''Por favor, huye de mí...soy como ellos...'' [Privado]

Otra noche más, igual de fría que las que la precedían cayó y cubrió las calles de tinieblas, nieve y un aire gélido que estremecía a cualquiera que se había atrevido a sacar la nariz. Como Javier. El aun no sabia donde asentarse, donde dormir. Desde que llegó el invierno por sorpresa aun no se había decidido, y como era peligroso estarse quieto sin un sitio protegido donde descansar, andaba.
Se movía arriba y abajo sin parar quieto ni un instante, consciente del peligro que podía significar aquello. La noche era el momento más crucial y en cambio durante el día, siempre que el sol incidiera sobre el lugar, aportando calor, no tenia que temer nada.
Nada salvo los catarros, la gripe, las neumonias, los dolores de cabeza... Y todas las enfermedades que podían atacar a un niño mal alimentado, viviendo en la calle junto a las ratas y con apenas un jersey de lana largo y medio roto para protegerse de una temperatura cercana a los 2ºC. Pero el echo de que Javi fuera un ser sobrenatural, ayudaba bastante a que tuviera mayor inmunidad.

Después de horas y horas, sentía como los parpados empezaban a pesarle, amenazando con cerrarse y sumirle en un fatídico y gélido sueño. Frotándose los ojos y bostezando sin parar, decidió que lo mejor que podía hacer era encontrar a alguien con quien distraerse hasta la salida del sol o de las nubes, y el aumento de temperatura, vital para su supervivencia. Pero de noche, poca gente salia, y tampoco es que el tuviera un don para encontrar a la gente, más bien tenia uno para perderla. A ellos y a el mismo, porque justo en ese momento no sabia ni donde estaba.

"Vaya, que mal. ¿Donde estoy? ¿Que es este olor?"
El olor, dulce pero a la vez nauseabundo, inundaba la calle y los descampados. Demasiado lejos de la ciudad y bastante cerca de las cloacas, para cualquiera que andase por ahí, le pasaría inadvertido siempre que no tuviera un olfato tan desarrollado como el de Javier. Curioso y sin nada mejor que hacer, en el más absoluto sigilo se fue en pos el rastro del olor que cada vez penetraba más en su nariz, haciendo que le entraran ganas de vomitar.
Tapándose la nariz y controlando las nauseas, finalmente llegó a un edificio medio en ruinas, donde todo de cadáveres se descomponían en silencio.
"¿Quien ha echo esto? ¿Como se puede... matar a tanta gente?"
Asustado, con los ojos abiertos y la nariz oculta tras la manga del jersey, Javi no podía apartar la mirada de los cuerpos muertos que descansaban unos encima de los otros, acompañándose en el lento camino al olvido.
De repente, un ruido lo puso a la defensiva. Con rapidez y en completo silencio, se ocultó detrás de un trozo de muro y paseó la vista por los alrededores, buscando el origen del ruido, un movimiento, un aura... Y a lo lejos lo vio, demasiado pálida y difusa para ser amenazante, pero era un aura, y solo podía pertenecer a un vampiro que seguramente estaría demasiado débil hasta para levantarse.
La curiosidad pudo con el, haciendo que lentamente se acercara hasta el cuerpo que luchaba por sobrevivir y cuando estuvo a su lado no pudo más que sorprenderse.
-¡¡¿Bridg?!! ¿Que te ha pasado? ¡Responde!- le levantó la cabeza y la miró preocupado -Yo te ayudare, tranquila.
Con esfuerzo, la cogió por debajo de los brazos y la arrastro lejos de allí, escondiéndola en un callejón cercano donde la tumbó encima de sus rodillas, pensando desesperadamente en que hacer.
-¡Bridg! No te duermas, abre los ojos.- se arremangó el jersey y le puso la muñeca en la boca, apremiante -Muérdeme, bebe.

Javi a pesar de estar preocupado por la salud de Bridg, se dio cuenta de que ella no quería preocuparle y se esforzaba por sonreír, así que el sonrío también.
-Vaya Bridg, tienes que decirles que uno por vez. No puedes dar amor a todos- intentó bromear -Broma estúpida, olvídalo.
El chico no entendía porque parecía tener tanto sueño, pero algo si sabia, cuando estabas herido, dormir no era buena opción. Así que le golpeó las mejillas con fuerza, con una vampiresa no se podía ser delicado ya que corrías el riesgo de que no notara nada.

Cuando la niña le mordió, el chico se relajó intentando que le doliera menos el mordisco y a la vez porque sabia que así su amiga se recuperaría rápidamente. El sabia que a Bridgette no le gustaba morder a la gente, pero tenia que acostumbrarse a hacerlo cada día o sino terminaría haciendo algo peor que sacar un poco de sangre a alguien.
Por suerte, el había comido mucho últimamente, y también de forma regular, de forma que no estaba débil como las otras veces que ella le había mordido. Ahora estaba bien nutrido, estaba en plena forma y confiaba plenamente en poder aguantar hasta que ella se recuperara lo suficiente como para poder cazar.

Al ver sus lagrimas, frunció el ceño preocupado, no podía hacer marchar sus remordimientos, no podía superarlo por ella. Pero podía estar a su lado, como lo estuvieron sus padres cuando el descubrió que podía hablar con los animales y se negó a comerlos y cazarlos. Puede que le contara la historia si así podía ayudarla.
-No llores, no duele tanto, es como un rasguño normal. ¿Sabes? Hace unos días me tropecé y me caí encima de una placa de hierro, comparado con eso, me haces caricias. Así que deja de llorar, ¿vale?
El niño se iba poniendo pálido a medida que pasaba el tiempo, pero aguantó mientras observaba como las heridas se curaban. Esperaba que aquello fuera suficiente porque no creía poder aguantar mucho más.
-Vale, Bridg, ahora ve parando, tu puedes.