AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
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Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
El anochecer había caido por fin y se había apresurado a salir en dirección a la biblioteca. Estaba ansioso por encontrar algún libro que llamara mi atención, tenía ansia de algún nuevo conocimiento fuera cual fuera. Por alguna razón tenía que saciar mi creciente curiosidad, casi como se tratare de la misma sed de absenta. Aquella curiosidad me había acompañado desde mi niñez, dotándome de un amplio espectro de conocimientos de los cuales la mayoría no me servían de gran cosa, sin embargo estaban ahí.
No buscaba ningún libro en concreto pero de eso ya se encargaría mi felina curiosidad que se podía fijar en cuálquier tema. Entré en la biblioteca observando el edificio con detenimiento, ojeando hasta los más nimios detalles de la más insignificante roca, instigado por mi afán de conocerlo todo.
Como bien había dicho, lo más probable es que realmente no estuviera loco, si no que era un genio increiblemente excéntrico. Había adoptado el rol de loco, por el simple hecho de que era más fácil para mi ser eso que otra cosa. Mi visión del universo era demasiado tétrica, aburrida y sin sentido pero lo cierto es que estaba regida por una lógica aplastante. Era una espécie de consuelo para mi, decir que era un loco romántico, un loco muy loco que no tenía razón en sus pensamientos, que se equivocaba por que todo aquello que pensaba, y que no eran más que desvaríos.
Pasé ignorando completamente el saludo de la bibliotecária que aguardaba detrás del mostrador, y comencé a revisar aquellos libros paseando el dedo índice por su tapa. Leía rápidamente los títulos, con ánsia de encontrar un tema que no hubiese leido ya y que en aquel momento me pareciera digno de mi atención:
-Principios básicos de Física, Química...-rezaba en voz baja para mí mismo, mientras mis ojos se movían casi como un relámpago y mi dedo los acompañaba a la misma velocidad, recorriendo estanterías.
Era como jugar a la ruleta básicamente ¿dónde pararía la flecha? nunca se sabía, una vez incluso me había leido el Coran por que me apetecía.
Pasado un minuto ya paseaba mi dedo por los diccionarios cuando súbitamente, el dedo se paró en un diccionario de alemán bastante completo, que podría ayudarme con ese idioma. Una sonrisa se me plantó en la cara de oreja a oreja, como si hubiera encontrado el santo grial. Lo saqué del estante y le llevé hasta una de las mesas donde tomé asiento y lo abri para comenzar con la divertida lectura que me proporcionaba esta vez, un conocimiento que tal vez me pudiera ser útil. Cordura no tendría pero lo que si poseía era una memoria envidiable y una facilidad para el aprendizaje.
Y ahí estaba, con cara sonriente abstrayéndome del mundo, leyendo aquel libro de aprendizaje del alemán como si fuera el mejor libro de aventuras jamás escrito. Era raro, ¿qué se le iba a hacer? y aquello me ayudaba a olvidar todo lo que aquel aburrido mundo me deparaba. Era mi distracción, nada más. A veces los días eran demasiado largos y la pintura no me llenaba por completo.
No buscaba ningún libro en concreto pero de eso ya se encargaría mi felina curiosidad que se podía fijar en cuálquier tema. Entré en la biblioteca observando el edificio con detenimiento, ojeando hasta los más nimios detalles de la más insignificante roca, instigado por mi afán de conocerlo todo.
Como bien había dicho, lo más probable es que realmente no estuviera loco, si no que era un genio increiblemente excéntrico. Había adoptado el rol de loco, por el simple hecho de que era más fácil para mi ser eso que otra cosa. Mi visión del universo era demasiado tétrica, aburrida y sin sentido pero lo cierto es que estaba regida por una lógica aplastante. Era una espécie de consuelo para mi, decir que era un loco romántico, un loco muy loco que no tenía razón en sus pensamientos, que se equivocaba por que todo aquello que pensaba, y que no eran más que desvaríos.
Pasé ignorando completamente el saludo de la bibliotecária que aguardaba detrás del mostrador, y comencé a revisar aquellos libros paseando el dedo índice por su tapa. Leía rápidamente los títulos, con ánsia de encontrar un tema que no hubiese leido ya y que en aquel momento me pareciera digno de mi atención:
-Principios básicos de Física, Química...-rezaba en voz baja para mí mismo, mientras mis ojos se movían casi como un relámpago y mi dedo los acompañaba a la misma velocidad, recorriendo estanterías.
Era como jugar a la ruleta básicamente ¿dónde pararía la flecha? nunca se sabía, una vez incluso me había leido el Coran por que me apetecía.
Pasado un minuto ya paseaba mi dedo por los diccionarios cuando súbitamente, el dedo se paró en un diccionario de alemán bastante completo, que podría ayudarme con ese idioma. Una sonrisa se me plantó en la cara de oreja a oreja, como si hubiera encontrado el santo grial. Lo saqué del estante y le llevé hasta una de las mesas donde tomé asiento y lo abri para comenzar con la divertida lectura que me proporcionaba esta vez, un conocimiento que tal vez me pudiera ser útil. Cordura no tendría pero lo que si poseía era una memoria envidiable y una facilidad para el aprendizaje.
Y ahí estaba, con cara sonriente abstrayéndome del mundo, leyendo aquel libro de aprendizaje del alemán como si fuera el mejor libro de aventuras jamás escrito. Era raro, ¿qué se le iba a hacer? y aquello me ayudaba a olvidar todo lo que aquel aburrido mundo me deparaba. Era mi distracción, nada más. A veces los días eran demasiado largos y la pintura no me llenaba por completo.
Nish Grimm- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 17/02/2016
Re: Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
Alcé la vista hacia el enorme ventanal en el techo abovedado. El cielo comenzaba a salpicarse de estrellas y eso significaba que la calle demandaba mi presencia. Habíame pasado toda la tarde dentro de la biblioteca, con la nariz hundida en los libros con tal de abstraerme lo suficiente para no salir, para olvidarme de los rincones oscuros que suspiraban mi nombre. Una vana excusa.
Pero cuanto más intentaba forzarme a seguir allí, más me costaba respirar. Parecía que mi cuerpo había sido entrenado tantos años que al llegar el ocaso no me permitía otra cosa que estar escondido tras un arbusto de algún parque, o encerrado en una habitación como un secreto profano ¿Estaba siendo muy frívolo al compadecerme de ese modo? Tiempo atrás había decidido dejar de cuestionar por dónde mi caprichoso destino decidía llevarme ¿Por qué ahora la tarea me pesaba más que otras noches?
Cerré cuidadosamente el libro. El susurro de las hojas al pasar de página, al discreto rasgado de la pluma de algún estudiante tomando nota era relajante y repulsivo a la vez. No pertenecía allí, y probablemente eso fuera lo que me enfermaba. Aun cuando la sala estaba mucho menos concurrida debido al horario, me sentía fuera de lugar, observado, alguien que entró a la fiesta sin ser invitado. Ya de por sí los bibliotecarios estuvieron inspeccionándome a cada hora que pasaba. El repudio implícito impregnaba las paredes: yo jamás sería bienvenido aquí si se supiera lo que hago cuando baja el sol, como un jacobino nunca amaría a María Antonieta.
Junté los volúmenes que había estado leyendo con la intención de devolverlos cuando me percaté de un pequeño libro que había quedado escondido bajo los otros. Era muy viejo, y frágil. No recordaba cuando o porqué lo había tomado y me sorprendió que lo dejaran para uso público en vez de conservarlo. Lo abrí en cualquier página y sonreí con ironía al ver lo que me había encontrado:
Goethe. Nada se da en este mundo, por casualidad. Continué leyéndolo, casi febrilmente fascinado:
Sin darme cuenta que leía en voz alta.
Pero cuanto más intentaba forzarme a seguir allí, más me costaba respirar. Parecía que mi cuerpo había sido entrenado tantos años que al llegar el ocaso no me permitía otra cosa que estar escondido tras un arbusto de algún parque, o encerrado en una habitación como un secreto profano ¿Estaba siendo muy frívolo al compadecerme de ese modo? Tiempo atrás había decidido dejar de cuestionar por dónde mi caprichoso destino decidía llevarme ¿Por qué ahora la tarea me pesaba más que otras noches?
Cerré cuidadosamente el libro. El susurro de las hojas al pasar de página, al discreto rasgado de la pluma de algún estudiante tomando nota era relajante y repulsivo a la vez. No pertenecía allí, y probablemente eso fuera lo que me enfermaba. Aun cuando la sala estaba mucho menos concurrida debido al horario, me sentía fuera de lugar, observado, alguien que entró a la fiesta sin ser invitado. Ya de por sí los bibliotecarios estuvieron inspeccionándome a cada hora que pasaba. El repudio implícito impregnaba las paredes: yo jamás sería bienvenido aquí si se supiera lo que hago cuando baja el sol, como un jacobino nunca amaría a María Antonieta.
Junté los volúmenes que había estado leyendo con la intención de devolverlos cuando me percaté de un pequeño libro que había quedado escondido bajo los otros. Era muy viejo, y frágil. No recordaba cuando o porqué lo había tomado y me sorprendió que lo dejaran para uso público en vez de conservarlo. Lo abrí en cualquier página y sonreí con ironía al ver lo que me había encontrado:
-Hijo mío, por qué escondes así triste tu rostro?
-¿Es que el rey de los silfos, oh padre, tú no ves?
¿De los silfos el rey con su corona y manto?
-¿Es que el rey de los silfos, oh padre, tú no ves?
¿De los silfos el rey con su corona y manto?
Goethe. Nada se da en este mundo, por casualidad. Continué leyéndolo, casi febrilmente fascinado:
-¡Es la bruma, hijo mío, quien eso te hace ver!
¡Oh lindo niño, anda, ven conmigo ligero!
Verás que alegres juegos allí te enseñaré
¡y qué flores tan raras en mi orilla florecen,
y qué doradas vestes mi madre sabe hacer!
¡Oh lindo niño, anda, ven conmigo ligero!
Verás que alegres juegos allí te enseñaré
¡y qué flores tan raras en mi orilla florecen,
y qué doradas vestes mi madre sabe hacer!
Sin darme cuenta que leía en voz alta.
- Off:
- El poema es El Rey de los Silfos de Goethe. Pensé que a Nish le interesaría
Lyosha- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/07/2015
Localización : Suburbios de París
Re: Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
No había avanzado demasiado con su lectura cuando el sonido de unos versos llegaron a los oidos del gato. Le gustaba concentrarse en lo que hacía pero desde hacia poco tenia la impresión de que "alguien" lo vigilaba.
Se mantuvo alerta, observando por el rabillo del ojo cualquier cosa que fuese digna de su atención. En poco tiempo descubrió, que clase de persona era quien había recitado. Ers como él, podia olfatearlo y ver su aura alrededor de su figura.
-Schönen Abend noch- dijo en alemán para prácticar la pronunciación. Se supone que aquello significaba ''Buenas noches'' en alemán y le pareció apropiado decirlo ya que era de noche.
Pasó la pagina con el dedo indice, demostrando una elegancia innata. Lo cierto es que la elegáncia le parecía una de las mejores formas de expresar la belleza de algo.
Ahora se reparó en observar más detenidamente al chico, para memorizar los rasgos, las facciones y... bueno todo lo que mereciese la pena de memorizar. No era un físico precísamente común: ojos azules, cabello rubio y largo, no muy entrado en edad... en fín. Pero iría un poco más allá, esperando no ser inoportuno.
-Nish Grimm, encantado-se presentó manteniendo una media sonrisa y apartando la vista para volver al diccionario para seguir repasando todo aquello. No sabía por qué de pronto tuvo la necesidad de presentarse. La eduación ante todo, siempre la eduación. Y por supuesto, el alma poeta.
Se mantuvo alerta, observando por el rabillo del ojo cualquier cosa que fuese digna de su atención. En poco tiempo descubrió, que clase de persona era quien había recitado. Ers como él, podia olfatearlo y ver su aura alrededor de su figura.
-Schönen Abend noch- dijo en alemán para prácticar la pronunciación. Se supone que aquello significaba ''Buenas noches'' en alemán y le pareció apropiado decirlo ya que era de noche.
Pasó la pagina con el dedo indice, demostrando una elegancia innata. Lo cierto es que la elegáncia le parecía una de las mejores formas de expresar la belleza de algo.
Ahora se reparó en observar más detenidamente al chico, para memorizar los rasgos, las facciones y... bueno todo lo que mereciese la pena de memorizar. No era un físico precísamente común: ojos azules, cabello rubio y largo, no muy entrado en edad... en fín. Pero iría un poco más allá, esperando no ser inoportuno.
-Nish Grimm, encantado-se presentó manteniendo una media sonrisa y apartando la vista para volver al diccionario para seguir repasando todo aquello. No sabía por qué de pronto tuvo la necesidad de presentarse. La eduación ante todo, siempre la eduación. Y por supuesto, el alma poeta.
Nish Grimm- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/02/2016
Re: Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
No sé por qué tenía esos momentos de estupidez infinita, pero nunca parecían ser suficientes. Me quedé observando al joven con desconcierto. Esperaba algo menos amistoso que un “buenas noches”. Mi olfato tardó unos segundos en reconocerlo como uno de los míos, menos de lo que seguramente le había tomado a él. Me sentí abrumado ¿Por qué uno de ellos? ¿Por qué un felino?
Cerré el librito con poco cariño. Algunos ojos se habían posado sobre mí, pero no me di el tiempo para leer si sus miradas eran de reproche o sorpresa. Me intrigaba más saber por qué se había presentado tan amablemente aquel extraño. Y sobre todo, en un pésimo alemán. No quería responderle, no debería hacerlo. Ya aprendí que nadie se presenta gratis.
Tomé mi abrigo resuelto a abandonar la biblioteca y su asfixiante ambiente no sin antes devolver su saludo inesperado. Noblesse oblige ¿verdad? –Guten Abend Herr Grimm- Realmente no sabía lo suficiente para llevar una conversación en el idioma, pero no pude evitar recordar a la Frau alemana que me visitó durante años. ¿Coincidencia que su apellido fuera Grimm?
Nada en la vida, es al azar.
-Lamento haber interrumpido su lectura- murmuré acercándome a donde estaba sentado. Apoyé con delicadeza el libro de poesía sobre la mesa. Me percaté que estaba leyendo un diccionario alemán – ¿Me disculpa? – Me excusé con la intención de retirarme, aunque en realidad era otra la pregunta ¿Por qué estás aquí? ¿ Por qué uno de nosotros?. Lo miré a los ojos inconscientemente perdido en descifrar su intención.
Cerré el librito con poco cariño. Algunos ojos se habían posado sobre mí, pero no me di el tiempo para leer si sus miradas eran de reproche o sorpresa. Me intrigaba más saber por qué se había presentado tan amablemente aquel extraño. Y sobre todo, en un pésimo alemán. No quería responderle, no debería hacerlo. Ya aprendí que nadie se presenta gratis.
Tomé mi abrigo resuelto a abandonar la biblioteca y su asfixiante ambiente no sin antes devolver su saludo inesperado. Noblesse oblige ¿verdad? –Guten Abend Herr Grimm- Realmente no sabía lo suficiente para llevar una conversación en el idioma, pero no pude evitar recordar a la Frau alemana que me visitó durante años. ¿Coincidencia que su apellido fuera Grimm?
Nada en la vida, es al azar.
-Lamento haber interrumpido su lectura- murmuré acercándome a donde estaba sentado. Apoyé con delicadeza el libro de poesía sobre la mesa. Me percaté que estaba leyendo un diccionario alemán – ¿Me disculpa? – Me excusé con la intención de retirarme, aunque en realidad era otra la pregunta ¿Por qué estás aquí? ¿ Por qué uno de nosotros?. Lo miré a los ojos inconscientemente perdido en descifrar su intención.
Lyosha- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 08/07/2015
Localización : Suburbios de París
Re: Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
-Disculpado estás- Bromeó aunque no pasó desapercibido aquel libro que ahora descansaba sobre el escritorio. -¿Pero, es que acaso ya te vas? Hay tantos libros tratando de ser descubiertos - observó la biblioteca y aspiró el aroma a encerrado, a decenas de años de aventuras, sin sabores y conocimientos-. Las personas como tú y como yo, encontramos una buena compañia entre estas cuatro paredes. Venimos a encontrar y es justamente lo que obtenemos. - sonreí de medio lado - ¿Por qué no te quedas un rato más? Podemos charlar sin decir una sola palabra...
Esta vez se centró en buscar su mirada. Algo le resultaba familiar en él, aparte del aura qué emanaba. Ahora le daba más curiosidad que antes.
-Aunque claro, puedes declinar mi oferta, si es que acaso tuvieras algo más interesante qué hacer. -alzó una ceja cruzándose de brazos, para posteriormente tomar el libro de alemán y levantarse de la silla. -Pero repito, aquí hay todo un mundo nuevo por descubrir. Más libros de poesía por ejemplo.
Rodeé la mesa, colocándome a su diestra. Aclaré mi garganta, no sin antes tomar una postura adecuada:
-Esta tarde mi bien, cuando te hablaba, como en tu rostro y en tus acciones vía, que con palabras no te persuadía, que el corazón me dieses, deseaba... -Comencé a andar, para estar ahora a su izquierda, volviendo a susurrar en tono más bajo: -Y amor, que mis intentos ayudaba, venció lo imposible parecía, pues entre el llanto que el dolor vertía, el corazón desecho, destilaba...
Hizo una pequeña reverencia, sin despegar el viejo diccionario de su pecho, mismo, que había dejado de ser importante. Ahora tenía objetivos un poco más interesantes, que aprender un idioma nuevo. Para eso tenía todavía muchos años por delante. Toda una vida para ser exactos.
-¿Serías tan amable de acompañarme a una pequeña aventura? - le ofrecí el brazo sin que los demás le importaran. Así era el, un sujeto simple acostumbrado a vivir la vida como mejor le placía. - ¿O prefieres quedarte? Tuya es la elección.
Esta vez se centró en buscar su mirada. Algo le resultaba familiar en él, aparte del aura qué emanaba. Ahora le daba más curiosidad que antes.
-Aunque claro, puedes declinar mi oferta, si es que acaso tuvieras algo más interesante qué hacer. -alzó una ceja cruzándose de brazos, para posteriormente tomar el libro de alemán y levantarse de la silla. -Pero repito, aquí hay todo un mundo nuevo por descubrir. Más libros de poesía por ejemplo.
Rodeé la mesa, colocándome a su diestra. Aclaré mi garganta, no sin antes tomar una postura adecuada:
-Esta tarde mi bien, cuando te hablaba, como en tu rostro y en tus acciones vía, que con palabras no te persuadía, que el corazón me dieses, deseaba... -Comencé a andar, para estar ahora a su izquierda, volviendo a susurrar en tono más bajo: -Y amor, que mis intentos ayudaba, venció lo imposible parecía, pues entre el llanto que el dolor vertía, el corazón desecho, destilaba...
Hizo una pequeña reverencia, sin despegar el viejo diccionario de su pecho, mismo, que había dejado de ser importante. Ahora tenía objetivos un poco más interesantes, que aprender un idioma nuevo. Para eso tenía todavía muchos años por delante. Toda una vida para ser exactos.
-¿Serías tan amable de acompañarme a una pequeña aventura? - le ofrecí el brazo sin que los demás le importaran. Así era el, un sujeto simple acostumbrado a vivir la vida como mejor le placía. - ¿O prefieres quedarte? Tuya es la elección.
Nish Grimm- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 17/02/2016
Re: Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
Observé con discreta fascinación la danza de este personaje ¡Tan teatral! Tan…felino. Ahora entendí bien por qué me lo topé en la biblioteca. Su monólogo había respondido a mi pregunta. No pude menos que inclinar mi cabeza para ocultar mi sonrisa. Los cambiantes felinos somos unos excelentes actores, debería tener eso en cuenta
-Baste ya de rigores, mi bien, baste- Murmuré con mucha más cautela que él al recitar los dulces versos de Sor Juana. Ahora, más que antes, estábamos dando una linda escena, y aunque fuéramos dramáticos por naturaleza, el tener varios ojos mirándonos me ponía nervioso. Porque era la biblioteca, porque esa noche estaba al borde del colapso. Sea como fuera, lo miré a los ojos y bajé la voz para que únicamente él pudiera escucharme- no te atormenten más celos tiranos, ni el vil recelo tu inquietud contraste, con sombras necias, con indicios vanos, pues ya en líquido humor viste y tocaste, mi corazón deshecho entre tus manos – terminé la poesía entrelazando mis manos por abajo del abrigo que sostenía. Mirarlo era placentero, pues era bellísimo, intrigante. Había algo violento en toda su teatralidad, como si aquello fuera una especie de juego para atrapar al ratón ¿de qué me sorprendía? ¿Acaso nosotros no somos así? Quizás yo no fuera el mejor ejemplo de todos, pero no iba a negar nuestra naturaleza animal ¿Cómo era el dicho? La curiosidad mató al gato -¿Qué clase de aventura me ofrece señor Grimm?- Inquirí ladeando mis rostro con fingida ingenuidad – Si es bastante prometedora, incluso puedo llegar a decirle que sí- ¿Qué estaba haciendo? Pensé en los nervios que sentía, el nudo en el estómago. Los deseos de no pisar una esquina esa noche, de escapar, al menos por hoy, de los dueños temporales que reclamarían mi cuerpo hasta que se les acabara el dinero o cayeran desmayados por el alcohol. Y pensé que no había nada mejor que hacer algo tremendamente estúpido para sepultar los arrepentimientos más profundos ¿Es que acaso podía sepultarme más hondo de lo que ya estaba?
-Baste ya de rigores, mi bien, baste- Murmuré con mucha más cautela que él al recitar los dulces versos de Sor Juana. Ahora, más que antes, estábamos dando una linda escena, y aunque fuéramos dramáticos por naturaleza, el tener varios ojos mirándonos me ponía nervioso. Porque era la biblioteca, porque esa noche estaba al borde del colapso. Sea como fuera, lo miré a los ojos y bajé la voz para que únicamente él pudiera escucharme- no te atormenten más celos tiranos, ni el vil recelo tu inquietud contraste, con sombras necias, con indicios vanos, pues ya en líquido humor viste y tocaste, mi corazón deshecho entre tus manos – terminé la poesía entrelazando mis manos por abajo del abrigo que sostenía. Mirarlo era placentero, pues era bellísimo, intrigante. Había algo violento en toda su teatralidad, como si aquello fuera una especie de juego para atrapar al ratón ¿de qué me sorprendía? ¿Acaso nosotros no somos así? Quizás yo no fuera el mejor ejemplo de todos, pero no iba a negar nuestra naturaleza animal ¿Cómo era el dicho? La curiosidad mató al gato -¿Qué clase de aventura me ofrece señor Grimm?- Inquirí ladeando mis rostro con fingida ingenuidad – Si es bastante prometedora, incluso puedo llegar a decirle que sí- ¿Qué estaba haciendo? Pensé en los nervios que sentía, el nudo en el estómago. Los deseos de no pisar una esquina esa noche, de escapar, al menos por hoy, de los dueños temporales que reclamarían mi cuerpo hasta que se les acabara el dinero o cayeran desmayados por el alcohol. Y pensé que no había nada mejor que hacer algo tremendamente estúpido para sepultar los arrepentimientos más profundos ¿Es que acaso podía sepultarme más hondo de lo que ya estaba?
Lyosha- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 08/07/2015
Localización : Suburbios de París
Re: Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
-La clase de aventura que has venido a buscar.-Respondí muy seguro de lo que iba a hacer. Le escolté por los estrechos pasillos atiborrados de libros de piso a techo, abandonando el diccionario alemán en uno de los carritos depuestos para almacenar los volúmenes ya ocupados. Encaminé mis pasos hacia la salida de la biblioteca, y me despedí con un leve movimiento de la cabeza de la encargada. Era una mujer ya entrada en años, pero de buen ver que tuve el placer de [i] probar /i] tiempo atrás. Era una solterona buscando compañía y yo se la dí como buen samaritano. Claro que jamás volví a tocarla y ella se empeñaba en buscar algún pretexto para llamar mi atención, más nunca volvió a conseguirlo, así que su mirada fulminante fue la respuesta que recibí a mi gesto cortés.
Afuera, el viento gélido me recordó lo crudo que podía ser el invierno en esos días. Afortunadamente mi fiel vasallo aguardaba con mi carruaje y al notar mi presencia, echó andar hacia adelante, golpeando con la cuerda al par de caballos que lo movilizaban. Estos parecìan nerviosos, moviendose de un lado a otro, arrojando "humo blanco" por las fosas nasales.
-Te llevaré a mi casa. Te agradará. sonreí con suavidad, mientras observaba los labios de mi acompañante. Es un lugar sumamente acogedor, arropado por las llamas de una hoguera.
Mi sirviente bajó de un salto y presuroso se aprestó a abrirnos la puerta. Le permití primeramente el paso al rubio y acto seguido, penetré cerrando la puerta por dentro. Aún así algunos copos se habían colado dentro. Los sacudí de mi ropa. Inmediatamente después le observé. Tenía tanta curiosidad de él...
-Háblame sobre tí. Esto deseoso por conocer más.... -Le regalé una sonrisa indescifrable.
Afuera, el viento gélido me recordó lo crudo que podía ser el invierno en esos días. Afortunadamente mi fiel vasallo aguardaba con mi carruaje y al notar mi presencia, echó andar hacia adelante, golpeando con la cuerda al par de caballos que lo movilizaban. Estos parecìan nerviosos, moviendose de un lado a otro, arrojando "humo blanco" por las fosas nasales.
-Te llevaré a mi casa. Te agradará. sonreí con suavidad, mientras observaba los labios de mi acompañante. Es un lugar sumamente acogedor, arropado por las llamas de una hoguera.
Mi sirviente bajó de un salto y presuroso se aprestó a abrirnos la puerta. Le permití primeramente el paso al rubio y acto seguido, penetré cerrando la puerta por dentro. Aún así algunos copos se habían colado dentro. Los sacudí de mi ropa. Inmediatamente después le observé. Tenía tanta curiosidad de él...
-Háblame sobre tí. Esto deseoso por conocer más.... -Le regalé una sonrisa indescifrable.
Nish Grimm- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 17/02/2016
Re: Un loco que busca un libro, un libro que huye del loco -privado
Casi ni sentí el frío porque permanecí muy poco tiempo en la vereda. No sé porque, pero nunca pasó por mi cabeza decirle que no. Me estaba dando la excusa perfecta para evadir mis responsabilidades. Ni siquiera me preocupé mucho por la mirada de la encargada, que me dejó muy en claro que pasaría demasiado tiempo antes de que me dejara entrar de nuevo en la biblioteca.
Me acomodé en el carruaje, de cara a una ventana helada y frente a mi nuevo anfitrión. ¿Curioso? Ambos lo estábamos, no por nada éramos dos cambiantes conociendo nuestras cáscaras humanas. Por dentro el estómago se me cerró de los nervios ¿por qué? ¿Por qué acepté venir con él sin ser mi cliente? ¿Por qué esto era como volver a escapar del burdel? Le respondí con otra sonrisa pícara. No, claro que sabía. Ninguno de los dos era idiota. O al menos, él no lo parecía
-¿Qué desea saber de mí?- inquirí recostándome en el respaldo del mullido asiento y cruzando mis piernas. El carruaje se movía lento por las calles adoquinadas, traqueteando levemente, como un arrullo. Me sentía observado, pero no incómodo. Estaba acostumbrado, y ahora, me encantaba- Usted parece el tipo de persona que puede leer a los demás sin pestañear- agudicé el juego. Extenderlo hasta el momento de la inevitable verdad. Deseo conocerlo y a la vez no. Perdería la magia al llegar a su …hogar.
Seguía mirándome con sus ojos felinos. Yo observaba su aura fluctuar con suavidad intrigante. Me mordí el labio inferior, disfrutando de estudiar su rostro anguloso, antes de hablarle ¿Tendríamos la misma edad? - Adelante, leáme. Yo le diré si está o no en lo correcto-
Me acomodé en el carruaje, de cara a una ventana helada y frente a mi nuevo anfitrión. ¿Curioso? Ambos lo estábamos, no por nada éramos dos cambiantes conociendo nuestras cáscaras humanas. Por dentro el estómago se me cerró de los nervios ¿por qué? ¿Por qué acepté venir con él sin ser mi cliente? ¿Por qué esto era como volver a escapar del burdel? Le respondí con otra sonrisa pícara. No, claro que sabía. Ninguno de los dos era idiota. O al menos, él no lo parecía
-¿Qué desea saber de mí?- inquirí recostándome en el respaldo del mullido asiento y cruzando mis piernas. El carruaje se movía lento por las calles adoquinadas, traqueteando levemente, como un arrullo. Me sentía observado, pero no incómodo. Estaba acostumbrado, y ahora, me encantaba- Usted parece el tipo de persona que puede leer a los demás sin pestañear- agudicé el juego. Extenderlo hasta el momento de la inevitable verdad. Deseo conocerlo y a la vez no. Perdería la magia al llegar a su …hogar.
Seguía mirándome con sus ojos felinos. Yo observaba su aura fluctuar con suavidad intrigante. Me mordí el labio inferior, disfrutando de estudiar su rostro anguloso, antes de hablarle ¿Tendríamos la misma edad? - Adelante, leáme. Yo le diré si está o no en lo correcto-
Lyosha- Cambiante Clase Alta
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