AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Por Un Reto ~ Privado
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Por Un Reto ~ Privado
La noche de nuevo caía sobre la ciudad Parisina, el buen tiempo había comenzado y eso incitaba mucho más a la gente para que saliera más de noche y pudiera dar paseos por la ciudad, debido al buen clima que hacía ya que apenas hacía frío cuando el sol se escondía. Últimamente era cuando, en los días que tenía libre, sacaba a Isis a dar un paseo y me entretenía recorriendo las calles de la ciudad y dejándome envolver por su ambiente y por su entorno. Ayudaba a despejar mí mente de los problemas de la vida cotidiana, y demás problemas que con el paso del tiempo me habían surgido.
Aquella noche que tenía libre no iba a ser distinta, había decidido cenar con Alessia en casa quien me había ayudado a preparar la cena y habíamos cenado entre risas, agradecida de tenerla viviendo conmigo. Era una joven llena de vitalidad que era, mayormente, el principal motivo por el que mí día a día era el que era, me hacía reírme y olvidarme del mundo fuera de aquella casa… algo que necesitaba. La quería con locura y la adoraba, jamás llegué a pensar que podía sentir algo como lo que sentía por ella y prácticamente la consideraba como mí hermana pequeña. Pese a que solo tenía catorce años era una niña con una mentalidad muy madura para su edad.
Las calles estaban llenas de vida mientras paseaba a Isis, normalmente iba a un parque que quedaba cerca de casa donde cogía uno de sus juguetes y se lo lanzaba para que corriera el otro, me hacía gracia como venía hacia donde yo estaba con la pelota en la boca, balanceando el rabo como si tuviese una expresión alegre. Jugué con ella bastante tiempo hasta que sentí que el brazo de dolía de tanto tirarle la pelota y decidí que era hora de volver a casa. El camino se me hizo más corto de lo que esperaba y, pese a que estaba algo cansada de estar jugando con ella también, no tenía para nada de sueño.
En cuanto llegué a casa y la dejé no entré dentro, sino que salí de nuevo a la calle y comencé a andar sin rumbo fijo dejando que mis pies fueran los únicos que marcaran el rumbo. Mí mente intenté despejarla pero era en vano, muchas cosas venían a mí mente y me mordí el labio. Cuando me quise dar cuenta de donde estaba, frente a mí, se hallaba una taberna que jamás había pisado y que no sabría cómo era. No era dada de ir a tabernas puesto que lo que mayormente encontraba era hombres, y ya veía demasiados hombres en mí trabajo como para querer ver a ningún otro más.
Sin embargo, ¿qué era lo que podía perder? Entraría, me tomaría una copa, despejaría mí mente y me volvería a casa tarde para llegar y coger el sueño. No perdía nada por intentarlo, así que tras un suspiro, abrí la puerta de aquella taberna donde el ambiente era uno muy parecido al que conocía. Sin mirar demasiado a nadie me acerqué a la barra y pedí una copa de vino, era casi de lo único que bebía aunque por el trabajo había tenido que tomar alguna que otra bebida diferente.
Decidí quedarme en la barra, en uno de los laterales, ya que donde me pusiera me iba a sentir observada, por lo que me quedé en aquel lado con la copa de vino delante de mí, girándola con mis dedos como si fuera lo más divertido que había en el mundo y solté un suspiro largo, di el primer trago algo más largo de lo normal, y dejé la copa de nuevo. Mí dedo comenzó a recorrer el borde de la copa mientras sentía miradas indiscretas sobre mí, miradas de las cuales no hice ningún tipo de caso. Pero al parecer, aunque pasé de cualquier tipo de mirada, sentí que un hombre se quedaba a mí lado de pie mirándome de forma fija pese a que pasé por completo de él.
-¿Estás sola, preciosa? -incluso sin girar mí rostro podía oler desde donde estaba el alcohol que su boca destilaba, hice una mueca y me giré para mirarle enarcando una ceja.
-Veo que eres muy elocuente -al parecer ni se enteró de que, más bien, estaba siendo sarcástica con él porque apoyó su brazo en la barra, con un vaso de algún licor, y sonrió. Era algo joven, quizás un par de años mayor que yo, con el pelo corto y negro, y unos ojos oscuros.
-¿Quieres compañía? Nos lo podemos pasar muy bien -Genial, ahora comenzaba a arrepentirme de haber entrado a aquella taberna. Suspiré asqueada por aquello.
-No gracias, estoy mejor sola -quité mí vista de aquel joven esperando que captara la indiecta pero, a los cinco segundos, su mano aferraba con fuerza mí brazo tirando de él. Lo miré con el ceño fruncido por aquello, ¿qué narices hacía?- Suéltame, imbécil -zarandeé mí brazo y logré soltarme de su agarre, al parecer, el estado en el que estaba no le hacía tener demasiada fuerza para sujetarme, o simplemente, es que no podía hacerlo porque parecía más bien que si no fuera por el brazo apoyado en la barra se caería al suelo.
-No te hagas la remilgada, venga vámonos -iba a decirle algo cuando, la presencia de otro hombre, nos hizo mirar entre medias de ambos. ¿Otro problema?
Aquella noche que tenía libre no iba a ser distinta, había decidido cenar con Alessia en casa quien me había ayudado a preparar la cena y habíamos cenado entre risas, agradecida de tenerla viviendo conmigo. Era una joven llena de vitalidad que era, mayormente, el principal motivo por el que mí día a día era el que era, me hacía reírme y olvidarme del mundo fuera de aquella casa… algo que necesitaba. La quería con locura y la adoraba, jamás llegué a pensar que podía sentir algo como lo que sentía por ella y prácticamente la consideraba como mí hermana pequeña. Pese a que solo tenía catorce años era una niña con una mentalidad muy madura para su edad.
Las calles estaban llenas de vida mientras paseaba a Isis, normalmente iba a un parque que quedaba cerca de casa donde cogía uno de sus juguetes y se lo lanzaba para que corriera el otro, me hacía gracia como venía hacia donde yo estaba con la pelota en la boca, balanceando el rabo como si tuviese una expresión alegre. Jugué con ella bastante tiempo hasta que sentí que el brazo de dolía de tanto tirarle la pelota y decidí que era hora de volver a casa. El camino se me hizo más corto de lo que esperaba y, pese a que estaba algo cansada de estar jugando con ella también, no tenía para nada de sueño.
En cuanto llegué a casa y la dejé no entré dentro, sino que salí de nuevo a la calle y comencé a andar sin rumbo fijo dejando que mis pies fueran los únicos que marcaran el rumbo. Mí mente intenté despejarla pero era en vano, muchas cosas venían a mí mente y me mordí el labio. Cuando me quise dar cuenta de donde estaba, frente a mí, se hallaba una taberna que jamás había pisado y que no sabría cómo era. No era dada de ir a tabernas puesto que lo que mayormente encontraba era hombres, y ya veía demasiados hombres en mí trabajo como para querer ver a ningún otro más.
Sin embargo, ¿qué era lo que podía perder? Entraría, me tomaría una copa, despejaría mí mente y me volvería a casa tarde para llegar y coger el sueño. No perdía nada por intentarlo, así que tras un suspiro, abrí la puerta de aquella taberna donde el ambiente era uno muy parecido al que conocía. Sin mirar demasiado a nadie me acerqué a la barra y pedí una copa de vino, era casi de lo único que bebía aunque por el trabajo había tenido que tomar alguna que otra bebida diferente.
Decidí quedarme en la barra, en uno de los laterales, ya que donde me pusiera me iba a sentir observada, por lo que me quedé en aquel lado con la copa de vino delante de mí, girándola con mis dedos como si fuera lo más divertido que había en el mundo y solté un suspiro largo, di el primer trago algo más largo de lo normal, y dejé la copa de nuevo. Mí dedo comenzó a recorrer el borde de la copa mientras sentía miradas indiscretas sobre mí, miradas de las cuales no hice ningún tipo de caso. Pero al parecer, aunque pasé de cualquier tipo de mirada, sentí que un hombre se quedaba a mí lado de pie mirándome de forma fija pese a que pasé por completo de él.
-¿Estás sola, preciosa? -incluso sin girar mí rostro podía oler desde donde estaba el alcohol que su boca destilaba, hice una mueca y me giré para mirarle enarcando una ceja.
-Veo que eres muy elocuente -al parecer ni se enteró de que, más bien, estaba siendo sarcástica con él porque apoyó su brazo en la barra, con un vaso de algún licor, y sonrió. Era algo joven, quizás un par de años mayor que yo, con el pelo corto y negro, y unos ojos oscuros.
-¿Quieres compañía? Nos lo podemos pasar muy bien -Genial, ahora comenzaba a arrepentirme de haber entrado a aquella taberna. Suspiré asqueada por aquello.
-No gracias, estoy mejor sola -quité mí vista de aquel joven esperando que captara la indiecta pero, a los cinco segundos, su mano aferraba con fuerza mí brazo tirando de él. Lo miré con el ceño fruncido por aquello, ¿qué narices hacía?- Suéltame, imbécil -zarandeé mí brazo y logré soltarme de su agarre, al parecer, el estado en el que estaba no le hacía tener demasiada fuerza para sujetarme, o simplemente, es que no podía hacerlo porque parecía más bien que si no fuera por el brazo apoyado en la barra se caería al suelo.
-No te hagas la remilgada, venga vámonos -iba a decirle algo cuando, la presencia de otro hombre, nos hizo mirar entre medias de ambos. ¿Otro problema?
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
Llevaba ya una semana en París, y lo cierto era que empezaba a resultarme atractiva la idea de comenzar desde cero aquí. Y si aquello era lo que deseaba, primero tenía que encontrar un trabajo y un lugar más estable donde vivir, pues la pensión solo había sido provisional.
Así que esa noche salí con el objetivo de encontrar un trabajo, y no se me ocurrió mejor lugar por el que comenzar a preguntar que una taberna de las muchas que albergaba París. No había sitio más idóneos para recopilar información de cualquier tipo, y si por desgracia no encontraba nada, al menos me tomaría un par de copas que le vendrían estupendamente bien a mi mente, para despejarse un poco de los amargos recuerdos que solían asolarla por la noche.
Paseé por las bulliciosas calles parisinas desde que salí del hostal, disfrutando de aquel maravilloso clima de la parte occidental de Europa. Comparado con Rusia, en París el clima acompañaba a salir a la calle y perderse por la ciudad. Iba distraído mirando a los propietarios de los comercios cerrar las persianas de sus negocios, cuando topé con la entrada de una taberna que me llamó la atención; de modo que decidí entrar.
El local estaba decorado en su mayor parte de madera noble así como con algunas mesas en el centro y bancos en los laterales. Me pareció bastante acogedor, aunque el griterío que tenían montado algunos hombres al fondo resultaba un poco irritante.
Me senté en una taburete de la barra, y pedí una jarra de cerveza a la camarera, mientras observaba al resto de clientes del local. El abanico era dispar, aunque en su mayoría eran hombres ebrios y descontrolados.
Entonces una bella dama con cabellos oscuros entró al local, y múltiples miradas se posaron en ella mientras caminaba hacia la barra sin atender a ninguna. Sonreí por la seguridad que mostraba y me concentré de nuevo en mi cerveza.
Minutos después, escuché que alguien levantaba la voz al otro lado de la barra. Miré con curiosidad, y no pude evitar enojarme cuando vi que un hombre con muy pocos modales trataba de sacar provecho de aquella dama que había dejado bien claro que no le interesaba su propuesta.
Sin poder evitarlo, me levanté y me acerqué a ellos furioso por la situación.
- Querida, disculpa.- dije en voz alta mientras me acercaba a aquella mujer de cabellos ondulados y ojos penetrantes, fingiendo conocerla, y regalándole un fugaz beso en la mejilla.- Me he confundido de taberna y por eso llego tarde. ¿Hay algún problema?
El tono de mi pregunta cambió ligeramente cuando clavé mis ojos en aquel bastardo que la tenía sujeta por el brazo. Rodeé con mi mano su cintura, aproximándome a ella. Bastaron solo unos segundos para que el hombre se marchase rumiando algo que mejor no escuchar.
- ¿Estás bien?- le susurré a la joven dama mientras le soltaba la cintura para no incomodarla.- Si quieres te invito a una copa en otro lugar.- genial. ¿qué me diferenciaba ahora de aquel bastado que había intentado ligar con ella?.- Mi nombre es Lev.- apunté tendiéndole la mano.
Así que esa noche salí con el objetivo de encontrar un trabajo, y no se me ocurrió mejor lugar por el que comenzar a preguntar que una taberna de las muchas que albergaba París. No había sitio más idóneos para recopilar información de cualquier tipo, y si por desgracia no encontraba nada, al menos me tomaría un par de copas que le vendrían estupendamente bien a mi mente, para despejarse un poco de los amargos recuerdos que solían asolarla por la noche.
Paseé por las bulliciosas calles parisinas desde que salí del hostal, disfrutando de aquel maravilloso clima de la parte occidental de Europa. Comparado con Rusia, en París el clima acompañaba a salir a la calle y perderse por la ciudad. Iba distraído mirando a los propietarios de los comercios cerrar las persianas de sus negocios, cuando topé con la entrada de una taberna que me llamó la atención; de modo que decidí entrar.
El local estaba decorado en su mayor parte de madera noble así como con algunas mesas en el centro y bancos en los laterales. Me pareció bastante acogedor, aunque el griterío que tenían montado algunos hombres al fondo resultaba un poco irritante.
Me senté en una taburete de la barra, y pedí una jarra de cerveza a la camarera, mientras observaba al resto de clientes del local. El abanico era dispar, aunque en su mayoría eran hombres ebrios y descontrolados.
Entonces una bella dama con cabellos oscuros entró al local, y múltiples miradas se posaron en ella mientras caminaba hacia la barra sin atender a ninguna. Sonreí por la seguridad que mostraba y me concentré de nuevo en mi cerveza.
Minutos después, escuché que alguien levantaba la voz al otro lado de la barra. Miré con curiosidad, y no pude evitar enojarme cuando vi que un hombre con muy pocos modales trataba de sacar provecho de aquella dama que había dejado bien claro que no le interesaba su propuesta.
Sin poder evitarlo, me levanté y me acerqué a ellos furioso por la situación.
- Querida, disculpa.- dije en voz alta mientras me acercaba a aquella mujer de cabellos ondulados y ojos penetrantes, fingiendo conocerla, y regalándole un fugaz beso en la mejilla.- Me he confundido de taberna y por eso llego tarde. ¿Hay algún problema?
El tono de mi pregunta cambió ligeramente cuando clavé mis ojos en aquel bastardo que la tenía sujeta por el brazo. Rodeé con mi mano su cintura, aproximándome a ella. Bastaron solo unos segundos para que el hombre se marchase rumiando algo que mejor no escuchar.
- ¿Estás bien?- le susurré a la joven dama mientras le soltaba la cintura para no incomodarla.- Si quieres te invito a una copa en otro lugar.- genial. ¿qué me diferenciaba ahora de aquel bastado que había intentado ligar con ella?.- Mi nombre es Lev.- apunté tendiéndole la mano.
Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 15/08/2016
Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
Parecía que aquel hombre no se daba por aludido en que no quería saber absolutamente nada de él y ya se lo había dejado claro, pero en la condición que iba posiblemente ni me hubiera escuchado o hubiera hecho oídos sordos. Bufé porque había entrado a aquella taberna para estar un rato tranquila, no para que me estuvieran incordiando al poco de estar allí. Ni siquiera me había tomado la mitad de la copa que tenía delante de mí y ya tenía ganas de marcharme. Asqueroso. No me bastaba con aguantarlos en el trabajo como para también tener que hacerlo en mí tiempo libre.
La voz que procedió desde el fondo entre medias de los dos me hizo girar la cabeza para observar al hombre que se acercaba a nosotros. Su porte era alto, su tez era morena destacando con los del lugar que era algo más pálida, y sus ojos de aquel color tan peculiar parecían bastante felinos. Era un color que no podía distinguir con claridad por la poca luz que había en el lugar, pero tenía una mirada penetrante. Antes de que siquiera pudiera decirle algo su mirada se posó en la mía y se inclinó para dejar un beso fugaz en mí mejilla. Sus siguientes palabras despejaron todas mis dudas y me contuve de decirle algo mucho más fuerte, sabía que estaba fingiendo.
Sonreí como si estuviera alegrada de verle y negué con la cabeza dejando una de mis manos en su pecho, como si también confirmara que lo conocía y que lo estaba esperando a él. La mirada que le echó al otro hombre fue suficiente, y su pregunta dejaba claro sin decir nada más que lo quería fuera de donde estábamos nosotros, y que yo ya tenía compañía. Su mano pasó por mí cintura pegándome a él dejando en claro con quién estaba y que no tenía nada que hacer ahí. Apoyé mí cabeza en su hombro y negué con la cabeza.
-Nada cariño, creo que se ha confundido de persona –el hombre tras un par de segundos en los que se nos quedó observando finalmente se giró y comenzó a alejarse, no sin dejar de mascullar alguna otra cosa que preferí no escuchar. Me había salvado de quizás una situación peligrosa, en cuanto el hombre se marchó su mano abandonó mí cintura y yo me separé de él para observarle mejor. Asentí con la cabeza a su pregunta- Sí, todo a gracias a ti. Gracias por ayudarme en esa situación –le proferí una sonrisa sincera de verdad y lo observé más detenidamente, reí entre dientes ante su propuesta de invitarme a otra copa en otro lugar y mis ojos lo recorrieron en una mirada rápida cuan largo era. Le sonreí de forma sensual y clavé mis ojos en los suyos- Creo que, en este caso, debería de ser yo quien te invitase a una copa en pago por haberme ayudado aun cuando ni siquiera me conoces –le tendí mí mano cuando dijo su nombre y enarqué una ceja- Un nombre muy curioso, se nota que no eres de aquí. Naitiri Zahir, señor Lev –dejó un beso en mí mano de forma caballerosa y sonreí volviendo a coger la copa que tenía aún a medias- ¿Qué te apetece tomar? Yo invito –la compañía no me vendría nada mal, seguro que nadie se atrevía a volver a acercarse y aquel hombre tenía una mirada muy noble. Quizás la noche solo acababa de mejorar.
