AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Siete vidas tiene un gato... o no? [Gretchen Döhler]
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Siete vidas tiene un gato... o no? [Gretchen Döhler]
Atardecía, observé los tenues rayos del sol mientras una brisa fresca acariciaba mi rostro y el susurrar de las ramas de los árboles a mi alrededor me saludaban entremezclándose en una lenta danza con las hojas que alzaban vuelo de vez en cuando al cobrar el viento mayor fuerza. Levanté una de mis felinas patas y la acerqué a mi lengua, humedeciéndola suavemente para luego pasarla sobre mi cabeza unas cuantas veces, rozando con mis dedos mi blanco y fino cabello gatuno. La higiene era siempre importante, sin importar adonde te encontrases, había que dedicarle el tiempo suficiente.
Ladeé mi rostro para continuar con el húmedo roce detrás de mi cabeza y observé como ahora la luz anaranjada de los rayos del sol iluminaba todo mi alrededor. Hace algún rato había abandonado mis aposentos y me había dirigido al centro de la ciudad. Deseaba explorar y familiarizarme con los caminos y la manera más discreta de hacerlo era en mi forma de gata blanca, aparte de que me era más fácil pasar inadvertida y mi agilidad me permitía recorrer mayor camino mucho más rápido. Recordando esto y terminada mi tarea de acicalamiento reanudé mi camino por las calles empedradas.
Aparentemente había dado con el mercado porque, mientras caminaba grácil y elegantemente, a lo largo del camino fui percibiendo la aparición de numerosos puestos de comida, mi desarrollado olfato me permitía distinguir los distintos olores. Agilmente me escabulli entre los puestos y calculando la distancia suficiente hasta una canasta con apetitoso contenido, determiné, mientras escuchaba el no tan disimulado tronar de mis tripas, que solo bastaría un mediano salto para alcanzar uno de esos grandes y llamativos pescados. Con esa idea en mente eché manos a la obra y salté, justo en el inesperado momento en que unos niños pasaban corriendo y uno de ellos chocaba contra la canasta empujándola para mi mala fortuna cuando yo caía sobre ella, lo cual provocó un desbalance imprevisto e hizo que tanto canasta como yo rodáramos por el suelo con un estrepitoso CABUUUUMMM!!!!
Ese sonido chirriante de gata atrapada con las manos en la masa debió escapar de mi garganta, con el corazón desbocado y apretando mis dientes en torno a un pescado (no lo había olvidado) corrí mientras oía gritar al vendedor. -De dónde diablos...? Maldito gato del demonio! Vuelve acáaaa!! A por el gato! Atrapadlo!- Comencé a brincar de puesto en puesto ya sin reparar en lo que me pasaba llevando. El vendedor cargaba un palo en sus manos y más de una persona del mercado se le unía. Tenía que escapar. Pronto!!!
Continué corriendo mientras de vez en cuando volteaba a ver sobre mi hombro y fue entonces cuando un palo lanzado en mi dirección me hizo tropezar y continuar como si fuera uno de esos gatos de circo que caminan en dos patas sobre el susodicho palo desplegando sus dotes de equilibrista, solo que en mi caso yo carecía de cualquier coordinación y ahora todo mi alrededor giraba y giraba y al chocar el extremo del palo con un muro yo salía despedida por los aires y volaba por el espacio infinito y luego caía y caía... y ya no pensaba, solo me preguntaba si en algún momento caería en algún lado... o si estos en realidad serían mis últimos minutos...
Ladeé mi rostro para continuar con el húmedo roce detrás de mi cabeza y observé como ahora la luz anaranjada de los rayos del sol iluminaba todo mi alrededor. Hace algún rato había abandonado mis aposentos y me había dirigido al centro de la ciudad. Deseaba explorar y familiarizarme con los caminos y la manera más discreta de hacerlo era en mi forma de gata blanca, aparte de que me era más fácil pasar inadvertida y mi agilidad me permitía recorrer mayor camino mucho más rápido. Recordando esto y terminada mi tarea de acicalamiento reanudé mi camino por las calles empedradas.
