AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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All about you ♔ Privado
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All about you ♔ Privado
"Algunas cosas se hacen tan nuestras
que las olvidamos."
que las olvidamos."
Mina era una damisela muy organizada. Desde pequeña –seguramente por simular el accionar materno- la neerlandesa había adquirido la costumbre de llevar un organizador hacia todas partes. Aquel pequeño cuadernillo de hojas perfumadas contenía anotaciones de todas las tareas que la muchacha –en aquel entonces niña- debía cumplir a lo largo del día. Más que claro que dichas obligaciones pasaron de “cepillar el cabello de todas mis muñecas” a múltiples reuniones con miembros de aristocracias extranjeras y demás. Pero de todas formas aquel pequeño capricho de la organización detallada aun permanecía firmemente implantado en la vida cotidiana de la rubia.
Faltaban un par de minutos para la hora del té. Mina se encontraba reposando en un hermoso sofá aterciopelado de tono azul oscuro, con hermosos detalles conformados por un no tan grueso hilo dorado. El cómodo y mullido mueble se posaba en medio de una sala de tamaño regular con un inmenso ventanal que daba a los jardines del condominio parisino de la Condesa. Desde allí podía vislumbrarse muy detalladamente el lento caer del Sol y sus cálidos rayos.
Mina usaba aquel sitio para pensar, buscar claridad o simplemente pasar el rato de forma silenciosa, más bien reflexiva.
Desde hacía un buen rato su mente se mantenía inquieta, como si hubiese olvidado algo. Repaso más de tres veces su cuadernillo de anotaciones y no había nada pendiente. Ya había escrito ciertas cartas, supervisado el menú que el chef de la residencia ejecutaría para un banquete la semana próxima. Hasta había tenido tiempo ese día para adentrarse en una tienda de telas para asesorarse sobre unos nuevos modelos que pronto llegarían desde Medio Oriente.
Todo estaba en orden, todo había sido cumplido al pie de la letra ¿Qué era ese molesto sentimiento de olvido en su cabecilla entonces? Dio un suspiro sin saber responderse y se escabullo en el cómodo sofá, fijando su azulada mirada en el verde pasto, que ya era acariciado por los rayos vespertinos del Sol.
No pasaron más de diez minutos -o simplemente ella lo sintió así- cuando Marceu, el mayordomo de la residencia se apareció en la callada sala, quebrantando aquel mortuorio silencio – Señorita Mina, la enviada por la señora Tautou ha llegado – tras aquella información los ojos de la Condesa se abrieron con alegría, al mismo tiempo que estaba chasqueaba graciosamente sus dedos –Eso era lo que había olvidado querido Marceu, eso era – replico con un entusiasmo algo inentendible para el servicial caballero – Dile a la arribada que se presente en esta misma sala… Y por favor, ofrecedle lo que guste para beber antes de que llegue aquí – solicito la rubia sonriendo.
Hacia unos días, una conocida de ella –mejor dicho de sus padres- la había contactado y tras un ameno almuerzo, la charla había llegado a un punto donde Mina comento la necesidad de volver a conseguir una doncella, una dama servicial que le ayudase con las tareas además de hacerle compañía, puesto que la última contratada había desaparecido bruscamente sin saber nadie de ella jamás. Asi fue como la señora Tautou, casada con uno de los bancarios mas importantes de la capital parisina le había recomendado a una muchacha de la que Mina poco y nada sabía.
Acomodando la falda de su vestido prolijamente e irguiendo su espalda, mantuvo sus ojos azules en el ventanal de la sala, esperando la arribada se adentrase en la habitación. La tranquilidad invadió nuevamente el rostro de la Condesa al saber que por fortuna ella se encontraba allí para cumplir con aquella cita extrañamente olvidada.
Sonrió levemente al pensar que hasta las mentes más organizadas a veces fallan.
Mina Zwaan- Realeza Neerlandesa
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Re: All about you ♔ Privado
Alise se sentía muy nerviosa. Estaba esperando en la entrada de vestíbulo, una pequeña sala, poco mas que un vestíbulo anexo a la cocina. Desde allí podía oír el ajetreo del resto del servicio de la residencia de la Señorita Zwaan. Por fuera se veía claramente que era una casa muy grande, incluso mas lujosa que su anterior residencia. Y era obvio que la propietaria era mucho mas fina y educada que sus anteriores empleadores. ¿Bastarían sus modales y conocimientos para agradar a la joven a quien la habían recomendado? Por un segundo deseo poder encandilar a los humanos, para asegurar su empleo. Luego negó con la cabeza, negándose a caer tan bajo como para necesitar brujería para salir adelante.
Un extraño sonido repetitivo se había alzado cada vez con mas fuerza mientras esperaba que el mayordomo volviera con las buenas o malas noticias. Se dio cuenta que el origen del sonido era ella misma justo cuando el hombre volvía.
-La Señorita Swaan la espera. Acompáñeme por favor -dijo el hombre antes de guiarla por la cocina y desde allí por una serie de pasillos.
El se detuvo frente a una puerta delicadamente tallada.
-¿Desea algo para beber o refrescarse? -preguntó educadamente.
Ella lo pensó un segundo. Denegar la oferta se vería maleducado, y finalmente una taza de té no seria ningún problema para la economía de una residencia como esa.
-Una taza de té seria bienvenida -dijo ella -. Muchas gracias.
El abrió la puerta y después de anunciarla y dejarla pasar salió y cerró la puerta tras el. Alisa se quedó sola frente a una joven no muchos años mayor que ella. La luz dorada del atardecer creaba un halo alrededor de su cabello dorado, y resaltaba sus ojos azules como gemas. Al ver el prístino vestido de la mujer frente a ella, Alisa se sintió encoger por su modesta ropa. Pero se obligó a mantener la cabeza en alto e hizo la mejor reverencia de la que fue capaz.
-Buenas tardes, mademoiselle. Le agradezco que me recibiera con tanta presteza. Espero no interrumpir tareas mas importantes -dijo con sinceridad, en un perfecto francés.
Un extraño sonido repetitivo se había alzado cada vez con mas fuerza mientras esperaba que el mayordomo volviera con las buenas o malas noticias. Se dio cuenta que el origen del sonido era ella misma justo cuando el hombre volvía.
