Lucius Grimm

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Lucius hace tiempo que dejó las emociones humanas guardadas en un rincón de su alma. 3000 años de existencia han hecho de él un ser frío que no se altera por nada de lo que ocurra a su alrededor. Es taciturno y tranquilo. Observador neutral de los eventos que la historia va mostrando ante él. No tiene rastro alguno de moral o ideales, el tiempo ha hecho que los olvide, esto le ha hecho un ser neutralmente cruel que no siente compasión alguna por sus víctimas -pero no creáis que disfruta destrozando, simplemente es ajeno al sufrimiento de los demás-. Aunque no le incomoda estar acompañado no suele ser una compañía muy activa dado que su personalidad es distante y su mente parece estar siempre en otro mundo o inmerso en todos los recuerdos de su vida. No teme la muerte y, en muchas ocasiones, la desea dado que la existencia ha dejado de tener sentido para él después de tanto tiempo. El origen de su personalidad es el enorme tedio al que se ve expuesto desde hace cientos de años y del que no consigue deshacerse hasta el punto de haberse convertido en una segunda piel en él. Ha olvidado lo que es divertirse de verdad y lo que es sentirse vivo; es decir, que las emociones le revuelvan y le obliguen a cometer actos imprudentes. Ha pasado a ser uno de esos vampiros que más que seres vivientes parecen estatuas de mármol ajenas a su alrededor.

Solo hay alguien capaz de sacarle de ese ensimismamiento en el que lleva siglos envuelto: Ophelia. La vampiresa es la única muestra de que posee emociones humanas bajo toda esa capa de abstracción y frialdad. Lleva 1852 años vigilando su seguridad y protegiéndola de factores externos que podrían acabar con ella. Esta es una gran muestra de que Lucius aprecia Ophelia y que, en realidad, la ama. Pese a llevar tantos años vigilándola nunca se ha hecho visible a los ojos de ella. Ophelia es capaz de desempolvar a ese ser romántico, detallista, aventurero y seductor ser que una vez fue. Todo lo relacionado con la vampiresa puede hacer saltar los resortes de sus emociones, sobretodo hacerle enfurecer si ella está en peligro. Es protector con ella como no lo es con nadie, ni siquiera consigo mismo. Hace siglos que no sonríe ni siente ilusión por nada.

Quizás Ophelia sea capaz de sacar la pasión, la ira, la vida al fin y al cabo del lugar donde la escondió hace siglos.

HISTORIA

Como toda historia que se precie... hay que empezar por el principio.

Acontece el año 1170 a.C en Grecia o, mejor dicho, lo que sería en un futuro Grecia. No se puede decir el día en el que nació pero si la estación. Otoño. Rozando el alba de un día más de Otoño una mujer finalmente consiguió dar a luz a su quinto hijo, llamándole Lucio. No fue su último hijo ni el último varón, tampoco sería el más guapo de todos sus hermanos pero sí uno de los que sobrevivió hasta edad adulta.

La infancia fue rápida y llena de pérdidas y bienvenidas de nuevos miembros a la familia. Trabajó en el campo, recolectando, plantando alimentos y criando animales que diesen comida a las bocas de su familia. Nadie era especial en aquella familia que en su mayor apogeo consiguió ser de once miembros, todos viviendo en una cabaña de piedra, madera, arcilla y paja. Con el paso de los días, Lucio se fue convirtiendo en un joven curioso, trabajador y que amaba la vida. No hay mucho que contar sobre su vida. Durante sus primeros veinte años vio morir a tres hermanos y dos hermanas pero también ayudó en el parto de cinco sobrinos.

No se puede decir el número ni el día pero sí que era Primavera cuando la conoció. El gran amor de su vida humana: Aini. No pasó mucho tiempo hasta que Lucio se casó con la joven griega. Ella era de piel más morena que la suya -como la mezcla de leche con un toque de chocolate- y tenía unos grandes ojos azules mar que le dejaron sin respiración nada mas verla. Ella tenía tres años menos con él y se casaron con diecisiete y veinte años. La granja de los padres de Lucio se había agrandado, creándose otras cabañas donde las familias de sus hermanos vivían con sus propios hijos. Un año después de casarse con Aini, Lucio fue padre por primera vez de un varón. Su vida transcurrió sin grandes contratiempos más allá de la muerte de sus padres, una sobrina y el marido de una de sus hermanas. A la edad de veintitrés años, Lucio y Aini volvieron a ser padres trayendo al mundo esta vez a una niña. La siguieron otra niña más dos años después y un niño dos años antes de que todo cambiara.

Era el año 1.200 a.C cuando la vida de Lucio cambió para depararle un destino mucho más largo que una simple vida mortal. Invierno. Las guerras no eran nada nuevo para la población pero la invasión de los dorios marcaron un antes y un después en la vida de Lucio. Las guerras llegaron a la puerta de su casa. Un grupo de soldados dorios atacaron la granja dejando una matanza tras ellos. Lucio junto con sus hermanos y sobrinos intentaron proteger a sus mujeres e hijos pero nada dio resultado, la muerte cayó sobre la familia como una plaga cruel. El primero en morir fue su hijo mayor, Attis. La rabia y furia que sintió en esos momentos nunca la ha vuelto a experimentar con tanta fuerza, el odio le cegó hasta el punto de que mató con sus propias manos a varios soldados y habría matado a todos de no ser porque no tenía formación alguna. Vio como violaban a sus hermanas, sobrinas y a su mujer -quién estaba embarazada de siete meses-. Él fue el último en permanecer vivo de entre todos. Fue testigo de la muerte de cada uno de los miembros de su familia.

Tal vez fuese por la ira, por el odio y la furia que le recorría por las venas junto con la más profunda tristeza de ver a sus hijos muertos en el suelo de barro pero Lucio fue el último en morir. Los soldados se mofaban de él con crueldad tan característica en la guerra. El cansancio estaba en sus músculos y apenas podía defenderse con efectividad. Cuando sintió el filo de la espada atravesando su estómago, Lucio supo que iba a morir y no quería otra cosa.

Si le preguntases sobre cómo se convirtió no sabría decírtelo con certeza ya que todo fue demasiado confuso. Él al borde de la muerte, tendido en el suelo mientras se desangraba lentamente. No recuerda muy bien como fue, solo recuerda que cuando despertó era de noche y todo parecía distinto. Apenas pudo prestar atención a la extraña figura que estaba a su lado. Solo era consciente de los muertos, de su familia pudriéndose al Sol. Su creador se presentó como Absir. Le había salvado de una muerte cruel y le había dado la inmortalidad, un don que no deseaba. Tras incinerar a toda su familia se marchó junto con su creador.

Aprendió a subsistir en su nueva naturaleza como vampiro y así pasaron los años. Al principio su naturaleza no le gustaba, en absoluto. Robar la sangre, asesinar a víctimas era algo que no le parecía bien ni apropiado pero sus sed de sangre era mayor. Su creador tras acompañarle durante varios cientos de años, le dejó a sus anchas y nunca más le ha vuelto a ver. Lucio decidió viajar, explorar los diferentes nuevos mundos y tras ver Persia y parte de Asia llegó a los territorios del Imperio Romano y allí ocurrió algo que cambió su vida como vampiro.

Año 53 a.C. Nunca pensó que volvería a enamorarse después de Aini pero tras 1147 años en solitario parecía que su corazón se había recompuesto lo suficiente como para albergar ese sentimiento hacia otra mujer. Y esa mujer fue Ophelia. La joven era preciosa y a él le pareció perfecta en su imperfección mortal. Después de tanto años su corazón latió –metafóricamente hablando- por ella. Parte de él volvió a ser como era y comenzó a rodearla de los detalles que era capaz de realizar. Puede que fuera amor pero también el deseo animal que todo vampiro siente al encontrar una víctima perfecta. Lucio se había vuelto más frío, más calculador y más cruel de lo que había sido en vida pero eso no impidió que emociones que creía muertas volviesen a la vida. Aún así deseaba a aquella humana y quería que se fuera con él, al fin del mundo si hacía falta.

No había tenido encuentro alguno con ella hasta que una noche mientras contaba historias en la calle… ella apareció entre la multitud. Atendía a sus palabras como si realmente las creyese y Lucio hizo lo que nunca antes había hecho: compartir sus recuerdos y vivencias con ella, menos su vida humana. Desde ese encuentro los regalos fueron mayores y la necesidad de que se fuese con él mayor. Así fue como una noche la pidió que se fuera con él pero no obtuvo respuesta alguna satisfactoria. Decidió, entonces que la vigilaría y protegería, y tuvo la ocasión de hacerlo tiempo después salvándola la vida y convirtiéndola en vampiresa. Nunca antes había convertido a nadie pero lo consiguió. La enseñó como sobrevivir y aceptar su nueva naturaleza.

Sin embargo los peligros acechaban a Lucio o Lucius, como se hacía llamar desde que había pisado Roma, y tuvo que irse para proteger a Ophelia. Tuvo que dejar atrás el Imperio Romano y huyó a Persia. Allí se escondió durante cerca de noventa años. Una vez el problema se solucionó con violencia y sangre decidió encontrar a Ophelia y así lo hizo pero no se presentó a su vista. No. Ella tenía una existencia creada sin él y parecía irla viento en popa por lo que decidió seguir con su propia existencia solitaria, entendiendo que el amor no era nada posible en su vida ya que estaba claro que Ophelia le odiaría.

Durante lo que queda de su historia fue siguiendo en silencio y secreto a su vástago protegiéndola y vigilándola mientras él cada día se volvía menos humanos, menos… menos lo que un día había sido.

Actualmente vive en Paris y pese a tener grandes fortunas acumuladas en lugares secretos, vive en una mansión parisina que compró en 1782 junto con sirvientes y completamente solo.

DATOS EXTRA

-Sabe de poesía y literatura, siendo muy bueno a la hora de crear poemas.
-Sabe dibujar como un auténtico genio y toca el piano.
-Excelente bailarín aunque no da muchas muestras de esta habilidad si puede evitarlo.
-Posee un anillo de oro con una piedra de color pardo que no tiene valor alguno solo sentimental: aquella piedra era del collar de su difunta mujer humana Aini.
-Tiene una cicatriz que le recorre de forma horizontal el estómago, allí donde le hirieron para matarlo justo antes de convertirse en vampiro.
-Se cambió el nombre de Lucio a Lucius al llegar al Imperio Romano para adecuarlo al latín, al conocer a Ophelia con dicho nombre no ha vuelto a cambiárselo jamás solo acompañándolo con diferentes apellidos adecuados a la época y el lugar.

gracias a αgusτınα• de sourcecode