Aparentemente había dado con el mercado porque, mientras caminaba grácil y elegantemente, a lo largo del camino fui percibiendo la aparición de numerosos puestos de comida, mi desarrollado olfato me permitía distinguir los distintos olores. Agilmente me escabulli entre los puestos y calculando la distancia suficiente hasta una canasta con apetitoso contenido, determiné, mientras escuchaba el no tan disimulado tronar de mis tripas, que solo bastaría un mediano salto para alcanzar uno de esos grandes y llamativos pescados. Con esa idea en mente eché manos a la obra y salté, justo en el inesperado momento en que unos niños pasaban corriendo y uno de ellos chocaba contra la canasta empujándola para mi mala fortuna cuando yo caía sobre ella, lo cual provocó un desbalance imprevisto e hizo que tanto canasta como yo rodáramos por el suelo con un estrepitoso CABUUUUMMM!!!!
Ese sonido chirriante de gata atrapada con las manos en la masa debió escapar de mi garganta, con el corazón desbocado y apretando mis dientes en torno a un pescado (no lo había olvidado) corrí mientras oía gritar al vendedor. -De dónde diablos...? Maldito gato del demonio! Vuelve acáaaa!! A por el gato! Atrapadlo!- Comencé a brincar de puesto en puesto ya sin reparar en lo que me pasaba llevando. El vendedor cargaba un palo en sus manos y más de una persona del mercado se le unía. Tenía que escapar. Pronto!!!
Continué corriendo mientras de vez en cuando volteaba a ver sobre mi hombro y fue entonces cuando un palo lanzado en mi dirección me hizo tropezar y continuar como si fuera uno de esos gatos de circo que caminan en dos patas sobre el susodicho palo desplegando sus dotes de equilibrista, solo que en mi caso yo carecía de cualquier coordinación y ahora todo mi alrededor giraba y giraba y al chocar el extremo del palo con un muro yo salía despedida por los aires y volaba por el espacio infinito y luego caía y caía... y ya no pensaba, solo me preguntaba si en algún momento caería en algún lado... o si estos en realidad serían mis últimos minutos...
Última edición por Isabeau Beaumont el Miér Sep 25, 2013 3:39 am, editado 1 vez
Isabeau Beaumont- Cambiante Clase Alta
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Re: Siete vidas tiene un gato... o no? [Gretchen Döhler]
El aburrimiento se había convertido en el pan de cada día en casa de Gretchen, sus hermanos habían vuelto a desaparecer, o eso creía ya que hacía semanas que no había tenido noticias suyas. Si estaban bien no lo sabía a ciencia cierta pero su corazón le indicaba que fuera donde estuviesen estaban perfectamente y algo le decía que Diègue no estaba perdiendo el tiempo. Ya había pasado de ser la hermana aburrida que esperaba paciente a ser una aventurera, no iba a esperarlos de brazos cruzados mientras ellos estaban con sus amantes y ya era hora de que ella se buscara un hombre, ¿o no?
Esa mañana se la había pasado buscando la ropa que se pondría para el próximo baile de máscaras que una de las amigas de su difunta tía realizaba en un palacete de las afueras. Su mente no había parado de pensar, quería ponerse un traje llamativo para así poder tener las atenciones de los hombres aunque para muchos una muchacha de su edad ya no era atractiva ni bien vista. En definitiva, iba a acabar como muchos decían, como una solterona tal como lo fue su tía.
Al final había decidido que se pondría un vestido en color carmín que realzaría el color pálido de su piel, sus zapatos de tacón preferidos y por último le faltaba una máscara. Le habían mencionado sobre un puesto en el mercado ambulante que vendían las mejores mascaras traídas de todos los rincones del mundo y como buena mujer sentía que necesitaba ir allí.