-La Señorita Swaan la espera. Acompáñeme por favor -dijo el hombre antes de guiarla por la cocina y desde allí por una serie de pasillos.
El se detuvo frente a una puerta delicadamente tallada.
-¿Desea algo para beber o refrescarse? -preguntó educadamente.
Ella lo pensó un segundo. Denegar la oferta se vería maleducado, y finalmente una taza de té no seria ningún problema para la economía de una residencia como esa.
-Una taza de té seria bienvenida -dijo ella -. Muchas gracias.
El abrió la puerta y después de anunciarla y dejarla pasar salió y cerró la puerta tras el. Alisa se quedó sola frente a una joven no muchos años mayor que ella. La luz dorada del atardecer creaba un halo alrededor de su cabello dorado, y resaltaba sus ojos azules como gemas. Al ver el prístino vestido de la mujer frente a ella, Alisa se sintió encoger por su modesta ropa. Pero se obligó a mantener la cabeza en alto e hizo la mejor reverencia de la que fue capaz.
-Buenas tardes, mademoiselle. Le agradezco que me recibiera con tanta presteza. Espero no interrumpir tareas mas importantes -dijo con sinceridad, en un perfecto francés.
Alisa Lébedev- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/04/2014
Re: All about you ♔ Privado
Pese a los onerosos placeres que su posición nobiliaria le ofrecían, Mina siempre gusto de ser vista como una dama de lógica a como una de excelsos lujos. Lo que su mente proyectase ante otros pesaba más para ella que cualquier vestido original bordado a mano por una docena de costureras solamente para su destacar en un evento de gala. Quizás por esa razón la neerlandesa era conocida por ser una persona de trato fácil y amable, siempre y cuando ésta creyese que la parte receptora de sus vocablos lo mereciese. Lo que Mina podía llegar a tener de atenta también lo tenía de tajante.
- Me alegra poder recibirle. Por favor, no temáis y tomad asiento – solicito con suaves palabras, tras haberse levantado del sofá para aceptar el saludo cortes de la recién llegada e indicarle con su mano derecha un hermoso sillón de tonalidad bordeaux que poseía detalles barrocos en las zonas maderadas de las patas.
Mina contemplo por un instante más el ventanal, hasta que su mirada, de forma muy natural se posó sobre el delicado rostro de la muchacha frente a ella.
Los rasgos eran suaves, advertían que la damisela seguramente era extranjera. Y eso no significaba que las francesas poseyeran rasgos rústicos, no, sino que la piel del este, las facciones extranjeras eran más fáciles de captar por la Condesa, quizás por el simple hecho de que ella también era foránea de las tierras parisinas.
- Quizás madame Tautou tuvo tiempo de comentaros por qué estáis aquí, de todas formas con gusto lo hare por mi parte, pues no hay nada mejor que informarse de la propia fuente – las palabras de la Condesa siempre iban acompañadas de una leve sonrisa, esa que dejaba entrever unos pequeños hoyuelos, uno sobre cada mejilla, cercanos a la comisura de aquellos labios rosáceos de la rubia – Tengo necesidad de contratar a una doncella, una dama joven que pueda ocuparse de ciertos recados conmigo, acompañarme a ceremonias, eventos y hasta las reuniones de la Corte neerlandesa… - las palabras de la Condesa fueron interrumpidas por el abrir de la puerta de la habitación. Marceau excusaba nuevamente su entrada con la llegada de las infusiones para ambas damas. Dejo sobre la mesa baja junto a la rubia una bandeja de plata labrada que contenía una hermosa tetera de porcelana, dos tazas a juego con sus respectivos platillos, un par de cucharas plateadas y una pequeña caja de madera que contenía diferentes sacos de té. Los terrones de azúcar blanca y morena no faltaban en aquella bandeja reluciente.
Una reverencia después el mayordomo volvía a desaparecer tras un gesto de la mano de su principal.
- Como os comentaba, la joven que acepte dichas solicitudes además de cumplir ciertos requisitos deberá ser alguien que pueda viajar sin ningún tipo de atadura junto a mi personal. Y advierto que viajo demasiado – rio suavemente, escondiendo aquel sonido con su mano derecha, la que llevo grácilmente frente a sus labios por mero respeto. Sin más, opto por mantener silencio, quizás la invitada debía reflexionar si se sentía apta o no partiendo ya de aquellas primeras exigencias. La rubia se levantó nuevamente de su asiento y con suma delicadeza tomo con ambas manos la tetera yaciente a su lado. Sirvió un poco de agua hirviendo en ambas tazas y tras volver la tetera a la bandeja, observo por unos instantes los sacos de té, escogiendo uno en particular – No dudéis en escoger vuestro te de predilección. Los hay de gran variedad, pero en particular mi favorito es el té de hebras de jazmín – soltó el fragante saquillo dentro de su taza y le dejo allí para reposar. Tomo asiento cómodamente y fijo sus azulados sobre la muchacha – Hablad, que estoy aquí para escucharos también -
Mina era una amante de la retórica, pero también de la escucha. Un don que había heredado sin duda de sus apreciados padres.
- Me alegra poder recibirle. Por favor, no temáis y tomad asiento – solicito con suaves palabras, tras haberse levantado del sofá para aceptar el saludo cortes de la recién llegada e indicarle con su mano derecha un hermoso sillón de tonalidad bordeaux que poseía detalles barrocos en las zonas maderadas de las patas.
Mina contemplo por un instante más el ventanal, hasta que su mirada, de forma muy natural se posó sobre el delicado rostro de la muchacha frente a ella.
Los rasgos eran suaves, advertían que la damisela seguramente era extranjera. Y eso no significaba que las francesas poseyeran rasgos rústicos, no, sino que la piel del este, las facciones extranjeras eran más fáciles de captar por la Condesa, quizás por el simple hecho de que ella también era foránea de las tierras parisinas.
