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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Norah R. van Österreich Sáb Nov 02, 2013 12:08 am

Soltó la taza de té con la más perfecta expresión de tedio que supo dibujar. Cada mañana era idéntica a la anterior, y ésta, a la anterior, y así se sucedían los días hasta remontarse a su más tierna infancia. Siempre el mismo té, las mismas pastas y la misma sirvienta que traía ambas cosas... De pronto recordó por qué se había marchado de aquella mansión. Fingir ser una familia sin fisuras nunca se le había dado demasiado bien. No porque no fuera buena mentirosa, que podrían darle un premio al respecto, sino porque no le interesaba en absoluto mentir en ese aspecto. Prefería hacerle la vida imposible a la mantenida que había engatusado a su padre para casarse con él, seguramente pensando que toda su fortuna iría a para a sus manos una vez éste falleciera. ¡Já! No podía ser más estúpida si realmente se lo creía. Norah podía ser muchas cosas, pero no era alguien muy dado a improvisar, y ya había pensado en eso. Lo tenía todo planeado. Cuando su padre muriera, la herencia iría a parar íntegramente a sus bonitas y cuidadas manos. Ella se llevaría una encantadora patada en el trasero, que ella misma le encargaría a uno de sus sirvientes, a fin de no mancharse sus preciosos zapatos nuevos.

Se levantó de la mesa sin decir nada y se dirigió al despacho de su ocupado padre, a fin de despedirse. Todo cuanto se respiraba en aquella casa era paz y tranquilidad... Y un eterno aburrimiento. ¿Nunca se cansaban de ser tan hipócritas? Ni él ni su madrastra deseaban verla nunca, pues su simple presencia suponía un incordio y un fastidio para todos sus planes. Y si ella ya lo sabía, ¿qué sentido tenía hacer ver lo contrario? Si precisamente ella acudía a aquellas "reuniones familiares" solamente por molestarles, tal era su aversión por la mujer a la que siempre vería como una farsante. Una pobre que se había hecho rica por haber abierto las piernas a un hombre que le doblaba la edad, quedándose embarazada en pocos meses. Tras todo aquel tiempo, cuando se acordaba de la primera vez que la vio, una punzada de rencor le sobrevenía. La habían cambiado por una antigua cortesana. ¿Cómo debía tomárselo? Siendo como era, poco menos que una arpía repleta de malas intenciones, la respuesta era más que evidente.

Ordenó a los sirvientes a que la llevaran al centro de París, desde donde ya decidiría cuál sería su próximo destino. Era una mujer inquieta y propensa al hastío, así que era incapaz de quedarse sin hacer nada durante demasiado tiempo seguido. Y así fue como llegó a las puertas del museo. No es que fuese uno de sus destinos favoritos, pero hacía frío y había empezado a llover, así que dedicaría las siguientes horas de su día a pasear entre lienzos de todo tipo, buscándoles un significado más extraño a cada cual. Siempre le divertía pensar como si fuese un artista que necesitaba ponerle nombre a su última obra, aunque a veces resultaba incluso más retorcida que cualquier creativo en estado de embriaguez. Su mente era un hervidero de ideas abstractas y sangrientas, en contraposición con su semblante, que siempre lucía con una sonrisa falsa aunque perceptiblemente inocente... Aunque no hubiese ni un ápice de inocencia pululando en su interior.


Última edición por Norah R. van Österreich el Lun Nov 18, 2013 12:18 am, editado 1 vez
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Mensaje por Kurt Callahan Dom Nov 03, 2013 10:42 am

Aun estaba recostado en la cama cuando el sol de medio día entro por la ventana de mi habitación.
Ante mi tenía una libreta en blanco y un lápiz de carboncillo ensuciándome las manos. Llevaba días sin ideas, sin inspiración. Estaba seco.

No me gustaban los días como esos, me hacían sentir inútil.  Cansado de intentarlo deje esos utensilios sobre mi mesilla de noche, salí de la habitación y camine por el pasillo hacia la habitación donde se encontraba la ducha.

En mi camino me encontré con alguna de las chicas del burdel, las cuales me dieron los buenos días con un beso en la mejilla haciéndome  sentir como aquel niño que se crio entre caricias y mimos.

La ducha fue rápida y fría, no tarde demasiado en vestirme, utilice aquel traje que me habían regalado por mi cumpleaños y me peine echándome todo el cabello hacia atrás. Ya sabía dónde iba y tendría que ir presentable para que me dejasen entrar.

Hacía rato que Paris había despertado, las calles se impregnaban de los olores a comida de los hogares y al intenso olor de la carne y fruta del mercado. Robe una manzana de mi puesto favorito y camine por el resto de la ciudad intentando que mi aspecto no se viera afectado por el polvo y la prisa.

Por fin llegue al lugar que siempre le ofrecía alimento a mi imaginación, el lugar donde reposaban las ideas plasmadas de unos cuantos genios que se dejaron llevar por la locura.
Puse un pie sobre el rico mármol de la entrada del Louvre y me sentí diferente, me sentí capaz de crear algo inmenso, si ellos habían podido yo también lo haría.

Acogido por las frías paredes de aquel santuario me encamine en busca de respuestas, de imágenes y de musas.

Camine por los pasillos observando retratos de reyes y princesas…no...no era lo que buscaba, quería algo distinto algo como..

-¡Sí, eso mismo!- Lo dije en voz alta sin darme cuenta y camine emocionando ante el enorme cuadro que ocupaba casi una pared entera. Era complejo y cargado, había demasiado hacia lo que mirar, imágenes de escenas que no comprendía y que por supuesto desconocía, salvo la del centro, la que dominaba todo el cuadro.

Mire a mi alrededor, no había mucha gente así que me senté en el suelo y comencé a contemplar.
- “La boda de Cana”- leí en voz alta y mire había la parte superior izquierda y fui bajando por las columnas que enmarcaban el cuadro, fui observando a cada personaje sentado en la mesa, preguntándome quienes serian, qué harían en las bodas de Cana, quien era Cana. ¿Se casaría por amor? ¿Interés? ¿Venganza? ¿Habría una conspiración detrás de esa escena? Y aunque hubiese conocido las respuestas a esas preguntas me las seguiría haciendo porque lo único que tomaría prestado de ellos sería su apariencia y a partir de eso crearía un personaje propio, una historia propia y un final único…
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Mensaje por Norah R. van Österreich Lun Nov 18, 2013 12:17 am

Era curioso que alguien como ella se sintiese cómoda entre pinturas de genios enloquecidos por el paso del tiempo. Nunca había sido demasiado virtuosa con los pinceles ni las pinturas. Le hubiese agradado tener alguna facultad en ello, pero bastante era ya que cantase como los ángeles, siendo más retorcida que el mismísimo diablo. La extrañeza de que caminara por aquellos pasillos repletos de cuadros e imágenes coloridas y sin ningún sentido evidente, venía dada por aquella frialdad característica que siempre había poseído. Era una persona cruel, sarcástica, y sumamente lógica, nada dada a irse por las ramas o aportar dobles sentidos a su discurso. Tanto era así, que más de una vez llegó a pensar que no tenía absolutamente nada de sensibilidad artística. ¿Cómo alguien tan metódico y tan cerrado de mente podría hacer algo similar al arte? Era una noble en todos los sentidos de la palabra, pero sobre todo, en el mal sentido. Se consideraba superior, de la élite, y todo cuanto decía o hacía, pretendía claramente dejar por los suelos a todos aquellos que no pertenecían a su mismo estrato social. Claro que de la forma más sutil que sabía.

Aquello cambiaba cuando entonaba alguna canción. Todos la observaban maravillados, para agrandar la magnitud de su ego, que ya era enorme de por sí. Le gustaba ser el centro de atención, tenía que reconocerlo, y si la mejor forma que tenía para que todos le hiciesen la pelota de la forma más realista posible, era cantar durante horas... ¿acaso alguien iba a dudar de que se convirtiese en su actividad favorita? Y ahora se dedicaba a ello. A enseñar a personas que apenas si tenían un tercio de su talento, a cantar de forma más o menos agradable. Pero había más de uno -y de diez-, que ni dándole clases intensivas conseguiría nunca hacer una escala de forma correcta. Cuando recordaba este hecho, no se sentía tan fuera de lugar en el museo. Era inteligente, y aunque se dedicara a analizar los cuadros más que a embriagarse con su arte, podría interpretarlos con mucha mayor exactitud que cualquiera de lo guías que le habían ofrecido un tour.

Era conocida, y la halagaba que todo el mundo quisiera acercarse a ella con el propósito oculto de incluirse en su círculo de conocidos... Como si eso les fuese a otorgar a ellos un mínimo de su fortuna o atención. Si Norah no tenía amigos, era porque no le apetecía compartir la atención con nadie. Verse rodeada de mucha gente, aunque le hiciera la pelota, la hacía arriesgarse a que alguna de las miradas que debían ir dirigidas a ella, fuesen para los demás. Y eso era algo que nunca le había gustado. Era egoísta, y compartir no formaba parte de sus atributos. Le importaba bastante poco que medio París -si no más- se estuviese muriendo de hambre, si eso significaba que ella sería más rica cada vez. Era la ley del más fuerte, y ella siempre había sido una de las más poderosas. No lo cambiaría por nada.

- Curiosa elección... ¿Sois religioso, Monsieur? Porque habéis escogido un cuadro demasiado simbólico. ¿Qué es lo que os ha llamado la atención de las Bodas...? ¿El que haya tantísima gente mezclada sin ton ni son, o que en ella se produjese uno de los milagros de Jesucristo? -Se aproximó al muchacho que acababa de sentarse en el suelo con una media sonrisa, inmiscuyéndose en la conversación que parecía estar teniendo consigo mismo. Observó la pintura con el ceño levemente fruncido. Era un cuadro demasiado detallado para incluir a tantos personajes. Ella nunca había sido demasiado religiosa -dada su fortuna, se lo podía permitir-, pero encontraba curioso -por no decir, divertido-, el simbolismo que los creyentes incluían en sus manifestaciones artísticas... Como si porque pintasen un cuadro más o menos bonito de Jesucristo, fuera más cierto que existiese. Aún así, disfrutaba de aquellas pinturas como la que más, buscándole un sentido lógico que no siempre encontraba. En ese caso, había leído bastante de la obra, de modo que le sorprendió que alguien bien vestido se parase frente a él. Si bien era cierto que muchos nobles eran creyentes, los ricos más jóvenes, como ella que apenas acababa de cumplir los veintidós, no confiaban en la religión enseñada por sus padres. El muchacho iba bien vestido, así que ni dudó de que se trataba de alguien de clase alta. Pero las apariencias engañan, ¿no?
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Mensaje por Kurt Callahan Lun Nov 25, 2013 10:56 am

Todos los colores que observaba se mezclaban en mi cabeza creando el escenario de una tragedia. Me sentía sumergido en una historia que poco a poco se iba creando dentro de mí, un camino distinto de un hecho ocurrido ya.

Una voz suave y melódica se dirigió a mí con una serie de preguntas, estaba tan ensimismado que simplemente las interprete con las interrogantes de uno de los personajes del cuadro.

-No, no es que sea particularmente religioso-Sonreí de lado.- Lo que me ha llamado la atención ha sido el caos de un hecho que ha podido ser determinante para la vida de los protagonistas. - Mire hacia el lugar del que provenía la voz y la vi.

Una joven de finas facciones envuelta en telas de texturas perfectas creando a través de su forma las curvas sensuales de una mujer. Me quede absorto unos segundos disfrutando de su belleza.

Me aclare la garganta y me puse en pie colocándome la chaqueta del traje para intentar dar una mejor impresión que la de un chiflado que habla con los cuadros.

Hice una pequeña reverencia presentándome como el “señor” Callahan, me di cuenta que debía interpretar un papel de noble o de al menos de burgués rico ante ella. Tenía el indudable aspecto de una señorita de buena familia y en su mirada altiva comprendí la importancia que le daba a aquel hecho.

-Si no es mucha impertinencia... ¿puedo preguntarle su opinión sobre una duda que me atrapa?- Me acerque colocándome junto a ella, su aroma enseguida llego a mi conquistándome. Con voz suave y baja pregunte:- ¿Creéis que fue por amor? O simplemente fue… ¿una estrategia política? ¿Qué opináis de ese hombre que se esconde tras estos pilares?- dije señalando en el cuadro el lugar al que me refería- ¿es posible que planee el asesinato del novio por haberle arrebatado al amor de su vida? Una joven hermosa que se enamoro de algo menos que un criado y se ve obligada a desposarse con un hombre cruel para que su padre pueda conseguir apoyo militar en una guerra sangrienta bastante lucrativa…-Ahora hablaba para mi, exponiendo mis ideas- No…eso está muy visto…que tal si…decimos que él se casa con ella por un chantaje, esa mujer que esconde tras su hermosa figura a un ser oscuro sediento de poder y manipulador lo chantajea para obtener su propio beneficio…- Guarde silencio unos segundos y después me reí entre dientes.

Me aleje un poco de la joven rompiendo el espacio vital que habíamos compartido por un momento. - Le pido perdón señorita, solo son los desvaríos de una mente sobre estimulada por las imágenes de esta obra.

La mire de arriba abajo intentando guardar esa imagen para mi, quizá después de haber escuchado todas mis sandeces decidiera marcharse lo más lejos posible y no me cabía duda de que no volvería a verla si eso pasaba.

-¿Puedo preguntarle su nombre?- Ese fue mi pequeño intento para que se quedase.
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Mensaje por Norah R. van Österreich Vie Ene 03, 2014 11:37 am

Escuchó atentamente las palabras que aquel joven desconocido iba dedicándole de forma desordenada. Parecía un genio loco, tal y como aquellos ya fallecidos, cuyas obras adornaban las ornamentadas paredes de aquel edificio tan famoso y visitado. Y quizá lo fuera, quien sabe... Después de todo, y pese a ser asidua de los festejos de la clase alta en la ciudad de París, últimamente había pasado más tiempo dando recitales y conciertos que acudiendo a los bailes a los que había sido invitada. Las cartas se amontonaban en su polvoriento escritorio de roble, condenadas a ser pasto de las llamas por la sirvienta que aquella misma tarde iría a limpiarlas. El hecho era que no le conocía, pero de repente, su forma de hablar y su extraña manera de actuar, le resultó de lo más gentil y caballeresca, como si se hubiese quedado anclado en siglos anteriores. ¿Sería un bohemio? ¿Un pintor? ¿Un creativo? ¡Oh, había tantas posibilidades, y resultaban ser todas tan increíbles, que no sabría por cuál decidirse! Se acercó levemente al cuadro, observando con más detenimiento cada una de las figuras que habían sido reflejadas en él con majestuosa exactitud.

Tratándose de un cuadro religioso, la importancia recaía indudablemente en las figuras que ocupaban la mitad del cuadro: Jesucristo, la Virgen María y sus apóstoles, mientras que el autor había relegado a un segundo plano el motivo de la escena, el enlace de una pareja de amantes que, tras muchas dificultades, consiguieron unirse en matrimonio. En cuanto al por qué de su enlace, aunque en el cuadro no quedaba reflejado el amor de los dos muchachos, no le cabía la menor duda de que había sido un enlace basado enteramente en ese puro -y maldito- sentimiento. A ella le parecía más interesante imaginar qué ocurriría después de la boda. ¿Habría muerto la esposa tras dar a luz a su primer hijo? ¿El marido se abandonaría al amor de otras amantes, olvidándose de la belleza de la mujer con que prometió pasar el resto de sus días? ¿O realmente serían felices para siempre, como a todos prometían sin dar garantía alguna de este hecho? En su caso, su madre había perdido la vida, y su padre le entregó un corazón que sobre su tumba juró que siempre le pertenecería, a una mujer muchísimos años más joven que él. Estaba claro que su criterio acerca del matrimonio distaría mucho de ser un "felices para siempre"... Pero no era eso lo que le había preguntado.

