AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
2 participantes
Página 1 de 1.
The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
El agudo y potente silbido del último silbato, proveniente de la última fábrica abierta en el día, anunciaba el fin de la jornada de trabajo. Los trabajadores salían a las calles, felices y deseosos de poder volver a sus cálidos hogares mientras algo de luz solar se filtraba entre las densas nubes blancas que cubrían la ciudad; aunque no tan blancas como el suelo a sus pies que se encontraba cubierto por una densa capa de nieve. Durante todo el día había caído la fría nieve y cuando finalmente se detuvo había dejado tras de sí una alfombra blanca y espesa tras de sí que forzaba a los pobres proletarios a avanzar lenta y pesadamente, hundiendo sus botas de trabajo hasta casi las rodillas a cada paso que daban.
De a pocos la gran masa de trabajadores se iba dispersando entre las calles, adentrándose en la ciudad en pequeños grupos primero pero conforme más se alejaban, más se desperdigaban hasta que se veían forzados a avanzar solitariamente. Las farolas de las calles comenzaban a encenderse, iluminando una que otra esquina, dando una falsa señal de seguridad al pobre Jean Le Brun, un trabajador más del sector tres en la fábrica que como todos los días los forzaba a trabajar horas extra por una paga indecente pero él no se quejaba, era preferible eso a mendigar, después de todo era padre de familia y hombre honrado y debía asegurar el pan de cada día aunque este le costara todas sus fuerzas…y lo hacía pues cada día sentía que sus treinta y ocho años pesaban con más fuerza sobre sus hombros.
Sin embargo, para lo que unos es el fin de la jornada para otros es apenas el inicio. Durante veintiún años había recorrido el mismo camino de su casa a la fábrica y de vuelta, y nunca había sufrido altercado alguno hasta esa noche. Apenas había pasado por debajo de una farola sintió como lo agarraban del viejo abrigo que había pertenecido a su padre antes que él, le cubrían la boca con lo que sus labios podían sentir como una mano sucia y lo jalaron hacia un callejón oscuro. Lo siguiente que sintió fue el impacto seco de su espalda contra la dura pared de ladrillos y un brazo ubicándose debajo de su mentón y oprimiendo su cuello contra el muro- ¡Vamos, revísalo! -Mandó una voz proveniente del que estuviera manteniendo al pobre Jean contra la pared. En ese instante sintió como sus bolsillos eran revisados, instintivamente trató de usar sus brazos para evitar el registro pero lo que consiguió fue recibir un golpe en el estómago que lo dejó rendido y sin aire- Para que aprendas -Dijo entre risas un segundo individuo a su derecha. No pudo hacer nada para evitar que extrajeran el poco dinero que había ganado en el día y lo dejaran caer de rodillas y manos al suelo, respirando con dificultad mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.
Una luz se encendió en el callejón y Jean, instintivamente, alzó el rostro hacia ella. Los maleantes, que eran tres, habían encendido una lámpara para poder revisar el botín. Por sus ropas roídas y faltas del más mínimo cuidado se podía apreciar que eran hombres que habitaban las calles desde hace mucho tiempo- ¿Esto es todo? –Dijo el primero de mala gana- No tenía nada más consigo -Dijo el segundo mientras se encogía de hombros- Esto no nos alcanzará ni para el opio -Dijo el tercero con rabia, el que llevaba la lámpara.
- P…Por… favor -Suplicaba Jean, intentando respirar adecuadamente mientras extendía lentamente una mano hacia los tres- Es todo… todo lo que tengo… necesito alimentar a mi familia… Por favor -Los tres llevaron la vista hacia él, luego se miraron entre ellos y estallaron en risas burlonas- Quítenle las botas y el abrigo, seguro podremos obtener más de eso -La cara de Jean se contorsionó del susto mientras el que lo había golpeado se apartaba de los otros dos y comenzaba a acercarse a él con una sonrisa en los labios pero el sonido en la entrada del callejón lo hizo detenerse y girarse junto con sus compañeros- ¡¿Quién está ahí?! -La entrada estaba muy oscura, apenas podía verse algo y mirando al tercero le hizo una seña para que fuera a revisar con la lámpara, este asintió y comenzó a avanzar lentamente. Llegando a unos metros de los otros alzó levemente la lámpara y se escuchó un ligero silbido, tras lo cual bajó el brazo que tenía la lámpara y se dio la vuelta hacia los otros con la boca semi-abierta y los ojos como platos- ¿Y bien?¿Viste algo? -Preguntó con insistencia el primero y en ese momento una delgada línea roja horizontal se dibujó por todo el cuello del tercero y la sangre comenzó a escurrirse, dejó caer la lámpara y esta rodó hacia ellos mientras el cuerpo caía de bruces al suelo y la cabeza cercenada rueda sobre la nieve hasta llegar a los pies del primero. La expresión de los tres presentes se volvió de horror, retrocediendo unos pasos el primer maleante para alejarse del rostro inerte del que era su compañero y que parecía mirarlo desde el suelo con los ojos vacíos y blancos y la lengua asomándose por los muertos labios.
- ¡Claude! -Gritó con rabia el segundo- ¡Vas a pagarlo maldito infeliz! -Segado corrió hacia la oscuridad y blandiendo los puños se hundió en esta, desapareciendo de la vista del primero- ¡Michel! -Le llamó el primero, dudando si apoyarlo o no, dudoso de si debía moverse y tomar la lámpara, escuchando los gritos furiosos de su compañero hasta que cesaron de repente; varias gotas de sudor frío comenzaron a deslizarse por su rostro, debía salir de ahí como fuera posible, llevó los ojos hacia la lámpara caída al costado del cuerpo muerto de Claude, la cual emanaba aún luz, sabía que la necesitaba así que se dispuso a tomarla pero a apenas un paso de ella un gran objeto pasó rozándolo al costado. Asustado lo siguió con la mirada, dándose cuenta que no se trataba de otro que Michel, el cuál había sido lanzado con gran fuerza y rapidez desde la oscuridad como si se tratara de una bala de cañón hasta que tras pasar al costado de Jean terminó impactando de espaldas contra el muro. El primer maleante pudo ver con horror como volaban fragmentos de cráneo y sesos, manchando varios el muro, otros sobre el propio Jean y algunos en la blanca nieve; tras lo cual el cuerpo cayó al suelo, permitiendo admirar el gran hueco que tenía en la cabeza, así como las heridas profundas en la espalda de la cual emanaba la sangre, tiñendo el blanco suelo como lo hacía el cuerpo de Claude. Asustado como nunca antes en su vida, el maleante tomó la lámpara y se alejó de la oscuridad todo lo rápido que le permitían sus temblorosas piernas.
- ¡¿Quién está ahí?! -Barría la oscuridad con la vista mientras levantaba lo más alto que podía la lámpara sobre sí mismo, tratando de encontrar al culpable de la muerte de sus amigos- ¡Muestrate! ¡No te tengo miedo! -Gritó con rabia y temor.
- ¿No?... Eso se puede remediar -Dijo una profunda voz desde la oscuridad, tan grave, tan siniestra que de solo escucharla le había helado la sangre al maleante. Entonces sintió como si algo lo sujetara desde las muñecas y los tobillos y antes de poder reaccionar ya se encontraba flotando en el aire de un doloroso tirón, con los brazos y piernas extendidos hacia los costados, dejando caer frente suyo la lámpara y gritando de dolor. Jean había logrado sentarse en la nieve y apoyar su espalda contra la pared mientras contemplaba con terror como la oscuridad parecía ignorar la luz de la lámpara y se aproximaba al maleante que flotaba a unos metros suyo, como parecía que se arrastraba con tentáculos que lentamente comenzaban a tomar forma y textura y una figura emergía lentamente de las sombras hasta quedar perfectamente a la vista. Un ser encapuchado de un tamaño que a su parecer superaba lo humano, su manto negro y roído se movía como si alguna brisa siniestra e inexistente lo ondeara; pero era su rostro, o mejor dicho, la falta de este lo que lo hipnotizaba y aterraba pues solo había vacío y oscuridad, ni una silueta, ni una marca; solo una palabra venía a la mente de Jean en ese momento… “Muerte”
- ¿Ahora si me temes? -Preguntó El Oscuro a su flotante víctima, la cual solo atinaba a gemir de dolor y llorar con los ojos casi fuera de sus órbitas y el rostro desencajado. Él por su parte soltó una gran carcajada antes de levantar su puntiaguda y metálicas diestra y dar un chasquido que hizo que tanto los brazos como las piernas fueran jalados en direcciones contrarias hasta que se escuchó como la carne se desgarraba y los miembros retirados chocaban contra las paredes mientras el resto del cuerpo caía al suelo nevado. Podía sentir como su vida lo abandonaba sobre el charco de su propia sangre y restos desgarrados hasta que en un último suspiro expiró. En ese momento la atención del Oscuro pasó al último que quedaba vivo, la víctima de los tres maleantes que ahora decoraban el abandonado callejón. Llevando su diestra a un costado de su manto tomó el mango de su espada y la extrajo lentamente hasta tenerla con la punta hacia el suelo.
Deslizándose por sobre la nieve se acercó al primer cadáver, el decapitado, y posando la punta de su espada sobre su espalda dibujó unas líneas sobre la carne; repitiendo el proceso en el pecho del desmembrado y luego en la espalda del descerebrado. A ese punto ya se encontraba frente a frente del temeroso Jean, el cual seguía sentado en el suelo, tan asustado como para siquiera moverse-Por favor… piedad… -Suplicaba con los ojos llorosos- ¿Piedad? Si… tendré piedad -Dijo en un tono tranquilizador. Jean bajó la vista y suspiró con los ojos cerrados, sintiéndose feliz, había sido una larga y estresante noche pero al fin podría volver a ver a su familia; cuando sintió algo helado en el pecho y abrió los ojos para descubrir la afilada espada atravesando la mitad de su pecho. Lentamente alzó la vista mientras su camisa comenzaba a teñirse de un rojo oscuro y un hilo de sangre manaba de sus labios-Pero… us…ted dijo…
- Que tendría piedad y la tuve. No hay piedad más grande que liberar una vida de este mundo -Dijo satisfecho. Jean no pudo reclamar nada más, había sido atravesado directo en el corazón y su vida lo abandonaba rápidamente, sus ojos se nublaban y su pensamiento se desvanecía mientras la imagen de su familia era lo único que permanecía- Lo siento… no podré ir a cenar -Y una lágrima cayendo por su mejilla fue lo último que pudo sentir antes de que su vida lo abandonara. El Oscuro extrajo lentamente la espada del pecho del obrero y llevando la punta a la frente de este marcó su símbolo en su carne, tras lo cual retrocedió flotando, pasando por sobre la lámpara y extinguiendo su luz, sumiendo todo en la más profunda oscuridad y desvaneciéndose, cambiando su forma y saliendo de frente a la desierta calle, bajo el farol que alumbraba la calle y dejaba ver únicamente a un caballero elegante, vestido con un traje rojo oscuro, alto y de facciones marcadas, de ojos profundos y azules, de más de cincuenta años, cabello rubio y algo canoso con una barba bien cuidada del mismo color. Se arregló un poco el traje, las mangas y el cuello para eliminar toda arruga o imperfección y llevando su mano al bolsillo extrajo un pequeño y dorado reloj- Vaya… me he atrasado, debo apurarme -Guardándolo nuevamente en su bolsillo y tomando con firmeza su bastón desapareció con una sonrisa en sus labios.
