballo que tenía oculto allí. Todo salvo el dinero.  Dejó la pistola descargada y cogió una perfectamente cargada de las bolsas que llevaba el animal. Aún no había acabado su trabajo. Debía encontrar al hombre y recuperar lo que este le había entregado y de paso si efectivamente se trataba de un licántropo Alicia quería hacerles unas preguntas personales antes de matarlo…Preguntas cuyas respuestas le llevarían a Ella…
Salió del callejón a pie, sabía que a caballo hubiese llamado demasiado la atención, y así sin embargo podría ocultarse y mimetizarse con los transeúntes. Seguramente el hombre estaría ya algo alejado, pero con suerte acabaría encontrándole sin demasiada complicaciones. En cuanto se hubiese parado a cualquier cosa sería suyo…Efectivamente le pareció verlo a lo lejos. Alicia adaptó el paso al del hombre para mantener la distancia sin quitarle un ojo de encima y con todos sus sentidos completamente preparados en su máximo poder.

Las miradas se le posaban sobre la espalda como cuchillos, puñales y dardos envenenados. Si quieres perder algo con facilidad, muéstralo entre gitanos.

La bolsa que le había dado la mujer se retorcía entre sus dedos mientras la examinaba, atento por si alguno quisiera ser más que cotilla. Tuvo que dar un codazo a un hombre más grande que él tan solo para que se apartara de su camino. El gigante siquiera lo notó, y viró la cabeza a diestra y siniestra buscando quién había sido y qué había hecho.
Los dedos de Grey abrieron la boca de la bolsa cuidadosamente hasta alcanzar a ver lo que contenía. "Y luego me llaman monstruo a mí". Cerró de nuevo la bolsa y se la escondió bajo la capa... alzando la cabeza al escuchar aquel ruido acolchado.

De entre toda la gente que estaba "visitando" los gitanos, Grey fue el único que se giró hacia atrás, lo suficiente para seguir estando de espaldas a la casa y lo necesario para poder ver su umbral. Había escuchado el claro sonido del "clic" característico de una pistola... y luego un susurro. A veces ser un licántropo tenía sus ventajas y otras, una maldición tras otra. Aquella vez sin embargo, podría estarle agradecido a la dama fortuna porque fuera quien fuese la persona que acababa de disparar a la mujer de la casa, estaba más que seguro que él sería el siguiente.
No empujó. Ni siquiera tuvo que tirar de otra capa para poder meterse de lleno en la gran cantidad de compradores y vendedores que pululaban por el mercado. Su capa se confundió entre roces y tirones, y una bocanada de pólvora terminó por inundarle las fosas nasales. Volvió a girarse lo justo, tan solo lo justo para verla.
"Me está siguiendo". Solo fue un vistazo pero recordaría aquel cabello dorado y esa mirada cargada de muerte. Debía darse prisa porque no tenía ninguna intención de cargarse a una mujer en medio de toda esa gente. Aceleró el paso como pudo, como un gato en la mar. Debía despistarla o, al menos ralentizarla para tener el tiempo justo para escapar. Rata y Surcos ya habrían cogido al otro, así que tan solo tenía que salir de ahí.

A dos esquinas de distancia había un pequeño grupo de hombres que hablaban en inglés, gritándose los unos a los otros. Pasó a su lado, le dio un puñetazo en las costillas a uno y al otro le susurró algo. Ni el puñetazo ni el susurro gustaron, y antes de poder pestañear se había iniciado una pelea masiva dentro del grupo. Los cuatro ingleses, tan dobles como un tonel e igual de duros empezaron a lanzarse puñetazos los unos a los otros. Patadas, mordiscos... la pelea se fue ampliando hasta que toda aquella "calle" de personas se pusieron a pelear unos contra otros. Sillas, teteras, joyas... todo valdría como arma mientras hiciera daño al contrincante.
Por su parte, Grey se escabulló entre la multitud, girando dos esquinas a la izquierda hasta poder salir del gentío y esconderse en una esquina. Cabía la posibilidad que la mujer lo estuviera siguiendo aun, así que no perdió un solo segundo: metió una mano bajo la oscura capa y se giró hacia la pared. Clavó el garfio que había sacado y empezó a escalarla, usando los surcos de la misma como apoyo para la mano y los pies. Subió y subió, ágil como un felino hasta alcanzar la azotea donde esperaría, teniendo buena vista del mercado, la pelea... y tal vez la chica.

Pero primero tendría que divisarla..

Apenas había dado dos pasos a la calle cuando fue testigo de la gran cantidad de personas que había en aquel lugar. Desde gitanos a extranjeros… Estaba segura que este sitio era un hervidero de seres malditos. Además de otros ladrones y asesinos comunes. Pero personas honradas...apenas podrían contarse con los dedos.

