The Forgiveness [privado]

por **Fyodor Alekséyevich** Sáb Mar 25, 2017 10:51 pm

Las calles de París continuaban resultándole algo extraño, eso pese a que pasear por la zona comercial le mantuviera despejada de la mente de pensamientos negativos y fatalistas, esos que su amada Anna era tan perfectamente capaz de notar que tenía, pues existían momentos en los que él fruncía el ceño ante la preocupación y Anna le apretaba la mano a manera de llamarle la atención. Cuando eso sucedía, no podía hacer más que mirar a su esposa y sonreírle de manera tranquila. Muchas cosas podía haber hecho mal a lo largo de sus 34 años de vida, pero casarse con esa maravillosa mujer, no estaba entre ellas.

Observando de un lado a otro los escaparates, no pudo evitar soltar un suspiro. ¿Dónde se encontraba su hijo? ¿Dónde se encontraba su cuñado y qué planeaba? El tiempo era el enemigo de Alekséyevich y de eso no le cabía la menor duda. Cuando más tiempo pasaba, menos posibilidades de encontrar con bien a Yuri existían. Un nuevo apretón en su mano llamó su atención y con una sonrisa en el rostro se volvió a observar la preocupación en los ojos de su esposa.
– Estoy bien, no tienes que preocuparte por mi Anna – era inútil decirle eso a su esposa. Ella era dulce, bondadosa y se preocupaba demasiado por todo – Además, sabes que me gusta fruncir el ceño, es casi como mi estado natural – trataba de que aquello sonara como una broma, que su esposa se riera un poco y que de alguna manera, ambos pensaran en otra cosa que no fuera Yuri y el cómo se encontraba.

La sonrisa un tanto ausente que apareció en los labios de Anna lo llevó a sentirse una escoria. Las ganas de querer protegerla de todo lo invadieron entonces y tiró suavemente de la mano de su amada para acercarla a él y abrazarla fuertemente contra su pecho.
– Todo esto es mi culpa Anna, perdóname.

por **Anneliese Alekséyevich** Mar Mar 28, 2017 4:18 pm

No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas.
Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas.

Anneliese y su esposo se habían cruzado media Europa en busca de lo más preciado para ellos, su hijo Yuri. Anneliese era una mujer a la que le costaba demasiado perder la calma, sobretodo porque en su interior siempre hay ese abismo de esperanza de poder encontrar aunque fuera a su hijo en alguna parte del mundo en lugar de Paris y vivo antes de que lo hiciera su propio hermanastro.

Actualmente, entre los rincones oscuros que escondía Paris en aquella cubierta noche por espesas nubes, Anneliese y su esposo estaban dando un paseo por la mínima esperanza de que de casualidad encontraran alguna pista, alguna persona que les reconociera o algo por el estilo. Su apariencia era bien sencilla para poder ir bien camuflados y no llamar demasiado la atención. Esa noche, Anneliese vestía un vestido gris oscuro bastante sencillo y un recogido bajo en la nuca.

Iba agarrada de mano y brazo de su esposo, ella le observaba en silencio, intentando simpatizarse con el mismo sentimiento pero a pesar de las decisiones de su esposo, él había decidido separarlo de sus brazos y ahora estaban en esta desesperada situación. Veía a Fyodor desesperado mirando escaparates al vacío, sin fijarse en un punto. Ella misma le dio un leve apretón de manos, se llevó una contestación desinteresada, pero vamos, ella sabía perfectamente lo que le pasaba a su esposo.

Su esposo dijo algo de su estado natural, no lo entendio del todo, supuso que era una broma, supuso que tenía que ser gracioso para apaciguar los nervios pero nada, solo le salían ganas de llorar y podría decirse que ya había malgastado sus fuerzas en sus lágrimas desde que se alejaron de sus hijos. No solo de Yuri, sino de aquel que también tuvieron que alejarse.

