Huye por tu vida [Privado]

por **Dima D. Lyovin** Vie Ene 29, 2016 7:24 pm

Tanto tiempo había pasado desde que Dima se convirtió en un desertor de la facción de condenados que hasta comenzaba a pensar que era un archivo olvidado, que su nombre no salía más en reuniones y por supuesto, que nadie le buscaba. Que ingenuo se sentía en esos instantes. Él mejor que nadie, criado en una familia de inquisidores condenados por la luna, conoce las reglas y si bien en algún momento la inquisición podía olvidarlo, su familia no lo haría. Dima era la vergüenza familiar y el perdón de los suyos solo lo ganaría con la muerte; una pena que no pensara morir aún.

Escapar y ocultarse era sencillo o al menos a Dima se lo parecía; claro que el licántropo llevaba ya demasiado tiempo haciéndolo y por ende, huir se había convertido en su estilo de vida, en algo que le era tan fácil como respirar; con todo y la facilidad que significaba para él ser un fugitivo, no podía explicarse cómo es que ahora corría por los bosques tratando de ocultarse de un grupo de inquisidores que suponía estaban tras de él.

Toda aquella aventura comenzó cuando andando despreocupado en dirección a la ciudad, se topó casi directamente con los inquisidores. El licántropo se ocultó rápidamente y creyendo que aquel grupo estaba ahí para atraparlo y llevarlo a los cuarteles, de donde seguramente nunca más volvería a salir, inició la carrera buscando la cabaña en la que llevaba quedándose desde hacía al menos un mes. Camino a aquel lugar que consideraba su casa, se cuestionó sobre la manera en que dieron con él; Dima estaba seguro que alguien dio aviso de verlo y que ya le habían estado siguiendo desde hacía días, lo que volvió imperdonable que hubiese permitido que sus perseguidores llegasen tan lejos. El licántropo creía estar tomando demasiado a la ligera su huida y eso podía costarle la vida.

Durante su huida y ya demasiado cerca de la cabaña donde mantenía sus armas para defensa personal y trabajo, fue que se estrelló de lleno con lo que parecía ser otra persona y desde su punto de vista, una persona muy débil dado que sintió la manera en que el cuerpo ajeno era lanzado al suelo mientras que el suyo, se mantenía de pie.
- Observa por donde andas estorbo - escupió aquello sin siquiera voltear a ver a quien golpeaba. La intención de Dima era conseguir sus armas y salir de los bosques, cambiar su hogar y mantener un perfil bajo. Los ojos del ex inquisidor fueron entonces en dirección al estorbo, encontrándose con una mujer, una que lo miraba con cara de pocos amigos - ¿Qué, tengo algo en la cara?

por **Nanna Donald** Dom Mar 13, 2016 7:14 pm

Nerine había vuelto a su vida cotidiana, lo vivido meses atrás había quedado como una mera anécdota. El luto por la muerte de quien fuera su padre adoptivo había pasado. Los negocios que éste llevara en vida, habían sido vendidos, a un tal señor De Angulema y ella ahora podía vivir holgadamente, pues con ayuda de su amigo Johan, había logrado contactar buenos abogados que se ocupaban de los asuntos concerniente a inversiones, podía estar tranquila que en el plano económico su vida estaba resuelta. Pero, la joven escocesa no era de aquellas señoritas que preferían pasársela en cafés elegantes, teatros costosos o fiestas en donde se codeaban la creme de la creme parisina. No, ella prefería estar entrometida en algún lío, y si éste tenía que ver con la causa de su tierra natal, mucho mejor.

Así, aquel día, había decidido hacer un paseo por el bosque, en especial por cierto lugar en donde unos agentes de la resistencia, descubrieran una construcción que podía servir de refugio. Se suponía que estaba abandonada, pero cuando ella llegó al lugar, éste se encontraba bien acomodado. era verdad, un poco sucio, pero eso no significaba que nadie anduviera viviendo en esa choza. Por lo que decidió, dar aviso a sus colegas y avisar que aquel no era un buen lugar para realizar los contactos, o poder esconderse mientras se esperaban nuevas ordenes para caer sobre algún objetivo ingles.

desilusionada, se dispuso a partir de aquel lugar, mas pronto comprendió que su montura había huido, como su algún depredador anduviera suelto por el bosque. Nerine, tragó saliva, se encontraba demasiado lejos del camino principal que conducía a la ciudad, y la noche estaba cayendo demasiado rápido, en cualquier momento el lugar se volvería una literal cueva de lobos.

Caminó casi a tientas, los pies embarrados, su traje de montar cubierto, en la parte del faldón, con el barro y hojas en descomposición que creaban la alfombra con que se tapizaba el suelo del bosque, - maldición, donde he terminado, cuando será el día en que no me esté metiendo en problemas - maldijo por lo bajo mientras seguía su camino, buscando el sendero que la acercara a la zona mas cercana de la ciudad.

Fue en mitad de aquel estrecho sendero, con la nula visibilidad, que un ser salido de la nada pasó al lado de ella, golpeando su costado y arrojándola al suelo, - hay!!! - se quejó al dar de lleno con su trasero en el colchón de hojas muertas. Aquella sombra, terminó siendo un hombre que de muy mal grado, le reprochaba cruzarse en su camino. Quiso decirle una retahíla de maldiciones, pero su enojo era tan grande, que solo logró morder sus labios y refunfuñar un - ¿DISCÚLPAME? - aunque sus ojos parecían que podrían prender fuego al cuerpo del extraño.

por **Dima D. Lyovin** Mar Mar 29, 2016 7:57 pm

El mundo era un lugar donde vivir era verdaderamente sencillo, siempre que demostraras ser el más apto para ello. Dima lo había estado demostrando desde el momento en que decidió que era suficiente y que el estilo de vida de su familia no era la suyo. El licántropo sabía que su familia le buscaban por traidor y que no descansarían hasta encontrarlo, por eso se había estado esforzado en mantenerse oculto y pasar desapercibido; descubrir entonces que todos sus esfuerzos podían llegar a su fin debido a la enorme confianza en si mismo que demostraba en los últimos tiempo, le llenó de frustración.

Tratando pues de evitar que dieran con él, el licántropo cometió otro enorme error al andar en dirección de una mujer a quien acabó tirando al suelo. Observándola con molestia, reclamo su presencia en aquel lugar ya que cuando menos necesitaba de encontrarse con estorbos que retrasaran sus pasos, era cuando más de ellos parecían aparecer.

Las miradas de ambos se enfocaron en la ajena con el descontento evidente en ambas.
– Que te fijes por donde andas estorbo molesto – dicho eso, comenzó a andar de nuevo, no tenía tiempo que perder, estaban persiguiéndole y quedarse cerca de algún otro ser vivo solo le traería problemas. Fue entonces ese pensamiento lo que le hizo detenerse y volver sobre sus pasos – Oye tú, ven acá – llegando hasta donde se encontraba la joven, Dima se inclino de manera algo brusca y tomándola del brazo la ayudo a incorporarse – Sígueme – dijo más a manera de exigencia que petición, comenzando a andar llevando a la joven con él, quien sorprendida por aquello, se mantuvo en silencio. Al licántropo no le importaba que ella se resistiera a ir o cualquier otra cosa, pues en la mente de Dima, existía la posibilidad de los inquisidores dieran con aquella muchacha y si la interrogaban, lo más probable es que ella hablara sobre haberlo visto y hasta les indicaría por donde es que se había ido. El ex inquisidor ya se había puesto en mucho peligro, así que en esta ocasión no pensaba dejar cabos sueltos, sin importar que tuviera que llevarse inconsciente a aquella mujer a quien en esos instantes, jalaba de la mano para que no se detuviera.

por **Nanna Donald** Vie Mayo 20, 2016 6:37 pm

Impactada, esa era su situación emocional, es que como no estarlo. Un imponente hombre le atropella, la tira al suelo, y cuando ella intenta hace que se dé cuenta de su torpeza éste la vuelve a tratar groseramente, - ¿pero es que en tu casa, tu mami, no te enseñó como tratar a una dama?- pensó mientras lo contemplaba, enmudecida por la ira que le causaba aquel hombre.

Le vio alejarse y aunque aún continuaba en el piso, dio un suspiro de alivio, le parecía que era mejor quedarse sola, en mitad del bosque, que aquel sujeto la taladrara con la mirada o la mordiera con cada palabra. -Vete, que no te necesito - dijo en voz baja, mientras intentaba levantarse, ya que al fin de cuentas la caída apenas la había desestabilizado y nada le dolía. Sonrió complacida, al ver como el hombre se perdía entre las plantas. en dirección a los pantanos, -¿o es hacia el lago?- caviló - va que me importa, mientras mas lejos se vaya mejor -, continuó sonriendo, despreocupada, hasta que lo vio regresar, haciendo grandes zancadas.

Como si se tratara de una muñequita diminuta, aquel gigante la levantó literalmente del brazo, le hablaba pero no le daba tiempo a contestar, ni menos de oponer resistencia, pues cuando intentaba frenar su paso él la arrastraba como si fuera un trozo de rama que podría partir en dos. Por unos cuantos segundos se quedó en silencio, temerosa de lo que pudiera hacer con ella. Pero cuando consiguió aferrarse, con su mano libre, a una rama, le gritó - déjeme, no quiero ir con usted, no me puede llevar a la fuerza -, como le seguía jalando, le dio una parada a la altura del tobillo.

Fue apenas una disminución de la presión en su brazo, el que le dolía, estaba segura que le quedaría un moretón. Al ver la oportunidad, se liberó del amarre y corrió, corrió con todas sus fuerzas, si tenía suerte podría llegar a uno de los caminos, tal vez un cochero detendría su carruaje y podría estar a salvo. Ya vería la forma de comunicarse con Johan, él le había asegurado que si alguien intentaba secuestrarla, debía ser por lo de aquellos malditos papeles, - definitivamente no tendría que haber salido del apartamento - se reprochó.

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