AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Misterioso Destino... que nos une... un instante (Rasmus)
2 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Misterioso Destino... que nos une... un instante (Rasmus)
Recuerdo del primer mensaje :
-Dos semanas – se dijo mientras acomodaba unos libros en su biblioteca. Miró con extrañeza uno de ellos, - por favor, este no es mio – se quedó observando la cubierta, - pero si es de la Biblioteca, debo llevarlo, es una buena escusa para ver como están mis compañeros , ademas no tengo nada que hacer hasta que no llegue alguna invitación a un baile o algo asi – refunfuño, pensando en que esas reuniones sociales la aburrían, y que prefería mil veces caminar por los senderos de los bosques o la orilla del lago.
Tomó su abrigo, el libro y un pequeño bolso y salio a la calle que comenzaba a teñirse de aquel tinte naranja tan particular al atardecer. - Debo apresurarme porque sino cerrarán y será un viaje en vano – caviló, mientras se detenía en el borde de la acera, un coche de alquiler se acercó despacio con la intención de ofrecer sus servicios, a lo que Emilia aceptó gustosa, aunque tuviera que colocarse su pañuelo en la nariz embebido en algún perfume de los que le regalaba su amiga Saskia, - ¿es que la gente en Paris, no se baña? - dijo mientras acomodaba su bolso y el libro en su regazo.
Unos diez minutos después, que para Emilia fueron una tortura, ya para la gallega no había ningún aroma mas exquisito que el de los bosques de su terruño o el viento salobre de sus costas, - como puede ser que extrañe tanto Finisterre – caviló, observando un paisaje de costas y espumas blancas rompiendo en las escolleras, un lugar que no condecía con la ruidosa ciudad que la había acogido en el exilio. El coche se detuvo con un pequeño movimiento de vaivén que sacó a la bruja de sus ensueños y la trajo de vuelta a la realidad. El cochero descendió para abrir la portezuela y ayudarla en apearse del vehículo.
Cuando Emilia se encontraba en la escalinata de la Biblioteca una fugaz visión llegó a ella, eran unos profundos ojos negros, de mirada misteriosa, - ¿donde he visto esos ojos? – susurró como si lo tuviera enfrente y pudiera escucharla. Un segundo después se habían esfumado de su mente, - que me quieres decir, engañoso destino – meditó, mientras comenzaba a subir por las escaleras y abría la puerta.
Apenas entras, se dirigió al sector donde antes trabajaba, se alegró de encontrarse con sus viejos compañeros. Rió, bromeó del jefe gruñón a quién nunca había podido conocer del todo, ya que era un ser sumamente misterioso. Cuando los temas se fueron terminando y ya había contado de su viaje de retorno a Vigo, su experiencia en Finisterre y la decisión de comenzar de nuevo, además de sorprender a todos con el hecho de pasar de ser una joven a la que apenas le alcanzaba el sueldo para sobrevivir, a esa elegante mujer de clase alta, que a pesar de todo no dejaba de tener la sencillez de corazón y el don de gentes que los había conquistado. Se quedó hablando con su antigua compañera, a la que ofreció ayudar, ya que había quedado en la calle, - no te preocupes, la pequeña casita, está desocupada, y estoy segura que el casero no tendrá objeción en alquilártela – le sonrió, pero la mujer seguía preocupada, - pero yo no puedo pagar esa suma – dijo algo frustrada – yo me encargaré de convencerlo, solo dime cuanto puedes pagar – la bibliotecaria le informó y ella asintió. En verdad no existía ningún casero ya que ahora esa vivienda le pertenecía, pero para no humillarla ya que conocía la forma de ser de su amiga, se la alquilaría a mitad de precio del ofrecido, de esa manera no lo tomaría como una limosna, cosa que Emilia misma detestaba cuando la necesidad la había hostigaba.
Se despidió de todos y se internó entre los libro para hurgar en búsca de un texto que le interesara. Caminó entre las diferentes bibliotecas, observando los estantes, se quedó prendada por un viejo tomo de magia celta, abrió sus paginas con cuidado y las acarició como si de un rostro se tratase, allí se quedó inmersa en la misma visión de las escalinatas, acariciando esos ojos negros de mirada misteriosa.