Anneliese se notaba sin ganas de seguir al lado de alguien tan autoritario como su esposo, ella misma quería abrazarse a sí misma, darse algún tipo de consuelo, buscar en su propia mente llena de conjuros alguno mental que pudiera animarla pero en cuanto quiso darse cuenta, se encontraba abrazada a Fyodor y entonces no pudo más. Sus lágrimas salieron de sus ojos, empapando la tela del abrigo de Fyodor, su voz salía tirante y cansada, su esposo la pedía perdón, pero ¿Cómo perdonarle? No sabía cómo, pero ella no era rencorosa y así no llegarían a encontrarse con su hijo Yuri al que deseaba volver a ver.

por **Fyodor Alekséyevich** Mar Abr 25, 2017 9:48 pm

Fyodor abrazaba a su esposa fuertemente contra su pecho, buscando en ese abrazo el perdón que ella sabía le otorgaba pese a lo complicado que fuera lo que atravesaban. Annelisse sufría mucho más que él y de eso era completamente consciente. Su esposa, la mujer que llevara a sus hijos en su vientre tuvo que despedirse apenas nacieron de uno y se aferro al otro como si nada más en el mundo existiera, de ahí el sufrimiento que ella experimentaba.
– No llores amor mío – susurró suavemente al oído de la hechicera. Verla llorar lo convertía en un hombre débil, el amor por ella siempre lo había vuelto débil – Sabes que hice lo que creí que mantendría a nuestro hijo a salvo – suspiro antes de besar la coronilla de su esposa – si queríamos que viviera no existía otra manera – decía aquello en voz alta para convencerse a si mismo de que hizo lo mejor, pues de cierta manera, la mirada de Annelisse siempre le recriminaba algo, como si hubiesen tenido una opción más que él se negó a ver, como si hubiera querido perder otro de sus hijos.

Las personas a su alrededor los observaron, siendo esa la señal de que era necesario movilizarse nuevamente. Con suavidad, Fyodor alejo a su esposa de su cuerpo y la tomó de la mano, guiándola entre las personas y buscando un lugar más solitario donde poder detenerse ambos a tranquilizarse y hablar. Los Alekséyevich no podían darse el lujo de llamar la atención. No sabían donde estaba el hermano de Annelisse, ni los planes del mismo contra su pequeño hijo.

Una vez que Fyodor encontró un lugar lo suficientemente solitario, se detuvo y observo una vez más el entristecido rostro de su amada.
– ¿Me odias? – la pregunta fluyo natural de sus labios, estaba cargada de tristeza pero a la vez de resignación. El hechicero no había demostrado sus mejores dotes como padre en ningún momento y quizás eso lo llevó a perder el amor de Anne.

por **Anneliese Alekséyevich** Vie Abr 28, 2017 7:20 pm

Se ha dicho que ha de ser especial el afecto hacia una persona para encontrar el perdón, pero Anneliese siempre ha estado en constancia vigilancia por no verse sola de nuevo, por seguir viendo a su hijo a su lado, pero aquella noche fatídica llegó a sus vidas, pero he aquí otra noche más, Anneliese con su esposo, se sorprendió de lo que le pregunto, se le quedó observándole unos segundos con ojos bien abiertos - … - No obstante no dijo nada, tan solo bajo un momento la cabeza hacia los pies, se secó las lágrimas de su rostro y para cuando se sintió atrevida, levantó de nuevo su rostro, observando a su esposo.

- No puedo odiar a alguien…que tiene un corazón lo bastante enorme como para albergar amor y afecto a tres personas además de si mismo –Obviamente hablaba de aquel que perdió, de ella y de Yuri, de aquel del que estaban esa noche buscándole, simplemente había algo en ella, en ese instante…se sintió mucho mejor, en brazos de su esposo. No lloraba pero era parte de su duelo interior el sentir ese dolor, era lo que le hacía sentirse viva y que tenía una misión junto a su esposo. No le miraba, solamente estaba con su esposo en aquel escondrijo oscuro con los brazos cruzados, pero, estaba siendo egoísta. Fyodor era todo lo contrario a ella, pero se complementaban de una manera increíble, observo el rostro de su esposo.

– Lo siento –dijo acariciando con su mano el rostro de su esposo – por ser egoísta. Tú…también debes de estar en duelo…en…dentro de ti…-abrazó a su esposo alrededor de la cintura, por el interior del abrigo de gruesa tela que los cubrían del frio -…Has puesto en prioridad en salvar nuestra familia….- Observo el pelo revuelto de su esposo, Anneliese le dedico una de sus cálidas sonrisas – Y eso para mí eso es mucho… - besó la mejilla de Fyodor pero poco después se separó de él, fue hacia un rincón cerca del puente por el que pasaba el Sena, observó el paisaje nocturno.

