Un reto en mi vida (Privado)

por **Micaela Lamberg** Dom Nov 27, 2011 10:00 pm

Era de madrugada cuando había terminado el descanso para su siguiente presentación, ella después de bailar iba a la barra a tomar algo y a descansar un poco ya que terminaba cansada, si tenía que atender a alguien lo hacía pero lo que más le gustaba era bailar en el escenario enfrente a todos ese público aunque solo sean hombres con mujeres del lugar. Camino como todas las noches al escenario mirando a su alrededor, sube por un costado y comienza a bailar.
Solo bailaba mientras observaba a cada uno de los hombres que estaba ahí mirándola cuando la mirada se le fue a uno de ellos que estaba sentado, era atractivo, misterioso y solitario por decirlo de alguna manera, ella comenzó a bailarle a él solo para ese hombre que había cautivado su atención esa noche. Ella lo seducía con la mirada y actitud ya que le insinuaba con su cuerpo que quería algo con él pero solo cuando estuviera con él sabría que iba a pasar esa noche.

por **C. Lazarus Morrigan** Lun Nov 28, 2011 11:21 am

Otra de las centenares de noches en París, la noche se había convertido hacía unos meses en el momento donde había estado prácticamente haciendo vida sin descanso. Era crepúsculo quien le llamaba para empezar su actividad, y la aurora quien le anunciaba la hora del descanso.
De nuevo había realizado sus costumbres al empezar la labor: se colocaba las ropas siempre oscuras le esperaban bien dobladas sobre la silla de la pequeña habitación, que le había ofrecido el párroco de aquella Iglesia; preparaba las pocas armas que debía llevar ocultas; aquel cuaderno de campo que siempre portaba y por último iba a rezar a la Iglesia, pidiendo fuerzas para continuar con su valor y dando gracias de que pudiese ver otro día.

La noche estaba bien entrada, y aunque no lo pareciese había cabalgado durante horas siguiendo a otro jinete con asuntos que a Lazarus le interesaba. Otro “siervo”, como ellos lo llamaban, humanos que aspiraban a ser convertidos por vampiros, humanos que hacía cualquier cosa por poder alcanzar la inmortalidad, Lazarus iba tras él y no estaba seguro de si su alma tendría la oportunidad de ser salvada de su acero. Una parada tras otra, y las horas pasaban sin descanso, sin aun determinar aquello que necesitaba, hasta que lo vio seguro. Las profundidad de la noche y las calles vacías daba señal de las altas horas en la que se encontraba.
Aquel jinete llegó a su destino y dejando el caballo, entro en el burdel. Lazarus vio aquel lugar como la última parada para aquel hombre.

Entre hombres de con trajes distinguidos, y chicas que los acompañaba, Lazarus se acerco a la puerta dispuesto aquel lugar parecía ser ahora de todo París el más vivo. Muy diferente al mundo de fuera, gris y frío, aquel lugar era cálido, lleno de demasiados detalles llamativos, de colores vivos, de cierta suntuosidad, Lazarus se olía que todo aquello era más para llamar el ojo, para atraer, un mero medio de publicidad que seguro que pocos se posaban a contemplar como él, más distraídos por la bebida, las drogas y mas mujeres que en hacer aquel examen que él hacía.
No entablo conversación con nadie, a pesar de que algunas chicas se detenían con él para ofrecerle sus servicios, solo observaba todos los movimientos de aquel “siervo” de vampiros, el cual, se había detenido en la barra para pedir bebida y ya parecía haber hecho su elección para darle compañía en aquella noche.

Lazarus se sentó un poco más lejos, parecía solitario y las chicas tras tantas negaciones se había desquitado de ofrecerle algo, en esos momentos estaba más distraído en su presa que en toda la actividad que le rodeaba de tal manera, que cuando una de las chicas se puso a bailar para él, fue le momento para darse cuenta que más de la mitad de aquellas chicas iban semidesnudas y que al parecer tenía como objetivo tan solo el seducir y despertar los ocultos vicios de cualquiera hombre, el ex-sacerdote se sintió algo abrumado, hacía ya demasiado tiempo que no pensaba en las mujeres como había comenzado a pensar en aquel momento.

