AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Howling [Rikkert Vranken Moos]
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Howling [Rikkert Vranken Moos]
La catedral.Un lugar que hacía tiempo había admirado. ¿qué había admirado en un lugar como ese? Las bellas figuras e imágenes que adornaban de forma casi irreal aquellos pilares y arcos. Tan plenamente construido, tan detallado, tan sublime y sin embargo, le parecía algo inútil en ese momento, algo sin sentido. No veía salvo una obra de arte que era incapaz de comprender.
sus pasos le habían guiado, como si algo le llamase a un lugar como aquel. ¿Cuándo había sido la última vez que pusiese los pies en un lugar 'sagrado' como aquel? Ah, probablemente ese día en el que una mujer le acompañaba. Entre recuerdos, aquel rostro aparecía en su mente oscurecido, lo que había pasado le obligaba a negarse a recordar a la persona que había aprendido a amar y que al final le había sido arrebatada.
Se acercó esquivando lo que aparecía en su camino, acercándose, para ver mejor. Él no sabía de arte, nunca fue de ese modo. Era como la música, solo le gustaba, no tenía idea de cómo surgía ni lo que conllevaba crearla. Esa especie tenían para él las artes. Le gustaba observar, pero nunca se había interesado por aprender cosas como aquella, ni siquiera le había pasado por la mente que pudiese intentarlo acaso alguna vez.
Al mirar con atención arqueó una ceja -¿Se supone que esto es hermoso? - Ya había visto que las figurillas de ángeles y ese tipo de creaturas solían hacerlas con esas formas curiosas, a veces no sabía que creer, pero todo aquel sitio ¿no era acaso algo tétrico si uno prestaba más atención a lo que allí había.
Estaba tan distraído que no se preocupo en sí alguien como él dando vueltas por ahí llamaría la atención. Su esposa decía en broma que se iría al infierno por pensar cosas como esa. ¿Su esposa? Sacudió la cabeza. ¿Qué estaba pensando? Él estaba solo, no había algo así. Y sin embargo se había inquietado tan solo con el pensamiento. Su estabilidad radicaba en aquel trastorno que le permitía negar su realidad.
Dejó el bastón chocar con el piso, escuchando como el sonido se extendía y producía aquel eco bastante diferente al que hacía en un lugar sin aquel tipo de construcción. Sonrió moviendo el objeto hasta levantarlo dándose un golpe ligero en el hombro con él. Tal vez era mejor marcharse ahora.
sus pasos le habían guiado, como si algo le llamase a un lugar como aquel. ¿Cuándo había sido la última vez que pusiese los pies en un lugar 'sagrado' como aquel? Ah, probablemente ese día en el que una mujer le acompañaba. Entre recuerdos, aquel rostro aparecía en su mente oscurecido, lo que había pasado le obligaba a negarse a recordar a la persona que había aprendido a amar y que al final le había sido arrebatada.
Se acercó esquivando lo que aparecía en su camino, acercándose, para ver mejor. Él no sabía de arte, nunca fue de ese modo. Era como la música, solo le gustaba, no tenía idea de cómo surgía ni lo que conllevaba crearla. Esa especie tenían para él las artes. Le gustaba observar, pero nunca se había interesado por aprender cosas como aquella, ni siquiera le había pasado por la mente que pudiese intentarlo acaso alguna vez.
Al mirar con atención arqueó una ceja -¿Se supone que esto es hermoso? - Ya había visto que las figurillas de ángeles y ese tipo de creaturas solían hacerlas con esas formas curiosas, a veces no sabía que creer, pero todo aquel sitio ¿no era acaso algo tétrico si uno prestaba más atención a lo que allí había.
Estaba tan distraído que no se preocupo en sí alguien como él dando vueltas por ahí llamaría la atención. Su esposa decía en broma que se iría al infierno por pensar cosas como esa. ¿Su esposa? Sacudió la cabeza. ¿Qué estaba pensando? Él estaba solo, no había algo así. Y sin embargo se había inquietado tan solo con el pensamiento. Su estabilidad radicaba en aquel trastorno que le permitía negar su realidad.
Dejó el bastón chocar con el piso, escuchando como el sonido se extendía y producía aquel eco bastante diferente al que hacía en un lugar sin aquel tipo de construcción. Sonrió moviendo el objeto hasta levantarlo dándose un golpe ligero en el hombro con él. Tal vez era mejor marcharse ahora.
Última edición por Aaron Denhim el Lun Ago 19, 2013 7:59 pm, editado 1 vez
Aaron Denhim- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
Le sigo los pasos de cerca, pero sin llamar demasiado la atención. Particularmente me intriga su cara y su cuerpo aniñado, enfundado en un traje que pareciera tener la finalidad de aparentar mayor edad física. Es un vampiro, por lo cual bien podría tener unos trescientos años, sin embargo y por experiencia propia, puedo casi asegurar que es un vampiro de reciente conversión, aunado a que son escasas – por no decir nulas – las ocasiones en que uno de nuestra especie con mayor longevidad vampírica, se adentra en los templos religiosos. Ya sea para curiosear, para evocar un pasado remoto, o simplemente porque no puede vivir más con una doble vida a cuestas, buscando expiar sus culpas por beber de seres humanos.
Medito unos segundos en poner un pie dentro o dar media vuelta y regresar por mi camino, no soy muy afecto a visitar templos porque lo considero una pérdida de tiempo. Ni siendo humano visité ésta clase de sitios de doble moral… pero para ser completamente honestos, me tiene intrigado éste chico. Su aire nostálgico, el cómo mira toda la infraestructura… Cómo maneja el bastón y como es que se pregunta el “qué” se supone debería ser hermoso.
Siguiendo la dirección de su vista, pudiese ser que se refiriera a un par de estatuas angelicales con las alas extendidas, y los brazos en señal de rezo, observando hacia el cielo como si pidiera clemencia, misericordia, o algo más. A mi manera de ver, el ángel cumple con su función, que es aparentar tranquilidad. Y debajo de ésta, una urna para depositar limosnas. La iglesia y los artistas saben hacer su trabajo sin lugar a duda. Trabajar en contubernio deja grandes dividendos.
– En mi opinión, si es hermoso – me atrevo a interrumpir su pequeño monólogo – Pero no se confunda. Está hecho para parecer exquisito a ojos menos expertos, que no ven el trasfondo. –Señalo la urna – Todo está meticulosamente bien planeado. ¿No le parece caballero?
Fumando mi acostumbrado puro, sin importarme que esté dentro de un templo, acorto la distancia entre el rubio y yo. No le conozco y aunque su rostro parezca el de un adolescente, no puedo fiarme.
Medito unos segundos en poner un pie dentro o dar media vuelta y regresar por mi camino, no soy muy afecto a visitar templos porque lo considero una pérdida de tiempo. Ni siendo humano visité ésta clase de sitios de doble moral… pero para ser completamente honestos, me tiene intrigado éste chico. Su aire nostálgico, el cómo mira toda la infraestructura… Cómo maneja el bastón y como es que se pregunta el “qué” se supone debería ser hermoso.
Siguiendo la dirección de su vista, pudiese ser que se refiriera a un par de estatuas angelicales con las alas extendidas, y los brazos en señal de rezo, observando hacia el cielo como si pidiera clemencia, misericordia, o algo más. A mi manera de ver, el ángel cumple con su función, que es aparentar tranquilidad. Y debajo de ésta, una urna para depositar limosnas. La iglesia y los artistas saben hacer su trabajo sin lugar a duda. Trabajar en contubernio deja grandes dividendos.
– En mi opinión, si es hermoso – me atrevo a interrumpir su pequeño monólogo – Pero no se confunda. Está hecho para parecer exquisito a ojos menos expertos, que no ven el trasfondo. –Señalo la urna – Todo está meticulosamente bien planeado. ¿No le parece caballero?
Fumando mi acostumbrado puro, sin importarme que esté dentro de un templo, acorto la distancia entre el rubio y yo. No le conozco y aunque su rostro parezca el de un adolescente, no puedo fiarme.
Benneth Mozes-Kor- Inquisidor Clase Alta
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Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
Su rostro, sereno y tranquilo se giró hacia el otro vampiro. No había nadie más ahí como para pensar que no era él a quien se dirigía, sobre todo con lo siguiente que mencionó, algo que hizo al rubio girarse a ver guiado solo por el movimiento de quien ahora estaba a su lado -Tal vez - Su voz era más baja ahora, como si lo estuviese pensando. No lo hacía.
-He tenido suficiente de esto... - Agudizó la mirada, podía ser que su mente fuese engañosa pero los sentidos no mentían. Casi podía sentirlo en él. Era diferente a los seres humanos. Como él. Cuando estabas con un ser vivo, podías escuchar su corazón tan claramente, la piel, sus ojos incluso, todo se veía diferente -¿Quién es usted? -Ladeó la cabeza dejando que el sombrero de copa perdiera el balance resbalándose -Ah, pero el nombre no importa, no me dirá nada - Se contestó casi de manera automática y observó por última vez al ángel. No le gustaba, le provocaba una sensación que de ser posible prefería omitir o hacer desaparecer. Se sentó en una d las bancas viéndole directamente, como analizando su rostro y sus facciones, tan diferente a él y tan parecido al mismo tiempo.
Y se le quedó viendo justo como cuando veía minutos antes los adornos y las figuras. Como si no necesitase hablar puso las manos en la empuñadura del bastón recargando su barbilla. De no ser por el otro, era como si todo se hubiese detenido. Una media sonrisa -¿Qué hace en un lugar como este? - Como si el no estuviese allí mismo. La expresión afable en su rostro tenía un tinte que se mezclaba y contrastaba tal vez demasiado. Era su mirada demasiado atenta, como quien está en guardia.
Y es que lo estaba. De algún modo no había tratado tanto con otros seres de la noche, un vago recuerdo y la experiencia, le decían que no podía confiar en ellos incluso si ahora era uno de ellos. Pero soltó un suspiro y se relajó inmediatamente, dejándose ir hacia atrás viendo el techo tan finamente elaborado igual que el resto de la catedral.
Ángeles en lo alto del cielo, ángeles que no escuchaban rezos, tanto como su Dios que no podía escuchar a quienes le pedían en ruegos. No creía en nada de ello pero en algún lado, enterrado en lo profundo, había deseado creer, solo para llegara decirse que no volvería a hacerlo de nuevo. No en algo tan fútil como eso.
-He tenido suficiente de esto... - Agudizó la mirada, podía ser que su mente fuese engañosa pero los sentidos no mentían. Casi podía sentirlo en él. Era diferente a los seres humanos. Como él. Cuando estabas con un ser vivo, podías escuchar su corazón tan claramente, la piel, sus ojos incluso, todo se veía diferente -¿Quién es usted? -Ladeó la cabeza dejando que el sombrero de copa perdiera el balance resbalándose -Ah, pero el nombre no importa, no me dirá nada - Se contestó casi de manera automática y observó por última vez al ángel. No le gustaba, le provocaba una sensación que de ser posible prefería omitir o hacer desaparecer. Se sentó en una d las bancas viéndole directamente, como analizando su rostro y sus facciones, tan diferente a él y tan parecido al mismo tiempo.
Y se le quedó viendo justo como cuando veía minutos antes los adornos y las figuras. Como si no necesitase hablar puso las manos en la empuñadura del bastón recargando su barbilla. De no ser por el otro, era como si todo se hubiese detenido. Una media sonrisa -¿Qué hace en un lugar como este? - Como si el no estuviese allí mismo. La expresión afable en su rostro tenía un tinte que se mezclaba y contrastaba tal vez demasiado. Era su mirada demasiado atenta, como quien está en guardia.
Y es que lo estaba. De algún modo no había tratado tanto con otros seres de la noche, un vago recuerdo y la experiencia, le decían que no podía confiar en ellos incluso si ahora era uno de ellos. Pero soltó un suspiro y se relajó inmediatamente, dejándose ir hacia atrás viendo el techo tan finamente elaborado igual que el resto de la catedral.
Ángeles en lo alto del cielo, ángeles que no escuchaban rezos, tanto como su Dios que no podía escuchar a quienes le pedían en ruegos. No creía en nada de ello pero en algún lado, enterrado en lo profundo, había deseado creer, solo para llegara decirse que no volvería a hacerlo de nuevo. No en algo tan fútil como eso.
Aaron Denhim- Vampiro Clase Media
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Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
Le miro detenidamente sentarse en una de las bancas de la catedral, cerca y a la vez lejos de mi ubicación. El vampiro es precavido al igual que yo, pero al juzgar por lo que acaba de decirme, ambos no representamos peligro alguno para ambos por el momento, simplemente nos estamos presentando de cierta manera, cuestionándonos nuestra presencia en un lugar como éste, que misteriosamente está vacío de feligreses. Doy un par de caladas más al puro tratando de hacer figurillas con el humo. Nunca lo conseguí como humano, ahora como vampiro con los mismos funestos resultados.
–Quiere saber mi nombre, muy bien, se lo diré simplemente porque ésta noche me siento complaciente, y porque estamos en la casa de ¿Dios? – Sonrío de medio lado porque claramente estoy siendo irónico. – Me llamo Rikkert. ¿Puedo saber el suyo?
Para éstas instancias ya me he acercado lo bastante como para sentarme en una banca contigua y apreciar el panorama. ¡Cuánto dinero de la feligresía derrochado en todas partes! Nunca he sido el más ejemplar de las personas, pero siento un cierto deje de coraje al ver en la opulencia en que viven los prelados, valiéndose de la fe de los humanos.
–Yo nunca tuve suficiente de nada – digo refiriéndome claramente a que no creo en Dios ni en la iglesia – No creo en tales mentiras – Me encojo de hombros – Pero ¿quién soy yo para cuestionar las creencias de mis iguales? – Dos caladas más y tiro el puro en el suelo para pisarlo y apagarlo. – Y el por qué me encuentro aquí, es porque me diste curiosidad – simple y pura la honesta verdad -. Te vi, te seguí y heme aquí – coloco mis brazos por encima del respaldo de mi banca de madera, para sentirme más cómodo, tamborileando los dedos por encima, cruzando la pierna.
Cuando lo encontré por casualidad varios bloques atrás, tuve la intención de seguirlo disimuladamente, pensando en que podría abordarlo en el primer estanquillo de mala muerte al que entrara, pero para mi gran sorpresa, vino a refugiarse a dónde menos lo esperé. No sé qué pensar al respecto sobre un vampiro que aún no puede desprenderse de las cuestiones religiosas. Quizás lleve un cargo de conciencia del cuál no puede desprenderse y viene aquí para añorar viejos- o no tan viejos – tiempos. De cualquier manera me intriga ¿y por qué no decirlo? Me ha gustado. Un vampiro que aún siente humanidad en su interior es como un manjar para mis ojos y música para mis oídos.
– ¿Tienes pensado seguir aquí un rato más, o tienes planes para más tarde?
En la pregunta va implícito el mensaje de que quiero invitarle a un sitio menos pudoroso. No me siento cómodo teniendo ésta clase de pensamientos, rodeados de figurillas que parecen cobrar vida, taladrándome con la mirada. Además existe la posibilidad de que algún incauto entre por ésa puerta y sienta deseos de beber de su sangre, haciendo del lugar un sitio sacrílego. Llevo varios días de vigilia porque no he encontrado a la presa ideal. Cada año que pasa me vuelvo más selectivo y más refinado con mis gustos; y el sujeto que tengo enfrente, cumple con mis normas, para que negar algo tan obvio.
–Quiere saber mi nombre, muy bien, se lo diré simplemente porque ésta noche me siento complaciente, y porque estamos en la casa de ¿Dios? – Sonrío de medio lado porque claramente estoy siendo irónico. – Me llamo Rikkert. ¿Puedo saber el suyo?
Para éstas instancias ya me he acercado lo bastante como para sentarme en una banca contigua y apreciar el panorama. ¡Cuánto dinero de la feligresía derrochado en todas partes! Nunca he sido el más ejemplar de las personas, pero siento un cierto deje de coraje al ver en la opulencia en que viven los prelados, valiéndose de la fe de los humanos.
–Yo nunca tuve suficiente de nada – digo refiriéndome claramente a que no creo en Dios ni en la iglesia – No creo en tales mentiras – Me encojo de hombros – Pero ¿quién soy yo para cuestionar las creencias de mis iguales? – Dos caladas más y tiro el puro en el suelo para pisarlo y apagarlo. – Y el por qué me encuentro aquí, es porque me diste curiosidad – simple y pura la honesta verdad -. Te vi, te seguí y heme aquí – coloco mis brazos por encima del respaldo de mi banca de madera, para sentirme más cómodo, tamborileando los dedos por encima, cruzando la pierna.
Cuando lo encontré por casualidad varios bloques atrás, tuve la intención de seguirlo disimuladamente, pensando en que podría abordarlo en el primer estanquillo de mala muerte al que entrara, pero para mi gran sorpresa, vino a refugiarse a dónde menos lo esperé. No sé qué pensar al respecto sobre un vampiro que aún no puede desprenderse de las cuestiones religiosas. Quizás lleve un cargo de conciencia del cuál no puede desprenderse y viene aquí para añorar viejos- o no tan viejos – tiempos. De cualquier manera me intriga ¿y por qué no decirlo? Me ha gustado. Un vampiro que aún siente humanidad en su interior es como un manjar para mis ojos y música para mis oídos.
– ¿Tienes pensado seguir aquí un rato más, o tienes planes para más tarde?
En la pregunta va implícito el mensaje de que quiero invitarle a un sitio menos pudoroso. No me siento cómodo teniendo ésta clase de pensamientos, rodeados de figurillas que parecen cobrar vida, taladrándome con la mirada. Además existe la posibilidad de que algún incauto entre por ésa puerta y sienta deseos de beber de su sangre, haciendo del lugar un sitio sacrílego. Llevo varios días de vigilia porque no he encontrado a la presa ideal. Cada año que pasa me vuelvo más selectivo y más refinado con mis gustos; y el sujeto que tengo enfrente, cumple con mis normas, para que negar algo tan obvio.
Última edición por Rikkert Vranken Moos el Miér Ago 28, 2013 5:19 pm, editado 1 vez
Benneth Mozes-Kor- Inquisidor Clase Alta
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Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
Se empezó a reír por la forma en la que hablaba –¿Solo porque está complaciente? Bueno, déjeme decirle, la complacencia no es lo mío, pero no tengo razón para no decirlo… -Le apuntó con el bastón con una media sonrisa, un gesto retorcido, muy en el fondo, sonreír de esa forma consciente le parecía difícil. Suspiró -Mi nombre es Aaron- Le había seguido con la mirada ahora que estaba cerca. El tono de su voz había conservado el tinte de elegancia y educación que habían inculcado en él durante su vida.
-No puedo decir si son mentiras o no, pero he tenido suficiente de creer en algo que no parece ser lo que dicen – Su explicación no tenía como punto hacer que lo entendiera, solo lo decía porque estaba empezando a ponerse inquieto. Inquieto en una forma extraña, por lo que terminó por levantarse –Suficiente… pues suficiente he tenido de este sitio también – Sus cambios eran notorios, ahora parecía molesto, aunque era difícil decir cuál era la razón, no era el hombre frente a él, porque de haber sido así no se hubiese mantenido a la espera de ver qué le decía. Escuchándole, se sintió extrañamente impaciente [color=red]-¿Por qué? ¿He incitado a su curiosidad?-{/color] Estaba a punto de preguntarle más, pero caminó a la salida como si tuviese prisa. Aún así, sus pasos eran pesados, no como momentos antes, cuando sus movimientos habían llevado la gracia de tener la sangre vampírica corriendo por sus venas. Esta vez no parecía un fantasma mientras se movía por la estancia, parecía un mortal como cualquier otro.
Antes de llegar a las imponentes puertas se giró hacia él -No tengo planes… Nunca los tengo –Aseguró y era la verdad más clara que podía decir. Salía cada noche sin saber qué haría, sin saber si solo se quedaría rondando viendo a las personas que aún se atrevían a esas altas horas a seguir en las calles, descuidadas de todo, de seres como él o como ellos mismos, cuyo corazón latía de esa forma tan llamativa, tan vibrante como el latido de todas esas personas que estaban en sus recuerdos... esas personas que ya no estaban y que él no recordaba ahora. Su expresión se descompuso, mostrando un dejo de confusión en su mirada -¿Quiere que le acompañe? – Podría parecer poco, pero no se relacionaba con otros, por lo regular, se acercaba, pero como solía comportarse de manera errática, perdía el interés fácilmente. Incluso con sus víctimas. Sentía aquella sed y aunque ahora era un poco más soportable, perdía por momentos la cabeza, más de lo habitual, con ciertas personas -¿Qué es lo que le ha hecho seguirme? –sin rodeos, quería saberlo y no pudo evitar preguntar -¿Hay algún interés oculto en el hecho de haberse acercado? –Desconfiado, tal vez. O tal vez era solo el reflejo de lo que intentaba olvidar y ese hombre frente a él tenía el raro efecto de no dejarle escapar de aquello. Empezaba a sentirse con cierto temor infundado pues no había una razón para eso.
-No puedo decir si son mentiras o no, pero he tenido suficiente de creer en algo que no parece ser lo que dicen – Su explicación no tenía como punto hacer que lo entendiera, solo lo decía porque estaba empezando a ponerse inquieto. Inquieto en una forma extraña, por lo que terminó por levantarse –Suficiente… pues suficiente he tenido de este sitio también – Sus cambios eran notorios, ahora parecía molesto, aunque era difícil decir cuál era la razón, no era el hombre frente a él, porque de haber sido así no se hubiese mantenido a la espera de ver qué le decía. Escuchándole, se sintió extrañamente impaciente [color=red]-¿Por qué? ¿He incitado a su curiosidad?-{/color] Estaba a punto de preguntarle más, pero caminó a la salida como si tuviese prisa. Aún así, sus pasos eran pesados, no como momentos antes, cuando sus movimientos habían llevado la gracia de tener la sangre vampírica corriendo por sus venas. Esta vez no parecía un fantasma mientras se movía por la estancia, parecía un mortal como cualquier otro.
Antes de llegar a las imponentes puertas se giró hacia él -No tengo planes… Nunca los tengo –Aseguró y era la verdad más clara que podía decir. Salía cada noche sin saber qué haría, sin saber si solo se quedaría rondando viendo a las personas que aún se atrevían a esas altas horas a seguir en las calles, descuidadas de todo, de seres como él o como ellos mismos, cuyo corazón latía de esa forma tan llamativa, tan vibrante como el latido de todas esas personas que estaban en sus recuerdos... esas personas que ya no estaban y que él no recordaba ahora. Su expresión se descompuso, mostrando un dejo de confusión en su mirada -¿Quiere que le acompañe? – Podría parecer poco, pero no se relacionaba con otros, por lo regular, se acercaba, pero como solía comportarse de manera errática, perdía el interés fácilmente. Incluso con sus víctimas. Sentía aquella sed y aunque ahora era un poco más soportable, perdía por momentos la cabeza, más de lo habitual, con ciertas personas -¿Qué es lo que le ha hecho seguirme? –sin rodeos, quería saberlo y no pudo evitar preguntar -¿Hay algún interés oculto en el hecho de haberse acercado? –Desconfiado, tal vez. O tal vez era solo el reflejo de lo que intentaba olvidar y ese hombre frente a él tenía el raro efecto de no dejarle escapar de aquello. Empezaba a sentirse con cierto temor infundado pues no había una razón para eso.
Aaron Denhim- Vampiro Clase Media
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Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
–Quiero que me acompañe – no fue una pregunta, fue un deseo casi una orden – Como le dije anteriormente caballero, el hecho de ser tan hermoso – lo digo con toda la naturalidad del mundo – Me hizo seguirle los pasos discretamente. Por otra parte, más ha llamado mi atención, el hecho de haberle visto entrar al templo. No conozco a nadie más – en su condición de vampiro – que haya puesto un pie en un sitio como éstos – Comento mirando los alrededores con desprecio.- Usted me ha hecho - involuntariamente desde luego – romper con una pequeña barrera que había estado fuertemente erguida desde que yo era un simple humano. Juré nunca entrar a una iglesia, y héme aquí – sonrío de medio lado – Entablando una pequeña charla con un caballero de porcelana. Lo que arroja como resultado, que desee su compañía por un período de tiempo prolongado. No pienso dejarte ir, sin haber charlado contigo.
Me atrevo a hablarle de tú. En verdad quiero conocerle, saber si alguien está con él, o camina en solitario por la vida, lo cuál sería de sumo agrado a mi parecer. Me gusta la competencia claro está, pero en lo que a negocios se refiere, hablando de otros gustos y placeres… Evito los triángulos a toda costa. No es mi estilo verme mezclado en problemas conyugales. Me gustaría explicarle que dentro de las múltiples actividades que realizo todos los días, tengo una pasión oculta. Que soy pintor aficionado y que es candidato perfecto para plasmar su figura en un bello lienzo. Sería doblemente eterno y etéreo.
Mientras trato de que la plática se torne amena e interesante a sus oídos, me encamino hacia la puerta de salida. Ya he estado lo suficiente dentro y siento asfixiarme rodeado de tantos ídolos falsos. Espero con ansias infinitas que le siga los pasos, que se decida finalmente y él también tire ésa barrera que puso en cuanto comenzamos a charlar. Parte de la naturaleza de todos los vampiros, es el desconfiar de todos, hasta de aquel que parezca más inofensivo, porque ésos suelen ser los peores, los más salvajes. Aquellos que navegan con bandera de inocentes son de temer, pues más detrás de un rostro angelical, se esconde una bestia abominable sin sentimientos de por medio. M estoy arriesgando con Aarón, pero quiero salirme con la mía. Necesito entrar en confianza y platicarle el motivo principal, el porqué de todo.
–Estamos cerca de un hostal, si me lo permites me gustaría invitarte un par de tragos –alzo una ceja – De los normales, sólo para aparentar y discutir algunos pormenores que me rondan la cabeza. Estoy seguro de que lo que quiero ofrecerte será una oferta sumamente jugosa, que no podrás rechazar.
Termino de bajar los últimos escalones, saco otro puro – que ya es costumbre muy arraigada – lo enciendo y giro sobre mis talones para observar al joven en lo alto de la escalera. Parece dudarlo, siento un deje de molestia por mi intromisión. Es normal, yo en su lugar estaría pensándolo hasta tres veces. Porque si un desconocido viniera adularme, y encima me dice que tiene una propuesta para mí, bueno, es porque algo turbio hay detrás de todo. Yo optaría por mandarlo al demonio y castigarlo con el látigo de mi desprecio. Espero fervientemente, de cualquier manera – que Aarón sea de las minorías y que acepte mi compañía.
Me atrevo a hablarle de tú. En verdad quiero conocerle, saber si alguien está con él, o camina en solitario por la vida, lo cuál sería de sumo agrado a mi parecer. Me gusta la competencia claro está, pero en lo que a negocios se refiere, hablando de otros gustos y placeres… Evito los triángulos a toda costa. No es mi estilo verme mezclado en problemas conyugales. Me gustaría explicarle que dentro de las múltiples actividades que realizo todos los días, tengo una pasión oculta. Que soy pintor aficionado y que es candidato perfecto para plasmar su figura en un bello lienzo. Sería doblemente eterno y etéreo.
Mientras trato de que la plática se torne amena e interesante a sus oídos, me encamino hacia la puerta de salida. Ya he estado lo suficiente dentro y siento asfixiarme rodeado de tantos ídolos falsos. Espero con ansias infinitas que le siga los pasos, que se decida finalmente y él también tire ésa barrera que puso en cuanto comenzamos a charlar. Parte de la naturaleza de todos los vampiros, es el desconfiar de todos, hasta de aquel que parezca más inofensivo, porque ésos suelen ser los peores, los más salvajes. Aquellos que navegan con bandera de inocentes son de temer, pues más detrás de un rostro angelical, se esconde una bestia abominable sin sentimientos de por medio. M estoy arriesgando con Aarón, pero quiero salirme con la mía. Necesito entrar en confianza y platicarle el motivo principal, el porqué de todo.
