AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Edén ||+18 || Vincenzo Domani
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Edén ||+18 || Vincenzo Domani
¿Qué podría desear más en este mismo instante?
Ser amada.
¿Qué podría desear la gitana más tímida de París o como algunos la llamarían “la sirena muda”?
De nuevo un sueño realizado
Ser amada.
¿Qué podría desear la gitana más tímida de París o como algunos la llamarían “la sirena muda”?
De nuevo un sueño realizado
¿Qué pedía de verdad? No mucho, pedía ser respetada y amada. No pensaba como podría sobrevivir en la eternidad en la que estaba sometida a estar. Había conocido a muchas personas, las suficientes, pero estaba sumida en una eternidad mortal en la que no salía jamás. Personas en el campamento sabían de ella que ya tenía 18 años, que había pasado años desde que la encontraron y la acogieron en su seno zíngaro. Si, la noche quizás era su más eterna compañía, la que la observaba de verdad y estaba siempre con ella. Sus pasos fueron lentos, iban hacia el lago, hacia donde iba siempre y solía acostumbrar a estar sola sin ninguna compañía.
Ese día había sido un poco duro. Se había levantado, aseado y enseguida había comenzado a preparar las patatas para el potaje que en breves haría otra mujer del campamento que esta vez le tocaba a ella. Sabía de qué Záfana había salido hace una semanas pero no había vuelto a aparecer, Nayru, tampoco sabía de ella. Solo recordó cuando peleo contra aquel brujo y su ejército de muertos vivientes - ¡Ah! – Se había cortado al pelar la piel de las patatas, estaba perdiendo la concentración en pensar en cosas que estaban en el pasado, cosas que no volverían a ocurrir y pudo finalmente concentrarse bien en cortar las patatas, terminó y las dejo a remojo en un barreño.
¿Qué hizo después?
Solamente fue a pasear, a recoger más leña pues cada vez se gastaba con más rapidez. Entro en la tienda de su mayor mostrándose más segura que nunca y la pequeña caldera que tenía encendida para calentar el ambiente, fue animada un poco más con un poco de leña. Procuro no hacer ruido, observaba los dibujos varios sobre el tablón de madera que había colgado sobre una columna de piedra, en ella había dibujos, artículos de periódico, pudo entender pocas frases, apenas sabía leer pero sabía algunos idiomas. Pensó que a lo mejor aprendiendo por si sola….no sabía, tendría que pedir ayuda. El tiempo entonces paso rápidamente para ella, la comida se dio rápida, para variar sola, con varios murmuros sobre ella como fondo de música, sabía que estaba sola, que no podía tener al menos una amistad, era agreste en ella tener a alguien….Que cosas, ya perdió la esperanza.
-….¿Porque parece que siempre tengo que terminar sola? –Murmuro en una pregunta para sí misma, esperando que tal vez, un milagro ocurriera para así poder estar convencida de que se equivocaba, de que a lo mejor no estaba sola del todo. Suspiro estando en las orillas de ese lago. Estaba quieta y pensando lentamente a que se refería aquel dibujo que vio en el tablón de madera. Era un circulo, un pentagrama bien marcado y el boceto de una bella mujer que no era ella, obviamente. Seguramente intentaba traer de vuelta a su mujer, novia, hija, Sirenia no sabía bien qué tipo de magia quería hacer su mayor. Seguramente magia muy, pero que muy oscura.
Última edición por Sirenia Von Lunirae el Jue Nov 28, 2013 4:36 pm, editado 1 vez
Sirenia Vídgîr- Cazador Clase Alta
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Re: Edén ||+18 || Vincenzo Domani
La calma. No había nada peor para alguien que había pasado toda su vida en el mar que la calma. Aquella no era la esperada paz, para muchos podría haber sido símbolo de esperanzas pero para quien conocía el mar de punta a cabo sabía que la calma ocultaba algo mucho peor que lo vivido con anterioridad.