Era algo precioso de ver. Ojala su hijo estuviera aquí, con ambos, precisamente en este mismo instante, pero estaba segura, de algún modo en que se volverían a ver… ¿Cómo es que estaba tan segura? O ¿Era esperanza lo que albergaba en su corazón? ¿Qué podría ser?

por **Fyodor Alekséyevich** Jue Mayo 25, 2017 12:16 pm

Anneliese no respondió de inmediato a su pregunta, siendo eso peor que recibir el hechicero una puñalada en su pecho. Fyodor amaba a su esposa y a sus hijos, pese a que se pensará lo contrario debido a todo lo que hacía, sin embargo, todo lo llevaba a cabo pensando en como mantener a los miembros de su familia a salvo. Cuando abandono a uno de sus gemelos a su suerte, lo hizo por necesidad y con el corazón destrozado, pero en su momento no pudo mostrarle su dolor a su esposa, él tenía que ser fuerte, por ambos. Ahora que hacía que Anne se despidiera de Yuri, creía sinceramente que perdía el amor de su esposa.

Resignado entonces a enfrentar el odio de su esposa, Fyodor soltó la mano que hasta aquellos momentos sostenía, pero fueron las palabras que fluyeron de los labios de Anne las que hicieron que el brujo mirase a su esposa. Anne no lo miraba, sin embargo, Fyodor sabía que las palabras que salían de sus labios eran sinceras.
– ¿Cómo no voy a amarlos? – cuestiono con una sonrisa triste en el rostro – Ustedes son lo que ha dado sentido a mi vida. Primero lo fuiste tú, después nuestros hijos, aunque uno de ellos sea solo un recuerdo al que me aferrare siempre – y hablaba solo de su hijo muerto como un recuerdo, porque aunque no se hallaban seguros de que Yuri siguiera con vida, algo dentro de ambos hechiceros, les decía que su hijo estaba a salvo, esperando por ellos.

Después de lo que para él resultaba una eternidad, Anne le miro y por primera vez, pareció empatizar con los sentimientos de su esposo. Fyodor sufría, claro que si, pero se recordaba constantemente que si él no era fuerte, su esposa se derrumbaría inevitablemente y eso era lo último que deseaba. Los Alekséyevich se necesitaban el uno al otro para avanzar por la vida. Anne le recordaba a Fyodor como ser bondadoso y sensible, mientras que él le recordaba a ella como ser valiente y fuerte. Eran una excelente dupla, de eso no cabía la menor duda.
– Yo solo he hecho lo que he creído mejor para todos nosotros – respondió al tiempo que permitía que los brazos de su esposa le abrazara – Sé que no todas mis decisiones son las mejores, pero créeme amor, siempre las tomo pensando en nuestro bienestar –la sinceridad en la charla de los amantes tranquilizaba a Fyodor, que de buena gana permitió que su esposa se alejará de él y caminara por el pequeño callejón donde se ocultaban.

Con pasos firmes, el hechicero siguió los pasos de su esposa hasta el Sena, donde ella se detuvo a contemplar la vista. Con cautela, Fyodor se situó detrás de Anne y le abrazó.
– Vamos a estar bien amor – le besó la mejilla – Cuando encontremos a Yuri, ¿Te gustaría venir a ver el Sena una vez más? – porque seguramente cuando encontraran a su hijo, solo tendrían oportunidad de ir a un lugar como aquel antes de salir de la ciudad.

por **Anneliese Alekséyevich** Lun Jun 26, 2017 8:26 pm

Anneliese no pudo evitar sonreír como una tonta enamorada cuando su esposo la abrazó por detrás. Siguió mirando por un instante más como el Sena se apreciaba hermoso delante de sus pupilas azules, como delante de ella y de su esposo se extendía un paisaje nocturno tan bello – ¡Sí! – dijo con un poco más de ánimos dándose la vuelta en los brazos de su esposo – Seguro que le gustaría verlo con nosotros….es tan pequeño nuestro hijo pero ha salido a su padre – Dijo alzando el mentón sutilmente orgullosa cuando hablaba de su esposo – Tan valiente y atento…-sonrió por primera vez en mucho tiempo que habían estado en continua tristeza, Anneliese apoyaba su frente contra la de su esposo sintiéndose apoyada, sintiéndose unida a él y no solamente por unos votos matrimoniales.

Con el tiempo, ambos habían aprendido a amar y pensaba que no iba a poder conseguirlo. Amar a un hombre fuerte y valeroso que pensaba en su familia, además de ser un gran hombre. Estaba completamente enamorada de su esposo y aunque algunas veces sea algo tosco y severo con los que le rodean, Anneliese sabe que no lo hace adrede, sino que hay que mantener una postura, ellos tenían que dar ejemplo a los demás y así lo seguiría haciendo junto con su esposo hasta que la muerte los separase.

- Esposo mío –sonríe de manera dulce y tierna – bien aventuradas sean nuestras intenciones, pero parece estar demasiado oscuro y busquemos un poco más antes de volver al hotel – Propuso con voz calmada y cuerpo tranquilo, abrigando más a su esposo al estirarle más la bufanda si cabía. No pudo evitar soltar una risita cuando hizo lo de la bufanda – No puedes estar más…-se sonrojaba, a pesar de los años que había vivido con su esposo y los que viviría aún con Fyodor – más seductor si es posible – Sonreía, los piropos no los dominaba pero le apetecía mostrar un poco de afecto hacia su esposo.

- ¡QUIETOS! – Anneliese escuchó una voz detrás de la de su esposo.

En el momento que vio de quién se trataba, se quedó quieta en el sitio, el miedo inundo sus cinco sentidos. Un ladrón en mitad de la noche - ¡Esposo mío! – Dijo exaltada por la sorpresa que vio en la mano del hombre enfundado de pies a cabeza y que los amenazaba con un artefacto pequeño de fuego - ¡No tenemos nada! – El ladrón estaba poniéndose nervioso, pero enseguida este salió corriendo, siendo perseguido por un oficial de la policía dejándolos a solas de nuevo.

Unos segundos pasaron cuando Anneliese pudo volver a actuar con normalidad. Observo los ojos de su esposo y en este instante Anneliese volvió a su estado cero, a como estaba antes de alegrarse por las vistas del Sena por la noche mientras es abrazada por su esposo.

por **Fyodor Alekséyevich** Lun Jul 24, 2017 10:50 pm

Sonrió al ver como su amada Anna giraba entre sus brazos. Las miradas de ambos se encontraron y Fyodor fue capaz de sentir el amor que emanaba de su esposa, amor que comprobó cuando de los hermosos labios de su mujer salían aquellas nuevas palabras cargadas de esperanza.
– Por eso es que estará bien, tiene lo mejor de nosotros, no solo de mi – Yuri en efecto era valiente y atento pero también era empático y amoroso. Aquel pequeño, era lo mejor de ellos juntos. En un gesto de cariño, Fyodor besó la frente de su esposa – Ya veras que estaremos juntos muy pronto amor, no me rendiré, no hasta que tengamos a nuestro hijo una vez más a nuestro lado – y entonces permaneció en silencio, contemplando el Sena.

Los Alekséyevich habían enfrentado muchas dificultades pero eran una pareja fuerte, una que demostraba que cuando se amaba de verdad y se luchaba por ese amor, cualquier cosa era posible. Habían sobrevivido a la muerte de uno de sus hijo, a la separación del que les quedaba, dejaron su hogar y buscaban a ciegas al retoño de su amor. Eran sin duda, una pareja ejemplar. Abrazados entonces cerca del Sena, el mundo parecía detenerse, los problemas desaparecían y eran nuevamente una pareja feliz y llena de amor para dar.

–Sí amor, busquemos un poco más antes de regresar al hotel pero antes – volvió a besarle la frente – quedémonos aquí unos segundos más, deja que tu calidez de fuerza a mi alma – con cuidado, Anne le envolvió la bufanda y él soltó una risita – Vamos que creo que no luzco tan bien porque te has reído – los ojos de ambos se encontraron una vez más – Te amo Anneliese – soltó aquello, justo antes de que la burbuja de perfección y felicidad que los envolviera estallara en mil pedazos.

Al escuchar tras de si la voz de un hombre, Fyodor apretó de manera automática más el cuerpo de su esposa, protegiéndole con su cuerpo.
– No sabemos lo que quiere, pero si es dinero o algo de valor, esta con las personas equivocadas – de riqueza y poder, aquella pareja de hechiceros ya únicamente tenía el porte. Los Alekséyevich se habían visto obligados a dejar todas sus pertenencias y todo lo que eran en su país natal. Haber abandonado todo de hecho no les importaba, porque lo más importante para ellos, era encontrar a Yuri – Déjenos en paz, no tenemos nada para ofrecer – dijo aferrado aun al cuerpo de su amada.

Fyodor podía sentir el temor de Anne, ese que se disipo segundos después de que apareciera un policía y siguiera al ladrón que afortunadamente no les había hecho daño a ellos.
– ¿Estás bien? – preguntó a su esposa mientras que la iba separando lentamente de su cuerpo, solo para notar que una vez más, ella se encontraba ausente. Un suspiro salió de los labios del hechicero, que tomo la mano de su esposa suavemente – Vamos amor, continuemos la búsqueda.

por **Anneliese Alekséyevich** Miér Jul 26, 2017 6:47 pm

Observo los ojos de su amado para darse cuenta de que estaba a su lado. Anneliese reacciono enseguida volviendo a su estado normal tras salir del pequeño shock – Discúlpame – Pidió disculpas por no haber reaccionado con rapidez pero si, continuarían con la búsqueda de su hijo, Yuri al que echaban en falta desde hace demasiado tiempo, pero antes de volver a caminar, Anneliese accedió a la petición de su esposo, no se movió del sitio ya que ella también quería estar a su lado, mantener el calor de aquel momento antes de que aquel desquiciado rompiera el encanto.

– Yo también te amo, esposo mío – y de puntillas se puso para proporcionar un beso atrevidamente sensual cerca de la comisura de sus labios, pero la noche estaba llenándose cada vez más y más de sombras – Si, continuemos con la búsqueda – Y antes de comenzar a andar en círculos, Anneliese saco un pequeño mapa de París y con la poca luz de los farolillos de la calle apenas podía ver nada pero tenía una coartada si iban hacia el norte.

- ¿Probamos ir hacia el norte? – Pregunto observando a su esposo, aunque la duda le surgió de repente cambiando su intuición cambiándola de nuevo para ir aún hacia el norte – Vayamos al norte – Dijo con firmeza pero un escalofrió comenzó a subir por su espalda, miro a ambos lados y se quedó mirando a su esposo – No sientes como si algo… ¿nos estuviera mirando de cerca? – Pregunto en susurros en la cercanía con su esposo, como si fueran un par de enamorados ocultos de la curiosidad que traía la noche.

La noche era evidente que podría traer cosas, misterios hasta muerte, pero la muerte no sería una de esas cosas. Anneliese guardo el mapa de donde lo había sacado. Se agarró al brazo de su esposo y comenzó a andar en silencio al lado de su esposo, alejándose de las maravillosas vistas del Sena para adentrarse en la incesante búsqueda de su hijo Yuri. Estaba dispuesta a encontrarlo fuese como fuese. Lo buscaría hasta dar su última pizca de aliento, pero no tardó en darse cuenta de que habían vuelto al camino el cual se dirigía hacia el Hotel Des Arenes - ¿Hemos pasado por aquí? – Pregunto con curiosidad.

Ya no estaba perdida, si no confundida. Su hijo estaría en algún lugar de Paris, pero sintiendo aquella mirada sobre su espalda, no quería emplear sus poderes mágicos. No quería ser enviada a la hoguera y fallar al único de sus hijos. Su esposo protegía a la familia y ahora a ella le tocaba esforzarse por no ponerse triste, por no ponerse nerviosa y seguir hacia delante, en busca de su hijo.

por **Fyodor Alekséyevich** Dom Sep 24, 2017 11:40 pm

– No hay de que disculparse, no has hecho nada malo – París era peligroso, eso lo sabían desde antes de embarcarse en dirección a aquella ciudad, sin mencionar que era ilógico creer que ellos serían los únicos extranjeros que no encontrarías dificultades en aquellas tierras plagadas de ladrones, sobrenaturales e inquisidores – Solo andemos con cuidado para que nadie más vuelva a sorprendernos – pidió aquello a su esposa con un tono calmado, aunque dentro de si sentía una terrible preocupación. Fyodor detestaba poner a Anne en peligro, de la misma manera en que se torturaba a si mismo al no saber a que clase de peligros se encontraba expuesto su pequeño, sin embargo, trataba de consolarse diciéndose que Yuri no habría sobrevivido de otra manera y que Anne era lo suficientemente poderosa como para protegerse a si misma, siempre y cuando el enemigo no fuera uno de esos malditos inquisidores que ansiaban poner sus garras sobre cualquier sobrenatural, con el único fin de llevarlo a la hoguera.

Fyodor se acercó más a su esposa para ver el mapa que ella llevaba de la ciudad de París, mismo que resultaba ser guía de los hechiceros desde que llegaran París.
– Sí, probemos en esta ocasión una ruta diferente – indicó al tiempo que comenzaban a andar siguiendo el rumbo al norte. Con cada nuevo paso que daban, Fyodor sentía como el peso de su cuerpo aumentaba, complicándole seguir avanzando a buena velocidad y obligándole a andar más lento. Aquello no estaba bien y lo sabía. Algo raro estaba sucediendo pero no pensaba alertar a Anneliese, su esposa ya se encontraba muy afectada por todo como para que él le compartiera sus propias preocupaciones, esas que bien podían ser una perturbación mágica sin intención oscura alguna, sin embargo, la pregunta de Anne fue lo que termino por alertarle seriamente. Él siempre había sido mucho más perceptivo a los residuos mágicos, a las perturbaciones mágicas y esas cosas, pero si su esposa notaba también algo en el ambiente, aquello que sentía era más que solo un accidente o una simple casualidad – Claro que siento algo extraño – sujeto la mano de su mujer – Yo no siento que nos miran, pero si soy capaz de percibir algo inusual en el ambiente. – Sujetando firme la mano de su amada, el Alekséyevich continuó su camino, pidiendo porque aquello que les afectaba cediera en el algún momento.

Mayúscula fue la sorpresa de Fyodor cuando sin importar que camino parecieran tomar, acababan pasando por las mismas calles, desembocando una y otra vez en las cercanías del Hotel Des Arenes, como si alguien estuviera manipulando su camino para que no llegaran nunca al norte.
– Así es amor, ya pasamos por aquí – soltó entonces la mano de su amada y comenzó a observar a su alrededor – Tal parece ser que hemos encontrado el camino a seguir para llegar hasta Yuri – sonrió – pero alguien no quiere que logremos llegar hasta él – observo entonces a su esposa – No podemos enfrentarnos a quien sea que hace esto hoy… no si queremos ganar – se acercó a ella y le beso la cien – hemos pasado todo el día caminando y nuestra fuerza ha decaído, si lo enfrentamos quizás no podamos derrotarle juntos pues ya ha demostrado con esto que es sumamente poderoso – tomó el rostro de su esposa entre sus manos – pero haremos lo que me digas.

por **Anneliese Alekséyevich** Mar Sep 26, 2017 6:19 pm

Esperanza, amor, preocupación, temor… Cuantos sentimientos unidos para unos pocos segundos que por poco Anneliese de nuevo desfallece pero que gracias a que su amado esposo le toma de la mano esta se mantiene perfectamente de pie. Las palabras de su esposo le hacían dudar de sí misma, pero pensaba en el encuentro de su hijo y entonces recobraba las fuerzas.

-Un vacío de barro – Dijo Anneliese sin sentido alguno, pero entre los amantes, sabían que esa frase significa “Esto me huele a trampa” por lo que los demás solamente pensarían que la pareja estaban alocados y no sabían lo que decían, pero Anneliese sí que lo sabía – que cese el velo – Añadió Anneliese para decirle a su esposo que estaban en una ilusión – Por eso me sentí observada….- Y entonces palabras correctamente al tiempo y al momento en el que estaban vinieron a los labios Anneliese, para decirle a su amado esposo como se sentía en ese momento. Anneliese volviendo a sujetar las manos de su esposo, lo acercó contra su cuerpo, quedándose ella acurrucada, escondiendo su rostro mientras abrazaba a su amado esposo, pero en aquel momento en el que estuvo acurrucada en el pecho de su esposo, dentro de su cabeza comenzó a formular palabras en murmuros, haciendo con sus poderes una ilusión para poder contrarrestar a la ilusión en la que habían sido embaucados, para finalmente encontrarse ambos frente a lo que más odiaba Anneliese y que era la tentación de todo hombre.

Un prostíbulo.

-Pero…¡qué ordinariez! – dijo cuándo sus poderes finalmente dieron a su fin, dejándose caer momentáneamente sobre el cuerpo de su esposo. Anneliese se aferró a la cintura de su esposo una vez recuperada queriendo salir de ahí, pero obviando las prostitutas que le hacían ojitos a su esposo, Anneliese llamó la atención de su esposo – Querido….vámonos de este callejón del infierno. Aquí de seguro no vamos a encontrar a Yuri ni por asomo… - Anneliese suspiró de manera cansada, observo una muchacha que se les acercaba y Anneliese osó por empujarla con la gracia que las diferenciaba de las clases sociales – Perdona, pero este hombre ya está cogido – entonces miró nuevamente a Fyodor – Vamos esposo mío – Alzándose de puntillas nuevamente, beso la parte inferior de los labios de su esposo rozando lo más tentativo posible los labios superiores para después acurrucarse de nuevo en él.

Fue entonces cuando comenzó a remover la mano en el interior de su pequeño bolso a juego con su oscuro vestido. Sacó el mapa y señaló al Hotel Des Arenes – Creo que deberíamos volver al hotel y pensar en una estrategia o algún plan para mañana, ver quien es o quienes son aquellas personas que no quieren que nuestra familia se reúna de nuevo….- Guardando su mapa, Anneliese aguantaba las lágrimas, pero mantuvo su mirada al suelo, ausente, pensando en cómo podría estar su hijo o si de verdad su más fiel sirviente estaba haciendo bien su cometido. Como deseaba tener a su amado hijo de nuevo entre sus brazos. Como deseaba volver a cantarle nanas o arroparle y contarle historias. Como deseaba estar….cuidándolo a todas horas…..lo tenía bastante decidido.

En cuanto encontraran a su lucero del alba, no le soltaría en la vida. Escaparía con él si hiciera falta, pero de seguro su hermanastro los volverían a encontrar y entonces tendrían que separarse de nuevo….Lo único que Anneliese quería era ver a su familia sana y salva además de que estuviera reunida.

por **Fyodor Alekséyevich** Mar Oct 24, 2017 11:45 pm

Fuerzas poderosas trataban de impedir que los Alekséyevich dieran con el paradero de su pequeño, de eso no les cupo la menor duda desde el inicio de su travesía, sin embargo, ver ahora lo que aquellos bajo el servicio de esas fuerzas eran capaces de hacer con tal de que los hechiceros no llegaran a su destino, resultaba inaudito. Una sonrisa fingida apareció en lo labios de Fyodor, quien asintió a las palabras de su esposa.
– Ha sido un buen velo, pero algo frágil por eso se ha roto tan fácilmente – sus palabras, daban a entender a su esposa que aunque les engañaron durante unos momentos, aquella ilusión era una burla, algo que no duraría contra la magia de ambos, sin embargo, como Fyodor dijo antes, lo mejor era mantener su fuerza y sus habilidades como desconocida para el enemigo. Cuando Anne se recargó en su pecho, el Alekséyevich la cubrió con sus brazos, dándole así la privacidad necesaria para que echara abajo la barrera que les impedía saber por donde es que se encontraban realmente – Vamos amor, puedes hacerlo – susurró cerca del oído de Anne, segundos antes de que la barrera se desvaneciera y les permitiera observar lo que se encontraba a su alrededor.

Fyodor no fue capaz de contener una carcajada al ver el lugar por el que se habían pasado dando vueltas y vueltas. El prostíbulo definitivamente no era un lugar que soliera frecuentar, ya que la mujer de su vida estaba a su lado, aún así, debía admitir que quien fuera que les tendió la trampa, sabía lo que los molestaba o afectaba y en el caso de su esposa, era estar cerca de lugares como aquellos.

– Definitivamente no encontraremos a Yuri por aquí – de manera intencional observó a las jóvenes que desde la puerta del prostíbulo le llamaban – Aunque igual y podría echar un vistazo al interior del establecimiento – mencionó solo para ver como el rostro de Anne se volvía una mueca de descontento. Segundos después de haber hecho aquella mala broma a su esposa, una joven trato de acercarse a él; joven que fue alejada por su esposa, quien lo reclamo como suyo, haciendo que Fyodor, se sintiera verdaderamente feliz pues amaba ser de su esposa así como amaba el verla celosa – Vámonos amor mío, pero no pongas esa cara molesta – sonrió – sabes que tú eres la única mujer para mi.

Mientras se alejaban del prostíbulo y avanzaban buscando el Hotel Des Arenes, la preocupación volvió a golpearlos a ambos. Su hijo estaba solo y las personas que querían que se mantuviera de esa manera ya se habían movilizado. El Alekséyevich sujeto firme la mano de su esposa.
– Anne, descubriremos quienes son – sonrió con tristeza – Confía en mi y concéntrate en que esta noche debemos descansar. Mañana tendremos un día arduo – descubriría quien estaba detrás de la barrera que les engaño y se encargaría de destruirlo con su magia.

por **Anneliese Alekséyevich** Jue Oct 26, 2017 7:28 pm

-Sinceramente Fyodor – Anneliese miro alterada a su esposo - ¿De verdad lo crees así? Además…-se limpió las lágrimas que comenzaban a rodar por su rosadas mejillas – Hace tiempo que me cuesta dormir, que tengo pesadillas, ¡Necesito a nuestro hijo!...Esta agonía no la puedo aguantar más…- Y sintiéndolo mucho, su fortaleza se vino abajo para apoyarse en la pared del Hotel des Arenes al cual habían llegado para poder descansar, pero en cuanto su mano toco la superficie enladrillada del exterior del hotel, su mente comenzó a pasarle imágenes, podría decirse que eran visiones, restos de energía de alguien conocido, viendo en las imágenes de su mente a personas con energía negativa, su mismo cuerpo comenzaba a entrar en pequeñas convulsiones que intentaba aliviar mientras golpeaba la pared, como si se tratara de un dolor del que le fuera difícil tragar o deshacerse, hasta que acabaron, Anneliese no volvía a mirar a su esposo.

- Están aquí…malas energías – Dijo con voz jadeante, cansada de como si hubiera corrido una maratón y se estuviera apoyando en la pared para poder descansar un momento -…..No estamos seguros en ningún sitio ¿Aun quieres entrar en el hotel? – Sus lágrimas habían sido sustituidas por un estado de alerta del que por el momento lo estaría confundiendo con un severo grado de dramatismo o probablemente estaría perdiendo la cabeza porque no podían hallar el paradero de su amado hijo – Fyodor…- se apoyó en su pecho – tengo miedo. No quiero morir antes de poder volver con nuestro hijo…pero…ya no sé si de verdad siento algo malo o lo siento porque me estoy volviendo loca de lo desesperada que estoy…. – Apoyó su frente contra el pecho de su amado esposo -….No quiero perderte a ti también….- Diciendo esto se quedó mirando a su esposo, con firmeza al mismo tiempo que sus manos se sujetaban del abrigo de su esposo.

- ¡CUIDADOO!! – El cochero de un atolondrado carruaje gritaba a los Alekséyevich para que se apartasen del camino, Anneliese estaba atontada por el cansancio pero al ver aquel carruaje que estaba a punto de echárseles encima, un hombre de avanzada edad que estaba cerca de la puerta del Hotel cogió a los Alekséyevich del abrigo de cada uno para arrastrarlos lejos de la proximidad del carruaje del cual siguió su camino sin atropellarlos ni a nadie por el camino.

- ¿Qué? – Anneliese miro al hombre mayor que intentaba coger aire – Gra-gracias….buen señor…- dijo mirando al hombre y después a su esposo de manera desconfiada, un hombre les había salvado la vida pero era un desconocido. ¿Y si aquel hombre los salvo es el enemigo pero les ha salvado para ganarse la confianza de los Alekséyevich? Todo…era…demasiado. Anneliese se aferró al brazo de su esposo, para después acurrucarse mejor y seguir mirando al extraño.

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