El Señor Callahan, como se presentó ante ella haciendo gala de una galantería envidiable, había resultado ser un auténtico soñador. ¿Cómo podrían habérsele ocurrido tantas interpretaciones y tan dispares acerca de un simple enlace de matrimonio? Lo más lógico era pensar en un amor puro y verdadero, que hubiese hecho frente a todas las desigualdades presentes en un inicio. Aunque, lo cierto era que los matrimonios que más abundaban eran aquellos en los que la novia era poco menos que obligada a casarse con el que ofreciese la mayor cantidad de dinero o joyas a la familia. - No es ninguna impertinencia, Monsieur, aunque creo que vos habéis demostrado tener más imaginación que yo al respecto... Creo que únicamente podría remitirme a mi experiencia personal con los enlaces matrimoniales, o a la verdadera historia oculta tras el cuadro... Y lo cierto es que, contra todo pronóstico, había amor en ese matrimonio. Si bien es cierto que el marido era mucho mayor, hasta ahora eso viene siendo lo normal, resultando extraño que la mujer se case siendo una adulta... Por otra parte, lo importante del cuadro es que fue ese el primer momento en que Jesús realizó sus milagros... -Dio una pequeña vuelta alrededor del muchacho, para luego sonreírle. -Quizá quien se asoma tras el muro, sea un posible espectador del enlace, que no había sido invitado, pero que luego hablaría como si sí lo hubiese sido.

Tras encogerse de hombros, volvió a negar con la cabeza. Resultaba bastante agradable tener a una persona de semejantes características cerca de uno, pero que se disculpase tan seguido comenzaba a resultarle de lo más absurdo. ¡Ni que hubiese hecho nada malo! - Mi nombre es Norah van Österreich, Monsieur, y os aseguro que no hay nada por lo que debáis disculparos. Hacía mucho que no mantenía una conversación tan interesante con un amante del arte tan... pintoresco como usted. No es que sea muy asidua en lugares como este, pero me alegro de haber venido. -Tras hacer una reverencia, se acercó aún más al cuadro, adoptando la antinatural postura que había adoptado la novia en el mismo, con la esperanza de que el hombre se sintiese más cercano a ella. Los formalismos entre iguales dejaban de tener sentido pasado un tiempo, ¿no? Resultaban de lo más aburridos.
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Mensaje por Kurt Callahan Miér Ene 15, 2014 1:11 pm

Escuche atento la explicación con mi mano acariciándome la barbilla y sin apartar la mirada de la pintura, sopesando las palabras de la joven que me acompañaba, parecía saber realmente el propósito del cuadro, algo que sin duda yo desconocía totalmente. Amor…el sentimiento universal que traspasa tiempo y espacio, la fuente inagotable de los artistas y el calvario de muchos. Reflexione, el primer milagro de Jesucristo, sin duda era un tema para hacer un cuadro de semejantes proporciones pero…aun así no me resultaba más atractiva que una de mis historias, sin drama, sin misterio, sin conspiraciones internas! No..no me satisfacía del todo. Sabia más bien poco sobre Dios, pero tenía claro que según sus normas acabaría de cabeza en el infierno, tampoco era algo que me quitase el sueño en realidad.

-Ummm creo que sigo prefiriendo mis teorías para este cuadro, es cierto que un milagro pone un toque especial a una historia pero..todo lo demás me resulta muy..- Hice gestos con la mano para intentar explicar lo vacio que me resultaba- Insulso…

La mire cuando por fin me dijo su nombre y de una sutil forma me hizo ver que pedía perdón demasiado, no pude evitar sonreír, nunca había estado metido en su mundo, lo poco que sabía de él era lo que aprendí a interpretar de reyes de mundos lejanos, príncipes usurpadores de tronos o nobles caballeros que intentaban ganarse el corazón de su amada. Por supuesto se trataba de ficción que seguramente exageraba la realidad. Decidí relajarme y no pretender sobreactuar “ya estas mayorcito para esos errores de principiante Callahan” me recordé infundiéndome confianza.
En cuando deje de hablar conmigo mismo volví a la realidad para encontrarme con Nora en una postura que simulaba a una de las protagonistas del cuadro, me reí entre dientes.

-Puede que al final acabe poniéndose celosa de vos, vuestra belleza le hace sombra sin duda- dije refiriéndome a la imagen del cuadro que imitaba y con total sinceridad. me puse a caminar despacio por la sala, no era muy grande – Veo que conocéis muy bien estas obras, he de ser sincero, no vengo mucho por aquí y cuando lo hago es para inspiración propia, puro egoísmo, nunca he tenido mayor conocimiento sobre lo que estas paredes guardan que lo que mi mente decide inventarse y al parecer no suelo acertar demasiado- solté una pequeña risa.-¿ Me acompañaríais para corregir más de mis errores? –Me quede frente a ella a unos cuantos metros de distancia, me había alejado más de lo que pretendía- Prometo ser un alumno aplicado y obediente- me puse una mano en el corazón y sonreí de lado

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Mensaje por Norah R. van Österreich Dom Feb 16, 2014 10:10 pm

Escrutó cada una de las emociones que iban apareciendo en el rostro del joven con una media sonrisa. Era tan evidente que no estaba conforme con su explicación simplista del cuadro, que no podía evitar sentirse tentada de idear dramas exagerados que satisficieran su aparentemente incansable deseo de saber más. Era tan transparente como un libro abierto y eso, lejos de disgustarle, le pareció un rasgo bastante bueno. La gente falsa le daba arcadas, en parte porque ella misma era una fantástica mentirosa y cazaba las máscaras que otros se empeñaban en ponerse al vuelo. No por menos la llamaban, muy acertadamente, arpía. A Norah le gustaba tener siempre la situación bajo control. Y falsear la realidad a fin de ponerlo todo de su parte era una de aquellas cosas que realizaba varias veces al día. La capacidad de manipular a otros era su característica más valiosa, y su arma más eficaz... Quizá por eso estar en compañía de alguien que, además de loco, parecía sincero, comenzaba a resultarle de lo más agradable. No necesitaba fingir ser nada. Y nadie podía imaginarse lo descansada que eso le hacía sentirse.

- Sin duda tenéis razón. Lo bueno de los cuadros, en general, suele ser que su significado está sujeto a las interpretaciones subjetivas de quienes lo admiran. Por eso no me gustan los cuadros religiosos... Porque detrás de cada posible interpretación se esconde una verdad en la que, particularmente yo, nunca he creído. Sí, es sumamente aburrido. Están vacíos. Y el arte vacío deja de ser arte, ¿no creéis? -La joven comenzó a imitar a cada uno de los personajes del cuadro, adoptando diferentes posturas, a cada cual más extraña que la anterior. Lo único que no podía borrar era esa sonrisa de calma en sus labios. Tal vez no hubiera sido tan mala idea ir al museo después de todo. De pronto, una mujer se acercó a ambos con cara de pocos amigos, y les pidió de forma seca que bajaran la voz o que abandonaran la sala. Sentadas en un banco en el otro extremo se hallaban tres monjas, que se giraron a la vez para mirarlos a ambos. Ahora ya sabía por qué se había atrevido aquella guía a dirigirles la palabra. Supuso que las blasfemias no sentaban demasiado bien a los que vivían de la Iglesia.

Sin pensárselo dos veces, tomó al joven de la mano y lo condujo sospechosamente cerca de las monjas, con un brillo pícaro en la mirada. Se situó frente a un cuadro de bastante tamaño que retrataba a una virgen llorando ante los pies de su hijo. Sin mostrar ni un ápice de sensibilidad, imitó la postura de la figura religiosa, no sin antes tirar del vestido un poco hacia abajo, descotándose de forma descarada. Su sonrisa se ensanchó aún más ante la mirada desencajada de las tres señoras, que comenzaron a murmurar por lo bajo. Fingió no darse cuenta para mirar de forma sugerente al muchacho. - ¿También luzco más hermosa que esta? -La mujer que antes les había advertido, volvió a acercarse a ambos, aunque esta vez su rostro lucía contraído por el enfado. - Lo cierto es que yo tampoco vengo mucho por aquí... Las obras románticas son sumamente interesantes, pero no puedo con la religión. -Su voz sonaba seductora, a la vez que tirante, evidenciando sus deseos de fastidiar. - Aún así, acepto haceros de guía por las obras del lugar. ¿El tour largo, o el corto? -Se aproximó a Kurt rápidamente, y rozando de forma coqueta el mentón ajeno con una de sus manos, volvió a agarrarle del brazo a fin de que ambos salieran de la sala antes de que llamaran a seguridad. Finalmente se volteó y guiñó el ojo a una de las monjas. Ojo por ojo.
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Mensaje por Kurt Callahan Sáb Feb 22, 2014 11:12 am

Me quede unos minutos en silencio tras su primer comentario…se expresaba de una forma tan correcta y elegante…y sin duda compartía por completo su opinión. El arte vacío deja de arte, el arte que no admite mas interpretaciones deja de ser arte. Sonríe ante sus palabras, había dado una persona muy interesante, al menos para mí.

Lo que vino a continuación me saco más de una risa, me estaba divirtiendo ¡aquella joven estaba más loca que yo! Se puso a imitar a varias figuras de otros cuadros, con una sonrisa de niña traviesa que le gustaba llamar la atención y yo estaba encantado de dársela.

Sin embargo no tardaron mucho en venir a aguarnos la fiesta. Una de las vigilantes del museo se acerco a nosotros pidiéndonos con amabilidad forzada que dejásemos de “molestar”, Norah, lejos de obedecer me tomo de la mano y me arrastro al otro extremo de la sala, no entendía muy bien porque hasta que vi a un grupo de monjas sentadas en un banco de madera mirando hacia un cuadro de María frente a la cruz. Mi expresión lo decía todo, movía la cabeza en negativa con una sonrisa de incredulidad ¿realmente iba a hacerlo? Si era así no pensaba perdérmelo. Me senté el banco junto a las monjas, apoye mi espalda contra el respaldo y la observe con detenimiento, cada curva de su cuerpo sensual. La encarnación del pecado. Fue en lo único en que pensé, su voz sensual y su forma tan particular de blasfemar me hicieron sentir que estaba pecando con el simple hecho de mirarla. Nunca antes una mujer había conseguido provocar algo tan fuerte en mí. Al ser consciente de todo esto trague saliva y con hilo de voz conteste:- Mucho más hermosa…-Lo que para mí era una realidad aplastante precio ofender a mis compañeras de asiento, escuche un sonido de horror ante mi comentario, la más mayor no se cortó y me dijo en voz baja pero ardiente de ira “desvergonzado”.
Norah volvió a mí para huir juntos de los modales de la sociedad. La mire un segundo y sonreí- El largo, no teníais ni que preguntarlo.- Como para querer uno corto! Me lo estaba pasando muy bien.

Corrimos subiendo, bajando unas escaleras, atravesando largos pasillos con techos más impresionantes que los mismos cuadros colgados en las paredes. El suelo era algo resbaladizo por lo que muchas veces tuve la sensación de que iba a caerme de narices, incluso llegue a deslizarme en un par de ocasiones, no sabía muy bien a dónde íbamos pero ¿Qué más daba?
Pasamos por una de las salas de refilón pero fue suficiente para poder verla, una de las esculturas que siempre me habían llamado la atención.

-Esperad-Tome de la mano a Norah para que se detuviera- Solo un segundo…-La lleve conmigo a través de la sala, sorteando alguna que otra escultura blanquecina sin vida, hasta dejarla ante la que despertaba tanto interés en mi.
Me acerque y la señale - ¿Qué podéis contarme sobre esta?-Mire hacia el pequeño letrero metalizado en el que habían tallado el nombre de la figura- “Amor y psique”-¿Mitología? Había leído algunas historias pero no recordaba aquella en particular. Mire hacia la joven traviesa con una sonrisa de lado- ¿También va de amor?
Kurt Callahan
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