{+} Underworld Psychophony {+}

por **Leonor Daxmins** Miér Oct 16, 2013 9:54 pm

Underworld Psychophony

Cementerio de Montmartre, París.
31 de octubre, 1800.
Medianoche.

"Descanso eterno... Silencio custodiado por simples almas que danzan en la obscuridad infinita, entre un limbo tecnicolor que aún se niegan a abandonar ¿que se supone que buscan? ¿que esperan? ¿ser escuchadas?. Susurros en la inmensidad, sujetos en las brisas, que logran erizar y hacer temblar incluso hasta a los mas fuertes. Pero siempre llega el momento de ver, la realidad tiende a ser caprichosa frente a los ojos de quienes ignoran, pero a todos nos llega el momento, y todos llegaremos a parar ahí. Siniestro lugar que acoge a quienes se liberan del cuerpo mortal, pasando de lo mundano a lo espiritual. Paz, tranquilidad... ¿Será todo eso verdad? ¿O simplemente aquellas almas, esperaban por uno minutos mas de atención? Eso era precisamente lo que averiguarían en aquella fría y lúgubre noche."

Leonor aguardo con paciencia la hora acordada, debía ser precisa y sumamente cautelosa con todo, en esos momentos; el dejar algo al azar, no era opción, menos al aceptar el motivo de aquella macabra "reunión". Los pasos de la inmortal eran suaves, pero decididos, sus ojos fijos en el objetivo planteado anteriormente por su nuevo he inesperado aliado.

Tanto su cabello como aquel vestido de seda negro, acompañando por su larga capa del mismo tono haciendo juego y ayudándola a fundirse con la obscura noche que se presentaba, danzaban a la par, con cada ráfaga de viento que se producía, y arremetía contra su cuerpo. La nieve caía silenciosa, no alteraba en demasía todo el entorno, aún así los pies de la joven quedaban marcados conforme dada un nuevo y certero paso hacía adelante.

Finalmente se detuvo frente a una reja enorme y sumamente detallada, por supuesto se veía antigua y malgastada, consecuencias de las grandes heladas que golpeaban cada año a la ciudad, para luego dar paso a un clima tan cálido y contradictorio, desvaneciendo cualquier recuerdo del anterior. Su mano derecha se movió con lentitud hasta quedar sobre la gran cadena que daba unas cuantas vueltas sobre los oxidados barrotes. Aunque ciertamente dejar marcas de su visita sería bastante inoportuno, por lo que decidió remover su mano hasta uno de los fierros laterales, y sin formar alguna mueca de esfuerzo en su rostro, logro doblarla hacía un costado, sin llegar a quebrarla, y acompañada de su característica agilidad ingresó, volteándose hasta volver a dejar todo en su lugar. Ella adentro y no se lograba divisar ni el mas mínimo cambio. Perfecto.

Inició su recorrido por el lugar; miles eran las lapidas, las tumbas que regocijaban a los caídos al mundo de las sombras, miles los que habían realizado el viaje eterno.
Por un momento por la cabeza de Leonor paso la idea de verse en una de ellas, claro, ella debía estar ahí, ese debía ser por lógica su destino, pero no, burlo a la muerte, y ahora se dedicaba a caminar por sobre ella.
No permitió mayor distracción hasta dar con la última lapida, la cual se encontraba bastante alejada, en una zona mucho mas obscura y apartada del resto. Aquella denotaba ser mas especial, y pronto descubriría el por que de esto.

Los suaves y tersos dedos de la joven se paseaban por el frío mármol, delineando cada detalle estampado sobre el. Preciosas terminaciones, definitivamente invaluable, sin duda su dueño puso lo mejor de si mismo al crear algo tan sublime, pero que desgraciadamente jamas sería apreciado por todos en su totalidad, las personas solo pasan y se retiraban, siempre ahorrándose mayores comentarios, casualmente un alago de algo así no sería bien recibido.

El cuerpo de la vampiresa dio la espalda a todo lo demás, sus brazos descansaron sobre la tumba, aguardando. Sabía que solo era cosa de tiempo, y llegaría de un momento a otro, extrañamente se sentía nerviosa, no estaba segura de como resultaría todo, pero confiaba en el, y en sus habilidades, de no haber sido así, jamas hubiera aceptado la invitación.

De pronto el aire cambió drasticamente, un aroma dulce, tan dulce como lo es sangre para su especie, llego a su sensible olfato. Ya no estaba sola y podía ser consiente de eso con absoluta seguridad. Aún así no se molesto en observar y espero a que su acompañante se acercara hasta ella, siendo presa de la ansiedad, la cual se corto sin previo aviso, al ver como una mariposa azul aleteaba frente a ella de manera elegante. Resaltando sus tonos azules en las alas, llegando incluso a posarse sobre el dorso de su fría mano alzada.
- Te estaba esperando. - susurró en voz baja.

"Y así llegaron al punto sin retorno. Ya no había marcha atrás, el viaje ajeno hasta ese lugar no sería en vano, y mucho menos el de la vampiresa. No podían arrepentirse, ni retractarse. Solo dejar que sus mentes volaran, liberando su mas retorcida imaginación. Ahora solo existía un camino, el de dar inicio así a la ceremonia que se habían propuesto, tenían todo a su favor, pero no contaban con segundas oportunidades, era el todo o nada, y ambos se sentían muy seguros y confiados de sus capacidades, pero ¿Es posible, predecir algo tan disperso como lo es la muerte? ...Ya lo veremos."

por **Lissander C. Arcalucci** Jue Oct 17, 2013 11:37 am

- Eres demasiado puntual querida. -

Le diría esa voz grave que reposaba en la tumba detrás de ella, misma voz cuyo portador hacía deshacer la mariposa azul en miles de hermosas y brillantes escarchas, un toque y una muerte dulce a esa ilusión, porque sí, le encantaba darle un fin artístico a las ilusiones, a pesar de no ser un artista en pintura o esculturas, como otros, era un artista en sus ilusiones, moldeaba los sentidos de otros a su voluntad, ¿si eso no podía llamarse arte, que otra cosa lo era? Aquel que cubierto por una túnica negra, y una capucha del mismo tono, observaría a su interlocutora, quién efectivamente había encontrado la lápida que él le indicó días atrás, pensó por un instante que iba a tener que guiarla desde la entrada hasta ese lugar, pero después de todo, fue una grata sorpresa, le ahorraba trabajo, por así decirlo.

El aire pesado del ambiente caía de a poco sobre su olfato, lo inhaló dejándolo entrar a su organismo y le hizo sentir toda la energía que había en aquel lugar, definitivamente no se había equivocado, la muerte estaba allí, sus alas tétricas de hueso, su garras sombrías y la incógnita forma de un rostro masacrado por la eternidad, allí yacía, eso no hacía más que provocar una sonrisa en él, una sonrisa cargada de malicia, una que tenía ansias de usar. - Aquí es… - Diría posando las manos sobre el frío mármol que ella había ya tocado minutos atrás, rosando el nombre tallado en piedra, esa marca fría de muerte para los seres humanos que hacía que su nigromancia se activara, la sentía resurgir en su alma a borbotones.

Todas las tumbas que pasó mientras andaba apresurado hacia su meta no tenían aquel sentimiento, ni siquiera las que estaban después de la verja que cruzó para llegar allí, fue sencillo deshacer el candado con un toque de su dedo, abrir el portal y dejarlo así, porque no planeaba quedarse toda la noche, fue sencillo huir de su casa a esa hora, Eris dormía, y llegar al cementerio con una túnica para tapar su “frío”, ocultando la bolsa con los utensilios, fue sencillo, pero encontrar esa tumba, le tomó días, por eso era tan especial.

Se quitaría la capucha que guardaba su cabeza, dejando ver aquellos rubios cabellos a la luz de la luna, y esa piel blanca satinada que poseía en su rostro fulguraba al esplendor de la noche, sus azules ojos se tornaban del color del hielo mismo del polo norte, tan fríos como ellos, tan aferrados al mar gélido, tan profundos y místicos, casi mágicos, casi terrenales. Dejaría a un lado del entierro la bolsa que venía cargando desde su llegada, su túnica se iría a bailar un vals con el viento que se paseaba casual entre ellos, produciendo el silbido tétrico clarividente de lo que se avecinaba, ya las nubes se habían extinguido del manto nocturno, ni siquiera las estrellas saldrían esa noche, eran solo ellos dos, una vampira aliada, un brujo médico, con la madre luna de acompañante, brindándoles de todo el esplendor que podía darles. - Es hora de empezar. - Le diría a su invitada sin siquiera verla, ella ya sabía a que habían ido, no faltaban explicaciones pues todas en una carta se habían dado.

Se sentaría en frente a la lápida, que tenía el nombre de: “Asknhar Kironti”, un viejo asesino alemán que murió para los primeros años de la fundación de Paris, llegó a matar a más de treinta personas antes de que pudiesen alcanzarlo con el filo de una espada de la inquisición, su poderosa hechicería oscura le defendió y le dio la victoria sobre esas treinta almas, que luego se volcaron contra él, ayudando a un único inquisidor moribundo a clavar su arma en su pecho, propiciándole inmediatamente la muerte. El alma más antigua del cementerio, uno de los primeros enterrados, un espíritu que tenía alrededor de doscientos años, seguramente cargado de poder y energía, de ira y dolor, cargado de todas esas cosas que serían de utilidad para él, para un brujo como él.

De la bolsa sacaría dos velas, que al soplar las mechas apagadas, las encendería rápidamente con una singular llama amarillenta, que se haría más larga y fuerte, al asesinar el oxigeno a su alrededor, cada vela blanca se pondría una al lado de la otra, equidistantes de sí, a cada extremo de la tumba. Un puñado de sal en su mano sería suficiente para formar un perfecto círculo entre las velas, allí, dibujaría una estrella de cinco puntas, la estrella maldita de la nigromancia, la estrella que según su dirección funcionaba para el bien o para el mal, y por obvias razones, las dos puntas hacia arriba dando la imagen abstracta de Satanás, denotaban que eran hacia el maligno. Y es que, un alma como aquella no estaría en el cielo ni rogándole al mismo Jesucristo, estaría en un lugar especial para él, el infierno.

Su mano ahora colocaría un hueso, un pedazo de la pierna, el peroné, si queríamos ser exactos, ya con eso, la cereza estaba puesta en el pastel.

- Apártate un poco. - Indicaría, cerrando sus ojos, cruzando sus piernas, y extendiendo sus manos hacia el hueso, estaba centrando su energía, sintiéndola fluir por todo su cuerpo como un río acaudalado y veloz, lleno de poder, lleno de oscuridad. Su cuerpo sería bordeado por un aura oscura, que emanaba desde su interior, misma aura que lo llevaría a levitar, a levantarlo del suelo, permitiéndole estar casi de puntillas por unos centímetros de la tierra santa, es entonces cuando sus orbes se abrirían de par en par, y la oscuridad sería tragada por ellos, tan veloz como impresionante, de esa manera no quedaría rastro de aquel hermoso color azul en ellos, ahora, solamente una potente sombra se asomaba a la par, no quedaba nada de esa mirada apacible o pícara, según sea el caso, ahora era la mirada de un nigromante corrompido por su poder.

La brisa azotaría todo el lugar con fuerza, su capa se alzaba a la par del viento en una danza violenta, su cabello se movía según la contradictoria dirección del mismo, y su voz, en un gutural del inframundo, pronunciaba las palabras para alzar a aquel muerto, - Kommen Sie zu mir, umherziehender Seele. Ich bringe Ihnen von der Hölle Asknhar Kironto!! - El nombre de aquella alma sería casi un grito de un bajo lirico, con la potencia del aire en su diafragma. Eso fue suficiente, para que a partir de aquel hueso, un ser comenzaría a subir, un ser sin aparente rostro, uno que se alzaba por encima de los presentes, un ser con una piel gris, y sin vida, con una herida en el pecho, y un traje de túnica blanca, un sombrero de cono que cubría su faz, dejando solo los hoyos para unos que no podrían ver.

El cuerpo de Lissander volvería a la tierra, con un movimiento inusual en sus pulmones, estaba agitado, usó casi la mitad de su poder en esa invocación, los rituales de magia negra demandaban mucho de él, y traer un espíritu de doscientos años no era cosa fácil. - Bienvenido a este mundo, Asknhar Kironto. - Le diría, alzando su mirada al cuerpo flotante, aguardando en silencio por su reacción, además, tratando de calmar su propio cansancio, fue difícil, pero ahora, veía el fruto de su oscuro trabajo.

Un fruto tan prohibido, como la misma manzana que comieron los antiguos padres, Eva, y Adán…

por **Joshua Maloney** Jue Oct 17, 2013 3:32 pm

Spoiler:

Hace un año que Vaslav partió de éste mundo. El joven y talentoso bailarín ruso que tantas y tantas veces deleito al venerable público noche tras noche en el teatro, ahora ya hace bajo ésta sepultura de concreto, que tiene una lápida muy singular. Aquel muchacho que tenía muchos sueños, muchos deseos por cumplir, y que lamentablemente ya no podrán ser convertidos en realidad. Una extraña fiebre le arrebató la vida en unos pocos días. Los doctores no pudieron hacer nada para salvarle. Aquella sonrisa angelical que contagiaba a quienes llegaban a conocerle, se ha perdido para siempre, y con ella un gran amigo. ¡Cómo olvidar aquella noche, cuando temeroso y muerto de hambre llegue a las puertas del teatro para buscar una oportunidad! Él fue el primero y el único que me tendió la mano, dejándome vivir en aquel pequeño cuarto que rentaba a pocas cuadras del inmueble. Me ofreció un techo donde vivir y me regaló algo de ropa. A partir de entonces surgió una hermosa e incondicional amistad entre los dos, convirtiéndonos en los perfectos confidentes, llegando al grado de considerarlo el hermano que nunca tuve. Por tal motivo, era impensable no venir a visitarle en su primer aniversario luctuoso, presentándole mis respetos al magnífico ser que fue en vida.

A pesar de haber sido un ícono en el mundo del baile, ahora el mundo le ha ido olvidando poco a poco, como suele ocurrir. Aquellas “amistades” que alardeaban fingiendo hermandad ¿ahora dónde están? Su tumba luce descuidada, llena de polvo, olvidada… El corazón se me encoge. Soy un sentimental lo admito y cuando estoy triste – como en éste momento – los recuerdos de él me hacen derramar unas cuántas lágrimas, mientras voy acomodando pequeños ramos de flores a los costados de la estatua que semeja ser él, en vida. No es ni remotamente parecida a su persona, pero quizás el escultor quiso captar su esencia de otra manera enfundándolo en un traje de arlequín, plasmando en su rostro una sonrisa eterna. “Su” sonrisa que permanecerá intacta, incólume, hasta el final de los tiempos.

Trato de quitar algo de polvo con el pañuelo que siempre llevo conmigo, pero desafortunadamente no logro hacer un trabajo limpio. No vine del todo preparado como quisiese, porque el ensayo ha terminado más tarde de lo acostumbrado, obligándome a apurar el paso, sólo pudiendo hacerme de algunas flores de tallos largos en la entrada del mismo cementerio, antes de que cerrara sus puertas. Ya la tarde va cayendo y con ella los poderosos rayos del sol. A pesar de lo que muchos pudieran pensar, el estar en un cementerio en soledad no me asusta, por el contrario, todo está tan tranquilo, que me siento en paz con todo lo que me rodea. Sólo el viento me hace compañía, el viento y mis pensamientos, mismos que son enteros para Vaslav, mi entrañable compañero al cuál extraño mucho, como nunca antes.