-Dos semanas – se dijo mientras acomodaba unos libros en su biblioteca. Miró con extrañeza uno de ellos, - por favor, este no es mio – se quedó observando la cubierta, - pero si es de la Biblioteca, debo llevarlo, es una buena escusa para ver como están mis compañeros , ademas no tengo nada que hacer hasta que no llegue alguna invitación a un baile o algo asi – refunfuño, pensando en que esas reuniones sociales la aburrían, y que prefería mil veces caminar por los senderos de los bosques o la orilla del lago.
Tomó su abrigo, el libro y un pequeño bolso y salio a la calle que comenzaba a teñirse de aquel tinte naranja tan particular al atardecer. - Debo apresurarme porque sino cerrarán y será un viaje en vano – caviló, mientras se detenía en el borde de la acera, un coche de alquiler se acercó despacio con la intención de ofrecer sus servicios, a lo que Emilia aceptó gustosa, aunque tuviera que colocarse su pañuelo en la nariz embebido en algún perfume de los que le regalaba su amiga Saskia, - ¿es que la gente en Paris, no se baña? - dijo mientras acomodaba su bolso y el libro en su regazo.
Unos diez minutos después, que para Emilia fueron una tortura, ya para la gallega no había ningún aroma mas exquisito que el de los bosques de su terruño o el viento salobre de sus costas, - como puede ser que extrañe tanto Finisterre – caviló, observando un paisaje de costas y espumas blancas rompiendo en las escolleras, un lugar que no condecía con la ruidosa ciudad que la había acogido en el exilio. El coche se detuvo con un pequeño movimiento de vaivén que sacó a la bruja de sus ensueños y la trajo de vuelta a la realidad. El cochero descendió para abrir la portezuela y ayudarla en apearse del vehículo.
Cuando Emilia se encontraba en la escalinata de la Biblioteca una fugaz visión llegó a ella, eran unos profundos ojos negros, de mirada misteriosa, - ¿donde he visto esos ojos? – susurró como si lo tuviera enfrente y pudiera escucharla. Un segundo después se habían esfumado de su mente, - que me quieres decir, engañoso destino – meditó, mientras comenzaba a subir por las escaleras y abría la puerta.
Apenas entras, se dirigió al sector donde antes trabajaba, se alegró de encontrarse con sus viejos compañeros. Rió, bromeó del jefe gruñón a quién nunca había podido conocer del todo, ya que era un ser sumamente misterioso. Cuando los temas se fueron terminando y ya había contado de su viaje de retorno a Vigo, su experiencia en Finisterre y la decisión de comenzar de nuevo, además de sorprender a todos con el hecho de pasar de ser una joven a la que apenas le alcanzaba el sueldo para sobrevivir, a esa elegante mujer de clase alta, que a pesar de todo no dejaba de tener la sencillez de corazón y el don de gentes que los había conquistado. Se quedó hablando con su antigua compañera, a la que ofreció ayudar, ya que había quedado en la calle, - no te preocupes, la pequeña casita, está desocupada, y estoy segura que el casero no tendrá objeción en alquilártela – le sonrió, pero la mujer seguía preocupada, - pero yo no puedo pagar esa suma – dijo algo frustrada – yo me encargaré de convencerlo, solo dime cuanto puedes pagar – la bibliotecaria le informó y ella asintió. En verdad no existía ningún casero ya que ahora esa vivienda le pertenecía, pero para no humillarla ya que conocía la forma de ser de su amiga, se la alquilaría a mitad de precio del ofrecido, de esa manera no lo tomaría como una limosna, cosa que Emilia misma detestaba cuando la necesidad la había hostigaba.
Se despidió de todos y se internó entre los libro para hurgar en búsca de un texto que le interesara. Caminó entre las diferentes bibliotecas, observando los estantes, se quedó prendada por un viejo tomo de magia celta, abrió sus paginas con cuidado y las acarició como si de un rostro se tratase, allí se quedó inmersa en la misma visión de las escalinatas, acariciando esos ojos negros de mirada misteriosa.