No tardó demasiado en llegar a su destino, el Cementerio de Montmartre. Le agradaba estar en aquel campo santo, muerte y tristeza por doquier, era un lugar al cual llamar hogar para un ser como él. Le gustaba pensar que más de la mitad de los fallecidos en aquel sitio se encontraban pudriéndose por causa suya, algunos de forma más directa que otros- “Espero no haberme atrasado demasiado… Debo dejar de entretenerme por el camino” -Se reclamaba a sí mismo mentalmente mientras adquiría forma corpórea y visible tras un árbol en la entrada del cementerio, fuera del alcance de ojos curiosos.
Una vez estuvo listo volvió a sonreír y con paso tranquilo comenzó a avanzar entre la nieve y las tumbas, apoyándose en su pulcro bastón de aparente madera. Muchas personas podrían perderse entre tantas tumbas cubiertas de nieve y hielo pero él sabía perfectamente a cual debía acudir- “Es curioso que haya elegido venir de noche y aún con este clima pero supongo que hay algunos que desean hacer lo que deben en el más profundo silencio” -Pensó mientras giraba al costado de un mausoleo con una estatua de ángel Gabriel decorándolo que le hizo detenerse un momento, llevar la vista a la estatua y resoplar fastidiado antes de seguir su camino.
De a pocos la gran masa de trabajadores se iba dispersando entre las calles, adentrándose en la ciudad en pequeños grupos primero pero conforme más se alejaban, más se desperdigaban hasta que se veían forzados a avanzar solitariamente. Las farolas de las calles comenzaban a encenderse, iluminando una que otra esquina, dando una falsa señal de seguridad al pobre Jean Le Brun, un trabajador más del sector tres en la fábrica que como todos los días los forzaba a trabajar horas extra por una paga indecente pero él no se quejaba, era preferible eso a mendigar, después de todo era padre de familia y hombre honrado y debía asegurar el pan de cada día aunque este le costara todas sus fuerzas…y lo hacía pues cada día sentía que sus treinta y ocho años pesaban con más fuerza sobre sus hombros.
Sin embargo, para lo que unos es el fin de la jornada para otros es apenas el inicio. Durante veintiún años había recorrido el mismo camino de su casa a la fábrica y de vuelta, y nunca había sufrido altercado alguno hasta esa noche. Apenas había pasado por debajo de una farola sintió como lo agarraban del viejo abrigo que había pertenecido a su padre antes que él, le cubrían la boca con lo que sus labios podían sentir como una mano sucia y lo jalaron hacia un callejón oscuro. Lo siguiente que sintió fue el impacto seco de su espalda contra la dura pared de ladrillos y un brazo ubicándose debajo de su mentón y oprimiendo su cuello contra el muro- ¡Vamos, revísalo! -Mandó una voz proveniente del que estuviera manteniendo al pobre Jean contra la pared. En ese instante sintió como sus bolsillos eran revisados, instintivamente trató de usar sus brazos para evitar el registro pero lo que consiguió fue recibir un golpe en el estómago que lo dejó rendido y sin aire- Para que aprendas -Dijo entre risas un segundo individuo a su derecha. No pudo hacer nada para evitar que extrajeran el poco dinero que había ganado en el día y lo dejaran caer de rodillas y manos al suelo, respirando con dificultad mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.
Una luz se encendió en el callejón y Jean, instintivamente, alzó el rostro hacia ella. Los maleantes, que eran tres, habían encendido una lámpara para poder revisar el botín. Por sus ropas roídas y faltas del más mínimo cuidado se podía apreciar que eran hombres que habitaban las calles desde hace mucho tiempo- ¿Esto es todo? –Dijo el primero de mala gana- No tenía nada más consigo -Dijo el segundo mientras se encogía de hombros- Esto no nos alcanzará ni para el opio -Dijo el tercero con rabia, el que llevaba la lámpara.
- P…Por… favor -Suplicaba Jean, intentando respirar adecuadamente mientras extendía lentamente una mano hacia los tres- Es todo… todo lo que tengo… necesito alimentar a mi familia… Por favor -Los tres llevaron la vista hacia él, luego se miraron entre ellos y estallaron en risas burlonas- Quítenle las botas y el abrigo, seguro podremos obtener más de eso -La cara de Jean se contorsionó del susto mientras el que lo había golpeado se apartaba de los otros dos y comenzaba a acercarse a él con una sonrisa en los labios pero el sonido en la entrada del callejón lo hizo detenerse y girarse junto con sus compañeros- ¡¿Quién está ahí?! -La entrada estaba muy oscura, apenas podía verse algo y mirando al tercero le hizo una seña para que fuera a revisar con la lámpara, este asintió y comenzó a avanzar lentamente. Llegando a unos metros de los otros alzó levemente la lámpara y se escuchó un ligero silbido, tras lo cual bajó el brazo que tenía la lámpara y se dio la vuelta hacia los otros con la boca semi-abierta y los ojos como platos- ¿Y bien?¿Viste algo? -Preguntó con insistencia el primero y en ese momento una delgada línea roja horizontal se dibujó por todo el cuello del tercero y la sangre comenzó a escurrirse, dejó caer la lámpara y esta rodó hacia ellos mientras el cuerpo caía de bruces al suelo y la cabeza cercenada rueda sobre la nieve hasta llegar a los pies del primero. La expresión de los tres presentes se volvió de horror, retrocediendo unos pasos el primer maleante para alejarse del rostro inerte del que era su compañero y que parecía mirarlo desde el suelo con los ojos vacíos y blancos y la lengua asomándose por los muertos labios.
- ¡Claude! -Gritó con rabia el segundo- ¡Vas a pagarlo maldito infeliz! -Segado corrió hacia la oscuridad y blandiendo los puños se hundió en esta, desapareciendo de la vista del primero- ¡Michel! -Le llamó el primero, dudando si apoyarlo o no, dudoso de si debía moverse y tomar la lámpara, escuchando los gritos furiosos de su compañero hasta que cesaron de repente; varias gotas de sudor frío comenzaron a deslizarse por su rostro, debía salir de ahí como fuera posible, llevó los ojos hacia la lámpara caída al costado del cuerpo muerto de Claude, la cual emanaba aún luz, sabía que la necesitaba así que se dispuso a tomarla pero a apenas un paso de ella un gran objeto pasó rozándolo al costado. Asustado lo siguió con la mirada, dándose cuenta que no se trataba de otro que Michel, el cuál había sido lanzado con gran fuerza y rapidez desde la oscuridad como si se tratara de una bala de cañón hasta que tras pasar al costado de Jean terminó impactando de espaldas contra el muro. El primer maleante pudo ver con horror como volaban fragmentos de cráneo y sesos, manchando varios el muro, otros sobre el propio Jean y algunos en la blanca nieve; tras lo cual el cuerpo cayó al suelo, permitiendo admirar el gran hueco que tenía en la cabeza, así como las heridas profundas en la espalda de la cual emanaba la sangre, tiñendo el blanco suelo como lo hacía el cuerpo de Claude. Asustado como nunca antes en su vida, el maleante tomó la lámpara y se alejó de la oscuridad todo lo rápido que le permitían sus temblorosas piernas.
- ¡¿Quién está ahí?! -Barría la oscuridad con la vista mientras levantaba lo más alto que podía la lámpara sobre sí mismo, tratando de encontrar al culpable de la muerte de sus amigos- ¡Muestrate! ¡No te tengo miedo! -Gritó con rabia y temor.
- ¿No?... Eso se puede remediar -Dijo una profunda voz desde la oscuridad, tan grave, tan siniestra que de solo escucharla le había helado la sangre al maleante. Entonces sintió como si algo lo sujetara desde las muñecas y los tobillos y antes de poder reaccionar ya se encontraba flotando en el aire de un doloroso tirón, con los brazos y piernas extendidos hacia los costados, dejando caer frente suyo la lámpara y gritando de dolor. Jean había logrado sentarse en la nieve y apoyar su espalda contra la pared mientras contemplaba con terror como la oscuridad parecía ignorar la luz de la lámpara y se aproximaba al maleante que flotaba a unos metros suyo, como parecía que se arrastraba con tentáculos que lentamente comenzaban a tomar forma y textura y una figura emergía lentamente de las sombras hasta quedar perfectamente a la vista. Un ser encapuchado de un tamaño que a su parecer superaba lo humano, su manto negro y roído se movía como si alguna brisa siniestra e inexistente lo ondeara; pero era su rostro, o mejor dicho, la falta de este lo que lo hipnotizaba y aterraba pues solo había vacío y oscuridad, ni una silueta, ni una marca; solo una palabra venía a la mente de Jean en ese momento… “Muerte”
- ¿Ahora si me temes? -Preguntó El Oscuro a su flotante víctima, la cual solo atinaba a gemir de dolor y llorar con los ojos casi fuera de sus órbitas y el rostro desencajado. Él por su parte soltó una gran carcajada antes de levantar su puntiaguda y metálicas diestra y dar un chasquido que hizo que tanto los brazos como las piernas fueran jalados en direcciones contrarias hasta que se escuchó como la carne se desgarraba y los miembros retirados chocaban contra las paredes mientras el resto del cuerpo caía al suelo nevado. Podía sentir como su vida lo abandonaba sobre el charco de su propia sangre y restos desgarrados hasta que en un último suspiro expiró. En ese momento la atención del Oscuro pasó al último que quedaba vivo, la víctima de los tres maleantes que ahora decoraban el abandonado callejón. Llevando su diestra a un costado de su manto tomó el mango de su espada y la extrajo lentamente hasta tenerla con la punta hacia el suelo.
Deslizándose por sobre la nieve se acercó al primer cadáver, el decapitado, y posando la punta de su espada sobre su espalda dibujó unas líneas sobre la carne; repitiendo el proceso en el pecho del desmembrado y luego en la espalda del descerebrado. A ese punto ya se encontraba frente a frente del temeroso Jean, el cual seguía sentado en el suelo, tan asustado como para siquiera moverse-Por favor… piedad… -Suplicaba con los ojos llorosos- ¿Piedad? Si… tendré piedad -Dijo en un tono tranquilizador. Jean bajó la vista y suspiró con los ojos cerrados, sintiéndose feliz, había sido una larga y estresante noche pero al fin podría volver a ver a su familia; cuando sintió algo helado en el pecho y abrió los ojos para descubrir la afilada espada atravesando la mitad de su pecho. Lentamente alzó la vista mientras su camisa comenzaba a teñirse de un rojo oscuro y un hilo de sangre manaba de sus labios-Pero… us…ted dijo…
- Que tendría piedad y la tuve. No hay piedad más grande que liberar una vida de este mundo -Dijo satisfecho. Jean no pudo reclamar nada más, había sido atravesado directo en el corazón y su vida lo abandonaba rápidamente, sus ojos se nublaban y su pensamiento se desvanecía mientras la imagen de su familia era lo único que permanecía- Lo siento… no podré ir a cenar -Y una lágrima cayendo por su mejilla fue lo último que pudo sentir antes de que su vida lo abandonara. El Oscuro extrajo lentamente la espada del pecho del obrero y llevando la punta a la frente de este marcó su símbolo en su carne, tras lo cual retrocedió flotando, pasando por sobre la lámpara y extinguiendo su luz, sumiendo todo en la más profunda oscuridad y desvaneciéndose, cambiando su forma y saliendo de frente a la desierta calle, bajo el farol que alumbraba la calle y dejaba ver únicamente a un caballero elegante, vestido con un traje rojo oscuro, alto y de facciones marcadas, de ojos profundos y azules, de más de cincuenta años, cabello rubio y algo canoso con una barba bien cuidada del mismo color. Se arregló un poco el traje, las mangas y el cuello para eliminar toda arruga o imperfección y llevando su mano al bolsillo extrajo un pequeño y dorado reloj- Vaya… me he atrasado, debo apurarme -Guardándolo nuevamente en su bolsillo y tomando con firmeza su bastón desapareció con una sonrisa en sus labios.
