Sola en la oscuridad [libre]

por **Amélie Lacroix** Sáb Nov 09, 2013 9:54 am

El Sol se escondía poco a poco, la ciudad adquiría un color púrpura que anunciaba la temprana llegada de la noche. Las 20:00, aquel día debía acudir a uno de los restaurantes más prestigiosos de París; ya estaba completamente arreglada, portando un vestido rojo algo ajustado con vuelos que descendían por éste como una cascada y con hilachos dorados a modo de adorno. Pelo medio suelto, una trenza perfecta se hacía pasar por una diadema. Iba perfecta y, ¿por qué había puesto tanto empeño en estarlo? Para ser sinceros tenía una cita, aunque era más de negocios que de otra cosa; una compañía que trataba prácticamente los mismos asuntos que los de la ‘nuestra’ se había interesado en colaborar y así sacar mayores e iguales beneficios por ambos lados. En resumen, él hijo de un comerciante de armas me había visto en varias ocasiones y le había llamado la atención; entonces, pensaron que si salíamos alguna que otra vez los planes que tenían en mente podrían llevarse a cabo.

Aunque en realidad no me hiciera mucha gracia el salir con alguien que ni siquiera sé cómo luce sonreí como siempre hacía; debía hacer que padre y madre se sintieran orgullosos de mí, y si empiezo a pensar de manera egoísta ya no tendríamos más acreedores y caeríamos en la miseria. Además, soy consciente del esfuerzo que todos están haciendo para llevar esto a cabo. Así pues por fin tomé rumbo, escoltada por uno de mis guardaespaldas, caminando algo nerviosa, pensando lo que debería decir cuando me encontrase con esa persona. - ¿Y si le caigo mal? – pedí consejo a mi acompañante y éste me dijo con una sonrisa que aquello era imposible. Observaba a mi alrededor, algunas personas hacían una reverencia al verme mientras que otras, presas de una profunda pobreza me miraban con desprecio. Entiendo por qué actuaban de esa forma, pero a la vez me dolía un poco. Con amabilidad, pedí que aceleráramos el paso y así llegamos al restaurante.

Aún no había llegado mi supuesta cita, por lo que decidí esperarlo sentada en una de las mesas. Hice un gesto a mi guardaespaldas de que estaba todo bien y que podía marcharse a casa sin problemas. Pensé que había arribaba pronto, por lo que pedí un zumo para entretenerme hasta que éste apareciera. El tiempo pasaba y no llegado; recuerdo haber hecho mil cosas mientras esperaba: leer, tocar el piano de la sala, tararear, pensar…Pero entonces comprendí que nadie iba a venir, que me habían dejado plantada aunque en realidad lo presentía; seguramente, se habría informado mejor acerca de mí y habría averiguado que soy ‘poderosa’ y había huido con el rabo entre las piernas. No me molestó. Pagué lo poco que había consumido y decidí volver a casa por mí misma, porque no encontré un modo de avisar al guardaespaldas –se suponía que mi cita me llevaría a casa-. Entonces mis pies se pusieron en marcha y mi mente en acción, intentando recordar el camino correcto. Sin embargo, tras llevar un buen rato dando vueltas, cogí el valioso reloj de bolsillo para mirar la hora y descubrí que se había hecho muy tarde: las 12 AM.

Sin darme cuenta había llegado a una de las zonas más pobres de París, ¿cómo es que había sido tan despistada? Intenté mantener la calma y se me ocurrió preguntar a varias personas cómo volver, pero fue en vano pues lo único que intentaron fue robarme; con magia discreta conseguí persuadirlos. Pero ¿y ahora? Continué caminando y de repente me vi encerrada en un callejón oscuro. Con fiereza, alguien me cogió por las caderas y me acorraló a una pared: un rostro masculino me observaba con ansia y cuando sonrió dos perlas brillaron en su boca. Tragué saliva con cuidado y quise hacer algún hechizo para librarme de lo que fuera que fuese aquello, pero no conseguía rememorar ninguno que pudiera usar en aquella situación. Así que me mantuve serena y cerré los ojos para no ver el temeroso rostro.

por **Samael von Percy** Lun Nov 11, 2013 5:33 pm

Si las flores vivieran entre paredes de ladrillo, de seguro deborarian la tierra entera, a la sonrisa de cada pétalo...

Había caminado toda la noche... - Maldita sea ¿nada para entretener a un vampiro recién llegado a París después de un año? - me pregunte aburrido entre las calles parisienses, venia justamente a realizar un estudio sobre la sociedad francesa y el mejor ejemplo eran estos barrios de mala muerte, quería pasar a beber algo por lo que me dispuse a caminar sigilosamente entre los callejones mientras se escuchaba de todo, gente quejándose del mundo, otros peleando más abajo en dirección a la plaza... no me entrometía generalmente en pelea entre hombres, pero en una esquina logré percibir algo y era un gemido de mujer, me acerque a ver que ocurría y me encontré definitivamente a una señorita y un tipo al parecer asaltándola...

- si... así era... - me dije desde la azotea de un edificio cercano a lo que apresure el paso...

Baje de la azotea sin hacer ningún ruido y observando como el junto a un cuchillo intimidaba a esta chica me dispuse detras de el... el tipo se notaba no sabia ocupar el arma pero si debia matar lo haria, dudaba tambien de aquello, solo estaba angustiado en cuanto a la belleza de ella y un poco de dinero en esta miseria...
- Que hace una niña rica en estos lugares... sabiendo que le puede pasar lo peor... - me dijo internamente en un creccendo de ideas que trataban de buscar la lógica a la situación...
-De seguro esta perdida, si... a menos que busque morir, pero en ese sentido toma cicuta y su muerte sera menos dolorosa... - termine en conclusión esta idea, francamente estúpida por la vida de ella...
Me dispuse detras de el, lo tome de su mano donde manejaba aquel cuchillo y lo lance lejos donde choco con una muralla... ella al parecer impactada y en shock salian unas leves palabras de sus labios, no le tome mayor importancia y me acerque a el fijamente...
- Vete... aquí tienes unos francos... vete! - le tire 10 francos para que fuera a otro lado y la dejara tranquila... me había dispuesto hace tiempo dejar de asesinar humanos solo por impulso, era mas calmo que otros años...
El tipo asustado debió saber mi condición vampirezca, pues mis ojos rojos en situaciones de excitación me delataban y se volvían rojos de la sangre más hervida...
Se había ido...

- ¿Estas bien?...- le dije a la señorita poniendo mi Montgomery largo sobre ella, hacia frio, sobre todo a estas horas de la noche...

- Me llamo Samael von Percy... Conde de Londres, recién llegado después de un año fuera... mucho gusto... - la reverencia era esencial para cada situación donde un hombre conocía a una dama.

- Veo que estas algo mal... no quieres un café o algo?... yo invito... a menos que prefieras que te vaya a dejar a tu hogar... estos lugares no son aptos para que una dama como ud. ande vagando sola...- le dije besando su mano por respeto mientras ella me miraba algo perdida, era de entender por la situación que acababa de vivir...
- Tranquila... todo saldrá bien, tendrán que cortarme la cabeza antes de hacerme algo... hahahaha! - sonreí levemente ante una curiosa verdad... prefería romper el hielo en lo que era realmente bueno, alegrar a la gente después de 4000 años...

Las nubes tapaban a la luna que bella reflejaba una situación que hace mucho no vivía... todo sera mejor.

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