Última edición por Emilia Borromeo el Lun Jun 15, 2015 6:54 pm, editado 1 vez
Amalia De Leon- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Edad : 38
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Misterioso Destino... que nos une... un instante (Rasmus)
Tenerle cerca, hablar con él, era una sensación única, - creo que no he sentido jamás, algo parecido...ni siquiera cuando creía estar enamorada de mi maestro, mi querido brujo - caviló, sintiendo un gran afecto y cariño por su primer amor, el hechicero Ichavod, con quien desde hacía meses, habían dejado de contactarse. Emilia supuso que era por la pareja de aquel, - de seguro es muy celosa - reflexionó, mientras sus ojos se posaban en el rostro de su vampiro, - yo también lo estaría... si alguien en éste momento intentara llamar la atención de Rasmus, no podía ocultar mi disgusto - pensó, sonriendo por sus cavilaciones,, aunque parecía que seguía la conversación de los hombre.
No le agradó, aquello de la negativa del hombre para contarle del pasado, pero también comprendía que en suyo, existían eventos que prefería no contar, como por ejemplo, la noche que Ichabod había pasado en su casa, cuidando de ella, o los años que habían vivido juntos, no como pareja, pro si como maestro y aprendiz. Definitivamente no era algo que fuera a contarle.
Asintió con la cabeza, - si, claro que os contaré, aunque no creo que sea muy iteresante, ya que viví toda mi vida en una ciudad no muy grande, aunque nno puedo negar que era bella, además, los bosques, el mar, los acantilados, todo eso siempre me han fascinado, tal vez eso sea lo que mas extraño. Esa sensación de peligro y adrenalina que se siente al pararse en el filo del abismo, al sentir el viento ululante que parece decir algo y nos envuelve, invitándonos a dejar que el cuerpo caiga por aquellos peñascos -.
Contemplóo al vampiro un instante, - como vos, eres como ese viento ululante, que me llama a caer en tu abismo y no puedo negarme - le susurró. Mas en ese momento llegó el otro vampiro amigo de Rasmus y luego de quejarse por las ausencia - cosa que entristeció un poco a la joven, ya que no deseaba que él se alejara de su lado - escuchó atenta todos lo que éstos decían.
No le sorprendió que él se sentara a su lado y le ayudara a colocarse el abrigo, que en verdad la hizo sentir como una hechicera del medioevo, lo que terminó haciendo que una suave sonrisa se creara en su rostro. Feliz se encontraba al sentir el abrazo del vampiro, como una forma sutil de decir a los presentes que ella le pertenecía. Mas aquella sensación agradable, se esfumó cuando, apareció desde el otro extremo del local, una mujer, a la que por el aura Emilia, pudo distinguir que era un vampiro como los demás, solo que parecía mucho mas peligrosa que algunos hijos de la noche, que había tenido el desagrado de conocer. Mas ésta tenía un punto que la convertía en la peor de todas, su comentario hacia Rasmus y ella, daba a entender que aquellos vampiros habían tenido una relación, confirmada sus sospechas por la tensión en los músculos de los brazos del sobrenatural y los puños cerrados.
No pudo dejar pasar el momento, se oyó replicar al momento, - tal vez, sienta algo totalmente diferente, a veces, nos damos cuenta que nuestras vidas han cambiado para siempre, cuando encontramos a la persona adecuado - la miró a los ojos, midiendo fuerzas, dejando en claro que ella era el presente y el futuro de Rasmus y la vampiro solo el pasado.
No le agradó, aquello de la negativa del hombre para contarle del pasado, pero también comprendía que en suyo, existían eventos que prefería no contar, como por ejemplo, la noche que Ichabod había pasado en su casa, cuidando de ella, o los años que habían vivido juntos, no como pareja, pro si como maestro y aprendiz. Definitivamente no era algo que fuera a contarle.
Asintió con la cabeza, - si, claro que os contaré, aunque no creo que sea muy iteresante, ya que viví toda mi vida en una ciudad no muy grande, aunque nno puedo negar que era bella, además, los bosques, el mar, los acantilados, todo eso siempre me han fascinado, tal vez eso sea lo que mas extraño. Esa sensación de peligro y adrenalina que se siente al pararse en el filo del abismo, al sentir el viento ululante que parece decir algo y nos envuelve, invitándonos a dejar que el cuerpo caiga por aquellos peñascos -.