No tardó demasiado en llegar a su destino, el Cementerio de Montmartre. Le agradaba estar en aquel campo santo, muerte y tristeza por doquier, era un lugar al cual llamar hogar para un ser como él. Le gustaba pensar que más de la mitad de los fallecidos en aquel sitio se encontraban pudriéndose por causa suya, algunos de forma más directa que otros- “Espero no haberme atrasado demasiado… Debo dejar de entretenerme por el camino” -Se reclamaba a sí mismo mentalmente mientras adquiría forma corpórea y visible tras un árbol en la entrada del cementerio, fuera del alcance de ojos curiosos.
Una vez estuvo listo volvió a sonreír y con paso tranquilo comenzó a avanzar entre la nieve y las tumbas, apoyándose en su pulcro bastón de aparente madera. Muchas personas podrían perderse entre tantas tumbas cubiertas de nieve y hielo pero él sabía perfectamente a cual debía acudir- “Es curioso que haya elegido venir de noche y aún con este clima pero supongo que hay algunos que desean hacer lo que deben en el más profundo silencio” -Pensó mientras giraba al costado de un mausoleo con una estatua de ángel Gabriel decorándolo que le hizo detenerse un momento, llevar la vista a la estatua y resoplar fastidiado antes de seguir su camino.
Manathael- Fantasma
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 11/11/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
Le habían dicho que no fuera. Le insistieron una y otra vez, pero no hubo caso. Nada pudieron hacer contra su terca voluntad, y aunque pensaron en amarrarla o dejarla inconsciente hasta el día siguiente, el imaginar su reacción al despertar les hizo abstenerse y desistir de la idea, considerando la diferencia de habilidades y fuerzas que se hacía mayor a cada día que pasaba. Y es que desde la acróbata Fei se había unido al grupo, Gianella había progresado ostensiblemente tanto física como mentalmente. Planificaba más las cosas –aunque la improvisación impulsiva seguía siendo una de sus alternativas predilectas-, sus golpes eran más canalizados y concentrados causando más daño del que ya hacían, y había conseguido algo que se veía imposible viniendo de ella: paz consigo misma y con la criatura en su interior. Particularmente esto último fue extremadamente difícil de conseguir; tanto por la terca y cerrada mente de la italiana (cuesta enseñar trucos nuevos a un perro viejo, dicen), como por su propio instinto, el que en más de una ocasión “se negó” a cooperar, teniendo que intervenir la cambiaformas oriental antes de que ella misma se quedase sin un par de extremidades. Y aunque a ratos su instinto cedía a tanta calma forzada, a la licántropa se le veía mejor. Aunque no lo quisiera admitir, se le veía más contenta. Y se notaba.
Pero no hoy. Había pasado casi todo el día fuera de la casa de acogida, y el resto encerrada en su habitación mirando el techo, la ventana o aquella espada de plata que descansaba en un rincón predilecto del amplio cuarto, y al mismo tiempo en un rincón de sus recuerdos. Ese día había estado completamente dedicado a sus pensamientos sobre ella, la chica que había cazado su corazón después de huir del amor tantas veces gracias a Sybelle, y que el Destino le había arrebatado de sus brazos aún con la red rodeándola. Había aprendido que no servía de nada arrepentirse de lo que no se hizo, pero la culpa de no confesarle sus sentimientos se encargaba de comerle diariamente una ligera porción del corazón que comenzaba a reconstruirse gracias al paso del tiempo. Guiada por eso tomó una decisión y salió por la ventana cuando las estrellas ya cubrían el cielo parisino. Jeanne no supo de ella hasta varias horas después.
Tardó más de lo presupuestado en llegar al cementerio “por culpa” de un ramo de flores que descansaba en su diestra, con sus integrantes minuciosamente escogidos y cortados. “Kaida se merece lo mejor”, se dijo a sí misma. Aprovechando que no había gente pasó por encima de la puerta principal, aterrizando en un memorial cercano. Cortó distancias con un largo salto, quedando a unos metros del lugar que estaba buscando y que ella misma se había encargado de edificar junto con Jeanne, Léa y Emily.
Lo primero que hizo al llegar fue quitar el poco polvo que había, redescubriendo el nombre y la fecha motivos de su estadía. – Hola Kaida, te traje flores. – Dijo con tristeza escondida en serenidad, dejando las flores justo sobre el gravado de su nombre con el respeto de quien se acerca a alguien de la nobleza; y aunque Kaida no lo era, el aprecio era inmenso. – Ya ha pasado un año…- dijo en un susurro acompañado de una brisa de viento que movió sus cabellos, y por alguna razón aún desconocida, sus cimientos. Se tensó y se colocó en posición de guardia, rastreando y descubriendo que no estaban solas.- ¿Quién está ahí? ¡Muéstrate! – Ordenó, entrecerrando los ojos para agudizar su mirada. Y aunque estaba físicamente sola, sentía como una presencia le cubría su espalda. Estaban juntas.
Pero no hoy. Había pasado casi todo el día fuera de la casa de acogida, y el resto encerrada en su habitación mirando el techo, la ventana o aquella espada de plata que descansaba en un rincón predilecto del amplio cuarto, y al mismo tiempo en un rincón de sus recuerdos. Ese día había estado completamente dedicado a sus pensamientos sobre ella, la chica que había cazado su corazón después de huir del amor tantas veces gracias a Sybelle, y que el Destino le había arrebatado de sus brazos aún con la red rodeándola. Había aprendido que no servía de nada arrepentirse de lo que no se hizo, pero la culpa de no confesarle sus sentimientos se encargaba de comerle diariamente una ligera porción del corazón que comenzaba a reconstruirse gracias al paso del tiempo. Guiada por eso tomó una decisión y salió por la ventana cuando las estrellas ya cubrían el cielo parisino. Jeanne no supo de ella hasta varias horas después.
Tardó más de lo presupuestado en llegar al cementerio “por culpa” de un ramo de flores que descansaba en su diestra, con sus integrantes minuciosamente escogidos y cortados. “Kaida se merece lo mejor”, se dijo a sí misma. Aprovechando que no había gente pasó por encima de la puerta principal, aterrizando en un memorial cercano. Cortó distancias con un largo salto, quedando a unos metros del lugar que estaba buscando y que ella misma se había encargado de edificar junto con Jeanne, Léa y Emily.
Lo primero que hizo al llegar fue quitar el poco polvo que había, redescubriendo el nombre y la fecha motivos de su estadía. – Hola Kaida, te traje flores. – Dijo con tristeza escondida en serenidad, dejando las flores justo sobre el gravado de su nombre con el respeto de quien se acerca a alguien de la nobleza; y aunque Kaida no lo era, el aprecio era inmenso. – Ya ha pasado un año…- dijo en un susurro acompañado de una brisa de viento que movió sus cabellos, y por alguna razón aún desconocida, sus cimientos. Se tensó y se colocó en posición de guardia, rastreando y descubriendo que no estaban solas.- ¿Quién está ahí? ¡Muéstrate! – Ordenó, entrecerrando los ojos para agudizar su mirada. Y aunque estaba físicamente sola, sentía como una presencia le cubría su espalda. Estaban juntas.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 634
Fecha de inscripción : 24/01/2011
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
Sonrió ampliamente en un gesto maniático que, si no fuera gracias a la protección que le brindaban las sombras de unos árboles cercanos a la tumba, la Lycan podría haber visto el blanco perlado de sus dientes casi perfectos junto al brillo de sus azulados ojos por la emoción que le causaba este encuentro. No le había costado nada encontrar el lugar, la tumba de aquella mujer que en vida se hacía llamar Kaida pero aparentemente había llegado mucho más temprano de lo que había predicho y no le había quedado de otra que sentarse y esperar bajo unos árboles.
Curiosamente el cielo nocturno comenzó despejarse y la luz de las estrellas brilló con gran intensidad sobre el campo santo, reflejándose un tenue y lúgubre resplandor blanquecino en varias tumbas de piedra y mármol congelados como si fueran espejos. Es Oscuro comenzaba a impacientarse y a creer que la mujer no vendría a la “cita” y que él mismo tendría que hacerle una visita a su tan preciado hogar cuando la sintió, una presencia viva entre tantas esencias vagabundas del cementerio pero no fue hasta que la vio a ella aterrizar en la nieve sobre ambas piernas y llegar hasta la tumba que estuvo seguro que se trataba de ella- Que comience el juego -Se dijo mentalmente y dejó que su cuerpo corpóreo emitiera señales como cualquier cuerpo mundano que estaba seguro la Lycan podría captar con facilidad y ocurrió tal cual; una brisa había venido a ayudar a descubrirlo y alertar los sentidos de esta, buscando a aquel que se encontraba oculto entre las sombras.
Todo estaba marchando como él deseaba, todo excepto una cosa. El encuentro, aquella reunión a la cual la Lycan había asistido sin saberlo realmente se había planeado para ser únicamente entre los dos, ella y el Oscuro. Por su parte el espectro había cumplido pero ella no, aunque físicamente no pudiera darse cuenta o verlo siquiera varias esencias espirituales la rodeaban, con la forma de pequeños puntos de luz brumosa danzaban alrededor de ella. No era algo muy extraño, muchos mortales claman que pueden sentir que algo los acompaña, algo que les da calidez y seguridad extra, que no los deja sentirse solos; en la mayoría de los casos se trata de aquellos fragmentos de esencia espiritual, partes de la esencia de alguien muy querido y que sentía gran afecto por el mortal y que, al momento de fallecer, queda de alguna forma junto al ser amado pero por supuesto no son más que ecos de lo que fueron alguna vez, residuos de esencia sin conciencia ni voluntad más que permanecer con el mortal y la verdad es que el Oscuro los encontraba molestos.
Para ese momento ya se encontraba nuevamente de pie, recto y aún oculto bajo los árboles levantó verticalmente su bastón que se encontraba sujeto a su diestra para luego golpear el suelo con la punta de este, provocando un sonido ahogado gracias a la nieve pero nada en el mundo físico podría ahogar lo que realmente había hecho pues el movimiento era meramente decorativo al hecho de expandir su esencia espectral por los alrededores como si fuera una onda expansiva invisible que al momento de cubrir a la Lycan no le haría daño alguno más que la sensación de frío inherente, pero la historia era otra para los fragmentos, los cuales no podían soportar el impacto y se desprendían de su órbita alrededor de su mortal, perdiéndose en la oscuridad, desvaneciéndose al encontrarse solos aunque no todos sufrieron este destino; uno había logrado afianzarse a la espalda de la Lycan, un fragmento que brillaba algo más que los otros y que se negaba a abandonar- Interesante -Pensó y comenzó a salir de las sombras, dejando que la tenue luz lo descubra lentamente mientras avanzaba hacia la mujer- No necesitas gritar, con una simple petición hubiese bastado -Dijo con un tono suave y algo divertido- Buenas noches Gianella -Su mirada permanecía tranquila sobre los oscuros ojos de ella mientras dejaba que su esencia impregnara todo el lugar y provocando que varios de los espíritus de las cercanías “corrieran” a ocultarse por temor.
