AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Unforgettable [Privado]
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Unforgettable [Privado]
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Pablo Neruda
Las campanas anunciaban a lo lejos que era el momento de que las personas comenzaran a abandonar las calles y de que los inmortales salieran de sus escondites pues la noche había llegado y con ella el reinado de los seres oscuros.
¿Cuánto tiempo llevaba en París? Demasiado ya para su propio gusto, quizás lo mejor era darse por vencido y olvidar que en aquella ciudad estaba su esposa, si es que aún podía llamarle de esa manera. Una y otra vez, siempre que pensaba en ella solo podía ver la repulsión en el rostro ajeno y nada el amor que ella había dicho profesarle en un determinado momento de su vida.
Permaneció perdido en los recuerdos de todos aquellos días que le brindaron la felicidad que en la actualidad solo le llevaba arrepentimientos e ira, pero las campanadas nuevamente le sacaron de su estado de sopor y fue en ese instante en el que decidió caminar con rumbo a Notre Dame. En sus años de humano había sido fiel creyente de lo que la iglesia profesaba, pero se había dado cuenta demasiado tarde que las cosas no pasaban como “Dios” lo quería, sino como el egoísmo de las personas les indicaba.
Sonrió para si mismo, esa noche era la noche perfecta para dejarse llevar y no existía mejor lugar para reclamar, destrozar y relajarse un poco que en el hogar de Dios, precisamente ese lugar ya le había llamado dos veces esa noche… Notre Dame.
Habiendo podido llegar en breves minutos al lugar se tomo su tiempo, andaba lento como si fuese otro humano más aunque tenía ya bastantes años sin serlo. Sonrió y saludo a las personas que se topo por el camino que no resultaron ser nadie importante como para desviar su atención del motivo principal de su salida esa noche. La catedral se alzaba a la distancia y a Zasha le parecía una burla a su sufrimiento verle de esa manera, orgullosa, complacida con lograr lavar las mentes de las personas y hacerles trabajar para sus propósitos; le provocaba incluso una mayor molestia haber creído en ella y que ahora que era parte de los inmortales saber que siempre eran seguidos y asesinados por los inquisidores.
Tiempo atrás había tenido la dicha de toparse con uno de esos ya fueran humanos muy ingenuos o traidores a las razas sobre naturales. Aquel inquisidor con quien se había topado resulto ser un humano y lo único que podía recordar era el bello sabor de su sangre, una delicia sin duda alguna porque muchos de los humanos que entraban a la inquisición eran puros y eso le gustaba. Desafortunadamente nunca se había topado con algún inquisidor condenado, pero estaba deseoso de hacerlo y darle una buena lección a ese traidor y a cualquier otro que pensara algo en contra de su raza. Sumergido en sus pensamientos de una venganza que si bien no era propia aminoraría las cargas de su existencia, llegó a Notre Dame.
Miro la catedral con desprecio, estaba preparado para destruir una que otra cosa en el interior de aquel recinto sagrado así que simplemente avanzó por la callé pues pensaba tirar una puerta o entrar por algún vitral pero cuando estaba planeando que lugar sería el mejor para entrar noto una puerta ligeramente abierta; avanzó hasta ella y con un ligero empujón la puerta se abrió mostrando el interior. Una sonrisa apareció en su rostro y sus pasos se dirigieron a cruzar aquel umbral que le llevaría hasta el lugar que estaba planeando destruir.
No había terminado de cerrar la puerta tras de si cuando un aroma llegó hasta él, no estaba solo en aquel lugar y aunque aquel aroma le parecía ligeramente familiar no lo reconoció de nadie, así que lentamente, paso a paso avanzo buscando a quien fuera que estuviese allá.
Pablo Neruda
Las campanas anunciaban a lo lejos que era el momento de que las personas comenzaran a abandonar las calles y de que los inmortales salieran de sus escondites pues la noche había llegado y con ella el reinado de los seres oscuros.
¿Cuánto tiempo llevaba en París? Demasiado ya para su propio gusto, quizás lo mejor era darse por vencido y olvidar que en aquella ciudad estaba su esposa, si es que aún podía llamarle de esa manera. Una y otra vez, siempre que pensaba en ella solo podía ver la repulsión en el rostro ajeno y nada el amor que ella había dicho profesarle en un determinado momento de su vida.
Permaneció perdido en los recuerdos de todos aquellos días que le brindaron la felicidad que en la actualidad solo le llevaba arrepentimientos e ira, pero las campanadas nuevamente le sacaron de su estado de sopor y fue en ese instante en el que decidió caminar con rumbo a Notre Dame. En sus años de humano había sido fiel creyente de lo que la iglesia profesaba, pero se había dado cuenta demasiado tarde que las cosas no pasaban como “Dios” lo quería, sino como el egoísmo de las personas les indicaba.
Sonrió para si mismo, esa noche era la noche perfecta para dejarse llevar y no existía mejor lugar para reclamar, destrozar y relajarse un poco que en el hogar de Dios, precisamente ese lugar ya le había llamado dos veces esa noche… Notre Dame.
Habiendo podido llegar en breves minutos al lugar se tomo su tiempo, andaba lento como si fuese otro humano más aunque tenía ya bastantes años sin serlo. Sonrió y saludo a las personas que se topo por el camino que no resultaron ser nadie importante como para desviar su atención del motivo principal de su salida esa noche. La catedral se alzaba a la distancia y a Zasha le parecía una burla a su sufrimiento verle de esa manera, orgullosa, complacida con lograr lavar las mentes de las personas y hacerles trabajar para sus propósitos; le provocaba incluso una mayor molestia haber creído en ella y que ahora que era parte de los inmortales saber que siempre eran seguidos y asesinados por los inquisidores.
Tiempo atrás había tenido la dicha de toparse con uno de esos ya fueran humanos muy ingenuos o traidores a las razas sobre naturales. Aquel inquisidor con quien se había topado resulto ser un humano y lo único que podía recordar era el bello sabor de su sangre, una delicia sin duda alguna porque muchos de los humanos que entraban a la inquisición eran puros y eso le gustaba. Desafortunadamente nunca se había topado con algún inquisidor condenado, pero estaba deseoso de hacerlo y darle una buena lección a ese traidor y a cualquier otro que pensara algo en contra de su raza. Sumergido en sus pensamientos de una venganza que si bien no era propia aminoraría las cargas de su existencia, llegó a Notre Dame.
Miro la catedral con desprecio, estaba preparado para destruir una que otra cosa en el interior de aquel recinto sagrado así que simplemente avanzó por la callé pues pensaba tirar una puerta o entrar por algún vitral pero cuando estaba planeando que lugar sería el mejor para entrar noto una puerta ligeramente abierta; avanzó hasta ella y con un ligero empujón la puerta se abrió mostrando el interior. Una sonrisa apareció en su rostro y sus pasos se dirigieron a cruzar aquel umbral que le llevaría hasta el lugar que estaba planeando destruir.
No había terminado de cerrar la puerta tras de si cuando un aroma llegó hasta él, no estaba solo en aquel lugar y aunque aquel aroma le parecía ligeramente familiar no lo reconoció de nadie, así que lentamente, paso a paso avanzo buscando a quien fuera que estuviese allá.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: Unforgettable [Privado]
Ni siquiera Dios puede cambiar el pasado.
Agatón
Agatón
De nuevo Dania rezaba en aquel lugar, resarciendo cada pecado que cometía y rogando el perdón por aquellas almas que en sus manos habían perecido. Arrodillada frente al altar donde el hijo de dios de alzaba crucificado en la santa cruz. Se estaba volviendo una costumbre acudir en sus temporadas en la ciudad de Paris, a la catedral de Notre Dame en la oscuridad y amparo de la noche, cuando no había alma viviente que merodeara por aquel lugar. Ni los monjes que la custodiaban andaban ya a esas horas altas de la noche, cuando acudía la inquisidora a encontrar cierto consuelo a su alma.
Se creía una completa y mortífera asesina y soldado de la inquisición. Una arma hecha desde el infierno de su última noche como humana, perfeccionada en cada cacería y tortura que llevaba a cabo. No podía negar que en ocasiones disfrutaba de las torturas a vampiros, en los que creía ver en algunos instantes al culpable de su condición morir en sus manos, y no había más dicha que imaginar que aquellos ruegos, gritos eran los de él. Él quien en su frenesís salvaje, no tuvo consideración, ni benevolencia ni respeto alguno por ella, que era su esposa. Le había hecho caso omiso a cada grito y alarido de miedo, nada le había importado más que su sangre y cuerpo, con el que había jugado y domado a su antojo.
Decían que algunos vampiros olvidaban su conversión a aquella vida de sombras y sangre. No era su caso, ella nunca olvidaría aquella noche. Lo recordaba todo, lo que no habría imaginado nunca era que al final hubiera decidido otorgarle la inmortalidad, tras terminar con su vida. Cuando revivió sin saber nada de su condición, aterrorizada de su esposo huyó de él, terminando escondida en una Iglesia, donde allí se tomó su primera víctima, descubriendo el monstruo en el que se había convertido. Para su mala o buena suerte fue encontrado por inquisidores quienes le ofrecieron la salvación de su alma a cambio que los ayudara en su misión de exterminar todo el mal de aquellas tierras. En su confusión de neófita, y necesidad de alejarse de su esposo al que temía, aceptó entrando en la inquisición como soldado en cuanto se dieron cuenta del potencial que presentaba, al centrarse de llena en las cacerías llevada por la desesperación, odio y traición de su esposo y supuesto maestro.
De ese suceso ya hacía más de 600 años. Nunca había visto de nuevo a su esposo, y solo ahora bajo la influencia y extraña amistad que compartía con Ian Lancaster, un vampiro con el que tenían un trato de protección mutua, que alguna noche pensaba en cómo habría sido si se hubiera quedado y no hubiera huido al verlo tras su traumática conversión. ¿La habría terminado de matar? ¿Habría sido su mascota? O por lo contrario se habría mostrado tal como era ahora que la había sometido a aquel oscuro mundo sin su consentimiento?“Lo hecho, esta está. No vale la pena…” Pensó levantándose del suelo, quedándose contemplando la vitrina que adornaba la catedral. Por el día debía de ser realmente hermoso contemplar la catedral por dentro con aquella magnitud de luz, que debía de tener. Suspiró, poniéndose de nuevo la capucha negra de la capa que la recubría, cuando un olor llegó a ella. Era un vampiro, dedujo por la ausencia de latidos de los latidos del corazón y por aquel silencio en el que parecía moverse por encima del suelo.
“¿Otra víctima en esta noche, mi señor?” Preguntó a la figura de Jesús antes de girarse y enfrentar desde la seguridad de la sombra que creaba la capucha en su rostro y enfrentó con la mirada al merodeador nocturno, quien entre las sombras seguia.
— ¿Qué hacéis en la casa santa del señor? – Preguntó directamente con una fría voz que retumbó por las paredes gracias al eco y silencio sepulcral de aquel lugar, solo roto por los dos vampiros que se encontraban. Esperó no ser demasiado osada,y que su rostro permaneciera oculto bajo las sombras de su capucha. Sin saber quien era aquel vampiro, y con una extraña sensacion de que mejor permanecer alerta, siguió cada uno de sus movimientos.—No es común ver a almas de nuestra condición acudiendo a este santo lugar. —Añadió a la espera de su respuesta y oír la voz de aquel desconocido.
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Unforgettable [Privado]
Las decisiones de dios son misteriosas, pero siempre a nuestro favor.
Paulo Coelho
En la media luz que brindaban algunas velas del lugar se preguntaba ¿Quién demonios estaría en aquel lugar? La carencia de latidos confirmo lo que sospecho desde un inicio e incluso brindo un panorama más amplio de lo que estaba dentro del lugar aunque en su mente no había espacio para lo que estaba por venir encima de él, ni otros 600 años le hubiesen preparado para lo que Notre Dame le tenia previsto esa noche.
Aprovechando la forma de la Catedral se mantenía en las sombras, divisando a ratos la figura de lo que parecía ser una mujer, una de esas criaturas traidoras que solo esperaban enamorar y hacer caer a los hombres para después golpearles cuando ellos no podían concebir más su vida sin ellas. Lentamente y con la gracia perteneciente a su raza la mujer se levanto de donde se encontraba y cubriendo su rostro y cabeza se giro a esa parte de Notre Dame donde se movía Zasha. Era natural que ella supiese de la intromisión de él en ese lugar, pero si era inteligente no se metería en su camino y simplemente se alejaría de el sitio, a menos claro que deseara ayudarle o morir en aquel mismo lugar.
Existen cosas que se olvidan con el pasar de los años y no fue la excepción la voz de su esposa, la cual no reconoció pero si le provoco una gracia tremenda la forma en la que se expresaba. Fácil fue para él vampiro saber que ella era inquisidora, no había que ser muy listo pues cuando alguien hablaba de esa manera de Dios era todo obvio. “Casa santa”, “Santo lugar”… sus ideas eran firmes respecto a eso, si realmente fuera algo santo, los sobrenaturales no existirían o si quiera podrían entrar a un sitio como aquel y sin embargo podían hacerlo, como cualquier humano común y corriente. Si bien su intención inicial era destruir algunas partes de la Catedral, no tenía nada de malo pasar un rato internaste con una mujer que compartiera su raza, así que sin esperar mucho más Zasha comenzó a salir de las sombras, mostrando poco a poco su cuerpo a la mujer que estaba allá.
– Una pregunta sencilla, una respuesta sencilla – salió entonces completamente de su escondite, dirigiendo su mirada y su entera atención a la figura femenina que no mostraba nada de la identidad de ella – He venido a destruir este lugar, me molesta escuchar sus campanas y me recuerda que tu Dios es solo alguien que busca divertirse con todo lo que existe – avanzó lentamente, quedando cerca de una banca de madera la cual golpeo para romper el soporte de la espalda – y si no es común ver a gente de nuestra condición en este lugar pero es menos extraño que venga uno a destruir este lugar que a toparse traidoras a la raza en un lugar como este – Su forma de ver las cosas le era sumamente clara y no había nada más que hacer en aquel sitio que eso que había planeado desde el inicio.
– Ahora… si me disculpas tengo un lugar que destruir y tu presencia solo me molesta así que ¿puedes retirarte? – Avanzó más, buscando encontrar alguna imagen a la cual pegarle, pues para ese momento aún ignoraba quién se encontraba bajo aquella capucha.