Al atardecer se puso uno de sus vestidos sencillos en tonos azules, tomó su carruaje y junto con su guardaespaldas empezó a caminar por el mercado. No le gustaba mucho el hecho de tener a alguien durante todo el tiempo que estuviera fuera de casa pero sus hermanos habían sido tajantes en ese tema y ni por una gran rabieta los había hecho cambiar de opinión. Estaba caminando tranquilamente mirando por los puestos cuando un gran ruido la hizo alzar la mirada del puesto y algo en su interior la hizo levantar la mirada justo a tiempo para ver como un lindo gato blanco caía del cielo.
"¿Desde cuándo los gatos vuelan?" Pensó para si misma mientras extendía los brazos para evitar que aquella caía fuera fatal para el animal. Lo tomó en brazos justo a tiempo de que un mercader viniera corriendo hacia ella así como una gran multitud.
-¿En qué lio te has metido gatito?-habló en susurros contra el animal, no había parado a pensar si era macho o hembra pero ahora tenía que evitar a la multitud lo antes posible.
La discusión se hizo presente entre el hombre del puesto y ella y al final como bien dicen, no hay nada que el dinero no pueda solucionar. Una gran suma de dinero al tendero por los destrozos del animal fue suficiente para que pudiera respirar tranquila y empezara a reparar en el animal.
-Eres una linda gatita-le dijo mientras acariciaba su pelaje-No te hare daño princesa, parece ser que no soy la única que está sola.
Esa mañana se la había pasado buscando la ropa que se pondría para el próximo baile de máscaras que una de las amigas de su difunta tía realizaba en un palacete de las afueras. Su mente no había parado de pensar, quería ponerse un traje llamativo para así poder tener las atenciones de los hombres aunque para muchos una muchacha de su edad ya no era atractiva ni bien vista. En definitiva, iba a acabar como muchos decían, como una solterona tal como lo fue su tía.
Al final había decidido que se pondría un vestido en color carmín que realzaría el color pálido de su piel, sus zapatos de tacón preferidos y por último le faltaba una máscara. Le habían mencionado sobre un puesto en el mercado ambulante que vendían las mejores mascaras traídas de todos los rincones del mundo y como buena mujer sentía que necesitaba ir allí.
Al atardecer se puso uno de sus vestidos sencillos en tonos azules, tomó su carruaje y junto con su guardaespaldas empezó a caminar por el mercado. No le gustaba mucho el hecho de tener a alguien durante todo el tiempo que estuviera fuera de casa pero sus hermanos habían sido tajantes en ese tema y ni por una gran rabieta los había hecho cambiar de opinión. Estaba caminando tranquilamente mirando por los puestos cuando un gran ruido la hizo alzar la mirada del puesto y algo en su interior la hizo levantar la mirada justo a tiempo para ver como un lindo gato blanco caía del cielo.
"¿Desde cuándo los gatos vuelan?" Pensó para si misma mientras extendía los brazos para evitar que aquella caía fuera fatal para el animal. Lo tomó en brazos justo a tiempo de que un mercader viniera corriendo hacia ella así como una gran multitud.
-¿En qué lio te has metido gatito?-habló en susurros contra el animal, no había parado a pensar si era macho o hembra pero ahora tenía que evitar a la multitud lo antes posible.
La discusión se hizo presente entre el hombre del puesto y ella y al final como bien dicen, no hay nada que el dinero no pueda solucionar. Una gran suma de dinero al tendero por los destrozos del animal fue suficiente para que pudiera respirar tranquila y empezara a reparar en el animal.
-Eres una linda gatita-le dijo mientras acariciaba su pelaje-No te hare daño princesa, parece ser que no soy la única que está sola.
