AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Miénteme [PRIVADO]
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Miénteme [PRIVADO]
- Alistair. No esperaba volver a encontrarte en esta vida. No después de tus últimas palabras que escuché de tu boca hace ya tantos siglos. ¿Las recuerdas? Yo sí...
- Justo como predije, estamos en el punto sin retorno en el que no podemos ir hacia atrás ni girar en ninguna esquina. Ya no puedo controlar si me hundo o si nado, dado que yo elegí las aguas en las que ahora naufrago. Pero ya no importa quién tiene la razón o quién está equivocado. Me merezco mucho más de ti. Sólo quiero algo de ti. Definitivamente, no eres lo que estaba buscando. Lo deseabas, sé que lo intentaste, pero eres incapaz de darme más. No, no me prometas que cambiará, porque algunas cosas simplemente nunca serán mías. No me amas, nunca me has amado. Y ahora... prefiero hundirme sin remisión y perderte, pues tengo demasiadas dudas sobre tu sinceridad, sobre la nada que equivalen tus palabras a las que tanto intento comprender. Vete, vete y busca a otro hombre que lastimar.
- Me despojaste de tus tierras, me deshonraste y me arrebataste a mi hijo. Espero que al menos le aseguraras una vida plena y feliz, aunque fuera como simple ganadero. Y dime, Alistair, ¿encontraste aquello que buscabas? ¿Otra mujer que te pariera más hijos? ¿Una que al menos tuviera lengua para hablarte? ¿Una que se conformara con las migajas de lo poco que tenías que ofrecer? Por tu semblante, diría que no. En realidad, lo lamento por ti, eras un buen hombre, merecías aquello que pedías...
Oh, veo que te sorprende mi don comunicativo. Lo cierto es que me fue útil la conversión en inmortal, ya no he de dibujar ni escribir aquello que deseo decir, un gran alivio tanto para mí como para mis interlocutores, aunque sigo siendo una mujer de pocas palabras y muchos hechos.
Pero... creo que no llevas tantas décadas siguiéndome la pista, buscándome por mar, tierra y aire para que hablemos cómodamente en éstos pilares rocosos del bosque. Dime, ¿a qué has venido, Alistair? ¿O se te ha comido la lengua el gato? - reí con sorna, cruzándome de brazos a la altura del pecho mientras entrecerraba los ojos alrededor de la figura taciturna del hombre de cabellos tan rubios que parecían plateados. Por un momento, vi en sus ojos grisáceos aquél centello que tanto me gustaba de él, aquél que parecía ser el reflejo del sol sobre un trozo de escarcha a punto de derretirse. Sus labios se torcieron en una escalofriante sonrisa que, si bien buscaba un impacto emocional negativo, no pude evitar sentir cierto cosquilleo de sensualidad. Aquél hombre seguía siendo el mismo de antaño, el mismo por el que tantas veces me había escurrido entre sus piernas. Él había sido el último antes de mi conversión. El último hombre que me tocó como humana. Y el mismo que una vez me abandonó.
- Vine a reclamar lo que me pertenece: nuestro hijo.
Supongo que mi cara fue un poema, porque el joven y apuesto picto puso los ojos en blanco y resopló, visiblemente impaciente.
- Sé que te lo llevaste contigo hace siglos. Nunca creí que muriera en aquél incendio. Sé que montaste toda aquella parafernalia para llevártelo contigo, pasando por alto la cláusula que acordamos cuando te conocí ya embarazada.
- Pero.. ¿de qué diablos me estás hablando?- le exigí, perdiendo ya los escasos estribos que aun controlaba, saltando desde el pilar en el que llevaba bastante tiempo sentada para aterrizar agazapada frente a Alistair, mostrándome desafiante ante sus absurdas acusaciones de algo que ni tan sólo tenía conocimiento. Le mostré mis colmillos, dispuesta a defenderme a las bravas, cuando unos pasos tras de mí me hicieron farfullar un tanto indignada, sin siquiera girarme para comprobar de quién se trataba, pues su olor ya era inconfundible para mí.- Diablos, Achilles, te dije que podía encargarme sola de él. ¿Por qué has de meter tus narices en mis asuntos? Sólo es un chiflado que cree que mi hijo Fenrir sigue vivito y coleando...- carcajeé, relajando mis músculos y mi postura atacante, segura de que aquello sólo era una tontería que se solucionaría con un par de bofetones y unos mordiscos. ¿Cómo imaginar que Achilles estaba metido en el ajo? ¿Cómo pensar que incluso él sabía más que yo misma?
- Justo como predije, estamos en el punto sin retorno en el que no podemos ir hacia atrás ni girar en ninguna esquina. Ya no puedo controlar si me hundo o si nado, dado que yo elegí las aguas en las que ahora naufrago. Pero ya no importa quién tiene la razón o quién está equivocado. Me merezco mucho más de ti. Sólo quiero algo de ti. Definitivamente, no eres lo que estaba buscando. Lo deseabas, sé que lo intentaste, pero eres incapaz de darme más. No, no me prometas que cambiará, porque algunas cosas simplemente nunca serán mías. No me amas, nunca me has amado. Y ahora... prefiero hundirme sin remisión y perderte, pues tengo demasiadas dudas sobre tu sinceridad, sobre la nada que equivalen tus palabras a las que tanto intento comprender. Vete, vete y busca a otro hombre que lastimar.
- Me despojaste de tus tierras, me deshonraste y me arrebataste a mi hijo. Espero que al menos le aseguraras una vida plena y feliz, aunque fuera como simple ganadero. Y dime, Alistair, ¿encontraste aquello que buscabas? ¿Otra mujer que te pariera más hijos? ¿Una que al menos tuviera lengua para hablarte? ¿Una que se conformara con las migajas de lo poco que tenías que ofrecer? Por tu semblante, diría que no. En realidad, lo lamento por ti, eras un buen hombre, merecías aquello que pedías...
Oh, veo que te sorprende mi don comunicativo. Lo cierto es que me fue útil la conversión en inmortal, ya no he de dibujar ni escribir aquello que deseo decir, un gran alivio tanto para mí como para mis interlocutores, aunque sigo siendo una mujer de pocas palabras y muchos hechos.
Pero... creo que no llevas tantas décadas siguiéndome la pista, buscándome por mar, tierra y aire para que hablemos cómodamente en éstos pilares rocosos del bosque. Dime, ¿a qué has venido, Alistair? ¿O se te ha comido la lengua el gato? - reí con sorna, cruzándome de brazos a la altura del pecho mientras entrecerraba los ojos alrededor de la figura taciturna del hombre de cabellos tan rubios que parecían plateados. Por un momento, vi en sus ojos grisáceos aquél centello que tanto me gustaba de él, aquél que parecía ser el reflejo del sol sobre un trozo de escarcha a punto de derretirse. Sus labios se torcieron en una escalofriante sonrisa que, si bien buscaba un impacto emocional negativo, no pude evitar sentir cierto cosquilleo de sensualidad. Aquél hombre seguía siendo el mismo de antaño, el mismo por el que tantas veces me había escurrido entre sus piernas. Él había sido el último antes de mi conversión. El último hombre que me tocó como humana. Y el mismo que una vez me abandonó.
- Vine a reclamar lo que me pertenece: nuestro hijo.
Supongo que mi cara fue un poema, porque el joven y apuesto picto puso los ojos en blanco y resopló, visiblemente impaciente.
- Sé que te lo llevaste contigo hace siglos. Nunca creí que muriera en aquél incendio. Sé que montaste toda aquella parafernalia para llevártelo contigo, pasando por alto la cláusula que acordamos cuando te conocí ya embarazada.
- Pero.. ¿de qué diablos me estás hablando?- le exigí, perdiendo ya los escasos estribos que aun controlaba, saltando desde el pilar en el que llevaba bastante tiempo sentada para aterrizar agazapada frente a Alistair, mostrándome desafiante ante sus absurdas acusaciones de algo que ni tan sólo tenía conocimiento. Le mostré mis colmillos, dispuesta a defenderme a las bravas, cuando unos pasos tras de mí me hicieron farfullar un tanto indignada, sin siquiera girarme para comprobar de quién se trataba, pues su olor ya era inconfundible para mí.- Diablos, Achilles, te dije que podía encargarme sola de él. ¿Por qué has de meter tus narices en mis asuntos? Sólo es un chiflado que cree que mi hijo Fenrir sigue vivito y coleando...- carcajeé, relajando mis músculos y mi postura atacante, segura de que aquello sólo era una tontería que se solucionaría con un par de bofetones y unos mordiscos. ¿Cómo imaginar que Achilles estaba metido en el ajo? ¿Cómo pensar que incluso él sabía más que yo misma?
Etháin- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/01/2011
Edad : 41
Localización : En todas partes y en ningún sitio
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Re: Miénteme [PRIVADO]
Había escuchado atentamente el dialogo de los dos especímenes, fruncí el ceño al comprender que mis sospechas habían sido ciertas…
Aparta mujer. Esto también tiene que ver conmigo. Indique apartándola a un lado con el brazo para acercarme de frente a aquel con quien hablaba, dejándola atrás sin tacto alguno con ella, y es que pese a que la considerase mi mujer, -pues lo era aunque ella prefiriera morir antes que aceptarlo-. El hecho de que nos tratáramos como a iguales, cual guerreros, era la más innata de la costumbre entre ambos.
¿Cuándo supiste que Fenrir estaba vivo? Algo le delato después del incendio.
No tuve que mirar a la picta, para saber que sus ojos perforarían mi nuca, desorbitándose al comprender que yo sabía más cosas sobre aquel ser salido de su entrañas que ella misma.
Camine hacia Alistair y comencé a rodearle, como hace el depredador con su presa, caminando lentamente a su alrededor, apreciando su postura, mirando sus vestiduras. Entrecerré los ojos. Aquel individuo era un pobre infeliz, un guerrero en su época, pero ya vacio de coraje alguno en la actualidad. Dude que siquiera fuera un buen combatiente. No, aquel sucio picto jamás podría ni equipararse a un guerrero romano como yo, ni siquiera en sus mejores sueños.
Torcí una sonrisa.
Sin embargo los ojos del hombre se clavaron en mí. Me había reconocido al fin.
Tu.. Fuiste tú quien les saco de allí…
Mire al hombre y éste con un gesto iracundo se abalanzo sobre mi, previniendo yo su ataque, para sujetar sus brazos de tal forma que le gire para que quedara de espaldas a mi, propinándole una avergonzarte patada en su viejo trasero de picto rubio deslavado.
¡¿Y tu te hacias llamar su protector?! ¡Eres una vergüenza!
Definitivamente, mi mujer tenia muy mal gusto al haber elegido a semejante individuo como compañero. La compadeci al menos un minuto, lo suficiente como para decir que me habia compadecido de alguien en los últimos cien años, gesto que decía mucho a mi favor.
Si…Ethain, yo he conocido a Fenrir. Le rescate cuando este energúmeno no pudo hacerlo y me lo lleve conmigo.
Le instruí en el arte de la guerra y le tome bajo mi protección junto a Einar y a Alrik.
Pero eso no es lo que importa ahora. Este desgraciado lo menciona ahora, y ya han pasado demasiados siglos como para que se muestre como un sensible nostálgico. Si te esta buscando para hablar de él. Es porque sabe algo mas…
Díselo…Dile lo que sabes.
Si…Sabia que aquel hombre tendría más que decir de lo que realmente quería indicarnos. Y es que si mis sospechas estaban a punto de confirmarse, Fenrir habría sobrevivido y escapado de los reyes. Oh quizás se habría redimido a ellos. Fuera como fuera, se habría librado de la muerte una segunda vez. Y eso, era algo que Etháin no sabia y que no me concernía a mi contar.
Aparta mujer. Esto también tiene que ver conmigo. Indique apartándola a un lado con el brazo para acercarme de frente a aquel con quien hablaba, dejándola atrás sin tacto alguno con ella, y es que pese a que la considerase mi mujer, -pues lo era aunque ella prefiriera morir antes que aceptarlo-. El hecho de que nos tratáramos como a iguales, cual guerreros, era la más innata de la costumbre entre ambos.
¿Cuándo supiste que Fenrir estaba vivo? Algo le delato después del incendio.
No tuve que mirar a la picta, para saber que sus ojos perforarían mi nuca, desorbitándose al comprender que yo sabía más cosas sobre aquel ser salido de su entrañas que ella misma.
Camine hacia Alistair y comencé a rodearle, como hace el depredador con su presa, caminando lentamente a su alrededor, apreciando su postura, mirando sus vestiduras. Entrecerré los ojos. Aquel individuo era un pobre infeliz, un guerrero en su época, pero ya vacio de coraje alguno en la actualidad. Dude que siquiera fuera un buen combatiente. No, aquel sucio picto jamás podría ni equipararse a un guerrero romano como yo, ni siquiera en sus mejores sueños.
Torcí una sonrisa.
Sin embargo los ojos del hombre se clavaron en mí. Me había reconocido al fin.
Tu.. Fuiste tú quien les saco de allí…
Mire al hombre y éste con un gesto iracundo se abalanzo sobre mi, previniendo yo su ataque, para sujetar sus brazos de tal forma que le gire para que quedara de espaldas a mi, propinándole una avergonzarte patada en su viejo trasero de picto rubio deslavado.
¡¿Y tu te hacias llamar su protector?! ¡Eres una vergüenza!
Definitivamente, mi mujer tenia muy mal gusto al haber elegido a semejante individuo como compañero. La compadeci al menos un minuto, lo suficiente como para decir que me habia compadecido de alguien en los últimos cien años, gesto que decía mucho a mi favor.
Si…Ethain, yo he conocido a Fenrir. Le rescate cuando este energúmeno no pudo hacerlo y me lo lleve conmigo.
Le instruí en el arte de la guerra y le tome bajo mi protección junto a Einar y a Alrik.
Pero eso no es lo que importa ahora. Este desgraciado lo menciona ahora, y ya han pasado demasiados siglos como para que se muestre como un sensible nostálgico. Si te esta buscando para hablar de él. Es porque sabe algo mas…
Díselo…Dile lo que sabes.
Si…Sabia que aquel hombre tendría más que decir de lo que realmente quería indicarnos. Y es que si mis sospechas estaban a punto de confirmarse, Fenrir habría sobrevivido y escapado de los reyes. Oh quizás se habría redimido a ellos. Fuera como fuera, se habría librado de la muerte una segunda vez. Y eso, era algo que Etháin no sabia y que no me concernía a mi contar.
Achilles**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/12/2012
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