Contemplóo al vampiro un instante, - como vos, eres como ese viento ululante, que me llama a caer en tu abismo y no puedo negarme - le susurró. Mas en ese momento llegó el otro vampiro amigo de Rasmus y luego de quejarse por las ausencia - cosa que entristeció un poco a la joven, ya que no deseaba que él se alejara de su lado - escuchó atenta todos lo que éstos decían.
No le sorprendió que él se sentara a su lado y le ayudara a colocarse el abrigo, que en verdad la hizo sentir como una hechicera del medioevo, lo que terminó haciendo que una suave sonrisa se creara en su rostro. Feliz se encontraba al sentir el abrazo del vampiro, como una forma sutil de decir a los presentes que ella le pertenecía. Mas aquella sensación agradable, se esfumó cuando, apareció desde el otro extremo del local, una mujer, a la que por el aura Emilia, pudo distinguir que era un vampiro como los demás, solo que parecía mucho mas peligrosa que algunos hijos de la noche, que había tenido el desagrado de conocer. Mas ésta tenía un punto que la convertía en la peor de todas, su comentario hacia Rasmus y ella, daba a entender que aquellos vampiros habían tenido una relación, confirmada sus sospechas por la tensión en los músculos de los brazos del sobrenatural y los puños cerrados.
No pudo dejar pasar el momento, se oyó replicar al momento, - tal vez, sienta algo totalmente diferente, a veces, nos damos cuenta que nuestras vidas han cambiado para siempre, cuando encontramos a la persona adecuado - la miró a los ojos, midiendo fuerzas, dejando en claro que ella era el presente y el futuro de Rasmus y la vampiro solo el pasado.
Amalia De Leon- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Edad : 38
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Misterioso Destino... que nos une... un instante (Rasmus)
La mirada que la vampiresa le dirigió a la humana después de recibir semejante respuesta, reflejaba con total precisión años de ira contenida, de desprecio hacia los mortales, y sobre todo, de rencor hacia un creador que la había acabado dejando por un caso perdido. Pero su rostro, sin embargo, seguía reflejando únicamente lo que ella quería que mostrara. Siempre había sido terriblemente buena en el arte de fingir, en guardar las apariencias, algo que la hacía más peligrosa si cabe, porque nunca te esperabas lo que iba a hacer a continuación. Una sonrisa de suficiencia apareció, y se acentuó, al ver cómo su creador estrechaba el cuerpo de la chica como dando a entender que era de su propiedad. También ella se había sentado a su lado, durante décadas, también había estado bajo el amparo y la protección de aquellos brazos fríos y firmes. Aunque era evidente que los sentimientos que profesaba eran totalmente distintos a los que alguna vez sintiera por ella. Claro que eso, la nueva "adquisición" de su maestro no lo sabía. Jugaría esa carta tan bien como pudiera. La haría rabiar. Así lo obligaría a reaccionar a él.
- ¿Entonces te crees que eres la adecuada? ¿Para él? Palabras grandes para una criatura tan insignificante. Él sólo te quiere a su lado porque le recuerdas lo que una vez perdió. No te engañes... Chica. Algún día dejarás de resultarle interesante. Te abandonará. Y te preguntarás si la culpa es tuya o si es suya. -Los ojos de la vampiresa, rojos como rubíes, danzaban yendo desde el rostro de la chica a la del vampiro. Y entonces, éste reaccionó. Dando un gran manotazo en la mesa, el siempre tranquilo Rasmus, el siempre pacífico vampiro, se puso en pie de un salto y la empujó hasta hacerla retroceder. La mujer lo observó con detenimiento, al tiempo que su sonrisa se ensanchaba de forma casi grotesca. Allí estaba. Aquella rabia que únicamente ella era capaz de despertar en una criatura que había permanecido milenios sumido en la calma que le proporcionaba la eternidad. - ¡Ah! Pero si aún hablas. Pensé que se te había nublado tanto el juicio a causa de tu nueva mascota que ni siquiera te habías percatado de mi presencia. -Con coquetería, dejó que su brazo se deslizara lentamente por los hombros del vampiro, quedando tan cerca de él como era posible.
