AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
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Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
La elegante mujer caminaba tranquilamente por las frías calles parisinas. Evitaba casualmente a los demás transeúntes aunque no les negaba alguna sonrisa de reconocimiento cuando se molestaban en saludarle. La apariencia de la alta sociedad no tenia limites. Las ansias de la media por ganarse el beneplácito de la primera tampoco. Era esto lo que impulsaba a hombres y a mujeres a saludarse cortésmente cuando en realidad ni se conocían ni les importaba. Ella seguía el juego gustosa, estaba acostumbrada a hacerlo y en realidad le confería una suerte de aire cálido, aunque falso, a su gélido humor. La falda suelta de tela estampada se agitaba a cada uno de sus pasos. Sobre sus hombros un chal tejido le resguardaba de un frío que no sentía. Sus cabellos sueltos se agitaban libres a los designios de la brisa. No tardarían en llegar las nevadas. Los chicos de las casas adineradas se divertirían lanzando proyectiles improvisados a los desprevenidos, los desposeídos morirían debido a las bajas temperaturas de la noche y la madrugada. Muchos otros, indistintamente de su estatus social, lo harían bajo sus manos.
Un carruaje pasó lentamente interrumpiendo la vista de la acera de enfrente. Ella detuvo su avance decidiendo que las tiendas del otro lado resultaban mucho más atractivas y esperando pacientemente a que el coche terminara de pasar. Escuchó entonces un cuchicheo muy bajo. Se trataba de dos voces infantiles que discutían sobre a quién le tocaba distraer y a quien hurtar la bolsilla de monedas que colgaba de su cintura. Les prestó atención, preocupada por su latente juventud y divertida por que las precoces mentes fuesen capaces de idear un plan para intentar robarle a ella. Tenía que admitir que aparentaba ser un blanco fácil. Una mujer adinerada caminando en la noche por las calles en soledad… absolutamente irresistible. El choche terminó de pasar pero ella permaneció donde estaba un par de segundos hasta que una manito pequeña, delicada y fría apretó la suya reclamando atención. Se trataba de una niña de unos 7 años, delgada hasta lo increíble, con una piel pálida y enfermiza y un rostro demacrado enmarcado en lo que podrían ser unos hermosos rizos rubios. Los ojos claros la miraban suplicante pero era evidente que no podía reprimir miradas furtivas a su compañero, quien se acercaba furtivamente por detrás de la vampira.
- ¿Podría ayudarme a cruzar? – la morena le sonrió con ternura. Ese no era el libreto que les había escuchado planear, seguramente a la pequeña se le habían olvidado las instrucciones de su hermano y en un desesperado intento por no arruinar el plan había decidido improvisar esa pobre excusa. Daphne estaba dispuesta a permitirles el hurto. Imaginaba la difícil situación que los dos pequeños debían afrontar para sobrevivir pero reconocía que si intentaba ayudarlos lo más probable fuese que huirían sin nada entre sus manos, el estomago vacio y ningún lugar donde resguardarse. Después podría buscarlos y ofrecerles algún tipo de ayuda, por ahora permitiría que se llevaran su dinero. Sin embargo, estaba tan ensimismada en la mirada angustiada de la niña que no se percató de que un “buen ciudadano” estaba observándoles. – Eh tu, mocoso ¿Qué crees que vas a hacer? – el grito les dio un susto de muerte. El chico se apresuró a tomar a su hermana de la mano y halarla rápidamente hacia el callejón más cercano. – No – murmuro Daphne al notar que aún tenía en su poder el bolso con las monedas. Desanimada observó como los chicos desaparecían rápidamente por la esquina. Esperaba que aquel hombre no intentara entablar conversación pues, aunque el pensara que le habia hecho un favor, ella deseaba, en ese instante, arrancarle la lengua y permitir que se ahogara lentamente con su propia sangre.
Última edición por Daphne Landry el Jue Ago 29, 2013 11:06 pm, editado 1 vez
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Tiare siguió a los pequeños desde la Rue de Revoli hasta las más populares calles parisienses. Se había enamorado de ellos, sus pensamientos, su miseria; no hacían más que aderezarlos en los deseos que la vampiro había desenvuelto sobre de ellos. Ella se encargaría de terminar con su miseria acercándolos a los brazos de la parca. Sí, ese era su propósito, vaciar la sangre de esos cuerpos hambrientos hasta que durmieran en el sueño eterno de la muerte y luego, se marcharía a un café a buscar a una víctima que termine por satisfacer su sed.
Tiare era una hija de los milenios, había vivido lo suficiente por lo que ella podría sobrevivir sin sangre por más de un año; sin embargo, su naturaleza asesina y malvada le impedían abstenerse de matar, era como si estuviera programada para ser el tormento de la sociedad, o al menos, de sus víctimas. Los niños con esa inocencia corrompida, con esa energía que no brotaba de su estomago vacío sino de su voluntad para vivir, se habían condenado al cruzarse con ella, con la griega.
Camuflajeada en la oscuridad pasó inadvertida a la gente, la calle donde se detuvieron la criaturas estaban casi abandonadas, a penas un par de carruajes transitaban y allí, Tiare vio a una hermosa mujer, una hermosa vampiro que en esa noche buscaba entretenerse. La hija de los milenios sondeó su mente sin limitarse a nada, violando la intimidad como lo había hecho con los pequeños. -¡Ay! Que altruista- pensó mientras veía como se acercaba su pequeña niña.
Tiare era una hija de los milenios, había vivido lo suficiente por lo que ella podría sobrevivir sin sangre por más de un año; sin embargo, su naturaleza asesina y malvada le impedían abstenerse de matar, era como si estuviera programada para ser el tormento de la sociedad, o al menos, de sus víctimas. Los niños con esa inocencia corrompida, con esa energía que no brotaba de su estomago vacío sino de su voluntad para vivir, se habían condenado al cruzarse con ella, con la griega.
Camuflajeada en la oscuridad pasó inadvertida a la gente, la calle donde se detuvieron la criaturas estaban casi abandonadas, a penas un par de carruajes transitaban y allí, Tiare vio a una hermosa mujer, una hermosa vampiro que en esa noche buscaba entretenerse. La hija de los milenios sondeó su mente sin limitarse a nada, violando la intimidad como lo había hecho con los pequeños. -¡Ay! Que altruista- pensó mientras veía como se acercaba su pequeña niña.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Margarite había observado la escena donde los niños salían huyendo, entrecerró los ojos pensando que si rompiera su código de vez en cuando podría alimentarse de pequeños como aquellos y entonces pensó en la calidad de la sangre, débil, sin recuerdos, demasiado dulce. Le escoció la lengua ante tal pensamiento y pensó que definitivamente estaba bien consumiendo lo habitual.
Margarite se encontraba al otro lado de la acera, el ambiente se percibía frío. Por alguna razón sintió que algo estaba perturbando las fuerzas de la noche, sentía curiosidad extrema por lo que se arremolinaba por ahí, sin embargo decidió que se le estaba haciendo tarde para llegar a su destino.
Margarite iba caminando un poco consternada por esa presencia que no podía terminar de descifrar, tenía a la elegante vampireza frente a ella al otro lado de la acera. Cerró sus ojos y su mente sobre la misma escena los humanos se iban esfumando entre una visión borrosa, los objetos eran removidos por su mente, los edificios, todo se iba borrando a voluntad de Margarite que podía recrear en su mente la ubicación de lo que necesitaba o quería encontrar. Sin embargo el rastreo aun no era una de sus habilidades más fuertes.
Observó a la elegante vampiro desde la otra acera, se quedó ahí parada observándola, parecía muy enfadada por algo, el hombre que espantó a los muchachitos parecía ser el contenedor de su ira. Margarite lo atribuyó a que seguramente esos dos niños serían su alimento esa noche y el hombre lo echó a perder.
Margarite se encogió de hombros y siguió avanzando, tenía que cruzar así que caminó hasta la esquina y ando suavemente, en algún momento del trayecto sabía que iba a toparse con la vampireza de tono elegante.
Entonces el disturbio en el ambiente se hizo más latente. Margarite avanzó inquieta por descubrir qué era, por lo general y en su opinión, siempre solía encontrar gente de lo más interesante cuando se acercaba a esos lugares y tenía esa sensación que le recordaba tener un corazón vivo dentro del cascarón humano que ya era.
Entonces lo vio. Mejor dicho "la" vio, tan clara como a ella misma o a la elegante vampira que iba por la calle. Margarite activo su bloqueo mental que en definitivamente era una de sus defensas más altas y a veces la preferida.
Avanzó un poco más y se recargó en la pared expectante por saber cómo seguiría desarrollándose todo entre ellas.
Margarite se encontraba al otro lado de la acera, el ambiente se percibía frío. Por alguna razón sintió que algo estaba perturbando las fuerzas de la noche, sentía curiosidad extrema por lo que se arremolinaba por ahí, sin embargo decidió que se le estaba haciendo tarde para llegar a su destino.
Margarite iba caminando un poco consternada por esa presencia que no podía terminar de descifrar, tenía a la elegante vampireza frente a ella al otro lado de la acera. Cerró sus ojos y su mente sobre la misma escena los humanos se iban esfumando entre una visión borrosa, los objetos eran removidos por su mente, los edificios, todo se iba borrando a voluntad de Margarite que podía recrear en su mente la ubicación de lo que necesitaba o quería encontrar. Sin embargo el rastreo aun no era una de sus habilidades más fuertes.
Observó a la elegante vampiro desde la otra acera, se quedó ahí parada observándola, parecía muy enfadada por algo, el hombre que espantó a los muchachitos parecía ser el contenedor de su ira. Margarite lo atribuyó a que seguramente esos dos niños serían su alimento esa noche y el hombre lo echó a perder.
Margarite se encogió de hombros y siguió avanzando, tenía que cruzar así que caminó hasta la esquina y ando suavemente, en algún momento del trayecto sabía que iba a toparse con la vampireza de tono elegante.
Entonces el disturbio en el ambiente se hizo más latente. Margarite avanzó inquieta por descubrir qué era, por lo general y en su opinión, siempre solía encontrar gente de lo más interesante cuando se acercaba a esos lugares y tenía esa sensación que le recordaba tener un corazón vivo dentro del cascarón humano que ya era.
Entonces lo vio. Mejor dicho "la" vio, tan clara como a ella misma o a la elegante vampira que iba por la calle. Margarite activo su bloqueo mental que en definitivamente era una de sus defensas más altas y a veces la preferida.
Avanzó un poco más y se recargó en la pared expectante por saber cómo seguiría desarrollándose todo entre ellas.
Margarite Renard- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Todo se fue al carajo, un galante hombre había intervenido. Tiare no se irritó pese a ver a sus pequeños presas huir, pues fácilmente les daría alcance. Dispuesta a seguirles dio media vuelta para rodear la manzana y enfrentar a los miserables infantes antes de que decidieran resguardarse en algún lugar muy concurrido. Mas algo la detuvo, los pensamientos encontrados de la vampiro le atrajeron, sondeó la mente del hombre que se acercaba a la inmortal, ideas dirigidas al cortejo pues creía haberse ganado un trofeo al librar del hurto a aquella mujer que como ángel lo atraía, el hombre quería reclamar su recompensa acostándose con la vampiro.
La vampiro estaba irritada, Tiare no necesitaba leer los pensamientos para saberlo y pese a ello no tenía intenciones de matarle por su intromisión, algo que Tiare no haría. Si a ella alguien se entrometía simplemente lo mataba. Fue entonces que se agazapó entre las sombras y se descubrió a la luz de los faros. Los ojos de ambas bebedoras de sangre se cruzaron; Tiare caminaba detrás del hombre que al darse cuenta del juego de miradas decidió voltear a donde Tiare. La hija de los milenios no espero a que él formalizara su sonrisa, en una velocidad que él no pudo visualizar Tiare llegó a él y lo tomó del cuello haciendo que mirara hacía la vampiro. Con una mano ele cubrió la boca aprisionando los sonidos y con la otra liberó el cuello para destrozar el hombro izquierdo con sus poderosas manos lisas. El grito de dolor se ahogó en las manos de Tiare que sonreía a la vampiro con astucia. Liberó su mano y con su poder mental aplicó un intenso dolor en las piernas evitando que intentara escapar. —¿Por qué si lo deseas no lo haces?— susurró la hija de los milenios, entonces golpeó al hombre en la espalda obligándole a hincarse frente a quien salvara del hurto y como en ruegos le pedía intervención, como si realmente pudiera ayudarle en esos momentos. Tiare liberó la boca y con una patada a la pantorrilla destrozó los huesos, él al sentir el dolor abrió la boca para emitir su desesperado grito, pero éste nunca se dio; la hija de los milenios le arrancó la lengua y al mismo momento su capacidad de habla.
Tiare soltó una risilla mientras cogía al hombre del pelo y lo obligaba a mirar los ojos de la bella morena, la luz de los ojos del caballero se apagaban entre cada segundo que la sangre se adentraba a su cuerpo hasta el borde de ahogarse en su propio elixir vital. El cuerpo convulsionó unos instantes y después se apagó totalmente, allí quedó el desdichado, sin lengua, con la pierna izquierda y el hombro derecho totalmente destrozados y además, una hemorragia interna provocada por la mente de Tiare. —¿Qué sucede acaso esto no es lo que deseabas? dijo y lo arrojó a la piel de su igual. Fue entonces que Tiare la descubrió, una bebedora de sangre más en el lugar que las observaba justo como Tiare lo había hecho con anterioridad. La hija de los milenios se sintió acosada y quiso sondear la mente de la intrusa mas no pudo, tenía un bloqueo mental que ella no podía superar pese a su antigüedad. —¿Por qué no te nos unes?— sugirió la griega en un tono de interés y apenas audible al mortal común pero que le llegaría a ella claro y conciso.
**Lo siento por contestar enseguida, de hecho iba a editar mi post porque no estaba completo. Prometo ya respetar el orden que se establezca.
La vampiro estaba irritada, Tiare no necesitaba leer los pensamientos para saberlo y pese a ello no tenía intenciones de matarle por su intromisión, algo que Tiare no haría. Si a ella alguien se entrometía simplemente lo mataba. Fue entonces que se agazapó entre las sombras y se descubrió a la luz de los faros. Los ojos de ambas bebedoras de sangre se cruzaron; Tiare caminaba detrás del hombre que al darse cuenta del juego de miradas decidió voltear a donde Tiare. La hija de los milenios no espero a que él formalizara su sonrisa, en una velocidad que él no pudo visualizar Tiare llegó a él y lo tomó del cuello haciendo que mirara hacía la vampiro. Con una mano ele cubrió la boca aprisionando los sonidos y con la otra liberó el cuello para destrozar el hombro izquierdo con sus poderosas manos lisas. El grito de dolor se ahogó en las manos de Tiare que sonreía a la vampiro con astucia. Liberó su mano y con su poder mental aplicó un intenso dolor en las piernas evitando que intentara escapar. —¿Por qué si lo deseas no lo haces?— susurró la hija de los milenios, entonces golpeó al hombre en la espalda obligándole a hincarse frente a quien salvara del hurto y como en ruegos le pedía intervención, como si realmente pudiera ayudarle en esos momentos. Tiare liberó la boca y con una patada a la pantorrilla destrozó los huesos, él al sentir el dolor abrió la boca para emitir su desesperado grito, pero éste nunca se dio; la hija de los milenios le arrancó la lengua y al mismo momento su capacidad de habla.
Tiare soltó una risilla mientras cogía al hombre del pelo y lo obligaba a mirar los ojos de la bella morena, la luz de los ojos del caballero se apagaban entre cada segundo que la sangre se adentraba a su cuerpo hasta el borde de ahogarse en su propio elixir vital. El cuerpo convulsionó unos instantes y después se apagó totalmente, allí quedó el desdichado, sin lengua, con la pierna izquierda y el hombro derecho totalmente destrozados y además, una hemorragia interna provocada por la mente de Tiare. —¿Qué sucede acaso esto no es lo que deseabas? dijo y lo arrojó a la piel de su igual. Fue entonces que Tiare la descubrió, una bebedora de sangre más en el lugar que las observaba justo como Tiare lo había hecho con anterioridad. La hija de los milenios se sintió acosada y quiso sondear la mente de la intrusa mas no pudo, tenía un bloqueo mental que ella no podía superar pese a su antigüedad. —¿Por qué no te nos unes?— sugirió la griega en un tono de interés y apenas audible al mortal común pero que le llegaría a ella claro y conciso.
**Lo siento por contestar enseguida, de hecho iba a editar mi post porque no estaba completo. Prometo ya respetar el orden que se establezca.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2013
Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Daphne permanecía de pie, inmóvil y con los puños cerrados mientras escuchaba los pasos del hombre aproximándose, convencido, muy seguramente, de que obtendría algún tipo de recompensa por su “heroica” acción. Por supuesto que tendría una recompensa, eso ella no lo dudaba. Si tan solo se hubiese contentado con alejarse su historia sería diferente, pero él mismo se había encargado de labrar su destino, su muy, muy corto destino. La vampiresa giró para enfrentar al hombre y fue entonces cuando observo como otra inmortal caminaba tras él. Se trataba de un ser muy antiguo, como pocos se había cruzado en el tiempo en que había caminado en su oscura existencia. Ella, claro está, no podría ser considerada como una neófita, pero la edad que aparentaba tener aquella que se acercaba dejaba en ridículo sus años de experiencia.
