Angel in Disguise | Kaethe ID

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN FÍSICA

Sus cabellos de una tonalidad castaña cercana al rubio, concienzudamente cuidados, caen en cascada sobre sus hombros hasta más o menos la mitad de su espalda. Largos y lisos, bastante sedosos y de aspecto brillante. O al menos, lo eran antaño. Su mirada solía ser de un profundo verde, con destellos azulados a medida que nos separábamos de la pupila, profunda y cautivadora. Ahora sus ojos, grandes y expresivos, poseen una tonalidad más cercana al gris que otra cosa, aunque no dejan de ser hermosos. Llevan intrínsecos en ellos, una chispa de timidez y dulzura característicos en la joven. Siempre los mantiene bien abiertos, denotando igualmente la curiosidad que la caracteriza. Su nariz es recta y pequeña. Sus labios, carnosos y ligeramente rosados.

Es delgada, casi podría decirse que frágil, motivo por el cual su feminidad se hace aún más evidente con la gracilidad que demuestra en sus andares y gestos. Puede decirse que, en cierta forma, esto es algo que ha aprendido, una costumbre. No tiene curvas especialmente definidas, pero sí está bien proporcionada. Un busto no demasiado prominente aunque sí firme y bonito, y unas extremidades largas y finas, al igual que sus manos, también cuidadas concienzudamente. Suele ser bastante femenina al vestir, adora los vestidos cortos con algo de vuelo. Es amante del color azul cielo, e igualmente de todas las tonalidades de verde, aunque siente especial predilección por el color esmeralda.

Altura: De estatura media-baja, aproximadamente mide un metro sesenta.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Excéntrica. Es una buena forma de describir a Kaethe, pero quién lo hiciera se quedaría corto, en varios aspectos. Es complicado saber lo que está pensando. No te dirá nada a menos que le preguntes, y si lo haces y la respuesta que deba darte es mala, lo más probable es que lo suelte sin más, sin tener en cuenta las consecuencias. Obviamente, esto le supone bastantes problemas, pero no puede remediarlo, así que se limita a disculparse después y da el tema por zanjado. Claro que si no la disculpas la culpa pasará a ser tuya automáticamente, ¡faltaría más! Es inteligente, e incluso a veces peca de ser bastante retorcida en la forma de hablar o de explicar las cosas. Normalmente lo hace como forma de tantearte, para ver si eres alguien con quien merece la pena hablar o si mejor te ignora y sigue a lo suyo.

De carácter cambiante, tempestuoso. Lo mismo está perfectamente, que al rato se pone a suspirar por las esquinas. En este punto sus recuerdos tienen una influencia clara y notoria: cuando no la acosan, es una chica normal y corriente, con gustos sencillos y más bien pasiva; pero cuando los recuerdos la abruman pueden pasar dos cosas, o que parezca, literalmente, un alma en pena, llorando por los rincones por tiempos mejores, o que se vuelve un auténtico huracán de emociones encontradas.

Es sarcástica y un tanto arisca con la mayoría de la gente, no por algo en concreto, sino como una forma de protegerse a sí misma. Incluso sus padres le han hecho daño, abandonándola, ¿quien le asegura que cualquier otra persona no haría exactamente lo mismo? Podría decirse que, en el fondo, tras todo ese carácter difícil y volátil, se esconde una niña perdida que no acaba de adaptarse al hecho de que está muerta, y eso le dificulta aún más el poder superarlo.

Inmadura y bastante impredecible, con un lado infantil e irresponsable. Se ha quedado estancada en mitad de la adolescencia. Por lo general no suele inmiscuirse en problemas ajenos pero cuando llega a conectar o a establecer un vínculo especial con alguien, hará casi cualquier cosa por él/ella. En este punto, y si ella ya te considera alguien importante, lo extraño sería que te diera un "no" por respuesta ante algo que le pidieras.

La realidad es que tras toda esos rasgos de personalidad tan difíciles, que usa como máscara y escudo para no ser dañada, se esconde una niña frágil, asustada, que tiene miedo al mundo y a la gente, porque no puede confiar en ellos. A pesar de que diga las cosas sin pensar es mucho más dulce que lo que aparenta, aunque muy pocos logran encontrar esa parte de su carácter que, pese a estar oculta, existe.

HISTORIA

Llovía. Era todo cuanto Albert recordaba de aquella noche. Que llovía y que mayo se llevaba consigo el frío propio del invierno para dejar paso a un hermoso verano. El mejor que nunca recordaría. Aquella madrugada del 1 de Junio, su esposa daría luz a Kaethe, la niña más vivaz y alegre que jamás hubiera conocido. Su única hija, el fruto del amor que su esposa y él se profesaban. Todo había apuntado a que el parto saldría mal, a que la niña nacería enferma o incluso que su mujer moriría dando a luz. Nada de eso pasó, afortunadamente, y hubo de dar gracias al cielo durante las largas horas que duró el alumbramiento. Y es que nada más venir al mundo, ya estaba dando guerra. Pero dejemos que sea ella quien explique la historia de su vida... Y de su muerte, que la arrebataría repentinamente de los brazos de sus padres.

Siempre me había gustado correr por la hierba. Adoraba aquella sensación de libertad que otorgaba el desplazarme a toda velocidad, con el aire azotándome el rostro con violencia... sensación que siempre pensé que sería igual de agradable para cualquier persona, independientemente de su condición. Mi madre solía necesitar varios minutos al día para conseguir que entrara en casa y comiera algo. Estaba demasiado delgada. Siempre me lo habían dicho, aunque yo no lo veía tan importante. Nunca tuve ningún accidente, ni nunca enfermé lo suficiente como para que mis padres hubiesen de preocuparse por mi salud. Era feliz... Demasiado feliz para ser eterno, ¿verdad? Recuerdo a mi anciana abuela como si fuese ayer, repitiéndome hasta la saciedad que la alegría de la juventud no duraba demasiado. Que debía exprimir a la vida todo cuanto pudiera, antes de que ella me exprimiese a mi. No le quitaba la razón, aunque en el fondo, no entendía qué quería decirme con aquello. Nuestra vida jamás fue complicada. Pese a que el dinero no era un problema para nosotros, nunca hacíamos gala de ser arrogantes, como el resto de familias ricas del país. De hecho, a las primeras fiestas que recuerdo haber ido fueron de la beneficencia. Mis padres crearon algunas asociaciones para ayudar a las personas necesitadas. Mucha gente profesaba un gran cariño por ellos... Mientras que otra gente les odiaba. No conocía los motivos para que aquella gente desease mal alguno para mi familia, y no sería hasta algún tiempo después cuando yo misma descubriría que el odio irracional de aquellas personas era bastante más fuerte que el amor de todas las otras, aunque las personas que querían a mi familia fuesen más que las que ansiaban destruirla...

Aquella noche era la víspera de mi decimosexto cumpleaños. Hacía poco que nos habíamos mudado a París, y como forma de compensarme por separarme de mis amigos,  mis padres habían preparado una fiesta que se suponía que debía ser sorpresa... Pero les fue imposible esconderme nada. Era demasiado curiosa para intentarlo siquiera. Recuerdo que mi madre me había mandado a buscar manzanas a un puesto del mercado, donde ella misma siempre iba a comprarlas. Iba a hacerme una tarta de mi sabor favorito. Aunque nunca llegaría a probarla. Caminé durante varios minutos por estrechos y oscuros callejones, consciente de que me había perdido. Frustrada, pregunté a varios transeúntes cómo se llegaba al mercado, aunque muchos no supieron responderme... Hasta que me topé con él. A día de hoy, lo único que recuerdo de su persona era la expresión fiera que dibujó al verme, y el brillo peligroso de sus ojos celestes. Parecían querer taladrarme, y en cierto modo, creo que lo hicieron, porque después de verlos no los olvidaría jamás. Dijo que me acompañaría a mi destino y mintió, igual que mintió al decir que podía confiar en él. Era la persona más persuasiva que había visto en mi corta vida... Y también la más hermosa. Le seguí con ciega convicción, a sabiendas de que si me lo pidiera lo acompañaría al mismísimo infierno. ¿Qué me estaba pasando? Esa pregunta lleva rondando mi mente desde entonces, y aún no encuentro la respuesta más acertada. Podría haberme dicho que era un simple sueño, y probablemente me lo hubiera creído, tal era el poder que ejercía sobre mi.

Seguí sus pasos a través de las sombras, sin tener ni idea de hacia dónde me dirigía, pero consciente de que no era a donde en un principio quise ir. Estaba jugando conmigo, utilizando algún poder o estratagema que distaba mucho de ser humana. Me llevó lo bastante lejos para que nadie nos viera... No sé qué quería de mi. Quizá solamente hacer daño a mi familia. Su casa era lo bastante grande como para esconder decenas de chicas  parecidas a mi. Y seguramente lo hubiese hecho en otro momento. Era frío como el hielo, un demonio, un ser sobrenatural. Era de lo único que estaba segura. Me llevó a la perdición. Apenas duré en sus brazos un par de segundos cuando sus colmillos se clavaron en la carne de mi cuello. Caí inconsciente. Notaba sus manos por mi cuerpo, magullándolo. Dolía. Me estaba matando. Eso era lo que sentía.

No recuerdo nada más. Mi mente parece haber eliminado todos los recuerdos de aquella noche. Estaba dormida, era consciente de mi cuerpo y de que mis párpados estaban cerrados. No sabía dónde estaba, pero sentía punzadas de dolor por todo el cuerpo. Oía voces confusas a lo lejos y me di cuenta de que no podía comprender qué decían. Era como si hubiese olvidado el significado de las palabras. Es más, no escuchaba nada que me resultara conocido, ni siquiera sílabas sueltas. Abrí los ojos para mirar a mi alrededor. Al dirigir la mirada hacia abajo, me vi los pies, el vestido, las manos... Me faltaba un zapato. Y mi ropa estaba sucia y llena de arañazos. Él me arrastraba cogiéndome sólo por una pierna. Notaba la dureza del suelo contra mi espalda. No me dolía nada, aunque tenía heridas por los brazos y las piernas. Me toqué la cabeza y vi la sangre. Pero no podía olerla, ni sentirla, ni sentir dolor. No podía saber si estaba dormida o despierta. Después todo se hizo oscuro. Otra vez.

Ahora sí lo sentí. Un dolor punzante en el brazo derecho que duró apenas unos segundos. Sus colmillos. Succionaba mi sangre. Mi alma. Mi vida. Me quise abandonar nuevamente al sueño, pero no fui capaz. Grité con horror y me retorcí sobre mí misma. Lloraba. Unas sábanas frías me cubrieron, aunque notaba la hierba rozar mi espalda con insistencia. ¿Dónde demonios estaba? Después se fue. Me dejó sola, tirada en medio de ninguna parte. Sentía que las fuerzas me abandonaban lentamente. Sentía el olor a humedad y a putrefacción. Finalmente, me dormí.

Aunque esa vez no me volvería a despertar... No del todo.

No sé cuánto tiempo había pasado en la oscuridad, pero desperté escuchando el canto de las aves a mi alrededor. Abrí los ojos de par en par... Y enseguida, el sentimiento de estarme asfixiando me alertó de que algo iba mal. Pataleé con violencia dentro de aquel recipiente en el que estaba metida, y a los pocos segundos éste se abrió, probablemente debido a que me estaba ahogando. Tosí repetidas veces antes de mirar a mi alrededor. Tenía la visión un tanto desenfocada y las piernas y brazos me temblaban cuando intenté levantarme. Hacía frío, aunque el Sol ya comenzaba a salir por el horizonte. Puse una mueca ante aquella macabra escena. Me habían metido dentro de un ataúd... Pero había algo que no entendía. Me había levantado a estirar las piernas. Y ahora estaba de pie, mirándome a mi misma desde arriba. Una chica como yo estaba echada donde yo antes lo había estado. Observé su cuerpo y lo comparé con el mio. Estaba amoratado, frío, yerto. Me observé a mi misma un instante. No había rastro alguno de sangre, el vestido estaba intacto, mi piel permanecía inmaculada... Aquello no tenía ningún sentido. ¿Quién era esa impostora?

Sólo sé que de repente, me puse a caminar en dirección a casa, ignorando todo aquello que sabía y todo aquello que no quería saber. Finalmente compré las manzanas, aunque al llegar a casa, nadie recordaba para qué eran. Mi madre corrió a abrazarme con lágrimas en los ojos, y me riñó por haber desaparecido durante todos aquellos días. Para mi no había sido más que una noche, pero sonreí como nunca y me dejé abrazar. Su tacto era diferente. Cada noche durante las posteriores semanas, me metía en la cama dejándome arropar como antaño hacía. Aunque nunca me durmiera, cerraba los ojos como si nada e aquello hubiera ocurrido nunca. Deseaba que no hubiera pasado... Y me lo creí por un tiempo. Hasta que encontraron el cuerpo de aquella chica tan parecida a mi, medio descompuesto, en aquella pradera. Recuerdo el rostro ceniciento de mi padre cuando, al entrar en casa después de haber acudido al tanatorio, me vio sentada junto a la chimenea leyendo un libro con total tranquilidad. Recuerdo los gritos de mi madre diciendo que yo no era su hija, que me fuera, que su hija estaba muerta y yo no era más que una ilusión. Me repudió. Me echó de sus brazos sin darme más explicaciones... Pero lo peor de todo, fue la visión de mi padre siendo enterrado junto a mis restos en aquel oscuro cementerio. La mirada apagada de mi madre y la expresión de terror de dos de mis tíos...

Nunca volvieron a recibirme con los brazos abiertos.

Camina por las calles de París fingiendo ser una más, aunque en su corazón alberga una profunda tristeza. No se cree lo que ha pasado. Piensa que quizá pueda encontrar una solución... Piensa que, si lo desea con todas sus fuerzas, todo volverá a ser como antes.

DATOS EXTRA

- Tiene crisis de ansiedad.
- No sabe que está muerta. Todavía piensa que la chica que vio en el ataúd era una impostora.
- No controla demasiado bien sus "poderes", por lo que de vez en cuando aparece sin pretenderlo o desaparece repentinamente cuando estaba haciendo algo. No entiende por qué esto pasa. A veces, al tratar de interactuar con otras personas éstas no la ven. Odia que eso ocurra.
- Sus ojos son verdes, pero tras su muerte adquirieron un color grisáceo.
- Tuvo que irse de casa de sus padres cuando las autoridades encontraron su cuerpo medio descompuesto en un prado a las afueras de la ciudad. Su padre murió de un infarto al enterarse de que había estado viviendo con un fantasma. Aún se culpa de su muerte.
- Aún busca al vampiro que montó toda aquella farsa. Quiere vengarse de él.
- Desde que su madre la expulsó de su vida no ha vuelto a confiar en nadie y su carácter se ha hecho mucho más difícil.

gracias a αgusτınα• de sourcecode