–Estamos cerca de un hostal, si me lo permites me gustaría invitarte un par de tragos –alzo una ceja – De los normales, sólo para aparentar y discutir algunos pormenores que me rondan la cabeza. Estoy seguro de que lo que quiero ofrecerte será una oferta sumamente jugosa, que no podrás rechazar.
Termino de bajar los últimos escalones, saco otro puro – que ya es costumbre muy arraigada – lo enciendo y giro sobre mis talones para observar al joven en lo alto de la escalera. Parece dudarlo, siento un deje de molestia por mi intromisión. Es normal, yo en su lugar estaría pensándolo hasta tres veces. Porque si un desconocido viniera adularme, y encima me dice que tiene una propuesta para mí, bueno, es porque algo turbio hay detrás de todo. Yo optaría por mandarlo al demonio y castigarlo con el látigo de mi desprecio. Espero fervientemente, de cualquier manera – que Aarón sea de las minorías y que acepte mi compañía.
Benneth Mozes-Kor- Inquisidor Clase Alta
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Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
Si no hubiese sido lo que era, probablemente su pulso se hubiese acelerado y en sus facciones se habría notado más lo que aquello le provocaba. Pero era diferente ahora, aún si se vislumbraba no lo era tanto como hubiese sido unos cuantos años antes, pero era más probable que fuese porque en ese tiempo, había llegado a tocar lo más oscuro de su propio ser.
Se quedó viéndole, dejándole salir y se sintió como un niño. Como quien sabe que no debe pero tiene curiosidad. Hizo un gesto antes de dar un paso con una inseguridad que no había sentido casi nunca. Era curioso, como podía alguien llevarlo a ese estado casi consciente. Era extraño -¿Por qué sus palabras parecen más una amenaza que una invitación? - Yel dejo de locura que solía ensombrecerle desapareció de sus ojos -Usted no me ha creído, pero yo no tengo nada... ya no - Y era el juego más siniestro de todos, porque había sido alguien como él quien se lo había arrebatado. O al menos veía la similitud en ese instante. Pero también ahora era como él, tenía ese don o maldición corriendo por sus venas, una vida eterna o que al menos lo parecía a ojos humanos cuyo tiempo está contado.
Se acercó hasta quedar a unos pasos de él, girando su rostro a ver la catedral, como si pensara que quedarse ahí era más seguro -No lo sé.. no me he acercado en mucho tiempo a un lugar como este. Tampoco sé contra qué me está comparando - De vampiros sabía tanto como saber qué es lo que él mismo hacía. Prácticamente nada, solo el instinto adquirido lo guiaba.
-Ya ha dicho que no me dejará ir... -Asintió -Un trago puede ser algo bueno para ahuyentar este miedo... - Pasó a su lado y se detuvo casi frente a él -Deberá guiarme entonces, caballero - La curiosidad y la sensación de que debía hacerlo, reflejo de una decisión pasada. No estaba triste ni tenía miedo de lo que pudiese hacerle, porque a lo que le hubiese temido realmente era a la muerte y ya le había alcanzado antes que él. Pero el dejo era por saber que se parecía tanto a un rostro que no podía recordar con claridad. Alguien con el mismo afán e insistencia. Pero esta vez nada podrían robarle.
Sus ojos claros brillaron al clavarse en los de él. Quería saber, después de ver la cara de fastidio por el lugar que inconscientemente él había elegido, quería saber por qué alguien se sentiría atraído a él. Hermoso había dicho, pero él no solía vislumbrar su apariencia, así que no lo comprendía.
-Una oferta jugosa -tuvo que reírse -Puede que no exista algo así para mí, pero puede intentarlo si lo desea - Le causaba gracia. Dio vueltas al bastón deteniéndolo frente al rostro del otro -Le pregunté cuánto lleva siendo esto... porque puede que no tenga sentido para usted, pero para mí lo tiene cuando no sé si puede usted deshacerse de mí en un pestañeo... al igual que con cualquier ser viviente, el tiempo te da las habilidades o la sabiduría... y yo no poseo ninguna de las dos - Quitó el bastón. Con eso lo que quería decir es que se sentía en desventaja, de hecho, frente a cualquier vampiro. Había sido uno el que le hiciera lo que era ahora, errático y sin un objetivo claro.
-Dispone de mí tanto como evite que los rayos del sol toquen mis cabellos - Jugaba con un de los mechones rubios que caía sobre su frente. Un color casi platinado que siempre había llamado la atención a otros antes -No se preocupe, no hay nadie esperando por mí en casa - Dijo con un tono de voz que llevaba la burla en sus palabras.
Se quedó viéndole, dejándole salir y se sintió como un niño. Como quien sabe que no debe pero tiene curiosidad. Hizo un gesto antes de dar un paso con una inseguridad que no había sentido casi nunca. Era curioso, como podía alguien llevarlo a ese estado casi consciente. Era extraño -¿Por qué sus palabras parecen más una amenaza que una invitación? - Yel dejo de locura que solía ensombrecerle desapareció de sus ojos -Usted no me ha creído, pero yo no tengo nada... ya no - Y era el juego más siniestro de todos, porque había sido alguien como él quien se lo había arrebatado. O al menos veía la similitud en ese instante. Pero también ahora era como él, tenía ese don o maldición corriendo por sus venas, una vida eterna o que al menos lo parecía a ojos humanos cuyo tiempo está contado.
Se acercó hasta quedar a unos pasos de él, girando su rostro a ver la catedral, como si pensara que quedarse ahí era más seguro -No lo sé.. no me he acercado en mucho tiempo a un lugar como este. Tampoco sé contra qué me está comparando - De vampiros sabía tanto como saber qué es lo que él mismo hacía. Prácticamente nada, solo el instinto adquirido lo guiaba.
-Ya ha dicho que no me dejará ir... -Asintió -Un trago puede ser algo bueno para ahuyentar este miedo... - Pasó a su lado y se detuvo casi frente a él -Deberá guiarme entonces, caballero - La curiosidad y la sensación de que debía hacerlo, reflejo de una decisión pasada. No estaba triste ni tenía miedo de lo que pudiese hacerle, porque a lo que le hubiese temido realmente era a la muerte y ya le había alcanzado antes que él. Pero el dejo era por saber que se parecía tanto a un rostro que no podía recordar con claridad. Alguien con el mismo afán e insistencia. Pero esta vez nada podrían robarle.
Sus ojos claros brillaron al clavarse en los de él. Quería saber, después de ver la cara de fastidio por el lugar que inconscientemente él había elegido, quería saber por qué alguien se sentiría atraído a él. Hermoso había dicho, pero él no solía vislumbrar su apariencia, así que no lo comprendía.
-Una oferta jugosa -tuvo que reírse -Puede que no exista algo así para mí, pero puede intentarlo si lo desea - Le causaba gracia. Dio vueltas al bastón deteniéndolo frente al rostro del otro -Le pregunté cuánto lleva siendo esto... porque puede que no tenga sentido para usted, pero para mí lo tiene cuando no sé si puede usted deshacerse de mí en un pestañeo... al igual que con cualquier ser viviente, el tiempo te da las habilidades o la sabiduría... y yo no poseo ninguna de las dos - Quitó el bastón. Con eso lo que quería decir es que se sentía en desventaja, de hecho, frente a cualquier vampiro. Había sido uno el que le hiciera lo que era ahora, errático y sin un objetivo claro.
-Dispone de mí tanto como evite que los rayos del sol toquen mis cabellos - Jugaba con un de los mechones rubios que caía sobre su frente. Un color casi platinado que siempre había llamado la atención a otros antes -No se preocupe, no hay nadie esperando por mí en casa - Dijo con un tono de voz que llevaba la burla en sus palabras.
Aaron Denhim- Vampiro Clase Media
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Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
–Soy un vampiro relativamente joven, si me comparo con otros seres milenarios que he tenido la oportunidad de toparme por éste mundo. No hablaré de cantidades, ni años exactos, solo le diré que más de cien se antojan demasiados. -Sonrío con suficiencia encaminándome hacia nuestra próxima parada, que es donde he dejado esperando el carruaje por mí - ¿Antes de que los rayos del sol toquen tus cabellos, no habiendo nadie que espere por usted? Interesante… Tenemos mucho tiempo entonces, la noche es joven. - Decido tomar la delantera para que pueda ver con propios ojos que no escondo ningún truco bajo la manga.
Solo fue cuestión de caminar un par de bloques más adelante - cobijados por las tenues luces de los farolillos, sumado ése extraño humo blancuzco saliendo de las alcantarillas - y dos subsecuentes más hacia la avenida que bajaba. Mi criado espera con paciencia frente a un establecimiento de telas finas, que es donde habitualmente suelo hacer negocios. El primer y único negocio decente que me permite darme ciertos lujos. Porque del bajo mundo de las joyas, es otro mundo totalmente diferente del que solo unos cuántos – los más privilegiados – tienen conocimiento. Apenas nota mi presencia – Julian – mi joven criado, se apresta a abrirme la puerta. Pero como buen anfitrión que soy, le cedo el lugar a Aaron para que sea él quien aborde primero.
–Caballero si es tan amable de abordar por favor. El hostal del que le hablé queda retirado – recalco al notar tensión. Sería fácil para mi levitar buscando alguna corriente de aire que me impulsara por los aires, pero no sé si mi joven amigo cuente con tales dones. - Es más práctico y “normal” viajar en carruaje. ¿Es lo que la sociedad moderna hace hoy día, no? – Siendo ambos vampiros, sería cuestión de aplicar la velocidad, y estaríamos en un santiamén en nuestro destino. Peor no es mi deseo hacer alarde de nada. Simplemente quiero aprovechar el tiempo en situaciones cómodas que me proporcionen mayor privacidad, y qué mejor que el interior de mi carruaje para tales fines.
–Mientras entramos en materia cuénteme algo de su vida Aaron. ¿En qué se gana la vida?
Es una pregunta demasiado personal. Pero si quiero que el ambiente se torne placentero y relajado, debo interesarme en sus hábitos diarios. Ser vampiro no te exime de responsabilidades. Aunque únicamente sobrevivamos bebiendo sangre humana, debemos vestirnos, pagar un lugar donde pernoctar… Todo lo que cualquier humano haría.
Benneth Mozes-Kor- Inquisidor Clase Alta
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Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
Le siguió con cierta cautela, pero no demasiada. Estaba consciente, más de lo que quisiera. Una cuadra o dos, ni siquiera prestó atención a la distancia, solo se concentró cuando le vio haciendo ese ademán para que subiese al carruaje -No soy ninguna damisela, Monsieur -Su voz no llevaba ningún tono en particular. Aún así, se adelantó, tampoco era un trato al que no estuviese acostumbrado. Tal vez era por eso que parecía estar en el mejor de sus propios estados en ese momento, pero no dijo nada. Tomó asiento cruzando una de sus piernas y viéndole con altivez -Es lo que hacen y han hecho desde que yo he nacido -Y justamente, para él, que apenas llevaba un par de años -más o menos, daba igual, pues poco había pasado- convertido en realidad no veía el paso como probablemente su acompañante lo haría -Hablar de cientos, ciertamente es algo que a mi me parece dmasiado -Dijo viendo por la ventanilla del carruaje, a través de las finas telas.
Tomó el sombrero haciendo que este hiciese una pirueta en sus manos. Y como si no entendiera esa última pregunta se le quedó observando con detenimiento, dándose cuenta que no había respuesta a eso. Y ahí estaba, un interruptor para su mente.
Una risa algo descontrolada salió de sus labios. El hecho era que intentaba desvincularse de lo que él mismo era. Esa que a veces parecía una simple locura era su método de defensa -Nada, no hay nada -Parecía agitado, aunque en un vampiro no era exactamente lo más cotidiano. Y es qe por un momento pensó en contestar lo que hacía antes, y el simple pensamiento fue suficiente para arrastrarle. Porque eran tiempos que parecían brillantes, pero estando en la oscuridad no deseaba ni una luz, ni siquiera una chispa si se trataba de algo que no podría obtener más. Hizo un gesto al pasarse una de las manos por el cabello. Había dejado caer el sombrero al piso de madera del carruaje. No hizo ademán de recogerle. Le miró con la vista nublada por algo que era irreconocible para sí mismo -Todo es efímero... no voy a esforzarme por algo que no necesito... Vivir cien años, preferiría morir a continuar por tan largo tiempo- Claro, si hubiese tenido el valor, ni siquiera estaría vivo ahora, pero aún tenía ese sentido de supervivencia. E incluso si decía eso, aún tenía las riquezas de su familia, esa era la razón por la cual, incluso si parecía solo un hombre que perdía la cabeza por momentos, aún tenía como aparentar cierta normalidad. Había lapsos o acciones que no se molestaba en recordar ¿Por qué sus ropas estaban impecables todo el tiempo? ¿Por qué su casa no parecía abandonada a pesar de que sus pasos siempre le guiaban lejos de ahí? No lo sabía ni se molestaba en saberlo. Estaba solo, eso sí era seguro.
La punta del bastón cayó, haciendo de nuevo ese ruido seco contra la madera y aunque se estaban moviento, se enderezó, poniéndose de pie, aunque encorvado hacia esa persona, con esos ojos que parecían llevar un vacío en ellos -¿Usted? ¿Qué hace usted? ¿Pretende la vida de un humano cuando ya no lo es? ¿Extraña esos días? - El no extrañaba lo que no recordaba y no pensaba recordarlo jamás, pero era la primera vez que había estado tan cerca de hacerlo.
Tomó el sombrero haciendo que este hiciese una pirueta en sus manos. Y como si no entendiera esa última pregunta se le quedó observando con detenimiento, dándose cuenta que no había respuesta a eso. Y ahí estaba, un interruptor para su mente.
Una risa algo descontrolada salió de sus labios. El hecho era que intentaba desvincularse de lo que él mismo era. Esa que a veces parecía una simple locura era su método de defensa -Nada, no hay nada -Parecía agitado, aunque en un vampiro no era exactamente lo más cotidiano. Y es qe por un momento pensó en contestar lo que hacía antes, y el simple pensamiento fue suficiente para arrastrarle. Porque eran tiempos que parecían brillantes, pero estando en la oscuridad no deseaba ni una luz, ni siquiera una chispa si se trataba de algo que no podría obtener más. Hizo un gesto al pasarse una de las manos por el cabello. Había dejado caer el sombrero al piso de madera del carruaje. No hizo ademán de recogerle. Le miró con la vista nublada por algo que era irreconocible para sí mismo -Todo es efímero... no voy a esforzarme por algo que no necesito... Vivir cien años, preferiría morir a continuar por tan largo tiempo- Claro, si hubiese tenido el valor, ni siquiera estaría vivo ahora, pero aún tenía ese sentido de supervivencia. E incluso si decía eso, aún tenía las riquezas de su familia, esa era la razón por la cual, incluso si parecía solo un hombre que perdía la cabeza por momentos, aún tenía como aparentar cierta normalidad. Había lapsos o acciones que no se molestaba en recordar ¿Por qué sus ropas estaban impecables todo el tiempo? ¿Por qué su casa no parecía abandonada a pesar de que sus pasos siempre le guiaban lejos de ahí? No lo sabía ni se molestaba en saberlo. Estaba solo, eso sí era seguro.
La punta del bastón cayó, haciendo de nuevo ese ruido seco contra la madera y aunque se estaban moviento, se enderezó, poniéndose de pie, aunque encorvado hacia esa persona, con esos ojos que parecían llevar un vacío en ellos -¿Usted? ¿Qué hace usted? ¿Pretende la vida de un humano cuando ya no lo es? ¿Extraña esos días? - El no extrañaba lo que no recordaba y no pensaba recordarlo jamás, pero era la primera vez que había estado tan cerca de hacerlo.
Aaron Denhim- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
Me doy cuenta que Aaron es reacio a contar más de lo que yo deseo saber. Que oculta cosas. No es que tenga que decirme de buenas a primeras toda su vida y obra, no. Pero estoy percibiendo que se le dificulta evocar un pasado. No se siente cómodo, y quizás haya recuerdos dolorosos que quiere alejar por siempre de su mente. Cualquiera en nuestra condición – y pensando como lo hacemos – es más que lógico. Nuevamente haría lo mismo si estuviera en su lugar.
Simplemente ahora me limito a observarlo. El cómo juega con su sombrero – que me va dando una idea de su personalidad – la forma en cómo habla, en cómo siente que lo insulto – de alguna forma – en tratarle con cortesía. De cualquier modo me parece un joven agradable que simplemente es quien es. Eso me gusta, que sepan llevar las riendas de su destino sin caretas. Un tanto… nervioso, por cómo observo que no puede estarse quieto en un mismo sitio, pero nada que no pueda manejarse. Aunque me pregunto qué tanto podrá estarse quieto en dado caso de que acepte posar para mí. Ya mismo estoy pensando que será todo un reto. Me gustan los retos.
– ¿Qué hago yo para ganarme la vida? – medito un poco porque mi respuesta llevaría cargada con una gran cantidad de información que sopesaba irla desglosando en cuanto estuviéramos en el mesón. – Soy un comerciante exitoso, caballero. Pintor en mis ratos libres – simples respuestas para ahondar en una plática de mayor envergadura en cuando llegáramos a destino.
El insistente brincoteo de las ruedas del carruaje me molesta, es algo a lo que todavía no puedo acostumbrarme. Hay demasiado ruido para mi gusto. Una de las tantas incomodidades que debemos afrontar para aparentar algo que ya no somos. Lo que conlleva a responder la última de sus preguntas, pero no por eso menos importante:
– Seré honesto contigo , Aarón – lo miro con detenimiento mientras mis pensamientos vagan por imágenes que aún siguen frescas en mi memoria – Tanto tú como yo sabemos que la “vida” de un vampiro es agridulce. Ya sea que disfrutemos o no de nuestra condición, seguimos pisando una tierra de nadie. Allá afuera hay decenas, si no es que cientos de miles de humanos que no saben de nuestra existencia. Debemos guardar celosamente el secreto o de lo contrario se desataría una cacería de brujas sin límites. Eso… y como segundo número la gran cantidad de enemigos que hemos ido cosechando durante nuestra eternidad. Mientras más comunes parezcamos a los demás, más posibilidades tenemos de sobrevivir, para bien o para mal.– Hago una pausa para ver si he logrado alguna reacción en él y continúo –. Extraño ser humano. No la vida siendo humano, si me comprende. Antes de ser lo que soy, pasé una vida rodeado de carencias debido a la pobreza de mis padres, sumado a que siempre me consideré un completo estorbo. No fue sino hasta ahora que me he dado la vida que siempre quise y que siendo humano jamás hubiera conseguido por más trabajo que hubiera realizado. Ser vampiro tiene sus ventajas por muy cruel que esto se escuche.
Desvío la mirada hacia las callejuelas malolientes que vamos transitando. El hedor que emana de las coladeras es algo indescriptible. Cuánta pobreza hay afuera, cuánta miseria. Sitios a los cuáles nunca jamás deseo regresar. Antes preferiría darme muerte yo mismo.
Simplemente ahora me limito a observarlo. El cómo juega con su sombrero – que me va dando una idea de su personalidad – la forma en cómo habla, en cómo siente que lo insulto – de alguna forma – en tratarle con cortesía. De cualquier modo me parece un joven agradable que simplemente es quien es. Eso me gusta, que sepan llevar las riendas de su destino sin caretas. Un tanto… nervioso, por cómo observo que no puede estarse quieto en un mismo sitio, pero nada que no pueda manejarse. Aunque me pregunto qué tanto podrá estarse quieto en dado caso de que acepte posar para mí. Ya mismo estoy pensando que será todo un reto. Me gustan los retos.
– ¿Qué hago yo para ganarme la vida? – medito un poco porque mi respuesta llevaría cargada con una gran cantidad de información que sopesaba irla desglosando en cuanto estuviéramos en el mesón. – Soy un comerciante exitoso, caballero. Pintor en mis ratos libres – simples respuestas para ahondar en una plática de mayor envergadura en cuando llegáramos a destino.