Paulo Coelho
En la media luz que brindaban algunas velas del lugar se preguntaba ¿Quién demonios estaría en aquel lugar? La carencia de latidos confirmo lo que sospecho desde un inicio e incluso brindo un panorama más amplio de lo que estaba dentro del lugar aunque en su mente no había espacio para lo que estaba por venir encima de él, ni otros 600 años le hubiesen preparado para lo que Notre Dame le tenia previsto esa noche.
Aprovechando la forma de la Catedral se mantenía en las sombras, divisando a ratos la figura de lo que parecía ser una mujer, una de esas criaturas traidoras que solo esperaban enamorar y hacer caer a los hombres para después golpearles cuando ellos no podían concebir más su vida sin ellas. Lentamente y con la gracia perteneciente a su raza la mujer se levanto de donde se encontraba y cubriendo su rostro y cabeza se giro a esa parte de Notre Dame donde se movía Zasha. Era natural que ella supiese de la intromisión de él en ese lugar, pero si era inteligente no se metería en su camino y simplemente se alejaría de el sitio, a menos claro que deseara ayudarle o morir en aquel mismo lugar.
Existen cosas que se olvidan con el pasar de los años y no fue la excepción la voz de su esposa, la cual no reconoció pero si le provoco una gracia tremenda la forma en la que se expresaba. Fácil fue para él vampiro saber que ella era inquisidora, no había que ser muy listo pues cuando alguien hablaba de esa manera de Dios era todo obvio. “Casa santa”, “Santo lugar”… sus ideas eran firmes respecto a eso, si realmente fuera algo santo, los sobrenaturales no existirían o si quiera podrían entrar a un sitio como aquel y sin embargo podían hacerlo, como cualquier humano común y corriente. Si bien su intención inicial era destruir algunas partes de la Catedral, no tenía nada de malo pasar un rato internaste con una mujer que compartiera su raza, así que sin esperar mucho más Zasha comenzó a salir de las sombras, mostrando poco a poco su cuerpo a la mujer que estaba allá.
– Una pregunta sencilla, una respuesta sencilla – salió entonces completamente de su escondite, dirigiendo su mirada y su entera atención a la figura femenina que no mostraba nada de la identidad de ella – He venido a destruir este lugar, me molesta escuchar sus campanas y me recuerda que tu Dios es solo alguien que busca divertirse con todo lo que existe – avanzó lentamente, quedando cerca de una banca de madera la cual golpeo para romper el soporte de la espalda – y si no es común ver a gente de nuestra condición en este lugar pero es menos extraño que venga uno a destruir este lugar que a toparse traidoras a la raza en un lugar como este – Su forma de ver las cosas le era sumamente clara y no había nada más que hacer en aquel sitio que eso que había planeado desde el inicio.
– Ahora… si me disculpas tengo un lugar que destruir y tu presencia solo me molesta así que ¿puedes retirarte? – Avanzó más, buscando encontrar alguna imagen a la cual pegarle, pues para ese momento aún ignoraba quién se encontraba bajo aquella capucha.
Última edición por Zasha Kozlov el Mar Dic 24, 2013 12:50 am, editado 1 vez
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: Unforgettable [Privado]
Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvado.
Mateo 10:22
Mateo 10:22
Si algo había perdurado en su memoria era el vivo recuerdo de su esposo, de aquella noche en que la convirtió de forma cruel y su voz, aquella voz que tanto había anhelado oír cuando era humana y permanecía a su lado. La misma melodía que luego había temido y con los años en que huyó de su recuerdo, había odiado. Por eso y un sexto sentido alarmante se quedó mirando fijamente al vampiro, cayendo en cada sombra de su cuerpo, en la fuerza que de él se proyectaba, intuyendo que no era coincidencia, que sus instintos no la llamaban a matar por un motivo inexistente, si no por lo que creía que jamás sucedería estaba ocurriendo.
—Zasha... —Susurró sin darse cuenta al reconocerlo en cuando salió de las sombras y se reveló finalmente ante la inquisidora.
¿Podía ser real? Era él? Tras tantos años huyendo de él y en si mismo buscándole para vengar su muerte y aquel nacimiento a una vida que no habría querido, condenada a vagar en solitario, sola... cuando ella siempre había sido una joven necesitada del cariño de los demás, no sabía en qué creer. Ladeó la cabeza observándole. Cada movimiento, cada palabra, su mirada... ¡era él! Sus ojos aún no podían creerse lo que veían ante ellos. "¿Es esto una prueba, nuestro señor?" Pensó observándolo desde la seguridad de su capucha, sin inmutarse en cuando golpeó el respaldo de uno de los bancos.
—Todos somos traidores a nuestra humanidad. Nada me importa estar condenada por los nuestros. Gracias a ellos soy lo que soy y así he permanecido por 600 años, solitaria vagando entre las sombras en un mundo que de humana me habría aterrado. — Dijo con una voz sumamente inexpresiva e impersonal, como si todo aquello no le importara en la realidad. No obstante la verdad era muy diferente. Pese a ser vampira, en ella residía todavía aquella esencia de la mortal que un día fue, la que en ocasiones se horrorizaba de sus actos, como también de sus semejantes. Era curioso como aún así hasta aquella parte más noble que guardaba en algún resquicio de su muerto corazón aclamaba sangre, venganza hacia aquel que la había destruido y abandonado.
— No creo dejarte hacer algo así, si me permites la osadía. Por lo que insisto en que busques otra Iglesia que destruir sin nadie dentro para protegerla. — Solo fue un aviso oculto en la ligera sonrisa de su rostro y su dulce voz. Parecía increíble que aún no la hubiera reconocido, no mucho había cambiado la melodía de su voz pensó Dania viéndole avanzar con la mirada fija en la búsqueda de cuadros o pinturas que romper. "Nada le gustara a la Iglesia que les anuncie que la catedral fue asaltada y menos que fue profanada", suspiró e ignorando lo confundida que aún seguía su mente ante aquel encuentro inesperado caminó hacia él, interponiéndose entre él y la siguiente víctima de sus puños.
Sonriendo negó con la cabeza. — La molestia que produce tu presencia en este lugar no es menor a lo que mi presencia te otorga. Y créeme que olvidaras rápido el motivo por el cual estas aquí. — Dijo con una sutil sonrisa alzando sus labios. Se moría de ganas de ver su reacción al conocer su identidad. Lo más seguro que terminara estampada contra la pared por aquellas manos que tanto había amado y odiaba. No obstante era una vampira gracias a él y como él, era resistente. También al dolor. — ¿No me reconoces...Zasha?— susurró acariciando su nombre. — Hace muchos años de nuestra última vez...—Ronroneó dando un paso hacia atrás, de forma que la luz de la luna que incidía por los cristales de la catedral diera por completo a ella. Alumbrando su figura. Lentamente y bajo el escrutinio de aquellos ojos que tan bien conocía, dirigió sus manos hacia la capucha de su capa, quitándosela dejando libre su cabello, como revelada su identidad. Clavó sus azules ojos en los de él y le sonrío. — Mucho tiempo sin verte, esposo mío. —
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Unforgettable [Privado]
El amor combinado con odio es más podereso que el amor. O que el odio.
Joyce Carol Oates
Por un efímero momento creyó escuchar su nombre, pero aquello le parecía una tremenda tontería considerando el lugar en el que se encontraba y más aún con una de su raza que parecía tan dispuesta a proteger aquel lugar a costa de lo que fuera. Era curioso como incluso la mente le jugaba bromas aun en aquellos tiempos, porque la voz que había creído oír pertenecía a su esposa, pero eso era sencillamente imposible así que opto por ignorar sus sentidos que estaban equivocados y seguir en lo suyo.
– No te sientas tan única querida, todos nosotros estamos condenados por nuestra raza; aunque algunos más que otros… – pensó en la desagradable noche en que había cedido a su naturaleza y ni siquiera los gritos de la persona que más amaba en el mundo pudieron alejarle de sus instintos hasta que termino por dañarla – pues en algo coincidimos porque ambos estamos solitarios… aunque tu pases tu soledad en este lugar… diciendo que amas aquello que lucha por destruirnos – observo toda la catedral como si aquel sitio fuera el mismo infierno.
Le era complicado estar ahí, recordar además a su esposa y no estallar en ira contra aquel a quien llamaban Dios; por eso también era que buscaba contra que desatar aquella ira que cargaba por dentro y entonces de nuevo esa mujer aparecía para impedir que lograra aquello que deseaba hacer, ¿Por qué se empeñaba en detenerle? Luchar sería quizás inútil para ambos o más para ella pero aún así pedía que Zasha se retirara de aquel lugar en busca de otro, sus planes estaban diseñados para aquel magnificente lugar, no para ningún otro.
– No te permito nada, ya te dije que vine a destruir este sitio y ni tu, ni nadie podrá impedir que cumpla con mi cometido – miro la capucha aquella que comenzaba a molestarle – lo mejor será que te busques otra Iglesia que proteger… así todos seremos felices – río entonces, ya después de haber descargado apenas una fracción ínfima de su ira y se disponía a seguir desatando su odio y frustración contra aquel lugar cuando ella se planto frente a él.
Viendo a aquella inmortal frente a si le pareció algo extraño, quizás familiar, pero no presto más atención a lo que sus instintos le decían y solamente se enfoco nuevamente en las palabras de la mujer.
– No creo poder olvidar fácilmente el motivo… así que anda largate y deja que siga con lo mío – estaba por alejarse y buscar otra cosa que destruir, deseando que no le interrumpiera de nuevo si es que no quería que las cosas terminaban mal y entonces fue que abrió mucho más los ojos observando a la mujer frente así, que comenzaba a alejarse dando paso a la realidad en la mente de Zasha.
La voz no había sido su imaginación, la mujer que tenía frente a si era ni más ni menos aquella a quien tanto tiempo había estado buscando, aquella a quien daño tanto como amo y por la cual estaba tan resentido. Ella le había abandonado sin dejarse explicar y ahora aparecía ahí sonriéndole y dirigiendo sus azules ojos a los de él.
– Tu… – apretó los puños y se mostró serio, aquella aparición tan repentina no la tenía prevista; si bien, en un sin fin de ocasiones había ensayado como serían las cosas cuando nuevamente le viera no pudo contenerse y antes de que se alejara más de él, la tomo de la mano para con un rápido movimiento estrellarla contra la pared más cercana – Mi querida esposa…tienes razón ha pasado bastante tiempo mi querida traidora – sus palabras cargaban un odio mezclado a su vez con aquel profundo amor que siempre sintió por ella y que incluso en esos momentos amenazaba con aflorar – sigues tan bella como siempre, me pregunto ¿Aun rompes los corazones de quienes te aman? – al preguntar eso, se pego más a ella y apretó su mano esperando que respondiera o hiciera algo, pero si de algo estaba seguro Zasha es que ahora que le encontraba ella no se libraría de él, jamás.
Joyce Carol Oates
Por un efímero momento creyó escuchar su nombre, pero aquello le parecía una tremenda tontería considerando el lugar en el que se encontraba y más aún con una de su raza que parecía tan dispuesta a proteger aquel lugar a costa de lo que fuera. Era curioso como incluso la mente le jugaba bromas aun en aquellos tiempos, porque la voz que había creído oír pertenecía a su esposa, pero eso era sencillamente imposible así que opto por ignorar sus sentidos que estaban equivocados y seguir en lo suyo.
– No te sientas tan única querida, todos nosotros estamos condenados por nuestra raza; aunque algunos más que otros… – pensó en la desagradable noche en que había cedido a su naturaleza y ni siquiera los gritos de la persona que más amaba en el mundo pudieron alejarle de sus instintos hasta que termino por dañarla – pues en algo coincidimos porque ambos estamos solitarios… aunque tu pases tu soledad en este lugar… diciendo que amas aquello que lucha por destruirnos – observo toda la catedral como si aquel sitio fuera el mismo infierno.
Le era complicado estar ahí, recordar además a su esposa y no estallar en ira contra aquel a quien llamaban Dios; por eso también era que buscaba contra que desatar aquella ira que cargaba por dentro y entonces de nuevo esa mujer aparecía para impedir que lograra aquello que deseaba hacer, ¿Por qué se empeñaba en detenerle? Luchar sería quizás inútil para ambos o más para ella pero aún así pedía que Zasha se retirara de aquel lugar en busca de otro, sus planes estaban diseñados para aquel magnificente lugar, no para ningún otro.
– No te permito nada, ya te dije que vine a destruir este sitio y ni tu, ni nadie podrá impedir que cumpla con mi cometido – miro la capucha aquella que comenzaba a molestarle – lo mejor será que te busques otra Iglesia que proteger… así todos seremos felices – río entonces, ya después de haber descargado apenas una fracción ínfima de su ira y se disponía a seguir desatando su odio y frustración contra aquel lugar cuando ella se planto frente a él.
Viendo a aquella inmortal frente a si le pareció algo extraño, quizás familiar, pero no presto más atención a lo que sus instintos le decían y solamente se enfoco nuevamente en las palabras de la mujer.
– No creo poder olvidar fácilmente el motivo… así que anda largate y deja que siga con lo mío – estaba por alejarse y buscar otra cosa que destruir, deseando que no le interrumpiera de nuevo si es que no quería que las cosas terminaban mal y entonces fue que abrió mucho más los ojos observando a la mujer frente así, que comenzaba a alejarse dando paso a la realidad en la mente de Zasha.
La voz no había sido su imaginación, la mujer que tenía frente a si era ni más ni menos aquella a quien tanto tiempo había estado buscando, aquella a quien daño tanto como amo y por la cual estaba tan resentido. Ella le había abandonado sin dejarse explicar y ahora aparecía ahí sonriéndole y dirigiendo sus azules ojos a los de él.
– Tu… – apretó los puños y se mostró serio, aquella aparición tan repentina no la tenía prevista; si bien, en un sin fin de ocasiones había ensayado como serían las cosas cuando nuevamente le viera no pudo contenerse y antes de que se alejara más de él, la tomo de la mano para con un rápido movimiento estrellarla contra la pared más cercana – Mi querida esposa…tienes razón ha pasado bastante tiempo mi querida traidora – sus palabras cargaban un odio mezclado a su vez con aquel profundo amor que siempre sintió por ella y que incluso en esos momentos amenazaba con aflorar – sigues tan bella como siempre, me pregunto ¿Aun rompes los corazones de quienes te aman? – al preguntar eso, se pego más a ella y apretó su mano esperando que respondiera o hiciera algo, pero si de algo estaba seguro Zasha es que ahora que le encontraba ella no se libraría de él, jamás.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: Unforgettable [Privado]
La memoria, malla a malla, me cubre armando su mundo. Interior, mi noche calla y en tu recuerdo yo me hundo.
Jorge Guillén
Jorge Guillén
El sentir de nuevo su mano contra la suya, la hizo titubear encontrándose aturdida por los recuerdos que su tacto contra el ajeno le provocaba. Momentos felices, agradables hasta llegar a aquel doloroso recuerdo que siempre terminaba recordando, como si hubiera quedado aquel instante grabado en su mente. Aquel titubeó de su parte, fue aprovechado por Zasha para aventarla contra la pared más próxima en un duro golpe, que apenas fue más que una caricia para su espalda. Si hubiera estado concentrada, no hubiera resultado tan fácil poder aventarla, pero allí mirándole era inconcebible no beber de su imagen. ¿Siempre ha sido tan bello? Se preguntó viéndole por primera vez con sus ojos de inmortal, cayendo en cada percepción de él, que antes como humana no podía percibir.
— Aún sigues llamándome así, esposo? — Le preguntó encarada a él, temiendo por primera vez en esos tantos, demasiados años ser débil ante él. — Yo nunca te traicioné… —Replicó negando con la cabeza, dejando que sus finos colmillos se asomaran bajo los labios suaves y carnosos que seguía poseyendo en esta otra vida. — Fue todo lo contrario. —Dijo en un siseó amenazador al verlo acercarse, pegándose a ella. Ella solo le miró y enseño los colmillos. Los dos sabían que si quisiera liberarse lo habría hecho, tras todos esos años que habia pasado entrenada por la inquisicion, apartar a un vampiro de ella no resultaba demasiado esfuerzo, ni exigía un control elevado de sus capacidades, apenas bastaba con empujarlo con fuerza, de la que ella poseía. Pero si cedía a sus impulsos antes de que él hablara con ella, se perdería ver el sufrimiento de él en aquellos oscuros ojos, que tanto hacia años habia amado.
Sintió el apretón de su mano. Ni se inmutó, decidió ignorarle, bastante tenía con su cercanía y sentir el delicioso aroma de él, que la llamaba más fuerte que ningún otro, al ser su creador. “El malvado creador que rompió mi corazon y se encargó de arrojarlo a las tinieblas.” — Siempre lo he hecho y seguiré haciéndolo. Un corazon roto sabe mejor que un corazon inocente…cierto? — Por dentro ardía de furia y rabia al oírle hablar de ella de aquella forma. Sentía en su tono de voz, rastros de aquel que recordaba, todo y así solo se centraba en el mensaje de sus palabras y ella en ningún momento habia jugado con él. Sonrío burlesca fingiendo celebrar y deleitarse con las palabras que habia dicho, mirando fijamente al vampiro que tenía delante de ella, demasiado cerca, tanto que podía sentir la fuerza del vampiro en sus músculos, en su cuerpo contra ella. — Lo que no comprendo de tus palabras… ciertamente es en qué momento rompí tu corazon. Ah! Creo que ya lo sé. Cuando aterrorizada intenté huir de ti o cuando grite que me perdonaras, que no me mataras? O tambien, cuando dejé de luchar contra ti, llorando de dolor, al sentir los desgarros y como mi vida se escapaba de mi? —Preguntó intentando que no se denotara en su voz el dolor de todo aquello.
— Sí, supongo que hay recuerdos, momentos que son inolvidables. — Le miró fijamente a los ojos. Y allí por su mente pasaron todos los momentos que habia vivido junto a él como humana, en los que en cada uno de ellos, él le tomaba la mano en un momento u otro de las veladas que habían compartido, antes de aquel desencuentro que llevó a que muriera como mortal para nacer horrorizada en lo que ahora era. Cerró los ojos un segundo, sintiendo la presión en su mano, lo que hizo que hincara en la mano ajena sus uñas, haciendo tambien presión, esperando que le dejara la mano en paz. Ya habia sufrido mucho por él, porque aún ahora cuando quería venganza, terminara sufriendo de nuevo en sus manos. — Y por mala suerte, o buena… Todavía no lo sé. Yo recuerdo cada uno de ellos, como si hubiera sido ayer. Sigo contándote, recordándote aquellos momentos de éxtasis y horror y desolación para mí… o me darás tú los motivos, por los cuales te rompí el corazon? Tras beber hasta mi último gota, y no de forma apacible y amorosa para mí.—Le miró inquisitiva, esperando por sus respuestas, esperando que sufriera recordando, como ella lo hacía.
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Unforgettable [Privado]
¿Cómo he de hallar reposo tras tu partida? Al irte tú, mi corazón se fue contigo.
Yehuda Haleví
Había esperado años por encontrarle de nuevo ante si y ahora que la tenía de la manera en la que deseaba ¿Que pensaba hacer? Ella era después de todo su esposa, la mujer que más amaba y que jamás dejaría de amar. Era tan patético y triste que después de haber sido abandonado por ella aún permanecieran aquellos sentimientos por ella, pero era sencillamente imposible que no fuera de esa manera. Ella fue la primera y la única a la que abrió lo que podía llamar corazón y solo había recibido rechazo y dolor por parte de ella. ¿Se lo merecía? Parte de si, estaba perfectamente consciente de que había obrado mal y que merecía eso y mucho más pero no había sido su intención lastimarla, se esforzó tanto por mantener su naturaleza en un secreto para ella que al final de todo sus buenas intenciones terminaron por herirla y eso era algo que ni él mismo se perdonaría nunca.
– Claro que te llamo así, eres mi esposa y una traidora – Sus ojos estaban clavados en ella. Era tan perfecta que quería grabar cada aspecto de ella que hubiese olvidado en el tiempo que no fue capaz de ver aquellos ojos y aquel rostro. Ni siquiera la mirada amenazadora que le lanzaba y aquellas palabras que podían disminuir sus encantos lograban hacer que pensara que no era hermosa – ¿Nunca me traicionaste? Vaya eso es una sorpresa porque yo no fui el que dejo nuestro hogar, jamás fue lo contrario… – aparto la mirada de ella – un descuido y entonces… – susurro apenas, aunque sabía bien que ella era capaz de escucharle, igual no deseaba ocultarle nada solo que termino por guardarse las palabras siguientes, esas que amenazaban con hacerle daño solo a él.
Dejo que ella hablara, no le interrumpió en ningún momento muy a pesar de que cada nueva palabra que salía de esos perfectos y hermosos labios lo hería profundo. Creyó ingenuamente que cuando se la encontrara sería incapaz de herirle más de lo que ya lo había hecho, pero al parecer Zasha estaba equivocado, su esposa era capaz de lastimar su muerto corazón más de lo que pensaba.
Que dijera además que no comprendía el momento en que había roto su corazón debía de ser una tontería. ¿No le había dicho antes cuanto le amaba? Claro que si, se lo decía en cada oportunidad que tenía, cada vez que sus ojos se topaban con aquel azul perfecto y profundo de Dania.
La mujer que tenía ahora frente a si era la misma, su aroma, su mirada, su voy y su cuerpo; aún así era completamente diferente a la mujer que conocía, se veía más fría. ¿Había cambiado él también? Río. Claro que habían cambiado ambos, los corazones rotos siempre cambiaban muy a pesar de lo que amaran después de eso.
– Un corazón roto solo sufre querida – susurro aquellas palabras cerca de ella – Siempre te dije que no debías entrar en aquella habitación ¿o no? – detestaba sentir toda aquella culpa sobre él. Saberse el que le había orillado a ser de esa manera era parte de lo que más le torturaba.
Aquellas uñas se clavaron en su mano pero aún así la mantuvo contra la pared, le había dejado escapar una vez confiando en que todo estaría bien después y una segunda ocasión no iba a pasarle. Finalmente después de tantos años tenían la oportunidad de hablar pero solo lograba sentirse peor, ella decía todo en su versión, haciendole ver como un monstruo despiadado que tenía la intensión ce asesinarla desde un principio. Eso nunca, Zasha hubiera preferido mil veces exponerse el mismo al sol para que ella estuviera a salvo, solo que las cosas no solían ir como quería siempre.
– Yo también recuerdo cada momento, pero claro tu solo recuerdas lo que te conviene. Entraste en un lugar que te dije que no debías ir jamás, temía herirte porque sabía que mis instintos no eran de fiar y aún así fuiste… – su mirada transmitía su propio sufrimiento, ese que siempre había cargado desde que ella se fuera de su lado. Una risa amarga apareció en sus labios y sus manos aflojaron aquel agarre – No fui consciente de que eras tu hasta que fue muy tarde y no podía dejar que murieras Dania – hasta pronunciar su nombre era glorioso y devastador – ¿Quieres saber los motivos por los cuales rompiste mi corazón? Bien – sus manos le soltaron y camino dando la espalda a ella, ahora que iba a decirle aquello dudaba que ella planear en irse.
Después de dar algunos pasos fue que se giro a mirarla de nuevo y sonrío apenas.
– Te amaba. Nunca quise lastimarte por eso era que en un inicio era tan frío, sabía que cuando descubrieras la verdad sobre mi te alejarías y entonces no sería capaz de seguir existiendo si es que tu no estabas cerca – desvió la mirada a un vitral de la gran catedral, el cual era iluminado por la luz de la luna en el exterior – jamás debí pensar que podía vivir a tu lado… – guardo silencio unos segundos, solo contemplaba el vitral como si mirándole pudiera volver al pasado y evitar casarse con ella y lastimarla de aquella manera – Te oculte tanto como pude mi naturaleza, pero aún así la descubriste y en mi arrebato termine por casi asesinarte ¿Sabes lo culpable que me sentí? Tanto como para darte de mi sangre, buscar la manera de mantenerte de forma egoísta a mi lado – le miro entonces – y te fuiste… no me dejaste explicar nada, solo te largaste – su voz sobo algo más fría y dura – La mujer que amaba se largo después de que no supo cuanto sufrí al saber que casi se muere… y aún así preguntas ¿Cómo me rompiste el corazón?…. ¿Aún te lo preguntas?
Yehuda Haleví
Había esperado años por encontrarle de nuevo ante si y ahora que la tenía de la manera en la que deseaba ¿Que pensaba hacer? Ella era después de todo su esposa, la mujer que más amaba y que jamás dejaría de amar. Era tan patético y triste que después de haber sido abandonado por ella aún permanecieran aquellos sentimientos por ella, pero era sencillamente imposible que no fuera de esa manera. Ella fue la primera y la única a la que abrió lo que podía llamar corazón y solo había recibido rechazo y dolor por parte de ella. ¿Se lo merecía? Parte de si, estaba perfectamente consciente de que había obrado mal y que merecía eso y mucho más pero no había sido su intención lastimarla, se esforzó tanto por mantener su naturaleza en un secreto para ella que al final de todo sus buenas intenciones terminaron por herirla y eso era algo que ni él mismo se perdonaría nunca.
– Claro que te llamo así, eres mi esposa y una traidora – Sus ojos estaban clavados en ella. Era tan perfecta que quería grabar cada aspecto de ella que hubiese olvidado en el tiempo que no fue capaz de ver aquellos ojos y aquel rostro. Ni siquiera la mirada amenazadora que le lanzaba y aquellas palabras que podían disminuir sus encantos lograban hacer que pensara que no era hermosa – ¿Nunca me traicionaste? Vaya eso es una sorpresa porque yo no fui el que dejo nuestro hogar, jamás fue lo contrario… – aparto la mirada de ella – un descuido y entonces… – susurro apenas, aunque sabía bien que ella era capaz de escucharle, igual no deseaba ocultarle nada solo que termino por guardarse las palabras siguientes, esas que amenazaban con hacerle daño solo a él.
Dejo que ella hablara, no le interrumpió en ningún momento muy a pesar de que cada nueva palabra que salía de esos perfectos y hermosos labios lo hería profundo. Creyó ingenuamente que cuando se la encontrara sería incapaz de herirle más de lo que ya lo había hecho, pero al parecer Zasha estaba equivocado, su esposa era capaz de lastimar su muerto corazón más de lo que pensaba.
Que dijera además que no comprendía el momento en que había roto su corazón debía de ser una tontería. ¿No le había dicho antes cuanto le amaba? Claro que si, se lo decía en cada oportunidad que tenía, cada vez que sus ojos se topaban con aquel azul perfecto y profundo de Dania.
La mujer que tenía ahora frente a si era la misma, su aroma, su mirada, su voy y su cuerpo; aún así era completamente diferente a la mujer que conocía, se veía más fría. ¿Había cambiado él también? Río. Claro que habían cambiado ambos, los corazones rotos siempre cambiaban muy a pesar de lo que amaran después de eso.
– Un corazón roto solo sufre querida – susurro aquellas palabras cerca de ella – Siempre te dije que no debías entrar en aquella habitación ¿o no? – detestaba sentir toda aquella culpa sobre él. Saberse el que le había orillado a ser de esa manera era parte de lo que más le torturaba.
Aquellas uñas se clavaron en su mano pero aún así la mantuvo contra la pared, le había dejado escapar una vez confiando en que todo estaría bien después y una segunda ocasión no iba a pasarle. Finalmente después de tantos años tenían la oportunidad de hablar pero solo lograba sentirse peor, ella decía todo en su versión, haciendole ver como un monstruo despiadado que tenía la intensión ce asesinarla desde un principio. Eso nunca, Zasha hubiera preferido mil veces exponerse el mismo al sol para que ella estuviera a salvo, solo que las cosas no solían ir como quería siempre.
– Yo también recuerdo cada momento, pero claro tu solo recuerdas lo que te conviene. Entraste en un lugar que te dije que no debías ir jamás, temía herirte porque sabía que mis instintos no eran de fiar y aún así fuiste… – su mirada transmitía su propio sufrimiento, ese que siempre había cargado desde que ella se fuera de su lado. Una risa amarga apareció en sus labios y sus manos aflojaron aquel agarre – No fui consciente de que eras tu hasta que fue muy tarde y no podía dejar que murieras Dania – hasta pronunciar su nombre era glorioso y devastador – ¿Quieres saber los motivos por los cuales rompiste mi corazón? Bien – sus manos le soltaron y camino dando la espalda a ella, ahora que iba a decirle aquello dudaba que ella planear en irse.
Después de dar algunos pasos fue que se giro a mirarla de nuevo y sonrío apenas.
– Te amaba. Nunca quise lastimarte por eso era que en un inicio era tan frío, sabía que cuando descubrieras la verdad sobre mi te alejarías y entonces no sería capaz de seguir existiendo si es que tu no estabas cerca – desvió la mirada a un vitral de la gran catedral, el cual era iluminado por la luz de la luna en el exterior – jamás debí pensar que podía vivir a tu lado… – guardo silencio unos segundos, solo contemplaba el vitral como si mirándole pudiera volver al pasado y evitar casarse con ella y lastimarla de aquella manera – Te oculte tanto como pude mi naturaleza, pero aún así la descubriste y en mi arrebato termine por casi asesinarte ¿Sabes lo culpable que me sentí? Tanto como para darte de mi sangre, buscar la manera de mantenerte de forma egoísta a mi lado – le miro entonces – y te fuiste… no me dejaste explicar nada, solo te largaste – su voz sobo algo más fría y dura – La mujer que amaba se largo después de que no supo cuanto sufrí al saber que casi se muere… y aún así preguntas ¿Cómo me rompiste el corazón?…. ¿Aún te lo preguntas?
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
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Re: Unforgettable [Privado]
Pero como todas las historias de amor, al menos las más bellas, la nuestra por supuesto también acabó en tragedia
Ismael K.
La presión que hacia con sus manos sobre las ajenas, con las que sostenían y la obligaban a permanecer estática, bajo su dominio, apenas era menos que una pequeña parte de la fuerza que quería dejar ir libremente contra él. El dolor, la desesperación, la desolación y aquel intenso miedo que en sus primeros años con la inquisición la había apresado hasta el ahogamiento completo de su alma, no eran nada en comparación con aquella resistencia. La rabia ardía por dentro. Finalmente le tenía como siempre había querido, frente a ella y mas vulnerable de lo que jamás ni en sus mayores sueños hubiese imaginado. Debía de despedazarlo, soltar lo que sentía en cada crujido de huesos, bebérselo y ahogarse en su maldita sangre. Y aún así su frío, muerto corazón se negaba a afligirle daño alguno… Aún era tan hermoso. ¿Cómo podría siquiera dañarle, cuando ante sus ojos se mostraba su belleza como una divinidad, a la que en un pasado, adoro sobre todas las cosas? Ismael K.
Se sentía incapaz, no así su venenosa lengua que buscando dañarle con los recuerdos intentó llegar a él de forma retorcida, haciéndole conocedor de lo que había acontecido aquella última noche en la que por última vez su corazón mortal latió una ultima vez, hacia ya más de quinientos años atrás.
- Condenaste mi inocencia, mi alma al diablo… eso para mi fue la traición mas grande que jamás hubieses podido hacerme. — Sus ojos no se separaban de los ajenos. — Más de aquella forma cruel en la que me arrebataste la vida. —Dijo forzando las palabras, con la espera de que le dañaran todavía más. En todo momento siguió mirándole, aún en esos instantes podía recordar lo bien que de mortal se había sentido cada vez que él la miraba, o simplemente acariciaba su mano, depositando un frío beso en ella, provocando que cientos de mariposas sobrevolaron su estomago, dándole fuerzas y esperanzas. Aferrandose a que algún día lograría ser la esposa que él quisiera a su lado, que algún día lograría ser quien durmiera junto a él. Hasta que finalmente cansada de ser rechazada, había decidido saltarse la más importante norma de la casa; No entrar jamás en la alcoba del señor. No obstante aún así lo hizo y entró decidida no solo a encararle y a hacerse respetar como su esposa y mujer que solo deseaba crear una familia y ser parte de la vida de su amado, si no para también encargarse por si misma de desmentir los rumores que rodeaban a Zasha de posibles amantes que dormían junto a él cada noche. Pero al entrar nada de lo que ella creía sucedió como esperaba, encontrándose en el suelo los cadáveres de dos jóvenes y con el nombre de Zasha en sus temblorosos labios, pagó caro su desacato con la muerte en brazos de un diablo.
Al principio le había rogado, buscado en él a su amado, creyendo que el diablo se había apoderado de su mente y que al oírla, la reconocería y dejaría de dañarle. Demasiado tarde se dio cuenta de que no había marcha atrás, de que aquel diablo y su Zasha, eran la misma persona, el mismo diablo. Rota de dolor, finalmente se dejó llevar por la muerte que él le prometía en cada beso sangriento y cada oscura caricia, hasta que demasiado tarde para recuperarla, él despertó.
Los recuerdos dejaron de atormentarla, tras sus primeros años en la inquisición y ahora viéndole, escuchando su voz, parecían volver de nuevo a ella, llenando todos sus sentidos, exclusivamente de él. No le contestó cuando él se refirió a la norma de que ella jamás tendría que haber entrado en su habitación. Solo le miró impasible, destilando odio y tristeza por igual, cuando él de nuevo le habló, abriéndole las heridas de su corazón. ¿Cuándo dejarían de dañarse? En cada mirada, palabras, risa… los dos resultaban vencidos.
Cuando la dejó libre, le observó y le estudió, cayendo en la tristeza de su rostro cuando él permaneció contemplando la luna por un vitral de la catedral, bañándose en su dorada luz. Inconscientemente se adelantó unos pasos hacia la dirección de él. Por unos instantes volvía a sentirse pérdida, desamparada, como cuando en su primera noche, vagó por las calles alejándose de su único amor.
— Mientes… ¡Mientes! —Exclamó alzando ligeramente la voz. — Cuando me alejé no me seguiste. Dejaste que me fuera! Si de verdad me hubieras amado como confiesas, me habrías seguido hasta los confines del mundo celestial si hubiera hecho falta! Habrías rogado por mi perdón, habrías quitado, borrado el miedo con tus sanadores besos. Si de verdad te hubiera importado…. Habrías sido mi maestro, compañero y esposo. —Algo en su interior le decía que se equivocaba. Que él no le mentía y que de segura la había buscado por días y años, hasta que finalmente cansado se habría detenido. ¿Tan rápido había huido? Terminando tan lejos que él no hubiera podido seguirle el rastro? — No puedo creerte… no debo... ¿Entiendes?— Susurró bajando la mirada con dolor, olvidandose del odio que deberia de estar sintiendo y no sentía, e incapaz de seguir frente a él, sin ningun aviso, huyó hacia la puerta.
Incapaz de seguir con aquella reunión, de verle y de no desear lo que siempre había deseado, aún cuando solo vivía para el odio y la venganza de su maestro. Era incapaz de negarse a si misma lo que había soñado con que su esposo volviera y la retuviera por siempre más, apresada a él. En el último giro hacia la puerta, por eso, sintió una mano agarrándola con fuerza, deteniéndola antes de que pudiera salir por la puerta. — Zasha…
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Unforgettable [Privado]
En la utopía de ayer, se incubó la realidad de hoy,
así como en la utopía de mañana palpitarán nuevas realidades.
José Ingenieros
De aquello momentos no saldría nada bueno para ambos, solo dolor y sufrimiento pero era necesario que atravesaran todo aquello para que en el punto final del encuentro pudieran darse cuenta de sus propios errores y de lo mucho que aún se necesitaban el uno al otro. Zasha no sabía que era exactamente pero podía notarlo en los ojos de Dania, le necesitaba tanto como él a ella, podría hacerse la fuerte y lastimarle con sus palabras pero en el fondo continuaba asustada del monstruo que fue revelado ante ella la fatídica ultima noche de su mortalidad. Aquello había sido una mala jugada del destino, algo que jamás debió pasar entre ellos pero que era necesario, no hubiese importado realmente que hiciera por impedir aquello; la naturaleza de Zasha provocaría al final lo que habían vivido tarde o temprano.
Se negaba a escucharle, pero aún así sabía a la perfección que todo lo que ella le decía era en parte cierta y trataba de no lucir dañado. Fallaba y lo sabía de sobra, era capaz de notar su propio reflejo en aquellos ojos que destellaban furia y decepción pero a la vez esperanza.
– Pero no quería hacerlo, ¿No lo dije ya? Todo eso fue un malentendido Dania, estuviste en el lugar inapropiado en el momento menos oportuno. Hubieras sabido todo a su debido tiempo, sin ponerte a ti misma en peligro pero no importo cuantas veces te dije que confiaras en mi que mi amor por ti era eterno y que nada ni nadie me separaría de tu lado – desde un principio conocía todo lo que se hablaba de él. Que era un mujeriego, que solo tenía a Dania como un adorno y que realmente le interesaban unidamente las amantes, todo aquello, viles mentiras de la gente que no soportaba ver a otros felices. ¿Feliz? Él no merecía algo como aquello, por más que buscara aquello era una criatura de la noche y la felicidad le estaba negada, por eso es que las cosas terminaban mal siempre – Fue cruel, lo admito, pero no podía controlar mis impulsos – tan complicado resultaba para aquella mujer el perdonarle, a pesar del tiempo y los cambios de cada uno podía notar como aquel amor lentamente cubría el odio y todo sentimiento negativo; ella lo sabía pero se negaba a ello y parte de si mismo era igual o peor que ella.
No creía en ninguna de las palabras que decía, pero tampoco le culpaba. No después del horror que vivio a su lado.
– Dania, debes creerme – le miro con dolor. Aquella mujer pensaba que le había abandonado completamente pero aquello era mentira, le siguió claro que si, pero no lo hizo de inmediato porque sus propios actos le habían dejado atónito y una vez que se encontró con que su amada había partido le siguió solo para después darse cuenta de que ella era llevada por otros – te seguí, te he estado buscando siempre aunque he de confesar que pensé que nunca volvería a verte pero tantas cosas han sucedido que ya no sé si es conveniente que ruegue por tu perdón – su mirada se enfoco en aquel rostro que era el mismo de siempre – Soy tu esposo, aún lo soy y siempre lo seré así que no huyas de mi más.
El deber antes de lo que verdaderamente sentía, esa mujer era una sombra de la mujer que había amado pero en el fondo ahí donde ella se negaba a que viera se encontraba la misma mujer de la cual cayo perdidamente enamorado. Ahí, dentro de aquella inquisidora estaba su amada, por la cual dejo de importarle que la felicidad estaba prohibida para él y se lanzo a una vorágine de emociones por y para ella.
– No, no entiendo porque se que quieres creerme, así que hazlo y deja de hacer como que no te importo. Tu me importas y yo te importo eso es lo único que importa – sin nada más que agregar, la inquisidora comenzó a escapar de él una vez más solo que en esta ocasión no volvería a pasar. Una vez se quedo viéndole marchar para tardar mucho tiempo en encontrarle de nuevo y una segunda vez no iba a sucederle. De manera veloz se acerco hasta ella, solo la puerta les separaba del exterior y de la libertad; si alguno la cruzaba podían dar pos seguro que se perderían una vez más – No escaparas, no de nuevo – la mirada azul y profunda de su aún esposa se poso en sus ojos y antes de que intentara decir algo le acerco a su cuerpo y le beso.
Un beso por el que espero mucho tiempo, un reencuentro que solo estuvo en su mente por tanto tiempo pero que ahora se daba realmente y lo único que esperaba es que las palabras adecuadas salieran de sus labios, permitiendo que su esposa permaneciera a su lado, esta ocasión de manera eterna. Los labios de ambos se separaron, dejando en Zasha el deseo de más.
– ¿Qué debo hacer para que me creas? Dania, ¿Qué necesitas para perdonar a este estúpido? – le sonrió apenas – Estoy perdido sin ti, antes de ti y después no existe nada. Me has arruinado.
así como en la utopía de mañana palpitarán nuevas realidades.
José Ingenieros
De aquello momentos no saldría nada bueno para ambos, solo dolor y sufrimiento pero era necesario que atravesaran todo aquello para que en el punto final del encuentro pudieran darse cuenta de sus propios errores y de lo mucho que aún se necesitaban el uno al otro. Zasha no sabía que era exactamente pero podía notarlo en los ojos de Dania, le necesitaba tanto como él a ella, podría hacerse la fuerte y lastimarle con sus palabras pero en el fondo continuaba asustada del monstruo que fue revelado ante ella la fatídica ultima noche de su mortalidad. Aquello había sido una mala jugada del destino, algo que jamás debió pasar entre ellos pero que era necesario, no hubiese importado realmente que hiciera por impedir aquello; la naturaleza de Zasha provocaría al final lo que habían vivido tarde o temprano.
Se negaba a escucharle, pero aún así sabía a la perfección que todo lo que ella le decía era en parte cierta y trataba de no lucir dañado. Fallaba y lo sabía de sobra, era capaz de notar su propio reflejo en aquellos ojos que destellaban furia y decepción pero a la vez esperanza.
– Pero no quería hacerlo, ¿No lo dije ya? Todo eso fue un malentendido Dania, estuviste en el lugar inapropiado en el momento menos oportuno. Hubieras sabido todo a su debido tiempo, sin ponerte a ti misma en peligro pero no importo cuantas veces te dije que confiaras en mi que mi amor por ti era eterno y que nada ni nadie me separaría de tu lado – desde un principio conocía todo lo que se hablaba de él. Que era un mujeriego, que solo tenía a Dania como un adorno y que realmente le interesaban unidamente las amantes, todo aquello, viles mentiras de la gente que no soportaba ver a otros felices. ¿Feliz? Él no merecía algo como aquello, por más que buscara aquello era una criatura de la noche y la felicidad le estaba negada, por eso es que las cosas terminaban mal siempre – Fue cruel, lo admito, pero no podía controlar mis impulsos – tan complicado resultaba para aquella mujer el perdonarle, a pesar del tiempo y los cambios de cada uno podía notar como aquel amor lentamente cubría el odio y todo sentimiento negativo; ella lo sabía pero se negaba a ello y parte de si mismo era igual o peor que ella.
No creía en ninguna de las palabras que decía, pero tampoco le culpaba. No después del horror que vivio a su lado.
– Dania, debes creerme – le miro con dolor. Aquella mujer pensaba que le había abandonado completamente pero aquello era mentira, le siguió claro que si, pero no lo hizo de inmediato porque sus propios actos le habían dejado atónito y una vez que se encontró con que su amada había partido le siguió solo para después darse cuenta de que ella era llevada por otros – te seguí, te he estado buscando siempre aunque he de confesar que pensé que nunca volvería a verte pero tantas cosas han sucedido que ya no sé si es conveniente que ruegue por tu perdón – su mirada se enfoco en aquel rostro que era el mismo de siempre – Soy tu esposo, aún lo soy y siempre lo seré así que no huyas de mi más.
El deber antes de lo que verdaderamente sentía, esa mujer era una sombra de la mujer que había amado pero en el fondo ahí donde ella se negaba a que viera se encontraba la misma mujer de la cual cayo perdidamente enamorado. Ahí, dentro de aquella inquisidora estaba su amada, por la cual dejo de importarle que la felicidad estaba prohibida para él y se lanzo a una vorágine de emociones por y para ella.
– No, no entiendo porque se que quieres creerme, así que hazlo y deja de hacer como que no te importo. Tu me importas y yo te importo eso es lo único que importa – sin nada más que agregar, la inquisidora comenzó a escapar de él una vez más solo que en esta ocasión no volvería a pasar. Una vez se quedo viéndole marchar para tardar mucho tiempo en encontrarle de nuevo y una segunda vez no iba a sucederle. De manera veloz se acerco hasta ella, solo la puerta les separaba del exterior y de la libertad; si alguno la cruzaba podían dar pos seguro que se perderían una vez más – No escaparas, no de nuevo – la mirada azul y profunda de su aún esposa se poso en sus ojos y antes de que intentara decir algo le acerco a su cuerpo y le beso.
Un beso por el que espero mucho tiempo, un reencuentro que solo estuvo en su mente por tanto tiempo pero que ahora se daba realmente y lo único que esperaba es que las palabras adecuadas salieran de sus labios, permitiendo que su esposa permaneciera a su lado, esta ocasión de manera eterna. Los labios de ambos se separaron, dejando en Zasha el deseo de más.
– ¿Qué debo hacer para que me creas? Dania, ¿Qué necesitas para perdonar a este estúpido? – le sonrió apenas – Estoy perdido sin ti, antes de ti y después no existe nada. Me has arruinado.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
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Re: Unforgettable [Privado]
Te deseo tanto que aún, ni siquiera lo sé.
D.K
D.K
Debía creer en sus palabras, quería hacerlo. Pero si lo hacía, todo aquel odio que le tenía desaparecería y su vida sería un completo infierno, sin ningún motivo por el cual subsistir, ya que dentro de la inquisición la mayoría de soldados debían de odiar a alguien o a una forma de vida. Y ella solo había entrado a ella, a parte del miedo y lo perdida que se encontraba en aquellos primeros días, por lo que él le había hecho sentir y lo que la había dañado. Aquella era la llama de su fuerza y sin ella, sus enemigos o el dolor de verse de nuevo perdida serian su fin. Por eso decidió huir, sin contestarle... las palabras no siempre debían ser replicadas y su esposo, siempre había tenido el don de la palabra. No podía desmentir nada, porque ella misma también sentía como aquel odio en su presencia daba paso a aquel cariño, a aquel amor que tenía tan adentro guardado y que creía extinto de ella. Pero al parecer así no era.
No obstante al huir, fue esta vez atrapada por él antes de que desapareciera como una vez ya lo había hecho. Sus brazos la retuvieron contra él y acercándola, la besó. Dania enseguida siguió aquel beso, aquellos roces como si los hubiera esperado desde toda la vida, que en efecto así era. Aún como vampira soñaba y recordaba con los escasos besos que él le había dado de humana, tiernos y suaves... muy diferentes al de ahora, que parecía desear atarla a él nuevamente, hacerla arder por su sabor y labios, robándole hasta el último pensamiento hasta que solo quedara él y él en su mundo.
Demasiado pronto terminó el beso, y ansiando mas se le quedó mirando desconcertada, perdida, viéndose reflejada en los gestos y rostro de él, a sí misma.
— Que borres los miedos de esa noche, que borres cada doloroso recuerdo de lo que sucedió. Quizás con todo eso borrado pueda perdonarte la agonía de sentirme pérdida estos demasiados años, de que no me encontraras cuando debías hacerlo...cuando aún no era tarde. — le dijo contestando a sus palabras con la mirada perdida en los ojos ajenos, y entre sus labios sus filosos colmillos asomándose en cada palabra que ella susurraba.
De nuevo el olor de él, el perfume atrayente de su esposo la envolvió. Por más que se decía que los vampiros eran seres muertos, seres que solo podían alimentarse de la sangre cálida de los humanos, en sus años de entrenamiento, forzó su cuerpo a aceptar la sangre de otros vampiros; sus presas como su único alimento. Ya que se reusaba a alimentarse de lo que alguna vez había sido ella. Y había funcionado, su cuerpo lo había tolerado y con ello su necesidad de alimentarse finalmente fue bien recibida por si misma al pensar en que solo debía beber de vampiros, más en concreto de sus presas. No obstante, de la última vez que había probado bocado, había sido ya demasiado tiempo atrás y su esposo, olía de tal forma que sus pequeños pero filosos colmillos exigían su sangre. La sangre que solo una vez había probado, la vez que le quitó la humanidad y le dio esa vida eterna. Terminando por miedo huyendo de él, y alejándose del calor y seguridad que el maestro debía de dar a sus hijos inmortales.
Y ahora que se encontraba tan cerca de él, fundida en un abrazo, contra su cuerpo, tras aquel beso le era imposible resistir a lo que tanto ella había ansiado, la única esencia que podía reconfortarla, la sangre de su esposo y maestro. Dejando de verle fijamente, bajó la mirada acercando sus labios al cuello masculino, al cual sus labios lo recorrieron en suaves mordidas. —Necesito que me dejes hacerlo, que me des lo que aquella noche debiste darme y no pudo ser. —Gruñó más que susurró contra su cuello, exhalando su frio aliento sobre él.
Su cuerpo tembló contra el de él entre sus brazos, conteniéndose a pesar de que resultaba imposible. Y antes de que él le preguntara que le sucedía, y ella se viera incapaz de hacer lo que debía y moría por hacer, besó una última vez su cuello y sin aviso previo hincó los colmillos en él esperando ser delicada pero a la misma vez desesperada y sedienta por él.
La sangre de Zasha rápidamente se adentró en su garganta, tras que la lengua de la inquisidora la saboreara. Tras un gemido ahogado de placer al sentir aquel fresco elixir, pasó los brazos por su cuello acercándolo más a ella y a sus labios. Cerró los ojos y manteniendo el mismo ritmo al succionar su sangre, se dejó llevar por él, sintiéndose por primera vez como aquella jovencita que era cuando Zasha la abrazaba y consentía entre sus brazos.
Consciente de que no debía de pasarse, fue volviendo a ella el control tras probar el éxtasis que solo la sangre de él podía proporcionarle y deteniéndose, se separó de la herida en su cuello. Lamió los orificios para sanarlos, y con los labios manchados de sangre y aquellos pequeños colmillos orgullosos de darse a conocer le miró avergonzada.— Lo siento... no pude controlarme.
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Unforgettable [Privado]
Quería lograr aquello que ella le pedía, pero el pasado era algo que siempre estaba presente aunque uno se esforzara por cambiar las circunstancias de todo. Ambos lo sabían pero aún así se aferraban a la esperanza de que el tiempo sanara esas heridas. Zasha haría todo lo que estuviese a su alcance porque aquella imagen de su propia esposa mirándole aterrorizada desapareciera de sus recuerdos dejando a aquella mujer que ahora sostenía cerca de su cuerpo y que le miraba como la primera vez que se vieron.
Esa forma que tenía Dania de mirarle era lo que siempre pareció salvarle de todo el dolor y la soledad que creyó viviría por siempre, esa mirada que ahora parecía decirle nuevamente que a su lado todo estaría bien, que no se alejara nunca más y de esa manera ambos lograrían salvarse. Era irónico pensar que un par de vampiros podrían encontrar la salvación, eso era imposible pero en la mente de aquel inmortal todo era posible siempre que aquella mujer estuviera a su lado.
– Arriesgarnos a una pelea con aquellos que te alejaron de mi, de haberlo hecho querida mía ambos hubiésemos muerto de manera irremediable en manos de aquellos individuos y eso estoy completamente seguro – no se alejo de ella, por el contrario sus dedos delinearon aquella piel que no tenia comparación alguna, seguía siendo la misma que adoraba recorrer solo que ahora carecía del calor de un cuerpo humano.
Estando tan cerca de ella solo se encontraba seguro de que no pensaba dejarla ir de su lado, no hasta que se sintiera de nuevo atado a ella que ambos supieran que un reencuentro seria completamente irremediable. Aquel sencillo pensamiento le dejaría permitirle a su aún esposa que se marchara pues bien sabía que le era imposible que ella abandonara de un momento a otro el cargo que ahora desempeñaba para la Iglesia, no era un estúpido en esos aspectos. Una vez le había dejado irse para evitar que en la pelea ella terminase muerta, ahora, a pesar de que ella lucia fuerte y experimentada no quería arriesgarse a que al llevarle lejos, les siguieran y buscaran la muerte de Dania por mera traición.
Sus pensamientos de esos momentos se vieron interrumpidos por las suaves mordidas que eran dadas en su cuello. No dijo nada ante las palabras de aquella mujer porque tenía razón; todo lo que él debió mostrarle les fue negado desde el segundo en que ella acepto la ayuda de aquellos que le alejaron incluso más de su lado y finalmente ella estaba ahí reclamando lo que consideraba suyo y que efectivamente lo era.
– Dania… – apenas un susurro de su nombre y ella se aferro a él, clavando sus colmillos en la piel de su cuello para alimentarse de su sangre. Zasha se lo permitió, acercando más el cuerpo de su esposa que aún le parecía tan frágil comparado con el suyo. Solo cuando creyó que había bebido lo suficiente de él, le dio un ligero empujoncito para que se detuviera. Los ojos de ambos volvieron a encontrarse y aunque en aquellas mejillas no existía sonrojo alguno, pudo reconocer la expresión avergonzada; le agradaba saber que seguía conociendo aspectos de ella a pesar de los años que habían pasado – Te lo debía – susurro con una sonrisa antes de lamer aquellos labios, retirando así la sangre que había quedado en ellos – Te debía eso y mucho más esposa mía, pero deja que pague mi deuda contigo por la eternidad ¿Podrás permitirme eso? – hablo sin separarse realmente de aquellos labios, después de todo ella seguía siendo suya.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: Unforgettable [Privado]
These wounds won't seem to heal, this pain is just too real
There's just too much that time cannot erase
Evanescense- My immortal.
There's just too much that time cannot erase
Evanescense- My immortal.
Aún sentía el magnifico sabor de la sangre de Zasha en sus labios. De haber sabido como el simple lametón de su esposo en sus labios podría hacerle sentir de nuevo con aquel efímero contacto, no le habría dejado hacerlo. Ahora se sentía debil ante él… de nuevo humana. Solo le había retirado los restos de sangre de sus labios, que instantes antes había bebido del cuello ajeno como una sedienta en un desierto, que tras muchas travesías se encuentra con un milagro hecho en forma de agua, pero aquel contacto la había trastocado por completo, hasta el pensar en que jamás quiso vengarse de él, jamás le hubiese dañado por más que lo hubiese intentado. Y así era. Había pasado toda su vida inmortal, estos 500 años odiando a aquel vampiro, a su maestro. A su amado esposo. Suspiró contra sus labios, sintiéndose perdida al verle a los ojos y caer en aquellas orbes oscuras que de humana la habían atrapado por completo, hasta hacer inexistente todo lo demás que no fuera él.
Asintió relamiéndose los labios, recogiendo el rastro en sus propios labios que Zasha no había limpiado y lentamente sonrío ante sus palabras. ¿De verdad podría creer que seria tan fácil? Podía ser que él fuera la debilidad de la inquisidora condenada, no obstante de aquello hacia mucho tiempo y ya no creía en cuentos de hadas, ni en finales felices. Y el cuento de amor de ambos parecía ir directo al fracaso. A veces era mejor mantener el recuerdo del ser amado, antes que destrozar aquellos bonitos tiempos con recuerdos totalmente contrarios a ese amor que cuando ella era humana, los unió. O eso intentó decirse a sí misma.
— Por la eternidad es mucho tiempo, Zasha… —Juntó su frente contra la ajena y suspiró, rozando con su aliento los fríos labios del vampiro. — Casi tanto o más de lo que llevamos separados. En una noche no arreglaremos el dolor de todo un siglo uno separado del otro. — Tampoco ella en ningún momento se separó de sus labios. Rozando con los suyos los ajenos, fue que se posicionó hasta unirse en un suave beso. Apenas perceptible, no más que el vuelo de las alas de una mariposa. — Como dijiste, no puedo huir, ni escapar del pasado. Lo hecho echo esta y yo ya no te pertenezco. —Aquellas palabras dolían en el alma, de una manera atroz y profunda ya que en cierta forma eran la verdad. Ahora exclusivamente se encontraba a favor de la inquisición y les debía mucho– por más que le costara admitirlo- por haber sido aceptada, cuando quien se debía de ocupar de ella, la dejó escapar.
— Soy inquisidora, Zasha. — Se negaba a llamarle como esposo, como solía llamarle a causa de los recuerdos que con esa palabra salían a la luz. Recuerdos alegres, emotivos y felices para ella.¿ Por que cuando mas necesitaba aquellos recuerdos, estos no habían aparecido?— Ahora soy la cazadora y tu mi presa. Y este contrato es hasta mi muerte… “hasta el fin de los días” —Añadió lo ultimo acordándose de los votos ceremoniales — Ya no nos valdrá una eternidad. Somos de mundos distintos ahora solo debemos rezar para no volvernos a encontrar o deberemos afrentarnos. Y juro por aquel amor del que aún guardo recuerdos, que no quiero terminar así. — Al terminar de hablar, acalló con un dedo sus labios y negó con la cabeza. Su presencia la perturbaba tanto que se volvía una persona inestable. Por un lado quería echarse a su cuello y la otra parte quería hacerle sufrir.
— Vete Zasha…Si nos alejamos a tiempo, podremos sobrevivir a las heridas. — Su voz gracias a dios que no tembló, al contrario que su labio inferior, el que se mordió con fuerzas para detenerlo y no delatarse. Aunque los ojos de su marido tenían tendencia de observar cualquier gesto de ella y analizarlo, con lo que parecía imposible que se hubiera despistado de contemplar el rostro de su amada y caído en aquellos gestos que tan bien conocía de su humanidad hacia ya tantos años atrás. La inquisidora al ver como el vampiro no se movía del lugar, negó al punto de las lágrimas que acumulándose en el lagrimal presentaban un tono rojizo. Eran lágrimas de sangre. — Si no te vas, no te aseguro salir bien parados de todo esto. Zasha, desde el despertar como vampiro, te he odiado. Toda mi vida cambió tan drásticamente que busqué culpables. Y dime cobarde, que para todos mis males el malo siempre fuiste tu. No puedo prometerte lo que va más allá de nuestro saber. Tampoco puedo decirte que no habrá momentos de odio, en los que ambos nos odiaremos. Y mi consciencia tampoco me permite no decirte que si nos hemos reencontrado puede haber sido por algo. — Suspiró sentenciada por sus propias palabras y retrocediendo unos pasos antes de verse apresada de nuevo por Zasha, usando la velocidad sobrenatural innata en los fríos inmortales, voló más que corrió hacia el altar de la Catedral. Se detuvo frente a él y dibujando en su mejilla derecha el rastro rojo carmesí de una lagrima, miró a la figura de Jesús recordando cuando hacia quinientos años atrás, tras su transformación había huido y amparado bajo la protección del dios de los cielos había permanecido hasta que la acorralaron y con mucho miedo. Como el miedo de quien se aferra a la vida y no desea morir, aceptó aquel destino al que sus pasos habían llevado. Condenándola a que sus suaves manos empuñaran armas, que arrebataran vidas. Lo que jamás había entendido y ahora en aquel instante si entendía, escuchando la respiración de su esposo a unos metros atrás de ella, era que no temía la oscuridad. ¡Jamás la había temido! Solo había temido condenarse en el infierno de no verle jamás, por que aún cuando su odio intensificado la hacia golpear las paredes de la inquisición, siempre pensaba en él. Él, la herida y la medicina, todo a la vez. Aquel infierno personal que la enloquecía en las noches eternas y consolaba desde la lejanía en otras horas más oscuras con el recuerdo de su voz.
— Huye Zasha…Aléjate. —Susurró con un bajo sonido de voz, como si no quisiera con su ruego despertar a las almas que descansando permanecían bajo el suelo de aquel santo lugar. Contemplando la figura del hijo de Dios permaneció sin voltearse, de espaldas a él, sin desear ver como su esposo en caso de darle la espalda, se alejaba de ella sin mirar atrás. Sin una ultima mirada. — Hay tanto que el tiempo no puede borrar, esposo. Las heridas recientes son las mas difíciles de sanar, por eso y por ti, por favor vete de aquí. Si por el contrario escoger quedarte…entonces solo te pido no me odies cuando el tiempo no nos sea favorable, y ten presente que siempre tendrás todo de mí. Por que jamás habrá nadie al que pueda sentir mío, del que pueda sentirme suya, como aquella vida que un día compartimos.
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Unforgettable [Privado]
No hay cuesta, por pedregosa que sea, que no puedan subirla dos juntos.
Henrik johan Ibsen
– Entonces deja que sea por el tiempo que viva yo, o el que vivas tu – sus ojos permanecían mirando a aquella mujer que segundos antes había estado bebiendo de él. Aquella a quien le debía todo y nunca se lo podría pagar, jamás compensaría los daños, el dolor o como ella decía el tiempo separados. Aun con todo eso estaba dispuesto a intentarlo y ser un mejor hombre por ella. No quería que se alejara de él y después de aquel suave beso vinieron aquellas palabras que le resultaban como una puñalada en el pecho. Dania estaba equivocada pese a todo lo que decía y que en parte era cierto, en el fondo de todo, las cosas eran mentira – Nadie puede escapar del pasado, no pido que escapes sino que veamos al futuro, uno en el que podamos estar juntos y – no pudo evitar reír después, no buscaba ofenderle o hacerle sentir mal pero le era sencillamente inevitable no hacerlo – podrás decir que no me perteneces tanto como quieras pero tu más que nadie sabe que eso es mentira. Eres mía esposa, siempre lo has sido y siempre lo serás ¿Sabes por qué? – los dedos fríos del inmortal pasaron los el cuello de ella – porque soy tu creador, aunque eso nos haya separado y provocado dolor también es lo que nos une. Mi sangre te llama y no puedes negarlo, tratar de resistirte es inútil y más vale que lo sepas de una vez, no me importa cuando repliques y trates de ser la fuerte inquisidora, tu no puedes escapar de mi.
Ya no sabía si todo lo que ella le decía le provocaba ira o gracia. Él, ¿presa de su esposa? que ridícula manera de pensar. Dejo que hablara e incluso que le negara la palabra y una sonrisa se dibujo en sus labios debajo de ese fino dedo que se mantenía sobre ellos. Con firmeza sujeto la mano de ella y se la aparto de los labios.
– Que ingenua que eres aún Dania, ya te dije que eres mi creación y eres mi pertenencia. ¿Quieres seguir jugando a ser inquisidora? Adelante, te lo permito pero que te quede claro que entre nosotros la única presa eres tu. Tu entrenamiento es nada para mi, tu “mundo distinto” es solo un juego, un mal chiste al cual intentas aferrarte – soltó una risotada y le libero su mano – ¿Rezar? Por favor deja de decir tantas tonterías. Si volvemos a encontrarnos que será seguro eso, nadie va a enfrentarse… tu esposa mía, vas a ser una buena vampira y respetaras a tu creador – ¿Un recuerdo? El amor de ambos no era un recuerdo y no le importaba ya tener que ser en determinados momentos lo más cruel y firme posible con ella, porque al final lo único que le interesaba era tenerla a su lado y que cayera en sus redes. Dania era su esposa y no le dejaría irse por más tiempo de su lado, solo le permitiria seguirse sintiendo libre por un tiempo hasta que de manera inevitable ella se diera cuenta de que su destino estaba sellado.
La veía sufrir en aquella Catedral, pero ella estaba buscando su propio sufrimiento y el de él. En ese punto le parecía una tontería obligarse ambos a sufrir aquel destino que había enfrentado hasta esos momentos, ahora todo tenía la posibilidad de comenzar a cambiar lentamente.
– Quieres que te deje, ya te dije que lo haré por ahora. Pero recuerda siempre que tu y yo estamos unidos más que cualquier otro, tu estas más unida a mi que a aquel Dios a quien le profesas fidelidad en estos momentos – pensaba en irse, en terminar por esos momentos con la agonía mental que cada uno estaba sufriendo en esos momentos pero fue algo en las ultimas palabras que salieron de los labios de su esposa las que le hicieron quedarse ahí. Sonrió porque le encanto la manera en la que se escuchaba de aquellos labios la palabra esposo.
Sin pensar más se puso frente a ella y le sonrío.
– Eres el colmo Dania. Me dices primero que me aleje y después me llamas esposo. ¿Crees que soy capaz de dejarte? – negó – si el camino es complicado no me interesa si lo paso a tu lado. Ya te he dicho que tu y yo estamos unidos, podremos enfrentar las dificultades que vengan y nada podrá separarnos nunca más – estaba seguro de ello y ahora que ella le había dicho aquello lo estaba más que nunca.
Henrik johan Ibsen
– Entonces deja que sea por el tiempo que viva yo, o el que vivas tu – sus ojos permanecían mirando a aquella mujer que segundos antes había estado bebiendo de él. Aquella a quien le debía todo y nunca se lo podría pagar, jamás compensaría los daños, el dolor o como ella decía el tiempo separados. Aun con todo eso estaba dispuesto a intentarlo y ser un mejor hombre por ella. No quería que se alejara de él y después de aquel suave beso vinieron aquellas palabras que le resultaban como una puñalada en el pecho. Dania estaba equivocada pese a todo lo que decía y que en parte era cierto, en el fondo de todo, las cosas eran mentira – Nadie puede escapar del pasado, no pido que escapes sino que veamos al futuro, uno en el que podamos estar juntos y – no pudo evitar reír después, no buscaba ofenderle o hacerle sentir mal pero le era sencillamente inevitable no hacerlo – podrás decir que no me perteneces tanto como quieras pero tu más que nadie sabe que eso es mentira. Eres mía esposa, siempre lo has sido y siempre lo serás ¿Sabes por qué? – los dedos fríos del inmortal pasaron los el cuello de ella – porque soy tu creador, aunque eso nos haya separado y provocado dolor también es lo que nos une. Mi sangre te llama y no puedes negarlo, tratar de resistirte es inútil y más vale que lo sepas de una vez, no me importa cuando repliques y trates de ser la fuerte inquisidora, tu no puedes escapar de mi.
Ya no sabía si todo lo que ella le decía le provocaba ira o gracia. Él, ¿presa de su esposa? que ridícula manera de pensar. Dejo que hablara e incluso que le negara la palabra y una sonrisa se dibujo en sus labios debajo de ese fino dedo que se mantenía sobre ellos. Con firmeza sujeto la mano de ella y se la aparto de los labios.
– Que ingenua que eres aún Dania, ya te dije que eres mi creación y eres mi pertenencia. ¿Quieres seguir jugando a ser inquisidora? Adelante, te lo permito pero que te quede claro que entre nosotros la única presa eres tu. Tu entrenamiento es nada para mi, tu “mundo distinto” es solo un juego, un mal chiste al cual intentas aferrarte – soltó una risotada y le libero su mano – ¿Rezar? Por favor deja de decir tantas tonterías. Si volvemos a encontrarnos que será seguro eso, nadie va a enfrentarse… tu esposa mía, vas a ser una buena vampira y respetaras a tu creador – ¿Un recuerdo? El amor de ambos no era un recuerdo y no le importaba ya tener que ser en determinados momentos lo más cruel y firme posible con ella, porque al final lo único que le interesaba era tenerla a su lado y que cayera en sus redes. Dania era su esposa y no le dejaría irse por más tiempo de su lado, solo le permitiria seguirse sintiendo libre por un tiempo hasta que de manera inevitable ella se diera cuenta de que su destino estaba sellado.
La veía sufrir en aquella Catedral, pero ella estaba buscando su propio sufrimiento y el de él. En ese punto le parecía una tontería obligarse ambos a sufrir aquel destino que había enfrentado hasta esos momentos, ahora todo tenía la posibilidad de comenzar a cambiar lentamente.
– Quieres que te deje, ya te dije que lo haré por ahora. Pero recuerda siempre que tu y yo estamos unidos más que cualquier otro, tu estas más unida a mi que a aquel Dios a quien le profesas fidelidad en estos momentos – pensaba en irse, en terminar por esos momentos con la agonía mental que cada uno estaba sufriendo en esos momentos pero fue algo en las ultimas palabras que salieron de los labios de su esposa las que le hicieron quedarse ahí. Sonrió porque le encanto la manera en la que se escuchaba de aquellos labios la palabra esposo.
Sin pensar más se puso frente a ella y le sonrío.
– Eres el colmo Dania. Me dices primero que me aleje y después me llamas esposo. ¿Crees que soy capaz de dejarte? – negó – si el camino es complicado no me interesa si lo paso a tu lado. Ya te he dicho que tu y yo estamos unidos, podremos enfrentar las dificultades que vengan y nada podrá separarnos nunca más – estaba seguro de ello y ahora que ella le había dicho aquello lo estaba más que nunca.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: Unforgettable [Privado]
El amor auténtico se encuentra siempre hecho. En este amor
un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser.
Es el amor que empieza con el amor.
J.Gasset
un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser.
Es el amor que empieza con el amor.
J.Gasset
¿Cómo podía ver ella el futuro? El futuro en la inquisición era negro, oscuro, siempre jugándose la vida, jugando a ser dioses, redentores y asesinos. Si alguien debiera ir al infierno de los dos, de seguro seria ella, pensó con una sonrisa triste intentando que las palabras de su esposo le ofrecieran la calidez de no sentirse desamparada, la fuerza necesaria para creerle. Para lograr ver un futuro donde él estuviese, donde la esperanza substituyera la amarga luna de aquellos años alejada de él.— El futuro es solo para los que creen, los que sueñan y yo Zasha, dejé de hacerlo hace mucho tiempo… —Susurró apenas para sí, sin embargo llegando también a oídos del vampiro que se encontraba frente a ella. Con una mirada triste, y un brillo apagado en sus ojos que antaño habían alumbrado las noches de su amado le miró fijamente, dejándole hablar, negando con la cabeza. Ella estaba con la inquisición, y el pacto con ellos era irrompible y si no te esperaba la muerte de los traidores.
— Zasha no, escúchame… por favor… no me digas eso, yo no… — Oírle llamarle como suya y sentir sus dedos recorriendo su cuello, apresándolo con delicadeza en un acto de posesión era más de lo que podía aguantar. Su muro inquebrantable ante él se desmoronaba, y no podía consentirlo, aun así, así era y ella poco podía hacer que restar contemplándole en silencio, con un labio tembloroso. — Por qué…? — Preguntó olvidando unos segundos aquel temor que tenía, la amenaza que sentía de la inquisición si dejaba que él la volviera vulnerable de nuevo a la dicha de tenerle cerca de ella. Mordiéndose el labio, contuvo la respiración en lo que él le decía que le pertenecía por ser su creación.
Mi anhelado creador, pensó triste acordándose de las noches en la que por más sangre que bebiera jamás se había encontrado satisfecha. Esas noches había cometido de los más viles asesinatos. Por suerte, solo había asesinado a vampiros, no a inocentes mortales por los que mantenía un gran respeto. Aun así la desesperación, las ansias, el dolor en su organismo, en su cuerpo entero por no ser la sangre de aquellos lo que ansiaban aún podía recordarla. Jamás se olvidaría de esos primeros años, en que cada pensamiento había ido y sido exclusivamente para él. Añoranza y odio se habían entremezclado hasta que finalmente tras los primeros cien años, todo el sentimiento hacia él se volvió un intenso odio, o aquello había ella creído hasta ahora en que le había enfrentado.
— Escapé de ti cuan más vulnerable era. —Le replicó sintiéndose viva solo ahora, que había probado de su sangre y vuelto a sentir su toque. Y sin embargo, no era suficiente. — Zasha, no podré escapar de ti… no ahora que probé de tu sangre, pero tampoco podré escapar de la inquisición. —Empezó a decir antes de acallarle con su dedo y decirle que se alejara de ella. Ahora ella estaba maldita, podría hacerle ir a su misma destrucción solo con que algún día la siguiera y los demás inquisidores le vieran. Y ella jamás se lo perdonaría. Sintiendo la sonrisa masculina bajo su dedo, suspiró viéndole. Aquella sonrisa seguía siendo la que adoró al conocerlo esa noche en la calle en la que él la salvó de la trayectoria de un carruaje veloz y él se presentó ante ella como su héroe. Dejó que le apartara la mano y dejara de acallarlo, sintiéndose desfallecer al oírle hablar de esa forma de ella. ¿Pertenencia? Su cuerpo intentó moverse lejos de él, solo que la mano con la que él la sujetaba le impidió salir huyendo de aquel oscuro tono de voz con que le reclamaba obediencia y respeto como creador. ¿Dónde estaba aquel que la seducía con tiernas palabras? Ante ella solo tenía a su creador reencontrado, siendo cruel y firme logrando que ella negara asustada, no obstante a su parte inquisidora le gustaba aquel cambio. Sin saber si sentía miedo de él o de sí misma y sus propios pensamientos, huyó de él, volviéndose hacia el altar, observando las velas.
Al principio estuvo por echarse a llorar lágrimas de impotencia al perderle nuevamente y esta vez, realmente por su culpa. Tras las últimas palabras que la inquisidora murmuró pensó en que él la abandonaría en aquel lugar, y sin embargo en apenas unos segundos delante de su mirada le tenía a él. Sonriéndole y ella incapaz de seguir hablando, permaneció callada, intentando esconder la sonrisa de sus labios que se agrandaba más al sentir que él era incapaz de dejarle nuevamente en la más cruda de las oscuridades.
Tras sus últimas palabras se hecho a los brazos de él, ahogando un suspiro contra la camisa que escondía su pecho masculino. Pasó los brazos hacia su espalda, acercándolo más a ella y así permaneció, sintiendo la tranquilizadora respiración de su creador junto a ella. Irremediablemente sintió como buscaba seguir aquella melodía, terminando por inspirar y respirar juntos. — ¿Estás seguro que nadie nos podrá separar nunca más? No deseo volver a la ausencia de ti, solo que necesito espacio esposo. Has vuelto, mi creador tras quinientos años ha vuelto a por mí… me siento débil, desconcertada. Necesito tiempo para poner en orden mis pensamientos sobre ti. — Susurró alzando la mirada hacia sus ojos, y acercándose lentamente le besó en los labios sellando así un amor reencontrado. Pasó unos minutos pérdida, sin saber más que aquellos labios, su sabor y las manos de su esposo. Aquellas cálidas y calmantes manos. Suspiró contra su boca y mordiéndole el labio inferior dio tres pasos atrás y bajo la desconcertada mirada de su esposo, quitándose las cintas, y desatándose lo que llevaba, Dania dejó caer su ropa al suelo, dejando que las velas de la catedral crearan un sinfín de sombras en su cuerpo, delineando su fina figura bajo aquellas llamas.
— No quiero ser la inquisidora ante ti, quiero que vuelvas a tener la imagen de quien realmente soy. La que sin el escudo de la inquisición y Dios, soy y fui… tu esposa. —Le explicó alzando la mirada, mirándole fijamente como jamás siendo humana se habría atrevido a hacer de forma descarada y menos tan desprovista de ropa bajo la que ocultarse, como ahora. Sonriendo, al verle dar un paso hacia ella, dio dos pasos atrás y así una breve eternidad en que escapaba de él, provocándolo, retrocediendo con su cuerpo y mirada hasta que se encontró contra la fría piedra del altar más alto de la catedral, cual detenía su escape, dejándola a merced de su vampiro. — ¿Lo deseas? — Canturreó ladeando el cuello mostrándoselo con una pícara sonrisa. — Igual que yo ansío y no puedo resistirme, tú también debes sentir la misma necesidad esposo... ¿Me equivoco?
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Unforgettable [Privado]
Sería muy hermoso, aunque no me atrevo a creerlo, pasar la vida uno junto al otro, hipnotizados por nuestros sueños
Rosa Montero
Hizo oídos sordos a todo lo que ella decía, lo que importaba es que estaban cerca, juntos una vez más pese a las adversidades vividas. Pese al odio que antes crearon sentir y que en realidad no era más que un amor frustrado que ahora tenía la oportunidad de florecer y permanecer para siempre. Si Dania estaba dispuesta a tomar su mano, Zasha no le dejaría alejarse nunca más de su lado, sería el esposo que debió ser desde un principio y el cual le negó a ella por temor a herirla. Su manera de pensar arruino en el pasado el futuro con ella, pero una segunda ocasión no sucedería. Haría todo cuanto ella pidiera, lo haría absolutamente todo por tenerle feliz y a salvo per sobre todo a su lado.
Era curioso que pese a estar muerto desde hacía tantos años, aún su cuerpo tuviera la memoria de la calidez humana, una calidez que desapareció cuando Dania lo hizo en la oscura noche de su conversión. Unicamente necesitaba estar cerca de ella para creer que todo era posible una vez más y precisamente eso es lo que le hacía no renunciar a una vida eterna al lado de su esposa. Conocía los riesgos que ambos atravesarían, que nada sería fácil desde eso momento y nunca más, pero ¿Qué en la vida era realmente fácil? Nada. Las mejores cosas siempre denotaban un gran esfuerzo y la felicidad de ambos era algo que valía la pena todos los sacrificios.
Abrazo a Dania con suavidad, no planeaba lastimarle cuando se mostraba tan frágil, cuando era nuevamente aquella bella mujer que le robo todo cuando la salvo de aquel accidente. Ante sus ojos, era la misma mujer, la belleza de Dania solo aumentaba con el tiempo que pasaba, aunque la verdad fuera que el tiempo no pasaba sobre ellos, estaba detenido.
– Nadie podrá alejarme de ti una vez más, paso una vez y no permitiré que ocurra por segunda ocasión – le tomo el rostro entre sus manos e hizo que le mirara de manera fija, la amaba tanto. Sus labios rozaron los ajenos en un gesto no solo de amor, sino de deseo, de pertenencia de toda ella – Te daré el tiempo que necesites para ordenar tus pensamientos, pero no me alejare como antes. Te cuidare, estaré cerca de ti – no planeaba dejarle completamente a su merced, no después de tanto tiempo buscándola sin obtener indicio alguno de su paradero.
Una media sonrisa apareció en sus labios. Era la misma pero estaba tan cambiada. Aquella perfecta figura femenina quedo al descubierto y aunque en un principio estiro su mano para evitar que se aleje de él, cuando vio lo que pretendía hacer se mantuvo a la distancia, expectante de lo que ella estaba haciendo.
– No importa como luzcas, para mi siempre serás mi esposa – sus ojos delineaban ansioso aquel cuerpo que se reflejaba bajo la luz de las velas. La soledad y el silencio en la catedral era perfecto. Podía decirse que en esos instantes Dios era su cómplice, aquel que guardaría el secreto de aquel encuentro entre los amantes. Se acerco con cautela en dirección a ella, como el depredador a la presa. Chasqueo la lengua y sonrió al verla moverse nuevamente, escapando de que Zasha pudiera tocarla, ¿Cuanto daría por tocarle? Todo cuando le pidieran. Sus pasos no se detuvieron, siguió a si esposa, quedando demasiado cerca de ella pero sin tocarla – Esa pregunta es una ofensa. Deseo todo de ti – aquel cuello perfecto le llamo, así que se inclino ligeramente para besarlo una y otra vez, aspirando el aroma de ella. Una risa salió de sus labios y en el cuello ajeno – No, no te equivocas – se aparto de ella para mirarle una vez más y dando un nuevo paso, pego su cuerpo entero al de ella. Apresaba a la inquisidora contra la piedra y su cuerpo, busco sus labios y le beso con la pasión que había mantenido guardada por casi 500 años.
Rosa Montero
Hizo oídos sordos a todo lo que ella decía, lo que importaba es que estaban cerca, juntos una vez más pese a las adversidades vividas. Pese al odio que antes crearon sentir y que en realidad no era más que un amor frustrado que ahora tenía la oportunidad de florecer y permanecer para siempre. Si Dania estaba dispuesta a tomar su mano, Zasha no le dejaría alejarse nunca más de su lado, sería el esposo que debió ser desde un principio y el cual le negó a ella por temor a herirla. Su manera de pensar arruino en el pasado el futuro con ella, pero una segunda ocasión no sucedería. Haría todo cuanto ella pidiera, lo haría absolutamente todo por tenerle feliz y a salvo per sobre todo a su lado.
Era curioso que pese a estar muerto desde hacía tantos años, aún su cuerpo tuviera la memoria de la calidez humana, una calidez que desapareció cuando Dania lo hizo en la oscura noche de su conversión. Unicamente necesitaba estar cerca de ella para creer que todo era posible una vez más y precisamente eso es lo que le hacía no renunciar a una vida eterna al lado de su esposa. Conocía los riesgos que ambos atravesarían, que nada sería fácil desde eso momento y nunca más, pero ¿Qué en la vida era realmente fácil? Nada. Las mejores cosas siempre denotaban un gran esfuerzo y la felicidad de ambos era algo que valía la pena todos los sacrificios.
Abrazo a Dania con suavidad, no planeaba lastimarle cuando se mostraba tan frágil, cuando era nuevamente aquella bella mujer que le robo todo cuando la salvo de aquel accidente. Ante sus ojos, era la misma mujer, la belleza de Dania solo aumentaba con el tiempo que pasaba, aunque la verdad fuera que el tiempo no pasaba sobre ellos, estaba detenido.
– Nadie podrá alejarme de ti una vez más, paso una vez y no permitiré que ocurra por segunda ocasión – le tomo el rostro entre sus manos e hizo que le mirara de manera fija, la amaba tanto. Sus labios rozaron los ajenos en un gesto no solo de amor, sino de deseo, de pertenencia de toda ella – Te daré el tiempo que necesites para ordenar tus pensamientos, pero no me alejare como antes. Te cuidare, estaré cerca de ti – no planeaba dejarle completamente a su merced, no después de tanto tiempo buscándola sin obtener indicio alguno de su paradero.
Una media sonrisa apareció en sus labios. Era la misma pero estaba tan cambiada. Aquella perfecta figura femenina quedo al descubierto y aunque en un principio estiro su mano para evitar que se aleje de él, cuando vio lo que pretendía hacer se mantuvo a la distancia, expectante de lo que ella estaba haciendo.
– No importa como luzcas, para mi siempre serás mi esposa – sus ojos delineaban ansioso aquel cuerpo que se reflejaba bajo la luz de las velas. La soledad y el silencio en la catedral era perfecto. Podía decirse que en esos instantes Dios era su cómplice, aquel que guardaría el secreto de aquel encuentro entre los amantes. Se acerco con cautela en dirección a ella, como el depredador a la presa. Chasqueo la lengua y sonrió al verla moverse nuevamente, escapando de que Zasha pudiera tocarla, ¿Cuanto daría por tocarle? Todo cuando le pidieran. Sus pasos no se detuvieron, siguió a si esposa, quedando demasiado cerca de ella pero sin tocarla – Esa pregunta es una ofensa. Deseo todo de ti – aquel cuello perfecto le llamo, así que se inclino ligeramente para besarlo una y otra vez, aspirando el aroma de ella. Una risa salió de sus labios y en el cuello ajeno – No, no te equivocas – se aparto de ella para mirarle una vez más y dando un nuevo paso, pego su cuerpo entero al de ella. Apresaba a la inquisidora contra la piedra y su cuerpo, busco sus labios y le beso con la pasión que había mantenido guardada por casi 500 años.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: Unforgettable [Privado]
Los razonables han durado,
los apasionados han vivido.
Nicolás Sebastien Roch
La forma en que los labios de él encajaban en los propios, era escalofriante. Pareciera que aquellos labios hubieran sido hechos para él y los de él para ella. Así era como de humana se había sentido siempre con él, aunque de forma más leve, ahora gracias a la inmortalidad todos sus sentidos, sus percepciones gozaban de más intensidad. Ahora realmente en su existencia como mortal e inmortal, podía sentir a su esposo. La fuerza de sus brazos, el frío y duro de su cuerpo esculpido, el perfume viril que la llenaba de una forma catastrófica y por ultimo; aquellos labios que la hacían desposeer de todo control sobre si misma a causa de la candencia y sabor de su oscuro beso.los apasionados han vivido.
Nicolás Sebastien Roch
— No puedes cuidarme, estar cerca de mi… la inquisición… ¡Oh Dios….Zasha! — Las palabras finalmente se vieron obstaculizadas por los labios de él y con desesperación, olvidando de lo demás le contestó al beso. Todo aquello que sobraba. Todo lo que no fuera enteramente de ambos amantes reencontrados, parecía haber dejado de existir pero rodear todo alrededor de ambos vampiros, de un místico ambiente a la luz de las velas en aquella catedral sagrada. Su cuerpo desnudo contra el torso masculino. Sus firmes piernas siendo rodeadas, como cada tramo de su blanquecina piel por la de él y sin huida posible, se encontraba a merced de su esposo, hasta que las tornas se volviesen.
Besándole, jalando sus labios, la inquisidora jugó con su lengua, encontrando el roce perfecto de sus colmillos, mientras una de sus manos se quedó en la espalda masculina, la otra subió hasta su cabello que acarició y agarró, acercándolo más a ella, obligándole a profundizar aquel beso, agradeciendo que no necesitasen tomar aire. Con los ojos cerrados, gruñó ante sus caricias y gimió su nombre cuando la tempestad del beso se le hacía inmensurable y la melancolía, el miedo, el odio pasaba a ser la más intensa de las pasiones. Apasionadamente, se pegó más a él, realizando en aquel movimiento un rasguño en sus labios, lo que provocó que su sangre saliese al encuentro de los labios masculinos y lo que él no tomaba, fuera tintando la barbilla y el cuello pálido de la inquisidora del carmesí de su sangre.