A pesar de esto permaneció quieta, observando la escena y un tanto intrigada por saber que era lo que la otra inmortal deseaba. Y no tardo mucho en enterarse. Aquel pobre infeliz fue sorprendido, profundamente lastimado, humillado y finalmente asesinado. La morena se puso en guardia segundos antes de que el hombre expirara su último aliento, no por la poca delicada muerte que había sufrido a manos de la rubia, sino por el último movimiento realizado por esta. No era difícil concluir que la inmortal podía leer los pensamientos y que, no hacía mucho, se había metido en su cabeza. Permaneció impávida un segundo analizando la situación. Luego simplemente suspiro – Hago muchas cosas que no quiero y algunas que sí deseo sencillamente las dejo pasar – contestó en tono neutro señalando el cadáver que yacía en una posición poco natural tirado en el suelo. El olor de la sangre inundaba sus fosas nasales mientras gran cantidad del vital liquido salía de la boca del desdichado y formaba un charco alrededor de su cabeza – Digamos que soy más compleja que solo un animal de instintos – esta vez las palabras iban cargadas sutilmente con mordacidad.
Se encontraba dispuesta a añadir algo más pero se vio forzada a seguir la ruta de la mirada de la rubia encontrándose, a su vez, con otra inmortal que observaba la escena desde el resguardo de las sombra, solo que esta poseía el encanto de una niña que necesitara consuelo. Las apariencias engañaban sin embargo, pues pudo concluir que se trataba de otra hija de los milenios. Con un mínimo esfuerzo de su parte alejó a los niños, y su frustración por no haberles podido ayudar, de su mente. Necesitaba estar serena y en pleno control para enfrentar lo que parecía ser una tertulia no planeada. Mientras escuchaba la invitación de la rubia observó en derredor tratando de identificar alguna nueva amenaza. No encontró nada ni a nadie. Incluso los humanos parecían haber desaparecido momentáneamente de la calle en la que se encontraban, algo inusitadamente conveniente si tenían en cuenta que a sus pies había un cadáver fresco y muy mal trecho. La pregunta era ¿Cuánto tiempo tenían antes de que el flujo normal de transeúntes se reactivara?
– ¿Soy la única a quien le extraña esta insospechada reunión? – preguntó en voz alta aunque parecía que hablase más para sí misma que para las otras dos inmortales – Anda, acércate, dentro de algunos minutos será la hora de ponernos nuestros pijamas y contras aterradoras historias de humanos – bromeó haciendo una señal a la vampiresa para que se aproximara. Sentía una enorme curiosidad por comprender que ocurría y al mismo tiempo una ínfima cantidad de aprehensión mientras calculaba rápidamente los peligros reales que conllevaba el encuentro si llegaba a tornarse beligerante – Entonces ¿puedo saber cuál es la razón por la cual esta humilde servidora atrajo la atención de tan… afable compañía? – enarcó una de sus cejas con las últimas dos palabras mientras lanzaba a la rubia una mirada irónica pero manteniéndose atenta a los movimientos de la otra recién llegada.
- Off:
- No hay problema Tiare. Supongo que lo más lógico es que posteemos en el siguiente orden: Margarite, Tiare, Daphne a menos de que tengáis otra propuesta claro esta
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Margarite les observaba con el mismo inexpresivo rostro con el que observó todos los movimientos, tras escuchar a ambas, midió el terreno, observó el lugar y se acercó acortando la distancia mientras iba mirando el rojo de la sangre de aquél desgraciado cubrir el piso, su andar era relajado y pausado, rodeó el área manchada evitando que sus ropas se mancharan y apenas frunció los labios observándolo. Le pateó la cabeza al muerto tras haberlo observado morir, ahora era latente el aroma de su excremento liberado tras la muerte. Lo más normal y natural con esos frágiles seres.
- Nada mal, casi me ha hecho recordar los juegos romanos. – miró a la rubia aun sin expresión en el rostro, levantó la ceja observando su rasgos, quizá Margarite estaba un poco paranoica pero sus rasgos le recordaban a gente bastante antigua con la que alguna vez tuvo relación. La mayoría de ellos sin un presente continúo.
Margarite escuchó las palabras de la morena y se encogió de hombros, para ella no era inusual encontrar gente como ella en las calles. Para Margarite eso era lo esperado, lo conveniente y lo deseado por ella, que su raza dominara y azotara las calles de París para alimentarse y divertirse era lo más lógico para ella.
Ladeó su cabeza dejando que sus cabellos se mecieran con el viento frió y frunció el ceño un poco, cuando la morena utilizó la palabra "pijama" Ligia no pudo comprender la referencia, estaba segura de haber exprimido casi todo el vocabulario que pudo extraer de la difunta para asumir ese papel, sin embargo, eso era una palabra nueva, quizá de algún otro idioma que desconocía. Para el caso Margarite no había entendido la referencia y simplemente lo dejó pasar.
Margarite no intervino demasiado en su charla, era conocida por ser una persona de pocas palabras, justo en ese momento un hombre pasó y amablemente se quitó el sobrero ante ellas, Margarite se inclinó y le saludó como si nada sucediera.
La manipulación de la memoria sobre los humanos es algo asombroso… ellos podrían pasar por ahí mil veces sin embargo, siempre verán lo mismo, tres mujeres hablando y ningún cadáver. Sin embargo Margarite no estaba dispuesta a pasar la noche junto a un difunto mortal que apestaba a eses.
Margarite escuchó la pregunta que la morena le lanzaba a la rubia y levantó las cejas algo extrañada. ¿Acaso había un motivo meritorio existente y tangible que pudiera enmarcar o definir el momento en el que los inmortales se cruzaban o que pudiera simplemente explicar por qué esto sucedía?
Margarite creía firmemente en el destino, en que las coincidencias no eran coincidencias sino momentos que el hado había tejido desde tiempos inmemoriales.
Margarite guardó silencio observándolas con sumo interés aunque el interés de la aparente dulce puella era variable y cambiaba con muchísima frecuencia de objeto. La última pregunta la hizo la morena le hizo acariciar su cabello y pasarlo del lado izquierdo al lado derecho.
- En primer lugar me gusta el espectáculo de la sangre. – dijo Margarite mordiendo su labio superior solo por un momento, y luego agregó. – En segundo y último lugar me gusta conocer a todos los inmortales que caminan sobre la misma región que yo. – dijo y ladeo su cabeza ligeramente.
No pensaba pasar toda la noche cambiando los recuerdos de la gente que pasaba por ahí para evitarse los problemas y el encuentro había pasado de su clímax a su parecer, o al menos así era muchas veces para Margarite en cuanto la sangre había sido derramada por fin. Miró a la morena y a la rubia y les cedió la palabra cordial y serena como era ella.
- Nada mal, casi me ha hecho recordar los juegos romanos. – miró a la rubia aun sin expresión en el rostro, levantó la ceja observando su rasgos, quizá Margarite estaba un poco paranoica pero sus rasgos le recordaban a gente bastante antigua con la que alguna vez tuvo relación. La mayoría de ellos sin un presente continúo.
Margarite escuchó las palabras de la morena y se encogió de hombros, para ella no era inusual encontrar gente como ella en las calles. Para Margarite eso era lo esperado, lo conveniente y lo deseado por ella, que su raza dominara y azotara las calles de París para alimentarse y divertirse era lo más lógico para ella.
Ladeó su cabeza dejando que sus cabellos se mecieran con el viento frió y frunció el ceño un poco, cuando la morena utilizó la palabra "pijama" Ligia no pudo comprender la referencia, estaba segura de haber exprimido casi todo el vocabulario que pudo extraer de la difunta para asumir ese papel, sin embargo, eso era una palabra nueva, quizá de algún otro idioma que desconocía. Para el caso Margarite no había entendido la referencia y simplemente lo dejó pasar.
Margarite no intervino demasiado en su charla, era conocida por ser una persona de pocas palabras, justo en ese momento un hombre pasó y amablemente se quitó el sobrero ante ellas, Margarite se inclinó y le saludó como si nada sucediera.
La manipulación de la memoria sobre los humanos es algo asombroso… ellos podrían pasar por ahí mil veces sin embargo, siempre verán lo mismo, tres mujeres hablando y ningún cadáver. Sin embargo Margarite no estaba dispuesta a pasar la noche junto a un difunto mortal que apestaba a eses.
Margarite escuchó la pregunta que la morena le lanzaba a la rubia y levantó las cejas algo extrañada. ¿Acaso había un motivo meritorio existente y tangible que pudiera enmarcar o definir el momento en el que los inmortales se cruzaban o que pudiera simplemente explicar por qué esto sucedía?
Margarite creía firmemente en el destino, en que las coincidencias no eran coincidencias sino momentos que el hado había tejido desde tiempos inmemoriales.
Margarite guardó silencio observándolas con sumo interés aunque el interés de la aparente dulce puella era variable y cambiaba con muchísima frecuencia de objeto. La última pregunta la hizo la morena le hizo acariciar su cabello y pasarlo del lado izquierdo al lado derecho.
- En primer lugar me gusta el espectáculo de la sangre. – dijo Margarite mordiendo su labio superior solo por un momento, y luego agregó. – En segundo y último lugar me gusta conocer a todos los inmortales que caminan sobre la misma región que yo. – dijo y ladeo su cabeza ligeramente.
No pensaba pasar toda la noche cambiando los recuerdos de la gente que pasaba por ahí para evitarse los problemas y el encuentro había pasado de su clímax a su parecer, o al menos así era muchas veces para Margarite en cuanto la sangre había sido derramada por fin. Miró a la morena y a la rubia y les cedió la palabra cordial y serena como era ella.
Margarite Renard- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Tiare se echó a reír moderando su perversa locura, como lo haría una doncella, las palabras de la morena le habían causado cierta gracia. —¡Ay mi niña!— dijo al tiempo en el que daba dos pasos, acortando la distancia. A pesar de que en apariencia la morena respondiera a un cuerpo más maduro, ella misma era consciente de que Tiare era una vampiro vieja y cómo lo pudo percatar por su pensamiento tan vieja que no se atrevía a hacer un calculo. Las facciones de Tiare seguían siendo atractivas, pero era evidente que en pocos siglos la apariencia de muñeca de porcelana se convertiría en una aterradora admiración, de diosa a los ojos del mortal se convertiría en un monstruo, mas para eso faltaba tiempo y ella no pretendía pensar en el futuro no era de las que se lamentaban y lloraban por una incertidumbre. —¿De verdad te sientes el centro de atracción?, por favor pequeña nuestro encuentro fue motivado por aquellas criaturas a las que con tu altruismo pensabas alimentar su miserable vida delictiva— volvió a reír sacando un pañuelo del saco que complementaba su largo vestido a una pieza color rojo quemado con varias enaguas pomposas.
De pronto algo distrajo a Tiare, o más bien alguien. Era aquella otra vampiro que se les había unido después de que había destruido a aquel desdichado hombre, aquella hija de la noche que con su bloqueo mental no permitía que Tiare violara esa privacidad, aquella que por un instante causó irritación a la hija de los milenios. No cabía lugar a dudas de que se traba una hija de los milenios pues usaba sus poderes sobre los humanos que comenzaban a transitar las calles y que hacían caso omiso a ellas y al mismo cadáver. Tiare reconocía que era fuerte, pocos inmortales podían manipular la mente de una persona a distancia, muchos se veían obligados a hacer contacto físico mas ella no. Entonces a la mente de Tiare le llegaron imágenes de Arleken, el actual conde de Escocia que había conseguido manipular la mente de sus vástagas creando recuerdos permanentes, aquel control la había impresionado; sin embargo, él tenía que tocarlas.
—Soy Tiare— dijo a ambas inmortales, pues su curiosidad sobre de ellas se había incrementado y sentía la necesidad de convertir a una de ellas en su amante y la otra le revelará su potencial para que así pudiera manipularla a su antojo. Haber dejado ir a aquellos niños le había generado una gran conveniencia a Tiare y hasta ese momento se había dado cuenta de que tanto. La cuestión era si ellas accederían o se negarían sin sutileza provocando la ira de la explosiva y demente Tiare que destruía a todo vampiro que le fuera para ella una amenaza.
De pronto algo distrajo a Tiare, o más bien alguien. Era aquella otra vampiro que se les había unido después de que había destruido a aquel desdichado hombre, aquella hija de la noche que con su bloqueo mental no permitía que Tiare violara esa privacidad, aquella que por un instante causó irritación a la hija de los milenios. No cabía lugar a dudas de que se traba una hija de los milenios pues usaba sus poderes sobre los humanos que comenzaban a transitar las calles y que hacían caso omiso a ellas y al mismo cadáver. Tiare reconocía que era fuerte, pocos inmortales podían manipular la mente de una persona a distancia, muchos se veían obligados a hacer contacto físico mas ella no. Entonces a la mente de Tiare le llegaron imágenes de Arleken, el actual conde de Escocia que había conseguido manipular la mente de sus vástagas creando recuerdos permanentes, aquel control la había impresionado; sin embargo, él tenía que tocarlas.
—Soy Tiare— dijo a ambas inmortales, pues su curiosidad sobre de ellas se había incrementado y sentía la necesidad de convertir a una de ellas en su amante y la otra le revelará su potencial para que así pudiera manipularla a su antojo. Haber dejado ir a aquellos niños le había generado una gran conveniencia a Tiare y hasta ese momento se había dado cuenta de que tanto. La cuestión era si ellas accederían o se negarían sin sutileza provocando la ira de la explosiva y demente Tiare que destruía a todo vampiro que le fuera para ella una amenaza.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2013
Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
– Siempre he sido el centro de atención, por algo te tomaste la molestia de acabar con este pobre desdichado y además hacerlo de la manera en que yo misma había planeado, en vez de perseguir a tu “presa” – refutó Daphne a la rubia con un tono entre neutro y materno, como si estuviese tratando de explicarle algo a un niño. Por lo general le molestaba que se refirieran a ella como “pequeña”, pero considero que, para este caso específico, en realidad el apelativo aplicaba – Demonios, ¿tienen idea de hace cuanto tiempo no era la más joven de la reunión? Cerca a ustedes dos me siento como una adolescente en una reunión de ancianas – comentó mientras la rubia reía. La respuesta era mucho tiempo medido, por supuesto, por su propia escala. Se obligó a sí misma a no pensar en los niños. Era un tema detonante para su genio y un ataque de ira era lo último que necesitaba. Si decidían atacarla no sería mucho lo que pudiese hacer para defenderse y, definitivamente, no era esa la noche en que deseaba terminar con su larga vida preternatural.
Daphne observó con detenimiento como se acercaba la vampira con rostro angelical, sin embargo no pudo sacar nada en claro ni cuando se aproximó al cuerpo sin vida, ni cuando se refirió a la rubia. Tampoco hizo alusión a su sarcástico comentario lo cual era de esperar, aunque no pasó desapercibido el hecho de que frunciera el ceño. Su silencio resultaba incómodo e inquietante para la morena. No iba a presionarle para que hablara, al menos no por ahora, primero tenía que cerciorase de cuál era su papel en aquel pequeño aquelarre.
Los sonidos de pasos acercándose le hicieron desprender su atención de la vampira de cabellos castaños. Esperaba un grito, maldiciones, carreras. En su lugar solo obtuvo un cordial saludo por parte del caballero antes de que siguiese su camino sin más. – Al parecer tenemos una interesante reunión de dones aquí – comentó sin esperar que ninguna de las otras dos contestaran. Siempre le había parecido curioso que los inmortales, siendo todos en teoría las mismas criaturas, fuesen tan diferentes entre sí ¿Qué era lo que propendía porque uno pudiese leer la mente y otro manipular las de los demás? ¿Estaba tal vez relacionado con alguna habilidad poseída durante su vida como humanos? Si así fuese con ella se había cometido un grave error en la repartición de poderes y, lamentablemente, no había nadie con quien pudiese quejarse por semejante equivocación. Volviendo a la escena, la expresión de la rubia cambio ligeramente y ella misma se sintió curiosa por el alcance del poder de la recién llegada. ¿Qué otras sorpresas ocultaba esa mascara de inocencia?
La respuesta a su pregunta por parte de la nueva vampiresa resultó un misterio para Daphne - ¿y que ganas con eso querida? Personalmente lo considero una pérdida de tiempo, además ¿Cómo lo logras? ¿Te pasas tu tiempo acechando en las callejuelas y antros esperando a que poco a poco hagan su aparición? Como ya sabrás no todos merecen ser conocidos, aunque admito que algunos pueden resultar muy interesantes – le contestó preguntándose la verdadera razón para que alguien aparentemente tan poderoso destinara su tiempo y energía a tal búsqueda. Para la primera parte de la pregunta sobraban las palabras. Por supuesto que le gustaba el espectáculo de la sangre de otra manera muy seguramente no hubiese alcanzado la edad que Daphne presumía tenia.
– Daphne – contestó inclinando ligeramente la cabeza a la rubia en reconocimiento a la cortesía de haberse presentado. Esperaba que la otra tuviese la misma deferencia aunque algunos inmortales eran sumamente reservados, y teniendo en cuenta lo parca de palabras que había sido la “joven” hasta el momento, no se hacía muchas ilusiones. También era cierto que solían cambiar sus nombres a través de los tiempos. Ella misma lo había hecho un par de veces por un corto periodo descubriendo, al final, que no podía acomodarse a que se refirieran a ella con un nombre extraño. El punto era que un nombre podría significar mucho, tal como un parte de buena fe y confianza para con un extraño, como podría no significar absolutamente nada.
El flujo de transeúntes aumentaba y disminuía mientras ellas hablaban pero ninguno se detuvo a mirar el cadáver – No sé ustedes, pero a mi delicada nariz le esta incomodando el repugnante efluvio de la bolsa de carne – y diciendo esto se empezó a alejar de la escena con paso decidido. Sus tacones resonaban suavemente sobre los adoquines y el elegante faldón se mecía delicadamente al compás de sus movimientos. Solo algunos pasos después se detuvo y les miró por sobre el hombro - ¿Vienen o es que lo prefieren a él por compañía? – de alguna manera la madurez que había alcanzado en su vida mortal le había servido en su vida preternatural. Muchas cosas habían cambiado con el paso de los siglos pero ese impulso innato de controlar las situaciones y de comportarse como lo haría una Madre era una constante en su personalidad. Incluso sabiendo que lo aplicaba a dos seres que fácilmente podrían superar su edad por varios miles de años.