Gretchen Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Siete vidas tiene un gato... o no? [Gretchen Döhler]
Todo a mi alrededor se movía a una velocidad vertiginosa, y no es que no estuviera acostumbrada a las alturas, me encantaba trepar a la rama de un árbol o pasear por los tejados de las construcciones más altas y la verdad es que era muy ágil para saltar de un lugar al otro aunque usualmente no volaba por los aires mientras giraba como un trompo al mismo tiempo, esto era toda una nueva experiencia. La velocidad era sorprendente, no debía haber una cierta ley física en contra de esto? De repente, y sin saber como, mi trayectoria se detuvo, creo que había caído sobre algo, mis desenfocados ojos de color verde esmeralda vislumbraron aproximadamente seis brazos a mi alrededor mientras el suelo de concreto aún se movía como si se tratara de un balancín. -Miaauww.- Maullé lastimosamente y lamí agradecida uno de los amigables brazos que me acogían, creo que me había equivocado, solo habían cuatro...
De repente el terror se apoderó de mi, escuché pasos acercándose estrepitosamente. El tendero y sus secuaces. -Miaaaaaaaaaaaahh.- Tenía que escapar. Yo no hice nada!! grité mentalmente en mi defensa, en momentos de pánico me olvidaba que en esta forma no podía hablar, aunque creo que el pescado aún en mi boca no proclamaba mi inocencia tanto como me hubiera gustado... Upssss...
Entonces me di cuenta de que estaba en brazos de una chica, me acurruqué entre ellos mientras observaba la escena. Estaba acabada, de nada valdría implorar clemencia, de seguro me desollarían lentamente, me lanzarían a los furiosos canes, o me llevarían al oscuro y enmohecido calabozo... Sabía que cortaban miembros y que las cabezas rodaban por simples robos... Qué no le harían a un mero gato? Eso si no descubrían lo que en verdad era yo... De ninguna manera! Moriría antes de descubrirme ante ellos!
Escuché el intercambio de palabras entre la chica de cabellos oscuros y el tendero. Que contraste por cierto, su voz era melodiosa y gentil y para nada concordaba con la rudeza del hombre palurdo y bobalicón. Entonces reparé en su vestido de fina costura y en su elegancia al hablar, y me di cuenta sorprendida de que abogaba en mi favor! Me quedé boquiabierta al ver como le entregaba dinero a cambio de mi libertad.
Resoplé con aire feroz en contra del tendero. Todavía sin salir de mi asombro vi como la multitud comenzaba a dispersarse. Oh pero como no iba a retirarse feliz el miserable tipo si ella le había pagado mucho más de lo que valía su puesto! Usurero! Me fui serenando al comprender que me encontraba libre y pronto ronroneé al sentir las suaves caricias sobre mi pelaje. -Miauuuu.- Debía ser un descaro de mi parte que me gustasen los mimos pero no se me brindaban mucho, por lo que no aprecié cuando un hombre que parecía su guardaespaldas carraspeó como para indicarle que debían proseguir. -Miauuuu.- La observé con ojos grandes y brillantes de ternura esperando lograr convencerla de esa manera de que me llevara con ella.
De repente el terror se apoderó de mi, escuché pasos acercándose estrepitosamente. El tendero y sus secuaces. -Miaaaaaaaaaaaahh.- Tenía que escapar. Yo no hice nada!! grité mentalmente en mi defensa, en momentos de pánico me olvidaba que en esta forma no podía hablar, aunque creo que el pescado aún en mi boca no proclamaba mi inocencia tanto como me hubiera gustado... Upssss...
Entonces me di cuenta de que estaba en brazos de una chica, me acurruqué entre ellos mientras observaba la escena. Estaba acabada, de nada valdría implorar clemencia, de seguro me desollarían lentamente, me lanzarían a los furiosos canes, o me llevarían al oscuro y enmohecido calabozo... Sabía que cortaban miembros y que las cabezas rodaban por simples robos... Qué no le harían a un mero gato? Eso si no descubrían lo que en verdad era yo... De ninguna manera! Moriría antes de descubrirme ante ellos!
