AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
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El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
-Muchas gracias.- fueron las palabras que salieron de mi boca en el momento en que un comerciante blanco de baja estatura y complexión regordeta me entregaba un par de brillantes collares de cuentas y tres pulseras de hermosa confección que acababa de adquirir en su puesto y que ahora pasarían a formar parte de mi vestimenta romaní. Inmediatamente los coloqué alrededor de mi cuello y en mis muñecas, sintiéndome bastante complacida con el hecho pues me había tomado bastante tiempo y esfuerzo el haber logrado finalmente reunir las monedas necesarias para poder darme este pequeño gusto, lo cual provocaba que atesorase mis nuevas adquisiciones aún más. El vendedor masculló una sola palabra a modo de respuesta, al parecer le urgía que me moviese de sitio para dar cabida a posibles compradores que seguramente no se sentirían muy a gusto al ver que una de mi raza se encontraba entre ellos. Giré sobre mis zapatos de taco bajo y comencé a alejarme del lugar.
Conocía bien el trayecto de regreso a mi hogar, se encontraba este a varios kilómetros de distancia y tendría que caminar un par de horas pero estando acostumbrada al ejercicio no me amedrentaba el tener que recorrer las antiguas callejas parisienses a pie. Llevaba atada a mi cintura una bolsa con otro par de collares y pulseras que planeaba entregar a manera de regalo a una romaní de cabello plateado y muy avanzada edad con quien me había encariñado desde la ausencia de mi madre y a quien le estaba muy agradecida por el trato que había tenido conmigo durante todos estos años.
La tarde avanzaba y mi alrededor se presentaba más bien solitario al tener que atravesar una zona abandonada cuando escuché pasos que se aproximaban a mis espaldas seguidos de una ruda voz que siseaba. -Ey tú... Ven acá.- Miré por encima de mi hombro hacia un hombre blanco que me observaba de una manera que no me inspiró la menor confianza por lo que apresuré mis pasos. Me di cuenta de que el sujeto hacia lo mismo al escuchar el rechinido que producían sus botas cada vez que pisaba el empedrado. Siguiendo un impulso comencé a correr pero sentí un fuerte tirón en uno de mis brazos, el hombre me impulsaba de esa manera hacía él haciendo que me estrellara contra su cuerpo mientras yo forcejeaba para liberarme. -A ver que tenemos aquí. No te alarmes muñeca, no pienso hacerte nada malo, más bien quiero que pasemos un buen rato.- Su mano manoseaba sobre mi falda de manera lujuriosa, intentó con la otra tocar mi rostro pero la mordí fuertemente y le propiné la peor patada en su entrepierna de la que la que fui capaz, logrando así liberarme. Lo escuché pronunciar varios improperios en el momento en que se doblaba del dolor. -Maldita gitana del demonio! Me las pagarás!-
Volví a correr sin mirar atrás hasta alcanzar un callejón adonde busqué refugio, mi respiración se encontraba agitada mientras me pegaba a la pared escuchando en silencio. Mis dedos buscaron instintivamente la moneda que colgaba de uno de mis collares presionándola firmemente como si se tratase de un escudo protector. El sol se ocultaba en ese momento en el horizonte, abriendo paso a la luz de la luna que debido a la niebla parecía muy tenue. Escuché el mismo chirrido de botas que pasaba muy cerca, tanto que pensé que el sujeto me encontraría pero el sonido más bien se fue desvaneciendo, aguardé aún apelando una y otra vez con callados susurros a mi amuleto y al cabo de un momento salí del callejón.
Repentinamente sentí un fuerte golpe en mi sien y cai al suelo, por unos minutos no sentí más que aturdimiento. -Ahora veras zorra, te daré lo que te mereces.- La voz me parecía muy lejana pero mi nariz alcanzaba a percibir a escasos centímetros de mi rostro el fuerte aliento a alcohol el cual me invadía de nauseas, haciendo un enorme esfuerzo comencé a retorcerme y a arañarle, sentía insistentes punzones en mi sien y mi rostro ardía al sentir el impacto de un nuevo golpe, intenté no llorar...
Conocía bien el trayecto de regreso a mi hogar, se encontraba este a varios kilómetros de distancia y tendría que caminar un par de horas pero estando acostumbrada al ejercicio no me amedrentaba el tener que recorrer las antiguas callejas parisienses a pie. Llevaba atada a mi cintura una bolsa con otro par de collares y pulseras que planeaba entregar a manera de regalo a una romaní de cabello plateado y muy avanzada edad con quien me había encariñado desde la ausencia de mi madre y a quien le estaba muy agradecida por el trato que había tenido conmigo durante todos estos años.
La tarde avanzaba y mi alrededor se presentaba más bien solitario al tener que atravesar una zona abandonada cuando escuché pasos que se aproximaban a mis espaldas seguidos de una ruda voz que siseaba. -Ey tú... Ven acá.- Miré por encima de mi hombro hacia un hombre blanco que me observaba de una manera que no me inspiró la menor confianza por lo que apresuré mis pasos. Me di cuenta de que el sujeto hacia lo mismo al escuchar el rechinido que producían sus botas cada vez que pisaba el empedrado. Siguiendo un impulso comencé a correr pero sentí un fuerte tirón en uno de mis brazos, el hombre me impulsaba de esa manera hacía él haciendo que me estrellara contra su cuerpo mientras yo forcejeaba para liberarme. -A ver que tenemos aquí. No te alarmes muñeca, no pienso hacerte nada malo, más bien quiero que pasemos un buen rato.- Su mano manoseaba sobre mi falda de manera lujuriosa, intentó con la otra tocar mi rostro pero la mordí fuertemente y le propiné la peor patada en su entrepierna de la que la que fui capaz, logrando así liberarme. Lo escuché pronunciar varios improperios en el momento en que se doblaba del dolor. -Maldita gitana del demonio! Me las pagarás!-
Volví a correr sin mirar atrás hasta alcanzar un callejón adonde busqué refugio, mi respiración se encontraba agitada mientras me pegaba a la pared escuchando en silencio. Mis dedos buscaron instintivamente la moneda que colgaba de uno de mis collares presionándola firmemente como si se tratase de un escudo protector. El sol se ocultaba en ese momento en el horizonte, abriendo paso a la luz de la luna que debido a la niebla parecía muy tenue. Escuché el mismo chirrido de botas que pasaba muy cerca, tanto que pensé que el sujeto me encontraría pero el sonido más bien se fue desvaneciendo, aguardé aún apelando una y otra vez con callados susurros a mi amuleto y al cabo de un momento salí del callejón.
Repentinamente sentí un fuerte golpe en mi sien y cai al suelo, por unos minutos no sentí más que aturdimiento. -Ahora veras zorra, te daré lo que te mereces.- La voz me parecía muy lejana pero mi nariz alcanzaba a percibir a escasos centímetros de mi rostro el fuerte aliento a alcohol el cual me invadía de nauseas, haciendo un enorme esfuerzo comencé a retorcerme y a arañarle, sentía insistentes punzones en mi sien y mi rostro ardía al sentir el impacto de un nuevo golpe, intenté no llorar...
Dominika Ankudinov- Gitano
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Fecha de inscripción : 10/09/2013
Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Desde hacía unos años que mi vida entera solo tenía una labor, el proteger a mi salvadora, sonaba ridículo viniendo de un vampiro pero era la verdad, aquella niña había tenido el coraje de un guerrero al ocultar a un vampiro de un cazador, era una valentía admirable y gracias a ella he hallado mi propósito, quizás corto considerando que la vida humana era corta comparada con la de un vampiro, pero yo la haría vivirla entera sin que un tercero se interponga y le arrebate la vida antes… es lo mínimo que puedo hacer por mi salvadora.
