El aburrimiento se va por la borda || Privado || Abdiel H'ghar

Ahí estaba ella, de nuevo viendo el horizonte, sus cabellos bailaban sin rumbo enmarcando su rostro, le golpeaban a veces y le hacían cerrar los ojos, el atardecer le parecía perfecto en aquél momento, una sonrisa dulce se dibujó en los labios de la mujer, Gabrielle después de muchos amargos días podía decir que París hoy le regalaba una alegría y esa era ver aquello que se dibujaba en el firmamento, los tonos naranjas y amarillos que se pintaban al final eran preciosos, pocas cosas como aquellas se podían catalogar de sublimes, sus manos se apoyaron en la baranda del muelle observando, no quería perderse de aquél momento mientras el sol iba haciendo una excelsa desaparición, con tan poco se conformaba ella, ¿En verdad era poco? Era la pregunta que ella siempre se hacía, si eso era poco para los demás para ella era como un tesoro que tenía que guardar en sus memorias como un bello recuerdo.

A pesar de que aquello que estaba presenciando anunciaba que la oscuridad se haría más latente ella no se movió de su sitio, sentía como las personas pasaban detrás de ella con maletas, el barullo poco a poco se iba haciendo cada vez menos hasta que el silencio había invadido aquél gran espacio, los ojos azules de Gaby se habían perdido en el cielo desde hacía unas cuantas horas y no pretendía moverse de ahí, algunos ruidos de los animales era lo único que podía oírse ya y también el viento golpear con fuerza haciendo que el agua se meciera... Si fuera más intrépida saltaría a uno de los botes y simplemente se quedaría ahí sentada mientras el agua la mecía, como si aquello fuera un arrullo para ella, pero si se quedaba dormida seguramente que alguien la pillaría y entonces la encarcelarían... O cualquier cosa, algo que seguramente avergonzaría a su familia y su mamá constataría que sólo servía para dar problemas.

Todo estaba bien, todo iba perfecto hasta que esa imagen había vuelto a ella con fuerza, un suspiro salió de sus labios y se sentó en el muelle, dejó que sus piernas colgaran, sin tocar el agua, sus brazos se apoyaron en uno de los palos del barandal y su cabeza encontró el apoyo perfecto para acurrucarse, se había puesto nostálgica, era como si su mundo se derrumbara de nuevo, aunque día con día el carácter le salía para poder hacer sus deberes, en estos momentos era cuando se dejaba caer, cuando la máscara abandonaba su rostro y mostraba a alguien cansado y quizá derrotado, la idea le hacía rabiar, pero no quedaba de otra, la habían pisoteado tanto, incluyendo a su propia sangre, que necesitaba debilitarse para poder subir de nuevo y mostrarse imperturbable, los ruidos del sitio ya no le llamaban la atención, se había perdido en sus pensamientos, ya ni siquiera el cielo podía robar su mirada.

Ella quizá debería de relajarse, intentar olvidar todo y simplemente vivir por ella, pero por muy dura que quisiera ser siempre habría algo que la detendría, algo que la haría completamente humana y vulnerable, suspiró largamente mientras dejaba que sus piernas se balancearan lentamente sin tocar el agua, cuidando que sus zapatos no fueran a salir volando o entonces sí que estaría en un problema. Cerró los ojos un momento sintiendo la suave brisa que le estaba tocando la piel, las mejillas se le enfriaban al igual que las manos, pero no importaba, así se sentía por breves instantes, totalmente humana.

Un ruido la hizo abrir los ojos y alcanzó a parpadear varias veces antes de que se diera cuenta de que no podía ver porque había neblina ¿Acaso había pasado tanto? Hace rato estaba completamente despejado y ahora no podía observar mucho más allá de donde se encontraba, ya no podía ver la luna, ni las estrellas y tampoco mucho del agua cristalina que estaba debajo de ella, aquello le había desconcertado un poco o quizá bastante así que se enderezó ligeramente y se pasó las manos por los ojos, los apretó y al volverlos a abrir veía exactamente lo mismo... Nada, arrugó la nariz y levantó una ceja pero aquella expresión cambió completamente después de que a lo lejos alcanzó a ver a un animal, el aullido hizo que la piel se le erizar y dobló las piernas intentando refugiarse así misma pero no podía.

Literalmente se había quedado congelada observando a aquél animal, no podía dar crédito de aquello ¿Cómo había llegado ahí? Escuchó una voz y giró observando a un hombre que le hablaba -¿Y cómo se supone que tengo que hacer eso?- mencionó frunciendo el ceño pero se iba recorriendo lentamente, se empujaba con los pies deslizándose por el piso, su vestido quedaría hecho jirones y completamente sucio, las orbes azules de Gabrielle no se despegaban del lobo mientras intentaba llegar a aquél hombre hasta que por fin lo hizo y se quedó en el piso un momento hasta que despacio logró ponerse de pie, instintivamente se puso detrás del hombre -¿por qué no se va?- preguntó con la voz en un susurro aunque se notaba la desesperación en la misma.