Me arrodillo ante su tumba para rezar el santo rosario en completo silencio, mismo que me sé de memoria, cerrando mis ojos pidiéndole a Dios por el eterno descanso de su alma. A lo lejos escucho como lentamente las rejas del cementerio van cerrando sus puertas, dejándome encerrado. El sol ya se ha ocultado por completo, dando paso al viento gélido que se ha atrevido a despojarme de mi sombrero. Abro mis ojos momentáneamente, sólo para percatarme de que no se vaya muy lejos, pues no podría comprar uno pronto si se le llegase a extraviar. Una nueva ráfaga lo levanta en vilo haciéndolo girar, logrando de ésta manera una clase de impulso extraño que lo aparte de mí más metros de los que me puedo permitir. Si no me doy prisa… Me persigno haciendo una última oración, levanto sacudiéndome el polvo de las rodillas y me enfrasco en mi pequeña aventura por recuperar aquello que se me ha escapado de las manos. Ya la luz comienza a escasear, cubriéndome bajo el manto de su sombra. Me ajusto el cuello de mi modesto abrigo para aminorar el frío, a la par que doy grandes zancadas.

Para mi gracia y fortuna, mi sombrerito viajero, ha terminado por posarse en un claro, que nunca antes jamás había visto – en realidad casi no conozco mucho de Paris, mucho menos el cementerio – pero jamás tuve la inquietud de ir más allá de los lugares acostumbrados – como la tumba de Vaslav. Parece ser una zona aún más antigua. Ahora que me he acercado lo suficiente lo puedo corroborar. Las fechas de nacimiento y muerte grabadas en las tumbas que voy observando a mi paso lo confirman. Son de una época temprana a la actual. Pero hay una que capta mi atención de manera inmediata<< Al parecer se trata de la tumba de una pequeña niña >> me acuclillo para leer más de cerca: “Rosalía” niña dulce y amada, en tu memoria. Fallecida a la edad de dos años.El corazón me da un vuelco. Cómo pudo ser posible, que una pequeña niña que apenas comenzaba abrir sus ojos a la vida, haya muerto a tan temprana edad. Una verdadera pena. Suspiro y me persigno por segunda vez.

<< Creo que ya no tengo nada que hacer aquí >>

Al tratar de dar media vuelta, mi vista aguda percibe algo fuera de lo usual. Allá al frente, a una corta distancia, una figura encapuchada ha hecho acto de aparición. Los vellos del todo el cuerpo se me erizan. No creo en fantasmas, sin embargo aquella visión me ha hecho estremecer. No puedo apartarla de mi vista por más que quiero. Mucho menos cuando la he visto acercarse hacia otra figura más. De inmediato desecho la posibilidad de que “algo fuera de lo normal esté ocurriendo” ya son dos personas que dialogan. Si en verdad existieran las almas en pena, sería imposible que comenzaran a charlar entre ellos.

<< Ladrones de tumbas >> Me dijo la voz interior. Un deje de molestia me inunda de pronto, queriendo saber más allá de lo que debería. Sé que lo que voy a hacer no tiene justificación y que podría acarrearme grandes problemas si me descubren, pero una fuerza me obliga a acercarme con sigilo, tratando de no hacer demasiado ruido. Es un hombre y una mujer, lo sé por las voces. ¿Qué estarán tramando?

por **Eris Arcalucci** Vie Oct 18, 2013 10:49 pm

La desconfianza de una mujer es algo que ni ella misma suele poder controlar. En algunos cosas, esta desconfianza puede llevarles a emitir juicios errados, a decir cosas de las que se arrepienten a la larga y a cometer actos impulsivos sin medir las consecuencias de estos. Ahora a esto súmenle la rebeldía adolescente y la paranoia de quien siente más instinto protector del que puede entender o justificar y tenemos por resultado a Eris Charlotte Arcalucci. Esta vez la poco prudente señorita llevaba semanas con la enorme preocupación de no saber el motivo por el cual su amado hermano actuaba extraño. Lo veía leer libros extraños, pasar horas meditando y una vez encontró "sin querer" una carta dirigida a una mujer de la cual no recordaba el nombre, no tuvo oportunidad de leer mucho, solo algo muy por encima donde la citaba a algún lugar. Motivo por el que empezó a sacar sus conclusiones. "-Lissander tiene una relación a escondidas con esa mujer. Tiene que ser eso ¿Pero por qué lo oculta? ¿No confía en mi acaso? ¿O será tal vez que esa mujer no le conviene y lo sabe y por eso la esconde?-" Así eran los pensamientos de la joven, que no llegaban a razonamientos porque se dejaba llevar mas por la imaginación que por la razón.

Esa noche se quedo hasta muy tarde leyendo un viejo libro de pociones que saco del estudio de su hermano para aprender a hacer una poción que tenia en mente desde hace varios días. Quería sorprenderlo mostrando iniciativa y progreso en el arte de las pociones. Pero cuando estaba por quedarse dormida lo sintió caminar por el corredor y posteriormente abandonar la casa. -Se vera con ella- Susurró con convicción y algo más que no se preocupó en definir.
Fue así como la determinación llego a ella empujándola a ponerse sus botas y tomar su capa color vino con capucha y colocársela sobre su vestido azul medianoche de botones y detalles plateados, para salir así en la búsqueda de la verdad. Seguía con pasos sigilosos a su hermano a través de la fría y oscura noche agazapándose entre las sobras al menor indicio de ser descubierta, solo en cierto punto del trayecto se cuestionó a sí misma el motivo de hacer esto, solo en ese momento la lógica habló en su cabeza exponiendo que Lissander era un hombre adulto y responsable con todo el derecho de salir con la mujer que quisiera. Pero ella se contestaba a sí misma que lo hacia porque ellos eran familia, la única familia que tenían y las familias no debían guardarse secretos. Además ese era su hermano y no podía permitir que cualquier mujer entrara a su vida sin saber quien era ¿Y si era una loca? París estaba llena de gente extraña y no necesariamente se refería a los sobre naturales.

Al final su mente detuvo cualquier hilo de pensamientos al fijarse del lugar al que había llegado siguiendo a su hermano. "-¡Maldición, Lissander! De todos los lugares de París, tenias que elegir justo el lugar mas anti romántico de la historia. ¿Y que clase de demente acepta verse con su enamorado en el cementerio?-" Aun en su mente el tono resentido e incrédulo que acompañaba su pensamiento seria exactamente el mismo que saldría de ella si lo dijera en voz alta.
Odiaba ese lugar. Lo odiaba con todo su ser, nunca pasaba nada bueno cuando estaba en el, solo bastaba recordar su ultima y desafortunada visita allí cuando se topó con el lunático que cargaba un cadáver espantoso en un saco, para hacerle sentir pánico, asco y un escalofrió recorrerla por completo haciendo que se planteara la posibilidad de regresar. Pero no, ella era demasiado terca para retroceder después de haber llegado hasta aquí.

Siguió a ese joven tan parecido a ella por el interior del lúgubre lugar hasta el final de este sin dejar de observar a su alrededor de manera paranoica. Parecía esperar que en cualquier momento de algún lugar saliera alguien o algo a atacarle, su aversión hacia todo lo que tuviera que ver con la muerte empezaba a rallar en la fobia. Se detuvo a varias tumbas de distancia tras una estatua que representaba a un hermoso ángel, era la tumba de un niño. Lo observo todo, desde su llegada haciendo desaparecer la ilusión que seguramente había fabricado el mismo y su saludo poco cercano con aquella mujer oculta entre ropajes negros que no lograba divisar. Posteriormente lo observo sacando velas, encendiéndolas y sacando y arreglando otra cantidad de objetos extraños, sin entender que pretendía con todos ellos colocándolos alrededor de una vieja y descuidada tumba.

Puede que su mente aun fuera demasiado inocente para asociar esos actos con los rituales de magia negra que alguna vez leyó sin mostrar interés alguno. Puede también que en el concepto que tenia de su hermano como su héroe y alguien enteramente bueno e incapaz de nada más malo que regañarla, no le dejara imaginarse lo que en ese momento hacia. O podemos simplemente decir que su mente estaba tan concentrada en entender por que esa mujer acompañaba a su hermano a media noche en ese lugar, que dejaba a un lado la pregunta correcta que seria ¿A que? Fue solo después de que sacara un hueso que reconocía como el de una pierna que empezaría a asustarse, conocía esa expresión, estaba canalizando su energía para hacer magia. Su intuición que pocas veces fallaba, a diferencia de sus razonamientos, la llevo a evaluar el aura de su hermano observando la oscuridad a su alrededor.

El miedo la paralizó en su lugar haciendo que aguantara la respiración por un rato. No podía creer que Lissander llegara a invocar a un espíritu del infierno como lo estaba haciendo, pero lo había oído, con esa voz tan gutural y aterradora que distaba mucho de ser la misma con la que solía hablarle a ella, y en ese perfecto alemán que habían aprendido desde niños, él llamaba a esa alma. No sabia que pensar en ese momento, como rara veces solo se quedo en blanco mientras se materializaba la figura gris de ese espíritu que solicitaba el otro. –No- Articuló entre sollozos producto del pánico, terror y también algo de decepción. Olvidó todo sigilo y cuidado y se dispuso a correr para alejarse de ese lugar siniestro, cuna de todo lo aterrador, de esa alma invocada desde el infierno para que volviera a este mundo a impregnar su alrededor de muerte y de su antiguo héroe que hará le producía miedo. Las lagrimas de sus ojos nublaron su vista haciéndola tropezar con sus propios pies y caer al suelo causando un golpe seco, y un sonido seguramente se escucharía en medio del silencio mortal que bañaba el lugar.

por **Leonor Daxmins** Dom Oct 20, 2013 10:54 pm

narrador/Asknhar Kironto:

Una nueva y reluciente sonrisa logró percibirse en los labios de la vampiresa, al escuchar la voz de su tan esperado aliado. Su cuerpo se volteó para recibirle, mientras era testigo de como la ilusión desaparecía de manera muy original, un toque muy suyo, claro eso ya lo conocía, y los disfrutaba gustosa.
Sus ojos lo examinaron detenidamente, ambos se veían bastante similares, en cuanto a vestimenta, como si el llegar de esa forma fuera absolutamente necesario por el ritual que estaba a punto de dar inicio.
- Una cualidad que me enorgullece poseer.- lanzaría aquel comentario con una sonrisa, como respuesta al ajeno por referirse a su puntualidad, aunque estaba en lo cierto, ella llegó ahí justo a medianoche, ni un minuto antes, ni un minuto tarde.

Permitió que el acomodara todo con suma tranquilidad, se alejo solo un poco cuando este lo solicitó, pero siempre manteniendo su mirada fija en lo que hacía. La curiosidad de la joven era perceptible saliendo por sus poros, mientras que sus ojos brillaban conforme el brujo acomodaba un nuevo material. ¿Por que ahora todo esto se le volvía tan fascinante? Nunca había sentido pasión por estos temas; claro, eso era antes de convertirse en lo que es ahora, una mas dentro de un mundo, infectado de seres sobrenaturales ¿Cómo podría renegar su propia procedencia? Imposible.

Fue consiente del brusco cambio en el ambiente, sin mencionar y dejando de lado, la obvia razón de encontrarse en el cementerio, aquella nueva brisa, era cargada de energía obscura, negativa, podía estar segura que todo estaba resultando como se había planeado; o al menos eso parecía.
Pensamientos que rondaban por la mente de Leonor, al ver como el brujo comenzaba a levitar unos cuantos centímetros sobre el suelo, acompañado de una mirada sombría y perdida en la inmensidad de su propio poder.

Aquel grito saliente de su garganta la sobresaltó, tensando cada musculo de su cuerpo, mientras ambos recibían al mensajero del infierno, manifestándose sin problemas frente a ellos. Una figura macabra, espeluznante, que fue capaz de hacerla reaccionar en un instante, sin poder creer aún que o hubiera logrado. Todo el tiempo invertido, el buscar, preparar...todo de veía recompensado en ese momento. Aunque aún no sabía lo equivocada que estaba al mostrar ese semblante satisfecho, al ver la invocación completada, puesto que lo que se les vendría encima, sin duda era peor que el mismo infierno.

De pronto su concentración, nado desde el espectro hasta un golpe que se escuchó a unos cuantos metros de donde se encontraba ella y el brujo, por lo que su cabeza, acompañada de su cuerpo giró, logrando divisar una figura femenina en el suelo.
- Tenemos compañía. -susurró, haciendo uso de su velocidad sobrehumana, para llegar a parar justo de pie frente a la desconocida, aunque con unos rasgos que se le hacían extrañamente familiares.
- ¿Qué haces aquí? - logró preguntarle con su voz cargada, tanto de disgusto como preocupación por su integridad. El echo de no haber llamado a nadie mas a realizar todo fue justamente por eso; si algo salía mal, solo ellos se verían afectados, y no dañarían a mas personas.

Mientras esperaba la respuesta de la intrusa, el hablar de aquella alma que había vuelto a la tierra reconocida como Asknhar Kironto, la dejo paralizada, haciendo que su cabeza se levantara hacía ella, escuchando con suma atención sus insultos, sus burlas, y posteriormente el macabro juego que deseaba iniciar. Aunque un flash de extrañeza cruzaría su mente, observando como el espectro señalaba en una dirección en la que, se suponía, no había nadie ¡Segundo error! Otro se había tomado el atrevimiento de adentrarse en su endemoniada reunión, un joven, al cual iba dirigido un golpe certero, y difícil de esquivar.
- ¡Lissander! - le gritaría al brujo, a la par le regalaba mentalmente la imagen del joven y su exacta ubicación, esperando que pudiera ayudarlo, mientras ella se encargaría de cubrir el cálido y supuestamente frágil cuerpo de la joven que acababa de atrapar espiándolos.

El único temor de esa noche, se había cumplido, y aquel que había sido interrumpido en su "descanso", tramaba algo mucho mas siniestro para ellos. Le habían regresado a este mundo, regalándole inconscientemente una segunda oportunidad, que como ya estaban dándose cuenta, la usaría de una manera destructiva, partiendo por aquellos que habían tenido la osadía de jugar con la muerte.

por **Lissander C. Arcalucci** Lun Oct 21, 2013 12:32 am

Dos velas blancas, para guiar el camino del alma a solicitar, una estrella formada con sal, para señalar la parte de divina de la muerte, en contraste con la forma de estrella maldita de Satanás, una parte terrenal de aquel a invocar, y un nigromante que recite la invocación. ¿Qué pudo salir mal? ¿Qué salió mal? Estaba seguro que podía hacerlo, confió en sus poderes, ejecutó la energía como lo decía el libro, todo estaba malditamente calculado para que saliera bien, sabía que dominar un espíritu no era cosa fácil y que quizás debió empezar con uno de carácter más fácil de llevar, pero no necesitaba un espíritu amigable, necesitaba un guerrero, ¿¡Que mierda había salido mal!? Esa era la pregunta que surcaba su mente cuando las palabras del fantasma cortaron sus tímpanos.

Se percató que la vampira se marchó a toda velocidad en una dirección que no pudo predecir, escuchando sus palabras antes, alguien los había seguido, cosa que confirmo cuando aquella alma infernal dictaba ver cuatro personas, ¡Maldición! ¿Qué otra cosa podía a ir peor? Lissander trataba de idear un plan, de pensar, podía, quizás, destruir el altar, eso seguramente desharía la invocación, pero no, eso no era posible, la invocación fue completada, no había nada que hacer ahora para retroceder aquello, sus pupilas se paseaban de un lado a otro por el acto reflejo de su mente, buscaba ideas desesperadamente, buscaba que podía hacer contra algo que estaba muerto y que no podría matar. - Cállate tú maldito, yo te traje a este mundo y yo te devolveré al mismísimo infierno. - La voz del buen doctor parecía estar cargada de un odio desmedido, pero podría decirse que era una impotencia hacia sí mismo, le hablaba fuerte para que escuchara, y fue cuando escuchó lo que el resultado de su mala praxis planeaba hacer...

¿Qué otra cosa podía ir peor? Se preguntó unos minutos antes, ahora, tenía la respuesta…

Se preparaba entonces mental y físicamente para defenderse de cualquier ataque, una barrera era lo más viable, estaba seguro que aquel recién salido del pútrido patio de pecadores no tendría sus habilidades al completo, pero no se confiaría de esa suposición, o quizás sí debía hacerlo, mejor no. Mierda, pensaba este escritor: Lissander Cornelio Arcalucci, tenía miedo. Su primera vez con nervios fue hace unos días atrás cuando tocó las gratas piezas de piano con Joshua Maloney, el joven actor que conoció en un callejón cerca del teatro, y ahora por segunda vez casi consecutiva estaba nervioso ante la muerte, ni siquiera cuando se enfrentó a la vampira se puso como estaba ahora, sus dedos temblaban, sus palmas sudaban, su frente tenía perladas gotas de un frío liquido que le adornaban, cosa imposible, en pleno invierno, el calor no existía en aquel lugar, sudar era casi un mito. Pero él sudaba porque estaba dudoso, temeroso, quizás hasta aterrado; perdió el control de la situación, por mucho aquello se le había ido de las manos.

Y en su mente solo se rebotaba la interrogante: - (¿Qué voy a hacer?) -

Lo siguiente que sucedió, fue mucho más rápido de lo que podría explicar, aun si salían de aquella situación vivos, pasarían los días y el joven se preguntaría, como fue que pasó todo, y no tendría respuesta a ello. El fantasma jugaría a la ruleta rusa, su dedo cual gatillo y arma iría recorriendo las cuatro presencias, ignorando el nigromante por completo que aquel último curioso estaba por unos metros detrás de él, solamente se preparaba para armar la barrera pues pensaba que el golpe iría hacia él, confiaba en Leonor, sabía que ella sería capaz de cuidar a los dos intrusos. Pero para su sorpresa, no todo era como aquel se lo imaginaba. Escucharía la frase del hombre y su dedo apuntar en otra dirección que no era la suya, la imagen de Leonor vendría después a su mente por gracia de su telepatía casi al instante, y lo siguiente a suceder, eso fue lo más sorprendente…

Lissander emprendería una carrera desesperada hacia la posición que Leonor le guió, corrió los dos metros y medio de distancia entre él y el supuesto intruso, saltaría las tumbas, y esquivaría con gran experticia las lapidas, fue casi de inmediato que se interpuso entre el proyectil de energía y el joven Joshua, aquel que curioso e inocente visitó el cementerio por un amigo suyo, aquel que le regalo muchas sonrisas en una noche, aquel que le devolvió una parte de él. - Illusorisches Schild. - Abriría los brazos hacia las direcciones correspondientes mientras recitaba el hechizo justo a tiempo, pero tarde. La barrera se crearía a partir de su espalda, y el golpe exactamente impactaría allí, haciendo que una inmenso golpe seco resonara en el lugar, levantando una violenta cortina de polvo, acompañada de una onda de choque que se expandiría por el cementerio, haciendo las casas de mármol se sacudirse, todo por un ataque, por una venganza, por una mala idea.

El brujo caería de rodillas casi de inmediato después del impacto, la barrera se vería destruida antes de formarse completamente, cayendo los trozos de energía y desintegrándose antes de tocar el suelo, ese golpe psíquico fue demasiado fuerte como para resistirlo todo y quedar en pie. Pero eso era lo de menos, su pecho se expandía a grandes rasgos, respiraba lento y profundo, era su cansancio el que había aumentado, utilizó un hechizo combinado de ilusión sobre la barrera, al hacer contacto con el golpe, el fantasma vería que aplasto todo a su paso, y que sus víctimas habían sido ejecutadas, al igual que la vampira y la otra Arcalucci también verían aquello: todo el lugar donde estuvo el inocente y el que intento salvarle estaría cubierto por escombros, en cambio Joshua y el joven héroe estaban a salvo allí mismo, bueno, de eso ultimo no estaba completamente seguro.

Su mirada intentaría buscar a ajena, llegó a estar cerca de él separado quizás por medio metro justo antes del impacto, su mano derecha se iría hacia su boca lentamente, fue su dedo índice el que pondría en medio de sus labios para indicarle a Joshua que hiciera silencio, no podían delatarse en esos momentos, era peligroso, él no podría hacer otra barrera, y allí sí que iban morir a manos de aquella alma errante. Las gotas de sudor que antes eran pequeñas perlas en su frente, ahora caían una tras otra, su boca se abría para obtener grandes bocanadas de aire, sentía que iba a desfallecer pronto, mantener la ilusión era cuestión de tiempo, minutos, segundos, quizás más quizás menos, ¡No estaba seguro de absolutamente nada!

- (Estamos bien… Distráelo…) - Pensaría intentando comunicarse con la vampira, rogando que la conexión mental con Leonor estuviese intacta, porque de no ser eso verdad, sería más difícil poder sobrevivir de lo que ya era. Solo una cosa restaba por hacer, continuar, zafarse de la muerte, del miedo, y jugar con un asesino muerto a una ruleta rusa, donde la pistola era de él, las balas estaban puestas a su conveniencia, y el gatillo, era suyo…

por **Joshua Maloney** Mar Oct 22, 2013 10:15 am

Estoy pensando seriamente en retirarme de ahí con cautela, dejando a aquellas dos personas hacer lo que sea que hagan, porque no es mi problema. Siempre me he considerado pacifista y no será hoy la noche en que decida hacerme el valiente y enfrentarlos por estar interrumpiendo la paz de los muertos, porque es más que lógico que algo siniestro traman. Nadie llega a estas horas de la noche para hacer un día de campo; mucho menos enfundados en sendas túnicas para evitar ser reconocidos. Si no son ladrones de tumbas, entonces deben ser algo mucho peor – lo sé, no sé como pero lo sé - y no quiero quedarme un segundo más aquí para averiguarlo.

- Eres demasiado puntual querida.
- Una cualidad que me enorgullece poseer.

Fue el timbre de la primera voz quien me hizo girar sobre mis talones. Esa voz la había escuchado en otra parte ¿Pero dónde? Hurgando en mis recuerdos, la imagen de aquel joven doctor, con quien tuve la oportunidad de hacer dueto aquella noche fría en el teatro, me llenó por completo la mente. ¡Pero no podía ser posible! ¿Qué tendría que hacer Lissander en un cementerio, acompañado por una mujer? ¿Estaría viendo o escuchando cosas donde no las había? Muchas interrogantes y ninguna respuesta. Dudé… Dudé en quedarme a despejar mis dudas e irme de una buena vez, pero ahora ya no solo era la voz la que me detenía, sino ése aroma similar. El aroma de “el” Odio intensamente cuando ésta clase de reacciones en mi cuerpo comienzan a funcionar, porque tienden a hacer acto de aparición cuando menos lo espero. No sé cómo manejarlas y no es mi deseo hacerlo. Me avergüenza ser alguien extraño, por consiguiente trato de no pensar demasiado en ello, pero… Esa voz, tiene que ser de él, no puedo equivocarme.

En contra de mis principios me quedo agazapado, observando discretamente, oculto entre las sombras. Lo que sucede a continuación me deja boquiabierto. Por fin han revelado sus rostros bajando la capucha. El alma se me escapa del cuerpo cuando mis temores se convierten en realidad. Se trata de Lissander, pero no el mismo que conocí. Ya no hay colores violáceos desprendiéndose de su cuerpo ni sonrisas angelicales. Ahora hay una densa y extraña aura alrededor suyo. Mi vista pasa de él a ella en segundos. Su aura también es diferente a todas, si mi instinto no me engaña debe tratarse de una vampira. La primera y única que tengo oportunidad de ver a tan corta distancia. ¿Por qué están juntos? ¿Lissander no es un humano como creí? ¿Qué clase de relación tendrán? Ahora más que nunca necesito saber qué es lo que ocurre aquí, esperando pasar desapercibido. Sólo espero que mi curiosidad por querer saber, no me cueste caro.

-Aquí es, es hora de empezar.

Lo veo posar sus manos sobre una lápida, e inmediatamente después sacar algunos artilugios de una bolsa. Dos velas para ser precios, que de inmediato comienzan a alumbrar al momento en que sopla encima de ellas. Alrededor ha hecho un círculo de sal, y justo en medio una estrella, aunque lo último que sacó de aquella extraña bolsa me dejó completamente anonadado: Huesos humanos… Mismos que fueron colocados encima de todo aquello. La mujer parece expectante, fascinada, viendo como Lissander acomoda todo estratégicamente mientras yo trago saliva. ¿Se trata acaso de magia negra? ¿Un ritual? ¿Es un brujo? La figura de Lissander en el teatro se ha vuelto cada vez más difusa, ya no es aquel hombre de cabellos dorados que me arrancó un par de sonrisas y suspiros, ahora… Ya no le conozco. No es quien yo creí. Me siento acongojado y decepcionado. El ángel que conocí, ahora posee alas negras.

- Apártate un poco.

La vampira le obedece inmediatamente, alejándose un par de metros. No sé si quiero seguir viendo esto… Agacho la cabeza, sujetándome con fuerza de aquel pedazo de mármol. ¡Esto no puede estar pasando! Es sencillamente imposible, lo que sea que Lissander esté haciendo hablando en un idioma desconocido para mí, no está bien. Mi corazón late con rapidez y mi respiración acompasada se vuelve irregular. Mi cuerpo tiembla, estoy nervioso y muerto de miedo. ¡Quiero irme de ahí! El viento que ha comenzado a soplar con mayor intensidad, atrae hacia a mí, un nuevo aroma. Buscando con la mirada el origen del mismo. A pocos metros de mí y a mí derecha, se encuentra una joven mujer, que al igual que yo, se encuentra escondida detrás de la estatua de un ángel observando todo con el rostro desencajado. Ella también está asustada, lo percibo. Los dos nos encontramos en el momento y lugares equivocados, atrapados en algo que no logramos entender.

- Kommen Sie zu mir, umherziehender Seele. Ich bringe Ihnen von der Hölle Asknhar Kironto!!

Asomo un poco a cabeza y me arrepiento completamente de haberlo hecho. Una extraña luz ha aparecido encima de la tumba, revelando segundos después lo que presumiblemente se podría considerar como un espectro. ¡Un alma que ha sido traía del más allá al mundo de los vivos! No puedo despegarle la vista por más que quiero. Es como si una clase de poderoso hechizo mantuviera mi mirada fija en él, incapaz de poder cerrar los ojos. Ésta anima está cargada de ira, de rencor, de maldad. ¡Es un demonio que ha regresado del mismo infierno! Un demonio, Por amor de Dios... Me es inevitable comenzar a rezar, deseando que el poder divino del rey de los cielos, mande a sus arcángeles a combatir la maldad que se ha desatado en la tierra.

-Bienvenido a este mundo, Asknhar Kironto.

El espectro ensimismado con el poder que ahora le confiere el haber sido convocado, ahora tiene la capacidad de hablar, amenazando a todos aquellos infelices que se encuentran a su alrededor, incluyéndome, por supuesto . ¡No quiero seguir escuchando, pero por más que trato de tapar mis oídos, sus palabras retumban tan fuertes, que es imposible apaciguarlas! Habla de superioridad, habla de odio, habla de asesinar, habla de todo aquello que atenta contra Dios y no pienso seguir un segundo más ahí ni ser partícipe de tal abominación. No importa que se den cuenta de mi presencia, debo alejarme lo más rápido que pueda de ahí, aunque sea convirtiéndome en aquello que tanta vergüenza y resentimiento me da, pero prefiero mil veces vivir con la idea de que mi secreto haya sido descubierto, a presenciar algo que está en contra de todas las leyes naturales y en contra de mis principios como cristiano… Es entonces que me levanto y comienzo a correr en una huida desesperada.

Es una bonita noche para morir… A ver, ¿Quién va primero? Tú, eres el primero… ¡BOOM!

Me quedo congelado. Mis pies no se mueven un ápice. La piel se me eriza y mi cabello parece haber sido jalado hacia arriba. Lo que sucede a continuación parece marchar con lentitud como si toda mi vida se me presentara a una velocidad vertiginosa: El espectro ha lanzado un rayo hacia a mí que no voy a poder ser capaz de esquivar… Siempre pensé que moriría de una forma completamente diferente. Arriba del escenario o en el peor de los casos, de vejez y recostado en mi cama. La realidad es otra, moriré asesinado por un espectro que ha tenido la grandiosa de idea de saciar su sed de venganza en alguien que no representaba ninguna amenaza. Por instinto más que por otra cosa, alzo mis brazos para cubrirme del impacto. Movimiento absurdo porque de nada va a servirme, de todos modos moriré de la peor manera posible. Con lo que yo no contaba era que Lissander se interpusiera entre el rayo y yo. La onda expansiva que se originó a raíz del tremendo impacto, me lanza hacia atrás, cayendo de espaldas pesadamente sobre el pavimento, pegándome fuertemente en la cabeza, pero no pierdo el conocimiento para mi propia sorpresa. Trato de incorporarme con mucho esfuerzo, viendo a Lissander a través del polvo que se ha levantado por la explosión. Se le ve bastante desmejorado, cansado y respirando con dificultad. Ha llevado su dedo hasta sus labios para indicarme con éste simple gesto que guarde silencio. ¿Guardar silencio? Si lo que quiero es salir de ahí… Pero… ¿Cómo hacerlo? El espectro sigue ahí, flotando riéndose a carcajadas y él… él está herido. ¿Qué es lo que tengo qué hacer? ¿Dónde se encuentra la vampira? ¿Acaso nos ha dejado abandonados a nuestra suerte? ¿Y la mujer misteriosa? Aturdido como estoy, sacudo mi cabeza para pensar con claridad. Todo me da vueltas… Sin embargo, sacando fuerzas de mi flaqueza y aprovechando la gran polvareda que se ha levantado, me aproximo hasta él arrastrándome por el piso, pues no quiero llamar la atención de aquél demonio y no pierda la oportunidad de concluir lo que dejó pendiente. Una vez estuve a su lado, y sin pensármelo mucho, me levanto sobre una rodilla, poniendo su brazo por encima de mi espalda para ayudarle a levantar. Por más que su proceder me haya decepcionado, es una vida que ha salvado la propia.