La voz que procedió desde el fondo entre medias de los dos me hizo girar la cabeza para observar al hombre que se acercaba a nosotros. Su porte era alto, su tez era morena destacando con los del lugar que era algo más pálida, y sus ojos de aquel color tan peculiar parecían bastante felinos. Era un color que no podía distinguir con claridad por la poca luz que había en el lugar, pero tenía una mirada penetrante. Antes de que siquiera pudiera decirle algo su mirada se posó en la mía y se inclinó para dejar un beso fugaz en mí mejilla. Sus siguientes palabras despejaron todas mis dudas y me contuve de decirle algo mucho más fuerte, sabía que estaba fingiendo.
Sonreí como si estuviera alegrada de verle y negué con la cabeza dejando una de mis manos en su pecho, como si también confirmara que lo conocía y que lo estaba esperando a él. La mirada que le echó al otro hombre fue suficiente, y su pregunta dejaba claro sin decir nada más que lo quería fuera de donde estábamos nosotros, y que yo ya tenía compañía. Su mano pasó por mí cintura pegándome a él dejando en claro con quién estaba y que no tenía nada que hacer ahí. Apoyé mí cabeza en su hombro y negué con la cabeza.
-Nada cariño, creo que se ha confundido de persona –el hombre tras un par de segundos en los que se nos quedó observando finalmente se giró y comenzó a alejarse, no sin dejar de mascullar alguna otra cosa que preferí no escuchar. Me había salvado de quizás una situación peligrosa, en cuanto el hombre se marchó su mano abandonó mí cintura y yo me separé de él para observarle mejor. Asentí con la cabeza a su pregunta- Sí, todo a gracias a ti. Gracias por ayudarme en esa situación –le proferí una sonrisa sincera de verdad y lo observé más detenidamente, reí entre dientes ante su propuesta de invitarme a otra copa en otro lugar y mis ojos lo recorrieron en una mirada rápida cuan largo era. Le sonreí de forma sensual y clavé mis ojos en los suyos- Creo que, en este caso, debería de ser yo quien te invitase a una copa en pago por haberme ayudado aun cuando ni siquiera me conoces –le tendí mí mano cuando dijo su nombre y enarqué una ceja- Un nombre muy curioso, se nota que no eres de aquí. Naitiri Zahir, señor Lev –dejó un beso en mí mano de forma caballerosa y sonreí volviendo a coger la copa que tenía aún a medias- ¿Qué te apetece tomar? Yo invito –la compañía no me vendría nada mal, seguro que nadie se atrevía a volver a acercarse y aquel hombre tenía una mirada muy noble. Quizás la noche solo acababa de mejorar.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
Agradecí que aquella hermosa mujer siguiese mi juego fingido para liberarla de aquel hombre que la estaba molestando. No todo el mundo tenía la misma iniciativa, y su gesto rodeando mi cintura me hizo sonreír inevitablemente.
Cogí su mano, besando con dulzura su dorso mientras mis ojos no se desviaban un ápice de los suyos, manteniendo aquella mirada que era digna de la mismísima Afrodita.
- Ha sido un placer ayudarla, señorita Zahir. Además, así he tenido una excusa con la que presentarme.- sonreí con picardía mientras me sentaba en un taburete frente a ella, deslizando su mano de entre las mías.- Déjeme que yo la invite a esa copa, y usted me lo agradece con su presencia.
No podía evitar dejar de mirarla; tenía una sonrisa preciosa, y una mirada con la que podría derretir la misma Antártida si se lo proponía.
Era lógico que todos los hombres de la taberna se hubiesen girado para mirarla al entrar; ahora que la tenía delante se me antojaba absurdo no haberlo hecho yo.
- Si insiste, una copa de vino estará bien.- susurré mientras me centraba en sus labios que cuando pronunciaron mi nombre me resultaron excitantes. Quizás fuese por su acento distinto del mío, o porque saliese de la boca de aquella mujer..pero jamás había sentido esa sensación de calma al escuchar mi nombre.- Soy ruso, y llevo poco tiempo en París...aunque si no me equivoco, tampoco vos parecéis de aquí, ¿no?
Su tez morena y esos rasgos exóticos que resaltaban entre el resto de mujeres que había visto en mi vida, me hicieron pensar que quizás su país de origen fuese oriental. Fuese de donde fuese, desde luego agradecía que aquella noche estuviese sentada a mi lado.
Al fin parecía que conocía alguien interesante en la ciudad, alguien con quien compartir unas risas y una noche que en principio me había parecido solitaria.
Cogí su mano, besando con dulzura su dorso mientras mis ojos no se desviaban un ápice de los suyos, manteniendo aquella mirada que era digna de la mismísima Afrodita.
- Ha sido un placer ayudarla, señorita Zahir. Además, así he tenido una excusa con la que presentarme.- sonreí con picardía mientras me sentaba en un taburete frente a ella, deslizando su mano de entre las mías.- Déjeme que yo la invite a esa copa, y usted me lo agradece con su presencia.
No podía evitar dejar de mirarla; tenía una sonrisa preciosa, y una mirada con la que podría derretir la misma Antártida si se lo proponía.
Era lógico que todos los hombres de la taberna se hubiesen girado para mirarla al entrar; ahora que la tenía delante se me antojaba absurdo no haberlo hecho yo.
- Si insiste, una copa de vino estará bien.- susurré mientras me centraba en sus labios que cuando pronunciaron mi nombre me resultaron excitantes. Quizás fuese por su acento distinto del mío, o porque saliese de la boca de aquella mujer..pero jamás había sentido esa sensación de calma al escuchar mi nombre.- Soy ruso, y llevo poco tiempo en París...aunque si no me equivoco, tampoco vos parecéis de aquí, ¿no?
Su tez morena y esos rasgos exóticos que resaltaban entre el resto de mujeres que había visto en mi vida, me hicieron pensar que quizás su país de origen fuese oriental. Fuese de donde fuese, desde luego agradecía que aquella noche estuviese sentada a mi lado.
Al fin parecía que conocía alguien interesante en la ciudad, alguien con quien compartir unas risas y una noche que en principio me había parecido solitaria.
Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 15/08/2016
Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
Sus ojos felinos no se quitaron la vista de los míos y los miré más detenidamente para intentar ver si podía dar con el color, pues a veces parecía que eran azules y otras que eran verdes. En cualquiera de ambos casos tenía unos ojos preciosos y una mirada penetrante y limpia, la gente solía decir que los ojos eran el espejo del alma y él lo estaba transmitiendo cada vez que me miraba. Se podía notar la calma que transmitía, la seguridad y ese toque brillante que poseía y que me hizo sonreír cuando aceptó a que le invitara a una copa. Era lo mínimo que podía hacer dado que me había librado de aquel hombre de forma desinteresada.
Poseía una sonrisa embaucadora que te encandilaba en cuando te dedicaba una de aquellas sonrisas que tenía, sus labios eran carnosos y sensuales y llamaban la atención junto a sus ojos. Sus rasgos eran muy diferentes de los que normalmente podías ver por la ciudad y eso me hizo preguntarme de dónde sería. Reí divertida ante su comentario de que así tenía una excusa para presentarse y negué con la cabeza al tiempo que me mordía el labio sin dejar de mirarlo.
-Muy acertado, señor Lev, ha venido usted en el momento más oportuno –le miré durante unos segundos cuando dijo que insistía en invitarme a una copa y suspiré, parecía que ninguno de los dos iba a llegar a un acuerdo así que acepté con la cabeza- Está bien, pero luego no se libra usted de que le invite yo a una copa, por favor. Es lo mínimo que puedo hacer en agradecimiento por haberme ayudado con aquel hombre –se sentó en un taburete justo enfrente de mí y sonreí mientras delineaba el borde de la copa con uno de mis dedos, algo más cómoda en aquel lugar ya que con él nadie osaría acercarse de nuevo y estaría mucho más segura. Su tranquilidad y su saber estar inspiraban confianza, más aún, su forma de despachar a aquel hombre decía también mucho de él… tan sólo le había bastado hacerse pasar por alguien cercano a mí para que aquel hombre desistiera de todo empeño, otro en su lugar, quizás habría empleado la fuerza bruta por ello. Me había gustado más su forma de hacerlo, sin duda alguna.
Sonreí cuando me dijo de dónde era, así que era Ruso… sus tierras quedaban un poco lejos de París pero yo no era la más indicada para hablar de aquello puesto que las mías también quedaban lejos. Lo observé de forma detenida, sabía perfectamente lo que era estar en una ciudad nueva en la que no conocías a nadie… aunque mí situación y circunstancias fueran completamente diferentes de las suyas, pero el sentimiento era el mismo. Sabía lo que estaría sintiendo así que, por ese motivo, me sentía identificado con él. Miré a uno de los camareros que había en el lugar y le hice un gesto para que se acercara y que aquel hombre pidiera lo que quisiera, no iba a cejar en mí empeño.
-Insisto, a la próxima si quieres me invitas tú –sonreí y cogí la copa para dar un trago y dejarla de nuevo sobre la mesa- Así que Ruso, ¿eh? Tenía razón, tu nombre te delata pero al igual que lo hace el tono de piel y tus rasgos… ¿puedo tutearte? –pregunté ya que, quizás, me estaba excediendo un poco y solo nos conocíamos de apenas unos minutos- Tienes razón Kanin, no soy de aquí. Nací en Guiza, Egipto, aunque llevo muchos años ya en esta ciudad… casi parece que sea como mí casa con el tiempo que llevo viviendo aquí –el camarero le trajo su copa- Y bien, ¿qué es lo que te ha traído hasta aquí? –Me mordí el labio, estaba siendo demasiado entrometida quizá para lo poco que nos conocíamos- Perdóname, soy demasiado curiosa y eso me puede… no tienes por qué contestarme –le miré y sonreí- Dejemos el pasado atrás, mejor centrémonos en el ahora y en la noche que nos depara por delante. Me alegra contar con tú compañía, seguro que la noche es más entretenida y ninguno nos merecemos beber a solas –levanté un poco mí copa hacia él y di un trago para luego dejarla de nuevo en la mesa- Me pregunto, ¿qué más cosas nos acontecerán esta noche? Esta solo acaba de empezar –sonreí pensando que había entrado con la idea de beber y, lo estaba haciendo, pero en una compañía muy agradable.
Poseía una sonrisa embaucadora que te encandilaba en cuando te dedicaba una de aquellas sonrisas que tenía, sus labios eran carnosos y sensuales y llamaban la atención junto a sus ojos. Sus rasgos eran muy diferentes de los que normalmente podías ver por la ciudad y eso me hizo preguntarme de dónde sería. Reí divertida ante su comentario de que así tenía una excusa para presentarse y negué con la cabeza al tiempo que me mordía el labio sin dejar de mirarlo.
-Muy acertado, señor Lev, ha venido usted en el momento más oportuno –le miré durante unos segundos cuando dijo que insistía en invitarme a una copa y suspiré, parecía que ninguno de los dos iba a llegar a un acuerdo así que acepté con la cabeza- Está bien, pero luego no se libra usted de que le invite yo a una copa, por favor. Es lo mínimo que puedo hacer en agradecimiento por haberme ayudado con aquel hombre –se sentó en un taburete justo enfrente de mí y sonreí mientras delineaba el borde de la copa con uno de mis dedos, algo más cómoda en aquel lugar ya que con él nadie osaría acercarse de nuevo y estaría mucho más segura. Su tranquilidad y su saber estar inspiraban confianza, más aún, su forma de despachar a aquel hombre decía también mucho de él… tan sólo le había bastado hacerse pasar por alguien cercano a mí para que aquel hombre desistiera de todo empeño, otro en su lugar, quizás habría empleado la fuerza bruta por ello. Me había gustado más su forma de hacerlo, sin duda alguna.
Sonreí cuando me dijo de dónde era, así que era Ruso… sus tierras quedaban un poco lejos de París pero yo no era la más indicada para hablar de aquello puesto que las mías también quedaban lejos. Lo observé de forma detenida, sabía perfectamente lo que era estar en una ciudad nueva en la que no conocías a nadie… aunque mí situación y circunstancias fueran completamente diferentes de las suyas, pero el sentimiento era el mismo. Sabía lo que estaría sintiendo así que, por ese motivo, me sentía identificado con él. Miré a uno de los camareros que había en el lugar y le hice un gesto para que se acercara y que aquel hombre pidiera lo que quisiera, no iba a cejar en mí empeño.
-Insisto, a la próxima si quieres me invitas tú –sonreí y cogí la copa para dar un trago y dejarla de nuevo sobre la mesa- Así que Ruso, ¿eh? Tenía razón, tu nombre te delata pero al igual que lo hace el tono de piel y tus rasgos… ¿puedo tutearte? –pregunté ya que, quizás, me estaba excediendo un poco y solo nos conocíamos de apenas unos minutos- Tienes razón Kanin, no soy de aquí. Nací en Guiza, Egipto, aunque llevo muchos años ya en esta ciudad… casi parece que sea como mí casa con el tiempo que llevo viviendo aquí –el camarero le trajo su copa- Y bien, ¿qué es lo que te ha traído hasta aquí? –Me mordí el labio, estaba siendo demasiado entrometida quizá para lo poco que nos conocíamos- Perdóname, soy demasiado curiosa y eso me puede… no tienes por qué contestarme –le miré y sonreí- Dejemos el pasado atrás, mejor centrémonos en el ahora y en la noche que nos depara por delante. Me alegra contar con tú compañía, seguro que la noche es más entretenida y ninguno nos merecemos beber a solas –levanté un poco mí copa hacia él y di un trago para luego dejarla de nuevo en la mesa- Me pregunto, ¿qué más cosas nos acontecerán esta noche? Esta solo acaba de empezar –sonreí pensando que había entrado con la idea de beber y, lo estaba haciendo, pero en una compañía muy agradable.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
La vitalidad y la sonrisa de Naitiri me resultaban embriagadoras. Parecía haberse relajado en cuanto aquel hombre había desaparecido de nuestra vista y nos habíamos quedado los dos junto a la barra, esperando que el camarero sirviese la copa de vino que le había pedido.
Su mirada me observaba pensativa, y tragué con dificultad. Hacía tiempo que no me sentía tan nervioso, y no atisbaba al saber por qué. El hecho de estar hablando con una mujer ya me parecía genuino, pues de normal me costaba bastante abrirme al género femenino.
- Por supuesto que puede tutearme, y no se preocupe por querer saber algo más del hombre que ahora la acompaña, es lo lógico.- contesté mientras sonreía ante aquel precioso rostro que decía ser de Egipto. Sabía que sus rasgos eran demasiado exóticos para ser europeos, y no me había equivocado. ¿Sería casualidad que dos personas tan dispares hubiesen terminado por conocerse en una taberna de París; tan lejos los dos de la ciudad que los vio nacer? Esperaba que no; que no fuese una simple casualidad y que el destino tuviese algo especial preparado para nosotros.- Me marché de mi hogar hace unos meses porque necesitaba empezar de nuevo, dejar atrás un sinfín de recuerdos que me impedían seguir adelante, y siguiendo allí me era imposible. Cada rincón de mi ciudad me recordaba a..me recordaba al mayor error que he cometido en mi vida.
Crucé mi mirada con la suya, con esos preciosos ojos que me miraban absorbiendo cada uno de los datos que yo le daba; insaciable de información mientras daba acopio del vino de su copa.
- ¿Brindamos por nosotros? ¿Por qué esta noche esté cargada de sorpresas y nuevas amistades?- susurré acercándome un poco a ella y elevando mi copa buscando el choque con la suya.
Aquella mujer me tenida cautivado con su sensual sonrisa, con esa mirada que movería montes y montañas, con ese porte digno de la mismísima Afrodita, y por dios juraba, que deseaba que la noche no terminase jamás.
Su mirada me observaba pensativa, y tragué con dificultad. Hacía tiempo que no me sentía tan nervioso, y no atisbaba al saber por qué. El hecho de estar hablando con una mujer ya me parecía genuino, pues de normal me costaba bastante abrirme al género femenino.
- Por supuesto que puede tutearme, y no se preocupe por querer saber algo más del hombre que ahora la acompaña, es lo lógico.- contesté mientras sonreía ante aquel precioso rostro que decía ser de Egipto. Sabía que sus rasgos eran demasiado exóticos para ser europeos, y no me había equivocado. ¿Sería casualidad que dos personas tan dispares hubiesen terminado por conocerse en una taberna de París; tan lejos los dos de la ciudad que los vio nacer? Esperaba que no; que no fuese una simple casualidad y que el destino tuviese algo especial preparado para nosotros.- Me marché de mi hogar hace unos meses porque necesitaba empezar de nuevo, dejar atrás un sinfín de recuerdos que me impedían seguir adelante, y siguiendo allí me era imposible. Cada rincón de mi ciudad me recordaba a..me recordaba al mayor error que he cometido en mi vida.
Crucé mi mirada con la suya, con esos preciosos ojos que me miraban absorbiendo cada uno de los datos que yo le daba; insaciable de información mientras daba acopio del vino de su copa.
- ¿Brindamos por nosotros? ¿Por qué esta noche esté cargada de sorpresas y nuevas amistades?- susurré acercándome un poco a ella y elevando mi copa buscando el choque con la suya.
Aquella mujer me tenida cautivado con su sensual sonrisa, con esa mirada que movería montes y montañas, con ese porte digno de la mismísima Afrodita, y por dios juraba, que deseaba que la noche no terminase jamás.
Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
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Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
Mis ojos observaban los gestos que hacía cada vez que hablaba, la forma en la que sus labios se movían cuando decía alguna palabra, para luego pasar a mirarlo a los ojos mientras una de mis manos seguía en la copa de vino que me había pedido, y que pronto tendría que pedir otra de seguir con aquel ritmo porque quedaba mucho menos de la mitad de la copa entre mis manos. Evité una sonrisa al darme cuenta que estaba algo nervioso y miré la copa para concederle algo de espacio, sonriendo finalmente de lado tras darme cuenta de ese hecho.
Volví mis ojos a los suyos cuando dijo que podía tutearle, cosa que ya había hecho sin que él me dijera nada o pensara que era correcto, y reí divertida de verdad cuando en pocas palabras a mí entender, me dio carta blanca para que le preguntara sobre él alegando que era lo más lógico. No sabía lo que estaba diciendo aquel hombre, negué con la cabeza observándolo riéndome todavía por ello y paré poniendo una de mis manos en mis labios para intentar acallar la risa, no quería que pensara nada equivocado y quizás pensaba que me estaba riendo de él.
-Ay Lev, creo que no sabes lo mal que has hecho al decirme que es lógico que quiera saber cosas de ti –ladeé un poco mí cabeza, como sopesando realmente la idea de preguntarle cosas… cuando se trataba de mí curiosidad nada podía frenarme- Ahora querré hacerte muchas preguntas respecto a ti y ¿quién me lo iba a impedir si tú mismo me has dado el permiso para hacerlo? –sonreí divertida con la situación, apoyé el codo sobre la mesa y dejé que mi cabeza reposara sobre mí mano cerrada en un puño sin apartar la mirada de él. Me hacía gracia la situación en la que él mismo se había metido sin siquiera saberlo- Primero dejaré que me cuentes algo de ti, luego… veremos lo que te pregunto –mí tono, en todo momento, era uno jocoso y divertida dándole un ambiente de diversión al momento. Mí cerebro registró cada palabra que dijo respecto a él y fruncí un poco el ceño ante lo último que dijo, ¿el mayor error que había cometido? Me mordí el labio, quería preguntarle cuál había sido ese error que mencionaba, pero veía que no era lo correcto ya que ¿por qué debería de hacerlo? Apenas nos conocíamos de unos minutos, puse mi cabeza de nuevo en posición normal y suspiré- Te entiendo –mis ojos volvieron de vuelta a los suyos, todavía trataba de discernir si eran azules o verdes, quizás fuese una combinación de ambos- Yo no abandoné Guiza por voluntad propia pero… últimamente siento la necesidad de volver allí y ver cómo ha cambiado todo –lo único que me lo impedía era dejar sola a Alessia, aunque siempre podía llevármela conmigo y que viera Egipto, sería bueno también para ella.- ¿Y pretendes quedarte mucho tiempo en París, o sólo estás de paso? Queda también bastante lejos de Rusia –sus palabras me provocaron una sonrisa sintiendo que se había acercado un poco más a mí, ni siquiera retrocedí, simplemente me quedé donde estaba. Levantó su copa para chocarla con la mía y asentí a lo que había dicho- Creo que la sorpresa ha sido encontrarnos, y una nueva amistad… -reí entre dientes- nunca está mal tener un amigo ruso por si algún día una pretende visitar dicho país –bebí lo poco que quedaba en la copa sintiendo su mirada de nuevo sobre la mía.
Nuestras miradas volvían a encontrarse una y otra vez siendo cada una de ellas fija y penetrante, como si cada uno quisiera saber lo que la otra persona estaba pensando. Por un breve momento, en cuanto se acercó un poco más, se me pasó por la cabeza alejarme de él y mantener la distancia que habíamos mantenido hasta el momento pero, ¿por qué debía de hacerlo? Lev era un hombre que apenas conocía y que no me conocía en absoluto, no sabía nada de mí y mucho menos a lo que me dedicaba. ¿Por qué no podía disfrutar una noche siendo solamente Naitiri, sin pensar en nada más? Era justamente eso lo que iba a hacer, miré hacia la barra de nuevo para pedir otra copa y giré mí vista para mirar a mí acompañante, la noche comenzaba a pintar mejor de lo que en principio había imaginado.
Volví mis ojos a los suyos cuando dijo que podía tutearle, cosa que ya había hecho sin que él me dijera nada o pensara que era correcto, y reí divertida de verdad cuando en pocas palabras a mí entender, me dio carta blanca para que le preguntara sobre él alegando que era lo más lógico. No sabía lo que estaba diciendo aquel hombre, negué con la cabeza observándolo riéndome todavía por ello y paré poniendo una de mis manos en mis labios para intentar acallar la risa, no quería que pensara nada equivocado y quizás pensaba que me estaba riendo de él.
-Ay Lev, creo que no sabes lo mal que has hecho al decirme que es lógico que quiera saber cosas de ti –ladeé un poco mí cabeza, como sopesando realmente la idea de preguntarle cosas… cuando se trataba de mí curiosidad nada podía frenarme- Ahora querré hacerte muchas preguntas respecto a ti y ¿quién me lo iba a impedir si tú mismo me has dado el permiso para hacerlo? –sonreí divertida con la situación, apoyé el codo sobre la mesa y dejé que mi cabeza reposara sobre mí mano cerrada en un puño sin apartar la mirada de él. Me hacía gracia la situación en la que él mismo se había metido sin siquiera saberlo- Primero dejaré que me cuentes algo de ti, luego… veremos lo que te pregunto –mí tono, en todo momento, era uno jocoso y divertida dándole un ambiente de diversión al momento. Mí cerebro registró cada palabra que dijo respecto a él y fruncí un poco el ceño ante lo último que dijo, ¿el mayor error que había cometido? Me mordí el labio, quería preguntarle cuál había sido ese error que mencionaba, pero veía que no era lo correcto ya que ¿por qué debería de hacerlo? Apenas nos conocíamos de unos minutos, puse mi cabeza de nuevo en posición normal y suspiré- Te entiendo –mis ojos volvieron de vuelta a los suyos, todavía trataba de discernir si eran azules o verdes, quizás fuese una combinación de ambos- Yo no abandoné Guiza por voluntad propia pero… últimamente siento la necesidad de volver allí y ver cómo ha cambiado todo –lo único que me lo impedía era dejar sola a Alessia, aunque siempre podía llevármela conmigo y que viera Egipto, sería bueno también para ella.- ¿Y pretendes quedarte mucho tiempo en París, o sólo estás de paso? Queda también bastante lejos de Rusia –sus palabras me provocaron una sonrisa sintiendo que se había acercado un poco más a mí, ni siquiera retrocedí, simplemente me quedé donde estaba. Levantó su copa para chocarla con la mía y asentí a lo que había dicho- Creo que la sorpresa ha sido encontrarnos, y una nueva amistad… -reí entre dientes- nunca está mal tener un amigo ruso por si algún día una pretende visitar dicho país –bebí lo poco que quedaba en la copa sintiendo su mirada de nuevo sobre la mía.
Nuestras miradas volvían a encontrarse una y otra vez siendo cada una de ellas fija y penetrante, como si cada uno quisiera saber lo que la otra persona estaba pensando. Por un breve momento, en cuanto se acercó un poco más, se me pasó por la cabeza alejarme de él y mantener la distancia que habíamos mantenido hasta el momento pero, ¿por qué debía de hacerlo? Lev era un hombre que apenas conocía y que no me conocía en absoluto, no sabía nada de mí y mucho menos a lo que me dedicaba. ¿Por qué no podía disfrutar una noche siendo solamente Naitiri, sin pensar en nada más? Era justamente eso lo que iba a hacer, miré hacia la barra de nuevo para pedir otra copa y giré mí vista para mirar a mí acompañante, la noche comenzaba a pintar mejor de lo que en principio había imaginado.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
Su preciosa sonrisa me dejó confundido durante unos segundos tras escuchar la respuesta a su pregunta relativa a su afán de conseguir información. Esa vivacidad en sus ojos, en su forma de hablar y de reirse era contagiosa, y por unos momentos olvidé la verdadera razón por la que estaba allí. Unos minutos, que no sé bien cuantos fueron, en los que solo estábamos nosotros dos, sin nadie más alrededor.
Sonreí divertido cuando la escuché afirmar que concederle hacer todas las preguntas que quisiese era un error, más juro que después de como me miraba y sus largas pestañas se movían ante mí, confirmé para mis adentros que había sido una decisión acertada.
Acomodó su codo sobre la barra, apoyando su bello rostro en la palma de su mano. Estaba realmente preciosa en aquella pose tan informal que denotaba confianza, una confianza que desde luego no me importaba darle aunque apenas nos conocíamos.
- En un principio estoy de paso; desde aquí es de donde salen los grandes transatlánticos que me llevarán a las Américas, más si encuentro algo por lo que quedarme, por ínfimo que sea, es posible que termine buscando mi destino en París..- expliqué alargando mi copa para brindar con la ajena.- Será un honor llevarle a visitar mi país natal, con la condición de que a la vuelta pasemos por Egipto.
Le guiñé un ojo divertido. Me sentía cómodo con ella. Tenía la sensación de conocerla desde hacía mucho tiempo, y ello me producía bienestar. Jamás me había pasado nada de eso con nadie; de normal era retraído y tímido, pero ella tenía algo especial que hacía que no me diese miedo contarle cosas de mí, de mi pasado o de mi futuro. Si no fuese porque lo hubiese visto en su aura, juraría que era una hechicera y que me había embrujado.
- ¿Y bien? Estoy preparado para su arsenal de preguntas comprometidas.- reí clavando mis ojos en los suyos. Sintiendo como nuestras miradas se hablaban y se buscaban continuamente.- Esta noche, soy todo vuestro.
Esta noche y todas las que desease; porque para qué engañarnos, su cercanía me gustaba. Con ella podía ser yo mismo; nada de mentiras, de hechizos ni de seres sobrenaturales. Solo dos personas compartiendo unas copas de vino y conociéndose un poco más.
Sonreí divertido cuando la escuché afirmar que concederle hacer todas las preguntas que quisiese era un error, más juro que después de como me miraba y sus largas pestañas se movían ante mí, confirmé para mis adentros que había sido una decisión acertada.
Acomodó su codo sobre la barra, apoyando su bello rostro en la palma de su mano. Estaba realmente preciosa en aquella pose tan informal que denotaba confianza, una confianza que desde luego no me importaba darle aunque apenas nos conocíamos.
- En un principio estoy de paso; desde aquí es de donde salen los grandes transatlánticos que me llevarán a las Américas, más si encuentro algo por lo que quedarme, por ínfimo que sea, es posible que termine buscando mi destino en París..- expliqué alargando mi copa para brindar con la ajena.- Será un honor llevarle a visitar mi país natal, con la condición de que a la vuelta pasemos por Egipto.
Le guiñé un ojo divertido. Me sentía cómodo con ella. Tenía la sensación de conocerla desde hacía mucho tiempo, y ello me producía bienestar. Jamás me había pasado nada de eso con nadie; de normal era retraído y tímido, pero ella tenía algo especial que hacía que no me diese miedo contarle cosas de mí, de mi pasado o de mi futuro. Si no fuese porque lo hubiese visto en su aura, juraría que era una hechicera y que me había embrujado.
- ¿Y bien? Estoy preparado para su arsenal de preguntas comprometidas.- reí clavando mis ojos en los suyos. Sintiendo como nuestras miradas se hablaban y se buscaban continuamente.- Esta noche, soy todo vuestro.
Esta noche y todas las que desease; porque para qué engañarnos, su cercanía me gustaba. Con ella podía ser yo mismo; nada de mentiras, de hechizos ni de seres sobrenaturales. Solo dos personas compartiendo unas copas de vino y conociéndose un poco más.
Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
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Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
Jamás habría podido llegar a pensar, o siquiera imaginar, que aquella noche acabaría en una taberna en la que había entrado sola, y que ahora sin embargo estaba compartiendo mesa con un joven que apenas acababa de conocer y que además me había salvado en cierto modo de aquel hombre. No tenía por qué haberlo hecho y sin embargo se había librado de él con tan solo un par de palabras, sin apenas levantar la voz, y ejerciendo sobre mí una posesión como si realmente estuviera conmigo. Observé al hombre que tenía delante de mí mientras le dejaba que hablara, me había dicho que podía preguntarle lo que quisiera pese a que le había dicho que podía ser su perdición, y sin embargo, no se había retractado al respecto.
Me reí entre dientes por ello porque, de verdad, que no sabía dónde se había metido. Era una mujer demasiado curiosa que quería saber todo lo que pasaba por mí cabeza, y cuando me daban esa libertad… era su perdición; eran cosidos literalmente a preguntas. Le sonreí cuando dijo que me enseñaría su país natal pero con la condición de que luego pasaríamos por Egipto a la vuelta, era como una promesa que se hacían dos viejos amigos… o esa fue la sensación que me dio cuando lo dijo. Su sonrisa danzaba en su rostro y hacía que mis ojos se desviaran a aquellos labios que poseía cada vez que hablaba y que sonreí, me mordí el labio aún con la nueva copa en la mano y fijé mí vista a sus ojos tras unos segundos en los que había bajado mí mirada a sus labios.
Siempre habían dicho que “los ojos son el espejo del alma” y con Lev tenía aquella sensación de que era totalmente cierto, sus ojos transmitían tranquilidad y serenidad, una calma que se extendía y que podía notar como si fuera mía propia y una comodidad un tanto extraña para habernos conocido solamente de hacía unos cuantos minutos. Enarqué una ceja sin poder evitarlo al escuchar que decía que era todo mío, y una leve sonrisa algo ladina se extendió por mí rostro. Sabía que no lo había dicho con segundas intenciones, pero desde que estaba con él me sentía mucho más animada de lo que había entrado a aquella taberna, olvidándome de todo.
-¿Todo mío? –reí entre dientes jugando con la copa en mis manos dejando que el líquido que había dentro se expandiera en pequeñas olas por la copa- Podría tomármelo al pie de la letra, Lev –mí mirada se fijó en la suya y en mí tono se podía notar el tono jocoso ante aquello, dejé la copa sobre la mesa y cambié esta vez para comenzar a preguntarle- Así que tienes pensado ir a las Américas, ¿qué es lo que quieres hacer allí? ¿Empezar una vida nueva? –Hice una leve pausa y di un sorbo- París es una ciudad que te puede cautivar, quizás, halles algo que te haga quedarte o puede que incluso a alguien –Era una ciudad grande con una diversidad amplia de personas, era algo que podía pasar- Si te quedaras en París, ¿qué es lo que harías? ¿A qué te dedicabas allí en dónde vivías? –Hice una leve pausa- ¿Crees en las casualidad, Lev? ¿Cómo te definirías? Dime algo que no pueda conocer de ti esta noche, ¿te gustan las mascotas? –reí dejando de nuevo la copa sobre la mesa- Tranquilo, no voy a agobiarte a preguntas. Estas son más… triviales, pero puedo tener más. Incluso podemos hacer una ronda de preguntas, para hacerlo más interesante. No es justo que solamente pregunte yo –le sonreí divertida, estaba siendo una noche de lo más inesperada e interesante.
Me reí entre dientes por ello porque, de verdad, que no sabía dónde se había metido. Era una mujer demasiado curiosa que quería saber todo lo que pasaba por mí cabeza, y cuando me daban esa libertad… era su perdición; eran cosidos literalmente a preguntas. Le sonreí cuando dijo que me enseñaría su país natal pero con la condición de que luego pasaríamos por Egipto a la vuelta, era como una promesa que se hacían dos viejos amigos… o esa fue la sensación que me dio cuando lo dijo. Su sonrisa danzaba en su rostro y hacía que mis ojos se desviaran a aquellos labios que poseía cada vez que hablaba y que sonreí, me mordí el labio aún con la nueva copa en la mano y fijé mí vista a sus ojos tras unos segundos en los que había bajado mí mirada a sus labios.
Siempre habían dicho que “los ojos son el espejo del alma” y con Lev tenía aquella sensación de que era totalmente cierto, sus ojos transmitían tranquilidad y serenidad, una calma que se extendía y que podía notar como si fuera mía propia y una comodidad un tanto extraña para habernos conocido solamente de hacía unos cuantos minutos. Enarqué una ceja sin poder evitarlo al escuchar que decía que era todo mío, y una leve sonrisa algo ladina se extendió por mí rostro. Sabía que no lo había dicho con segundas intenciones, pero desde que estaba con él me sentía mucho más animada de lo que había entrado a aquella taberna, olvidándome de todo.
-¿Todo mío? –reí entre dientes jugando con la copa en mis manos dejando que el líquido que había dentro se expandiera en pequeñas olas por la copa- Podría tomármelo al pie de la letra, Lev –mí mirada se fijó en la suya y en mí tono se podía notar el tono jocoso ante aquello, dejé la copa sobre la mesa y cambié esta vez para comenzar a preguntarle- Así que tienes pensado ir a las Américas, ¿qué es lo que quieres hacer allí? ¿Empezar una vida nueva? –Hice una leve pausa y di un sorbo- París es una ciudad que te puede cautivar, quizás, halles algo que te haga quedarte o puede que incluso a alguien –Era una ciudad grande con una diversidad amplia de personas, era algo que podía pasar- Si te quedaras en París, ¿qué es lo que harías? ¿A qué te dedicabas allí en dónde vivías? –Hice una leve pausa- ¿Crees en las casualidad, Lev? ¿Cómo te definirías? Dime algo que no pueda conocer de ti esta noche, ¿te gustan las mascotas? –reí dejando de nuevo la copa sobre la mesa- Tranquilo, no voy a agobiarte a preguntas. Estas son más… triviales, pero puedo tener más. Incluso podemos hacer una ronda de preguntas, para hacerlo más interesante. No es justo que solamente pregunte yo –le sonreí divertida, estaba siendo una noche de lo más inesperada e interesante.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
Ese particular brillo en sus ojos unido a su espléndida sonrisa que iluminaba toda la estancia me hizo saber que la dama se encontraba cómoda conmigo, que a pesar de ser unos completos desconocidos habíamos encontrado en el otro esa persona con la que poder pasar una increíble velada, dejándonos llevar por esa complicidad que en nuestras miradas se podía sentir a cada segundo.
Quizás tuviese razón, quizás encontrase algo o alguien por lo que quedarme en París en lugar de cruzar el Atlántico embarcándome en una cruzada que no sabía que tipo de aventuras correría. Tal vez encontrase alguien con quien sentirme cómodo, alguien con quien poder conversar y desear compartir parte de mi tiempo. Alguien como ella; alguien como esa mujer que con solo su sonrisa me había encandilado desde el primer momento, esa mujer que su espontaneidad me hacía sonreír como hacía meses que no hacía; ella, que conseguía sacar una parte de mí que no conocía nadie, esa parte alegre y desinhibida en la que no me importaba hablar de mí.
Sonreí con picardía al escuchar que mi propuesta de que era todo suyo pudiese tomárselo al pie de la letra; tenía una forma peculiar de hablar, una forma que me desconcertaba y me volvía loco. No sabía si hablaba en serio, en broma, si trataba de decirme algo; pero lo que si sabía con certeza es que había conocido pocas mujeres como ella.
-En un principio la razón por la que quería marchar a América era por poner más tierra de por medio entre mi ciudad natal y yo.- hice una breve pausa, esperando que entendiese que este tema era todavía demasiado doloroso como para mencionarlo en una noche donde el júbilo y la diversión deberían ser nuestros fieles aliados.- Quizás encuentre en París lo que busco, un lugar tranquilo donde encontrar mi sitio, donde empezar de cero. Es una ciudad preciosa, y sus mujeres no se quedan atrás.- clavé mi mirada en la suya, realmente pocas mujeres me habían llamado la atención como lo había hecho ella, con esos expresivos ojos que contagiaban alegría y bienestar; reí al darme cuenta de que jamás conseguiría contestar a todas sus preguntas.- No tengo problemas en trabajar de lo que sea, a lo largo de mi vida me he dedicado a un poco de todo, así que digamos que soy polifacético; allí me dedicaba a ayudar a otras personas (y era cierto, el que lo hiciese mediante la hechicería o no solo era un detalle sin importancia); y sí, me gustan las mascotas. En mi hogar dejo a dos perros, un halcón pelegrino y un búho.- Tomé aire, tratando de recordar que más tenía que contestarle.- Más que en las casualidades creo en el destino, aunque no como único motivo de nuestros sinos; creo que el destino tiene escrita nuestra historia, y que nosotros somos los que decidimos si cumplirla tal cual o si revelarnos y cambiarla. Poco puedo decir de mí, soy un hombre tranquilo y honesto, donde valoro la sinceridad por encima de todo; confío en los demás de forma automática, pero si alguien me traiciona, esa confianza jamás volverá.- bebí un poco de mi copa para coger fuerzas, aquella mujer me tenía agotado, y encima decía que todavía le quedaban más preguntas en el tintero.- Y sí, me parece bien que hagamos una ronda de preguntas; puesto que yo he contestado a unas cuantas vuestras, deduzco que es mi turno.
Sonreí con picardía, clavando mi mirada en la suya. Cierto era que yo no era de preguntar, no me solía hacer falta para conocer a las personas, o al menos eso creía hasta que me llevé la mayor decepción de mi vida. Me acomodé en el taburete descansando del acoso y derribo de sus preguntas, y deseando que mi turno de escuchar fuese igual de productivo.
-Está bien, ¿preparada?- sonreí divertido al ver su precioso rostro mirarme expectante por lo que podía ser capaz de preguntarle.- Solo serán dos preguntas, preciosa…la primera, Cuénteme lo que crea que mejor la define; donde incluyo gustos, manías, hobbies, etc; y en segundo lugar, ¿Con qué sueña usted?
Quizás tuviese razón, quizás encontrase algo o alguien por lo que quedarme en París en lugar de cruzar el Atlántico embarcándome en una cruzada que no sabía que tipo de aventuras correría. Tal vez encontrase alguien con quien sentirme cómodo, alguien con quien poder conversar y desear compartir parte de mi tiempo. Alguien como ella; alguien como esa mujer que con solo su sonrisa me había encandilado desde el primer momento, esa mujer que su espontaneidad me hacía sonreír como hacía meses que no hacía; ella, que conseguía sacar una parte de mí que no conocía nadie, esa parte alegre y desinhibida en la que no me importaba hablar de mí.
Sonreí con picardía al escuchar que mi propuesta de que era todo suyo pudiese tomárselo al pie de la letra; tenía una forma peculiar de hablar, una forma que me desconcertaba y me volvía loco. No sabía si hablaba en serio, en broma, si trataba de decirme algo; pero lo que si sabía con certeza es que había conocido pocas mujeres como ella.
-En un principio la razón por la que quería marchar a América era por poner más tierra de por medio entre mi ciudad natal y yo.- hice una breve pausa, esperando que entendiese que este tema era todavía demasiado doloroso como para mencionarlo en una noche donde el júbilo y la diversión deberían ser nuestros fieles aliados.- Quizás encuentre en París lo que busco, un lugar tranquilo donde encontrar mi sitio, donde empezar de cero. Es una ciudad preciosa, y sus mujeres no se quedan atrás.- clavé mi mirada en la suya, realmente pocas mujeres me habían llamado la atención como lo había hecho ella, con esos expresivos ojos que contagiaban alegría y bienestar; reí al darme cuenta de que jamás conseguiría contestar a todas sus preguntas.- No tengo problemas en trabajar de lo que sea, a lo largo de mi vida me he dedicado a un poco de todo, así que digamos que soy polifacético; allí me dedicaba a ayudar a otras personas (y era cierto, el que lo hiciese mediante la hechicería o no solo era un detalle sin importancia); y sí, me gustan las mascotas. En mi hogar dejo a dos perros, un halcón pelegrino y un búho.- Tomé aire, tratando de recordar que más tenía que contestarle.- Más que en las casualidades creo en el destino, aunque no como único motivo de nuestros sinos; creo que el destino tiene escrita nuestra historia, y que nosotros somos los que decidimos si cumplirla tal cual o si revelarnos y cambiarla. Poco puedo decir de mí, soy un hombre tranquilo y honesto, donde valoro la sinceridad por encima de todo; confío en los demás de forma automática, pero si alguien me traiciona, esa confianza jamás volverá.- bebí un poco de mi copa para coger fuerzas, aquella mujer me tenía agotado, y encima decía que todavía le quedaban más preguntas en el tintero.- Y sí, me parece bien que hagamos una ronda de preguntas; puesto que yo he contestado a unas cuantas vuestras, deduzco que es mi turno.
Sonreí con picardía, clavando mi mirada en la suya. Cierto era que yo no era de preguntar, no me solía hacer falta para conocer a las personas, o al menos eso creía hasta que me llevé la mayor decepción de mi vida. Me acomodé en el taburete descansando del acoso y derribo de sus preguntas, y deseando que mi turno de escuchar fuese igual de productivo.
-Está bien, ¿preparada?- sonreí divertido al ver su precioso rostro mirarme expectante por lo que podía ser capaz de preguntarle.- Solo serán dos preguntas, preciosa…la primera, Cuénteme lo que crea que mejor la define; donde incluyo gustos, manías, hobbies, etc; y en segundo lugar, ¿Con qué sueña usted?
Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
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Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
Primero me centré en escuchar sus respuestas a mis preguntas, era una mujer muy curiosa y él me había dado una carta muy amplia para hacerle cualquier tipo de pregunta… no sabía dónde se estaba metiendo. Cuando empezaba mí lado curioso salía a flote y podía ser una auténtica “periodista” haciéndole preguntas… aquello, más bien, iba a parecer un interrogatorio si es que me dejaba seguir preguntándole cuando terminase de hablar. Escuché sus palabras sobre el por qué quería irse a América, podía notar en su tono de voz que era algo un tanto complicado para él y no iba a hacerle muchas preguntas sobre aquello, sabía cuándo debía de parar y cuando un tema podía ser espinoso para la otra persona.
Pese a que era una curiosa respetaba que ciertas cosas no me las contaran, no podía hacerlo cuando yo misma no contaba muchas cosas porque eran dolorosas para mí, porque eran una herida abierta desde hacía muchos años y me costaba contar esa parte de mí vida. Por lo que iba a respetar que me contra lo que él quisiera contarme de ello, sin exigir porque no lo conocía lo suficiente para hacerlo, aunque me muriese de la curiosidad de saber por qué quería poner tanta tierra de por medio. Algo debió de pasarlo, algo grave para él, para poner tanta distancia y querer empezar de nuevo… pero, en cierta parte, lo entendía.
Sonreí de lado cuando dijo que era una ciudad con mujeres preciosas y no pasé por alto que su mirada estaba fija en la mía. Era cierto, parís tenía a jóvenes que eran hermosas y había una gama muy amplia debido a la diversidad de nacionalidades que había en la ciudad. Sabía que no estaba mintiendo porque era algo que se podía ver por la calle si te fijabas en esos pequeños, yo misma tenía compañeras que eran la delicia de cualquier hombre; hermosas, voluptuosas, de piel fina y cabellos dorados cual rayo de sol. No comenté nada al respecto y dejé que siguiera hablando terminando de contestar a todas las preguntas que le había hecho un momento.
Sus labios se movían y parecía que no tenía problema alguno en contestarme a lo que le había preguntado, cierto era que no le había hecho ninguna pregunta que fuera complicada para él o que no pudiera contestar por ser más personal… no me gustaba agobiar demasiado y me gustaba ir poco a poco, subiendo peldaño a peldaño la dificultad de mis preguntas. Reí levemente porque no sabía dónde se había metido al igual que tampoco sabía todo lo que le esperaba a continuación. Me gustó saber que se había dedicado a ayudar a las personas y me lo creía porque sin conocerme a mí de nada había despachado a aquel hombre sin necesidad de gritar o de imponer su fuerza bruta como habría hecho cualquier otro.
Adoraba a los animales y en especial a las mascotas, me sacó una sonrisa escuchar que había tenido mascotas y que las había dejado allí… yo no sabría si podría dejar a mí perra para irme a otro país, Isis se me hacía indispensable en mí día a día y no lograría acostumbrarme. Me sorprendió que tuviera aquellas mascotas, ¿un halcón? ¿Un búho? Mascotas que yo jamás tendría porque no podía tenerlas y porque no las veía como mascotas, pero me habría gustado verlas si se las hubiera traído consigo.
-Jamás se me había ocurrido tener un halcón y un búho como mascota, ¿te hacen caso o vagan libres por doquier? –Pregunté divertida porque, si se te escapaba alguna de ellas, difícilmente podrías recuperarla- Me habría gustado verlas si las hubieras traído contigo, me encantan los animales. Yo tengo una pastora belga negra, Isis, hace más de un año. Me la encontré en la calle siendo un cachorro de apenas unos meses, era preciosa y cuando pasé cerca de ella se tiró al bajo de mi vestido intentando morderlo y luego se subió con sus pequeñas patitas como si quisiera que la cogiera y… no me lo pensé dos veces. La adoro y no sé si yo hubiera podido irme sin llevármela conmigo –no quería que sonara como un reproche, era un comentario, si él los había dejado allí seguramente tendría una buena razón para ello. Cogí de nuevo la copa entre mis manos y volví a beber de ella mientras escuchaba, esa vez, cómo se definía. Sí, sin duda alguna era un hombre tranquilo porque se le notaba… transmitía mucha calma y por eso mismo me encontraba sentada delante de él tomando aquella copa.
En algunos aspectos se parecía bastante a mí, yo también era una persona que solía confiar en el resto hasta que esa confianza se viera truncada, entonces, ya no había vuelta atrás. También con el destino, yo era de las que pensaba que el destino nos ponía el camino y que nos guiaba por un sendero, aunque nosotros tomáramos las decisiones, nos presentaba dos caminos pero que todos, de alguna forma u otra, conducían al mismo destino. Nosotros escribíamos nuestro propio destino, marcado por las decisiones que tomábamos. Reí cuando dijo lo de las preguntas y lo miré divertida con una sonrisa en mis labios.
-Está bien, estoy preparada para las preguntas que vayas a hacerme –jugué con la copa que estaba sobre la mesa y lo miré mientras me hacía aquellas preguntas. Así que solo dos, ¿eh? Yo le había hecho un par más y él simplemente me hacía dos preguntas… aunque una e ellas englobaban muchas cosas. Lancé un suspiro y lo miré con una sonrisa de lado con mis ojos fijos en los suyos, divertida por aquello. Él también empezaba suave con las preguntas- Esa pregunta no debería de contar como una, es trampa –le comenté de forma graciosa pero igualmente empecé por esa- Soy una mujer muy curiosa, como estás comprobando ahora mismo, leal, decidida, cabezota, algo testaruda y orgullosa, valiente, a veces me cuesta abrirme con las personas y me muestro algo fría con quien más desconfianza me produce. No suelo hablar mucho de mí pasado, soy algo reticente a ello, porque es una herida que todavía no se ha curado –y porque, además, era un pasado bastante oscuro- Me encantan los animales, me apasiona leer, la música, montar a caballo… me gusta perderme por la naturaleza y sentirme, de alguna forma, libre. ¿Manías? –Me mordí el labio mientras pensaba- Soy una maniática del orden, no puedo ver nada fuera de su sitio, morderme el labio –reí levemente porque era algo que solía hacer mucho- Y mirar a los ojos de la persona con la que estoy hablando, es algo que no puedo evitar hacerlo tampoco –como estaba haciendo ahora mientras hablaba con él, otra manía más- Seguro que tengo más y de las que no soy consciente –me encogí de hombros algo divertida- ¿Con qué sueño? –Hice una leve pausa y pensé, aunque era algo que siempre había querido hacer- Sueño con seguir los pasos de mí madre y convertirme en Egiptóloga, desde pequeña es algo que llevo viendo toda mí vida, mí madre siempre me contaba historias sobre los Dioses y cuentos antes de irme a dormir –mí mirada se perdió, durante unos segundos, en aquellos recuerdos. Cómo los echaba de menos- Se pasó toda su vida estudiando las pirámides y es algo que me gustaría hacer –aunque hasta que no saldara mí deuda, no podría hacer- ¿Con qué sueñas tú, Lev? ¿Te gustaría casarte, tener hijos? Si te quedaras en la ciudad, y te dijeran que puedes trabajar en lo que más quisieras, ¿qué es lo que escogerías? ¿Qué te motiva, ahora mismo?
Pese a que era una curiosa respetaba que ciertas cosas no me las contaran, no podía hacerlo cuando yo misma no contaba muchas cosas porque eran dolorosas para mí, porque eran una herida abierta desde hacía muchos años y me costaba contar esa parte de mí vida. Por lo que iba a respetar que me contra lo que él quisiera contarme de ello, sin exigir porque no lo conocía lo suficiente para hacerlo, aunque me muriese de la curiosidad de saber por qué quería poner tanta tierra de por medio. Algo debió de pasarlo, algo grave para él, para poner tanta distancia y querer empezar de nuevo… pero, en cierta parte, lo entendía.
Sonreí de lado cuando dijo que era una ciudad con mujeres preciosas y no pasé por alto que su mirada estaba fija en la mía. Era cierto, parís tenía a jóvenes que eran hermosas y había una gama muy amplia debido a la diversidad de nacionalidades que había en la ciudad. Sabía que no estaba mintiendo porque era algo que se podía ver por la calle si te fijabas en esos pequeños, yo misma tenía compañeras que eran la delicia de cualquier hombre; hermosas, voluptuosas, de piel fina y cabellos dorados cual rayo de sol. No comenté nada al respecto y dejé que siguiera hablando terminando de contestar a todas las preguntas que le había hecho un momento.
Sus labios se movían y parecía que no tenía problema alguno en contestarme a lo que le había preguntado, cierto era que no le había hecho ninguna pregunta que fuera complicada para él o que no pudiera contestar por ser más personal… no me gustaba agobiar demasiado y me gustaba ir poco a poco, subiendo peldaño a peldaño la dificultad de mis preguntas. Reí levemente porque no sabía dónde se había metido al igual que tampoco sabía todo lo que le esperaba a continuación. Me gustó saber que se había dedicado a ayudar a las personas y me lo creía porque sin conocerme a mí de nada había despachado a aquel hombre sin necesidad de gritar o de imponer su fuerza bruta como habría hecho cualquier otro.
Adoraba a los animales y en especial a las mascotas, me sacó una sonrisa escuchar que había tenido mascotas y que las había dejado allí… yo no sabría si podría dejar a mí perra para irme a otro país, Isis se me hacía indispensable en mí día a día y no lograría acostumbrarme. Me sorprendió que tuviera aquellas mascotas, ¿un halcón? ¿Un búho? Mascotas que yo jamás tendría porque no podía tenerlas y porque no las veía como mascotas, pero me habría gustado verlas si se las hubiera traído consigo.
-Jamás se me había ocurrido tener un halcón y un búho como mascota, ¿te hacen caso o vagan libres por doquier? –Pregunté divertida porque, si se te escapaba alguna de ellas, difícilmente podrías recuperarla- Me habría gustado verlas si las hubieras traído contigo, me encantan los animales. Yo tengo una pastora belga negra, Isis, hace más de un año. Me la encontré en la calle siendo un cachorro de apenas unos meses, era preciosa y cuando pasé cerca de ella se tiró al bajo de mi vestido intentando morderlo y luego se subió con sus pequeñas patitas como si quisiera que la cogiera y… no me lo pensé dos veces. La adoro y no sé si yo hubiera podido irme sin llevármela conmigo –no quería que sonara como un reproche, era un comentario, si él los había dejado allí seguramente tendría una buena razón para ello. Cogí de nuevo la copa entre mis manos y volví a beber de ella mientras escuchaba, esa vez, cómo se definía. Sí, sin duda alguna era un hombre tranquilo porque se le notaba… transmitía mucha calma y por eso mismo me encontraba sentada delante de él tomando aquella copa.
En algunos aspectos se parecía bastante a mí, yo también era una persona que solía confiar en el resto hasta que esa confianza se viera truncada, entonces, ya no había vuelta atrás. También con el destino, yo era de las que pensaba que el destino nos ponía el camino y que nos guiaba por un sendero, aunque nosotros tomáramos las decisiones, nos presentaba dos caminos pero que todos, de alguna forma u otra, conducían al mismo destino. Nosotros escribíamos nuestro propio destino, marcado por las decisiones que tomábamos. Reí cuando dijo lo de las preguntas y lo miré divertida con una sonrisa en mis labios.
-Está bien, estoy preparada para las preguntas que vayas a hacerme –jugué con la copa que estaba sobre la mesa y lo miré mientras me hacía aquellas preguntas. Así que solo dos, ¿eh? Yo le había hecho un par más y él simplemente me hacía dos preguntas… aunque una e ellas englobaban muchas cosas. Lancé un suspiro y lo miré con una sonrisa de lado con mis ojos fijos en los suyos, divertida por aquello. Él también empezaba suave con las preguntas- Esa pregunta no debería de contar como una, es trampa –le comenté de forma graciosa pero igualmente empecé por esa- Soy una mujer muy curiosa, como estás comprobando ahora mismo, leal, decidida, cabezota, algo testaruda y orgullosa, valiente, a veces me cuesta abrirme con las personas y me muestro algo fría con quien más desconfianza me produce. No suelo hablar mucho de mí pasado, soy algo reticente a ello, porque es una herida que todavía no se ha curado –y porque, además, era un pasado bastante oscuro- Me encantan los animales, me apasiona leer, la música, montar a caballo… me gusta perderme por la naturaleza y sentirme, de alguna forma, libre. ¿Manías? –Me mordí el labio mientras pensaba- Soy una maniática del orden, no puedo ver nada fuera de su sitio, morderme el labio –reí levemente porque era algo que solía hacer mucho- Y mirar a los ojos de la persona con la que estoy hablando, es algo que no puedo evitar hacerlo tampoco –como estaba haciendo ahora mientras hablaba con él, otra manía más- Seguro que tengo más y de las que no soy consciente –me encogí de hombros algo divertida- ¿Con qué sueño? –Hice una leve pausa y pensé, aunque era algo que siempre había querido hacer- Sueño con seguir los pasos de mí madre y convertirme en Egiptóloga, desde pequeña es algo que llevo viendo toda mí vida, mí madre siempre me contaba historias sobre los Dioses y cuentos antes de irme a dormir –mí mirada se perdió, durante unos segundos, en aquellos recuerdos. Cómo los echaba de menos- Se pasó toda su vida estudiando las pirámides y es algo que me gustaría hacer –aunque hasta que no saldara mí deuda, no podría hacer- ¿Con qué sueñas tú, Lev? ¿Te gustaría casarte, tener hijos? Si te quedaras en la ciudad, y te dijeran que puedes trabajar en lo que más quisieras, ¿qué es lo que escogerías? ¿Qué te motiva, ahora mismo?
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
Observé complacido como la bella dama que me acompañaba durante aquella velada, y que auguraba mejorar por momentos, escuchaba cada una de mis respuestas, asintiendo y absorbiendo la información que sinceramente le ofrecía con cada una de mis palabras; esas que poco a poco iban dándole un poquito de mí, pequeñas piezas con las que podría llegar a conocerme si la noche se alargaba lo suficiente. Era curioso como no me sentía cohibido contestándole a temas personales, como con esa preciosa sonrisa y su penetrante mirada era capaz de conseguir en mí una calma y confianza que no solía tener con el resto de mujeres.
-Están bien entrenados, y la mayoría de las veces me hacen caso. Es complicado transportar ese tipo de animales en barco; necesitan de tierra firme cerca, de bosques por donde volar. Hubiese sido más traumático para ellos el viaje, que para mí saber que estarán bien al cuidado de mis padres. Si algún día vuelvo a casa, siempre puede venir conmigo y le enseñaré a mis mascotas.- contesté con una sonrisa dibujada en mis labios; y lo más extraño, no me importaría volver a visitar a mi familia si ella me acompañaba. Escuché atentamente el amor que le profesaba a su perra, y confirmé la primera impresión que me había dado aquella dama. Una persona que ama tanto a los animales, que les ofrece un lugar en su corazón, es sin duda una persona que tiene un corazón enorme para compartir.- Tal vez, si algún día le apetece, podamos pasear a Isis juntos.
Escuché divertido como afirmaba estar preparada para mis preguntas, sin duda, más generales que las suyas. Deseaba que me hablase de ella, pero no por el simple hecho de contestar a las dudas que me agolpaban en la mente ¿estaría casada? ¿quizás prometida? Era imposible que una mujer tan hermosa siguiese soltera. Entonces comenzó a definirse como se veía a sí misma; sus manías, que me parecieron encantadoras, sobre todo ese vicio que tenía de morderse el labio cuando se ponía nerviosa y que me volvía loco. Sin duda era una mujer activa, nada que ver con esas típicas damas que se pasan el día detrás de sus maridos como perritos falderos. Ella quería estudiar, conocer mundo. Era un mujer íncreíble y yo tenía la suerte de habérmela cruzado en mi camino.
-Seguro que podrá dedicarse a lo que desea. Jamás había conocido a una dama con tanta fuerza y seguridad en sí misma. Desde luego es un bonito legado y hermosa forma de honrar la memoria de su madre. Si hay algo que esté en mi mano para poder ayudarla, no dude en pedírmelo.- afirmé tras dar un trago a mi copa, y vislumbrar en sus ojos que sus todavía tristes recuerdos asomaban a su mente. Reaccionó con rapidez y siguió hablando, eso sí, de nuevo "atacándome" con sus curiosas preguntas.- Sueño con encontrar un lugar donde ser feliz, donde poder sentirme realizado con lo que hago, y siendo sincero, de momento no he pensado ni en casarme ni en tener hijos. ¿Y vos, deseáis casaros y tener hijos?
Y era cierto, por lo menos en aquellos momentos. Después de llevarme aquella decepción con la única mujer a la que había amado, me juré a mi mismo olvidarme del sexo femenino durante un tiempo. Me constaría muchísimo tiempo volver a confiar en alguien, y más para dar ese importante paso, en el que el alma de dos personas quedaba unida para siempre.
-Ahora mismo mi mayor motivación es encontrar una paz interior que perdí. Poder sentirme seguro de mis sentimientos y de los sentimientos de los demás. Supongo que ello incluye volver a confiar en los otros..- contesté para después terminar el líquido de mi copa que dejé sobre la barra con cuidado, volviendo a clavar mi mirada en la suya.- Respecto al trabajo, cualquiera que me dé tiempo libre para disfrutar de la naturaleza, y si el empleo implica trabajar al aire libre, pues sería estupendo. ¿A qué os dedicáis vos? ¿O vivís con vuestros padres?
Después de preguntar me percaté de que quizás mi pregunta era demasiado personal, que sin darme cuenta estaba actuando como si la conociese de más tiempo, y quizás no había respetado su intimidad. Pero lo hecho, hecho estaba. Siempre podría evadir la pregunta y continuar simplemente como dos amigos que se toman una copa de vino juntos.
-Están bien entrenados, y la mayoría de las veces me hacen caso. Es complicado transportar ese tipo de animales en barco; necesitan de tierra firme cerca, de bosques por donde volar. Hubiese sido más traumático para ellos el viaje, que para mí saber que estarán bien al cuidado de mis padres. Si algún día vuelvo a casa, siempre puede venir conmigo y le enseñaré a mis mascotas.- contesté con una sonrisa dibujada en mis labios; y lo más extraño, no me importaría volver a visitar a mi familia si ella me acompañaba. Escuché atentamente el amor que le profesaba a su perra, y confirmé la primera impresión que me había dado aquella dama. Una persona que ama tanto a los animales, que les ofrece un lugar en su corazón, es sin duda una persona que tiene un corazón enorme para compartir.- Tal vez, si algún día le apetece, podamos pasear a Isis juntos.
Escuché divertido como afirmaba estar preparada para mis preguntas, sin duda, más generales que las suyas. Deseaba que me hablase de ella, pero no por el simple hecho de contestar a las dudas que me agolpaban en la mente ¿estaría casada? ¿quizás prometida? Era imposible que una mujer tan hermosa siguiese soltera. Entonces comenzó a definirse como se veía a sí misma; sus manías, que me parecieron encantadoras, sobre todo ese vicio que tenía de morderse el labio cuando se ponía nerviosa y que me volvía loco. Sin duda era una mujer activa, nada que ver con esas típicas damas que se pasan el día detrás de sus maridos como perritos falderos. Ella quería estudiar, conocer mundo. Era un mujer íncreíble y yo tenía la suerte de habérmela cruzado en mi camino.
-Seguro que podrá dedicarse a lo que desea. Jamás había conocido a una dama con tanta fuerza y seguridad en sí misma. Desde luego es un bonito legado y hermosa forma de honrar la memoria de su madre. Si hay algo que esté en mi mano para poder ayudarla, no dude en pedírmelo.- afirmé tras dar un trago a mi copa, y vislumbrar en sus ojos que sus todavía tristes recuerdos asomaban a su mente. Reaccionó con rapidez y siguió hablando, eso sí, de nuevo "atacándome" con sus curiosas preguntas.- Sueño con encontrar un lugar donde ser feliz, donde poder sentirme realizado con lo que hago, y siendo sincero, de momento no he pensado ni en casarme ni en tener hijos. ¿Y vos, deseáis casaros y tener hijos?
Y era cierto, por lo menos en aquellos momentos. Después de llevarme aquella decepción con la única mujer a la que había amado, me juré a mi mismo olvidarme del sexo femenino durante un tiempo. Me constaría muchísimo tiempo volver a confiar en alguien, y más para dar ese importante paso, en el que el alma de dos personas quedaba unida para siempre.
-Ahora mismo mi mayor motivación es encontrar una paz interior que perdí. Poder sentirme seguro de mis sentimientos y de los sentimientos de los demás. Supongo que ello incluye volver a confiar en los otros..- contesté para después terminar el líquido de mi copa que dejé sobre la barra con cuidado, volviendo a clavar mi mirada en la suya.- Respecto al trabajo, cualquiera que me dé tiempo libre para disfrutar de la naturaleza, y si el empleo implica trabajar al aire libre, pues sería estupendo. ¿A qué os dedicáis vos? ¿O vivís con vuestros padres?
Después de preguntar me percaté de que quizás mi pregunta era demasiado personal, que sin darme cuenta estaba actuando como si la conociese de más tiempo, y quizás no había respetado su intimidad. Pero lo hecho, hecho estaba. Siempre podría evadir la pregunta y continuar simplemente como dos amigos que se toman una copa de vino juntos.
Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 15/08/2016
Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
Sin duda alguna había sido después de todo buena idea entrar en aquella taberna a tomar algo, al principio había duda de si hacerlo o no pero… había resultado mejor de lo que había esperado. Y parecía que la noche aún podía mejorar más porque me encantaba que saciaran toda la curiosidad que tenía, y cuando se trataba de conocer a alguien por primera vez, podría ser bastante. Lev no sabía lo que había hecho al darme tanta carta blanca con aquello, pero si en algún momento él quería parar aquel “interrogatorio” no opondría objeción alguna. De hecho me preguntaba cuanto más podría aguantar el ataque de mis preguntas y hasta donde llegaría con ellas, me daba curiosidad por saber cuál era su límite.
Asentí con la cabeza cuando me dijo sobre sus mascotas y, realmente, tenía razón. Yo no había caído en el hecho de que aquellas mascotas necesitaran tanto de tierra firme y realmente el viaje hubiera sido muy traumático para ellas más que para él dejarlas en su hogar lo más seguro. Me gustaba que la gente se preocupara por los animales, yo era una amante de ellos y ver que otras personas compartían el mismo sentimiento era algo que me gustaba mucho. Era un punto a su favor.
-Entiendo, creo que no había pensado en el hecho de que necesitaran tanto de estar en tierra firme –sonreí de lado mientras le dejaba que continuara hablando, la velada se estaba volviendo muy amena y estábamos entrando en un terreno que me gustaba bastante. Reí ante la idea de algún día pasear a Isis y me imaginé a esos dos en un parque mientras él le tiraba su pelota… y no sabía por qué, pero aquello me resultaba gracioso. Parecía que Lev también eran de esas personas que le gustaba jugar con los animales, e Isis era una entusiasmada de la pelota… podría decirse que incluso era un poco obsesiva con su pelota que siempre tenía que coger cada vez que la sacaba a algún lado- No tengo ningún problema con esa idea, solo debo decirte, que puede que acabes con un beso baboso de mí perra… mientras no te importe –le dije divertida por aquello porque estaba convencida de que en algún momento Isis haría alguna de las suyas- Me encantaría y así ella puede disfrutar mucho más de que alguien le tire su amada pelota… yo me canso rápido –me mordí el labio divertida por ello y terminé aquella copa que me había pedido haciendo un gesto para que me pusieran otra de lo mismo.
Miré a mí acompañante de enfrente y la deslumbrante sonrisa que traía en el rostro. Desde que nos habíamos conocido lo había visto sonreír varias veces aquella noche y parecía que su sonrisa era algo contagiosa, porque me hizo sonreír a mí también. Sus labios se estiraban y dejaban ver los perfectos y blancos dientes que tenía, sus labios se hacían algo más estrechos de lo que realmente los tenía y su sonrisa le iluminaba el rostro cada vez que lo hacía. Sentía la mirada de esos ojos pardos, casi felinos, puesta en mí y por un momento me pregunté qué era lo que estaría pensando. Sus palabras de que podía conseguir o dedicarme a lo que fuera, más el añadido de mí fuerza fue algo que me hizo reír levemente sin perder la sonrisa, ¿le daba esa impresión solamente de habernos conocido un rato? No, seguro que con los ojos que poseía podía ver mucho más allá de lo que yo realmente pensaba.
-Me alegra saber que trasmito esas sensaciones Lev, no sé hasta que punto será verdad pero… -me encogí de hombros y reí entre dientes mientras dejaban una nueva copa frente a mí y lo miraba divertida por aquello- Sí, creo que es una buena forma de honrarla –miré levemente hacia un lado sin querer pensar demasiado en ella y en el dolor que me producía cuando su recuerdo cruzaba mí mente- Aprendí mucho de ella cuando apenas era una niña pequeña, y el tiempo que estuve con ella me gustaba escucharla oír hablar sobre los dioses, que me contara sus historias, sus mitos, aquellos cuentos… -suspiré y levanté mí vista de nuevo hacia la de él que, como toda la noche, estaba clavada en la mía- Oh, ¿puedes aportar datos y darme información sobre algo que pasó hace más de cuatro mil años? Eso sería una muy buena forma de ayudarme –me reí tras aquello porque sabía que era algo muy poco probable y negué con la cabeza restándole importancia- Gracias por ofrecerte, de verdad, si en algún momento necesito ayuda ya sé a quién recurrir –fue su turno para responderme a las preguntas y asentí con la cabeza- Un bonito objetivo, creo que todos deberíamos de tener un objetivo en la vida como ese, o muchos al menos lo desearían –hice una pausa y lo miré- Me gustaría casarme, eso significa mucho y puede que algún día me case –me encogí de hombros- cuando encuentre a la persona indicada, a esa que me vuelva tan loca que no pueda vivir sin ella… entonces me casaré. Y sí, me gustaría tener hijos pero es algo que pienso a largo plazo, me gustaría formar una familia pero primero tengo que encontrar a esa persona que me vuelva tan loca, casarme con ella… y lo demás que venga con el tiempo –al menos era lo que yo pensaba y tenía en mente, si algún día sucedía debía de ser así… es lo que al menos quería que sucediera. Pero de momento no había encontrado a nadie que encajara con esas características- Confiar en los demás puede resultar algo… complicado. No es fácil una vez pierdes esa confianza volver a ganarla, pero a veces te llevas gratas sorpresas cuando aprendes a confiar de nuevo. Déjate llevar Lev, el resto vendrá solo –porque así es como a veces yo actuaba, me dejaba llevar no importando si acababa bien o acababa mal… el hecho es que lo había intentado- Si nunca lo intentas nunca sabrás la respuesta –lo miré durante unos segundos cuando hizo aquella pregunta… dos preguntas en una que eran realmente complicadas. Suspiré y aunque no quise, debía de mentir en al menos una de ella… no pensaba decirle a qué me dedicaba realmente- Trabajo en una pequeña tienda, no es nada significativo –le resté importancia rápidamente- Mis padres… hace muchos años que no sé nada de ellos, supongo que algún día volveré a verlos –tampoco iba a decirle el verdadero motivo por el que no sabía nada de ellos, eso implicaba decirle a qué me dedicaba y aquella noche no iba a ser esa Naitiri. Era mí turno de nuevo de preguntarle y sonreí- Está bien, mí turno ahora; ¿por qué parís y no otra ciudad? España queda más cerca de América que de donde nos encontramos ahora. ¿Te gusta la ciudad? ¿Es muy diferente de dónde vives tú? Estoy convencida de que allí tiene que hacer mucho más frío, ¿te gustan los libros? ¿Cuál es tú favorito?
Asentí con la cabeza cuando me dijo sobre sus mascotas y, realmente, tenía razón. Yo no había caído en el hecho de que aquellas mascotas necesitaran tanto de tierra firme y realmente el viaje hubiera sido muy traumático para ellas más que para él dejarlas en su hogar lo más seguro. Me gustaba que la gente se preocupara por los animales, yo era una amante de ellos y ver que otras personas compartían el mismo sentimiento era algo que me gustaba mucho. Era un punto a su favor.
-Entiendo, creo que no había pensado en el hecho de que necesitaran tanto de estar en tierra firme –sonreí de lado mientras le dejaba que continuara hablando, la velada se estaba volviendo muy amena y estábamos entrando en un terreno que me gustaba bastante. Reí ante la idea de algún día pasear a Isis y me imaginé a esos dos en un parque mientras él le tiraba su pelota… y no sabía por qué, pero aquello me resultaba gracioso. Parecía que Lev también eran de esas personas que le gustaba jugar con los animales, e Isis era una entusiasmada de la pelota… podría decirse que incluso era un poco obsesiva con su pelota que siempre tenía que coger cada vez que la sacaba a algún lado- No tengo ningún problema con esa idea, solo debo decirte, que puede que acabes con un beso baboso de mí perra… mientras no te importe –le dije divertida por aquello porque estaba convencida de que en algún momento Isis haría alguna de las suyas- Me encantaría y así ella puede disfrutar mucho más de que alguien le tire su amada pelota… yo me canso rápido –me mordí el labio divertida por ello y terminé aquella copa que me había pedido haciendo un gesto para que me pusieran otra de lo mismo.
Miré a mí acompañante de enfrente y la deslumbrante sonrisa que traía en el rostro. Desde que nos habíamos conocido lo había visto sonreír varias veces aquella noche y parecía que su sonrisa era algo contagiosa, porque me hizo sonreír a mí también. Sus labios se estiraban y dejaban ver los perfectos y blancos dientes que tenía, sus labios se hacían algo más estrechos de lo que realmente los tenía y su sonrisa le iluminaba el rostro cada vez que lo hacía. Sentía la mirada de esos ojos pardos, casi felinos, puesta en mí y por un momento me pregunté qué era lo que estaría pensando. Sus palabras de que podía conseguir o dedicarme a lo que fuera, más el añadido de mí fuerza fue algo que me hizo reír levemente sin perder la sonrisa, ¿le daba esa impresión solamente de habernos conocido un rato? No, seguro que con los ojos que poseía podía ver mucho más allá de lo que yo realmente pensaba.
-Me alegra saber que trasmito esas sensaciones Lev, no sé hasta que punto será verdad pero… -me encogí de hombros y reí entre dientes mientras dejaban una nueva copa frente a mí y lo miraba divertida por aquello- Sí, creo que es una buena forma de honrarla –miré levemente hacia un lado sin querer pensar demasiado en ella y en el dolor que me producía cuando su recuerdo cruzaba mí mente- Aprendí mucho de ella cuando apenas era una niña pequeña, y el tiempo que estuve con ella me gustaba escucharla oír hablar sobre los dioses, que me contara sus historias, sus mitos, aquellos cuentos… -suspiré y levanté mí vista de nuevo hacia la de él que, como toda la noche, estaba clavada en la mía- Oh, ¿puedes aportar datos y darme información sobre algo que pasó hace más de cuatro mil años? Eso sería una muy buena forma de ayudarme –me reí tras aquello porque sabía que era algo muy poco probable y negué con la cabeza restándole importancia- Gracias por ofrecerte, de verdad, si en algún momento necesito ayuda ya sé a quién recurrir –fue su turno para responderme a las preguntas y asentí con la cabeza- Un bonito objetivo, creo que todos deberíamos de tener un objetivo en la vida como ese, o muchos al menos lo desearían –hice una pausa y lo miré- Me gustaría casarme, eso significa mucho y puede que algún día me case –me encogí de hombros- cuando encuentre a la persona indicada, a esa que me vuelva tan loca que no pueda vivir sin ella… entonces me casaré. Y sí, me gustaría tener hijos pero es algo que pienso a largo plazo, me gustaría formar una familia pero primero tengo que encontrar a esa persona que me vuelva tan loca, casarme con ella… y lo demás que venga con el tiempo –al menos era lo que yo pensaba y tenía en mente, si algún día sucedía debía de ser así… es lo que al menos quería que sucediera. Pero de momento no había encontrado a nadie que encajara con esas características- Confiar en los demás puede resultar algo… complicado. No es fácil una vez pierdes esa confianza volver a ganarla, pero a veces te llevas gratas sorpresas cuando aprendes a confiar de nuevo. Déjate llevar Lev, el resto vendrá solo –porque así es como a veces yo actuaba, me dejaba llevar no importando si acababa bien o acababa mal… el hecho es que lo había intentado- Si nunca lo intentas nunca sabrás la respuesta –lo miré durante unos segundos cuando hizo aquella pregunta… dos preguntas en una que eran realmente complicadas. Suspiré y aunque no quise, debía de mentir en al menos una de ella… no pensaba decirle a qué me dedicaba realmente- Trabajo en una pequeña tienda, no es nada significativo –le resté importancia rápidamente- Mis padres… hace muchos años que no sé nada de ellos, supongo que algún día volveré a verlos –tampoco iba a decirle el verdadero motivo por el que no sabía nada de ellos, eso implicaba decirle a qué me dedicaba y aquella noche no iba a ser esa Naitiri. Era mí turno de nuevo de preguntarle y sonreí- Está bien, mí turno ahora; ¿por qué parís y no otra ciudad? España queda más cerca de América que de donde nos encontramos ahora. ¿Te gusta la ciudad? ¿Es muy diferente de dónde vives tú? Estoy convencida de que allí tiene que hacer mucho más frío, ¿te gustan los libros? ¿Cuál es tú favorito?
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
Reí divertido cuando me advirtió que acabaría con un beso húmedo de su perra Isis si accedía a pasear con ellas, hecho que me parecía de lo más cómico y no me importaba en absoluto. Me gustaban mucho los perros, y gestos como que moviesen la cola o te regalasen un lametón era su forma de confesarte que les gustabas. Sería fantástico poder pasear con Naitiri e Isis por un parque como amigos de toda la vida, incluso tirarle la pelota al animalito para que corriese tras ella. No podía imagina una forma más perfecta de pasar una tarde que acompañado por aquella bella dama y su amiga.
Terminé mi copa e hice un gesto al camarero para que me sirviese otra mientras la escuchaba hablar de su madre con un brillo especial en los ojos. Podía sentir como su aura se tornaba más oscura debido a la añoranza de sus recuerdos, ventajas de ser mago supongo. Sin duda debía de haber tenido una feliz infancia, sus palabras eran sinceras y cargadas de emociones que a pesar que trataba de mantener a raya, eran perceptibles para mí. La miré pensativo cuando me dijo si podría ofrecerle datos de casi cuatro mil años atrás, barajando cual sería la respuesta más idónea para esto. Sin duda podría hacerlo, y no solo eso, podría mostrárselo sin apenas pestañear.
Grandes magos habían ya existido cuando los egipcios levantaron su imperio; sacerdotes y sacerdotisas cuyos nombres perduraban a través de los tiempos, y de los cuales el resto de hechiceros basábamos nuestra magia. Muchos grimorios tenían como base los hechizos de esta civilización milenaria, que de una forma u otra llegaba hasta nuestros días, y que sin duda, perduraría en el tiempo.
-Seguro que encontrareis a esa persona que os haga perder la cordura, y sin duda será un hombre muy afortunado. Cuando se conoce a esa persona especial, el resto de pasos van sucediéndose solos, y cuando menos te lo esperas estás pensando formar una familia con quien llena cada uno de los rincones de tu corazón.- confirmé tomando la copa de vino y dando un pequeño trago con el que hacer una pequeña pausa, recordando que yo había estado a punto de cometer ese tipo de locura, pero equivocado con respecto a la persona elegida.
Terminé de escuchar cómo me explicaba a que se dedicaba, cómo afirmaba no seguir en la casa de sus padres, hecho que también parecía afectarle sobremanera, por lo que preferí no insistir. Tal vez tuviese razón y debería dejarme llevar; darle la oportunidad a que me conociese de verdad, sin miedo a ser yo mismo. Lo que me llevó a de momento eludir a sus preguntas, y cometer una locura con el simple objetivo de verla feliz; de verla sonreír dichosa como minutos antes cuando me hablaba de su madre y su pasión por la Civilización Egipcia.
-¿Confías en mí?- dije ofreciéndole mi mano, al tiempo que me sentaba en la parte trasera del taburete. Cogí su mano y tirando con cuidado de ella, la acerqué hasta mí.-No se asuste por lo que va a ver, pero es mi manera de mostrarle quien soy, y tal vez, que vea aquello que anhela conocer. Debe darse la vuelta y apoyarse en el taburete entre mis piernas. Prometo que no la tocaré si vos no lo desea, más necesito que miremos hacia el mismo sitio y que vos me sirva de escudo.- susurré cuando se aproximó a mí, dándose la vuelta y haciendo lo que yo le indicaba. Me acerqué a su oído y susurré.- Recuerde que lo que va a ver es una ilusión óptica y que solo nosotros los vemos. Traté de no llamar la atención ni correr hacía allí, o el resto de clientes de la taberna pensará que está loca de atar.
No podía evitar sonreír con timidez al aventurar la sorpresa que se llevaría; y entonces, moviendo la mano que quedaba oculta entre la barra y nuestro cuerpo, creé la ilusión más nítida que pude sobre Egipto, llevándola primero hasta el Templo de Kom Ombo, pasando después por el Templo de Kalabsha, por las grandes pirámides de Egipto…Sentía como su respiración se entrecortaba al poder ver aquellos lugares que admiraba ante sus propios ojos. Y fue en ese momento cuando recibí mi recompensa, una preciosa sonrisa esbozada en su rostro por todo lo que le mostraba.
-Dime donde quiere ir, y se lo mostraré.- susurré más tranquilo después de haberle mostrado mi mayor secreto, ese por el que podría ser juzgado y rechazado por la mayoría de los ciudadanos. Podía percibir el perfume dulzón de la dama que abrumaba mis sentidos por su cercanía, que me hacía estremecer solo con el calor que su cuerpo emanaba junto al mío, más no se me antojaba un momento mejor que el que estábamos viviendo en esa taberna donde el resto de clientela ignoraba que Naitiri y yo estábamos viajando a miles de kilómetros a través del tiempo. – Mi lugar natal es muy diferente a París, está menos industrializado y la naturaleza rodea cada casa, por lo que no tenemos vecinos demasiado cerca. Sin duda es bastante más frío; podría apuntarle que un verano de allí es como aquí el otoño; pero es un lugar precioso donde perderse. Me encantan los libros; uno de mis hobbies preferidos es leer cualquier libro que caiga en mis manos, y si tuviese que elegir uno, La Odisea de Homero. Me gustan las historias antiguas, donde las leyendas de grandes guerreros nos instruyen con sus hazañas. ¿Y a vos? ¿Qué historias le gustan?
Terminé mi copa e hice un gesto al camarero para que me sirviese otra mientras la escuchaba hablar de su madre con un brillo especial en los ojos. Podía sentir como su aura se tornaba más oscura debido a la añoranza de sus recuerdos, ventajas de ser mago supongo. Sin duda debía de haber tenido una feliz infancia, sus palabras eran sinceras y cargadas de emociones que a pesar que trataba de mantener a raya, eran perceptibles para mí. La miré pensativo cuando me dijo si podría ofrecerle datos de casi cuatro mil años atrás, barajando cual sería la respuesta más idónea para esto. Sin duda podría hacerlo, y no solo eso, podría mostrárselo sin apenas pestañear.
Grandes magos habían ya existido cuando los egipcios levantaron su imperio; sacerdotes y sacerdotisas cuyos nombres perduraban a través de los tiempos, y de los cuales el resto de hechiceros basábamos nuestra magia. Muchos grimorios tenían como base los hechizos de esta civilización milenaria, que de una forma u otra llegaba hasta nuestros días, y que sin duda, perduraría en el tiempo.
-Seguro que encontrareis a esa persona que os haga perder la cordura, y sin duda será un hombre muy afortunado. Cuando se conoce a esa persona especial, el resto de pasos van sucediéndose solos, y cuando menos te lo esperas estás pensando formar una familia con quien llena cada uno de los rincones de tu corazón.- confirmé tomando la copa de vino y dando un pequeño trago con el que hacer una pequeña pausa, recordando que yo había estado a punto de cometer ese tipo de locura, pero equivocado con respecto a la persona elegida.
Terminé de escuchar cómo me explicaba a que se dedicaba, cómo afirmaba no seguir en la casa de sus padres, hecho que también parecía afectarle sobremanera, por lo que preferí no insistir. Tal vez tuviese razón y debería dejarme llevar; darle la oportunidad a que me conociese de verdad, sin miedo a ser yo mismo. Lo que me llevó a de momento eludir a sus preguntas, y cometer una locura con el simple objetivo de verla feliz; de verla sonreír dichosa como minutos antes cuando me hablaba de su madre y su pasión por la Civilización Egipcia.
-¿Confías en mí?- dije ofreciéndole mi mano, al tiempo que me sentaba en la parte trasera del taburete. Cogí su mano y tirando con cuidado de ella, la acerqué hasta mí.-No se asuste por lo que va a ver, pero es mi manera de mostrarle quien soy, y tal vez, que vea aquello que anhela conocer. Debe darse la vuelta y apoyarse en el taburete entre mis piernas. Prometo que no la tocaré si vos no lo desea, más necesito que miremos hacia el mismo sitio y que vos me sirva de escudo.- susurré cuando se aproximó a mí, dándose la vuelta y haciendo lo que yo le indicaba. Me acerqué a su oído y susurré.- Recuerde que lo que va a ver es una ilusión óptica y que solo nosotros los vemos. Traté de no llamar la atención ni correr hacía allí, o el resto de clientes de la taberna pensará que está loca de atar.
No podía evitar sonreír con timidez al aventurar la sorpresa que se llevaría; y entonces, moviendo la mano que quedaba oculta entre la barra y nuestro cuerpo, creé la ilusión más nítida que pude sobre Egipto, llevándola primero hasta el Templo de Kom Ombo, pasando después por el Templo de Kalabsha, por las grandes pirámides de Egipto…Sentía como su respiración se entrecortaba al poder ver aquellos lugares que admiraba ante sus propios ojos. Y fue en ese momento cuando recibí mi recompensa, una preciosa sonrisa esbozada en su rostro por todo lo que le mostraba.
-Dime donde quiere ir, y se lo mostraré.- susurré más tranquilo después de haberle mostrado mi mayor secreto, ese por el que podría ser juzgado y rechazado por la mayoría de los ciudadanos. Podía percibir el perfume dulzón de la dama que abrumaba mis sentidos por su cercanía, que me hacía estremecer solo con el calor que su cuerpo emanaba junto al mío, más no se me antojaba un momento mejor que el que estábamos viviendo en esa taberna donde el resto de clientela ignoraba que Naitiri y yo estábamos viajando a miles de kilómetros a través del tiempo. – Mi lugar natal es muy diferente a París, está menos industrializado y la naturaleza rodea cada casa, por lo que no tenemos vecinos demasiado cerca. Sin duda es bastante más frío; podría apuntarle que un verano de allí es como aquí el otoño; pero es un lugar precioso donde perderse. Me encantan los libros; uno de mis hobbies preferidos es leer cualquier libro que caiga en mis manos, y si tuviese que elegir uno, La Odisea de Homero. Me gustan las historias antiguas, donde las leyendas de grandes guerreros nos instruyen con sus hazañas. ¿Y a vos? ¿Qué historias le gustan?
Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 15/08/2016
Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
Resultaba un poco extraño hablar de mí familia con alguien que acababa de conocer, es más, resultaba extraño tener que contar una verdad a medias porque jamás se me ocurriría decir sin saber primero si aquel hombre sabía de ese mundo, que mí padre era un vampiro y el motivo real por el que no veía a mis padres desde hacía tanto tiempo. Contarle que fui separada de ellos con tan sólo ocho años y todas las cosas, desagradables y oscuras, que me habían pasado a raíz de aquello y que me había tocado sufrir sola, y pasar página si no quería sumirme en una oscuridad. Que había decidido reponerme de aquello pero que todavía era una herida abierta tras aquellos años, y que todavía no estaba curada.
Pero no podía ir contando toda la verdad a la primera persona que me cruzaba, ni mi mejor amiga sabía toda la verdad sobre mí pasado porque bastante oscuro era como para dejar que ella también soportara su carga… era algo que debía de portar solamente yo, aunque sí que era cierto que contarlo había aliviado un poco su peso, pero todavía no se podía comparar y esperaba algún día poder cerrar esa herida que tanto daño me había hecho y que tanto me estaba costando cerrar.
Tampoco quería que siendo la primera vez que nos veíamos y que empezábamos a conocernos soltarle aquello, aunque le diera una buena imagen de lo que había pasado en mí vida y así quizás él pudiera comprender un poco quien era… pero había decidido, por aquella noche, olvidarme de todo aquello y ser solamente Naitiri, por lo que iba a mostrarle mí mejor cara y que viera una mujer que pocas personas conocían. Además estar en su compañía me hacía sentirme a gusto, me sentía cómoda y ya había olvidado el incidente de aquella noche con aquel hombre, ahora la cosa pintaba mucho mejor y estaba siendo una noche agradable y amena.
Sonreí de lado ante lo que dijo de que encontraría a esa persona, bueno, si la situación se daba aparecería por sí sola… no iba a ir buscando nada así que dejaría que las cosas siguieran su curso como siempre había hecho toda mí vida. No me gustaba mucho planear las cosas o tener unas expectativas altas sobre algo, me dejaba llevar que era lo principal y primordial y dejaba que todo siguiera su curso y su camino sin interponerme. No tenía mucho más que decirle sobre ese tema, si tenía que aparecer aparecería en mí vida… no le iba a dar más vueltas de las que se merecía. Aunque pensaba que él tenía el mismo pensamiento que yo, o al menos, así lo creía.
Cuando me preguntó que si confiaba en él levanté una ceja por sus palabras viendo que extendía una de sus manos hacía mí para que la tomara, ¿confiaba en él? Bueno, no me había hecho sentir incómoda en toda la noche y me había salvado de aquel hombre sin pedir su ayuda y lo había hecho de forma desinteresada por lo que… ¿qué podía perder? Si no lo averiguaba jamás lo llegaría a saber. ¿Qué mal podría hacerme? Ninguno, por lo que me mordí el labio mirándolo a él a los ojos intentando ver en ellos qué tenía preparado, pero estos tan sólo estaban fijos en los míos y mostraba una sonrisa en sus labios.
-Confío en ti –terminé por decir sintiendo que la curiosidad me carcomía por dentro por saber qué quería hacer y dejé que tirara de mí mano para luego sentarme justo delante de él, dándole la espalda y sintiendo la cercanía de su cuerpo pegado contra el mío tal y como había pedido. Me embargaba la curiosidad por saber qué iba a mostrarme, me mordí el labio al sentir su aliento cálido contra mí oreja y sus palabras que me delataban y dejaban claro lo que iba a hacer, y además, dándome a entender que por hecho estaba en presencia de un hechicero. Me asombró saber que era alguien afín a la magia y que podía utilizarla, pero más aún lo que me había contado que iba a hacer- Nada de correr hacia ahí, lo intentaré –dije con una sonrisa esperando a que comenzara a mostrarme aquello.
Mí primera reacción cuando comencé a ver aquellas imágenes… fue de sorpresa, y mí respiración se quedó entrecortada. Podía reconocer los lugares que él me estaba mostrando y que parecía que era como si estuviéramos allí, con una nitidez tan clara que me dieron ganas de alargar la mano para tocarla… pero me detuve recordando sus palabras. Podía ver el templo de Kom Ombo situado en la misma ciudad, un templo construido en la época donde los romanos habían llegado a Egipto y que estaba dedicado al Dios Sobek, dios cocodrilo y creador del Nilo, y a Horus, el dios celeste atribuido como el que inició dicha civilización.
Había oído hablar a mí madre sobre aquel templo y lo que ocultaban sus salas, sus pasillos, sus salas, las momias de cocodrilos que se habían ido descubriendo a lo largo de los años y lo entusiasmada que se sentía ella de todo aquello. Luego las imágenes se trasladaron a otro lugar de Egipto; al templo de Kalabsha situado en Nubia, recordaba que mí madre me había contado que fui construido obre un santuario anterior de Amenhotep II, ya que los romanos jamás llegaron a terminar dicho templo. Mí sonrisa se acentuó en el momento en que las imágenes pasaron ahora a proyectar las tres grandes pirámides de Egipto; Pirámides de Keops, Kefrén y Micerino en Guiza, mí ciudad natal. Una imagen que había llegado a mí mente y me había transportado al pasado cuando iba con mí madre a ver aquellos enormes monumentos.
Los momentos en que me hablaba de cada una de las pirámides, de quienes fueron sus faraones y por qué tenían esos nombres, incluso de la gran Esfinge de Guiza, cuyo rostro se decía que representaba al faraón Kefrén, y que fue Tutmosis IV en la “Estela del Sueño” erigida frente a ella, se describe que en una cacería, el futuro Tutmosis IV durmió bajo la cabeza de la esfinge y ésta, en sueños, le prometía que sería elegido rey si despejaba la arena que la cubría. Las veces que mí madre había estudiado las pirámides, la esfinge… todos aquellos recuerdos se arremolinaron en mí mente y me produjeron una enorme sonrisa, complacida por haber visto aquello que desde que tenía cinco años no había podido volver a ver.
-Me gustaría ver el país donde naciste, me has mostrado de dónde provengo yo pero siento curiosidad por saber tú ciudad natal. Yo nací en Guiza, junto a esas pirámides y a la Esfinge que las protege, pero no sé nada del lugar donde procedes –nadie mejor que él para darme una clara imagen y visión de aquel lugar donde procedía. Reí entre dientes por aquello tras decirme los libros que le gustaban- Me gustan sobre historias de fantasía, algo de terror, romances, sobre antiguas leyendas… te diré que mí libro favorito es “Las mil y una noches”, creo que lo he podido llegar a leer cientos de veces –me mordí el labio mientras él proyectaba ahora la imagen que había pedido- Gracias por esto, Lev, hacía muchos años que no tenía una vista tan hermosa como esta –me dejé apoyar más contra su pecho, complacida por el inmenso regalo que, sin él saberlo, me había hecho.
Pero no podía ir contando toda la verdad a la primera persona que me cruzaba, ni mi mejor amiga sabía toda la verdad sobre mí pasado porque bastante oscuro era como para dejar que ella también soportara su carga… era algo que debía de portar solamente yo, aunque sí que era cierto que contarlo había aliviado un poco su peso, pero todavía no se podía comparar y esperaba algún día poder cerrar esa herida que tanto daño me había hecho y que tanto me estaba costando cerrar.
Tampoco quería que siendo la primera vez que nos veíamos y que empezábamos a conocernos soltarle aquello, aunque le diera una buena imagen de lo que había pasado en mí vida y así quizás él pudiera comprender un poco quien era… pero había decidido, por aquella noche, olvidarme de todo aquello y ser solamente Naitiri, por lo que iba a mostrarle mí mejor cara y que viera una mujer que pocas personas conocían. Además estar en su compañía me hacía sentirme a gusto, me sentía cómoda y ya había olvidado el incidente de aquella noche con aquel hombre, ahora la cosa pintaba mucho mejor y estaba siendo una noche agradable y amena.
Sonreí de lado ante lo que dijo de que encontraría a esa persona, bueno, si la situación se daba aparecería por sí sola… no iba a ir buscando nada así que dejaría que las cosas siguieran su curso como siempre había hecho toda mí vida. No me gustaba mucho planear las cosas o tener unas expectativas altas sobre algo, me dejaba llevar que era lo principal y primordial y dejaba que todo siguiera su curso y su camino sin interponerme. No tenía mucho más que decirle sobre ese tema, si tenía que aparecer aparecería en mí vida… no le iba a dar más vueltas de las que se merecía. Aunque pensaba que él tenía el mismo pensamiento que yo, o al menos, así lo creía.
Cuando me preguntó que si confiaba en él levanté una ceja por sus palabras viendo que extendía una de sus manos hacía mí para que la tomara, ¿confiaba en él? Bueno, no me había hecho sentir incómoda en toda la noche y me había salvado de aquel hombre sin pedir su ayuda y lo había hecho de forma desinteresada por lo que… ¿qué podía perder? Si no lo averiguaba jamás lo llegaría a saber. ¿Qué mal podría hacerme? Ninguno, por lo que me mordí el labio mirándolo a él a los ojos intentando ver en ellos qué tenía preparado, pero estos tan sólo estaban fijos en los míos y mostraba una sonrisa en sus labios.
-Confío en ti –terminé por decir sintiendo que la curiosidad me carcomía por dentro por saber qué quería hacer y dejé que tirara de mí mano para luego sentarme justo delante de él, dándole la espalda y sintiendo la cercanía de su cuerpo pegado contra el mío tal y como había pedido. Me embargaba la curiosidad por saber qué iba a mostrarme, me mordí el labio al sentir su aliento cálido contra mí oreja y sus palabras que me delataban y dejaban claro lo que iba a hacer, y además, dándome a entender que por hecho estaba en presencia de un hechicero. Me asombró saber que era alguien afín a la magia y que podía utilizarla, pero más aún lo que me había contado que iba a hacer- Nada de correr hacia ahí, lo intentaré –dije con una sonrisa esperando a que comenzara a mostrarme aquello.
Mí primera reacción cuando comencé a ver aquellas imágenes… fue de sorpresa, y mí respiración se quedó entrecortada. Podía reconocer los lugares que él me estaba mostrando y que parecía que era como si estuviéramos allí, con una nitidez tan clara que me dieron ganas de alargar la mano para tocarla… pero me detuve recordando sus palabras. Podía ver el templo de Kom Ombo situado en la misma ciudad, un templo construido en la época donde los romanos habían llegado a Egipto y que estaba dedicado al Dios Sobek, dios cocodrilo y creador del Nilo, y a Horus, el dios celeste atribuido como el que inició dicha civilización.
Había oído hablar a mí madre sobre aquel templo y lo que ocultaban sus salas, sus pasillos, sus salas, las momias de cocodrilos que se habían ido descubriendo a lo largo de los años y lo entusiasmada que se sentía ella de todo aquello. Luego las imágenes se trasladaron a otro lugar de Egipto; al templo de Kalabsha situado en Nubia, recordaba que mí madre me había contado que fui construido obre un santuario anterior de Amenhotep II, ya que los romanos jamás llegaron a terminar dicho templo. Mí sonrisa se acentuó en el momento en que las imágenes pasaron ahora a proyectar las tres grandes pirámides de Egipto; Pirámides de Keops, Kefrén y Micerino en Guiza, mí ciudad natal. Una imagen que había llegado a mí mente y me había transportado al pasado cuando iba con mí madre a ver aquellos enormes monumentos.
Los momentos en que me hablaba de cada una de las pirámides, de quienes fueron sus faraones y por qué tenían esos nombres, incluso de la gran Esfinge de Guiza, cuyo rostro se decía que representaba al faraón Kefrén, y que fue Tutmosis IV en la “Estela del Sueño” erigida frente a ella, se describe que en una cacería, el futuro Tutmosis IV durmió bajo la cabeza de la esfinge y ésta, en sueños, le prometía que sería elegido rey si despejaba la arena que la cubría. Las veces que mí madre había estudiado las pirámides, la esfinge… todos aquellos recuerdos se arremolinaron en mí mente y me produjeron una enorme sonrisa, complacida por haber visto aquello que desde que tenía cinco años no había podido volver a ver.
-Me gustaría ver el país donde naciste, me has mostrado de dónde provengo yo pero siento curiosidad por saber tú ciudad natal. Yo nací en Guiza, junto a esas pirámides y a la Esfinge que las protege, pero no sé nada del lugar donde procedes –nadie mejor que él para darme una clara imagen y visión de aquel lugar donde procedía. Reí entre dientes por aquello tras decirme los libros que le gustaban- Me gustan sobre historias de fantasía, algo de terror, romances, sobre antiguas leyendas… te diré que mí libro favorito es “Las mil y una noches”, creo que lo he podido llegar a leer cientos de veces –me mordí el labio mientras él proyectaba ahora la imagen que había pedido- Gracias por esto, Lev, hacía muchos años que no tenía una vista tan hermosa como esta –me dejé apoyar más contra su pecho, complacida por el inmenso regalo que, sin él saberlo, me había hecho.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
Podía sentir cada una de las emociones a las que Naitiri sucumbía a través de su aura, que lejos de permanecer impasible, cambiaba de un color a otro como si de un castillo de fuegos artificiales se tratase. Me mostraba sin saberlo la grata sorpresa que se había llevado con mi pequeño truco, más no se hacía a la idea de lo importante que había sido para mí esa fe ciega en mi persona. No todo el mundo hubiese confiado en un extraño, y más para colocarnos en la posición en la que estábamos, donde a vista del resto de clientes de la taberna, pareceríamos una pareja que sentía la necesidad del calor del otro.
Quien me hubiese dicho que aquella noche conocería a una mujer tan especial y llena de vida en quien confiaría mi mayor secreto en solo unas horas, lo habría tratado de loco. Pero ella era distinta a otras damas antes conocidas. No salió huyendo tras mi exposición sobre lo que parecía su tierra natal, ni siquiera se sintió turbada por nuestra cercanía. Tal vez el hecho de haber escuchado historias sobre el antiguo Egipto y todas las leyendas acerca de sus sacerdotes eran lo que podía hacerle seguir allí a mi lado, o tal vez el simple hecho de que intuía que a pesar de mi naturaleza, jamás podría hacerle daño.
-No he leído ese libro, aunque si he escuchado hablar de él. Quién sabe, quizás algún día me decida a leerlo para acordarme de este mágico momento con vos en la taberna.- apunté sonriendo con timidez, sintiendo el olor afrutado de sus cabellos sobre mi pecho. Suspiré despacio buscando una tranquilidad que me costaba mantener, concediéndole entonces sin dudar lo que me había pedido, la visión del lugar de donde yo procedía. Era incapaz de no satisfacer cualquier capricho que se le cruzase por la mente, aunque afortunadamente eso ella no lo sabía.- ¿Preparada para ver de donde emigro? No es tan llamativo como Egipto, pero…no deja de ser hermoso.- moví la mano despacio a su lado, escondiéndola de miradas indiscretas, y de nuevo las ilusiones ópticas volvieron a tomar vida ante nuestros ojos.
Tragué saliva cuando me sentí un tanto confuso por las imágenes del que había sido mi hogar, por la sensación que seguían causando en mí los recuerdos de algunos de esos lugares en los que tenía más recuerdos de los que desearía, y tras un suave suspiro comencé a explicarle lo que estaba viendo.- Esta es la ciudad de la que procedo, Nizhni Nóvgorod.- las primeras imágenes eran vistas generales de la ciudad, cerca de donde se encontraba mi casa y la de mi maestro; proseguí mostrándole la Iglesia de la Natividad, y alguna que otra ilusión más del lugar donde se había quedado parte de mi corazón.- Y ahora, mi hogar, mi casa.- susurré a su oido, nervioso por ver de nuevo de donde había partido meses antes con la intención de no regresar.
-Como habrá podido comprobar es una ciudad bastante sencilla, donde los inviernos son implacablemente duros. Pero tiene su encanto, los bosques son preciosos, y solo hace falta dar un pequeño paseo para sentirse liberado por la naturaleza.- susurré manteniendo una imagen de un precioso y frondoso bosque.- Cuando quiera podemos repetir esto; cuando necesite volver a ver el lugar del que procede, e incluso si desea ver como vivían en la antigua civilización egipcia. Esta es la forma en la que puedo prestarle mi ayuda si decide continuar con el estudio de esta civilización..- añadí mientras ambos continuábamos en la misma posición.- Por cierto, gracias por confiar en mí.
Me sentía tan sumamente bien en aquellos momentos, que temía el momento en que nuestros caminos se separasen. Ojalá tuviese el poder de parar el tiempo en ese preciso instante en el que su espalda seguía apoyada en mi pecho, mientras los dos sonreíamos ante unas imágenes ilusorias que solo nosotros veíamos.
Quien me hubiese dicho que aquella noche conocería a una mujer tan especial y llena de vida en quien confiaría mi mayor secreto en solo unas horas, lo habría tratado de loco. Pero ella era distinta a otras damas antes conocidas. No salió huyendo tras mi exposición sobre lo que parecía su tierra natal, ni siquiera se sintió turbada por nuestra cercanía. Tal vez el hecho de haber escuchado historias sobre el antiguo Egipto y todas las leyendas acerca de sus sacerdotes eran lo que podía hacerle seguir allí a mi lado, o tal vez el simple hecho de que intuía que a pesar de mi naturaleza, jamás podría hacerle daño.
-No he leído ese libro, aunque si he escuchado hablar de él. Quién sabe, quizás algún día me decida a leerlo para acordarme de este mágico momento con vos en la taberna.- apunté sonriendo con timidez, sintiendo el olor afrutado de sus cabellos sobre mi pecho. Suspiré despacio buscando una tranquilidad que me costaba mantener, concediéndole entonces sin dudar lo que me había pedido, la visión del lugar de donde yo procedía. Era incapaz de no satisfacer cualquier capricho que se le cruzase por la mente, aunque afortunadamente eso ella no lo sabía.- ¿Preparada para ver de donde emigro? No es tan llamativo como Egipto, pero…no deja de ser hermoso.- moví la mano despacio a su lado, escondiéndola de miradas indiscretas, y de nuevo las ilusiones ópticas volvieron a tomar vida ante nuestros ojos.
Tragué saliva cuando me sentí un tanto confuso por las imágenes del que había sido mi hogar, por la sensación que seguían causando en mí los recuerdos de algunos de esos lugares en los que tenía más recuerdos de los que desearía, y tras un suave suspiro comencé a explicarle lo que estaba viendo.- Esta es la ciudad de la que procedo, Nizhni Nóvgorod.- las primeras imágenes eran vistas generales de la ciudad, cerca de donde se encontraba mi casa y la de mi maestro; proseguí mostrándole la Iglesia de la Natividad, y alguna que otra ilusión más del lugar donde se había quedado parte de mi corazón.- Y ahora, mi hogar, mi casa.- susurré a su oido, nervioso por ver de nuevo de donde había partido meses antes con la intención de no regresar.
-Como habrá podido comprobar es una ciudad bastante sencilla, donde los inviernos son implacablemente duros. Pero tiene su encanto, los bosques son preciosos, y solo hace falta dar un pequeño paseo para sentirse liberado por la naturaleza.- susurré manteniendo una imagen de un precioso y frondoso bosque.- Cuando quiera podemos repetir esto; cuando necesite volver a ver el lugar del que procede, e incluso si desea ver como vivían en la antigua civilización egipcia. Esta es la forma en la que puedo prestarle mi ayuda si decide continuar con el estudio de esta civilización..- añadí mientras ambos continuábamos en la misma posición.- Por cierto, gracias por confiar en mí.
Me sentía tan sumamente bien en aquellos momentos, que temía el momento en que nuestros caminos se separasen. Ojalá tuviese el poder de parar el tiempo en ese preciso instante en el que su espalda seguía apoyada en mi pecho, mientras los dos sonreíamos ante unas imágenes ilusorias que solo nosotros veíamos.
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Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/08/2016
Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
Jamás Lev podría llegar a darse cuenta de lo importante que había sido para mí el ver aquellas imágenes que me había mostrado de Egipto. Hacía dieciséis años que había salido de aquel lugar, en realidad, diecinueve años atrás con tan sólo cinco años había abandonado Guiza junto a mis padres para ir hasta Mykonos en Grecia donde pasaríamos allí tres años. Aunque solamente hubiera pasado cinco años de mí vida allí mis recuerdos eran tan nítidos como si realmente nunca hubiera abandonado la ciudad. Podía recordar las veces que con mí madre había visitado aquellos monumentos, cuando con mi padre me había montado en camello y que me había hecho llorar hasta que él no supo como calmarme, recorriendo esos lugares mágicos y emblemáticos del lugar donde vivía.
Había sido una regresión al pasado en la que sentí esa infancia y esa niñez que había pasado con ellos, esos momentos que por siempre perdurarían en mí memoria y que los atesoraría por el resto de mí vida. Todo estaba tal y como yo lo recordaba, todo seguía en su sitio y mis ganas de volver a aquella ciudad y dejarme maravillar, ahora ya de mayor, por lo que escondía en cada rincón crecieron en mí interior. Siempre había pensado que volvería allí, mis raíces tiraban demasiado aunque llevara mucho tiempo viviendo en París… pero no podía negar de donde procedía ni tampoco quería hacerlo. Tan sólo me faltaba poco, podía notar casi con la punta de mis dedos que mí libertad estaba más próxima que nunca y estaba claro cual iba a ser mí primera parada en cuanto fuera libre: Egipto.
Tenía que volver a esa tierra y me vendría bien salir un poco de lo que era París y todo lo que ello conllevaba, muchas cosas que quería olvidar y enterrar y nada mejor que la arena para hacer aquello. Suspiré cuando las imágenes terminaron apoyando mí espalda contra el pecho de Lev, algo de lo más atrevido y que sin duda alguna atraería miradas de los que estaban por la taberna, pero sinceramente, me daba absolutamente igual. La sonrisa que portaba en el rostro tras aquello no podría quitarla nada al igual que la felicidad que se había instalado en mí pecho.
-De verdad, muchas gracias por este regalo Lev… no sabes cuánto significa para mí –me mordí el labio con algo de fuerza ante la congoja y melancolía que empezaba a extenderse por mí pecho, llena de recuerdos y de momentos que me fueron arrebatados a una edad demasiado temprana, y que jamás podría volver a disfrutar de ellos- Tienes que leerlo, sus historias son algo que me gustan demasiado y casi que podría contártelas sin necesidad de tener ese libro delante, mientras que la historia de trasfondo te hace de alguna forma querer saber qué futuro le deparará a la joven, desde la primera vez que lo leí hace ya muchos años siempre acabo volviendo a leerlo de nuevo, para mí, es algo mágico –elevé un poco mí rostro para poder ver el suyo ante las palabras de su ciudad- Estoy segura de que será muy bonito, diferente, pero muy bonito –las imágenes volvieron a sucederse frente a nosotros siendo los únicos que podíamos verlas. Una a una fueron apareciendo mostrándome imágenes muy bellas del lugar que decía ser su ciudad natal, era muy diferente a Egipto y se notaba por toda esa nieve que cubría la ciudad y sobre todo por la forma en la que estaban construidos los edificios, con esas bóvedas en forma de cúpulas doradas.
Eran imágenes preciosas que me cautivaron desde el primer momento, la imagen de la ciudad desde lejos cubierta de nieve, iluminada por la nieve fue tan preciosa que me dieron ganas de estar ahí en esos momentos. Sonreí ante la imagen que me había mostrado de su casa, de una fachada bonita con esos toques típicos del lugar donde procedía, era un lugar muy bonito y que me hizo sonreír.
-Es precioso, Lev, y gracias por querer enseñarme de dónde naciste y hacerme volver al lugar donde nací yo –la nostalgia se agolpaba en mí pecho- Podrá ser sencilla pero es preciosa, me ha gustado mucho con todo cubierto de nieve y las vistas son maravillosas. Dan ganas de querer perderse entre sus calles mientras nieva y está todo iluminado. Y tú casa es muy bonita, me gusta la estructura de cómo está hecha en medio de la naturaleza… o eso es lo que parecía –lancé un leve suspiro y sonreí ante sus palabras, ¿mostrarme cómo era hacía miles años la civilización egipcia? Eso sería muy beneficioso e interesante de ver- Quiero empezar pronto con ello, cuando tenga lo necesario para poder empezar –no iba a decirle que primero tenía que pagarle a la Madam por mí libertad, porque eso sería volver a la Naitiri de siempre y aquella noche había decidido dejar ese lado aparcado- No Lev, gracias a ti como para confiar en mí de este modo y ofrecerme algo que durante muchos años he querido volver a ver; mí hogar. Me gustaría compensarte de alguna forma este regalo que me has dado –me separé un poco y lo miré sin importarme de que seguíamos en la taberna- Por favor, no me digas que nada porque créeme que has hecho más de lo que te piensas con esto… me gustaría compensarte de alguna forma.
Había sido una regresión al pasado en la que sentí esa infancia y esa niñez que había pasado con ellos, esos momentos que por siempre perdurarían en mí memoria y que los atesoraría por el resto de mí vida. Todo estaba tal y como yo lo recordaba, todo seguía en su sitio y mis ganas de volver a aquella ciudad y dejarme maravillar, ahora ya de mayor, por lo que escondía en cada rincón crecieron en mí interior. Siempre había pensado que volvería allí, mis raíces tiraban demasiado aunque llevara mucho tiempo viviendo en París… pero no podía negar de donde procedía ni tampoco quería hacerlo. Tan sólo me faltaba poco, podía notar casi con la punta de mis dedos que mí libertad estaba más próxima que nunca y estaba claro cual iba a ser mí primera parada en cuanto fuera libre: Egipto.
Tenía que volver a esa tierra y me vendría bien salir un poco de lo que era París y todo lo que ello conllevaba, muchas cosas que quería olvidar y enterrar y nada mejor que la arena para hacer aquello. Suspiré cuando las imágenes terminaron apoyando mí espalda contra el pecho de Lev, algo de lo más atrevido y que sin duda alguna atraería miradas de los que estaban por la taberna, pero sinceramente, me daba absolutamente igual. La sonrisa que portaba en el rostro tras aquello no podría quitarla nada al igual que la felicidad que se había instalado en mí pecho.
-De verdad, muchas gracias por este regalo Lev… no sabes cuánto significa para mí –me mordí el labio con algo de fuerza ante la congoja y melancolía que empezaba a extenderse por mí pecho, llena de recuerdos y de momentos que me fueron arrebatados a una edad demasiado temprana, y que jamás podría volver a disfrutar de ellos- Tienes que leerlo, sus historias son algo que me gustan demasiado y casi que podría contártelas sin necesidad de tener ese libro delante, mientras que la historia de trasfondo te hace de alguna forma querer saber qué futuro le deparará a la joven, desde la primera vez que lo leí hace ya muchos años siempre acabo volviendo a leerlo de nuevo, para mí, es algo mágico –elevé un poco mí rostro para poder ver el suyo ante las palabras de su ciudad- Estoy segura de que será muy bonito, diferente, pero muy bonito –las imágenes volvieron a sucederse frente a nosotros siendo los únicos que podíamos verlas. Una a una fueron apareciendo mostrándome imágenes muy bellas del lugar que decía ser su ciudad natal, era muy diferente a Egipto y se notaba por toda esa nieve que cubría la ciudad y sobre todo por la forma en la que estaban construidos los edificios, con esas bóvedas en forma de cúpulas doradas.
Eran imágenes preciosas que me cautivaron desde el primer momento, la imagen de la ciudad desde lejos cubierta de nieve, iluminada por la nieve fue tan preciosa que me dieron ganas de estar ahí en esos momentos. Sonreí ante la imagen que me había mostrado de su casa, de una fachada bonita con esos toques típicos del lugar donde procedía, era un lugar muy bonito y que me hizo sonreír.
-Es precioso, Lev, y gracias por querer enseñarme de dónde naciste y hacerme volver al lugar donde nací yo –la nostalgia se agolpaba en mí pecho- Podrá ser sencilla pero es preciosa, me ha gustado mucho con todo cubierto de nieve y las vistas son maravillosas. Dan ganas de querer perderse entre sus calles mientras nieva y está todo iluminado. Y tú casa es muy bonita, me gusta la estructura de cómo está hecha en medio de la naturaleza… o eso es lo que parecía –lancé un leve suspiro y sonreí ante sus palabras, ¿mostrarme cómo era hacía miles años la civilización egipcia? Eso sería muy beneficioso e interesante de ver- Quiero empezar pronto con ello, cuando tenga lo necesario para poder empezar –no iba a decirle que primero tenía que pagarle a la Madam por mí libertad, porque eso sería volver a la Naitiri de siempre y aquella noche había decidido dejar ese lado aparcado- No Lev, gracias a ti como para confiar en mí de este modo y ofrecerme algo que durante muchos años he querido volver a ver; mí hogar. Me gustaría compensarte de alguna forma este regalo que me has dado –me separé un poco y lo miré sin importarme de que seguíamos en la taberna- Por favor, no me digas que nada porque créeme que has hecho más de lo que te piensas con esto… me gustaría compensarte de alguna forma.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Por Un Reto ~ Privado
Estaba preciosa hablando con tanto entusiasmo de un libro que sin duda contado a través de las palabras que salían de sus labios parecía mucho más interesante. Me vi tentado de animarla de que me narrase cada una de las historias que contenía el libro, tentado a pasarme las próximas horas embelesado por el timbre de su voz mientras escuchaba esas leyendas que como bien decía, tenían sus significado oculto.
Sentí como se estremecía de nuevo entre mis brazos al ver la imágenes de mi hogar, de cómo un simple truco que había utilizado en más de una ocasión tras mi marcha, para ella era tan emocionante. Podía vivir su excitación a través de su aura, que brillaba con fuerza ante el espectáculo de imágenes que se abrían solo a nuestros ojos, ajenas al resto de clientela de la taberna.
-Procedemos de lugares bien distintos y sin embargo ambos son mágicos por igual. Hogares que nos marcaron para siempre y a los que de una forma u otra acabaremos volviendo. Por mucho que uno diga que no volverá, hay un momento de nuestra vida que no empuja a regresar hasta sus raíces, de volver al lugar donde empezó todo.- contesté con su espalda apoyada todavía en mi pecho, tratando de imaginar que era lo que le impedía empezar mañana mismo con lo que deseaba con tanto ahínco.
-Cuando llegue el momento en que quiera empezar con su investigación, no dude en buscarme. Es posible que pueda ayudarle con lo que le falte para comenzar con sus estudios.- podía conseguir los materiales necesarios con bastante facilidad y me bastaría una petición suya para mover cielo y tierra para contentarla.
Sonreí complacido cuando se giró para mirarme fijamente a los ojos y agradecerme de nuevo lo que le había mostrado. Acaricié su mejilla con suavidad antes de hablar.- No es necesario que me compense esta tontería, ha sido un placer poder compartir con vos esta experiencia. Si le soy sincero jamás había sido capaz de enseñarle a ningún humano no mágico este tipo de hechizos, pero con vos me he sentido animado a hacerlo.- pero ella seguía empeñada en agradecérmelo de alguna forma y no quería parecer descortés frente a ella.- De acuerdo, si quiere compensármelo puede darme la oportunidad de vernos otro día para pasear junto a su mascota.
Sentí como se estremecía de nuevo entre mis brazos al ver la imágenes de mi hogar, de cómo un simple truco que había utilizado en más de una ocasión tras mi marcha, para ella era tan emocionante. Podía vivir su excitación a través de su aura, que brillaba con fuerza ante el espectáculo de imágenes que se abrían solo a nuestros ojos, ajenas al resto de clientela de la taberna.
-Procedemos de lugares bien distintos y sin embargo ambos son mágicos por igual. Hogares que nos marcaron para siempre y a los que de una forma u otra acabaremos volviendo. Por mucho que uno diga que no volverá, hay un momento de nuestra vida que no empuja a regresar hasta sus raíces, de volver al lugar donde empezó todo.- contesté con su espalda apoyada todavía en mi pecho, tratando de imaginar que era lo que le impedía empezar mañana mismo con lo que deseaba con tanto ahínco.
-Cuando llegue el momento en que quiera empezar con su investigación, no dude en buscarme. Es posible que pueda ayudarle con lo que le falte para comenzar con sus estudios.- podía conseguir los materiales necesarios con bastante facilidad y me bastaría una petición suya para mover cielo y tierra para contentarla.
Sonreí complacido cuando se giró para mirarme fijamente a los ojos y agradecerme de nuevo lo que le había mostrado. Acaricié su mejilla con suavidad antes de hablar.- No es necesario que me compense esta tontería, ha sido un placer poder compartir con vos esta experiencia. Si le soy sincero jamás había sido capaz de enseñarle a ningún humano no mágico este tipo de hechizos, pero con vos me he sentido animado a hacerlo.- pero ella seguía empeñada en agradecérmelo de alguna forma y no quería parecer descortés frente a ella.- De acuerdo, si quiere compensármelo puede darme la oportunidad de vernos otro día para pasear junto a su mascota.
Lev Kanin- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 15/08/2016
Localización : París
Re: Por Un Reto ~ Privado
No podía comprender cómo era que aquellas maravillosas imágenes solamente pudiéramos estar viéndolas nosotros, y tuve que contenerme muchas veces para no estirar mí mano hacia ellas y poder así tocar aquello que se presentaba ante mí. Era difícil no dejarse llevar por lo que sentía en aquellos momentos, en embaucarte por las imágenes que estaban pasando frente a mis ojos y de alguna forma no poder estirar tú mano para tocarlas, como si realmente estuvieran frente a mí y no fueran una ilusión que aquel hombre había creado solamente para que ambos pudiéramos disfrutar de ello, de ese pequeño regalo que me había dado.
Por que sí, podría parecer una tontería para cualquier otra persona, podría no significar nada pero para mí contemplar aquellas imágenes de mí hogar lo eran todo. Hogar que me fue arrebatado a una edad muy temprana, hogar en el que había disfrutado con mí familia y que se había visto truncado por el destino… uno que, de momento, no me permitía volver allí para contemplarlo de nuevo. Tenía toda la razón, procedíamos de lugares mágicos y muy diferentes, pero que igualmente ambos eran preciosos. Uno era más cálido y seco que el otro, mientras que el suyo era más frío y húmedo lleno de una vegetación de la que daban ganas de perderse. En Egipto no podrías encontrar ese tipo de bosques, y aunque París sí los tenía, los de aquel lugar parecían que eran mágicos y sacados de algún tipo de cuento.
-Yo siempre había pensado que, en algún momento de mí vida, volvería a aquella tierra que me vio nacer. Me siento muy unida a ella aunque lleve tantos años fuera de aquel lugar, y por mucho que diga que París es mí hogar, porque realmente es como mí segunda casa, mis raíces son mucho más fuertes y pueden con todo. Estaré lejos de allí, pero lo llevo en mí corazón –me encogí un poco de hombros, presa de la nostalgia que estaba sintiendo con aquello y me mordí el labio con algo más de fuerza de la habitual, hablar de Egipto conllevaba muchas cosas para mí de las que no eran fáciles, al igual que los recuerdos que acontecían cuando pensaba en aquel lugar. Le sonreí ante sus palabras de querer ayudarme, realmente se me pasaban por la mente mil y una formas de que él me enseñara aquello que siempre había deseado saber, ¿hasta cuándo podría llegar ese don que poseía? ¿Quizás podría mostrarme cómo era el antiguo Egipto? Pero para ello debían de suceder una serie de cosas, que ya estaban en marcha, y que todavía tardarían algo en llevarse a cabo- Ten por seguro que, en cuanto empiece, serás al primero al que llame si necesito de alguna ayuda. Gracias –le sonreí porque ofrecerse de aquella forma desinteresada no era algo que la gente hiciera normalmente.
Por ello fue que me incorporé y me giré para mirarlo y decirle que quería compensarlo por lo que me había mostrado, realmente no se llegaría nunca a dar cuenta de lo que había significado para mí. Egipto hacía tiempo que lo llevaba contemplando en mí mente y en mis recuerdos, de cuando era una niña, pero verlo frente a mis ojos… había sido mágico, igual que lo era él, un ser lleno de magia. No quería forzarlo tampoco a que pidiera algo para compensarle, pero era también mí forma de darle las gracias por aquello. Su mano se deslizó por mí mejilla y lo miré, no tenía miedo de que pudiera aprovecharse de la situación porque en todo aquel tiempo había tenido momentos para hacerlo, y cuando me dijo lo que quería… no pude más que echarme a reír por aquello.
-¿De verdad es eso lo que pides? -¿Aquello por un paseo conmigo y con Isis? Aceptaría gustosa y de buen grado- Eso está hecho, cuando quieras te presento a mi pastora belga, que es una monada, y nos vamos de paseo por la ciudad. Me encanta pasear con ella y el poco tiempo que tengo lo suelo dedicar a irme con ella de paseo, o a jugar a algún parque con su juguete favorito. Da por hecho, Lev, que nos iremos a pasear cuando tú quieras –le sonreí por ello, había sido fácil de cumplir.
Por que sí, podría parecer una tontería para cualquier otra persona, podría no significar nada pero para mí contemplar aquellas imágenes de mí hogar lo eran todo. Hogar que me fue arrebatado a una edad muy temprana, hogar en el que había disfrutado con mí familia y que se había visto truncado por el destino… uno que, de momento, no me permitía volver allí para contemplarlo de nuevo. Tenía toda la razón, procedíamos de lugares mágicos y muy diferentes, pero que igualmente ambos eran preciosos. Uno era más cálido y seco que el otro, mientras que el suyo era más frío y húmedo lleno de una vegetación de la que daban ganas de perderse. En Egipto no podrías encontrar ese tipo de bosques, y aunque París sí los tenía, los de aquel lugar parecían que eran mágicos y sacados de algún tipo de cuento.
-Yo siempre había pensado que, en algún momento de mí vida, volvería a aquella tierra que me vio nacer. Me siento muy unida a ella aunque lleve tantos años fuera de aquel lugar, y por mucho que diga que París es mí hogar, porque realmente es como mí segunda casa, mis raíces son mucho más fuertes y pueden con todo. Estaré lejos de allí, pero lo llevo en mí corazón –me encogí un poco de hombros, presa de la nostalgia que estaba sintiendo con aquello y me mordí el labio con algo más de fuerza de la habitual, hablar de Egipto conllevaba muchas cosas para mí de las que no eran fáciles, al igual que los recuerdos que acontecían cuando pensaba en aquel lugar. Le sonreí ante sus palabras de querer ayudarme, realmente se me pasaban por la mente mil y una formas de que él me enseñara aquello que siempre había deseado saber, ¿hasta cuándo podría llegar ese don que poseía? ¿Quizás podría mostrarme cómo era el antiguo Egipto? Pero para ello debían de suceder una serie de cosas, que ya estaban en marcha, y que todavía tardarían algo en llevarse a cabo- Ten por seguro que, en cuanto empiece, serás al primero al que llame si necesito de alguna ayuda. Gracias –le sonreí porque ofrecerse de aquella forma desinteresada no era algo que la gente hiciera normalmente.
Por ello fue que me incorporé y me giré para mirarlo y decirle que quería compensarlo por lo que me había mostrado, realmente no se llegaría nunca a dar cuenta de lo que había significado para mí. Egipto hacía tiempo que lo llevaba contemplando en mí mente y en mis recuerdos, de cuando era una niña, pero verlo frente a mis ojos… había sido mágico, igual que lo era él, un ser lleno de magia. No quería forzarlo tampoco a que pidiera algo para compensarle, pero era también mí forma de darle las gracias por aquello. Su mano se deslizó por mí mejilla y lo miré, no tenía miedo de que pudiera aprovecharse de la situación porque en todo aquel tiempo había tenido momentos para hacerlo, y cuando me dijo lo que quería… no pude más que echarme a reír por aquello.
-¿De verdad es eso lo que pides? -¿Aquello por un paseo conmigo y con Isis? Aceptaría gustosa y de buen grado- Eso está hecho, cuando quieras te presento a mi pastora belga, que es una monada, y nos vamos de paseo por la ciudad. Me encanta pasear con ella y el poco tiempo que tengo lo suelo dedicar a irme con ella de paseo, o a jugar a algún parque con su juguete favorito. Da por hecho, Lev, que nos iremos a pasear cuando tú quieras –le sonreí por ello, había sido fácil de cumplir.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
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