De nuevo intento concentrarse en su victima, la cual parecía bien animada, así negando e intentando ignorar aquel evidente ofrecimiento. De repente el “siervo” se levanto de la barra y marcho con la joven elegida, hacía las escaleras que tenía la pinta de ser las habitaciones. Lazarus enseguida se levanto de su sitio, dispuesto a seguirlo, pero se dió cuenta de un detalle. El acceso a esas habitaciones parecía estar bien vigilado por otro de esos “gorilas” que abundaban por toda la sala, al parecer aquel burdel se aseguraba que sus chicas estuviesen bien protegidas y no fuesen molestadas en su labor. ¿Ahora cómo podría acceder al lugar sin formar un escándalo o que lo echarán por su intento?

Pensativo una y otra vez giro el anillo de su dedo anular, buscando en las posibilidades, y al parecer ésta la tenía delante desde hacía rato moviendo sus curvas de manera insistente y tentativa. “¿Por qué, no?” Se dijo tras pensar una clase de plan.

-Mademoiselle. -Hizo un ademán a la chica para que ésta se acercase.

por **Micaela Lamberg** Mar Nov 29, 2011 6:32 am

Al principio cuando se sentó parecía que estaba distraído mirando a alguien a la distancia aunque ella lo miraba insistentemente él no le había prestado mucha atención. Ella seguía bailando con toda la seducción que la caracterizaba ya que era una de las mejores en su especialidad, no era por desmerecer el trabajo de otras pero se había ganado ese lugar hace tres años cuando llego al Burdel por la necesidad y luego se fue habituando a la situación. Ella lo observo levantarse, vio que le hacia un ademan para que se acerque a él. Bajo del escenario y camino hacia donde se encontraba el hombre que la había llamado.
Señor que puedo hacer por usted?
Le pregunto al hombre con cierta curiosidad ya que era la primera vez que lo veía en el lugar. Ahora que estaba enfrente de el podía verlo mejor y era un hombre muy atractivo, vestido con ropa oscura como si fuese policía o algo parecido

por **C. Lazarus Morrigan** Mar Nov 29, 2011 6:03 pm

El hombre al que seguía subía las escaleras de un modo parsimonioso agarrado bien a aquella chica, por su manera de caminar tambaleante y sus mejillas rojizas, daba señal de que había bebido más de la cuenta. Lazarus, continuaba pensándose la posibilidad de acceder al lugar sin ningún escándalo, el anillo del dedo anular seguía siendo girado con nerviosismo, no le queda otra, ya que si lo alcanzaba seguro que le diría todo lo que deseaba y más en el estado embriaguez en el que estaba su victima.

-Mademoiselle... ¿Podría indicarme cómo...

“... podría acceder a aquellas habitaciones? ¡Necio! Sabes bien que solo hay una manera de llegar a la planta de arriba... Los clientes bien acompañado acceden a las habitaciones. No te queda otra.”

Lazarus detuvo sus palabras ante la sujeción de sus pensamientos, para disimular carraspeó levemente, como si se estuviese aclarando la voz, que de algún modo era lo que estaba haciendo.
El anillo no paraba de girar enrojeciendo la piel de alrededor, como era posible que su mano no temblase ante los monstruos que moraban en la noche, y que ahora por tener tan cerca a una mujer semidesnuda se sintiese enervado.

-Ejem... Mademoiselle, ¿podría pedirle que ésta noche me ofreciera su compañía? -Su voz sonó más firme, con aquel tono suave tan típico de él, su francés era perfecto, pero a veces denotaba su extrajera.

Un ademán con sus ojos azules hacía las escaleras que conducía a las habitaciones, una señal de que él deseaba ser su “cliente” en aquella noche.

-Podríamos ir a otro lugar.

por **Micaela Lamberg** Miér Nov 30, 2011 9:10 pm

Se quedo mirándolo ya que estaba nervioso bajo su mirada hasta sus manos mirando su dedo anular un anillo que giraba alrededor de su piel. Nunca había tenido un cliente tan nervioso, suelen ser directos en sus intenciones pero él era distinto a los demás clientes porque era distante como si vigilara a alguien o lo buscara. El hombre solo quería acceder a las habitaciones de arriba y la única forma era con una de las chicas de la casa.
Claro me encantaría ser su compañera esta noche- le dijo sonriéndole dulce y tiernamente mientras su mirada se tornaba inocente ya que había algo en él que la atraía para averiguar que se traía entre manos. Luego escucho sobre ir a otro lugar y ella le contesto. Vamos arriba encanto- se acerco un poco más al hombre que tenía delante de ella y con una de sus manos acaricio su mejilla derecha. Después lo tomo de la mano y caminaron hasta las escaleras, subieron y caminaron por el pasillo hasta llegar a la habitación de ella.

por **C. Lazarus Morrigan** Jue Dic 01, 2011 2:12 pm

La suavidad de sus dedos al rozar su mejillas hizo que sus ojos raudos se volvieran directamente a los de ella. Un pequeño sobresalto se llevo, no estaba acostumbrado a que lo tocasen.