- Quizás madame Tautou tuvo tiempo de comentaros por qué estáis aquí, de todas formas con gusto lo hare por mi parte, pues no hay nada mejor que informarse de la propia fuente – las palabras de la Condesa siempre iban acompañadas de una leve sonrisa, esa que dejaba entrever unos pequeños hoyuelos, uno sobre cada mejilla, cercanos a la comisura de aquellos labios rosáceos de la rubia – Tengo necesidad de contratar a una doncella, una dama joven que pueda ocuparse de ciertos recados conmigo, acompañarme a ceremonias, eventos y hasta las reuniones de la Corte neerlandesa… - las palabras de la Condesa fueron interrumpidas por el abrir de la puerta de la habitación. Marceau excusaba nuevamente su entrada con la llegada de las infusiones para ambas damas. Dejo sobre la mesa baja junto a la rubia una bandeja de plata labrada que contenía una hermosa tetera de porcelana, dos tazas a juego con sus respectivos platillos, un par de cucharas plateadas y una pequeña caja de madera que contenía diferentes sacos de té. Los terrones de azúcar blanca y morena no faltaban en aquella bandeja reluciente.
Una reverencia después el mayordomo volvía a desaparecer tras un gesto de la mano de su principal.
- Como os comentaba, la joven que acepte dichas solicitudes además de cumplir ciertos requisitos deberá ser alguien que pueda viajar sin ningún tipo de atadura junto a mi personal. Y advierto que viajo demasiado – rio suavemente, escondiendo aquel sonido con su mano derecha, la que llevo grácilmente frente a sus labios por mero respeto. Sin más, opto por mantener silencio, quizás la invitada debía reflexionar si se sentía apta o no partiendo ya de aquellas primeras exigencias. La rubia se levantó nuevamente de su asiento y con suma delicadeza tomo con ambas manos la tetera yaciente a su lado. Sirvió un poco de agua hirviendo en ambas tazas y tras volver la tetera a la bandeja, observo por unos instantes los sacos de té, escogiendo uno en particular – No dudéis en escoger vuestro te de predilección. Los hay de gran variedad, pero en particular mi favorito es el té de hebras de jazmín – soltó el fragante saquillo dentro de su taza y le dejo allí para reposar. Tomo asiento cómodamente y fijo sus azulados sobre la muchacha – Hablad, que estoy aquí para escucharos también -
Mina era una amante de la retórica, pero también de la escucha. Un don que había heredado sin duda de sus apreciados padres.
Mina Zwaan- Realeza Neerlandesa
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Re: All about you ♔ Privado
-Muchas gracias, señorita Swaan -la joven se sentó en el sillón indicado, y de pronto la sensación de nerviosismo la abandono.
Los segundos que la otra mujer dedicó a mirar el ventanal, Alisa los dedicó a observarla a ella con disimulo. Era de rasgos nobles, con unos modales que hablaban perfectamente de su educación. Era obvio que no era francesa, pero si era bonita, con un tipo de belleza que no necesitaba artificios ni mucho maquillaje. Y parecía saber eso, pero no aprovecharse en demasía.
Alisa escuchó en silencio a la Condesa, haciendo leves asentimientos de cabeza. Había sido informada a grandes rasgos de lo que se necesitaría de ella, pero como la propia mujer lo había dicho, que mejor que oírlo de su boca. Por supuesto, Alisa había acudido allí sabiendo que acudía a la residencia de un miembro de la realeza de otro país, lo cual incluía reuniones con gente de alta alcurnia. La entrada del mayordomo trayendo el té interrumpió brevemente la conversación, pero fue un servicio eficiente y corto, que volvió a dejarlas solas no muchos segundos después.
Después de otro comentario acerca de los requisitos del empleo, la condesa procedió a servir el agua hirviendo.
-Por favor, permítame... -se apresuró a decir Alisa, pero ya era demasiado tarde y el agua había sido servida.
Escuchó avergonzada la invitación y lo agradeció con profundidad, imitando a la Condesa y tomando una bolsita de té de menta y volviéndose a sentar mientras dejaba el te reposar.
-Muchas gracias, señorita -dijo -. Sobre el asunto de los viajes debe saber que estoy completamente disponible para ello. No se si la señora Tautou le comentó algo, pero hace años que estoy completamente sola en el mundo. No, no lo digo para levantar su compasión. Solo constato un hecho. De modo que soy completamente libre para acompañarla donde quiera. Pero he de aclarar que no tengo un linaje ni remotamente ilustre, y temo que en ciertos círculos sociales sea criticada por tener una dama de compañía sin un renombre -dijo ella, aun sabiendo que podría echar a perder la oportunidad, pero no podía evitar ser honesta -. Sin embargo, si aun me considera apta para el trabajo, también le puedo aclarar que soy muy trabajadora, y me gusta aprender nuevas cosas, ademas de aprender rápido.
Los segundos que la otra mujer dedicó a mirar el ventanal, Alisa los dedicó a observarla a ella con disimulo. Era de rasgos nobles, con unos modales que hablaban perfectamente de su educación. Era obvio que no era francesa, pero si era bonita, con un tipo de belleza que no necesitaba artificios ni mucho maquillaje. Y parecía saber eso, pero no aprovecharse en demasía.
Alisa escuchó en silencio a la Condesa, haciendo leves asentimientos de cabeza. Había sido informada a grandes rasgos de lo que se necesitaría de ella, pero como la propia mujer lo había dicho, que mejor que oírlo de su boca. Por supuesto, Alisa había acudido allí sabiendo que acudía a la residencia de un miembro de la realeza de otro país, lo cual incluía reuniones con gente de alta alcurnia. La entrada del mayordomo trayendo el té interrumpió brevemente la conversación, pero fue un servicio eficiente y corto, que volvió a dejarlas solas no muchos segundos después.
Después de otro comentario acerca de los requisitos del empleo, la condesa procedió a servir el agua hirviendo.
-Por favor, permítame... -se apresuró a decir Alisa, pero ya era demasiado tarde y el agua había sido servida.
Escuchó avergonzada la invitación y lo agradeció con profundidad, imitando a la Condesa y tomando una bolsita de té de menta y volviéndose a sentar mientras dejaba el te reposar.