Escuché el intercambio de palabras entre la chica de cabellos oscuros y el tendero. Que contraste por cierto, su voz era melodiosa y gentil y para nada concordaba con la rudeza del hombre palurdo y bobalicón. Entonces reparé en su vestido de fina costura y en su elegancia al hablar, y me di cuenta sorprendida de que abogaba en mi favor! Me quedé boquiabierta al ver como le entregaba dinero a cambio de mi libertad.
Resoplé con aire feroz en contra del tendero. Todavía sin salir de mi asombro vi como la multitud comenzaba a dispersarse. Oh pero como no iba a retirarse feliz el miserable tipo si ella le había pagado mucho más de lo que valía su puesto! Usurero! Me fui serenando al comprender que me encontraba libre y pronto ronroneé al sentir las suaves caricias sobre mi pelaje. -Miauuuu.- Debía ser un descaro de mi parte que me gustasen los mimos pero no se me brindaban mucho, por lo que no aprecié cuando un hombre que parecía su guardaespaldas carraspeó como para indicarle que debían proseguir. -Miauuuu.- La observé con ojos grandes y brillantes de ternura esperando lograr convencerla de esa manera de que me llevara con ella.
Isabeau Beaumont- Cambiante Clase Alta
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Re: Siete vidas tiene un gato... o no? [Gretchen Döhler]
Gretchen seguía acariciando y dando mimos a la gata cuando el carraspeo del guardaespaldas la hizo girar el rostro, sabía que tenía que seguir quería hacerse con nuevas telas para los vestidos pero por otro lado no quería dejar al animal. Tras mirar una última vez mas a los ojos de la gata se dirigió al guardaespaldas con una decisión tomada.-Será mi nueva mascota, te llamaré Rubí-dijo esto último mientras acariciaba de nuevo a la gatita y le daba un abrazo con una gran sonrisa.
Mientras tanto siguió caminando mirando las tiendas hasta que llegó a una de telas, tenía que hacerse nuevos vestidos un poco mas a la moda sobretodo si quería impresionar a Adrians. Se puso a mirar unas telas sin dejar de sostener a la gata en sus brazos cuando señaló un par.-Rubí ¿cual de las dos crees que me quede mejor? ¿La roja o la azul?
El guardaespaldas miró extrañado como la Baronesa le hablaba al gato pero a Gretchen no le importó el qué pensarían el tendero ni el guardaespaldas, mientras esperaba una indicación del animal vio un cojín y le dijo al hombre que se lo acercara.-Por favor, ¿me lo puede mostrar?
Era de un color dorado y al tacto estaba muy mullido y suave, lo primero que pensó fue en ponerlo en su cama pero luego al notar como el pelaje de Rubí le hacia cosquillas en el cuello rio un poco.-Me lo llevo, será tu nueva camita Rubí.-Estaba ilusionada, desde antes de ir a cuidar a su tía a Escocia no había podido tener una mascota y de eso hacían ya muchos años...
Mientras tanto siguió caminando mirando las tiendas hasta que llegó a una de telas, tenía que hacerse nuevos vestidos un poco mas a la moda sobretodo si quería impresionar a Adrians. Se puso a mirar unas telas sin dejar de sostener a la gata en sus brazos cuando señaló un par.-Rubí ¿cual de las dos crees que me quede mejor? ¿La roja o la azul?
El guardaespaldas miró extrañado como la Baronesa le hablaba al gato pero a Gretchen no le importó el qué pensarían el tendero ni el guardaespaldas, mientras esperaba una indicación del animal vio un cojín y le dijo al hombre que se lo acercara.-Por favor, ¿me lo puede mostrar?
Era de un color dorado y al tacto estaba muy mullido y suave, lo primero que pensó fue en ponerlo en su cama pero luego al notar como el pelaje de Rubí le hacia cosquillas en el cuello rio un poco.-Me lo llevo, será tu nueva camita Rubí.-Estaba ilusionada, desde antes de ir a cuidar a su tía a Escocia no había podido tener una mascota y de eso hacían ya muchos años...
