Historia del Arte [Clase 1] - (Sólo alumnos de Soren)

Yo no me había apuntado al semestre en lo más estricto de la palabra, simplemente me había jurado a mi mismo asistir de nuevo a las enriquecedoras clases de historia del arte, como un oyente más. En parte por el agradable profesor Kaarkarogf, y por otra para refrescar lo que se me había olvidado, porque como ya es bien sabido yo ya había superado esa asignatura con notable, pero es que me encantaba. Si peco de algo es de repetitivo. Además distintos profesores pueden dar una clase de distintas maneras, y ¿por qué no probar? Es más un profesor puede hacer que aborrezcas o que sencillamente adores una asignatura, eso lo sabía muy bien, y esperé que el profesor fuera tan bueno dando clases como esperaba.

Había pasado bastantes días desde la última vez que vi al profesor, no sabía cómo estaría, bueno quizá con un poco de suerte pasaría inadvertido, es lo que más deseaba. Me puse como tenía pensado en la última fila al lado de otro chico al cual sonreí cordialmente, estaba repleta de alumnos, más jóvenes que yo, obviamente, ¿bueno y qué? Nunca es tarde para aprender, no es para avergonzarse, algo así dijo Homero o ¿fue Socrátes? Es igual.

Pasaron los minutos, yo me puse a dibujar pequeños apuntes de los alumnos que estaban delante de mí, así me entretuve hasta que el profesor apareció con una velocidad inusual, una premura que me sobresaltó haciéndome esconder los dibujos dentro del maletín. Cuando el profesor tumbó los libros no pude evitar llevarme una mano a la cara para ocultar la sonrisa, ¡qué encantador! “Un buen comienzo, sin duda” pensé irónico.

Escuché todo el discurso que dijo con real curiosidad, dejándome llevar por el transcurso de sus palabras. ¿Qué es el arte? Una pregunta muy cuestionada, muchas teorías hay sobre ella, cada cual más interesante. Estuve de acuerdo con lo que contó. Me quedé mirando con fijeza las fotografías que había puesto para que las observáramos. Yo tenía mi cabeza apoyada sobre mi mano y el lapicero en la boca, como solía hacer cuando estaba ensimismado.
La primera de ellas se me parecía a un gato “qué curioso”, y la segunda no la había visto en la vida, se me pusieron los ojos como platos y el lápiz se me escurrió de los labios. Qué extraño e interesante me pareció, continuó mostrando fotografías, a cada cual más interesante.

Cuando concluyó la clase preguntó unas preguntas a los alumnos, yo me quedé escuchando a todos ellos, algunos tenían unas suposiciones de lo más extravagantes, a veces reconozco que tuve que contenerme la risa, así que me tapé la boca, habría sido de muy mala educación echarse a reír allí mismo por la ignorancia de los demás ¡por Dios! “La humildad, la humildad…” me repetía una y otra vez.
Yo no sabía si levantar la mano, me habría delatado sobremanera, yo no era como el resto, ni estaba en las mismas condiciones, no sería justo. Así me oculté entre los alumnos que había delante de mí.

Aún así respondí a la pregunta mentalmente, yo tenía la hipótesis de que los prehistóricos empezaron a pintar o marcar las cavernas o cualquier superficie por un motivo práctico, por tácticas de caza, y cosas por el estilo, otras pinturas para diferenciarse de otras tribus. Cuando fueron pasando los años las pinturas fueron más detalladas como en Altamira, es posible que les llamase tanto la atención el mundo animal que irrevocablemente tuvieran el impulso de dibujarlos, con el trabajo que es pintar boca arriba. Unos maestros, eso eran.
La representación de los humanos todavía no lo dominaban, desconozco el por qué. Otros pensamientos parecidos aparecieron por mi mente, como la decoración de los utensilios domésticos, te podrías pasar horas postulando las razones, pero la clase ya había finalizado.
Y como vine, me escabullí por la puerta, quedándome tirado en el campus mirando las estrellas.

Ese tarde cené un poco más temprano que de costumbre, estaba tan ansiosa por mi primera clase de Historia del Arte que ni siquiera había ido a misa, la primera noche, desde que estaba en París, que no visitaba al padre, un sentimiento de culpabilidad me invadió por un momento pero rápidamente lo deseché pues era una mi falta tenía una causal muy razonable, estaba segura que el sacerdote entendería.
Una vez terminé de cenar subí a mi habitación para poder cambiarme de ropa, no entendía por qué la clase se impartía tan tarde, pero no me importaba, mientras me hiciera el ramo un profesor competente que me inspirara amor por el Arte yo no tenía ningún problema con caminar por las calles de Paris tan tarde.

Una vez estuve lista, me dirigí a la sala de estar para poder despedirme de mis hermanos y mis tíos, como correspondía, le di un beso en la frente a cada uno, tomé mi abrigo, mi bolso y salí de la casa sin la compañía del cochero familiar.
La oscuridad ya se había posado sobre París hacía algunas horas dando paso a la hermosa noche y el viento otoñal se estaba haciendo notar como de costumbre, de manera instantánea me acomodé el fino pañuelo que cubría mi cuello y metí las manos en los bolsillos del abrigo largo azul, pues, a pesar de estar con guantes, aún estaban heladas.

Subí rápidamente las escaleras y llegué a la sala indicada en el horario, me ubiqué en la segunda fila, en un banco que me permitiera prestar atención sin ningún tipo de percance donde, creía, tendría completa visión de la exposición del profesor.
No pasó mucho tiempo antes de que un hombre, mediano de edad, con lentes, un poco afeminado y atractivo entrara al aula algo torpe tropezando de frente con el escritorio, lo que produjo las risas de la mayoría de los alumnos de la clase, por un momento pensé que se trataba del asistente del profesor puesto que traía una pila de libros y su aspecto era, además de intelectual, juvenil, sin embargo mi sorpresa fue evidente al presentarse como nuestro profesor, pues inconscientemente arqueé una ceja.
De forma atenta y sin dejar de prestar atención saqué un cuaderno mediano de apuntes, un bolígrafo negro en el que mi nombre relucía grabado en oro y escribí las primeras palabras que me parecieron importantes “Arte pictórico”.
Observé con atención cómo el profesor fue exponiendo las imágenes en blanco y negro que había recogido del suelo, lo primero que nos mostró fueron unas plaquetas en la que se encontraba pintado algo que él llamo “zoomorfo”, miré detenidamente las plaquetas y efectivamente se notaba que el cuerpo era el de un animal pero era casi imposible determinar con exactitud de qué animal se trataba, para mí se parecía demasiado a un gato, además las plaquetas eran de áfrica, continente dónde se había encontrado la civilización egipcia que adoraba a los gatos.
Así el profesor fue mostrando y explicando cada una de las fotografías y al pasar el tiempo se me fue olvidando la torpeza inicial del profesor, pues su clase iba mejorando notablemente, no sabía si mi interés se debía a amor que sentía por el arte o a la forma de exponer del profesor, pero una cosa estaba segura, saldría de esa aula absolutamente encantada con la asignatura.

Cuando terminó de exponer, el profesor, realizó unas preguntas a la clase en general a esperas de nuestra opinión. Escuché atentamente las posturas de mis compañeros y esperé pacientemente mi turno.
- El arte , como usted bien dijo, se puede ver de diversas maneras pues sirve para muchas cosas y no sólo para mostrárselo al mundo y ser vanagloriado por ello, si bien uno puede tener un solo motivo o razón principal, como por ejemplo, expresar sus sentimientos, es casi imposible que no conlleve a otras razones, como por ejemplo, una exposición o guardarlo para que posteriores generaciones vean los diversos estilos de pintura que existieron antes de que ellos si quiera estuvieran en el vientre materno, es lo mismo que ocurre con las diversas figuras literarias que encontramos en los libros o poemas, puede primar una, pero eso no significa que las demás no se encuentren en el texto. Es por esto, que en el caso específico de los hombres de las cavernas, se me es muy complicado inclinarme por una de las tres opciones que usted dio, lo que sí se puede hacer es ordenar de acuerdo a la importancia, que yo considero, las razones por las que comenzaron a expresarse de aquella forma. A mi opinión lo primero que querían hacer era transmitir a las diversas generaciones lo que ellos hacían, para que sus sucesores supieran que hacer en las diversas situaciones y no olvidaran sus raíces ni su forma de actuar y dentro de esta razón podemos encontrar el sentimiento de expresar lo que ellos sentían al hacerlas diversas cosas que pintaban, pues se sentían muy a gusto viviendo como lo hacían sin que tuvieran a un ente externo a su clan que los juzgara o condenara, así como también no querían olvidar las cosas que vivían, pues con el paso del tiempo la mente se va haciendo muy frágil y, volviendo a la razón principal, es muy difícil contarles a los descendientes algo de lo que no tienes recuerdos – concluí diciendo sólo una parte de lo que pensaba, pues no podía hablar toda la clase y no darle la oportunidad a mis demás compañeros.

Una vez todos dieron su opinión, la clase terminó con todos contentos pues el profesor no nos había dejado ningún trabajo para la próxima.
Guardé mi cuaderno y lápiz en la cartera y me dispuse a salir de la sala, había sido una clase muy amena y moría por volver.