- ¿Qué demonios haces aquí? -Sus palabras salieron de forma atropellada de su garganta. Guturales. Eran casi un gruñido. Estaba luchando consigo mismo por no perder del todo la calma y echarla allí a patadas. - Te ruego, por favor, que te alejes de nosotros. No te quiero tener a menos de diez metros de distancia de mi, o de la señorita. De lo contrario, te arrepentirás... Förstått? -Dicho aquello, se alejó con brusquedad de su progenie, para volver a sentarse justo en el mismo sitio que antes ocupaba. Sin embargo, sabía perfectamente que ella no iba a rendirse tan fácilmente. Y era consciente de ello por una razón bastante simple: si estaba en París, era para reencontrarse con él. No podía haber otra. La cuestión era, cómo se había enterado.
- Estarás de broma, ¿no? He recorrido medio mundo buscándote y ahora que te he encontrado no vas a echarme tan fácilmente. Vamos... Si quieres que me vaya enseña los dientes... Si tanto te quiere debería conocerte también cuando estás de mal humor. ¡Ah! Era tan divertido entonces... -Haciendo caso omiso a las miradas de advertencia del vampiro mayor, se sentó en la mesa como si no hubiera escuchado ni una sola palabra de lo dicho, y esta vez, se sentó de forma que quedase mirando de frente a Emilia. - Su carácter no siempre es tan afable, ¿sabes? A veces saca la fiera que lleva dentro... Y aunque las cosas se vuelven peligrosas en esas ocasiones, también lo hacen todo bastante más divertido. Si quieres disfrutar de su compañía, en el sentido más... sexual, intenta enfadarlo. Aunque con esa cara de inocente que tienes, dudo mucho que pudieras hacerlo. -Acarició levemente el rostro de la muchacha, tornándose de inmediato su mirada en una de envidia. - Hueles de maravilla.
En menos de un segundo, las manos del vampiro, que se habían vuelto a cerrar en dos puños al sentarse, se colocaron ahora en torno al cuello de la vampiresa. Su rostro, antes inexpresivo, se contrajo en una mueca de rabia. Aquello había ido demasiado lejos. Zarandeó a su "creación" y la arrojó varios metros más allá de la mesa. Los colmillos de aquellas dos criaturas de la noche asomaron a la vez. Y todo se quedó en silencio.
- ¿Entonces te crees que eres la adecuada? ¿Para él? Palabras grandes para una criatura tan insignificante. Él sólo te quiere a su lado porque le recuerdas lo que una vez perdió. No te engañes... Chica. Algún día dejarás de resultarle interesante. Te abandonará. Y te preguntarás si la culpa es tuya o si es suya. -Los ojos de la vampiresa, rojos como rubíes, danzaban yendo desde el rostro de la chica a la del vampiro. Y entonces, éste reaccionó. Dando un gran manotazo en la mesa, el siempre tranquilo Rasmus, el siempre pacífico vampiro, se puso en pie de un salto y la empujó hasta hacerla retroceder. La mujer lo observó con detenimiento, al tiempo que su sonrisa se ensanchaba de forma casi grotesca. Allí estaba. Aquella rabia que únicamente ella era capaz de despertar en una criatura que había permanecido milenios sumido en la calma que le proporcionaba la eternidad. - ¡Ah! Pero si aún hablas. Pensé que se te había nublado tanto el juicio a causa de tu nueva mascota que ni siquiera te habías percatado de mi presencia. -Con coquetería, dejó que su brazo se deslizara lentamente por los hombros del vampiro, quedando tan cerca de él como era posible.
- ¿Qué demonios haces aquí? -Sus palabras salieron de forma atropellada de su garganta. Guturales. Eran casi un gruñido. Estaba luchando consigo mismo por no perder del todo la calma y echarla allí a patadas. - Te ruego, por favor, que te alejes de nosotros. No te quiero tener a menos de diez metros de distancia de mi, o de la señorita. De lo contrario, te arrepentirás... Förstått? -Dicho aquello, se alejó con brusquedad de su progenie, para volver a sentarse justo en el mismo sitio que antes ocupaba. Sin embargo, sabía perfectamente que ella no iba a rendirse tan fácilmente. Y era consciente de ello por una razón bastante simple: si estaba en París, era para reencontrarse con él. No podía haber otra. La cuestión era, cómo se había enterado.
- Estarás de broma, ¿no? He recorrido medio mundo buscándote y ahora que te he encontrado no vas a echarme tan fácilmente. Vamos... Si quieres que me vaya enseña los dientes... Si tanto te quiere debería conocerte también cuando estás de mal humor. ¡Ah! Era tan divertido entonces... -Haciendo caso omiso a las miradas de advertencia del vampiro mayor, se sentó en la mesa como si no hubiera escuchado ni una sola palabra de lo dicho, y esta vez, se sentó de forma que quedase mirando de frente a Emilia. - Su carácter no siempre es tan afable, ¿sabes? A veces saca la fiera que lleva dentro... Y aunque las cosas se vuelven peligrosas en esas ocasiones, también lo hacen todo bastante más divertido. Si quieres disfrutar de su compañía, en el sentido más... sexual, intenta enfadarlo. Aunque con esa cara de inocente que tienes, dudo mucho que pudieras hacerlo. -Acarició levemente el rostro de la muchacha, tornándose de inmediato su mirada en una de envidia. - Hueles de maravilla.
En menos de un segundo, las manos del vampiro, que se habían vuelto a cerrar en dos puños al sentarse, se colocaron ahora en torno al cuello de la vampiresa. Su rostro, antes inexpresivo, se contrajo en una mueca de rabia. Aquello había ido demasiado lejos. Zarandeó a su "creación" y la arrojó varios metros más allá de la mesa. Los colmillos de aquellas dos criaturas de la noche asomaron a la vez. Y todo se quedó en silencio.
Rasmus A. Lillmåns- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 130
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: Misterioso Destino... que nos une... un instante (Rasmus)
Emilia se diferenciaba de su hermana Emelia, especialmente por su caracter. Mientras su hermana era iracunda, sarcástica y dada a la pelea. Ella, siempre trataba de buscar el dialogo, la paz, siempre sus palabras se cargaban de compasión y amor. Pero en aquel momento, la diferencia entre las hermanas se hizo casi nula. La rabia se fue apoderando de ella, ¿como podía esa mujer comportarse así, decir aquellas cosas? Le echaba en cara que había disfrutado del lecho de aquel hombre, y que era solo cuestión de enfadarlo para que volviera a sus brazos. Las lagrimas se agolparon en sus ojos, pero en vez de mostrar dolor, era odio lo que le demostraba a esa vampiro.
Sintió el roce de esos dedos frios por su rostro, recorriendo su mentón, y algo en ella se quebró, - no me toques, demonio - dijo mientras con una mano apartaba la ajena de su rostro. En ese momento, algo extraño pasó, de pronto de encontró viendo su propio cuerpo, su propio rostro, como si se encontrara dentro del cuerpo de la vampiro. Su atención se volvió al vampiro, que como si estuviera enloquecido tomaba el cuerpo de la inmortal y lo empujaba lejos de ellos. Cerró los ojos y al volverlos a abrir, se encontraba nuevamente en su cuerpo, junto a Rasmus, - pero que demonios... - dijo en voz alta, mientras comenzaba a temblar. ¿que era lo que le había pasado?, debía huir de allí.
No supo como hizo para correr hasta la puerta del local y de allí, por la acera, -¿que fue lo que me pasó?, eso jamás había experimentado antes - caviló mientras continuaba corriendo, golpeando con algunos peatones. Se estaba volviendo loca, ¿sería peligrosa para los demás?
Las lagrimas corrían libres por su rostro, no entendía nada, solo que ese hombre la había tratado de defender, pero que en el momento de empujar a la vampiro, ella había estado en ese cuerpo, frío, helado, vacuo. temió por ella, por Rasmus, - ¿será que mi hermana tiene razón, y valgo mas muerta que viva? -.
Sintió el roce de esos dedos frios por su rostro, recorriendo su mentón, y algo en ella se quebró, - no me toques, demonio - dijo mientras con una mano apartaba la ajena de su rostro. En ese momento, algo extraño pasó, de pronto de encontró viendo su propio cuerpo, su propio rostro, como si se encontrara dentro del cuerpo de la vampiro. Su atención se volvió al vampiro, que como si estuviera enloquecido tomaba el cuerpo de la inmortal y lo empujaba lejos de ellos. Cerró los ojos y al volverlos a abrir, se encontraba nuevamente en su cuerpo, junto a Rasmus, - pero que demonios... - dijo en voz alta, mientras comenzaba a temblar. ¿que era lo que le había pasado?, debía huir de allí.
No supo como hizo para correr hasta la puerta del local y de allí, por la acera, -¿que fue lo que me pasó?, eso jamás había experimentado antes - caviló mientras continuaba corriendo, golpeando con algunos peatones. Se estaba volviendo loca, ¿sería peligrosa para los demás?
Las lagrimas corrían libres por su rostro, no entendía nada, solo que ese hombre la había tratado de defender, pero que en el momento de empujar a la vampiro, ella había estado en ese cuerpo, frío, helado, vacuo. temió por ella, por Rasmus, - ¿será que mi hermana tiene razón, y valgo mas muerta que viva? -.
Amalia De Leon- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Edad : 38
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Misterioso Destino... que nos une... un instante (Rasmus)
La suerte nunca está de parte de los valientes, o al menos, no de aquellos que se arriesgan sin pensar en las consecuencias. Al final, era más sencillo y lógico ser un cobarde porque así al menos te ahorras el brusco descenso a la realidad. Había creído que podía acercarse a Emilia sin más, que ambos podían profesarse su amor mutuo sin ningún inconveniente, a pesar de las muchas diferencias. Él estaba muerto. Ella era una humana. Él tenía a mucha gente persiguiéndole. Ella era inocente y odiaría que acabase herida por su culpa. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? ¿Tan inocente? Creer que podía simplemente tomar aquello que deseaba, seguir adelante con su aprecio, con su amor, ese amor que nunca debió dejar de ser platónico. Ahora se daba cuenta. Había sido egoísta, y eso la había puesto en peligro. El pasado, en su caso, siempre volvía para atormentarle, y en aquella ocasión era demasiado. Regresó como un eslabón perdido, como su progenie, la más atormentada de todas. La más peligrosa. Y se había dejado llevar por el odio que le había despertado, consiguiendo lo que era de esperar: hacer huir a la chica.
- ¡Emilia! -La voz del vampiro se quebró en un grito desgarrador, como si acabara de perder una parte de sí mismo. Un brazo. Un trozo de corazón. Sin embargo, al verla marcharse corriendo, con lo que creía que eran lágrimas cayéndole por las mejillas no pudo más que quedarse allí, sentado, mirando la puerta abierta del local. Jamás se había sentido tan vacío. Al menos, no en mucho tiempo. Su rostro, hacía apenas unos momentos gobernado por la rabia contra la vampiresa, había recuperado esa fría expresión que normalmente lo ocupaba. Estaba congelado. Incapaz de pensar, de moverse o de decir nada, y sin deseos tampoco de hacerlo. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? Se había pasado décadas sin salir a la luz, y ahora que lo había hecho no se le ocurrió nada mejor que prendarse de una joven que, como era de esperar, acabaría corriendo en otra dirección. Como de hecho había ocurrido, apenas unos minutos antes. La había aterrorizado. Le había mostrado de la forma menos sutil posible la clase de monstruo que era. Y por eso la había perdido, antes incluso de tenerla de verdad.
Los segundos se habían ido desplazando, convirtiéndose en minutos, en horas, y cuando se quiso dar cuenta, el alba estaba a punto de abrirse paso en el firmamento. El ya antes casi desierto local se había terminado por vaciar, a excepción de él, su progenie, y el encargado, que observaba a Rasmus con una mezcla de preocupación y recelo. ¿Quién sabría cómo reaccionaría ante la pérdida de probablemente la única persona, aparte de su hija, que todavía le importaba? La vampiresa, comprendiendo que ya había conseguido lo que quería, le dirigió una larga mirada para luego marcharse sin más. Volverían a verse, y ella lo sabía. No iba a dejarlo escapar tan fácilmente. Y allí se quedó Rasmus, mirando hacia la puerta, esperando a que el Sol o Emilia apareciesen. Pero no ocurrió ninguna de las dos cosas. Cuando los primeros rayos de Sol asomaron en el interior de la taberna, el otro vampiro cerró las puertas y tras disculparse en voz baja se retiró a sus aposentos. Su creador no dijo nada. El cuerpo rígido del muerto se deslizó sobre el asiento, y allí permaneció tumbado. Devastado. Roto. Frío. Una bestia a punto de estallar.