Daphne observó con detenimiento como se acercaba la vampira con rostro angelical, sin embargo no pudo sacar nada en claro ni cuando se aproximó al cuerpo sin vida, ni cuando se refirió a la rubia. Tampoco hizo alusión a su sarcástico comentario lo cual era de esperar, aunque no pasó desapercibido el hecho de que frunciera el ceño. Su silencio resultaba incómodo e inquietante para la morena. No iba a presionarle para que hablara, al menos no por ahora, primero tenía que cerciorase de cuál era su papel en aquel pequeño aquelarre.
Los sonidos de pasos acercándose le hicieron desprender su atención de la vampira de cabellos castaños. Esperaba un grito, maldiciones, carreras. En su lugar solo obtuvo un cordial saludo por parte del caballero antes de que siguiese su camino sin más. – Al parecer tenemos una interesante reunión de dones aquí – comentó sin esperar que ninguna de las otras dos contestaran. Siempre le había parecido curioso que los inmortales, siendo todos en teoría las mismas criaturas, fuesen tan diferentes entre sí ¿Qué era lo que propendía porque uno pudiese leer la mente y otro manipular las de los demás? ¿Estaba tal vez relacionado con alguna habilidad poseída durante su vida como humanos? Si así fuese con ella se había cometido un grave error en la repartición de poderes y, lamentablemente, no había nadie con quien pudiese quejarse por semejante equivocación. Volviendo a la escena, la expresión de la rubia cambio ligeramente y ella misma se sintió curiosa por el alcance del poder de la recién llegada. ¿Qué otras sorpresas ocultaba esa mascara de inocencia?
La respuesta a su pregunta por parte de la nueva vampiresa resultó un misterio para Daphne - ¿y que ganas con eso querida? Personalmente lo considero una pérdida de tiempo, además ¿Cómo lo logras? ¿Te pasas tu tiempo acechando en las callejuelas y antros esperando a que poco a poco hagan su aparición? Como ya sabrás no todos merecen ser conocidos, aunque admito que algunos pueden resultar muy interesantes – le contestó preguntándose la verdadera razón para que alguien aparentemente tan poderoso destinara su tiempo y energía a tal búsqueda. Para la primera parte de la pregunta sobraban las palabras. Por supuesto que le gustaba el espectáculo de la sangre de otra manera muy seguramente no hubiese alcanzado la edad que Daphne presumía tenia.
– Daphne – contestó inclinando ligeramente la cabeza a la rubia en reconocimiento a la cortesía de haberse presentado. Esperaba que la otra tuviese la misma deferencia aunque algunos inmortales eran sumamente reservados, y teniendo en cuenta lo parca de palabras que había sido la “joven” hasta el momento, no se hacía muchas ilusiones. También era cierto que solían cambiar sus nombres a través de los tiempos. Ella misma lo había hecho un par de veces por un corto periodo descubriendo, al final, que no podía acomodarse a que se refirieran a ella con un nombre extraño. El punto era que un nombre podría significar mucho, tal como un parte de buena fe y confianza para con un extraño, como podría no significar absolutamente nada.
El flujo de transeúntes aumentaba y disminuía mientras ellas hablaban pero ninguno se detuvo a mirar el cadáver – No sé ustedes, pero a mi delicada nariz le esta incomodando el repugnante efluvio de la bolsa de carne – y diciendo esto se empezó a alejar de la escena con paso decidido. Sus tacones resonaban suavemente sobre los adoquines y el elegante faldón se mecía delicadamente al compás de sus movimientos. Solo algunos pasos después se detuvo y les miró por sobre el hombro - ¿Vienen o es que lo prefieren a él por compañía? – de alguna manera la madurez que había alcanzado en su vida mortal le había servido en su vida preternatural. Muchas cosas habían cambiado con el paso de los siglos pero ese impulso innato de controlar las situaciones y de comportarse como lo haría una Madre era una constante en su personalidad. Incluso sabiendo que lo aplicaba a dos seres que fácilmente podrían superar su edad por varios miles de años.
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Estaba concentrada en lo suyo movida por la curiosidad que el hado le había reservado a tal conjunto, había movilizado sus fuerzas y mandado una cantidad a una reserva sellada. Estaba midiendo, observando, aprendiendo de cada movimiento de manos, de sus gestos, de sus tonos disimuladamente estaba absorbiendo la información que ella necesitaba para sus propios fines. Entonces la risa de Tiare más el acto de sacar el pañuelo la desconcentraron un poco. Si bien podía lograrlo gracias a la carga azarosa de su propia herencia de sangre no había practicado con la disciplina que Severus demandaba, sin Severus su potencial había disminuido y no había vuelto a subir.
- Maldito Severus. – pensaba pues la presencia de Tiare se lo recordaba un poco. Estaba divagando sobre eso cuando escuchó el diáfano comentario de Daphne refiriéndose a sí misma como el centro de atención. Eso a Margarite no le molestaba, simplemente sabía que había gente que disfrutaba de eso más que otros. Y la razón que Daphne aludió al responder fue contundente. Margarite levantó sus cejas pensando en las dos posibilidades, Tiare dejando en paz ese momento y yendo tras los pequeños o segundo Tiare en la situación actual. La morena tenía un punto a su favor por la lógica misma de la cuestión en la que ya se encontraban.
El hecho de que las llamara ancianas no inmutó a Margarite, al contrario dentro de la sangre empezar a envejecer era un logro, toda una proeza que no muchos alcanzaban y a lo sumo se veía por algunos como una cuestión de respeto. Margarite tenía la extraña tendencia de respetar a todo aquél que fuera llevado a la sangre, sin embargo, los que habían llegado primero gozaban de un lugar un tanto diferente. La vampiro de facciones inocentes y ojos esmeralda volteó buscando en la mirada de Tiare alguna reacción sobre el comentario.
El comentario sobre los dones la hizo pensar que quizá hacía mucho tiempo no estaba con su creador, porque de tener la edad que la vampiresa de ojos esmeralda le calculaba a la morena, ella debía estar más preparada para esas contingencias.
Había conseguido algo de tiempo y si bien lo hacía era porque su curiosidad innata la llevaba a hacerlo. No sabía con qué se topaba y las presencias de la noche le atraían demasiado.
- Margarite. – dijo presentándose ante Tiare puesto que Daphne había echado a andar para cuándo lo dijo. Un grito se escuchó, la gente espantada comenzaba a arremolinarse a cierta distancia. – Encantada. – dijo con una media sonrisa en los labios. – Me fue imposible seguir con lo que hacía, es demasiado para un día. – La gente se concentraba cada vez más y más gritando y espantados atribuían que algún animal salvaje lo había hecho.
La morena se había alejado antes que la ojiverde tirara su concentración mental y les había invitado a unirse, prácticamente esta era la respuesta de Margarite a su invitación.
- ¡¡Apártense Madmoiselles, esto se ve muy mal!! – dijo un hombre acercándose para apartarles del lugar, al parecer entre los rumores de la gente se dijo que media prefectura de policía venía en camino y esto solo significaba una cosa, había que moverse. La gente tiene un lado morboso cuando se trata de sangre, no pueden soportar verla y tampoco pueden soportar no verla. La concentración de almas crecía, la conmoción, el barullo. No faltó la mujer histérica que se echó a llorar al contemplar la escena contagiando al resto, el ruido hacía que la gente se asomara por las ventanas horrorizada. En cierto grado ella disfrutó mucho de la escena y ver como el apoteósico caos iba apoderándose de la calle entera.
Margarite echó a andar en dirección opuesta a la morena y a la rubia alejándose de ese lugar, no tenía interés alguno en seguir la juerga con ellas dos por ese momento, las palabras de Daphne le habían abochornado y puesto de muy mal humor, dígase de paso. Por otro lado estaba cansada y debía recuperar fuerzas lo antes posible.
Caminó hasta que no se le vio más entre la gente pero no había podido evitar torcer un poco la sonrisa al ver lo que habían provocado, - quizá ella en menor medida,- y ya estaba hecho.
- Maldito Severus. – pensaba pues la presencia de Tiare se lo recordaba un poco. Estaba divagando sobre eso cuando escuchó el diáfano comentario de Daphne refiriéndose a sí misma como el centro de atención. Eso a Margarite no le molestaba, simplemente sabía que había gente que disfrutaba de eso más que otros. Y la razón que Daphne aludió al responder fue contundente. Margarite levantó sus cejas pensando en las dos posibilidades, Tiare dejando en paz ese momento y yendo tras los pequeños o segundo Tiare en la situación actual. La morena tenía un punto a su favor por la lógica misma de la cuestión en la que ya se encontraban.
El hecho de que las llamara ancianas no inmutó a Margarite, al contrario dentro de la sangre empezar a envejecer era un logro, toda una proeza que no muchos alcanzaban y a lo sumo se veía por algunos como una cuestión de respeto. Margarite tenía la extraña tendencia de respetar a todo aquél que fuera llevado a la sangre, sin embargo, los que habían llegado primero gozaban de un lugar un tanto diferente. La vampiro de facciones inocentes y ojos esmeralda volteó buscando en la mirada de Tiare alguna reacción sobre el comentario.
El comentario sobre los dones la hizo pensar que quizá hacía mucho tiempo no estaba con su creador, porque de tener la edad que la vampiresa de ojos esmeralda le calculaba a la morena, ella debía estar más preparada para esas contingencias.
Había conseguido algo de tiempo y si bien lo hacía era porque su curiosidad innata la llevaba a hacerlo. No sabía con qué se topaba y las presencias de la noche le atraían demasiado.
- Margarite. – dijo presentándose ante Tiare puesto que Daphne había echado a andar para cuándo lo dijo. Un grito se escuchó, la gente espantada comenzaba a arremolinarse a cierta distancia. – Encantada. – dijo con una media sonrisa en los labios. – Me fue imposible seguir con lo que hacía, es demasiado para un día. – La gente se concentraba cada vez más y más gritando y espantados atribuían que algún animal salvaje lo había hecho.
La morena se había alejado antes que la ojiverde tirara su concentración mental y les había invitado a unirse, prácticamente esta era la respuesta de Margarite a su invitación.
- ¡¡Apártense Madmoiselles, esto se ve muy mal!! – dijo un hombre acercándose para apartarles del lugar, al parecer entre los rumores de la gente se dijo que media prefectura de policía venía en camino y esto solo significaba una cosa, había que moverse. La gente tiene un lado morboso cuando se trata de sangre, no pueden soportar verla y tampoco pueden soportar no verla. La concentración de almas crecía, la conmoción, el barullo. No faltó la mujer histérica que se echó a llorar al contemplar la escena contagiando al resto, el ruido hacía que la gente se asomara por las ventanas horrorizada. En cierto grado ella disfrutó mucho de la escena y ver como el apoteósico caos iba apoderándose de la calle entera.
Margarite echó a andar en dirección opuesta a la morena y a la rubia alejándose de ese lugar, no tenía interés alguno en seguir la juerga con ellas dos por ese momento, las palabras de Daphne le habían abochornado y puesto de muy mal humor, dígase de paso. Por otro lado estaba cansada y debía recuperar fuerzas lo antes posible.
Caminó hasta que no se le vio más entre la gente pero no había podido evitar torcer un poco la sonrisa al ver lo que habían provocado, - quizá ella en menor medida,- y ya estaba hecho.
Margarite Renard- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Salvo la risa, Tiare no manifestó nada más. Escuchó los comentarios y los nombres, nunca los había escuchado pero ya había pensado en un juego. Entonces, Margarite liberó las mentes de la gente que ya se percató de aquella muerte. Daphe se había alejado para ese momento y Margarite le siguió. Tiare esperó unos momentos y como si fuera invisible a los ojos mortales caminó entre ellos hasta salir del tumulto, del otro lado a donde se encontraban las atractivas inmortales. Tiare dio media vuelta y se alejo con un sólo propósito... encontrar a los niños.
Cinco minutos después....
Lorette y François eran los nombres de los niños que habían planeado el robo a Daphe y que ahora formarían parte del juego de Tiare, –¿Decías que qué gano con ello?– pensó recordando el comentario de la morena, pronto se lo mostraría. Los encontró en un callejón bien iluminado, Tiare se acercó como si de un ángel se tratara, como Margarite, ella también poseía la manipulación de la memoria por lo que violó la mente de ambas criaturas y les implantó una idea.
—¿Mamá?— dijo la pequeña en sollozos, arrebatada de una euforia por creer que ella era su amada madre que había muerto hacía un par de meses a raíz de la miseria. Tiare se agachó y le extendió las manos y la chiquilla corrió a los brazos, si embargo, el niño recelo por un breve instante, Tiare lo miró con ternura convenciéndolo, luego, también él fue ya la abrazo. —Mon petite Lorette et petite François— les dijo Tiare justo como lo hubiera hecho su verdadera madre y los beso en la frente. —Vengan hijos míos—continuó tomándolos de las manos y comenzaron a caminar.
Diez minutos después, en alguna parte de las calles parisienses
Tiare visualizó a Daphne sola, ella mantuvo su paso con los dos pequeños totalmente felices, la manipulación de Tiare sobre ellos parecía haber curado ese sufrimiento en el que vivieron, la hija de los milenios había modificado tanto las memorias que de hecho les había hecho olvidar el hambre que tenían. La morena la vio. Tiare le correspondió la mirada con una sonrisa maliciosa. Cuando llegó hasta ella, los niños que la llamaban mamá se escondieron detrás de su vestido. —Saluden a la señorita niños— dijo con una voz tan tierna que las almas de los niños se sintieron acariciadas. —Buenas noches señorita— dijeron ambos al unísono.
—¿Dijiste que qué ganaba con ello?— preguntó a la bella morena. —No todos los bebedores de sangre aprecian otras compañías, decir que es interesante conocer a un igual es una imprudencia como la de estos pequeños que quisieron robar. Mademoiselle Daphne, usted dijo que no todos los inmortales merecen conocerse e insiste en ser el centro de atención... pues bien, yo represento a esos hijos de los milenios que son mejor no conocer, yo le enseñaré como he logrado sobrevivir a los milenios que he visto pasar, cómo es que me entre tengo— la perversa sonrisa de Tiare se reveló ante la inmortal.
La hija de los milenios empujó leve a los niños hacía adelante y puso sus manos sobre sus cabezas, de pronto, el pequeño comenzó a llorar desesperadamente, sus ojos vidriosos miraban a Daphne, la niña en cambio se mantenía en un estado ausente. —¡AYUDEME!— chilló el niño hacía Daphne totalmente aterrado y con una voz a penas audible entre su descontrolado llanto.; Tiare había exhibido en la mente del pequeño el peligro que corría en ese momento, había revelado la naturaleza de aquella mujer que hasta hacía pocos minutos llamó mamá y comprendía que moriría tanto él como su hermana si nadie lo ayudaba. —Pero acaso no trataste de robarle... ¿cómo osas pedirle ayuda?— reprendió y apretó su dura mano sobre la cabeza frágil, el niño llevó sus manos a su cabeza gritando a causa del dolor provocado de Tiare, la vampiro lo arrojó al frente, a mitad del camino entre Tiare y Daphne.
La niña comenzó a soltar unas cuantas lágrimas, su hermano volteó hacía Tiare que lo miraba con indiferencia. —Hermana, ven vámonos ella no es nuestra mamá— le dijo más la niña no lo acompañó, ella estaba totalmente convencida que Tiare sí era su madre. La hija de los milenios se hincó para estar a la altura de su juguete, –Él no es tu hermano...— le susurró mientras en la mente infantil construía todo un escenario, –aquella mujer...– continuó señalando a la morena, —lo mató— y al terminar, Tiare disparó el escenario que hubo hecho con su manipulación de la memoria. "La niña había distraído a Daphne y François triunfó consiguiendo la bolsa, mas la morena reaccionó y sacando un cañón mató a François a sangre fría" eso fue lo que la griega creó y la imagen verdadera de su hermano consiguió difuminarla. —¡ASESINA!— le gritó la niña y se puso a llorar, aprovechando esa enforica tristeza Tiare desgarró parte de la yugular de la niña y la sangre comenzaba a abandonar su cuerpo. —Ve tras ella— ordenó Tiare e impulsada por una ira corrió hasta donde Daphne y con sus delgadas y casi esqueléticas manos la golpeó en el vientre, lloraba y el sangrado la debilitaba hasta que se desvaneció en los brazos de la morena.
Cinco minutos después....
Lorette y François eran los nombres de los niños que habían planeado el robo a Daphe y que ahora formarían parte del juego de Tiare, –¿Decías que qué gano con ello?– pensó recordando el comentario de la morena, pronto se lo mostraría. Los encontró en un callejón bien iluminado, Tiare se acercó como si de un ángel se tratara, como Margarite, ella también poseía la manipulación de la memoria por lo que violó la mente de ambas criaturas y les implantó una idea.
—¿Mamá?— dijo la pequeña en sollozos, arrebatada de una euforia por creer que ella era su amada madre que había muerto hacía un par de meses a raíz de la miseria. Tiare se agachó y le extendió las manos y la chiquilla corrió a los brazos, si embargo, el niño recelo por un breve instante, Tiare lo miró con ternura convenciéndolo, luego, también él fue ya la abrazo. —Mon petite Lorette et petite François— les dijo Tiare justo como lo hubiera hecho su verdadera madre y los beso en la frente. —Vengan hijos míos—continuó tomándolos de las manos y comenzaron a caminar.
Diez minutos después, en alguna parte de las calles parisienses
Tiare visualizó a Daphne sola, ella mantuvo su paso con los dos pequeños totalmente felices, la manipulación de Tiare sobre ellos parecía haber curado ese sufrimiento en el que vivieron, la hija de los milenios había modificado tanto las memorias que de hecho les había hecho olvidar el hambre que tenían. La morena la vio. Tiare le correspondió la mirada con una sonrisa maliciosa. Cuando llegó hasta ella, los niños que la llamaban mamá se escondieron detrás de su vestido. —Saluden a la señorita niños— dijo con una voz tan tierna que las almas de los niños se sintieron acariciadas. —Buenas noches señorita— dijeron ambos al unísono.
—¿Dijiste que qué ganaba con ello?— preguntó a la bella morena. —No todos los bebedores de sangre aprecian otras compañías, decir que es interesante conocer a un igual es una imprudencia como la de estos pequeños que quisieron robar. Mademoiselle Daphne, usted dijo que no todos los inmortales merecen conocerse e insiste en ser el centro de atención... pues bien, yo represento a esos hijos de los milenios que son mejor no conocer, yo le enseñaré como he logrado sobrevivir a los milenios que he visto pasar, cómo es que me entre tengo— la perversa sonrisa de Tiare se reveló ante la inmortal.
La hija de los milenios empujó leve a los niños hacía adelante y puso sus manos sobre sus cabezas, de pronto, el pequeño comenzó a llorar desesperadamente, sus ojos vidriosos miraban a Daphne, la niña en cambio se mantenía en un estado ausente. —¡AYUDEME!— chilló el niño hacía Daphne totalmente aterrado y con una voz a penas audible entre su descontrolado llanto.; Tiare había exhibido en la mente del pequeño el peligro que corría en ese momento, había revelado la naturaleza de aquella mujer que hasta hacía pocos minutos llamó mamá y comprendía que moriría tanto él como su hermana si nadie lo ayudaba. —Pero acaso no trataste de robarle... ¿cómo osas pedirle ayuda?— reprendió y apretó su dura mano sobre la cabeza frágil, el niño llevó sus manos a su cabeza gritando a causa del dolor provocado de Tiare, la vampiro lo arrojó al frente, a mitad del camino entre Tiare y Daphne.
La niña comenzó a soltar unas cuantas lágrimas, su hermano volteó hacía Tiare que lo miraba con indiferencia. —Hermana, ven vámonos ella no es nuestra mamá— le dijo más la niña no lo acompañó, ella estaba totalmente convencida que Tiare sí era su madre. La hija de los milenios se hincó para estar a la altura de su juguete, –Él no es tu hermano...— le susurró mientras en la mente infantil construía todo un escenario, –aquella mujer...– continuó señalando a la morena, —lo mató— y al terminar, Tiare disparó el escenario que hubo hecho con su manipulación de la memoria. "La niña había distraído a Daphne y François triunfó consiguiendo la bolsa, mas la morena reaccionó y sacando un cañón mató a François a sangre fría" eso fue lo que la griega creó y la imagen verdadera de su hermano consiguió difuminarla. —¡ASESINA!— le gritó la niña y se puso a llorar, aprovechando esa enforica tristeza Tiare desgarró parte de la yugular de la niña y la sangre comenzaba a abandonar su cuerpo. —Ve tras ella— ordenó Tiare e impulsada por una ira corrió hasta donde Daphne y con sus delgadas y casi esqueléticas manos la golpeó en el vientre, lloraba y el sangrado la debilitaba hasta que se desvaneció en los brazos de la morena.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/02/2013
Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
No podía decir que se sintiera decepcionada al notar como ninguna de las dos vampiresas le seguía. Cada cual era libre de tomar su camino sin embargo si le resultaba perturbador el desconocer la motivación de tal encuentro si no pretendía continuar con el mismo. Podía escuchar los gritos de los parisinos que observaban el brutal y macabro espectáculo dejado a sus espaldas. Seguramente el incidente daría de que hablar durante semanas y tendría a la policía y toda clase de detectives privados en busca del asesino como sabuesos tras un hueso. No tendría éxito, por supuesto, y la única posibilidad de que se acercaran siquiera un poco a la naturaleza del autor de tal crimen radicaba en que alguno de los involucrados en la investigación conociere a su especie, más exactamente que se tratase de un inquisidor o un cazador. No era esto algo que tuviese que preocuparle, ya se había topado con tales fanáticos en el pasado y tenía una idea de lo que significaría. Algunos, los más jóvenes e inexpertos, eran un bocado fácil, otros no tanto. El truco estaba en conocerlos antes de darles a oportunidad de acercarse para así tener la posibilidad de elegir sabiamente si pelear o huir.
Lamentaba que la última vampiresa en unirse a tan “carismático” grupo no le hubiese contestado su pregunta. En verdad se sentía curiosa de la razón por la cual se empeñaba en conocer a todos los inmortales presentes en un sitio específico. Dudaba que fuese un comportamiento compulsivo, estaba segura de que había una meta establecida y deseaba saber cual era. Tal vez en el futuro pudiesen reencontrarse, tal vez ella le buscase. Se encogió de hombros y continuó caminando, con un ritmo lento y despreocupado, alejándose siempre del tumulto a sus espaldas. Pensó entonces en la otra vampiresa. Le parecía casi imposible que tanto brío sobreviviera a pesar de los innumerables años que le calculaba. Al parecer poseía un temperamento fuerte e iracundo junto con una temeridad e insolencia que rayaban en lo absurdo, una combinación para nada favorable aunque, al parecer, a ella le iba a la perfección.
Caminaba sin un rumbo fijo, solo observando a los casi inexistentes transeúntes y recordando algunas de sus andanzas cuando escucho tras de sí una serie de pasos. Por un segundo pensó en ignorarles pero el hecho de dos de las pisadas fuesen rápidas y leves generó un mal presentimiento. Girándose lentamente se encontró con la mirada de la rubia quien traía, de cada una de sus manos, a los niños que habían intentado robarle. Sintió como la ira la invadía. Chasqueo los dientes y miró con furia a la hija de los milenos. ¿Qué demonios pretendía? Una pregunta absurda para un juego que, sin proponérselo, ella había iniciado.
Los ojos de Daphne se abrieron ligeramente al escuchar como los niños llamaban “mamá” a la vampiresa y como después le obedecían saludándola cortésmente. Maldita fuera. Las manos de la morena se cerraron con fuerza mientras sus dientes chirriaban. Escuchó a la rubia en silencio mientras su mente volaba en busca de una solución que le permitiera salvar la vida de los pequeños sin arriesgar su propio pescuezo. No era tan tonta como para creer que tenía la más mínima posibilidad de vencer a aquella inmortal, debía serenarse y no permitir que sus sentimientos nublaran su razón. Algo mucho más fácil de decir que de hacer pero se debía al menos el intentarlo.
– ¡NO! – se reprendió a sí misma no bien la palabra abandono su boca. Sabía que eso solo alentaría a la otra a continuar con su plan pero no pudo contenerse al ver como apretaba el cráneo del chico y a este suplicándole ayuda. Tan solo un segundo después el chico cayó al suelo, arrojado como un costal a la fría calle. El primer impulso de la morena fue apresurarse a auxiliarlo pero esta vez sí consiguió controlarse. Permaneció parada inmóvil, observando los movimientos de la rubia mientras esta manipulaba la mente de la pequeña una vez más. Daphne cerró los ojos sintiéndose impotente cuando la niña grito su parte del insólito libreto. Olio la sangre antes de verla y entonces aquel cuerpecito tierno y débil corrió hacia ella, manando sangre por una herida mortal y llorando pensando que cargaba contra la asesina de su querido hermano. Daphne la sostuvo solo un poco antes de que la niña se desvaneciera. No había nada que pudiese hacer por ella, solo había algo que podría salvarla y se negaba a condenar a tan dulce criatura a tal existencia.
Abandonó el cuerpo y, moviéndose tan veloz como podía, se interpuso entre el niño y la rubia. – No me impresiona la fuerza desmedida e irracional contra quien no lo merece - manifestó con los dientes apretados y un tono duro pero bajo. – Aunque tiene usted razón el algo de lo que dijo: a algunos inmortales es mejor ni conocerlos – la miró de arriba abajo despectivamente antes de cruzarse de brazos, relajando un poco la posición defensiva que había adquirido pero manteniéndose alerta a las acciones de la otra – Tiene toda mi atención ahora ¿Qué es lo que desea? – le preguntó seriamente ignorando los sollozos del niño que se arrastraba penosamente por el suelo hasta donde reposaba el cuerpo de su hermana menor. El corazón de Daphne se encogió empáticamente ante su dolor pero ahora mismo le era imposible hacer algo para reconfortarle.
Lamentaba que la última vampiresa en unirse a tan “carismático” grupo no le hubiese contestado su pregunta. En verdad se sentía curiosa de la razón por la cual se empeñaba en conocer a todos los inmortales presentes en un sitio específico. Dudaba que fuese un comportamiento compulsivo, estaba segura de que había una meta establecida y deseaba saber cual era. Tal vez en el futuro pudiesen reencontrarse, tal vez ella le buscase. Se encogió de hombros y continuó caminando, con un ritmo lento y despreocupado, alejándose siempre del tumulto a sus espaldas. Pensó entonces en la otra vampiresa. Le parecía casi imposible que tanto brío sobreviviera a pesar de los innumerables años que le calculaba. Al parecer poseía un temperamento fuerte e iracundo junto con una temeridad e insolencia que rayaban en lo absurdo, una combinación para nada favorable aunque, al parecer, a ella le iba a la perfección.
Caminaba sin un rumbo fijo, solo observando a los casi inexistentes transeúntes y recordando algunas de sus andanzas cuando escucho tras de sí una serie de pasos. Por un segundo pensó en ignorarles pero el hecho de dos de las pisadas fuesen rápidas y leves generó un mal presentimiento. Girándose lentamente se encontró con la mirada de la rubia quien traía, de cada una de sus manos, a los niños que habían intentado robarle. Sintió como la ira la invadía. Chasqueo los dientes y miró con furia a la hija de los milenos. ¿Qué demonios pretendía? Una pregunta absurda para un juego que, sin proponérselo, ella había iniciado.
Los ojos de Daphne se abrieron ligeramente al escuchar como los niños llamaban “mamá” a la vampiresa y como después le obedecían saludándola cortésmente. Maldita fuera. Las manos de la morena se cerraron con fuerza mientras sus dientes chirriaban. Escuchó a la rubia en silencio mientras su mente volaba en busca de una solución que le permitiera salvar la vida de los pequeños sin arriesgar su propio pescuezo. No era tan tonta como para creer que tenía la más mínima posibilidad de vencer a aquella inmortal, debía serenarse y no permitir que sus sentimientos nublaran su razón. Algo mucho más fácil de decir que de hacer pero se debía al menos el intentarlo.
– ¡NO! – se reprendió a sí misma no bien la palabra abandono su boca. Sabía que eso solo alentaría a la otra a continuar con su plan pero no pudo contenerse al ver como apretaba el cráneo del chico y a este suplicándole ayuda. Tan solo un segundo después el chico cayó al suelo, arrojado como un costal a la fría calle. El primer impulso de la morena fue apresurarse a auxiliarlo pero esta vez sí consiguió controlarse. Permaneció parada inmóvil, observando los movimientos de la rubia mientras esta manipulaba la mente de la pequeña una vez más. Daphne cerró los ojos sintiéndose impotente cuando la niña grito su parte del insólito libreto. Olio la sangre antes de verla y entonces aquel cuerpecito tierno y débil corrió hacia ella, manando sangre por una herida mortal y llorando pensando que cargaba contra la asesina de su querido hermano. Daphne la sostuvo solo un poco antes de que la niña se desvaneciera. No había nada que pudiese hacer por ella, solo había algo que podría salvarla y se negaba a condenar a tan dulce criatura a tal existencia.
Abandonó el cuerpo y, moviéndose tan veloz como podía, se interpuso entre el niño y la rubia. – No me impresiona la fuerza desmedida e irracional contra quien no lo merece - manifestó con los dientes apretados y un tono duro pero bajo. – Aunque tiene usted razón el algo de lo que dijo: a algunos inmortales es mejor ni conocerlos – la miró de arriba abajo despectivamente antes de cruzarse de brazos, relajando un poco la posición defensiva que había adquirido pero manteniéndose alerta a las acciones de la otra – Tiene toda mi atención ahora ¿Qué es lo que desea? – le preguntó seriamente ignorando los sollozos del niño que se arrastraba penosamente por el suelo hasta donde reposaba el cuerpo de su hermana menor. El corazón de Daphne se encogió empáticamente ante su dolor pero ahora mismo le era imposible hacer algo para reconfortarle.
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
—¿Qué que es lo que quiero?— dijo con una voz infantil al tiempo en el que llevaba su dedo corazón a la boca en un gesto tierno, era como si no hubiera ocurrido nada, daba una imagen de quien no tiene la maldad de hacer lo que acababa de hacer, como si tuviera otra personalidad. Pero luego, casi inmediatamente su expresión se oscureció. —Lo primero que deseo es matar a ese miserable que se esconde como un perro, hacer que se desangre justo como lo hizo su repugnante hermana— Tiare ladeó un poco la cabeza como si quisiera hacer contacto con el pequeño François, pero en realidad quería ver si Daphne la seguía con los ojos.
La hija de los milenios dio un par de pasos al frente de forma amenazante, Daphne se mantenía resistente, imperiosa, segura de lo que estaba haciendo. —Decías que eres el centro de atención... lo segundo que quiero es darte una lección pequeña, voy a torturarte hasta que comprendas que esos vampiros que no debes de conocer matan a los suyos, que si no eres inteligente te harán arder como lo hacen con los neófitos. Y quien sabe... tal vez termines agradeciéndomelo— se encogió de hombros y llevó ambas manos al bello rostro de la morena, —envidio la belleza de tu rostro y te mataría por ser más bella que yo, pero también podría mantenerte conmigo como un objeto en su museo— las manos como la piedra oprimieron el rostro ligeramente —ahora hazte un lado— dijo y tomándola del brazo la arrojó con su descomunal fuerza a una pared, el niño quiso echarse a correr pero ella con su velocidad sobrenatural le dio alcance y sujetándolo de la cabeza se giró para ver las expresiones del rostro de la para Tiare, joven vampiro.
—Primera lección pequeña... nunca te pongas con un vampiro que es abrumadoramente más fuerte que tu, es mejor que hagas lo que piden si quieres sobrevivir... por ejemplo...— se detuvo y se agachó para besar el aterrado rostro de François, —Daphne... mátalo de la forma que te plazca— volvió a hacer una pausa y con su poderosa mano destrozó el hombre izquierdo del pequeño que esta vez chilló por dolor y no por frustración o pánico a la hija de los milenios; —mátalo u observa como destruyo su cuerpo, como lo desgarro y amputo... te doy la oportunidad de ser piadoso o algo mejor dale el don oscuro— ordenó y lo arrojó a los pies de Daphne, esperando con paciencia.
La hija de los milenios dio un par de pasos al frente de forma amenazante, Daphne se mantenía resistente, imperiosa, segura de lo que estaba haciendo. —Decías que eres el centro de atención... lo segundo que quiero es darte una lección pequeña, voy a torturarte hasta que comprendas que esos vampiros que no debes de conocer matan a los suyos, que si no eres inteligente te harán arder como lo hacen con los neófitos. Y quien sabe... tal vez termines agradeciéndomelo— se encogió de hombros y llevó ambas manos al bello rostro de la morena, —envidio la belleza de tu rostro y te mataría por ser más bella que yo, pero también podría mantenerte conmigo como un objeto en su museo— las manos como la piedra oprimieron el rostro ligeramente —ahora hazte un lado— dijo y tomándola del brazo la arrojó con su descomunal fuerza a una pared, el niño quiso echarse a correr pero ella con su velocidad sobrenatural le dio alcance y sujetándolo de la cabeza se giró para ver las expresiones del rostro de la para Tiare, joven vampiro.
—Primera lección pequeña... nunca te pongas con un vampiro que es abrumadoramente más fuerte que tu, es mejor que hagas lo que piden si quieres sobrevivir... por ejemplo...— se detuvo y se agachó para besar el aterrado rostro de François, —Daphne... mátalo de la forma que te plazca— volvió a hacer una pausa y con su poderosa mano destrozó el hombre izquierdo del pequeño que esta vez chilló por dolor y no por frustración o pánico a la hija de los milenios; —mátalo u observa como destruyo su cuerpo, como lo desgarro y amputo... te doy la oportunidad de ser piadoso o algo mejor dale el don oscuro— ordenó y lo arrojó a los pies de Daphne, esperando con paciencia.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Daphne permaneció inmóvil, estableciendo una barrera física con su propio cuerpo entre la vampiresa rubia y el chico que continuaba sollozando, tanto por el dolor que sentía como por la pérdida de su querida hermanita, cuyo cuerpo desgonzado permanecía algunos metros más allá. En ese momento le pareció sumamente curiosa la manera como, sin importar si se trata de humanos o inmortales, se tratan de justificar los comportamientos que se creen correctos dependiendo del punto de vista. Para ella ahora resultaba despreciable el abandono y la sevicia de la rubia para con aquellas tiernas criaturitas, sin embargo no le importaba en lo más mínimo utilizar técnicas más crueles y dolorosas para con algunas de sus víctimas de mayor edad. ¿Deberían importarle todos? ¿Transformarse en uno de esos bebedores de sangre que no soportan el peso de la conciencia de arrebatar una vida humana? o tal vez fuese lo contrario ¿Abandonarse a la crueldad desmedida e indiscriminada… sin sentido ni objeto, sin trofeo ni gloria? Desconocía cuál sería la respuesta basada en la lógica, sin embargo estaba muy segura de su decisión desde lo emocional. El mundo funcionaba en base a sutiles equilibrios, algunos de los cuales escapaban incluso de lo que debieran ser mentes afiladas por el paso del tiempo.
La actitud de la rubia cambiaba de manera tan abrupta que en realidad no ameritaba una conjetura. El paso de cruel a inocente y a cruel nuevamente. Una mente que parecía estar trastornada pero que en realidad lo que pretendía era crear confusión. Daphne frunció el ceño al escucharle referirse al niño semi-oculto tras ella. Observó como Tiare intentaba mirarle pero ella no despegó los ojos del pálido y femenino rostro. Pobre pequeñín, suponiendo que sobreviviera le esperaba una vida traumada. En el mejor de los casos crecería para convertirse en un ser taimado y vengativo, en el peor la ira y la sed de venganza lo llevaría a unirse a una de las odiosas facciones de fanáticos anti cualquier cosa que no pudiesen entender.
El cuerpo de Daphne reacciono instintivamente al ver a la otra aproximarse. Sus músculos se tensaron, sus manos se encorvaron en forma de garras y de su boca surgió un siseo amenazante que, por supuesto, no conseguiría el efecto intimidante que se proponía. Todo su ser gemía por lanzarse contra el objetivo pero no había sobrevivido seis siglos para terminar en una pila funeraria elaborada a partir de la estupidez de un acto impulsivo. Escuchó en silencio, transmitiendo su furia e impotencia por medio de su mirada hasta que la otra le tocó el rostro. Sacudió la cabeza intentado apartarse del contacto pero sus esfuerzos fueron infructuosos – No se con que patética criatura me has confundido pero estas equivocada si crees que de mis labios saldrá agradecimiento alguno – siseó pero no manifestó nada con respecto a la comparación con un objeto de exposición. Se disponía a apresarle las muñecas cuando la otra la apartó del camino lanzándola contra uno de los muros de la calle. El golpe resonó por el lugar y la morena sintió el dolor físico como no lo sentido desde hacia centurias. La piel y musculo de su brazo izquierdo cediendo y aplastándose y el hueso astillándose en varios fragmentos. El choque y el dolor la desestabilizaron momentáneamente y requirió de un segundo para poder colocarse nuevamente en pie.
No le extrañó ver que el pobre chico estuviese nuevamente en manos de su verdugo. Mientras la otra hablaba, dándole unas instrucciones que si bien conocía no se sentía capacitada para seguir, su cuerpo pretenatural empezaba el proceso de curación. Entonces la mano aparentemente delicada se cerró sobre el expuesto hombro del pequeño, aplastándolo por completo. La piel sanaría, los huesos soldarían, el dolor que sentía la vampira desaparecería relativamente rápido, pero la furia que ardía en su interior no podría ser sofocada tan fácilmente. Ella era la causante de tal desastre, un momento de irónica vanidad había desencadenado en el tormento de un alma que no lo merecía. La otra no cedería, eso era evidente, pero ella tampoco permitiría que el cuerpo fuese vilmente mutilado solo para proporcionarle a Tiare la satisfacción de torturarle. Una trasformación no era una opción. Alguien tan pequeño no debería ser atraído a los brazos de la muerte y la oscuridad perpetua.
La morena apartó su propio cuerpo del muro en el cual buscaba algo de apoyo, y se inclinó sobre el débil y maltrecho François. Con delicadeza levantó el cuerpo, descansando el peso del mismo en el brazo que tenia intacto. – No soy propensa a obedecer a la estupidez, sin embargo he de admitir que, sin importar la diferencia en las épocas que he transitado, siempre veo la fuerza bruta termina imponiéndose – rezongó mirando a la rubia con renovada aversión – una lamentable realidad de la cual nadie debería enorgullecerse – con sus palabras daba a entender que, aunque no le gustara, era consciente de las pocas posibilidades de salir airosa del encuentro.
A pesar de que se sentía débil debido a su herida, y la sangre y energía que su cuerpo estaba utilizando para su acelerada sanación, decidió hacer un último intento desesperado. Concentrándose focalizó su voluntad en levantar dos ilusiones diferentes: una destinada a bloquear y proteger la mente del pequeño en sus brazos, de manera que pudiese escapar del que fuese su cruel destino; y la otra hacia Tiare, una simulación de la escena completa con la cual pretendía que la hija de los milenios continuara viendo su figura y la François, al menos por algunos segundos, aunque ellos ya no estuviesen allí. Entonces se desplazó con el niño en brazos por la oscura calle, haciendo acopio de la fuerza que le quedaba y moviéndose tan rápido como su naturaleza sobrenatural lo permitía. Ignoraba si el artilugio funcionaría pero era un riesgo que estaba dispuesta a enfrentar.
La actitud de la rubia cambiaba de manera tan abrupta que en realidad no ameritaba una conjetura. El paso de cruel a inocente y a cruel nuevamente. Una mente que parecía estar trastornada pero que en realidad lo que pretendía era crear confusión. Daphne frunció el ceño al escucharle referirse al niño semi-oculto tras ella. Observó como Tiare intentaba mirarle pero ella no despegó los ojos del pálido y femenino rostro. Pobre pequeñín, suponiendo que sobreviviera le esperaba una vida traumada. En el mejor de los casos crecería para convertirse en un ser taimado y vengativo, en el peor la ira y la sed de venganza lo llevaría a unirse a una de las odiosas facciones de fanáticos anti cualquier cosa que no pudiesen entender.
El cuerpo de Daphne reacciono instintivamente al ver a la otra aproximarse. Sus músculos se tensaron, sus manos se encorvaron en forma de garras y de su boca surgió un siseo amenazante que, por supuesto, no conseguiría el efecto intimidante que se proponía. Todo su ser gemía por lanzarse contra el objetivo pero no había sobrevivido seis siglos para terminar en una pila funeraria elaborada a partir de la estupidez de un acto impulsivo. Escuchó en silencio, transmitiendo su furia e impotencia por medio de su mirada hasta que la otra le tocó el rostro. Sacudió la cabeza intentado apartarse del contacto pero sus esfuerzos fueron infructuosos – No se con que patética criatura me has confundido pero estas equivocada si crees que de mis labios saldrá agradecimiento alguno – siseó pero no manifestó nada con respecto a la comparación con un objeto de exposición. Se disponía a apresarle las muñecas cuando la otra la apartó del camino lanzándola contra uno de los muros de la calle. El golpe resonó por el lugar y la morena sintió el dolor físico como no lo sentido desde hacia centurias. La piel y musculo de su brazo izquierdo cediendo y aplastándose y el hueso astillándose en varios fragmentos. El choque y el dolor la desestabilizaron momentáneamente y requirió de un segundo para poder colocarse nuevamente en pie.
No le extrañó ver que el pobre chico estuviese nuevamente en manos de su verdugo. Mientras la otra hablaba, dándole unas instrucciones que si bien conocía no se sentía capacitada para seguir, su cuerpo pretenatural empezaba el proceso de curación. Entonces la mano aparentemente delicada se cerró sobre el expuesto hombro del pequeño, aplastándolo por completo. La piel sanaría, los huesos soldarían, el dolor que sentía la vampira desaparecería relativamente rápido, pero la furia que ardía en su interior no podría ser sofocada tan fácilmente. Ella era la causante de tal desastre, un momento de irónica vanidad había desencadenado en el tormento de un alma que no lo merecía. La otra no cedería, eso era evidente, pero ella tampoco permitiría que el cuerpo fuese vilmente mutilado solo para proporcionarle a Tiare la satisfacción de torturarle. Una trasformación no era una opción. Alguien tan pequeño no debería ser atraído a los brazos de la muerte y la oscuridad perpetua.
La morena apartó su propio cuerpo del muro en el cual buscaba algo de apoyo, y se inclinó sobre el débil y maltrecho François. Con delicadeza levantó el cuerpo, descansando el peso del mismo en el brazo que tenia intacto. – No soy propensa a obedecer a la estupidez, sin embargo he de admitir que, sin importar la diferencia en las épocas que he transitado, siempre veo la fuerza bruta termina imponiéndose – rezongó mirando a la rubia con renovada aversión – una lamentable realidad de la cual nadie debería enorgullecerse – con sus palabras daba a entender que, aunque no le gustara, era consciente de las pocas posibilidades de salir airosa del encuentro.
A pesar de que se sentía débil debido a su herida, y la sangre y energía que su cuerpo estaba utilizando para su acelerada sanación, decidió hacer un último intento desesperado. Concentrándose focalizó su voluntad en levantar dos ilusiones diferentes: una destinada a bloquear y proteger la mente del pequeño en sus brazos, de manera que pudiese escapar del que fuese su cruel destino; y la otra hacia Tiare, una simulación de la escena completa con la cual pretendía que la hija de los milenios continuara viendo su figura y la François, al menos por algunos segundos, aunque ellos ya no estuviesen allí. Entonces se desplazó con el niño en brazos por la oscura calle, haciendo acopio de la fuerza que le quedaba y moviéndose tan rápido como su naturaleza sobrenatural lo permitía. Ignoraba si el artilugio funcionaría pero era un riesgo que estaba dispuesta a enfrentar.
- Off:
- ¡Gracias por tu voto! Me alegró el día
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
—¡Oh, querida! La verdadera locura no es otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca— dijo despotamente pero completamente segura de que era así, después de todo ella era más vieja que Daphne y conocía más el mundo, no solamente viajando sino también en algo más complejo llamado tiempo. —Pero mucha razón tienes al afirmar que la fuerza se impone al débil así como la astucia a la inocencia— y antes de que diera un paso ocurrió algo que simplemente la cofundió.
Primero fue como una distorsión, como si viera a Daphne y François a través de un agua cristalina y alguien posara un dedo sobre ésta atentando su equilibrio. Daphne seguía ahí con François pero en él ya no había dolor y en ella existía un vacio. Era una ilusión, no podía ser otra cosa, escuchó unos pasos alejándose a una velocidad que no pertenecía a un mortal y al expandir su capacidad de captar los pensamientos escuchó con claridad la incertidumbre de la morena y el maldito niño. La ilusión perdía fuerza hasta que se desplomó frente a Tiare que totalmente irritada corrió a donde creyó que Daphne se dirigía.
Dejó de captar pensamientos algunos entonces se elevó de un salto a un edificio y saltando en otra dirección comenzó a captar el pensamiento de François. Aceleró su ritmo saltando imprudentemente sin importarle si algún mortal la veía o sí un inmortal lo hacía. Estaba concentrada sólo en algo... encontrar a François y Daphne.
Cuando al fin los vio dio un último salto cayendo frente a Daphne lo que la obligó a detenerse. La mano de la hija de los milenios tomó el hombro sanado de la morena y sin reparar en la fuerza descabrajó los huesos haciendo que soltara al niño que intentó huir. Tiare lo sujetó de los cabellos y de un golpe hizo que Daphne volara a un callejón. Furiosa la siguió arrastrando al niño que chillaba sin parar. Estando frente a Daphne cogió a François de un brazo y lo expuso a la morena que se había arriesgado a escaparse y que tan sólo despertó la ira de la rubia. No demoró y dislocó el brazo libre, luego destrozó sus costillas y lo dejó caer, el pequeño quiso arrastrarse pero Tiare piso con maldad la pierna derecha rompiéndole los huesos de la espinilla, luego lo pateeo hacía ella.
—Míralo ahora, de no ser por ti no sufriría... ¿tan difícil era matarlo... tan difícil era renunciar a tu ego y entregarte a mí... acaso no querías salvarlos? Te di la oportunidad de matar al bastardo de una manera sutil pero no lo quisiste hacer, ahora velo morir de dolor o mátalo que no te dejaré ir hasta que lo hagas... antes de que intentes proyectar una ilusión torturaré tu cuerpo con mi mente, si quieres sobrevivir a vampiros como yo tendrás que obedecerles— recriminó y comenzó a torturar el cuerpo del pequeño por medio de su mente, François gritaba y Tiare se enfurecía más, si Daphne no lo mataba o lo convertía la rubia la torturaría hasta que le suplicara matarla, ya no estaba interesada en la belleza, en desearla como compañía, tan sólo quería que se hiciera su voluntad.
Primero fue como una distorsión, como si viera a Daphne y François a través de un agua cristalina y alguien posara un dedo sobre ésta atentando su equilibrio. Daphne seguía ahí con François pero en él ya no había dolor y en ella existía un vacio. Era una ilusión, no podía ser otra cosa, escuchó unos pasos alejándose a una velocidad que no pertenecía a un mortal y al expandir su capacidad de captar los pensamientos escuchó con claridad la incertidumbre de la morena y el maldito niño. La ilusión perdía fuerza hasta que se desplomó frente a Tiare que totalmente irritada corrió a donde creyó que Daphne se dirigía.
Dejó de captar pensamientos algunos entonces se elevó de un salto a un edificio y saltando en otra dirección comenzó a captar el pensamiento de François. Aceleró su ritmo saltando imprudentemente sin importarle si algún mortal la veía o sí un inmortal lo hacía. Estaba concentrada sólo en algo... encontrar a François y Daphne.
Cuando al fin los vio dio un último salto cayendo frente a Daphne lo que la obligó a detenerse. La mano de la hija de los milenios tomó el hombro sanado de la morena y sin reparar en la fuerza descabrajó los huesos haciendo que soltara al niño que intentó huir. Tiare lo sujetó de los cabellos y de un golpe hizo que Daphne volara a un callejón. Furiosa la siguió arrastrando al niño que chillaba sin parar. Estando frente a Daphne cogió a François de un brazo y lo expuso a la morena que se había arriesgado a escaparse y que tan sólo despertó la ira de la rubia. No demoró y dislocó el brazo libre, luego destrozó sus costillas y lo dejó caer, el pequeño quiso arrastrarse pero Tiare piso con maldad la pierna derecha rompiéndole los huesos de la espinilla, luego lo pateeo hacía ella.
—Míralo ahora, de no ser por ti no sufriría... ¿tan difícil era matarlo... tan difícil era renunciar a tu ego y entregarte a mí... acaso no querías salvarlos? Te di la oportunidad de matar al bastardo de una manera sutil pero no lo quisiste hacer, ahora velo morir de dolor o mátalo que no te dejaré ir hasta que lo hagas... antes de que intentes proyectar una ilusión torturaré tu cuerpo con mi mente, si quieres sobrevivir a vampiros como yo tendrás que obedecerles— recriminó y comenzó a torturar el cuerpo del pequeño por medio de su mente, François gritaba y Tiare se enfurecía más, si Daphne no lo mataba o lo convertía la rubia la torturaría hasta que le suplicara matarla, ya no estaba interesada en la belleza, en desearla como compañía, tan sólo quería que se hiciera su voluntad.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Por un instante, un feliz instante, la morena realmente alcanzó a albergar la esperanza de poder perder a Tiare. Los desenfocados ojos del niño en sus brazos eran la evidencia de que parte de su ilusión funcionaba, el hecho de que no fuesen alcanzados de manera inmediata confirmaba que la segunda ilusión también había cubierto sus intensiones. No estaba segura sobre cuánto tiempo podría confundir a la rubia, pero se sentía agradecida de que hubiese funcionado aunque fuese solo por unos segundos… cualquier ventaja era bienvenida. Atravesaba las calles a una velocidad inhumana, solo un borrón para los parisinos que aún transitaban por las frías y oscuras calles. No tenía un destino fijo, solo pretendía alejarse tanto como le fuese posible, después, una vez estuviese segura de que el peligro había pasado, pensaría en un lugar al cual llevar al pobre François.
Una pradera verde iluminada por un resplandeciente y cálido sol era lo que ocupaba ahora la mente del pequeño. Él sentía dolor pero aún así su mente se encontraba tan inmersa en el poder de Daphne que solo se trataban de molestias menores. Mientras ella permaneciese a su lado no permitiría que él recordara la muerte de su hermana ni ninguno de los demás horrores vividos en aquella fatídica noche. Deseo llorar. No era justo que después de una infancia tan dura y miserable su corta existencia fuese a terminar de aquella manera. Odió al hombre que interrumpió el robo, odió a la vampiresa que pretendía demostrarle, una vez más, que la fuerza se impone a la razón y odió, sobre todas las cosas, su evidente incapacidad para proteger a la criatura que ahora reposaba en sus brazos. El tiempo pasaba, un año tras otro, todos con experiencias, todos con aprendizajes enmarcados, muchas veces, en dolor. Llegaba un punto en el cual creía que sabía lo que tenía que saber, que era lo suficientemente mayor como para enfrentarse a lo que el destino le deparase, pero la vida misma se encargaba de hacerle comprender su error, de aniquilar su soberbia y recordarle que siempre habrían alguien abajo, pero también encima de ella.
Entonces escuchó el sonido de unos pasos acercándose. El instante feliz terminó incluso antes de que la rubia aterrizara justo frente a ella. El que hubiesen podido escapar era demasiado bueno para ser realidad. Ahora Daphne sabia hasta que punto eran fuertes sus ilusiones y hasta que distancia podía mantenerlas antes de que se evaporaran ante los ojos de sus enemigos. Una lección que se pagaría con la sangre de un niño inocente… de dos niños inocentes, pues parte de sus errores de la noche ya estaban manchados con la vida de la pequeña hermana de François.
La morena intentó esquivar la mano que se aproximaba pero no fue lo suficientemente rápida. El sonido de los huesos resquebrajándose se anticipó al dolor. Mordió su propia lengua para evitar emitir ningún sonido que delatara que tan lastimada se encontraba realmente. Sus ojos siguieron la trayectoria del crio desde sus brazos hasta el suelo, sabiendo que la distracción de su propio dolor había provocado que la ilusión se desvaneciera. Resultaba indignante que ni siquiera pudiese proteger su mente. De golpe el chico se encontró en medio de una realidad que se asemejaba macabramente a una pesadilla. Un grito ahogado salió de sus labios al reconocer el rostro hermoso de la rubia antes de que intentara escapar. Era un intento fallido, de ninguna manera podría escabullirse de la muerte. Quiso ayudarle pero un nuevo impacto la alejó de la escena. Su cuerpo voló por los aires hasta desaparecer en la oscuridad de un callejón cercano.
Sus ropas sucias y rotas, manchadas además con su propia sangre, resultaban un reflejo de su malogrado cuerpo y alma. Las heridas físicas sanaban, como siempre, con una rapidez asombrosa, en su interior, sin embargo, tal magia no surtía el mismo efecto. Luchó por ponerse en píe en cuanto escuchó los gritos del chico. No era necesario que saliera a buscarles pues podía ver con total claridad como la rubia se aproximaba arrastrando al pobre François. Daphne apartó la mirada pero nada podía hacer para evitar escuchar los alaridos de dolor mientras la rubia efectuaba su tortura. No entendía como alguien tan joven soportaba tanto dolor sin perder la conciencia. Finalmente el crujido de huesos terminó.
Las palabras emitidas eran veneno. Le hacían daño porque sabía que eran ciertas. Podría haber finalizado de una forma mucho más amable y placentera la vida de François, ahora tendría que llevar en su conciencia, además de su muerte, todo aquel innecesario sufrimiento. Apretó los puños y se permitió un nuevo siseo de furia contenida y una mirada de odio puro para la rubia antes de inclinarse sobre el maltrecho cuerpo que se retorcía en agonía. Estaba vencida y lo sabía. Posó sus labios sobre el tierno cuello y bebió con avidez, detestando su propia naturaleza los pocos segundos que demoró que el pequeño corazón se detuviera. Debía matarlo y necesitaba sangre para que sus heridas sanaran con mayor rapidez. Era una formula bastante sencilla de explicar pero muy difícil para aceptar. Solo sus deseos de sobrevivir pudieron imponerse a la retorcida moral que había elaborado para su no vida, donde no se permitía beber ni matar a los más pequeños pero si cualquier tipo de acto sanguinario para aquellos que sobrepasaban la niñez.
Finalmente se apartó el cuerpo sin vida pero permaneció arrodillada en el suelo, abatida y deprimida. No existía ahora ningún motor que alimentara de forma automática su furia, ni que segara sus acciones. Podía sentir como la sangre de François se filtraba hasta sus dañados brazos, reconstruyendo la carne lacerada, uniendo los huesos fracturados y astillados. – Esta hecho, has conseguido lo que deseabas – manifestó con tono lúgubre pero con los ojos clavados en la mirada vacía de François. Mentalmente estaba agotada aunque su cuerpo recobrara fuerzas con cada minuto que pasaba – Deseo sobrevivir, pero no sé si seré capaz de pagar este precio. Si algo he de asimilar esta noche es que no siempre se aprende con el paso del tiempo, nunca hubiese pensado que después de miles de años se pudiese ser tan insensato – A pesar de las palabras otra idea corría por la mente de Daphne. ¿Qué pasaría si fuese ella quien desease que un vampiro más joven acabase con una vida humana que no respetara? La de un ebrio por ejemplo ¿consideraría entonces a alguien que luchara por la vida de tal escoria como sensato? ¿Sería ella insensata por utilizar su poder, por entregarse a la oscuridad innata en su naturaleza con tal de que sus deseos fuesen cumplidos?
Una pradera verde iluminada por un resplandeciente y cálido sol era lo que ocupaba ahora la mente del pequeño. Él sentía dolor pero aún así su mente se encontraba tan inmersa en el poder de Daphne que solo se trataban de molestias menores. Mientras ella permaneciese a su lado no permitiría que él recordara la muerte de su hermana ni ninguno de los demás horrores vividos en aquella fatídica noche. Deseo llorar. No era justo que después de una infancia tan dura y miserable su corta existencia fuese a terminar de aquella manera. Odió al hombre que interrumpió el robo, odió a la vampiresa que pretendía demostrarle, una vez más, que la fuerza se impone a la razón y odió, sobre todas las cosas, su evidente incapacidad para proteger a la criatura que ahora reposaba en sus brazos. El tiempo pasaba, un año tras otro, todos con experiencias, todos con aprendizajes enmarcados, muchas veces, en dolor. Llegaba un punto en el cual creía que sabía lo que tenía que saber, que era lo suficientemente mayor como para enfrentarse a lo que el destino le deparase, pero la vida misma se encargaba de hacerle comprender su error, de aniquilar su soberbia y recordarle que siempre habrían alguien abajo, pero también encima de ella.
Entonces escuchó el sonido de unos pasos acercándose. El instante feliz terminó incluso antes de que la rubia aterrizara justo frente a ella. El que hubiesen podido escapar era demasiado bueno para ser realidad. Ahora Daphne sabia hasta que punto eran fuertes sus ilusiones y hasta que distancia podía mantenerlas antes de que se evaporaran ante los ojos de sus enemigos. Una lección que se pagaría con la sangre de un niño inocente… de dos niños inocentes, pues parte de sus errores de la noche ya estaban manchados con la vida de la pequeña hermana de François.
La morena intentó esquivar la mano que se aproximaba pero no fue lo suficientemente rápida. El sonido de los huesos resquebrajándose se anticipó al dolor. Mordió su propia lengua para evitar emitir ningún sonido que delatara que tan lastimada se encontraba realmente. Sus ojos siguieron la trayectoria del crio desde sus brazos hasta el suelo, sabiendo que la distracción de su propio dolor había provocado que la ilusión se desvaneciera. Resultaba indignante que ni siquiera pudiese proteger su mente. De golpe el chico se encontró en medio de una realidad que se asemejaba macabramente a una pesadilla. Un grito ahogado salió de sus labios al reconocer el rostro hermoso de la rubia antes de que intentara escapar. Era un intento fallido, de ninguna manera podría escabullirse de la muerte. Quiso ayudarle pero un nuevo impacto la alejó de la escena. Su cuerpo voló por los aires hasta desaparecer en la oscuridad de un callejón cercano.
Sus ropas sucias y rotas, manchadas además con su propia sangre, resultaban un reflejo de su malogrado cuerpo y alma. Las heridas físicas sanaban, como siempre, con una rapidez asombrosa, en su interior, sin embargo, tal magia no surtía el mismo efecto. Luchó por ponerse en píe en cuanto escuchó los gritos del chico. No era necesario que saliera a buscarles pues podía ver con total claridad como la rubia se aproximaba arrastrando al pobre François. Daphne apartó la mirada pero nada podía hacer para evitar escuchar los alaridos de dolor mientras la rubia efectuaba su tortura. No entendía como alguien tan joven soportaba tanto dolor sin perder la conciencia. Finalmente el crujido de huesos terminó.
Las palabras emitidas eran veneno. Le hacían daño porque sabía que eran ciertas. Podría haber finalizado de una forma mucho más amable y placentera la vida de François, ahora tendría que llevar en su conciencia, además de su muerte, todo aquel innecesario sufrimiento. Apretó los puños y se permitió un nuevo siseo de furia contenida y una mirada de odio puro para la rubia antes de inclinarse sobre el maltrecho cuerpo que se retorcía en agonía. Estaba vencida y lo sabía. Posó sus labios sobre el tierno cuello y bebió con avidez, detestando su propia naturaleza los pocos segundos que demoró que el pequeño corazón se detuviera. Debía matarlo y necesitaba sangre para que sus heridas sanaran con mayor rapidez. Era una formula bastante sencilla de explicar pero muy difícil para aceptar. Solo sus deseos de sobrevivir pudieron imponerse a la retorcida moral que había elaborado para su no vida, donde no se permitía beber ni matar a los más pequeños pero si cualquier tipo de acto sanguinario para aquellos que sobrepasaban la niñez.
Finalmente se apartó el cuerpo sin vida pero permaneció arrodillada en el suelo, abatida y deprimida. No existía ahora ningún motor que alimentara de forma automática su furia, ni que segara sus acciones. Podía sentir como la sangre de François se filtraba hasta sus dañados brazos, reconstruyendo la carne lacerada, uniendo los huesos fracturados y astillados. – Esta hecho, has conseguido lo que deseabas – manifestó con tono lúgubre pero con los ojos clavados en la mirada vacía de François. Mentalmente estaba agotada aunque su cuerpo recobrara fuerzas con cada minuto que pasaba – Deseo sobrevivir, pero no sé si seré capaz de pagar este precio. Si algo he de asimilar esta noche es que no siempre se aprende con el paso del tiempo, nunca hubiese pensado que después de miles de años se pudiese ser tan insensato – A pesar de las palabras otra idea corría por la mente de Daphne. ¿Qué pasaría si fuese ella quien desease que un vampiro más joven acabase con una vida humana que no respetara? La de un ebrio por ejemplo ¿consideraría entonces a alguien que luchara por la vida de tal escoria como sensato? ¿Sería ella insensata por utilizar su poder, por entregarse a la oscuridad innata en su naturaleza con tal de que sus deseos fuesen cumplidos?
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
La noche había llegado al éxtasis, el viento susurrante al fin obtuvo su atención; y no era porque el espectáculo hubiera concluido, porque si era buena para algo -satisfacer sus caprichos- era reavivar las actos que parecía ya no tener cabida a más, como las llamas agonizantes de una chimenea abandonada, un fuego que se ha perdido en el olvido de los hombres. El argot del viento no le decía nada, ella que como una frágil estatua expuesta en el museo de Louvre veía a Daphne y François; por el aire se alzaron los olores de la sangre, la de François en los labios de Daphne, la derramada que comenzaba a cuajarse en la calle sucia mezclándose con la porquería de París, además, la que aún se aferraba al cuerpo muerto y que sin embargo, tenía atisbos de vida, los últimos suspiros de un alma destrozada por Tiare y Daphne, una alma invisible para la mayoría de las criaturas vivientes y que incluían a las dos inmortales presentes en esa aterradora escena.
La dramática postura de Daphne realzó la belleza que por un momento dejó de ser el interés de Tiare, sus ojos no se cruzaban, Daphne no podía dejar de ver el cadáver de un miserable y comprender el objetivo de la rubia. ¿Pero alguien podría ser capaz de saberlo? Pocos habían abandonado la humanidad modernista, la esencia intelectual y la creciente carencia impulsada por un sistema que esclavizará irremediablemente a la población, y éste abandono era lo que muchos llamaban locura. —Eres patética...— increpó sintiéndose decepcionada, o al menos así se lo hizo creer a Daphne. —¿Te has detenido a escuchar las estupideces de tu boca que como una caricia susurran tus labios perfectos?— le hizo la observación en el mismo tono que Daphne le recriminara. —Te lamentas, lloras y te apenas como un maldito neófito, como sí ésta fuera tu primera víctima— volvió a increparle pero en realidad se mantenía muy atenta a las reflexiones de Daphne.
Sin importarle el pequeño charco nacido de un bache, una agua pestilente de la que beben animales e inclusive los miserables pobres como François, Tiare lo atravesó para llegar a Daphne y se hincó junto a ella. —Así Daphne, continua reflexionando y ve la verdad en los ojos de lo que llamas locura— suavizó la voz como la de la madre que todas las noches sube a la habitación de sus pequeños para darles el beso de las buenas noches. Luego, acarició el cabello de Daphne y lo tiró al otro lado de su rostro para que pudiera extasiarse con el perfil angelical de la vampiro que acariciaba la locura escondida en aquellos ojos vacíos. —Caminaste por un sendero que atropelló a los desdichados, un camino que ahora es tan sólo historia y conoces mejor la humanidad que cualquier hombre altivo que se nombra culto; ¿es sensato lo que hace el hombre mortal?— comenzó a asediarla, a confundirla.
Recorrió con sus labios definidos la mejilla nívea y dura hasta llegar a los pómulos de uno de los oídos de Daphne. —¿Es insensato ayudar al hombre exterminando su miseria y su maldad?— continuó en un susurro maternal, un consuelo tierno que le decía: «¡No has hecho nada malo mi niña!» y como sí realmente fuera una indefensa criatura, Tiare la rodeó con sus brazos y la llevó a su pecho, le acarició el cabello con ternura como sí le dijese en esas caricias: «¡Lo has ayudado, lo salvaste» y mientras la mantenía así, la sonrisa maldita se describió en su rostro, exponiendo a las sombras y las paredes demacradas de lo que era el “barrio repugnante de París”, la verdadera naturaleza de Tiare, la maldad.
—Bebe de mí, bebe y vuélvete más fuerte, bebe y libérate para no someterte a los caprichos de otros. Toma de mí el poder para hacer tu voluntad sobre los vampiros de tu edad o inclusive más viejos— le propuso dulcificando su rostro para luego alejarla y así mirarle a los ojos.
La dramática postura de Daphne realzó la belleza que por un momento dejó de ser el interés de Tiare, sus ojos no se cruzaban, Daphne no podía dejar de ver el cadáver de un miserable y comprender el objetivo de la rubia. ¿Pero alguien podría ser capaz de saberlo? Pocos habían abandonado la humanidad modernista, la esencia intelectual y la creciente carencia impulsada por un sistema que esclavizará irremediablemente a la población, y éste abandono era lo que muchos llamaban locura. —Eres patética...— increpó sintiéndose decepcionada, o al menos así se lo hizo creer a Daphne. —¿Te has detenido a escuchar las estupideces de tu boca que como una caricia susurran tus labios perfectos?— le hizo la observación en el mismo tono que Daphne le recriminara. —Te lamentas, lloras y te apenas como un maldito neófito, como sí ésta fuera tu primera víctima— volvió a increparle pero en realidad se mantenía muy atenta a las reflexiones de Daphne.
Sin importarle el pequeño charco nacido de un bache, una agua pestilente de la que beben animales e inclusive los miserables pobres como François, Tiare lo atravesó para llegar a Daphne y se hincó junto a ella. —Así Daphne, continua reflexionando y ve la verdad en los ojos de lo que llamas locura— suavizó la voz como la de la madre que todas las noches sube a la habitación de sus pequeños para darles el beso de las buenas noches. Luego, acarició el cabello de Daphne y lo tiró al otro lado de su rostro para que pudiera extasiarse con el perfil angelical de la vampiro que acariciaba la locura escondida en aquellos ojos vacíos. —Caminaste por un sendero que atropelló a los desdichados, un camino que ahora es tan sólo historia y conoces mejor la humanidad que cualquier hombre altivo que se nombra culto; ¿es sensato lo que hace el hombre mortal?— comenzó a asediarla, a confundirla.
Recorrió con sus labios definidos la mejilla nívea y dura hasta llegar a los pómulos de uno de los oídos de Daphne. —¿Es insensato ayudar al hombre exterminando su miseria y su maldad?— continuó en un susurro maternal, un consuelo tierno que le decía: «¡No has hecho nada malo mi niña!» y como sí realmente fuera una indefensa criatura, Tiare la rodeó con sus brazos y la llevó a su pecho, le acarició el cabello con ternura como sí le dijese en esas caricias: «¡Lo has ayudado, lo salvaste» y mientras la mantenía así, la sonrisa maldita se describió en su rostro, exponiendo a las sombras y las paredes demacradas de lo que era el “barrio repugnante de París”, la verdadera naturaleza de Tiare, la maldad.
—Bebe de mí, bebe y vuélvete más fuerte, bebe y libérate para no someterte a los caprichos de otros. Toma de mí el poder para hacer tu voluntad sobre los vampiros de tu edad o inclusive más viejos— le propuso dulcificando su rostro para luego alejarla y así mirarle a los ojos.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
La pena y la vergüenza inundaban a Daphne mientras observaba fijamente los vacios ojos del pequeño cuyo cuerpo destrozado yacía ante sí. Como vampiresa había sido dotada con el don de resistir el dolor físico con mayor facilidad que muchos de sus hermanos. Sin embargo, ¿Qué podía hacerse ante el dolor interno, aquel que no podía ser curado gracias al efecto casi mágico de la sangre y la edad? Tendría que ser mucho más simple. Dado lo que era y la cantidad de actos indecibles que había cometido… sus manos tenían tanta sangre, carne y sufrimiento que resultaba casi irónico que estuviese ahora arrodillada en una inmunda calle de Paris lamentándose por la muerte de un simple humano. Esa era su lógica hablando, recordándole el monstruo que era y las razones por las cuales debería despertar y enfrentar la amenaza que se cernía en ese mismo instante sobre ella. Su corazón, por otro lado, el cual debería estar muerto y de hecho lo estaba para algunas cosas, solo podía acongojarse por la juventud del pequeño, por tanto sufrimiento en vano. Llevó una de sus manos hasta su propio abdomen. Daría lo que fuera por poder concebir una de aquellas pequeñas criaturas, entregaría su inmortalidad, su belleza, su dinero, hasta su piel. Pero era como desear obtener un pedazo de luna, imposible, al menos en esta vida. Era ésta una de las razones por la cual abandonaba su naturaleza y dejaba de lado toda lo pérfido de su existencia nocturna solo por poder mimar y cuidar de cualquier pequeño que se atravesase en su camino. Era su forma de alcanzar el cielo y sentirse humana nuevamente.
La rubia hablaba, manifestando una opinión que, en ese momento, no podría importarle menos a la morena. Pero, aunque estaba inmersa en su sentir, no pudo evitar que las palabras de la otra tocaran y estremecieran su parte lógica. En un momento deseo levantarse, hacerle frente, sacudir aquella malévola mente y tratar de que comprendiera la raíz de su sufrimiento. Pero sería como arremeter contra un muro de concreto, no ganaría nada más que malgastar las pocas energías que el sacrificio de François le había otorgado. Bajo un razonamiento enmarcado en los estándares de la humanidad podría decirse que apreciar y respetar la vida no era debilidad. Empero, en el mundo de las criaturas nocturnas, de los malditos, si lo era y, después de todo, el fuerte se come al débil ¿o no?
El cuerpo de la morena se tensó involuntariamente al sentir como la otra se aproximaba. Se encontraba confundida y no tenía claro cómo actuar a continuación. De hecho, no era capaz de vislumbrar siquiera las intensiones de su atacante ahora que el chico había muerto, según sus propios designios. La voz se fue suavizando poco a poco mientras la ira volvía a crecer en el interior de Daphne. No apreciaba la descortesía y la intrusión en algo tan privado como lo eran sus pensamientos resultaba sencillamente irritante. Podría camuflar sus pensamientos, diluirlos en recuerdos erráticos y sin sentido pero ¿Por qué? Era su cabeza y maldita fuera si permitía que Tiare, además de obligarla a cometer un asesinato que no deseaba cometer, le forzaba a no poder reflexionar con claridad por temor de lo que pudiese enterarse. Si quería saberlo pues que lo supiera entonces.
Las caricias, el toque amable y la cálida voz le confundieron aún más. Sin embargo no hizo ningún movimiento para impedírselo. - ¿Ahora quieres filosofar? Pensé que lo único que te importaba era obligarme a acabar con su vida – señalo débilmente a François antes de soltar una risita triste – y para responder a tu pregunta diría que son la prudencia y el buen juicio quienes generan la sensatez, no importa si esta proviene de un humano, de un Dios o del Diablo en persona– si, era lógico pero ¿Qué es la prudencia para quienes tiene que matar para sobrevivir? ¿Cuáles son los límites del buen juicio? Se sentía ofuscada, más por si misma que por la rubia que ahora recorría con un toque suave su mejilla. Pensó por un segundo en lo que la otra decía Si, si lo es – se sorprendió contestando – pero no es de un alma desconsiderada o miserable de lo que estamos hablamos – nuevamente permitió el acercamiento. Ahora se encontraba entre los brazos de la rubia, en una posición que podría considerarse reconfortante si las condiciones fuesen diferentes.
Una criatura voluble posiblemente hubiese rechazado de plano tal acercamiento, pero ella estaba cansada física y emocionalmente. A pesar del abandono en el que se encontraba, abrió los ojos en una expresión de asombro cuando escuchó lo que siguió. Resultaba tan irreal y absurdo que demoró algunos segundos digiriéndolo. Miró directamente a los ojos de aquella milenaria inmortal tratando de leer la verdad que se escondía tras la propuesta. ¿Qué pretendía ahora? La desconfianza se abrió paso por sobre todos los demás sentimientos. Endureciendo su semblante se apartó ligeramente – No se me ocurre ni una maldita buena razón para un acto tan altruista ¿Qué pretendes ahora? ¿Por qué habrías de quererme fuerte cuando tanto placer te ha brindado el someterme? – se incorporó con rapidez ignorando el tenue dolor que aún sentía. Luego se alejó dos pasos de Tiare y del cuerpo del chico.
Aquella situación escapaba por completo de su experiencia. Ella no le brindaría su sangre a un vampiro más joven al que, algunos segundos antes, hubiese apaleado y humillado. No tenía sentido, a menos de que fuese una treta solo para humillarla aún más. Sin embargo, en el pasado ella había aprendido que si bien no se debía ceder la dignidad ante nada ni nadie, el orgullo si era negociable. Recorrió con los ojos el deprimente lugar en el cual se encontraban olvidando, momentáneamente, todo el drama vivido durante aquella noche sin fin. Luego empezó a caminar hacia su derecha y su izquierda, como si de una bestia enjaulada se tratase. Y así se sentía. Ya había intentado escapar sin éxito, nada le garantizaba que una segunda vez surtiera un mejor efecto. Estaba atrapada entre las garras de Tiare, en un juego mental el cual no comprendía y cuyo desenlace la podría afectar profundamente. Aún no había llegado el momento de que su vida terminara, con todos los horrores que tenía que enfrentar continuaba siendo mejor que nada. Pero ¿Cómo intentar negociar cuando, en su mundo, matar era equivalente a argumenta? – Nada es gratuito en la tierra ni bajo ella ¿Qué ganas tú ofreciéndome tu sangre? ¿Qué deberé yo si acepto tomarla? – lo último que deseaba era quedar en deuda con aquella inmortal pero también tenía que admitir que la oferta le resultaba sumamente tentadora.
La rubia hablaba, manifestando una opinión que, en ese momento, no podría importarle menos a la morena. Pero, aunque estaba inmersa en su sentir, no pudo evitar que las palabras de la otra tocaran y estremecieran su parte lógica. En un momento deseo levantarse, hacerle frente, sacudir aquella malévola mente y tratar de que comprendiera la raíz de su sufrimiento. Pero sería como arremeter contra un muro de concreto, no ganaría nada más que malgastar las pocas energías que el sacrificio de François le había otorgado. Bajo un razonamiento enmarcado en los estándares de la humanidad podría decirse que apreciar y respetar la vida no era debilidad. Empero, en el mundo de las criaturas nocturnas, de los malditos, si lo era y, después de todo, el fuerte se come al débil ¿o no?
El cuerpo de la morena se tensó involuntariamente al sentir como la otra se aproximaba. Se encontraba confundida y no tenía claro cómo actuar a continuación. De hecho, no era capaz de vislumbrar siquiera las intensiones de su atacante ahora que el chico había muerto, según sus propios designios. La voz se fue suavizando poco a poco mientras la ira volvía a crecer en el interior de Daphne. No apreciaba la descortesía y la intrusión en algo tan privado como lo eran sus pensamientos resultaba sencillamente irritante. Podría camuflar sus pensamientos, diluirlos en recuerdos erráticos y sin sentido pero ¿Por qué? Era su cabeza y maldita fuera si permitía que Tiare, además de obligarla a cometer un asesinato que no deseaba cometer, le forzaba a no poder reflexionar con claridad por temor de lo que pudiese enterarse. Si quería saberlo pues que lo supiera entonces.
Las caricias, el toque amable y la cálida voz le confundieron aún más. Sin embargo no hizo ningún movimiento para impedírselo. - ¿Ahora quieres filosofar? Pensé que lo único que te importaba era obligarme a acabar con su vida – señalo débilmente a François antes de soltar una risita triste – y para responder a tu pregunta diría que son la prudencia y el buen juicio quienes generan la sensatez, no importa si esta proviene de un humano, de un Dios o del Diablo en persona– si, era lógico pero ¿Qué es la prudencia para quienes tiene que matar para sobrevivir? ¿Cuáles son los límites del buen juicio? Se sentía ofuscada, más por si misma que por la rubia que ahora recorría con un toque suave su mejilla. Pensó por un segundo en lo que la otra decía Si, si lo es – se sorprendió contestando – pero no es de un alma desconsiderada o miserable de lo que estamos hablamos – nuevamente permitió el acercamiento. Ahora se encontraba entre los brazos de la rubia, en una posición que podría considerarse reconfortante si las condiciones fuesen diferentes.
Una criatura voluble posiblemente hubiese rechazado de plano tal acercamiento, pero ella estaba cansada física y emocionalmente. A pesar del abandono en el que se encontraba, abrió los ojos en una expresión de asombro cuando escuchó lo que siguió. Resultaba tan irreal y absurdo que demoró algunos segundos digiriéndolo. Miró directamente a los ojos de aquella milenaria inmortal tratando de leer la verdad que se escondía tras la propuesta. ¿Qué pretendía ahora? La desconfianza se abrió paso por sobre todos los demás sentimientos. Endureciendo su semblante se apartó ligeramente – No se me ocurre ni una maldita buena razón para un acto tan altruista ¿Qué pretendes ahora? ¿Por qué habrías de quererme fuerte cuando tanto placer te ha brindado el someterme? – se incorporó con rapidez ignorando el tenue dolor que aún sentía. Luego se alejó dos pasos de Tiare y del cuerpo del chico.
Aquella situación escapaba por completo de su experiencia. Ella no le brindaría su sangre a un vampiro más joven al que, algunos segundos antes, hubiese apaleado y humillado. No tenía sentido, a menos de que fuese una treta solo para humillarla aún más. Sin embargo, en el pasado ella había aprendido que si bien no se debía ceder la dignidad ante nada ni nadie, el orgullo si era negociable. Recorrió con los ojos el deprimente lugar en el cual se encontraban olvidando, momentáneamente, todo el drama vivido durante aquella noche sin fin. Luego empezó a caminar hacia su derecha y su izquierda, como si de una bestia enjaulada se tratase. Y así se sentía. Ya había intentado escapar sin éxito, nada le garantizaba que una segunda vez surtiera un mejor efecto. Estaba atrapada entre las garras de Tiare, en un juego mental el cual no comprendía y cuyo desenlace la podría afectar profundamente. Aún no había llegado el momento de que su vida terminara, con todos los horrores que tenía que enfrentar continuaba siendo mejor que nada. Pero ¿Cómo intentar negociar cuando, en su mundo, matar era equivalente a argumenta? – Nada es gratuito en la tierra ni bajo ella ¿Qué ganas tú ofreciéndome tu sangre? ¿Qué deberé yo si acepto tomarla? – lo último que deseaba era quedar en deuda con aquella inmortal pero también tenía que admitir que la oferta le resultaba sumamente tentadora.
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Aunque ligeramente, el cuerpo de François iniciaba el mortal proceso de putrefacción. Los mortales no podían identificarlo tan rápido, pero ellas, lo podían hacer. Tiare observaba los orbes oscuros de Daphne, quieta, como una estatua, sin mudar de expresión, manteniéndose sin rasgos de vida, como si Daphne le hablara a la noche. La preguntas de la morena eran tan obvias, y sin embargo, inevitables para la razón. La hija de los milenios esperó, dejó que el silencio llegara a ellas y éste fuera remplazado por el ulular del viento y las moscas que habían sido llamadas por la putrefacción de François.
Cerró sus ojos unos instantes y luego sonrió, como si fuera un pedazo de roca torpe, Tiare dio unos pasos a ella extendiéndole los brazos. —Mientras continúes aferrándote a la razón, tu mente seguirá aprisionada en la moralidad y el juicio— le dijo en una voz demoniaca, casi gutural, y como lo haría una manada de lobos a su presa la fue asechando, los ojos de la hija de los milenios destellaron fuego, las llamas de la malicia sobre leños de locura que lo único que lograban en Daphne eran incomprensión. —No quiero que otros hagan contigo lo que yo estoy haciendo e hice— en una voz dulce Tiare se colocó detrás de ella y posó sus duras manos sobre los hombros que antes había destrozado en esa desesperada lucha que la morena inició por proteger a dos ratas callejeras.
Luego, las manos se desplazaron a los pechos descendiendo después por el torso hasta el vientre. —Sabes que nada de lo que hagas te librará de mí, lo que yo te pida tendrás que hacerlo con o en contra de tu voluntad, porque puedo quebrar tu cuerpo y tu alma, porque si así lo quiero puedes terminar como François— le amenazó con sutileza, como si se tratara de un enamorado que le declamaba un poema a su amada al oído, como el susurro del viento sobre las hojas de los árboles o la brisa marina que se alza sobre las grandes y húmedas rocas. Descansó su rostro en el hombro de ella aspirando su perfume y la abrazó con fuerza.
—Quiero que tu cuerpo sea fuerte para que trates de imponerte a mí, para que no pueda destruirte con la facilidad con la que lo haría ahora... No lo puedes comprender Daphne, no mientras temas recorrer la locura— su voz no creció en intensidad, siguió acariciando la sensibilidad del alma de la morena, continuando su exhaustiva labor de confundirla. —Pero lo que si puedes comprender Daphne, es mi deseo de volverte mi amante, porque conoces tu belleza y sabes que es algo que puedes usar a tu favor, empero, puede ser tu perdición— como siseos de una serpiente, las palabras de la hija de los milenios penetraron los oídos de Daphne.
Tiare la liberó del abrazo inmortal y volvió a asecharla como si de un pedazo de carne se tratará, aunque esa idea no estaba realmente alejada de la realidad. Se detuvo frente a ella, como la depredadora que está por abalanzarse sobre su presa. —Toma mi sangre Daphne— volvió a decir quedándose quieta, como la serpiente que haciéndose la muerta atrae a su presa que no sospecha que es un truco para morderla. Así actuaba Tiare, mas eso no significaba que Daphne no lo sospechara, ella lo sabía. Inclusive detrás de las palabras de la hija de los milenios había algo más allá de su misma locura.
Tiare no necesitaba de nadie, no rogaba por una compañía y la morena no representaba el gran trofeo. Pero no podía negarse que era una caprichosa y mientras Daphne objetara, por más que la rechazara sólo conseguiría excitarla, eso tenía que descubrirlo Daphne, aunque las opciones que tenía eran limitadas y en todas ganaba Tiare. Perdida en el vacío de la demencia la hija de los milenios no mudó de expresión, parecía nuevamente una hermosa escultura, hueca pero expresiva, sus ojos tomaron el efecto de solidificarse en mármol y el viento que soplaba solamente acarició las facciones, los cabellos rubios se ondeaban y cuando el aire por un momento se volvió agresivo, sólo su vestido manifestó rastros de vida en la figura que contemplaba a Daphne, la inmaculada Tiare.
Cerró sus ojos unos instantes y luego sonrió, como si fuera un pedazo de roca torpe, Tiare dio unos pasos a ella extendiéndole los brazos. —Mientras continúes aferrándote a la razón, tu mente seguirá aprisionada en la moralidad y el juicio— le dijo en una voz demoniaca, casi gutural, y como lo haría una manada de lobos a su presa la fue asechando, los ojos de la hija de los milenios destellaron fuego, las llamas de la malicia sobre leños de locura que lo único que lograban en Daphne eran incomprensión. —No quiero que otros hagan contigo lo que yo estoy haciendo e hice— en una voz dulce Tiare se colocó detrás de ella y posó sus duras manos sobre los hombros que antes había destrozado en esa desesperada lucha que la morena inició por proteger a dos ratas callejeras.
Luego, las manos se desplazaron a los pechos descendiendo después por el torso hasta el vientre. —Sabes que nada de lo que hagas te librará de mí, lo que yo te pida tendrás que hacerlo con o en contra de tu voluntad, porque puedo quebrar tu cuerpo y tu alma, porque si así lo quiero puedes terminar como François— le amenazó con sutileza, como si se tratara de un enamorado que le declamaba un poema a su amada al oído, como el susurro del viento sobre las hojas de los árboles o la brisa marina que se alza sobre las grandes y húmedas rocas. Descansó su rostro en el hombro de ella aspirando su perfume y la abrazó con fuerza.
—Quiero que tu cuerpo sea fuerte para que trates de imponerte a mí, para que no pueda destruirte con la facilidad con la que lo haría ahora... No lo puedes comprender Daphne, no mientras temas recorrer la locura— su voz no creció en intensidad, siguió acariciando la sensibilidad del alma de la morena, continuando su exhaustiva labor de confundirla. —Pero lo que si puedes comprender Daphne, es mi deseo de volverte mi amante, porque conoces tu belleza y sabes que es algo que puedes usar a tu favor, empero, puede ser tu perdición— como siseos de una serpiente, las palabras de la hija de los milenios penetraron los oídos de Daphne.
Tiare la liberó del abrazo inmortal y volvió a asecharla como si de un pedazo de carne se tratará, aunque esa idea no estaba realmente alejada de la realidad. Se detuvo frente a ella, como la depredadora que está por abalanzarse sobre su presa. —Toma mi sangre Daphne— volvió a decir quedándose quieta, como la serpiente que haciéndose la muerta atrae a su presa que no sospecha que es un truco para morderla. Así actuaba Tiare, mas eso no significaba que Daphne no lo sospechara, ella lo sabía. Inclusive detrás de las palabras de la hija de los milenios había algo más allá de su misma locura.
Tiare no necesitaba de nadie, no rogaba por una compañía y la morena no representaba el gran trofeo. Pero no podía negarse que era una caprichosa y mientras Daphne objetara, por más que la rechazara sólo conseguiría excitarla, eso tenía que descubrirlo Daphne, aunque las opciones que tenía eran limitadas y en todas ganaba Tiare. Perdida en el vacío de la demencia la hija de los milenios no mudó de expresión, parecía nuevamente una hermosa escultura, hueca pero expresiva, sus ojos tomaron el efecto de solidificarse en mármol y el viento que soplaba solamente acarició las facciones, los cabellos rubios se ondeaban y cuando el aire por un momento se volvió agresivo, sólo su vestido manifestó rastros de vida en la figura que contemplaba a Daphne, la inmaculada Tiare.
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Un silencio mortal se extendió entre las dos vampiresas una vez la morena terminó de hablar. Las miradas estaban encontradas y los cuerpos distanciados mientras el viento desplazaba desperdicios pequeños y poco pesados a escasos centímetros del suelo. Los sonidos de la ciudad eran tan distantes como irreales en ese momento para la morena. La oscuridad se fundía con el aroma a muerte, sutil y dolorosamente, a la par que alas diminutas eran batidas a una velocidad de vértigo para mantener en el aire pequeños y rechonchos cuerpos negros. Como oportunos emisarios los bichos hacían su aparición incluso antes de que la putrefacción fuese tan intensa como para que una nariz humana le detectase. Pero, por desagradable que fuese la escena, la aparición de las moscas sirvió, en alguna medida, para despertar el cerebro de Daphne, sacándola del sufrimiento que sentía por la pérdida de las criaturas y situándola en la realidad del ahora. Lo único que les acompañaba en ese callejón era carne putrefacta, nada más.
Una sonrisa cruzó el rostro de la rubia y los pálidos brazos se extendieron, ofreciéndose. El silencio fue cortado entonces por palabras que pretendían ser una respuesta, o así lo asumió Daphne. Tenían sentido y al mismo tiempo carecían por completo de él. – Debo abandonar la razón para liberarme de la moralidad y el juicio – repitió en un susurro, deseando entender, deseando creer, pero viéndose incapaz de lograrlo en ese momento de su existencia. Su memoria, empero, le recordó a viva voz que era eso justamente lo que había hecho en los años siguientes a su renacimiento en las tinieblas. Abrazar la locura, olvidar cualquier rastro de compasión, ignorar las reglas básicas de la ética y la moral, abandonarse a un juicio perverso y sesgado por intereses propios. No, ella era más que el cascaron vacio y malévolo en el que se había convertido entonces, por eso se enfrentó con la dura tarea de cambiar, de reencontrarse a sí misma en medio de la oscuridad que la consumía. Y ahora, esta inmortal que había observado más que lo que la misma Daphne podía imaginar, le decía que ese era el camino ¿Cómo podría siquiera considerarlo? ¿Cómo podría un alma condenada que consigue alcanzar el purgatorio regresar al infierno por voluntad propia?
- ¿Por qué no? – fue lo único que atinó a cuestionar ante lo que siguió. La hija de los milenios la desconcertaba nuevamente. Parecía ser empática pero no existía la más remota posibilidad de que alguien tan cruel sintiese algún tipo de afinidad con el dolor ajeno. Lo más probable es que su pregunta quedase sin respuesta pues de inmediato la rubia se posicionó a sus espaldas, apoyando las manos en sus ahora reparados hombros. El cuerpo de la morena se tensó esperando un nuevo ataque. Su instinto le gritaba que se soltase del agarre, que no diese su espalda al peligro, que enfrentase la amenaza y atacase antes de que se convirtiera nuevamente en la presa. Aun así permaneció quieta, erguida orgullosamente aunque rígida y con los músculos en tensión, preparados para actuar en caso de que fuese necesario. Las manos frías se desplazaron con lentitud desde sus hombros hasta la pronunciada curva de sus senos, repasándolos antes de continuar hasta su vientre. Un estremecimiento involuntario agitó el cuerpo vampírico aunque no estaba segura si se debía al íntimo toque, a las palabras que le acompañaron o al férreo abrazo que sintió a continuación.
Las amenazas no constituían un mecanismo efectivo para entusiasmarla, pero esperó en silencio hasta que la otra terminó de hablar. Muchos sentimientos se amotinaron en su interior empezando por una ira fría y calculadora, siguiendo por sorpresa, incredulidad y, finalmente, aprehensión. ¿Su amante? La palabra vago en su mente por algunos segundos, como si no pudiese encontrar ningún asidero que le ayudase a afianzarse. Abrió la boca, la cerró, la abrió nuevamente, boqueando una respuesta que se negaba a salir. Quería maldecirla por lo hecho, quería retarla a que intentara quebrar su voluntad, quería cuestionar sus motivaciones y argumentar sobre su propia lógica, pero ninguna palabra emergía de su boca, tan silenciosa como la de un pez que boquea por respirar cuando se encuentra fuera del agua.
Los brazos le soltaron, el pétreo cuerpo se retiró y sus ojos se pudieron posar nuevamente sobre la belleza rubia. Dio un paso atrás, como queriendo tener una mejor perspectiva para observarle. Era un juego, todo era un juego para Tiare. Lo sabía, podía sentirlo en cada uno de sus huesos, corriendo bajo su piel. Ella era solo un pequeño ratoncillo que podría ser aplastado en cualquier momento, justo cuando dejase de ser mínimamente interesante. Se resistía a creer que todo se centraba en su aspecto físico. No lo negaba pero tampoco creía que aquella inmortal se sintiese tan atraída como para no escatimar esfuerzos solo para conseguirla. Soltó una risita ligera pero nerviosa. Se sentía perdida y al mismo tiempo atrapada. – Tu no deseas una amante, lo que deseas en un juguete y como tal seré desechada… suponiendo, claro, que decida aceptar – la ironía cayó sobre la morena al darse cuenta, mientras hablaba, que no necesitaba aceptar ser la amante de la rubia para convertirse en su juguete pues, de hecho, ya lo era.
Mientras observaba la otra inmortal adoptó una postura de total inmovilidad, como si de una estatua se tratase. Resultaba hermosa de admirar, una belleza etérea y antinatural rodeada de la inmundicia de la calle. Daphne suspiró, bajó los ojos hacia sus propias manos, como si se debatiese entre las posibilidades que tenía, unas que en realidad no existían pues solo podía ver una salida. Y entonces, en un arranque de impulsividad se lanzó con furia hacia la descubierta garganta, hundiendo en ella sus dientes sin delicadeza alguna, rasgando la piel, cercenando los músculos y succionando con fuerza el elixir que le era ofrecido… sabía lo que obtendría pero ¿Cuánto debería pagar por ello? – Tendrás que quebrarme pues de ninguna manera me entregare a ti en pacifico abandono… puede que muera gracias a tus manos, lo sé, pero me llevare la satisfacción no caer de rodillas ante los ridículos caprichos de una mente distorsionada y enferma – un pensamiento fuerte y dirigido, teniendo la absoluta certeza de que sería escuchado tan alto y claro como si lo hubiese dicho en voz alta. Tomaría su sangre para tomar parte de su fuerza… lo demás tendrían que esperar para verlo.
Una sonrisa cruzó el rostro de la rubia y los pálidos brazos se extendieron, ofreciéndose. El silencio fue cortado entonces por palabras que pretendían ser una respuesta, o así lo asumió Daphne. Tenían sentido y al mismo tiempo carecían por completo de él. – Debo abandonar la razón para liberarme de la moralidad y el juicio – repitió en un susurro, deseando entender, deseando creer, pero viéndose incapaz de lograrlo en ese momento de su existencia. Su memoria, empero, le recordó a viva voz que era eso justamente lo que había hecho en los años siguientes a su renacimiento en las tinieblas. Abrazar la locura, olvidar cualquier rastro de compasión, ignorar las reglas básicas de la ética y la moral, abandonarse a un juicio perverso y sesgado por intereses propios. No, ella era más que el cascaron vacio y malévolo en el que se había convertido entonces, por eso se enfrentó con la dura tarea de cambiar, de reencontrarse a sí misma en medio de la oscuridad que la consumía. Y ahora, esta inmortal que había observado más que lo que la misma Daphne podía imaginar, le decía que ese era el camino ¿Cómo podría siquiera considerarlo? ¿Cómo podría un alma condenada que consigue alcanzar el purgatorio regresar al infierno por voluntad propia?
- ¿Por qué no? – fue lo único que atinó a cuestionar ante lo que siguió. La hija de los milenios la desconcertaba nuevamente. Parecía ser empática pero no existía la más remota posibilidad de que alguien tan cruel sintiese algún tipo de afinidad con el dolor ajeno. Lo más probable es que su pregunta quedase sin respuesta pues de inmediato la rubia se posicionó a sus espaldas, apoyando las manos en sus ahora reparados hombros. El cuerpo de la morena se tensó esperando un nuevo ataque. Su instinto le gritaba que se soltase del agarre, que no diese su espalda al peligro, que enfrentase la amenaza y atacase antes de que se convirtiera nuevamente en la presa. Aun así permaneció quieta, erguida orgullosamente aunque rígida y con los músculos en tensión, preparados para actuar en caso de que fuese necesario. Las manos frías se desplazaron con lentitud desde sus hombros hasta la pronunciada curva de sus senos, repasándolos antes de continuar hasta su vientre. Un estremecimiento involuntario agitó el cuerpo vampírico aunque no estaba segura si se debía al íntimo toque, a las palabras que le acompañaron o al férreo abrazo que sintió a continuación.
Las amenazas no constituían un mecanismo efectivo para entusiasmarla, pero esperó en silencio hasta que la otra terminó de hablar. Muchos sentimientos se amotinaron en su interior empezando por una ira fría y calculadora, siguiendo por sorpresa, incredulidad y, finalmente, aprehensión. ¿Su amante? La palabra vago en su mente por algunos segundos, como si no pudiese encontrar ningún asidero que le ayudase a afianzarse. Abrió la boca, la cerró, la abrió nuevamente, boqueando una respuesta que se negaba a salir. Quería maldecirla por lo hecho, quería retarla a que intentara quebrar su voluntad, quería cuestionar sus motivaciones y argumentar sobre su propia lógica, pero ninguna palabra emergía de su boca, tan silenciosa como la de un pez que boquea por respirar cuando se encuentra fuera del agua.
Los brazos le soltaron, el pétreo cuerpo se retiró y sus ojos se pudieron posar nuevamente sobre la belleza rubia. Dio un paso atrás, como queriendo tener una mejor perspectiva para observarle. Era un juego, todo era un juego para Tiare. Lo sabía, podía sentirlo en cada uno de sus huesos, corriendo bajo su piel. Ella era solo un pequeño ratoncillo que podría ser aplastado en cualquier momento, justo cuando dejase de ser mínimamente interesante. Se resistía a creer que todo se centraba en su aspecto físico. No lo negaba pero tampoco creía que aquella inmortal se sintiese tan atraída como para no escatimar esfuerzos solo para conseguirla. Soltó una risita ligera pero nerviosa. Se sentía perdida y al mismo tiempo atrapada. – Tu no deseas una amante, lo que deseas en un juguete y como tal seré desechada… suponiendo, claro, que decida aceptar – la ironía cayó sobre la morena al darse cuenta, mientras hablaba, que no necesitaba aceptar ser la amante de la rubia para convertirse en su juguete pues, de hecho, ya lo era.
Mientras observaba la otra inmortal adoptó una postura de total inmovilidad, como si de una estatua se tratase. Resultaba hermosa de admirar, una belleza etérea y antinatural rodeada de la inmundicia de la calle. Daphne suspiró, bajó los ojos hacia sus propias manos, como si se debatiese entre las posibilidades que tenía, unas que en realidad no existían pues solo podía ver una salida. Y entonces, en un arranque de impulsividad se lanzó con furia hacia la descubierta garganta, hundiendo en ella sus dientes sin delicadeza alguna, rasgando la piel, cercenando los músculos y succionando con fuerza el elixir que le era ofrecido… sabía lo que obtendría pero ¿Cuánto debería pagar por ello? – Tendrás que quebrarme pues de ninguna manera me entregare a ti en pacifico abandono… puede que muera gracias a tus manos, lo sé, pero me llevare la satisfacción no caer de rodillas ante los ridículos caprichos de una mente distorsionada y enferma – un pensamiento fuerte y dirigido, teniendo la absoluta certeza de que sería escuchado tan alto y claro como si lo hubiese dicho en voz alta. Tomaría su sangre para tomar parte de su fuerza… lo demás tendrían que esperar para verlo.
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
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Re: Honey, what have you done? [Tiare]+[Margarite]
Tiare alcanzó a pestañear como una mortal. El instinto de Daphne se había desprendido de ella como un fascinante perfume que llegaba a la misma alma de la hija de los milenios. La vio lentamente, sabiendo que una vez tomara de su sangre sus movimientos podrían igualar los suyos, la rubia no la aventajaría en ese aspecto pero seguía sin importarle. Le sonrió sintiendo como los colmillos de la morena perforaba su dura y lisa piel. Tiare abrió la boca dejando salir un suspiró que se transformó en un gemido placentero. «¿cuánto tiempo hacía de que alguien tomaba de su sangre?» ya había pasado bastante y sin embargo le parecía que había sido apenas un día anterior a su presente.
Fue cerrando sus ojos lentamente, dejando que Daphne estrellara su cuerpo contra una pared mientras bebía con desenfreno esa poderosa sangre. Cerró igualmente su boca totalmente complacida y entonces lo hizo, penetró en la mente de Daphne, entró en sus recuerdos y se dispuso a manipularla mentalmente, ese había sido su verdadero propósito. Pareció viajar en el tiempo, en el tiempo de la morena; en el mundo real los cuerpos seguían unidos, mas Daphne ya no bebía igual, la mano de Tiare tocó su frente con una malvada sonrisa. —Acompáñame— susurró.
Regresaron a la antigua Inglaterra, Tiare en la mente de Daphne proyectó sus recuerdos creando representaciones de ellas. Estaban cerca de un riachuelo, la proyección de la hija de los milenios era tan poderosa que podían sentir el viento helado y respirar la brisa del agua que se levantaba por el choque del agua sobre las grandes rocas. Volteó a ver a Daphne con una sonrisa perspicaz. —¿confundida querida?— dijo en un tono divertido y dio un par de pasos hacía adelante. —¿Reconoces el lugar?, deberías de hacerlo. Mira…— hizo una pausa y señaló a unas mujeres lavando y entre ella se encontraba Daphne en su juventud, con su madre y otras mujeres que no valían la pena reconocer, al menos no a Tiare.
La hija de los milenios corrió como una chiquilla hasta el recuerdo de la madre de Daphne, se agachó mirando como lavaban con ímpetu, y a su vez con lastima y sufrimiento. —¿Esta es tu madre cierto?— preguntó un tanto inocente y levantó los ojos hacía la que consideraría de ahora en adelante su hija de sangre, después de todo en ella ya corría su sangre. La hija de los milenios metió su mano en el agua helado, la tuvo un par de segundos y la retiró gimiendo de dolor, sí, podía sentir también el frío. —¿Cómo demonios soportaban esto?, pobres miserables, patética existencia… ¿por qué no me sorprende que provengas de una familia tan insignificante?— Tiare se reincorporó mirando a los ojos a Daphne, caminó a uno de los cestos y cogió una manzana. —Vaya nunca he probado esto, digo, ya lo he hecho pero me es insípido, muéstrame el verdadero sabor— dijo, no a Daphne sino al recuerdo de ésta; dio una fuerte mordida, su inexperiencia hizo que se derramara parte del jugo, la rubia gimió del placer que le procuraba.
Pronto buscó una roca para sentarse mientras se comía la manzana. No dejó de ver a Daphne, no faltaría mucho para preguntarse que era lo que pasaba, o más bien exigiera respuestas a Tiare, respuesta que a pesar de el maravilloso escenario que le estaba presentando, no le iban a gustar escuchar. La rubia terminó su manzana y la arrojó al ruido, aquel sonido le pareció tan distinto al que escuchaba como inmortal, entonces puso más atención, sus sentidos eran distintos, si bien no era la primera vez que experimentaba con su manipulación de la memoria, nunca lo había hecho con inmortales, y menos con alguien que tenía arraigados sus memorias muy dentro de ella, recelando, y es que «¿acaso eso no le recordaba su humanidad?» Tiare destruiría esa humanidad, sólo era cuestión de tiempo.
Off: Disculpa por mi tardanza, espero podamos continuar que me gusta mucho este tema, saludos (:
Fue cerrando sus ojos lentamente, dejando que Daphne estrellara su cuerpo contra una pared mientras bebía con desenfreno esa poderosa sangre. Cerró igualmente su boca totalmente complacida y entonces lo hizo, penetró en la mente de Daphne, entró en sus recuerdos y se dispuso a manipularla mentalmente, ese había sido su verdadero propósito. Pareció viajar en el tiempo, en el tiempo de la morena; en el mundo real los cuerpos seguían unidos, mas Daphne ya no bebía igual, la mano de Tiare tocó su frente con una malvada sonrisa. —Acompáñame— susurró.
Regresaron a la antigua Inglaterra, Tiare en la mente de Daphne proyectó sus recuerdos creando representaciones de ellas. Estaban cerca de un riachuelo, la proyección de la hija de los milenios era tan poderosa que podían sentir el viento helado y respirar la brisa del agua que se levantaba por el choque del agua sobre las grandes rocas. Volteó a ver a Daphne con una sonrisa perspicaz. —¿confundida querida?— dijo en un tono divertido y dio un par de pasos hacía adelante. —¿Reconoces el lugar?, deberías de hacerlo. Mira…— hizo una pausa y señaló a unas mujeres lavando y entre ella se encontraba Daphne en su juventud, con su madre y otras mujeres que no valían la pena reconocer, al menos no a Tiare.
La hija de los milenios corrió como una chiquilla hasta el recuerdo de la madre de Daphne, se agachó mirando como lavaban con ímpetu, y a su vez con lastima y sufrimiento. —¿Esta es tu madre cierto?— preguntó un tanto inocente y levantó los ojos hacía la que consideraría de ahora en adelante su hija de sangre, después de todo en ella ya corría su sangre. La hija de los milenios metió su mano en el agua helado, la tuvo un par de segundos y la retiró gimiendo de dolor, sí, podía sentir también el frío. —¿Cómo demonios soportaban esto?, pobres miserables, patética existencia… ¿por qué no me sorprende que provengas de una familia tan insignificante?— Tiare se reincorporó mirando a los ojos a Daphne, caminó a uno de los cestos y cogió una manzana. —Vaya nunca he probado esto, digo, ya lo he hecho pero me es insípido, muéstrame el verdadero sabor— dijo, no a Daphne sino al recuerdo de ésta; dio una fuerte mordida, su inexperiencia hizo que se derramara parte del jugo, la rubia gimió del placer que le procuraba.
Pronto buscó una roca para sentarse mientras se comía la manzana. No dejó de ver a Daphne, no faltaría mucho para preguntarse que era lo que pasaba, o más bien exigiera respuestas a Tiare, respuesta que a pesar de el maravilloso escenario que le estaba presentando, no le iban a gustar escuchar. La rubia terminó su manzana y la arrojó al ruido, aquel sonido le pareció tan distinto al que escuchaba como inmortal, entonces puso más atención, sus sentidos eran distintos, si bien no era la primera vez que experimentaba con su manipulación de la memoria, nunca lo había hecho con inmortales, y menos con alguien que tenía arraigados sus memorias muy dentro de ella, recelando, y es que «¿acaso eso no le recordaba su humanidad?» Tiare destruiría esa humanidad, sólo era cuestión de tiempo.
Off: Disculpa por mi tardanza, espero podamos continuar que me gusta mucho este tema, saludos (:
Tiare- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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