AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Serendipia | Privado: Rikkert Vranken Moos
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Serendipia | Privado: Rikkert Vranken Moos
Serendipia
—Ya no eres el mismo de antes Robat. — Las frías manos de Giorgio se posaron en mis hombros, ejerciendo tanta fuerza y presión que sentía que me iba a enterrar en la cerámica del suelo. Me reusé a responder, permanecí en absoluto silencio mirando a un punto indescifrable en la pared del frente. Lo único que se podía escuchar era el sollozo de la mujer que se refugiaba en una esquina del cuarto, abrazando con los ojos cerrados a sus dos hijos. Los dos que le quedaban.
—Dile que seguiremos matando a sus hijos mientras no deje de llorar. — Su voz era el reflejo de una mente perturbada; era la voz de un ser que, con el pasar de los años, había perdido cualquier vestigio de humanidad. Mis ojos se encontraban de un color rojo intenso y ya no sabía decir en qué punto mis lágrimas se convertían en sudor o viceversa. Pero ni siquiera mi rostro demacrado podría reflejar todo el dolor que me desgarraba por dentro. Empuñé con fuerza la daga. Sentía que con cada orden que obedecía, perdía un pedazo de alma, perdía algo de mí.
—¡Dile, Robat! — Pegué un involuntario salto del cual Giorgio pudo percatarse y no tardó en soltar una carcajada. —Eres débil, Robat. ¿Qué diría tu madre? — Apreté la daga con más fuerza y respirando profundamente me aproximé nuevamente a la mujer.
—No, no más por favor. —
—Los seguiremos matando mientras sigas llorando. — Intenté ser convincente, intenté sonar temerario pero aquella dama podía leer misericordia en mi mirada.
—Por favor. Por favor, señor. No lo haga. — Se puso sobre sus rodillas escondiendo a sus hijos a sus espaldas. En su desesperación tal vez creía que así los mantendría a salvo y, en lo más profundo de mí ser, yo deseaba que así fuera. La hice a un lado con un golpe en la mejilla, no tuve que esforzarme demasiado porque el alma de aquella mujer se encontraba destruida al haber tenido que presenciar la muerte de sus dos hijos mayores, y eran pocas las fuerzas que le quedaban. Tomé al tercero de sus hijos de los brazos y me dispuse a arrastrarlo al centro de la sala.
—Es suficiente, Giorgio. — Escuché una voz a mis espaldas, era Luca. —Lleva a esos dos para cenar. — No supe cuánto tiempo me quedé absorto en mis pensamientos, pero cuando volteé tanto Giorgio como Luca se habían ido. Sólo quedábamos yo, la señora y sus dos hijos con vida. Los otros debía llevármelos para que sean el alimento de mis amos.
***
Abro los ojos de golpe y me encuentro con el oscuro fondo del lago. ¿Cuánto tiempo he estado flotando boca abajo en aquellas agua? Tal vez una o dos horas. Desde el comienzo del día no he podido sacar de mi cabeza aquellos recuerdos y creí que viniendo al lago iba a conseguirlo. No fue así. Bael me espera en la orilla por obvias razones, odia el agua y yo tampoco iba a obligarlo a tomar un baño conmigo.
—Hay luna llena hoy. — Salgo del lago y aguardo unos segundos para que el agua se escurra de mi cuerpo. —¿Qué quieres hacer? — Bael me responde con su monótono maullido que me dificulta saber lo que me quiere decir. Termino de vestirme y me quedo sentado frente al lago observando con interés el reflejo danzante de la luna sobre el agua hasta que un ruidoso caminar llama mi atención.
Mis sentidos se ponen alerta y mi primera precaución es hacer uso de mi habilidad y bloquear mi mente, tengo recuerdos que no deseo abandonen mi cabeza.
—¿Quién anda allí?—
Última edición por Robat Buckland el Lun Sep 30, 2013 12:13 am, editado 4 veces
Robat Buckland- Vampiro Clase Alta
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Re: Serendipia | Privado: Rikkert Vranken Moos
Llueve y el campo de batalla se ha vuelto un verdadero infierno. La lluvia no ha dejado de caer desde hace dos días. Muero de frío, pero es mi deber. Estamos copados por ambos flancos, pero no me rendiré. He de aprovechar la última bala de mi rifle para matar a esos bastardos. No me rendiré tan fácil.
-Yo soy una roca en medio de la tempestad: Dura, inquebrantable e inamovible. Yo soy un junco en medio de la brisa: Suave, rápido y flexible...¡Objetivo fuera de mi alcance! ¡Fuera de mi alcance!
Grito al mismo tiempo que con suma precisión, disparo sobre los soldados que corren por debajo, dando en el blanco en la mayoría de la ocasiones, otras más errando por pocos centímetros. Es momento de escapar, pues ya he rebelado mi posición y soy flanco fácil. Giro a mi derecha, sintiendo una ráfaga de fuego que atraviesa mi piel a la altura del pecho. Me han alcanzado, haciéndome rodar por las trincheras, llegando hasta el fondo. No me he roto el cuello de puro milagro pero no puedo incorporarme por más que deseo intentarlo. La respiración se hace más trabajosa y débil, quiero gritar por ayuda, pero es tanto el ruido de la batalla, que mi inaudible susurro no sirve de nada. Quiero salir por mi propio pie, pero la tierra se ha vuelto resbaladiza impidiéndome salir de la trinchera que comienza a llenarse de agua, pues está cayendo una gran tormenta, como nunca en muchos años.
Es todo… Es mi fin. A pesar de todo, sonrío a la muerte que ha de llevarme. Dejo caer mi cabeza hacia atrás, y los brazos a mis costados, ya entregado completamente a mi destino.
- Tod, durch meine kommen, durch meine Kommen * -. Después de todo era una muerte digna para un soldado. Al fin podría decir: Misión cumplida. Sin embargo unos brazos fuertes me levantan en vilo, haciéndome gritar de dolor. Con sumo esfuerzo trato de luchar por lo que me resta de vida, pero es imposible, mi vista está ya nublada y las fuerzas me han abandonan con cada suspiro. Seguramente se trata de un soldado enemigo que quiere divertirse conmigo. Terminará por echar mi cuerpo al fango y servir así de alimento a los buitres.
-Púdrete- Le digo a aquel hombre, al cual no puedo verle el rostro y de inmediato siento un dolor terriblemente insoportable en mi cuello. ¡El maldito me ha mordido! ¡Me ha mordido!
Abro mis ojos.
Sólo silencio a mí alrededor.
Me he despertado abruptamente en mi cama. El reloj de bolsillo marca las dos de la madrugada. Es la tercera noche que tengo la misma pesadillas. ¿Será la falta de caza constante, la que me provoca éstas extrañas sensaciones, y recuerdos de mi pasado como humano? No he probado mucho alimento y quizás mi cuerpo esté reaccionando desordenadamente. Sin embargo no tengo certeza de nada. ¡Desearía saber tantas cosas de aquel maldito día! Niego con la cabeza, y bajo de mi cama de un salto para dirigirme a mi despacho, para continuar revisando un par de negocios que tampoco me dejan conciliar mi sueño vampírico.
Llevo tres malditas semanas, esperando una carta que cambiará el resto de mi existencia, pero mi buzón continúa vacío. Ya no puedo seguir así. Nervios, incertidumbre, desesperación… En un arranque de furia termino por tirar todo lo que se encuentra encima del escritorio. Cientos de papeles se esparcen por toda la habitación, que se ha vuelto un completo desorden. Es prioritario salir de ahí o terminaré volviéndome completamente loco. Sin saber a ciencia cierta lo que necesito, termino por bajar las escaleras de la residencia, tomando mi capa al paso. Afuera amenaza mal tiempo como si el mundo estuviera ante el inminente segundo diluvio universal pero no me importa en lo más mínimo. Me estoy consumiendo dentro de estas cuatro paredes, necesito aire libre, necesito cazar, necesito alimentarme ¡Estoy desesperado!
Mis botas comienzan a llenarse de barro. Las caballerizas están retiradas del edificio principal. Al momento de penetrar, los animales comienzan a relinchar presintiendo mi presencia. Elijo al azar el ejemplar que he de montar para que me lleve a cualquier sitio, pero que sea lo suficientemente lejos de aquí. El pobre animal no tiene la culpa de que descargue mi furia con el fuete que le va golpeando el cuerpo. Voy reventándolo, puedo percibir que ya no puede más. Finalmente se detiene de improviso relinchando, parándose sobre sus patas traseras tratando de defenderse de algo o de alguien. Me sujeto con fuerza de las riendas para evitar una caída La lluvia finalmente se deja sentir en aquel paraje. Gruesas gotas de agua comienzan a caer levantando el inconfundible olor a tierra mojada.
Hay un hombre… Un vampiro delante de mí. Ahora comprendo el comportamiento extraño de mi caballo, que nunca antes había tenido una reacción como aquella, ni siquiera conmigo. Un gato le acompaña. Mismo que se eriza mostrando los dientes amenazante. Yo me limito a observarlos a distancia prudencial.
***
NA: Muerte ven a mi.*
Benneth Mozes-Kor- Inquisidor Clase Alta
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Re: Serendipia | Privado: Rikkert Vranken Moos
Nadie responde a mi pregunta, más sin embargo aquel caminar continúa aproximándose hacia nosotros. Noto a Bael inquieto, caminando en círculos y maullando, intentando indicarme casi con desesperación que es mejor que me ponga de pie. Lo hago ante su insistencia y noto como de pronto el ente desconocido comienza a tomar forma a la luz de la luna: era un hombre, un vampiro. La experiencia, sumado a los años que viví encerrado como esclavo de aquellos y a las enseñanzas de mi madre, me han ayudado a saber reconocerlos y por ello estoy seguro que nuestro invitado inesperado es uno de nosotros. La pregunta es: ¿qué quiere?, ¿por qué ha venido?
Ambos estamos inmóviles: él serio y yo intrigado. Bael, por el contrario, estaba bastante alterado y no dejaba de enseñar los dientes de forma amenazadora. Estiro ligeramente la palma de la mano, indicándole a mi mascota que conserve la calma puesto que aún no sabemos si se trata de una amenaza que debe ser eliminada. Por mi mente pasan muchas hipótesis que intentan explicar la presencia de aquel sujeto pero prefiero descartarlas todas, no sugestionarme y averiguar qué desea de la manera más gentil y formal.
—Buenas noches, caballero.— Un paso al frente y, error. Siento una punzada en lo más profundo de mi pecho. Por un momento pienso que aquel maldito me ha atacado y llevo mi mano con desesperación hacia donde se supone late mi corazón pero no hay herida alguna. Lo miro con mi rostro contrariado y lleno de confusión, ¿qué me ha hecho? ¿Quién era aquel misterioso hombre? —¿Qué…?— Ni siquiera logro completar la frase cuando mi mente es inundada por recuerdos difusos que no toman una forma en concreto. Veo cadáveres, pólvora y guerra.
—Te conozco.— Es lo único que atino a decir y, olvidando por completo las precauciones, me acerco a grandes zancadas. Tan rápido que ni siquiera mis pies se hunden en el fango al caminar. —Te conozco. — Lo repito mirándolo a los ojos y, a juzgar por la expresión de desconcierto en su rostro, concluyo que acaba de pasar por el mismo episodio que yo. —¿Dónde te conozco? — No es una pregunta dirigida hacia mi interlocutor sino más bien al cosmos: poseedor de todo el conocimiento universal del presente, pasado y futuro.
Me atrevo a tomarlo del rostro con cierta brusquedad. Noto que no le ha agradado aquella invasión a su privacidad y, mucho menos le agrada aquellas imágenes que comienzan a reproducirse en nuestras mentes. Nuevamente veo cadáveres, pólvora y guerra; y de repente lo veo a él en el suelo.
Lo suelto de inmediato y doy un paso atrás. —Fascinante. — Lo miro de pies a cabeza, notoriamente embelesado y sonrío. Ahora recuerdo todo.
Ambos estamos inmóviles: él serio y yo intrigado. Bael, por el contrario, estaba bastante alterado y no dejaba de enseñar los dientes de forma amenazadora. Estiro ligeramente la palma de la mano, indicándole a mi mascota que conserve la calma puesto que aún no sabemos si se trata de una amenaza que debe ser eliminada. Por mi mente pasan muchas hipótesis que intentan explicar la presencia de aquel sujeto pero prefiero descartarlas todas, no sugestionarme y averiguar qué desea de la manera más gentil y formal.
—Buenas noches, caballero.— Un paso al frente y, error. Siento una punzada en lo más profundo de mi pecho. Por un momento pienso que aquel maldito me ha atacado y llevo mi mano con desesperación hacia donde se supone late mi corazón pero no hay herida alguna. Lo miro con mi rostro contrariado y lleno de confusión, ¿qué me ha hecho? ¿Quién era aquel misterioso hombre? —¿Qué…?— Ni siquiera logro completar la frase cuando mi mente es inundada por recuerdos difusos que no toman una forma en concreto. Veo cadáveres, pólvora y guerra.
—Te conozco.— Es lo único que atino a decir y, olvidando por completo las precauciones, me acerco a grandes zancadas. Tan rápido que ni siquiera mis pies se hunden en el fango al caminar. —Te conozco. — Lo repito mirándolo a los ojos y, a juzgar por la expresión de desconcierto en su rostro, concluyo que acaba de pasar por el mismo episodio que yo. —¿Dónde te conozco? — No es una pregunta dirigida hacia mi interlocutor sino más bien al cosmos: poseedor de todo el conocimiento universal del presente, pasado y futuro.
Me atrevo a tomarlo del rostro con cierta brusquedad. Noto que no le ha agradado aquella invasión a su privacidad y, mucho menos le agrada aquellas imágenes que comienzan a reproducirse en nuestras mentes. Nuevamente veo cadáveres, pólvora y guerra; y de repente lo veo a él en el suelo.
Lo suelto de inmediato y doy un paso atrás. —Fascinante. — Lo miro de pies a cabeza, notoriamente embelesado y sonrío. Ahora recuerdo todo.
Robat Buckland- Vampiro Clase Alta
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Re: Serendipia | Privado: Rikkert Vranken Moos
El caballo sigue relinchando, alzándose sobre sus patas traseras. He tenido que sujetarme más de tres veces para evitar caer en el suelo fangoso, tratando de calmar al animal, pero es visiblemente notorio que está asustado. Solo atino a dar un gran salto para caer, mientras lo veo irse a todo galope hacia cualquier parte. No es mi intención seguirlo porque sería inútil. Lo que más me interesa en éste preciso momento es éste hombre que tengo delante de mí, que me observa con ojos interrogantes. Es un completo extraño para mí, sin embargo siento como si le conociese de toda la vida, de una muy diferente. A mi vida como humano…Ha osado acortar distancias y a tomarme el rostro con toda la desfachatez del mundo. Le he tomado por el antebrazo con toda la intención de hacerle retirar su fría mano de mi cara, pero el simple hecho de hacer contacto, dispara cientos de recuerdos que llegan a mi mente de manera vertiginosa: Su mirada clavada en mí, yo entre sus manos como un títere moribundo, y en seguida la hartera mordida en mi cuello, desgarrándome la garganta.
Hay algo extraño en él y algo extraño en mí, porque una “alarma” en mi interior se ha encendido, dándome a entender que ése vampiro es justo a quien he buscado por tanto tiempo. El “llamado” de la sangre, el cual consideré siempre una patraña, ahora lo estoy sintiendo en carne propia. No es un mito, no es una leyenda, es la realidad y las piernas me tiemblan. No sé si se deba a mi actual estado de ánimo, o a otra cosa, pero tiemblo.
— Eres tú – después del primer choque emocional, logro retirarme de él – Y claro que me conoces – esto último dicho casi en un susurro, mientras retiro el exceso de agua que corre por mi mejillas hasta terminar en una gota de agua escurriendo por mi barbilla. Por fin la lluvia ha arreciado, empapándonos de pies a cabeza.
No puedo decir nada más. En este momento tengo sentimientos encontrados. Por un lado quisiera matarlo con saña, no sin antes decirle que arruinó mi vida, arrebatándome la gloria de morir como un héroe de guerra. Por otro, me siento aliviado y sumamente emocionado. Quiero acercarme, y… ¡Demonios! Simplemente no puedo dar un paso, por más que quiero. Es como si hubiese un campo invisible entre él y yo. ¿Esto es normal? No lo sé… Desconozco muchas cosas. Me limito a mirarlo fijamente, esperando pacientemente alguna señal de su parte. Quiero decirle tantas cosas… ¡Pero también arrojarme en su contra y descargar mi furia tantas veces contenida y golpearle hasta decir basta! ¿A qué ha venido? ¿Por qué está aquí? ¿Ha venido a burlarse de mí? Maldita sea… Mis manos se han cerrado en un puño, y estoy dispuesto a todo.
—No sé qué tiene de fascinante, señor… -Arrastro las palabras dichas entre dientes. Me siento observado como un animal de circo. Como un juguete olvidado en un polvoso ático, que de pronto alguien ha encontrado por casualidad. –Tú – lo señalo con el dedo índice mientras trato de hilar las ideas en mi cabeza y hacerlas externas –. Siempre me he caracterizado por llevar las riendas de mi destino. Siempre he sido yo quien decide por mi vida. Y tú… te la llevaste sin importar nada. ¡Me arrebataste la oportunidad de morir como lo que siempre quise! Toda mi vida como vampiro, he pensado que fue un mero capricho tuyo, o un grave error el haberme convertido… Pienso que fue esto último, porque de haber tenido un plan para mí, no me hubieras dejado en el arroyo, aprendiendo por mis propios medios. Simplemente se te presentó un festín de sangre y tomaste al primer idiota que tuviste a modo. ¡TE ODIO!
Dicho esto último, termino de dar ése último paso que tanto me costaba dar, y me arrojo contra él, para hacerle tambalear y caer ambos en el suelo.
Hay algo extraño en él y algo extraño en mí, porque una “alarma” en mi interior se ha encendido, dándome a entender que ése vampiro es justo a quien he buscado por tanto tiempo. El “llamado” de la sangre, el cual consideré siempre una patraña, ahora lo estoy sintiendo en carne propia. No es un mito, no es una leyenda, es la realidad y las piernas me tiemblan. No sé si se deba a mi actual estado de ánimo, o a otra cosa, pero tiemblo.
— Eres tú – después del primer choque emocional, logro retirarme de él – Y claro que me conoces – esto último dicho casi en un susurro, mientras retiro el exceso de agua que corre por mi mejillas hasta terminar en una gota de agua escurriendo por mi barbilla. Por fin la lluvia ha arreciado, empapándonos de pies a cabeza.
No puedo decir nada más. En este momento tengo sentimientos encontrados. Por un lado quisiera matarlo con saña, no sin antes decirle que arruinó mi vida, arrebatándome la gloria de morir como un héroe de guerra. Por otro, me siento aliviado y sumamente emocionado. Quiero acercarme, y… ¡Demonios! Simplemente no puedo dar un paso, por más que quiero. Es como si hubiese un campo invisible entre él y yo. ¿Esto es normal? No lo sé… Desconozco muchas cosas. Me limito a mirarlo fijamente, esperando pacientemente alguna señal de su parte. Quiero decirle tantas cosas… ¡Pero también arrojarme en su contra y descargar mi furia tantas veces contenida y golpearle hasta decir basta! ¿A qué ha venido? ¿Por qué está aquí? ¿Ha venido a burlarse de mí? Maldita sea… Mis manos se han cerrado en un puño, y estoy dispuesto a todo.
—No sé qué tiene de fascinante, señor… -Arrastro las palabras dichas entre dientes. Me siento observado como un animal de circo. Como un juguete olvidado en un polvoso ático, que de pronto alguien ha encontrado por casualidad. –Tú – lo señalo con el dedo índice mientras trato de hilar las ideas en mi cabeza y hacerlas externas –. Siempre me he caracterizado por llevar las riendas de mi destino. Siempre he sido yo quien decide por mi vida. Y tú… te la llevaste sin importar nada. ¡Me arrebataste la oportunidad de morir como lo que siempre quise! Toda mi vida como vampiro, he pensado que fue un mero capricho tuyo, o un grave error el haberme convertido… Pienso que fue esto último, porque de haber tenido un plan para mí, no me hubieras dejado en el arroyo, aprendiendo por mis propios medios. Simplemente se te presentó un festín de sangre y tomaste al primer idiota que tuviste a modo. ¡TE ODIO!
Dicho esto último, termino de dar ése último paso que tanto me costaba dar, y me arrojo contra él, para hacerle tambalear y caer ambos en el suelo.
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Re: Serendipia | Privado: Rikkert Vranken Moos
Nunca en mi vida me han señalado con tanto resentimiento y dolor como aquel hombre acaba de hacerlo. Su níveo dedo apuntando directo a mi pecho y la forma en como pronuncia “Eres tú” me hace comprender de inmediato que no le resulta agradable el hecho de haberme encontrado. Y, a decir verdad, a mí tampoco me agrada mucho su presencia. Mi vida se limita a un permanente huir de mi pasado y el hecho de que este joven vampiro está frente a mis ojos no hace más que recordarme cómo era mi vida años atrás.
Estoy seguro que pedirá explicaciones, que querrá saber por qué hice lo que hice y por más que intento pensar en alguna razón profunda, no logro encontrarla. A mi mente únicamente llegan recuerdos de pena y el deseo de hacer algo bien luego de haber causado tanta muerte y destrucción. Me sentía poderoso y pensé que hacía lo correcto. No fui consciente del daño que le hacía sino hasta días después, pero nunca fui lo suficientemente valiente como para regresar sobre mí andar y encararlo. Tenía cosas más importantes que hacer en ese entonces como regresar a América y visitar a mi madre.
Mi creación dice que no entiende lo fascinante de la situación y yo sonrío, sólo un poco, dejando atrás la melancolía de las remembranzas. —Es fascinante el poder de la sangre, estimado. — Inclino ligeramente mi cabeza en señal de respeto y, para darle a entender además, que mi fascinación no se fundamenta en el deseo morboso de sentirme creador. Luego de eso, el silencio se apodera de nosotros durante un par de segundos, luego de los cuales la situación presenta un giro que me esperaba pero no tan pronto.
Intento escucharlo con atención pero las incongruencias saltan de su boca causándome un poco de incomodidad. No sólo asume, cosas sino que me califica con adjetivos que simplemente no se ajustan a mi forma de ser. Me tacha de vanidoso, caprichoso y de haber actuado sin ningún fin. Siento deseos de callarlo porque jamás me han hablado de aquella manera pero, por otro lado, siento también que tengo la obligación de escucharlo y es lo que hago. Me limito a mirarlo a los ojos y asentir con la cabeza cada vez que puedo para darle a entender que tiene toda mi atención. Permanezco imperturbable aun cuando sella su verborragia con una sobredosis de subjetividad al decir que me odiaba.
Cuando comienza a acercarse enarco una ceja notoriamente confundido y debido a mi descuido, caemos los dos al fango producto de su empujón. Mi primera reacción es reír, reír amplia y sonoramente porque para mí toda la situación que se reducía a un reclamo por “no haber estado a su lado”. Cómo si él fuera mi hijo y yo su padre. —Escucha…— Hago una pausa porque me acabo de dar cuenta que no sé su nombre, pero el vampiro se encuentra tan contrariado por mi risa que no comprende que estoy a la espera que se presente así que prosigo. —Debo entender entonces que habías decidido fallecer ese día, ¿no?— Cuestiono un poco su forma de “llevar el control de su destino”. —Tú fallaste. — Se lo lanzo secamente mirándolo a los ojos. Noto que mi cuerpo se hunde poco a poco en el lodo producto del peso del cuerpo de mi interlocutor pero no le doy importancia. —No previste nunca que te dispararían en el pecho y, lo aceptes o no, te sentiste fracasado. Porque deseabas hacer más en esa guerra: matar soldados enemigos, ser condecorado cuando termine. Tenías toda una lista de planes entre los cuales no estaba morir, así que no me vengas a decir que llevabas control de tu destino y que habías planificado morir.— Siento que desea ponerse de pie, pero sostengo fuertemente sus muñecas impidiéndoselo.
—Yo te di una nueva oportunidad, una oportunidad de hacer las cosas que realmente querías y lo conseguiste. Murieron muchos soldados enemigos la siguiente semana, ¿no?— Le lanzo una mirada cómplice que el vampiro entiende de inmediato Era lógico que él les había dado muerte, no necesitaba ser ningún adivino para saber que se había vengado de aquellos que lo habían matado.
—Quizá debí haberte acompañado un tiempo y esperar a que te acostumbraras a tu nueva vida pero, de haber hecho eso, no podrías alardear con soberbia que todo lo que has conseguido, ha sido por tus propios medios. — Cada vez me siento más fascinado por el poder de la sangre porque, no sólo es la sensación de que algo me une a ese ser, sino también logro comprender su forma de ser. Puedo ver claramente que el orgullo es cosa de su diario vivir y decido atacar por ese flanco. —Si lo piensas de aquella forma…— Coloco mis manos lentamente en su pecho y lo empujo hacia un lado para poder ponerme de pie. —… deberías hasta agradecerme. — Me pongo de pie de un salto y lo miro desde arriba mientras me acomodo el cuello de mi camisa.
— ¿No crees?—
Estoy seguro que pedirá explicaciones, que querrá saber por qué hice lo que hice y por más que intento pensar en alguna razón profunda, no logro encontrarla. A mi mente únicamente llegan recuerdos de pena y el deseo de hacer algo bien luego de haber causado tanta muerte y destrucción. Me sentía poderoso y pensé que hacía lo correcto. No fui consciente del daño que le hacía sino hasta días después, pero nunca fui lo suficientemente valiente como para regresar sobre mí andar y encararlo. Tenía cosas más importantes que hacer en ese entonces como regresar a América y visitar a mi madre.
Mi creación dice que no entiende lo fascinante de la situación y yo sonrío, sólo un poco, dejando atrás la melancolía de las remembranzas. —Es fascinante el poder de la sangre, estimado. — Inclino ligeramente mi cabeza en señal de respeto y, para darle a entender además, que mi fascinación no se fundamenta en el deseo morboso de sentirme creador. Luego de eso, el silencio se apodera de nosotros durante un par de segundos, luego de los cuales la situación presenta un giro que me esperaba pero no tan pronto.
Intento escucharlo con atención pero las incongruencias saltan de su boca causándome un poco de incomodidad. No sólo asume, cosas sino que me califica con adjetivos que simplemente no se ajustan a mi forma de ser. Me tacha de vanidoso, caprichoso y de haber actuado sin ningún fin. Siento deseos de callarlo porque jamás me han hablado de aquella manera pero, por otro lado, siento también que tengo la obligación de escucharlo y es lo que hago. Me limito a mirarlo a los ojos y asentir con la cabeza cada vez que puedo para darle a entender que tiene toda mi atención. Permanezco imperturbable aun cuando sella su verborragia con una sobredosis de subjetividad al decir que me odiaba.
Cuando comienza a acercarse enarco una ceja notoriamente confundido y debido a mi descuido, caemos los dos al fango producto de su empujón. Mi primera reacción es reír, reír amplia y sonoramente porque para mí toda la situación que se reducía a un reclamo por “no haber estado a su lado”. Cómo si él fuera mi hijo y yo su padre. —Escucha…— Hago una pausa porque me acabo de dar cuenta que no sé su nombre, pero el vampiro se encuentra tan contrariado por mi risa que no comprende que estoy a la espera que se presente así que prosigo. —Debo entender entonces que habías decidido fallecer ese día, ¿no?— Cuestiono un poco su forma de “llevar el control de su destino”. —Tú fallaste. — Se lo lanzo secamente mirándolo a los ojos. Noto que mi cuerpo se hunde poco a poco en el lodo producto del peso del cuerpo de mi interlocutor pero no le doy importancia. —No previste nunca que te dispararían en el pecho y, lo aceptes o no, te sentiste fracasado. Porque deseabas hacer más en esa guerra: matar soldados enemigos, ser condecorado cuando termine. Tenías toda una lista de planes entre los cuales no estaba morir, así que no me vengas a decir que llevabas control de tu destino y que habías planificado morir.— Siento que desea ponerse de pie, pero sostengo fuertemente sus muñecas impidiéndoselo.
—Yo te di una nueva oportunidad, una oportunidad de hacer las cosas que realmente querías y lo conseguiste. Murieron muchos soldados enemigos la siguiente semana, ¿no?— Le lanzo una mirada cómplice que el vampiro entiende de inmediato Era lógico que él les había dado muerte, no necesitaba ser ningún adivino para saber que se había vengado de aquellos que lo habían matado.
—Quizá debí haberte acompañado un tiempo y esperar a que te acostumbraras a tu nueva vida pero, de haber hecho eso, no podrías alardear con soberbia que todo lo que has conseguido, ha sido por tus propios medios. — Cada vez me siento más fascinado por el poder de la sangre porque, no sólo es la sensación de que algo me une a ese ser, sino también logro comprender su forma de ser. Puedo ver claramente que el orgullo es cosa de su diario vivir y decido atacar por ese flanco. —Si lo piensas de aquella forma…— Coloco mis manos lentamente en su pecho y lo empujo hacia un lado para poder ponerme de pie. —… deberías hasta agradecerme. — Me pongo de pie de un salto y lo miro desde arriba mientras me acomodo el cuello de mi camisa.
— ¿No crees?—
Robat Buckland- Vampiro Clase Alta
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