AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sidney Kylian Gallagher
2 participantes
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Sidney Kylian Gallagher
Sidney Kylian Gallagher
Apellido, Nombre: Gallagher, Sidney Kylian
Apodos: Sid – solo para los amigos-, Kylian- es como lo llaman sus familiares-, Gallagher- es como se presenta-.
Fecha de nacimiento: 21 de Septiembre / 19 AÑOS
Lugar de origen: Escocia.
Orientación sexual: Confundido
Especie: Humano cazador
Clase social: Media
Habilidad: Puede utilizar a la perfección cualquier tipo de arma blanca, ballesta, y armas de fuego.
Ocupación: Camarero... normalmente trabajos vinculados con la noche, esporádicos y que le permitan ganar algo de dinero para seguir adelante.
Apodos: Sid – solo para los amigos-, Kylian- es como lo llaman sus familiares-, Gallagher- es como se presenta-.
Fecha de nacimiento: 21 de Septiembre / 19 AÑOS
Lugar de origen: Escocia.
Orientación sexual: Confundido
Especie: Humano cazador
Clase social: Media
Habilidad: Puede utilizar a la perfección cualquier tipo de arma blanca, ballesta, y armas de fuego.
Ocupación: Camarero... normalmente trabajos vinculados con la noche, esporádicos y que le permitan ganar algo de dinero para seguir adelante.
- Spoiler:
Se trata de un joven alto (1,86 m.), de complexión delgada y torso recto. Se mantiene en buena forma física, sin llegar a estar musculado, y siempre camina erguido, como si estuviese en un desfile militar, algo que llama bastante la atención.
Su rostro es de rasgos suaves, dulces y aún aniñados. Sus ojos son azules. Tiene el pelo liso y cambia de peinado de forma casi compulsiva y con mucha frecuencia, tanto en el corte como en el color, aunque su tono natural es el marrón oscuro. Nunca más volverá a rapárselo.
Suele vestir con ropa de inspiración militar, por costumbre y comodidad.
Su rostro es de rasgos suaves, dulces y aún aniñados. Sus ojos son azules. Tiene el pelo liso y cambia de peinado de forma casi compulsiva y con mucha frecuencia, tanto en el corte como en el color, aunque su tono natural es el marrón oscuro. Nunca más volverá a rapárselo.
Suele vestir con ropa de inspiración militar, por costumbre y comodidad.
En una evaluación superficial, Sidney será siempre tomado por un chico simpático, sociable, risueño y que, excepto raras excepciones, siempre está de buen humor. Aparentemente extrovertido, despreocupado, feliz y dispuesto a ayudar a quien lo necesite, ya sea para dar una palabra de apoyo o echar una mano con una mudanza.
Aunque es algo poco frecuente, esa es su coraza contra el mundo, y también el reflejo de su rebeldía contra todo: mostrar que nada le puede impedir ser feliz. Pero es mentira. Solo quienes le conocen en profundidad se han dado cuenta de que cuando parece más alegre, es cuando más hundido está interiormente.
Goza de una gran iniciativa, y coge cariño a las personas con facilidad, ya que siempre suele centrarse en las virtudes, y su enorme paciencia le permite pasar por alto los defectos. Aunque cuando siente que no recibe lo mismo que da, corta la relación de raíz sin paños calientes. Se vuelve protector con aquellos a quienes aprecia, y nunca les mentiría, aunque les duela lo que tenga que decir. Siempre tiende a buscar el equilibrio.
Reservado respecto a su pasado, normalmente evade el tema hasta que confía plenamente en la otra persona, y lo mismo sucede con sus planes de futuro.
Cuando está tan afectado por algo que no puede mantener su coraza ante el mundo se aísla, e intenta que nadie le vea. Su dolor y sus demonios son suyos, y no le gusta que nadie los conozca.
Ha emprendido una especie de vendetta personal contra los licántropos, no por rencor, únicamente porque cree que es lo que debe hacer: buscar el equilibrio, quitar a los hombres lobo lo que ellos le arrebataron a él, al igual que hace su hermano. En presencia de ellos, saca su parte más violenta e irascible, y cualquiera diría que los odia aunque, en realidad, es el reflejo de la culpabilidad que siente. Jamás lo reconocerá ante otros, y a los cazadores con los que ha formado equipo en el pasado, siempre les ha dicho que lo que siente es odio. Se siente extrañado al no caer presa de los remordimientos cuando ha matado a licántropos, pero intenta no pensar demasiado en ello.
No cree en la enemistad, y cuando alguien le traiciona o no le convence, le dedica una impasible indiferencia, porque cree que el odio es demasiado vinculante.
Aunque tiene una faceta romántica, está desencantado con el amor y no cree que nunca más pueda volver a sentirlo. Pero no es algo que le preocupe. Por ello, últimamente todas sus relaciones han sido más sexuales que sentimentales.
Ante los problemas, suele huir hacia delante: enfrentarlos lo justo y librarse de ellos en cuanto le es posible, porque no le gusta complicarse.
Aunque es algo poco frecuente, esa es su coraza contra el mundo, y también el reflejo de su rebeldía contra todo: mostrar que nada le puede impedir ser feliz. Pero es mentira. Solo quienes le conocen en profundidad se han dado cuenta de que cuando parece más alegre, es cuando más hundido está interiormente.
Goza de una gran iniciativa, y coge cariño a las personas con facilidad, ya que siempre suele centrarse en las virtudes, y su enorme paciencia le permite pasar por alto los defectos. Aunque cuando siente que no recibe lo mismo que da, corta la relación de raíz sin paños calientes. Se vuelve protector con aquellos a quienes aprecia, y nunca les mentiría, aunque les duela lo que tenga que decir. Siempre tiende a buscar el equilibrio.
Reservado respecto a su pasado, normalmente evade el tema hasta que confía plenamente en la otra persona, y lo mismo sucede con sus planes de futuro.
Cuando está tan afectado por algo que no puede mantener su coraza ante el mundo se aísla, e intenta que nadie le vea. Su dolor y sus demonios son suyos, y no le gusta que nadie los conozca.
Ha emprendido una especie de vendetta personal contra los licántropos, no por rencor, únicamente porque cree que es lo que debe hacer: buscar el equilibrio, quitar a los hombres lobo lo que ellos le arrebataron a él, al igual que hace su hermano. En presencia de ellos, saca su parte más violenta e irascible, y cualquiera diría que los odia aunque, en realidad, es el reflejo de la culpabilidad que siente. Jamás lo reconocerá ante otros, y a los cazadores con los que ha formado equipo en el pasado, siempre les ha dicho que lo que siente es odio. Se siente extrañado al no caer presa de los remordimientos cuando ha matado a licántropos, pero intenta no pensar demasiado en ello.
No cree en la enemistad, y cuando alguien le traiciona o no le convence, le dedica una impasible indiferencia, porque cree que el odio es demasiado vinculante.
Aunque tiene una faceta romántica, está desencantado con el amor y no cree que nunca más pueda volver a sentirlo. Pero no es algo que le preocupe. Por ello, últimamente todas sus relaciones han sido más sexuales que sentimentales.
Ante los problemas, suele huir hacia delante: enfrentarlos lo justo y librarse de ellos en cuanto le es posible, porque no le gusta complicarse.
.•. Mathew Gallagher .•. Padre. Muerto.
Militar Escocés con el rango de Coronel. Fallecido. Sidney no llegó a conocerle.
.•. Eleanor Gillian Gallagher .•. Madre. Muerta.
Dulce, frágil y muy bella. Novia de Mathew desde el instituto, siempre fue ama de casa. La muerte de su marido la trastocó, pero llegó a superarlo gracias a Ethan, del que volvió a enamorarse aunque nunca llegaron a casarse. Tras la muerte de su hija fue internada en un psiquiátrico donde acabó quitándose la vida.
.•. Ethan Frost .•. Segundo padre. Paradero desconocido.
Novio de su madre, y desencadenante de la tragedia de la familia Gallagher. Aún así, no lo culpa porque fue un buen padre para él. Desde que su madre fue internada, desapareció y nunca más a vuelto a saber de él.
.•. Keith Mathew Gallagher.•. Hermano. Desaparecido.
Doce años mayor que Sidney, nacido justo cuando sus padres finalizaron el instituto. Fuerte, protector, muy decidido, introvertido pero no tímido. Se ha convertido en un modelo para Sidney aunque se hace años que no lo ve, pero él nunca ha dejado de preocuparse por él y mantenerle. Hace unos meses que no tiene noticias de él, por eso ha emprendido su búsqueda.
.•. Candance Marie Gallagher .•. Hermana. Asesinada.
Desde niña, Candance siempre destacó por su belleza, rebeldía y enorme ambición. Su debilidad era Sidney, al que llevaba 9 años de diferencia. A los 15 años se había convertido en una rebelde sin causa. La relación con su madre era, cuando menos, complicada, y era frecuente que Keith y ella discutiesen. Fue asesinada ante los ojos de su familia por una licántropo. Sidney estaba allí.
.•. Sean Sheridan .•. Tío materno. Tutor legal.
Se hizo cargo de Sidney a petición de Keith cuando emprendió la búsqueda de la licántropo que mató a Candance. Era Keith quien enviaba dinero todos los meses para su manutención. Aunque en principio se llevaban bien, con la llegada de la adolescencia comenzaron los problemas y se quitó a Sidney de en medio enviándolo a una escuela militar.
.•. Lucy Sheridan .•.Tía política.
Mujer de Sean, ama de casa y muy estricta con él, aunque siempre se han llevado bien. Intentó que su marido no lo enviase a la escuela militar aunque sin éxito. Romántica empedernida, por lo que se hacía la tonta sobre la relación entre Leight y Sidney.
.•. Leight Ashley Sheridan .•. Prima postiza.
Aunque lleva el apellido de su familia materna, no tienen parentesco, ya que es hija de una relación anterior de Lucy, y posteriormente, Sean la reconoció como suya aunque sabe que no lo es. Tiene la misma edad que Sidney, y aunque mientras fueron niños se llevaban como el perro y el gato, al llegar a la adolescencia acabaron atrayéndose, y al tiempo, enamorándose. Ella se fugó varias veces para ir a verle a la escuela militar, aunque finalmente Sidney orquestó una engañifa para que lo pillase con otra y se olvidase de él. Solo porque consideraba que era lo mejor para ella. Sigue siendo su punto débil, aunque ya no está enamorado de ella al darse cuenta de que él había madurado más que ella.
Cuando en Escocia se cuenta la historia de los Gallagher, siempre se dice que Sidney trajo con su nacimiento la mala suerte para la familia, que había sido modélica y feliz hasta el momento. Él militar, ella ama de casa, y con una pareja de críos envidiable.
Sidney llegó cuando ya nadie lo esperaba, por error. Aún así, sus padres decidieron tenerlo de todos modos, ya que sus convicciones religiosas conservadoras estaban en contra del aborto. Y una vez decidido, comenzaron las tragedias.
Mathew Gallagher fue enviado a Africa al poco de enterarse de que sería padre por tercera vez, para intervenir en una Guerra Civil. Nadie podía imaginar que acabaría muriendo en algún país africano el día que se despidió de Eleanor, a quien aún no se le notaba que llevaba a Sidney en sus entrañas.
El funeral con honores, y las condecoraciones postmortem no mermaron el profundo vacío que la muerte de su padre dejó en su madre y sus hermanos, pero pronto las cosas parecerían mejorar durante seis años. Seis años en los que fueron ganando la felicidad poco a poco gracias a Ethan.
Ethan siempre había estado enamorado de Eleanor, y aunque tras la muerte de Mathew se lo tomó con calma, y nunca hizo nada que pudiese molestar a la viuda, ella terminó viendo en él al padre de familia que sus hijos necesitaban, especialmente Sidney, que nunca había conocido al suyo. Se mudó a la casa de los Gallagher y pronto fueron una familia de nuevo. Los mayores problemas radicaban en Candance, ya que era la hija problemática que se había echado novio, comenzado a rebelarse y descuidado sus estudios. A parte de eso, todo era perfecto. Hasta el día que Sidney cumplió los seis años.
Celebraban una cena familiar en el comedor de casa, había regalos, música, y aunque Candance mantenía su mueca de desencanto con el universo, todo parecía perfecto. Fue cuando Eleanor apagó las velas para aparecer con una enorme tarta con seis velas encendidas cuando escucharon un ruido al que no dieron importancia. Cantaron el cumpleaños feliz, Sidney sopló las velas, y al encender las bombillas , una enorme loba estaba sentada en un lado del comedor, observando la escena. Todos se quedaron paralizados, aterrados y confusos, excepto Ethan, que comenzó a hablar con ella, nervioso y apresurado.
Pronto, el crujir de los huesos y el desgarro muscular dio lugar a la metamorfosis, que paralizó aún más a Eleanor y a sus hijos, que no podían creer lo que veían. Pronto, en lugar de aquella loba, se erguía una mujer rubia completamente desnuda, que lanzó a Ethan a un lado con una fuerza sobrehumana y se acercó a Candance, colocándole las manos sobre los hombros. Ella se estremeció mientras la mujer lobo dedicaba una mirada al resto de miembros de su familia, lenta, calculadora, con una sonrisa malévola y aterradora. Lo siguiente que se escuchó, fue una súplica de Ethan y el sonido de las vértebras del cuello de Candance al desencajarse. Después el grito de Eleanor, y entonces, Keith cogió a Sidney y huyó con él.
Keith tuvo un fuerte encontronazo con Ethan, y a base de golpes, le obligó a contarle toda la historia. Aquella mujer lobo había sido su pareja, él la había abandonado, y había regresado en busca de venganza. Keith lo obligó a irse, a no volver jamás, y se puso al frente de lo que quedaba de su familia. Pero cuando, tras el funeral de Candance, parecía que las cosas no podían empeorar más, lo hicieron. Eleanor no logró superarlo, se volvió loca, o eso pensaron todos cuando comenzó a hablar de licántropos asesinos, cuando la policía había achacado la muerte de Candance al propio Ethan, según el testimonio de Keith. Nadie creería la verdad, y el mayor de los Gallach lo sabía. Los servicios sociales internaron a Eleanor en un psiquiático, donde acabó ahorcándose con sus sábanas al poco tiempo.
Keith no iba a dejar las cosas así, ni quería ni podía. Fue por eso, por lo que aunque consiguió la tutela de Sidney, decidió dar caza a aquella licántropo. Y así fue cómo Sidney terminó viviendo con la familia de su tío materno.
Pasó el resto de su infancia tranquilo, y pronto, por esa capacidad de olvidar ciertas cosas que tienen los niños, volvió a ser feliz, a considerar que tenía una nueva familia. Comenzó a tocar el cello, y su mayor preocupación eran las bromas que le gastaba Leight, su prima, a la que no soportaba, aunque en otras ocasiones se convertía en su compañera de travesuras. La relación amor/odio que se desarrolla entre todos los niños que pasan demasiado tiempo juntos.
Fue al cumplir los quince cuando Sidney conoció a una señorita, y comenzó a salir con ella. Leight se lo tomó muy mal, y comenzaron fuertes discusiones entre ellos, cruces de acusaciones, y la casa fue caótica durante diez días. Hasta que ella le besó, y Sidney se dio cuenta de que le gustaba su prima. En realidad, le habría supuesto un trauma si ella no le hubiese confesado que no era hija de su tío, y aunque seguía sin convencerle del todo, y pasó unos cuantos días evitándola, Leight siempre acababa encontrándole, tentándole, y haciéndole caer. Llegó a enamorarse de ella hasta la médula, y tener que mantener todo aquello en el más absoluto de los secretos, complicándolo todo cuando otros tonteaban con ella ante Sidney o viceversa, aunque odioso, lo hacía todo más emocionante, y más pasional de lo que ya era. Pero los secretos no duran para siempre.
Seis meses después, Sean se enteró de todo aquello. La primera discusión la tuvo con su mujer, pero finalmente, tomó la opción fácil: enviarlo lejos de “su” hija, ya que la consideraba como tal. Sidney aceptó su destino como algo lógico, como algo que se veía venir, sin embargo, Leight se lo tomó a la tremenda y nunca llegó a perdonárselo a su padrastro. Supo que nunca lo haría el día en el que Sidney cogió un carruaje hacia su futuro, con una bolsa de cuero como único equipaje.
Solo llevaba dos semanas en la Escuela Militar cuando al salir el viernes en el tiempo que les dejaban libre si se comportaban como era debido, se encontró a Leight empapada por la lluvia, esperándole fuera de la misma, agarrando los barrotes de la reja. Se había fugado para ir a verle, había robado dinero, cogido un caballo... porque “necesitaba estar con él”.
Pasaron la noche juntos, e hicieron el amor por primera vez. Él sabía que pagarían aquello con un severo castigo, pero en aquel momento no le importaba. Ella trazaba planes, sueños que sonaban muy bien, pero que Sidney, más realista, consideraba imposibles. ¿De qué vivirían si se fugaban? ¿Cuánto tardarían en encontrarles y separarles otra vez? ¿Valía la pena separar a Leight de su familia, privarla de una vida cómoda solo porque la quería? Por el momento, tendrían que conformarse con aquellos encuentros, con los celos, las dudas, la distancia. Él estaba dispuesto a hacerlo, y a ella, no le quedaba otra. Así que el domingo, Leight regresó a casa, amenazando con regresar el día menos pensando.
Y así fue, durante dos años y con la complicidad de Lucy, su madre, ella iba a visitarle a menudo, sin importarle lo más mínimo los problemas que eso le traía después con su padre. Pero las cosas cambian, y aquella Escuela Militar había marcado a Sidney. Él maduró, quizás demasiado, y ella continuaba siendo aquella cría despreocupada. El detonante de todo, fue cuando Keith visitó a Sidney y todos los difusos recuerdos sobre la muerte de Candance regresaron más nítidos que nunca. Se lo contó a Leight, y ella, evidentemente, se lo tomó como un cuento, una broma. Ni siquiera se planteó creerle, aunque los ojos de Sidney desvelaban que no mentía. No la sacó de su error, pero se dio cuenta de que lo que había sido amor, ya no lo era. Intentó zanjar la relación por las buenas, por activa y por pasiva, pero Leight era demasiado obstinada para renunciar a él. Por eso, se acostó con una compañera de reuniones y acabó orquestándolo todo para que Leight lo descubriese con las manos en la masa. Montó un drama, lloró, gritó, lo abofeteó a él y cogió de los pelos a la otra chica. Sidney permaneció impasible, aunque odiaba haberle hecho daño de aquel modo, y se prometió que, algún día, la recompensaría por ello, y le explicaría la verdad con todos los detalles, y que aquello, aunque le hubiese hecho daño, era lo mejor que podía hacer por ella.
Sus planes inmediatos era alcanzar la mayoría de edad y unirse a su hermano. Encontrarían a aquella licántropo, terminarían con ella, y las tragedias de los Gallach serían subsanadas, estarían en equilibrio. En paz.
Justo cuando cumplió los 18 salió de la Escuela sin mirar atrás, dedicándole un corte de manga y juró que nunca volvería a raparse el pelo. Intentó ponerse en contacto con su hermano, pero no pudo localizarlo. Era extraño, mucho. ¿Se habría desentendido? No podía creerlo. Quizás estuviese en problemas o... lo que fuese. Comenzó a buscarlo a la desesperada, comenzando por Bristol, el lugar en el que había efectuado el último ingreso para pagar su estancia en la Escuela Militar. Pasó algunos meses interrogando a licántropos, relacionándose con vampiros, cambia formas, destapando el submundo que se escondía a ojos de los humanos. Descubrió su culpabilidad, que lo hacía volverse violento contra cualquier licántropo, y aunque estaba en desventaja contra aquellos seres, por algo era el mejor tirador de toda la Escuela Militar. Mataba a los licántropos a distancia, solo porque creía que debía hacerlo, porque cuando uno de ellos muere, es como si un pedazo de un alma rota por aquellos recuerdos, olvidados durante tanto tiempo, volviese a su lugar.
Con un par de armas conseguidos en el mercado negro, gracias al dinero obtenido en un par de apuestas suicidas, que salieron bien, y un caballo como su única pertenencia fue siguiendo el rastro de Keith, de un lado a otro, hasta llegar encontrarle.
Sidney llegó cuando ya nadie lo esperaba, por error. Aún así, sus padres decidieron tenerlo de todos modos, ya que sus convicciones religiosas conservadoras estaban en contra del aborto. Y una vez decidido, comenzaron las tragedias.
Mathew Gallagher fue enviado a Africa al poco de enterarse de que sería padre por tercera vez, para intervenir en una Guerra Civil. Nadie podía imaginar que acabaría muriendo en algún país africano el día que se despidió de Eleanor, a quien aún no se le notaba que llevaba a Sidney en sus entrañas.
El funeral con honores, y las condecoraciones postmortem no mermaron el profundo vacío que la muerte de su padre dejó en su madre y sus hermanos, pero pronto las cosas parecerían mejorar durante seis años. Seis años en los que fueron ganando la felicidad poco a poco gracias a Ethan.
Ethan siempre había estado enamorado de Eleanor, y aunque tras la muerte de Mathew se lo tomó con calma, y nunca hizo nada que pudiese molestar a la viuda, ella terminó viendo en él al padre de familia que sus hijos necesitaban, especialmente Sidney, que nunca había conocido al suyo. Se mudó a la casa de los Gallagher y pronto fueron una familia de nuevo. Los mayores problemas radicaban en Candance, ya que era la hija problemática que se había echado novio, comenzado a rebelarse y descuidado sus estudios. A parte de eso, todo era perfecto. Hasta el día que Sidney cumplió los seis años.
Celebraban una cena familiar en el comedor de casa, había regalos, música, y aunque Candance mantenía su mueca de desencanto con el universo, todo parecía perfecto. Fue cuando Eleanor apagó las velas para aparecer con una enorme tarta con seis velas encendidas cuando escucharon un ruido al que no dieron importancia. Cantaron el cumpleaños feliz, Sidney sopló las velas, y al encender las bombillas , una enorme loba estaba sentada en un lado del comedor, observando la escena. Todos se quedaron paralizados, aterrados y confusos, excepto Ethan, que comenzó a hablar con ella, nervioso y apresurado.
Pronto, el crujir de los huesos y el desgarro muscular dio lugar a la metamorfosis, que paralizó aún más a Eleanor y a sus hijos, que no podían creer lo que veían. Pronto, en lugar de aquella loba, se erguía una mujer rubia completamente desnuda, que lanzó a Ethan a un lado con una fuerza sobrehumana y se acercó a Candance, colocándole las manos sobre los hombros. Ella se estremeció mientras la mujer lobo dedicaba una mirada al resto de miembros de su familia, lenta, calculadora, con una sonrisa malévola y aterradora. Lo siguiente que se escuchó, fue una súplica de Ethan y el sonido de las vértebras del cuello de Candance al desencajarse. Después el grito de Eleanor, y entonces, Keith cogió a Sidney y huyó con él.
Keith tuvo un fuerte encontronazo con Ethan, y a base de golpes, le obligó a contarle toda la historia. Aquella mujer lobo había sido su pareja, él la había abandonado, y había regresado en busca de venganza. Keith lo obligó a irse, a no volver jamás, y se puso al frente de lo que quedaba de su familia. Pero cuando, tras el funeral de Candance, parecía que las cosas no podían empeorar más, lo hicieron. Eleanor no logró superarlo, se volvió loca, o eso pensaron todos cuando comenzó a hablar de licántropos asesinos, cuando la policía había achacado la muerte de Candance al propio Ethan, según el testimonio de Keith. Nadie creería la verdad, y el mayor de los Gallach lo sabía. Los servicios sociales internaron a Eleanor en un psiquiático, donde acabó ahorcándose con sus sábanas al poco tiempo.
Keith no iba a dejar las cosas así, ni quería ni podía. Fue por eso, por lo que aunque consiguió la tutela de Sidney, decidió dar caza a aquella licántropo. Y así fue cómo Sidney terminó viviendo con la familia de su tío materno.
Pasó el resto de su infancia tranquilo, y pronto, por esa capacidad de olvidar ciertas cosas que tienen los niños, volvió a ser feliz, a considerar que tenía una nueva familia. Comenzó a tocar el cello, y su mayor preocupación eran las bromas que le gastaba Leight, su prima, a la que no soportaba, aunque en otras ocasiones se convertía en su compañera de travesuras. La relación amor/odio que se desarrolla entre todos los niños que pasan demasiado tiempo juntos.
Fue al cumplir los quince cuando Sidney conoció a una señorita, y comenzó a salir con ella. Leight se lo tomó muy mal, y comenzaron fuertes discusiones entre ellos, cruces de acusaciones, y la casa fue caótica durante diez días. Hasta que ella le besó, y Sidney se dio cuenta de que le gustaba su prima. En realidad, le habría supuesto un trauma si ella no le hubiese confesado que no era hija de su tío, y aunque seguía sin convencerle del todo, y pasó unos cuantos días evitándola, Leight siempre acababa encontrándole, tentándole, y haciéndole caer. Llegó a enamorarse de ella hasta la médula, y tener que mantener todo aquello en el más absoluto de los secretos, complicándolo todo cuando otros tonteaban con ella ante Sidney o viceversa, aunque odioso, lo hacía todo más emocionante, y más pasional de lo que ya era. Pero los secretos no duran para siempre.
Seis meses después, Sean se enteró de todo aquello. La primera discusión la tuvo con su mujer, pero finalmente, tomó la opción fácil: enviarlo lejos de “su” hija, ya que la consideraba como tal. Sidney aceptó su destino como algo lógico, como algo que se veía venir, sin embargo, Leight se lo tomó a la tremenda y nunca llegó a perdonárselo a su padrastro. Supo que nunca lo haría el día en el que Sidney cogió un carruaje hacia su futuro, con una bolsa de cuero como único equipaje.
Solo llevaba dos semanas en la Escuela Militar cuando al salir el viernes en el tiempo que les dejaban libre si se comportaban como era debido, se encontró a Leight empapada por la lluvia, esperándole fuera de la misma, agarrando los barrotes de la reja. Se había fugado para ir a verle, había robado dinero, cogido un caballo... porque “necesitaba estar con él”.
Pasaron la noche juntos, e hicieron el amor por primera vez. Él sabía que pagarían aquello con un severo castigo, pero en aquel momento no le importaba. Ella trazaba planes, sueños que sonaban muy bien, pero que Sidney, más realista, consideraba imposibles. ¿De qué vivirían si se fugaban? ¿Cuánto tardarían en encontrarles y separarles otra vez? ¿Valía la pena separar a Leight de su familia, privarla de una vida cómoda solo porque la quería? Por el momento, tendrían que conformarse con aquellos encuentros, con los celos, las dudas, la distancia. Él estaba dispuesto a hacerlo, y a ella, no le quedaba otra. Así que el domingo, Leight regresó a casa, amenazando con regresar el día menos pensando.
Y así fue, durante dos años y con la complicidad de Lucy, su madre, ella iba a visitarle a menudo, sin importarle lo más mínimo los problemas que eso le traía después con su padre. Pero las cosas cambian, y aquella Escuela Militar había marcado a Sidney. Él maduró, quizás demasiado, y ella continuaba siendo aquella cría despreocupada. El detonante de todo, fue cuando Keith visitó a Sidney y todos los difusos recuerdos sobre la muerte de Candance regresaron más nítidos que nunca. Se lo contó a Leight, y ella, evidentemente, se lo tomó como un cuento, una broma. Ni siquiera se planteó creerle, aunque los ojos de Sidney desvelaban que no mentía. No la sacó de su error, pero se dio cuenta de que lo que había sido amor, ya no lo era. Intentó zanjar la relación por las buenas, por activa y por pasiva, pero Leight era demasiado obstinada para renunciar a él. Por eso, se acostó con una compañera de reuniones y acabó orquestándolo todo para que Leight lo descubriese con las manos en la masa. Montó un drama, lloró, gritó, lo abofeteó a él y cogió de los pelos a la otra chica. Sidney permaneció impasible, aunque odiaba haberle hecho daño de aquel modo, y se prometió que, algún día, la recompensaría por ello, y le explicaría la verdad con todos los detalles, y que aquello, aunque le hubiese hecho daño, era lo mejor que podía hacer por ella.
Sus planes inmediatos era alcanzar la mayoría de edad y unirse a su hermano. Encontrarían a aquella licántropo, terminarían con ella, y las tragedias de los Gallach serían subsanadas, estarían en equilibrio. En paz.
Justo cuando cumplió los 18 salió de la Escuela sin mirar atrás, dedicándole un corte de manga y juró que nunca volvería a raparse el pelo. Intentó ponerse en contacto con su hermano, pero no pudo localizarlo. Era extraño, mucho. ¿Se habría desentendido? No podía creerlo. Quizás estuviese en problemas o... lo que fuese. Comenzó a buscarlo a la desesperada, comenzando por Bristol, el lugar en el que había efectuado el último ingreso para pagar su estancia en la Escuela Militar. Pasó algunos meses interrogando a licántropos, relacionándose con vampiros, cambia formas, destapando el submundo que se escondía a ojos de los humanos. Descubrió su culpabilidad, que lo hacía volverse violento contra cualquier licántropo, y aunque estaba en desventaja contra aquellos seres, por algo era el mejor tirador de toda la Escuela Militar. Mataba a los licántropos a distancia, solo porque creía que debía hacerlo, porque cuando uno de ellos muere, es como si un pedazo de un alma rota por aquellos recuerdos, olvidados durante tanto tiempo, volviese a su lugar.
Con un par de armas conseguidos en el mercado negro, gracias al dinero obtenido en un par de apuestas suicidas, que salieron bien, y un caballo como su única pertenencia fue siguiendo el rastro de Keith, de un lado a otro, hasta llegar encontrarle.
-Solamente habla inglés
-Era un buen violoncellista, pero hace años que no lo toca.
-En ocasiones llama a Leight, pero nunca se ha atrevido a decirle nada. Sigue posponiendo el compensarla por lo que le hizo.
-Sigue haciendo la rutina de ejercicios de la Escuela Militar todas las mañanas.
-Cree que algún día llegará a ser feliz.
-No tiene nada en contra de vampiros, cambiaformas o brujos.
-Tiene muy buena puntería con las armas de fuego.
-Evita las peleas cuerpo a cuerpo, y siempre mata a los licántropos a distancia.
-Es muy bueno jugando al póker, y siempre sabe cuando debe dejar de apostar.
-Venera a su hermano, es su héroe personal.
-Lleva siempre encima un camafeo en la que sale con su madre, sus hermanos y Ethan.
-Se siente culpable por haber olvidado durante tanto tiempo cómo murió Candance.
Última edición por Sidney Kylian Gallach el Miér Nov 19, 2014 7:01 am, editado 6 veces (Razón : sS)
Sidney Kylian Gallagher- Cazador Clase Media
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 11/08/2013
Localización : París, Francia.
Re: Sidney Kylian Gallagher
FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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