-Muchas gracias, señorita -dijo -. Sobre el asunto de los viajes debe saber que estoy completamente disponible para ello. No se si la señora Tautou le comentó algo, pero hace años que estoy completamente sola en el mundo. No, no lo digo para levantar su compasión. Solo constato un hecho. De modo que soy completamente libre para acompañarla donde quiera. Pero he de aclarar que no tengo un linaje ni remotamente ilustre, y temo que en ciertos círculos sociales sea criticada por tener una dama de compañía sin un renombre -dijo ella, aun sabiendo que podría echar a perder la oportunidad, pero no podía evitar ser honesta -. Sin embargo, si aun me considera apta para el trabajo, también le puedo aclarar que soy muy trabajadora, y me gusta aprender nuevas cosas, ademas de aprender rápido.
Alisa Lébedev- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/04/2014
Re: All about you ♔ Privado
"El método más seguro de permanecer pobre es,
sin duda, ser una persona franca."
sin duda, ser una persona franca."
Mientras los hilillos de vapor provenientes de su taza de té formaban fragantes curvas irregulares en el aire despojando aquel exquisito aroma a jazmín que a la Condesa tanto le agradaba, ésta no pudo evitar cuestionarse aquel concepto que había quedado suspendido en la habitación gracias los vocablos de la joven frente a su persona “¿Era la sinceridad algo apreciado por otros?”
La nobleza de su nación, de su continente y quizás de su planeta estaba sumergida en mentiras. Es más, hasta la misma Mina se sintió capaz de enumeras a las personas en su entorno nobiliario que no serían capaz de engañarla, siempre y cuando no se le ofreciera una recompensa de esas que pocos son los que tienen firmeza y valores como para rechazar.
La verdad en los círculos de alta alcurnia pareciese ser algo de mal gusto. Las opiniones sinceras generalmente caían mal. Todo se manejaba bajo la tela de las apariencias. Había que asentir y sonreír ante aquello que no gustaba. Aceptar a quien no se amaba. Hasta había que relacionarse con personas de ideologías completamente diferentes, todo sea por el bien de las naciones, de los contactos y de las riquezas que jamás debían de acabarse, por contrario, esa falsedad constante aseguraba que la onerosidad en las casas nobiliarias seguiría en ascenso. Un ascenso carente de sinceridad… Carente de verdad.
- Mis palabras pueden ser algo toscas, pero quien guste condicionar sus capacidades por no arrastrar un apellido de renombre, simplemente me parece una persona estúpida – sin titubeos la Condesa expuso lo que en realidad pensaba. Mientras remojaba sus labios con un sorbo de la cálida infusión mantuvo su azulada mirada en la muchacha, solo cambiando la dirección de sus ojos cuando apoyo la taza de té nuevamente sobre el platillo de losa a juego con el recipiente que resguardaba la cálida bebida – No busco una doncella reconocida por lo que fueron sus padres, abuelos u otros antepasados. Busco una doncella que quiera ser algo por sí misma. Una dama con voz no necesita de sangre azul para hacerse escuchar, pero sí de lógica, valentía e inteligencia – la neerlandesa no buscaba ofender ni mucho menos a la damisela presente, pero si enmarcar que una chiquilla sumisa y sin deseos de progresar más allá de las limitaciones que la época imponían, nada tenía que hacer a su lado. La mentalidad de Mina estaba fija en proyectar algo y quien se presentase a su lado como doncella o lo que fuese no podía irradiar otra cosa que no fuese los mismos ideales de su superiora.
- Me asegurare que todo lo que comentas sea tal y como dices – sonrió y tras ello, se levantó de su asiento para acercarse al inmenso ventanal de la refinada recamara – Prueba el té antes de que se enfríe y luego de ello, si es posible toma cualquier libro de aquella estantería y sin temor espero puedas leerme algo, de cualquier página que te agrade – la rubia señalo el nombrado mueble que se encontraba saturado de libros de toda clase, que variaban tanto en tamaño como en el tono de sus encuadernados. La finalidad, tan solo saber si la muchacha sabía leer. Mina ya podía imaginarse veladas vespertinas compartiendo alguna lectura con ella, o recitando poemas quizás.
Una forma oculta de agradecimiento. La Condesa aprecio silenciosamente la sinceridad de la desconocida.
Mina Zwaan- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/03/2012
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Re: All about you ♔ Privado
El breve silencio de la Condesa le hizo pensar que estaba pensando como anunciarle que debía marcharse. Pero sus palabras la tomaron completamente por sorpresa, y ni siquiera se vio preparada para ocultarlo. Alisa solo miró a la condesa mientras seguía hablando, con los ojos como platos y por completo prendada de sus palabras. Finalmente, en el silencio que siguió a la declaración Alisa recompuso su gesto mientras pensaba con rapidez. ¿Seria la Condesa una dama que adoptaba esa ideología de la mujer independiente solo porque era la moda que se extendía entre las mujeres de alcurnia, o en verdad pensaba de esa manera? Dado que vivía sola en ese lugar, parecía ser lo último, pero Alisa no podía confiar completamente en ello. Sin embargo, iba a darle su voto de confianza. Si realmente sus palabras eran el fiel reflejo de lo que pensaba, seria una magnifica oportunidad. ¿Cuantas cosas seria capaz de aprender al lado de una dama así? ¿Cuantas libertades ganaría? Sonrió con alegría en su interior, pero compuso una sonrisa ladeada para la Condesa.
-No lo tome como lo que no es, mi señora -dijo, con un tono de voz seguro que no se parecía en nada a la forma que había usado antes para hablar -. No me condiciono por mi linaje. Al contrario, creo haber demostrado con creces que soy mucho mas que mi apellido o lo que otros esperan de mi posición social. A mi no me preocupa que mi padre fuera un criado, ni mi madre una doncella. Por otro lado, es a su clase social a quien le preocupan esos asuntos. Sus palabras la honran, mi señora. Espero que también sus actos.
Guardó silencio, esperando no haber ofendido a la Condesa, pero sin mostrarse temerosa por ello. No iba a amedrentarse por una posición social. Ambas eran iguales, en realidad. O bueno, iguales en su mayor parte... Tomó un sorbo de té y después de unos segundos se puso en pie y caminó hasta la estantería. Revisó las portadas, y descubrió algunos libros poco comunes en la librería de alguien así. Sonrió al dar con un libro de Baudelaire. Lo tomó con delicadeza, de la forma cuidadosa que usaba para sus propios tomos de magia, con el amor de una madre. Abrió el libro y pasó algunas paginas para llegar a una en particular y después de aclararse la garganta empezó a leer. La sala se desvaneció, con todo y su propietaria. Solo quedaron allí Alisa y el libro, la voluntad del escritor y las intenciones con las que esas letras fueron escritas.
