Golpe inesperado || Darío Ciancimino

por **Giullianne** Dom Nov 03, 2013 6:50 pm

¿Qué tenía en mente?
¿Qué tenía en mano?
¿Qué tenía…en los pies?

Nada…de nada.

No tenía ninguna esperanza a la que poder aspirar en la vida. La matriarca decía que era como la tierra, arraigada a un sitio sin poder moverse del todo de un sitio. Miraba por la ventana algo somnolienta. Sin ningún motivo en particular, No tenía nada que hacer en el día. Parecía sumida en un sueño del cual no sabría despertar o del cual no iba a salir en muchas horas por lo aburrida que estaba si no era por la noche, si no estaba tirándose a algún cliente del cual sacar unas riquezas. Esas riquezas eran para ella, sabía que les serviría de algo, pero apenas le llegaba para final de mes, alquilaba un pequeño piso, con un baño y una habitación. Puede que tuviera una pequeña sala a la que llamaba salón, pero ni por asomo se acercaba a un salón.

Suspiro.

Se sentía sola, pero eso no era novedad en estos días de amores tan revueltos. Estaba pensando de repente en hacer algo productivo, en hacer los ejercicios que le mando su “mentor” y quien le enseñaba a leer y escribir, pero no se sentía con ánimos de hacer tal cosa. Podría tumbarse en la cama de su piso y dormir nuevamente hasta que la noche hiciera su aparición o simplemente probar a suicidarse nuevamente. Pensó que eso último le ayudaría a quitar todas sus penas, ya veía demasiadas veces su rostro aburrido frente al pequeño espejo del baño, con la poca higiene que tenía, se atrevía poco a entrar ahí.

Entonces, como si ella no lo quisiera, pidió auxilio a su subconsciente cuando se tumbó en la cama, intentando pensar en algo que pudiera servirla pero nada venía a su mente, solo personas con rostros pálidos, difuminadas y fantasmales. Tenía los ojos cerrados y parecía querer volver a abrirlos, solo que ahora no podía hacerlo. Simplemente estaba en su apartamento, un pequeño lugar en el que tenía pocas cosas y su única compañía que ella misma. Intento posicionarse de una manera u otra sobre la cama, pero todas le resultaba incomodas, paso la mano por su rostro y noto que estaba llorando. Abrió los ojos para encontrarse que estaba de verdad llorando, pensando en que todo era un brote de sensibilidad estúpida que no la dejaba en paz.

Pero para que engañarse. Estaba llorando. Estaba sola y sin nadie a quien recurrir ni a quien para buscar apoyo, para poder contar las nuevas que le pasaban cada noche en el burdel. Escucho de gente que parecía llamarla “bicho raro” gente del burdel, ignoraba tales comentarios, pero era evidente que interiormente se quedaban ahí, rondándole en la cabeza hasta llevarle a la locura, comenzar a romper cosas sin ton ni son solamente porque no se iban de su mente. Se acurruco hecha un ovillo en un rincón de la cama de su habitación. Desde su cuarto, se veía el reloj de la plaza central y marcaba las tres y cuarto de la tarde.

15:15pm
Plaza Central, París

-¡EH! ¡DAME ESO!-Grito un infante que pedía de vuelta su mochila escolar.
-¡VAMOS VE A POR EL! –Otro niño, quizás un muchacho de barrio pobre se burlaba del pobre niño.
Giullianne solamente suspiro lentamente, secándose las lágrimas se acercó para quedarse quieta y asomarse por la ventana.

Simplemente se quedó observando.

por **Darío Ciancimino** Mar Nov 19, 2013 6:46 pm

“Caminar, observar y pensar, y así con ello la mente despejar”

El día había comenzado, y podía decirse que con ello la desdicha de Darío, el joven vampiro parecía haber perdido ya sus ánimos para todo, ya le daba igual cualquier cosa, había conseguido todo lo que quería, dinero, reputación, honor, hasta el amor que tanto deseo, solo que este tal cual como vino, se esfumo, ni el mismo supo lo que sucedió, aunque se sospechaba del fracaso desde el comienzo, ya que la misma era con una humana, podía decirse que en su vida Darío había conseguido casi todo, ese mismo día estaba cumpliendo sus 800 años y sus sirvientes querían festejarle, lo que estos no sabían era que no le gustaban los festejos, ya que los veía como algo banal, cosa que estos no sabían, debido a que eran nuevos; una de las cosas por las que se caracterizaba, por renovar personal a cada momento, ya que a veces se alimentaba de los mismos.

-Pff…-

Sale de la cama pifiando y desanimado se cambia de ropa, deja su habitación, y empieza a bajar las escaleras evitando observar a todos los que se encontraban allí, ya que estaba que mataba con la mirada, metafóricamente hablando.

-Quien desee salir hoy que lo haga, ya que no volveré sino hasta el día de mañana-

Dijo en voz alta para que todos los presentes le escuchasen, y sin detenerse prosiguió.

-Aquel que no se encuentre y no escuche lo que dije háganselo saber!-

Y diciendo esto último se retira de su mansión, ignorando a su chofer, quien llevaba rato siguiéndole preguntándole si le iba a necesitar, pensó que caminar le haría bien, ya que pensaría de todo más relajado, y se distraería observando todo a su alrededor. Llegando a la ciudad empieza a ver a todo el mundo de aquí para allá, ancianos, jóvenes, cortesanas, gitanos con sus pequeñas tiendas, y niños correteando de aquí para allá, caminando llega a la plaza central y se fija en un par de niños que se burlaban de otro jugando con una mochila que el mismo pedía que le devolvieran.

-Niños…-

Suspiro y luego se acercó al par de macarras quitándoles la mochila.

-Que hacen con esto, ¿eh? ¿Les gustaría que les molestaran también?-

Pregunto devolviéndole la mochila al niño, no sin antes meterle una gran cantidad de dinero sin que se diera cuenta, y agachándose se acerca susurrándole al oído.

-Ve a tu casa ahora mismo y le das tu mochila a tus padres, ¿de acuerdo?-

Dándole una pequeña palmada en la espalda se levanta e intimidando con su mirada observa a los pequeños macarras haciéndoles correr de allí.

-Hmm…-

Sintiendo una mirada clavada en el, voltea y logra fijarse en una joven que yacía quieta observándoles desde una ventana, y sonriéndole se queda viéndole sin moverse de allí.

por **Giullianne** Miér Nov 20, 2013 1:21 pm

Hacía tiempo que no lloraba de la risa al ver vacilar a aquel pequeño, pero su rostro se ensombreció al ver que el bueno salía ganando. Claro, como a ella no le había pasado de esa manera. Tendría que conocer a ese capullo que ha terminado un acto tan maravilloso entre aquellos dos pequeños, era divertido como eran representados los dos papeles de aquella pelea.

Si, ahora se fijó en aquel moreno de aspecto escuálido en el que no perdió detalle de su mirada. El rostro de Giullianne, se tornó en una mueca de desaprobación, negando mientras miraba a aquel moreno-….Vaya desperdicio….-Grito para que lo escuchara aquella persona, estaba de acuerdo, está bien, alguien tenía que parar la pelea, pero no era divertido si llegaba alguien y ¡BUM! Lo termina en un chasquido de dedos.

-Que tarde…-murmuro para sí misma cuando se adentró en el interior de su apartamento, ordeno todo y guardo el diario donde debería de estar. Coloco el mueble contra el lado del armario y lo coloco todo. Estaba acostumbrada. Había cogido fuerza haciendo eso desde muy joven. No tenía ni la mayoría de edad, tan solo 16 años, nada más ni nada menos. Se vistió y preparo con cuidado para ir ahora al burdel, prepararse allí otra vez con sus atuendos de prostituta y después dios sabrá qué.

-Termino saliendo….-Cantaba lentamente-….Y me miro en el espejo….-cantaba aun-….Hasta que por la noche….-siguió cantando-….él me observa inquietante….-murmuro lentamente después de las notas entonadas por su linda voz. Cantaba en el burdel para engatusar a los clientes y se podía follar a cualquiera, la edad no le importaba en absoluto. Solo hacia su trabajo. Miro un reloj de pie que un admirador secreto le regaló.

15:45 pm
Terminando en cualquier caso, aun se miraba en el espejo. Se había pasado desde y media mirándose en el espejo, quieta, sintiendo escalofríos por su cuerpo hasta gemir sin ella preverlo. Después pensó en él, en quien le escribía las cartas desde siempre, desde que tenía uso de razón. En su alcoba estaba todo recogido, sintió que la cabeza le daba vueltas y solamente estaba de pie. Miró de nuevo el reloj.

15:50 pm
Pensó que algo estaba en su contra. ¿Cómo iba la hora tan rápido? ¿Es que estar parado era perder el tiempo tontamente? Seguramente ha desperdiciado muchas horas de su vida y años sin ir en busca de su “protector” o aquel quien la escribía. Aprendió a leer gracias a las cartas que recibía… Cartas, cartas, cartas, esa palabra ya era arena en su boca, sabia amarga esa palabra que jamás querría volver a escuchar esa palabra…pero cada sábado llegarían más y más cartas.

Se dio la vuelta camino hacia la puerta para poder salir, pero para cuando esta por cruzar el umbral, se cae de bruces contra el suelo, quejándose de lo que se hubiera puesto delante de ella-AH! ¡TEN MAS CUIDADO, COÑO! –Comenzó a sobarse el culo ya que estaba comenzando a picarle del dolor.

por **Darío Ciancimino** Sáb Dic 07, 2013 5:12 pm

"La actitud correcta no es aquella que todo el mundo piensa"

Escuchando el algarabío de la joven quien quejándose de su actitud le bufa y se mete nuevamente a su habitación, no puede evitar sonreír pensando en la ingenuidad de la chica, tan joven y apoyando la macarranería, no tenía idea de quien era ella, pero lo averiguaría.
Para Darío no existía nada que pudiese dejar inconcluso, por más mínimo que fuese siempre debía culminar todo lo que iniciase.

Esperando a que saliese se detuvo a tomar un café en una pequeña cafetería ubicada al frente del apartamento, de repente cuando empieza a beber un sorbo de su taza se le aproxima un hombre de mediana edad junto al niño de la mochila de hace un momento, al parecer este era su padre, y quería agradecerle por el favor hecho, o es lo que creía Darío.
-Disculpe caballero, mi hijo…-
Señalando al niño
-Me informo sobre lo sucedido y acerca de la extraña y generosa actitud que tomo usted para con el-
Tomando la mochila del infante, se lo da a Darío nuevamente esperando tomase de regreso el dinero que le había entregado.

-Le agradezco que le haya ayudado con los niños que le molestaban, pero la ayuda extra económica está de más, nosotros somos humildes, es cierto, pero no andamos rogando caridad a los demás, todo lo que hemos conseguido ha sido con el sudor de nuestra frente, y por lo tanto no podemos aceptar tanta ayuda de la nada-
Darío observa la mochila y tomando un pequeño trozo de papel, saca su pluma y escribe lo que parecía ser una dirección.
-Toma…-
Dijo entregándole la mochila nuevamente, pero esta vez le entrega en un papel la dirección de su mansión.

-Sino quieres que te entregue ese dinero a cambio de nada puedes ir a trabajar allí por ello-
Posando su mano sobre la cabeza del infante prosiguió
-Mañana estaré esperándote allí, si quieres puedes llevarle también-
Marchándose del sitio les deja sin decir ninguna palabra más, decidió irse antes de arrepentirse de su obra, ya que muy pocas veces mostraba tal generosidad, y el que le despreciasen podía causar en él un rechazo inminente a la idea de volver a ser así.

Observando nuevamente la ventana del apartamento donde estaba la joven espectadora del conflicto de hace un momento logra notar que estaba cerrada completamente, por lo que decide entrar a buscarle, abriendo la puerta pasa y observa como la misma chica venía hacia el caminando sin darse cuenta de su presencia, hasta que golpea con su cuerpo y cayendo de bruces la misma le reclama.
No puede evitar sonreir sarcásticamente ya que quien no se había fijado era ella, la que le reclamaba por ello.

-Levanta niña-

Sin decir ninguna palabra más extiende su mano y toma de la suya para poder levantarle.

por **Giullianne** Mar Dic 17, 2013 11:48 am

En lugar de tomar sus dedos entre sus manos, se acercó a él para comenzar a chuparle dedo por dedo, saboreándole lentamente mientras le miraba fijamente a los ojos. Estaba claro que ahora jugaría ella con él. Tomo aun con su mano la mano ajena y la puso sobre uno de sus senos para después poner la otra sobre su otro seno-….Dime….Debería levantarme ahora? –Murmuro bien inocente –haciéndose la inocente, claro-

Estaba jugando con él -…Bien…-suspiro levantándose lentamente del suelo, mientras se ayudaba con la ayuda de la mano ajena, se quedó frente a él y cruzo los brazos sobre su pecho-….¿Si? Ah…si…-se le acercó hasta que ambos cuerpos se quedaron juntos-…Gracias por la ayuda…-sonrió, susurro sobre su oído que después lamio lentamente llevando la lengua por parte del cartílago.

Se fue separando de él lentamente, apoyándose contra la mesa que había en la entrada, casi entrando al pequeño salón, se subió completamente en ella y balanceaba las piernas a la espera de que el misterioso se acercara-…Oye… ¿Pasas o no? –Rio ante todo sobre la situación que se desarrollaba a continuación -…No hago servicios en mi casa, pero me puedes acompañar al burdel si quieres…-Soltó como si nada-…Y allí sí que te hago lo que quieras…-le guiño un ojo el cual podría decirse que era coqueto, se acariciaba las piernas para darle más connotación a sus intenciones.

Estaba al pendiente de lo que pudiera hacer aquel desconocido-….¿Cómo te llamas? –Se quedó con las piernas cruzadas, sentada sobre esa mesa de madera, decidió apoyarse con un brazo sobre la mesa, aun mirando a aquella persona que estaba ahí. Miraba a su casa para distraerse un poco, ella misma comenzó a tocarse las piernas, lentamente como si quisiera engatusar al hombre-…Bueno…si no te gusta lo que ves…Creo que…no deberías verme…-susurro recostándose lentamente, de una manera bastante sensual frente al extraño, acariciándose los senos para después bajar por su cuerpo y quedar ambas manos en su entrepierna que después las aparto de aquel lugar. Sonrió aun con su aire coqueto, se tumbó boca abajo sobre la mesa de una manera muy melosa - …¿No quieres estar conmigo? O ¿es que te hago muchas preguntas? –Rio lentamente para después tumbarse sobre aquella mesa boca abajo.

por **Darío Ciancimino** Vie Dic 20, 2013 10:07 pm

"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos."

Mirando aquella escena no pudo evitar reír frente al fallido intento de coqueteo de la joven, dejándole continuar todo ese show en el suelo y observando cómo se le coloca al frente suyo arquea una ceja viéndole.
-¿Ah?-
Pregunta al escuchar el susurro de la chica, para luego sentir aquella lamida, y con mirada de asco pasarse el hombro por la oreja mojada para secarse y limpiarse.

-Que niña!-
Dice para sí mismo aun observándole mientras hacía todo ese espectáculo ahora en la mesa, acomodándose su traje se sienta en una de las sillas que estaban cerca de la puerta y le ve sin pronunciar ninguna palabra esperando a que se detuviese.

Escuchando cada palabra detalladamente no puede hacer más que reírse y negar con la cabeza, dentro de su mente se preguntaba lo que hacía allí, sino fuera por la cortesía que debía mostrar como caballero se hubiese ido desde el primer momento en que la joven con su sadismo intento coquetearle
Al ver como terminaba toda su show y su palabrería colocada boca abajo se levanta de la silla y se coloca a su par, agachándose le observa directamente a los ojos.

-No todos con los que te encuentras sucumbirán ante lo que tu llamas “encanto”-
Haciendo una mueca de asco al decir esto último.
-¿En realidad tienes necesidad de hacer todo este espectáculo?-
Le pregunta levantándose nuevamente viéndole como aún permanecía boca abajo.
-Además, me parece extraño ver a alguien tan joven de cortesana, y que la misma disfrute de ver como atacan a un niño-

Haciendo referencia a lo sucedido minutos atrás antes de que entrase al edificio.
-Por lo general las niñas a tu edad se encuentran en cosas menos…-
Hace una pausa mostrando un gesto de desprecio.
-No se encuentran en cosas como estas-.
Le mira esperando a que su intervención cambiase esta vez el rumbo de la conversación entre ambos.

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