En esos años la vi crecer, aun cuando era solo desde el anochecer hasta el amanecer, pero ella desprendía mayor vida que el resto de humanos, casi parecía resplandecer, yo era su guardián nocturno y no permitiría que esa luz se apagase, la vi en sus momentos más alegres pero también en los más tristes, muchas veces desee aplacar esos dolores pero no podía interferir en su vida, era algo que ella debía experimentar, por lo que me quede alejado, protegiéndola de aquellos que le deseaban algún mal, aniquilándolos antes de hacerle algo, algunos se habían vuelto mi alimento y otros no, era increíble como un alma tan libre pudiese generar tantos deseos malignos en terceros, eran como lobos queriendo matar a un pájaro libre…
Daba igual si la noche era lluviosa o fría, yo velaba por ella para que tuviera el mejor descanso, ella despertaba tan temprano con una sonrisa que siempre me sorprendía, extrañamente me hacia sonreír a mi también, era algo involuntario, luego tenía que irme yo a descansar, no me gustaba el ausentarme en el día, pero era algo superior a mí, debía ocultarme del sol, además los males siempre aparecían en la noche, como si fuesen pesadillas, curiosa comparación ya que yo soy un ser de esa noche, no me tacho de santo, soy todo lo contrario…
Abrí mis ojos de pronto en la oscuridad de mi cuarto, como si volviese a la vida tras un viaje que ni recuerdo, juraría haber soñado con algo… algo del pasado pero lo sentía lejano y borroso como para indagar mas, no le di importancia así que me levante de la cama, viendo el cuarto, las cortinas estaban echadas, eran de una tela negra bien gruesa, y ocupaban toda la ventana para no dejar pasar la luz del sol, me acerque a ella y aparte un poco la cortina, viendo la calle, no había mucha gente y la luz se había ido casi, estaba siendo el anochecer, abrí la ventana para que pasara el fresco, aun cuando las temperaturas no existían para mi, se echaba de menos un poco la verdad.
Ciertamente debía hallar alimento antes de presentarme frente a la joven, pero algo me tenia inquieto, quizás por ello me había despertado tan rápido, agarre mi chaqueta y me la puse para luego cerrar mis ojos, intentando localizar mi moneda, la cual tenía en su poder la joven, no tarde mucho en dar con él, pero era extraña su posición y mas por esas horas, por lo que me dirigí hacia la puerta por la que salí, ande unas calles hasta meterme por un callejón oscuro, con rapidez y agilidad escale la pared hasta subir al tejado, allí había una mejor visión de toda la ciudad, corrí por los tejados, era la mejor forma de viajar en parís, ya que no había gente de por medio ni casas.
Me estaba acercando poco a poco hasta que alcance una distancia justa y prudente, deteniéndome en el tejado, mire abajo en busca de la joven, encontrándome con un espectáculo degradante, tarde una milésima en reconocer a la presa de aquel tipejo, ¡era ella! Sentí mi sangre arder, salte del tejado aterrizando sobre el suelo de forma silenciosa, me encamine directo hacia el tipo por la espalda, viendo como se movía y sus clarísimas intenciones con la joven, algo que no permitiría jamás, antes tendría que matarme y la verdad, desearía ver a alguien capaz den eso.
Me detuve justo detrás de él y lo agarre fuerte de la nuca, tirando para atrás para que el hombre se pusiera de nuevo recto y de pie, ocultando mi entera figura ya que ese tipo era más alto y corpulento que yo, pero en fuerza él era inferior a mí, acerque mi rostro a su oído.
- Una muy mala elección – le susurre con el tono más frio y filoso que jamás había usado. Apreté mis dedos contra su nuca con más fuerza, sintiendo como sus huesos se rompían y algún que otro musculo se desgarraba, viendo como el tipo comenzaba a retorcerse y a escupir sangre, para que no manchara a la joven tire del hombre a un lado para luego soltarlo, el cayó al suelo inmóvil, como si fuese un muñeco de trapo pero manchado de sangre, mire a la joven por si se hallaba bien, dándome cuenta que era la primera vez desde nuestro primer encuentro que nos volvíamos a ver, bueno en realidad es ella la que me veía de nuevo.
En esos años la vi crecer, aun cuando era solo desde el anochecer hasta el amanecer, pero ella desprendía mayor vida que el resto de humanos, casi parecía resplandecer, yo era su guardián nocturno y no permitiría que esa luz se apagase, la vi en sus momentos más alegres pero también en los más tristes, muchas veces desee aplacar esos dolores pero no podía interferir en su vida, era algo que ella debía experimentar, por lo que me quede alejado, protegiéndola de aquellos que le deseaban algún mal, aniquilándolos antes de hacerle algo, algunos se habían vuelto mi alimento y otros no, era increíble como un alma tan libre pudiese generar tantos deseos malignos en terceros, eran como lobos queriendo matar a un pájaro libre…
Daba igual si la noche era lluviosa o fría, yo velaba por ella para que tuviera el mejor descanso, ella despertaba tan temprano con una sonrisa que siempre me sorprendía, extrañamente me hacia sonreír a mi también, era algo involuntario, luego tenía que irme yo a descansar, no me gustaba el ausentarme en el día, pero era algo superior a mí, debía ocultarme del sol, además los males siempre aparecían en la noche, como si fuesen pesadillas, curiosa comparación ya que yo soy un ser de esa noche, no me tacho de santo, soy todo lo contrario…
Abrí mis ojos de pronto en la oscuridad de mi cuarto, como si volviese a la vida tras un viaje que ni recuerdo, juraría haber soñado con algo… algo del pasado pero lo sentía lejano y borroso como para indagar mas, no le di importancia así que me levante de la cama, viendo el cuarto, las cortinas estaban echadas, eran de una tela negra bien gruesa, y ocupaban toda la ventana para no dejar pasar la luz del sol, me acerque a ella y aparte un poco la cortina, viendo la calle, no había mucha gente y la luz se había ido casi, estaba siendo el anochecer, abrí la ventana para que pasara el fresco, aun cuando las temperaturas no existían para mi, se echaba de menos un poco la verdad.
Ciertamente debía hallar alimento antes de presentarme frente a la joven, pero algo me tenia inquieto, quizás por ello me había despertado tan rápido, agarre mi chaqueta y me la puse para luego cerrar mis ojos, intentando localizar mi moneda, la cual tenía en su poder la joven, no tarde mucho en dar con él, pero era extraña su posición y mas por esas horas, por lo que me dirigí hacia la puerta por la que salí, ande unas calles hasta meterme por un callejón oscuro, con rapidez y agilidad escale la pared hasta subir al tejado, allí había una mejor visión de toda la ciudad, corrí por los tejados, era la mejor forma de viajar en parís, ya que no había gente de por medio ni casas.
Me estaba acercando poco a poco hasta que alcance una distancia justa y prudente, deteniéndome en el tejado, mire abajo en busca de la joven, encontrándome con un espectáculo degradante, tarde una milésima en reconocer a la presa de aquel tipejo, ¡era ella! Sentí mi sangre arder, salte del tejado aterrizando sobre el suelo de forma silenciosa, me encamine directo hacia el tipo por la espalda, viendo como se movía y sus clarísimas intenciones con la joven, algo que no permitiría jamás, antes tendría que matarme y la verdad, desearía ver a alguien capaz den eso.
Me detuve justo detrás de él y lo agarre fuerte de la nuca, tirando para atrás para que el hombre se pusiera de nuevo recto y de pie, ocultando mi entera figura ya que ese tipo era más alto y corpulento que yo, pero en fuerza él era inferior a mí, acerque mi rostro a su oído.
- Una muy mala elección – le susurre con el tono más frio y filoso que jamás había usado. Apreté mis dedos contra su nuca con más fuerza, sintiendo como sus huesos se rompían y algún que otro musculo se desgarraba, viendo como el tipo comenzaba a retorcerse y a escupir sangre, para que no manchara a la joven tire del hombre a un lado para luego soltarlo, el cayó al suelo inmóvil, como si fuese un muñeco de trapo pero manchado de sangre, mire a la joven por si se hallaba bien, dándome cuenta que era la primera vez desde nuestro primer encuentro que nos volvíamos a ver, bueno en realidad es ella la que me veía de nuevo.
Entienne Montblanc- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2013
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Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Con cada segundo que transcurría mi situación se tornaba más desesperada, no entendía como un ebrio podía hacer acopio de tanta fuerza, por más que lo intentaba no lograba sacármelo de encima y lo peor es que cada movimiento que realizaba parecía excitarle más. Recibí otros golpes con la misma energía desbocada de los anteriores, pero aunque cada uno me dolía con la misma intensidad continué forcejeando. Hay algunas cosas en esta vida que una romaní puede apreciar más que otras, y la verdad es que hasta este momento no me di cuenta de cuanto me importaba conservar mi virtud, no era algo que cruzara mi mente a diario pero existía una idea fuertemente arraigada en mi interior y que en este momento volvía con más ímpetu, aquellas palabras que compartiera mi padre conmigo cuando era una niña, cuando me tomaba de los brazos para alzarme y colocarme en su regazo y comenzaba a explicarme la procedencia de nuestra tribu, enumerándome las diversas razones por las que siempre debía sentir orgullo de mi raza. Una Rom siempre debería unir su destino a un Rom me había dicho, por eso no podía desistir en mis esfuerzos, aunque resultasen fútiles, aunque comenzase a sentir que se me escapaban las fuerzas, tenía que intentarlo, por la memoria de mi padre.
Repentinamente el horrible personaje que se encontraba sobre mi se levantó sobre sus pies, liberándome de su presión y permitiendo así que mi lucha cesase y que el aire regresara a mis pulmones. Su rostro se convulsionó entonces frente a mis ojos de una manera grotesca antes de que su cuerpo se despidiera del suelo y saliese disparado hacia un lado. Mis ojos siguieron su trayectoria observando como rápidamente caía sobre el suelo a unos pasos de mi en un ángulo bastante extraño pero permaneciendo inerte, supe entonces que estaba muerto, por unos segundos no hice más que contemplar su inexpresivo rostro con la absurda idea de que podía volver a la vida, pero no fue así.
Me moví apoyándome sobre uno de mis codos, me dolía el hacerlo, entonces reparé en la presencia del hombre que se encontraba a escasa distancia de mis pies, era él quien había acabado con mi atacante. Desde mi posición no alcanzaba a distinguir su rostro ya que en el lugar en que nos encontrábamos no abundaba la luz, ni tan siquiera la artificial del alumbrado de las lámparas que en cualquier otra zona se hubiesen encontrado favorablemente sobre la banqueta, pero tratándose de un área abandonada como esta escaseaban. Aún así pude distinguir el ropaje que llevaba y por el mismo deduje que se trataría de otro hombre de raza blanca. No podía continuar inmóvil, alisé mi ahora arrugada falda y me levanté, el silencio que provenía de la misteriosa figura no me resultaba nada apacible y no ignoraba el hecho de que debía poseer una fuerza inimaginable si podía despachar a otro ser humano con tanta facilidad. Lo último que deseaba era correr la misma suerte habiendo saltado de la sartén al fuego. Comencé a buscar a mi alrededor algo con lo que pudiera defenderme, una roca, un tubo, lo que fuese, pero no vi nada.
Por otro lado me sentía bastante mareada, me apoyé en la pared sintiéndome tambalear pero no aparté la mirada de la figura, esperando que en algún momento realizase algún movimiento que confirmase que no era producto de mi imaginación. -Le daré todo lo que tengo.- Le dije intentando ganar tiempo, llevaba encima mis joyas de gitana más las que guardaba aún en la bolsa atada a mi cintura junto con varias monedas que aún mantenía en un pequeño saco, se podía decir con toda honestidad que era todo lo que poseía de valor.
-No le diré a nadie lo que hizo...- Mis pensamientos perdían claridad y se tornaban bastante confusos, por un momento el hombre frente a mi ya no era un desconocido, su rostro se transformaba en el mismo de aquel al que no había vuelto a ver desde hace ya tantos años, el que tanto amaba y que de niña solía alzarme sobre los hombros y cantarme alegres y dulces canciones mientras entre risas recorríamos nuestro campamento. -Batú?- pregunté suavemente en lengua romaní, creyendo volver a ver a mi padre...
Repentinamente el horrible personaje que se encontraba sobre mi se levantó sobre sus pies, liberándome de su presión y permitiendo así que mi lucha cesase y que el aire regresara a mis pulmones. Su rostro se convulsionó entonces frente a mis ojos de una manera grotesca antes de que su cuerpo se despidiera del suelo y saliese disparado hacia un lado. Mis ojos siguieron su trayectoria observando como rápidamente caía sobre el suelo a unos pasos de mi en un ángulo bastante extraño pero permaneciendo inerte, supe entonces que estaba muerto, por unos segundos no hice más que contemplar su inexpresivo rostro con la absurda idea de que podía volver a la vida, pero no fue así.
Me moví apoyándome sobre uno de mis codos, me dolía el hacerlo, entonces reparé en la presencia del hombre que se encontraba a escasa distancia de mis pies, era él quien había acabado con mi atacante. Desde mi posición no alcanzaba a distinguir su rostro ya que en el lugar en que nos encontrábamos no abundaba la luz, ni tan siquiera la artificial del alumbrado de las lámparas que en cualquier otra zona se hubiesen encontrado favorablemente sobre la banqueta, pero tratándose de un área abandonada como esta escaseaban. Aún así pude distinguir el ropaje que llevaba y por el mismo deduje que se trataría de otro hombre de raza blanca. No podía continuar inmóvil, alisé mi ahora arrugada falda y me levanté, el silencio que provenía de la misteriosa figura no me resultaba nada apacible y no ignoraba el hecho de que debía poseer una fuerza inimaginable si podía despachar a otro ser humano con tanta facilidad. Lo último que deseaba era correr la misma suerte habiendo saltado de la sartén al fuego. Comencé a buscar a mi alrededor algo con lo que pudiera defenderme, una roca, un tubo, lo que fuese, pero no vi nada.
Por otro lado me sentía bastante mareada, me apoyé en la pared sintiéndome tambalear pero no aparté la mirada de la figura, esperando que en algún momento realizase algún movimiento que confirmase que no era producto de mi imaginación. -Le daré todo lo que tengo.- Le dije intentando ganar tiempo, llevaba encima mis joyas de gitana más las que guardaba aún en la bolsa atada a mi cintura junto con varias monedas que aún mantenía en un pequeño saco, se podía decir con toda honestidad que era todo lo que poseía de valor.