Gretchen Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Siete vidas tiene un gato... o no? [Gretchen Döhler]
-Miau, miau.- maullé dulcemente restregando mi mejilla contra la palma de su mano mientras emitía un sonoro ronroneo de satisfacción al sentir sus mimos, pensaba que tal vez ella se apiadaría de esta perseguida gatita y me invitaría algún manjar suculento que complementara el pescado que ahora sostenía entre mis patas y al cual arrancaba jugosos mordiscos haciendo que hubiera valido la pena toda la odisea que acababa de atravesar.
¿Mascota? Alcé una felina ceja al escuchar el apelativo. Un momento cual mascota, sólo estábamos ella y yo y el tipo ese de la nariz ganchuda que la seguía a todos lados. ¿Yo? Agrandé los ojos como platos al escuchar su declaración y una pequeña gota de sudor descendió por mi cabeza mientras me abrazaba. La joven se veía muy dulce pero yo no podía ser su mascota, tal vez permanecer entre mullidos cojines en su mansión un par de días si, porque me imaginaba que una joven tan refinada y con ropa tan elegante seguramente era de una posición social muy elevada. Sonreí, bien, seguramente alguien como ella tendría muchas mascotas, no me echaría en falta si después me marchaba.
-Miau.- Estiré una de mis patas hacia la tela de color rojo esperando que ella entendiera el ademán que estaba haciendo sin que este resultase muy obvio, como gata no podía dar respuestas tan claras o sospecharían que había algo diferente en mi. Me pregunté que haría con esa tela, ¿un vestido para ella quizás? Suspiré, ver todas esas telas lograba que se me iluminaran los ojos, hubiera deseado adquirir algunas para mi.
Ahora en serio, ¿me estaba bautizando Rubí? Cubrí mi rostro con mis patas por encima de mi cabeza, bueno, al menos había escogido un nombre halagador. Froté mi peluda y suave cabeza contra su cuello al ver el cojín que escogía para mi y luego me lancé de sus brazos hacía un elegante sombrero de color granate y una cinta negra en la base que haría buen juego con la tela para ver si se animaba a comprarlo, en mi opinión había que sacarle provecho a su elegancia escogiendo algo que fuera de acuerdo con su porte. Ignoré el juramento del vendedor al notar que me frotaba contra el sombrero y luego me lancé hacia una cobija dorada de fina tela que me pareció sería la apropiada para complementar mi cojín, la miré con ojos brillantes esperando que me entendiera.
¿Mascota? Alcé una felina ceja al escuchar el apelativo. Un momento cual mascota, sólo estábamos ella y yo y el tipo ese de la nariz ganchuda que la seguía a todos lados. ¿Yo? Agrandé los ojos como platos al escuchar su declaración y una pequeña gota de sudor descendió por mi cabeza mientras me abrazaba. La joven se veía muy dulce pero yo no podía ser su mascota, tal vez permanecer entre mullidos cojines en su mansión un par de días si, porque me imaginaba que una joven tan refinada y con ropa tan elegante seguramente era de una posición social muy elevada. Sonreí, bien, seguramente alguien como ella tendría muchas mascotas, no me echaría en falta si después me marchaba.
-Miau.- Estiré una de mis patas hacia la tela de color rojo esperando que ella entendiera el ademán que estaba haciendo sin que este resultase muy obvio, como gata no podía dar respuestas tan claras o sospecharían que había algo diferente en mi. Me pregunté que haría con esa tela, ¿un vestido para ella quizás? Suspiré, ver todas esas telas lograba que se me iluminaran los ojos, hubiera deseado adquirir algunas para mi.