Curiosamente el cielo nocturno comenzó despejarse y la luz de las estrellas brilló con gran intensidad sobre el campo santo, reflejándose un tenue y lúgubre resplandor blanquecino en varias tumbas de piedra y mármol congelados como si fueran espejos. Es Oscuro comenzaba a impacientarse y a creer que la mujer no vendría a la “cita” y que él mismo tendría que hacerle una visita a su tan preciado hogar cuando la sintió, una presencia viva entre tantas esencias vagabundas del cementerio pero no fue hasta que la vio a ella aterrizar en la nieve sobre ambas piernas y llegar hasta la tumba que estuvo seguro que se trataba de ella- Que comience el juego -Se dijo mentalmente y dejó que su cuerpo corpóreo emitiera señales como cualquier cuerpo mundano que estaba seguro la Lycan podría captar con facilidad y ocurrió tal cual; una brisa había venido a ayudar a descubrirlo y alertar los sentidos de esta, buscando a aquel que se encontraba oculto entre las sombras.
Todo estaba marchando como él deseaba, todo excepto una cosa. El encuentro, aquella reunión a la cual la Lycan había asistido sin saberlo realmente se había planeado para ser únicamente entre los dos, ella y el Oscuro. Por su parte el espectro había cumplido pero ella no, aunque físicamente no pudiera darse cuenta o verlo siquiera varias esencias espirituales la rodeaban, con la forma de pequeños puntos de luz brumosa danzaban alrededor de ella. No era algo muy extraño, muchos mortales claman que pueden sentir que algo los acompaña, algo que les da calidez y seguridad extra, que no los deja sentirse solos; en la mayoría de los casos se trata de aquellos fragmentos de esencia espiritual, partes de la esencia de alguien muy querido y que sentía gran afecto por el mortal y que, al momento de fallecer, queda de alguna forma junto al ser amado pero por supuesto no son más que ecos de lo que fueron alguna vez, residuos de esencia sin conciencia ni voluntad más que permanecer con el mortal y la verdad es que el Oscuro los encontraba molestos.
Para ese momento ya se encontraba nuevamente de pie, recto y aún oculto bajo los árboles levantó verticalmente su bastón que se encontraba sujeto a su diestra para luego golpear el suelo con la punta de este, provocando un sonido ahogado gracias a la nieve pero nada en el mundo físico podría ahogar lo que realmente había hecho pues el movimiento era meramente decorativo al hecho de expandir su esencia espectral por los alrededores como si fuera una onda expansiva invisible que al momento de cubrir a la Lycan no le haría daño alguno más que la sensación de frío inherente, pero la historia era otra para los fragmentos, los cuales no podían soportar el impacto y se desprendían de su órbita alrededor de su mortal, perdiéndose en la oscuridad, desvaneciéndose al encontrarse solos aunque no todos sufrieron este destino; uno había logrado afianzarse a la espalda de la Lycan, un fragmento que brillaba algo más que los otros y que se negaba a abandonar- Interesante -Pensó y comenzó a salir de las sombras, dejando que la tenue luz lo descubra lentamente mientras avanzaba hacia la mujer- No necesitas gritar, con una simple petición hubiese bastado -Dijo con un tono suave y algo divertido- Buenas noches Gianella -Su mirada permanecía tranquila sobre los oscuros ojos de ella mientras dejaba que su esencia impregnara todo el lugar y provocando que varios de los espíritus de las cercanías “corrieran” a ocultarse por temor.
Manathael- Fantasma
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 11/11/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
A medida que se acercaba aquel día Gianella pidió mentalmente a lo que fuera que regulase el mundo que no hubiera interferencias que le impidieran vivirlo con la plenitud y la seriedad que debía y que Kaida merecía. Pero se encargó de masticar y reclamar por su suerte mentalmente, más pendiente de lo que había osado interrumpir su momento de conexión con aquella chica que le había marcado tanto. Sus ojos observaban rápida y fijamente los costados, analizando su alrededor y trazando posibles patrones de ataque dependiendo de cuántos y qué tipo de molestias tenía cerca, pero descubrió que era sólo una que no se dejaba ver. No aún.
Repentinamente, un sonido le hizo “alzar las orejas” a la usanza canina que heredaba y ostentaba. Sus sentidos se agudizaron aún más provocando una incómoda incertidumbre que afortunadamente sabía manejar; o al menos eso pensaba hasta que un escalofrío le hizo sacudirse al punto de tener que abrazarse. - *Eso sí que fue extraño…* -reflexionó con leve rostro de sorpresa, pero más le sorprendió el hecho de que los vellos de sus brazos estaban levantados. Su cuerpo estaba a la defensiva frente a un fenómeno que generalmente no producía gran efecto en ella gracias a su altísima temperatura corporal –y libido, por qué no mencionarlo también-: El frío. Estaba entumida.
Cuando se dio cuenta de ello la figura por fin se separó del juego de sombras hecho por los árboles, la nieve y las tenues luces, notando que se trataba de un anciano. Pero esa poderosa intuición suya le decía que ese anciano no era normal; de hecho, no podía identificar un aura precisa a su alrededor. Eso lo descartaba como vampiro, licántropo, cambiaformas e incluso brujo o gitano. Las opciones se cerraban a apenas unas cuantas, y cuando sacó la conclusión, otra interrogante le surgió, y no tardó en expresarla, aunque primero tenía una réplica que hacer.
- No tengo por qué aceptar sugerencias de un ser que se esconde cobardemente entre los árboles. – Dijo secamente, sin temor y sin problemática visible asociada a ese ser de semblante tranquilo. – Dime quién eres, y por qué sabes mi nombre…o te obligaré a sacarte las palabras a golpes. – Exigió amenazante, poniéndose inconscientemente delante de la tumba de su eterna enamorada. Tenía un presentimiento. Y por lo general, no fallaba en sus predicciones.
Repentinamente, un sonido le hizo “alzar las orejas” a la usanza canina que heredaba y ostentaba. Sus sentidos se agudizaron aún más provocando una incómoda incertidumbre que afortunadamente sabía manejar; o al menos eso pensaba hasta que un escalofrío le hizo sacudirse al punto de tener que abrazarse. - *Eso sí que fue extraño…* -reflexionó con leve rostro de sorpresa, pero más le sorprendió el hecho de que los vellos de sus brazos estaban levantados. Su cuerpo estaba a la defensiva frente a un fenómeno que generalmente no producía gran efecto en ella gracias a su altísima temperatura corporal –y libido, por qué no mencionarlo también-: El frío. Estaba entumida.
Cuando se dio cuenta de ello la figura por fin se separó del juego de sombras hecho por los árboles, la nieve y las tenues luces, notando que se trataba de un anciano. Pero esa poderosa intuición suya le decía que ese anciano no era normal; de hecho, no podía identificar un aura precisa a su alrededor. Eso lo descartaba como vampiro, licántropo, cambiaformas e incluso brujo o gitano. Las opciones se cerraban a apenas unas cuantas, y cuando sacó la conclusión, otra interrogante le surgió, y no tardó en expresarla, aunque primero tenía una réplica que hacer.
- No tengo por qué aceptar sugerencias de un ser que se esconde cobardemente entre los árboles. – Dijo secamente, sin temor y sin problemática visible asociada a ese ser de semblante tranquilo. – Dime quién eres, y por qué sabes mi nombre…o te obligaré a sacarte las palabras a golpes. – Exigió amenazante, poniéndose inconscientemente delante de la tumba de su eterna enamorada. Tenía un presentimiento. Y por lo general, no fallaba en sus predicciones.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 634
Fecha de inscripción : 24/01/2011
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
El Oscuro permaneció ahí, visible ante los ojos mortales de la Lycan, estático e inexpresivo, esperando a que ella hiciera lo que siempre hacía cuando aparecía alguien a importunarla. No se hizo de rogar demasiado ya que apenas se dirigió a él lo hizo con aquella agresividad que la caracterizaba y que al espectro le sacaba una sonrisa en el rostro- Siempre tan directa, siempre tan a la defensiva… -Su tono de voz, si bien tranquilo y suave no estaba exento de emoción y júbilo. Con paso tranquilo comenzó a caminar hacia ella, rodeándola de a pocos pero sin acercarse demasiado. No porque temiera aquellas garras que eran capases de desgarrar la roca o aquellos dientes que crujían huesos; deseaba darle un sentimiento de control de la situación, dejar que se sintiera segura de su posición, los mortales solían ser más abiertos a la hora de expresarse cuando se sentían seguros.
-…Deberías ser más amable con las personas ¿Sabes? Nunca se sabe a quién uno se está dirigiendo… O cuando alguien podría dejarnos -Su andar lo había posicionado al lado de la tumba de Kaida, a la cual le dirigió una mirada de lo más paternal y se puso de cuclillas a si lado mientras se sostenía de su bastón- Pobre Kaida, realmente era alguien especial ¿No? Toda un arma mortal viviente… Fue una pena -Decía con aparente melancolía y agachando la cabeza para un momento después ponerse de pie por completo con una sonrisa de oreja a oreja- Bien, ahora pasemos a lo que realmente nos interesa ¿Quieres? -Con completa naturalidad se sentó sobre la lápida de la tumba, cruzando sus piernas y meciéndose lentamente de atrás a adelante.
- Tú deseas algo de mí y yo deseo algo de ti ¿Qué te parece si llegamos a un acuerdo? -Su ton seguía igual de tranquilo y amistoso como siempre pero en sus azules y apagados ojos podía verse la amenaza de sus palabras, después de todo se dice que son la ventana del alma y no podría haber unos más vacíos que los suyos- Si tú aceptas mi petición, yo aceptaré la tuya y te diré quién soy y cómo se tu nombre… ¿Qué opinas, Gianella?
-…Deberías ser más amable con las personas ¿Sabes? Nunca se sabe a quién uno se está dirigiendo… O cuando alguien podría dejarnos -Su andar lo había posicionado al lado de la tumba de Kaida, a la cual le dirigió una mirada de lo más paternal y se puso de cuclillas a si lado mientras se sostenía de su bastón- Pobre Kaida, realmente era alguien especial ¿No? Toda un arma mortal viviente… Fue una pena -Decía con aparente melancolía y agachando la cabeza para un momento después ponerse de pie por completo con una sonrisa de oreja a oreja- Bien, ahora pasemos a lo que realmente nos interesa ¿Quieres? -Con completa naturalidad se sentó sobre la lápida de la tumba, cruzando sus piernas y meciéndose lentamente de atrás a adelante.
- Tú deseas algo de mí y yo deseo algo de ti ¿Qué te parece si llegamos a un acuerdo? -Su ton seguía igual de tranquilo y amistoso como siempre pero en sus azules y apagados ojos podía verse la amenaza de sus palabras, después de todo se dice que son la ventana del alma y no podría haber unos más vacíos que los suyos- Si tú aceptas mi petición, yo aceptaré la tuya y te diré quién soy y cómo se tu nombre… ¿Qué opinas, Gianella?