-No le diré a nadie lo que hizo...- Mis pensamientos perdían claridad y se tornaban bastante confusos, por un momento el hombre frente a mi ya no era un desconocido, su rostro se transformaba en el mismo de aquel al que no había vuelto a ver desde hace ya tantos años, el que tanto amaba y que de niña solía alzarme sobre los hombros y cantarme alegres y dulces canciones mientras entre risas recorríamos nuestro campamento. -Batú?- pregunté suavemente en lengua romaní, creyendo volver a ver a mi padre...
Dominika Ankudinov- Gitano
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Fecha de inscripción : 10/09/2013
Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Contemple como la joven se alzaba, mareada pero lo hacía, tomando toda su fuerza de voluntad, por sus gestos era evidente que estaba en guardia contra cualquiera, era lo más normal después de sufrir tal agresión, y al parecer me tomo por un ladrón, eso no tenía mucho sentido la verdad, pero debía mantener mi calma para no asustar a la joven, quizás debería irme y dejarla pero viendo su estado no podía dejarla sola, parecía a punto de derrumbarse o desmayarse y eso no lo podía permitir, de repente oí que me llamaba de una manera que reconocí, al parecer su mente le jugaba malas pasadas pero era normal con los golpes que había recibido de aquel salvaje.
- No tema, le juro que no es mi intención hacerle mal alguno ni el robarle nada - le dije con un tono suave y tranquilo, para poder tranquilizar a la joven aunque difícil en su estado, aun así, di unos pequeños pasos hacia delante, adelantándome rápido cuando ella flaqueo, la tome en vilo con cuidado, sin hacer movimientos bruscos ni rápidos para que no se marease mas, su calor se impregno en mi cuerpo como si lo absorbiese, era un contacto tan directo y el primero que teníamos desde que nos conocimos, pero no podía quedarme intentando analizar las sensaciones, debía tratar sus heridas - discúlpeme, pero le pediría que no se moviera, ya que podría hacerle mal a su mente y el dolor crecería mas que disminuiría - le comente en tono suave para no agravar el dolor de su mente mientras comenzaba a caminar, pero no lejos, sino cerca, donde había una fuente con agua, la deposite allí, sentándola en el borde con cuidado, luego saque un pañuelo de tela y lo metí en la fuente, dejando que se mojara, a esa hora el agua seguramente estaba fría y era lo mejor para un dolor de cabeza.
Al sacarlo lo estruje para quitarle el agua en exceso y se lo puse con cuidado en la frente de la joven, viendo en mi mano aun restos de sangre, ya menos por haberse limpiado con el agua de la fuente.
- Tómelo y manténgalo sujeto, le aliviara un poco - le informe con el mismo tono que desde el principio, apartando mi mano cuando la joven tomo el pañuelo que le puse en la frente, me aparte de ella para dejarle ahora un poco de espacio para que se recobrase, ya le había arrebatado demasiado espacio personal y no era bueno hacerlo después de semejante ataque pero no era plan el dejarla ahí a punto de desmayarse, era algo imposible para mi, aun si la chica me temiese u odiase... lo asumiría.
La noche se había presentado al completo en el lugar, habiendo pocas luces alrededor, siendo de las velas y casas de los alrededores, se oía el suave movimiento del agua, y de la gente a lo lejos, aunque a saber si la joven los podía oír, aunque con el dolor de cabeza que debía de estar teniendo lo creía imposible, la contemple enteramente, viendo cada parte de ella, era la primera vez que estaba frente a ella, viéndola tan de cerca y también la primera vez en tocarla… me mantuve en silencio ahí frente a ella esperando alguna reacción de su parte.
- No tema, le juro que no es mi intención hacerle mal alguno ni el robarle nada - le dije con un tono suave y tranquilo, para poder tranquilizar a la joven aunque difícil en su estado, aun así, di unos pequeños pasos hacia delante, adelantándome rápido cuando ella flaqueo, la tome en vilo con cuidado, sin hacer movimientos bruscos ni rápidos para que no se marease mas, su calor se impregno en mi cuerpo como si lo absorbiese, era un contacto tan directo y el primero que teníamos desde que nos conocimos, pero no podía quedarme intentando analizar las sensaciones, debía tratar sus heridas - discúlpeme, pero le pediría que no se moviera, ya que podría hacerle mal a su mente y el dolor crecería mas que disminuiría - le comente en tono suave para no agravar el dolor de su mente mientras comenzaba a caminar, pero no lejos, sino cerca, donde había una fuente con agua, la deposite allí, sentándola en el borde con cuidado, luego saque un pañuelo de tela y lo metí en la fuente, dejando que se mojara, a esa hora el agua seguramente estaba fría y era lo mejor para un dolor de cabeza.
Al sacarlo lo estruje para quitarle el agua en exceso y se lo puse con cuidado en la frente de la joven, viendo en mi mano aun restos de sangre, ya menos por haberse limpiado con el agua de la fuente.
- Tómelo y manténgalo sujeto, le aliviara un poco - le informe con el mismo tono que desde el principio, apartando mi mano cuando la joven tomo el pañuelo que le puse en la frente, me aparte de ella para dejarle ahora un poco de espacio para que se recobrase, ya le había arrebatado demasiado espacio personal y no era bueno hacerlo después de semejante ataque pero no era plan el dejarla ahí a punto de desmayarse, era algo imposible para mi, aun si la chica me temiese u odiase... lo asumiría.
La noche se había presentado al completo en el lugar, habiendo pocas luces alrededor, siendo de las velas y casas de los alrededores, se oía el suave movimiento del agua, y de la gente a lo lejos, aunque a saber si la joven los podía oír, aunque con el dolor de cabeza que debía de estar teniendo lo creía imposible, la contemple enteramente, viendo cada parte de ella, era la primera vez que estaba frente a ella, viéndola tan de cerca y también la primera vez en tocarla… me mantuve en silencio ahí frente a ella esperando alguna reacción de su parte.
Entienne Montblanc- Humano Clase Baja
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Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Aunque fuera tan solo por un breve momento creí estar otra vez con mi padre, le sonreí y le permití que me alzase con sus brazos como lo había hecho tantas veces atrás, rodeé su cuello con mis brazos sintiéndome segura y protegida mientras me llevaba de esa manera a algún lugar cercano. Me sentí a gusto al fin, después de tantos años, era la primera vez que dejaba atrás cualquier inquietud y me sentía invadida por una perfecta sensación de paz, algo similar a lo que siente alguien cuando tras haberse perdido en el desierto durante días que parecen eternizarse finalmente alcanza un oasis y sin titubear corre hacia el para perderse en la frescura de sus aguas, descansando así finalmente tras encontrar el alivio que tanto buscaba.
Volví a abrir los ojos cuando me depositó en el borde de la fuente, retorné a la realidad y recordé adonde me encontraba. Mi mente confundida comenzó a esclarecerse con el frío del pañuelo en mi frente el cual sostuve con mi mano percatándome de que era el hombre de raza blanca y no mi padre quien se encontraba de pie a escasa distancia. Procesé mentalmente lo que acababa de pasar y miré hacia mi ropa asegurándome de tener aún todo conmigo y que no me hubiese arrebatado nada. No lo había hecho. Tal vez era cierto que no me deseaba mal alguno. Lo miré de reojo con disimulo, cerca de la fuente había más luz lo que me permitía apreciar que iba mejor vestido que los blancos que solía ver en el mercado o en los puestos a los que asistía, ciertamente no se parecía en nada al borracho con el que me había encontrado.
Un escalofrío me recorrió al recordar lo que había estado a punto de suceder, fuese como fuese el hombre frente a mi me había auxiliado. ¿Pero por qué? ¿Por qué estaba aún aquí y por qué se había tomado la molestia de atender mis golpes? Era su pañuelo el que sostenía entre mis dedos. -Gracias por tomarse la molestia de traerme acá.- Me moví para levantarme pero el mareo volvió, el suelo parecía moverse al igual que el hombre frente a mi, todo giraba. Permanecí quieta esperando a que el movimiento a mi alrededor cesase, ¿cómo iba a volver a casa? Aún tenía demasiado camino por andar.
-Fue usted muy oportuno.- Extendí mi mano para devolverle el pañuelo, tan solo ese ligero movimiento hizo que todo girara otra vez. ¿Y si este hombre deseaba eliminarme a mi también? Pero no, si fuera así ya lo habría hecho. -¿Por qué me está auxiliando?- le pregunté sin rodeos logrando al fin sostenerme sobre mis pies y mirándole directamente por primera vez, ahora podía contemplar su rostro completamente, fue extraño lo que sentí en el momento en que lo hice, cuando mi mirada se encontró con la de él tuve la completa convicción de que no me haría daño. -¿Quién es usted?- pregunté mientras la brisa aumentaba en intensidad, me abracé a mi misma sin permitir que mi mirada se apartase de sus oscuros ojos, repentinamente se apoderaba de mi un inmenso interés en conocer la respuesta.
Volví a abrir los ojos cuando me depositó en el borde de la fuente, retorné a la realidad y recordé adonde me encontraba. Mi mente confundida comenzó a esclarecerse con el frío del pañuelo en mi frente el cual sostuve con mi mano percatándome de que era el hombre de raza blanca y no mi padre quien se encontraba de pie a escasa distancia. Procesé mentalmente lo que acababa de pasar y miré hacia mi ropa asegurándome de tener aún todo conmigo y que no me hubiese arrebatado nada. No lo había hecho. Tal vez era cierto que no me deseaba mal alguno. Lo miré de reojo con disimulo, cerca de la fuente había más luz lo que me permitía apreciar que iba mejor vestido que los blancos que solía ver en el mercado o en los puestos a los que asistía, ciertamente no se parecía en nada al borracho con el que me había encontrado.
Un escalofrío me recorrió al recordar lo que había estado a punto de suceder, fuese como fuese el hombre frente a mi me había auxiliado. ¿Pero por qué? ¿Por qué estaba aún aquí y por qué se había tomado la molestia de atender mis golpes? Era su pañuelo el que sostenía entre mis dedos. -Gracias por tomarse la molestia de traerme acá.- Me moví para levantarme pero el mareo volvió, el suelo parecía moverse al igual que el hombre frente a mi, todo giraba. Permanecí quieta esperando a que el movimiento a mi alrededor cesase, ¿cómo iba a volver a casa? Aún tenía demasiado camino por andar.
-Fue usted muy oportuno.- Extendí mi mano para devolverle el pañuelo, tan solo ese ligero movimiento hizo que todo girara otra vez. ¿Y si este hombre deseaba eliminarme a mi también? Pero no, si fuera así ya lo habría hecho. -¿Por qué me está auxiliando?- le pregunté sin rodeos logrando al fin sostenerme sobre mis pies y mirándole directamente por primera vez, ahora podía contemplar su rostro completamente, fue extraño lo que sentí en el momento en que lo hice, cuando mi mirada se encontró con la de él tuve la completa convicción de que no me haría daño. -¿Quién es usted?- pregunté mientras la brisa aumentaba en intensidad, me abracé a mi misma sin permitir que mi mirada se apartase de sus oscuros ojos, repentinamente se apoderaba de mi un inmenso interés en conocer la respuesta.
Dominika Ankudinov- Gitano
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Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Al parecer la joven gitana no me recordaba aun cuando yo lo sabia casi todo de ella, pero era normal, solo nos habíamos visto una sola vez o más bien, ella me vio solo una vez, tiempo atrás cuando era solo una niña pequeña, y teniendo en cuenta que era de noche como hoy, donde no había casi ni luz, pero no lo iba a revelar, no por nada en especial, pero seguramente si la joven recordaba, seguramente se daría cuenta de cuál criatura era… y no quería infundirle temor alguno, todo lo contrario, deseaba su bienestar, por lo que era mejor callar y guardar tal secreto en lo fondo de mi corazón inmortal.
- No soy nadie importante, señorita – le dije con tono suave y tranquilo, no muy alto para que su dolor de cabeza no fuese peor – por favor, quédeselo – dije mientras le tendía el pañuelo húmedo – le hace mas falta a usted que a mí – comente con una suave sonrisa, ciertamente se me hacia algo extraño el hablar con ella después de estar tantos años observándola, debía medir mis palabras y tener cuidado con no revelar nada, para ella era un desconocido pero ella para mí no, pero debía hacer parecer que si, aun cuando era tan difícil el ocultarlo, deseaba hablar con ella como si fuésemos viejos amigos aunque eso era imposible, no podía interferir con su vida, yo solo pagaba una deuda…
Debía tener cuidado en su presencia, principalmente en este momento ya que hace nada que me había levantado y ni me había alimentado, por lo que esas pequeñas heridas sangrantes que tenia eran peligrosas en mi presencia, pero sabia contenerme y más si era ella, pero me hacían recordar el hambre que tenia y que debía hallar una presa, pero primero debía cerciorarme de que ella llegaba bien a su hogar, no podría estar tranquilo dejándola ahí a su suerte, ya que a saber con quién o que se podría encontrar, a estas horas no era muy buena idea andar por las calles y menos si era mujer, me puse un poco nervioso viendo como ella me miraba tan fijamente a los ojos pero no aparte mi mirada, quedándome algo sumido en su mirada, en esos ojos tan vivos y expresivos.
- ¿me dejaría acompañarla? A estas horas es peligroso que una señorita ande sola por las calles – le pregunte a la joven percatándome de algo que hasta ahora pasaba desapercibido para mí, la moneda… ella la llevaba alrededor del cuello en modo de colgante, la cuerda era tan larga que se había ocultado por debajo de la ropa pero ahora estaba expuesta fuera, había pensado que ella la habría guardado en su bolso de monedas o enganchado a alguna ropa, pero jamás habría pensado que la pondría de colgante, aunque le sentaba muy bien, era adecuado para ella, sonreí leve por eso, sintiendo algo como cálido pero tan leve que ni me puse a analizarlo, aunque la joven en si despertaba algo en mi que jamás había sentido, aun no sabía si era para mal o para bien, aun cuando era agradable la sensación pero también algo dañino ya que sabia su destino final y eso dolía… me quemaba.
- No soy nadie importante, señorita – le dije con tono suave y tranquilo, no muy alto para que su dolor de cabeza no fuese peor – por favor, quédeselo – dije mientras le tendía el pañuelo húmedo – le hace mas falta a usted que a mí – comente con una suave sonrisa, ciertamente se me hacia algo extraño el hablar con ella después de estar tantos años observándola, debía medir mis palabras y tener cuidado con no revelar nada, para ella era un desconocido pero ella para mí no, pero debía hacer parecer que si, aun cuando era tan difícil el ocultarlo, deseaba hablar con ella como si fuésemos viejos amigos aunque eso era imposible, no podía interferir con su vida, yo solo pagaba una deuda…
Debía tener cuidado en su presencia, principalmente en este momento ya que hace nada que me había levantado y ni me había alimentado, por lo que esas pequeñas heridas sangrantes que tenia eran peligrosas en mi presencia, pero sabia contenerme y más si era ella, pero me hacían recordar el hambre que tenia y que debía hallar una presa, pero primero debía cerciorarme de que ella llegaba bien a su hogar, no podría estar tranquilo dejándola ahí a su suerte, ya que a saber con quién o que se podría encontrar, a estas horas no era muy buena idea andar por las calles y menos si era mujer, me puse un poco nervioso viendo como ella me miraba tan fijamente a los ojos pero no aparte mi mirada, quedándome algo sumido en su mirada, en esos ojos tan vivos y expresivos.
- ¿me dejaría acompañarla? A estas horas es peligroso que una señorita ande sola por las calles – le pregunte a la joven percatándome de algo que hasta ahora pasaba desapercibido para mí, la moneda… ella la llevaba alrededor del cuello en modo de colgante, la cuerda era tan larga que se había ocultado por debajo de la ropa pero ahora estaba expuesta fuera, había pensado que ella la habría guardado en su bolso de monedas o enganchado a alguna ropa, pero jamás habría pensado que la pondría de colgante, aunque le sentaba muy bien, era adecuado para ella, sonreí leve por eso, sintiendo algo como cálido pero tan leve que ni me puse a analizarlo, aunque la joven en si despertaba algo en mi que jamás había sentido, aun no sabía si era para mal o para bien, aun cuando era agradable la sensación pero también algo dañino ya que sabia su destino final y eso dolía… me quemaba.
Entienne Montblanc- Humano Clase Baja
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Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Mantuve mi mirada fija en el hombre frente a mi, buscando una respuesta en sus oscuros ojos, por un instante no hice más que observarlos pero resultaban estos tan enigmáticos como sus palabras. Desvié mi mirada y giré despacio sobre mis talones al escuchar su respuesta y regresé a la fuente adonde, abusando del hecho de que me hubiese regresado su pañuelo, aproveché para humedecerlo con el agua fresca y pasarlo cuidadosamente sobre una pequeña cortada que imaginé tendría en mi sien pues al carecer de un espejo no podía verla pero si sentir la molestia que me provocaba. Asumí también que mi aspecto debía ser desaliñado después de todo el forcejeo por lo que retiré las peinetas que sujetaban mi cabello dejándolo caer del todo sobre mis hombros y las guardé en el pequeño bolso que llevaba amarrado a mi cintura.
-Yo no diría que usted no es alguien importante.- dije, pensando un poco en todo el asunto. Entendía que no desease revelarme quien era dadas las circunstancias, aunque había algo en su mirada que por momentos me había instado a desear saber de quien se trataba. -Pero aceptaré que haya sido la buena fortuna quien lo trajo para que se cruzara en mi camino.- Nuevamente volteé hacia él, sintiéndome algo más recompuesta, parecía que gracias a la combinación del frío de la noche y la frescura del agua de la fuente, por otro lado aunque persistiera el mareo sentía la urgencia de comenzar a alejarme del lugar.
No estaba muy segura de que pensar de su ofrecimiento a acompañarme de vuelta a casa aunque se mostraba gentil conmigo y su sonrisa era amable. No solía confiar tampoco demasiado en los extraños, me sentía muchísimo más a gusto entre la gente que conocía de siempre, lo cual me recordaba que sino me presentaba en algunas horas mis amigos romanís se preguntarían donde andaba. Ahora que ¿se lo tomarían lo suficientemente en serio como para salir a buscarme o más bien a la ligera pensando que podía cuidarme perfectamente bien sola? Era lo que siempre les decía cuando alguno había pretendido cuidarme de más, apreciaba demasiado mi independencia.
-De acuerdo.- Las palabras brotaron de mis labios antes de que pensara en lo que estaba diciendo. -Si desea acompañarme parte del camino.- Repentinamente recordé que no podía irme a casa así como así, aunque estábamos más bien en una zona alejada, existía un cadáver expuesto a la vista pública que sería encontrado tarde o temprano por alguien. Quien sabe de quien se trataba pero un hombre cubierto de sangre y rodeado por ella traería preguntas y luego ¿qué? Investigarían. Las autoridades blancas nunca creerían en la palabra de una romaní. Apenas podía creer lo que estaba a punto de sugerir. -Pero antes tenemos que regresar por el cuerpo...-
-Yo no diría que usted no es alguien importante.- dije, pensando un poco en todo el asunto. Entendía que no desease revelarme quien era dadas las circunstancias, aunque había algo en su mirada que por momentos me había instado a desear saber de quien se trataba. -Pero aceptaré que haya sido la buena fortuna quien lo trajo para que se cruzara en mi camino.- Nuevamente volteé hacia él, sintiéndome algo más recompuesta, parecía que gracias a la combinación del frío de la noche y la frescura del agua de la fuente, por otro lado aunque persistiera el mareo sentía la urgencia de comenzar a alejarme del lugar.
No estaba muy segura de que pensar de su ofrecimiento a acompañarme de vuelta a casa aunque se mostraba gentil conmigo y su sonrisa era amable. No solía confiar tampoco demasiado en los extraños, me sentía muchísimo más a gusto entre la gente que conocía de siempre, lo cual me recordaba que sino me presentaba en algunas horas mis amigos romanís se preguntarían donde andaba. Ahora que ¿se lo tomarían lo suficientemente en serio como para salir a buscarme o más bien a la ligera pensando que podía cuidarme perfectamente bien sola? Era lo que siempre les decía cuando alguno había pretendido cuidarme de más, apreciaba demasiado mi independencia.
-De acuerdo.- Las palabras brotaron de mis labios antes de que pensara en lo que estaba diciendo. -Si desea acompañarme parte del camino.- Repentinamente recordé que no podía irme a casa así como así, aunque estábamos más bien en una zona alejada, existía un cadáver expuesto a la vista pública que sería encontrado tarde o temprano por alguien. Quien sabe de quien se trataba pero un hombre cubierto de sangre y rodeado por ella traería preguntas y luego ¿qué? Investigarían. Las autoridades blancas nunca creerían en la palabra de una romaní. Apenas podía creer lo que estaba a punto de sugerir. -Pero antes tenemos que regresar por el cuerpo...-
Dominika Ankudinov- Gitano
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Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Al parecer la joven aceptaba el que la acompañase aun cuando solo me permitía la mitad del camino pero era esa la mitad más peligrosa ya que una vez que pisase terreno gitano estaba la joven mas a salvo que estando sola por estos lares, me alegraba el poder ayudarla aun si era por poco tiempo, había soñado muchas veces el tener este acercamiento, incluso ahora parecía ser un sueño, aunque el cómo se cumplió no fue agradable, no me gustaba el verla herida o que alguien la dañase de semejante modo indecente, no se lo merecía y por ello ese tipo había acabado muerto, no me arrepentía y jamás lo haría, ya que la seguridad y vida de ella me eran lo más importante, de repente oí algo que no espere jamás oír… quería ensuciar sus manos deshaciéndose del cadáver, pero era algo que yo no permitiría, deseaba que ella permaneciese pura en ese sentido y si estaba en mi mano el lograrlo, lo haría.
- No se preocupe por el cuerpo, yo mismo me desharé de él – comente tranquilo mientras la veía – le pediría que se quedara aquí un momento – rebusque en mi chaqueta y saque un cuchillo y se lo entregue a la joven – si alguien se acerca, úselo para defenderse – le dije mientras soltaba el cuchillo sin tocar su piel, no quería que notara mi frialdad, ya temía bastantes sustos por el día de hoy, sin esperar respuesta me aleje de ella un momento, desapareciendo de su vista para volver a donde estaba ese hombre sin vida, lo mire con repudio y frialdad, esas manos habían osado tocar el cuerpo de la joven con descaro, algo imperdonable, me agache y tome ambas manos y con solo fuerza le rompí los huesos, sabía que estaba muerto y que no lo podía sentir, pero si había un paraíso o infierno… ese tipo carecería de manos en el mas allá.
Luego agarre el cuerpo y lo lleve a una zona deshabitada, a gran velocidad para así no tardar en volver a donde la joven, era fácil desaparecer un cuerpo y mas para un vampiro, pero en el camino de vuelta, me detuve un instante para alimentarme, aun cuando pareciese un largo tiempo, en realidad todo lo había hecho en minutos, pocos… para luego revisarme y al no haber sangre por ningún lado, volví hacia donde estaba la joven usando mi moneda como guía por si la joven se alejo de allí o algo, pero parecía que seguía en su lugar, eso era bueno.
- No se preocupe por el cuerpo, yo mismo me desharé de él – comente tranquilo mientras la veía – le pediría que se quedara aquí un momento – rebusque en mi chaqueta y saque un cuchillo y se lo entregue a la joven – si alguien se acerca, úselo para defenderse – le dije mientras soltaba el cuchillo sin tocar su piel, no quería que notara mi frialdad, ya temía bastantes sustos por el día de hoy, sin esperar respuesta me aleje de ella un momento, desapareciendo de su vista para volver a donde estaba ese hombre sin vida, lo mire con repudio y frialdad, esas manos habían osado tocar el cuerpo de la joven con descaro, algo imperdonable, me agache y tome ambas manos y con solo fuerza le rompí los huesos, sabía que estaba muerto y que no lo podía sentir, pero si había un paraíso o infierno… ese tipo carecería de manos en el mas allá.
Luego agarre el cuerpo y lo lleve a una zona deshabitada, a gran velocidad para así no tardar en volver a donde la joven, era fácil desaparecer un cuerpo y mas para un vampiro, pero en el camino de vuelta, me detuve un instante para alimentarme, aun cuando pareciese un largo tiempo, en realidad todo lo había hecho en minutos, pocos… para luego revisarme y al no haber sangre por ningún lado, volví hacia donde estaba la joven usando mi moneda como guía por si la joven se alejo de allí o algo, pero parecía que seguía en su lugar, eso era bueno.
Entienne Montblanc- Humano Clase Baja
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Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Me preparaba para volver adonde se encontraba el cuerpo aunque un escalofrío me recorría al pensar en tener que enfrentarme a su visión otra vez. Sabía que ya no podía intentar hacer nada en contra mia pero aún podía sentir su malholiente olor cerca de mi rostro y sus manos sobre mi cuerpo al manosearme impúdicamente, no pude evitar temblar de repulsión. Observé al caballero que se alejaba, me había entregado un cuchillo pero al encontrarme absorta en mis pensamientos me sorprendí ahora al ver el resplandor plateado entre mis manos. Era extraño pero el presionar el mango entre mis dedos me infundió algo de tranquilidad, saber que contaba con un objeto con que defenderme en caso de que alguien volviese a acercarse a mi e intentar algo en mi contra. Me dije entonces que había sido muy ingenua hasta el momento al caminar tranquilamente a altas horas de la noche en terreno de blancos sin llevar conmigo nada que me sirviese de defensa y es que a pesar de tratarse de una zona altamente abandonada podía encontrarse fácilmente a todo tipo de individuos. Suspiré pensando que el extraño sabía más que yo, al menos él caminaba armado, pero había aprendido algo esta noche...
Mi mirada siguió los pasos del personaje que se desvanecía al ir a hacerse cargo del cadáver. Tenía que admitir que me aliviaba el no tener que ver nuevamente el cuerpo de mi atacante. Regresé a la fuente y sin testigos a mi alrededor tomé el agua entre mis manos y froté fuertemente mi rostro y mi cuello intentando deshacerme de esa desagradable sensación que aún sentía en mi persona. No estaría tranquila hasta haber regresado a casa y haber tomado un baño, necesitaba hacerlo con bastante desesperación.
Entonces pensé que el camino de vuelta al área gitana era demasiado largo, mi mirada inspeccionó mis alrededores. Frente a mi distinguí el largo camino rodeado de casas de aspecto viejo y desvencijado, dirigí mi atención a ellas pero aparté la mirada rápidamente al escuchar pasos, presioné el cuchillo fuertemente entre mis dedos mientras me refugiaba bajo el cobijo de las sombras. Los pasos se hicieron más fuertes y tras un momento reconocí el rostro que los acompañaba. -Es usted.- Suspiré, dejándome ver al avanzar unos pasos. -No estaba segura de que regresaría...- Lo observé un momento, su aspecto seguía impoluto, era difícil creer que hubiera manejado un cadáver. -Qué... qué hizo con él?- pregunté bajando la voz, aunque nadie se encontraba a la vista no podía evitar hacerlo creyendo que si hablaba en voz alta, de alguna manera, en algún lugar, alguien descubriría que éramos responsables de la desaparición de ese hombre...
Mi mirada siguió los pasos del personaje que se desvanecía al ir a hacerse cargo del cadáver. Tenía que admitir que me aliviaba el no tener que ver nuevamente el cuerpo de mi atacante. Regresé a la fuente y sin testigos a mi alrededor tomé el agua entre mis manos y froté fuertemente mi rostro y mi cuello intentando deshacerme de esa desagradable sensación que aún sentía en mi persona. No estaría tranquila hasta haber regresado a casa y haber tomado un baño, necesitaba hacerlo con bastante desesperación.
Entonces pensé que el camino de vuelta al área gitana era demasiado largo, mi mirada inspeccionó mis alrededores. Frente a mi distinguí el largo camino rodeado de casas de aspecto viejo y desvencijado, dirigí mi atención a ellas pero aparté la mirada rápidamente al escuchar pasos, presioné el cuchillo fuertemente entre mis dedos mientras me refugiaba bajo el cobijo de las sombras. Los pasos se hicieron más fuertes y tras un momento reconocí el rostro que los acompañaba. -Es usted.- Suspiré, dejándome ver al avanzar unos pasos. -No estaba segura de que regresaría...- Lo observé un momento, su aspecto seguía impoluto, era difícil creer que hubiera manejado un cadáver. -Qué... qué hizo con él?- pregunté bajando la voz, aunque nadie se encontraba a la vista no podía evitar hacerlo creyendo que si hablaba en voz alta, de alguna manera, en algún lugar, alguien descubriría que éramos responsables de la desaparición de ese hombre...
Dominika Ankudinov- Gitano
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Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Por un momento pensé que la joven se lanzaría contra mí con el cuchillo que yo mismo le había entregado para que se protegiese ya que notaba su aura algo alterada, era normal que tuviese miedo por lo que aconteció esta noche extraña, aun si ella me hubiese apuñalado no se lo echaría en cara, aparte de que no me moriría por algo así la verdad, dolería eso no lo iba a negar, pero me recuperaría en segundos, pero esas cosas eran las que no debía ver ni saber una persona normal, no quería espantar a la joven gitana, pero cuando ella me vio pareció relajarse, algo que me alegro por dentro ya que eso era lo que deseaba, el no asustarla y ni ser un desconocido aun cuando lo era…
- Le había hecho una promesa, y yo jamás falto a esta, la acompañare hasta que este a salvo – comente tranquilo mientras esbozaba una pequeña sonrisa aunque esta desapareció rápido al oír su pregunta – eso es algo que es mejor que usted no sepa, no se preocupe, nadie lo encontrara jamás, se lo aseguro – le dije tranquilo ya que no pondría en peligro la seguridad o vida de la joven por ningún motivo, antes moriría yo por ella, ahora lo único que importaba era el guiarla a su hogar y que estuviese a salvo para así olvidar el mal de esta noche – será mejor que nos vayamos de aquí, seguramente los que la esperan estarán preocupados por su tardanza – le comente tranquilo y al ver el cuchillo que aun sostenía en la mano sonreí con tranquilidad, no me gustaba que llevara un arma ya que no deseaba que manchara sus manos, pero seguramente ella se sentía más segura con uno en la mano – si desea, puede quedárselo, tengo otro en casa, pero le pido que no lo use a no ser realmente necesario pero llévelo siempre por precaución – le dije un poco serio, quería su seguridad pero quería dársela yo, quizás era algo egoísta pero sentía que era mi deber el protegerla aunque era evidente que no podía protegerla del todo y todos al 100%, casi la perdía hoy en parte por culpa de un canalla que si se hubiera atrevido a poner sus manos sobre ella unas horas antes, yo ni podría haberla salvado y ella habría acabado marcada o peor, muerta… eso jamás me lo habría perdonado, pero la habría vengado matándolo a él y a toda descendencia durante muchos siglos…
- Le había hecho una promesa, y yo jamás falto a esta, la acompañare hasta que este a salvo – comente tranquilo mientras esbozaba una pequeña sonrisa aunque esta desapareció rápido al oír su pregunta – eso es algo que es mejor que usted no sepa, no se preocupe, nadie lo encontrara jamás, se lo aseguro – le dije tranquilo ya que no pondría en peligro la seguridad o vida de la joven por ningún motivo, antes moriría yo por ella, ahora lo único que importaba era el guiarla a su hogar y que estuviese a salvo para así olvidar el mal de esta noche – será mejor que nos vayamos de aquí, seguramente los que la esperan estarán preocupados por su tardanza – le comente tranquilo y al ver el cuchillo que aun sostenía en la mano sonreí con tranquilidad, no me gustaba que llevara un arma ya que no deseaba que manchara sus manos, pero seguramente ella se sentía más segura con uno en la mano – si desea, puede quedárselo, tengo otro en casa, pero le pido que no lo use a no ser realmente necesario pero llévelo siempre por precaución – le dije un poco serio, quería su seguridad pero quería dársela yo, quizás era algo egoísta pero sentía que era mi deber el protegerla aunque era evidente que no podía protegerla del todo y todos al 100%, casi la perdía hoy en parte por culpa de un canalla que si se hubiera atrevido a poner sus manos sobre ella unas horas antes, yo ni podría haberla salvado y ella habría acabado marcada o peor, muerta… eso jamás me lo habría perdonado, pero la habría vengado matándolo a él y a toda descendencia durante muchos siglos…
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Re: El secreto detrás del amuleto [Jaqen Lake]
Guardé el cuchillo sin pensarlo dos veces escondiéndolo al deslizarlo en el interior de la bolsa que llevaba atada a mi cintura. Era un buen regalo y no iba a rechazarlo si el caballero deseaba entregármelo y mientras antes lo guardara menos oportunidad tendría él de cambiar de opinión. -Gracias entonces.- Suspiré y comencé a caminar retomando el camino sobre el que había dirigido mis pasos antes de que hubiese sido forzada a desviarme de él.
Mi misterioso acompañante me seguía bien el paso cumpliendo de esa manera su ofrecimiento. No dije nada mientras caminábamos pero a medida que lo hacíamos me fui relajando y comencé a fijarme un poco más en mis alrededores. La luna nos brindaba suficiente luz esta noche reemplazando de esa forma la inconveniencia de la falta de más farolas en el lugar.
-No le he preguntado si se está desviando mucho de su camino.- Observé, al pensar por primera vez que él podría vivir en una dirección completamente distinta. Ahora que me encontraba en mejor dominio de mi misma comenzaba a intrigarme el hombre que caminaba a mi lado. ¿De dónde había salido? Había sido muy oportuno que se encontrase cerca pero no dejaba de preguntarme que andaría haciendo alguien como él en esa zona, obviamente su residencia no podía encontrarse en ese lugar.
-¿Qué hay de usted, los suyos no estarán preocupados al no verle regresar? No sería apropiado que usted los aflija si ese es el caso...- En realidad no se podía decir que creyera que los mios se encontraban preocupados en ese momento. Vivía sola y muy probablemente mis vecinos no me echarían en falta hasta el día siguiente, no era poco común que no me vieran hasta avanzado el día o que dejaran de verme un día completo dependiendo de lo que anduviera haciendo cada uno.
Llevé mi mano a mi bolsa con una pequeña sonrisa, al menos había logrado conservar los collares que deseaba regalarle a la abuela y por otro lado mi amuleto... mi amuleto! Llevé mi mano preocupada hasta uno de los collares que llevaba alrededor de mi cuello y suspiré aliviada al encontrarlo, aún lo llevaba conmigo. Lo presioné suavemente entre mis dedos mientras lo hacía girar, ahora la abuela tendría que borrar su incredulidad con respecto a el cuando le contase que esta noche me había asistido...
Mi misterioso acompañante me seguía bien el paso cumpliendo de esa manera su ofrecimiento. No dije nada mientras caminábamos pero a medida que lo hacíamos me fui relajando y comencé a fijarme un poco más en mis alrededores. La luna nos brindaba suficiente luz esta noche reemplazando de esa forma la inconveniencia de la falta de más farolas en el lugar.
-No le he preguntado si se está desviando mucho de su camino.- Observé, al pensar por primera vez que él podría vivir en una dirección completamente distinta. Ahora que me encontraba en mejor dominio de mi misma comenzaba a intrigarme el hombre que caminaba a mi lado. ¿De dónde había salido? Había sido muy oportuno que se encontrase cerca pero no dejaba de preguntarme que andaría haciendo alguien como él en esa zona, obviamente su residencia no podía encontrarse en ese lugar.
-¿Qué hay de usted, los suyos no estarán preocupados al no verle regresar? No sería apropiado que usted los aflija si ese es el caso...- En realidad no se podía decir que creyera que los mios se encontraban preocupados en ese momento. Vivía sola y muy probablemente mis vecinos no me echarían en falta hasta el día siguiente, no era poco común que no me vieran hasta avanzado el día o que dejaran de verme un día completo dependiendo de lo que anduviera haciendo cada uno.
Llevé mi mano a mi bolsa con una pequeña sonrisa, al menos había logrado conservar los collares que deseaba regalarle a la abuela y por otro lado mi amuleto... mi amuleto! Llevé mi mano preocupada hasta uno de los collares que llevaba alrededor de mi cuello y suspiré aliviada al encontrarlo, aún lo llevaba conmigo. Lo presioné suavemente entre mis dedos mientras lo hacía girar, ahora la abuela tendría que borrar su incredulidad con respecto a el cuando le contase que esta noche me había asistido...
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