Se levantó con trabajos mientras era ayudada, no sabía que hacer, tenía pánico, por un momento pensó en correr pero no podía, los pies se le habían asentado al suelo como si hubieran sido clavados  al mismo, escuchó al hombre y asintió con la cabeza, no estaba segura de nada -No... No... Lo siento...- murmuró cuando su cerebro logró hacer "click" dándose cuenta de que había sido muy aprovechada, las palabras del hombre le habían espantado al punto de que un chillido había logrado colarse por sus labios intentando que con eso el miedo también se fuera, pero no fue así, parecía que había encontrado el refugio perfecto en su interior.

-¿Co... Correr?- no alcanzó a preguntar más cuando sintió el tirón en su brazo, de verdad que aquello podría matarla de un susto en cualquier momento, sus piernas se movían a la velocidad que él marcaba y de vez en cuando podía darse a la tarea de voltear hacia atrás, respiraba bastante agitado, no sabía que hacer ni que pasaría, sólo sabía que podía morir, su vida le estaba pasando por la cabeza justo en ese momento y había recordado que su madre la odiaba, ¿Así podía morir alguien? Parecía que sí, le estaba pidiendo disculpas, aunque no sabía si le llegarían aunque en ese momento de distracción uno de sus zapatos se quedó atrás y ella no supo que hacer más que dejar que el otro volara, suponía que era más fácil correr descalza que cojeando, sin embargo había perdido tiempo en eso y sólo alcanzó a gritar y soltó la mano del hombre cubriéndose el rostro -¡AH!- se hizo un ovillo y la respiración parecía que se estaba acabando, el oxígeno no le era suficiente para poder llenar sus pulmones.

-¿Dónde está?- preguntó levantando la cabeza mirando al hombre, ella había quedado sentada en el piso, su vestido se había manchado por completo y estaba descalza, los cabellos le bailaban sin sentido cubriéndole en ocasiones la visión -¿Qué pasó?- miró de un lado al otro, la niebla ya no estaba tampoco el lobo ¿Cómo carajos se había ido así? -¿Qué le hiciste?- ese cuestionamiento había salido sin razón pero es que su mente no daba crédito a aquello, necesitaba calmarse de eso estaba segura, sin embargo ya su cuerpo no temblaba, no podía seguir permitiéndose ser vulnerable, respiró profundo para poder calmar los espasmos de su cuerpo y ponerse de pie -No entiendo...- logró pararse y empezó a revisarse, además de lo obvio ella estaba bien, sus brazos no tenían rasguños, nada le dolía excepto los pies.

Respiró profundo cuando pudo hacerlo, quería calmarse, además de que lo necesitaba, no podía seguir pareciendo una chica asustada, aunque de verdad que en ese momento lo era, estaba aterrada y el temblor de sus manos la delataba, lo miró unos segundos -No, yo sé que no... Pero es que... - se mordió el labio inferior con un poco de desesperación, ahora lo había ofendido o así parecía y era obvio que no quería algo así -Estoy nerviosa, lamento haberlo ofendido, nunca fue mi intención...- comentó en voz baja hasta que finalmente terminó de ponerse en pie, o al menos sus piernas ya no se estremecían como hacía un par de segundos.

-Le agradezco que me ayudara, supongo que yo no hubiera podido correr, de hecho ya me estaba quedando dormida en el muelle, algo muy tonto de mi parte... Lamento haberle causado problemas, pudo atacarlo a usted también- suspiró de nueva cuenta y giró medio cuerpo buscando algún indicio de a que aquél animal seguía por ahí, pero simplemente no existía nada, no había rastro alguno, ninguna pisada, eso era bastante raro, pero iba tan abrumada que no quería ponerse a investigar, no es quisiera volver a encontrarse a algo como eso de nuevo, nunca en su vida, mejor que se hubiera ido, pero ¿Por qué? había tantas incógnitas dentro de su mente que ya no sabía exactamente que pensar.

Pasó la mano por su cabello intentando que los cabellos que bailaban rebeldes pudieran encontrar su lugar, pero era imposible, sentía un poco de tierra en las manos, era mejor ya no seguir tocándose o terminaría completamente sucia -Sí, sí- dijo presurosa al pensar siquiera que pudiera volver de nuevo y esta vez atacarla realmente -No conozco mucho París, he vivido apenas un par de meses aquí y no sé que esté abierto en la noche...- las veces que había salido siempre terminaba metida en problemas, no sabía porque no había desistido de hacerlo todavía -Supongo que algún café estará abierto, además hace frío...- frotó una mano contra otra intentando encontrar algo de calor en su propio cuerpo -O podemos ir a donde usted guste...- encogió los hombros -Sólo no quiero tener que volver a correr...- frunció los labios con cierto desagrado y se giró completa mientras comenzaba a dar un par de pasos, necesitaría encontrar un sitio iluminado o por lo menos que no estuviera tan abierto -¿A dónde se dirigía?- preguntó volteando a verlo de reojo, estaba sintiéndose culpable por haberlo desviado de su destino.

-Gabrielle Valois, señor, encantada de conocerlo- hizo una leve reverencia y aquello fue como estar de nuevo en su hogar, con su madre detrás de ella presentándole a un hombre tras otro, mientras ella tenía que estar sonriendo y siempre amable como si el corsé no le apretara y los tacones no le molestaran durante el tiempo que fuera necesaria aquella tortura.

Si su madre la viera, la desheredaba y si la viera Antoine entonces la metería en una caja de cristal de la cual no la dejaría salir nunca más en su vida, todo para ella eran peligros y ¿Cómo decirles que no si justamente la acababan de salvar de uno? Si el hombre no hubiera estado, ella se habría convertido en estofado de lobo, un mal fin para alguien que intenta demostrar que puede ser completamente independiente, parecía que iba por muy mal camino.

Algo en su interior le decía que de todas maneras no estaba del todo segura, pero no entendía el por qué, quizá porque era noche o porque seguía con aquella sensación recorrerle las piernas como si intentaran que corriera de nuevo, pero no había motivo, al menos no uno aparente para que ella quisiera huir -Sí, estaba en apuros, pero bueno, lamento haberle ocasionado un poco de "acción" a su paseo, aunque agradezco que no haya hecho como la mayoría, que simplemente se siguen de largo, ya que no es de su incumbencia, ni siquiera recuerdo porque terminé sentada al borde de aquél muelle, pero no me quería suicidar, se lo aseguro- le miró segura, había aceptado el cumplido pero no por ello debía deshacerse por aquellas simples palabras, Gabrielle no era así.

-Claro, por mí no hay problema, podemos ir al pub, sólo que no quiero ocasionar problemas a su conocido, puedo mantener esta ropa, aunque precisamente ahora no se ve demasiado linda- sonrió de lado y comenzó a caminar a donde quiera que fuera, ella se olvidaba rápido que podía haber peligros por allá afuera, esa era la naturaleza de la castaña y nada podía hacer para remediarlo.

-Su apellido no me suena francés... ¿Me equivoco?- le miró mientras cruzaba las manos por debajo de su pecho, sólo le observaba de reojo, quería cuidar su camino, aunque cualquier ruido por pequeño que fuera lograba captar su atención, más de lo que quisiera y en ocasiones también lograba acelerarle el corazón, aunque ya las luces se podían notar mucho más -Si soy muy entrometida puede decírmelo- .

-Tengo poco, aproximadamente un mes... No sé más o menos cuanto, sólo que todavía no me adapto a la ciudad, además yo creo que en breve me tendré que regresar a Lyon, pero todavía no estoy segura de ello, así que no podría decir con certeza cuanto tiempo más estaré aquí o cuanto he estado, soy un poco distraída en esas cosas- respondió con calma a aquella pregunta, intentaba, pero no lo lograba, el hombre parecía demasiado... ¿Listo? Quizá lo era, o es que Gabrielle era demasiado tonta, pero eso era lo que menos importaba ahora, sólo sabía que necesitaba hacer algo para que él no se burlara de ella, y no es que le interesara mucho la opinión del hombre que tenía delante, sino que no le gustaba que nadie la tomara como un chiste.

-¿Vende piezas? ¿A qué se dedica?- el interés que mostraba en aquello era real, no estaba mintiendo, no le hacía creer un falso aprecio por sus palabras, en verdad todo lo de los negocios para ella era fascinante, pero por otro lado también quería que ella no fuera el tema central de todo -Me alegra por usted, muchos que apenas empiezan tienen que irse abriendo camino poco a poco, aunque no quiero decir con esto que para usted todo sea muy sencillo...- aclaró rápidamente pues los malos entendidos era otra cosa que odiaba, así que más valía que todo quedara tal cual antes de que tuviera un enfrentamiento, las peleas o discusiones absurdas no era algo que fuera con ella, su carácter era tranquilo, a menos que alguien la exasperara, y para eso ella respiraba demasiadas veces, no le gustaba darle el gusto a nadie para que la notara molesta o fuera de sí, su temple siempre había sido muy bueno, aunque sabía como defender sus ideas, sin caer en provocaciones.

-Mi padre tiene negocios, se dedica a vender muebles, es bastante bueno, comenzó fabricándolos en casa, ayudando a mi abuelo, el negocio creció y bueno ahora vende a gran escala, en Francia... Y otros países- contestó la primer pregunta, pero la segunda la dejó al aire, agradeció en demasía que el camarero se acercara en ese momento -¿Lo podría molestar con un vaso de agua?- solicitó con amabilidad mientras desviaba la mirada hacia el techo del lugar, era como si buscara que algún santo le hablara para que le iluminara las ideas o al menos le hiciera ver que el hombre no haría un mal comentario acerca de lo atrevida que era ella por querer incursionar en los negocios de "hombres", su hermano también ayudaba, pero ambos tenían que ir haciendo lo propio si es que querían dinero, aunque ella sólo tenía que darle el "sí" a un hombre rico y ella se negaba rotundamente.