Ahora en serio, ¿me estaba bautizando Rubí? Cubrí mi rostro con mis patas por encima de mi cabeza, bueno, al menos había escogido un nombre halagador. Froté mi peluda y suave cabeza contra su cuello al ver el cojín que escogía para mi y luego me lancé de sus brazos hacía un elegante sombrero de color granate y una cinta negra en la base que haría buen juego con la tela para ver si se animaba a comprarlo, en mi opinión había que sacarle provecho a su elegancia escogiendo algo que fuera de acuerdo con su porte. Ignoré el juramento del vendedor al notar que me frotaba contra el sombrero y luego me lancé hacia una cobija dorada de fina tela que me pareció sería la apropiada para complementar mi cojín, la miré con ojos brillantes esperando que me entendiera.
Isabeau Beaumont- Cambiante Clase Alta
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Re: Siete vidas tiene un gato... o no? [Gretchen Döhler]
Gretchen sonrio feliz al notar como la gata en sus brazos no paraba de ronronear mientras ella seguía las caricias y se fijaba en su elección, había seleccionado la tela roja y en ese momento el diseño de un traje le vino a la mente, iba a ser perfecto para sorprender a sus hermanos y sobretodo sorprender a Adrians.
-Es una eleccion perfecta Rubí, el rojo quedara muy bien ademas creo que a Adrians le gusta ese color en mi piel...-Habló un poco sola antes de ver como se tapaba la cabecita-Gatita no te gusta tu nombre? Yo... lo siento hacía mucho que no tenía una mascota y menos una amiga...
No pudo seguir hablando porque notó como la gata desaparecía de sus brazos y un dolor en su pecho aparecía, solo respiró tranquila cuando vio el hermoso sombrero contra el que se frotaba y apartando un poco a Rubí lo tomó para ponerselo en la cabeza y probarselo.
-¿Que te parece? ¿Queda muy elegante o es demasiado informal? Necesito varios metros de la tela roja, me llevare tambien el cojin y este sombrero y...-de repente vio a la gatita jugando con una cobija y al ver sus ojos brillantes no pudo evitar soltar una risa-Si, definitivamente tambien me llevare esa cobija.
Gretchen miró como su guardaespaldas cargaba con todas las cosas y caminaba tras ella cuando su estomago rugió un poco y miró un puesto de pasteles.-Haremos una ultima parada antes de irnos, quiero comprar un par de magdalenas, ¿qué me dices Rubí, tu tambien tienes hambre?
-Es una eleccion perfecta Rubí, el rojo quedara muy bien ademas creo que a Adrians le gusta ese color en mi piel...-Habló un poco sola antes de ver como se tapaba la cabecita-Gatita no te gusta tu nombre? Yo... lo siento hacía mucho que no tenía una mascota y menos una amiga...
No pudo seguir hablando porque notó como la gata desaparecía de sus brazos y un dolor en su pecho aparecía, solo respiró tranquila cuando vio el hermoso sombrero contra el que se frotaba y apartando un poco a Rubí lo tomó para ponerselo en la cabeza y probarselo.
-¿Que te parece? ¿Queda muy elegante o es demasiado informal? Necesito varios metros de la tela roja, me llevare tambien el cojin y este sombrero y...-de repente vio a la gatita jugando con una cobija y al ver sus ojos brillantes no pudo evitar soltar una risa-Si, definitivamente tambien me llevare esa cobija.
Gretchen miró como su guardaespaldas cargaba con todas las cosas y caminaba tras ella cuando su estomago rugió un poco y miró un puesto de pasteles.-Haremos una ultima parada antes de irnos, quiero comprar un par de magdalenas, ¿qué me dices Rubí, tu tambien tienes hambre?