Manathael- Fantasma
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 11/11/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
Aquel hombre –o ser- comenzó a exhasperarle con rapidez. El no recibir respuesta pronta y positiva –o no recibirla- a sus demandas junto con aquella actitud tranquila como si nada estuviera sucediendo le tenían en una metafórica posición de ataque canina, con la cola recta y el cuerpo tenso, con los ojos clavados en su enemigo y potencial víctima y las garras y colmillos listos y dispuestos para desgarrar y triturar lo que se le pusiera en frente, en este caso aquel individuo tan misterioso. El frío que seguía sintiendo su cuerpo no ayudaba en nada a brindarle paciencia y serenidad para enfrentar la situación, y la guinda fue colocada en la cima del pastel con su sonrisa. Lo odiaba demasiado, tanto las cadenas tan firmemente establecidas gracias a Fei se tensaron más aún.
- Y tú que sabes… -murmuró tomando posición defensiva cuando se acercó, dando pasos para girar con él y no perderle de vista un segundo en caso de que planeara un ataque. Y si ya le tenía furiosa, el que se acercara a la tumba de Kaida y dijera lo que dijo hizo explotar su volcán interno, trizando una de las cadenas - ¡¡Cómo te atreves a hablar de ella como si la conocieras!! – Gritó conteniéndose de hacerlo trizas, pero como prueba quedaron unas cuantas venas que empezaron a resaltar en sus manos y brazos. Mientras estuviera ubicado allí no podría hacer nada: el riesgo de destruir la tumba era casi seguro.
¿Tenía cara realmente de pedir un trato? Gianella se encargó de destruir esa propuesta con el corazón latiéndole como si se lo estuvieran golpeando - ¡¡No quiero ningún puto acuerdo!! – gritó, apuntándole con una fuerza que si hubiera tenido filo hubiera cortado el aire en dos – ¡¡Yo pregunté primero, así que limítate a hablar!! ¡No tengo por qué hacer acuerdos con gente que no conozco, así que habla de una buena vez o ya verás!! – Exigió con toda la rabia autoritaria que tenía, sintiéndose realmente pasada a llevar por ese hombre que se había atrevido a importar un momento realmente delicado para ella. Y se iba a encargar que pagara con creces su intrusión, o eso tenía pensado.
- Y tú que sabes… -murmuró tomando posición defensiva cuando se acercó, dando pasos para girar con él y no perderle de vista un segundo en caso de que planeara un ataque. Y si ya le tenía furiosa, el que se acercara a la tumba de Kaida y dijera lo que dijo hizo explotar su volcán interno, trizando una de las cadenas - ¡¡Cómo te atreves a hablar de ella como si la conocieras!! – Gritó conteniéndose de hacerlo trizas, pero como prueba quedaron unas cuantas venas que empezaron a resaltar en sus manos y brazos. Mientras estuviera ubicado allí no podría hacer nada: el riesgo de destruir la tumba era casi seguro.
¿Tenía cara realmente de pedir un trato? Gianella se encargó de destruir esa propuesta con el corazón latiéndole como si se lo estuvieran golpeando - ¡¡No quiero ningún puto acuerdo!! – gritó, apuntándole con una fuerza que si hubiera tenido filo hubiera cortado el aire en dos – ¡¡Yo pregunté primero, así que limítate a hablar!! ¡No tengo por qué hacer acuerdos con gente que no conozco, así que habla de una buena vez o ya verás!! – Exigió con toda la rabia autoritaria que tenía, sintiéndose realmente pasada a llevar por ese hombre que se había atrevido a importar un momento realmente delicado para ella. Y se iba a encargar que pagara con creces su intrusión, o eso tenía pensado.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 634
Fecha de inscripción : 24/01/2011
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
No podía estar más encantado con la situación y no se preocupaba por ocultarlo. Cada parte de su cuerpo espiritual vibraba de la emoción del encuentro; tanto lo había planificado y debía admitir que había superado sus expectativas. Como era de esperarse, Gianella nunca accedería a algún tipo de trato con un desconocido y menos con uno tan sufrible como él estaba siendo pero ya lo había anticipado aunque no cuesta nada probar. Sabía que se rehusaría pero no podía dejar pasar la oportunidad para poner a prueba su temple y ver si continuaba siendo la criatura impulsiva y terca que había conocido, para su fortuna lo continuaba siendo.
- ¿Veré qué? -Dice desafiante y burlón, con la mirada fija en ella y una sonrisa de oreja a oreja- Hablaré tanto como yo desee hablar, diciendo lo que yo desee decir y haciendo referencia a quien yo quiera -Haciendo énfasis en cada “yo” que pronunciaba. Con tranquilidad pasaba los dedos de su mano izquierda por sobre la áspera superficie de la lápida, acariciándola- Así que hablaré de Kaida tanto como se me plazca ¿Qué se puede decir de ella? Aparte de que era especialmente buena con la espada y que tenía un instinto especialmente bueno para derramar sangre ¡Ah! ¡Tanta diversión que me proporcionó! - De un salto se levantó de la tumba, ubicándose grácilmente a un costado de esta y con la vista hacia la inscripción tallada en la roca- Es una pena que haya tenido que poner fin a tan dichosa criatura pero no podía perder a mi favorita, algo debía hacerse -Su rostro se contorsionaba, arqueando las cejas hacia el centro, tratando de parecer lo más apenado que podía.
Giró su rostro nuevamente hacia ella, esta vez su rostro permanecía con el semblante tranquilo y serio- ¿Es eso suficiente plática para llamar tu atención o necesito decir algo más de la pobre Kaida? -A diferencia de su rostro su voz continuaba burlona y desafiante. Había quedado ahora de frente a ella nuevamente, en una pose recta con ambos pies muy cerca uno del otro mientras se mantenía apoyado con ambas manos sobre su bastón, ubicado frente suyo.
- ¿Veré qué? -Dice desafiante y burlón, con la mirada fija en ella y una sonrisa de oreja a oreja- Hablaré tanto como yo desee hablar, diciendo lo que yo desee decir y haciendo referencia a quien yo quiera -Haciendo énfasis en cada “yo” que pronunciaba. Con tranquilidad pasaba los dedos de su mano izquierda por sobre la áspera superficie de la lápida, acariciándola- Así que hablaré de Kaida tanto como se me plazca ¿Qué se puede decir de ella? Aparte de que era especialmente buena con la espada y que tenía un instinto especialmente bueno para derramar sangre ¡Ah! ¡Tanta diversión que me proporcionó! - De un salto se levantó de la tumba, ubicándose grácilmente a un costado de esta y con la vista hacia la inscripción tallada en la roca- Es una pena que haya tenido que poner fin a tan dichosa criatura pero no podía perder a mi favorita, algo debía hacerse -Su rostro se contorsionaba, arqueando las cejas hacia el centro, tratando de parecer lo más apenado que podía.
Giró su rostro nuevamente hacia ella, esta vez su rostro permanecía con el semblante tranquilo y serio- ¿Es eso suficiente plática para llamar tu atención o necesito decir algo más de la pobre Kaida? -A diferencia de su rostro su voz continuaba burlona y desafiante. Había quedado ahora de frente a ella nuevamente, en una pose recta con ambos pies muy cerca uno del otro mientras se mantenía apoyado con ambas manos sobre su bastón, ubicado frente suyo.
Manathael- Fantasma
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 11/11/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
Sólo le faltaban los cuernos para parecer un toro, resoplando furiosa por cómo se estaban dando las cosas y hacia dónde se estaban dirigiendo. Ya estaba claro que ese día no lo iba a poder terminar tranquila a causa de ese anciano que quería desmembrar pieza por pieza a pesar de su respeto a los ancianos de apariencia pobre, así que al menos iba a desquitarse con él. Se lo merecía por haber perturbado aquel momento tan íntimo y valioso para ella. No le faltaban motivos para desear concretar las torturas más dolorosas en él, ensayándolas en su cabeza para no fallar en la realidad, aunque el fallo también lo consideraba parte de la entretención. Tenía la idea y la fuerza necesaria para cumplir. Sólo faltaba la “disposición” de su víctima, y afortunadamente las cosas se habían dado para quedaran frente a frente.
Aunque había tiempo suficiente, lo hizo rápido debido a su ansiedad destructiva alimentada por su bestia interna. Le cogió de la ropa y le puso frente a ella, elevándolo debido a la poca pero notoria diferencia de altura entre ambos. Sus ojos estaban amarillos producto del dominio de su ira y la presión era tal en la prenda que de ser ésta un ladrillo ya sería polvillo entre sus dedos, tal y como quería hacer con cada uno de los huesos de ese hombre. – Debería… -musitó entredientes, con esfuerzo, notándose sus colmillos que daban la ilusión de crecer a cada segundo que pasaban – Debería…-cerró los ojos e hizo una mueca, resistiéndose a lo que su instinto le dictaba con insistencia. Quería destrozarlo, hacerlo pedazos por atreverse a hablar en esos términos de su eterna enamorada, sacando conclusiones en su cabeza que le motivaban en cierta parte de su pecho a romper las cadenas ella misma y desatar el caos…pero no pudo hacerlo. Cierta persona le dijo que no.
Sin dar tiempo a más preámbulo le liberó, arrojándole lo más lejos que pudo de la tumba de la mujer que seguía cuidándola aún en la eternidad de la muerte, sosteniendo las cadenas que había estado a punto de soltar. Se tranquilizó haciendo un gesto similar al de tragar saliva y le miró fieramente, aunque con sus ojos azules que parecían estar brillando por la intensidad – Si llego a descubrir que mientes, no me voy a contener. – Dijo acercándose a la tumba de Kaida, posando una mano en uno de sus bordes sintiendo su frialdad, haciendo un poco de presión. Esa fue su forma de darle las gracias.
Aunque había tiempo suficiente, lo hizo rápido debido a su ansiedad destructiva alimentada por su bestia interna. Le cogió de la ropa y le puso frente a ella, elevándolo debido a la poca pero notoria diferencia de altura entre ambos. Sus ojos estaban amarillos producto del dominio de su ira y la presión era tal en la prenda que de ser ésta un ladrillo ya sería polvillo entre sus dedos, tal y como quería hacer con cada uno de los huesos de ese hombre. – Debería… -musitó entredientes, con esfuerzo, notándose sus colmillos que daban la ilusión de crecer a cada segundo que pasaban – Debería…-cerró los ojos e hizo una mueca, resistiéndose a lo que su instinto le dictaba con insistencia. Quería destrozarlo, hacerlo pedazos por atreverse a hablar en esos términos de su eterna enamorada, sacando conclusiones en su cabeza que le motivaban en cierta parte de su pecho a romper las cadenas ella misma y desatar el caos…pero no pudo hacerlo. Cierta persona le dijo que no.
Sin dar tiempo a más preámbulo le liberó, arrojándole lo más lejos que pudo de la tumba de la mujer que seguía cuidándola aún en la eternidad de la muerte, sosteniendo las cadenas que había estado a punto de soltar. Se tranquilizó haciendo un gesto similar al de tragar saliva y le miró fieramente, aunque con sus ojos azules que parecían estar brillando por la intensidad – Si llego a descubrir que mientes, no me voy a contener. – Dijo acercándose a la tumba de Kaida, posando una mano en uno de sus bordes sintiendo su frialdad, haciendo un poco de presión. Esa fue su forma de darle las gracias.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 634
Fecha de inscripción : 24/01/2011
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
Podría haber esquivado a la furiosa licántropa con solo desearlo, ya fuera desvaneciéndose o simplemente moviéndose a alta velocidad. Podría haber contrarrestado sus movimientos haciendo uso de su milenaria y espectral fuerza y quizá doblegarla como castigo por su impertinencia y atrevimiento pero lo cierto fue que no hizo absolutamente nada para oponerse a Gianella, eso era lo que estaba esperando al fin. Conforme sus pies abandonaban el suelo y su cuerpo era elevado por el agarre de esta en su rostro no existía atisbo alguno de temor o preocupación, sino por el contrario una gran excitación mientras observaba con deleite como su bestia interna comenzaba a emerger de su cautiverio- ¡Sí! Deberías -Dijo con exaltación y una sonrisa de oreja a oreja, deseando que se entregara finalmente a la furia y pasión desenfrenada de sus instintos, que diera rienda suelta al poder que su maldición le otorgaba y aceptara su rol como uno de los agentes de la destrucción… pero no lo hizo… algo había evitado que se entregara, algo que El Oscuro sabía desde un principio le traería problemas.
No había nada del plano espiritual que pudiera escapar a sus siniestros y malignos ojos, así que no le fue difícil divisar los movimientos de aquella mancha luminosa, aquel “residuo” de esencia que había permanecido anclado al cuerpo de la licántropo y que brillaba intensamente como una pequeña estrella. Tan cerca se hallaba de ambas que finalmente pudo percatarse de lo que se trataba en realidad. No era un eco cualquiera de un ser cualquiera, aquel punto era mucho más, era un “Fragmento”; algo muy raro de ver ya que los fragmentos solo se daban cuando la conexión entre ambas personas era tan fuerte que al momento de fallecer una de estas la no solo permanece parte de su esencia, sino que esta arrastra una fuerte porción de los sentimientos más puros de esa persona y esto dota al eco de mayor fuerza y voluntad, la voluntad de proteger al ser amado pero la pregunta era ¿De quién? Y la respuesta lo golpeo casi al instante ya que no solo lo veía, también podía percibirlo en cada fibra de su cuerpo- Yo conozco esta esencia… ¡Kaida! -Se sorprendió percatándose que no era otro que un fragmento de la cazadora, el cual entraba en armonía con la esencia de Gianella y se encargaba de apaciguarla.
Todo apenas había durado unos segundos, tras los cuales fue lanzado lejos de la tumba pero no tan lejos como ella podría haber deseado. No le costó nada dirigir su trayectoria y velocidad de manera que solo se alejara unos metros antes de aterrizar suavemente y de pie, flexionando apenas un poco sus rodillas para luego quedar completamente erguido. Su atuendo no había sufrido variaciones aparentes de ningún tipo pero su rostro era otra historia; este había abandonado todo rastro de felicidad y se encontraba completamente serio, mirando fijamente a la licántropo y al fragmento que permanecía en su espalda- ¿Acaso debería ser más directo? No es mi estilo -La seguía con la mirada sin perderla de vista hasta que la vio depositar su mano sobre la tumba y volvió a sonreir- Prefiero un enfoque más “sutil” -Sus ojos entonces pasaron de ella hacia la lápida, esperaba que esta los siguiera y posara su atención en la pétrea estructura. Ahí sobre la lápida y golpeando el rostro de la licántropo estaría tallado un símbolo rúnico que el Oscuro se había tomado la libertad de hacer mientras estuvo sentado encima; pero no era cualquier símbolo, era el mismo que él marcaba en todas sus víctimas, desde el que había hecho en la frente del carnicero que había encontrado su fin en la tina de su hogar hasta el que había cortado cuidadosamente sobre centro del pecho de Kaida el día que había decidido ponerle fin a su existencia y que estaba seguro Gianella había visto, después de todo había visto todas las heridas en su cadáver.
-Es un muy lindo diseño ¿No lo crees? Es mi toque personal -Había recobrado su tono burlón y su vista estaba nuevamente centrada en la licántropo- ¿Qué harás Gianellita? ¿Te apaciguarás o finalmente dejarás que tu verdadero Yo quede libre? -
No había nada del plano espiritual que pudiera escapar a sus siniestros y malignos ojos, así que no le fue difícil divisar los movimientos de aquella mancha luminosa, aquel “residuo” de esencia que había permanecido anclado al cuerpo de la licántropo y que brillaba intensamente como una pequeña estrella. Tan cerca se hallaba de ambas que finalmente pudo percatarse de lo que se trataba en realidad. No era un eco cualquiera de un ser cualquiera, aquel punto era mucho más, era un “Fragmento”; algo muy raro de ver ya que los fragmentos solo se daban cuando la conexión entre ambas personas era tan fuerte que al momento de fallecer una de estas la no solo permanece parte de su esencia, sino que esta arrastra una fuerte porción de los sentimientos más puros de esa persona y esto dota al eco de mayor fuerza y voluntad, la voluntad de proteger al ser amado pero la pregunta era ¿De quién? Y la respuesta lo golpeo casi al instante ya que no solo lo veía, también podía percibirlo en cada fibra de su cuerpo- Yo conozco esta esencia… ¡Kaida! -Se sorprendió percatándose que no era otro que un fragmento de la cazadora, el cual entraba en armonía con la esencia de Gianella y se encargaba de apaciguarla.
Todo apenas había durado unos segundos, tras los cuales fue lanzado lejos de la tumba pero no tan lejos como ella podría haber deseado. No le costó nada dirigir su trayectoria y velocidad de manera que solo se alejara unos metros antes de aterrizar suavemente y de pie, flexionando apenas un poco sus rodillas para luego quedar completamente erguido. Su atuendo no había sufrido variaciones aparentes de ningún tipo pero su rostro era otra historia; este había abandonado todo rastro de felicidad y se encontraba completamente serio, mirando fijamente a la licántropo y al fragmento que permanecía en su espalda- ¿Acaso debería ser más directo? No es mi estilo -La seguía con la mirada sin perderla de vista hasta que la vio depositar su mano sobre la tumba y volvió a sonreir- Prefiero un enfoque más “sutil” -Sus ojos entonces pasaron de ella hacia la lápida, esperaba que esta los siguiera y posara su atención en la pétrea estructura. Ahí sobre la lápida y golpeando el rostro de la licántropo estaría tallado un símbolo rúnico que el Oscuro se había tomado la libertad de hacer mientras estuvo sentado encima; pero no era cualquier símbolo, era el mismo que él marcaba en todas sus víctimas, desde el que había hecho en la frente del carnicero que había encontrado su fin en la tina de su hogar hasta el que había cortado cuidadosamente sobre centro del pecho de Kaida el día que había decidido ponerle fin a su existencia y que estaba seguro Gianella había visto, después de todo había visto todas las heridas en su cadáver.
-Es un muy lindo diseño ¿No lo crees? Es mi toque personal -Había recobrado su tono burlón y su vista estaba nuevamente centrada en la licántropo- ¿Qué harás Gianellita? ¿Te apaciguarás o finalmente dejarás que tu verdadero Yo quede libre? -
Manathael- Fantasma
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 11/11/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
En el preciso instante en que vio aterrizar a aquel aparente anciano con tal suavidad y destreza a pesar de haberle arrojado con su fuerza acostumbrada concluyó definitivamente que no estaba ante un humano ordinario. Esa agilidad no era propia ni siquiera de un brujo o de un gitano, mucho menos de un común. De ser así debió haberse hecho añicos contra la pared a la que había apuntado, pero allí estaba a unos metros, observándole por primera vez con seriedad desde que se habían encontrado, habiendo mantenido una mueca de felicidad e incluso de excitación cuando estuvo a centímetros de destrozarlo. Estaba claro que lo que fuera ese “hombre” estaba buscándola, y con la tranquilidad progresiva junto con la confianza de tener a Kaida en espíritu consigo, le iba a dar lo que quería metafóricamente hablando.
Lo que no sabía, es que sí se lo iba a dar, pero literalmente.
- De qué estás hablando… - susurró más para ella que para él, elevando una ceja tratando de dilucidar qué estaba pasando por la cabeza de ese ser, mirándole fijamente para no perder rastro alguno de lo que estuviera planeando. Así pues, le siguió la mirada llegando a la tumba detrás suyo, dando un salto hacia atrás al ver lo que su enemigo quería y esperaba que viera, y que seguramente estaba disfrutando con una sonrisa de placer que ella no podía ver ni percibir. Tenía todos sus sentidos puestos en aquella marca, tanto que sus ojos se habían vuelto amarillos instantáneamente después de verla. – No…no puede ser…- Aquellas imágenes pasaron como flashes por su cabeza: ver los rostros apenados de Jeanne y el resto al llegar, el acercarse al cuerpo cubierto por una sábana, ver esos ojos cerrados para la eternidad, y esa marca en el centro del pecho hecha con sangre. - …
Las cadenas fueron destruyéndose rápidamente, y el cuerpo de Gianella se encorvó con los puños más apretados que nunca. – Tú…- gruñió con un odio infinito, sintiendo cómo sus huesos comenzaban a crujir por el deseo de muerte que por primera vez humana y bestia compartían con tanta sincronía – Tú… - Los ojos amarillos empezaron a teñirse de otro color, del color que deseaba ver regado por todo ese lugar, pero principalmente en el cuerpo de quien había descubierto como el asesino de su querido amor – Pagarás… - masculló con los colmillos fuera, con su cuerpo resistiendo inconscientemente la mutación sinónimo del Caos en Luna Llena. Finalmente se volteó cuando el pelaje gris ya estaba reemplazando su piel, rasgando la ropa que sin oposición desaparecía ante la inminente y brusca variación de musculatura…
– ¡¡¡¡TE VOY A MATAR!!!!
Los ojos se volvieron completamente rojos de ira y en tres segundos un puño del tamaño de su objetivo golpeó la cabeza del “hombre”, mandándolo a volar sin resistencia sin saber si se estaba dejando o no, porque Gianella ya no pensaba en nada más que fuera hacerle sufrir multiplicado por el infinito. Aquellos minutos fueron de destrucción frenética, con la Bestia golpeando, desgarrando y masacrando a aquel que parecía un simple saco de boxeo que rebotaba brutalmente contra las tumbas a varios metros de distancia, pero jamás lejos de ese monstruo que volvía a alzarle y lo lanzaba contra un lujoso mausoleo, derribándolo gracias al puñetazo en el estómago que le asestó contra la pared. Ni siquiera dejó que cayera, “ella” lo hizo caer con otro puñetazo que abrió un pequeño cráter que se fue haciendo cada vez más grande a medida que las estruendosas garras hacían añicos el abdomen ajeno. Incluso se podría haber dicho que hubo un temblor por la velocidad de esos ataques, deteniéndose éste cuando la garra atravesó piel, músculo y hueso hasta llegar al concreto bajo éstos. Quitó la mano y acercó su cabeza a la contraria, gruñiendo enfurecida por una tortura que no hacía nada más que comenzar. Quería hacer tantas cosas en ese momento, pero prefirió una instintiva: rugir. Rugió a centímetros de su rostro, tan cerca que unas gotas de baba cayeron lentamente en éste, pudiendo verse su oscura garganta desde esa distancia. No sólo fue un rugido: fue un grito de guerra, de rabia, de frustración, de venganza y muchísimo dolor hecho por humana y bestia; dolor por quien había desaparecido de su espalda y de su lado.
Lo que no sabía, es que sí se lo iba a dar, pero literalmente.
- De qué estás hablando… - susurró más para ella que para él, elevando una ceja tratando de dilucidar qué estaba pasando por la cabeza de ese ser, mirándole fijamente para no perder rastro alguno de lo que estuviera planeando. Así pues, le siguió la mirada llegando a la tumba detrás suyo, dando un salto hacia atrás al ver lo que su enemigo quería y esperaba que viera, y que seguramente estaba disfrutando con una sonrisa de placer que ella no podía ver ni percibir. Tenía todos sus sentidos puestos en aquella marca, tanto que sus ojos se habían vuelto amarillos instantáneamente después de verla. – No…no puede ser…- Aquellas imágenes pasaron como flashes por su cabeza: ver los rostros apenados de Jeanne y el resto al llegar, el acercarse al cuerpo cubierto por una sábana, ver esos ojos cerrados para la eternidad, y esa marca en el centro del pecho hecha con sangre. - …
Las cadenas fueron destruyéndose rápidamente, y el cuerpo de Gianella se encorvó con los puños más apretados que nunca. – Tú…- gruñió con un odio infinito, sintiendo cómo sus huesos comenzaban a crujir por el deseo de muerte que por primera vez humana y bestia compartían con tanta sincronía – Tú… - Los ojos amarillos empezaron a teñirse de otro color, del color que deseaba ver regado por todo ese lugar, pero principalmente en el cuerpo de quien había descubierto como el asesino de su querido amor – Pagarás… - masculló con los colmillos fuera, con su cuerpo resistiendo inconscientemente la mutación sinónimo del Caos en Luna Llena. Finalmente se volteó cuando el pelaje gris ya estaba reemplazando su piel, rasgando la ropa que sin oposición desaparecía ante la inminente y brusca variación de musculatura…
– ¡¡¡¡TE VOY A MATAR!!!!
Los ojos se volvieron completamente rojos de ira y en tres segundos un puño del tamaño de su objetivo golpeó la cabeza del “hombre”, mandándolo a volar sin resistencia sin saber si se estaba dejando o no, porque Gianella ya no pensaba en nada más que fuera hacerle sufrir multiplicado por el infinito. Aquellos minutos fueron de destrucción frenética, con la Bestia golpeando, desgarrando y masacrando a aquel que parecía un simple saco de boxeo que rebotaba brutalmente contra las tumbas a varios metros de distancia, pero jamás lejos de ese monstruo que volvía a alzarle y lo lanzaba contra un lujoso mausoleo, derribándolo gracias al puñetazo en el estómago que le asestó contra la pared. Ni siquiera dejó que cayera, “ella” lo hizo caer con otro puñetazo que abrió un pequeño cráter que se fue haciendo cada vez más grande a medida que las estruendosas garras hacían añicos el abdomen ajeno. Incluso se podría haber dicho que hubo un temblor por la velocidad de esos ataques, deteniéndose éste cuando la garra atravesó piel, músculo y hueso hasta llegar al concreto bajo éstos. Quitó la mano y acercó su cabeza a la contraria, gruñiendo enfurecida por una tortura que no hacía nada más que comenzar. Quería hacer tantas cosas en ese momento, pero prefirió una instintiva: rugir. Rugió a centímetros de su rostro, tan cerca que unas gotas de baba cayeron lentamente en éste, pudiendo verse su oscura garganta desde esa distancia. No sólo fue un rugido: fue un grito de guerra, de rabia, de frustración, de venganza y muchísimo dolor hecho por humana y bestia; dolor por quien había desaparecido de su espalda y de su lado.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 634
Fecha de inscripción : 24/01/2011
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
No cabía en sí de tanta dicha, de tanta satisfacción. Dentro suyo rebosaba de gozo al ver el rostro de la licántropo contorsionarse, primero en una fugaz sorpresa que duró lo que un latido antes de dar paso a la indiscutible e indudable ira que comenzaba a bullir como el agua en una cacerola; el oscuro sabía que no podría reprimirse, confiaba en que no sería capaz o simplemente no querría hacerlo y el observar sus pensamientos volverse realidad le provocaron un suspiro de alivio más fuerte de lo normal- Debo decir que comenzaba a preocuparme -Su risa, lejos de desaparecer parecía aumentar, una risa honesta y sincera como la de un niño que se divierte con su juguete de siempre.
- Yo… yo… ¿Pagaré? -Su mirada se iluminaba mientras admiraba al cuerpo de Gianella experimentar los violentos cambios; ese pelaje, esos colmillos, esa musculatura, esos ojos… siempre le habían parecido de lo más intensos y en ese momento estaban al rojo más vivo que nunca hubiese visto antes. Su esencia vibraba constantemente de la excitación del momento- ¡Si quieres hacerme pagar, adelante! -Extendió sus brazos a los costados, poniéndose a sí mismo en una perfecta e indefensa posición frontal- ¡He estado esper…! -Ni siquiera terminó la oración cuando un inmenso puño, comparable con una bola de acero, golpeaba de lleno el centro de su rostro. Fácilmente podía escuchar los pequeños crujidos de su cráneo agrietándose y haciendo eco en su interior sin olvidar el “dolor” de lo que una vez fue su nariz, que quedaba hecha un manojo de cartílago sin forma del que brotaba bastante sangre que formaba un arco en el aire del cual se alejaba en cuestión de milésimas de momento antes de golpear una tumba, y luego otra, y otra, dejando escombros a su paso. Pensaba que llegaría incluso a golpear la muralla del cementerio pero sus cálculos no habían contemplado el hecho de que la licántropo no se encontraría satisfecha por lo que lo volvería a alzar y lanzar como un simple muñeco de trapo contra un mausoleo de granito blanco y pulcro, lleno de adornos y estatuas de caballeros montados que se veían decorados por las manchas de sangre y cerebro que salían de su rota nuca al momento de impactar en la piedra; aunque no dudaría mucho ya que a continuación recibió un puñetazo en el centro del estómago, tan poderoso, que destrozó el muro a su espalda a la par que su propio cuerpo era forzado a avanzar hasta que un nuevo golpe, esta vez descendente, lo lanzaba hacia el suelo y como si fuera él mismo una roca del cielo abrió a su paso un cráter en los azulejos del mausoleo que crecía a cada momento y con cada envite de Gianella hacia su abdomen. Podía sentir esas garras, tan filosas como espadas, abrirse paso entre la ropa, la piel y músculos e incluso hueso como si no fueran más que argamasa hasta que finalmente se detuvo, dejando un cuerpo roto completamente; lo que una vez fue un lujoso traje había quedado hecho girones en la zona del abdomen y dejaba ver un prominente hueco por el cual chorreaban las tripas y la sangre que bañaba el suelo junto con pedazos de costillas rotas que salían del músculo y las pocas vértebras que permanecían unidas por pliegues de carne. El resto del cuerpo no había quedado en mejor forma pues su mandíbula había terminado de descolocarse casi por completo hacia un costado, el brazo derecho estaba dislocado a la altura del codo como sus dedos en cada una de sus uniones y al acercarse la Licántropo hacia su rostro podría observar los ojos completamente blancos y bizcos.
En ese momento, Gianella abrió las fauces frente al rostro del Oscuro pero en vez de tragárselo le otorgó el más poderoso, salvaje, iracundo y sentimental rugido que jamás hubiera escuchado de parte de uno de su especie- Lamentable -En el momento que la baba tocó la tersa y blanca piel de su rostro sus ojos se posicionaron al instante en su lugar, observando fijamente el centro de la mandíbula de Gianella y su mano izquierda se lanzó directamente a la garganta de la bestia, oprimiendo con la suficiente fuerza como para ahogar el rugido- O’ e’ aeez’ (No me babees)-Le reclamó y la lanzó hacia atrás con fuerza, la suficiente como para alejarla varios metros pero no como para que impactara contra algo. Su cuerpo, casi como si una fuerza extraña lo alzara, se levantó sin siquiera mover sus piernas hasta quedar de pie frente a la licántropo. Su brazo derecho comenzó a volver tranquilamente a su lugar, girando sobre su propio codo de la misma forma que lo hacían sus dedos y produciendo varios pequeños ruidos de acomodamiento. De la misma forma su mandíbula volvía por si sola a su lugar para acomodarse con un fuerte crujido mientras abandonaba el cráter con paso tranquilo.
- Ya me tenías preocupado ¿Sabes? Pensaba que no te decidirías, empezaba a creer que ya no eras la misma - Se pasó las manos por el cabello, como si estuviera peinándolo y dejándolo completamente pulcro y sin rastro alguno de heridas ni sangre- Pero no lo hiciste y por ello estoy orgulloso -Su sonrisa continuaba allí, firme y desafiante- Aunque… -Su sonrisa disminuyo y su semblante quedó tenso- Me dañaste el traje y realmente no me gusta que me lo toquen, creo que deberé instruirte un poco a respetar a tus mayores -Tomó con ambas manos los bordes del cuello de su traje y las sacudió apenas, haciendo que este suelte un poco de polvo y que quedara como nuevo, completamente restaurado, sin ningún hilo desprendido ni rastros de daño de algún tipo, incluso el agujero del abdomen había desaparecido por completo- Bien… ¿Lista para aprender? -Y en un parpadeo ya no se encontraba a varios metros de la Licántropo, sino a escasos centímetros frente suyo, sonriendo nuevamente y lanzando un puñetazo al abdomen de ella. Por supuesto que su fuerza física era inexistente pero su poder mental no y su propio cuerpo corpóreo estaba cargado de esa energía psíquica por lo que pudo lanzarla por los aires contra una tumbas cercanas- ¡Lección número uno: Nunca levantes tu mano contra tus mayores sin esperar un castigo ejemplar de su parte! -Tras lo cual permaneció allí, de pie, esperando el siguiente movimiento de la Licántropo- Ahora es cuando se pone interesante -
- Yo… yo… ¿Pagaré? -Su mirada se iluminaba mientras admiraba al cuerpo de Gianella experimentar los violentos cambios; ese pelaje, esos colmillos, esa musculatura, esos ojos… siempre le habían parecido de lo más intensos y en ese momento estaban al rojo más vivo que nunca hubiese visto antes. Su esencia vibraba constantemente de la excitación del momento- ¡Si quieres hacerme pagar, adelante! -Extendió sus brazos a los costados, poniéndose a sí mismo en una perfecta e indefensa posición frontal- ¡He estado esper…! -Ni siquiera terminó la oración cuando un inmenso puño, comparable con una bola de acero, golpeaba de lleno el centro de su rostro. Fácilmente podía escuchar los pequeños crujidos de su cráneo agrietándose y haciendo eco en su interior sin olvidar el “dolor” de lo que una vez fue su nariz, que quedaba hecha un manojo de cartílago sin forma del que brotaba bastante sangre que formaba un arco en el aire del cual se alejaba en cuestión de milésimas de momento antes de golpear una tumba, y luego otra, y otra, dejando escombros a su paso. Pensaba que llegaría incluso a golpear la muralla del cementerio pero sus cálculos no habían contemplado el hecho de que la licántropo no se encontraría satisfecha por lo que lo volvería a alzar y lanzar como un simple muñeco de trapo contra un mausoleo de granito blanco y pulcro, lleno de adornos y estatuas de caballeros montados que se veían decorados por las manchas de sangre y cerebro que salían de su rota nuca al momento de impactar en la piedra; aunque no dudaría mucho ya que a continuación recibió un puñetazo en el centro del estómago, tan poderoso, que destrozó el muro a su espalda a la par que su propio cuerpo era forzado a avanzar hasta que un nuevo golpe, esta vez descendente, lo lanzaba hacia el suelo y como si fuera él mismo una roca del cielo abrió a su paso un cráter en los azulejos del mausoleo que crecía a cada momento y con cada envite de Gianella hacia su abdomen. Podía sentir esas garras, tan filosas como espadas, abrirse paso entre la ropa, la piel y músculos e incluso hueso como si no fueran más que argamasa hasta que finalmente se detuvo, dejando un cuerpo roto completamente; lo que una vez fue un lujoso traje había quedado hecho girones en la zona del abdomen y dejaba ver un prominente hueco por el cual chorreaban las tripas y la sangre que bañaba el suelo junto con pedazos de costillas rotas que salían del músculo y las pocas vértebras que permanecían unidas por pliegues de carne. El resto del cuerpo no había quedado en mejor forma pues su mandíbula había terminado de descolocarse casi por completo hacia un costado, el brazo derecho estaba dislocado a la altura del codo como sus dedos en cada una de sus uniones y al acercarse la Licántropo hacia su rostro podría observar los ojos completamente blancos y bizcos.
