Forgiveness*Claude*

Tan sólo una noche abandono mis labores como cazador para realizar algo que conforme parte de la rutina. Resulta ser una noche muy triste la cual revive mis recuerdos más oscuros y aviva mi odio más allá de sus límites. La puesta de sol de este día me indica lo que debo hacer con una mezcla de ira en los ojos y dolor en mi alma; ira que me sirve de justificación para ejercer mi oficio en posteriores jornadas y dolor que calará eternamente en mi corazón.

Si bien nunca he creído en un credo religioso debo admitir que nuestros antepasados tuvieron un excelente método para creer que nuestra especie descansa en “otra vida”. Al menos me sirve para pensar ingenuamente que puedo hablar con mis difuntos padres y, de paso, alimentar mi rencor hacia las criaturas que le dieron fin a su existencia.

Mi soledad es cubierta por mi única acompañante desde la muerte de mis progenitores: La luna. Mis amantes resultan ser mis armas que son las únicas que mediante su actuar en esas despreciables criaturas me conducen al éxtasis.

Por algún motivo que desconozco poseo un presentimiento que me perturba – Algo no está bien, esta noche posee un sabor amargo que trasciende al de la muerte – Reflexiono a tiempo de que me adentro en un callejón que normalmente tomo para llegar más rápido a mi destino.

Hace años que no sentía un miedo como el que siento esta noche; para ser honesto el sentimiento si pudiese describirlo es como tener la sensación de una posible emboscada de múltiples criaturas nocturnas que incluso alucino con sus movimientos a tiempo de que me doy vuelta a todos lados para poder verlas –Salgan ahora, dejen de cubrirse y ataquen—Grito a tiempo de que apunto con mi rifle sin mira fija. Sin embargo la única respuesta que recibo es el silencio de una noche que pretende calmarme y una luna que me susurra mediante una brisa que recobre la serenidad. Para ayudarme un poco en el proceso enciendo un cigarro y al poco tiempo vuelvo en sí, a mi calma habitual, pero el resguardo lo tengo conforme mi rifle sigue en mis manos.

Finalmente llego a mi destino: el Cementerio. Comienzo a hacer el recorrido para llegar a la tumba que permite hacer un puente de conexión con los que me dieron la vida.

A tiempo de que la luna es cubierta por una nube que me manda a las sombras, vislumbro con mucha dificultad una persona depositando con un ramo de flores en la tumba de mis padres. Ante el temor de la oscuridad que me rodea mi único refugio sacar mi rifle y dar un disparo al aire para poder ahuyentar a cualquier intruso. Lo que me sorprende no es el hecho de que el ser que había visto antes haya huido tal como lo había previsto, sino la velocidad con que lo hizo.

–Una criatura de las tinieblas, ¿es broma verdad?— Pensé ante la ironía que acaba de ser testigo.

En vista de que la criatura huyó, me acerco tranquilamente a las tumbas. Mientras sigo con una extraña sensación de tener unos ojos clavados en mí.

Inmediatamente después del disparo,  el silencio cubrió la noche y un ambiente de penumbra me provocaba que una sensación de inseguridad como si el disparo no hubiese servido de nada. Cada paso que me sirve para acercarme a la tumba de mi padre produce un vago recuerdo de mi pasado; Fragmentos de un rompecabezas que tengo la incapacidad de unir.

Un estereotipo  común es el hecho de describir a los cazadores como seres fríos y sin corazón, y en verdad lo somos; para poder realizar nuestro oficio necesitamos serlo. Pero esto no es por la naturaleza del cazador sino por una historia;  Una historia que nos convirtió en lo que somos: personas sin sentimientos ante las criaturas que nos hicieron daño. Es la naturaleza humana después de todo: amar aquellos que nos aman y odiar a los que nos odian para causarles el mayor daño posible. Todos los cazadores excepto yo que  aún estoy descubriendo quién soy  y cada criatura de las tinieblas que elimino es una pista más; otra pieza del puzzle que debo armar.

Sólo sé que la oscuridad y la soledad han sido mis acompañantes desde que tengo  memoria y que mi sobrevivencia se explica por el rifle que mi padre me enseño a ocupar y me “heredó” tras su muerte.

Una lágrima corre por mi mejilla a tiempo que me arrodillo frente la tumba de mi padre y sin esperar respuesta alguna comienzo un monólogo con él que me permitiese tener un poco más de paz en mi interior.

—Padre, no tengo nada que pedirte porque en cada memoria que te veo estuviste cuidándome, no tengo nada que reprocharte ni cuestionarte. Siempre supe que lo que decidías era por el bien de la familia. Sólo deseo que intercedas por mí y que mis actos estén dirigidos en pos de tu voluntad, dado que será la única manera de no cometer algún error. Te agradezco  por supuesto como cuidas de mí cada noche en mis escaramuzas y te pido, humildemente, que lo sigas haciendo, mas si tu visión cambia, no dudes en llevarme contigo para darte el abrazo que tanto quise  darte cuando pequeño— Comento en voz baja mirando a la tumba que indica:  Luuk Van Musschenbroek R.I.P

Cuando me incorporo nuevamente para marcharme doy mis primeros pasos, mas una voz me detiene de improviso y me eriza la piel –“Buenas  Noches”— me dice a tiempo de que saco mi arma de inmediato por resguardo. Una señorita un tanto más baja me mira mientras se quita una capucha que llevaba encima dejando ver un cabello negro ondulado. –Así que tú eras la que sentí hace un rato—Piensa en su interior.

– Dime tu nombre y tu propósito aquí—Le ordeno a tiempo que una sensación de miedo e ira recorre mi cuerpo sin conocer el motivo. Mientras tanto, la joven no abandona la mirada seductora que corroe mi ser.

La noche y la tumbas del cementerio; entre ellas la de mi difunto padre, eran nuestra única compañía, a tiempo de que el viento soplaba suavemente causando que el aroma de sus cabellos pudiera percibirlo y provocase un deseo que me era muy difícil controlar.

Mi arma tambaleaba por algún motivo que no resultaba ser el frío, sino el deseo inminente de poseerla. Todo en ella era perfecto: su cabello negro liso, su piel blanca sus facciones la hacían única y su mirada… Su mirada tenía algo tan cautivante que no había visto en ninguna mujer de París… desde las de alta clase que había tenido el privilegio de conocer tanto en bailes y eventos, pasando por las mujeres de clase media que merecen mi más profundo y sincero respeto por los labores que realizan a diario y finalmente, las mujeres de los mejores burdeles que experimenté el placer de visitar. Ninguna de ellas lograba alcanzar tal grado de belleza, sensualidad y perfección.

—¿Qué tiene esta mujer?, ¿qué la hace tan especial?— Eran las interrogantes que mi mente no lograba concebir respuestas coherentes.

—Évani Rivoire—  Resonaba su nombre por mi cabeza, pero no lograba comprender el por qué. Mi padre nunca me habló de las amistades que poseían con otras familias producto de la guerra en calidad de refugiados y, producto de los traumas de mi pasado, mis recuerdos resultaban ser muy vagos.  

—Lo mejor por ahora para ganar tiempo era platicar un poco con ella, para lograr obtener una mejor posición para atacar y por supuesto, algo de información que era mi interés para concretar mi venganza.— Reflexionaba a tiempo de que revisaba disimuladamente que mi armamento era lo suficientemente numeroso para entretenerme con ella.

Luego de verificar que todo estuviese en orden, bajé mi arma para hacerla creer que no estaba en peligro.  —Perdone mi imprudente comportamiento y permítame presentarme: Mademoiselle, tenga usted buenas noches, mi nombre es Claude Van Musschenbroek  y es un honor conocerla— Le decía mientras hacía una reverencia, para luego acercarme cautelosamente.

—No es normal que una señorita de su alcurnia deambule por las calles a estas alturas de la noche—Platicaba a la dama frente mío para darme el tiempo de recoger las flores que ella había depositado en la tumba de mis padres y se las devolvía en sus manos. —Seguro se habrá equivocado de sepultura pero con gusto la acompaño en su caminar hasta que encuentre la que en verdad está buscando— Propuse ingenuamente esperando que cayera en mi juego.

No pude evitar quedar perplejo ante la respuesta que me la dama me ofrecía. Nunca imaginé que mis padres tuviesen seres queridos que yo no conocía y no me refería tan solo a ella, sino que también a  su familia que conformaba parte de dicho círculo, al parecer bien cercano de amistades.

Miré cómo la señorita dejaba nuevamente las flores en la sepultura de mi difunto padre, sin poder mi cabeza concebir lo que estaba ocurriendo. Pero no pude evitar percatarme del tono temeroso de su voz al narrar una historia que dejaba inconclusa. — ¿Por qué me cuenta todo esto cuando podría perfectamente callar sin que yo indagase más? — Fue la primera interrogante que atravesó mi mente de manera fulminante.  A fin de cuentas, me alegraba que mis padres recibieran un presente de alguien más que no fuese de su hijo.  Otras interrogantes que rondaban por mi mente era, por ejemplo,  el por qué no la había visto antes cuando cada aniversario yo cumplía el mismo ritual para reencontrarme con ellos de alguna forma. No pude hallar respuesta alguna ante dicha cuestión, por lo que no me contuve en interrogarle de manera muy cortés: — Mademoiselle, discúlpeme usted, pero no puedo evitar la inminente sorpresa que me produce verla esta hermosa noche cuando en años anteriores no tuve el privilegio. — Sin más rodeos procedí a la interrogante que me intrigaba— ¿Por qué no ha estado presente en aniversarios anteriores de mi difunto padre?—    

— Si no es mucha imprudencia podría responderme también ¿Por qué sus padres no se encuentran presentes en tan importante ocasión?— . Consulté algo ansioso ante las posibles contestaciones que pudiese facilitarme.

Resultaba imperativo que lograse descubrir lo que más fuese posible respecto a ella, para poder ahondar en los recuerdos de mi mente y concebir de mejor manera mi pasado, mi historia, mi identidad en sí misma. Guardé mis armas para que no sintiese ningún peligro.

—Espéreme un segundo por favor, ya vuelvo— Le anuncié teniendo el temor de ser descortés y volví con un ramo de flores no para mis padres, sino para ella con el fin de hacerla sentir que estaba en un ambiente ameno, que no representaba ningún peligro. — Llevando flores a un vampiro, cuando en verdad no deberían ser más que flechas para darle fin a su existencia… a lo que he llegado por obtener información.— Pensaba irónicamente a tiempo que una sonrisa pequeña cubría mi rostro.  

—Aquí tiene mademoiselle— Haciendo entrega del arreglo de flores —Le ofrezco esto como una disculpa por el mal comportamiento de hace un rato. En verdad os agradezco vuestro gesto de gentileza para con mis progenitores. Sin embargo, me resulta imprescindible que me proporcione respuestas a las interrogantes que planteé anteriormente, debido a que no recuerdo con claridad mi pasado y sólo tengo memoria de un oscuro episodio de mi vida que me convirtió en lo que usted con vuestros hermosos ojos logra contemplar. Llevo años en lo mismo, resolviendo un rompecabezas para comprender quién soy en realidad y cobrar venganza por la muerte de mi padre.  Al encontrarla usted, resulta ser una pieza clave dentro de este enigma que no logro resolver por mi cuenta. Valoro como no imagina el destino que nos ha unido esta noche. Ahora por favor bríndeme las respuestas que necesito — A tiempo de que prende un cigarrillo para escucharla adecuadamente.

Para ser honesto, no sé si por sueño o por lo que escuchaban mis oídos mi cuerpo se paralizó de golpe.

Si mis padres tuvieron amigos en Francia no debe ser por un simple lazo de amistad. Tampoco la mujer se refirió a un lazo consanguíneo. ¿Interés comercial?, puede ser pero la señorita no me dijo mucho de sus padres como para poder inferirlo, y aunque fuese así, no explicaría el por qué la relación tenía que ser tan estrecha como lo recalcaba la señorita –Meditaba tratando de hacer encajar las piezas en un juego de ajedrez adverso–.  

¿Por qué mis padres tendrían un lazo a distancia entre naciones que eran enemigas en ese tiempo? ¿Por qué mis padres mantienen relaciones cercanas, para ser más preciso “estrechas” con el enemigo? ¿Acaso esto sucedió después de la guerra? No, imposible debido que al terminar la guerra, al poco tiempo murió mi progenitor. Entonces ¿qué está ocurriendo aquí? –La confusión era tal en mi cabeza, que ya no sabía cómo actuar–.

La desesperación colmaba poco a poco mi ser y, por más de tratar de mantenerme sereno para hacer algún recuerdo que me permitiera aclarar las cosas, los intentos resultaban infructuosos. Seguir la lógica económica era lo más sugerente, pero esta vía sólo me conducía a más preguntas sobre la señorita que, para colmo, se empezaba alejar lentamente. – Si la detengo pensará que la quiero atacar y no dudará en defenderse– Pensaba tratando de calmarme. – Por otro lado, no puedo dejarla ir– Dije en voz baja.  Le sujeté el brazo y le ofrecí gentilmente un regalo.

–Tome esto por favor y aplíquese sobre su piel, el aroma le encantará, se lo aseguró –  Le alcance a decir para que cumpliera mi petición y luego saliese corriendo de manera que confirmo cualquier sospecha anterior, con respecto  a la naturaleza de su ser.

–Al menos ya poseo su aroma ahora sólo debo seguirlo– comenté mientras observaba cómo la vampira se alejaba y veía también a mi alrededor y disfrutaba del aroma que dijo impregnado la mujer. Comencé a correr siguiendo el rastro de manera audaz hasta que éste se concentró en un lugar no muy lejano.

–Por  aquí debes estar– Medité con tono leve mientras mis pasos se tornaban cada vez más sigilosos para no errar en el camino que me proporcionaba el perfume y que me dirigía a mi destino. A unas cuantas cuadras del cementerio observé a la señorita llorando un tanto desconsolada que hizo cuestionarme si dispararle o no. – ¿Qué atormenta tanto a esta mujer y por qué no me hizo daño cuando pudo haberme matado inmediatamente si esos hubiesen sido sus designios?– Era la pregunta que respondería a muchas otras, incluida la atracción que me provocaba esta vampira en particular, que con otras no habían generado en mi persona.

Estaba allí, dentro de un callejón, reteniendo las ganas de fumar un cigarro para que Évani no se percatase de mi presencia y tratando de hacer memoria. En mi mente resoban esas palabras: “Sus padres tenían una estrecha relación con los míos y por respeto a dicha amistad he venido”. Luego volvían las interrogantes que en el cementerio se presentaron. Interés comercial, relación estrecha, ambos con hijos en común. La conclusión era algo perturbador producto de la naturaleza de ambos:– ¿Comprometidos?... Imposible   – me dije negando con la cabeza de manera brusca… Sin embargo, por algún motivo su nombre me era muy familiar, creo que lo había leído en una carta cuando era más joven. Inmediatamente se vino a mi mente el recuerdo con el cual comienza la sucesión normal que da origen a mi destino como cazador.

“En esta carta está la voluntad de la familia Rivoire junto con la nuestra, tienes el deber de hacer entrega de la misma cuando se dé la ocasión a la señorita Évani Rivoire, sin importar cómo ni cuándo, la voluntad de ambas familias debe prevalecer en el tiempo. Recuerda Claude: Tu honor, tu familia y la patria son lo más importante que puedes poseer en la vida. Ahora cumple con tu obligación: Cumple con la voluntad de tu padre”. –Fueron sus últimas palabras antes de darme su rifle y yo salir huyendo como un cobarde para luego encontrarlo envuelto en un charco de sangre. Por temor a la escena de aquél entonces no quise mirar la carta que en su costado superior derecho aún poseía un poco del líquido rojo.


Salí de entre las sombras lentamente para poder hablarle: – Mademoiselle, como os habeís  dado cuenta, soy un cazador y en consecuencia, enemigos por eternos. Sin embargo, usted me ha dejado vivir en el cementerio y la razón por la cual lo ha hecho, creo que va mucho más allá de ser el primogénito de Luuk Van Musschenbroek. Así mismo, le perdono la vida sin importar lo que me relate, pero imploro solemnemente la información que me oculta. Lo percibo,  sé que me oculta algo, por eso usted hablaba con temor, por eso seleccionaba minuciosamente las palabras para hacer un relato inconcluso. Además; su llanto, su agonía al parecer superan con creces  a las mías dado que en sus ojos hermosos percibo un aura de culpabilidad que la asecha esta noche– Anuncié para captar su atención sin asustarla.

Al terminar de guardar mis armas, me sobresalté al rozar la carta de mi padre. Justo antes de que la joven comenzase hablar le advertí  – Por cierto señorita, también tengo información clasificada y de vital importancia para usted. Las órdenes fueron claras y precisas, y es que, al terminar de narrar su historia, yo debo hacer lectura de este documento. Ahora por favor, proceda–.  

Ya no importaba si el ser que tenía frente a mí era humana, licántropo, o vampira había algo superior que me impedía realizar cualquier acción contra ella. Ese “algo” era la voluntad de nuestros progenitores que en el aniversario de los míos nos ha juntado nuevamente en torno a una carta que nos guarda un misterio a ambos.

La noche  se tornaba ahora con nubes de grises y una incipiente lluvia comenzaba a caer por las calles de París. Amablemente coloqué mi abrigo sobre el cuerpo de ella para proceder nuevamente a escucharla con atención al destino que de seguro nos tenía algo preparado, ya sea por un camino junto al otro, o por caminos completamente separados.

Llegadas a estas alturas resultaba imposible dar paso atrás, mis palabras precedentes me sentenciaron a cumplir mi deber de dar lectura al documento y además comprometí mi honor al prometerle que no le haría daño en vista de las circunstancias que nos rodeaban y de que además ella no me había revelado mucho más de lo que en un inicio indicó. En efecto, por más que mi mente se esforzaba por buscar respuestas, no tenía información nueva como para poder hacer deducciones más tajantes y precisas. Pero insisto, ya le había dicho que al terminar de decirme lo que fuese que me iba a mencionar, yo leería el documento.

— Mademoiselle, por algún motivo que desconozco usted y sus tormentos le han impedido poder confiar en mi persona, a pesar de que haya soltado mis armas. No la culpo, ni tampoco la juzgo por ello. Ha cumplido con su parte y es menester que cumpla con la mía—  Le dije, para luego levantarme, acercarme un poco y acariciar su gélido rostro en señal de comprensión ante su gesto.

Al acariciarlo sentí como levemente ella siguió el curso de mi mano encausándose en la caricia misma, otra señal que me causó desconcierto.  

— Vaya la verdad no sé qué pensar—  Medité a tiempo que retiraba mi mano y trataba de disminuir mi perplejidad haciendo búsqueda del texto que debía leer cuyo contenido desconocía.

— Si fuese tan gentil de acompañarme algún lugar que no esté empapado por la lluvia para que este papel no sufra los efectos propios del agua — le solicité, ofreciendo mi brazo en señal de invitación la cual para mi asombro aceptó.

Caminamos en silencio por la oscuridad de la noche y buscamos alguna especie de “refugio” hasta llegar a una casa abandonada, nuevamente cerca de las lejanías.

— Es mi deber informarle que desconozco el contenido de este documento, porque cuando lo recibí fue horas antes de que mi padre falleciese y, hasta el día de hoy el recuerdo había sido bloqueado de mi memoria. Recuerdo que, por algún motivo usted conoce a diferencia de mi persona— Le advertí, mientras sacaba la carta del sobre.  Sin más preámbulos y para saciar la curiosidad de ambos leí las líneas en voz que ambos pudiésemos escuchar aumentando mi sorpresa en cada palabra por la cual mis ojos pasaban y mis labios gesticulaban.

Spoiler:

                                                 

Por un instante me abstraje de la vampira que tenía en frente de mí y me sumergí en la melancolía de mis pensamientos, no podía creer que la respuesta a mi pregunta, a mi objetivo; la pieza faltante de mi ajedrez, la vida que había tenido estaba junto a mi vestimenta. Mi compromiso con ella existió un tiempo, los escondidos como afloraron en mí como la primavera misma y una secuencia de hechos daban lugar en mi mente; ella y yo de pequeños jugando, los gestos que tenía hacia ella y la alegría que compartíamos juntos. En aquél entonces ella era humana también.

—¿En qué instante y bajo qué circunstancias se convirtió?, ¿la muerte de sus padres fue producto de quién la convirtió?— Interrogantes nuevas que en mi cabeza daban lugar de manera inmediata y que todo parecía indicar que ése era el puzle armado la historia de ambos si fuese así tenía total sentido y no creí necesario consultarle, no podía herirla más.

De alguna forma sentí su sufrimiento mientras leía; más bien sorpresa y sufrimiento. Estábamos sintiendo lo mismo porque algo no me cuadraba nuevamente.

—¿Loek? — Dije entre líneas  — ¿hermano? — Terminé diciendo sin poder comprender nada nuevamente. Y es que todo tenía sentido y, paradójicamente se tornaba tan confuso mientras un sentimiento de impotencia se apoderaba de mí y se expresaba en una  gota de agua distinta a las demás de la lluvia, cayendo en el documento que mis manos sostenía. Una lágrima.

—Mis más sinceras disculpas, mademoiselle, esto es inapropiado— le dije, a tiempo de que me limpiaba mi ojo volviendo a ser ese pequeño que ambos recordábamos.

La impotencia me produjo ganas de ir a profanar su tumba de manera inmediata y descargar mi furia de la cual Évani no era responsable; fue mi padre desde un inicio.

—Bien muerto que estás—   sentencié a tiempo de que recobraba la compostura la miraba, mas no alcancé a divisar su expresión puesto que ella tenía su vista al suelo. No sabía el tormento por el que había pasado todo este tiempo del cual yo también le produje un daño sin saberlo.

Leí la carta una y otra vez, para mis adentros buscando alguna respuesta a mis enigmas. Me incorporé y  revisé mis prendas, observando meticulosamente cada uno de los bolsillos  que traían.

— No, no puede ser todo tiene que existir una segunda parte o un trozo perdido en algún lado — Decía mientras trataba de contener la ira que recorría mi cuerpo, ira que impedía que me serenase. El corazón palpitaba aún más rápido que estando en una persecución contra una criatura nocturna o a punto de morir en manos de uno de esos indeseables. La angustia me impedía expresarme con claridad a pesar de mis fervientes esfuerzos por intentarlo un y otra vez sin resultado favorable. Toda intención de hablar terminaba en un torpe balbuceo sin remedio.

Ahora las cosas se tornaban de algún modo distintas entre la mujer que tenía frente a mí y mi persona.  Y es que ella no tenía culpa alguna de lo ocurrido y de paso yo le había hecho daño sin pretenderlo. Por mucho que su naturaleza discrepase de la mía ahora era mi antigua prometida o, al menos en algún momento lo fue.

Sin dudarlo un instante y antes las palabras que comentaba con fría voz la doncella de las sombras, respondí con un humilde gesto de cortesía poco frecuente en cazadores, colocando una rodilla sobre el suelo y con tomando su mano, forzando que ella me mirase con algo de piedad y dejara su faceta gélida de lado un instante.

— Lo lamento —  Insinué levemente y con un sollozo entre medio de mis palabras — Lamento el daño que inconscientemente le he causado y no era mi intención mía provocar tal sufrimiento en su persona que, a pesar de nuestra antagónica naturaleza, me ha brindado una noche amena y llena de recuerdos que ahora entiendo por qué eliminé de algún modo de mi mente—.

Hice una pausa un instante esperando reacción alguna en su persona, que sus ojos demostrasen algún indicio de emoción sin importar cuál sea ésta pero algo que me dijera cómo debía actuar.

Ya la carta estaba grabada en mi memoria y resonaba la palabra “hermano”  haciendo eco dentro de mi mente.

—Reniego de tu existencia miserable y maldita— Pensaba para canalizar algo de la ira reprimida y no traducirla en un grito ensordecedor de impotencia y odio.

Miré nuevamente a mi acompañante nocturno que sumida en sus pensamientos estaba inmersa. Sin embargo, su letargo no duró mucho y al anunciar su despedida me aferré a sus prendas para impedir su partida.

—No se vaya… por favor no se vaya. Déjeme serle útil en sus asuntos de alguna manera, resulta ser lo mínimo que puedo hacer luego de causarle tal dolor—  Mencionaba mientras mis manos hacían presión en su vestimenta impidiendo que se fuese no sé si para el bien suyo o mío. Alcé mi vista con una expresión que desconocía hasta este instante pero que algún sentimiento de aprecio llevaba oculta, buscando sus ojos que pudiese comprender el tormento por el cual pasaba y al mismo tiempo, mostrando mi lado caballeresco ante los actos reprochables que pude haber cometido para con ella.

Todo estaba en sus manos. Fue mi último gesto de persuadirla sin ninguna intención oculta. Esperaba que mi expresión le recordase al viejo Claude con el cual jugaba y si algún tipo de conexión seguía de ella para conmigo, era decisión de sus sentimientos. La determinación no estaba en su mente, sino en su corazón