–Tenemos que salir de aquí…

por **Eris Arcalucci** Jue Oct 24, 2013 6:30 pm

Lo difícil de caer suele ser levantarse, más aun si no tienes fuerzas, ganas o voluntad de hacerlo por ti mismo. Pero entonces tenemos el hecho de que el orgullo y la determinación de una persona puede ser lo que lo levante en muchos casos. Este era uno de esos casos.

Luego de su estrepitosa caída solo tuvo tiempo de levantar la cara para no pegarla directamente al piso y en un parpadeo ya tenia frente a ella, totalmente erguida y con cara y tono severo a la mujer que había acompañado a su hermano a realizar semejante locura. “-Perfecto Lissander, no solo vienes a jugar con la muerte con tu nueva novia. Sino que también ella es sobrenatural-” en el proceso de levantarse con dignidad y devolviendo una mirada desafiante inspecciono el aura de la chica “-Y de paso es vampira. ¿Qué no se da cuenta de que si la deja ella podría enojarse y beber su sangre hasta matarlo? ¿Soy la única que piensa en las altas probabilidades de crímenes pasionales de una relación así? –” Su mente viajaba a mil por hora buscando infinidad de motivos por los que esa relación entre su hermano y una vampiresa era una locura destinada a la tragedia.

Una vez en pie y sacudiendo su capa y vestido observo de arriba abajo a la otra joven, era bonita no podía negarlo, y muy a pesar de sus celos debía aceptar el buen gusto de su hermano. Decidió por fin contestar la pregunta -No tengo porque responderte eso a ti- Su tono tenia marcado un claro desafío hacia la otra, pero todo eso fue degradado a un segundo o tercer plano después de escuchar los improperios y amenazas de aquel espectro. Tenia miedo nuevamente, pánico a decir verdad. Por esto odiaba los cementerios, nunca le sucedía nada bueno estando allí. Luego el grito de la vampiresa la llevaría a fijar la vista hacia su hermano y de allí en adelante todo sucedió en cámara lenta.

Sus ojos desorbitados fueron testigos de todo, del ataque del fantasma hacia un joven del que hasta ahora no se había fijado, otra alma desafortunada que llego al lugar incorrecto en el momento más inadecuado, seguramente. Y luego la carrera desesperada de su hermano para protegerle y a final como la barrera de su hermano no fue lo suficientemente fuerte para salvarlos, a partir de allí la explosión, el impacto, la cortina de polvo dejaron de ser importantes, solo quedaría en su mente ese momento en el que vio caer a su hermano con los brazos extendidos cual Cristo. –No por favor- Rogó a nadie en particular deseando que todo fuera mentira. Sin darse cuenta corrió unos escasos metros alejándose de la vampiresa y olvidándola por completo.

¿Alguna vez han oído un corazón romperse? Eris, en ese momento pudo jurar que oyó el suyo romperse, en ese justo momento en el que fijaba su vista en los cuerpos inertes de su hermano y el joven desconocido mientras que su vil y macabro asesino parecía satisfecho.

Su cara estaba completamente roja de la ira, su mirada alegre y a veces tierna ahora estaba revestida por la ira y el dolor como pocas veces en su vida. –Era lo único que tenia. Mi única familia, la única persona que me amaba en este mundo- Conforme iban saliendo sus palabras llenas de dolor también brotaban sus lágrimas, y sus manos se contraían en puños con fuerza exagerada. –Vuelve al infierno de donde mi estúpido hermano jamás debía sacarte maldito espectro- su intención era clara, quería llamar la atención hacia ella para así atacar de frente ¿Y que importaba ya si moría, igual no tenia a nadie más que la necesitara o extrañara? Cualquier pensamiento lógico era improbable en la mente de la bruja que en ese momento deseaba expresar su dolor con destrucción. Específicamente destruyendo al fantasma. Claro, no tenia ni idea de como se limitaría a dar con todo lo que tenia –¡Brand!- Su grito resonó provocando que se incendiara un árbol y haciéndolo caer en dirección al espectro. Aun no había caído el árbol cuando ella continuó lanzando hechizos esta vez con más precisión hacia él – ¡Feuerball! ¡Feuerball!- Los lanzaba uno tras esperando hacer daño con alguno.

Calló de rodillas aun gritando -¡Brand!- “-Eres un maldito mentiroso Lissander. Dijiste que me cuidarías y te fuiste. Eres un estúpido, un necio ¿Por qué me hiciste esto?-” Ese ultimo hechizo había iniciado el incendio en toda la zona cercana a Asknhar y empezaba a salirse de control, si no se hacia algo a tiempo se expandiera rápidamente por todo el lugar. La joven bruja ya no era consciente de sus actos ni del peligro que corría ella y el resto de los vivos del lugar.
En su defensa, el dolor le cegaba y no le permitía ver lo que debería ser obvio después de tanto tiempo practicando con el ilusionista. No vería la verdad ni mucho menos deducir Y ¿Quién puedes juzgarla por ello?

por **Leonor Daxmins** Sáb Oct 26, 2013 10:14 am

Sus ojos se clavaron en el cuerpo del brujo, el cual reaccionó al instante gracias a la advertencia propinada segundos antes, dando inicio así a una carrera desenfrenada hacía atrás, buscando dar con el paradero del segundo intruso al descubierto... ¿Quién era? ¿Y por que había llegado hasta ahí? Dudas, existían muchas en ese momento, las cuales no se verían despejadas todavía, puesto que para las cuatro almas que se encontraban frente a aquel demonio, la pesadilla estaba recién comenzando.

Sus habilidades le permitieron ver el momento en que Lissander llegará junto al joven, y fue por esa misma razón que en su rostro se dibujo una mueca de espanto. El llegaría a tiempo a su lado, pero no tendría tiempo de escapar de ahí, absolutamente nada, y a pesar de adelantarse al momento culmine del ataque lanzado por el enemigo en común que ahora todos compartían; no fue capaz de moverse, su cuerpo se paralizó, mientras su mayor temor y visión anterior, se volvían real. Su aliado llegó junto al intruso, le vio intentar abrir una barrera, un hechizo que había visto, pero fue tarde. El golpe lleno de vengativa energía impactó con gran fuerza justo contra ambos cuerpos, volviendo su visión mas dolorosa en realidad. El polvo levantado por aquel, impidió ver con claridad unos segundos, para luego dar paso a las consecuencias. Los dos hombres se encontraban bajo los escombros, entre su destruido alrededor... muertos.

Una chispa cargada de rabia cruzó la mente de la vampiresa, sin mencionar la culpa que sintió al no haber sido ella quien fuera a protegerlo ¿Por que lo había enviado a el, sabiendo que el cuerpo ajeno era mil veces mas frágil que el propio? ¡Que estupidez! ¿En que estaba pensando al haber permitido algo así? Ahora por su incompetencia habían asesinado a un curioso inocente, y a su tan reciente compañero, con quien había planeado toda la invocación, sin llegar a imaginar si quiera que algo así sucedería, mientras iban perdiendo por completo el control de la situación. Todo había sido un fatídico error, y ahí se presentaban las consecuencias de sus actos.

Intentó volver su mirada hacía la joven que ella había intentado cubrir del viento y el polvo levantado anteriormente. Para su sorpresa la chica se había aproximado llena de furia hasta el agresor principal, consiguiendo ella un punto protagónico en cuanto al realizar los siguientes ataques. ¿Pero por que lo hacía? Cualquier persona en su sano juicio luego de ver lo ocurrido huiría del lugar, aunque pronto descubrió el por que, al escuchar las palabras "Vuelve al infierno de donde mi estúpido hermano jamás debía sacarte maldito espectro"...La otra Arcalucci había echo su aparición ¿Cómo había dado con ellos? La respuesta a eso mantenía como un misterio, y que poco peso tenía en estos momentos, solo le sirvió para ser espectadora del trágico final de su hermano.

Leonor estuvo a punto de ir, y ponerse junto a ella para acompañarla en su ataque, cuando una voz familiar, que hubiera logrado que su corazón se acelerara la detuvo en seco - Estamos bien...distráelo- Era el, Lissander seguía con vida, al igual que el muchacho, no sabría explicarse como era eso posible, al parecer su hechizo si había funcionado.
-*Maldición, que alivio... descuida, yo me encargo*- respondió mentalmente a la débil voz que logró escuchar, pero que fue suficiente para hacerla liberar un suspiro cargado de una momentánea tranquilidad. Su cabeza y cuerpo se voltearon ahora hacía Asknhar, y su rostro formuló una expresión incomprensible, al notar como la bruja lo atacaba sin parar, a la par que provocaba una llamarada considerable, que no tardaría en expandirse hacia ellas, y los demás.
- *...Aunque tu hermana no lo hace nada de mal* - le comentó de la misma manera, mientras iba acortando la distancia con ella, pasaría por su lado y seguiría avanzando hacia el ente, guiándose sigilosamente entre el fuego descontrolado, provocado por la joven, cegada por el dolor de "perder" a su única familia.

Sin dudas hasta ella se encontraba en peligro, podría recibir de igual forma un ataque, que ni siquiera fuera dirigido hacía su cuerpo, por lo que debía prevenir, he intentar aliviar el dolor ajeno, puesto que la necesitaba concentrada, solo así sería de ayuda, y pondrían entregarles juntas la que necesitaban los otros. Giro su cabeza hacía atrás y observo a la bruja, dando inicio a un mensaje que solo ella sería capaz de escuchar, el cual sería un murmullo en su mente.
- *Tu hermano esta vivo, se salvó a si mismo y salvó al joven. Ahora debes calmarte, pero mantenerte en silencio, necesitan tiempo, y solo nosotras podemos dárselo, ayúdame.* - finalizó aquellas palabras, sin antes regalarle también las que el mismo Lissander le había proferido a ella, y se las hizo escuchar así, con el mismo tono de voz, para que no quedaran dudas en ella, y se decidiera a acompañarla en ese momento.

Esperaría que la bruja levantara su cabeza y diera con su mirada, y fijándo sus ojos en los de ella, volvería a entrar en su mente, de forma sutil.
- *Respira...levántate* - recitaría nuevamente de manera intima para la Arcalucci, un leve control, pero que sería mas como una petición a su cuerpo, en la posición que se encontraba se veía destinada a la derrota, y no, ellos no iban a perder esa noche, y de salir de ahí lo harían tal y como habían entrado, ya sea por voluntad o curiosidad, pero con la cabeza en alto y una sonrisa triunfante en los labios.

Los ojos de la vampiresa se dilataron, hasta crear en ellos un vacío profundo y obscuro, mientras su mirada viaja al maldito espectro que se encontraba aún flotando sobre su "lecho". Los pasos que daba la acercaban mas y mas, y el contraste de su temperatura con la ardiente del entorno era perceptible por todos sus poros, mas no se detuvo, y esquivando las flamas llegó a pararse justo frente a la lapida, con su mirada desafiante, enseñando sus colmillos, una clara señal de amenaza hacía su fantasmagórico rival.
- ¿¡Haz conseguido lo que querías!? - gritaría con un fingido dolor interno, mientras rápidamente se instalaba hacía un costado, buscando que el desviara la mirada hacía ella.
- No creas que esto va a quedarse así... - otras palabras, otro cambio de posición. Todo era un acecho, Leonor avanzaba a su alrededor a una rapidez imposible de ver, hasta que simplemente se detenía en un punto completamente diferente al anterior.
- ...Vamos a regresarte a donde perteneces, Asknhar Kironto. - finalizaría con rabia y seguridad, mientras era su propio cuerpo el encargado de levantar grandes ráfagas de viento, reduciendo todo a un circulo de fuego, el cual mantenía adentro, tanto a ella como al espectro. Todo aquello con la esperanza de que su visión se viera entorpecida, y clavada en ella, mientras daba algunos minutos a su ahora nueva integrante, para recuperarse del shock que le había provocado la reciente visión de la tragedia familiar.
Solo era cosa de tiempo, el de seguro las atacaría, y debían estar preparadas y sumamente concentradas, ya que de cometer algún error, su enemigo se daría cuenta que el brujo y el cambia formas continuaban con vida, débiles, pero vivos. Ahora eran ellas las encargadas de tomar las determinaciones, hasta que pudieran estar los cuatro de pie, luchando hombro a hombro. Ya que si bien, nadie había invitado a los otros dos intrusos, lo quisieran o no, ya eran parte de su macabra reunión.

por **Lissander C. Arcalucci** Sáb Oct 26, 2013 10:37 pm

Asknhar Kironto:

¡Qué hermoso fue! ¿Lo vieron como yo? Fueron aplastados, casi, casi pude escuchar el crujir de sus delicados huesos a la par con mi gran fuerza psíquica, ¡Oh bendito Dios por ello! No esperen, ¿Qué mierda dije? Nada de Dios, mejor: ¡oh maldito Satanás! Si, así mucho mejor, mis ojos no se separan de la escena, deje una linda y hueca pisada en el suelo, mármol roto, una cortina de polvo, y dos cuerpos hechos papilla, que bello, sin duda me había pasado de artista con esa obra de arte. - ¡MÁGICO! Fascinante, que hermoso, ¿A poco no fui todo un genio? - Diría yo todo emocionado, mirando a mis dos espectadoras que, bueno, estaban como estáticas, pero no le importaba, lo disfruté y no me importa lo que diga la gente.

Seguiría entonces viendo aquello, cuando escucharía toda la sarta de improperios de la gritona brujita, uno, y otro, y otro, ¿No se cansaba de hablar? Luego de decir que lo devolvería al infierno vendría un ataque de su parte, fuego y más fuego, un árbol en llamas que estaba a mi derecha intentaría caer sobre mí, pero, moverlo hacia un lado fue sencillo, un simple ademán y ya estaba, más no lo que siguiente lanzaría la joven, un intenso y potente juego de bolas de fuego, pude notar que la chica tenía cierta habilidad con él, pero que desparramaba gracias a la rabia, eso, en manos de un brujo era una malísima combinación, porque le hacía perder el control de su energía.

Las bolas de fuego impactarían en mí cuerpo, porque ni siquiera intentaría moverme, mis ropajes harapientos, mi barba negra y espesa y mi cabello largo, además de esta nueva piel grisácea y arrugada arderían en la intensa rabia de la chica, el poderío de la misma se vería afectado por una sola cosa, que quizás ella no se había percato: ¡No podía volver a morir! Primero, lanzaría un alarido, uno fuerte, de dolor, como si el fuego me calcinara, para luego convertirlo en la risa más oscura y siniestra que pudiesen imaginar aquellas dos, misma que sería expandida por el eco de la noche y la falta de paredes de aquella tierra santa. - ¡Bruja idiota! - Dije justo antes de expandir mis brazos y liberar una onda que deshiciera el fuego, de tal manera que la misma se sintiese a metros a la redonda, inclusive hasta donde estaba la vampira y la humana, esta iba sin mucha fuerza, era como una cortina de brisa suave, solo para darles a probar un poquito de mi poder.

- ¿No ves acaso que no puedo morir? - Mi risa continuó después de aquella burlona frase, - Agradécele a tu muertito hermanito por darme la mejor oportunidad de toda mi pútrida vida. - Seguiría riendo tan macabro, hasta que me detendría por un segundo, ¡Fui un imbécil! Acabe con dos de un solo tiro y ahora solo me quedaban dos para matar, ¡Maldición! ¿Por qué era tan divertido hacerlo y no me controlaba? Cruzaría mis brazos pensando, deliberando, cuál de las dos sería la siguiente. - Bueno, ¿Y ahora qué? - Preguntaría al aire, viendo como el árbol detrás de mí en el suelo era tomado por el fuego, se escuchaba muy claro el crepitar de la madera, y la tierra alrededor, la grama, empezaba a quemarse, la chica se estaba saliendo de control… - ¡Ay niña, cálmate! No es para tanto… - Le diría serio, porque igual la chica seguiría volviéndose loca, y eso no la calmaría en nada, pero, en serio, pueden preguntarse: “¿A Asknhar Kironto le importa el dolor ajeno?” Y la respuesta que ustedes piensan, esa es.

De pronto me di cuenta que había perdido algo, si, ¿Dónde estaba la vampira? Ah sí, ahí estaba, cerca de mí, diciéndome un par de cosas, como la otra, ¿Las mujeres eran así de dramáticas siempre? - Señor, dame paciencia con estas dos, que si me das fuerza las mato… - Dije casi por fastidio, me aburría el dramatismo acelerado por una muerte, era más de lo mismo todo el tiempo. - … ¡esperen! ¡¡Tengo la fuerza!! JAJAJAJAJA… - Mi risa se sentiría justamente como la anterior, hasta que me di cuenta de que estaba envuelto en una especie de tornado, la inmortal lo había hecho con su velocidad, impresionante cabe aclarar, pero se notaba que era una novata, neófita idiota, no sabía el poder que tenía en sus manos. Bajaría de mi levitación, hasta poner mis innecesarios pies en el suelo, el calor era bastante arrogante, pero no más que yo. Juntaría mis manos en tono a una oración, cerraría mis ojos, sintiendo como la mujer rondaba a su alrededor manipulando el fuego y apagando las llamas del entorno creadas por la rabiosa mujer, lo notaba, notaba que intentaba tomar el control de la situación para permitirle a la otra escapar, era obvio, él no iba a permitirle a nadie salir de ese cementerio... vivo.

Mi mano enviaría una onda psíquica con mucha potencia hacia mi lado derecho, la velocidad de la joven y su brillante idea haría inesquivable el movimiento, darle sería pan comido porque giraba a tal potencia que estaba casi seguro que no podría escapar, el golpe sería con la fuerza suficiente de mandarla contra un mausoleo que estaba a unos cuantos metros de ella, no la mataría, afortunadamente, pero si la haría detenerse un poquito, aun pretendía divertirse con ella. Más ahora, haría algo mejor… me desvanecería, rápido, certero, que genial era tener este poder, ¡Gracias brujo, donde quiera que estés!, y aparecería justo detrás de la brujita histérica indefensa…

Se escucharía mi gutural voz en su oído… - Hola pequeña… -

Foto de Asknhar Kironto:

“¡Maldito el día en que todo esto se me ocurrió!” Eso es lo que resonaba en su corazón, un alarido interno que ni la más poderosa telepatía o la más habilidosa empata iba a lograr descifrar, no podían saber lo que se ocultaba muy al fondo de sí, esa inseguridad que sentía, ese sentido de que esta vez había cometido un error muy grande y que no sabía cómo reparar, esa maldita sensación de que todo era su culpa y que ahora cuatro vidas dependían de él, de un poder que no tenía, de un control que no poseía y de una fuerza que estaba tocando fondo, la falta de aire en sus pulmones, el cansancio en su cuerpo lo denotaba, ¿Y ahora como mierda iba a salvar a Leonor y a Joshua de ese lugar? Ignoraba por completo que una Eris furiosa estaba cerca de él, pero tomándola en cuenta ¿Como iba a salvarlos?

Sus oídos tenían cierto pitido agudo que no le permitían distinguir bien las voces, sus ojos no veían bien, una imagen borrosa se acercó a él, que de rodillas en el suelo aguardaba por una mano, pudo sentir un brazo en su espalda, estaban ayudándolo, era Josh, pudo adivinarlo por su voz, la escuchó tan cerca, era él, el joven del teatro, no lo había olvidado, pero… ¿qué hacía allí? Era una pregunta vana que paso por su mente, más la olvidaría cuando intentase caminar y afincara su apoyo en el cuerpo del cambia formas.

- Agh… -

Exclamó, lo suficientemente sonoro para que él escuchara, lo suficientemente doloroso para que cualquiera pudiese ver que se había lastimado, se llenaría de resistencia y andaría el camino hacia un lápida alejada a la izquierda, donde podrían ocultarse sin que el fantasma los viese, justo detrás, Lissander se soltaría el agarre del joven y se tiraría en el frío suelo. - Tranquilo, estoy bien. - Diría, fingiendo estarlo, porque su mueca de dolor era claramente la que hablaba por él. Volvería entonces sus ojos hacia el lugar donde estaba el hombre que había invocado, ya sus ojos recobraban la visión, pudo ver aquel espectro maldito que yacía burlón flotando en el aire, degustándose por la supuesta muerte que había visto, eso le dio una sonrisa a su rostro, una que le daba ideas de cómo volver a la batalla, de cómo entrar y atacarlo por la espalda… pero… - Eris… - Se quedaría perplejo, sus orbes azules se expandirían ante la escena, su hermana atacaba al fantasma con un fuego mágico totalmente poderoso, era grande la hechicera que había creado y enseñado, sus emociones habían tomado el control y la rabia por perderlo la poseía. - Tsk… - Se sentía tan inútil, tan impotente, tan idiota. Quería salir hacia ella, decirle que todo iba a estar bien, pero como estaba ahora solamente se matarían en serio los dos, debía tener fe, aunque...

Todo era su culpa.

Su mano diestra se extendería en dirección al altar que creó para traer a Asknhar, allí donde flotaba el alma en pena, estaba el saco donde había traído sus cosas, donde estaba lo que podía salvar las almas de sus amigos y de su hermana. - Kommen. - Pronunciaría en un susurro posible por su voz débil voz, intentando atraer mediante su hechizo aquellas botellas de energía que estaban en el saco, esa era su única opción de salvación, y ¿Cómo? Eran pociones restauradoras, funcionaban de manera que restablecían la energía al que las injería, pero, con un precio. La energía era prestada, al agotarse el tiempo, el cuerpo multiplicaría el cansancio que tenía en un principio. Era un riesgo alto que iba a correr, no podría matar a su contrincante, y no sabía cómo dominarlo, pero lucharía, y si debía morir salvándolos, lo haría.

Mientras los restos de su energía lograban alcanzar los frascos, la ira de una mujer doliente por la pérdida de un hermano alcanzaba las ramas de un pobre árbol, mismo que no resistiría el fuego de la chica y se iría contra el fantasma, que fácilmente movió tal cosa de modo que cayó justo sobre lo que quedaba de altar. - Maldita sea… - Es lo que diría con rabia, logrando solamente obtener dos de los tres frascos, pero eso sería suficiente, esperaba que sí. Volvería a ver a Joshua, el actor del teatro, al que había metido sin querer a ese acto macabro y que ahora estaba tan atrapado como él, había ignorado su presencia por estar concentrado en tomar las pociones. - Lo… sien… to… - Diría poco a poco, disculpándose por todo, mientras destapaba con lentitud uno de los frascos y de inmediato ingería el contenido verdoso, sintiendo como el asqueroso sabor inundaba su boca y pronto su estomago, solo era cuestión de algunos segundos que hiciese efecto. - Escucha… - Pudo pronunciar en seco, pues la poción comenzaba a ser absorbida por su cuerpo, y un pequeño brillo verde sobre bordeaba su cuerpo, afirmando que era así, era el resultado de la misma haciendo el efecto, darle energía y soporte a su débil organismo. - No hay mucho tiempo para explicaciones, soy un brujo y lo que hice se salió de control, pero no dejaré las cosas así… - Se tomó un tiempo para respirar, estaba cansado aún. - … voy a salvarlos, solo te pido que te escondas y aguardes, si intentas escapar te pones en peligro, ¿Entiendes? - Volvería para ver la escena, Leonor se estaba encargando tal como se lo pidió, eso le daba algo de tiempo extra.

- Joshua… sé que eres especial, sé que no eres un humano corriente como cualquiera, tu aura es especial, pude verla en el teatro, si tienes que usar tus habilidades, úsalas… - Se acercaría un poco a él, y pondría su mano en su hombro, haciendo algo de presión, para apoyar su gesto. - No te pediré que entres en esto, no quiero que salgas herido por mi culpa, ya suficiente tengo con todo este error que debo reparar. Pero si te pediré que confíes en mí. - Diría levantándose de cuclillas con cuidado, sintiendo todo el poder de la poción en su organismo, culminando entonces el brillo sanador de la misma, estaba más fuerte, resistente, podría luchar, lo haría con todo lo que tuviese. - Cuídate. Por favor… - Le diría, acercando una mano a su rostro y dando una suave palmada, como una caricia, muy a su estilo, luego de eso, comenzaría su marcha sigilosa y veloz entre las tumbas, directo hacia donde estaba Eris, necesitaba acercársele, que lo viese, o las cosas seguirían igual de mal por su descontrolado poder. Gracias al cielo que Leonor se encargaba de él, bueno, eso pensaba.

De un momento a otro un terror horrible inadió su cuerpo, Asknhar no estaba con Leonor, había desaparecido, justo tras escuchar la potencia de un ataque, pero ¿A quién? Volteó, no estaba Leonor cerca de él o del altar, y solamente un circulo de fuego terminaba de consumir las sobras de la grama muerta, por lo tanto solo podía estar tras de… el muy maldito estaba detrás de Eris. - ¡Kommen! - Gritaría desde la distancia, su brazo extendido y su palma abierta señalando a la joven, a diez metros de él desgraciado, usó el mismo hechizo de movimiento que usó con las pociones para atraer a su hermana hacia él, sería su energía la que la moviese, veloz, inesperado, certero, esperando que así pudiese salvarla de las frías garras de la muerte. - ¿Me extrañaste, idiota? - Su seria voz sonaba segura, y una sonrisa se dibujaba en su rostro, su cuerpo se tensaría y sus piernas se arquearían, estaba preparado a lo que sea, porque aquello que sucedió fue un disparo fallido…

Pero… ¿Cuántos más podría hacer fallar? ¿A qué precio podría hacerlo? Sus vidas pendían de de un hilo que dominaba un brujo que en vida fue un psicopata, y muerto, era peor que ello.

por **Joshua Maloney** Miér Oct 30, 2013 12:35 pm

Aún sigo sin dar crédito a todo lo que está ocurriendo. El cementerio debería ser un campo santo, no un campo de batalla. ¡Nada de lo que está ocurriendo tiene sentido! Mucho menos el que yo esté inmiscuido en la trifulca. Para entonces ya debería estar dispuesto para irme a la cama y descansar del día ajetreado que tuve, dormir hasta el día siguiente, sin embargo heme aquí, tratando de salvar mi vida, y a su vez la de Lissander quien al parecer parece estar herido. Lo he cargado en vilo como si de una hoja se tratase. Hemos caminado lo justo para guarecernos detrás de una lápida para evitar ser descubiertos por ese ente del infierno. Lo he dejado reposando a un costado mío para tratar de hacer un rápido escrutinio de su persona. Al parecer no tiene grandes heridas superficiales, pero su aura la percibo marchita pálida.No necesito ser un médico para darme cuenta de que algo no ésta bien con él lo “huelo en el ambiente” lo percibo, lo escucho… escucho su respiración entrecortada, me manda el claro mensaje de que necesita atención médica con urgencia. No está bien… Quiero decir tantas cosas, preguntar algunas otras, pero no puedo, simplemente me limito a ser un observador de todo lo que acontece.

Veo que Lissander dirige su vista hacia atrás (del lugar del cual hemos escapado) al parecer hay algo o alguien que le preocupa. Por instinto – más que otra cosa – persigo la misma dirección enfocando todo lo que acontece a pocos metros de distancia. Hay un poderoso fuego que está saliéndose de control, la mujer encapuchada tratando de hacerle frente al espectro sin obtener grandes resultados y aquella chica que localicé instantes antes de que se desatara, que al parecer también tenía alguna clase de Don especial. Al parecer ella es la causante de las grandes llamaradas que se levantan peligrosas a varios metros de altura. Toda la información recibida en tan poco tiempo comienza a darme vueltas en la cabeza. Ruidos, gritos, carcajadas… Ahora ya nada pasa desapercibido para mí, como si mis cinco sentidos se hubieran potencializado en un doscientos por ciento y todo marchara en cámara lenta. Ya mismo puedo ver a Lissander estirar su brazo, abrir su boca, decir una palabra corta pero extraña y enseguida, el aire ser cortado por medio de un cuchillo invisible, que arrastraría hacia él, aquella bolsa que vi postrada en la lápida.

No sé por qué comienzo a temblar de manera imperceptible, no es temblor de miedo ni de nervios... Sólo me ocurre cuando yo mismo quiero inducir mi transformación, pero en ésta ocasión la sensación es diferente. Mi cuerpo está reaccionando de una forma que es completamente desconocida para mí; no puedo controlarlo, simplemente estoy ahí resguardado, escuchando la voz del que ahora sé, es un brujo, mientras brazos y piernas parecen querer cobrar vida propia.<< Es un brujo… ¡Un brujo! Y ahora sabe que no soy un humano cualquiera. ¿Qué podría salir peor? >> No podía sentirme más miserable. Mi pequeño gran secreto ha sido descubierto por quien menos lo imaginé. Cierro ambas manos en un puño justo en el momento en que Lissander toma el líquido de aquellos frascos. Su aura doblegada, comienza a resurgir de las cenizas como el ave fénix; la energía regresa a su cuerpo, está revitalizado. En cambio yo me siento morir, mis huesos me duelen, ¡siento quebrarme por dentro! ¡¿Qué está sucediendo conmigo?!

–E-Espera Lissander ¡no vayas! – Me ha dicho que me quede resguardado, que confíe en él, pero está yendo a un encuentro desesperado por tratar de corregir su error. No sé qué clase de Dones posea, pero es un auténtico suicidio enfrentar a un ser sobrenatural que está fuera de control. Si ya algo ha salido mal, puede salir mucho peor. Dos mujeres con semejante poder no han podido hacerle frente ¿qué podría hacer él en el estado en que se encuentra? Sólo espero que aquello que ha ingerido no sean placebos momentáneos… Y yo aquí, tumbado, temblando. ¿Debería seguirlo? ¿Qué cosa puedo hacer para ayudar? Con mucho dolor, logro incorporarme para seguirle los pasos, pero mis extremidades inferiores siguen actuando por sí solas. ¡No me dejan dar un paso! Termino tirado nuevamente arrastrándome pecho tierra como si fuera un reptil.

–¿Me extrañaste, idiota?

Al parecer Lissander ya ha llegado al punto sin retorno. ¡Debo darme prisa, no puedo quedarme cruzado de brazos! Aunque en realidad no pueda ser de gran ayuda pero, soy ágil, soy veloz, siempre lo supe, mi madre lo sabía y siempre me dijo que tratara de sacar ventaja del regalo que Dios me había dado, pero… ¿Cómo? Al parecer las sorpresas no llegaban solas, mis ojos han cambiado… Puedo ver mi imagen reflejada en los viejos vidrios de un mausoleo que se encuentra enfrente de mí. La visión no puede ser más tétrica: Ahora son completamente negros y una de mis manos, paulatinamente se va convirtiendo en poderosa garra. ¿En qué criatura me estoy convirtiendo? No quiero averiguarlo, lo único que sé es que debo salir del agujero al cuál he venido a caer sin que el demonio se percate de que sigo con vida. El factor sorpresa debe seguir en pie << ¡Dios, dame fuerzas, ayúdame, me ha salvado la vida, debo ayudarlo a salvar almas inocentes, ilumíname y dime qué es lo que tengo que hacer! >> Siempre me he caracterizado por ser pacifista y no inmiscuirme en problemas que no me conciernen. Pero no puedo quedarme cruzado de brazos sin mover un dedo. Además… me siento con el deber moral de retribuir el favor. Favor con favor se paga y… Yo no estaría a que si no fuese por su noble gesto. ¡Dios! Tengo sentimientos encontrados. Por un lado quiero salir de aquí y olvidarme de todo, pensar que todo es producto de una pesadilla, que abriré los ojos y sentiré la dulce calma y sobriedad de mi casa… Por otro lado, si Dios me ha elegido de entre todos sus hijos para estar aquí en éste momento, es porque así lo tuvo contemplado desde un principio, Dios no se equivoca… << Voy a salir… saldré y voy a intentar algo verdaderamente estúpido, pero quizás sirva para distraer la atención del espíritu… A la cuenta de tres…. Una, dos ¡y tres! >>

por **Eris Arcalucci** Miér Nov 06, 2013 8:31 pm

Era totalmente inútil, se sentía enormemente frustrada por ese bastardo que se burlaba de ella por no poder hacerle daño. Se llenaba mas de rabia, y de una manera que aun no comprendía sus emociones estaban muy ligadas al fuego que iluminaba a la vez que consumía el lugar, ese mismo fuego que había provocado, se aviva con su ira y en el fondo le gustaba la sensación de destrucción junto al crepitar de las llamas que incineraban los arboles y lo que encontrara a su paso, se sentía extrañamente musical y mágico. Solo por ese lado se sentía bien a pesar de que no lograba su misión de acabar con Asknhar y que su dolor por la perdida de su única familia podía llegar a eclipsar todas aquellas sensaciones de las que no podía disfrutar a plenitud. Lo peor es que el espectro tenía razón en lo que decía, todo era culpa de Lissander y su estúpida idea de jugar con la muerte. Por ello estaba allí, dolida, perdida y sin saber como detener a este demonio que podía fácilmente matar a otros pero no podía volver a morir.

Para completar su noche, su mente parecía jugarle una broma aun en medio de dolor haciéndola pensar que se estaba volviendo loca. Levanto un poco la mirada y seco con el dorso de su mano las lagrimas que escapaban de sus ojos para girar la cabeza y observar a la otra joven, la vampiresa, en busca de alguna respuesta que confirmara lo que había escuchado en su mente. No dijo nada, pero su mirada le dio afirmación y la explicación suficiente para creerle, obedeció su orden sin ni siquiera proponérselo realmente. Una vez en pie prepara sus manos y sus sentidos, estaría dispuesta a atacar y secundar cualquier acción de la otra así como también deseaba encontrar a su hermano donde sea que se hubiera escondido. Las llamas a su alrededor bajaban un poco la intensidad, su calma obligatoria también había logrado apaciguar el incendio que reinaba. Aunque todavía había llamas por todo el lugar cercano al fantasma psicópata.

A partir de allí todo fue demasiado rápido para procesarlo debidamente, solo fue consciente de que su nueva compañera fue expulsada con fuerza por el fantasma que ni siquiera la había tocado. Luego se desvaneció frente a sus ojos y mientras ella examinaba el lugar en su búsqueda la sorprendió por la espalda, su voz en su oído era escalofriante. Ahogo un grito por lo sorpresa y el miedo. Pero antes de hacer cualquier otra cosa, ya su hermano había salido al rescate atrayéndola hasta él con un hechizo. No sabía si saltarle encima y abrazarlo para asegurarse de que de verdad estaba vivo o si lanzar una nueva tanda de bolas de fuego hacia él, por estúpido. Pero decidió motivarlo para que salieran vivos ambos –Te lo juro Lissander, si me vuelves a asustar así yo me encargare de que mueras de verdad. Y si dejas que este monstruo que trajiste a la vida me mate, el será un tierno paseo a la luz de la luna en comparación con la maldición que yo seré después de muerta- No era una amenaza, ene se momento era muy capaz de hacerlo. Luego se puso a un lado de él, simplemente esperando cualquier orden de su hermano y maestro, para atacar. Aprovecho su posición también para evaluar el estado en el que se encontraba Lissander luego del impacto, estaba segura que apenas se deshicieran de aquel demonio todos necesitarían ayuda y algo de energía, no se imaginaba la gravedad del joven ni que este tuvo que recurrir a pociones que seguramente lo dejaran peor.

Ahora la pregunta del millón era: ¿Cómo acabar con algo que ya esta muerto? Eran una vampiresa derribada, un brujo en pie a fuerza de menjurjes y una bruja asustada e histérica sin muchas experiencias de combate con vivos, mucho menos con muertos. Sin duda se le escapa el cuarto personaje de esta escena, el otro joven que se vio en este embrolló sin querer; y aun contándolo no era mucha la diferencia – ¿Sabes que hechizo usar para devolverlo por donde vino? ¿Tienes algún plan, el que sea?- Se sentía ansiosa, posiblemente por la adrenalina en su ser y su voz la delataba. Estaba lista para hacer una barrera en caso de un ataque directo hacia ellos como también su mente intentaba recoger una lista de hechizos de defensa y ataque que pudieran ayudar.

Algo en su interior le decía que el juego apenas empezaba y que el espectro no tenia intensión de dejar que nadie mas se situara como el ganador de este.

por **Leonor Daxmins** Dom Nov 10, 2013 2:56 pm

Todo parecía marchar bien para ellos ahora, la bruja había confiado en sus palabras, y al parecer podrían avanzar juntas, regalando tiempo a los otros dos, aunque la duda de saber su verdadero estado de salud le carcomía por dentro, el impacto no había sido esquivado, si no que recibido y soportado.
Miles de dudas en su mente, mientras aguardaba que su compañera se concentrara y retomara sus fuerzas y control corporal, la joven era fuerte y eso estaba claro, y si lograba utilizar eso para su beneficio sería de mucha mas ayuda, y era eso lo que debían buscar ahora, el tiempo era escaso, no podían darse el lujo de desperdiciarlo.

La penetrante voz del espectro, entraba por sus oídos a pesar de realizar sus maniobras, aquella burlesca risa que terminaba por molestarle profundamente, esa seguridad de que acabaría fácilmente con ellos, siendo que su primer golpe había sido errado, pero increíblemente aún no se daba cuenta de eso, por lo que seguían un paso adelante pero, ¿Por cuanto tiempo? esperaban que el mayor posible. Unir fuerzas, y continuar adelante, era todo lo que podían decidir.

Lo que ocurrió fue demasiado rápido, prácticamente en cosa de un segundo. El cuerpo de Leonor recibió el segundo golpe que la enviaría con fuerza contra uno de los mausoleos, logrando destrozar el mismo, quedando con su espalda pegada a los blanquecinos trozos.
- Que... idiota. - murmuró, frunciendo el ceño, apretando los ojos, no le había dolido demasiado, fue mas la sorpresa que le produjo aquello, y de pronto olvido todo eso, al ver como el ente desaparecía de sus ojos por un momento, y luego verlo atrás de la vulnerable Arcalucci. Fue en ese momento que volvió a reaccionar, y ordenó a su cuerpo levantarse de ahí, no podía permitir que acabaran con ella.

Pero su paso se vio detenido al observar como el cuerpo de ella salía disparado hacía atrás, llegando precisamente a brazos de su hermano, un rencuentro un poco tenso, pero que de seguro sería un alivio para ambos.
La vampiresa soltó un suspiro y retomaba el sigiloso paso hacía sus aliados, y para sorpresa de ella, ahora el numero aumentaba, ya no eran dos, ni tres... si no cuatro, el último de ellos quien se hallaba oculto, se dejaba al descubierto ¿Pensaba luchar?
Leonor era capaz de ver en su aura que no era un humano cualquiera, pero debería ser el joven el encargado de mostrarle su verdadera naturaleza.

No se detuvo hasta situarse justo al lado del brujo, mirándole de reojo con una cómplice sonrisa, le sorprendía verlo tan bien, o al menos eso parecía, la joven ignoraba el precio que había pagado para eso.
- Bienvenido al mundo de los vivos...- le diría de manera irónica, tomando en cuenta el lugar en el que se encontraban parados. Mas específicamente sobre la misma muerte, campo santo, que esa noche había sido transformado en un infierno.
- *Hay que actuar rápido, Lissander. ¿Algún plan?* - preguntó mentalmente a su compañero, y de esa manera dejaba abierta la posibilidad de ocupar su telepatía para beneficio de ellos. Se necesitaba mucho, y cada uno de los que estaban ahí tenía algo muy grande que aportar, y debían dejarlo salir a flote, sin reprimirlo, puesto que su enemigo no contenían sus poderes, por el contrario los utilizaba con sumo placer sobre ellos.

Los ojos inmortales regresaban hacía Asknhar, y casi podría decir que lograba ver una chispa de sorpresa en su rostro. Eran esos los momentos en que Leonor desearía que su don funcionara también con el, se adelantaría a sus movimientos y cualquier siniestro plan que formulara en cosa de segundos, pero no, su "mente" era un vacío, obscuro y silencioso, incluso para ella. ¡Que desperdicio!
Ciertamente lo era, pero no iba a quedarse lamentando, y su concentración regresaba, estaba alerta para comenzar, su energía y fuerza estaban casi intactas, al igual que sus ganas de acabar con todo el grave error cometido.
¿Pero acaso importaba si había sido realmente un error? Algo positivo debía nacer de aquello, y eso era lo que debían descubrir todos juntos, ahora estaban mas listos que nunca, solo existía una duda ¿Cuál sería el próximo golpe?

por **Lissander C. Arcalucci** Dom Nov 10, 2013 8:24 pm

Asknhar Kironto:

Un plan. Lo necesitaba, rápido, conciso, bien preciso y con resultados claros. ¿Pero qué mierda? ¡No tenía la menor idea de que hacer! Salvó a su hermana, bien, pudo escuchar sus reclamos y sus amenazas, eso indicaba que estaba bien, pero ahora pensaba, calculaba, precisaba, todo mientras lo veía regodearse de su poder, de sus ventajas, estaba muerto, había invocado a un ser inmortal, uno que se salió de su control, uno que no podía ahora controlar y uno que no tenía la menor idea de cómo detener. La expresión de Lissander era un poema lleno de preocupación, rabia, impotencia, y hasta dolor, tenía muchas dudas, muchos planes, muchas incógnitas. Las herramientas que tenían eran: su hermana, que estaba preparada, lista para defender o atacar, había creado una excelente bruja en poco tiempo, estaba orgulloso, sabía que podía defenderse, sabía que ella era lo suficientemente fuerte para resistir, pero aun así temía por su vida; por otro lado, llegaba Leonor, aquella vampira con quien luchó arduamente en el bosque, ella era más resistente, podía defenderse bien, pero aun así, aquel muerto estaba un paso delante de ellos.

- (Mierda, mierda, mierda…) -

Esos pensamientos angustiantes atacaban su cabeza justo cuando aquella de mujer rubios cabellos le habló a su mente, ¿Un plan? Obvio que no tenía uno, pero no podía preocuparlos, si ellas dos contaban con él para salir de allí vivos, entonces debía corresponder esa confianza, debía y tenía que hacerlo. - (Enlázanos a todos.) - Ignoraba por completo a Joshua, ignoraba su transformación y sus habilidades, pero no esperaba que la joven lo enlazara con él, solamente contaba con Eris y ella, era lo mejor, no iba a poner en riesgo a nadie más. Sus orbes buscaban aun en el terreno algo que hacer mientras aquel divagaba por el mismo, algo debía ver, algo… ¡Una lápida! Ahí estaba lo que buscaba. - (Tengo una idea de cómo detenerlo, pero primero debemos distraerlo, debilitarlo, aunque no pueda morir, su energía no es infinita, y tiene la debilidad de atacar sin cuidado de ella.) - ¿Tenía una idea? Creía que si recuperaba el hueso de donde lo invoco podría quizás, y solo quizás, invocar el enlace para desaparecerlo, leyó en sus libros que solo podían traer a un espíritu teniendo su esencia cerca, y que solamente podía ser devuelto por donde vino si se tenía la misma esencia, era como un portal, un enlace, era lo único que se le ocurría por el momento, y era lo único que podía hacer.

- (¡ERIS, BARRERA ARCALUCCI!) - No fue necesario decir más en su mente, vio como aquel espectro maldito lanzaba una onda con fuerza hacia ellos, una quizás no tan poderosa como la anterior, pero sabía que podían detener usando un hechizo doble coordinado, uno de convergencia, uniendo su energía a la de su hermana, una barrera a la que llamaron: Barrera Arcalucci. - ¡Arcalucci Schild! - Diría con fuerza en su voz, sabiendo y confiando que la menor de la familia haría lo correspondiente, tanta práctica para coordinarse y unirse al mismo tiempo no pudo haber sido en vano. Recibió aquel nombre por ser una potente defensa, muy sólida y de un color azul verdoso, azul por ella, verde por él, esa cúpula resistiría el golpe, sin resquebrajarse ni un centímetro, incluso podrían ellos adentro sentir como la tierra se sacudía mientras la energía psíquica de aquel se expandía por el campo santo alrededor de ellos.

- (Eris por la izquierda, ataca a distancia, Leonor por la derecha, intenta lanzarle algo, no te acerques, yo crearé una distracción por el frente. ¡Ahora!) - Fue suficiente con aquel pensamiento hacia ellas, desharía la barrera y correría hacia aquel demonio, su túnica negra se movía al ritmo del viento, al igual que aquellos rubios cabellos, ahora sus brazos se extendía a sus costados y las cosas por las cuales pasaban comenzaban a levitar, lápidas, plantas, arbustos, piedras, todo lo que pudiera alzar lo haría, se alzaría sobre la tierra como si la gravedad no existiera, y luego, dirigiría aquello hacia aquel muerto en un movimiento de sus dos manos, viendo como todo era lanzado con absoluta potencia y poder, si fuese a acertar estaría seguro que el golpe sería tremendo y el daño muy bien calculable, pero no se esforzó en hacer aquel movimiento realidad, hizo de todo aquello una ilusión solo para su contrincante, esperaba engañarlo, para que su hermana y su aliada fuesen contundentes con sus ataques, había que hacerle daño, había que golpearlo, había que ganar. Lo bueno sería que aquella ilusión cubriría a las jóvenes, las haría invisibles a él, solamente estarían Lissander atacándole y Asknhar, aunque solo duraría un momento, al ellas atacar, se desharía su hechizo.

Todo iba en su contra, él estaba un paso por encima de ellos, siempre lo estaría, el peligro era inminente, pero ahí estaban, arriesgando sus vidas para enmendar el error de aquel brujo, ¡Vaya que tenía buenos amigos! Y eso que hasta hace solo un mes y medio, no creía en eso que los demás seres humanos llamaban amistad. Y ahora hasta una preocupación no se borraba de su rostro, y no se borraría hasta que aquel estuviese bien desterrado en lo más profundo del infierno de donde lo sacó.

por **Joshua Maloney** Jue Nov 21, 2013 11:13 am

Segundos antes de la cuenta de tres, mi mente capta algunas voces. Aquellas tres personas están urdiendo un plan para atacar al espectro que ha ido recuperando su poder paulatinamente. No he escuchado mi nombre en ningún momento, por lo que puedo presumir que no cuentan con mi ayuda. Es mejor así, porque ni yo mismo sé de lo que puedo y no puedo ser capaz. Dos brujos y una vampira, bien podrían bastarse ellos mismos para hacerle frente a ése maldito ente destructor, que sólo habla de crear caos, destrucción, asesinatos. Un cambia formas que no sabe usar aún sus poderes bien podría ser una molestia más que ayuda, sin embargo… Por algo me estoy transformando en algo que jamás me ha ocurrido, lo presiento, aunque podría ser también mi instinto de supervivencia quien actúa por su cuenta para sacarme de aquél agujero en el cuál me he venido a meter. Siempre ha ocurrido así, transformarme, para escapar de los problemas, pero ésta noche no quiero… Todos estos días he venido negando algo muy obvio. Después de aquella cita en el café, me sorprendí pensando en aquel hombre de cabellos rubios. Algunas tardes, algunas noches, pero siempre le regalé un pensamiento, y soñé despierto. Soñé con volverlo a encontrar y ahora que el destino nos ha vuelto a juntar bajo motivos muy diferentes, el hecho de verle en peligro y el no volverle a ver – porque todo puede ocurrir – me mantiene anclado, dispuesto a hacer hasta lo imposible por sacarlo de ahí y a su hermana también , aquella de la que habló, ahora estoy seguro que se trata de ella. Aunque tengan poderes especiales, no dejan de ser humanos, y su cuerpo frágil tal cual, como el mío. Respecto a la vampira, creo que es lo suficientemente fuerte para lograr conservar su inmortalidad, porque ¿Cómo eliminar, como asesinar a alguien que ya está muerto? Desconozco muchas cosas del mundo en el cuál convivimos las criaturas sobrenaturales y aunque suene frío, es la verdad. Ella parece ser muy astuta e inteligente, lo percibo.

En mi mente he podido escuchar todo el plan: La idea es distraerlo, debilitarlo, su energía no es infinita… ¡Después de todo tiene un punto débil! ¿En verdad lo tenía? Una nueva onda expansiva hizo vibrar todos los alrededores, destrozando todo a su paso << - (Eris por la izquierda, ataca a distancia, Leonor por la derecha, intenta lanzarle algo, no te acerques, yo crearé una distracción por el frente. ¡Ahora!) >> Ya solo quedaba un flanco por cubrir, y eso era el aéreo. Algo en el cuál yo podía moverme como auténtico pez en el agua, de ésta manera, si el espectro decidía centrar su atención en mí, dejaría ambos flancos desprotegidos por estar mirando hacia el cielo y las dos mujeres darían lo mejor de sí, usando cada una sus mejores astucias de contraataque. Respecto a Lissander, bueno, yo solo podía pensar en que estaba haciendo lo correcto, confiando ciegamente en él, aun no sabiendo el por qué.

Entonces dejé de resistirme, dejando que la transformación siguiera su curso. De pronto el dolor del cuerpo cada que ocurría una transformación, dejo de existir. Me sentí engrandecido de tal manera, que cuando extendí mis brazos – ahora unas alas de gran envergadura que se mimetizan con el entorno – pude sentir una nueva forma de poder recorrer mi nuevo cuerpo. Ya no pisaba el suelo, sino había levantado el vuelvo, levantando una gran polvareda a mi paso. Mi visión periférica es perfecta, tan nítida, que puedo percibir hasta el más mínimo detalle. Nada, ningún movimiento por más insignificante que ésta sea, se escapa de me campo de visión. Ya mismo puedo ver al ser sobrenatural posado en el piso, jactándose de su poder revitalizado, a la vampira rubia, a la bruja y a Lissander. Doy un par de giros en el aire, y me lanzo en picada con tal rapidez, ¡que ni yo mismo puedo creerlo! El aire se cuela a través de mis plumas de tal manera que hacen un extraño silbido al ir acortando distancias… No dejaré que me ver hasta estar lo suficientemente cerca para ser un factor sorpresa. Es ahora cuando deberían atacarlo con todo su poder en todas direcciones, no importando lo que pase conmigo, aunque no pienso morir aún, no ésta noche… Quisiera posar mis garras en su cuerpo y desmembrarlo, aunque esto no sea masque un deseo, una simple utopía, nada puedo hacerle al espectro, salvo distraerle algunos segundos, que espero, sean suficientes para que Lissander lo regrese al mismísimo infierno del cual nunca debió de haber salido, o al menos intentarlo.

por **Eris Arcalucci** Vie Nov 29, 2013 10:13 pm

No quería morir. Definitivamente eso no estaba en sus planes de esa noche, por eso considero la posibilidad de hacer lo que decía, el conservar su vida y dejarlo que se vengara de la Iglesia Católica. Ella también los odiaba a fin de cuentas. Y si él quería sembrar el pánico en Paris, bien, ellos podrían ir a Alemania, se llevarían a Giselle con ellos, empezarían de cero otra vez y aprovecharían para conocer sobre sus raíces, al fin y al cabo ni si quiera se había encariñado tanto allí. Y no es que la joven Arcalucci sea egoísta, pero nadie la puede culpar por querer salvar su vida la de su hermano, y hasta de los desconocidos que los acompañaban. Pero claro, sabía que Lissander jamás dejaría que por su culpa toda la ciudad se viera envuelta en el caos y la destrucción, así que solo le quedaba pararse en posición defensiva junto a su hermano y suspirar aliviada al observar a la amiga de su hermano se encontraba bien y al parecer dispuesta a ayudarlos también.

-Yo creo que eso es un no- Comentó en un susurro, más para sí que para responderle a Asknhar. Inmediatamente después de eso oyó la voz en su cabeza de Lissander, no tenía claro como lo había logrado, pero una vez alertada se concentró en dirigir su energía para que de manera sincronizada se uniera con la de su hermano en ese hechizo que tanto le costo aprender y que ahora le salía tan fácilmente - ¡Arcalucci Schild! – su voz era potente sin llegar al grito, haciendo que a su orden la cúpula que combinaba los colores verde y azul de una manera hermosa, se formara sobre ellos brindándoles una firme protección de la onda que seguramente lo hubiese mandado a volar a todos, como el menor de los daños.

Mientras todo vibraba a su alrededor ella se dedicaba a observar su cúpula protectora, concentrada, tratando de no pensar en lo triste que sería morir así. No le gustaba el verde que aportaba la energía de su hermano “–Se ve mas bonita cuando es completamente azul-”. Suspiró y siguió las órdenes de su hermano, que al parecer tenia un plan, y no sonaba tan convincente como esperaba, pero como el que obedece no se equivoca no le quedaba de otra. Apenas se deshizo la barrera corrió hacia la izquierda donde le correspondía atacar; por su mente cruzó la idea de hacer sentir al espectro como en casa y lograr que el lugar ardiera como el infierno mismo, pero si lo hacía ponía en riesgo a todos y la idea era procurar salir vivos, no unirse a todos los muertos que yacían en aquel lugar.

– ¡Feuerball!- Juntó con el grito que brotó de su garganta, apareció también en sus manos, sin llegar a tocarlas, una especie de circulo envuelto en llamas crepitantes y ardientes que fue expulsado hacia adelante y que durante su recorrido parecía volverse un poco más grande para impactar contra el demonio que los amenazaba. Eris observaba con una sonrisa de orgullo el fuego que creaba y sus ojos brillaban reflejando las llamas en ellos, no importaba que usara un poco más de la energía necesaria para lograr que saliera de esta manera, ni que esto no le hiciera daño alguno al objeto su ataque. Crear fuego le hacia sentir bien y si este lograba destruir algo a su paso, se sentía mejor.

Confiaba también en que si ella lo hacía bien, seguramente la vampira también lo haría y su hermano lograría hacer lo que sea que se la haya ocurrido, sin embrago, llamo su atención el hecho de que un ave enorme que no había visto antes parecía dirigirse hasta Asknhar. “-¿Donde esta el instinto de supervivencia de ese pobre animalito?”- Su mente trajo ese pensamiento horrorizado, para luego ser sustituido por uno mas lógico –Un momento ¿De donde mierda salió esa ave?-

por **Leonor Daxmins** Dom Dic 01, 2013 3:36 pm

Los vivos, los muertos... siendo siempre invisible para todos, incluso para los que estaban reunidos ahí esa noche, pero como todo en la vida tiene sus vuelcos, ellos; quienes sin llegar a pensar que pudiera ser posible, terminaron dando pelea a uno de los mas brutales espectros que el nigromante pudo haber traído de vuelta a la tierra. Sin duda había estado consiente de eso, pero las ansias de creer ser capaz de controlar a la muerte, de jugar con ella como si se tratara de algo natural, dentro del distorsionado mundo al cual pertenecían, eso había sido un error garrafal.

Ciertamente la joven esperaba un plan mas seguro, mas detallado, o algo que demostrara que Lissander realmente estaba en lo correcto, pero no, solo recibió unas nerviosas idicaciones, planeadas en el momento, sin teoría ni nada similar, solo serían llevabas a la practica en ese momento.
- *Está echo...*- respondería al instante, luego de escuchar como el le pedía enlazarlos mentalmente a todos, y lo hizo tanto como los brujos, como con el joven que según ella creía se encontraba mas atrás. Ella se encargaría de leerlos y traspasar pensamientos al instante, su mente era el puente de conexión para quienes se encontraban ahí con la esperanza de salir con vida del campo santo.

Su cabeza asentía una y otra vez, recibiendo sus indicaciones, la síntesis que había creado acerca de la fuerza de su enemigo. Dentro de ella esperaba que estuviera en lo cierto, confiarse de algo así, sin obtener resultados positivos los haría retroceder bastante.
Su vista rápidamente abandono el rostro de Lissander, para posarse sobre el de Asknhar, quien como era de esperarse preparaba su siguiente ataque, uno muy similar a los anteriores, aunque ahora sería testigo del contraataque de ellos.
El cuerpo de la vampiresa se mantuvo junto a los suyos, mientras las palabras viajaban por su mente. Los hermanos crearían al protección necesaria, y fue así como una brillante cúpula azul-verdosa se formo sobre ellos, resistiendo sin mayores problemas la onda sónica enviada por el ente, le habían burlado.
Mientras la mas joven bromeaba sobre los colores, esto era algo que la hizo reír, incluso en la situación en la que se encontraban, ella aún pensaba discutir por algo así. Muy divertido.

Una sonrisa mas confiada, como no se había dado el lujo de formar hace algunos minutos, reapareció en su rostro, ahora sería cuando comenzarían a luchar codo a codo. Eris por la izquierda, ataca a distancia, Leonor por la derecha, intenta lanzarle algo, no te acerques, yo crearé una distracción por el frente. ¡Ahora! - el plan estaba sobre la mesa, y era momento que todos hicieran su parte si deseaban hacerlo funcionar.

Leonor correría a una velocidad digna de su naturaleza por el costado derecho, mientras sus manos eran las encargadas de tomar lo que encontrara a su paso; troncos, grandes restos de mármol esparcidos, consecuencia del gran primer golpe de su rival. Todo lo que sirviera de distractor sería lanzado hacía el con gran potencia, esperando poder golpearlo, o simplemente hacerle voltear independiente si del lado de la Arcalucci o ella, ya que sería el brujo quien debía atacar el frente, siendo todo una complicada ilusión, aunque sorprendentemente parecía dar resultado, o al menos eso parecía hasta el momento.

De pronto un imponente aleteo llamó su atención, haciéndola observar el cielo por unos segundos, sus ojos se abrieron sorprendidos ante la escena, un ave de tamaño considerable se alzaba sobre sus cabezas.
- *Te decidiste a luchar, buena suerte...* - le hablaba al ave, reconociendo en ella al joven que había descubierto anteriormente, era su aura, la conexión que había enlazado con el también.
Era reconfortante sentir ese apoyo, el echo de salvarse a si mismos, hacía que terminaran salvando a quien metafóricamente tenían junto a ellos, era un circulo de protección que se brindaban todos mutuamente. Estaban juntos esa noche, y así mismo deseaban terminarlo.

por **Lissander C. Arcalucci** Lun Dic 09, 2013 10:02 pm

Asknhar Kironto:

Todo iba según el plan. Eris hacía gala de la majestuosa hechicería de fuego lanzando una bola creciente de llamas que iba a explotar en el fantasma, y todo acompañado de una lluvia de objetos a manos del brazo de su amiga la vampireza, que genial, podía sentir como fluía un equipo en ellos, como fluía química, y ahora… Ahora todo iba acompañado por una inmensa ave que abría sus hermosas alas de par en par, justo delante de aquella alma en pena, esa ave, esa aura, no pudo evitar sonreír, no pudo evitar sentir cierta calma, cierta paz, y cierta convicción porque ahora más que nunca debía sacarlos de allí con vida, ¡Era Joshua! Un cambiaformas, un poderoso cambiaformas que se había vuelto un ave gigante, un pigargo, en términos más científicos. Sus plumas cafés se veían brillantes a la luz de la luna, destacaban perfectamente entre los tonos negros y grises del cementerio, aparte, ese cuello adornado de blanco, bien estilizado le daban suavidad a esa ave, pero no podían guiarse por su belleza, porque las garras y el pico, hacían de ese animal un arma mortal, desgarrar y perforar eran sus principales cualidades, era una faceta poderosa aquella transformación del joven actor.

Lissander veía con una sonrisa todo aquello, porque todo resultaba genial, incluso aquella colisión había resultado bien, aunque el daño era irrelevante, sabía que recuperar su forma corpórea iba a gastarle energía, ese era el plan después de todo, debilitarlo, pues, aun siendo un fantasma, la energía no era eterna para nadie, la vida, si, por algo existían los sobrenaturales, ¿no? Para desafiar la muerte y la vida misma. De todos modos, aquella sonrisa que se formaba en su faz por la complicidad de esos sus compañeros fue destruida totalmente a raíz de algo que le tomó por sorpresa, un golpe de energía psíquica, ni siquiera pudo ver qué pasó con los demás, o si aquel fantasma de nombre Asknhar fue llevado por el ataque masivo, lo que ocurrió fue que recibió un golpe en el estomago que lo retiro unos cuatro metros hacia atrás, frenado por la fricción con la tierra porque ni siquiera una barrera le dio tiempo de hacer, el aire de sus pulmones había sido retirado producto del impacto y pronunciar una palabra no fue posible.

- Mal… dito… - Balbuceó desde el suelo aquel de ojos azules, usando su mano diestra para llevar su cuerpo de pie nuevamente, tragando bocanadas de aire de manera inevitable, sentía que aunque respirara normal, nada pudiese llenar el vacío en sus pulmones, ese era el efecto de golpear en el diafragma. De inmediato sus orbes se fueron hacia aquel espectro, frente a frente, cara a cara, allí lo tenía, pero… ¿Dónde estaban los demás? Volvió rápidamente hacia donde se supone debería estar Leonor, y yacía desmembrada en el suelo, su cuerpo hecho pedazos deformes en un charco de sangre, sus ojos cerrados, y junto a ella, un Joshua totalmente quebrado, piernas, brazos rotos y torcidos, su boca abierta era signo de que su alma no estaba en su cuerpo, y para completar, para agregar más a aquella sorpresa, su hermana… yacía en el suelo en el sentido contrario de donde estaban los otros dos, su cabello cubría su rostro, pero su estomago perforado fue suficiente indicativo de que aquel había logrado su objetivo.

Quiso articular alguna palabra, quiso decirle mil improperios, o dedicarle una maldición eterna, quería buscar un hechizo que se deshiciera de toda aquella ira y dolor que estaba sintiendo, pero no, no hizo más que bajar su cara y enfocar aquella consternada mirada a la tierra húmeda del campo santo, sus puños se cerraban impotentes y sentía como aquellas imágenes volvían una y otra vez a su imaginación, era incontrolable, todo lo que hacía era ver a sus amigos muertos. - ¿Crees que de verdad puedes torturarme? - Le pregunta en seco, con una voz resquebrajada que claramente reflejaba la mezcla de emociones que estaba emanando de él, y sobre todo, de aquella tormentosa escena. - Sabes bien que el único que puede detenerte soy yo… y sabes bien que puedo hacerlo… - Cambio de dirección a los ojos de la mismísima muerte que se postraba delante de él, tratando de ignorar lo que estaba a su alrededor. - Estas tentando a tu suerte, Asknhar Kironto… - Le diría con toda la rabia que era capaz de lanzar en sus palabras, sintiendo de momento como aquella energía oscura tomaba su ser nuevamente, cada fibra de su piel, cambiando el color de su aura notoriamente, cambiando de igual modo el trasfondo de esos ojos azules, volviéndolos dos poderosos hoyos negros. Aquel joven sabía que la nigromancia se hacía presente nuevamente, y no iba a detenerla. - ¡Detente en este momento! - Gritaría aquel que ahora alzaba su mano en dirección al fantasma, intentando manipularlo, pues, después de todo, aquella era su invocación y debía obedecer, debía tratar de imponerse aunque eso le costase la vida misma.

Ignoraba por completo que estaba hablando con una proyección del alma en pena, ignoraba que sus amigos estaban vivos metidos en una ilusión del mismísimo espectro, y de igual forma ignoraba lo que estos veían o le sucedía, estaba muy sumergido en dolor y la ira de la consecuencia de su error, estaba sumido en el control de la magia oscura, pues manejado por las emociones, es lo que sucedía, una pérdida total del control, lo que acarrearía una pérdida gigantesca de energía. - ¡Folgen Sie mir! - Le diría con fuerza, recitando un hechizo oscuro de manipulación espiritual para deshacer el control de aquel sobre la ilusión de todos, buscando así liberarlos de ese mundo en que los había sumido y de los efectos que causaba en ellos, la energía de Lissander habría arrastrado aquel muerto hasta desaparecerlo ante los ojos de todos, siendo tragado por la misma que brotaba del doctor, sin pensar que aquello había traído con ello una consecuencia gravísima…

por **Joshua Maloney** Lun Dic 16, 2013 11:07 pm

Caigo en picada, aun no sabiendo si lo que hago es correcto, porque sé mis limitantes. Poseo un pico y unas garras poderosas, pero ante un ser como aquél, no puedo hacer nada, salvo distraerlo en la medida de lo que sea posible. Observo a Leonor atacar por un flanco, a la hermana de Lissander por el otro y él… al frente. Prácticamente ya lo tengo en la mira, estoy a nada de atraparle con las garras en su forma corpórea, cuando inesperadamente una poderosa onda expansiva me envuelve haciéndome trastabillar, obligándome dar un par de vueltas en el aire perdiendo el rumbo. Con esfuerzos logro recuperar el vuelo posándome sobre una rama cercana, que se arquea por el peso de mi cuerpo. Pero no importa, estoy centrado mi visión en ellos tres y a su vez en Asknhar Kironto, quien vuelve a regalarnos aquella carcajada cavernosa e infernal. Es claro que se está burlando de nosotros. Para él debemos ser unos pobres e insignificantes seres que no podemos compararnos con él ni con su poder. Lamentablemente es cierto. Hasta el momento todo ha sido en vano, todo… ¡No sé qué es lo que va a pasar, estoy desconcertado, indeciso! Y… Ahora no sé qué ocurre. Siento que alguna clase de poder quiere penetrar en mi mente, la siento querer taladrarme hasta el último rincón de mi cerebro, pero es como si una barrera invisible le impidiera apoderarse de mi voluntad, no así de ellos tres. Los veo fijar su vista hacia un punto inexistente, sus rostros convertirse en un rictus de dolor, para terminar quebrándose completamente por el desasosiego y la incredulidad. Sus auras han cambiado de color, se ven apagadas, casi imperceptibles. ¿Qué cosa sucede? ¿Por qué Leonor y Eris no siguen luchando? ¡¿POR QUÉ?! El único que observo que trata de incorporarse del suelo es a Lissander, quien con mucho esfuerzo logra ponerse de pie para continuar con su lucha incansable por hacerle frente al espectro, que cada vez va cobrando más y más fuerza. Parece indestructible. ¿Cómo puedes eliminar, o desaparecer de la faz de la tierra, a alguien que ya está muerto? ¿Qué no forma parte de nuestro mundo terrenal?

Levantando el vuelo nuevamente, me aproximo con velocidad hacia ambos. No sé qué es lo que tenga en mente, pero estoy dudando seriamente en que salga con bien de la contienda. Su aura también presenta muchos cambios de tonalidades, y no debo ser un erudito en el tema para comprender que esos chispazos de colores en constante movimiento, vaticinan una calamidad. Quisiera ayudarle, hacer más por él, pero por más que me duela, debo comprender que sólo seré un estorbo. Lo que necesito es apoyar a Leonor y a Eris a salir de esa especia de trance en el cuál han caído. Cierro los ojos y me concentro para salir de aquella transformación y volverme humano. Para mala fortuna mía, la transformación lleva consigo el que mi cuerpo carezca de cualquier tipo de prenda de vestir. ¡No puedo presentarme ante ellas de ésta manera! Y el tiempo apremia. Los segundos son vitales ¡Debo darme prisa! A lo lejos sigo escuchando la voz de Lissander, retando al ser de ultratumba, con aquella voz gruesa y temeraria, mientras yo corro desesperadamente a buscar algo que ponerme encima. Con mucho esfuerzo, logro divisar lo que queda de mi pantalón. Está rasgado en varias partes, pero lo suficientemente aceptable para cubrirme.

Utilizo toda la velocidad que me es imposible importando mucho o poco el que mis pies estén descalzos. Asknhar Kironto está lo suficientemente concentrado en el siguiente movimiento de Lissander, como para reparar en mi presencia. He logrado llegar hasta Leonor, llamándole por su nombre y a su vez tomándole de la mano, e intento compartir mi visión remota con ella para que vea la realidad de las cosas, que salga de aquel trance en la que le ha sumido el espectro. Le muestro imágenes de Lissander y lo malo que está a punto de ocurrir, puedo presentirlo. Suelto su mano con rapidez sin cerciorarme de que me idea haya rendido fruto, para ir al encuentro de Eris para realizar exactamente lo mismo que acabo de hacer con la vampira, esperando con todas mis fuerzas que sea lo suficiente fuerte mi visión, como para hacerles recobrar sus cinco sentidos. Pero de pronto:

- ¡Folgen Sie mir!

¡Qué maldita cosa ha hecho Lissander! Sí, ¡Qué maldita cosa! ¡Odio no saber qué es lo que sucede y odio sentirme inútil. Simplemente me he quedado ahí, paralizado viendo lo que está ocurriendo, arrodillado, y con los brazos sueltos a mi costado, como si estuviese derrotado, con los ojos lo suficientemente abiertos, observando con horror aquella escena sacada de alguna novela de terror.

por **Eris Arcalucci** Dom Dic 22, 2013 9:28 pm

Para la pequeña bruja, esto era inútil, el plan de Lissander no estaba funcionando. Aun retumbaba en sus oídos el estruendo que causó el choque de todos los ataques a la vez. Asknhar se había vuelto incorpóreo y ellos seguían haciendo gastos de energía innecesarios. Llegados a este punto la desesperación y la frustración llegaban a ella, no tenían un plan que funcionara, ni el poder suficiente y empezaba a creer que ni si quiera tenían los conocimientos necesarios para enfrentar todo el poder de este demonio. -¿Ahora que se supone que haremos?- preguntó al aire, sin esperar realmente que alguno lo oyera. Observando a todos sus compañeros de batalla, su hermano, la vampiresa y el ave extraña, por alguna razón esa ave no le parecía solo eso.

La risa del espectro taladraba su mente, haciendo que se tapara los oídos en un intento infructuoso de dejar de escucharlo, toda su piel se erizó y sus ojos se cerraron fuertemente, la imagen en conjunto era como de un niño que no quiere oír lo que le asusta. Y quizás la comparación no era muy lejana a la realidad de Eris. Su fobia con cosas relacionadas con la muerte se veía probada una vez más y aunque se había mantenido lo más centrada posible durante este tiempo, esa carcajada maligna logró descolocarla. Y la cereza del pastel fue esa única palabra, casi susurrada en su oído junto a la aparición de su oponente frente a ella, demasiado cerca, para que pudiera salir de su asombro y se liberara del pánico que la apresaba. Volvió a cerrar los ojos y mantuvo sus manos cubriendo sus oídos justo cuando el golpe de energía psíquica la envió lejos, unos dos o tres metros, quizás.

Sentía el dolor en varias partes de su cuerpo, incluso también sintió un liquido correr por su brazo, que reconoció como su propia sangre. Todo daba vueltas y sin embargo intento colocarse de rodillas buscando a alguno de sus compañeros, en realidad, a Lissander mas que a ninguno, pero no vio a nadie más que a Asknhar, era increíble como su imagen encajaba perfectamente con lo oscuro y tétrico del cementerio, como si fuera tan parte de este como las tumbas a su alrededor. La joven Arcalucci estaba al borde del colapso y empezaría gritar desesperada -¿Lissander? ¿Lissander, donde estas? ¡Ayúdame!- se sentía desprotegida y acabada. Intento ponerse en pie y en posición de defensa frente al ser que aparecía frente a ella con la poca determinación que le quedaba, pero todo rastro de valor o cosa parecida se fue cuando llegaron las palabras de esté. Tenia toda la razón, si todos juntos no pudieron hacer el menor daño ¿Qué esperanzas podría tener ella?

-¡Aléjate!- Fue una suplica no planeada que solo broto de sus labios. Empezaba a enloquecer, muchos Asknhar, replicas muy reales de él la rodeaban con su risa cínica con la maldad impregnada, atormentándola, haciéndola llorar. Se sentía perturbada. No tenía a donde correr. -¡Aléjense!- Esta vez grito con todas sus fuerzas. Intentó hacer una barrera, pero estaba demasiado fuera de sí para lograr levantar por completo la cúpula. Solo logró un pequeño y poco resistente escudo de azul casi transparente, que se formó frente a ella y calló roto en pedazos cuando uno de los Asknhar a su alrededor la toco por la espalda. Sus ojos se abrieron de forma exagerada, su garganta dejo escapar el grito más agudo que pudo y todo su ser se estremeció. Temblaba, lloraba y en su mente clamaba porque solo fuera un sueño. La segunda vez que una mano del espectro la tocó, en un intento asqueroso y aterrador de caricia en el brazo, calló entre sollozos lamentos inentendibles, queriendo alejarse, esquivándolo sin éxito y cerrando los ojos y sintiéndose asqueada. Ya solo lloraba y rogaba en susurros –¡Aléjate! ¡Aléjate!- . En algún momento, abrió los ojos de golpe y levanto la vista del suelo para encontrarse cara a cara con quien la atormentaba, su sonrisa asquerosa y triunfal. El tacto de otra persona y una visión extraña en su mente, como la que había experimentado con la vampiresa en un principio, donde vio a su hermano en pie y enfrentando a ese horrible ser fue lo que logro sacarla de la ilusión en la que estaba sumida. Luego sus ojos se cerraron con fuerza nuevamente y otro estremecimiento recorrió el cuerpo de la muchacha.

De pronto en medio de tambaleos y movimientos extraños, el cuerpo de Eris estaba de nuevo en pie, aunque sin equilibrio y estaba abriendo sus ojos otra vez, observando su alrededor como si lo viera por primera vez. Toda la expresión de su rostro estaba contorsionada de una manera extraña. Su mirada, sus brillantes ojos azules se habían transformado en una cosa oscura y con un brillo diferente, casi aterrador. Cuando se fijo en el joven que ahora se encontraba a su lado y le llamaba por su nombre, una sonrisa, que solo podría describirse como perturbadora, apareció, para posteriormente con pesadez levantar su brazo derecho y de manera violenta lanzar un golpe hacia el cambiaformas, con la intensión de enviarlo muchos metros lejos de lograr el impacto y con más fuerza de la que debería tener su pequeño cuerpo. Pero lo inexplicable fue el hecho de que de su boca brotaron a la vez dos voces: una aguda, femenina y desesperada perteneciente a la dueña de ese cuerpo, y otra era la carcajada espectral de quien en vida fuera uno de los brujos más temidos. La primera gritaba un “no” desgarrador ante el acto realizado por su cuerpo. La segunda solo reía de aquella forma que aturde y descoloca a cualquiera, esa carcajada llena de satisfacción y diversión por lo que había hecho.

Ya no estaba solo Eris, ahora alguien más habitaba dentro de ella. Internamente el alma de la bruja hacía todo cuanto podía por tomar el control y expulsar al intruso. Mientras la otra alma se dedicaba a hurgar todos los rincones oscuros, secretos, deseos y pensamientos de la chica, sin ninguna intención de ceder a la orden del alma residente.

-Hola, brujito. ¿Qué se siente no tener el control de todo? ¿Qué tal el no ser perfecto en algo?- De nuevo salían dos voces del mismo cuerpo. Y con su mirada recorrió el lugar en busca de algo, o alguien -¿Ya están de pie tus amigos: la vampira loca y el ave cobarde?- La sonrisa de sádica en aquel rostro era algo difícil de asumir. –Al parecer alguien aquí adentro tiene deseos de hacer arder todo, será divertido ayudarle-.

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