Gretchen Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Siete vidas tiene un gato... o no? [Gretchen Döhler]
No esperé a escuchar dos veces el ofrecimiento sino que más bien me lancé al puesto de pasteles que se desplegaba ante mis ojos y que tan solo se encontraba a un metro de distancia. Sin embargo no me dejé llevar por mi impaciencia, suficiente alboroto había tenido ya durante un día y el tener que lidiar con otro tendero era el último de mis deseos así que esperé a que la joven pronunciase la orden y me acerqué tentativamente a las magdalenas aguardando que se produjese el intercambio de dinero entre una mano y la otra. Una vez efectuado el canje me apresuré a probar el pequeño manjar sin dejar de seguir con la mirada los movimientos de la joven y sacudir diversas migas diminutas que cubrían mi trompa atestiguando que la estaba pasando bien.
Al alzar mi rostro olfateé un poco el aire a nuestro alrededor, el olor a humedad me hizo comprender que pronto llovería, incluso antes de que las nubes se tornaran más grises y resultase obvio para los tenderos quienes por ahora aún no se percataban del asunto. Aceleré mis movimientos alejándome del puesto y estuve a punto de acercarme al guardaespaldas para tirar de sus pantalones con mis dientes pero me la pensé dos veces al ver el tamaño de los mismos e intuir, basada en los previos gestos de desagrado que había efectuado con relación a mi presencia, que lo único que le faltaría para propinarme un buen puntapié sería encontrar la ocasión propicia. En su lugar me acerqué a la joven tirando suave pero tenazmente del borde de su falda con mis dientes.
Vamos, hay que ir rápido, dónde habéis dejado el carruaje. Me comenzó a invadir el temor, ¿y si había venido a pie? No tendríamos refugio y yo me m-mojaría... -MIAUUU.- Observé velozmente hacia todos lados y entonces creí notar algo, un elegante carruaje. Corrí en esa dirección volteando a ver sobre mi hombro para asegurarme de que la joven me seguía. No era cuestión tampoco de desperdiciar una ocasión como esta... Me imaginaba la mansión en la que viviría, las riquezas con las que contaría, quizás incluso con una bóveda enorme o algunos joyeros que se volverían accesibles... Las posibilidades eran muchas y no me parecían nada mal... a veces el viento soplaba a favor de una. Me detuve sobre mis patas, relamiendo mi trompa de gusto y luego me acerqué a las piernas de la joven, restregando mi lomo contra ellas mientras hacía llegar hasta sus oídos mi sonoro y complacido ronroneo.
Al alzar mi rostro olfateé un poco el aire a nuestro alrededor, el olor a humedad me hizo comprender que pronto llovería, incluso antes de que las nubes se tornaran más grises y resultase obvio para los tenderos quienes por ahora aún no se percataban del asunto. Aceleré mis movimientos alejándome del puesto y estuve a punto de acercarme al guardaespaldas para tirar de sus pantalones con mis dientes pero me la pensé dos veces al ver el tamaño de los mismos e intuir, basada en los previos gestos de desagrado que había efectuado con relación a mi presencia, que lo único que le faltaría para propinarme un buen puntapié sería encontrar la ocasión propicia. En su lugar me acerqué a la joven tirando suave pero tenazmente del borde de su falda con mis dientes.
Vamos, hay que ir rápido, dónde habéis dejado el carruaje. Me comenzó a invadir el temor, ¿y si había venido a pie? No tendríamos refugio y yo me m-mojaría... -MIAUUU.- Observé velozmente hacia todos lados y entonces creí notar algo, un elegante carruaje. Corrí en esa dirección volteando a ver sobre mi hombro para asegurarme de que la joven me seguía. No era cuestión tampoco de desperdiciar una ocasión como esta... Me imaginaba la mansión en la que viviría, las riquezas con las que contaría, quizás incluso con una bóveda enorme o algunos joyeros que se volverían accesibles... Las posibilidades eran muchas y no me parecían nada mal... a veces el viento soplaba a favor de una. Me detuve sobre mis patas, relamiendo mi trompa de gusto y luego me acerqué a las piernas de la joven, restregando mi lomo contra ellas mientras hacía llegar hasta sus oídos mi sonoro y complacido ronroneo.
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