— ¿Lo deseas todo? —Con una sonrisa encendida, se alejó por unos segundos de aquellos labios para mordisqueárselos con dureza y tras ello, se echó hacia atrás, doblando su espalda contra el altar de piedra contra el que se encontraba, quedando tumbada en él. Pronto él la acompañó, ya que rodeando su cintura con sus piernas femeninas tiró también de él hacia ella hasta darle un indicio de lo que quería y como deseaba sentirle. Cerca, aún más cerca de ella… en aquel altar sobre ella, logrando que su esposo se deleitara con la vista que ella le exponía, solo para él. Como si ella fuese un sacrificio y él, el dios adorado.
Acariciando sus propios labios por la herida de ellos, sellando así la herida sangrante, con un dedo le indicó que se acercara y volviendo a exponer su cuello, esta vez tintado en su propia sangre, reclinó la cabeza hacia atrás
— Entonces esposo mordedme… devuelve a mis sentidos el recuerdo de la mordida que no pude preciar. La que tanto he deseado y temido. Amado y odiado. — Afianzó sus ojos en los de él y le llamó solo con la mirada mientras su cuerpo permanecía a la expectativa de los acontecimientos. — Muérdeme en este lugar de pecado y seamos sellados en nuestra unión ante Dios, Zasha. Déjame entrar en ti, como tú te encuentras alojado en cada espacio de mí. —Musitó deseosa, esperando que de nuevo él se acerca a su cuello y se lo besara, solo que esta vez terminara mordiéndoselo, probándolo…con todo el derecho que solo un esposo y creador tenían. Como el único que tenía derecho a poseerla, en todos los sentidos en que se puede hacer tuya a una persona. En alma y cuerpo para toda la eternidad.
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 09/08/2013
Re: Unforgettable [Privado]
El amor auténtico se encuentra siempre hecho.
En este amor un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser.
Es el amor que empieza con el amor.
José Ortega Y Gasset
La inquisición y los peligros eran nada si podía estar al lado de ella, le perdió una vez y no estaba dispuesto a que sucediera de nuevo. En aquel beso trataba de acallar todas las preocupaciones de la ahora inquisidora, pues encontraría la manera de estar a su lado. No prestaría atención a las preocupaciones de Dania, sabía que sería capaz de permanecer a su lado sin importar los obstáculos, como prueba tenía tanto tiempo separados y ahora, estaban juntos nuevamente, amandose como siempre y como nunca.
– Puedo, así que no dudes de mis palabras. Prometo estar a tu lado, ya sea en las sombras, no volveré a alejarme de ti jamás – aquellas palabras eran una promesa eterna. Su unión lo era desde hacía años pero a partir de ese momento, las cosas serían diferentes a como lo fueron. En la mente de Zasha ya no existía la duda, no había rencores, no existía odio; solo el profundo amor que antes le arrastro a pedir la mano de Dania y convertirla en su única esposa.
– ¿Me lo estas preguntando en serio? – rió mientras ella se alejaba de sus labios, provocando que por primera vez en tanto tiempo Zasha sintiera que moría si no la besaba nuevamente. La necesidad de sentir aquellos labios, la sangre de su amada y todo cuanto pudiera se detuvo por unos instantes, seguían estando cerca, más de lo que nunca estuvieron y seguramente como lo estarían desde ahí en adelante – Claro que lo quiero todo de ti, eres mía y siempre lo serás – Aquello se lo decía continuamente durante ese encuentro, pero no quería que ella lo olvidara. Buscaba grabar esas palabras por siempre en el recuerdo de Dania y que cuando volviera a pensar en que su existencia le pertenecía a la inquisición, recordara a quien era su esposo y las promesas que le declaraba esa noche.
Divertido ante la manera en que su esposa se ofrecía a él fue que se acerco lento, como el depredador que era. En la mortalidad de Dania nunca tuvo la oportunidad de jugar de esa manera con ella, de dejarse llevar por los deseos tan humanos que todo inmortal parecía continuar poseyendo. Las palabras femeninas estaban cargadas con verdad. La primera y única vez que mordió a Dania no era como se hubiera esperado. Zasha ensayo aquello durante muchas noches, pensando una y otra vez como era que le diría la verdad a su esposa, como la convencería de ser suya por toda la inmortalidad y como le evitaría aquel temor y sufrimiento con su amor hasta que fueran ambos inmortales. Desafortunadamente se dejo llevar por un impulso y termino asustandole; ahora le pedía que le mordiera nuevamente, que lo hiciera como no lo hizo antes y que finalmente su unión fuera para siempre.
– Si es lo que deseas amada mía – dichas esas palabras se acerco más a ella, sobre aquel altar cercano al Dios de los mortales. Las manos del vampiro delinearon con devoción el cuerpo de su esposa, aquella figura que siempre le enloquecería y nublaría sus sentidos. Sus labios fueron a los ajenos, en un beso más lento; uno que disfrutaba como si nunca antes hubiera besado a nadie, de ahí paso a su mentón y al cuello, allá donde la sangre cubría y que fuera el sitio de la primera mordida de ella – Dania, te amo y siempre te amare – sus colmillos se clavaron entonces en el cuello delgado de su esposa, justo como espero que fuera la primera vez. En cuanto la sangre fluyó, sus sentidos se sintieron como los de un neófito, enloquecía con el aroma de Dania y las manos de ella aferrarse a su cuerpo. Parecía ser que estar juntos en ese momento era la única manera de mantenerse atados a la tierra, fuera de ellos no existía nada más maravilloso y perfecto. Finalmente, después de tanto tiempo Dania volvía a ser suya.
En este amor un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser.
Es el amor que empieza con el amor.
José Ortega Y Gasset
La inquisición y los peligros eran nada si podía estar al lado de ella, le perdió una vez y no estaba dispuesto a que sucediera de nuevo. En aquel beso trataba de acallar todas las preocupaciones de la ahora inquisidora, pues encontraría la manera de estar a su lado. No prestaría atención a las preocupaciones de Dania, sabía que sería capaz de permanecer a su lado sin importar los obstáculos, como prueba tenía tanto tiempo separados y ahora, estaban juntos nuevamente, amandose como siempre y como nunca.
– Puedo, así que no dudes de mis palabras. Prometo estar a tu lado, ya sea en las sombras, no volveré a alejarme de ti jamás – aquellas palabras eran una promesa eterna. Su unión lo era desde hacía años pero a partir de ese momento, las cosas serían diferentes a como lo fueron. En la mente de Zasha ya no existía la duda, no había rencores, no existía odio; solo el profundo amor que antes le arrastro a pedir la mano de Dania y convertirla en su única esposa.
– ¿Me lo estas preguntando en serio? – rió mientras ella se alejaba de sus labios, provocando que por primera vez en tanto tiempo Zasha sintiera que moría si no la besaba nuevamente. La necesidad de sentir aquellos labios, la sangre de su amada y todo cuanto pudiera se detuvo por unos instantes, seguían estando cerca, más de lo que nunca estuvieron y seguramente como lo estarían desde ahí en adelante – Claro que lo quiero todo de ti, eres mía y siempre lo serás – Aquello se lo decía continuamente durante ese encuentro, pero no quería que ella lo olvidara. Buscaba grabar esas palabras por siempre en el recuerdo de Dania y que cuando volviera a pensar en que su existencia le pertenecía a la inquisición, recordara a quien era su esposo y las promesas que le declaraba esa noche.
Divertido ante la manera en que su esposa se ofrecía a él fue que se acerco lento, como el depredador que era. En la mortalidad de Dania nunca tuvo la oportunidad de jugar de esa manera con ella, de dejarse llevar por los deseos tan humanos que todo inmortal parecía continuar poseyendo. Las palabras femeninas estaban cargadas con verdad. La primera y única vez que mordió a Dania no era como se hubiera esperado. Zasha ensayo aquello durante muchas noches, pensando una y otra vez como era que le diría la verdad a su esposa, como la convencería de ser suya por toda la inmortalidad y como le evitaría aquel temor y sufrimiento con su amor hasta que fueran ambos inmortales. Desafortunadamente se dejo llevar por un impulso y termino asustandole; ahora le pedía que le mordiera nuevamente, que lo hiciera como no lo hizo antes y que finalmente su unión fuera para siempre.
– Si es lo que deseas amada mía – dichas esas palabras se acerco más a ella, sobre aquel altar cercano al Dios de los mortales. Las manos del vampiro delinearon con devoción el cuerpo de su esposa, aquella figura que siempre le enloquecería y nublaría sus sentidos. Sus labios fueron a los ajenos, en un beso más lento; uno que disfrutaba como si nunca antes hubiera besado a nadie, de ahí paso a su mentón y al cuello, allá donde la sangre cubría y que fuera el sitio de la primera mordida de ella – Dania, te amo y siempre te amare – sus colmillos se clavaron entonces en el cuello delgado de su esposa, justo como espero que fuera la primera vez. En cuanto la sangre fluyó, sus sentidos se sintieron como los de un neófito, enloquecía con el aroma de Dania y las manos de ella aferrarse a su cuerpo. Parecía ser que estar juntos en ese momento era la única manera de mantenerse atados a la tierra, fuera de ellos no existía nada más maravilloso y perfecto. Finalmente, después de tanto tiempo Dania volvía a ser suya.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: Unforgettable [Privado]
El amor es un crimen que no puede realizarse sin cómplice.
Charles Baudelaire
Charles Baudelaire
Jamás en toda su existencia como inmortal había creído en aquel vinculo de sangre existente entre un creador y su creación. Los había visto en muchas ocasiones, sobre todo cuando yendo tras un vampiro se le encontraban a él y a sus creaciones. Siempre luchaban el uno por el otro, condenándose aún más sin querer, cayendo en las garras de la inquisición y por supuesto de la muerte. Sin embargo no fue sino cuando fue testigo del sacrificio de un vampiro por su neófita y de aquellas últimas palabras de aliento y devoción que empezó a sospechar que podría haber algo de cierto en toda aquella poesía de pertenencia eterna y devoción infinita. Esa historia terminó mal, ya que a pesar del sacrificio, enseguida se halló a la neófita la que se había quedado junto a las cenizas de su amado y quien no ofreció resistencia alguna al ser agarrada. Dania que fue la mano verdugo en aquel caso, observó como la joven tras aquel suceso en cierto sentido, dejó de existir. Parecía como si realmente ella se hubiese ido de cierta forma con él y la inquisidora mostrando piedad para con aquella historia que si todo hubiese salido diferente podía apostar a que podrían ser ella y su creador, la mató de un solo golpe y luego la incineró, llevando las cenizas junto a las de su creador. Todo lo hizo en el más absoluto silencio y desde entonces realmente pensó en aquel vínculo, que de existir o no, estaba segura que de tenerlo con Zasha estarían lejos de allí o muertos ya hace tiempo.
Realmente a toda mujer le gustan las poesías, aquel amor enfermo y devoto. Las salvajes y violentas llamas de la pasión eterna. No eran solo cuentos, eran realidades y en algún rincón de su mente sabía que de vincularse a su creador, sentiría todo aquello y entonces lo entendería. Aquella maldita obsesión por sentirse parte de él, por sentirlo parte de ella.
— Zasha, os amo. — Tras sus palabras, gimió al sentir los colmillos ajenos adentrándose en su piel, haciéndose hueco, alimentándose de ella. Sus manos se agarraron a él y lo jalaron hacia ella, más cerca hasta sentir su pecho contra el torso masculino. Con los labios entreabiertos y los ojos cerrados, disfrutó de aquel momento. La sensación de los colmillos y los labios de Zasha eran el fin y el inicio de todo cuanto ella tenía. La religión que secretamente profesaría en las noches o en la soledad de su ataúd, de ello estaba completamente segura, mientras esperaba volver a verle. A cado sorbo, el cuerpo de la inquisidora se estremecía, erizándose al contacto de aquellas manos masculinas que no dejaron de recorrerla, ni aún sumido en el éxtasis de la sangre.
Arqueando la espalda en aquel altar, profundizo la mordedura que la ataba a él. Tras un nuevo gemido de desesperación por sentir que deseaba sentirle más de lo que ahora le sentía, como si después de aquellos años separados aquel beso sangriento fuera poco para ella, abrió los ojos y le miró, encontrándose con los de él. Sangre y deseo, deseo y sangre. Era todo lo que podía ver en sus ojos y él en los de ella. Se miraron y no cedieron. Jamás supo cuánto tiempo estuvieron así, enlazados por el beso, por la mirada y los cuerpos… hasta que un ruido de la puerta abriéndose los alertó y aprovechando que Zasha ya había dejado su cuello, lo que la hizo sentir extrañamente vacía por dentro, lo empujó del altar haciéndolo caer al suelo al mismo tiempo que unos inquisidores la encontraban con la mirada.
— ¿Sucede algo, señores? — Preguntó irguiéndose y esperando que su esposo le hiciera caso y se quedara escondido, se alejó del altar donde se encontraba, dirigiéndose a los humanos tomando la ropa que se había quitado. La que se encontraba en una de las bancas. — Me purificaba ante los ojos de Dios. — Mintió descaradamente con una cara seria y fría, excusando así su desnudez, terminando de vestirse dirigiéndose hacia los cuatro inquisidores. Tres humanos y un brujo. Centró su mirada en el brujo que era el único que podría sentir la presencia de otro vampiro y esperó para ver si debería de intervenir o si por el contrario todo estaba bien. No obstante, tras unos segundos observó como aquel brujo parecía más concentrado en ella que en rastrear la Iglesia, así que aligerada llegó hacia ellos, esperando las explicaciones oportunas de por qué se la llamaba.
— Roger os busca, nos mandó a buscaros. — Respondió el brujo. La inquisidora asintió. Roger era uno de sus superiores, así que debía de querer transmitirle las coordenadas de su próxima presa o del último gran golpe. Sin esperar a aquellos humanos, pasó por la puerta y oyéndolos detrás de ella se fue de la Iglesia, alejándose de nuevo de Zasha, a quien solo pudo dirigirle una rápida e intensa mirada de despedida antes de que las puertas de madera fueran cerradas y así de nuevo la vida volviera a separarles.
Sin embargo esta vez, no para siempre.
TERMINADO
Dania Kozlova- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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