La siguiente noche llegó tan rápido como se le había escapado la primera, y con ella, los pensamientos quedaron más despejados. Al amparo de la oscuridad comenzó a recorrer las calles de regreso a su hogar, de vuelta a ese agujero del que no debió salir nunca. Ya no era bienvenido en el mundo, en la realidad. Tal vez era tiempo de volver a tirar la llave. Había perdido los dos frentes: el cariño de Leire y la oportunidad con Emilia. Ahora sólo deseaba tumbarse en su lecho y descansar. Dormir. Cien años. Después de todo, ¿qué es un siglo para una criatura que no puede morir?
- ¡Emilia! -La voz del vampiro se quebró en un grito desgarrador, como si acabara de perder una parte de sí mismo. Un brazo. Un trozo de corazón. Sin embargo, al verla marcharse corriendo, con lo que creía que eran lágrimas cayéndole por las mejillas no pudo más que quedarse allí, sentado, mirando la puerta abierta del local. Jamás se había sentido tan vacío. Al menos, no en mucho tiempo. Su rostro, hacía apenas unos momentos gobernado por la rabia contra la vampiresa, había recuperado esa fría expresión que normalmente lo ocupaba. Estaba congelado. Incapaz de pensar, de moverse o de decir nada, y sin deseos tampoco de hacerlo. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? Se había pasado décadas sin salir a la luz, y ahora que lo había hecho no se le ocurrió nada mejor que prendarse de una joven que, como era de esperar, acabaría corriendo en otra dirección. Como de hecho había ocurrido, apenas unos minutos antes. La había aterrorizado. Le había mostrado de la forma menos sutil posible la clase de monstruo que era. Y por eso la había perdido, antes incluso de tenerla de verdad.
Los segundos se habían ido desplazando, convirtiéndose en minutos, en horas, y cuando se quiso dar cuenta, el alba estaba a punto de abrirse paso en el firmamento. El ya antes casi desierto local se había terminado por vaciar, a excepción de él, su progenie, y el encargado, que observaba a Rasmus con una mezcla de preocupación y recelo. ¿Quién sabría cómo reaccionaría ante la pérdida de probablemente la única persona, aparte de su hija, que todavía le importaba? La vampiresa, comprendiendo que ya había conseguido lo que quería, le dirigió una larga mirada para luego marcharse sin más. Volverían a verse, y ella lo sabía. No iba a dejarlo escapar tan fácilmente. Y allí se quedó Rasmus, mirando hacia la puerta, esperando a que el Sol o Emilia apareciesen. Pero no ocurrió ninguna de las dos cosas. Cuando los primeros rayos de Sol asomaron en el interior de la taberna, el otro vampiro cerró las puertas y tras disculparse en voz baja se retiró a sus aposentos. Su creador no dijo nada. El cuerpo rígido del muerto se deslizó sobre el asiento, y allí permaneció tumbado. Devastado. Roto. Frío. Una bestia a punto de estallar.
******
La siguiente noche llegó tan rápido como se le había escapado la primera, y con ella, los pensamientos quedaron más despejados. Al amparo de la oscuridad comenzó a recorrer las calles de regreso a su hogar, de vuelta a ese agujero del que no debió salir nunca. Ya no era bienvenido en el mundo, en la realidad. Tal vez era tiempo de volver a tirar la llave. Había perdido los dos frentes: el cariño de Leire y la oportunidad con Emilia. Ahora sólo deseaba tumbarse en su lecho y descansar. Dormir. Cien años. Después de todo, ¿qué es un siglo para una criatura que no puede morir?
Rasmus A. Lillmåns- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 130
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» El paseo misterioso!!! (LIBRE)
» Ni el tiempo lograra apartarme de ti... +18 (Rasmús)
» Solo un instante de miedo [Privado]
» ...La muñeca y el Panda....( Rasmus A. Lillmåns ^^)
» Olvidando tristezas... por un instante tan solo - Privado -
» Ni el tiempo lograra apartarme de ti... +18 (Rasmús)
» Solo un instante de miedo [Privado]
» ...La muñeca y el Panda....( Rasmus A. Lillmåns ^^)
» Olvidando tristezas... por un instante tan solo - Privado -
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour