El Reencuentro [Priv.Milagros]

Hacía ya unos cuantos años que Heath no pisaba Paris, no había nada que le obligase a volver, ni una esposa deseosa de fiestas ni para ir a por ropa, en parte daba gracias a dios por estar aun soltero aunque se extrañaba cierta compañía, ojala hubiese tenido un hermano o hermana menores para no estar tan solo, aunque no lo estaba del todo, su familia materna aun seguía viva y la visitaba siempre que el tiempo se lo permitía, ya que el viaje a veces era largo y otras corto, ya que su familia materna eran gitanos, y su caravana jamás paraba de viajar, pocas eran las veces que se quedaban demasiado tiempo en un lugar, lo bueno es que le escribían de vez en cuando para informarle siempre del próximo destino al que irían, familia de sangre ya no tenía pero ello serán todo lo que tenia y la verdad es que lo agradecía, pero este mes se vio obligado a volver a Paris, por asuntos mayores, principalmente debidos a sus negocios, los cuales aun pudiendo atender en la lejanía, habían momentos que debía hacerlo en persona, y este era uno de esos momentos, por lo que preparo todo para que fuese enviado, aunque la maleta era solo una, que había ropa y documentos, ya que pasaba de quedarse mucho tiempo en la capital.

El equipaje iría por un lado mientras que el se adelantaba montando en caballo, no era de ir en carruajes, no le gustaban para nada, eran como jaulas, por lo que se fue hasta Paris en caballo, el viaje fue largo pero agradable, el tiempo estaba a su favor, al haber partido en la mañana bien temprano, llego a la capital en la noche, su equipaje seguramente llegaría al día siguiente, menos mal que tenía una casa en la capital con alguna ropa de cambio, por lo que fue hasta donde estaba su residencia, a los sirvientes se les había informado debidamente con antelación para que prepararan la casa, cuando Heath llego ya su mayordomo le esperaba en la puerta, este dio órdenes para que atendieran al caballo del señor, Heath nada más bajarse del caballo lo dejo irse con el cuidador, el mismo había seleccionado a unos cuantos para sus diferentes casas, hablo un rato con el mayordomo para ver cómo iban las cosas por ahí, por lo visto estaba todo en orden y sin problemas, así que se retiro para poder tomarse un baño y cambiarse de ropa.

Ya limpio se fue a su despacho a ver qué nuevo había por la capital, viendo su escritorio vacio a excepción de algunas cajas como las de zapatos, se acerco y ojeo su contenido, una caja tenia cartas ordenadas desde las más antiguas hasta las más recientes, eran invitaciones a fiestas, como bailes, tés, clubs, etc.… la otra caja que era más pequeña, tenia tarjetas, vio una de detective, otra de un hipnotizador, un medico… vamos tarjetas de visita, se sentó en el sillón y tomo el periódico de ese día, lo ojeo un rato viendo un caso de asesinato, mal tema… pero siempre era normal en las ciudades, quizás por ello a Heath no le agradaban las ciudades, pero llamo mas su atención ese artículo por su contenido, la muerta era una cortesana, se desconocía el motivo y no habían sospechosos por su larga lista de clientes que también eran desconocidos… pero la palabra “cortesana” le hiso recordar a una joven que tiempo atrás conoció por estos lares, la joven se dedicaba a esa profesión pero ella era diferente al resto de personas, habían entablado amistad pero cuando él se fue, perdieron el contacto ¿seguiría trabajando de eso? ¿Estaría bien? Esperaba al menos verla mientras durasen sus negocios en la ciudad.

Al dejar la vida que llevaba y retomar un nuevo rumbo en su vida después de salir del nuevo trabajo se fue caminando por el camino más largo para ver las residencias de la gente más poderosa o con dinero. Caminaba mientras se le venían los recuerdos de algunos hombres que habían pasado por el burdel pero no sabía dónde se encontraba ya que había sido por una noche y ni siquiera le pregunto donde vivía. No sabía si lo volvería a ver de nuevo.
Caminaba por las calles de Paris hasta llegar a un pequeño bulevar el cual indicaba que ahí comenzaba la zona residencial siguió caminando hasta que le llamo la atención una casa de color blanco con unos escalones para tocar la puerta. Había un rosal siempre le han gustado las rosas de todos los colores, su aroma es perfecto para ambientar cualquier lugar de la casa, jardín o estudios.
Se quedo parada entre las rejas oliendo las rosas a lo lejos. Esperaba que la dueña de casa le pudiera dar una rosa para llevársela a casa.

Había llegado la mañana y como siempre Heath se levanto temprano, el sol siquiera se había puesto en el horizonte cuando el corrió las cortinas de la habitación, viendo el cielo aun oscuro, abrió del todo las puertas del balcón de su cuarto, las había tenido entreabiertas durante la noche pero ahora las abría del todo, notando como el frio de la mañana chocaba contra su cuerpo semidesnudo, aspiro el aroma mañanero con gusto, le gustaba esa hora en concreto, sonriendo se estiro y dio unos pasos descalzo por el balcón hasta posar sus manos sobre la fría piedra del mediano muro que rodeaba el espacio creando así un balcón ovalado pero grande y espacioso, disfruto de la sensación y miro las calles aun desiertas, solía dormir solo con pantalón de pijama, lo demás le sobraba la verdad ya que siempre tenía calor, daba igual si hacía demasiado frio, curiosamente cuando hacía demasiado calor en verano, el no lo sentía tanto.

Tras un rato en el balcón, viendo el amanecer en el horizonte, volvió adentro para así asearse y vestirse, no le gustaba ser vestido por sus trabajadores, no iba a decir sirvientes ni esclavos ya que eso no le gustaba para nada, tras arreglarse, teniendo una camisa blanca, un chaleco marrón oscuro y un pantalón a juego, se calzo unas botas y se recogió el pelo en una coleta baja, dejando que el pelo descansara en uno de sus hombros, escapándosele unos mechones rebeldes por la frente, no se podía negar su parentesco gitano aun cuando era de clase alta, pero le gustaba ser parte de la tribu gitana, se sentía mas cálido en su compañía que en compañía de gente de la alta sociedad la verdad. Cuando salió del cuarto, bajo las escaleras y fue al comedor donde estaba ya el desayuno servido, saludo a los trabajadores que veía, deseándoles un buen día y se fue a desayunar, principalmente tomaba café con unas tostadas y huevos revueltos mientras leía el periódico, y esa costumbre no cambiaba mucho, algunas veces se metía incluso el mismo en la cocina a probar cosas nuevas o a cocinar por que quisiese, ya que no era de los que se quedaban sin hacer nada, le gustaba estar entretenido.

El desayuno transcurrió tranquilo hasta que termino, miro el reloj y se levanto para irse, tenía un día largo por delante, hoy le tocaba ir a algunos negocios suyos para ver cómo iban  y a ver si necesitaban renovaciones o algo, ya que para eso había venido a la ciudad, tomo su abrigo y se lo puso en la entrada, luego abrió la puerta y cerro tras suya para así irse, pero para su sorpresa se encontró con una joven al lado de la entrada, no en la puerta principal, sino en la reja de madera del jardín, la joven contemplaba las flores que habían florecido, eran curiosas ya que siendo casi invierno estas habían florecido, Heath las había traído de otro país, uno nórdico donde las flores estaban incluso en las épocas mas frías, así el jardín siempre estaría bello, bajo las escaleras y tomo una de las flores tendiéndoselo a la joven.

- Bonjour mademoiselle – Le deseo los buenos días a la señorita esperando que aceptara la flor, aunque viéndola ahora de cerca, le resultaba particularmente familiar… ¿de que la conocía?