En apariencia parecía como si no la oyese pero en todo momento estaba bien atento a sus palabras, ella había aceptado la propuesta, el plan iba por ahora bien.
Levantándose de su sitio, le sonrió con cortesía y aceptando su mano la siguió escaleras arriba.

-Le sigo... -Tan solo dijo, mientras caminaban entre aquellos pasillos, donde se veía un ir y venir de muchachas semidesnudas acompañadas por sus clientes, entrando y saliendo de sus habitaciones. Lazarus los miraba distraído, buscando entre ellos a aquel hombre. -¿Cómo debo de llamarle, “mademoiselle”? -Preguntó para no parecer indiferente a ella.

En cuanto se detuvieron ante una de las habitaciones, lo vio. Si, aquel “siervo de vampiros” continuaba con su caminar tambaleante; ebrio de bebida, besaba a la cortesana que le acompañaba, la cual no paraba de reír ante las palabras obscenas que éste le susurraba. Luego finalmente entró en la habitación de al lado. Lazarus suspiró aliviado la menos no lo había perdido y estaba cerca de él.

La joven cortesana abrió la puerta de la habitación, él entró junto a ella, ésta no era demasiado suntuosa pero mucho más cómoda que aquella pequeña celda en la Iglesia, donde había hecho vida en aquellos últimos años. La puerta quedo cerrada, y ambos solos. Lazarus de repente recordó su nerviosismo y empezó a sentirse algo incómodo. Ahora llegaba la parte difícil...

por **Micaela Lamberg** Lun Dic 05, 2011 10:28 pm

El seguía buscando a alguien distraído pero ella le respondió cuando estaban allí enfrente a la puerta- Milagros- le respondió con su vos dulce y suave. Ella estaba intrigada porque ese hombre estaba tan distraído que casi no le prestaba atención pero eso ya se lo preguntaría cuando estuviéramos asolas en el cuarto. Milagros lo observaba y miro hacia donde el miraba, lo que pudo observar era a un hombre ebrio con una de sus compañeras que se reía de lo que le decía este por cierto muy obscenas para el gusto de Milagros. Pero una debe aguantar todo y les guste o no, es su trabajo.
Lo vio entrar a la habitación de arlado por lo tanto, él se quedo más tranquilo ya que suspiro aliviado. Está bien, señor- le dijo mirándolo a los ojos azules como los de ella y profundos, misterios. Sus ojos la habían cautivado desde que lo vio sentado en esa mesa solitario y enigmático a la vez. Abrió la puerta de la habitación y entraron juntos a esta, no era muy grande pero si era confortable y agradable para pasar la noche. De repente él se puso nervioso al ver que estábamos solo pero no quería incomodarlo, -¿quiere tomar algo para relajarse?- pocas son las cortesanas que tienen bebidas en sus habitaciones.

por **C. Lazarus Morrigan** Mar Dic 06, 2011 9:34 am

De nuevo inquieto el anillo giraba en su dedo, para dejar de hacer aquello Lazarus se metió ambas manos en los bolsillos.
Una sonrisa amable le dedico a aquella chica, debía de disimular un poco su incomodidad. De repente sus ojos azules se cruzaron con los de ella, y luego estos se le fueron de arriba a abajo. Si, aquella chica enseñaba partes de su cuerpo de más, hacía tiempo que no veía tanta piel al descubierto, que había dejado de ver a las mujeres como “objeto sexuales”. Solo las había visto como un rebaño a conducir por el buen camino que Dios le había marcado, ¡es más!, eso si las veía. En aquel solitario monasterio donde había estado en Irlanda viviendo pocas mujeres había, y allí en París, solo se relacionaba con monjas las cuales apenas tenía relación. Todas bien tapaditas, con el cabello escondido...
Si lo pensaba bien, a las únicas mujeres a las que le había dedicado más tiempo en todos aquellos años eran a las que había condenado o simplemente rebanado el cuello, vampiresas, mujeres-lobo, brujas... Aquellas criaturas de sexo femenino que poseían el mal en su interior y que debían de ser eliminadas por sus horribles actos, ¿todas? Esa era la duda que Lazarus le había hecho cuestionarse si debía seguir con su misión del mismo modo.

-No gracias, no bebo. -Dijo mientras se sentaba sobre la cama, y con la mano le indicaba que se sentase a su lado, debía de seguirle el hilo para no ofenderla. -Prefiero que nos sentemos y...

“¿Y qué?¿Acaso vas a confesarla o algo similar? ¿Sólo vas a conversar? ¡Aprovechá el dinero que vas a gastar!” Si era esa pequeña vocecita pícara que en su interior moraba dormida desde hacía mucho tiempo, y que había tenido auge en su juventud cuando no había tenido ninguna vergüenza a la hora de pretender a mujeres, cuando era más impulsivo. “Tienes tiempo de sobra, legalmente no estas rompiendo ninguna promesa, y el tipo de al lado tardará bastante...”

La verdad es que tenía razón, aunque se veía en el dilema de caer en al tentación. Había aguantado tanto, había cambiado su forma de pensar que no se atrevía a caer por el hecho de que eso le hiciese incrementar sus anterior dudas.

por **Micaela Lamberg** Vie Dic 16, 2011 10:46 pm

Eso me parece bien- le dijo con un tono tranquilo y sereno era lo mejor para tranquilizar a un hombre que estaba nervioso por ver a una mujer con poca ropa. Observo que se sentaba en la cama y le señala con la mano para que ella se siente a su lado, lo cual ella hizo. Se sentó a su lado, al principio no sabía qué hacer ya que él estaba nervioso. Como debo llamarlo?- le pregunto para saber con quién estaba esa noche, mientras seguía sentada a su lado.
Ella se giro de costado donde se encontraba él sentado y lo miro para ver su rostro de perfil, tenía un rostro muy peculiar que le atraía y no podía negar que le gustaba ese hombre que tenía a su lado y haría lo que fuera para llamar su atención esa noche. Tranquilo no voy hacer nada si no quiere- le dije tranquilamente pero ni ella se lo creía. Pero la tentación para ella estaba latente y en cualquier momento salía la fiera que tenia dentro a la cual no le importa nada y se deja llevar por el instinto animal que lleva dentro.

Spoiler:

por **C. Lazarus Morrigan** Lun Dic 19, 2011 6:27 pm

La chica se sentó a su lado, al principio él no dirigió su mirada a aquella chica, más bien miraba ante las dudas y ante aquella vocecita que parecía haber vuelto a despertar después de tantos años de templanza. Una vocecita muy presente en su juventud, cuando él era de otra manera, cuando era todo lo contrario a su hermano mayor, cuando su padre cada dos por tres le amenazaba con desheredarlo por sus actos de rebeldía ante un destino al que él nunca cedería. Si, él no era demasiado creyente, no deseaba meterse en el mundo de la fe, si destino iba a ser muy diferente, pero ocurrió lo que ocurrió: se tuvo que enamorar de la prometida de su hermano, dejarla embarazada poniendo en peligro las expectativas de su padre por obtener un título nobiliario para la familia y llevándola a la posible deshonra. Eso fue lo que le obligó a cambiar su modo de pensar, lo que le llevó a la precaución futura, a la vida moderada y a encontrar un objetivo en su vida... Que era el acabar con aquella malignas criaturas, e incluso allí en París su modo de vida, tambaleaba ante las dudas. Parecía como si realmente esa vida no hubiese estado hecha para él, aunque había asumido el papel perfectamente.

-Llámeme Lazarus. -Su segundo nombre, su nombre en clave por así decirlo. Nunca revelaba ni su apellido ni su nombre de pila. Pocas personas lo sabían. -Solo busco compañía. -Dijo pensando que si seguía en aquella actitud enojaría a la joven y tal vez dudase que poseyese el dinero prometido, así echándole del lugar y él fallando en su objeto.

Suspiró suave, y Lazarus se echo hacía atrás dejándose caer sobre la cama frotándose los ojos, luego al escucharla sin querer sonrió para sí.

-No creo que usted tenga tanta fuerza como para “hacerse” conmigo . -Si lo pensaba bien, aquella chica era lo de menos que debía de temer. Era cierto que era un tentación latente, pero si lo pensaba bien él tenía una cierta ventaja sobre ella, ante lo que era fuerza y demás.

OFF: No pasa nada, así me das tiempo.

por **Micaela Lamberg** Jue Ene 05, 2012 12:24 pm

Un placer conocerlo Lazarus- le dijo con voz suave y tierna. Lo observo que se dejaba caer en la cama, antes había escuchado que solo buscaba compañía a lo cual ella sonrió girándose en la cama sentada aún para verlo a los ojos-Espero poder ayudarlo Lazarus pero dígame ¿Qué clase de compañía necesita esta noches?-le pregunto solo por curiosidad ya que lo complacería en todos los sentidos. Se deja caer a su lado pero ella se pone de costado apoyando su cabeza sobre la mano del mismo lado y lo mira con atención e interés, Lazarus responde a las palabras que ella le dijo- puede ser que no tenga la suficiente fuerza pero eso dependería de usted Lazarus- sonrió amable y cortésmente al hombre que tenía a su lado.

por **C. Lazarus Morrigan** Vie Ene 06, 2012 6:17 pm

En cuanto su espalda había tocado aquella cama, le había parecido demasiado cómoda para lo que estaba acostumbrado habitualmente.
A su lado pudo notar como ella se tumbaba junto a él, su mirada no se fijo en ella hasta un rato parecía distraído en mirar la simple pared. Ella volvía a preguntar por sus motivos y él se preguntaba el que responderle.

“Claro y ahora le digo que estoy en éste lugar porque estoy siguiendo al hombre de la habitación de al lado, que seguro que tiene más claro que yo para que ha pagado a la mujer que le acompañaba…”

-Ciertamente no tenía planeado que mi noche terminase así, en compañía de una mujer. –Este se volteó hacia ella, sintiéndose cada vez más tranquilo y cómodo en su compañía, ella parecía tener paciencia con él y consideración, es más seguro que el haber escuchado que solo buscaba “compañía” le había aliviado de algún modo, ya que en cierto modo la libraría de ejercer sus artes en la “cama”, como seguro estaba acostumbrada. –Simplemente que calme mi soledad hasta el momento adecuado. –Con el momento adecuado se refería, hasta que el hombre de la habitación de al lado se le ocurriese volver a salir de su habitación, que seguro que eso sería al amanecer, demasiado ebrio iba y seguro que terminaría durmiendo allí. –No espero que tenga que… “calentarme la piel”. –A pesar de llamarlo de aquel modo, le pareció atrevido, pero seguro que ella estaba acostumbrada a palabras menos suaves.

De nuevo sonrió ante lo que ella le había dicho sobre la “fuerza”, seguro que ella era consciente de saber el poder que podía ejercer una simple mujer sobre un hombre, sin tener que hacer uso de la fuerza bruta.

-Voy a serle sincero. –Sus dedos rozaron el hombro de ella con suavidad bajando por su brazo, más que una caricia parecía como su tuviese curiosidad de “cómo” era volver a rozar la piel de una mujer, en cuanto su mano perdió el contacto, sus ojos que la seguían quedaron gacho. –Hace demasiados años que no toco a una mujer, por ciertas circunstancias no me he visto con la necesidad ni en la situación de hacerlo, por eso actuó como actuó, es por ello por lo que solamente busco “compañía” .

"¿Por ahora, no?" Su voz interior había vuelto a saltar.

por **Micaela Lamberg** Lun Feb 13, 2012 10:36 pm

Solo escucho lo que le dijo y le respondió-espero que se sienta bien con mi compañía Lazarus- lo miro con ternura y comprensión ya que parecía que necesitaba desahogarse. Milagros no quería hacer nada que lo pusiera nervioso por el momento. La verdad escuchas la palabra compañía era algo usual pero esta vez era para no ejercer sus artes en la cama sino para escuchar a alguien que lo necesitaba, era como una psicóloga pero que no juzgaba a nadie por la vida que tenia aparte”¿ quien era ella para hacerlo, era la menos indicada para hacerlo”?.
Hay muchas maneras de hacerlo señor- lo había escuchado de diferente manera ya estaba acostumbrada a oírlo por lo tanto, no me sorprendía por sus palabras. Siguió de la misma manera su postura en la cama. Sus palabras eran sinceras y claro que ella lo percibió ya que era la primera vez que la tocaba cuando toco con dedos el brazo de ella, él fue suave al tocarla era la primera vez que sentía la suavidad de un hombre que parecía tener respeto por ella. Algunos clientes eran brutos, maltratadores y sádicos pero él era diferente a todos los demás por el simple hecho que la respetaba. Si cuando entramos a la habitación lo veía muy tenso pero ahora está más relajado- le dijo tocando con su mano libre su rostro en muestra consideración y respeto, luego como su brazo de dormía se acomodo boca abajo para descansar un poco dicho brazo.

por **C. Lazarus Morrigan** Lun Feb 20, 2012 6:28 pm

Sentir sus manos rozar su rostro, el contacto ajeno al suyo, él que no estaba acostumbrado al contacto de la piel, en ese caso suave, delicada y cálida. Le hacía contener la respiración, como si con ello pudiese resistirse, como si con ello pudiese conservar su fuerte y casta templanza.

Lazarus había sido el hombre de hielo en aquellos años, y su temperamento disciplinado y firme se había visto quebradizo al recordar de repente que él también había sido un hombre, más bien seguía siéndolo, y que él nunca había pedido una vida como aquella.

Hace más de diez años quien podría haber imaginado que hubiese terminado sirviendo como sacerdote... Nadie. Ya que él había sido todo lo contrario a lo que la doctrina del clero le pedía.

Recordar aquello le hacía añorar, estar en la misma París le dañaba en cierto modo, ya que sabía que su antigua amante por la cual había decidido llevar aquella vida, renunciando a ella, para no someterla a una vida de vergüenza, deshonra y miseria junto a un desheredado, vivía allí. Se había casado con su hermano mayor y probablemente compartían un vástago que no era de su hermano sino suyo.
Lazarus miraba atrás y veía como en aquellos últimos años había enclaustrado a su verdadero “yo”, ahora no lograba reconocerse, era otro hombre. Un hombre muerto para el mundo, un hombre sin vida, un desconocido frente al espejo. ¿Dónde había quedado su espíritu apasionado y arriesgado? ¿Con su juventud había muerto? El riesgo continuaba siendo algo en su vida, pero... ¿Era riesgo lo que buscaba como cazador de criaturas de la noche? ¿U otra cosa?

Sus párpados se había cerrado al sentir el contacto leve de aquella jovencita, luego ella se movió y los abrió. Alzándose sobre la cama quedo sentado, se sentía algo aturdido ante sus contradictorios pensamientos, ante sus confusos deseos.

-Estoy relajado porque algún pienso, que soy el que decido... O eso es lo que creo. -Lo normal era que para dar ciertos pasos habían que ser dos los que lo escogieran, aunque ciertamente una cortesana no tenía esa opción. Pero para Lazarus ella estando junto a él entre aquella cuatro paredes la tenía, a pesar de que seguro no era consciente de ello. -Cierra los ojos. -Le pidió con aquella voz suave el rasgo más característico de él.

Ella se había colocado boca abajo, sus cabellos dorados quedaban esparcidos desordenadamente sobre la cama y su propia piel, ¡cuánto le recordaba aquello a muchas noches lejanas en otro lecho bien distinto! Ciertamente ella se parecía bastante a... Bueno, aunque con unos años más.
Cahir Lazarus con delicadeza comenzó a ordenar aquellos rebeldes cabellos apartándolos a un lado, dejando la espalda de ella al descubierto. Aquel camino trazado por estos le llevo a sus dedos a deparar en su piel la cual recorrió como su nada, su espalda, su cuello, sus hombros... Era una hermosa visión, ella era la belleza encarnada. “Si pudiese congelaría aquella visión...” Pensó, y la verdad podía, siempre portaba aquel cuaderno que el servía como diario y lo ilustraba, en el pasado ese había sido su gran talento, pintar. Era lo que le iba a llevar a la vida de bohemio con la que había soñado a sus quince años, pero la vida no es lo que esperar al fin y al cabo, al menos no dejo de pintar, aunque fuese para documentarse o con una visión más científica.

-¿Podrías... -Le pedía permiso, y se lo estaba pensando demasiado, sabía que verla desnuda volvería a enervarlo y el abrumador calor volvería, pero deseaba ver la belleza en todo su cenit. -...desnudarte?

por **Micaela Lamberg** Jue Mar 08, 2012 10:05 pm

Milagros notaba que era un hombre atormentado por un pasado el cual no quería contar pero ella no lo iba a agobiar con sus preguntas, acostada en la cama boca abajo ella lo veía de perfil. Escucho lo que le dijo y sonrió- Si eres quien decide esta noche- lo miro con ternura ya que ella había tomado la decisión de complacerlo esa noche. Cerró los ojos como él le pidió con su vos suave al escucharlo. Al ver que ella estaba acostada en la cama Lazarus se sienta a su lado.

Ella comenzó a sentir la manos de Lazarus que acomodaba los cabellos de ella hacia un constado dejando al descubierto el cuello, espalda y hombros los cuales rozaba con los dedos a lo cual ella reía amablemente, solo le dije- eres suave al tocar a una mujer Lazarus- abrió los ojos para mirarlo, se sentía a gusto con él y verdaderamente disfrutaba de su compañía.
Si me desnudare para ti- se dio vuelta con suavidad en la cama y se levanto de ella parándose frente a él. Comenzó por la blusa blanca de algodón desabotonándola botón por botón hasta quitársela dejando sus pechos al descubierto y luego se quito la parte de abajo ya quedando desnuda frente a Lazarus. Ahora que quieres que haga? Le pregunto esperando su respuesta y mirándolo a los ojos.

por **C. Lazarus Morrigan** Sáb Mar 31, 2012 5:48 pm

-¿Por qué no debería serlo? -Al principio no había entendido bien su pregunta en cuanto a la “suavidad” de sus manos, la vida de una cortesana aunque estaba considerada para mucho como una vida de pecado, una forma fácil de obtener riquezas y ganarse la vida, si se pensaba bien debía de ser todo lo contrario. ¿Cuántos clientes debía de atender? ¿Y todo sería igual que él? Tal vez ninguno, seguramente muchos hombre con los que había estado se habían sobrepasado o a lo mejor la mayoría, poco tenía que exigir una cortesana en su profesión, debía de aguantar todo lo que se le echara encima.

De nuevo volvió a sentirse ciertamente abrumado, le había pedido que se desnudase y sabía lo que implicaba con ello, pero hacía tanto tiempo que no estaba delante de una mujer desnuda le había vuelto algo pudoroso, y más se sintió alterado al tener a aquella reencarnación de Afrodita.
La necesidad de tocar su cuerpo desnudo, de sentirla simplemente se hacía grande y en contra de todo aquel dogma de castidad que había forjado. La tentación era latente, pero debía de ser fuerte, al menos se consolaría con plasmarla en el papel, congelar la imagen de aquella belleza rubia.

Lazarus entreabrió los labios para pronunciar algo, pero se quedo mudo cuando ella le clavo aquellos hermosos ojos seductores a los suyos.

-Vuelve a tumbarte como estabas antes, relajada... -Consiguió pronunciar palabra, mientras buscaba en su abrigo aquel librito que usaba para anotar todo sobre su trabajo y hacer bocetos de estudio sobre las criaturas que encontraba y a asesinaba. -... como si estuviese esperando el sueño, para descansar en una noche. -Por la cama él se deslizo hasta ponerse a su lado.

Y ahí continuaba el deseo de consolarse con aquella joven, su misión había quedado olvidada, había quedado atrás, incluso la espera. París le había llenado de confusión, había alterado su mundo por completo, ¿aquello iba a ser una excepción? Lazarus espero a que se tumbase para dar el paso.

por **Micaela Lamberg** Sáb Mayo 05, 2012 11:15 pm

Ella se había quedado parada observándolo se lo notaba abrumado por la situación de que ella estaba desnuda frente a él. Su mirada era como si estuviera viendo a la reencarnación de Afrodita, su belleza en persona y tal vez lo era para él. Escucho sus palabras y solo se dirigió hacia la cama como él le había pedido. No pronuncio ni una palabra y se sentó en la cama luego se tumba en la cama boca abajo totalmente relajada y serrando los ojos a la espera de él.
Abre nuevamente los ojos colocando la cabeza del lado en el que él se encontraba, lo vio caminar hacia la cama colocándose a su lado. Se lo quedo mirando con la libretita en la mano para ver si la dibujaba en el papel o se animaba a tocarla por primera vez después de tanto tiempo de tocar a una mujer. Así está bien o quieres que me coloque boca arriba?- Le pregunto curiosa en su respuesta.

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