A pesar de esto Alicia aminoró el paso intentando no perder al hombre que seguía. Pero sucedió algo con lo que no contaba. Sintió el empujón de alguien y  se detuvo retrocediendo para evitar así que manos entrenadas pudiesen entrar bajo su capa y robar algo de su propiedad. Con paso firme ante el barullo que habia aparecido se movió entre la gente con agilidad y cuidado. Evitando empujones y puñetazos. No entendía que pasaba. ¿una pelea? ¿Ahora? No podía ser más oportuna. Pero se negaba a perder a aquel hombre. Dandose cuenta de la imposibilidad de seguir adelante llegó a uno de los extremos de la calle y con la agilidad propia del entrenamiento subió a unas cajas que había allí junto a un puesto.

A esa altura era más sencillo poder ver que era esto que sucedía además de que se libraría de empujones y robos indeseables. En ese momento pudo comprobar que sus teorías eran cierta. Una pelea de lo más oportuna se cernía sobre el centro de la calle. Chasqueo la lengua con desesperación alguien podía ser más inoportuno. No dio tiempo a pensar demasiado cuando vio la capa que ella buscaba girar en una esquina.

Comenzó a saltar sobre uno de los carros que allí se encontraba. Luego a otro vecino y cayó al suelo entre la multitud de gente. A pesar de que había intentado mantener las alturas ya no era posible. No contaba con más objetos altos a lo que subirse.
Esquivo en ese momento un puñetazo que venía directa a su mandibula y se escabulló entre la gente, por el camino se vio obligada a evitar objetos que salian volandos, patadas, puños y demás que usaban aquellos seres tan salvajes en esa pelea.

 Cuando al fin llegó a la esquina por la que había visto perderse la capa, no se lo pensó dos veces y giró ella también, sin dejar de correr se detuvo al encontrarse con otra bifurcación. ¿Por donde se habría ido el ser? Maldijo en silencio golpeando una pared con su puño. Inmediatamente después cogió aire y lo soltó de nuevo recuperando la compostura. No debía dar muestras de debilidad. Eso ella lo sabía pero a pesar de ello, la idea de aquella pelea tan fortuita para aquel fujitivo…no podía ser a causa de suerte…

Se recolocó la capa para ocultarse bien y miró los tres posibles caminos…Podría haber tirado por cualquiera de ellos, pero por cual? No sabía decir, sin embargo elevó la mirada hasta el callejón izquierdo…Una sensación le hacía creer que allí había algo, quizás se equivocase. Pero tampoco tenía otras pistas. Y su sexto sentido no solía equivocarse, era algo que habia heredado de su padre. Asintió para ella misma caminando en silencio hacía aquella direción con una de sus manos cerca de sus armas por si apareciese de golpe…


off: Perdona el post no me salió demasiado hayá >.<, prometo que la siguiente será mejor.

OFF: Descuida

De repente los roles habían cambiado: la presa se convirtió en el cazador y el cazador en la presa... ¿o debería decirse la cazadora? Desde las alturas de aquel edificio observó la mancha oscura que brillaba en la oscuridad gracias a su aura inmaculada, bronceada con el color de la sangre. "Está de caza... y hace poco que ha matado". Sin duda alguna era quien le estaba buscando. La intensidad con la que se había metido de cabeza en aquellos callejones la delataba, más aun la insistencia de estar buscando algo... o alguien.

Las posibilidades eran claras: bajar y enfrentarse cara a cara o dejarla marchar y seguir con el plan establecido. Y el problema con Grey siempre es y siempre será el mismo: no le gusta seguir el orden establecido. "Si tanta ansia tiene por encontrarme, ¿por qué no darle un premio?" Su voz interior estaba gritando, chillando de emoción. Su voz o su instinto, ya casi no los diferenciaba cuando la sangre le hervía por dentro. Esa sensación de adrenalina, ese... sabor tan especial y adictivo que subía por su esófago y le impregnaba la boca. El bombo insistente de su corazón... Todo en su cuerpo le estaba diciendo que estaba preparado, y que si no hacía algo estallaría...

Así que se tiró.

En la silenciosa noche si uno alzaba la mirada al cielo tan solo vería estrellas. Y si alzara la mirada a través de su ventanal o entre los callejones vería una mancha negra, oscura y difusa que iba cayendo y cayendo desde lo más alto del edificio. De afinar la vista podría ver su forma humana y de afinar un poco más podría discernir el objetivo de su caída.
El golpe fue seco y directo. Las manos sobre los hombros y las rodillas sobre su espalda. El cuerpo de la chica besó el suelo como si se tratara de un pañuelo hecho de roca dura. El peso de Grey y su fuerza la mantendrían inmóvil a menos que tuviera un as bajo la manga... cosa que esperaba con ansia. "¿Qué gracia tiene una caza si la presa no muestra sus garras?".
Acercó su cara a su mejilla y habló, junto con el susurro intrigante de la noche cerrada.

- Esta noche te has equivocado de presa. - Apretó la fuerza de sus rodillas sobre su espalda para que supiera que iba en serio. - Dame un buen motivo para que no te arranque la cabeza, aquí y ahora.