-A mi lado sin tregua el Demonio se agita;
En torno de mi flota como un aire impalpable;
Lo trago y noto cómo abrasa mis pulmones
De un deseo llenándolos culpable e infinito.
Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte,
De la más seductora mujer las apariencias,
y acudiendo a especiosos pretextos de adulón
Mis labios acostumbra a filtros depravados.
Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
De las hondas y solas planicies del Hastío,
Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡Y el sangriento aparato que en la Destrucción vive!
Al terminar el poema se quedó mirando al libro, no con la actitud de quien espera cabizbajo la opinión o el regaño de alguien, sino la de aquel que ve el tren de alguien querido marchar y se queda con la mirada fija en las vías que los separan.
-No lo tome como lo que no es, mi señora -dijo, con un tono de voz seguro que no se parecía en nada a la forma que había usado antes para hablar -. No me condiciono por mi linaje. Al contrario, creo haber demostrado con creces que soy mucho mas que mi apellido o lo que otros esperan de mi posición social. A mi no me preocupa que mi padre fuera un criado, ni mi madre una doncella. Por otro lado, es a su clase social a quien le preocupan esos asuntos. Sus palabras la honran, mi señora. Espero que también sus actos.
Guardó silencio, esperando no haber ofendido a la Condesa, pero sin mostrarse temerosa por ello. No iba a amedrentarse por una posición social. Ambas eran iguales, en realidad. O bueno, iguales en su mayor parte... Tomó un sorbo de té y después de unos segundos se puso en pie y caminó hasta la estantería. Revisó las portadas, y descubrió algunos libros poco comunes en la librería de alguien así. Sonrió al dar con un libro de Baudelaire. Lo tomó con delicadeza, de la forma cuidadosa que usaba para sus propios tomos de magia, con el amor de una madre. Abrió el libro y pasó algunas paginas para llegar a una en particular y después de aclararse la garganta empezó a leer. La sala se desvaneció, con todo y su propietaria. Solo quedaron allí Alisa y el libro, la voluntad del escritor y las intenciones con las que esas letras fueron escritas.
-A mi lado sin tregua el Demonio se agita;
En torno de mi flota como un aire impalpable;
Lo trago y noto cómo abrasa mis pulmones
De un deseo llenándolos culpable e infinito.
Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte,
De la más seductora mujer las apariencias,
y acudiendo a especiosos pretextos de adulón
Mis labios acostumbra a filtros depravados.
Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
De las hondas y solas planicies del Hastío,
Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡Y el sangriento aparato que en la Destrucción vive!
Al terminar el poema se quedó mirando al libro, no con la actitud de quien espera cabizbajo la opinión o el regaño de alguien, sino la de aquel que ve el tren de alguien querido marchar y se queda con la mirada fija en las vías que los separan.
Alisa Lébedev- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/04/2014
Re: All about you ♔ Privado
"La familia es el seno espiritual
donde se fomentan las creencias y las costumbres."
donde se fomentan las creencias y las costumbres."
Mientras vislumbraba los últimos rayos de Sol a través del cristal, no pudo evitar el preguntarse dónde estaría su hermano, como se encontraría y cuando le volvería a ver. Baudelaire siempre despertaba esa trágica nostalgia en Mina. Era como si aquellos escritos que mezclaban romance y fatalidad hubiesen sido arrancados de su alma, pues así se sentía ella cada día que se sumaba al calendario que contaba silenciosamente las jornadas de la búsqueda de Noach que no daban frutos concisos. Que no daban con su paradero exacto.
La voz de la muchacha hizo que la selección tomase vida de una forma distinta. La cabeza de la Condesa giro suavemente para observar allí donde yacía la jovenzuela; delicada pese a sus rústicos harapos, grácil pese a su inconsciencia al respecto de ello y cándida como las mujeres de su edad debían de ser por lo que el machismo de la época marcaba. Pero había algo en ella, quizás palpable en su forma de leer, o en el libro que escogió –tal vez al azar, tal vez no- que impulsaba a la neerlandesa a creer que la visitante tenía algo para decir. Que poseía una voz interna con anhelos de manifestarse sin tabúes en una sociedad que le debía ese derecho. Mina venia algo de ella misma en la muchacha frente a sus ojos.
- Encantadora selección. Debo felicitaros por vuestra gustosa interpretación – comento a los segundos de que la damisela había terminado con la tarea solicitada. La Condesa creyó pertinente mantener aquel silencio previo por unos instantes dado que la muchacha lucia algo sumergida en las líneas de Baudelaire tras la finalización de aquellas líneas. Ese fugaz ápice temporal fue suficiente para que la subdirector del Collage de France notase una falta protocolar en su accionar – Debería avergonzarme ante vuestra persona, porque jamás pregunte vuestro nombre, joven – los parpados de la neerlandesa se retrajeron proyectando la sorpresa que la ausencia de tal acción había generado en su interior ¿Qué le estaría sucediendo a Mina para saltear aquellos actos, grabados a cincel en su mente? Noach, la falta de su mayor parecía ser la respuesta instantánea a todo en el corazón de la rubia. Así, noto también noto que el plano personal no solamente sería importante para ella…
-¿Qué le sucedió a vuestra familia?- pregunto repentinamente, no por completa curiosidad, sino por el hecho de conocer lo más claramente posible por qué la damisela era lo que era en ese momento. A veces las personas son talladas por lo que han vivido y la señorita Zwaan estaba segura que la carencia familiar era algo que marcaba a las personas de una forma u otra, aunque todo radicaba mayormente en las razones por las que dichas personas no conformaban parte del vivir cotidiano de uno, al menos no físicamente.
Antes de escuchar respuesta alguna, decidió tomar asiento nuevamente. Acomodo su voluptuosa falsa con esa delicadeza que le caracterizaba y con un gesto invito a la muchacha a hacer lo mismo. Un gesto de respeto que todo el mundo merecía era el de proyectar atención cuando otro hablaba de temas importantes. Mina apreciaría el mismo gesto si tuviese que comentar los penosos sucesos que estaban transcurriendo por su vida últimamente, así que lo mínimo que podía hacer era impartir la misma acción hacia cualquier persona en interacción personal con ella.
¿Los padres de la chica habrían fallecido? Por sus rasgos extranjeros quizás solamente estaban lejos, residiendo en la nación materna de la jovenzuela. O quizás jamás les conoció. Miles de suposiciones que cruzaban la mente siempre inquieta y cuestionadora de la Condesa. La suerte en aquella instancia era que sus dudas serian disipadas en unos momentos. Podría hacerse con una verdad absoluta en el mismo tiempo o quizás antes de que su se te enfriase.
Mina Zwaan- Realeza Neerlandesa
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Re: All about you ♔ Privado
Sonrió ante los halagos por la elección del libro e inclinó la cabeza con modestia, una modestia real y no actuada. Le agradaba que la Condesa elogiara su elección, no porque había sido un punto a favor para que la empleara (lo cual era innegable, por otra parte), sino porque eso significaba que sus gustos coincidían. ¿Coincidiría algo mas entre ellas?
-Entonces, yo también debería avergonzarme por no presentarme adecuadamente. Soy Alisa Lébedev -dijo ella, haciendo una pequeña reverencia.
Cuando la Condesa preguntó sobre su familia ella se tensó débilmente pero se esforzó por parecer natural mientras tomaba asiento, acomodando su humilde falda. Se aclaró la garganta y tomó un sorbo de té, que aun estaba tibio antes de hablar. Cuando lo hizo miraba directamente a la otra mujer, negándose a bajar la mirada.
-Mis padres eran sirvientes de una familia rusa. Mi madre era francesa, mi padre es ruso. Mi madre murió cuando cumplí cinco años, y mi padre no se vio capacitado para cuidarme al mismo tiempo que conservaba su empleo. De modo que me envió con mi tío, que vivía en París. Sin embargo, el trabajo en la fábrica acabó con la salud de mi tío, que murió cuando yo tenia catorce. Mi tío era un hombre con pocos recursos, pero antaño había sido un hombre prospero. El me enseñó a leer y escribir medianamente bien. No he vuelto a hablar con mi padre, ni siquiera se si sigue vivo -su voz tembló débilmente.
A pesar de los años, aun recordaba como su padre jugaba con ella los pocos momentos que pasaban juntos. Y en cualquier caso, ese era un vínculo que ni siquiera el tiempo o la distancia podría romper. Se recompuso rápidamente, y habló de nuevo con voz firme.
-Provengo de una familia humilde, mi señora, pero he tenido la suerte de obtener una educación que no todas las niñas en mi situación han tenido. Primero gracias a mi tío, y mas tarde por medio de mis empleadores. Estoy agradecida con ello, pero no soy alguien que se conforme con lo dado. Sin caer en actos inmorales ni soñar en castillos en el aire, siempre me ha gustado superarme a mi misma.
Siempre y cuando no considerara su brujería como un acto inmoral, por supuesto. Por un segundo le supo mal esconder el detalle mas grande sobre su familia, pero era mejor así. ¿Qué bien se haría a si misma? Solo se ganaría una visita de algún inquisidor, o algo peor. No iba a ser tan tonta, aunque los ojos azules parecían invitarla a confiar en la Condesa.
-Entonces, yo también debería avergonzarme por no presentarme adecuadamente. Soy Alisa Lébedev -dijo ella, haciendo una pequeña reverencia.
Cuando la Condesa preguntó sobre su familia ella se tensó débilmente pero se esforzó por parecer natural mientras tomaba asiento, acomodando su humilde falda. Se aclaró la garganta y tomó un sorbo de té, que aun estaba tibio antes de hablar. Cuando lo hizo miraba directamente a la otra mujer, negándose a bajar la mirada.
-Mis padres eran sirvientes de una familia rusa. Mi madre era francesa, mi padre es ruso. Mi madre murió cuando cumplí cinco años, y mi padre no se vio capacitado para cuidarme al mismo tiempo que conservaba su empleo. De modo que me envió con mi tío, que vivía en París. Sin embargo, el trabajo en la fábrica acabó con la salud de mi tío, que murió cuando yo tenia catorce. Mi tío era un hombre con pocos recursos, pero antaño había sido un hombre prospero. El me enseñó a leer y escribir medianamente bien. No he vuelto a hablar con mi padre, ni siquiera se si sigue vivo -su voz tembló débilmente.
A pesar de los años, aun recordaba como su padre jugaba con ella los pocos momentos que pasaban juntos. Y en cualquier caso, ese era un vínculo que ni siquiera el tiempo o la distancia podría romper. Se recompuso rápidamente, y habló de nuevo con voz firme.
-Provengo de una familia humilde, mi señora, pero he tenido la suerte de obtener una educación que no todas las niñas en mi situación han tenido. Primero gracias a mi tío, y mas tarde por medio de mis empleadores. Estoy agradecida con ello, pero no soy alguien que se conforme con lo dado. Sin caer en actos inmorales ni soñar en castillos en el aire, siempre me ha gustado superarme a mi misma.
Siempre y cuando no considerara su brujería como un acto inmoral, por supuesto. Por un segundo le supo mal esconder el detalle mas grande sobre su familia, pero era mejor así. ¿Qué bien se haría a si misma? Solo se ganaría una visita de algún inquisidor, o algo peor. No iba a ser tan tonta, aunque los ojos azules parecían invitarla a confiar en la Condesa.
Alisa Lébedev- Hechicero Clase Baja
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Re: All about you ♔ Privado
Relamió sus labios tras escuchar a Alisa como un acto de contención. En el interior de la Condesa un cosquilleo impertinente solicitaba confesarle a alguien la aflicción que residía en ella desde la desaparición de su hermano mayor. Pero lamentablemente Mina no podía darse ese lujo; día y noche debía proyectarse como la damisela responsable y firme que muchos admiraban y en la que tantos otros confiaban. Cuando se es pilar de otros, uno a veces pasa a segundo plano por un bienestar mayor: el del prójimo.
El recuerdo de sus padres no pudo evitarse en su cabeza. Como gustaría de verles una vez más, charlar con ellos y beber una taza de té. Abrazarles. Vislumbrarles y escuchar sus voces, acreditándole ambos orgullosamente casa uno de sus logros, cada una de sus hazañas realizadas en nombre de la familia Zwaan. Seguramente la muchacha rusa frente a sus ojos anhelaría algo similar en cuanto a compartir una jornada más con su tío o quizás con su difunta madre.
- Os debéis de sentir orgullosa joven, pues más allá de todo es vuestra convicción y perseverancia la que también hoy le hacer ser quien es – una verdad que para la Condesa era casi absoluta; lo que somos en el presente no es solamente la suma de experiencias por las que nos ha tocado vivir, sino el cómo nos hemos nutrido a través de ellas y lo que hemos decidido hacer o ser frente a las mismas.
- Quizás algún día nos toque viajar a Rusia... – despojó con una leve sonrisa, más para no fomentar esperanzas y menos aún sumergirse en detalles, irguió su anatomía bruscamente acercándose con pasos firmes al doble pórtico, entrada de la recamara donde ambas se encontraban – Gustaría que me acompañase a los jardines de la residencia antes que el Sol se pierda por completo. Hay algo que me gustaría enseñarle – la invitación fue realizada de dama a dama, de amiga a amiga, más que de Condesa a su futura doncella.
Los protocolos indicaban tantas cosas que Mina no compartía, una de ellas era tratar a la servidumbre de forma deshumanizadora. Quizás por ello en algunos círculos, la neerlandesa era tachada de blanda, o como algunas malas lenguas decían: “incorrectamente permisiva”.
Comenzó el andar sin siquiera saber con certeza si la rusa le seguía a sus espaldas. Los sirvientes de la Condesa no tardaron en parecerse, corriendo tras los pasos de la neerlandesa, expectantes de si la misma despojaba algún pedido repentino. La solicitud fue una sola; que les dejasen solas y no se preocupasen por ellas. El acatamiento fue inmediato.
Pasillos, salas y otros tantos espacios rebosantes de luminosidad, lujos y pulcritud excelsa fueron los que la Condesa cruzo a lo largo de la caminata dentro de la residencia de los Zwaan en Francia. Finalmente dio con la sección trasera del condominio, en donde un hermoso salón daba paso a través de una inmensa puerta de cristales de colores a los vergeles de la morada.
Una extensa pradera tonalidad esmeraldina se presentaba ante la rubia. Algunos arbustos poseían formas curiosas, seguramente tallados por los jardineros del lugar a pedido de la dueña de aquel hermoso espacio lleno de frescura y vivacidad, donde solamente había flores de tulipán, como bien es sabido, flor nacional de los Países Bajos.
Miro por encima de su espalda, esperando encontrarse acompañada. Por el momento, solo sentía estarlo por los leves rayos de Sol vespertinos que recaían delicadamente sobre su estática y contemplativa anatomía.
Mina Zwaan- Realeza Neerlandesa
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Re: All about you ♔ Privado
A Alisa no se le escapó la expresión extraña en los ojos de la dama frente a ella cuando terminó de hablar. ¿Añoranza? ¿Comprensión? ¿Molestia, quizá? Como fuera, ella misma se sentía algo melancólica. Sus recuerdos de sus padres eran lejanos y borrosos, pero no había día que no recordara a su tío. Las noches cuando él volvía de la fábrica y la miraba con felicidad enseñándole unos dulces que eran un lujo para su escaso sueldo, mientras hacia la vista gorda sobre que tipo de libros había usado la muchacha para aprender a leer. Su tío siempre había sabido qué era su madre, y su sobrina. Es decir, él había guardado los libros y sus secretos, y se los había trasmitido. Lo hubiera hecho, de alguna manera, incluso si Alisa no viajaba a Francia, ella estaba segura de eso. Había cuidado de ella lo mejor que había podido,. y ella siempre tendría eso en el corazón.
-Mi tío siempre me enseñó que las personas deben hacer frente a las adversidades, pero sin traicionarse a uno mismo -dijo Alisa, con media sonrisa -. Siempre dijo que era una buena alumna.
Hubiera deseado que el comentario de la neerlandesa despertara en ella algún sentimiento. Añoranza, tristeza, cariño... Pero no provocó nada de eso. Rusia, mas allá de su apellido, su lengua y su herencia, nunca le había dado nada. Le había quitado una madre y su padre, hijo de esa tierra del este la había mandado lejos. Ni siquiera tenia suficientes recuerdos para extrañar algo. Pero sonrió, bajando la cabeza modestamente, mientras la dama volvía a hablar.
-Por supuesto, la seguiré -contestó Alisa, ligeramente asombrada por la invitación, que no orden, de la Condesa.
Aunque había sido dama de compañía, la damisela a la que había servido rara vez la había tratado con cualquier tipo de familiaridad. De alguna manera le gustó, porque indicaba muchas cosas sobre la Condesa. Eso aunado a como había tratado al mayordomo le decían, para empezar, que la Condesa no se veía a si misma como una deidad frente a los mortales sirvientes. Y era mas de lo que se podía decir de muchas personas de su clase.
La siguió sin decir una palabra, observando el lujo de la casa, que superaba anteriores residencias que había visitado. Era un lujo combinado con buen gusto, no siempre compañeros por desgracia. Era una casa hermosa, que seguía con los preceptos de la moda imperante pero sin excederse ni resultar cargada. El salón que llevaba a los jardines era hermoso, pero su belleza se veía opacada por el exterior. Con la luz dorada del atardecer todo tenia un aire de fantasía, como un cuento de hadas. Cientos de tulipanes estaban cerrando sus flores para pasar la noche, sus colores vibrantes a pesar de ello. Alisa se quedó quieta algunos pasos detrás de la Condesa y cuando esta giró su rostro para mirarla, los rayos del sol incidieron sobre su cabello rodeando su cabeza por un halo dorado. Allí, en medio de ese hermoso jardín, poco le faltaba a la dama para ser algún tipo de ninfa. Si Alisa fuera un pintor o un poeta, la Condesa extranjera se habría quedado para siempre como musa de su corazón.
-Se que debe ser un cumplido que haya oído a menudo, pero no puedo evitar repetirlo. Es un lugar precioso, mi Señora. Unos jardines hermosos apropiados para una hermosa dama, si se me permite decirlo -dijo con un genuino sentimiento de asombro -. Nunca había visto unos jardines con puros tulipanes floreciendo. ¿Usted diseño el lugar, mi Señora?
Alisa Lébedev- Hechicero Clase Baja
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Re: All about you ♔ Privado
"¡Nostalgia de la patria! ¡Desilusión revelada hace tiempo!
Me da absolutamente lo mismo... El dónde, si es para estar sola".
Me da absolutamente lo mismo... El dónde, si es para estar sola".
Si no fuese porque el peso de la realidad en la mente de Mina era trágicamente comparable al macizo y enorme ancla de una embarcación marina manteniéndole a ésta fijamente junto a las aguas mansas de un puerto, la Condesa hubiese podido permitirse la mentira de creer que se encontraba en su natal Assen por unos instantes.
Silenciosa por unos instantes, sintió la caricia de la brisa sobre su liso y relajado rostro. Con los ojos vislumbrando al frente, capto contemplativamente los matices de las flores y sus tallos verdes. El lienzo esmeraldino de los céspedes era adornado por aquellos florecidos tulipanes, de pétalos firmes y tonalidades intensas. Una obra de arte natural, más no confeccionada por la simple gracia de la Madre Tierra, sino por la estratégica visión del abuelo de Mina.
- Os aseguro que mi abuelo se hubiese sentido muy feliz por escuchar vuestros halagos – una leve sonrisa se coló en el semblante de la neerlandesa, como si su memoria se estancase en la coyuntura de recordar como el orgullo de aquel hombre tan especial se engrandecía cuando otros le felicitaban por su trabajo sobre los vergeles de su residencia parisina – Él diseño la posición de cada flor en este parterre, pues quería mostrarles a sus invitados “un pequeño trocillo” de lo que la campiña neerlandesa es en primavera – volteó y descanso sus ocelos sobre el delicado rostro de Alisa, denotando las bellas facciones de la muchacha, mismas que resaltaban grácilmente bajo la luz de tonos naranjas propias de las horas de la tarde – Puedo asegurarte que cumplió su cometido de forma excelsa – compartió aquella verdad, pues cada vez que Mina era invadida por esa singular nostalgia que le recordaba las distancias con su nación, eran los vergeles creados por su abuelo a los fondos de la mansión los que la volvían por unos engañosos momentos a sentirse como en su castillo de la infancia.
- Mi hermano, Noach, es el encargado de mantener el jardín tal y como le ve. Aunque infortunadamente esa responsabilidad ha recaído sobre mí por un tiempo - bajo inconscientemente la mirada al suelo. El sopesar de la desaparición de su familiar más directo en el presente era algo que la Condesa ya apenas podía disimular. Sin embargo, hasta el momento nadie había alzado una ceja en son de preocupación por ella; una damisela que a la vista de todos llevaba la desgracia de forma admirable, erguida y firmemente enfocada solamente en descubrir el paradero de su hermano.
Invitando con un gesto de su mano a la jovenzuela a seguirle nuevamente, Mina se dirigió lentamente hacia un lado del jardín, donde se encontraba un juego de asientos de jardín. Hierros torneados conformaban sillas sumamente extravagantes que daban lugar a sentarse gracias a los mullidos almohadones de tono blanco que a través de pequeños listones del mismo tono, se encontraban atados a las excéntricas poltronas.
Allí la Condesa tomo asiento, recibiendo directamente los rayos del Sol vespertino sobre su rostro. Entrecerró los parpados, congelándose en esa posición durante cierto ápice temporal. Sabía que Alisa seguía junto a ella, pero creyó pertinente darle un sorbo de silencio a su acompañante. Jamás gustó de agobiar a la gente con palabreríos. Para ella estaba más que claro que a veces los silencios decían más que ciertos monólogos interminables.
- Faltan unas cuantas habitaciones de la casa aun por recorrer y quizás alguna que otra tarea que deba realizar y en este momento yo haya pasado por alto. Pero dígame señorita Lébedev ¿Puede hacerse una idea de si os gustaría servir como doncella para esta que sus ojos vislumbran? – su rostro se tornó serio, mas no en son de presionar a la rusa ni mucho menos. No obstante, para Mina la interrogante no era un asunto para proyectar informalmente.
Mina Zwaan- Realeza Neerlandesa
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Re: All about you ♔ Privado
La sonrisa, aunque leve, iluminó el rostro de la mujer frente a ella casi tanto como el sol. Una sonrisa genuina que decía muchas cosas.
-Ciertamente lo hizo. Por unos momentos me pareció haber sido trasportada a otro lugar, lejos de Paris -algo que no parecía mala idea algunas veces, pero ese pensamiento lo guardó en su interior.
La siguiente confesión y especialmente la forma de decirlo atrajeron de nuevo la atención de la muchacha hacia la rubia. Dudaba que la Condesa bajara a menudo los ojos al suelo, lo cual le daba a sus palabras un concepto completamente diferente. ¿Tristeza? ¿Decepción? Por un segundo Alisa se debatió entre hacer oídos sordos a sus palabras, escudándose entre la diferencia de clases para no meterse en la vida privada de la mujer. Pero era una idea tonta. Mina Zwaan había dicho palabras y realizado actos durante el breve periodo en el que se conocían que denotaban cierta libertad para con sus inferiores en rango. Sin embargo antes de que Alisa pudiera abrir la boca Mina volvió a caminar, haciéndole un gesto para seguirla. Ella lo hizo, reflexionando las palabras para mostrarle a la mujer una curiosidad cortes, y ofrecerle la ayuda que requiriera.
-Si usted me considera apta para el puesto que me ofrece, mi señora, yo seré feliz de servirle con tesón y lealtad -afirmó ella y luego titubeó un poco -. Espero que mis siguientes palabras no la molesten u ofendan, mi señora. Pero deseo decirle que si necesita un apoyo o ayuda para tratar el tema de su hermano, puede confiar en mi, mi señora. Puedo ver su tristeza acerca del tema, por eso no insistiré mas, pero necesitaba que usted lo supiera, y también que supiera que mis palabras salen de mi corazón.
Alisa Lébedev- Hechicero Clase Baja
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