Y era eso lo que él sentía en aquellos instantes. Miles de veces le habían dicho que no se metiera en problemas incluso los malos augurios que presentían las mujeres que acariciaban con sumo cuidado los hilos del destino; se lo habían avisado, y ahora estaba tan cerca de perecer, que deseó morir para quedar en paz. Era un cobarde, lo que siempre le había aterrorizado.
Vincenzo había sido atacado a traición. Lo único que pudo haber hecho fué correr bosque a través, alejándose cada vez más de la ciudad donde residía. ¿Un viejo tema sin arreglar? Probablemente, pero éstos lograron alcanzar a varios de sus tripulantes, degollándolos sin escrúpulos. Él sin embargo logró escapar pero éstos le lanzaron lo que parecían simples dardos, flechas, que le rozaban y herían en cuanto alcanzaban su piel, pero uno de ellos dió en tan justo lugar, que parecía fruto de la casualidad.
Dándole por muerto, aquellos hombres desaparecieron prendiendo fuego a los cuerpos que previamente habían desmembrado. Salvo el suyo, sabían que se levantaría y no había mayor dolor que el del veneno alimentándose de la propia sangre. En su pecho, una flecha y sobre la piel de alrededor, ramificaciones de un color negruzco amenazaban con matarle en un par de horas a lo sumo.
Vincenzo se despertó dolorido y se arrastró hacia lo que parecía una laguna. Lo supo, el agua lo llamaba y él simplemente no tenía fuerzas para pedir ayuda, simplemente se acercó para beber como si dispusiese de todo el tiempo del mundo.
Y era eso lo que él sentía en aquellos instantes. Miles de veces le habían dicho que no se metiera en problemas incluso los malos augurios que presentían las mujeres que acariciaban con sumo cuidado los hilos del destino; se lo habían avisado, y ahora estaba tan cerca de perecer, que deseó morir para quedar en paz. Era un cobarde, lo que siempre le había aterrorizado.
Vincenzo había sido atacado a traición. Lo único que pudo haber hecho fué correr bosque a través, alejándose cada vez más de la ciudad donde residía. ¿Un viejo tema sin arreglar? Probablemente, pero éstos lograron alcanzar a varios de sus tripulantes, degollándolos sin escrúpulos. Él sin embargo logró escapar pero éstos le lanzaron lo que parecían simples dardos, flechas, que le rozaban y herían en cuanto alcanzaban su piel, pero uno de ellos dió en tan justo lugar, que parecía fruto de la casualidad.
Dándole por muerto, aquellos hombres desaparecieron prendiendo fuego a los cuerpos que previamente habían desmembrado. Salvo el suyo, sabían que se levantaría y no había mayor dolor que el del veneno alimentándose de la propia sangre. En su pecho, una flecha y sobre la piel de alrededor, ramificaciones de un color negruzco amenazaban con matarle en un par de horas a lo sumo.
Vincenzo se despertó dolorido y se arrastró hacia lo que parecía una laguna. Lo supo, el agua lo llamaba y él simplemente no tenía fuerzas para pedir ayuda, simplemente se acercó para beber como si dispusiese de todo el tiempo del mundo.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
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Re: Edén ||+18 || Vincenzo Domani
¿En dónde estarían ahora sus pensamientos? Estaba metiéndose en el agua cuando de repente vio un cuerpo casi muerto, que se arrastraba hacia las aguas de aquella laguna, de aquella agua que formaba parte de un lago. Menos mal que estaba limpia y serena, pero ya Sirenia no podría tener su baño que tanto deseaba tener-…Tú! –Se acercó a aquel cuerpo, entonces se paró en seco nada más verle. Estaba herido y muy gravemente herido-… ¿Sabes que tienes una flecha envenenada en el pecho que si no te la quitas puede que tengas tan solo minutos de vida? –pregunto vacilante con los brazos cruzados, observando al joven como bebía agua.
Chasqueo la lengua y solamente pensó en que tendría que hacer algo, pero no sabía el que. Iban pasando los segundos y nada, cada vez se ponía más nerviosa-….Ah…es que tiene muy mala pinta…-suspiro lentamente observando al hombre aún más de cerca-… ¡ay! No sé qué hacer…lo siento…-murmura mirando a los lados, buscando algo que pudiera servir de inspiración y que pudiera salvar a ese hombre. Se giró en el sitio y tenía un pañuelo que se ponía para la cabeza entre las ropas limpias-…Ahora vengo...-murmura lentamente, acercándose al lugar de donde estaban las ropas, revolviéndolas en busca de aquel pañuelo.
-…Aquí esta…-lo toma en sus manos y va corriendo hacia el agua, aleja al hombre un poco del agua, tumbándolo sobre la orilla-….-Mojo el pañuelo en el agua, se volvió a acercar al hombre que tenía la flecha-….Esto te puede escocer…-Saco de la tobillera de su pierna un frasquito, un antídoto regalo de un amigo del campamento que le gustaba jugar con potingues, echo dos gotas sobre el pañuelo mojado y fue pasando aquella tela por alrededor de donde estaba la flecha, pudo ver que el tinte negro de aquella flecha disminuía.
-…Vaya…-Ella misma se quedó asombrada por lo que vio ahí, seguía mirando como desaparecía y ahora solamente aparecía un hilo de sangre, en donde ella apretó-…Te sacare la flecha...-murmura-…puede parecer una locura, pero si no, morirás….-miro donde le dio-…No te ha dado en el corazón…sonríe a la buena fortuna…-suspira antes de ponerse en marcha-…Allá voy…se bueno y no grites…-dijo entre nervios y risas, tomo la flecha con el pañuelo cubriéndole las manos, suspiro y de un tirón, no había dado tan profundo, la flecha salió y enseguida presiono en la herida, echando dos gotas mas de aquel brebaje misterioso.
Chasqueo la lengua y solamente pensó en que tendría que hacer algo, pero no sabía el que. Iban pasando los segundos y nada, cada vez se ponía más nerviosa-….Ah…es que tiene muy mala pinta…-suspiro lentamente observando al hombre aún más de cerca-… ¡ay! No sé qué hacer…lo siento…-murmura mirando a los lados, buscando algo que pudiera servir de inspiración y que pudiera salvar a ese hombre. Se giró en el sitio y tenía un pañuelo que se ponía para la cabeza entre las ropas limpias-…Ahora vengo...-murmura lentamente, acercándose al lugar de donde estaban las ropas, revolviéndolas en busca de aquel pañuelo.
-…Aquí esta…-lo toma en sus manos y va corriendo hacia el agua, aleja al hombre un poco del agua, tumbándolo sobre la orilla-….-Mojo el pañuelo en el agua, se volvió a acercar al hombre que tenía la flecha-….Esto te puede escocer…-Saco de la tobillera de su pierna un frasquito, un antídoto regalo de un amigo del campamento que le gustaba jugar con potingues, echo dos gotas sobre el pañuelo mojado y fue pasando aquella tela por alrededor de donde estaba la flecha, pudo ver que el tinte negro de aquella flecha disminuía.
-…Vaya…-Ella misma se quedó asombrada por lo que vio ahí, seguía mirando como desaparecía y ahora solamente aparecía un hilo de sangre, en donde ella apretó-…Te sacare la flecha...-murmura-…puede parecer una locura, pero si no, morirás….-miro donde le dio-…No te ha dado en el corazón…sonríe a la buena fortuna…-suspira antes de ponerse en marcha-…Allá voy…se bueno y no grites…-dijo entre nervios y risas, tomo la flecha con el pañuelo cubriéndole las manos, suspiro y de un tirón, no había dado tan profundo, la flecha salió y enseguida presiono en la herida, echando dos gotas mas de aquel brebaje misterioso.
Sirenia Vídgîr- Cazador Clase Alta
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Re: Edén ||+18 || Vincenzo Domani
Vincenzo en cualquier situación habría hecho alarde de un siniestro -y en ocasiones desagradable- sarcasmo, haciendo que su tan sola persona pareciese que no se tomase las cosas en serio; pero lo hacía más que cualquier persona normal, ya que el mar era en ocasiones tan solitario, que tan solo le servía para alimentar su propia locura, revivir mil y una veces lo malo ocurrido anteriormente, aunque ésto tan solo hubiese quedado en espuma de mar.
Al tomar un poco de agua vislumbró la figura de una muchacha reflejada al otro lado de aquel lago y quedó tan sin palabras por aquella tétrica situación, que ni siquiera pudo pedirla ayuda sin que ella lo hiciese antes.
- ¿Ah si? Si vos no me lo decís capaz que ni me doy cuenta... - Musitó con amargura en la voz, no se sentía bien, sentía como si aquello le succionase la vida literalmente.
Tras aquello no supo qué más decir, dejando así que la muchacha le tratase como si fuera experta en hacer milagros. Él levantó la vista hacia el tobillo de la mujer, tan sinuoso como sus ropas, su perfume o incluso su voz tranquilizadora; ¿Qué demonios tendría aquel líquido para hacer desaparecer aquella negrura que intentaba infectarle el corazón?
Sin esperarse aquel crujido -aunque la chica le hubiese avisado- reprimió un grito que tan solo se quedó en un fuerte gruñido, maldiciendo a toda la población mundial por varios milenios(?)
- Te lo agradezco enormemente, morena, ¿Puedo saber al menos vuestro nombre? Ya sé con quien no debo meterme jamás. - Hizo la broma, a fin de cuentas el dolor seguía ahí como ser humano que era, pero sabía agradecer cuando el momento así lo dictaminaba.
Se quiso levantar, cómo no, pero sus fuerzas le fallaban aún, ya que poco a poco recobraba al menos una parte de lo que solía ser. Se miró el pecho aún siendo presionado por la morena, a la cual como gesto de agradecimiento posó su mano sobre la de ella.
- La buena fortuna me abandonó hacía mucho, signora, puede hablar de casualidad, pero jamás de buena fortuna. - En cierta manera el hombre era muy creyente, pero desde la partida hacia Egipto hacía ya más de un año, le había costado media vida y un único y verdadero amor: Sheyra.
- Habláis como una gitana lo haría, soñadora, acogedora y siempre con la buena fortuna. ¿Vuestro campamento está cerca? Necesito fortalecerme, llevo días huyendo a sol y sombra. - Se quejó cuando fué a levantarse. - - ¿Y para qué engañaros? Muero de hambre y sueño. - Hizo un amago de sonrisa, aún adolorido por lo ocurrido. - - Quemad la flecha, el pañuelo también, seguro que se contaminó. - La observó. - - Os regalaré un nuevo pañuelo para cuando pueda volver a pisar calles parisinas. Es lo menos que puedo hacer por vos.
Al tomar un poco de agua vislumbró la figura de una muchacha reflejada al otro lado de aquel lago y quedó tan sin palabras por aquella tétrica situación, que ni siquiera pudo pedirla ayuda sin que ella lo hiciese antes.
- ¿Ah si? Si vos no me lo decís capaz que ni me doy cuenta... - Musitó con amargura en la voz, no se sentía bien, sentía como si aquello le succionase la vida literalmente.
Tras aquello no supo qué más decir, dejando así que la muchacha le tratase como si fuera experta en hacer milagros. Él levantó la vista hacia el tobillo de la mujer, tan sinuoso como sus ropas, su perfume o incluso su voz tranquilizadora; ¿Qué demonios tendría aquel líquido para hacer desaparecer aquella negrura que intentaba infectarle el corazón?
Sin esperarse aquel crujido -aunque la chica le hubiese avisado- reprimió un grito que tan solo se quedó en un fuerte gruñido, maldiciendo a toda la población mundial por varios milenios
- Te lo agradezco enormemente, morena, ¿Puedo saber al menos vuestro nombre? Ya sé con quien no debo meterme jamás. - Hizo la broma, a fin de cuentas el dolor seguía ahí como ser humano que era, pero sabía agradecer cuando el momento así lo dictaminaba.
Se quiso levantar, cómo no, pero sus fuerzas le fallaban aún, ya que poco a poco recobraba al menos una parte de lo que solía ser. Se miró el pecho aún siendo presionado por la morena, a la cual como gesto de agradecimiento posó su mano sobre la de ella.
- La buena fortuna me abandonó hacía mucho, signora, puede hablar de casualidad, pero jamás de buena fortuna. - En cierta manera el hombre era muy creyente, pero desde la partida hacia Egipto hacía ya más de un año, le había costado media vida y un único y verdadero amor: Sheyra.
- Habláis como una gitana lo haría, soñadora, acogedora y siempre con la buena fortuna. ¿Vuestro campamento está cerca? Necesito fortalecerme, llevo días huyendo a sol y sombra. - Se quejó cuando fué a levantarse. - - ¿Y para qué engañaros? Muero de hambre y sueño. - Hizo un amago de sonrisa, aún adolorido por lo ocurrido. - - Quemad la flecha, el pañuelo también, seguro que se contaminó. - La observó. - - Os regalaré un nuevo pañuelo para cuando pueda volver a pisar calles parisinas. Es lo menos que puedo hacer por vos.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
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Re: Edén ||+18 || Vincenzo Domani
-Aquel pañuelo era un obsequio regalado por un hombre llamado…..-frunció el ceño lentamente, intentando recordarlo-…Ezzio…-aquel nombre lo dijo con pena -…Fue el mismo pañuelo con que le curé su herida…que también tuvo, pero veo que se desgasto….-suspiro lentamente, para después tener en cuenta de que el pañuelo ya no estaba para guardarlo, para que aquel recuerdo dejara de existir. Cogió todo lo que había quitado de aquel desconocido y lo enterró en el suelo-…Mi nombre es Sirenia….-sonrió un poco más afable.
-…Puedes andar al menos? Esta algo lejos el campamento al ir en tu estado…pero si pones de tu parte podremos ir deprisa…-Dijo levantándose del suelo, mirando al desconocido y simplemente suspiro-….Vamos…-Se acercó a él cogiéndole del brazo-…Vengaaaa, haz un esfuercito…-rio para después tenerle sobre sus hombros sujeto por un brazo, de un solo movimiento le levanto del suelo-…Ayuda a caminar… ¿sí?...-Dijo para después tener que empezar ella a tirar de él.
-Mi mayor no debe de estar ahora ya que ha encontrado a sus hermanos y bueno, reuniones familiares es lo que tiene…-sonríe un poco llevando aun al hombre como podía, hasta que vio a Guillermo, un muchacho fuerte del campamento que tenía problemas capilares y que ocultaba su calva con una peluca que no combinaba con sus cejas oscuras y pobladas.
-…Guille ayúdame…-Murmuro a Guillermo, el gitano corrió a ayudar a la gitana, pero se lo quitó de encima, el gitano se lo coloco a la espalda como un saco de patatas sin esfuerzo. Sirenia se sorprende de la fuerza que tenía aquel gitano, estaban llegando al campamento cuando ella salió corriendo a hacer algunas llamadas, buscando a algunas gitanas que le pudieran ofrecer cobijo al recién llegado-…Necesita cobijo…en mi tienda obvio no se quedara…
-¿Y si se queda en la tienda de Gilbert?-Pregunto una anciana de cabellos grises, que llevaba un pañuelo rosa en la cabeza-
-No…-Sirenia suspiro lentamente-…Aquel sitio está vetado para nosotros…bueno…para casi todos…-Ya que ella era la única que podía entrar en ella, por algún extraño motivo.
-Entonces?
-….-Sirenia se puso a pensar un poco, vio que sujetaban aun al desconocido-…Agh…está bien…llevadle a mi tienda…-Y así hizo Guillermo, dejo sobre los cojines al desconocido con cuidado y Sirenia solamente suspiro-….Guille, busca ropa limpia ¿sí? –Mando Sirenia para entonces, entro y se quedó viendo al hombre, se arrodillo a su lado-…¿Cuál es tu nombre?
-…Puedes andar al menos? Esta algo lejos el campamento al ir en tu estado…pero si pones de tu parte podremos ir deprisa…-Dijo levantándose del suelo, mirando al desconocido y simplemente suspiro-….Vamos…-Se acercó a él cogiéndole del brazo-…Vengaaaa, haz un esfuercito…-rio para después tenerle sobre sus hombros sujeto por un brazo, de un solo movimiento le levanto del suelo-…Ayuda a caminar… ¿sí?...-Dijo para después tener que empezar ella a tirar de él.
-Mi mayor no debe de estar ahora ya que ha encontrado a sus hermanos y bueno, reuniones familiares es lo que tiene…-sonríe un poco llevando aun al hombre como podía, hasta que vio a Guillermo, un muchacho fuerte del campamento que tenía problemas capilares y que ocultaba su calva con una peluca que no combinaba con sus cejas oscuras y pobladas.
-…Guille ayúdame…-Murmuro a Guillermo, el gitano corrió a ayudar a la gitana, pero se lo quitó de encima, el gitano se lo coloco a la espalda como un saco de patatas sin esfuerzo. Sirenia se sorprende de la fuerza que tenía aquel gitano, estaban llegando al campamento cuando ella salió corriendo a hacer algunas llamadas, buscando a algunas gitanas que le pudieran ofrecer cobijo al recién llegado-…Necesita cobijo…en mi tienda obvio no se quedara…
-¿Y si se queda en la tienda de Gilbert?-Pregunto una anciana de cabellos grises, que llevaba un pañuelo rosa en la cabeza-
-No…-Sirenia suspiro lentamente-…Aquel sitio está vetado para nosotros…bueno…para casi todos…-Ya que ella era la única que podía entrar en ella, por algún extraño motivo.
-Entonces?
-….-Sirenia se puso a pensar un poco, vio que sujetaban aun al desconocido-…Agh…está bien…llevadle a mi tienda…-Y así hizo Guillermo, dejo sobre los cojines al desconocido con cuidado y Sirenia solamente suspiro-….Guille, busca ropa limpia ¿sí? –Mando Sirenia para entonces, entro y se quedó viendo al hombre, se arrodillo a su lado-…¿Cuál es tu nombre?
Sirenia Vídgîr- Cazador Clase Alta
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Re: Edén ||+18 || Vincenzo Domani
Vincenzo agradecía en el alma el poder ser ayudado a caminar, pero de igual modo se sentía frustrado por verse tan desvalido, débil y enfermo como para ni sostenerse en pié. el aroma de la gitana le era familiar y no obstante tras escuchar su nombre creyó que era fruto de una mala broma; "Sirenia" tal y como las sirenas, esas míticas leyendas que las rodeaba y más aún su atención fué a parar en ella en cuanto recordó un aspecto de su pasado en el que jamás había puesto demasiada atención: el era de ascendencia gitana.
Cargado como un animal a las espaldas de un tipo grande, Vincenzo llegó a aquella aldea cuyo olor solo hacía que su cuerpo reaccionase ante el estímulo, comida, fuego, telas, todo le hacía sentir extrañamente familiar. Tras un momento realmente incómodo, por fín dejaron al joven Capitán en una de las tiendas que por lo que había escuchado, pertenecía a la morena que le había salvado la vida.
- No creo que os sirva de mucho, pero mi nombre es Vincenzo, Vincenzo Domani. - Dijo realmente cansado, pese a que le hubieran llevado literalmente a cuestas. Sintió verdadero alivio en cuanto su piel tocó aquellos blandos cojines, gratificantes para cualquier cuerpo cansado y fatigado. - Siento lo de vuestro pañuelo. - Dijo molesto, ya que parecía que algún recuerdo unía aquel trozo de tela a la muchacha, la cual lo desechó como quien desecha un viejo e inservible recuerdo, lo pudo ver en sus ojos, en el aura que le transmitía.
De nuevo cada una de las sensaciones vividas bajo aquel cobijo cual era la propia aldea, parecían abrirle los ojos de un modo extraño, como si tuviera recuerdos que hasta el momento habían permanecido en un lugar recóndito de su mente. Como si hubieran sido atados por un fuerte hechizo hasta el momento.
- Mi madre fué gitana. - Recordó de la nada, ese fué el primer recuerdo que conserva de todos los de su vida, pero jamás había reparado en ello con la importancia que ahora suponía. El joven trató de erguirse al menos para sentarse adecuadamente y así seguir hurgando en sus propios recuerdos. - Soy un viajero. He conocido a muchos gitanos, pero nunca me había sentido tan arraigado a un lugar como aquí. - Frunció el ceño, ya que parecía estar pensando en voz alta simplemente, hasta que se topó de nuevo con los ojos de la morena.
- Lo siento, ésto parece una locura. - Inspiró hondo, tratando de serenarse. Fué entonces cuando entró la misma vieja de antes, dejándole al lado varios utensilios que solo hacían que Vincenzo pusiese cara de desaprobación. Venían a coserle la herida. Cuando te terminen de coser - Dijo, como si él fuese un mero trozo de tela. Te irás a lavar. - El modo de decir de la vieja era tajante, aunque su tono era más bien chillón y ridículo a lo que cualquiera hubiese respondido con un: "si, madre".
Cargado como un animal a las espaldas de un tipo grande, Vincenzo llegó a aquella aldea cuyo olor solo hacía que su cuerpo reaccionase ante el estímulo, comida, fuego, telas, todo le hacía sentir extrañamente familiar. Tras un momento realmente incómodo, por fín dejaron al joven Capitán en una de las tiendas que por lo que había escuchado, pertenecía a la morena que le había salvado la vida.
- No creo que os sirva de mucho, pero mi nombre es Vincenzo, Vincenzo Domani. - Dijo realmente cansado, pese a que le hubieran llevado literalmente a cuestas. Sintió verdadero alivio en cuanto su piel tocó aquellos blandos cojines, gratificantes para cualquier cuerpo cansado y fatigado. - Siento lo de vuestro pañuelo. - Dijo molesto, ya que parecía que algún recuerdo unía aquel trozo de tela a la muchacha, la cual lo desechó como quien desecha un viejo e inservible recuerdo, lo pudo ver en sus ojos, en el aura que le transmitía.
De nuevo cada una de las sensaciones vividas bajo aquel cobijo cual era la propia aldea, parecían abrirle los ojos de un modo extraño, como si tuviera recuerdos que hasta el momento habían permanecido en un lugar recóndito de su mente. Como si hubieran sido atados por un fuerte hechizo hasta el momento.
- Mi madre fué gitana. - Recordó de la nada, ese fué el primer recuerdo que conserva de todos los de su vida, pero jamás había reparado en ello con la importancia que ahora suponía. El joven trató de erguirse al menos para sentarse adecuadamente y así seguir hurgando en sus propios recuerdos. - Soy un viajero. He conocido a muchos gitanos, pero nunca me había sentido tan arraigado a un lugar como aquí. - Frunció el ceño, ya que parecía estar pensando en voz alta simplemente, hasta que se topó de nuevo con los ojos de la morena.
- Lo siento, ésto parece una locura. - Inspiró hondo, tratando de serenarse. Fué entonces cuando entró la misma vieja de antes, dejándole al lado varios utensilios que solo hacían que Vincenzo pusiese cara de desaprobación. Venían a coserle la herida. Cuando te terminen de coser - Dijo, como si él fuese un mero trozo de tela. Te irás a lavar. - El modo de decir de la vieja era tajante, aunque su tono era más bien chillón y ridículo a lo que cualquiera hubiese respondido con un: "si, madre".
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
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Re: Edén ||+18 || Vincenzo Domani
La gitana observaba con atención como le cosían la herida a aquel que dijo que su madre había sido gitana -…. ¿Cómo se llamaba? –Pregunto con interés mientras sujetaba un bol de barro hecho por uno de los alfareros del campamento. Suspiro sentándose a su lado, con un paño que mojo en el bol fue quitándole el sudor que tenía por la frente - …Mória sabe lo que hace….-Murmuro sobre sus labios mientras continuaba con el pañuelo, se alejó porque un momento más y se tropezaría o perdería el equilibrio acabando sobre los labios ajenos. Suspiro alejándose para ponerle otro paño, esta vez seco.
Termino diciendo a Mória que siguiera curándole mientras ella iba a poner toda la tienda en orden, ya que estaba hecha un desorden y no le había dado tiempo a ordenarla ya que había ido a bañarse –Tranquilo…Nada llega a la locura por ahora….-Rio a escondidas, colgando una percha de madera sobre un saliente de una viga. En esa percha colgaban pañuelos, sus vestidos y algo más. Sirenia se sentó en un taburete alto que le levantaba 15 cm del suelo, en verdad, los tenía colgando y los movía como aquella que no llegaba al suelo - Vincenzo…-murmuro su nombre con lentitud, estando esperando a que reaccionara. Repitió su nombre lentamente, después varias veces con rapidez. Se bajó del taburete para quedarse a su lado -… ¿Estas bien? Deberías descansar…-Una sonrisa cálida le brindo al hombre que tenía cerca, suspiro volviendo a pasar un pañuelo por su piel que volvía a sudar -…Parece que tienes fiebre….pero debe ser normal ya que te acaban de coser…la herida…
Termino por cubrir su torso con una de las mantas que había cerca -…Duerme…-Susurro sobre su frente antes de besársela, se fue separando, un aroma parecido olio de él recordándole a aquel hombre que conoció antaño -…Yo…tu duerme bien…-rápidamente se separó de él, pero tropezó hacia atrás, tirando parte de la ropa que había puesta en una mesita auxiliar cerca de los pies de la cama, dejándola sobre el suelo, con una pose más que sugerente.
-Agh….Dios…-Terminó por subirse o bajarse la falda, estaba nerviosa de la pose en la que se vio de repente a causa de su torpeza. Miro a los ojos o eso le pareció cuando miro a Vincenzo, se sonrojo desviando su mirada mientras se echaba hacia atrás, topándose con una viga vertical. Suspiro, sus piernas se cerraron en torno a ella, rodeando las mismas con ambos de sus brazos en una pose fetal pero mirando hacia Vincenzo -…Y sois de Paris? O de donde?
Termino diciendo a Mória que siguiera curándole mientras ella iba a poner toda la tienda en orden, ya que estaba hecha un desorden y no le había dado tiempo a ordenarla ya que había ido a bañarse –Tranquilo…Nada llega a la locura por ahora….-Rio a escondidas, colgando una percha de madera sobre un saliente de una viga. En esa percha colgaban pañuelos, sus vestidos y algo más. Sirenia se sentó en un taburete alto que le levantaba 15 cm del suelo, en verdad, los tenía colgando y los movía como aquella que no llegaba al suelo - Vincenzo…-murmuro su nombre con lentitud, estando esperando a que reaccionara. Repitió su nombre lentamente, después varias veces con rapidez. Se bajó del taburete para quedarse a su lado -… ¿Estas bien? Deberías descansar…-Una sonrisa cálida le brindo al hombre que tenía cerca, suspiro volviendo a pasar un pañuelo por su piel que volvía a sudar -…Parece que tienes fiebre….pero debe ser normal ya que te acaban de coser…la herida…
Termino por cubrir su torso con una de las mantas que había cerca -…Duerme…-Susurro sobre su frente antes de besársela, se fue separando, un aroma parecido olio de él recordándole a aquel hombre que conoció antaño -…Yo…tu duerme bien…-rápidamente se separó de él, pero tropezó hacia atrás, tirando parte de la ropa que había puesta en una mesita auxiliar cerca de los pies de la cama, dejándola sobre el suelo, con una pose más que sugerente.
-Agh….Dios…-Terminó por subirse o bajarse la falda, estaba nerviosa de la pose en la que se vio de repente a causa de su torpeza. Miro a los ojos o eso le pareció cuando miro a Vincenzo, se sonrojo desviando su mirada mientras se echaba hacia atrás, topándose con una viga vertical. Suspiro, sus piernas se cerraron en torno a ella, rodeando las mismas con ambos de sus brazos en una pose fetal pero mirando hacia Vincenzo -…Y sois de Paris? O de donde?
Sirenia Vídgîr- Cazador Clase Alta
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