El insistente brincoteo de las ruedas del carruaje me molesta, es algo a lo que todavía no puedo acostumbrarme. Hay demasiado ruido para mi gusto. Una de las tantas incomodidades que debemos afrontar para aparentar algo que ya no somos. Lo que conlleva a responder la última de sus preguntas, pero no por eso menos importante:
– Seré honesto contigo , Aarón – lo miro con detenimiento mientras mis pensamientos vagan por imágenes que aún siguen frescas en mi memoria – Tanto tú como yo sabemos que la “vida” de un vampiro es agridulce. Ya sea que disfrutemos o no de nuestra condición, seguimos pisando una tierra de nadie. Allá afuera hay decenas, si no es que cientos de miles de humanos que no saben de nuestra existencia. Debemos guardar celosamente el secreto o de lo contrario se desataría una cacería de brujas sin límites. Eso… y como segundo número la gran cantidad de enemigos que hemos ido cosechando durante nuestra eternidad. Mientras más comunes parezcamos a los demás, más posibilidades tenemos de sobrevivir, para bien o para mal.– Hago una pausa para ver si he logrado alguna reacción en él y continúo –. Extraño ser humano. No la vida siendo humano, si me comprende. Antes de ser lo que soy, pasé una vida rodeado de carencias debido a la pobreza de mis padres, sumado a que siempre me consideré un completo estorbo. No fue sino hasta ahora que me he dado la vida que siempre quise y que siendo humano jamás hubiera conseguido por más trabajo que hubiera realizado. Ser vampiro tiene sus ventajas por muy cruel que esto se escuche.
Desvío la mirada hacia las callejuelas malolientes que vamos transitando. El hedor que emana de las coladeras es algo indescriptible. Cuánta pobreza hay afuera, cuánta miseria. Sitios a los cuáles nunca jamás deseo regresar. Antes preferiría darme muerte yo mismo.
Benneth Mozes-Kor- Inquisidor Clase Alta
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Re: Howling [Rikkert Vranken Moos]
Sus manos se quedaron quietas mientras hacía un ademán de asentimiento cuando respondía a su cuestionamiento -Vaya... un hombre de varios talentos - Costaba decir si su sonrisa estaba cargada de burla o de genuina admiración por lo que escuchaba. ¿Qué hacía él? Por una vez empezó a preguntarse si no debería enfocarse en algo. Habría sido correcto, de no ser que su mente no podía quedarse con ese pensamiento. Tan cambiante, tan desquiciada para algunos, en momentos tan perspicaz, a veces infantil. No sabía verse a sí mismo en estos tiempos. Antes probablemente habría podido hacerlo.
Su rostro se volvió , como si mirara todo lo que había mientras pasaban por las calles parisinas, parecía no prestar atención a lo que él le decía. Curiosamente era lo contrario, dejaba que sus palabras llegaran a él mientras su vista distraída de lo que veía, dejaba que pensara en lo que las palabras llevaban. Se giró cuando el hizo una pausa. Le veía de esa forma impasible. Pero no lo comprendía, en realidad no lo hacía. Pero había algo que ni él ni su interlocutor podrían haber sabido, si bien el mantenía un perfil bajo, no era porque quisiera evitar probemas. No sentía esa necesidad desobrevivir, no tanto como debería, era porque había dejado demasiadas cosas importantes atrás y los recuerdos de ellos los había enterrado tan profundo en su propio ser que ya no podía ser capaz de recordarlo a voluntad. No lo entendía, pero no se atrevió a decirlo. No extrañaba nada, lo que le hizo asentir con la cabeza fue lo último. No estaba del todo claro como había aprendido ciertas cosas, pero era cierto, la sangre vampírica que corría por sus venas ahora, le daba habilidades que estaba consciente no poseería si no lo fuera.
Suspiró, un largo y hondo suspiro. Pero el no había tenido esas carencias de las que el otro hablaba, si pudiese recordar lo sabría. Había sido el hijo único, de una familia con buenas posibilidades económicas, podrían haber pasado malos ratos, pero no había sido tan complicado, seguramente se notaba en él. Pero tal cual, había sido lo suficientemente joven al ser transformado, si había tenido una buena vida, esta había también terminado rápido. Alzó la mirada, sus ojos brillante miraron al hombre que estaba ahí con él -Sigo sin entenderlo... ni el porque ha querido acercarse a mí... ni el porqué parece que quisiera que confiase en usted - Tampoco es que se mostrara muy desconfiado, subir al carruaje, acompañarlo sin saber a donde ni lo que pretendía, a eso se le llamaba ser un tanto descuidado a pesar de que su ser pareciera sellado y distante. Pero era la única plática decente que había tenido en años -Le preocupan tantas cosas, tampoco lo comprendo -Tal vez a él le preocupaban demasiado pocas. Era demasiado joven como vampiro para entender ciertas cosas de su raza. Pero no se había preocupado de aprender de otros. Giró el sombrero por última vez antes de ponérselo -¿Falta mucho?- Preguntó como lo haría un niño cuando está impaciente. No usaba a menudo carruajes desde hacía un par de años, al menos. Le parecía un tanto extraño y sentía el impulso de querer salir de él.
Su rostro se volvió , como si mirara todo lo que había mientras pasaban por las calles parisinas, parecía no prestar atención a lo que él le decía. Curiosamente era lo contrario, dejaba que sus palabras llegaran a él mientras su vista distraída de lo que veía, dejaba que pensara en lo que las palabras llevaban. Se giró cuando el hizo una pausa. Le veía de esa forma impasible. Pero no lo comprendía, en realidad no lo hacía. Pero había algo que ni él ni su interlocutor podrían haber sabido, si bien el mantenía un perfil bajo, no era porque quisiera evitar probemas. No sentía esa necesidad desobrevivir, no tanto como debería, era porque había dejado demasiadas cosas importantes atrás y los recuerdos de ellos los había enterrado tan profundo en su propio ser que ya no podía ser capaz de recordarlo a voluntad. No lo entendía, pero no se atrevió a decirlo. No extrañaba nada, lo que le hizo asentir con la cabeza fue lo último. No estaba del todo claro como había aprendido ciertas cosas, pero era cierto, la sangre vampírica que corría por sus venas ahora, le daba habilidades que estaba consciente no poseería si no lo fuera.
Suspiró, un largo y hondo suspiro. Pero el no había tenido esas carencias de las que el otro hablaba, si pudiese recordar lo sabría. Había sido el hijo único, de una familia con buenas posibilidades económicas, podrían haber pasado malos ratos, pero no había sido tan complicado, seguramente se notaba en él. Pero tal cual, había sido lo suficientemente joven al ser transformado, si había tenido una buena vida, esta había también terminado rápido. Alzó la mirada, sus ojos brillante miraron al hombre que estaba ahí con él -Sigo sin entenderlo... ni el porque ha querido acercarse a mí... ni el porqué parece que quisiera que confiase en usted - Tampoco es que se mostrara muy desconfiado, subir al carruaje, acompañarlo sin saber a donde ni lo que pretendía, a eso se le llamaba ser un tanto descuidado a pesar de que su ser pareciera sellado y distante. Pero era la única plática decente que había tenido en años -Le preocupan tantas cosas, tampoco lo comprendo -Tal vez a él le preocupaban demasiado pocas. Era demasiado joven como vampiro para entender ciertas cosas de su raza. Pero no se había preocupado de aprender de otros. Giró el sombrero por última vez antes de ponérselo -¿Falta mucho?- Preguntó como lo haría un niño cuando está impaciente. No usaba a menudo carruajes desde hacía un par de años, al menos. Le parecía un tanto extraño y sentía el impulso de querer salir de él.
Aaron Denhim- Vampiro Clase Media
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