En ese momento, Gianella abrió las fauces frente al rostro del Oscuro pero en vez de tragárselo le otorgó el más poderoso, salvaje, iracundo y sentimental rugido que jamás hubiera escuchado de parte de uno de su especie- Lamentable -En el momento que la baba tocó la tersa y blanca piel de su rostro sus ojos se posicionaron al instante en su lugar, observando fijamente el centro de la mandíbula de Gianella y su mano izquierda se lanzó directamente a la garganta de la bestia, oprimiendo con la suficiente fuerza como para ahogar el rugido- O’ e’ aeez’ (No me babees)-Le reclamó y la lanzó hacia atrás con fuerza, la suficiente como para alejarla varios metros pero no como para que impactara contra algo. Su cuerpo, casi como si una fuerza extraña lo alzara, se levantó sin siquiera mover sus piernas hasta quedar de pie frente a la licántropo. Su brazo derecho comenzó a volver tranquilamente a su lugar, girando sobre su propio codo de la misma forma que lo hacían sus dedos y produciendo varios pequeños ruidos de acomodamiento. De la misma forma su mandíbula volvía por si sola a su lugar para acomodarse con un fuerte crujido mientras abandonaba el cráter con paso tranquilo.
- Ya me tenías preocupado ¿Sabes? Pensaba que no te decidirías, empezaba a creer que ya no eras la misma - Se pasó las manos por el cabello, como si estuviera peinándolo y dejándolo completamente pulcro y sin rastro alguno de heridas ni sangre- Pero no lo hiciste y por ello estoy orgulloso -Su sonrisa continuaba allí, firme y desafiante- Aunque… -Su sonrisa disminuyo y su semblante quedó tenso- Me dañaste el traje y realmente no me gusta que me lo toquen, creo que deberé instruirte un poco a respetar a tus mayores -Tomó con ambas manos los bordes del cuello de su traje y las sacudió apenas, haciendo que este suelte un poco de polvo y que quedara como nuevo, completamente restaurado, sin ningún hilo desprendido ni rastros de daño de algún tipo, incluso el agujero del abdomen había desaparecido por completo- Bien… ¿Lista para aprender? -Y en un parpadeo ya no se encontraba a varios metros de la Licántropo, sino a escasos centímetros frente suyo, sonriendo nuevamente y lanzando un puñetazo al abdomen de ella. Por supuesto que su fuerza física era inexistente pero su poder mental no y su propio cuerpo corpóreo estaba cargado de esa energía psíquica por lo que pudo lanzarla por los aires contra una tumbas cercanas- ¡Lección número uno: Nunca levantes tu mano contra tus mayores sin esperar un castigo ejemplar de su parte! -Tras lo cual permaneció allí, de pie, esperando el siguiente movimiento de la Licántropo- Ahora es cuando se pone interesante -
Manathael- Fantasma
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 11/11/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The past came back to haunt you[+18 Violencia][Gianella Massone]
Gianella detestó la licantropía por muchísimo tiempo: meses, años, incluso décadas. A pesar de las ventajas que daba por sus características físicas y sensoriales realmente útiles –sigilo, velocidad y agilidad para escapar de la policía; y qué decir de su potencia física para acabar con quien intentase hacerle frente-, detestaba aquel detalle que se desataba con cada luna llena, que despertaba sus instintos más oscuros y que le hacía despertar a la mañana siguiente con las manos y la boca llena de sangre que no era la suya, además de incontables vidas en su espalda, carga que aprendió a sobrellevar solamente con el paso del tiempo reflejado en tardes solitarias en los callejones o en donde nadie pudiera verla llorar. Siempre había odiado hacerlo, incluso desde antes de su transformación. Le hacía sentir débil y vulnerable, quitándole la fortaleza que debía mantener en todo momento para sobrevivir. Y para qué hablar de sus relaciones interpersonales, las cuales cayeron a un punto mínimo cuando su hombro fue mordido en los Alpes.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces, y las cosas han cambiado. Aquel deseo de estar siempre sola cambió por la convivencia con sus aliados y amigos, incluso de una pareja que fue su motivación de existencia por bastante tiempo. Aquella desgana de no tener un “por qué” para vivir desapareció por la mujer que precisamente en ese momento estaba vengando y regresó por aquel hombre –o ser, como se daría cuenta casi de inmediato- que le había privado de tenerla a su lado. Ese mismo “hombre” le agarró la mandíbula en pleno rugido y le apartó unos metros al mismo tiempo que se regeneraba de forma sorprendente, quedando en unos segundos como si nada hubiera pasado. Gianella entrecerró los ojos, sin ceder en ningún momento a la furia que tenía a su alma completamente en llamas. Incapaz de descifrar qué estaba diciendo –estaba demasiado cegada como para hacerlo- únicamente gruñió en respuesta, ya que al menos instintivamente sabía que todo lo proveniente de lo que fuera que estuviera frente a ella era algo considerado como enemigo. “Eso” acortó distancias de forma sorpresiva y a pesar de que el golpe no fue fuerte para su resistencia, tuvo el impulso suficiente para enviarle unos metros lejos, chocando contra unas tumbas que se trizaron por la violencia del contacto, mas sin quebrarse. No necesitaba tener razocinio para notar que algo estaba mal, y por eso un hormigueo generalizado se hizo notar por su portentoso cuerpo. Estaba inquieta, y sólo conocía una forma de que se pasara.
De un salto acortó distancias y casi le arrancó la cabeza con un uppercut que remató con un puñetazo que le reventó la cabeza contra el mármol de una tumba, pero aquella expresión que detestaba regresó en apenas unos segundos. Partió su cuerpo en dos, tres y luego decenas de pedazos, pero éste se reformó como si las partes estuvieran unidas por cuerdas. Incluso devoró su cabeza tras una serie de ataques para aturdirlo, pero los restos entre sus fauces se formaron frente a ella, enviándole al piso luego de un certero golpe en la mandíbula forrada de marfil. Se levantó más molesta –e inquieta- y ante la risa enérgica de su extraño oponente atacó sin darle tiempo a reaccionar o a descansar. Lo destripó una y otra vez con zarpazos diagonales, rompiéndole la yugular al menos cinco veces y golpeándole el cráneo otras siete. Pero no ocurría nada: se regeneraba frente a sus ojos incrédulos. Frustrada le agarró del cuello y le arrancó la cabeza manchándose por el chorro de sangre que salió de su cuerpo por las venas y arterias rotas, pisoteándola en otro rugido furioso. Retrocedió jadeando por todo el tiempo que había transcurrido –que no había sido poco- y las fuerzas que había empleado para acabar con él, y con un feroz gruñido contempló cómo la piel se reformaba hasta quedar como si nada hubiera sucedido nunca. Enseñó los colmillos en señal de desprecio y se tensó más, poniéndose en posición de ataque. No sabía hacer otra cosa más que atacar.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces, y las cosas han cambiado. Aquel deseo de estar siempre sola cambió por la convivencia con sus aliados y amigos, incluso de una pareja que fue su motivación de existencia por bastante tiempo. Aquella desgana de no tener un “por qué” para vivir desapareció por la mujer que precisamente en ese momento estaba vengando y regresó por aquel hombre –o ser, como se daría cuenta casi de inmediato- que le había privado de tenerla a su lado. Ese mismo “hombre” le agarró la mandíbula en pleno rugido y le apartó unos metros al mismo tiempo que se regeneraba de forma sorprendente, quedando en unos segundos como si nada hubiera pasado. Gianella entrecerró los ojos, sin ceder en ningún momento a la furia que tenía a su alma completamente en llamas. Incapaz de descifrar qué estaba diciendo –estaba demasiado cegada como para hacerlo- únicamente gruñió en respuesta, ya que al menos instintivamente sabía que todo lo proveniente de lo que fuera que estuviera frente a ella era algo considerado como enemigo. “Eso” acortó distancias de forma sorpresiva y a pesar de que el golpe no fue fuerte para su resistencia, tuvo el impulso suficiente para enviarle unos metros lejos, chocando contra unas tumbas que se trizaron por la violencia del contacto, mas sin quebrarse. No necesitaba tener razocinio para notar que algo estaba mal, y por eso un hormigueo generalizado se hizo notar por su portentoso cuerpo. Estaba inquieta, y sólo conocía una forma de que se pasara.
De un salto acortó distancias y casi le arrancó la cabeza con un uppercut que remató con un puñetazo que le reventó la cabeza contra el mármol de una tumba, pero aquella expresión que detestaba regresó en apenas unos segundos. Partió su cuerpo en dos, tres y luego decenas de pedazos, pero éste se reformó como si las partes estuvieran unidas por cuerdas. Incluso devoró su cabeza tras una serie de ataques para aturdirlo, pero los restos entre sus fauces se formaron frente a ella, enviándole al piso luego de un certero golpe en la mandíbula forrada de marfil. Se levantó más molesta –e inquieta- y ante la risa enérgica de su extraño oponente atacó sin darle tiempo a reaccionar o a descansar. Lo destripó una y otra vez con zarpazos diagonales, rompiéndole la yugular al menos cinco veces y golpeándole el cráneo otras siete. Pero no ocurría nada: se regeneraba frente a sus ojos incrédulos. Frustrada le agarró del cuello y le arrancó la cabeza manchándose por el chorro de sangre que salió de su cuerpo por las venas y arterias rotas, pisoteándola en otro rugido furioso. Retrocedió jadeando por todo el tiempo que había transcurrido –que no había sido poco- y las fuerzas que había empleado para acabar con él, y con un feroz gruñido contempló cómo la piel se reformaba hasta quedar como si nada hubiera sucedido nunca. Enseñó los colmillos en señal de desprecio y se tensó más, poniéndose en posición de ataque. No sabía hacer otra cosa más que atacar.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 634
Fecha de inscripción : 24/01/2011
Edad : 34
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» The past will never come back.
» The past always comes back. [Lorraine]
» Back to the past | Privado
» The past comes back as a gust of wind [Privado]
» Take a trip to the past and try to come back || James Larden
» The past always comes back. [Lorraine]
» Back to the past | Privado
» The past comes back as a gust of wind [Privado]
» Take a trip to the past and try to come back || James Larden
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour